Dimensión - Servicio Jesuita a Migrantes México

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Dimensión - Servicio Jesuita a Migrantes México
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Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, en el periodo 2006-2012
Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral
de la Movilidad Humana, en el periodo 2006-2012
SÍNTESIS:
INFORME DE ACTIVIDADES
DE LA DIMENSIÓN PASTORAL
DE LA MOVILIDAD HUMANA,
EN EL PERIODO 2006-2012
30/11/12 16:14
Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral
de la Movilidad Humana, en el periodo 2006-2012
Primera edición: diciembre de 2012.
ISBN: 978-607-00-6352-7
Síntesis: Informe de actividades de la
Dimensión Pastoral de la Movilidad
Humana, en el periodo 2006-2012
D. R. © Dimensión Pastoral
de la Movilidad Humana
Calle Tenayo núm. 37
esq. Avenida Ricarte
Colonia Tepeyac Insurgentes
C. P. 07020
México, D. F.
Impreso en México
La portada
En la imagen simbolizamos la espiral que representa un ciclo de labor pastoral bajo la responsabilidad de Monseñor Rafael Romo Muñoz, como parte de la misión que el Señor nos confía.
Con el color rojo evidenciamos el sufrimiento inmenso de muchos y muchas. El verde alude
a la esperanza en un mundo de justicia y de amor. El color dorado hace patente la unidad de todos y todas, agentes, migrantes, familias y comunidades que vivimos entre el sufrimiento y la
esperanza. Las manos unidas son la contraparte que con la sangre de Cristo nos renueva: es el
triunfo de la vida sobre la muerte, la resurrección que se vive día con día, que manifiesta la integración de todos y todas como Iglesia caminando hacia la construcción del Reino de Dios.
El Espíritu Santo, representado por las llamas, ha acompañado este ciclo iluminando la voluntad de ser incluyentes, preferencialmente con los excluidos; pues como nos dice Aparecida: en el
reconocimiento de su presencia y cercanía (inclusión), y en la defensa de sus derechos se juega la
fidelidad de la Iglesia a Jesucristo. (cfr. AP 257).
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Tenayo No. 37, Esq. Av. Ricarte Col. Tepeyac Insurgentes, 07020 México, D.F. Tels. (55) 5517-2204 / 5517-2411
www.movilidadhumana.org movildad-humana@hotmail.com / movilidad.humana@yahoo.com.mx
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Introducción
En este documento, nos damos a la tarea de presentar los
frutos que como discípulos del
Señor estamos llamados a reconocer y a dar continuidad.
Han sido seis años de labor de
la Dimensión Pastoral de la
Movilidad Humana (DPMH),
compuesta por todas y todos
los agentes, discípulos misioneros elegidos por el Señor,
que en la Iglesia de México
acogen a la población migrante, sus familias y comunidades, en diferentes obras
pastorales.
El texto que aquí presentamos incluye los pasos y contenidos generales de un ejercicio que analiza el fenómeno migratorio y su contexto, la práctica pastoral, los principios que la rigen y la
respuesta que hemos dado, para sistematizar la labor pastoral en vistas a una mejor práctica.
Enfatizamos el esquema conceptual que organiza los principios evangelizadores y de promoción
humana que sustentan el Ser y el Quehacer de la DPMH. Este doble hilo conductor será clave en
la interpretación de nuestro trabajo pastoral e indispensable para hacer una evaluación correcta
de la manera como el Ser de la Dimensión se ha expresado en su Quehacer para responder a la
misión de la Iglesia, siguiendo los principios establecidos en su Doctrina Social (DSI).
El método participativo de sistematización que propusimos está permitiendo desde ahora ver
la misión como tiempo de gracia y mirarnos en un espejo para crecer en la comunión a través de
una reflexión conjunta, enriqueciendo nuestro sentido de pertenencia.
El diseño metodológico incluyó la participación de las y los agentes en diferentes momentos.
Primero, enviamos un cuestionario de catorce preguntas a cincuenta y seis obras pastorales. Preguntamos, entre otros temas, sobre la dinámica del fenómeno migratorio, el contexto que rodea
su trabajo, las acciones que llevan a cabo cotidianamente, los retos que enfrentaron, su participación en la Iglesia local, la conformación de sus equipos pastorales, la vinculación con otros actores y sus propuestas para mejorar nuestro trabajo.
Los objetivos de la sistematización son los siguientes:
Objetivo general
Identificar la forma como la DPMH ha participado en la tarea evangelizadora de la Iglesia en el
ámbito de la experiencia migratoria, durante los últimos seis años, siguiendo los principios de su
Doctrina Social que fundamentan nuestra misión, con el propósito de afianzar nuestros aciertos
y corregir nuestros errores.
Objetivos específicos
1. Analizar el trabajo de la DPMH, entre 2006 y 2012, profundizando en las maneras
específicas como implementa su misión.
2. Analizar la respuesta de la DPMH a los retos que le presenta el escenario de violencia
que rodea la experiencia migratoria.
3. Mostrar los signos de esperanza que han surgido durante este periodo.
4. Identificar los errores estratégicos y tácticos que dificultan el logro de nuestros objetivos.
5. Visibilizar las diversas maneras como la DPMH contribuye a la misión evangelizadora
de la Iglesia Católica.
6. Involucrarnos en un ejercicio participativo de auto-reconocimiento y reflexión sobre
lo que hacemos y hacia donde caminamos.
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7. Elaborar, a partir de este ejercicio, materiales diversos (manuales formativos, currícula para talleres e instrumentos para la planeación estratégica) que apoyen la gestión de las obras, el acompañamiento pastoral y la formación de las y los agentes.
El esquema del texto es el siguiente:
1ra. Parte
La primera parte introduce el contexto actual en donde se desarrolla el periodo y concluye
con la presentación de los desafíos.
2da. Parte
La segunda parte muestra la respuesta de la Iglesia, continúa con el ser y la finalidad de la
Pastoral de la Movilidad Humana y concluye con la exposición de los retos ad-intra
3ra. Parte
En la tercera parte se busca concretar un modelo de atención para la DPMH; pretende ser una
generalización teórica (sistema de ideas, conceptos y símbolos) que emerge de la Doctrina Social
de la Iglesia (DSI).
4ta. Parte
En la cuarta parte se somete lo vivido a una interpretación crítica y auto-crítica y por último se
propone un camino para llegar a una mejor práctica.
Queremos subrayar que, aunque el equipo del Área de Sistematización de la DPMH facilita el
ejercicio, dando seguimiento y unificando la reflexión para ofrecerla a sus miembros, somos todas y todos los agentes de pastoral quienes, con nuestra participación, realmente construimos
este recuento de nuestra experiencia. Esperamos que esta sistematización contribuya a mejorar
nuestro quehacer, identificando fortalezas, así como las áreas que debemos apuntalar, con una
visión procesual de los cambios deseables y posibles, reconociendo que no hay esfuerzo pequeño ni trabajo menor, mientras responda a un actuar en comunión que sea guiado por la Palabra
de Dios.
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Primera Parte
La constitución pastoral
Gaudium et Spes (GS 4) promulga el deber de escrutar
los tiempos actuales para encontrar en medio del sesgo
dramático, los signos de esperanza y las aspiraciones,
que representan la presencia
del Reino en el mundo actual.
Los
Signos
de los
tiempos
Entre la
violencia
extrema y
los signos de
Esperanza
1.1. Rasgos dramáticos de los signos de los tiempos en la experiencia
migratoria
Las y los migrantes, sus familias y comunidades viven en medio de una violencia extrema. Al migrante se le ha visto como mercancía, manifestando una total deshumanización. Éste es el sesgo
dramático de nuestra época. Un ejemplo de ello son los múltiples actos de agresión contra migrantes en tránsito que hemos registrado en los estados de Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, San
Luis Potosí y Coahuila, que muestran no solamente la violencia sino la extrema crueldad que se
ejecuta contra ellas y ellos. Entre otros sucesos cruentos, está el hallazgo en mayo pasado, en
Cadereyta, N.L., de cuerpos humanos mutilados, y la inolvidable – y aún sin esclarecer – masacre
de migrantes de agosto de 2010, en San Fernando, Tamaulipas. Otro ejemplo del trato cruel son
los secuestros: de abril a septiembre del 2010, la CNDH documentó un total de 214 eventos de
secuestro que resultaron en 11,333 víctimas (según el testimonio de víctimas y testigos de los
hechos), pero estima que puede haber muchos más.
El crimen organizado ha sistematizado y controlado todas las partes del flujo migratorio. Su
presencia es palpable en diferentes lugares y las diversas organizaciones criminales controlan el
tráfico por todo el país; se incrementan las agresiones físicas y los secuestros, acompañados de
extorsiones a las familias.
En este escenario se encuentran igualmente las servidoras y las servidores públicos; aunque
muchos de ellos se han concientizado sobre la problemática y se han comprometido a apoyar
acciones encaminadas a dignificar la experiencia migratoria. Podemos decir que la actuación positiva de algunos de ellos y ellas es fruto de nuestra misión evangelizadora, que alcanza a las
personas de buena voluntad que se encuentran en las estructuras de gobierno, quienes movidas
por razones de fe, apoyan a las diversas obras pastorales. Otras lo hacen por razones humanitarias, convencidas del valor social de nuestra labor. Y en otros casos las mueve el cumplimiento del
deber.
Sin embargo, lastimosamente, observamos en un número muy significativo de servidoras y
servidores públicos una conducta reiterada de indiferencia hacia muchas de las necesidades de
las personas migrantes y una evidente negligencia en la realización de sus responsabilidades relacionadas con la protección, provisión de servicios básicos, tramitación de documentos y seguimiento a procesos de investigación de delitos, entre otros. Hay servidores públicos que, en vez de
cumplir con su deber y protegerlas en contra de actos delictivos, las asaltan, las venden o las
entregan a secuestradores. La labor de acercamiento de la Dimensión a organismos de gobierno
y la respuesta positiva de algunos de ellos palidece ante la magnitud de la problemática de violencia y corrupción, de ignorancia y negligencia.
Las políticas migratorias en México y en Estados Unidos se caracterizaron por ser restrictivas
y represivas. La barda fronteriza simboliza esta situación: sólo en dos años se incrementó al doble
la altura que tenía. En México, se hablaba de respeto y de protección, al tiempo que se aumentaban las estaciones migratorias. A pesar de la insistencia de la DPMH y de muchas organizaciones
de la sociedad civil en la necesidad de asumir el respeto a los derechos humanos como el principio fundamental de leyes y políticas, y de haber participado incidiendo para la creación y apro-
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bación de la Ley de Migración, el esfuerzo no ha sido suficiente y la falta de voluntad política no
ha permitido logros más significativos.
1.2. El proceso migratorio en el periodo
Los motivos para migrar se diversificaron durante este tiempo: carencia económica, violencia que
viven las personas y familias en sus lugares de origen, así como condiciones emergentes, entre
ellas: cambios violentos en los gobiernos de los países de origen, huracanes, crisis económicas o
políticas, etc. Las personas emigran también por ser víctimas de persecución o por preferencias
sexuales, por hostigamiento de bandas del crimen organizado (como maras salvatruchas y cárteles de la droga), por escapar de la justicia cuando han cometido delitos en sus países de origen y,
los menos, por vivir una aventura.
Se diversifican también los perfiles de las personas que emigran. Entre los nuevos perfiles de
la migración encontramos: personas migrantes con orientaciones sexuales no ortodoxas que necesitan nuestra acogida; quienes padecen enfermedades estigmatizadas socialmente, como las
personas con discapacidad motriz y mental y las que viven con VIH. Otro grupo, que es cada vez
más visible, es el de “los habitantes del tren” o también denominados “migrantes en situación de
tren”. No llegaron a su destino original y por tanto, ya no tienen propiamente a dónde llegar.
Otros muchos son las y los que se quedan en la línea fronteriza, sin esperanza de entrar a Estados
Unidos. Éstos se encuentran casi en estado de indigencia y tienen problemas diversos de salud.
La DPMH acompaña desde las comunidades de origen hasta su destino, a los migrantes, sus
familias y comunidades. En este proceso encontramos los siguientes grupos:
Migrantes jornaleros con visa H-2A, a quienes acompañamos desde hace aproximadamente
dos años. Hemos conocido sus ilusiones de ir a trabajar y apoyar a sus familias y la decepción por
los abusos, los engaños de los reclutadores falsos, las violaciones a sus derechos y la incertidumbre por la falta de seguridad laboral. Las visas H-2 se implementaron por los Estados Unidos para
proporcionar mano de obra flexible y barata a sus empresarios, principalmente del campo, para
trabajar en ese país de manera temporal. A pesar de constituir una alternativa de migración regular, el programa está plagado de irregularidades. En la mayoría de los casos, las y los trabajadores no denuncian los abusos, por temor a no volver a ser contratados dentro del programa de
trabajo.
Migrantes en tránsito. Hemos encontrado cambios significativos en este grupo. Observamos
la proliferación de varones en edad de trabajar, acompañados por su familia. Esta nueva tendencia ha significado un aumento del número de mujeres, jóvenes, niñas y niños, así como de personas de la tercera edad. El noventa por ciento de las personas que llegan a nuestras obras son
nacionales de Honduras. Muchas de ellas llegan en condiciones deplorables: hambrientos, con la
ropa desgastada, los zapatos rotos, sin dinero para continuar el viaje y en condiciones delicadas
de salud física y mental. A veces, padecen enfermedades que ameritan tratamiento urgente o
algún tipo de monitoreo, como en los casos con malaria o VIH. Llegan también personas con secuelas psicológicas sumamente graves, debidas a experiencias de violencia extrema. El cruce
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fronterizo entre México y Estados Unidos constituye en sí mismo un peligro y deja a algunos con
lesiones físicas serias, debido al tamaño de la barda fronteriza.
Los y las migrantes deportados. En el gobierno del presidente Obama se ha tenido la mayor
cantidad de deportaciones. Las y los migrantes deportados también son víctimas de secuestro y
extorsión, tanto en Estados Unidos como en México. Además, han sido estigmatizados en las
ciudades fronterizas, debido en parte a la propaganda que se ha hecho de que se está repatriando a criminales convictos. Las deportaciones masivas también han provocado la desintegración
de las familias. Vemos a muchas mujeres que salen deportadas, después de haber vivido más de
veinte o treinta años en Estados Unidos; son separadas de sus hijos e hijas, lo cual conlleva daños
emocionales para todas las personas involucradas. La iglesia ha hecho un gran esfuerzo por atenderlos, dando respuestas pastorales en las comunidades de retorno para su inserción en la comunidad. Es igualmente considerable la respuesta y creatividad pastoral que ha tenido la Iglesia para
acompañar y atender a las personas migrantes deportadas en la zona fronteriza del norte. Las
obras pastorales del norte cambiaron sus destinatarios y se convirtieron en receptoras de personas deportadas de los Estados Unidos en un 90%, y sólo el 10% de quienes atienden son migrantes en tránsito por México.
Las comunidades también se han modificado; uno de los factores de este cambio es la violencia, que ha ocasionado una migración forzada, entre otras cosas. Además, existen dificultades en
las familias que permanecen en la comunidad, a pesar de recibir remesas. El problema principal
es que la circularidad migratoria ha cambiado: hay personas que no han visto a sus familiares
hasta por 20 años. Estas familias sufren separación familiar, soledad y tristeza. Quienes regresan
no se reintegran con facilidad a las comunidades. Además, alrededor de algunas obras que eran
de tránsito, encontramos asentamientos humanos, pues a pesar de la violencia y las dificultades,
muchas de nuestras comunidades, especialmente las fronterizas, son lugares que aceptan al forastero, dándole oportunidad de iniciar una nueva vida. Encontramos, pues, actitudes de generosidad, de acogida, de preocupación por las personas migrantes y de amor por los necesitados. De
esto se ha visto favorecida la labor pastoral.
Al mismo tiempo, en un sector de la sociedad encontramos actitudes xenofóbicas, de discriminación y de verdadero odio hacia las personas migrantes y sus familias. Los hechos recientes
de violencia contra migrantes en Lechería llegaron al límite de obligar a la Iglesia a cerrar la Casa
del Migrante, para evitar una masacre de parte de la población. Es importante que vayamos pasando de un sistema de rechazo, de estigma y de xenofobia hacia un reconocimiento del hermano y una práctica de la acogida, de la bienvenida.
1.3. Los signos de esperanza
En medio de las desilusiones y de los conflictos que atraviesan las y los migrantes, sus familias y
comunidades, encontramos signos de esperanza que alientan e interpelan a nuestra Iglesia.
La determinación de las personas migrantes y sus familias de construirse un mejor futuro nos
dice que el ser humano no se queda conforme con las carencias, busca algo más. Como caudal de
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río que tiene que salir al mar, así las mujeres y los hombres aspiran a tener mejores condiciones
en todos los ámbitos y a superar las limitaciones que no les permiten desarrollarse.
El flujo migratorio continúa, como continúan también las muestras de solidaridad. El camino
del migrante es signo del camino de liberación, que no se detendrá hasta alcanzar la patria definitiva en la casa del Padre. Las promesas que el Señor hizo a Abraham siguen vigentes y los hombres y las mujeres tienen el legítimo derecho de buscar su satisfacción.
Es también una invitación a ver la necesaria unidad en la diversidad. El trabajo pastoral que
realizamos con las personas migrantes, sus familias y comunidades proclama dicha aspiración de
unidad, reconociendo en cada persona un valor inapreciable y una igualdad incuestionable, y
celebrando también la riqueza que proviene de la diversidad.
Atestiguamos el compromiso de quienes luchan por la dignidad de los más desfavorecidos y
el testimonio de quienes denuncian a servidores públicos corruptos y a criminales. Vemos una
creciente sensibilización y respuesta de diversos actores. El apoyo y solidaridad manifestada delinean una nueva sociedad que emerge en torno a nuestros hermanos y hermanas migrantes, sus
familias y sus comunidades. Esta nueva sociedad constituye un llamado a la Iglesia para ser acompañante.
Son alentadoras las aspiraciones eclesiales que vivimos en la Pastoral, que promueve el amor
manifestado en la caridad sin fronteras, en la alegría de servir a nuestros hermanos y hermanas
en situaciones de vulnerabilidad y en la inquietud de transformar las estructuras de odio y de
injusticia por estructuras de inclusión y de equidad. Esta Iglesia es esperanzadora, acompañante,
sufriente y resucitadora; es transformadora y profética. Es interpelada y llamada a asumir estos
signos como una oportunidad que el Señor nos da para crear una sociedad incluyente, comprometida con la inclusión de los excluidos.
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1.4. La línea de tiempo
Fueron muchos los acontecimientos que tuvieron lugar en estos seis años y han sido relevantes
para nuestro quehacer. Algunos correspondieron al contexto social y político y otros fueron producto de nuestra labor pastoral. En el Anexo 2 se hace una cronología de ellos. A continuación,
presentamos una línea de tiempo con los más relevantes:
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1.5. Los desafíos
El logro de una sociedad incluyente y el acompañamiento integral a las personas migrantes presenta importantes desafíos, los cuales orientan el camino para la reconstrucción del tejido y la
transformación sociales. Comprendemos la importancia de unificar esfuerzos, de despertar la
generosidad y la transformación social, por eso los desafíos involucran a la sociedad, a las autoridades, a los diferentes poderes del estado y a la Iglesia.
Desafíos ad-extra
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Segunda Parte
En el año 2009, Monseñor Rafael Muñoz alentaba a los agentes pastorales:
"El gozo es grande porque, en
medio de las dificultades económicas, políticas y sociales
que actualmente vivimos, [los y
las agentes pastorales] mantienen la esperanza y continúan
fieles al servicio de Nuestro Señor Jesús difundiendo el Rostro
del Padre amoroso en estos
momentos en que consideramos que la migración es el kairós de nuestros tiempos"
Monsr. Rafael Romo Muñoz
La respuesta
de la Iglesia
y el Ser de la
Dimensión
Pastoral de
la Movilidad
Humana
2.1. La respuesta de la Iglesia
En medio del contexto de violencia y sin esperar algo a cambio, sintiéndose llamados por el Señor, sectores de las Iglesias locales y de la gente de buena voluntad actuaron de forma humana,
solidaria, cercana y fraterna con las personas migrantes. En un primer momento, respondieron a
las necesidades inmediatas con acciones muy básicas, como compartir el pan, dar vestido y descanso, principalmente para el extranjero que pasaba. Las necesidades, el crimen y la persecución,
muy al contrario de lo que pudiera pensarse, como sucedió con la Iglesia de los primeros años,
favorecieron la apertura, creatividad y transformación de obras pastorales, además de acciones
de colaboración entre las diócesis.
En el segundo aniversario de la obra pastoral de Tlaxcala, una señora de la comunidad nos
comentó que tenía más de quince años dando de comer a las personas migrantes: trece años
antes de que naciera la obra. Además, nos dijo que a pesar de las dificultades que implicaba actualmente, se seguía organizando con sus vecinas para continuar haciéndolo.
Actualmente, en tiempos de crisis, de violencia extrema y persecución, las obras se han incrementado considerablemente:
Las Obras Pastorales que integran la DPMH
Antes del 2006 A finales del periodo de Monseñor Rafael Romo Muñoz
La mayoría de estas obras
atendían a personas migrantes en tránsito y deportación. Sesenta y tres obras, las cuales incluyen albergues – es decir, cuentan con
dormitorio para los destinatarios – comedores, con programas de atención
para la salud y programas de vinculación con centros educativos.
Seis centros de derechos humanos.
Treinta y dos diócesis que atienden principalmente a las familias de las personas migrantes, a las y los migrantes que retornan, y canalizan a quienes
lo requieren para atención a problemáticas especiales, relativas a la salud
mental o temas legales, entre otras. Algunas de ellas atienden a migrantes
en las estaciones migratorias.
Siete diócesis están atendiendo por primera vez el tema de jornaleros agrícolas con visa H-2A.
32 obras pastorales
integradas a la DPMH.
Un total de 108 obras pastorales
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Como hemos visto, se han diversificado las respuestas y por tanto, las obras pastorales. Esto
significa que la Iglesia quiere estar presente y acompañar el proceso migratorio desde su origen
hasta su destino.
Las obras pastorales son grupos compuestos por agentes (laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas), apoyados por personas de buena voluntad, que realizan una acción pastoral con un proyecto de atención y acompañamiento a favor de las personas migrantes, sus familias y comunidades. Están guiadas por un espíritu ecuménico y se vinculan a diversas instituciones para su
profesionalización, tratando de mantener una colaboración interdisciplinaria. Es importante anotar que, para responder a los desafíos del escenario de violencia extrema, las obras han cambiado
sus perfiles, reconociendo que su compromiso cristiano les implica ser defensoras de los derechos humanos y atendiendo a las víctimas de los delitos.
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Mapa 1
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Mapa 2
Las zonas pastorales constituyen, junto con el Obispo responsable y su Secretaria ejecutiva, la
estructura nacional de coordinación y acompañamiento cercano a las obras para poder atender
las necesidades de los agentes pastorales y de las obras de la DPMH, dada la amplitud del territorio nacional. Son tres las zonas pastorales: norte, centro y sur (Mapa 3). Cada zona se divide en
dos sub-zonas, cada una de las cuales tiene un coordinador; las y los coordinadores acompañan
de manera más cercana la misión y fortalecen el trabajo de las obras de manera particular y en
conjunto de la zona. Entre ambos coordinadores/as de zona convocan a una reunión anual y
coordinan un día del taller nacional.
El Secretariado, como centro y representante de la comunidad (DPMH), está al servicio de las
obras y de los agentes, así como de las personas migrantes y sus familias y comunidades. Desde
el principio de su gestión, se planteó como objetivo el promover la visión del migrante como signo e instrumento de nueva humanidad, a través de la red de agentes, de las diócesis, arquidiócesis y provincias. De este modo, además de promover la pastoral, se iba logrando su integración
en la atención de los migrantes, sus familias y comunidades (obras de origen, tránsito, destino,
deportación y búsqueda de no localizados). Otro objetivo muy puntual fue consolidar las áreas de
atención que brinda: promoción humana, jornaleros, enlace regional y sistematización.
En el año 2008, a petición de los obispos de México y Estados Unidos, el secretariado convocó
a los obispos responsables del área de migrantes de las Conferencias Episcopales de México, Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe al primer Encuentro Regional.1 El 2009 marca un proceso de crecimiento con la apertura de la Oficina de Promoción Humana y la consolidación del
trabajo con la Iglesia Regional, con lo cual se dio un crecimiento notable en la incidencia y la defensoría. Se realizó trabajo de incidencia con autoridades y, principalmente, con el Poder Legislativo para modificar el Art. 138 de la Ley General de Población, que no diferenciaba el delito de
tráfico de personas de la labor humanitaria. En el 2010, se inicia el acompañamiento a los jornaleros agrícolas, a través de un proyecto auspiciado por CRS llamado “Jornaleros Agrícolas SAFE,
Jornaleros Huéspedes con Visa H-2A”. También se establecen las áreas de Enlace Regional (2011)
y Sistematización (2011). Todos estos cambios y crecimientos son una respuesta que la iglesia
está dando a los desafíos actuales.
1
El pasado mayo se llevó a cabo el quinto Encuentro.
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Mapa 3
En la entrevista que tuvimos con Monseñor Romo Muñoz, responsable de la Dimensión, nos
expresó su reconocimiento por el trabajo desempeñado, acompañado por el señalamiento respetuoso de las omisiones. Nos recuerda que no estamos solos, que el fenómeno migratorio y las
problemáticas que plantea han alcanzado tal magnitud que son cada vez más quienes los conocen y están en disposición de solidarizarse con quienes lo necesitan. A pesar del camino que
queda por andar, reconoce que el trabajo de la Iglesia está rindiendo frutos, de diversas maneras.
Además de expandir nuestro campo de acción hacia problemáticas específicas como las de jornaleros agrícolas y búsqueda de migrantes no localizados, hemos logrado importantes colaboraciones con instituciones del país y, sobre todo, con las pastorales de otros países, promoviendo así
vinculaciones necesarias para atender a nuestros hermanos y hermanas migrantes y sus familias.
Don Rafael enfatiza el carácter de campo de nuestro trabajo y reconoce que la magnitud y la
urgencia pastoral de la labor es grande y demanda una mayor participación de los pastores. Al
respecto, considera que la DPMH cumpliría más cabalmente con su labor si recuperara su lugar
de Comisión Episcopal, para contar con la colaboración directa de más obispos.
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2.2. El Ser de la DPMH
Analizar el Ser de la DPMH nos brinda la posibilidad de describir su misión y su finalidad, y nos
ayuda a encontrar los desafíos que se originaron al interior de la Iglesia.
La primera constatación es que el fenómeno migratorio es una constante histórica en cada
continente, y la historia de la salvación no es la excepción. Abraham caminó porque el Señor se
lo pidió buscando la satisfacción de las promesas que Él le hizo: descendencia, prosperidad (bendición) y alianza. Dicta la oración del pueblo: nuestro padre es un arameo errante (Dt 26: 5); ésta
es una identidad histórica. Se nos dice, igualmente, que la migración no está exenta del sufrimiento y las y los migrantes encuentran dificultades para integrarse a donde llegan, por ejemplo,
los egipcios impusieron dura servidumbre al pueblo israelita. La violencia se repite de múltiples
formas en diversas culturas; aquí lo ilustramos con el testimonio de un migrante protegido en
Saltillo: “Éramos como unos 20 cuando llegamos a Coatzacoalcos y fuimos secuestrados por
hombres armados y encapuchados. Nos llevaron a un lugar oculto, nos desnudaron y nos golpearon con tablas pidiéndonos los teléfonos de nuestros familiares. Nadie respondió. Entonces nos
llevaron junto a un pozo de cemento con agua, lleno de cocodrilos. Arrastraron hasta la orilla del
pozo a uno de nuestros compañeros y delante de nosotros, dos sicarios lo despedazaron a machetazos y aventaron sus miembros a los cocodrilos”. Nuestra fe nos dice, sin embargo, que la
historia no termina en el sufrimiento sino en la redención. El pueblo clama a Yahvéh y Él le responde liberándolo, a través de personas que lo acompañan siempre en el camino, manifestándole su amor.
Cuando Jesús aparece en la historia, se pone igualmente de camino, se presenta migrante,
con una vida de aparente incertidumbre e inestabilidad: “Mientras iban caminando, uno le dijo:
‘te seguiré a donde quiera que vayas’. Jesús le dijo: ‘las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9,57). Jesús se acompaña de
las y los más pobres y excluídos, se hace uno de ellos; reúne a un grupo de personas y crea una
nueva comunidad, un nuevo pueblo en donde son aceptados todas y todos, y muestra que Dios
nuestro Señor está siempre cerca del ser humano, preferencialmente del oprimido y excluido.
Sufrió su muerte en pobreza y exclusión: “Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el espíritu” (Jn 19: 30).
Esta radicalidad manifiesta que el Señor no quiere el sufrimiento, sin embargo, nos acompaña
en todo nuestro caminar, en los momentos de mayor soledad, de mayor aflicción y crueldad y de
mayor sufrimiento: el Señor nos acompaña y vence la muerte resucitando. Ya no estamos solos y
el sufrimiento y la crueldad no tienen la última palabra, sino la vida y la comunión a través del
perdón que Dios ya otorgó para todos. Es significativo que quien le reconoció como Hijo de Dios
en la cruz fue un romano, que representa al opresor. Esto quiere decir que ahora el mensaje de
comunión es para todos, judíos y no judíos; oprimidos y opresores están llamados a integrarse en
una unidad que respete la diversidad, manteniéndolos unidos a través de la caridad y del perdón,
del respeto a su dignidad de hijos e hijas de Dios, de pertenecer todos y todas al Reino de los
Cielos y buscar el bien común, a pesar del miedo, la persecución y el odio. Éste es el propósito de
nuestra pastoral: crear esas nuevas comunidades, integrar a todos y todas, y transformar la sociedad a través de la justicia y de la dignidad humana elevada a la de hijos e hijas de Dios.
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De acuerdo con la estructura de la Iglesia en México, la Pastoral de la Movilidad Humana
(PMH) es una de las siete dimensiones que integran la Comisión Episcopal para la Pastoral Social.
En su área de migrantes, la DPMH tiene como misión acompañar pastoralmente a las personas
migrantes y sus familias y comunidades –“rostros sufrientes que nos duelen”2 —anunciando la
Buena Nueva a todos y todas, independientemente de su credo, y promoviendo a la persona
humana, a través de la solidaridad y la caridad sin fronteras. Las y los agentes de la Pastoral de la
Movilidad Humana son todos los que, siendo personas de Iglesia – obispos, sacerdotes, laicos y
laicas, religiosos y religiosas – colaboran con el Señor en la doble misión de evangelización y de
promoción humana, a través de su atención a personas migrantes, sus familias y comunidades.
La DPMH aglutina a todas las obras pastorales y a todas y todos los agentes que participan en su
misión.
En su tarea Evangelizadora anuncia el Evangelio a personas creyentes, a quienes profesan
otros credos y a no creyentes, a través de la acogida, de la comunión y de la caridad sin fronteras.
La promoción humana, por su parte, busca “llevar al hombre y a la mujer a pasar de condiciones
menos humanas a condiciones cada vez más humanas, hasta llegar al pleno conocimiento de
Jesucristo (cfr. PP, 20-21)”.3 Está basada en la convicción de que la transformación social procede
de la fe y de la caridad (cfr. GS 42): “se trata de dos dimensiones fundamentales que han de equilibrarse continuamente –profundizarse y penetrarse—para evitar que la una prevalezca sobre la
otra, que la una vaya sin la otra”.4
Parte fundamental de la misión de la DPMH es una apertura estratégica de trabajo que incluya a múltiples agentes y sectores de la sociedad civil. La pastoral de migrantes debe ser interdisciplinaria e interinstitucional; debe estar presente en los espacios en los que se discute sobre la
dinámica social y se toman decisiones que la afectan.
La DPMH como pastoral de la Iglesia colabora con la misma finalidad que ésta, es signo visible
y actuante de la salvación en el mundo. La PMH crea una red de Iglesias en el origen, el tránsito
y el destino, formando comunidades que acojan a todos sus miembros, incluyendo a los excluidos, en la persona de los y las migrantes, sus familias y comunidades, respetando sus legítimas
diferencias y encontrando su “propia patria” precisamente en la Iglesia.5 Una finalidad primordial es integrar a las y los migrantes y a sus familias a la comunidad y acompañarlos en esta integración.6 La PMH, como parte de la Pastoral Social, conlleva además la finalidad de transformar
a la sociedad hacia la justicia, fraterna y solidaria, como signo del Reino de Dios. A través de
nuestra labor pastoral comprometida con las y los migrantes, logramos con ellas y ellos la emergencia de un nuevo sujeto en la historia, que interroga las estructuras basadas en la exclusión y
la explotación de unos por otros y propone, al tiempo que la va construyendo, una forma de vivir
solidaria e incluyente.
2
AP 65.
Santo Domingo, Conclusiones 162.
4
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes La Evolución de la Pastoral de la Movilidad Humana y sus perspectivas para el futuro, http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/migrants/documents/rc_pc_migrants_doc_2003036_
evolucion_marchetto_sp.html (PCPEI).
5
EMCC 27.
6
Ibid., 42.
3
36
2.3. Los desafíos ad-intra de la Iglesia
La respuesta y el Ser de la DPMH nos permitieron encontrar los desafíos que se generaron al interior de la Iglesia en el periodo. Y son los siguientes:
Desafíos ad-intra
37
Tercera Parte
Determinaremos el Quehacer, sistematizando nuestra
actividad ordinaria, haciendo
una generalización teórica
(sistema de ideas, conceptos
y símbolos) que emerge de la
DSI, de los objetivos de nuestro Ser y de interpretar los procesos vividos, es decir, de la
"práctica reflexionada" (praxis).
Nuestro
Quehacer
Pastoral de la
DPMH
El
modelo de
atención
3.1. El Quehacer de la DPMH
Para sistematizar nuestro Quehacer es necesario que veamos cómo se realiza la evangelización y
la promoción humana en la PMH, incorporando a la práctica pastoral la DSI:
La evangelización en la PMH se realiza en siete momentos:
• El encuentro con Dios. En los y las migrantes y sus familias, destrozados por las injusticias y la violencia, vemos a Jesús en su pasión y muerte,7 resucitando también con
ellos en el día a día. Como discípulos oímos a Dios y lo vemos en las obras pastorales
encarnado en el otro.
• La caridad. A través de la caridad evangelizamos y nos evangelizamos, es la caridad
que surge de Dios y que permite reconocer su presencia.8
• La Formación. Principalmente kerygmática, la formación parte de la experiencia, manifiesta la presencia de Dios y lleva al compromiso en la fe. Nos valemos de los ejemplos, que son vivencias muy intensas que confrontan al sistema y a todos quienes
quieren hacer del migrante una mercancía.
• La liturgia. Conmemoramos la vida y la muerte de nuestro Señor con nuestros hermanos y hermanas migrantes. Celebramos una liturgia llena de esperanza.
• Discípulo-Misionero. Se trata de llevar a la madurez de la fe en el compromiso, reconociéndose como discípulo-misionero del Señor.9
• La vida comunitaria. Las obras pastorales son modelos de sociedad incluyente, signos
visibles del reino, lugares de comunión entre las y los agentes, las personas migrantes,
sus familias y Dios nuestro Señor.10
• La transformación social en el compromiso por la justicia y la liberación. Es el resultado de la evangelización e implica un proceso de conversión del corazón. Sin una conversión es imposible una verdadera liberación, por eso conlleva el anuncio de Jesucristo.11
La promoción humana en la PMH se realiza en seis momentos:
• Ejercicio emergente de la caridad. Los y las migrantes, las familias y las comunidades
requieren este servicio de emergencia, que les proporcionamos con una atención directa en nuestras obras o canalizándolos a instancias especializadas. El escenario actual exige un estado de emergencia permanente.12
7
Cfr. AP 65.
Cfr. CV 2, 15.
8
9
11
12
10
Cfr. AP
Cfr. EMCC. 56.
Cfr. EN 31-36.
Cfr. EN 32.
41
• Recuperación física y mental. Las obras son espacios de recuperación en todos los
sentidos. En la alegría y la acogida de quienes los reciben, se recuperan; para este fin,
se procura la oración y el diálogo pastoral o con personas profesionales.13
• La protección de la dignidad humana. Implica incidir en los gobiernos de todos los niveles.
• Compartimos sus riesgos, los defendemos implicando a nuestras personas, reconociendo la dignidad de ser hijos e hijas de Dios, como Cristo nuestro hermano.14
• La integración ó comunión. Se da a través de espacios que acogen; las obras crean
ambientes de familia, considerando a todos como hermanos y hermanas, aceptando
las diferencias y dando posada a quien no la tiene.15
• La formación. En las obras, cada acción que realizamos es formativa y complementa el
proceso de la evangelización, principalmente en los campos humano y social, además
de la capacitación sobre diversos temas, como primeros auxilios o administración del
tiempo, o algún oficio.
• La transformación social. La liberación no sólo es un camino espiritual; debe expresarse en la transformación social, y la promoción humana lleva al auténtico compromiso
por construir todos y todas una verdadera civilización del amor.16
3.2. El modelo de atención
En el modelo de atención sintetizamos, por la unidad intrínseca que existe entre la evangelización
y la promoción humana, los siguientes seis elementos:
i)
ii)
iii)
iv)
v)
vi)
ejercicio emergente de la caridad;
espacio de encuentro con Dios;
espacio de recuperación;
espacio de formación;
espacio de protección;
espacio de integración (posada que acoge).
Cuando hacemos caridad, se trata tanto evangelización como promoción humana. Sucede
igualmente cuando se habla de formación, puesto que consideramos a la persona de manera
integral. La integralidad de nuestra labor toma forma en cada acto de acogida a nuestros hermanos y hermanas migrantes y sus familias. Todos estos momentos son dimensiones que definen
nuestra labor pastoral en su totalidad. La liberación y transformación son la finalidad social del
modelo de atención. Se logran a través de todo el proceso, favoreciendo la integración de las y los
excluidos en la comunidad.17
13
Cfr. EMCC 28.
Nos dice EMCC, 27: “...llevan a subrayar algunos importantes desarrollos teológicos y pastorales, a saber: la centralidad de la persona
y la defensa de los derechos del hombre y de la mujer emigrante y de los de sus hijos...”
14
15
Cfr. Presentación de la instrucción EMCC.
Cfr. EN 31-36.
17
EMCC, 42.
16
42
El modelo de atención es una síntesis de los elementos (“espacios”) prácticos y doctrinales
(nuestro Ser y Quehacer) que componen nuestra labor de acogida y lo concebimos como un “Oasis”, en medio de la desolación que rodea buena parte de la experiencia migratoria. El oasis (las
obras pastorales y la DPMH en su conjunto) es una “fuente de vida” un lugar en donde “vivir la
plenitud del amor y conducir a todos al encuentro con Aquel que es el Camino, la Verdad y la
Vida”.18 Como se muestra en la siguiente imagen:
18
Cfr. AP 350.
43
Red local, nacional y regional
Imagen 4
3.3. Las áreas del Secretariado
El Área de Promoción Humana atiende a migrantes de origen mexicano (repatriaciones y desaparecidos); migrantes extranjeros (víctimas de secuestro, víctimas de trata, solicitantes de asilo,
refugiados, apátridas, su regularización migratoria; y agentes de la pastoral. Su objetivo es apoyar
a las y los agentes pastorales del Área de Migrantes en las acciones de atención, promoción, capacitación y defensa de la dignidad humana de las personas migrantes, considerando a los agentes de la Pastoral como actores cruciales del posicionamiento público del tema migratorio en
México, generando cambios legislativos e incidiendo con los diferentes actores gubernamentales
para que las y los agentes puedan laborar sin contratiempos.
El Área de Enlace Regional pretende consolidar la comunión pastoral y hacer una sistematización de las obras a nivel regional, que permita conocer cómo la Iglesia va dando respuesta al
tema migratorio y cómo nos estamos vinculando en las diferentes áreas pastorales en la región.
Integra a las obras desde el origen hasta el destino y apoya a las obras pastorales de la región,
contribuyendo a la atención a las personas migrantes y sus familias, a través de sus secretariados.
Surge de la necesidad de la Iglesia de trabajar pastoralmente en comunión, de manera más organizada, vinculando a las Iglesias de origen, tránsito y destino, para responder a la misión que el
Señor nos ha confiado.
El Área de Jornaleros, atiende a migrantes jornaleros con visas H-2A y a sus familias que permanecen en la comunidad. El proyecto inicia en tres diócesis (San Andrés Tuxtla, Ver., Irapuato,
Gto., y Matehuala, SLP) y se ha extendido ha otras diócesis. Entre sus objetivos están: 1) Documentar los abusos a los que son sometidos los trabajadores migrantes temporales que entran al
programa de “trabajadores huéspedes” (trabajadores agrícolas temporales con Visa H-2A) en los
Estados Unidos, identificando las principales violaciones a sus derechos, así como robos y vejaciones que sufren; 2) Dar acompañamiento y canalización a otras instancias; 3) Prevenir y reducir
los abusos por parte de los enganchadores, contratistas y empleadores; 3) Sensibilizar a autoridades locales y federales para que el tema de migrantes jornaleros sea atendido; 4) Construir
vinculaciones con otras organizaciones para ser más efectivos; y 5) Proponer cambios en las políticas de ambos gobiernos para que los derechos humanos y en particular los laborales de estos
trabajadores sean respetados.
El Área de Sistematización responde al escenario actual, promoviendo una comunicación
efectiva entre las obras pastorales, información compartida entre las mismas y con otros actores
involucrados en humanizar la experiencia migratoria. Su objetivo es apoyar el trabajo de cada
obra, a través del fortalecimiento de sus labores de servicio pastoral y contribuir a la sistematización de las obras, generando el “Sistema de Información, SIPAM”, que ayude a la comunicación
entre ellas, la búsqueda de personas migrantes no localizadas y la identificación y visibilización de
las condiciones de deshumanización del fenómeno migratorio. Ofrece también propuestas para
una mejor atención y gestión de las obras.
45
Cuarta Parte
Los signos de los tiempos, los
desafíos, las estructuras y el
modelo de atención se completan con la evaluación y la
proyección de una experiencia mejorada. Esta última parte la preparamos con las
aportaciones de la asamblea
en el XIII Taller Nacional e incoporando las propuestas
que se enviaron estos meses.
Caminando
hacia una
mejor
práctica
4.1. Ejercicio de análisis de logros y aspectos a mejorar
i. Análisis de logros como respuesta estratégica a los desafíos
Se logró el acompañamiento pastoral integral (desde la comunidad de origen hasta su destino) y
radical a la persona migrante, a su familia y comunidad. Se llevó a cabo a través de mejorar la
atención, en la medida en la que se pasó de la mera asistencia al acompañamiento en otras áreas
de la persona. Se establecieron vínculos con otros actores, tales como hospitales públicos, para
que los atiendan correctamente. También con preparatorias y universidades, beneficiándose del
trabajo de servicio social, prácticas profesionales y participación de voluntarios. En varias obras
se han logrado involucrar el arte, la cultura, la poesía y la música como esparcimiento, pero también como medios de formación.
El Secretariado incrementó su equipo de trabajo, pasando de cuatro a diecisiete personas,
para responder mejor a las necesidades de las obras pastorales.
En la evangelización realizamos una labor muy kerygmática, es decir, marcada por el primer
anuncio, por mostrar testimonialmente, a través del ejercicio de la caridad, que el Señor no nos deja
solos, ni a los migrantes, ni a sus familias, ni a quienes nos comprometemos con ellos. En las personas migrantes y sus familias hacemos manifiesta la presencia amorosa de Dios nuestro Señor.
Hemos contribuido a erradicar la vulnerabilidad ocasionada por la situación de violencia, ayudando a las personas migrantes a reconocerse como sujetos, a través de fortalecer el registro de
personas y las agresiones que sufren. Las obras pastorales han mejorado significativamente su
seguridad y se ha fortalecido paulatinamente el apoyo entre las obras en momentos de emergencia, principalmente relacionados con ataques de grupos criminales y con acciones de agresión de
la comunidad local. Para este fin se logró entablar el diálogo con diversas instituciones del gobierno mexicano e internacionales, para la pronta respuesta en momentos críticos. Se ha promovido
la investigación de casos denunciados y se ha logrado que la CNDH y la CIDH dicten medidas
cautelares para las obras pastorales o algunos de sus miembros. Además, hemos aprovechado la
notoriedad de algunos de nuestros pastores y agentes para difundir nuestro trabajo y, en particular, para denunciar los efectos más indignos en contra de las personas migrantes.
El Área de Promoción Humana del Secretariado ha sido crucial para mantener la vinculación
con instituciones como PROVÍCTIMA, SIEDO, UETMIO, CISEN y otras para el seguimiento de casos
de secuestro y otros delitos cometidos en contra de las personas migrantes. Ha apoyado a las
obras en momentos de emergencia, principalmente relacionados con ataques de grupos criminales y con acciones de agresión de la comunidad local. En conjunción con otros grupos de la sociedad civil, se logró que se tipificara el delito de secuestro de migrantes, en 2010. Se participó en el
Informe sobre Secuestro de Migrantes de la CNDH, en 2009.
El diálogo con la comunidad local ha permitido contribuir para erradicar la precariedad de las
condiciones socio-económicas, logrando donativos fijos en especie y en dinero. Se han consolidado grupos de movimientos eclesiales que apoyan con alimentos en varias de nuestras obras, entre ellas, Tierra Blanca, Matías Romero, Torreón y San Nicolás.
49
En cuanto a comprometer a las y los agentes pastorales de la iglesia en la importancia del
trabajo con migrantes y sus familias, se ha logrado la inserción de la comunidad parroquial y pastoral de la diócesis y de la comunidad local. En diversas diócesis, se está trabajando para difundir
el proyecto Jornaleros con Visa H-2A. Además se tienen proyectos binacionales que involucran a
diversas diócesis, sobresalen el de Nogales, Sonora, con Nogales, Arizona, y el de Ciudad Juárez
con algunas diócesis de Texas. Además, algunas obras tienen contacto con iglesias europeas,
como Adveniat (Secretariado y algunas obras), la Iglesia de Alemania apoya nuestra labor, tanto
para el día a día de la misión, como para la construcción de casas nuevas o mejoras en las ya
existentes. Participando en el ecumenismo, se han entablado diálogos fructíferos y logrado apoyos puntuales con diversas iglesias. Para la atención humanitaria en Saltillo, por ejemplo, cristianos no católicos han contribuido con donaciones, aportaciones monetarias y horas de servicio en
el albergue. El Secretariado ha participado en esta labor mediante labores de capacitación en la
Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM), por cinco años consecutivos.
En la tarea de asumir radicalmente el papel de nuestro ser cristiano en la defensa y promoción
de una sociedad más justa y fraterna que no excluya a nuestros hermanos y hermanas migrantes
y sus familias, se hizo labor de sensibilización y formación a la comunidad local sobre los derechos
de las y los migrantes y sus familias. En las obras, pasamos de la asistencia humanitaria a asumir
la responsabilidad de abogar por las personas migrantes, como defensores y promotores de sus
derechos. En muchas de las obras se cuenta con un área de atención legal y defensoría. Se entablaron y fortalecieron relaciones con autoridades de primer nivel del Ejecutivo Federal, del Senado de la República, de organismos nacionales e internacionales y de la sociedad civil, así como de
la Iglesia en la región, para fortalecer las leyes y políticas a favor de las personas migrantes y sus
familias. Se cabildeó para la modificación y creación de normas jurídicas que reconocieran los
derechos de las personas migrantes y de sus defensores. Hemos contribuido a poner en la agenda pública nacional la problemática de la migración en tránsito.
Además, ha habido cambios en la legislación de nuestro país, producto en parte de la labor de
incidencia del Secretariado y de la Dimensión en su conjunto, en unión con muchas organizaciones de la sociedad civil.
La Secretaria Ejecutiva comenta sobre lo que implicó la incidencia y la visibilización:
En estos seis años, el trabajo ha sido con los cuerpos diplomáticos de Centroamérica y de la
Comunidad Europea; la voz de la Iglesia ha sido muy escuchada y también muy solicitada, sobre
todo en el tema de conocer la realidad que viven las y los migrantes. El trabajo que hemos estado
haciendo con algunas oficinas de los consulados centroamericanos ha sido de mucho apoyo y de
mucho acompañamiento para dar una respuesta eficaz y eficiente a los migrantes y sus familias;
tarea que también con la Comunidad Europea se viene dando. Me parece es muy importante
resaltar esto pues la voz de la Iglesia sigue siendo una voz directiva o una voz que va marcando el
caminar en su ocupación de atender y acompañar a los y las migrantes en su transito por México.
50
ii. Ejercicio de análisis de aspectos para mejorar
La violencia que vive México afecta directamente a hombres y mujeres migrantes y a quienes
promueven su bienestar. Ataques directos o amenazas son parte de la cotidianidad de la mayoría
de las obras pastorales. Hace falta identificar e implementar estrategias de seguridad adecuadas
a cada obra y a la DPMH en su conjunto.
• Sólo algunas obras pastorales elaboran planes adecuados y realistas sobre las actividades prioritarias y los recursos necesarios para llevarlas a cabo. En general, se enfatiza
la consecución de resultados rápidos y se descuida una visión procesual de nuestro
trabajo.
• En cuanto a la evangelización, hace falta el acompañamiento en la formación, un proceso que se comparta y que se pueda transmitir, incorporando procedimientos y formas didácticas originales.
• Las obras no cuentan con personal suficiente para llevar a cabo sus actividades de
manera adecuada y acceden a recursos materiales de manera inconsistente.
• También podríamos involucrar más a otras pastorales de las parroquias y a otras diócesis.
• Sólo algunas obras mostraron informes periódicos de actividades, principalmente sobre las personas que atienden, los servicios que prestan y los recursos que requieren.
• Hay carencias en la obtención, registro y seguridad de la información. Las obras de la
DPMH no cuentan con una forma homogenizada de registro.
• La comunicación entre las obras pastorales no es consistente, la mayoría no tiene conocimiento sobre la ubicación o las actividades que realizan las demás obras.
• El crecimiento de las obras no es similar ni sistemático. Podemos encontrar maneras
de que las obras nuevas se beneficien de la experiencia de las más experimentadas.
• Específicamente sobre el Secretariado, algunos agentes consideran que le hace falta
fomentar más la inclusión de las zonas pastorales y en particular de algunas obras de
la Zona Norte en el trabajo colectivo.
Es fundamental que comprendamos que llevar a cabo nuestra misión con mayor unidad no
implica perder autonomía. Nos beneficiaríamos al trabajar más de cerca entre nosotros, como con
las demás Dimensiones de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social. Es necesario trabajar en
comunión, y no sólo a nivel local, como lo hacen ya muchas obras, sino también a nivel nacional.
iii. Aspectos adversos al cumplimiento de nuestra misión
El aspecto adverso más preocupante es que muchos sectores siguen provocando la deshumanización de las personas migrantes y sus familias, al grado de tratarlos como mercancías. La excesiva violencia que se ejerce sobre ellos y ellas afecta también a nuestros agentes de pastoral.
Observamos la xenofobia de algunos sectores de la sociedad, frecuentemente manipulados
por los medios de comunicación o incluso por instituciones de gobierno.
51
Otro aspecto es la falta de sensibilización en muchas parroquias, las cuales no conocen nuestra labor pastoral y la llegan a considerar un mero activismo social, poco relacionada con la evangelización.
Debemos también trabajar en un contexto de criminalización de las personas migrantes por
leyes, políticas y prácticas de gobiernos a diferentes niveles territoriales, tanto en Centroamérica como en México y en Estados Unidos. Esto abona a la xenofobia de algunos sectores de la
sociedad, frecuentemente manipulada por los medios de comunicación o por instituciones de
gobierno.
La integración aún incipiente de todas y todos quienes formamos parte de la DPMH detiene
nuestro desarrollo pastoral; existen entre nosotros desconfianzas o faltas de entendimiento o,
simplemente, se nos hace difícil trabajar en colaboración.
Finalmente, nos topamos con la resistencia al cambio, tanto en sectores eclesiales como en
los gubernamentales y en la sociedad en general. Al parecer, nos cuesta trabajo imaginar relaciones más igualitarias que, aunque nos demanden a veces la renuncia a nuestros privilegios, nos
aseguran una convivencia más humana y plena.
4.2. Efectos en la sociedad
Entre los objetivos principales de la Dimensión están la transformación social y la integración de
las personas migrantes, lo que nos exige confrontarnos con la situación que vivimos, para analizar
si nuestra labor pastoral está dando frutos en la sociedad. Comprendemos que van más allá de lo
que podemos ver, no podemos medir los cambios reales en las personas. Pero sí tenemos elementos que nos permiten ver que la sociedad camina hacia una nueva civilización.
Lo más significativo es que muchos migrantes han logrado salvar la vida gracias a las obras
pastorales, cuando llegan con hambre, después de haber sido golpeados o secuestrados. Son
muchos los testimonios en este sentido que nos permiten ver la importancia de nuestra labor.
Gracias a la cual, en muchos lugares las rutas son más seguras.
Igualmente, la búsqueda de migrantes no localizados ha rendido frutos: hemos logrado reunir
a familiares que tenían más de diez años sin encontrar a su ser querido.
Hemos visto cambios sociales en la concepción del fenómeno migratorio en nuestro país, que
identifica los diversos momentos y problemáticas de la migración. Los medios de comunicación
difunden continuamente eventos que evidencian el peligro existente en algunos tramos de la
ruta migratoria.
Hemos contribuido a que las autoridades se vean obligadas a dar una respuesta ante la experiencia tan violenta del proceso migratorio. Dicha respuesta no está siempre apegada a nuestras
demandas, pero toma en cuenta nuestra presión y la de otros para no mantenerse indiferentes
ante el reclamo social cada vez más grande por el cese de la violencia y de los crímenes. Esto in-
52
fluye para que las autoridades proporcionen una respuesta pronta a las situaciones de emergencia que les denunciamos.
Las autoridades que actúan a favor de las y los migrantes y sus familias nos presentan signos
de esperanza de que nuestra (y de otros) labor de concientización con ellas y ellos está dando
frutos. De esta manera, la frustración que a veces experimentamos por no ver avances más rápidos o significativos se torna en voluntad de seguir contribuyendo con el ejemplo al establecimiento de la solidaridad y el respeto a las personas, sin importar su origen nacional o su condición económica.
4.3 Hacia la mejor práctica
Entre las líneas de acción propuestas, colocamos las siguientes como objetivos, considerando
que invitan a proyectar y a dar continuidad a toda la labor pastoral:
1. Trabajar con una mentalidad de comunión, es decir, crear comunidades pastorales
en las obras, en las zonas y en la Dimensión en su conjunto.
2. Mejorar cualitativamente nuestro acompañamiento a las y los destinatarios de nuestra misión a través de la creación de proyectos trienales y programas anuales.
3. Evaluar periódicamente nuestro quehacer para afianzar los logros y corregir las fallas.
Estos objetivos sintetizan las siguientes propuestas de las y los agentes: “Fortalecer a la DPMH
en su conjunto”, a través de la incorporación de “planes y programas” que den dirección a nuestra acción pastoral. Estos planes deben elaborarse de tal manera “que puedan ser evaluados y
nos permitan ver cómo vamos creciendo en nuestra respuesta”. Se trata, pues, de “construir una
agenda de trabajo”, pensando en procesos a corto, mediano y largo plazos. También se sugiere
“incluir [en la planeación] a agentes pastorales, voluntarios y a las personas migrantes, permitiendo ser una Iglesia cercana que acompaña y camina en comunión”.
Estos objetivos implican tres cambios de mentalidad:
A. Practicar un liderazgo y responsabilidad compartidos (en las obras pastorales y en la
dimensión), comprendiendo que quienes evangelizan y promueven al ser humano es
toda la comunidad en su conjunto, cuerpo actuante de Cristo, incluyendo a los y las
migrantes y sus familias como sujetos responsables de su propio proceso vital.
B. Trabajar proyectando, es decir, superar el inmediatismo, identificando estrategias,
recursos y acciones que permitan alcanzar el propósito de nuestra labor.
C. Tener una mentalidad de crítica y autocrítica de la experiencia y de nosotros mismos.
53
A. Mentalidad de comunión
El objetivo es trabajar con una mentalidad de comunión, es decir, crear comunidades pastorales en las obras, en las zonas y en la Dimensión en su conjunto.
Se pretende involucrar a todos y todas en el acompañamiento y en la atención, como corresponsables de la misión. La comunidad pastoral son todos y todas, el consejo son sus representantes. En ambos grupos participarán los siguientes conjuntos de personas:
• El grupo de coordinación o gobierno.
• Comunidad administrativa y organizativa (quienes intervienen directamente en la gestión diaria de la obra).
• La sociedad, la Iglesia Católica y otras, para promover el ecumenismo
• Las personas que atendemos
54
B. Mentalidad de proyecto (de propósito común)
El objetivo es mejorar cualitativamente nuestro acompañamiento a las y los destinatarios de
nuestra misión a través de la creación de proyectos trienales y programas anuales.
Una vez constituida la comunidad pastoral, sigue realizar una planeación estratégica trienal
(PET) y un programa anual (PA). La planeación inicia con un proceso de autoevaluación-diagnóstico y continúa con la definición de los objetivos generales y específicos del quehacer pastoral.
Posteriormente, se diseñan las estrategias, las líneas de acción, las actividades para lograrlas, los
responsables, el cronograma y las evaluaciones intermedias e indicadores de logro. Por último, se
analiza el impacto social que se tendría de lograr los objetivos propuestos. La finalidad de este
apartado de la sistematización no es hacer el proyecto trienal, sino mostrar por dónde se puede
caminar. Esta tarea estratégica que implica diálogo y estructuración corresponde a los coordinadores de zona, con la secretaria ejecutiva y nuestro señor Obispo responsable de la DPMH. El siguiente esquema muestra el crecimiento de la DPMH con una planeación estratégica:
55
Presentamos las líneas de acción que se recogieron de la asamblea, mediante la respuesta a
cuestionarios y durante el XIII Taller Nacional:
56
C. Mentalidad crítica y autocrítica
El objetivo es evaluar periódicamente nuestro quehacer para afianzar los logros y corregir las fallas.
Para poder mejorar nuestra práctica pastoral es necesario implementar una evaluación continua en las obras pastorales y en la DPMH en su conjunto. Es una de las iniciativas más importantes que los coordinadores de la obra y de la Dimensión en su conjunto deben incluir, pues ofrece
los elementos palpables y verificables que permiten mejorar la práctica pastoral. Tiene la finalidad de cotejarse de acuerdo con el modelo de atención y con su capacidad de incidencia en la
transformación social.
57
4.4. Indicadores de avance
Los indicadores nos permiten verificar los resultados de logro que presenta una meta o línea de
acción. A partir de ellos, podemos medir el impacto social de nuestras acciones. Presentamos los
siguientes indicadores de avance:
• La DPMH cuenta con un proyecto trienal favorecido por los coordinadores de la DPMH.
Igualmente lo tiene cada obra.
• Se tienen reuniones cuatrimestrales del equipo coordinador: obispo responsable, secretaria ejecutiva, coordinadores de zona.
• La PMH es considerada eclesialmente como una pastoral con interdependencia y autonomía, es decir, con mayor número de obispos. O como una Comisión Episcopal.
• Participan las Comisiones Episcopales en proyectos comunes.
• Cada diócesis tiene su propia PMH local.
• Cada obra pastoral cuenta con el apoyo de instituciones en la protección de personas
migrantes y agentes pastorales.
• Cada obra pastoral cuenta con protocolos de seguridad.
• Se tienen rutas migratorias seguras, protegidas, que permiten la supresión de la violencia.
• Se tienen nuevas leyes de reconocimiento y protección de migrantes deportados, para
quienes residen en el extranjero y personas desplazadas.
• Los y las migrantes deportados cuentan con una identificación con fotografía que les
permite protegerlos de la corrupción.
• Al final del trienio crece el acompañamiento al proceso migratorio incluyendo: desplazados internos por violencia o desastres y jornaleros agrícolas internos.
• El área de administración y procuración de fondos gestiona exitosamente recursos
para el mejoramiento de la misión.
• Materiales didácticos para la utilización práctica de los resultados de la sistematización del periodo 2006-2012. Y contamos con sistematizaciones de la migración en
tránsito y comunidades de origen.
• Se cuenta con una base de datos de la DPMH y cada vez más obras comparten información.
• El SIPAM presenta un boletín semestral sobre la situación e información de la PMH en
nuestro país.
• Ejercicio participativo de sistematización del período 2013-2016.
58
A manera de conclusiones
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por
una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.
Jn 21: 25.
Muchas cosas ha hecho el Señor a través de nosotros a favor de su pueblo amado. Hemos escrito
las que parecieran más significativas, pero reconocemos que no expresan en su totalidad las
obras del Señor.
Acoger a quienes se acercan a nuestras obras o salir en busca de quienes sabemos están sedientos de buenas noticias, de mensajes esperanzadores, exige una disposición de apreciación y
aceptación del otro. Exige también hacer a un lado prejuicios o ideologías para mostrar que aceptamos vivir nuestra fe e interrogar las doctrinas excluyentes que sustentan leyes y políticas migratorias antiinmigrantes. El ejemplo que las y los agentes ofrecen a las sociedad muestra una manera distinta de comportarse como seres humanos y también como ciudadanos, que ejercen su
derecho a participar en la construcción de una sociedad que respete la dignidad de las personas.
Confiamos en que, más allá de las limitaciones que haya tenido este documento, este ejercicio
de sistematización constituya una semilla de reflexión y contribuya a que nuestra misión se fortalezca en el amor y en la fe.
59
Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral de la Movilidad
Humana, en el periodo 2006-2012, se terminó de imprimir en
diciembre de 2012 en los talleres de
REPRODUCCIONES Y MATERIALES, S. A. DE C. V.,
Presidentes núm. 189-A,
col. Portales, C. P. 03300, México, D. F.
El tiraje consta de 1,000 ejemplares.
PORTADA_SINTESIS_Informe.indd 1
Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, en el periodo 2006-2012
Síntesis: Informe de actividades de la Dimensión Pastoral
de la Movilidad Humana, en el periodo 2006-2012
SÍNTESIS:
INFORME DE ACTIVIDADES
DE LA DIMENSIÓN PASTORAL
DE LA MOVILIDAD HUMANA,
EN EL PERIODO 2006-2012
30/11/12 16:14