cambios en los ensamblajes de murciélagos en un paisaje
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cambios en los ensamblajes de murciélagos en un paisaje
CAMBIOS EN LOS ENSAMBLAJES DE MURCIÉLAGOS EN UN PAISAJE MODIFICADO POR ACTIVIDADES HUMANAS EN EL TRÓPICO HÚMEDO DE MÉXICO TESIS QUE PRESENTA ALEJANDRO ANTONIO CASTRO LUNA PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR EN ECOLOGÍA Y MANEJO DE RECURSOS NATURALES Xalapa, Veracruz, México 2007 2 RECONOCIMIENTOS Esta Tesis no hubiera sido posible sin el programa de becas para estudios de doctorado del CONACyT, producto del esfuerzo del pueblo de México y del cual fui beneficiario (registro N° 159244) durante mi estancia como estudiante de postgrado en el Instituto de Ecología, A. C. Gracias a Bat Conservation International, porque mediante el programa BCI Scholarship 2002, pude adquirir el equipo y materiales necesarios para efectuar esta tesis. El Departamento de Ecología Aplicada del Instituto de Ecología, A. C. y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, también proporcionaron importante soporte económico y logístico. Mucha gente ha contribuido al desarrollo de esta tesis y mencionarlos a todos es tarea imposible. Así que mencionaré tantos como me sea posible, rogando el perdón de aquellos cuya omisión pudiera sugerir mezquindad de mi parte: Empiezo con mi director de tesis, el Dr. Vinicio Sosa, a quien agradezco su asesoría y confianza. Por respetar mí manera de hacer las cosas, pero corrigiéndome donde hacía falta hacerlo. También agradezco a los miembros de mi comité tutorial, los Dres. Miguel Equihua y Luis Gerardo Herrera, por sus comentarios y consejos a este trabajo, así como por las revisiones a los manuscritos que de ahí derivaron. A los integrantes de mi jurado: Dres. Kathryn Stoner, Javier Laborde, Jorge Galindo-González y César Tejeda, les agradezco su disposición para evaluar esta tesis, su rápida y oportuna respuesta a mis dudas, así como su valioso aporte para mejorar la calidad del escrito. Al Dr. Gonzalo Castillo, quien colaboró activamente en esta tesis y me apoyó en los análisis de la vegetación. También agradezco a los Dres. Fabiola López-Barrera y Eduardo Pineda por las sugerencias hechas a las diferentes versiones de mis manuscritos. A Bianca Delfosse agradezco su amabilidad y disposición para asistirnos en la traducción de los artículos en idioma inglés. 5 Mi más sincero reconocimiento a mis primos Elías Luna y Eradio Guzmán, por acompañarme durante la mayor parte del trabajo de campo. También agradezco a David Hernández-Conrique, Alejandra Flores, Víctor García y Manuel Hernández, por su ayuda durante la obtención de los datos de vegetación. A Nelly Jiménez-Pérez por su auxilio en la determinación de ejemplares botánicos. A los campesinos del ejido Manatinero-Palomas, por permitirme trabajar en sus tierras. Tampoco he olvidado a quienes hace 11 años me apoyaron en los inicios de mi “carrera” con los murciélagos: el Dr. Stefan Arriaga-Weiss, mi asesor de licenciatura, quien me motivó a estudiar un postgrado en el Instituto de Ecología. Carlos Jiménez-Arano, por sus enseñanzas en las técnicas de captura de murciélagos. Al tío Daniel, ayudante y guardaespaldas durante mis primeras incursiones al Parque Agua Blanca. A todos los miembros y exiliados de la “mansión del estudiante tabasqueño” en Xalapa, en especial a José Ramírez, Sergio González, Ana y Carlos Burelo, por esa confianza que me hizo sentir como si estuviera en casa. En orden alfabético: Alberto, Angélica, Cecilia, Deborah, Ingrid, José Ake, Maite, Miguel Muñiz, Nahum, Obed, Olivia, Roberto Munguía, Rodolfo, Romeo Saldaña, Yadeneyro. Por los buenos ratos, cursos, revisadas a mis escritos, los sanos momentos de humor negro que amenizaron almuerzos y algunas desveladas; por los consejos (algunos de ellos buenos) y crítica constructiva; por la confianza. En resumen: por alegrarse conmigo cuando las cosas iban bien y por la solidaridad en los momentos difíciles. Al personal del INECOL, pero en especial a Rafael, Delfino y la Sra Patricia de la biblioteca. Así también agradezco a la Lic. Alejandra Valencia de posgrado y la Sra. Edith Rebolledo de Ecología Aplicada, por hacerme la vida menos complicada con los trámites. A mis padres por haberme apoyado siempre y bajo cualquier circunstancia. Durante todas las etapas, no solo de esta tesis, sino de mi vida. Son tantas las cosas que debo agradecerles que tendré que resumirlo en un: ¡Gracias por todo! 6 DEDICATORIA A mis padres: Sres. Gilberto Castro Torres y Clara Luna Martínez. Por haberme apoyado siempre. Así de simple, así de incondicionales. 7 8 10 INDICE LISTA DE CUADROS, FIGURAS Y APENDICES............................................................. 14 RESUMEN.............................................................................................................................. 17 I. Introducción................................................................................................................... 20 Referencias.................................................................................................................... 24 II. Composición florística y estructura de un bosque tropical perennifolio perturbado por tala selectiva y agricultura itinerante en el sudeste de México............................... 27 Introducción.......................................................................................................... 28 Métodos……………………………………………………...……………….... 29 Area de estudio……………...……...…………………………………..... 29 Muestreo de la vegetación………………...…………………………........ 29 Análisis de datos………………………………………...……………...... 30 Resultados………………………………………………..…………………..… 31 Riqueza florística.......………………………………...………………...... 31 Similitud florística…………………………………...………………........ 32 Descripción de la vegetación………………………….......…………....... 32 Discusión.............................................................................................................. 34 Referencias…..……………………………………………...………………..… 35 III. Bat diversity and abundance associated with the degree of secondary succession in a tropical forest mosaic in southeastern Mexico………………...……………………... 51 Abstract…………………………………………………..………….………… 53 Introduction………………………………………….……...……….………… 54 Methods……………………………………………………...………………… 55 Study area………………………………………………...…...…….….……… 55 Sampling design and bat capture…………………………..…...……………… 57 11 Habitat-specific variables: Successional stage of the vegetation...……… 57 Landscape variables…………………………..…………………...…..… 58 Statistical analysis……………………………..…………………...….… 58 Results………………………………………………...…………………...….. 59 Results at the community level…………......……………….………..…. 59 Results at the species level…………………..…………………………. 60 The relationship between bats and the successional stage of the vegetation………………………………………………………………… 60 Discussion……………………………………………………………….….….. 61 Results at the community level………………………………………...… 61 Results at the species level…………….……...…………………..……… 61 Relationships between bats and the successional stage of the vegetation.. 63 Acknowledgements…...…..............……......………………...………………… 64 Bibliography......................................................................................................... 65 IV. Quantifying Phyllostomid bats at different taxonomic levels as ecological indicators in a disturbed tropical forest ...….................................................................................. 83 Abstract ............................................................................................................... 85 Introduction ......................................................................................................... 86 Materials and Methods......................................................................................... 88 Study area ................................................................................................... 88 Sampling design and capture ..................................................................... 89 Statistical analysis....................................................................................... 90 Results.................................................................................................................. 91 Species composition and feeding guilds patterns....................................... 91 Bats as indicators…………........................................................................ 92 Discussion............................................................................................................ 92 Assemblages and guilds………………………...……………….……….. 93 Indicators..........……………………………..………............................…. 94 Acknowledgements……….……………………………………………...….…. 96 Literature cited……..………………………….……...……….....................….. 97 12 V. Discusión y conclusiones generales............................................................................... 107 Diversidad, riqueza y abundancia de murciélagos asociados a diferentes estadios de sucesión de la vegetación................................................................... 108 Variables que explican la abundancia específica de murciélagos entre estadios sucesionales de la vegetación............................................................................... 109 Los murciélagos Phyllostomidae como indicadores ecológicos.......................... 110 Conclusiones generales........................................................................................ 113 Referencias........................................................................................................... 114 13 LISTA DE CUADROS, FIGURAS Y APENDICES Cuadros y figuras del capítulo II Figura 1. Localización del área de estudio en el sudeste de México y distribución de los sitios de muestreo de la vegetación..................................................................... Figura 2. 38 Ordenación de los cuadros de vegetación mediante escalamiento multidimensional no métrico (NMDS), mostrando las diferencias en la composición florística de cuatro estadios de sucesión presentes en el Parque Estatal Agua Blanca, México.............................................................................. Figura 3. 39 Distribución de los gremios de regeneración en las comunidades: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, Acahual mediano; AJ, Acahual joven, en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México................. Figura 4. 40 Distribución de las formas de vida en las comunidades: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, acahual mediano; AJ, acahual joven, en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México............................................... Tabla 1. 41 Variables estructurales representativas de cuatro estadios de sucesión de la vegetación, en el Parque Estatal Agua Blanca, México...................................... 42 Cuadros y figuras del capítulo III Figure 1. Location of the Agua Blanca State Park in southeast Mexico and the sites for bat sampling in each vegetation patch…………………………………………. Figure 2. Fitted accumulation curves for the bat species inhabiting four vegetation successional stages in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico..………. Figure 3. 76 Explanatory vegetation and landscape variables used in the multiple regression analysis of bat richness, diversity and abundance……………...….. Table 2. 75 Mean abundance across rainy seasons for the six most abundant bat species of the Agua Blanca landscape…...……………………………………………….. Table 1. 74 77 Total bat richness, diversity and abundance in four secondary successional stages of tropical evergreen forest in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico……………….………………………………………………………… Table 3. Summary of a repeated measure MANOVA to assess the effect of succession 14 78 stage, season and their interaction on the correlated response variables richness, evenness (diversity) and total abundance……………………………. Table 4. 80 Local and landscape variables of vegetation stands that accounted for bat species abundance in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico in multiple linear regression models …………………………………………….. 81 Cuadros y figuras del capítulo IV Figure 1. Location of the Agua Blanca State Park in southeast Mexico and the sites for bat sampling in each vegetation patch…………………………………………. Table 1. Total captures and feeding guilds of phyllostomid bats in old-growth forest and secondary vegetation in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico...... Table 2. 104 105 Subfamilies, genera and species of bats with a significant IndVal (Dufrêne and Legendre, 1997) in the Agua Blanca state park, Mexico............................. 106 Lista de apéndices Capítulo II Apéndice A. Listado florístico de las cuatro comunidades vegetales muestreadas en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México...................................................................... 43 Capítulo III Supplementary material appendix S1. Description of the four successional stages sampled. 71 Supplementary material appendix S2. Bat recaptures in the same or different successional stage at the first capture ……………………………...…………………………………….. 73 Capítulo V Apéndice B. Familias y especies de plantas dispersadas por murciélagos Phyllostomidae en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México.............................................................. 15 119 16 RESUMEN Los murciélagos son un grupo de animales que responden en forma variada a las perturbaciones del hábitat, dependiendo de la magnitud de dichas perturbaciones y de la especie de murciélago. En esta tesis se estudia la forma en que los murciélagos usan diferentes parches de vegetación secundaria, resultantes de la agricultura de roza-tumba-quema y tala selectiva. Estas actividades son potencialmente menos agresivas para la conservación de las especies, con respecto a otros tipos de uso del suelo. El trabajo se realizó en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, una reserva del sureste de México dominada por bosque tropical perennifolio. En el primer capítulo es presentado el marco teórico, los antecedentes y objetivos del trabajo. En el segundo capítulo, son caracterizados cuatro estadios sucesionales de la vegetación presentes en el área de estudio, que van desde la vegetación secundaria de reciente formación, hasta el bosque tropical bien conservado. Usando escalamiento multidimensional no-métrico y análisis de similitud, se compara la composición florística entre estadios. Se comprobó que en el área de estudio existen dos grupos de vegetación marcadamente distintos, identificables con base al factor de perturbación que les dio origen. En un primer grupo están el bosque bien conservado y el bosque que fue perturbado por tala selectiva, mientras el otro grupo florístico estuvo integrado por la vegetación secundaria derivada de agricultura itinerante. Cada uno de los estadios que integraron estos grupos, tuvieron diferencias entre sí en su composición y riqueza florística, aparentemente asociadas con el tiempo desde que ocurrió la perturbación. El tercer capítulo consta de tres secciones. En la primera sección, se evaluó la hipótesis de que la diversidad de murciélagos sería menor en los estadios tempranos de la sucesión secundaria con respecto de los estadios tardíos. Mediante un MANOVA de medidas repetidas, fueron comparadas la riqueza, diversidad y abundancia total de murciélagos entre cuatro estadios de sucesión secundaria, época del año y sus interacciones. Se comprobó que no hubo diferencias significantes en ninguna de las variables analizadas, probablemente como resultado de la heterogeneidad del paisaje y un nivel de disturbio intermedio. En la segunda sección, se evaluó la hipótesis de que las especies de murciélagos usan diferentemente cuatro estadios de sucesión presentes en el área de estudio. Usando modelos lineares de efectos mixtos se comprobó que Carollia perspicillata y Sturnira lilium, fueron significantemente más comunes en los estadios tempranos de la sucesión; mientras que Pteronotus parnelli, Artibeus jamaicensis y Natalus stramineus tuvieron un patrón opuesto. En la última sección, se evaluó la hipótesis de que en el área de estudio, los patrones detectados tanto a nivel general como específico, estarían principalmente relacionados con las características del hábitat, más que con variables asociadas al paisaje. Usando regresiones múltiples, se comprobó que la mayor parte de la variación fue explicada por la cobertura del 17 dosel, una variable representativa del hábitat. Los resultados de este estudio sugieren que los murciélagos tienen una alta selectividad por algunos estadios de sucesión, y aunque algunas especies frugívoras fueron muy abundantes en los estadios tempranos, la mayoría de las especies raras fueron capturadas en los tardíos. Por tanto, para una efectiva conservación de murciélagos en paisajes modificados por actividades humanas, deberán mantenerse las áreas con vegetación original, a fin de asegurar la supervivencia de las especies más sensitivas a las perturbaciones. El cuarto capítulo consta de dos secciones. En la primera fueron comparados los ensamblajes y gremios alimentarios de murciélagos de la familia Phyllostomidae entre el bosque tropical y la vegetación secundaria derivada de agricultura itinerante. Se comprobaron diferencias significantes en la composición de los ensamblajes, donde el gremio frugívoro fue marcadamente más abundante en la vegetación secundaria y los insectívoro-carnívoros en el bosque tropical. Estos resultados parecen estar asociados con la topografía accidentada predominante en el Parque Agua Blanca y la práctica de la agricultura itinerante, que permiten tanto la conservación del bosque en las zonas de difícil acceso, como el establecimiento de la vegetación secundaria en las pocas zonas más aptas para cultivos anuales. En la segunda sección se utilizó el método del Valor Indicador, para evaluar cuantitativamente si los murciélagos Phyllostomidae eran indicadores ecológicos confiables. Se comprobó que 2 subfamilias, 5 géneros y 5 especies fueron detectores de perturbación. Sin embargo, estos resultados son sólo una pequeña porción del total de taxa registrados en el estudio, por lo que los murciélagos Phyllostomidae fueron considerados indicadores ecológicos pobres; al menos bajo las condiciones de perturbación en el área de estudio. Finalmente, en el quinto capítulo se resumen e integran los principales resultados de esta tesis y se discuten algunos aspectos metodológicos y del paisaje que pudieron haber influido en los resultados de la misma. Así también, se discuten futuros desarrollos del tema. 18 CAPITULO I INTRODUCCION 19 Capitulo I. Introducción La conversión de bosques a pastizales, plantaciones u otros paisajes simplificados (en términos de la estructura y composición de sus comunidades vegetales) por actividades humanas, son causas primarias en la pérdida de biodiversidad del planeta y sus efectos han sido ampliamente documentados en numerosos taxa (Turner 1989, Turner y Corlett 1996, Sala et al. 2000). En los bosques tropicales de Mesoamérica, dos prácticas comunes son la agricultura de roza-tumba-quema (ARTQ) y la extracción maderera (Brown y Lugo 1990), actividades que implican la pérdida de cobertura arbórea y la fragmentación de los bosques tropicales. La ARTQ, ha sido una práctica ligada a las culturas Mesoamericanas desde épocas precolombinas, y aún actualmente es una actividad fundamental en la economía de muchas comunidades indígenas y mestizas (Challenger 1988, Pope 2001, Toledo et al. 2003). En esencia, esta actividad consiste en el desmonte de suelos originalmente ocupados por el bosque o vegetación secundaria, y su quema, principalmente para el cultivo del maíz. Mejor conocidas como “milpas”, estas zonas de escasa extensión son ocupadas por periodos de 1-2 años, hasta que decrece la fertilidad del suelo y son abandonadas. Después de un periodo de descanso del suelo (usualmente 10-15 años), el proceso vuelve a repetirse (Challenger 1988). Por su parte, la tala selectiva es una actividad que en los bosques tropicales de Mesoamérica ha estado centrada principalmente en el cedro rojo (Cedrela odorata) y la caoba (Swietenia macrophylla), especies maderables con alto valor comercial (Pennington 1981, González-Pacheco 1983, TSC 2000). La tala selectiva permite la permanencia de muchas especies de la vegetación original, aunque provoca una pérdida de cobertura arbórea mayor que la provocada por la caída natural de un árbol, además de dañar plántulas y brinzales del sotobosque (Capellotto et al. 2002). En consecuencia, la estructura y composición florística de la selva se ve alterada (Smith 1987, Frederiksen y Frederiksen 2002). Aunque distintas en origen y consecuencias, la agricultura itinerante y la tala selectiva tienen en común favorecer el establecimiento de la vegetación secundaria, formando asociaciones vegetales conocidas como bosques secundarios (Brown y Lugo 1990). Estas asociaciones vegetales en combinación con la vegetación primaria forman mosaicos de hábitat que pueden soportar una mayor diversidad de especies que el bosque tropical sin perturbar, debido a que proporcionan una mayor gama de nichos ecológicos para las especies animales y vegetales (Loreau et al. 2003). Por ello, se ha sugerido que las reservas forestales bajo un manejo adecuado, también podrían ser alternativas a las reservas prístinas, en la conservación de los bosques tropicales (Kleinman et al. 1995). Sin embargo, es importante tomar en cuenta que bajo fuertes presiones humanas, las áreas taladas y/o modificadas, pueden ser ocupadas posteriormente por cultivos permanentes o pastizales para ganadería, constituyendo no solo un estado 20 transitorio en el proceso de destrucción total del hábitat original (Saunders et al. 1991), sino además una amenaza para la conservación de la vida silvestre (Meffe y Carroll 1994, Frumhoff 1995). El estudio del cambio en el uso del suelo y sus efectos sobre las especies ha resultado en una extensa literatura. Por ello, es bien conocido que cada grupo de organismos responde de manera distinta a los disturbios provocados por humanos, dependiendo de sus habilidades para utilizar distintos elementos del paisaje y su capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones del medio (Bierregaard et al. 1992, Andrén 1994). Algunas especies pueden verse afectadas negativamente, debido a que poseen limitadas capacidades de desplazamiento (i.e., roedores y anfibios), están asociadas a un hábitat forestal (i.e., mamíferos arborícolas) o presentan fuerte aversión a cruzar más allá de los límites del bosque (Laurance 1990, Bierregaard et al. 1992, Andrén 1994). Otras especies en cambio, pueden beneficiarse por un grado de perturbación moderado y aumentar el tamaño de sus poblaciones (Andrén 1992, Fahrig 2003). Además, el grado de afectación de las especies, no sólo depende de sus características intrínsecas, sino además de factores relacionados al paisaje, tales como: la calidad del hábitat (Haynes y Cronin 2004), la escala a la que se produce la destrucción del hábitat (Roland y Taylor 1997), la forma y tamaño de los parches, la intensidad y naturaleza del disturbio, así como la distancia entre parches de vegetación (Dunning et al. 1992). Con respecto a los murciélagos, la tolerancia que exhiben algunas especies ante las modificaciones del paisaje, está relacionada con su capacidad de volar y la habilidad con la que pueden cruzar áreas abiertas. Estas características les permiten alcanzar otros fragmentos de bosque o tipos de vegetación, que para otros grupos (por ejemplo roedores y anfibios) representan un serio obstáculo (Bonaccorso 1979, Kalko et al. 1999, Medellín et al. 2000). Por estos motivos, muchos estudios dirigidos a determinar el impacto de las perturbaciones provocadas por humanos en los quirópteros, se enfocan en los contrastes producidos por la deforestación a gran escala (ver Brosset et al. 1996 y Schulze et al. 2000). Sin embargo, diversos estudios han demostrado que al igual que en otros grupos de vertebrados, la respuesta de los murciélagos a los disturbios puede ser muy variable. Por ejemplo, los murciélagos frugívoros (subfamilias Carollinae y Stenodermatinae), frecuentemente aumentan su abundancia en los bosques perturbados (Fenton et al. 1992, Galindo-González 2004, Peters et al. 2006), pero son severamente afectados cuando ocurren cambios drásticos en sus refugios y sitios de forrajeo (Jones et al. 2001, Soriano y Ochoa 2001). Los carnívoros e insectívoros del follaje (Subfamilias Phyllostominae y Micronycterinae), aparentemente requieren de las condiciones imperantes en el interior del bosque y suelen ser poco frecuentes en las áreas perturbadas (Galindo-González 2004, Clarke et al. 2005). Todavía conocemos muy poco acerca del grado de especificidad del hábitat que cada especie de murciélago posee, así como la forma en que los diferentes arreglos espaciales y la vegetación producto de 21 las actividades humanas, influyen sobre su presencia y abundancia. Diferentes combinaciones de estas variables podrían causar que los murciélagos sean afectados negativamente o por el contrario, puedan beneficiarse. Este contraste puede ser visualizado de la siguiente manera: en fragmentos de bosque tropical rodeados por pastizales forrajeros (un cambio en el uso del suelo a gran escala, permanente y de elevada intensidad) quedan tan pocos elementos del paisaje original, que es muy difícil esperar que éstos puedan soportar poblaciones de murciélagos de la misma forma en que lo podría hacer un bosque tropical que rodea a parches con cultivos y vegetación secundaria (un uso del suelo a pequeña escala, efímero y de baja intensidad). Este estudio se efectuó en el Parque Estatal Agua Blanca (PEAB), una reserva forestal de 2025 ha ubicada en el trópico húmedo de México. El paisaje de esta reserva está compuesto por un mosaico de parches de vegetación secundaria en diferentes estadios de sucesión, producto de las perturbaciones por agricultura itinerante y tala selectiva; estos parches están rodeados por una matriz de bosque tropical perennifolio (sensu Rzedowski 1978). Bajo esta configuración del paisaje, planteo varias hipótesis que integran este escrito y que se reúnen en la siguiente hipótesis general: La diversidad de especies de murciélagos será menor en los estadios con mayor grado de perturbación, respecto del bosque tropical. Esto debido a que las especies fuertemente ligadas al bosque tropical (i.e., subfamilia Phyllostominae) y especialistas del dosel (i.e., Artibeus spp.) estarían ausentes en la vegetación muy perturbada, ya que por su ecología, morfología y hábitos de forrajeo suelen ser afectadas negativamente por las perturbaciones del hábitat. Con la finalidad de evaluar la respuesta de los murciélagos a los disturbios y probar esta hipótesis general, desarrollé tres estudios (capítulos II, III y IV) para describir la estructura y composición florística de la vegetación de los estadios sucesionales estudiados, evaluar diversos atributos de los ensamblajes de murciélagos, e investigar su asociación con variables de la estructura de la vegetación y variables del paisaje. El estudio del segundo capítulo tuvo como objetivos caracterizar y comparar, en términos de su estructura y composición florística, la vegetación de cuatro estadios sucesionales que resultan del disturbio del bosque tropical por agricultura itinerante y tala selectiva. Este capítulo es crucial en la organización del resto del trabajo, debido a que no sería posible estudiar la asociación de los murciélagos a diferentes estadios sucesionales de la vegetación, sin antes conocer las características de cada uno de ellos. La pregunta que se pretende responder es ¿qué tan diferente es el bosque tropical original, con respecto de las comunidades vegetales sucesionales formadas por tala selectiva y agricultura itinerante? En el tercer capítulo, comparé la diversidad, riqueza y abundancia total de murciélagos desde estadios tempranos de la vegetación secundaria hasta la vegetación bien conservada para probar la hipótesis de que la riqueza y diversidad de murciélagos sería menor en los estadios tempranos de la 22 sucesión secundaria (la vegetación más perturbada), con respecto a la encontrada en los estadios tardíos (la vegetación más conservada), debido a que el bosque tropical podría ofrecer una mayor variedad de recursos a los murciélagos (alimento, refugios, sitios de percha). Sin embargo, como la respuesta de los murciélagos a los cambios en el paisaje varía dependiendo de los hábitos de forrajeo y vuelo de la especie, también comparé las abundancias de las especies más comunes en el área de estudio. Esperaba que aquellas especies que forrajean en las áreas abiertas y vegetación secundaria (i.e., Carollinae), fueran más frecuentes en los estadios tempranos de la vegetación, mientras que aquellas especies que son afectadas negativamente por las modificaciones del hábitat (i.e., Phyllostominae) fueran más frecuentes en los estadios con menor grado de disturbio. Finalmente, con el objetivo de determinar cuáles atributos del paisaje determinaban los patrones detectados, evalué cinco variables específicas del hábitat (cobertura del dosel, altura del dosel, cobertura de leñosas, cobertura de herbáceas, diversidad de especies de plantas) y dos del paisaje (distancia al borde más cercano del bosque tropical y distancia a la entrada de las cuevas) bajo la hipótesis de que la diversidad, riqueza y abundancia de murciélagos serían directamente proporcionales a la complejidad estructural (altura y cobertura del dosel) y riqueza florística de la vegetación. Esto debido a que se traducen en una mayor oferta de los recursos antes mencionados para los murciélagos. Por otro lado, esperaba que, debido a la alta capacidad de desplazamiento de los murciélagos, las variables del paisaje explicaran poco los cambios en la diversidad de murciélagos. En el cuarto capítulo evalué la hipótesis de que debido a las diferentes respuestas de las especies al disturbio, los ensamblajes de murciélagos de la vegetación secundaria serían significantemente diferentes de aquellos presentes en el bosque y estas diferencias serían más marcadas al nivel de gremios alimentarios, debido al mayor nivel de detalle en la estructura del ensamblaje. También retomé la hipótesis de Fenton et al. (1992) quien propone a los murciélagos Phyllostomidae como indicadores ecológicos, debido a su diversidad específica y la variedad de sus respuestas ante los disturbios. Aunque a diferencia de aquel estudio, en éste efectué un análisis para cuantificarlo estadísticamente y a tres niveles taxonómicos (subfamilia, género y especie). Para este estudio consideré dos grandes grupos de vegetación que se encuentran en el PEAB: bosque tropical y vegetación secundaria. Esto se hizo así porque el análisis a efectuar en este capítulo requiere de tamaños de muestra grandes, y hubiera sido imposible incluir los cuatro estadios sucesionales del capítulo anterior. En el grupo identificado como vegetación secundaria, agrupé los estadios sucesionales que tuvieron su origen en la agricultura de roza-tumba-quema. En el grupo del bosque tropical, incluí además de la vegetación original de la reserva, aquellas zonas que fueron perturbadas por tala selectiva. 23 En el quinto y último capítulo se discuten los principales resultados de esta tesis en relación a las hipótesis planteadas en los capítulos tercero y cuarto. De igual manera, presento las conclusiones generales y algunas recomendaciones para estudios futuros. REFERENCIAS Andrén, H. 1992. Corvid density and nest predation in relation to forest fragmentation: a landscape perspective. Ecology 73:794–804. Andrén, H. 1994. Effects of habitat fragmentation on birds and mammals in landscapes with different proportions of suitable habitat: a review. Oikos 71:355–366. Bierregaard, R.O., V. Kapos, A. A. Dos Santos, y R. W. Hutchings. 1992. The biological dynamics of tropical rainforest fragments: a prospective comparison of fragments and continuous forest. BioScience 42:859–866. Bonaccorso, F.J. 1979. Foraging and reproductive ecology in a Panamian bat community. Bulletin of Florida State Museum Biological Science 24:359–408. Brosset, A., P. Charles-Dominique, A. Cockle, J. Cosson, y D. Masson. 1996. Bat communities and deforestation in French Guiana. Canadian Journal of Zoology 78:1231–1239. Brown, S., y A. E. Lugo. 1990. 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Estas áreas perturbadas son el resultado de la explotación de lo que originalmente fueron bosques primarios, para fines de ganadería o explotación maderera; o son áreas abandonadas que fueron previamente clareadas para la agricultura y que también se conocen como bosques secundarios (Brown y Lugo 1990). Los bosques secundarios son formados por sucesión, un proceso ecológico donde la estructura y composición de una comunidad vegetal, va cambiando a través del tiempo (Gómez-Pompa y VásquezYánez 1974, Saldariaga et al. 1988). La sucesión secundaria ocurre después de disturbios naturales o antropogénicos, como la tala selectiva. Este es el caso de la agricultura itinerante, donde parches del bosque son talados, quemados y cultivados durante un corto periodo. Después de ocurrida la cosecha, estos parches son abandonados y rápidamente colonizados por vegetación pionera, la cual va cambiando con el tiempo. El territorio mexicano ha sufrido un acelerado proceso de degradación de sus bosques tropicales (Tudela 1990). En particular, el Estado de Tabasco se distingue por el grado de alteración alcanzado, donde el 95% de la vegetación original ha sido sustituida por pastizales para ganadería y zonas agrícolas (Zavala y Castillo 2002). Actualmente, los últimos remanentes de bosque tropical en Tabasco se localizan en reservas, en las zonas montañosas limítrofes con el Estado de Chiapas y la República de Guatemala (Isaac-Márquez et al. 2005). Sin embargo, gran parte de estas zonas siguen siendo sometidas a fuertes presiones por parte de la población, provocando su desaparición o modificación. Considerando que el panorama más realista de conservación a futuro de los bosques tropicales, es el de ecosistemas sujetos al aprovechamiento humano (Noble y Dirzo 1997), y que el 80% de los bosques del país están en manos de comunidades y ejidos (Muñoz-Piña et al. 2003, Alix-García et al. 2005), resulta urgente conocer el impacto de las actividades humanas en las comunidades vegetales. El objetivo de este trabajo fue caracterizar y comparar la estructura y composición florística de los diferentes estadios sucesionales, que resultan del disturbio por agricultura itinerante y tala selectiva en un 28 bosque tropical perennifolio. La pregunta que se plantea es: ¿qué tan diferente es la composición de especies del bosque tropical original, con respecto de las comunidades vegetales resultantes de actividades de agricultura itinerante y tala selectiva? METODOS Area de estudio Este trabajo fue efectuado en el Parque estatal Agua Blanca (PEAB), Tabasco, México, una reserva natural de 2025 ha administradas por campesinos del ejido (régimen de propiedad comunal) Manatinero-Palomas (Cruz-Hernández 1999). El área de estudio, situada entre las coordenadas 17º 35’ 52.1’’ y 17º 37’ 16.5’’ de latitud norte y 92º 27’ 3.4’’ y 92º 28’ 43.7’’ de longitud oeste (Figura 1), pertenece a la provincia fisiográfica Sierra de Chiapas. El clima es cálido y húmedo (Am(f) w”ig) con lluvias todo el año (García 1987). La precipitación promedio anual es de 3500 mm, distribuida entre una temporada lluviosa (junio-noviembre; media mensual de 419.8 mm) y otra con lluvias escasas (diciembremayo; media mensual de 174.9 mm; INEGI 1994). El paisaje del PEAB está compuesto por bosque tropical perennifolio y un mosaico de diferentes estadios de regeneración de la vegetación secundaria, producto de la perturbación por las actividades humanas. La vegetación dominante (80%) es bosque tropical perennifolio sensu Rzedowsky (1978), caracterizado por tener una diversidad de 1950 especies de plantas aproximadamente, y por ser uno de los últimos remanentes de vegetación natural de la región (Castillo y Zavala 1996). Durante los años 70´s, los bosques de la región fueron objeto de tala selectiva de maderas preciosas, principalmente cedro rojo (Cedrela odorata) y caoba (Swietenia macrophylla). En algunas zonas la extracción de árboles fue tan intensa, que favoreció la proliferación de la vegetación secundaria (Cruz-Hernández 1999). Además, en el PEAB se practica el sistema de agricultura tradicional “roza-tumba-quema”, actividad que ha provocado la formación de áreas con vegetación secundaria de diferentes edades (Castillo y Zavala 1996). En Agua Blanca las actividades agrícolas se ven limitadas por las condiciones edáficas: los sitios donde ocurre la agricultura itinerante son rendzinas, mientras que el bosque tropical se localiza en litosoles, compuestos casi totalmente de roca caliza y donde la agricultura es menos rentable (Castillo y Zavala 1996). Por esta razón, los sitios dedicados a la agricultura han mantenido un uso constante desde hace aproximadamente 30 años (Cruz-Hernández 1999). Muestreo de la vegetación Con la finalidad de caracterizar la composición florística y estructura de la vegetación, apliqué el siguiente diseño de muestreo: Seleccioné 8 sitios de muestreo, representantes de cuatro diferentes estadios de sucesión de la vegetación (2 sitios por estadio), que variaron en su estado de conservación desde 29 estadios tempranos de la vegetación secundaria, hasta el bosque tropical original. Los sitios fueron elegidos con base en imágenes de satélite del año 2001 (NASA Landsat Program, 2003: Landsat ETM+ multispectral, WRS-2, path 022, row 048, ortorectificada) y el área de cada estadio de sucesión fue delineada con la combinación de las bandas 5, 2 y 1, usando el software Arcview Geographic Information Systems 3.2 (GIS, Environmental Systems Research Institute, Redlands, California). También efectué extensos recorridos en campo para verificar el tipo de vegetación en cada sitio, indagando con los campesinos de la zona sobre la edad aproximada de la vegetación en cada uno de ellos. Los cuatro estadios fueron denominados como sigue: 1) bosque tropical perennifolio (BTP), la vegetación original de la reserva, que alcanza hasta 36 m de altura; 2) acahual viejo (AV), comunidad vegetal originada por la tala selectiva del bosque, con más de 30 años de regeneración; 3) acahual mediano (AM), vegetación secundaria de 10 años de edad, que se ha formado en parcelas abandonadas y que fueron dedicadas a la práctica de agricultura itinerante; y 4) acahual joven (AJ), vegetación secundaria derivada de agricultura itinerante, con 5 ó menos años de abandono. Para determinar la composición y estructura de la vegetación en cada uno de los sitios, fueron establecidos al azar 4 cuadros de 10 x 10 m. Dentro de cada uno de ellos, fue estimado el porcentaje de cobertura de cada especie leñosa, siguiendo la escala de cobertura propuesta por Van der Maarel (1979). Las clases de cobertura fueron: 1 (1-3 individuos y menos del 5% de cobertura), 2 (3-10 individuos y menos del 5% de cobertura), 3 (más de 10 individuos y menos del 5% de cobertura), 4 (menos del 5% de cobertura, poco abundante), 5 (5-12.5%), 6 (12.6-25%), 7 (25.1-50%), 8 (50.1-75%) y 9 (75.1-100%). En el interior de cada cuadro de 100 m2, fueron colocados al azar 3 cuadros de 2 x 2 m en los cuales fue registrada la cobertura de las especies herbáceas, siguiendo el mismo procedimiento empleado para las leñosas. También fueron estimadas las siguientes variables: 1) porcentaje de cobertura de especies leñosas, 2) porcentaje de cobertura de especies herbáceas, 3) porcentaje de cobertura del dosel superior y 4) altura promedio del dosel (ver Van der Maarel 1979). La identificación de la mayoría de las especies vegetales se efectuó directamente en el campo. Cuando no fue posible, el material botánico fue colectado y etiquetado, posteriormente verificado con el material depositado en el Herbario XAL del Instituto de Ecología, A. C. Análisis de datos Para cada estadio de sucesión estimé la diversidad y riqueza de especies. Para efectos del cálculo de la diversidad usé el índice de Shannon-Wienner, transformando los valores de cobertura por especie en cada cuadro, al valor medio de cobertura (Van der Maarel 1979). Los valores utilizados fueron los siguientes: 1 (0.1%), 2 (0.3%), 3 (1%), 4 (3%), 5 (8.75%), 6 (18.75%), 7 (37.5%), 8 (62.5%), y 9 (87.5%). 30 Para cada especie de planta registrada en los cuadros, determiné la forma de vida y el gremio de regeneración. La forma de vida (árbol, arbusto, hierba, liana y bejuco) siguió a Miranda y Hernández X. (1963), aunque la separación entre lianas y bejucos fue de acuerdo a Gentry (1991), quien señala que las lianas son leñosas y de tallos gruesos, mientras que los bejucos son herbáceas y con tallos delgados. La designación en cada forma de vida estuvo basada en bibliografía publicada (Guevara et al. 1994, Guevara et al. 2004) así como en ejemplares depositados en el Herbario Xal, del Instituto de Ecología, A. C. Los gremios de regeneración (vegetación primaria o secundaria) fueron asignados con base en la información de los ejemplares depositados en el Herbario. Para mostrar gráficamente la composición florística de la vegetación, efectué ordenaciones de la información usando escalamiento multidimensional no métrico (NMDS: Clarke 1993), una técnica robusta de ordenación que muestra gráficamente la similitud de los ensamblajes de especies entre sitios, sin asumir una relación lineal entre las variables (McCune y Mefford 1999). Para ello, fue creada una matriz de similitud mediante el coeficiente de Bray-Curtis para datos sin transformar, usando la cobertura de las especies de plantas en cada cuadro. Estimé el éxito de la ordenación en función del valor de stress obtenido, donde los valores de stress bajos (i.e., < 0.1) indican que la ordenación de las muestras es un buen reflejo de la similaridad entre los ensamblajes de plantas, mientras los altos niveles de stress (i.e., > 0.25) indican lo opuesto (Clarke y Warwick 2001). Para comparar la composición de especies de plantas entre estadios de sucesión, usé análisis de similitud (ANOSIM: Clarke 1993), utilizando la misma matriz de similitud creada para la ordenación NMDS. El valor de RANOSIM es una medida relativa de la separación entre los grupos definidos a priori. Un cero indica que no hay diferencias entre grupos, mientras que un valor de 1 indica que todas las muestras dentro de un mismo grupo, son más similares entre sí, con respecto de las ubicadas dentro de otro grupo. Todos estos análisis fueron efectuados mediante el software PRIMER v.5 (Clarke y Gorley 2001). RESULTADOS Riqueza florística En las cuatro comunidades vegetales muestreadas, se registraron 216 especies de plantas vasculares, pertenecientes a 156 géneros y 78 familias botánicas. Seis morfoespecies (0.03 % del total) no pudieron ser identificadas y no se incluyeron en estos cálculos. Las familias con el mayor número de especies fueron Fabaceae (21 especies), Rubiaceae (11), Arecaceae (10) y Araceae (10). Las formas de vida fueron árboles (71 especies), arbustos (47), hierbas (79), lianas (9) y bejucos (19). La lista completa de especies registradas en cada estadio de sucesión, se presenta en el Apéndice A. 31 Similitud florística La ordenación usando NMDS mostró dos grandes conjuntos florísticos: uno formado por el bosque tropical perennifolio conservado y el bosque perturbado por tala selectiva (BTP y AV, respectivamente), y otro grupo integrado por la vegetación secundaria derivada por agricultura de rozatumba-quema (acahual mediano, AM y acahual joven, AJ) (Figura 2). Usando ANOSIM (p < 0.001) comprobé que la composición florística del BTP, fue marcadamente diferente de la hallada en el AM o el AJ (RANOSIM = 1 y 0.998, respectivamente). Resultados similares fueron hallados al comparar la composición del AV, con el AM y AJ (RANOSIM = 0.890 y 0.887, respectivamente). Al comparar entre BTP y AV (RANOSIM = 0.203), comprobé que son muy similares en su composición florística. Esto mismo ocurrió al comparar entre los dos estadios derivados de agricultura itinerante (AM y AJ: RANOSIM = 0.305). Descripción de la vegetación Grupo florístico I: Bosque tropical En este grupo se clasificaron los cuadros ubicados en el bosque tropical perennifolio bien conservado y el acahual viejo, dominados principalmente por especies primarias (Figura 3). Los valores de cobertura fueron altos para las especies arbóreas, cuyos individuos alcanzaron hasta 36 m de altura (Tabla 1). Las familias más representativas fueron Araceae, Arecaceae, Acanthaceae, Meliaceae y Sapotaceae, cuyas especies alcanzaron los valores de cobertura más altos. Bosque tropical perennifolio: En este estadio se registró la mayor riqueza florística (95 especies) y la mayor cobertura del dosel (90%; Tabla 1). Presentó la mayor riqueza de especies primarias (Figura 3), en su mayoría especies herbáceas y arbóreas (Figura 4). El dosel superior estuvo comprendido por árboles con alturas mayores de 20 m y hasta 36 m, donde fueron dominantes Quararibea funebris, Dialium guianense, Poulsenia armata y Spondias radlkoferi. Existe un estrato arbóreo intermedio, donde fueron dominantes Guarea sp., Dendropanax arboreus y Posoqueria latifolia, que tuvieron 10-20 m de altura. En el estrato arbustivo, predominaron Rinorea guatemalensis y Astrocarium mexicanum, especies que tuvieron un alto porcentaje de cobertura en los cuadros y fueron características de esta comunidad vegetal. El estrato herbáceo estuvo caracterizado por especies tolerantes a la sombra, tales como Dieffenbachia seguine, Heliconia aurantiaca y Rhodospatha wendlandii, así como una alta diversidad de especies de la familia Arecaceae (8 especies). Acahual viejo: Este estadio de sucesión presentó una alta riqueza florística (94 especies), y su composición fue muy similar al bosque tropical perennifolio, aunque se diferenció de éste por tener una menor cobertura y altura del dosel (ver Tabla 1), así como una mayor proporción de especies secundarias 32 (Figura 3). Los árboles del dosel superior se encontraron relativamente dispersos, siendo dominantes Q. funebris, D. guianense, Lysiloma divaricata, Lysiloma sp. y Brosimun alicastrum. En el estrato intermedio dominaron Q. funebris, Guarea sp. y D. arboreus. El estrato arbustivo se caracterizó por Faramea occidentalis, Louteridium mexicanum y Rinorea guatemalensis, especies dominantes en la mayoría de los cuadros. En el estrato herbáceo dominaron Aphelandra aurantiaca, Tradescantia zanonia, Anthurium pentaphyllum y Syngonium podophyllum. Grupo florístico II: Vegetación secundaria. En este grupo se clasificaron los cuadros de vegetación del acahual joven y el acahual mediano, ubicados en zonas que fueron perturbadas para la práctica de la agricultura itinerante. Estuvo dominado por especies secundarias y la vegetación tuvo baja altura, destacando la alta proporción de herbáceas, bejucos y lianas (Figura 4). Las familias más características fueron Poaceae, Asteraceae, Heliconiaceae, Marantaceae, Smilacaceae y Vitaceae, las cuales fueron exclusivas y/o alcanzaron los valores de cobertura más altos en este tipo de vegetación (ver Apéndice A). Acahual mediano: La riqueza de especies en este estadio fue de 84 especies, las cuales fueron en su mayoría especies secundarias (Figura 3). Los árboles fueron la forma de vida más común, aunque los estratos arbustivo y herbáceo también fueron de importancia (Figura 4). Presentó un dosel relativamente disperso (38% de cobertura), con árboles de hasta 15 m de altura (Tabla 1), en su mayoría de las especies Heliocarpus mexicanus y Cochlospermun vitifolium. El estrato arbóreo estuvo integrado principalmente por árboles de 6-8 m, donde fueron dominantes Cupania dentata, Trema micrantha, Guazuma ulmifolia, Bursera simaruba y Cecropia obtusifolia. El estrato arbustivo estuvo dominado por Acalypha diversifolia, Piper aduncum, Hamelia patens y Senna quinquangulata. En el estrato herbáceo dominaron Philodendron tripartitum, Heliconia latispatha, Lygodium heterodoxum y Stromanthe macrochlamys. Acahual joven: Esta comunidad vegetal tuvo una riqueza florística de 78 especies (Tabla 1), casi todas secundarias (Figura 3). Las hierbas son la forma de vida dominante, aunque también fueron características las altas proporciones de lianas y bejucos. Este estadio presenta un dosel discontinuo y de baja altura (4-7 m), dominado principalmente por H. mexicanus, C. dentata, C. vitifolium, Leucaena leucocephala y C. obtusifolia. El estrato arbustivo estuvo dominado por A. diversifolia, H. patens, así como por Lantana camara y Dalbergia brownei. En el estrato herbáceo dominaron Scleria bracteata, H. latispatha, Melanthera nivea. En este estrato fue característica una alta riqueza de pastos (5 especies) así como la abundancia de bejucos de las especies Tragia sp., Cissus sicyoides y Vitis tiliifolia. 33 DISCUSION Este estudio demostró que la estructura de la vegetación en el PEAB, está asociada con el tipo de actividad humana como factor de perturbación. Como la agricultura itinerante y la tala selectiva están entre las principales causas de perturbación en los bosques tropicales del sureste de México, la información presentada en este capítulo también ejemplifica las consecuencias de las actividades humanas en estos ambientes. Particularmente en las reservas forestales que están siendo sujetas a algún tipo de aprovechamiento. Las marcadas diferencias en la composición florística de la vegetación secundaria y el bosque tropical, se deben a que la agricultura itinerante y la tala selectiva derivan en distintos procesos de regeneración del bosque. En el grupo florístico denominado vegetación secundaria ha ocurrido un proceso de colonización con especies pioneras a través del tiempo (ver Uhl et al. 1981, Wijdeven y Kuzee 2000), debido a que estuvo integrado por los sitios que fueron perturbados para la práctica de la agricultura itinerante, actividad que implicó una total remoción de la vegetación original. En cambio, en los sitios perturbados por la tala selectiva usualmente hay supervivencia de individuos (vegetación remanente), así como rebrote de la vegetación dañada por la caída de los árboles (Turner et al. 1998, Chazdon 2003). De hecho, las zonas sujetas a tala selectiva siguen siendo bosque tropical, y en el caso particular del PEAB, han transcurrido más de 30 años desde la perturbación, lo que explicaría la gran similitud florística con el bosque tropical bien conservado. Es importante notar que los grupos florísticos del área de estudio pueden dividirse en categorías más sutiles. Así, el acahual viejo, cuyo origen está en la extracción selectiva de maderas, puede separarse del bosque tropical bien conservado, debido a que esta actividad ha provocado la proliferación o desaparición de algunas especies. Este fenómeno ya ha sido señalado en otros estudios, particularmente para hierbas y arbustos del sotobosque (véase Smith 1987, Capellotto et al. 2002). Por ejemplo, Astrocaryum mexicanum fue dominante en el bosque bien conservado, pero muy rara en las zonas perturbadas por tala selectiva; mientras que Louteridium mexicanum presentó un patrón opuesto (ver Apéndice A). La primera especie es umbrófila y solamente se reproduce a edades cercanas a 39 años, siendo una de las plantas más características de los bosques bien conservados en la región (Sarukhán 1980, Piñero et al. 1984, Purata 1986). En cambio, L. mexicanum aparentemente se ha favorecido de su capacidad para colonizar las zonas perturbadas y con sustrato calizo del área de estudio (García-Rosales, 1999). Aunque se ha reportado una rápida recuperación del bosque tropical después de la tala selectiva (Malcolm y Ray 2000), es conocido que el tipo y textura del suelo pueden influir en una recuperación más lenta (Chazdon 2003). En el PEAB, las zonas perturbadas por tala selectiva están compuestas casi 34 totalmente de roca caliza (Castillo y Zavala 1996), lo que explicaría la menor cobertura del dosel (evidencia física del disturbio) y las diferencias florísticas con respecto de la selva, aún transcurridos más de 30 años desde la perturbación. Con respecto a la vegetación secundaria localizada en las parcelas agrícolas abandonadas (acahual mediano y acahual joven), fue notorio que aunque tienen numerosas especies en común, presentan una dominancia diferente, dependiendo del estadio. Por ejemplo, A. diversifolia y S. bracteata son dominantes en el acahual joven, pero no en el acahual mediano, mientras que ocurre lo contrario con P. tripartitum y Trema micrantha. Estas diferencias en la composición florística parecen resultar del recambio de especies durante el proceso de sucesión secundaria (véase Guariguata y Ostertag 2001). Finalmente, el estatus de reserva forestal del Parque Agua Blanca, el relieve montañoso, así como un suelo delgado y pedregoso han favorecido la conservación del bosque tropical perennifolio y el acahual viejo. Sin embargo, los cambios drásticos en la composición florística en las zonas bajo uso agrícola, respecto del bosque tropical, y el corto tiempo de descanso entre una cosecha y otra (ver Castillo y Zavala, 1996), sugieren una alta fragilidad de este ecosistema a los disturbios. Por lo anterior, es prioritario dirigir la atención de este problema a los ejidatarios que utilizan la reserva, con la finalidad de generar alternativas que les permitan un mejor aprovechamiento de la reserva. REFERENCIAS Alix-García, J., A. De Janvry, y E. Sadoulet. 2005. A tale of two communities: explaining deforestation in Mexico. World development 33:219–235. Brown, S., y A. E. Lugo. 1990. Tropical secondary forests. Journal of Tropical Ecology 6:1–32. Brummit, R. K. y C. E. Powell. 1992. Authors of plant names. Royal Botanic Gardens, Kew. Capellotto, F. R, C. Senna, C., y E. Matsuno. 2002. Effects of selective logging on populations of two tropical understory herbs in an Amazonian forest. 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ISPROTAB, Colegio de Posgraduados, Villahermosa, México. 37 Figura 1. Localización del área de estudio en el sudeste de México y distribución de los sitios de muestreo de la vegetación. 38 Figura 2. Ordenación de los cuadros de vegetación mediante escalamiento multidimensional no métrico (NMDS), mostrando las diferencias en la composición florística de cuatro estadios de sucesión presentes en el Parque Estatal Agua Blanca, México. El valor de estrés obtenido, indica que se trata de una ordenación bastante confiable. Abreviaciones: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, acahual mediano; AJ, acahual joven. 39 80 70 Número de especies 60 50 especies primarias especies secundarias 40 30 20 10 0 BTP AV AM AJ Figura 3. Distribución del gremio de regeneración de las especies de plantas en las comunidades: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, acahual mediano; AJ, acahual joven, en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México. 40 40 Número de especies 35 30 Árbol 25 Arbusto Hierba 20 Liana 15 Bejuco 10 5 0 SMP AV AM AJ Figura 4. Distribución de las formas de vida (ver Apéndice A) en las comunidades: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, acahual mediano; AJ, acahual joven, en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México. 41 Tabla 1. Variables estructurales (promedio ± DE) representativas de cuatro estadios de sucesión de la vegetación, en el Parque Estatal Agua Blanca, México. Donde: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, acahual mediano; AJ, acahual joven. Estadio de sucesión Variable BTP AV AM AJ Altura del dosel (m) 33±1 27±3 12±9 7±1 Cobertura del dosel (%) 90±2 78±5 38±1 29±5 Cobertura de herbáceas (%) 65±8 56±12 55±8 74±8 Cobertura de leñosas (%) 87±7 83±4 81±3 71±6 3.14±0.06 3.11±0.07 3.28±0.07 3.30±0.06 95 94 84 78 Diversidad (H’) Riqueza 42 Apéndice A. Listado florístico de las cuatro comunidades vegetales muestreadas en el Parque Estatal Agua Blanca, Tabasco, México. Los valores corresponden al valor promedio (± DE) de cobertura de los ochos cuadros de 10 x 10 m (cuatro para cada uno de los dos sitios seleccionados en cada comunidad vegetal). Los porcentajes de cobertura de las especies son dados de acuerdo al procedimiento de Van der Maarel (1979). Abreviaciones: BTP, bosque tropical perennifolio; AV, acahual viejo; AM, Acahual mediano; AJ, Acahual joven; FV, Forma de vida; GR, gremio de regeneración. FAMILIA1 Especie PTERIDOPHYTA ADIANTACEAE Adiantum pulverulentum L. Hemionitis palmata L. ASPLENIACEAE Asplenium alatum Asplenium delitescens (Maxon). L.D. Gómez Asplenium sp. LOMARIOPSIDACEAE Lomariopsis recurvata Fée NEPROLEPIDACEAE Nephrolepis biserrata (Sw.) Schott POLYPODIACEAE Género no determinado Género no determinado PTERIDACEAE Pteris altissima Poir. SCHYZACEAE Lygodium heterodoxum Kunze Lygodium venustum Sw. TECTARIACEAE Ctenitis melanosticta (Kunze) Copel. Tectaria heracleifolia (Willd.) Underw. THELYPTERIDACEAE Thelypteris toganetra A.R. Sm. LILIOPSIDA ARACEAE Anthurium pentaphyllum (Aubl.) G. Don Anthurium podophyllum (Schltdl. y Cham.) Kunth Anthurium schlechtendalii Kunth Dieffenbachia seguine (Jacq.) Schott Philodendron radiatum Schott Philodendron tripartitum (Jacq.) Schott Rhodospatha cf. wendlandii Schott Spathiphyllum cochlerispathum (Liebm.) Engl. BTP AV AM AJ FV2 GR3 0.01±0.02 - 0.37±1.03 - - 2.34±4.65 H H P S 0.004±0.01 - - - H P - 0.008±0.02 0.004±0.01 - - H H P P 2.61±7.36 - - - A P 0.004±0.01 - - - H P - 0.73±2.06 0.004±0.01 - - H H D D 0.004±0.01 - - - H P 0.004±0.01 - 0.08±0.15 - 7.66±7.57 - 4.27±5.53 0.36±1.03 B B S S 0.78±2.21 - 0.04±0.12 0.004±0.01 0.79±2.21 - - H H P P - - - 1.23±2.44 H S 1.62±2.87 6.16±7.90 0.37±1.03 - B P 2.35±5.39 7.21±10.16 0.004±0.01 0.37±0.03 2.60±7.37 0.78±2.21 0.01±0.02 0.83±2.19 0.85±2.19 - 22.76±37.7 - - H H H B B H P P P P P P 1.56±4.42 - - - H P 43 Syngonium chiapensis Matuda Syngonium podophyllum Shott ARECACEAE Astrocaryum mexicanum Liebm. Chamaedorea elegans Mart. Chamaedorea ernesti-augusti H. Wendl. Chamaedorea oblongata H. Wendl. Chamaedorea sp1. Chamaedorea sp2. Chamaedorea tepejilote Liebm. ex Mart. Cryosophila argentea Bartlett Desmoncus orthacanthos Mart. Género no determinado COMMELINACEAE Gibasis sp. Tradescantia zanonia (L.) Sw. COSTACEAE Costus pictus D. Don CYPERACEAE Rhynchospora radicans (Schltdl. y Cham.) H. Pfeiff. Scleria bracteata Cav. DIOSCOREACEAE Dioscorea composita Hemsl. HELICONIACEAE Heliconia aurantiaca Ghiesbr. Heliconia latispatha Benth. Heliconia uxpanapensis Gutiérrez Báez Heliconia vaginalis Benth. MARANTACEAE Calathea lutea Schult. Maranta arundinacea L. Stromanthe macrochlamys (Woodson y Standl.) H. Ken y Nicolson ORCHIDACEAE Lycaste sp. Oeceoclades maculata (Lindl.) Lindl. Género no determinado Género no determinado Sobralia sp. POACEAE Ichnantus sp. Lasiacis divaricata (L.) Hitchc. Lasiacis oaxacencis (Steud.) Hitchc. Lasiacis prolerrima (Hack.) Hitchc. Lasiacis rugelii (Griseb.) Hitchc. Panicum fasciculatum Sw. Panicum maximum Jacq. 0.05±0.12 0.004±0.01 5.46±9.59 0.37±1.03 4.29±7.29 4.27±6.85 34.38±23.39 5.78±8.55 0.01±0.04 0.02±0.03 2.34±4.65 0.85±2.20 0.79±2.21 0.004±0.01 3.13±8.84 1.56±4.42 0.004±0.01 1.10±2.17 2.60±7.37 2.36±6.62 1.56±4.42 3.44±6.90 0.04±0.05 0.78±2.21 1.57±2.89 0.37±1.03 0.05±0.12 0.008±0.02 0.78±2.21 6.77±11.12 H B P P AR H H H AR H H AR H-AR H P P P P P P P P P D H H S P 0.004±0.01 - 0.004±0.01 - H P - - 0.83±1.40 0.85±2.23 20.99±17.9 H H S S - - - 0.78±2.21 L S 4.21±8.01 1.19±2.28 16.94±31.9 16.46±20.4 2.34±4.65 3.65±10.31 0.37±1.03 - H H H H P S S S 0.004±0.01 0.01±0.02 2.35±6.65 2.26±4.43 0.45±1.05 H H S S 1.56±4.42 0.82±2.20 5.73±8.96 3.13±5.79 H S 0.004±0.01 0.004±0.01 0.004±0.01 0.004±0.01 - - 0.83±2.32 0.004±0.01 - H H H H H P S D D P - - 5.62±14.61 1.23±2.12 0.05±0.13 0.04±0.12 - 0.79±2.22 0.37±1.03 1.15±3.24 1.64±2.31 0.78±2.21 H H H H H H H S S S S S S S MAGNOLIOPSIDA ACANTHACEAE 44 Aphelandra aff. speciosa Brandegee Aphelandra aurantiaca (Scheidw.) Lindl. Justicia campechiana Standl. ex Lundell Louteridium mexicanum (Baill.) Standl. Mirandea sylvatica Acosta Cast. AMARANTACEAE Iresine celosia L. ANACARDIACEAE Spondias radlkoferi Donn. Sm. ANNONACEAE Stenanona stenopetala (Donn. Sm.) G.E. Schatz. APOCYNACEAE Stemmadenia donnell-smithii (Rose) Woodson Stemmadenia sp. ARALIACEAE Dendropanax arboreus (L.) Decne. y Planch. ASTERACEAE Clibadium arboreum Donn. Sm. Melanthera nivea (L.) Small Verbesina turbacensis Kunth Vernonia patens Kunth Zexmenia serrata La Llave BEGONIACEAE Begonia heracleifolia Schltdl. y Cham. BIGNONIACEAE Amphitecna apiculata A.H. Gentry Tabebuia chrysantha (Jacq.) G. Nicholson BOMBACACEAE Pseudobombax sp. Quararibea funebris (La Llave) Vischer BORAGINACEAE Cordia alliodora (Ruiz y Pav.) Oken BURSERACEAE Bursera simaruba (L.) Sarg. CACTACEAE Epiphyllum caudatum Britton y Rose CAPPAREACEAE Crataeva tapia CARICACEAE Jacaratia dolichaula (Donn. Sm.) Woodson CECROPIACEAE Cecropia obtusifolia Bertol. CELASTRACEAE Género no determinado Género no determinado Rhacoma eucymosa (Loes. y Pitt.) Standl. T. 0.86±2.24 0.004±0.01 3.49±7.38 7.81±22.09 7.04±11.30 0.41±1.02 25.14±28.2 8.13±13.66 - 1.94±4.39 - - AR H H AR H-AR P P S S P - 0.05±0.12 0.09±0.15 H S 21.88±40.50 - 6.88±8.26 4.54±6.96 A S 4.81±13.21 - - - A P - 7.81±22.10 - 0.13±0.35 0.06±0.13 - A A P P 17.97±31.24 10.95±30.9 1.09±3.09 - A P AR H AR AR AR S S S S S - - - 0.02±0.04 - - H P 0.01±0.04 - 2.48±6.58 - 0.01±0.04 0.01±0.04 - A A P P - 0.01±0.04 - A A P P 35.17±43.79 33.59±36.7 - 3.44±6.90 7.00±10.39 0.01±0.04 7.03±9.70 3.44±6.90 7.03±13.95 - 0.01±0.04 4.96±13.15 - A S - 2.34±6.63 11.73±13.9 0.38±1.06 A S - 0.36±1.03 - - B P 0.03±0.05 - - - A P - 4.69±8.68 - - A P - 2.34±6.63 A S 10.94±30.94 - - 2.34±6.63 - AR A D D 0.04±0.11 - - - AR P 45 11.72±13.9 10.48±13.7 COCHLOSPERMACEAE Cochlospermum vitifolium (Willd.) Spreng. COMBRETACEAE Combretum fruticosum (Loefl.) Stuntz Terminalia amazonia (J.F. Gmel.) Exell CLUSIACEAE Rheedia edulis (Seem.) Planch. y Triana CUCURBITACEAE Melothria pendula L. Momordica charantia L. ELAEOCARPACEAE Sloanea meianthera EUPHORBIACEAE Acalypha diversifolia Jacq. Dalechampia spathulata (Scheidw.) Baill Euphorbia heterophylla L. Poinsettia heterophylla (L.) Klotzsch y Garcke Sapium nitidum (Monach.) Lundell Sapium sp. Tragia sp 1. Tragia sp 2. FABACEAE Acacia angustissima (Mill.) Kuntze Acacia cornigera (L.) Willd Acacia mayana Lundell Bauhinia sp. Calliandra tergemina (L.) Benth Cynometra retusa Britton y Rose Dalbergia brownei (Jacq.) Schinz Desmodium axillare (Sw.) DC. Desmodium incanum DC. Dialium guianense (Aubl.) Sandwith Erythrina americana Mill. Inga pavoniana G. Don Inga spuria Humb. y Bonpl. ex Willd. Leucaena glauca Benth. Lonchocarpus aff. guatemalensis Benth Lysiloma divaricata Hook y Jackson Lysiloma sp. Machaerium kegelii Meisn. Mimosa sp. Mucuna pruriens (L.) DC. Pithecellobium furcatum Benth. Senna fruticosa (Mill.) H.S. Irwin y Barneby Senna quinquangulata (Rich.) H.S. Irwin y Barneby Swartzia guatemalensis (Donn. Sm.) Pittier - - 25.0±31.34 14.97±21.3 A S 2.49±6.58 0.04±0.11 0.01±0.04 2.34±6.63 - L A S P 0.01±0.04 0.01±0.04 - - A P - - - 3.91±7.85 0.05±0.12 B B S S 2.34±6.63 0.13±3.09 0.01±0.04 - A P 1.93±3.66 - 12.50±24.1 23.56±32.3 40.63±31.7 0.004±0.01 0.004±0.01 AR H H S P S H A A H B S S S S S 8.13±13.66 12.09±13.6 2.60±7.37 0.46±1.13 4.69±13.26 20.34±27.3 0.78±2.21 1.63±3.05 A AR A AR A A AR H H A A A A A A A A L AR B A S S P P P P S S S P S S S S P P P S D S S - - 1.57±4.42 9.38±17.38 1.09±3.09 7.33±10.89 0.008±0.02 - 4.69±13.26 0.01±0.04 3.45±6.90 2.36±6.62 0.01±0.04 0.01±0.04 0.13±0.35 1.09±3.09 2.20±4.04 0.01±0.04 7.81±22.10 4.68±7.60 32.84±45.26 21.22±34.5 0.01±0.04 7.03±13.95 2.34±6.63 10.94±30.9 10.94±30.9 2.34±6.63 5.78±8,55 0.01±0.04 0.01±0.04 0.36±1.03 0.01±0.04 - - - 4.70±13.25 AR S - - 17.18±24.9 - AR S 4.70±13.25 - - - AR P 46 Zygia sp. FLACOURTIACEAE Casearia corymbosa Kunth Zuelania guidonia (Sw.) Britton y Millsp. GESNERIACEAE Drymonia serrulata (Jacq.) Mart. HIPPOCRATACEAE Pristimera celastroides (Kunth) A.C. Sm. LAURACEAE Género no deteminado Género no determinado Género no determinado LOGANIACEAE Spigelia humboldtiana Cham. y Schltdl. MALPIGHIACEAE Bunchosia lanceolata Turcz. Malpighia glabra L. Stigmaphyllon lindenianum A. Juss MALVACEAE Gossypium hirsutum L. MELASTOMATACEAE Clidemia petiolaris (Schltdl. y Cham.) Schltdl. ex Triana Conostegia xalapensis (Bopl.) D. Don ex DC. Miconia impetiolaris (Sw.) D. Don ex DC. MELIACEAE Guarea grandifolia DC. Guarea sp. Trichilia sp. MEMESILACEAE Mouriri myrtilloides (Sw.) Poir. MENISPERMACEAE Hyperbaena mexicana Miers Hyperbaena aff. jalcomulcensis Pérez y Cast.-Campos MORACEAE Brosimum alicastrum Sw. Ficus obtusifolia Kunth Ficus sp. Género no determinado Poulsenia armata (Miq.) Standl. Trophis mexicana (Liebm.) Bureau MYRSINACEAE Ardisia paschalis Donn. Sm. Género no determinado (icac o ardis) Icacorea sp. MYRTACEAE Eugenia sp 1. Eugenia sp 2. - 2.34±6.63 - - A P 1.09±3.09 - 0.01±0.04 2.34±6.63 2.33±3.98 - 4.81±13.21 A-AR A S S - 0.004±0.01 - - B P - - 0.01±0.04 - L P - - A A AR D D D 10.94±30.94 7.81±22.10 7.81±22.10 - - 0.008±0.02 - H S 0.01±0.04 - 2.34±6.63 - 0.01±0.04 0.13±0.35 - 1.22±3.06 1.09±3.09 0.004±0.01 AR AR B S S S - - - 0.36±1.03 H S - - 0.01±0.04 - AR S - - 2.34±6.63 1.09±3.09 A S 0.01±0.04 0.03±0.05 - - AR P 0.01±0.04 32.36±33.54 26.56±37.5 0.01±0.04 4.69±13.26 - - 1.09±3.09 1.09±3.09 A A A P P P 1.16±3.07 0.01±0.04 - - AR P 14.86±21.37 0.01±0.04 - - A P - 12.5±24.09 - - A P 0.14±0.35 13.43±30.6 4.69±13.26 4.71±13.25 0.01±0.04 24.23±39.58 10.94±30.9 4.69±13.26 0.01±0.04 - - A A A A A A P P P P P P - - 0.01±0.04 0.04±0.05 7.81±22.10 - - - AR A H P P P 0.01±0.04 0.01±0.04 0.05±0.05 - - AR AR P P - 47 NYCTAGINACEAE Pisonia aculeata L. OCHNACEAE Ouratea crassinervia Engl. PASSIFLORACEAE Passiflora coriacea Juss. PIPERACEAE Peperomia granulosa Trel. Piper amalago L. Piper auritum Kunth Piper aduncum L. POLYGONACEAE Coccoloba barbadensis Jacq. Coccoloba sp. RANUNCULACEAE Clematis dioica L. RHAMNACEAE Sageretia elegans (KunB.) Brongn. ROSACEAE Licania platypus (Hemsl.) Fritsch. RUBIACEAE Alseis yucatanensis Standl. Borreria laevis (Lam.) Griseb Faramea occidentalis (L.) A. Rich. Hamelia patens Jacq. Posoqueria latifolia (Rudge) Roem. y Schult. Psychotria sp 1. Psychotria sp 2. Psychotria limonensis K. Krause Psychotria pleuropoda Donn. Sm. Randia sp. Género no determinado RUTACEAE Esenbeckia pentaphylla (Macfad.) Grises. Decazyx esparzae F. Chiang Zanthoxylum kellermanii P. Wilson SAPINDACEAE Cupania dentata DC. Paullinia pinnata L. Paullinia sp. Paullinia tomentosa Jacq. Género no determinado Serjania mexicana (L.) Willd. SAPOTACEAE Manilkara zapota (L.) P. Royen Peteniodendron belizence Lundell Pouteria unilocularis (Donn. Sm.) Baehni SMILACACEAE Smilax aff. regelii Killip y C.V. Morton Smilax aristolochiaefolia Miller 0.01±0.04 - - - AR P 0.03±0.05 0.01±0.04 - - A P - - - 0.41±1.15 B S 0.05±0.12 0.004±0.01 0.38±1.07 4.17±8.03 0.36±1.03 17.33±15.3 2.60±7.37 3.81±6.77 H H H AR P P S S - - 2.34±6.63 0.13±0.35 - AR A S D - - 0.004±0.01 - B S 0.07±0.05 3.60±6.82 0.14±0.35 0.01±0.04 AR S 1.09±3.09 - - - A P 3.44±6.90 0.004±0.01 14.98±23.51 19,84±16.3 21.56±19.3 34.50±21.4 A H AR AR P S P S 19.86±34.82 0.13±0.35 10.94±30.94 18.75±35.36 - 0.36±1.03 - 0.01±0.04 0.004±0.01 - 0.01±0.04 - A A AR AR H L A P P P P P P D 2.37±6.62 10.16±22.14 13.29±30.7 - 0.13±0.35 0.03±0.05 - A A AR P P S A L H L A B S P P S P S A AR A P P P B B S S - - 0.36±1.03 0.09±0.15 0.01±0.04 0.01±0.04 - 1.15±2.30 0.05±0.12 - 2.34±6.63 - 1.48±3.12 1.09±3.09 2.36±6.62 - - 48 2.34±6.63 26.88±31.4 19.67±21.6 0.85±1.41 1.31±2.38 1.94±4.39 6.93±12.80 0.36±1.03 - - 0.004±0.01 2.34±4.65 0.04±0.01 0.004±0.01 Smilax mollis Humb. y Bompl. ex Willd. SOLANACEAE Cestrum glanduliferum Kerber ex Francey Cestrum megallophyllum Dunal Solanum umbellatum Mill. STERCULIACEAE Sterculia mexicana R. Br. Guazuma ulmifolia Lam. TILIACEAE Heliocarpus mexicanus (Turcz.) Sprague ULMACEAE Trema micrantha (L.) Blume URTICACEAE Urera elata (Sw.) Griseb. VERBENACEAE Aegiphila monstrosa Moldenke Lantana camara L. Género no determinado VIOLACEAE Rinorea guatemalensis (S. Watson) Bartlett Rinorea hummelii Sprague VITACEAE Cissus sicyoides L. Vitis tiliifolia Hump. y Bonpl. ex Roem. y Schult. ZAMIACEAE Zamia loddigessii FAMILIA DESCONOCIDA Arbol desconocido 1 Arbol desconocido 2 Arbol desconocido 3 Arbol desconocido 4 Arbol desconocido 5 Arbol desconocido 6 1 - - 0.36±1.03 - B S 0.01±0.04 - 0.01±0.04 - - - 0.01±0.04 0.01±0.04 AR A AR S P S 10.95±30.93 - - 18.75±35.4 - A A P S - - 41.41±35.2 52.34±34.1 A S - - 21.88±22.7 9.38±17.36 A S - 10.17±22.1 2.34±6.63 A S - 2.34±6.63 - 17.69±22.4 20.31±29.1 1.09±3.09 AR AR A S S S 47.66±21.63 20.31±27.3 0.01±0.04 - - - AR AR P P - - - 4.73±5.38 L S - - 0.008±0.02 4.21±8.00 L S 0.008±0.02 0.004±0.01 0.05±0.12 0.004±0.01 H P - - A A A A A A D D D D D D 10.94±30.94 7.81±22.10 0.01±0.04 2.34±6.63 10.94±30.9 0.13±0.35 2.36±6.62 La nomenclatura taxonómica de angiospermas siguió a Cronquist (1988), y los autores fueron abreviados de acuerdo a Brummitt y Powell (1992). 2 A, árbol; AR, arbusto; H, hierba; B, bejuco; L, liana. 3 P, primaria; S, secundaria; D, desconocido. 49 50 CAPITULO III Bat diversity and abundance associated with the degree of secondary succession in a tropical forest mosaic in southeastern Mexico (Riqueza y abundancia de murciélagos asociados al grado de sucesión secundaria en un mosaico forestal tropical en el sudeste de México) 51 BAT DIVERSITY AND ABUNDANCE ASSOCIATED WITH THE DEGREE OF SECONDARY SUCCESSION IN A TROPICAL FOREST MOSAIC IN SOUTHEASTERN MEXICO Authors: Alejandro A. Castro-Luna1, Vinicio J. Sosa 1,2 and Gonzalo Castillo-Campos1 1 Instituto de Ecología, A. C. Apartado Postal 63, Xalapa, Veracruz 91000 Mexico. Short title: Bats associated with secondary succession 2 Corresponding author: vinicio.sosa@inecol.edu.mx Publicado en Animal Conservation 10: 219-228, 2007 52 ABSTRACT Under the hypothesis that bat diversity would be lower in the early stages of secondary succession and that species affected negatively by habitat modification would be more frequent in later successional stages, we evaluated how bats use 12 vegetation stands representing four stages of secondary succession, following disturbance caused by slash-and-burn agriculture and selective logging. We compared bat richness, abundance and diversity and found that none of these variables was different among stages or rainy seasons. However, of the ten most common bat species, two were significantly more abundant in stands at the early stages of secondary succession, while the opposite was true for three other species. Canopy cover mainly explains these patterns. Rainy season had no effect on the abundance of the common species. The results of this study indicate that although some frugivorous species were very abundant in the younger stands, the majority of the rare species were captured in older stands. The absence of rare and habitat-specialized species from young successional stages close to primary forest, suggests that, for effective bat conservation in landscapes modified by human activity, areas with original vegetation should be maintained to ensure the survivorship of sensitive-to-deforestation species. Keywords: Bats, canopy cover, secondary succession, selective logging, slash-and-burn. 53 INTRODUCTION Landscape modification and fragmentation are the main causes of the loss of biodiversity on the planet and their effects have been widely documented (Debinsky & Holt, 2000; Sala et al. 2000; Fahrig, 2003). In the tropics, the urgent and constant search for economic development has resulted in the transformation of vast expanses of forest to landscapes comprised of remnants of the original vegetation, and land modified by human activities (Saunders, Hobbs & Margules, 1991). These highly disturbed landscapes are becoming the only available refuge for fauna (Turner & Corlett, 1996; Russell, Swihart & Feng, 2003), so an understanding of the degree of sensitivity of each species and the plasticity of their response to different types of habitat modification would be of great value in conservation and management planning. Bats have a high tolerance of landscape modification owing to their ability to fly and the ease with which they can cross open areas (Kalko, Handley Jr. & Handley, 1999; Medellín, Equihua & Amín, 2000). Consequently, most studies have focused on fragments of original vegetation immersed in highly disturbed matrices (Brosset et al. 1996; Schulze, Seavy & Whitacre, 2000), while fragments with relatively low disturbance surrounded by primary forest have received minor attention. Even so, studies demonstrate that owing to differences in the morphology and ecology of species, bats respond to habitat disturbances in different ways. For example, frugivorous species that depend directly on plants as their main source of food, benefit from the creation of sites with secondary vegetation but suffer when their foraging or roosting areas are subjected to drastic changes (Jones et al. 2001; Soriano & Ochoa, 2001). Phyllostominae bats, whose refuges, foraging habits, and morphology are strongly associated with primary forest, are among the first species to disappear when a disturbance occurs (Norberg & Rayner, 1987; Fenton et al. 1992). The scale, intensity and duration of the disturbance, as well as the characteristics of the surrounding landscape also influence these responses (Estrada, Coates-Estrada & Meritt Jr., 1993; Gorresen, Willig & Strauss, 2005). Under the various combinations of these factors, a bat species may or may not be positively affected. Another outcome, unexplored for bats to date, is that under an intermediate 54 level of disturbance, species richness will be higher than in an undisturbed habitat, as set forth in the Intermediate Disturbance Hypothesis (Connell, 1978). In this study, we examine how bats use the different elements of a landscape constituted by a matrix of primary tropical evergreen forest that surrounds patches of vegetation in different stages of secondary succession. Our first objective was to evaluate how the number of bat species (richness), abundance of all species (total abundance) and evenness (diversity) vary between vegetation patches in different stages of succession. Because a greater degree of disturbance is associated with drastic changes in the floristic composition and structure of vegetation, we expected that the shorter the period of time that had elapsed since the disturbance, the greater the number of affected bat species would be, and consequently, the lower bat richness and diversity would be. Our second objective was to identify which bat species differ in their use of vegetation patches at different stages of secondary succession. We expected that (1) species negatively affected by habitat modification (i.e. Phyllostominae), would be found more frequently in later successional stages while (2) those species that tend to feed in secondary vegetation and open areas (i.e. Carollinae), would be more frequent in sites of early succession than in primary forest. Finally, our third objective was to determine which habitat-specific variables (associated with the successional stage of the vegetation) and landscape variables explain the bats’ response. Owing to the notable vagility of the bats, we expected vegetation variables to have greater explanatory power. Specifically, we expected higher bat richness, diversity and abundance to be associated with those stands that had higher plant diversity, higher canopies and greater canopy cover. METHODS Study area This study was carried out in the Agua Blanca State Park (ABSP) in the state of Tabasco, Mexico, a 2025 ha reserve run by the inhabitants of the Manatinero-Palomas ejido (communal property), located in the physiographical province of the Chiapas Mountain Range (17º35’52’’N-92º27’3’’W to 17º37’16’’N- 55 92º28’43’’W; Cruz-Hernández, 1999; Figure 1). Its climate is warm and humid with rainfall throughout the year. Mean annual precipitation is 3500 mm, and mean temperature is 26 °C. Rain is distributed in an abundant rainy season (Jun-Nov, mean month of 419.8 mm), and a light rainy season (Dec-May, mean month of 174.9 mm; INEGI, 1994). Importantly for bat diversity, the ABSP has a system of caves measuring 5200 m in length (Pisarowicz, 1988). These caverns serve as a refuge for numerous colonies of bats belonging to the families Mormoopidae (five species) and Phyllostomidae (8 species; Castro-Luna, 1999). Plant diversity is high (ca. 1950 species) in the ABSP which has one of the last remnants of natural vegetation in the region (Castillo & Zavala, 1996). The park is mainly tropical evergreen forest (80%), but selective logging and slash-and-burn agriculture is permitted in a section of the reserve. We limited our study area to the section comprised of a mosaic of vegetation patches that have been subjected to different degrees and causes of disturbance, and varying elapsed time of abandonment when secondary succession began (Figure 1). Based on the type and degree of disturbance, we identified four types of vegetation: (1) Tropical evergreen forest (TEF) is the original vegetation of the reserve, and presents the least degree of disturbance; in the study area, this type of forest is only found on the roughest terrain. (2) Old secondary growth forest (OSF; 12.6% of the studied area) is the result of selective logging in the TEF during the 1970s, and is characterized by the loss of arboreal cover and the proliferation of secondary vegetation. (3) Middle-aged secondary growth forest (MSF) and (4) young secondary growth forest (YSF), are characterized by a greater degree of disturbance and are located in areas that were used for agriculture. They can be distinguished by the amount of time that has elapsed since they were abandoned (8 and 3 years, respectively). We refer to these four vegetation types as successional stages. Both, MSF and YSF, are comprised of 2-3 ha plots (the area used by a local farmer over the course of an agricultural cycle) that differ depending what each farmer has used them for, the intensity of management and crop type. See Supplementary Appendix S1 for the plant species composition of the different vegetation types. 56 Sampling design and bat capture We selected three sampling sites for each successional stage, with a distance of at least 300 m between them. We chose sites according to the availability of each successional stage and their accessibility, i.e. the presence of paths and topography that allowed the nets to be erected. In the YSF and MSF, we chose sites on plots that were 2-3 ha in size and had been abandoned for a similar length of time. To ensure species representation, from November 2002 to November 2003, we made 10 sampling expeditions spending one night at each selected site, and randomly sampled the sites during periods close to the new moon. From the fourth expedition onwards, we eliminated one capture site per successional stage, leaving two sites per stage. Bats were captured with 10 mist nets (9 m long x 2.6 m high) that were hung in the understory, opened at sunset and checked every 30 min for the 6 h they were in place. Sampling effort was 552 hours over 92 sampling nights for 5520 net hours evenly divided among the four successional stages studied. Bats were identified to the species level using field keys (Medellín, Arita & Sánchez, 1997). Taxonomy follows Ramírez-Pulido et al. (2005). To identify recaptures between successional stages, we placed a numbered plastic collar on each bat (except Vespertilionidae). Habitat-specific variables: Successional stage of the vegetation In each site that was sampled for bats over the course of a year (n = 8), we marked out four 10 x 10 m plots to record woody species. Within each of these, we placed three 2 x 2 m quadrats to record herbaceous species. For these plots, we estimated the plant diversity and cover per species using a 1-9 logarithmic scale (Van der Maarel, 1979). Within the 100 m2 plot, we visually estimated the canopy cover, its mean height and the percent cover of woody and of herbaceous species (Van der Maarel, 1979); variables that we consider suitable descriptors of changes in the vegetation structure associated with the degree of secondary succession (Table 1). 57 Landscape variables The landscape variables considered were the distance to the forest edge and the distance to the caves’ entrances (see Table 1), assuming that the primary forest and the caves are the most likely sources of bat species in the park. To measure these variables, we plotted the coordinates, taken at the centroid of the 10 mistnets’ locations, for our sites and the entrances to the caves (determined using a handheld Global Positioning System) on a GIS of the study area prepared by interpreting LANDSAT ETM+ (28-03-2000) satellite images and verified by extensive field excursions. Using ArcView 3.2 (ESRI Systems, Redlands, CA) software, we calculated the linear distance from each sampling site to the caves and to the edge of the closest primary forest. Statistical analyses We estimated bat species richness, fitting accumulation curves for each successional stage, using the program EstimateS, version 7.0 (Colwell, 2004). To eliminate the influence of the order in which sampling was carried out, and to smooth out the species accumulation curves, sampling order was randomized 1000 times (Longino & Colwell, 1997). To ensure a good representation of bat richness for each successional stage, we used the following estimates: ICE, Chao2 and Bootstrap (Colwell, 2004). We set 90% estimated richness as a satisfactory level of sampling efficiency (Moreno & Halffter, 2001). Because bat abundance may change with season in the tropics (Kalko, 1998), we took this variation into account by grouping captures in the two different rainy seasons at the study area (adding the captures from 5 sampling expeditions in each season). We tested for differences in richness, diversity (estimated by the Shannon-Wienner index; Magurran, 1988), and total bat abundance, among successional stages, seasons and their interaction levels, using a repeated measures MANOVA to deal with the correlation of these three variables. We treated season as the between subject factor and successional stage as the within subject factor to maximize the power of the test for the factor we were most interested in, successional stage (Sahai & Ageel, 2000). To assess the effect of successional stage and season on the 58 abundance (total captures per season) of the more common (n > 30) bat species we fitted linear mixed effect models (Pinheiro & Bates, 2000). Succession stage, season, and their interaction were treated as fixed factors and the replicate as a random one. When significant effects were found we used contrasts to investigate differences between factor levels. Recaptures were not included in the analyses. Count data were normalized using the logarithm function before carrying out the analyses. To determine which vegetation and landscape variables explained the abundance of the most common species, we used a stepwise multiple regression with the Akaike Information Criterion to retain independent variables in the minimum adequate model (Crawley, 2002). The pool of variables with which we started the regressions is listed in Table 1. We also included a dummy variable to label the season (Cottingham, Lennon & Brown, 2005) and assumed that there were no important interactions among the independent variables in order to avoid running out of degrees of freedom. In these analyses, we only used the data of the eight sites where we had measured the vegetation structure variables (8 sites x 2 seasons 1: 15 total degrees of freedom). Independent variables measured as percentages were transformed prior to analysis using the sin −1 p function. All statistical analyses were run using the S-Plus 2000 program (MathSoft, 1999). RESULTS Results at the community level: richness, diversity and sample representativeness We captured 2264 bats of which 180 (8 %) were recaptures, for 2084 individuals belonging to 34 species and four families (Table 2). The fitted species accumulation curves for each successional stage showed similar tendencies, except for MSF for which the asymptote indicates notably lower species richness (Figure 2). Values superior to or near 90% of the estimated number of species were reached for all four successional stages, indicating data representative of the bat assemblages (mainly Phyllostomidae and Mormoopidae) in the study area (Table 2). 59 Bat richness, diversity and total abundance were statistically indistinguishable among the successional stages of vegetation and seasons. The interaction of these two factors was not significant (Table 3). However nine species were captured in only the oldest stages, and five species were captured in only the youngest stages. Results at the species level Of the 10 species analyzed, abundance was significantly different for six among successional stages (Figure 3): Artibeus jamaicensis was more abundant in OSF and TEF (Linear mixed models: F3,8 = 21, p < 0.001), whereas A. lituratus was frequently captured in all stages but MSF (F3,8 = 6.84, p < 0.013). Natalus stramineus and Pteronotus parnelli were more frequent in TEF than in the early stages of secondary succession (YSF and MSF; F3,8 = 6.28, p < 0.017, and F3,8 = 4.01, p < 0.05), while the opposite was observed for C. Perspicillata and Sturnira lilium (F3,8 = 6.25, p < 0.017, and F3,8 = 5.37, p < 0.026, respectively). Four species exhibited no pattern at all with respect to the degree of succession in the vegetation: C. sowelli, Dermanura phaeotis, Desmodus rotundus and Glossophaga soricina (F3,8 < 3.33, p > 0.07 in all cases). There were no differences in abundance for any of these 10 species in relation to season (F1,2 < 13.29, p > 0.06 in all cases); similarly there was no significant interaction between season and successional stage (F3,8 = 3.25, p > 0.07). The relationship between bats and the successional stage of the vegetation The vegetation variables (surrogates for successional stage) explained (p < 0.05) the abundance of six bat species (Table 4). In contrast, S. lilium was the only species for which a landscape variable, distance to forest edge, had explanatory power. Canopy cover explained the greatest percent of the variation in all the fitted models whether alone or in combination with woody and/or herbaceous cover. The abundances of C. perspicillata and S. lilium were inversely proportional to canopy cover, while the abundances of A. jamaicensis, A. lituratus, P. parnelli, and N. stramineus were directly proportional to canopy cover. 60 DISCUSSION Results at the community level Our first objective was to evaluate whether bat richness, diversity, and total abundance vary across successional stages of a tropical evergreen forest. Contrary to our expectations none of these variables was significantly different among stages. However, this similarity in richness and diversity is due to compensation caused by significant changes in the relative abundance and composition of species. These results support the Intermediate Disturbance Hypothesis, which states that due to the different responses of species to disturbances, a mixture of different successional stages of vegetation can promote high species diversity (Connell, 1978; Sheil & Burslem, 2003). Apparently, a matrix of mature forest with patches of secondary vegetation provides more niches for bats than intact forests do. On the other hand, a reason for not finding any differences in richness, diversity or total abundance among successional stages, could be the low power of the MANOVA test, as there were few replicates and several dependent variables (Von Ende, 1993). The capture of bats belonging to families that were barely represented (Vespertilionidae) or absent (i.e. Molossidae), could be considered incidental given that the sampling technique used in this study underestimates their abundances (Kalko et al. 1996). However, since they do not respond significantly to habitat perturbation, we do not feel this has affected our results (Fenton et al. 1998; Stevens, Willig & Gamarra de Foz, 2004). Differences in the foraging height of some species could also have biased the probability of capturing them (Bernard, 2001; Kalko & Handley, 2001). For these reasons, our conclusions apply mainly to the Phyllostomidae and Mormoopidae families, as they are usually well represented when mistnets are used (Moreno & Halffter, 2001). Long term studies using other sampling techniques (i.e. ultrasound detectors) could provide a more complete picture of bat community changes after habitat disturbance. Results at the species level 61 The second objective of this study was to determine which, if any, bat species use successional stages differently. We found that six species exhibited a bias toward at least one successional stage in their capture frequency. We recognize that after an experiment-wise error rate correction of the significance level, the abundance of only one species (A. jamaicensis) varied among successional stages. However, Bonferroni corrections are deemed too conservative for ecological studies (Moran, 2003). For frugivorous species, our results can be explained by the diet of each species: The Artibeus species feeds mainly from canopy trees (Morrison, 1978; Bonaccorso, 1979) and its lower abundance in MSF and YSF could result from the fact that their original vegetation had been completely cleared and replaced by secondary vegetation. A. lituratus was also captured frequently in YSF because some pioneer plants regularly constitute part of its diet (Charles-Dominique, 1986; Lobova et al. 2003). Additional observations indicate that the fruit preferred by A. jamaicensis in the study area are Poulsenia armata and Spondias radlkoferi (Castro-Luna, unpublished data), i.e. those that are dominant in TEF, but scarce or absent from MSF and YSF (see Appendix). In contrast, all the frugivorous bat species that were most frequent in MSF and/or YSF, have a diet based on plant families like Piperaceae (C. perspicillata), that form part of secondary vegetation (Heithaus & Fleming, 1978; Fleming, 1988). Inferences based on diet also explain why capture frequencies for C. perspicillata and A. jamaicensis, which are capable of flying great distances in a single night (13.2 and 10 km, respectively; Heithaus & Fleming, 1978; Morrison, 1980; Charles-Dominique, 1991), differed between adjacent successional stages with different floristic compositions. This argument is supported by the recaptures, the majority of which occurred in the same vegetation stand where the bats were originally caught (See Supplementary Material Appendix S2). Both the relatively high total percent recapture (9%) and percent recapture at the same stand of first capture (80%) suggest that a high proportion of bat species are either residents or recurrent visitors of specific successional stages of vegetation. In the cases of N. stramineus and P. parnelli (aerial insectivores), their highest abundance in TEF and OSF could be related to their foraging habits which are associated with spatially complex environments, such as the forest interior (Kalko et al. 1996; Jennings et al. 2004). 62 Regarding the species for which abundance did not differ between successional stages, it is known that these species can modify their diets and behavior and therefore take advantage of the opportunities that are available in landscapes that have been modified for agricultural activities (Wilkinson, 1985; Racey & Entwistle, 2003). The results we present corroborate the high ecological plasticity of these species. The relationship between bats and the successional stage Our results demonstrate that bat abundance in the study area varied more as a function of vegetation variables than of the landscape variables we studied, and were consistent with findings for vespertilionid bats at the microhabitat level (Walsh & Harris, 1996; Zimmerman & Glanz, 2000; Gehrt & Chelsvig, 2003). At the vegetation (habitat) level the variable with the greatest explanatory power was canopy cover, the importance of which has already been indicated with respect to bat movement and foraging behavior (Crome & Richards, 1988; Gorresen & Willig, 2004; Ford et al. 2005). The importance of this variable to bat species could result from (1) its effect on the risk of predation by owls and hawks (Fenton et al. 1992; Estrada et al. 1993) and (2) its association with the plant species bats use as a resource (food, refuge, perching sites). Regarding the first point, it has been proposed that greater canopy cover could be associated with a decreased risk of predation. However, the main limitation of this argument has been the lack of direct corroborating evidence. A more plausible explanation is that canopy cover is associated with plant resources. This is a reasonable interpretation given that all the species for which there was a negative relationship with canopy cover are mutualists with plant species that make up secondary vegetation (i.e. the genera Piper, Cecropia, Solanum) (Charles-Dominique, 1986; Fleming, 1988; Brosset et al. 1996). The species for which there was a positive relationship with this variable were canopy frugivores and aerial insectivores, all of which forage in forested sites. We do not conclude from this study, that landscape variables are not influencing bat diversity, since bats may respond to both the local and regional characteristics of a landscape over a range of scales (Kotliar & Wiens, 1990; Gorresen et al. 2005). In our study area the relatively small size of patches and 63 the distance among them may have masked the effect of landscape variables that work on larger spatial scales. To conclude, contrary to expectations the richness, diversity and total abundance of bats were not correlated with the succession of vegetation. However, for the landscape’s present configuration, changes in the relative abundance and composition of individual bat species were detected across successional stages. In spite of the proximity of vegetation patches, the distances among them and to the primary forest, some bat species select specific succession stages, and this selection is correlated positively or negatively with the canopy cover and floristic composition of the vegetation stand. As a result of this, and in accordance with the Intermediate Disturbance Hypothesis, overall bat richness is greater over the patchy landscape than in the forest. Nevertheless, our results strongly indicate that we need to preserve the remaining areas of primary vegetation in landscapes that have been modified by human activities, to guarantee the persistence of the rare and habitat-specialist species that would otherwise be negatively affected. ACKNOWLEDGEMENTS This research was funded by a CONACyT doctoral scholarship awarded to the first author (Reg. 159244). Bat Conservation International Inc. (BCI Student Scholarship 2002), the Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, and the Department of Applied Ecology at the Instituto de Ecología, A. C., provided additional support for fieldwork. We are grateful to the local farmers of the Manatinero-Palomas ejido, for allowing us to work on their land. We are also grateful to G. Castro, D. Hernández-Conrique and A. Flores-Lepe for their help with fieldwork. M. Equihua, L.G. Herrera, F. López-Barrera, G. Cowlishaw and two anonymous reviewers made valuable comments on this manuscript. Bianca Delfosse translated the article from the original in Spanish. 64 BIBLIOGRAPHY Bernard, E. (2001). Vertical stratification of bat communities in primary forests of Central Amazon, Brazil. J. Trop. Ecol. 17, 115-126. Bonaccorso, F.J. (1979). Foraging and reproductive ecology in a Panamanian bat community. Bull. Florida State Mus., Biol. Sci. 24, 359-408. Brosset, A., Charles-Dominique, P., Cockle, A., Cosson, J. & Masson, D. (1996). 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Standley Spondias radlkoferi Donn. Sm. Posoqueria latifolia (Rudge) Roemer & Schultes Rubiaceae Dendropanax arboreus (L.) Decne. & Planch. Louteridium mexicanum (Baillon) Standley Faramea occidentalis (L.) A. Rich. Brosimun alicastrum Sw. Pouteria sp. Hyperbaena aff. jalcomulcensis Pérez & Cast.Campos Heliocarpus mexicanus (Turcz.) Sprague Cupania dentata Mociño & Sessé ex DC. Cochlospermum vitifolium (Willd.) Sprengel Acalypha diversifolia Jacq. Trema micrantha (L.) Blume Hamelia patens Jacq. Verbesina sp. Guazuma ulmifolia Lam. Piper aduncum L. Senna quinquangulata (Rich.) H.S. Irwin & Barneby Bursera simaruba (L.) Sarg. Cecropia obtusifolia Bertol. Leucaena leucocephala (Lam.) De Wit Lantana camara L. Dalbergia brownei (Jacq.) Griseb. Percent cover Family TEF 48.1 35.4 34.7 33.1 32.6 24.4 22.0 20 18.9 18.1 0 15.3 0.3 10.2 OSF 20.5 33.9 5.8 21.5 26.8 11.0 0 0 0 11.1 25.6 20.0 13.7 13.4 MSF 0 0 0.1 0 0 0 6.9 0 0 1.1 0 0 0 0 YSF 0 0 0 0 0 0 4.6 0 0 0 0 0 0 0 Menispermaceae Tiliaceae Sapindaceae Cochlospermaceae Euphorbiaceae Ulmaceae Rubiaceae Verbenaceae Sterculiaceae Piperaceae 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 12.6 0 0 0 12.6 0 0 0 0 0.36 0 41.7 27.0 25.3 23.9 22.1 21.7 20.5 18.9 17.56 0 52.7 20 15.2 41.0 9.5 35.0 1.1 0 0.39 Fabaceae Burseraceae Moraceae Fabaceae Verbenaceae Fabaceae 0 0 0 0 0 0 0 2.4 2.4 0 0 0 17.4 11.9 11.8 0 0 0 0 0.5 10.6 20.6 18.1 12.3 Violaceae Bombacaceae Arecaceae Fabaceae Meliaceae Moraceae Anacardiaceae Rubiaceae Rubiaceae Araliaceae Acanthaceae Fabaceae Moraceae Sapotaceae 71 Dominant herbaceous species Dieffenbachia seguine (L.) Schott Heliconia aurantiaca Ghiesbr. Mirandea sylvatica Acosta Cast. Chamaedorea oblongata Mart. Lomariopsis recurvata Fée Chamaedorea tepejilote Liebm. ex Mart. Phylodendrum sp. Dalechampia spathulata (Scheidw.) Baillon Aphelandra aurantiaca (Scheidw.) Lind. Tradescantia zanonia (L.) Sw. Anthurium pentaphyllum (Aublet) G. Don Syngonium sp. Heliconia vaginalis Benth. Chamaedora ernesti-augusti H. Wendl. Desmoncus otyhacanthos Mart. Philodendron tripartitum (Jacq.) Schott Heliconia latispatha Benth. Lygodium heterodoxum Kunze Stromanthe macrochlamys (Woodson & Standley) Kennedy & Nicolson Ichnantus sp. Desmodium axillare (Sw.) DC. Syngonium podophyllum Schott Maranta arundinacea L. Heliconia uxpanapensis Gutiérrez Báez Scleria bracteata Cav. Tragia sp. Melanthera nivea (L.) Small Cissus sicyoides L. Vitis tiliifolia Humb. & Bonpl. Melothria pendula L. Paullinia pinnata L. Araceae Heliconiaceae Acanthaceae Arecaceae Lomariopsidae Arecaceae Araceae Euphorbiaceae Acanthaceae Commelinaceae Araceae Araceae Heliconiaceae Arecaceae Arecaceae Araceae Heliconiaceae Schizaeaceae 7.60 4.29 3.60 3.15 2.65 2.63 2.63 1.95 1.01 0.78 1.73 2.48 1.23 0.97 0.02 0.41 0 0.02 0.91 0 0 0.83 0 0 0 0.02 7.18 6.89 6.37 5.64 3.71 2.37 1.58 0.99 0 0.17 0 0 0 0.02 0 0 0 0 0 0 0.39 0 0.39 0 0 22.91 17.08 7.74 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 3.51 0 0 0 0 16.66 4.30 Marantaceae Poaceae Fabaceae Araceae Marantaceae Heliconiaceae Cyperaceae Euphorbiaceae Asteraceae Vitaceae Vitaceae Cucurbitaceae Sapindaceae 1.58 0 0 0.02 0.02 0 0 0 0 0 0 0 0.36 0.87 0 0 0.02 0.06 0 0 0 0 0 0 0 1.17 5.80 5.72 4.84 4.40 2.66 2.37 1.00 0 0 0 0.04 0 1.10 3.17 0 2.63 0.78 0.64 0 21.24 7.49 7.21 4.91 4.29 4.00 1.39 72 Supplementary Material Appendix S2 Bats recaptured in primary tropical evergreen forest and three stages of secondary growth (late, middle and early) in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico. In addition to the mean, the range of time and distance between recaptures is given for the five most abundant species Total captures Total recaptures % recaptures Extrasuccessional stage recapturesa Carollia sowelli 657 130 19.8 13 117 Glossophaga soricina 405 18 4.4 5 13 Dermanura phaeotis 168 8 4.8 0 8 Sturnira lilium 186 6 3.2 1 5 Artibeus lituratus 129 5 3.9 1 4 Dermanura watsoni 17 2 11.8 1 Carollia perspicillata 101 2 1.9 Artibeus jamaicensis 134 2 Pteronotus parnelli 180 Micronycteris microtis Bat species Samesuccessional stage recaptures b Mean interval between recaptures (nights) 83.5 Mean distance between recaptures (m) 105.1 (0-259) (0-1110) 94.2 326.2 (14-242) (0-850) 186.5 (28-287) 0 92.2 274.5 (21-287) (0-1649) 77.8 424.3 (32-154) (0-790) 1 3-120 0-481 0 2 0-21 0 1.5 1 1 23-65 370-417 2 1.1 0 2 0-22 0-535 24 1 4.2 0 1 17 0 Lophostoma evotis 5 1 20 0 1 52 309 Mimon cozumelae 10 1 10 0 1 177 0 3 1 33.3 0 1 273 369 80 1 1.3 0 1 239 0 2099 180 8.6 22 158 Micronycteris schmidtorum Natalus stramineus Total a Recaptures in a successional stage different from that of the first capture b Recaptures in the same successional stage as the first capture 73 Figure 1 Location of the Agua Blanca State Park in southeastern Mexico and the sites for bat sampling in each vegetation patch. 74 30 25 Number of species 20 15 10 YSF MSF 5 OSF TEF 0 0 5 10 15 20 25 Number of sampling nights Figure 2 Fitted accumulation curves for the bat species inhabiting four vegetation successional stages (TEF: tropical evergreen forest, OSF: old growth secondary forest, MSF: middle-aged secondary growth forest, YSF: young secondary forest) in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico. 75 (a) Artibeus jamaicensis Mean abundance b 5 a a YSF MSF Mean abundance 10 8 4 b 2 YSF MSF OSF 25 b 0 a a YSF MSF OSF b b a a YSF MSF OSF TEF Sturnira lilium a 20 a 15 b 10 b 5 0 TEF TEF 5 25 b OSF Natalus stramineus (f) 15 10 MSF 10 0 TEF Pteronotus parnelli 20 YSF (d) a a b 0 TEF 6 0 5 5 15 a a a 10 Carollia perspicillata (c) (e) OSF a Mean abundance 0 Mean abundance 15 b Mean abundance Mean abundance 15 10 Artibeus lituratus (b) YSF MSF OSF TEF Successional stage Figure 3 Mean abundance across rainy seasons (± SE) for the six most abundant bat species of the Agua Blanca landscape. YSF: young secondary growth forest, MSF: middle-aged secondary growth forest, OSF: old secondary growth forest, TEF: tropical evergreen forest. Columns marked with different letters were significantly different. 76 Table 1 Explanatory vegetation (structure) and landscape variables (mean ± SE) used in the multiple regression analysis of bat richness, diversity and abundance. Where TEF, tropical evergreen forest; OSF, old secondary growth forest; MSF, middle-aged secondary growth forest; YSF, young secondary growth forest Variable TEF Canopy height (m) 33±1 Canopy cover (%) 90±2 Herbaceous cover (%) 65±8 Woody cover (%) 87±7 Plant diversity (H’) 3.14±0.06 Distance to the forest edge (m) 0 563±178 Distance to the caves (m) Successional Stage OSF MSF 27±3 12±9 78±5 38±1 56±12 55±8 83±4 81±3 3.11±0.07 3.28±0.07 137±16 62±16 430±250 1286±137 77 YSF 7±1 29±5 74±8 71±6 3.30±0.06 82±38 1625±381 Type of variable Vegetation Vegetation Vegetation Vegetation Vegetation Landscape Landscape Table 2 Total bat richness, diversity and abundance in four secondary successional stages of tropical evergreen forest in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico. Where TEF: tropical evergreen forest, OSF: old secondary growth forest, MSF: middle-aged secondary growth forest, YSF: young secondary growth forest. Guild code: Fru, frugivore; Nec, nectarivore; Glin, gleaning insectivore; Aein, aerial insectivore; Car, carnivore; San, sanguivore Successional stage Family Subfamily Species Guild Mormoopidae Mormoops megallophylla* Pteronotus davyi Pteronotus parnelli Phyllostomidae Micronycterinae Lampronycteris brachyotis* Micronycteris microtis Micronycteris schmidtorum* Phyllostominae Lonchorhina aurita* Lophostoma brasiliense* Lophostoma evotis* Mimon crenulatum* Mimon cozumelae Phyllostomus discolor* Trachops cirrhossus* Chrotopterus auritus* Glossophaginae Glossophaga soricina Hylonycteris underwoodii Carollinae Carollia sowelli Carollia perspicillata Stenoderminae Sturnira lilium Platyrhinus helleri Uroderma bilobatum Vampyressa pussilla Chiroderma salvini* Chiroderma villosum* Artibeus jamaicensis Artibeus lituratus Dermanura phaeotis Dermanura tolteca* Dermanura watsoni Centurio senex Desmodontinae Desmodus rotundus Natalidae Natalus stramineus Vespertilionidae Myotis californicus* Myotis keaysi* Total Diversity (H’) Recorded species richness 78 Aein Aein Aein Glin Glin Glin Glin Glin Glin Glin Glin Nec Glin Car Nec Nec Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru Fru San Aein Aein Aein TEF OSF MSF YSF 0 1 0 0 0 15 0 0 78 72 20 10 1 1 0 0 4 8 8 4 3 0 0 0 1 0 0 3 0 0 0 2 3 2 0 0 0 1 0 0 8 2 0 0 0 0 0 2 2 2 0 0 3 1 0 0 49 131 63 162 1 6 2 4 84 140 286 147 7 27 36 31 11 32 61 82 2 11 1 15 0 0 1 9 8 4 0 9 0 0 0 2 1 0 0 0 78 46 6 4 39 44 7 39 24 49 46 49 0 0 0 1 3 8 5 1 3 4 1 9 16 12 1 3 34 39 4 3 2 0 0 1 0 1 0 0 366 659 548 691 2.42 2.44 1.65 2.15 25 25 16 23 Total 1 15 180 2 24 3 4 2 5 1 10 2 4 4 405 13 657 101 186 29 10 21 2 1 134 129 168 1 17 17 32 80 3 1 2264 2.35 34 Estimated species richness** % Coverage of species richness 28 30 19.4 24.5 89.3 83.3 82.5 93.9 * Rare species (n < 10) in the study area **Based on the average of three non-parametric estimators: ICE, CHAO2 and Bootstrap 79 38.2 89 Table 3 Summary of a repeated measure MANOVA to assess the effect of successional stage, season and their interaction on the correlated response variables richness, evenness (diversity) and total abundance Factor Pillai’s Trace Statistic p Successional stage 1.053 F9,30=1.80 0.1091 Rainy season 0.192 F3,8=0.64 0.6131 Successional stage x Season Interaction 0.372 F9,30=0.47 0.8824 80 Table 4 Local and landscape variables of vegetation stands that accounted for bat species abundance in the Agua Blanca State Park, Tabasco, Mexico in multiple linear regression models MODEL Species Explanatory variables Artibeus jamaicensis Artibeus lituratus Carollia perspicillata Natalus stramineus Pteronotus parnelli Sturnira lilium -0.93 Canopy cover*** 1.77 Herbaceous cover* 0.86 Intercept** 2.32 Canopy cover* 1.15 Woody cover* -2.75 Season* -0.18 Intercept*** 2.69 Canopy cover* -1.71 Intercept** -0.24 Canopy cover*** 1.27 Intercept* -0.29 Canopy cover*** 1.58 Intercept** -3.49 Canopy cover*** -1.99 Plant diversity** 1.88 Distance to the forest edge* -0.27 81 Statistic 0.84 F2,13 = 34.15*** 0.56 F3,12 = 5.03*** 0.42 F1,14= 10.28** 0.52 F1,14 = 14.89** 0.75 F1,14= 42.21*** 0.81 F3,12= 17.04*** Coefficients Intercept** * p < 0.05; ** p < 0.01; *** p < 0.001 R2 82 Capítulo IV Quantifying phyllostomid bats at different taxonomic levels as ecological indicators in a disturbed tropical forest (Cuantificando a los murciélagos Phyllostomidae a niveles intra-familia como indicadores ecológicos en un bosque tropical perturbado) 83 Quantifying phyllostomid bats at different taxonomic levels as ecological indicators in a disturbed tropical forest Authors: ALEJANDRO A. CASTRO-LUNA1, VINICIO J. SOSA1, 2 and GONZALO CASTILLO-CAMPOS1 1 Instituto de Ecología, A. C. Apdo. Postal 63 Xalapa 91000, Veracruz, Mexico. Key words: assemblages, indicators, Phyllostomidae, shifting agriculture Running title: Quantifying phyllostomid bats as ecological indicators 2 Corresponding author: vinicio.sosa@inecol.edu.mx Departamento de Ecología Aplicada Tel. (228) 842-1800 Ext. 4304 Publicado en Acta Chiropterologica 9: 219–228, 2007. 84 Abstract With the aim of quantitatively evaluating the usefulness of phyllostomid bats as ecological indicators, we compared intra-family levels and feeding guilds between tropical old-growth forest and patches of secondary vegetation growing where the land had been used for shifting agriculture. There were significant differences between vegetation types in bat species composition, with the frugivore guild most abundant in secondary vegetation and the animalivore guild most abundant in the old-growth forest. These results are congruent with the findings for other Neotropical zones and appear to be associated with the type of soil management that allows secondary vegetation to grow. Using the Indicator Value method, two subfamilies, five genera and five species were found to have a significant indicator value. However, these numbers only represent a small proportion of the five subfamilies, 20 genera and 28 species recorded, indicating that under the disturbance conditions that characterize the study area, phyllostomid bats were poor ecological indicators. Even so, some species and subfamilies are useful as disturbance detectors. 85 INTRODUCTION The use of indicator species and taxa to evaluate the degree of disturbance to a landscape has been widely discussed (Watt, 1998; Rolstad et al., 2002; Lindenmayer et al., 2006), and their usefulness in the context of conservation and management has been satisfactorily demonstrated (Chase et al., 2000). To be a good indicator, a taxon must be abundant and diverse, as well as responsive to changes to the environment in a predictable and quantitative way. It is also desirable for it to have a wide geographic distribution and that abundant captures result from sampling effort (Noss, 1990). For bats it has been suggested that the family Phyllostomidae could be useful as an ecological indicator in the neotropics, owing to the great diversity and abundance of its species and the different responses they display in the face of disturbances. It has been indicated that the richness and abundance of subfamily Phyllostominae is greater in vegetation with a lesser degree of disturbance, while a greater abundance of species belonging to subfamilies Stenodermatinae, Carollinae and Glossophaginae has been recorded in secondary vegetation. These patterns appear to be associated with changes in the composition and structure of the vegetation that result from disturbance (Fenton et al., 1992; Medellín et al., 2000; Schulze et al., 2000), and in forest fragments are inversely proportional to the distance away or isolation from continuous forest (Estrada et al., 1993; Galindo-González and Sosa, 2003). These studies were done on a landscape where the secondary vegetation was adjacent to the rainforest or was the main vegetation matrix. However, in a landscape comprised of patches of secondary vegetation surrounded by a matrix of old-growth forest, such as in the present study, the reported patterns of habitat selection could be less rigorous, i.e. more frugivorous and nectarivorous species would be expected to visit oldgrowth forest and more Phyllostominae species would be expected to visit secondary forest patches because of their proximity to the old-growth forest. 86 An advantage to using bats as ecological indicators is the ease with which they can be sampled (Medellín et al., 2000). However, the species that are most sensitive to disturbance are also the most rare (i.e., the species of subfamily Phyllostominae) and are poorly represented in samples (Fenton et al., 1992; Arita, 1993). Hence, the changes in bat assemblages that are related to disturbances, though conspicuous on visual inspection of the data, have not yet been quantitatively evaluated. It has been suggested that frugivorous species, because of their greater abundance, could be individually used as indicators (Medellín et al., 2000). The use of taxonomic levels above that of species (i.e., subfamily), could also be useful to identify groups of species with similar ecological characteristics and potential as indicators. This would help us to obtain more reliable information without the need to invest additional time or money. This group could also offer a practical advantage if we consider the funds and effort in person-hours required to identify specimens and obtain representative data bases for other taxonomic groups (Noss, 1990; Lawton et al., 1998; Andersen et al., 2004). The objectives of this study were to 1) determine whether there are differences (richness and species composition) in the assemblages and feeding guilds of phyllostomid bats between old-growth forest and secondary vegetation and, 2) using the Indicator Value method (IndVal), to quantitatively evaluate the usefulness of phyllostomid bats as indicators of habitat disturbance at three taxonomic levels: subfamily, genus and species. These objectives were addressed in the Agua Blanca State Park, a natural reserve in southeastern Mexico. Our working hypotheses were: 1) For the distribution of Phyllostomidae assemblages across vegetation types, we expected a greater richness of frugivore and nectarivore species (subfamilies Stenodermatinae, Carollinae and Glossophaginae) in secondary vegetation than in old-growth forest, and the opposite trend for insectivore and carnivore species (subfamily Phyllostominae). (2) With regard to bats as ecological indicators, we expected that at the species level frugivore species would reach 87 indicator values, owing to their greater abundance in the Neotropics; and at taxonomic levels above the species level, we expected that the Phyllostominae subfamily would work as indicators, owing to the sensitivity of this subfamily to deforestation. MATERIALS AND METHODS Study area This study was carried out in the Agua Blanca State Park (ABSP), Tabasco, Mexico, a 2025 ha reserve managed by the inhabitants of the Manatinero-Palomas ejido (communal land; Cruz-Hernández, 1999). The study area belongs to the Sierra de Chiapas physiographical province (17º35’52’’N-92º27’3’’W to 17º37’16’’N-92º28’43’’W; Fig. 1), and the climate is warm and humid with rain all year round (García, 1987). The elevation is 200 m asl and mean annual temperature is 26° C with little variation throughout the year. Mean annual precipitation is 3500 mm, and mainly falls during the rainy season (Jun-Nov; monthly mean 419.8 mm) although there is some rain during the rest of the year (Dec-May; monthly mean 174.9 mm; INEGI, 1994). The dominant vegetation in the ABSP is old-growth forest (Clark, 1996), located on steep, rocky terrain. The most accessible zones were subjected to selective logging during the 1970s and this gave rise to the proliferation of secondary vegetation (Cruz-Hernández, 1999). Since the disturbance ended, the local inhabitants have been using the land for subsistence hunting and gathering. This has allowed the vegetation to recover to the point where, visually, it is very difficult to distinguish between the two plant associations. Slash and burn agriculture is also carried out in the ABSP. Areas of 1-3 ha are cut in order to sow annual crops (mainly corn, beans and squash). These plots are used for one or two years and then abandoned, allowing the secondary vegetation to establish. Given that the soil conditions in the ABSP are characterized by a calcareous substrate and very shallow soils, arable 88 land is limited. This has allowed the cut areas to continue to be surrounded by old-growth forest, although it has also precipitated a much faster rotation of plots than normal. Consequently, it is difficult to find secondary vegetation that is older than 15 years and results from shifting agriculture. Sampling design and capture We selected four sites for bat capture in each of the following categories: 1) old-growth forest and 2) secondary vegetation (Fig. 1). The old-growth forest is a vegetation community comprised of tropical evergreen forest (Leopold, 1950), that is in very good condition from a conservation perspective, and sectors that have been disturbed by selective logging. There are trees that are up to 35 m tall and the species that are most characteristic of the canopy are Quararibea funebris and Dialium guianense. In the understory Astrocaryum mexicanum and Rinorea guatemalensis dominate. The secondary vegetation is derived from shifting agriculture and has a low (4-8 m) discontinuous canopy. The most characteristic tree species are Heliocarpus mexicanus, Cecropia obtusifolia and Trema micrantha and in the understory, Hamelia patens, Acalypha diversifolia and Piper hispidum. There was a minimum of 300 m between capture sites. From November 2002 to November 2003 we made 10 sampling expeditions on dates close to the new moon. We spent one night at each site on each trip, using 10 mist nets (9 m long x 2.6 m high) hung at the understory level; an effective method for capturing phyllostomid bats (Kalko et al., 1996). The nets were opened at nightfall for 6 hours and checked every 30 minutes. Sampling effort was 480 hours over 80 sampling nights for a total of 4800 net-hours, evenly distributed between the vegetation types studied. The bats caught were identified to the species 89 level using field keys (Medellín et al., 1997), and taxonomic classification followed RamírezPulido et al. (2005). To detect recaptures, each bat was fitted with a numbered, plastic collar. Statistical analysis To compare the composition and feeding guilds of the phyllostomid bats between vegetation types we used Analysis of Similarities (ANOSIM: Clarke, 1993). The RANOSIM statistic is a relative measure of the separation between groups, defined a priori, where zero indicates that there is no difference between groups and a value of 1 indicates that all the sites within the same type of vegetation are more similar to each other than they are to sites located in another type of vegetation (Clarke and Gorley, 2001). The probability associated with RANOSIM indicates the degree of certainty of the result obtained, relative to the result expected when random forces are operating. For this analysis, we set up similarity matrices with the Bray-Curtis coefficient, using incidence data (presence/absence) and abundance per species (Balmer, 2002). To eliminate the bias introduced to the results by the most abundant species, we fourth root transformed species abundances (Clarke and Warwick, 2001). Recaptures were not included. We categorized bats into broad feeding guilds: frugivore, nectarivore, animalivore (insectivores and carnivores) and sanguivore based on the relevant literature (Arita, 1993; Kalko et al. 1996; Giannini and Kalko, 2005). The sanguivore guild only had one species and so was not included in the analyses. It was not possible to use a more detailed level of classification (i.e. functional groups; Kalko et al., 1996), since the low number of captures for some categories would have made statistical comparisons impossible. These analyses were done using PRIMER software v.5 (Clarke and Gorley, 2001). 90 The usefulness of the three taxonomic levels as indicators was quantified using the Indicator Value analysis (IndVal; Dufrêne and Legendre, 1997). This method has been widely applied to quantitatively evaluate the usefulness of different taxa as indicators because it combines the frequency of occurrence (fidelity) with the relative frequency of a taxon in a given habitat (specificity), as well as providing the associated probability. Following Van Rensburg et al. (1999), we only present those taxa with significant indicator values that were greater than 70 (indicator taxon) and those in the range of 50 – 70 (detector taxon). Indicator taxa are characteristic of a particular habitat (i.e., with a high degree of specificity and fidelity), while detector taxa exhibit different degrees of preference for different ecological states and could be more useful for detecting the direction of the change resulting from a disturbance (Van Rensburg et al., 1999; McGeoch et al., 2002). These analyses were carried out using PC-ORD software v.4 (McCune and Mefford, 1999). RESULTS Species composition and feeding guild patterns We caught 1589 phyllostomid bats (180 were recaptures, for a total of 1769 captures), representing 6 subfamilies, 20 genera and 28 species (Table 1). There were significant differences in the incidence (RANOSIM = 0.45, p < 0.05) and abundance (RANOSIM = 0.56, p < 0.05) of phyllostomid bats between vegetation types. The most abundant species in secondary vegetation were Carollia sowelli, Glossophaga soricina, Sturnira lilium and Dermanura phaeotis; while in old-growth forest the most abundant were C. sowelli, G. soricina, Artibeus jamaicensis and A. lituratus (Table 1). At the feeding guild level we found marked differences in the animalivores between vegetation type, with respect to both incidence (RANOSIM = 0.61, p < 0.05), and species abundance 91 (RANOSIM = 0.59, p < 0.05). There were no differences in species incidence for the frugivore guild (RANOSIM = 0.17, p > 0.05), but there were differences in abundance (RANOSIM = 0.54, p < 0.05). For the nectarivore guild there were no significant differences in species incidence (RANOSIM = 0.17, p > 0.05), or in abundance (RANOSIM = 0.09, p > 0.05). Bats as indicators Of the six subfamilies we analyzed, two had significant indicator values as detector taxa, Phyllostominae for the old-growth forest and Carollinae for secondary vegetation. Of the 20 genera recorded, only Artibeus and Mimon had significant indicator values for the old-growth forest and Sturnira for secondary vegetation. In addition, the values for Uroderma and Carollia classify them as detector taxa for secondary vegetation. At the species level, A. jamaicensis had a significant indicator value for old-growth forest as did S. lilium for secondary vegetation. The indicator values for three other species classify them as detectors: C. sowelli and U. bilobatum for secondary vegetation and M. cozumelae for the old-growth forest (Table 2). Indicator values for the remaining 23 species were not significant. DISCUSSION Our data show that some guilds and the complete assemblage of phyllostomid bats in tropical forest changed in response to the disturbances caused by shifting agriculture. However the analysis of the three taxonomic levels demonstrates that under the disturbance conditions of the study area, phyllostomid bats are poor ecological indicators even though several taxa at different levels had significant indicator values. 92 Assemblages and guilds We have shown that phyllostomid bat species richness and composition in patches of secondary vegetation derived from slash and burn agriculture differed significantly from the values for old-growth forest, and that these differences were most notable for the animalivore guild. The greatest abundance and incidence of animalivore species in the old-growth forest could result from the fact that these species belong to subfamily Phyllostominae. They have a sedentary foraging habit and are morphologically adapted for flight in the complex interior of the forest, though with a limited capacity for long distance flights (Norberg and Rayner, 1987; Soriano, 2000; Jones et al., 2003). These species also tend to use refuges such as termite mounds and the hollow trunks of old trees which are more likely to be found in mature forest (Fenton et al., 2001; Soriano and Ochoa, 2001; Evelyn and Stiles, 2003). On the other hand, some animalivore species commute and forage at different heights within forest (Simmons and Voss, 1998; Simmons et al., 2000; Weinbeer and Kalko, 2004). Therefore, we do not discard the possibility that some of the animalivore species might be flying at different heights in the two vegetation types as a result of the different structure. Some might fly low in old-growth forest (and hence be within range of our mist nets), and be flying higher (and hence out of reach) in secondary vegetation. Frugivores, owing to their habits, can be affected by disturbances to the vegetation (Jones et al., 2001). However, in our study, only those species that feed from fruit in the canopy were affected (i.e., Artibeus; Kalko and Handley, 2001). The majority of the other species belonging to this guild were very abundant in secondary vegetation and this coincides with the results reported for other areas of natural vegetation that has been disturbed by shifting agriculture (Medellín et al., 2000; Schulze et al., 2000). This apparently results from the fact that slash and burn agriculture allows secondary vegetation to grow and thus favors the creation of potential foraging 93 sites for some frugivorous species (Estrada et al., 1993; Brosset et al., 1996; Evelyn and Stiles, 2003). In contrast, in cattle pastures that are far away from the forest – a drastic change in land use that usually occurs on a large scale – few or no bat species are reported (Estrada et al., 1993; Galindo-González and Sosa, 2003). From a conservation perspective, we can be encouraged by the high abundance of frugivores in secondary vegetation and a diversity of animalivores comparable to that recorded for relatively undisturbed Mesoamerican forests (see Medellín et al., 2000 and Schulze et al., 2000). However, it is important to keep in mind the following two points: 1) our results were influenced by the small magnitude of the disturbance in the studied area, and 2) although frugivores forage mainly in secondary vegetation, they are still highly dependent on primary vegetation where their refuges and perching sites are located (Bernard and Fenton, 2003; Evelyn and Stiles, 2003). So, as fragmentation and isolation between the patches of vegetation increase, foraging patterns, habitat use and the availability of some species are negatively affected, resulting in local extinction (Estrada et al., 1993; Estrada and Coates-Estrada, 2002). Indicators Owing to their notable vagility, some groups of birds and bats are not considered good indicators at a local scale (Temple and Wiens, 1989; Grand et al., 2004; Pineda et al., 2005). However in patches of secondary vegetation surrounded by old-growth forest we detected species, genera and subfamilies of phyllostomid bats with significant indicator values. In coffee agroecosystems and cloud forest, bats were apparently not good ecological indicators (Pineda et al., 2005). That study was based on changes in total bat richness between vegetation types, a variable for which we also found no differences. When we compared the abundance of specific groups (i.e., feeding guilds), we detected significant differences. 94 Indicator species are very specific to a single habitat type (Van Rensburg et al., 1999; McGeoch et al., 2002). Bats, however, are not, since the majority of them can fly over large distances and visit many different types of vegetation in a single night (Morrison, 1980; Estrada et al., 1993). This is particularly true of frugivores such as A. jamaicensis, which was very specific to the old-growth forest, even though it is one of the most resilient species in landscapes that have been disturbed by human activities (Fenton et al., 1992; Estrada et al. 1993). Consequently, frugivorous bats could be considered detector taxa, rather than true indicators since their degree of habitat specificity is moderate. This characteristic could be useful in studies aimed at evaluating different degrees of disturbance, given that highly specific taxa are only useful for one ecological condition and their populations decline rapidly when environmental conditions change (McGeoch et al., 2002). In addition, the majority of the species with significant indicator values were frugivorous, because they were abundant and the probability of capturing them can be predicted with greater certainty (Dufrêne and Legendre, 1997; McGeoch and Chown, 1998). Carrying out the analysis for three taxonomic levels also allowed us to identify the genera and subfamilies with indicator characteristics. Subfamily Phyllostominae stood out with a significant indicator value even though the majority of its species, owing to their rarity, did not. This result confirms a pattern, reported in other studies, that the high species richness of Phyllostominae is indicative of relatively undisturbed rainforests, while the high abundance of subfamily Carollinae indicates zones dominated by secondary vegetation (Fenton et al., 1992; Medellín et al., 2000). At the genus level, Uroderma and Sturnira were monospecific and showed no real indicator value for their respective genera, although the patterns recorded for Mimon, Artibeus and Carollia were consistent with those observed at the level of species. A point in favor of higher taxonomic levels is that they are based on phylogenetic analyses and these are 95 compatible with specific dietary groups (Baker et al., 2000; Wetterer et al., 2000; Giannini and Kalko, 2004). This would increase their usefulness in ecological interpretations once the debate surrounding the degree of resolution for some taxonomic groups has been resolved (RamírezPulido et al., 2005). The main attributes that are associated with good indicators have to do with the capacity of a taxon to reflect ecological change, and its abundance or diversity as a function of its sensitivity to disturbances (Landres et al., 1988; Andersen et al., 2002). In this sense, some intrafamily levels of family Phyllostomidae had indicator characteristics, although very few with respect to all the taxa we recorded. This result does not allow us to accept the hypothesis that as a group phyllostomid bats are effective disturbance indicators, at least not under the particular conditions of our study. However, information about the taxa that did qualify as indicators is valuable, particularly as a complement to information provided by other taxonomic groups such as birds. This approach, i.e. one which includes species from different taxonomic groups, has been found more useful in the area of conservation because it provides a more integral image of the quality and configuration of the area being studied (Hilty and Merenlender, 2000; Root et al., 2003; Roberge and Angelstam, 2004). Evidently, the response of the bats to ecological change varies across a wide range of spatial and temporal scales, and also depends on the species (Lim and Engstrom, 2001; Gorresen and Willig, 2004; Gorresen et al., 2005). As such it is necessary to carry out these studies under different environmental conditions in order to establish robust criteria for identifying some bat species as reliable indicators. ACKNOWLEDGMENTS This study was made possible by a doctoral scholarship awarded to the first author (Reg.159244) by CONACyT. Additional support was provided by Bat Conservation International 96 (BCI Student Scholarship 2002), the Universidad Juárez Autónoma de Tabasco and the Departamento de Ecología Aplicada at the Instituto de Ecología, A. C. We are grateful to C. Tejeda for assistance with the software PRIMER, to L. G. Herrera and E. O. Pineda, W. Bogdanowicz and two anonymous referees for their comments on an earlier version of this manuscript and to the inhabitants of the Manatinero-Palomas ejido for allowing us to carry out this study on their land. We thank G. Castro, E. Luna, E. Guzmán, D. Hernández-Conrique and A. Flores for helping with the field work. B. Delfosse translated the manuscript into English. LITERATURE CITED ANDERSEN A. N., B. D. HOFFMANN, W. J. MÜLLER, and A. D. GRIFFITHS. 2002. Using ants as bioindicators in land management: simplifying assessment of ant community responses. Journal of Applied Ecology, 39: 8–17. ANDERSEN, A. N., A. FISHER, B. D. HOFFMANN, J. L. READ, and R. RICHARDS. 2004. Use of terrestrial invertebrates for biodiversity monitoring in Australian rangelands, with particular reference to ants. Austral Ecology, 29: 87–92. ARITA, H. T. 1993. Rarity in neotropical bats: correlations with taxonomy, diet, and body mass. Ecological Applications, 3: 506–517. BAKER, R. J., C. A. PORTER, J. C. 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OGF = old-growth forest and SV = secondary vegetation, guild: A – animalivore, F – frugivore, N – nectarivore, S – sanguivore Subfamily Species Guild OGF SV Carollia sowelli C. perspicillata Desmodontinae Desmodus rotundus Glossophaginae Glossophaga soricina Hylonycteris underwoodi Micronycterinae Lampronycteris brachyotis Micronycteris microtis M. schmidtorum Phyllostominae Lonchorhina aurita Chrotopterus auritus Mimon cozumelae M. crenulatum Phyllostomus discolor Lophostoma brasiliense L. evotis Trachops cirrhosus Stenodermatinae Artibeus jamaicensis A. lituratus Centurio senex Chiroderma salvini C. villosum Dermanura phaeotis D. tolteca D. watsoni Platyrrhinus helleri Sturnira lilium Uroderma bilobatum Vampyressa thyone Total number of bats Species richness F F S N N A A A A A A A N A A A F F F F F F F F F F F F 212 31 24 146 6 2 9 3 1 3 10 1 0 0 3 3 98 81 7 0 1 67 0 11 12 43 0 12 786 23 393 59 4 211 6 0 10 0 3 0 0 0 1 2 0 0 9 45 8 2 0 76 1 6 11 120 8 8 983 20 Carollinae 105 Table 2. Subfamilies, genera and species of bats with a significant IndVal (Dufrêne and Legendre, 1997) in the Agua Blanca State Park, Mexico. OGF = old-growth forest, SV = secondary vegetation. D = Detector species (IndVal: 50-70), I = Indicator species (IndVal > 70). Taxonomic level Taxon Vegetation Indicator type Value Categorya (IndVal) Subfamily OGF 66.5* D SV 63.4* D Artibeus OGF 76.8** I Mimon OGF 75.0** I Carollia SV 63.4* D Sturnira SV 73.1* I Uroderma SV 62.5* D Phyllostominae Carollinae Genus Species A. jamaicensis OGF 91.4*** I M. cozumelae OGF 62.5* D C. sowelli SV 63.2* D S. lilium SV 73.1* I U. bilobatum SV 62.5* D *p < 0.05, ** p < 0.01, *** p < 0.001 a Indicator categories based on the degree of specificity and fidelity of taxa for a particular type of habitat. 106 Capítulo V Discusión y Conclusiones Generales 107 Capítulo V. Discusión y Conclusiones Generales Diversidad, riqueza y abundancia de murciélagos asociados a diferentes estadios de sucesión de la vegetación Con respecto a los atributos generales del ensamblaje de murciélagos (diversidad, riqueza y abundancia total de murciélagos), comprobé que no hubo diferencias significantes entre estadios de sucesión. Sin embargo, como fueron comprobados cambios significantes en la composición y en la abundancia de seis especies, concluyo que la comunidad de murciélagos sí fue afectada por el cambio sucesional. Por ejemplo, en los estadios con mayor grado de disturbio, hubo una menor riqueza y diversidad de especies de la subfamilia Phyllostominae; aunque este patrón quedó enmascarado por la mayor diversidad de especies frugívoras en estos mismos estadios. Estos resultados soportan la hipótesis del disturbio intermedio (IDH: Connell 1978), la cual argumenta que debido a las diferentes respuestas de las especies a los disturbios, una mezcla de diferentes estadios sucesionales de la vegetación, puede promover una alta diversidad de especies (Sheil y Burslem 2003, Roxburgh et al. 2004). La mayor abundancia de algunas especies frugívoras (Géneros Carollia, Sturnira y Uroderma) en los estadios más jóvenes, podría estar relacionada a la capacidad de estas especies para utilizar los recursos presentes en los estadios tempranos de la sucesión secundaria (Charles-Dominique 1986, 1991, Marinho-Filho 1991). Por el contrario, la menor diversidad y riqueza de Phyllostominae en estos estadios, parece resultar de que estos murciélagos son en su mayoría insectívoros del follaje y carnívoros, cuyos hábitos de forrajeo, refugios diurnos y morfología, están fuertemente asociados al bosque maduro (Fenton et al. 1992, Kalko et al. 1999). Los grandes frugívoros del dosel (género Artibeus) también fueron menos frecuentes en los estadios tempranos de la sucesión, contradiciendo la visión de que son muy resilientes a los cambios ambientales, debido a su capacidad para forrajear en espacios abiertos (Brosset et al. 1996; Montiel et al. 2006). Esta discrepancia, al parecer resulta de que estos murciélagos, aunque pueden usar una amplia gama de recursos alimentarios y refugios en ambientes perturbados (Galindo-González y Sosa 2003, Bianconi et al. 2006), también pueden discriminar parches ricos en recursos de aquellos que no lo son. Baso este argumento, en el hecho de que en Agua Blanca estos murciélagos potencialmente tenían la misma probabilidad de ser capturados en cualquiera de los estadios de sucesión muestreados. Sin embargo, fueron marcadamente más abundantes en aquellos estadios (bosque tropical perennifolio y acahual viejo) con la mayor oferta potencial de recursos empleados por ellos (sitios de percha, refugios y frutos de árboles del dosel), y raramente capturados en los acahuales mediano y joven, estadios en los cuales el bosque fue talado. 108 Los resultados presentados en esta tesis permiten sostener que el paisaje del área de estudio, aunque perturbado, mantiene una diversidad de murciélagos comparable a la hallada en los bosques tropicales continuos de la región (ver Medellín et al. 2000 y Schulze et al. 2000). Esto es debido a que los paisajes moderadamente fragmentados, mantienen altos niveles de diversidad de murciélagos, no así los paisajes drásticamente perturbados (Jones et al. 2001, Gorresen y Willig 2004). De hecho, la vegetación secundaria por sí sola, no garantiza la supervivencia de todas las especies (Gorresen y Willig 2004, Fischer et al. 2006), como tampoco lo hacen paisajes con escasa proporción de vegetación original (Estrada et al. 1993, Harvey et al. 2006). Por lo tanto, una estrategia adecuada de conservación de los murciélagos, tendría que venir acompañada de la preservación de grandes extensiones de bosque. En este estudio, se pudo comprobar que después de ocurrido el disturbio antropogénico y a pesar de la proximidad del bosque primario, algunas especies de murciélago fueron menos abundantes en los parches con vegetación secundaria que en el bosque. Estos cambios, aunque de poca magnitud en las actuales condiciones de perturbación en el área de estudio, podrían ser más drásticos si el grado de disturbio aumenta. Con respecto a las especies de familias que fueron escasamente representadas en los muestreos (i.e., Vespertilionidae) o ausentes (i.e., Molossidae y Emballonuridae), su captura podría ser considerada incidental, debido a que las redes de niebla colocadas al nivel del sotobosque, suelen subestimar sus abundancias (Kalko et al. 1996). Sin embargo, como estas especies no responden significantemente al disturbio del hábitat, considero que no pudieron haber influido en los resultados (Fenton et al. 1998, Stevens et al. 2004). Las diferencias en la altura a la cual forrajean algunas especies, también podrían haber sesgado la probabilidad de capturarlas (Bernard 2001, Kalko y Handley 2001), aunque la evidencia hallada en este trabajo sugiere que no siguen un patrón estricto, i.e., los frugívoros del género Artibeus, que suelen forrajear en el dosel (Kalko et al. 2001), fueron frecuentemente capturados en redes de niebla colocadas al nivel del sotobosque. Ciertamente, estudios efectuados a largo plazo y el uso de otras técnicas de muestreo complementarias a las redes (como detectores ultrasónicos), podrían haber brindado un panorama más completo de la comunidad de murciélagos en el Parque Estatal Agua Blanca. Sin embargo, las curvas acumuladas de especies y los estimadores de riqueza empleados, indican que las familias susceptibles de ser capturadas con redes de niebla (Phyllostomidae y Mormoopidae), sí fueron bien representadas (Moreno y Halffter 2001). Variables que explican la abundancia específica de murciélagos entre estadios sucesionales de la vegetación En este estudio, comprobamos que la diferencia en abundancia de seis especies comunes de murciélago entre estadios de sucesión, estuvo asociada principalmente con las variables representativas de la 109 estructura del estadio. En particular, el porcentaje de cobertura del dosel fue la variable que explicó el mayor porcentaje de la varianza en todos los análisis estadísticos. En relación a este resultado, es importante resaltar que la cobertura del dosel es una variable asociada a la disponibilidad de alimento, así como con los sitios de refugio y percha para los murciélagos. Esto debido a que durante la sucesión, los cambios estructurales de la vegetación a través del tiempo, van asociados a cambios en la composición florística y la oferta de tipos particulares de frutos (De Walt et al. 2003). Esta aseveración es particularmente cierta en los murciélagos frugívoros, que tienen una alta dependencia de las plantas (Jones et al. 2001). En esta tesis, comprobé que la abundancia de los frugívoros C. perspicillata y S. lilium, estuvo relacionada de manera inversa con el porcentaje de cobertura del dosel. Esto probablemente se debe a que las altas concentraciones de plantas pioneras con las que estos murciélagos son mutualistas (i.e., géneros Piper y Cecropia), ocurren en los estadios tempranos de la vegetación secundaria (ver Apéndice A). En cambio, las especies que estuvieron asociadas positivamente con la cobertura del dosel fueron Artibeus spp., cuya dieta se compone principalmente de frutos de árboles del dosel primario (Schulze et al. 2000, Kalko y Handley 2001). Estos argumentos son reforzados con la información adicional obtenida acerca de la dieta de los murciélagos frugívoros en el área de estudio (Apéndice B). Donde por ejemplo, la dieta de A. jamaicensis estuvo compuesta principalmente por Poulsenia armata y Spondias radlkoferi, especies arbóreas que fueron dominantes en el bosque tropical y el acahual viejo. En el caso de Natalus stramineus y Pteronotus parnelli, son insectívoros aéreos cuya abundancia fue directamente proporcional al porcentaje de cobertura del dosel, probablemente por su capacidad para forrajear en ambientes con una estructura vertical muy compleja, como el interior de un bosque tropical (Kalko et al. 1996, Jennings et al. 2004). La disponibilidad de los insectos que consumen también pudo haber influido en la abundancia de estas especies, debido a que estos murciélagos forrajean insectos con características particulares (i.e., la frecuencia del aleteo; Goldman y Hesson 1977). Además, aunque en la vegetación secundaria usualmente hay altas densidades de insectos (Law y Chidel 2001), el alto reemplazo que existe respecto de las especies que habitan en el interior del bosque (Lawton et al. 1998, Veddeler et al. 2005), podría estar incidiendo en la diferente abundancia de insectívoros aéreos entre estadios. La dieta, preferencias de forrajeo, así como la manera en que la abundancia de insectos-presa influye en la abundancia de N. stramineus y P. parnelli son poco conocidas, por lo que son líneas de investigación a desarrollarse en estudios futuros. Es importante notar, que junto con el frugívoro A. jamaicensis, estas especies insectívoras siguen siendo capturadas en paisajes altamente perturbados (Brosset et al. 1996), mostrando una elasticidad aparentemente contradictoria con la selectividad que presentaron en este estudio. Estos resultados, reflejan la amplia gama de recursos (refugios y alimento) que estos murciélagos pueden usar en diferentes ambientes, así como la plasticidad de sus respuestas ante diferentes configuraciones del paisaje (Gorresen 110 y Willig 2004, Gorresen et al. 2005). Mi explicación es que estas especies fueron más abundantes en la vegetación conservada del área de estudio, debido a que es el elemento dominante en el paisaje y les ofrece más recursos que la vegetación secundaria. Mientras que en los ambientes drásticamente perturbados, donde no tienen otra opción, además de usar los recursos remanentes de la vegetación original y la vegetación secundaria, comienzan a utilizar nuevas fuentes de alimento que el paisaje les ofrece (por ejemplo, frutos de especies cultivadas, en el caso de Artibeus). Respecto a las variables del paisaje, la distancia al borde del bosque fue la única variable con poder explicativo en los modelos de regresión, aunque en combinación con la cobertura del dosel y la diversidad de plantas y solamente para la abundancia de Sturnira lilium. Sin embargo, diversos estudios han señalado que el paisaje, y en particular la calidad de la matriz de vegetación, juegan un papel determinante en la dinámica de las poblaciones (Ricketts 2001, Schtickzelle y Baguette 2003, Baguette y Mennechez 2004). Por ejemplo, en Calakmul, México, los frugívoros A. intermedius y S. lilium, aunque suelen forrajear en parches de vegetación secundaria, ubican sus refugios diurnos en el bosque adyacente (Evelyn y Stiles 2003). A medida que las distancias entre los refugios y los sitios de forrajeo aumentan, mayor es la influencia del paisaje en los murciélagos, debido a que también aumenta el gasto energético provocado por el desplazamiento (Jaberg y Guisan 2001, Chaverri et al. 2007). Por tanto, es probable que el escaso poder explicativo de las variables del paisaje en este estudio, fuera debido a que los estadios tempranos de la vegetación secundaria en el Parque Agua Blanca, son de pequeña extensión (1-3 ha), e inmersos en una matriz de vegetación conservada. Evidentemente, el hecho de que algunas especies frugívoras fueran más abundantes en la vegetación secundaria que en el bosque tropical, dista de ser un resultado generalizable a otros gremios de murciélagos. Deberá tenerse especial cuidado en no extrapolar estos datos a otras condiciones de perturbación y otros taxa, ya que aunque el panorama más realista de conservación a futuro de los bosques tropicales, es el de ecosistemas sujetos al aprovechamiento humano (Noble y Dirzo 1997), aún se conoce muy poco de la ecología de los murciélagos, el grado de sensibilidad de cada especie, así como la plasticidad de sus respuestas a diferentes tipos de modificaciones del hábitat. La evidencia presentada en este estudio indica que cada especie de murciélago tiene una respuesta particular a los cambios en el paisaje, y que tres especies (A. jamaicensis, N. stramineus y P. parnelli) sí fueron afectadas negativamente en sus abundancias, aún en un paisaje donde el bosque tropical era el tipo de vegetación dominante. Tomando como referencia los resultados de este estudio, es posible afirmar que un nivel moderado de perturbación en los bosques tropicales (i.e., mantener un 80% de la vegetación original) permite mantener una diversidad de murciélagos comparable a la hallada en los bosques tropicales prístinos. 111 Los murciélagos Phyllostomidae como indicadores ecológicos El objetivo de esta parte de la tesis, fue evaluar cuantitativamente la utilidad de los murciélagos filostómidos como indicadores ecológicos, en un paisaje compuesto por parches de vegetación secundaria rodeados de una matriz de bosque tropical. Y aunque algunos trabajos previos ya señalaban cualitativamente a esta familia de murciélagos como indicadores de disturbio (Fenton et al. 1992, Medellín et al. 2000), un aspecto novedoso presentado aquí, fue usar niveles taxonómicos superiores (i.e., género y subfamilia). Esto permitió la inclusión de grupos de especies con características ecológicas afines, y que por su rareza no pueden ser analizadas individualmente mediante análisis estadísticos. Comprobé que usando el método del Valor Indicador (Dûfrene y Legendre 1993), los filostómidos, como grupo, no fueron indicadores ecológicos confiables. Sin embargo, es muy probable que los resultados estuvieran influidos por aspectos metodológicos y del paisaje. El método del Valor Indicador evalúa la fidelidad (frecuencia relativa) y la especificidad (selectividad) de cada especie entre diferentes hábitat, otorgando valores indicadores altos a las especies que muestran alta fidelidad y especificidad a un tipo particular de hábitat. El primer aspecto (fidelidad), limitó a que las especies indicadoras en este estudio, fueran principalmente frugívoras, debido a que fueron el gremio de murciélagos Phyllostomidae más abundante en el área de estudio, y en general en los neotrópicos (Bonaccorso 1979). Al mismo tiempo, esto creó un conflicto con la especificidad, debido a que la mayoría de las especies frugívoras pueden desplazarse grandes distancias y visitar varios tipos de vegetación en una sola noche (Heithaus y Fleming 1978, Morrison 1980, Charles-Dominique 1991). Como consecuencia, de un total de 14 especies frugívoras evaluadas con el método del Valor Indicador, solamente cuatro tuvieron valor indicador significante, dos de ellas (C. sowelli y Uroderma bilobatum) dentro de la categoría de detectoras, y únicamente dos especies (A. jamaicensis y S. lilium) resultaron verdaderas indicadoras. Aunque no se esperaría que A. jamaicensis fuera una especie indicadora, debido al amplio rango de ambientes que puede utilizar y su alta capacidad de desplazamiento (Bonaccorso 1979), la información obtenida en este estudio indica que bajo las condiciones de perturbación y configuración del paisaje del área de estudio, esta especie tiene una alta selectividad por el bosque tropical. En una situación opuesta están los murciélagos de la subfamilia Phyllostominae, en su mayoría consumidoras de insectos y pequeños vertebrados (Giannini y Kalko 2005). Estas especies tienen una alta selectividad por el bosque (Fenton et al. 1992, Peters et al. 2006), pero presentan la desventaja de ser pobremente representadas en los muestreos, debido a su rareza (Arita 1993). De hecho, solamente Mimon bennetti presentó un valor indicador significante, aunque el valor indicador que obtuvo fue demasiado bajo para considerarle una especie indicadora. Cuando las especies fueron analizadas en niveles taxonómicos superiores, los géneros Mimon, Artibeus y Sturnira mostraron características indicadoras, resultados que fueron consistentes con los hallados a nivel específico. Al nivel de subfamilias, se 112 comprobó que Carollinae para la vegetación secundaria y Phyllostominae para el bosque, presentaron valores indicadores como detectores, categoría dada a aquellos taxa que reflejan cambio ecológico en la vegetación. Por un lado, una gran abundancia de especies de la subfamilia Carollinae es indicadora de zonas perturbadas, mientras que lo opuesto ocurre con la subfamilia Phyllostominae, cuya mayor riqueza y diversidad ocurre en bosques tropicales no perturbados por el hombre (Fenton et al. 1992, Medellín et al. 2000). Los resultados obtenidos en esta parte de la tesis, indican que la familia Phyllostomidae no cumple con las características que llevaron a proponerla como indicadora ecológica (sensu Fenton et al. 1992). Ciertamente, es sorprendente que a pesar de la gran cercanía entre tipos de vegetación, ya hubiera algunas especies y géneros con características indicadoras, pero hay que notar que éstos solo fueron una proporción mínima del total de taxa registrados. No se descarta que usando una escala geográfica mayor, otros niveles taxonómicos de la familia Phyllostomidae puedan reflejar los cambios que ocurren en la vegetación, pero en lo que respecta a la configuración del paisaje en Agua Blanca (parches de vegetación secundaria, rodeados por una matriz de bosque tropical), queda demostrado que esto no ocurre con la contundencia esperada. También es importante notar que cada taxón responde de diferentes maneras a la escala y configuraciones del paisaje, al grado de que una misma especie puede estar asociada negativa o positivamente con el mismo elemento del paisaje, dependiendo de la escala de observación (Gorresen et al. 2005). Por ello, además de considerar diferentes escalas geográficas, es importante evaluar la respuesta (i.e., cambios en la abundancia) de los murciélagos en la mayor cantidad posible de configuraciones del paisaje y proporciones de cada tipo de vegetación. Solamente asi podrán establecerse criterios robustos para la identificación de indicadores ecológicos dentro de la familia Phyllostomidae. Conclusiones generales Se comprobó que en el PEAB, las zonas que fueron perturbadas por extracción maderera durante los años 70’s, en la actualidad ya mantienen una riqueza de murciélagos similar a la hallada en el bosque tropical bien conservado. Además, que cuando ocurre pérdida de hábitat por la ARTQ, mientras se permita el crecimiento de la vegetación secundaria junto a la preservación de grandes extensiones de bosque tropical, la diversidad de especies de murciélago del PEAB se mantiene dentro de niveles comparables a los hallados en los bosques tropicales no perturbados de Mesoamérica. Aunque individualmente, las zonas perturbadas por actividades humanas podrían ser inadecuadas para sostener poblaciones numerosas de murciélagos (debido a la reducción en el número de refugios, sitios de percha y recursos alimentarios), cuando forman parte de un mosaico con otros tipos de vegetación del paisaje, parecen ser complementarios entre sí, debido a que ofrecen diferentes recursos. De esta forma, muchas de las especies residentes en el bosque tropical perennifolio, visitan frecuentemente 113 las zonas perturbadas para alimentarse de los frutos de las especies pioneras, resultando incluso más frecuentes ahí, que en el bosque mismo. Es importante resaltar que no todas las especies de murciélago resultaron beneficiadas por los cambios en el paisaje debido a la ARTQ. Aunque en el presente estudio fueron perturbaciones de pequeña magnitud e inmersas en una matriz de bosque tropical, ya observamos cambios en los ensamblajes de murciélagos. Así, mientras unas especies se ven favorecidas por un cierto grado de perturbación, otras disminuyen considerablemente su abundancia (i.e., A. jamaicensis) o están ausentes (i.e., algunas especies de la subfamilia Phyllostominae) en los estadios tempranos de la vegetación secundaria, indicando no solamente un efecto adverso provocado por la deforestación, sino además la vulnerabilidad de estas especies ante las perturbaciones, aún las de pequeña magnitud. De acuerdo al método del Valor Indicador se distinguieron los siguientes taxa indicadores de bosque tropical perennifolio no perturbado: la especie A. jamaicensis, y los géneros Artibeus y Mimon; a su vez como indicadores de vegetación secundaria se distinguieron: la especie S. lilium, y el género Sturnira. El panorama general de conservación para los murciélagos en los trópicos no es alentador, si consideramos que la vegetación secundaria por sí sola no constituye un elemento que garantice la supervivencia de todas las especies, en tanto que la destrucción de grandes extensiones de bosque continúe. Sin embargo, esta tesis aporta evidencia esperanzadora, que permite sostener la premisa de que el aprovechamiento de los bosques tropicales no tiene porqué estar separado de la conservación de la diversidad. En el caso concreto de los murciélagos, los resultados de este estudio indicaron que para una adecuada estrategia de conservación -especialmente de las especies sensibles a la perturbación del bosqueforzosamente tendría que considerarse la preservación de grandes extensiones con cobertura boscosa. Además de lo anterior urge la aplicación de un adecuado diseño en el manejo de los bosques tropicales, considerando aspectos de conectividad, forma y tamaño de los fragmentos, los cuales no han sido suficientemente evaluados todavía. Referencias Arita, H. T. 1993. Rarity in neotropical bats: correlations with taxonomy, diet, and body mass. Ecological Applications 3:506–517. Baguette, M., y G. Mennechez. 2004. Resource and habitat patches, ecology and metapopulation biology: a consensual viewpoint. Oikos 106:399–403. Bernard, E. 2001. Vertical stratification of bat communities in primary forests of Central Amazon, Brazil. Journal of Tropical Ecology 17:115–126. 114 Bianconi, G. V., S. B. Mikich, y W. A. Pedro. 2006. Movements of bats (Mammalia, Chiroptera) in Atlantic Forests remnants in southern Brazil. Revista Brasileira de Zoología 23:1199–1206. Bonaccorso, F. J. 1979. Foraging and reproductive ecology in a Panamanian bat community. 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(Urostigma) F. sp4. (Urostigma) F. sp5. (Urostigma) Poulsenia armata Muntingia calabura Conostegia xalapensis Physalis angulatus Solanum torvum Solanum sp. Juanulloa mexicana Género sin determinar Género sin determinar Manilkara zapota Senna quinquangulata Spondias radlkoferi Peperomia sp. Piper aduncum P. aequale P. amalago P. auritum P. jacquemontianum P. sp. P. sp1. Género sin determinar Desconocida 1 Desconocida 2 Desconocida 3 S P P P P P P P P P P S S S S A A A A A A A A A A A A AR H AR P AR P S S P S S S S S S S P A AR A H AR AR AR AR AR AR AR E Moraceae Tiliaceae Melastomataceae Solanaceae Sapotaceae Fabaceae Anacardiaceae Piperaceae Bromeliaceae Desconocidas a Especie de murciélagoc Al, Aj, Cs, Cp, Dp, Dw, Ph, Ub, Gs, Sl Gs, Cs, Ph, Sl, Al, Dp Gs, Hu Al, Aj Al, Aj, Gs Al, Aj Al, Aj Vt Vt Vt, Gs Vt Aj Gs, Cs Hu Sl, Cp, Dw Sl Sl, Dp Cs, Dp Sl Sl Al Cs, Cp Dp Cs Cs, Cp, Dp, Gs, Sl Cs, Cp Cs, Cp, Al, Vt, Sl, Dp Cs, Cp, Al, Vt, Sl, Gs Cs Cs Cs Cs Cs Cs Sl Gremio de regeneración: P, primaria; S, secundaria. b Forma de vida: A, árbol; AR, arbusto; H, hierba (Miranda y Hernández X. 1963). c Especie de murciélago: Aj, Artibeus jamaicensis; Al, A. lituratus; Cp, Carollia perspicillata; Cs, C. sowelli; Dp, Dermanura phaeotis; Dw, D. watsoni; Gs, Glossophaga soricina; Hu, Hylonycteris underwoodi; Ph, Platyrrhinus helleri; Sl, Sturnira lilium; Vt, Vampyressa thyone. 119