CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NO
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CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NO
Ciclo de Conferencias sobre la Historia de España en los Estados Unidos I. “CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NORTEAMERICANO ESPAÑOL, 1519-1821” Luis Laorden Jiménez Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Valencia, 22 de diciembre de 2009 Mapa de Nueva España que incluye el Oeste norteamericano español, por Alexander Von Humboldt, editado en México en 1822, y en el que se han señalado los cinco caminos españoles que son “National Historic Trails” para los Estados Unidos. “CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NORTEAMERICANO ESPAÑOL, 1519-1821.” 1. INTRODUCCIÓN INDICE 2. LA FRONTERA. La gran frontera Norte de Nueva España. La expansión defensiva española. Frontera de “inclusión” y no de “exclusión”. Las Misiones como “instituciones de frontera”. El sistema defensivo de los “presidios” y los cambios estratégicos de 1763. Los tratados de paz y las ferias de comercio con los indios. 3. LOS CAMINANTES. 3.1 Los primeros “caminantes” en la frontera. Alonso Álvarez de Pineda en la costa del golfo de México en 1519. Nuño de Guzmán en Nueva Galicia en 1529. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, 1528-1536. Fray Marcos de Niza, 1539. Francisco Vázquez de Coronado, 1540-1542. Francisco de Ybarra en Nueva Vizcaya en 1554 3.2 La segunda etapa que empieza a finales del siglo XVI. Las Ordenanzas “ovandinas” de 1573. El “redescubrimiento” de Nuevo México 1580-1594. Juan de Oñate en Nuevo México, 1598. La firma de Juan de Oñate en la roca de El Morro. El “Memorial” de fray Alonso de Benavides en 1630. La revuelta de los indios “pueblo” en1680 y la reconquista por Diego de Vargas en 1692. La labor del “padre a caballo” Eusebio Kino en la Pimería 1687-1711. 3.3 Los caminantes de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. Juan Bautista de Anza, (1735-1788). El dictamen del Ingeniero Miguel de Costanso en 1772. La primera expedición exploratoria de Juan Bautista de Anza, 1774. La segunda gran expedición colonizadora de Juan Bautista de Anza, 1775-1776. Los caminos y las relaciones de Juan Bautista de Anza con los “comanches” como Gobernador de Nuevo México, 1778-1788. El camino entre Santa Fe y Sonora por José de Zúñiga en 1791. Recuerdo de Juan Bautista de Anza. Fray Francisco Garcés, “príncipe de los caminantes solitarios”.(1738-1781). El camino de los frailes Domínguez y Escalante en 1776. El caminante Pedro Vial entre Nuevo México y el Río Mississippi, de 1785 a 1814. 4. LOS CAMINOS Los caminos españoles en los “National Historic Trails” de los Estados Unidos. El “Camino Real de Tierra Adentro”. El “Camino de Anza”. El “Viejo Camino español”. El “Camino de Santa Fe”. El “Camino Real de los Tejas”. Los caminos españoles que no tienen el título de “National Historic Trails”. El “Camino Real de Santa Fe a San Antonio”. El “Camino Real de las Misiones de Alta California”. BIBLIOGRAFÍA REFERENCIADA REFERENCIAS EN EL TEXTO 2 “CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NORTEAMERICANO ESPAÑOL, 1519-1821.”1 Luis Laorden Jiménez Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos 1. INTRODUCCIÓN El tema objeto de esta Conferencia es de gran amplitud, en primer lugar por la enorme extensión del territorio considerado del Oeste norteamericano español que abarcaba todo el llamado actualmente “Southwest” o “Far West” estadounidense y se extiende desde el gran río Mississippi hasta la costa del Océano Pacífico con una distancia entre estos límites indicados de Este a Oeste de más de 3.500 kilómetros que es una distancia parecida a la que hay en Europa entre Madrid y Moscú, y con una superficie dentro de los Estados Unidos que incluiría a los actuales Estados de California, Nevada, Arizona, New México, Utah, Colorado, Texas, Oklahoma, Kansas, Louisiana, Arkansas, Missouri, Nebraska, que suman más de 3 millones y medio de kilómetros cuadrados es decir algo así como 7 veces la superficie total de España y continúa hacia el norte por la costa hasta Alaska y hacia el sur en los Estados fronterizos de México. Una característica de este gran territorio es su belleza natural. En él están los más famosos Parques Nacionales de los Estados Unidos, que los españoles fueron los primeros europeos en ver. Todo es grande y bello en este territorio. Grandes llanuras con horizontes ilimitados que según contaba Pedro de Castañeda en su crónica de cuando acompañó a Vázquez de Coronado de 1540 a 1542, impresionaban por la soledad y la falta de referencias que hacían sentirse perdido y desamparado. Grandes ríos caudalosos, a veces en imponentes desfiladeros imposibles de cruzar, como el Gran Cañón del Colorado que López de Cárdenas fue el primero en divisar, o en cursos suaves y cristalinos por verdes praderas que permitían vadearlos a caballo. Imponentes montañas coronadas de nieve junto a sorprendentes desiertos como los de Nevada y el interior de California. Tierras de color rojo como las de las “Sangre de Cristo Mountains”, o amarillo o negro. Bosques con árboles tan altos como montañas, pájaros enormes, reptiles, animales depredadores, manadas de bisontes en número infinito. Es el territorio de los impresionantes paisajes con grandes horizontes y un cielo luminoso al que adoraban los indios que lo poblaban antes de la llegada de los españoles. El tema es también muy amplio porque abarca un período dilatado de Historia, desde las primeras aproximaciones de Alonso Álvarez de Pineda por el golfo de México en 1519 y de Nuño de Guzmán por el noroeste de la entonces Nueva España en 1529, hasta el cambio de la bandera de España por la de la nueva nación independiente de México en 1821, y en esos casi trescientos años la actividad de los españoles que allí estuvieron fue enorme. Para hacerse idea de la extensión del tema puede mencionarse que el Académico de la Historia Cesáreo Fernández Duro en un informe que presentó en 1882 daba noticia de 129 expediciones españolas importantes en el Oeste de América del Norte y solamente entre los años 1523 y 1783.2 Nos quedaría señalar que por ser esta actividad española en el Oeste norteamericano menos conocida que la que tuvo lugar en otras partes de América, todavía en nuestros días se siguen descubriendo documentos en los grandes Archivos Históricos que amplían el campo de nuestra curiosidad por saber más de lo que hicieron allí los españoles. Como ejemplo el descubrimiento casual en 1974 del investigador americano Janet Fireman entre los legajos del 1 La presente Conferencia es un resumen de temas tratados con mayor detalle en el libro en preparación del mismo Autor con el título “Caminos en el Oeste. La Historia de España desde 1519 hasta 1821 en el territorio de los Estados Unidos entre el río Mississippi y el océano Pacífico”. 3 Archivo Histórico Militar de Madrid del Diario de la expedición de Juan Antonio María de Rivera en 1776 que partió de Abiquiu en el noroeste de Nuevo México y se adentró hacia el norte en lo que ahora es el Estado de Utah hasta el curso alto del río Colorado, expedición de la que sólo se tenían referencias indirectas antes de este decubrimiento. El orden que seguiremos en esta Conferencia, de acuerdo con su título, será tratar en primer lugar de cómo era la gran frontera española en el Oeste norteamericano, a continuación de los caminantes más importantes en ella, exploradores, soldados y misioneros o civiles, y por último de los caminos que dejaron estos caminantes españoles, con especial atención a los que han merecido la distinción de ser considerados por los actuales Estados Unidos como “Caminos Históricos Nacionales” o “National Historic Trails”. 2. LA FRONTERA. La gran frontera Norte de Nueva España. La frontera Norte de la Nueva España en el Oeste de Norteamérica fue siempre motivo de preocupación para los gobernantes españoles porque no era una frontera fija y estable. La frontera que estamos considerando no estaba bien definida por ríos o montañas que marcasen sus límites, y en vez de ser una línea como eran las fronteras en Europa, la frontera en América del Norte era un territorio inmenso y vacío o poblado de indios nómadas que cambiaba y se ampliaba o se reducía según los acontecimientos. Al otro lado de esta frontera no existían naciones organizadas con las que se pudiese mantener una relación estable de respeto mutuo, de amistad o de enfrentamiento, y con las que se pudiese dialogar y negociar o pactar, incluso en la guerra, como se hacía en Europa. Los vecinos de las posesiones españolas al norte de México eran muchas tribus indias independientes para las que en general la pelea era la forma natural de vivir y practicaban la guerra casi por gusto, con todo el que estuviese cerca, fuesen españoles o otros indios, de forma feroz y sin descanso, desplazándose de un lado a otro del territorio. No era una guerra de grandes ejércitos, porque España no los tenía, ni los podía tener en aquellos remotos lugares, y además no habrían servido para esta guerra porque el enemigo aparecía y desaparecía y no atacaba frontalmente. Era una guerra de astucias y de valor personal de capitanes intrépidos que en aquel escenario arriesgaban todo, y en primer lugar sus vidas. La expansión defensiva española. La estrategia española en esta frontera fue de expansión progresiva hacia el norte seguida de la colonización de los nuevos territorios ganados a medida que se iban ocupando. Es la estrategia en América del Norte que el historiador Herbert Eugene Bolton (1870-1953) llamó en inglés como “defensive spanish expansión”, la expansión defensiva española, concepto que explicó magistralmente en una brillante conferencia que leyó en 1929 en la Universidad de Colorado3 en una reunión de historiadores americanos con la que continuó la labor que ya había empezado tras sus estancias en México a partir de 1902 para estudiar los archivos históricos españoles en ese país y con ello abrió una escuela de nuevos estudios sobre la presencia española en los Estados Unidos, y en particular sobre las “borderlands” o tierras de frontera de su país. Hay dos conferencias de Bolton, la citada de 1929, y la que pronunció en 1932, siendo Presidente de la “American Historical Association”, con el título “The Epic of Greater America”,4 que y son un homenaje a las más brillantes tesis universales españolas en América y deberían ser incluidas en los libros de texto de nuestros jóvenes para su formación básica primera como españoles. Al hacer esta mención es de justicia como españoles hacer honor al historiador Herbert Eugene Bolton que es sin ninguna duda el investigador, profesor y escritor que más ha hecho para que se conozca la Historia de España en el Oeste norteamericano.5 4 Frontera de “inclusión” y no de “exclusión”. Al hablar de la frontera de la Nueva España en el lejano oeste es natural que el pensamiento se traslade a su transformación posterior en el “Far-West” o “Lejano Oeste” de la “American Frontier” que vino después con la expansión de los Estados Unidos de América y nos vamos a referir a ello aunque nos salgamos del horizonte temporal marcado en el título de esta conferencia y suponga por tanto una pequeña desviación en el tema tratado. Cuando la expansión de los Estados Unidos se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XIX, la primera consecuencia fue el encuentro entre los dos conceptos de frontera, el nuevo estadounidense que avanzaba y el viejo español que se mantenía, aunque España ya no estaba presente, porque su puesto había sido transmitido a su heredera, la nación mexicana. Estos dos conceptos de frontera fueron diferentes aunque se aplicasen sobre el mismo territorio y compararlos y juzgarlos es difícil, igual que es difícil escribir la Historia de un país o de toda la Humanidad de forma objetiva. Un famoso historiador dijo que para tener garantía de objetividad al comparar la historia de diferentes países, el que lo intentase debería ser ciudadano de la luna.6 La “American Frontier” de los Estados Unidos de América en el siglo XIX fue también una frontera expansiva igual que lo había sido la de España en el mismo continente desde el siglo XVI. En el juicio comparativo entre ambas, la estadounidense tiene a su favor que los historiadores de origen anglosajón la han idealizado mucho más de lo que los nuestros han hecho de la española. La diferencia entre las expansiones española y estadounidense es que la de los Estados Unidos en los territorios indios fue mucho más rápida que la de España y en nada fue “defensiva”, como se ha dicho que fue la española. En menos de tres cuartos de siglo desde la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776, la joven y pujante nación de los Estados Unidos de América completó su extensión territorial desde la costa Atlántica a la costa del Pacífico. Respecto a las características globales comparativas lo que España pretendía era una frontera de “integración” mientras que Estados Unidos en su expansión prefería una frontera de “exclusión”.7 A lo largo de la Historia, fronteras de integración, o más propiamente, de asimilación, fueron las que correspondieron a las colonizaciones romana, árabe y española, y fronteras de exclusión fueron la estadounidense, canadiense, australiana y sudafricana. El resultado final en los Estados Unidos es que ambos conceptos con el tiempo se han fundido. Ahí están los elevados porcentajes de población hispana y la asimilación de las minorías y de los inmigrantes en el “melting pot” de la sociedad estadounidense. Las Misiones como “instituciones de frontera”. En la estrategia española en el Oeste norteamericano jugaron papel importante los misioneros que a menudo iban con los militares en sus expediciones, o a veces se adelantaban a ellos, o iban después, y se ocupaban de la asimilación religiosa, cultural y social de los indígenas. Las Misiones han sido calificadas como “instituciones de frontera”. Si la frontera política era entre españoles y indios, los misioneros con sus Misiones pretendían establecer un tipo especial de frontera, que era la frontera entre el cielo y la tierra. El tema de las Misiones de frontera será tratado monográficamente en otra conferencia y no nos extendemos por ello sobre él ahora. El sistema defensivo de los “presidios” y los cambios estratégicos de 1763. Sería interesante detenerse a comentar el sistema defensivo español a lo largo de esa gran frontera basado en los fuertes militares llamados “presidios” y en los famosos “soldados de cuera” del siglo XVIII con los sucesivos “Reglamentos” pero no podemos hacerlo por limitación de tiempo y espacio. En 1763 cambió el mapa político de América del Norte como consecuencia del Tratado de París que puso fin a la guerra de los Siete Años en la que Inglaterra derrotó a 5 Francia y a sus aliados en Europa y significó para Francia la pérdida de sus posesiones de la Nouvelle France o Canadá y de la Louisiana oriental que pasaron a Inglaterra y de la Louisiana occidental que pasó a España, quedando por tanto como potencias únicas en América del Norte sólo España e Inglaterra. El rey Carlos III emprendió en ese momento una profunda reorganización de su presencia en América del Norte dirigida fundamentalmente por el “visitador” José de Galvez con diversas medidas en la organización de la Administración Pública y otras diversas, entre ellas la creación de las Misiones de Alta California. En el aspecto militar o defensivo el 7 de agosto de 1765, se pidió desde Madrid a don Cayetano María Pignatelli Rubí Corbera y Sant Climent, Marqués de Rubí y Mariscal de Campo del ejército español que hiciese un viaje de inspección por los presidios existentes en la frontera y redactase un informe detallado. Con este viaje se comprobó que la frontera desde el Golfo de California hasta el Golfo de México, alrededor de la latitud 30º norte tenía un desarrollo de más de 600 leguas, equivalentes a cerca de 3.000 kilómetros. Dentro de esa frontera quedaban todos los territorios de la Nueva España excepto los de Nuevo México y los de Texas que constituían una prolongación o avanzadilla hacia el norte y el Este con importante vida propia ambos. El viaje de Rubí en el que visitó casi todos los puestos militares, incluso los remotos de Nuevo México y Texas, duró veintitrés meses, entre marzo de 1766 y febrero de 1768, y recorrió en él casi 3.000 leguas, acompañándole el Ingeniero Nicolás de Lafora que dejó un diario con planos y anotaciones sobre todos los detalles observados8. Con el Reglamento de 1772 y la puesta en marcha de la organización de las Comandancia General de las Provincias Internas quedó configurada una nueva línea defensiva en la retaguardia de la frontera abandonando los presidios que se consideraron innecesarios.9 Un recorrido parecido al de Rubí lo haría en 1777 Teodoro de Croix, que fue el primer Comandante General de las Provincias Internas del Norte de Nueva España10, con Fray Agustín de Morfi como capellán y consejero que también dejó escrito otro interesante diario11. Las llamadas “Provincias Internas” constituían una unidad operativa autónoma respecto a Ciudad de México para dar mayor agilidad en la toma de decisiones que incluía fundamentalmente Alta California, Arizona, Nuevo México y Texas de los actuales Estados Unidos, y también en unas o en otras épocas los estados mexicanos septentrionales de Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.12 La expansión española continuó más allá de la línea defensiva establecida yendo hacia el Oeste en Alta California, hacia el Norte en Nuevo México y hacia el Este en Texas, con una nueva expansión importante en la cuenca alta del río Mississippi. Se debe señalar por último que a pesar del gran esfuerzo realizado para mantener los presidios y dotarlos de medios, estos no fueron nunca suficientes para atender a todos los problemas planteados por los indios hostiles y siempre fue necesaria la colaboración autodefensiva de los colonos civiles en los poblados aislados. No eran los gobernadores y los militares los únicos que estaban preocupados por la situación de la frontera, también lo estaba la Iglesia. Don Pedro Tamarón y Romeral, que fue obispo de Durango de 1758 a 1768, recorrió los poblados del norte de Nueva España, que visitó en cuatro largos viajes de más de mil seiscientas leguas, y escribió interesantísimos informes que enviaba al Consejo de Indias pidiendo más clérigos, que era su competencia, y también el refuerzo de tres o cuatro mil soldados.13 Los tratados de paz y las ferias de comercio con los indios. La directriz seguida por la presencia española en el Oeste fue la de conseguir vivir en paz con los indios hostiles pero para ello los militares españoles tuvieron que hacer la guerra muchas veces en campañas duras y difíciles. Un ejemplo ilustrativo de la política seguida es este aspecto fue la campaña en 1779 contra los comanches de Juan Bautista de Anza, al que nos referiremos más adelante, y a la que siguió el Tratado de Paz firmado en Santa Fe el 25 de febrero de 1786 y ratificado en Pecos el 28 del mismo mes, que se mantuvo después de España por México hasta que los Estados Unidos lo anularon en 1846. 6 Al mismo tiempo que se negociaba el Tratado de Paz con la nación comanche las autoridades españolas fomentaban la integración de los indios por medio del comercio. Fueron los indios los que dieron los primeros pasos para el comercio con los españoles. Amando Represa lo cuenta en base a manuscritos y documentos originales que se conservan en el Archivo General de Simancas.14 Al amanecer del 12 de julio de 1785 se presentaron a las puertas del pueblo de Taos en el norte de Nuevo México cuatrocientos indios comanches con ocho jefes, mostrando ostensiblemente que no venían en son de guerra porque incluían a mujeres y niños. Taos era uno de los pueblos más antiguos de la región, anterior a los españoles, y en él vivían en aquellos días unos mil habitantes, de ellos 403 españoles y el resto indios “pueblo” pacíficos y convertidos al cristianismo la mayor parte. Los visitantes comanches pidieron permiso para entrar en el poblado para intercambiar mercaderías y el Alcalde Mayor, sorprendido pero sin desconfianza, se lo concedió. Los indios comanche estuvieron varios días en Taos y el “cambalache y Feria” se celebró con el mayor orden y sosiego según las disposiciones del Justicia local, dejando “muchas pieles, cueros al pelo, carne y más de 60 caballerías” a cambio de otros efectos. Después de este agradable acontecimiento, los pobladores de Taos recibieron la visita de dos capitanes comanches con veinticinco guerreros de otros grupos o rancherías que preguntaron si la feria de comercio se iba a repetir porque ellos vivían lejos, a unas treinta y cinco leguas, y querían empezar a preparar pieles y ganado para el comercio. Se fijó una nueva feria para el mes de octubre pero antes ce celebró otra porque el 24 de septiembre se presentaron en Taos otros ciento diez comanches, con sus familias, que querían hacer comercio. El 29 de octubre se celebró la feria que se había previsto antes. A partir de estas tres ferias primeras de 1785, la celebración de ferias quedó institucionalizada y se siguieron desarrollando periódicamente en Taos bajo la vigilancia y ordenación de un funcionario local nombrado por la autoridad española que garantizaba las operaciones mercantiles y actuaba como los “Jefes de Mercado” de las ferias medievales en Castilla y León. Se señalará más adelante que la celebración de estas ferias contribuyó al ambiente de entendimiento y a la firma del tratado de paz con la nación Comanche en 1786. Un detalle que estableció este tratado de paz es que además de la feria de Taos se debía celebrar otra similar en Pecos. No se sabe bien si fue por el éxito de estas ferias en Taos o por otras razones, en agosto de 1786 el Virrey Bernardo de Gálvez, Conde de Gálvez, redactó unas “Instrucciones” dirigidas al Comandante General de las Provincias Internas, Don Jacobo Ugarte y Loyola, para el gobierno, administración y fomento de las ferias de comercio con los indios. Estas instrucciones, con más de 220 puntos, eran prolijas y detalladas, y en ellas se decía que “el interés del comercio enlaza y estrecha las voluntades de los hombres, y es lo que deseo se establezca con los Indios de esas Provincias, concediéndoles la paz en cualquier parte que la soliciten” (punto 47), ya que, otorgada ésta, “se les irá atrayendo más suavemente a las dulzuras de la vida cristiana y racional, por los interesantes medios de la trata y del comercio” (punto 195). Como remate se proponía la celebración de otras ferias con los apaches en el pueblo de El Paso, ya que “el cambalache de ganado puede proporcionarles abundantes crías en el sosiego de la paz, con lo cual cesará la primera causa de sus robos, o serán estos menos frecuentes” (punto 63). El Tratado de Paz con la nación comanche de 1786 no fue el único que firmó España con los indios en el Oeste norteamericano. Hay un interesante estudio de las relaciones con los indios del valle del Mississippi escrito en 1916 por el Catedrático de la Universidad de Zaragoza Manuel Serrano y Sanz con el título “España y los Indios Cherokis y Chactas en la segunda mitad del siglo XVIII”. Los españoles dedicaron mucho tiempo a conocer y a procurar entender a los indios del Mississippi y les trataron como leales y respetados aliados y firmaron con ellos tres Tratados de “paz y alianza” en fechas respectivas del 14 de julio de 1784, 10 de julio de 1793 y 28 de octubre de 1793, cuyos textos completos tomados del Archivo de Indias, con interesantísimas 7 descripciones de los esfuerzos para su negociación, figuran en el libro citado de Manuel Serrano y Sanz. Los indios estaban divididos en muchas tribus y se reunían en asambleas deliberativas que las podemos imaginar largas y calmosas, y difíciles en lo que se refiere a entender las diferentes lenguas que cada uno hablaba. Como ejemplo se puede citar que más de setenta participantes de lugares distintos figuraron reunidos en “convención” con el gobernador Estaban Miró en el Tratado de 1784.15 3. LOS CAMINANTES. Hasta aquí nos hemos dedicado brevemente al concepto de frontera. Hablamos ahora de los primeros caminantes en ella, y va a ser difícil hacerlo de forma que pretenda ser completa porque no se dispone de tiempo suficiente en una conferencia y si se tratase de un libro serían necesarios muchos volúmenes. 3.1 Los primeros “caminantes” del siglo XVI. Alonso Álvarez de Pineda en la costa del Golfo de México en 1519. El primer español al Oeste del Mississippi no fue un “caminante” sino un “navegante”, Alonso Álvarez de Pineda, que en 1519 a la edad de 26 años recorrió toda la costa del golfo de México desde Florida a Yucatán, remontó el Mississippi y tomó tierra en la costa de Texas donde ahora está la ciudad de Corpus Christi, e hizo el primer mapa del Caribe. La conclusión del reconocimiento costero de Álvarez de Pineda y de las expediciones marítimas que le siguieron fue que no había nada de interés en esta costa de Texas y que el valor estratégico estaba en la península de Florida desde la que se podía controlar el paso de barcos al interior del Seno Mexicano. Nuño de Guzmán en Nueva Galicia en 1529. La expansión de la frontera hacia el Norte en Nueva España empezó muy pronto con las exploraciones y conquistas de Nuño de Guzmán en 1529 orientada al Noroeste en el territorio que se denominó Nueva Galicia, que si hubiese continuado en la misma dirección en la que iban, habría sido el primero en llegar a la Alta California por tierra. Francisco de Ibarra en 1554 ampliaría estas exploraciones y conquistas en las tierras contiguas del Norte de México, bautizadas como Nueva Vizcaya. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, 1528-1536. En 1536, siendo Antonio de Mendoza el primer Virrey de la Nueva España, llegó a la frontera de Nueva Galicia Alvar Núñez Cabeza de Vaca, superviviente de la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida, después de atravesar la mitad de los Estados Unidos y de superar todas las dificultades imaginables en una aventura de ocho años. Cabeza de Vaca contó en Ciudad de México su vida con los indios y dio noticias de los fabulosos reinos de la Gran Quivira y las Siete Ciudades de Cíbola en el norte que decía haber conocido y con sus relatos la Nueva España vivió en aquellos momentos una fantástica ilusión, como antes la había vivido con la isla maravillosa de la Reina Calafia y en otros lugares se pensaba en El Dorado o en la fuente de la eterna juventud. Fray Marcos de Niza, 1539. 8 El Virrey Mendoza quiso comprobar lo que decía Cabeza de Vaca y para ello actuó con diligencia enviando en 1539 una expedición mandada por el fraile saboyano Marcos de Niza que recorrió en sentido inverso la parte más próxima del camino que había seguido Cabeza de Vaca. El informe de Fray Marcos de Niza confirmaba lo que había contado Cabeza de Vaca y lo que de vez en cuando decían los indígenas que habitaban en la frontera norte de la Nueva España acerca de la existencia del reino grandioso en el que estaban las siete ciudades de la leyenda, llenas de riquezas y pobladas por indios amables que podrían fácilmente ser convertidos al cristianismo y sometidos al Rey de España. Mendoza se entusiasmó con el informe de Marcos de Niza, no lo puso en duda, y decidió organizar una gran expedición, al mismo tiempo conquistadora y colonizadora, que fuese tan importante como la que con Hernando de Soto se había enviado a la Florida y los territorios centrales del Mississippi apenas unos meses antes. En estos años se hacía también la expedición por el océano Pacífico hacia el norte, para buscar el estrecho de Anián a lo largo de la costa de California, que empezaría Cabrillo y terminaría Ferrelo, y otra expedición, la de López de Villalobos, para cruzar el Mar del Sur hacia las Molucas. Los españoles llevaban instalados en Ciudad de México muy pocos años y es sorprendente el nivel de actividad que ya desarrollaban. Francisco Vázquez de Coronado, 1540-1542. El encargado de llevar a cabo la gran expedición del Virrey Mendoza en el Oeste fue Francisco Vázquez de Coronado. Complementaria y al mismo tiempo fue la expedición por mar de Hernando de Alarcón que llegó a pisar territorio de la actual California, como lo recuerda una señal colocada por las autoridades de este Estado en el lugar donde lo hizo.16 Los preparativos de una gran expedición como ésta de Vázquez de Coronado eran complejos y requerían atender a muchos detalles en el reclutamiento del personal y en la dotación de armamento, caballos, medios de subsistencia e indígenas auxiliares. Todo estuvo bien organizado. Respecto al personal fue fácil encontrar el número suficiente de voluntarios aunque en general los que tenían más experiencia preferían en aquel momento marchar al Perú de donde las noticias que llegaban decían que las riquezas eran ciertas y abundantes para todos. Hay que explicar que según el sistema establecido por los gobernantes españoles cada participante debía aportar sus medios materiales, en dinero o en montura y armamento propio, con lo cual se convertía en socio y partícipe de los resultados de la expedición. Los que se aventuraban podían perder la vida o los bienes que habían puesto pero si la expedición tenía éxito podían conseguir una gran fortuna. Era una forma inteligente de motivación y de conseguir financiación privada, y la única posible, en un momento en que toda la hacienda de la Corona habría sido insuficiente para sufragar los gastos de tantos emprendimientos como hacían los españoles en todas las partes del mundo. Los historiadores han estimado que la inversión necesaria para poner en marcha la expedición de Vázquez de Coronado, actualizada a nuestra moneda actual debió ser superior a los siete millones de euros. El Virrey Mendoza puso 60.000 ducados y Vázquez de Coronado 50.000 que provenían del patrimonio de su esposa, y el resto se repartió entre participantes o patrocinadores del la Nueva España sin que la Corona tuviese que hacer ninguna aportación económica.17 El Virrey Mendoza acudió en persona a Compostela en la costa oeste de Nueva España para presidir la ceremonia de salida de la expedición y la acompañó en su primera etapa de Compostela a Tepic. Eran más de 330 soldados montados en caballos o a pie, algunos de los cuales llevaban a sus esposas e hijos, y varios centenares de indios leales como sirvientes o pastores, y más de mil caballos y mulas para el transporte de pertrechos y provisiones además de varios miles de cabezas de ganado, ovejas, cabras y vacas, para el alimento durante el viaje y el establecimiento previsto. Como era costumbre, iban varios frailes, entre ellos Fray Marcos de Niza cuyo informe había sido determinante para decidir la expedición y que se suponía era el 9 que mejor conocía el camino a seguir, y Fray Juan de Padilla que más tarde moriría mártir en la expedición. El día 22 de febrero de 1540, después de participar en la Misa, escuchar el discurso del Virrey Mendoza y prestar los juramentos pertinentes la expedición se puso en marcha hacia el norte. Al frente de ella iba el joven Francisco Vázquez de Coronado, que con sólo 29 años ya había mostrado sus excepcionales condiciones de líder, luciendo una espléndida armadura dorada y penacho de plumas. Para algunos historiadores la expedición de Vázquez de Coronado fue un fracaso porque no encontró el oro que buscaba y regresó sin haber fundado ciudades que permaneciesen después de él. Para otros de gran prestigio como el profesor de la Universidad de San Francisco Dr. Miguel Mathes, fue “la exploración terrestre más grande del mundo que abrió la puerta al conocimiento de un nuevo continente”. Desde su salida de Compostela en la Nueva Galicia el 22 de febrero de 1540 hasta su regreso a Ciudad de México en junio de 1542, Vazquez de Coronado recorrió con sus soldados y acompañantes más de 5.000 kilómetros,18 en territorios que ningún europeo había pisado antes que él, en lo que ahora son los estados de Arizona, Nuevo México, Texas, Oklahoma y Kansas, además de México. Francisco de Ybarra en Nueva Vizcaya en 1554. En 1546 Juan de Tolosa estaba recorriendo la parte oriental de Nueva Galicia con un pequeño grupo de acompañantes y entró en territorio indio y descubrió minas de plata en Zacatecas. Este acontecimiento revolucionó el norte de Nueva España. Inmediatamente Diego de Ybarra que era sobrino de Miguel de Ybarra, uno de los acompañantes de Nuño de Guzmán en Nueva Galicia, preparó un considerable ejército a su costa y lo puso al mando de su sobrino Francisco que a la sazón tenía tan sólo dieciséis años. Esta juventud no fue obstáculo para que Francisco de Ybarra tuviese un completo éxito y fundase en el nuevo territorio la provincia o reino de Nueva Vizcaya cuya primera capital fue Durango. Con esta expedición de Francisco de Ybarra continuó y se consolidó la saga de conquistadores vascos en el norte de Nueva España empezada con los Ybarra que se han mencionado, con los Oñate y otros vascos como Juan de Tolosa, Juan de Samaniego, Domingo de Arteaga, Jerónimo de Arceneaga, Martín de Rentería, Jerónimo de Orozco, etc. La consolidación de la actividad en Nueva Galicia dio origen a la apertura del primer tramo del Camino Real de Tierra Adentro que comunicaba los nuevos poblados mineros del norte con Ciudad de México y a partir de este momento la expansión hacia el norte sería desde esta Nueva Vizcaya en la parte norte central de Nueva España. (Con la plata de Nueva Vizcaya se acuñarían más tarde en Ciudad de México las monedas españolas que en una de las caras tenían las dos columnas de Hércules y una banda alrededor en la que se leía el lema “plus ultra” que serían las de mayor circulación en la nueva nación de los Estados Unidos al principio de su independencia cuando no tenían moneda propia y durante un tiempo fueron la moneda oficial de los Estados Unidos y las columnas españolas de Hércules con la banda mencionada quedaron como símbolo del dólar.) 3.2 La segunda etapa que empezó a finales del siglo XVI. Las Ordenanzas “ovandinas” de 1573. En 1573 se produjo la promulgación de las Ordenanzas 1573, llamadas “ovandinas” en homenaje a la extraordinaria labor que realizó su inspirador Juan de Ovando al frente del Real y Supremo Consejo de Indias, que pretendían mejorar las Leyes de Indias de 1542-1543. Las disposiciones de estas ordenanzas “ovandinas” obligaban a proteger y tratar mejor a los indios, eliminando expresamente el vocablo “conquista”, como concesión a las peticiones de Fray Bartolomé de las Casas, y así se decía en su capítulo 29:19 10 “Los descubrimientos no se den con título y nombre de conquistas, pues haviéndose de hacer con tanta paz y caridad como deseamos, no queremos que el nombre dé ocasión ni color para que se pueda hazer fuerça ni agravio a los indios…” En lugar de la palabra “conquista”, Ovando arbitra el uso del término que mejor podría cuadrar a la nueva política iniciada a partir de la Junta de 1550: “pacificación”; pues misión de paz y no acción de guerra era la encargada ahora a los españoles descubridores. Al mismo tiempo se restringía la discrecionalidad del comportamiento de los “conquistadores”, que ya no serían llamados así, y cuya figura se sustituía por la de personas que serían seleccionadas si se probaban sus virtudes cristianas reconocidas y su espíritu de paz y amor hacia los indios, además de su capacidad de gobierno, conduciendo estos criterios al establecimiento de verdaderos contratos previos a las exploraciones que eran menos discrecionales que las anteriores “capitulaciones”. El “redescubrimiento” de Nuevo México 1580-1594. Tuvieron que pasar casi cuarenta años para que continuase la exploración del norte de Nueva España y fue a partir de 1580 en una etapa diferente caracterizada por ser los protagonistas emprendedores personales atrevidos y temerarios a su riesgo y ventura, traspasando en algunas ocasiones los límites de las leyes, y que partieron desde la zona de los poblados mineros de Nueva Vizcaya en la parte norte central de México, en vez de hacerlo desde las ciudades en el Golfo de California, o Mar de Cortés, al oeste de la Sierra Madre Occidental, como lo había hecho antes Vázquez de Coronado. Fueron expediciones de exploración que no tenían todas en sí mismas un objetivo primordial de colonización, a veces eran sólo de búsqueda rápida de riquezas. Lógicamente, estas expediciones, por ser de particulares, fueron muchísimo más reducidas en sus medios que la de Vázquez de Coronado y son menos conocidas por el público en general, aunque tuvieron el gran valor de “redescubrimiento” del Nuevo México y con ello servir como preparación para la gran expedición definitiva de colonización de Juan de Oñate, que partió en 1598 desde Nueva Vizcaya, y que sin las expediciones previas mencionadas, probablemente no habría pensado en hacer la suya. Respecto a estas expediciones de particulares podemos preguntarnos: ¿Qué impulsó a Fray Agustín Rodríguez a pedir autorización a su Superior en 1580 para ir a un territorio nuevo, y a dos frailes a ir con él, con el peligro de indios desconocidos que podían ser hostiles, y efectivamente lo fueron, porque a sus manos murieron todos cuando decidieron quedarse con ellos?, ¿Qué movió a ocho soldados y a su jefe Francisco Sánchez Chamuscado en Santa Bárbara de México en 1581 a creer en los rumores de la existencia de gente diferente en una tierra mejor, en algún sitio lejos al norte, y a acompañar a Fray Agustín Rodríguez en su búsqueda?, ¿Por qué decidió Antonio de Espejo gastar toda la fortuna que había acumulado en sus actividades exitosas para llevar a cabo una expedición al año siguiente de la expedición de Rodríguez y Chamuscado por el mismo camino y a los mismos sitios?, y cuando el pequeño grupo de catorce personas que iban con Espejo volvió después de haber recorrido casi todo el suroeste americano, desde Arizona a Texas, contando cosas que nadie sensato creería, ¿qué llevó a Gaspar Castaño de Sosa a desmontar su floreciente colonia de 170 personas en la provincia de Nuevo León para conducirlas a todas al país de los indios Pueblo, y a llevarlo a cabo, no sólo sin la autorización pertinente, sino en contra de la orden expresa del Virrey de no hacerlo, entregada en persona por el Capitán Juan Morlete ?, ¿o cómo fue posible que los capitanes Francisco Leyva de Bonilla y Antonio Gutiérrez de Humaña hiciesen lo mismo que Gaspar de Sosa a pesar del mal resultado que éste había tenido?. La respuesta no puede ser tan simple como decir que lo único que les movía era hacerse ricos, porque ya se sabía que en estas nuevas tierras la existencia de riquezas de oro y plata era dudosa, aunque era verdad que la agricultura y los campos en esos países lejanos eran más fértiles que en los áridos parajes de los poblados en el Norte de la Nueva España dedicados a la explotación de las minas que, por otra 11 parte, estaban en un período de crisis. Aunque no fueron fáciles ni tuvieron el éxito que buscaban sus protagonistas, las expediciones de “redescubrimiento” indicadas en este párrafo tuvieron el efecto en los inquietos pobladores de Nueva España de aumentar la curiosidad por conocer mejor los territorios del Norte y por ello aumentó el número de emprendedores y aventureros deseosos de lanzarse a continuar la exploración para encontrar sus supuestas riquezas. Juan de Oñate en Nuevo México, 1598. El Virrey Luis de Velasco, por expresa indicación del Rey Felipe II en su Real Cédula de 19 de abril de 158320, buscaba a la persona adecuada para llevar a cabo la expedición definitiva al Nuevo México y tuvo en su mesa numerosas candidaturas. La primera fue la de Cristóbal Martín, persona distinguida de Ciudad de México, que se comprometía a explorar mil leguas más allá de Nuevo México y a establecer poblaciones en las costas de los mares del Norte y del Sur (océanos Atlántico y Pacífico). Es interesante en esta propuesta ver cómo se creía que caminando hacia el norte se llegaría hasta el paso del Norte o estrecho de Anián, que debía comunicar los dos océanos, y cuya posible existencia motivó los viajes reales o figurados de los tres navegantes “apócrifos”, Lorenzo Ferrer Maldonado en 1588, Juan de Fuca en 1592 y Pedro Bartolomé de Fonte en 1640 y más tarde la extraordinaria expedición científica de Alejandro Malaspina en 1789-1794. También presentaron sus candidaturas Antonio de Espejo y Hernán Gallegos que alegaban como mérito haber recorrido parte del territorio señalado en las expediciones de redescubrimiento que han sido comentadas antes, y Francisco Díaz de Vargas, de la ciudad de Puebla, y Francisco de Urdiñola, de Nueva Vizcaya, y de forma destacada el capitán Juan Bautista de Lomas y Colmenares reputado como el más rico de Nueva Vizcaya, pero ninguno de estos se consideró que cumplía todos los requisitos.21 El seleccionado fue Juan de Oñate, que entonces tenía cuarenta y cinco años y contaba con buenas referencias y méritos en su currículo de gobernador y en las luchas contra los indios además de una buena fortuna personal proveniente de las explotaciones mineras en la región de Zacatecas y de los ranchos ganaderos fundados por su padre el gran patriarca Cristóbal de Oñate. Juan de Oñate formuló una ambiciosa propuesta en la que era notorio que aparte de las riquezas lo que buscaba principalmente eran fama y honores y la autoridad sobre los nuevos territorios para los que soñaba en constituir un nuevo Virreinato independiente, tan brillante como el que tenía por capital a Ciudad de México. La propuesta de Juan de Oñate fue minuciosamente discutida por el Virrey Velasco y finalmente aprobada, sujeta a confirmación del Rey, con numerosos comentarios o modificaciones añadidas en columnas al margen en el mismo papel en que Oñate había escrito su propuesta original, y este documento de treinta y un artículos22 en once páginas, con apretada letra de caracteres floridos, firmado en Ciudad de México en presencia del notario real el 21 de septiembre de 1595, se conserva en el Archivo General de Indias de Sevilla.23 Oñate se comprometió a reclutar los expedicionarios, que debían ser como mínimo doscientos hombres preparados para actuar tanto como soldados, si necesario, como de colonos civiles, y de soportar todos sus gastos y los de las familias que los casados llevarían con ellos, incluyendo el sustento, la ropa, los caballos y los medios de transporte en mulas y en carretas, el ganado, herraduras, sillas de montar, las semillas y aperos para agricultura, herramientas de minería, que aunque fuesen pesadas y molestas de llevar eran importantes porque se pensaba encontrar ricas minas de plata, regalos para los indios y todo tipo de provisiones. Se preferían los expedicionarios con esposa e hijos jóvenes porque se pensaba que harían vida familiar y serían más estables en las nuevas poblaciones. Por su parte el Rey concedía a Oñate y a sus expedicionarios títulos y honores como compensación por sus esfuerzos, de los cuales el más importante era el de “Adelantado” para Oñate, que incluía los poderes de Capitán General de la 12 milicia y de Gobernador de los nuevos territorios con autoridad para impartir justicia, tanto civil como penal, y a todos los expedicionarios después de cinco años de permanencia en la misión se les otorgaría el título de “hidalgos”, que era el principio de la nobleza,. Este título daba a sus poseedores el codiciado derecho a anteponer a su nombre el distintivo “Don”, que resumía las iníciales “De Origen Noble”. Se ve que el Rey otorgaba algo que sólo él podía conceder y no le costaba dinero pero sus súbditos apreciaban mucho. También se establecía una cosa que para Oñate era muy importante, consistente en que toda su actividad pasaba a depender directamente del Rey y del Consejo de Indias en Sevilla, que por ser autoridades lejanas difícilmente podrían ejercer un control efectivo, y en la práctica, Oñate se libraba de la envidia y las interferencias de los funcionarios y la molesta burocracia de la administración en Ciudad de México. Oñate se veía a sí mismo emulando a Cortés y construyendo su imperio en el Nuevo México como un nuevo virreinato o reino que perduraría durante siglos y con él como fundador de una dinastía de gobernantes en la que su nombre y su familia pasarían a la Historia, y por eso pidió, y consiguió, que los títulos concedidos fuesen a perpetuidad para él y para sus descendientes. Los poderes de Oñate eran casi ilimitados y incluían la facultad de aprovecharse del trabajo de los indígenas y cobrar impuestos, dividir el territorio en provincias y nombrar los cargos para su administración, y de construir fuertes y ciudades, así como la explotación de las riquezas encontradas. A cambio la Corona, sin exponer nada, recibiría la parte en las riquezas y los impuestos que marcasen las leyes. Por el ejercicio de las funciones de gobernador el Rey concedía a Oñate un salario de 6.000 ducados anuales y las armas principales y el préstamo de tres piezas de artillería con tres mil libras de pólvora y diez mil balas de arcabuces24. El Rey se comprometía también, como Monarquía cristiana, a enviar a los nuevos territorios a cinco sacerdotes misioneros y un hermano lego para ocuparse de la conversión de los indios y el cuidado espiritual de los expedicionarios. Después de varias vergonzosas dilaciones por causas administrativas, la expedición de Oñate se puso en marcha en 1598. La caravana en aquel momento la componían 400 hombres, 150 de ellos con familias, incluyendo sirvientes, y llevaban 83 carretas, con grandes ruedas de madera, tiradas por mulos o bueyes, para los pertrechos diversos, con un rebaño de 7.000 cabezas de ganado25. Toda la caravana en movimiento tenía una longitud de más de cuatro kilómetros y avanzaba lentamente, recorriendo ocho o doce kilómetros cada día. En la vanguardia destacaba el estandarte de Oñate con la Virgen en brillantes colores y intercalados entre los diferentes grupos lucían banderolas vistosas. Muchos de los soldados llevaban piezas metálicas de armaduras que brillaban al sol y se veían las tres pequeñas piezas de artillería que había facilitado el Virrey. Los pertrechos iban en las carretas y los hombres con las mujeres y los niños iban a caballo o a pie, mezclados con el ganado en un ajetreo ruidoso. Una nube de polvo envolvía el movimiento. En los laterales y por delante iban soldados de descubierta y protección a caballo. La epopeya de Oñate fue narrada en verso por uno de sus capitanes, Gaspar Pérez de Villagrá, con el título “Historia de Nuevo México”. Maravilla conocer que aquellos soldados manejaban la pluma igual que la espada, haciendo suyo el lema de Cervantes en su discurso de las Letras y las Armas. De todos los momentos épicos de la hazaña de Oñate el más recordado es sin duda la batalla de Acoma y el castigo que infligió a los indios supervivientes prisioneros. Al Autor de esta conferencia le gustaría señalar también el momento de su paso por la roca de El Morro, donde dejó su firma que hoy puede verse junto con las de otros muchos caminantes españoles que más tarde por allí también pasaron. Como colofón de la referencia a Juan de Oñate puede mencionarse la polémica que su figura ha despertado a veces en la población india de Nuevo México descendiente de los primeros pobladores. Por razones políticas las autoridades de este Estado prefirieron al indio Popé, cabecilla de la rebelión de 1680, para que les representase en el “National Statuary Hall” del Capitolio de Washington. A pesar de la polémica, en el territorio del río Grande que es el actual 13 Muevo México y Texas, hay grandes estatuas que recuerdan a Juan de Oñate en Albuquerque, Santa Fe, Alcalde y El Paso, erigidas en la mayoría de los casos por suscripción popular. La firma de Juan de Oñate en la roca de El Morro. Uno de los lugares que más emoción puede despertar a un español que desee sentir la Historia de sus antepasados en el Oeste norteamericano es la roca del Morro donde firmó Juan de Oñate en 1605, que está situada a unas ciento veinticinco millas al oeste de Albuquerque entre Acoma y Zuñi y catalogada actualmente como Monumento Histórico Nacional por los Estados Unidos. Esta roca es un imponente macizo que se levanta aislado con paredes verticales de más de sesenta metros que se divisan desde lejos en la planicie suavemente ondulada del oeste de Nuevo México y en el que hay un manantial que llena una profunda oquedad formando una piscina natural con agua transparente todo el año por lo que era punto obligado de parada de todos los exploradores y viajeros para descansar y reponer fuerzas en la época española y también en la época posterior de los aventureros y militares angloamericanos. En los alrededores de esta roca vivían indios que la consideraron como lugar sagrado y grabaron en ella dibujos religiosos. El primer español que pasó por este lugar fue Antonio de Espejo el 11 de marzo de 15832 y quizás lo hizo antes Francisco Vázquez de Coronado en su expedición de 1540-1542. En 1605 pasó por esta roca Juan de Oñate de regreso de su expedición al Mar del Sur en la que llegó hasta la costa del golfo de California. La inscripción que dejó Juan de Oñate es sencilla y perfectamente legible como si su autor estuviese presente ahora: “Pasó por aquí el Adelantado Don Juan de Oñate a el descubrimiento de la mar del Sur a 16 de abril de 1605”. Después de Juan de Oñate dejaron su dedicatoria y firmaron también muchos españoles, entre ellos el gobernador Juan de Eulate en 1620, el soldado Luján en 1632, el capitán Diego de Vargas en 1692 después de la reconquista de Zuñi, Ramón García Jurado en 1709 y muchos más. En esta roca del Morro hay unos dos mil petroglifos indios y varios centenares de inscripciones españolas y estadounidenses. El “Memorial” de fray Alonso de Benavides en 1630. En Nuevo México Juan de Oñate encontró a los indios “pueblo” que ya había conocido Francisco Vázquez de Coronado. Podemos saber cómo eran estos pobladores indios de Nuevo México en los primeros años después del establecimiento de los españoles gracias a los dos “Memoriales” que escribió el Custodio franciscano encargado de las Misiones, Fray Alonso de Benavides, el primero en 1630 dirigido al Rey Felipe IV y el segundo en 1634, dirigido al Papa Urbano VIII, escritos ambos con el propósito de destacar la importancia de la población india en la provincia y para animar a las autoridades tanto civiles como religiosas a que apoyasen la labor iniciada, especialmente de los misioneros, y diesen más medios para su continuación. Benavides recorrió el territorio que se le había asignado visitando todos los pueblos indios que contaban con Misiones ya establecidas y los pueblos importantes en los que todavía no había presencia de misioneros. En sus viajes se ocupaba él mismo de predicar el evangelio y de dar el bautismo. En este momento, según sus escritos, había en Nuevo México 25 Misiones en funcionamiento que cuidaban 50 frailes franciscanos y 6.000 indios bautizados de una población total de 34.630 indios.26 La opinión de Benavides era que había un prometedor futuro para la conversión de nuevos cristianos, y en general para los intereses españoles, y esta es la impresión que transmitió al Virrey, que le pidió que fuese a España para que formulase él mismo en persona esa impresión al Rey, y consiguiese más apoyos, y al mismo tiempo investigase la relación que podría existir entre la famosa Sor María de Jesús en el pueblo soriano de Ágreda con la misteriosa dama, toda vestida de azul, que ciertas tribus de indios decían que les había visitado y predicado el evangelio antes de que lo hiciese ningún misionero. 2 SLATER, p. 4. y MURPHY, p. 5. 14 En lo que respecta al desarrollo del territorio, Fray Alonso de Benavides tenía mucho interés por los caminos y formuló la propuesta de abrir una nueva vía de comunicación desde el corazón del Nuevo México hasta el mar más cercano que era el Golfo de México en la costa de la actual Texas, precisamente en la bahía del Espíritu Santo donde desembarcaría el francés René Robot Cavalier de La Salle en 1685 para dar comienzo a la presencia francesa en la Louisiana. Con este camino de Benavides la comunicación sería mucho más corta y menos peligrosa que por el largo Camino Real de Tierra Adentro a Ciudad de México. La revuelta de los indios “pueblo” en 1680 y la reconquista por Diego de Vargas en 1692 En 1680 se produjo en Nuevo México la tremenda revuelta de los indios Pueblo encabezada por el indio Popé que expulsó a los españoles que tuvieron que refugiarse al sur en El Paso. La “reconquista” militar la llevó a cabo exitosamente en 1692 Diego de Vargas, que en 1693 partió nuevamente de El Paso con una expedición que se esperaba fuese simplemente de colonización sin tener que emplear las armas. Con Diego de Vargas iban en esta segunda expedición un buen número de colonos con sus familias venidos de Nueva España y de España que llevaban dieciocho carretas, mil mulas de carga, dos mil caballos y novecientas cabezas de ganado y acompañaban cien soldados de escolta. Representando a la Iglesia iban diecisiete franciscanos. También iban en el grupo dos jóvenes franceses supervivientes de la fracasada expedición de La Salle al Mississippi que habían cruzado Texas y se habían refugiado con los españoles. El viaje fue más duro de lo que esperaban y se estima que treinta mujeres y niños murieron en el camino por las privaciones. Para colmo, cuando llegaron ante Santa Fe se encontraron con que los indios tano que la ocupaban habían levantado fortificaciones y no aceptaban dejar sus casas para que se alojasen los recién llegados. Diego de Vargas decidió acampar a las afueras de Santa Fe y pasar allí las Navidades, esperando convencer a los indios por el diálogo para que le dejasen entrar en la ciudad. El rigor del invierno aquel año fue excepcional y veintidós mujeres y niños murieron en el campamento donde esperaban la solución al mismo tiempo que se les acababan las provisiones. Estas fueron las segundas Navidades tristes de los españoles en Nuevo México. Las primeras fueron en 1598 cuando Juan de Oñate recibió el 21 de diciembre en San Juan de los Caballeros la noticia de la traición de los indios de Acoma y la muerte de su sobrino Juan de Zaldívar. Finalmente Diego de Vargas tuvo que pelear y vencer a los indios tano y a los tewa que acudieron a ayudarles. La labor del “padre a caballo” Eusebio Kino en la Pimería, 1687-1711. En los mismos años que se colonizaba Nuevo México los españoles hacían una labor parecida en el territorio difícil de la Pimería, que incluía las tierras del noroeste del México y el sur de Arizona actuales. El artífice principal de esa labor en la Pimería fue el jesuita Eusebio Francisco Kino, que en los 24 años entre 1687 y 1711 en que estuvo asignado a su Misión central de Nuestra Señora de Dolores hizo más de cincuenta viajes y recorrió más de 33.000 kilómetros a caballo abarcando un territorio de más de 130.000 kilómetros cuadrados. Varios de sus viajes fueron atravesando el “Camino del Diablo”, desde Sonóita al rió Gila, llamado así por la falta total de agua, y en el que muchos que no tenían la energía y la determinación de Kino habían muerto antes que él. Algunos de los viajes de Kino fueron de más de 1.600 kilómetros.27 El viaje que hizo de la Misión de Nuestra Señora de Dolores a Ciudad de México, cuando tenía cincuenta años, que en aquella época era una edad respetable, fue de 2.500 kilómetros y lo recorrió a una media de cincuenta kilómetros diarios, sin contar las paradas en Guadalajara y otras ciudades importantes, entre el 16 de noviembre de 1695 y el 8 de enero del año siguiente, y como éste hizo muchos viajes más.28 15 Kino fue sacerdote jesuita y además matemático y astrónomo, y otras muchas cosas, como por ejemplo arqueólogo por su estudio de las ruinas de la “Casa Grande”, actualmente Parque Histórico del Estado de Arizona. En su destino en la Pimería dedicó todo su esfuerzo a predicar el Evangelio y a hacer cristianos a los indígenas, de los que bautizó a más de cuatro mil, y para ello fundó 20 Misiones y pueblos en los dos lados de Sonora en México y Arizona en los Estados Unidos, en los ríos Magdalena, Altar, Sonoita y Santa Cruz, con escuelas y hospitales, enseño carpintería y herrería y agricultura a los indios y entre otros progresos les introdujo en el cultivo del trigo y de los frutales que llevó de México, organizó explotaciones ganaderas enormes29 con las que socorrió a otras Misiones, como por ejemplo con el envío que hizo de 300 cabezas de ganado al Padre Salvatierra que no conseguía hacer lo mismo en Baja California, y el de otras 1.400 cabezas a la Misión no lejana de San Javier que envió desde su Misión de Dolores, o el envío de otras 1.500 cabezas de ganado por las que el Padre Saeta le dio las gracias en una carta,30 y todavía le quedó tiempo para escribir y enviar Informes detallados a sus superiores que se conservan en los Archivos de Indias, y llevar un diario de sus actividades con el título “Favores Celestiales de Jesús y María Santísima”, de 431 páginas manuscritas y un índice de catorce páginas,31 en el que incluye detalladas observaciones geográficas de sus exploraciones, y a hacer un mapa completo de todo el territorio de la Pimería, incluyendo su continuación unida a Baja California, con lo que demostraba que ésta era una península y no una isla, y escribir más detalles de sus exploraciones en su obra manuscrita “Historia de Sonora”, mencionada por Venegas.32 En muchos de sus viajes estuvo acompañado por el capitán Juan Mateo Mange que escribió un diario de las exploraciones con el título “Luz de la Tierra Incógnita en la América Septentrional”. Kino fue persona de cualidades humanas extraordinarias, por su simpatía y don de gentes, y aprendió y hablaba varios idiomas indios. Todo ello con una vida austera y condiciones físicas de atleta que le permitían hacer sin cansancio las largas cabalgadas que se han mencionado al principio. El Padre Kino murió el 15 de marzo de 1711 en la Misión de Santa María Magdalena, en la ciudad que actualmente se llama Magdalena de Kino en el Estado de Sonora en México, a unos setenta kilómetros al sur de la frontera con los Estados Unidos, a donde había acudido para celebrar la Misa inaugural de la nueva Iglesia de la Misión. Kino tenía entonces 66 años que en aquella época era una edad de vejez pero ello no le impedía seguir haciendo largos viajes a caballo. Su lecho de muerte no tuvo colchón. Fue simplemente una piel de res extendida en el suelo y estaba tapado tan solo con la manta india que solía llevar en sus viajes, igual que había dormido siempre.33 La memoria de Kino se respeta tanto en México como en los Estados Unidos. En México hay varios lugares que llevan el nombre de Kino. Además de la ciudad citada de Magdalena de Kino, está la bahía de Kino en el Golfo de California, y una de las calles principales de la ciudad de Hermosillo se llama bulevar Kino. En la ciudad de Tucson, en Arizona, en la ”Arizona Pioneer´s Historical Society” hay una exposición con numerosos recuerdos del Padre Kino y de España y en el jardín posterior del Ayuntamiento de esta ciudad hay un relieve en bronce dedicado en los años de 1930 en memoria del Padre Kino.34 También en Tucson, en 1989 se colocó una gran estatua en bronce de Kino a caballo. En Estados Unidos, el Padre Kino está en el lugar de máximo recuerdo de esta nación, que es el “National Statuary Hall” en el edificio del Capitolio del Congreso en Washington. En este lugar de recordatorio de las personas que más han contribuido a la formación de la Historia de los Estados Unidos de América, cada Estado tenía derecho a proponer a dos representantes y uno de los que escogió el Estado de Arizona por unanimidad en 1965 para que le representase, fue el Padre Eusebio Francisco Kino, igual que el Estado de California escogió a Fray Junípero Serra. España puede estar orgullosa de esta representación de sus misioneros en el corazón del patriotismo estadounidense. La elección honra a las personas que la hicieron, teniendo en cuenta, que ninguna de estas dos personas elegidas conocieron a la nación que después iban a representar, porque ambas fueron anteriores 16 a su independencia. El paralelismo de estas dos vidas, la de Kino en Arizona y Sonora al norte de México y la de Serra en Alta California, es muy grande. Ambos sacerdotes católicos han recorrido o están en el mismo camino del cielo. La Iglesia Católica, con el Papa Juan Pablo II, elevó a los altares a Fray Junípero Serra el 25 de septiembre de 1988, y el proceso de beatificación del Padre Eusebio Francisco Kino está muy avanzado.35 3.3 Los caminantes de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. Juan Bautista de Anza, (1735-1778). En 1769 empieza la colonización de Alta California con la “Santa Expedición” de Gaspar de Portolá y Fray Junípero Serra que tenía como objetivo asimilar este territorio y parar con ello la aproximación rusa. Muy pronto se vio que la viabilidad de los nuevos asentamientos de población alrededor de las Misiones en sus primeros años de vida sería más fácil si se contaba con una comunicación por tierra desde las posiciones del norte de la frontera de Nueva España. La persona escogida para explorar esta comunicación fue Juan Bautista de Anza que era un ejemplo perfecto de militar profesional y Capitán de frontera español en América del Norte en el siglo XVIII. Nació Juan Bautista de Anza en 1735, en el poblado de Fronteras, cerca de Arizpe en Sonora, en el noroeste de Nueva España, donde su padre, que se llamaba igual y era de origen vasco, de la villa guipuzcoana de Hernáni, era entonces capitán del presidio. Juan Bautista de Anza hijo se educó en la milicia y después de desarrollar una intensa vida militar llevando la guerra contra las rebeliones continuas de los indios en la Pimería, y de colaborar en la organización civil y hacer sus famosas dos expediciones a la Alta California, en una de las cuales llegó hasta San Francisco, y posteriormente ser Gobernador de Nuevo México durante diez años y dirigir allí personalmente una gran campaña contra los apaches y comanches para pacificar esta región, y al mismo tiempo explorar nuevos caminos entre Santa Fe y Sonora, murió el 19 de diciembre de 1788 en su tierra natal de Arizpe, donde había empezado su carrera, en un viaje que hizo desde Tubac cuando se preparaba para el retiro. Los restos de Juan Bautista de Anza reposan en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Arizpe, junto al altar, en un sarcófago de mármol rodeado de una barandilla de madera y con dos placas de bronce en las que figuran inscripciones que resumen su vida y dan fe del aprecio que dejó en la Historia. La primera de ellas es un resumen de su vida:36 “Sepulcro del capitán Juan Bautista de Anza. Nació en Fronteras, 1735. Falleció en Arizpe, 1788. Lo mismo que su padre y su abuelo en tiempos pasados, el capitán de Anza dedicó su vida a la pacificación y al desarrollo de los territorios fronterizos del noroeste. En 1774 este capitán hizo su inolvidable jornada hacia el oeste de Sonora, a través del hasta entonces intransitable desierto, y de este modo llegó a ser el primero que arribó por tierra a la costa pacífica de Alta California. Dos años más tarde, en 1776, el capitán de Anza condujo a un grupo de 240 hombres, mujeres y niños atravesando los desiertos, las sierras y los territorios de indios hostiles para fundar una colonia cerca de la bahía de San Francisco. Llegado a la costa el capitán De Anza escogió los sitios para un presidio y una misión. Su grupo de colonizadores se estableció permanentemente en las márgenes de la bahía. De aquella población pequeña ha crecido la gran ciudad de San Francisco de California. En los años siguientes el capitán De Anza consiguió muchos otros beneficios para los territorios de la frontera, siendo por algún tiempo gobernador de las provincias del noroeste. Fue justamente descrito por los historiadores como “un hombre de distinciones heroicas, duro como el roble y callado como el desierto que le dio nacimiento”. Esta placa conmemorativa es un regalo al pueblo de Arizpe, Sonora, por el de San Francisco, Alta California.” La segunda de las placas es de agradecimiento de la ciudad de San Francisco en recuerdo de su fundación por Juan Bautista de Anza.37 17 El dictamen del Ingeniero Miguel de Costanso en 1772. Antes de aventurarse en la expedición de descubierta a Alta California se consideró conveniente pedir dictamen al ingeniero Miguel de Costanso sobre tres puntos concretos:38 distancia entre el presidio de Tubac en Sonora y los establecimientos de San Diego y Monterrey en Alta California, si existía posibilidad de que los indios pimas, habitantes de las orillas de los ríos Gila y Colorado, pudieran tener noticia de esos establecimientos, y si sería útil abrir la comunicación propuesta por el capitán Anza. Costanso calculó que la distancia en línea recta entre el presidio de Tubac y el establecimiento de San Diego debería ser de unas ciento ochenta “leguas comunes del reino, que constan, como todos saben, de cinco mil varas de Castilla cada una”. La vara castellana medía 83,59 centímetros y debe mencionarse que otros utilizaban la legua oficial que era de dos terceras partes de 10.000 varas, es decir 6.666 varas en vez de las 5.000 de Costanso. La distancia estimada por Costanso equivaldría a 752 kilómetros que es una cifra algo superior a la real por las carreteras actuales. La primera expedición exploratoria de Juan Bautista de Anza, 1774. Resueltos todos los problemas, la primera expedición de Anza se puso en camino desde el presidio de Tubac el 8 de enero de 1774. En total eran veintiún jinetes y cinco arrieros, un intérprete, un carpintero y dos sirvientes, y dos frailes franciscanos, el aragonés Francisco Garcés y Juan Marcelo Díaz de Alcaraz. En el cargamento llevaban treinta y cinco medidas de provisiones, armas y municiones de guerra, tabaco, regalos, equipaje diverso y otros abastecimientos necesarios para atravesar territorios desconocidos. Era un equipo ligero, de hombres curtidos en la vida en aquellas tierras ásperas, que conocían cómo eran los indios, y que avanzaban rápidamente sin importarles a veces pasarse días sin tener agua para beber. En su trayecto atravesaron el territorio de los indios yuma, cuyo jefe, de nombre Olleyquotequiebe, había conocido antes a Fray Francisco Garcés que en el verano de 1771 se adentró en su territorio en solitario, con sólo tres guías indios y una caballería39. Este jefe indio estaba expectante por encontrarse con los españoles de los que había oído hablar, y aunque el consejo de la tribu era partidario de un recibimiento hostil, optó por recibir pacíficamente a los expedicionarios y dar un margen para aumentar el conocimiento mutuo. En un ambiente de cierto recelo inicial se produjo el encuentro entre Anza y Olleyquotequiebe que sería trascendental para la historia española en esos territorios. Eran dos grandes personalidades y Anza, que respetaba y apreciaba la manera de ser india a pesar de que su padre había sido muerto por ellos, se dio cuenta enseguida del interés que tenía el encuentro, y aceptó la hospitalidad y las tiendas que le ofrecieron y decidió quedarse varios días en el campamento indio para dialogar y establecer amistad personal con ellos. Anza habló a Olleyquotequiebe de su Rey y de la Nueva España, y de su forma de gobernar y de la religión cristiana, y le propuso hacerse igual que los españoles, y bautizarse y cambiar su nombre por el de Salvador Palma. Olleyquotequiebe aceptó entusiasmado y pidió a Anza ir con él a Ciudad de México para conocer mejor todo lo que le había contado. Anza, conocedor de la psicología india, regaló a Olleyquotequiebe un medallón y un bastón como símbolo de su autoridad, pero consideró que la nueva situación que se ofrecía necesitaba tiempo para confirmarse y aplazó este viaje prometiendo que en una nueva expedición volvería a pasar por allí y dispondría todo para el recibimiento que merecía como jefe indio en Ciudad de México. El nuevo contacto se produjo en la segunda expedición de Anza a California al año siguiente, y a continuación, Olleyquotequiebe viajó con los principales caciques de la tribu y cuantos quisieron ir con él a Ciudad de México, donde fue recibido por el Virrey y bautizados todos en la catedral con gran solemnidad el 24 de febrero de 1777.40 La segunda gran expedición colonizadora de Juan Bautista de Anza, 1775-1776. 18 La segunda expedición de Juan Bautista de Anza a la Alta California marchó por el camino que ya había sido recorrido pocos meses antes por la primera expedición y no fue por tanto una expedición de nuevos descubrimientos. El objetivo de esta segunda expedición era ayudar a la colonización iniciada en Alta California demostrando que era posible llevar colonos y ganado y abastecimientos por el camino que se había encontrado, y este objetivo se cumplió plenamente. Lo que maravilla en esta segunda expedición de Juan Bautista de Anza es la forma como se llevó a cabo, con el entusiasmo colectivo y el esfuerzo individual de todas las personas que intervinieron en ella y el extraordinario liderazgo de Anza, que tenía treinta y nueve años cuando se puso al frente de ella. Con él iba un gran equipo. En la parte militar iba como segundo el teniente José Joaquín Moragas, con el sargento Juan Pablo Grijalva y ocho soldados veteranos de los presidios de Sonora y treinta del presidio de Tubac y veinte soldados reclutas. Iban también ciento treinta y seis colonos, veintinueve mujeres, ciento veintiocho niños y jóvenes, veintisiete sirvientes, tres indios intérpretes y indios auxiliares.41 Charles Edgard Chapman, en su obra “A History of California. The Spanish period” hace una relación detallada de las personas que componían la expedición y suma un total de 240.42 El número indicado de personas quizás no fuese exacto, Font dice en su diario cuando salieron de Horcasitas el 29 de septiembre de 1775 que “el número no lo apunto por no haber podido saberlo”,43 y en otro momento anotó que por el camino se les juntaban indios y llegaban a las mil almas.44 La expedición llevaba unas mil cabezas de ganado menor y trescientas de ganado mayor, ciento sesenta mulas y trescientos cuarenta caballos, yeguas y potros, y se transportaban unas ocho toneladas de carga, entre alimentos, útiles de cocinar, herramientas y municiones, hierro para herraduras, clavos, sillas y accesorios para montar, tiendas, etc. y todo ello se montaba y se desmontaba diariamente. La disciplina era rigurosa y aceptada por todos. Al frente de la expedición marchaban cuatro jinetes exploradores y un destacamento militar para prevenir dificultades imprevistas. A continuación iba Anza con su uniforme nuevo de teniente coronel y cerraba la comitiva la escolta militar. La columna en marcha se extendía en una longitud de casi dos kilómetros y avanzaba a una velocidad media de una legua o algo más por hora, y eran frecuentes jornadas de nueve o más horas. Los colonos que se quedaron en California y habían salido desde Hermosillo recorrieron casi quinientas leguas, y Anza que fue y volvió y se desplazó en California hacia el sur y hacia el norte recorrió otras mil más, es decir, quizás 5.500 kilómetros en total. De las mujeres participantes, cinco estaban embarazadas cuando iniciaron el viaje y tres niños nacieron durante la expedición y hubo dos partos que se malograron. También se celebraron en la expedición tres matrimonios de parejas que no quisieron esperar a California para estar casadas. En la parte eclesial la jefatura la ostentaba Fray Pedro Font que además tenía encomendada la lectura de las declinaciones solares para el cálculo de las posiciones y de las distancias recorridas y la redacción de un Diario y para ello disponía de unas tablas astronómicas que el ingeniero Jorge Juan había hecho para el meridiano de Cádiz, por lo que debían ser corregidas, y Font se quejaba de que con las prisas no se había podido hacer con una buena brújula. Font era un hombre muy minucioso y quizás algo cascarrabias. En la referencia de Donald Gárate45 se dice que Font pasó todo el viaje enfadado porque Anza le había pedido que llevase su arpa, en la que nuestro buen franciscano era artista virtuoso, para consuelo musical de los viajeros en el descanso al acabar las jornadas, y Font cumplió, preocupándose todos los días de subirla y atarla a los lomos de una mula al empezar las caminatas, y desatarla y bajarla al llegar a las paradas, para que luego Anza ni un solo día le pidiese que la tocase. Además de éste hubo otros conflictos igualmente menores y divertidos entre Font y Anza, que también señala Gárate en sus publicaciones, como cuando la viuda María Feliciano Arballo cantó y bailó fandangos impúdicos una noche en la velada alrededor de las hogueras, para alegrar los espíritus cansados, que todos aplaudieron, y al día siguiente, en la Santa Misa, Font se despachó con un sermón recriminatorio que no gustó a Anza. Jay W. Sharp menciona otro conflicto cuando Anza quiso dar un premio a sus fatigados hombres y con unas uvas fabricó coñac que repartió y fue bien degustado, cosa a la que Font quiso oponerse, porque decía que los soldados se emborracharían y eso era contra la ley de Dios, y aunque Anza le 19 decía que si no sabían beber y se emborrachaban no era culpa suya, Font le contestó que si no se lo daba no se emborracharían y por tanto Anza era un colaborador necesario y el primer responsable de lo que pasase, ante lo cual Anza despachó la conversación diciendo que el Rey le había dicho que se preocupase del bienestar y de la felicidad de sus expedicionarios y que el que mandaba era él y era el único al que correspondía decidir en cada momento lo que le pareciese mejor para las personas a su cargo.46 Afortunadamente estos incidentes no pasaron a mayores por el buen espíritu que todos tenían y la alegría que reinaba entre los expedicionarios. Font decía que si en ningún momento la expedición sufrió ataques de los apaches, aunque pasaron por su territorio, fue por sus oraciones y por la protección que todos habían pedido a la Virgen de Guadalupe. Otro clérigo que iba en esta segunda expedición fue Fray Francisco Garcés, aunque esta vez no como superior religioso, quizás porque Anza pensaba que no les acompañaría todo el viaje ya que se le iba a encargar abrir otros caminos, como así se hizo al llegar al río Colorado el día 9 de diciembre47. La expedición salió de Tubac el 23 de octubre de 1775 y tuvo la tristeza de empezar esta parte de su viaje con la muerte al día siguiente de Manuela Pincuelar, que iba con su esposo el soldado Vicente Félix y toda su familia, que se puso de parto y murió en el alumbramiento del que habría sido su octavo hijo. Correspondió a Fray Francisco Garcés desandar el camino recorrido para llevar el cadáver de Manuela Pincuelar a su enterramiento en la Misión de San Javier del Bac. El apellido Félix, luego sería famoso en California, y en su honor uno de los bulevares más importantes de Hollywood en Los Ángeles lleva el nombre de “Los Feliz”, que así escribirían su nombre en inglés, por la hacienda que allí tuvieron sus descendientes. No faltó ningún fenómeno natural en la expedición, hasta un terremoto hubo. El día 26 de diciembre de 1775, Font anotó en su diario “…serían las cinco de la tarde cuando sentimos un temblor con apariencias de terremoto que duró muy poco, acompañado de un estruendo instantáneo y recio…”. También se preocupaban de los detalles pequeños, en la Misión de San Antonio les dieron cuatro gatos para llevar a las Misiones de San Gabriel y de San Diego porque tenían una necesidad desesperada de ellos por la abundancia de ratones.48 El diario de Font está lleno de observaciones que revelan el ambiente de solidaridad entre todos los participantes y cómo la expedición se detenía cuando había algún problema o era necesario esperar a alguien que se había perdido o estaba enfermo. El historiador Bolton compara la expedición de Anza con la famosa de Lewis y Clark en 1803 que tanto veneran los angloamericanos y concluye que la de Anza fue muy superior en todo,49 como lo había sido la de Francisco Vázquez de Coronado doscientos treinta y cinco años antes. Cronológicamente, la expedición de Anza fue la tercera gran expedición española en el Oeste americano, después de las de Vazquez de Coronado y Oñate. Sería la cuarta o la quinta si consideramos como grandes expediciones las de Antonio de Espejo o Gaspar Castaño de Sosa que también llevaron un número apreciable de colonos. Anza fue una persona de enorme actividad que escribió un diario y numerosos informes y cartas. El historiador Herbert E. Bolton en su monumental obra sobre Anza en cinco volúmenes, “Anza´s California Expedition”, publicado en 1930 por la Universidad de California en Berkeley, incluye como Anexos además del diario de Anza, los de Díaz, Garcés, Font y Palou relacionados con las expediciones de Anza. Los caminos y las relaciones de Juan Bautista de Anza con los “comanches” como Gobernador de Nuevo México, 1778-1788. Después de estas expediciones Juan Bautista de Anza fue nombrado Gobernador de Nuevo México y se trasladó a Santa Fe donde inmediatamente de tomar posesión del cargo se propuso como uno de los primeros objetivos terminar con los ataques de los indios comanches, que realizaban continuas incursiones en la zona norte de Taos atemorizando a los colonos españoles, y para ello organizó un ejército de 600 o 800 soldados, entre españoles y indios leales, con más de dos mil caballos, que salió de Santa Fe el 15 de agosto de 1779 en una expedición punitiva para buscar y capturar al famoso jefe comanche “Cuerno Verde”, que ya fue citada antes.. 20 Otros objetivos de Anza en Nuevo México que requirieron plazo más largo fueron el entendimiento estable con las diversas tribus indias del territorio y la apertura del camino entre Santa Fe, como capital de Nuevo México, y Sonora, como puesto estratégico de la frontera noroeste de Nueva España. Para las buenas relaciones con los indios ayudó mucho la celebración de ferias de comercio de productos indios y españoles en Taos y en otras poblaciones. El entendimiento con los indios culminó en el “Tratado de Paz con la Nación Comanche” firmado en 1786 que se mantuvo en vigor hasta que Estados Unidos lo anuló en 1846. Con la apertura del camino de Santa Fe a Sonora, Anza pretendía completar la estrategia en abanico para el oeste americano propugnada por el Visitador Gálvez, que consistía en tomar Sonora como centro de relación del noroeste y desde allí abrirse hacia el Oeste en dirección de Alta California, ya conseguido con las expediciones de Anza de 1774 y 1775-76, y completar el abanico en la otra dirección hacia el Este, con el camino hasta Santa Fe. Con este camino entre Santa Fe y Sonora se quería mejorar notablemente la comunicación de la próspera provincia de Nuevo México, que sin él dependía exclusivamente para sus relaciones con el resto de Nueva España del llamado Camino Real de Tierra Adentro que iba a Chihuahua y seguía a Ciudad de México. Los nuevos caminos facilitaban el comercio y, aparte de razones de tipo estratégico o militar, Anza creía firmemente en el principio que luego fue adoptado por Felipe de Neve, que fue el segundo Comandante General de las Provincias Internas sucediendo a Teodoro de Croix, que escribiría que el comercio “es uno de los medios que más encargan las Leyes para civilizar gentiles”.50 El plan de Anza era que al mismo tiempo saliesen dos expediciones principales para recorrer el territorio, la suya que saldría de Santa Fe en noviembre de 1780 y otra mandada por José Antonio de Vildósola que lo haría desde Tubac en Sonora, en el otro extremo, para juntarse en un lugar intermedio alrededor del río San Francisco que era el punto más alejado al que había llegado la exploración del Padre Menchero que partió de Tubac en 1749, y se contaba con una tercera expedición de auxilio y seguridad. La expedición de Vildósola tuvo un carácter más militar que la de Anza y su misión principal era la de proteger a los expedicionarios de Anza cuando se aproximasen al territorio hostil de los Apaches en la cercanía de Tubac que Vildósola conocía mejor. Las instrucciones de Croix fueron muy concretas y disponían que Vildósola debía mandar un cuerpo de ejército de doscientos cuarenta y nueve hombres de armas en total, obtenidos agrupando un oficial y treinta hombres del presidio de Tubac, el mismo número del presidio de Santa Cruz, un oficial y cuarenta hombres del presidio de Fronteras, un oficial y veinte hombres de la Compañía de Voluntarios, un sargento y veinte hombres del piquete de Dragones, y alrededor de cien indios opatas y cincuenta indios pimas altos. Croix dio plenos poderes a Vildósola para dirigir la expedición:51 La tercera de las expediciones planeadas por Anza fue la del capitán del presidio del Carrizal Francisco Martínez52, que tenía como objetivo proteger a la caravana que saldría al mismo tiempo de Santa Fe por el Camino Real de Tierra Adentro. Esta expedición fue menos numerosa y más breve la de Anza, y que la de Vildósola. El camino entre Santa Fe y Sonora por José de Zúñiga en 1791. El mérito de encontrar el camino directo definitivo entre Santa Fe y Sonora correspondió al capitán José de Zúñiga, que reclutó un ejército de 151 soldados españoles y indios auxiliares de los presidios de Frontera, Santa Cruz, Tubac, Altar y Fronteras y en un rápido viaje del 9 de abril al 29 de mayo de 1791 cubrió el recorrido en casi línea recta de 108 leguas entre Tucson y el pueblo de Zuñi en Nuevo México, superando las fuertes nevadas que les sorprendieron en fechas tan avanzadas como el mes de mayo y los ataques de los apaches en varias ocasiones. Zúñiga llegó hasta Zuñi y desde esta población regresó a su puesto en Tubac de donde había 21 partido. Zuñi en 1791 era un pueblo con Misión regida por franciscanos y poblado exclusivamente por indios con excepción del Alcalde español, del que Zúñiga en su diario dice que era un “viejo que disputele muy poco en darme explicación a lo que deseaba saber”53. Zúñiga permaneció con sus hombres en Zuñi los días del 2 al 6 de mayo y fue bien agasajado por sus pobladores indios, que “se regocijaron de vernos transitar, y oir las noticias de que los cordones que abrieran comercio con esta Provincia, pudieran hacer escala por aquel Pueblo…”, según anotó en su diario54. De esta observación se deduce la importancia que se daba a la apertura de caminos y el establecimiento de comercio como medio de pacificar y hacer progresar a los indígenas. El Diario de Zúñiga, redactado con lacónico estilo castrense, contiene información muy detallada sobre los accidentes topográficos que se encuentran en el recorrido y menciona a los Teniente Coroneles José Sáez Rico y Manuel Echegaray que habían realizado expediciones similares por el mismo camino después de Anza y antes que él, y agradece al indio apache Stoci que le guió. Este Diario de la expedición de Zúñiga se conserva en el Archivo General de Simancas y ha sido publicado, junto con otros documentos similares, por su ex-Director Amando Represa en el libro patrocinado por la Junta de Castilla y León con el título “La España Ilustrada en el lejano Oeste. Viajes y exploraciones por las provincias y territorios hispánicos de Norteamérica en el s.XVIII”.55 Recuerdo de Juan Bautista de Anza. Juan Bautista de Anza es uno de los españoles cuyo recuerdo más se conserva en California superado sólo por el de Fray Junípero Serra. El momento en que este recuerdo se materializó de manera más emotiva debió ser cuando en 1963 los restos de Anza fueron recuperados de su humilde enterramiento en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Arizpe y colocados en el mausoleo de mármol donado por la Universidad de California y la ciudad de San Francisco con las placas y las leyendas explicativas a las que se ha hecho referencia al principio de este apartado. Después de esta ceremonia el recuerdo se sigue manteniendo de la forma más elevada que puede haber, que es la celebración todos los años de una reunión académica para el estudio de su vida y de su aportación a la historia de los territorios de la frontera entre México y Estados Unidos. La décima de estas reuniones tuvo lugar en Yuma, Arizona, del 16 al 19 de febrero de 2007. Las anteriores fueron en poblaciones de Sonora en México, o de California y Arizona en los Estados Unidos. Ese recuerdo histórico se mantiene en el Museo del National Historic Park (Parque Histórico Nacional) de Tumacacori instalado en la Misión reconstruida de San José, al sur de Tucson en Arizona, cerca de la frontera con México, en la misma zona en la que está la hermosa Misión de San Javier del Bac y estuvo el presidio de Tubac, lugares ambos unidos a Juan Bautista de Anza, y en el que se mantiene una exposición permanente sobre su vida y su época. También en el centro de visitantes de este Parque Histórico hay un centro de información y se realizan estudios que luego se divulgan a través de una muy bien hecha “web de Anza” gestionada con un programa cultural de la Universidad de Oregon de los Estados Unidos56. Además del recuerdo cultural mencionado, las expediciones de Juan Bautista de Anza a California son parte de la celebración festiva en la ciudad de Los Angeles, donde todos los años se celebra una cabalgata o romería popular para conmemorar la fundación de la ciudad, que suele presidir el alcalde, en la que no faltan nativos norteamericanos sin complejos y inmigrantes castizos mexicanos, ataviados todos fraternalmente con trajes de la época española, y música mexicana por supuesto, aunque la comida sea de barbacoas y hamburguesas con coca-cola, para recorrer parte del camino que hizo Anza con sus acompañantes en el paso por la Misión de San Gabriel y a partir del cual pocos años después se consideró fundada la ciudad. También en 1992 se celebró un recorrido de reconstrucción histórica entre Tubac y Tumacacori, con soldados españoles a caballo y a pie, y frailes y colonos, todos vestidos como si realmente lo fuesen, y estos recorridos se repiten periódicamente, según las simpáticas fotos de recuerdo que pueden verse en la web de Anza. El Autor de esta Conferencia tuvo ocasión de participar en uno de 22 estos recorridos acompañando a Donald T. Gárate, director del museo de Tumacacori, el día 25 de octubre de 2008. Fray Francisco Garcés, “príncipe de los caminantes solitarios”, (1738-1781). Al hablar de los caminantes en esta época en el Oeste norteamericano se debe mencionar especialmente a Fray Francisco Garcés que fue un aragonés extraordinario que nació el 12 de abril de 1738 en Morata de Jalón y podía haber tenido una vida tranquila en España, como sus padres y sus hermanos, pero a los 16 años ingresó en el convento franciscano de San Carlos de Alpartir, muy cerca de Morata y tan pronto como se ordenó sacerdote pidió ir a hacer apostolado a América y cuando tenía 24 años sus superiores le enviaron a Nueva España, en donde, después de un período de formación como misionero en el Colegio de Santa Cruz de Querétaro, se le asignó la Misión de San Javier del Bac, que era la más alejada y la más sometida a los ataques de los indios de todas las que había en la frontera noroeste, y a la cual llegó el 30 de junio de 1768, con una edad de treinta años.57 El historiador Herbert Eugene Bolton, citado muchas veces por otros temas de la herencia española en el Oeste americano, fue el que en su estancia en México entre 1903 y 1908 investigando en el Archivo General de la Nación descubrió los diarios de varios de los viajes de Garcés hasta entonces no conocidos58 y le calificó como el “príncipe de los caminantes solitarios”59. Salvo en la participación que tuvo en las expediciones de Anza en 1774 y 1775-76, en todas sus demás exploraciones Garcés fue un explorador solitario, a pie o a caballo, con la única compañía a veces de dos o tres indios o no muchos más, y estos acompañantes indios los iba reemplazando durante su viaje porque atravesaba zonas dominadas por tribus enemigas entre sí, en las que los miembros de una tribu no eran bien recibidos en la siguiente. Para entenderse mejor Garcés estudió los idiomas indios y hablaba varios de ellos. No es fácil hacer un cálculo del número de leguas que recorrió Fray Francisco Garcés en sus recorridos por la Pimería Alta y por los caminos que le llevaron a Alta California y a Nuevo México. Sólo en el viaje de 1771, que no fue el más largo, recorrió 300 leguas, sin contar los desvíos que en ocasiones hizo, según estimación de Bolton.60 En su viaje más largo, que fue el de 1775-76, incluyendo la parte después de separarse de Anza, recorrió más de 600 leguas por desiertos, montañas y riberas.61 A veces los militares españoles destacados en los presidios de frontera le aconsejaban que no se atreviese a entrar en territorios hostiles pero Garcés lo hacía porque se encontraba a gusto con los indios y enseguida se ganaba su confianza. Sin sus exploraciones y sus buenos oficios, especialmente con los indios yuma del río Colorado no habrían sido posibles las dos expediciones de Anza. El destino quiso que precisamente a manos de estos indios yuma muriese el 19 de julio de 1781 en el curso de los tristes sucesos en los que Fray Francisco Garcés pagó por las culpas no suyas sino de otros, si es que las hubo. El camino de los frailes Domínguez y Escalante en 1776. Se buscó también un camino directo por el norte entre Santa Fe en Nuevo México y las Misiones de Alta California, como alternativa o complemento del camino que Juan Bautista de Anza había establecido por el sur a partir de la frontera de la Nueva España en Sonora. El primero que se aventuró por este camino fue el civil Juan Antonio María de Rivera en 1776, que fue citado al principio, y a esta expedición limitada siguió la de los frailes franciscanos Francisco Atanasio Domínguez y Francisco Silvestre Vélez de Escalante en el mismo año 1776 con ocho exploradores españoles y cinco indios. En su regreso a Santa Fe cruzaron el río Colorado en un punto que para la Historia quedó como “el vado de los frailes”, situado en el fondo del Glen Canyon en el actual Estado de Utah a muy poca distancia de Arizona62. En la actualidad no es posible repetir las emociones que debieron tener estos frailes y sus acompañantes al llegar al punto donde cruzaron el gran río después de descender por las laderas y las paredes escarpadas 23 del valle porque encima de él hay ahora más de 180 metros de agua del Lake Powell producido por la construcción de la presa de Glen Canyon, una de las más impresionantes en los Estados Unidos, por su altura y por el paisaje que la rodea en tierras de los indios navajos en la frontera entre Utah y Arizona63. No es posible hacerlo físicamente pero el recuerdo para los que se aproximan a las orillas del lago está en un pequeño pero digno monumento en una roca junto a la carretera en el punto conocido como Marble Canyon y en los numerosos nombres españoles de la región. Utah tiene lugares denominados Escalante Desert, Escalante Mountains, Escalante Forest, Escalante State Park, Escalante National Monument, y hay un Escalante River y un pueblo llamado Escalante. En el Estado de Utah hay monumentos y lápidas recordatorias de Domínguez y Escalante en Provo, Spanish Fork, Cedar City, Lee´s Ferry, Jensen y Scipio64. Por cierto que hay más “Escalantes” que “Domínguez”, pero no deben olvidarse los nombres que recuerdan a este último, que la Comisión creada en los Estados Unidos para la celebración en 1976 del segundo centenario de la expedición de Domínguez-Escalante se ha esforzado de poner de relieve para que Domínguez no siga quedando en la historia como “el Fraile olvidado”. El punto en el que los exploradores vieron por primera vez el valle que bautizaron de Nuestra Señora de la Merced de los Timpanogotzi, o Utah Valley como se conoce ahora, a la entrada del Spanish Fork Canyon tiene el nombre de “Domínguez Hill”. El sitio donde Fray Domínguez dio un sermón a sus compañeros el 11 de octubre de 1776, exhortándoles a someterse totalmente a la voluntad de Dios y después de rezar y pedir a Dios que les indicase lo que debían hacer, echaron a suertes su decisión, saliendo que debían regresar a Nuevo México, de donde habían venido, y abandonar la búsqueda del camino de Monterrey, se llama “Domínguez Dóme”, y hay también un “Domínguez Pass” en la pared Este del Paria Canyon cerca del “Paso de los Frailes”. Para ser justos, aunque Escalante sea el nombre más presente en la toponimia local y el más conocido popularmente, se debe decir que el jefe de la expedición era Domínguez, por ser el clérigo de más edad y superior jerárquico. Escalante, que sólo tenía 26 años cuando partió la expedición, fue el que escribió el diario que pasó a la Historia, y de ahí le vino la mayor fama. En Utah se conserva el recuerdo español en los nombres de pueblos como Pintura, La Sal, Santa Clara, Lola, Oasis, Bonanza, Callao, Escalante, Spanish Fork, Alta, Mona, Loa, Manila, San Rafael, Santa Clara, Aurora, Salina y Bernal…, los ríos Paria, San Juan y Escalante…, las montañas de Confusión, La Sal, San Rafael, Alhambra Rock, Spanish Valley…, y otros más. Domínguez y Escalante llevaron a cabo una gran exploración en territorios desconocidos que no había pisado ningún europeo, salvo Fray Francisco Garcés y Juan Antonio María de Ribera en parte, y la hicieron, como indica el título de un libro del historiador americano Briggs, “sin ruido de espadas”. No se trató de una expedición de conquista y colonización como quiso ser la de Vázquez de Coronado y consiguió serlo la de Juan de Oñate. El espíritu de la expedición de Domínguez y Escalante fue el mismo de búsqueda de caminos de las exploraciones anteriores de Constang y Kino en la Baja California y en la Pimería, actuales Estados de Sonora en México y Arizona en Estados Unidos, y en las de otro entusiasta fraile franciscano en los mismos años, Fray Francisco Garcés. Una información valiosa para el estudio de la expedición de Domínguez y Escalante es el extraordinario mapa hecho por uno de sus participantes, Don Bernardo Miera y Pacheco, que era capitán retirado de la guarnición de Santa Fe, y que se unió a la expedición con el encargo fundamental de dibujar ese mapa tomando nota de las distancias y de las dificultades con consejos para superarlas más fácilmente. Miera y Pacheco era originario del Valle de Carriedo en Burgos y tenía una personalidad polifacética y además de ingeniero y militar era comerciante, ranchero, agente del gobierno, cartógrafo y artista pintor y escultor. Hizo trabajos artísticos para muchas Misiones de Nuevo México y un gran mural suyo se conserva en la capilla de San Miguel en Santa Fe. El caminante Pedro Vial entre Nuevo México y el río Mississippi, de 1785 a 1814. 24 Si estamos considerando todo el Oeste americano, según lo hemos definido territorialmente, no podemos dejar de dedicar un instante a considerar la franja de territorio que está entre el Río Grande y el Mississippi, donde también hubo caminos españoles en los siglos XVIII y XIX, en un espacio políticamente más complejo que el resto del Oeste donde sólo había indios, por la presencia en esta franja, que actualmente es los Estados de Texas y Luisiana, de intereses franceses e ingleses, con los que España estuvo en pugna desde el principio en toda la vertiente atlántica norteamericana, y después por la presencia arrolladora de la nueva nación de los Estados Unidos de América. En ese espacio entre el Río Grande y el Río Mississippi desarrolló su actividad un explorador y caminero de personalidad singular, Pedro Vial, nacido en Francia y ciudadano de la Louisiane francesa que decidió pasarse a territorio español cuando Francia se retiró y cumplió sus mayores objetivos al servicio de la corona española. A él se deben las primeras exploraciones definitivas en el Camino de Santa Fe a Missouri y en el Camino Real de Santa Fe a San Antonio en Texas. Según testimonios, Pedro Vial era persona apreciada porque se entendía bien con los indios, hablaba varios de sus idiomas y tenía todas las cualidades de un buen explorador, entre ellas que le gustaba la vida independiente, y por eso en sus viajes prefería ir sólo o en compañía poco numerosa y aunque se dijo que tuvo varios hijos, nunca se casó ni formó familia65. Era además un profesional que precisaba bien el encargo que se le hubiera hecho, pactaba las condiciones económicas por su trabajo y cumplía los objetivos marcados. Hay documentos que mencionan que su salario fijo era de seis reales diarios66, y es difícil saber si eso era mucho o poco en aquella época, pero lo que parece comprobado es que no hizo una fortuna, ya que en el testamento que formuló cuando estaba enfermo, poco antes de morir en 1814, se ve que sus deudas excedían a su patrimonio67. Pedro Vial no fue el único explorador que merece ser señalado en la historia caminera española en el territorio entre el Río Grande y el Río Mississippi ya que hubo más, españoles y franceses al servicio de España, algunos de los cuales son mencionados por Loomis y Nasatir68: José Marés, Alejandro Marín, que era intérprete en las lenguas Comanche y Kiowa; José Chalvert, que ofreció trabajar como intérprete a mitad de precio si el gobernador le dejaba residir en Santa Fe, y su oferta fue aceptada; Juan Lucero que acompañó a Vial en alguna ocasión, y en el que Vial tenía gran confianza; Juan Bautista Lalande y su compañero Laurenzo Duricher, ambos de Saint Louis, y que presentaron una reclamación a las autoridades españolas, que ganaron, por los gastos en que incurrieron cuando fueron llevado presos a Chihuahua; Francisco Amangual y otros. 4. LOS CAMINOS. Los caminos españoles en los “National Historic Trails” de los Estados Unidos. Fijándonos ahora en los caminos se debe mencionar que los caminos españoles más importantes en el Oeste de los Estados Unidos han merecido el reconocimiento como “National Historic Trails”, (“Caminos Históricos Nacionales”), por las autoridades de este país y el “National Park Service” se ocupa de cuidarlos con cariño como parte de su Historia. En la lista de los “National Historic Trails” se ve la Historia de la joven nación norteamericana, corta en años pero intensa en acontecimientos. Junto a los caminos de los exploradores y pioneros anglo-americanos como el de Lewis and Clark, el de los Pioneros Mormones, el Pony Express, los de Oregon y de California en la fiebre del oro, y otros relacionados con los primeros pobladores indios como el Trail of Tears, Nez Perce, Iditarod en Alaska, Ala Kahakai en Hawai, o de historia reciente como el camino de Selma a Montgomery referente en la lucha por los derechos civiles, o anteriores como el John Smith Chesapeake y el Overmountain Victory, están en la lista los caminos de origen español que son “National Historic trails”: “El Camino Real de Tierra Adentro”, el “Camino de Anza” o “Anza Trail”, (Juan Bautista de Anza National Historic Trail), el “Viejo Camino Español” (Old 25 Spanish National Historic Trail), que va de Santa Fe a Los Ángeles, el “Camino de Santa Fe” (Santa Fe Trail) de Santa Fe a Missouri y el “Camino Real de los Tejas” en Texas. El “Camino Real de Tierra Adentro”. De todos los caminos españoles en el Oeste norteamericano se debe mencionar en primer lugar el más antiguo de ellos, que es el “Camino Real de Tierra Adentro”, que va desde Ciudad de México en la Nueva España a Santa Fe en Nuevo México y es uno de los más largos en el continente de América del Norte, ya que tiene más de 2.700 kilómetros, de ellos unos 700 en los Estados Unidos y el resto con diversos ramales en la parte de México, y en todo su recorrido está jalonado por ciudades y pueblos con espléndidos monumentos españoles. La parte norte de este camino en el Oeste norteamericano empezó a utilizarse a partir de la conquista de Nuevo México por Juan de Oñate en 1598. La parte sur de este camino se utilizaba para comunicar las minas de plata del norte de Nueva España con Ciudad de México. Hay historiadores de los Estados Unidos que han llamado a este camino como “Chihuahua Trail” o “Camino de Chihuahua”, porque esa ciudad era el punto que dividía la parte al sur que miraba a Ciudad de México y fue la primera en el tiempo, de la que al norte miraba a Santa Fe. Este camino entre México y Estados Unidos es un motivo para que periódicamente se celebren encuentros de los historiadores de estos dos países patrocinados por la Universidad de Ciudad Juárez y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Unidad de Chihuahua, de México y el National Park Service de los Estados Unidos.69 Hacer el recorrido completo del Camino Real de Tierra Adentro desde Ciudad de México hasta Santa Fe y Taos en Nuevo México es una experiencia extraordinaria que promueven diversas universidades e instituciones culturales estadounidenses y mexicanas. En Nuevo México hay una asociación que lleva por nombre “Camino Real de Tierra Adentro Association”, abreviadamente “CARTA”, que promueve entusiásticamente actividades relacionadas con este Camino Real. En la parte central de este Camino Real, en la zona de la ”jornada del muerto”, llamada así por su dificultad y la carencia de agua, se ha instalado recientemente un excelente museo y centro de estudios con el nombre de “Camino Real International Heritage Center”. En la parte de México con sólo citar algunas de las más importantes ciudades de la época colonial española, México, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Santa Bárbara, Parral, y otras muchas se tiene idea de las joyas históricas y artísticas que se encuentran a su paso. El Camino Real de Tierra Adentro es el primer Camino Real Español que ha sido pisado por un Rey de España. Lo hizo el Rey Juan Carlos acompañado por la Reina Sofía en la visita que hicieron en septiembre de 1987 a Santa Fe en un viaje en el que también estuvieron en el Camino Real de las Misiones de California y en San Antonio en Texas. El “Camino de Anza”. Este camino en su parte dentro de los Estados Unidos entre Tubac en Arizona y San Francisco en California tiene una longitud de 1.200 millas y a ellas hay que añadir mil kilómetros que es la distancia a Tubac desde Culiacán en México donde Anza inició su recorrido. A lo largo del camino de Anza se pasa por las Misiones españolas de Alta California, además de la Misión de San Javier del Bac en Arizona, y también se pasa por seis presidios españoles, el de Tucson y el de San Ignacio en Tubac, y los de Alta california en San Diego, Santa Bárbara, Monterrey y San Francisco. En la Misión de San Juan Bautista en California se conserva la casa donde estuvo Juan Bautista de Anza que está catalogada como “National Historic Landmark”. El emplazamiento de las Misiones de la Purísima Concepción y de San Pedro y San Pablo de Bicuner establecidas en los poblados del paso del Río Colorado, en el actual Imperial County, están calificadas en California como “State Historical Landmarks”. 26 El “Viejo Camino Español” El “Viejo Camino Español” debe su mérito a los recorridos parciales de los exploradores españoles y a los primeros recorridos completos de los comerciantes y emprendedores que empezaron como españoles y siguieron como mexicanos por la independencia de este país en 1821. Todos los caminos españoles en América tienen nombres bonitos, pero quizás éste del “Viejo Camino Español”, que va de Santa Fe en Nuevo México a Los Ángeles en California, atravesando en sus diversas variantes Nuevo México, Colorado, Utah, Arizona, Nevada y California, sea el más entrañable, y se le llama viejo, pero no antiguo, y con ello se quiere significar que está vivo todavía y que no es cosa del pasado sino del presente, por lo menos en espíritu, aunque con más años, y como ocurre con las personas de edad, merece respeto y debe producir admiración a los jóvenes con los que convive. Hay que agradecer a los amigos americanos que le hayan dado este bonito nombre de “Old Spanish Trail” y que hayan creado y mantenido activa una “Old Spanish Trail Association” para preocuparse culturalmente de este camino. El “Viejo Camino Español” es el número quince de los Caminos Históricos Nacionales de los Estados Unidos según fue aprobado por el Congreso en noviembre de 2002 y ratificado por el Presidente Bush en diciembre de ese mismo año. El agradecimiento de los españoles por la utilización de nuestro nombre para este camino debe ser mayor porque el mérito de su recorrido completo no corresponde en su totalidad a España, y denominarlo español a todo él significa reconocer que los que siguieron a España, cuando España ya no estaba, y el territorio había pasado a México, también podían considerarse españoles. El “Viejo Camino Español”, con una longitud de 2.700 millas americanas, o si se prefiere 4.345 kilómetros, está trazado sobre los recorridos parciales que hicieron en expediciones separadas Juan Antonio María de Rivera desde Abiquiú en Nuevo México y los frailes Domínguez y Escalante por el norte desde Santa Fe en 1776 y Garcés y diversos exploradores españoles por el sur desde las Misiones de California, y el mérito del primer recorrido completo de ida y vuelta con caravana correspondió al mexicano Antonio Armijo en 1829 cuando California ya no era española sino mexicana. Poco antes el americano Jedediah Smith en 1826-27 y el españolmexicano Rafael Rivera en 1828 lo habían transitado parcialmente para hacer comercio. Para recorrerlo eran necesarios entonces tres meses y medio. Armijo hizo su recorrido de ida con 60 hombres y 100 mulas cargadas de mercaderías y aunque evitó pasar por las zonas más difíciles de los desiertos de Mojave y del Valle de la Muerte, cuando llegó en 1829 a San Gabriel en Los Ángeles, que era el mismo punto al que llegó Juan Bautista de Anza en 1776 desde Sonora, la expedición estaba exhausta, se les habían acabado las provisiones y habían tenido que sacrificar varias mulas para subsistir. Armijo consiguió su objetivo, fue bien recibido en San Gabriel, igual que lo habían sido antes Anza y Garcés, y pudo cambiar las mantas y textiles que llevaba de Nuevo México por varios miles de caballos que en Caifornia sobraban y eran baratos y con ellos regresó a Santa Fe, ganando abundante dinero en la operación. Como premio por su éxito el gobernador mexicano de Nuevo México dio a Armijo el título de “Comandante del descubrimiento del Camino a California”, y a partir de ese momento se inició el tráfico incesante de comerciantes y colonos entre las poblaciones de Alta California y el rico valle del Río Grande en Nuevo México. En la época de los Estados Unidos, el Viejo Camino Español fue uno de los más famosos para los aventureros que marcharon a California durante la fiebre del oro a partir de 1848, y no todo fue romántico en él, ya que además de comerciantes y colonos pacíficos, también lo transitaban delincuentes que asaltaban los poblados indios para capturar esclavos y traficar con ellos. Es interesante señalar que cerca del camino que siguió Armijo en 1829, en uno de los poblados excavados en los acantilados del Navajo Canyon que forman el actual Navajo National Monument, en Arizona, a unas ciento cincuenta millas al norte de Flagstaff, cerca de la línea divisoria con Utah, está la “Inscription House”, llamada así porque en ella figura, grabada en la roca, la inscripción: “Carlos Arnáiz 1661”, que dejó un misterioso español, del cual no se sabe 27 quién era o qué hacía en aquel remoto lugar, y que si la fecha que se lee dudosamente es la correcta pasó por allí antes de que lo hiciesen Garcés y Domínguez y Escalante. El “Camino de Santa Fe”. El camino que popularmente se empezó a llamar “Camino de Santa Fe” en los últimos años del siglo XVIII era el que conducía a Santa Fe en Nuevo México desde Saint Louis en Missouri y lo abrió el explorador Pedro Vial en su viaje de 1792-93, que ya fue mencionado en el resumen biográfico de este explorador. Era un camino que había sido pisado antes en parte por Francisco Vázquez de Coronado en su expedición de 1540-42 en la que llegó hasta donde actualmente está la ciudad de Lyons en Kansas y regresó a Nuevo México por un camino en el que, dos siglos después, sólo algunos cazadores individuales, españoles en el lado oeste y franceses en el lado este, habían realizado pequeñas exploraciones hasta que se produjo el recorrido completo de Vial, con lo que las Grandes Llanuras permanecieron durante ese tiempo como tierra de nadie que separaba las áreas de influencia de las potencias a cada lado, España y Francia primero, España y Inglaterra después, y finalmente España o México y Estados Unidos. Este Camino de Santa Fe tiene para los Estados Unidos la categoría de “National Historic Trail”, con el nombre abreviado de “Santa Fe Trail”, según fue aprobado por el Presidente Reagan en 1987 y tiene 1.203 millas equivalentes a 1.937 kilómetros y va desde Independence en Missouri, cerca de Kansas City, a Santa Fe en Nuevo México atravesando los Estados de Missouri, Kansas, Oklahoma, Colorado y Nuevo México, y en la aproximación a Santa Fe tiene dos ramales o caminos diferentes, el que discurre por el norte en Colorado, llamado “Mountain Route”, y el que va al sur, tocando Oklahoma, llamado “Cimarron Route”. El tramo entre Independence y Saint Louis es común con otro Camino Histórico Nacional de los Estados Unidos, el “Mormon Pioneer National Historic Trail”. En Larned, Kansas, hay un buen museo sobre este camino y en él está la sede de la “Santa Fe Trail Association”70. El nombre de “Camino de Santa Fe”, está bien puesto, porque todos querían ir a la Santa Fe española que era el centro principal de actividad en el Oeste en aquellos años. La Plaza Mayor de Santa Fe, delante del Palacio del Gobernador español era el sitio de reunión de todos, el kilómetro cero que llamaríamos hoy. Aunque las comparaciones sean vulgares, podríamos decir que Santa Fe era entonces en el Oeste lo que París era en Europa. Cuando los nuevos Estados Unidos de América sustituyeron a Inglaterra este camino fue testigo del intento disimulado de ocupación por el teniente Zebulón Montgomery Pike, que se adentró en territorio español en 1807, hasta que fue detenido por los destacamentos militares españoles y aunque alegó que se había extraviado y había confundido el Río Grande con el Río Colorado no fue creído y por ello fue conducido a Santa Fe donde las autoridades españolas decidieron llevarle preso a Chihuahua por el Camino Real de Tierra Adentro, para ser juzgado, y allí fue retenido y finalmente liberado para que pudiese volver a los Estados Unidos vía la Louisiana. Sería entretenido hablar de las peripecias y anécdotas de los aventureros americanos en este camino pero no podemos hacerlo aquí porque evidentemente nos salimos del tema objeto de esta comunicación. El “Camino Real de los Tejas”. En Texas está el “Camino Real de los Tejas” que tiene una longitud aproximada de 2.580 millas en su parte dentro de los Estados Unidos y va desde el punto en el que Fray Manuel de la Cruz cruzó el río Grande y posteriormente lo hizo el teniente Fernando del Bosque con los frailes Juan Larios y Dionisio de Buenaventura y con diez españoles y veinte indios amigos, el 30 de abril de 1675,71 y en el que actualmente está en el lado de los Estados Unidos la ciudad de Eagle Pass y en el lado de México la de Piedras Negras, hasta Natchitoches en Louisiana, por un trazado coincidente aproximadamente con el de las actuales autopistas 21 en Texas y 6 en Louisiana. En el punto de cruce del Río Grande los españoles fundaron la ciudad de San Isidro, la San Felipe Springs de nuestros días, y en 1763 el presidio Sacramento.72 En la parte de México 28 este Camino Real de los Tejas continúa hasta llegar al Camino Real de Tierra Adentro en Fresnillo pasando por Santa Rosa, Monclova y Saltillo. El Camino Real de los Tejas fue calificado como National Historic Trail de los Estados Unidos en 2004 y los méritos para esta distinción fueron que además de recuerdos españoles tiene relación con la historia francesa en la Louisiana y forma parte de la historia mexicana y del movimiento independentista que culminó con la anexión de Texas a Estados Unidos,73 incluyendo la guerra de 1846-48, y los acontecimientos internos en esa zona de la guerra civil de los Estados Unidos de 1861-65. Respecto al nombre de este camino hay historiadores ilustres que a veces piensan de manera diferente a los responsables gubernamentales del “National Parks Service” y prefieren llamarlo con el nombre completo español de “Camino Real de Tierra Afuera del Oriente” y a uno de sus ramales que se aproxima más a la costa como “Camino Real de Abajo” con lo cual se tiene una visión mejor de cómo era la red de caminos españoles. Una parte de este “Camino Real de los Tejas” estuvo incluida en el gran camino español que iba desde San Agustín en Florida a San Diego en Alta California pasando por Pensacola, Mobile, Nueva Orleans, la actual Houston, San Antonio, El Paso, Tucson y Yuma. El “Camino Real de los Tejas” no fue el único camino español en Texas, también estuvieron el “Camino de Nacogdoches” y el “Camino de Atascosito”. Como testimonio de la mezcla de las Historias entremezcladas de España y de Francia en esta zona de Texas, están en el “Camino Real de los Tejas” las ciudades de Natchitoches en la Louisiana francesa y Nacogdoches en la Texas española que están separadas por poca distancia. Natchitoches fue refundada por los españoles a principios de los años 1700, después del primer origen francés, y cerca de ella a unos 12 kilómetros establecieron la Misión y la ciudad de Los Adaes que después sería la primera capital de Texas durante cincuenta años.74 Cuando en 1773 San Antonio fue designada nueva capital de Texas, el burgalés Antonio Gil y Barbo no aceptó el cambio y se trasladó al poblado abandonado de Nacogdoches donde fundó una casa de banca que instaló al abrigo de los muros de la antigua Misión de Guadalupe, que se conocería después de esto como la Casa de Piedra, “Stone House” o “Old Stone Fort” en las guías turísticas actuales, y sería el centro de intercambio comercial más importante entre Texas y Louisiana.75 En el centro de la plaza de Nacogdoches una estatua en bronce de cuerpo entero nos recuerda al emprendedor Antonio Gil y Barbo en pie y posición arrogante vestido con elegante casaca y traje de nuestro siglo de la Ilustración.76 Como recuerdo de la Historia de España están en el Camino Real de los Tejas la extraordinaria ciudad de San Antonio y la Misión de San Agustin llenas de herencia española. En Texas hubo más de cuarenta Misiones franciscanas y iglesias, entre ellas la de San José, comparable en belleza a las Misiones de San Javier del Bac en Arizona y Santa Bárbara en California.77 En este Camino está también el recuerdo de páginas importantes en la Historia de Texas, como la batalla de El Álamo en la Misión San Antonio de Valero en San Antonio,, y de los ilustres pioneros americanos, Samuel Houston y Stephen Fuller Austin que dejaron su nombre en importantes poblaciones y de David Crockett que lo dejó en un Condado. Los caminos españoles que no tienen el título de “National Historic Trails”. En la relación presentada se pueden echar en falta cuatro caminos españoles que tendrían merecimientos para ser considerados también como Caminos Históricos Nacionales de los Estados Unidos, que son: el gran camino de Francisco Vázquez de Coronado de 1540-42, que está en estudio para su designación oficial, una vez que los historiadores se pongan de acuerdo sobre la identificación exacta de su trazado, y que se ha retrasado porque es cierto que como tal camino no tuvo uso posterior, aunque una parte del mismo, la que está en Arizona y por la que actualmente discurre la carretera U.S. 191 ya ha sido reconocida y está calificada como “Coronado Trail Scenic Byway”, el camino que siguió Eusebio Kino en su “paso por tierra” a California de 1698, para demostrar que Baja California estaba unida al continente, que en parte importante queda en territorio de México, el “Camino Real de Santa Fe a San Antonio”, desde 29 Nuevo México a San Antonio, y el “Camino Real de las Misiones de Alta California”,que aunque coincida en parte con el camino de Juan Bautista de Anza merece ser considerado independiente. El Camino Real de Santa Fe a San Antonio”. Respecto al Camino Real de Santa Fe a San Antonio, el primer recorrido completo con ánimo de establecer un camino claramente definido entre estas dos poblaciones, fue el de Pedro Vial del 4 de octubre de 1786 al 26 de mayo de 1787 realizado por encargo del gobernador de Texas Domingo Cabello. En el diario de este viaje que está en el Archivo General de Simancas y que su antiguo Director Amando Represa ha publicado en uno de sus libros78, se describen el paisaje y los accidentes geográficos, en especial los ríos y los puntos donde se podía encontrar agua, y también se hace referencia al clima y se advierte de los intensos fríos y grandes nevadas en el mes de enero en Santa Fe y sus alrededores. El interés principal de este diario, aparte de las descripciones geográficas, está en las observaciones humanas sobre los indios, tema en el que Vial siempre pone la máxima atención. Vial se da cuenta de que los indios a menudo discutían por minucias o cosas insignificantes, y que era necesario repetirles las cosas muchas veces, y por ello dedica largas oratorias a persuadirles de cómo deben comportarse y de las ventajas de la amistad con España. En su diario Vial hace observaciones sobre las costumbres indias de “chupar la pipa”, “bailar la pipa”, cortar cabelleras, las señales por medio de humo, el nomadismo estacional, los remedios indios para curar enfermedades de los que él mismo se benefició, de las cacerías de bisontes y de la forma de vivir en los poblados. Vial según su diario recorrió en este viaje 453 leguas que era bastante más de la distancia en línea recta entre San Antonio y Santa Fe porque dio varios rodeos que se apreciaron en el mapa que entregó al gobernador. A lo largo de su viaje Vial pasó por poblados y rancherías de indios y propuso apoyarse en ellos para mantener la paz en la zona revitalizando el antiguo presidio o fuerte de San Sabá, o en su defecto fundar un nuevo poblado español en el río de Pederna. Ya se comentó antes que la distancia recorrida por Vial era bastante superior a la real entre San Antonio de Béjar y Santa Fe y así se podía apreciar en el plano que entregó con su diario, y por ello el gobernador de Nuevo México dispuso que se hiciese un nuevo viaje de ida y vuelta por otra persona, que aprovechase la información de Vial, pero que encontrase un camino más corto. El escogido para esta misión fue José Marés, que el 31 de julio de 1787 partió de Santa Fe acompañado de Cristóbal de los Santos que había hecho el viaje anterior de descubierta con Vial, y el intérprete indio Alejandro Martín. Marés llegó a San Antonio de Béjar el 8 de octubre del mismo año, y realizó el regreso de San Antonio de Béjar a Santa Fe entre el 18 de enero y el 26 de abril del año siguiente 1788. Los diarios de estos dos viajes están en el Archivo General de Simancas y se reproducen en el libro de Amando Represa79. Según estos diarios, en el camino de ida entre Santa Fe y San Antonio de Béjar Marés recorrió 373 leguas, y en el de regreso entre San Antonio de Béjar y Santa Fe 325, distancias inferiores a la del diario de Vial, que fue 453 leguas, quizás porque Marés se aprovechó del mejor conocimiento adquirido con Vial y pudo acortar. Hay un buen estudio de los viajes de Marés en un libro de Loomis y Nasatir80. Después de Marés hubo otro recorrido exploratorio entre San Antonio de Béjar y Santa Fe, realizado nuevamente por Pedro Vial en su regreso del viaje de Santa Fe a Natchitoches en la Louisiane francesa. El tercer caminante entre Santa Fe y San Antonio al que dedicamos atención fue Francisco Amangual que en 1808 hizo el viaje de ida y vuelta, saliendo de San Antonio el 30 de marzo, en camino directo a Santa Fe, a la que llegó el 19 de mayo, y regreso a San Antonio a donde llegó el 23 de diciembre del mismo año de 1808, pasando por el fuerte de San Elizeario en la proximidad de El Paso en el Río Grande. El viaje de Amangual fue dispuesto por el Comandante General de las Provincias Internas Manuel Salcedo a propuesta del Gobernador de Texas 30 Antonio Cordero y Bustamente81, atendiendo a dos objetivos importantes, uno el contrarrestar la propaganda de la expedición estadounidense de Lewis y Clark que ya fue mencionada en párrafos anteriores, y otro mostrar que España tenía todavía ejército y fuerza en la zona, y por ello Amangual fue con doscientos hombres, que eran muchos para lo que se acostumbraba, en un momento en que los Estados Unidos estaban pensando en reclamar a España todas las tierras de Texas hasta el Río Grande que ellos interpretaban estaban incluidas en los límites poco definidos de la Louisiane que acababan de comprar a Francia. El original del diario de Amangual se conserva en el Archivo General de la Nación en México. El diario de Amangual es el más extenso y más detallado de todos los diarios que han sido mencionados en esta parte, y su autor probablemente el más “ilustrado”, y este diario tiene mucho interés para conocer las relaciones políticas que en aquella época había en Nuevo México, Texas y Louisiana frente al nuevo vecino Estados Unidos.. El “Camino Real de las Misiones de Alta California”. Por último nos queda el “Camino Real de las Misiones de Alta California” que con una longitud de unas 600 millas, es decir unos mil kilómetros, une a las 21 Misiones establecidas según el plan de Fray Junípero Serra a partir de 1769. Este es el Camino Real que tiene más recuerdos para el Autor de esta Conferencia por el tiempo feliz que vivió, hace ahora casi cuarenta años en una de las ciudades por las que pasa, con Misión de nombre español, que es San Luis Obispo, a mitad de camino entre Los Ángeles y San Francisco. Este Camino Real y las Misiones en Alta California se tratarán con más detalle en una próxima conferencia y lo único que ahora se puede hacer es animar a todos los oyentes a que lo conozcan personalmente y visiten las Misiones y presidios unidos por él, que por otra parte es el camino más fácil de recorrer actualmente en automóvil de todos los mencionados. 31 BIBLIOGRAFÍA REFERENCIADA ALMARAZ, Félix, Arco de defensa: La Comandancia General de las Provincias Internas de la Nueva España y su impacto en Texas, 1772-1821. Incluido en la publicación Norteamérica a finales del siglo XVIII: España y los Estados Unidos, Fundación Consejo España-Estados Unidos. Coordinador Eduardo Garrigues López Chicheri. Marcial Pons, Madrid 2008. BANNON, John Francis. Bolton and the Spanish borderlands. University of Oklahoma Press. Tercera edición 1974 BARDAVÍO, José María, California empieza en Aragón, (Francisco Garcés), Comisión Aragonesa Quinto Centenario 1988. BENAVIDES, Fray ALONSO. Memorial de 1630. 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Their expedition through Colorado, Utah, Arizona , and New Mexico in 1776, University of Utah Press, Salt Lake City 1995 WEBER, David J., La frontera norte de México, 1821-1846. El sudoeste norteamericano en su época mexicana, Fondo de Cultura Económica, México, 2ª edición 1988. 33 REFERENCIAS EN EL TEXTO 2 FERNÁNDEZ DURO p. 123 BANNON p. 32 4 BANNON p.301 5 Herbert E. Bolton escribió muchas obras sobre la Historia de lo que llamó las “borderlands” o tierras de frontera españolas en el Oeste norteamericano y creó escuela para que sus discípulos continuasen su labor. Una visión muy completa de las obras de Bolton con sus datos biográficos y lista bibliográfica está en el libro de su discípulo John Francis Bannon con el título “Bolton and the Spanish Borderlands”, primera edición 1964. 6 Bolton en BANNON, p. 332 7 Marvin Mikesell,“Comparative Studies in Frontier History”, citado por JIMÉNEZ en Nota 62, p. 465 y Weber p. 370 8 JIMÉNEZ p.172 9 ALMARAZ, p. 69 10 JIMÉNEZ p.182 11 JIMÉNEZ p.179 12 WEBER, p. 20 13 JIMÉNEZ p.166 14 REPRESA, p. 119 15 SERRANO Y SANZ, p. 87 16 California State Landmark nº568, colocada en Algondes Road Highway cerca del puesto de frontera de Andrade en Imperial County. 17 GARCÍA REGALADO p. 47 18 MILLER p. lii 19 MANZANO p. 207 20 HAMMOND, p. 28 21 CRESPO FRANCÉS, p.49-52 22 CRESPO FRANCÉS, p. 56 23 CRESPO FRANCÉS, p. 119 y siguientes. 24 CRESPO FRANCÉS, p. 56 25 CRESPO FRANCÉS, p. 185, nota 1 26 LYNCH, p. xx y 5 27 BOLTON The Padre on horseback. p.13 28 BOLTON The Padre on horseback. p. 73. 29 BOLTON The Padre on horseback. p. 64-67. 30 BANNON p. 218 y 219 31 BANNON p. 212 32 VENEGAS tomo 1º, p. 166 nota (1) 33 BOLTON The Padre on horseback. p. 84 34 FERNÁNDEZ SHAW p. 483 35 http://www.padrekino.org/index.htm 36 GARCÍA REGALADO p.166 37 GARCÍA REGALADO p.167 38 HERNÁNDEZ SÁNCHEZ BARBA p. 87 39 BARDAVÍO p.37 40 HERNÁNDEZ BARBA p.95 41 CORDES p.16 42 CHAPMAN p.304 43 TEGGART p. 10 44 TEGGART p. 24 45 GÁRATE www.therapure.com/anza-trail/spa/spanish.htm 46 SHARP The Juan Bautista De Anza Trail, p. 13 de 25 47 TEGGART p. 34 48 SHARP The Juan Bautista de Anza Trail p.17 de 25 49 BANNON p.283. y BARDAVÍO p.53. ( Se trató de una hazaña excepcional nunca superada, ni tan siquiera igualada, en toda la historia de las expediciones de los pioneros hacia la costa del Pacífico ni antes, ni durante, ni después de la fiebre del oro)”. 50 HERNÁNDEZ SÁNCHEZ BARBA p. 131 51 HERNÁNDEZ SÁNCHEZ BARBA p.119 52 HERNÁNDEZ SÁNCHEZ BARBA p.129 3 34 53 REPRESA p. 99 REPRESA p. 99 55 REPRESA p. 89 y siguientes. 56 http://anza.uoregon.edu/siteindex.html 57 BARDAVÍO p. 13 58 BANNON p. 259 59 BANNON p. 47 60 BANNON p.268 61 GALVIN p.XII 62 WARNER p. vii 63 WARNER p. 120 nota 387 64 WARNER p. 680 65 LOOMIS, p.xxiii 66 LOOMIS, p.414, 418, 419 y p.535 y siguientes 67 LOOMIS, p. xxiii y p.536-540 68 LOOMIS p. xxiii y p. 449 y siguientes 69 BERNABEU p.40, nota 1 70 CORDES, p. 117 71 FERNÁNDEZ SHAW p. 427 72 FERNÁNDEZ SHAW p. 428 73 www.elcaminorealtx.com 74 FERNÁNDEZ SHAW p. 363 75 FERNÁNDEZ SHAW p. 415 76 CARDELÚS, p. 149 77 FERNÁNDEZ SHAW p. 52 y p. 671 78 REPRESA, p. 29 y siguientes. 79 REPRESA, p.43 y siguientes. 80 LOOMIS, p. 288 y siguientes. 81 LOOMIS, p. 461 54 35 CAMINANTES Y CAMINOS EN LA FRONTERA DEL OESTE NORTEAMERICANO ESPAÑOL 1519 – 1821 Luis Laorden Jiménez Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos Valencia 22 de diciembre de 2009 Siguiendo el camino de Juan Bautista de Anza en Arizona… EL OESTE NORTEAMERICANO Desde Saint Louis en el río Mississippi hasta San Francisco en la costa del océano Pacífico hay 3.500 kilómetros aprox. Desde Santa Fe en Nuevo México hasta Ciudad de México hay 2.500 kilómetros aprox. 2 NUEVA ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII “Nuevo Mapa Geográfico de la América Septentrional perteneciente al Virreynato de México por D. José Antonio de Alzate y Ramírez…” en 1767 3 FRONTERA EN EXPANSIÓN PLUS ULTRA Las columnas de Hércules con la leyenda “Plus Ultra” en la fachada del Ayuntamiento de Sevilla LA MONEDA ESPAÑOLA Y EL SIMBOLO DEL DÓLAR Peso de plata español de Felipe V, 1752.. Escudo de armas de la ciudad de Zacatecas otorgado por Felipe II el 20 de junio 1588 Escudo actual de España Símbolo del Dólar según Andy Warhol FRONTERA DE “INCLUSIÓN” La labor de los Misioneros: El dilema CRUZ o CORONA El emblema franciscano en la puerta de la Misión de San José de Laguna en Nuevo México. “Recopilación de Leyes de los Reynos de Las Indias”, 1681 El emblema jesuita ‐ Los Tratados de paz con las naciones indias ‐ Las Ferias de comercio con los indios PRESIDIOS DE FRONTERA Plano del presidio de Nuestra Señora de Loreto en La Bahía, Texas, fundado por el marqués de San Miguel de Aguayo en 1772. AGI, Mapas y Planos, México 115. Plano del presidio de San Antonio de Béjar fundado por el marqués de San Miguel de Aguayo en 1772. AGI, Mapas y Planos, México 117. Plano del nuevo Presidio de San Francisco en agosto de 1776, por José Moraga. SHM Cartografía de Ultramar, carpeta II, nº 130. RECORRIDOS DE INSPECCION DE LOS PRESIDIOS EN EL GRAN NORTE DE NUEVA ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII Pedro de Rivera Villalón 1724 – 1728 3.084 leguas. Fuente: JIMÉNEZ pág. 161 Cayetano María Pignatelli Rubí Corbera y San Climent, Marques de Rubí con el Ingeniero Nicolás de Lafora. 1766 – 1768, 2.936 leguas. Fuente: JIMÉNEZ pág. 175. LA FRONTERA NORTE DE NUEVA ESPAÑA EN 1771 Mapa del Ingeniero militar Nicolás de Lafora en 1771 después de acompañar al Marqués de Rubí en su viaje de inspección de los presidios en la frontera de 1766 a 1768. Servicio Histórico Militar, Cartografía de Ultramar, carpeta II nº 122. 9 LA COMANDANCIA GENERAL DE LAS PROVINCIAS INTERNAS Y EL ARCO DEFENSIVO EN LA FRONTERA NORTE (1776) “Reglamento de Presidios” de 1772, ALMARAZ, “Norteamérica finales sig. XVIII ….” p.69 FORTIFICACIONES EN EL RÍO MISSISSIPPI Plano de la fortificación de la Plaza de Nueva Orleans, 1794. SHM, Cartografía de Ultramar, carpeta II, nº 110 Plano del Castillo de San Felipe de Placaminas y Fuerte Borbón en el río Mississippi. Año 1795. SHM, Cartografía de Ultramar, carpeta II, nº 111. RECUERDO DE LOS PRESIDIOS ESPAÑOLES EN LA ACTUALIDAD Presidio de San Luis de Amarillas en la Misión de San Sabá, Texas. Fot. Borja Cardelús. Presidio de Tucson, Arizona. Presidio de La Bahía en Goliad, Texas. Fot. Borja Cardelús. Murallas españolas de Tucson, Arizona. NUEVA GALICIA (1529) Y NUEVA VIZCAYA (1554) ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA 1528‐1536 Monumento a Alvar Núñez Cabeza de Vaca en el Parque “Cuatro Siglos” de Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua, México. 14 EL MITO DE LAS SIETE CIUDADES DE CIBOLA Mapa del cartógrafo mallorquín Joan Martínez hacia 1578 Mapa “Granata Nova et California” de Corneille Wytfliet con las “Septem civitatum Patria”en 1597 FRANCISCO VAZQUEZ DE CORONADO 1540‐1542 17 Fuente: John Miller Morris.Narrative of the Coronado Expedition. The Lakeside Press. Chicago 2002 JUAN DE OÑATE, EL ULTIMO CONQUISTADOR, EN 1598 Grupo escultórico “La Jornada” en Albuquerque (NM) En el Camino Real de Tierra Adentro hacia Taos en Alcalde (NM) Detalle de la “La Jornada” en Albuquerque (NM) En el aeropuerto de El Paso (TX) ÁCOMA LA BATALLA DE ÁCOMA en enero de 1599 Gaspar Pérez de Villagrá, autor de la “Historia de Nuevo México“, retrato colocado en la sede de la “Historical Society of New México” de Santa Fe en 1924. (Twitchell). Vista aérea de Ácoma, “la ciudad en el cielo” Interior de una “kiwa” Misión de San Esteban Rey en Ácoma EL CAMINO DE JUAN DE OÑATE A LA MAR DEL SUR EN 1605 La Roca de El Morro en Nuevo México Luis Laorden con Ted Cooley en la Roca de El Morro, octubre 2008. 21 JUAN DE OÑATE “PASO POR AQUÍ…” “pasó por aquí el adelantado don juan de oñate a el descubrimiento de la mar del sur a 16 de abril de 1605” ALGUNAS DE LAS FIRMAS DE CAMINANTES DESPUÉS DE JUAN DE OÑATE EN LA ROCA DE EL MORRO Luján en 1632 Diego de Vargas en 1692 después de la reconquista de Zuñi Gobernador Juan de Eulate en 1620 LOS INDIOS “PUEBLO” Pueblo de Taos en la actualidad Símbolo Zia en la bandera de Nuevo México Símbolo Zia en el Capitolio del Estado de Nuevo México en Santa Fe. El indio Po´pay en el “National Statuary Hall” del Congreso en Washington. Ramón García Jurado en 1709 EL JESUITA PADRE EUSEBIO KINO (1687‐1711) “EL PADRE A CABALLO” EN LA PIMERIA ALTA Viajes del Padre Eusebio Kino en la Pimería (1687 – 1711). Fuente León‐Portilla, p. 114 Los viajes del Padre Kino en Nueva España (1681 – 1711) Fuente: Bolton p.112 Estatua del Padre Kino en el “National Statuary Hall” de Washington El Padre Kino en Tucson. SEGUNDA EXPEDICIÓN DE JUAN BAUTISTA DE ANZA A ALTA CALIFORNIA 1775‐1776 Mapa del Padre Pedro Font que acompañó a Juan Bautista de Anza en 1775‐1776 26 EL RECUERDO DE JUAN BAUTISTA DE ANZA EN LA MISION DE SAN JOSÉ DE TUMACACORI EN ARIZONA Luis Laorden y Donald T. Garate en San José de Tumacacori. Oct. 2008 La Misión de San José de Tumacacori hacia 1929. Fuente: FORREST pág. 245 Soldado de “cuera” en el presidio de Tucson D. T. Gárate en el “Anza trail”, Arizona. La Misión de San José de Tumacacori en la actualidad EL FRANCISCANO FRAY FRANCISCO GARCES 1738‐ 1781 28 Fuente: John Galvin y Alejandro Salafranca. Diario de Exploraciones en Arizona y California (1775‐1776). Edit. Algazara 1996 LOS FRANCISCANOS DOMINGUEZ Y ESCALANTE EN 1776 Iglesia de Santo Tomás en Abiquiu, Nuevo México Recorrido de los frailes Francisco Domínguez y Francisco Vélez de Escalante desde Santa Fe, en 1776 Plano de Bernardo de Miera y Pacheco, rumbo al Noroeste y Oeste de Nuevo México, 1776 29 LOS CAMINOS DE SANTA FE AL MISSISSIPPI EN EL CAMBIO DEL SIGLO XVIII AL XIX Pedro Vial (1755‐1814), José Marés y Francisco Amangual (1739‐1812) 30 EVOLUCIÓN DE LAS FRONTERAS EN AMÉRICA DEL NORTE. CAMINOS ESPAÑOLES ‐ “NATIONAL HISTORIC TRAILS” CAMINOS QUE ESTÁN 1. Camino Real de Tierra Adentro 2. Camino de Juan Bautista de Anza 3. Camino Real de los Tejas 4. Camino de Santa Fe 5. El Viejo Camino Español Los caminos españoles que son “National Historic Trails” representados sobre un Mapa de Alexander Von Humboldt editado en México en 1822 CAMINOS QUE FALTAN • Camino de Francisco Vázquez de Coronado • El “paso por tierra” • Camino Real de Santa Fe a San Antonio • Camino de Santa Fe a Sonora • Camino Real de los dos Océanos. 32 LOS CINCO CAMINOS ESPAÑOLES QUE SON “NATIONAL HISTORIC TRAILS” DE LOS ESTADOS UNIDOS Camino de Santa Fe (1987) El Viejo Camino Español (2002) Camino de Juan Bautista de Anza (1990) Camino Real de Tierra Adentro (2000) Camino Real de los Tejas (2004) EL CAMINO DE SANTA FE. “SANTA FE TRAIL” (1987) Desde Santa Fe en Nuevo México a Saint Louis en Missouri, 1.203 millas (1.937 kilómetros). EL CAMINO DE JUAN BAUTISTA DE ANZA “ANZA TRAIL” (1990) La parte en los Estados Unidos va desde Tubac en Arizona hasta San Francisco en California tiene una longitud de 1.200 millas (1.930 kilómetros) y se debe considerar también la parte en México desde Culiacán hasta Tubac de unos 800 kilómetros. La parte del “Juan Bautista de Anza, National Historical Trail” en los Estados Unidos. EL CAMINO REAL DE TIERRA ADENTRO (2000) La parte en los Estados Unidos desde El Paso en el río Grande hasta Santa Fe tiene 404 millas (667 kilómetros) a la que debe añadirse la parte en México desde Ciudad de México hasta El Paso con 1.900 kilómetros. Mapa: Borja CARDELÚS, La huella de España y de la cultura hispana… p. 159 EL VIEJO CAMINO ESPAÑOL “OLD SPANISH TRAIL” (2002) Alternativas del “Viejo Camino Español” Desde Santa Fe en Nuevo México a Los Ángeles en California, 2.700 millas (4.100 kilómetros) Mapa del Viejo Camino Español, Fuente: Leroy R. Hafen “Old Spanish Trail” EL CAMINO REAL DE LOS TEJAS “CAMINO REAL DE LOS TEJAS, National HistoricTrail”(2004) Fuente:. National Park Service. La parte del Camino Real de los Tejas en Estados Unidos va desde Natchitoches en la frontera del Mississippi hasta el río Grande, frontera con Mexico, y tiene 2.580 millas (4.200 kilómetros), y se debe considerar la continuación en México hasta Saltillo y el Camino Real de Tierra Adentro en México. El Camino Real de los Tejas hasta su conexión con su continuación en México, que se podría llamar “Camino Real de Tierra Afuera del Oriente” Mapa: José Cisneros en Félix ALMARAZ “Tragic Cavalier” Texas A.M. University 1991. EL “PASO POR TIERRA” DEMUESTRA QUE CALIFORNIA NO ES UNA ISLA Jesuita Eusebio Kino por tierra en 1699 Jesuita Fernando Consag por mar en 1746 Fernando VI establece por Decreto en 1747 que California no es una isla 39 EL CAMINO REAL DE LAS MISIONES EN ALTA CALIFORNIA Mapa mostrando las 21 misiones a lo largo del Camino Real en Alta California 40 MISIONES EN NUEVO MEXICO, TEXAS,LA PIMERIA ALTA (ARIZONA Y SONORA),BAJA CALIFORNIA Y ALTA CALIFORNIA MISIONES EN ALTA CALIFORNIA San Luis Obispo San Francisco de Asís San Diego de Alcalá Santa Bárbara San Gabriel Arcángel San Juan de Capistrano San Luis Rey de Francia San Antonio de Padua San Carlos Borromeo del Carmel Santa Inés San Juan Bautista San José de Guadalupe 42 MISIÓN DE SAN LUIS OBISPO DE TOLOSA EN CALIFORNIA 43