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LA MONTAÑA DE Las Ilusiones Historia Del Cerro de Mercado Antonio Avitia Hernández México 2002 2 INTRODUCCIÓN Si algo se relaciona con la ciudad de Durango y le da identidad y linaje, además de los alacranes, es el Cerro de Mercado. En casi todas las descripciones que los viajeros, cronistas, científicos y aficionados han hecho sobre la Perla del Guadiana, la Mole de Hierro siempre ocupa un lugar especial y la explicación detallada de las características físicas del mineral es de redacción obligada. Aún cuando la mención del yacimiento ferrífero en relatos históricos es múltiple, la escritura casi siempre ha adolecido de parcialidad, o de enfoques temáticos muy específicos, de acuerdo a la rama de estudio de los autores. Sobre el Cerro de Mercado se han publicado ensayos geológicos, o de su relación industrial siderúrgica o sobre los movimientos estudiantiles de 1966 y de 1970. Aunque su mayor importancia radicó en que fue el mineral que surtió, durante más de cinco décadas del siglo XX, a la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima, FUMOSA, la cual; durante el mismo lapso, ocupó el liderazgo de la producción de acero en la industria siderúrgica mexicana. En La Montaña de las Ilusiones se hace el relato histórico de los diversos impactos, conflictos y mitologías que se han derivado del descubrimiento, análisis, investigación y explotación de los recursos mineros del Cerro de Mercado. 3 Caricatura de Xavier Gómez sobre el descubrimiento del Cerro de Mercado 4 Portada de historieta sobre Ginés Vázquez de Mercado 5 6 I.- EL AEROLITO ESPACIAL O EL MAGMA VOLCÁNICO. Las primeras menciones del Cerro de Mercado en textos de orden científico, datan de 1792 cuando Alejandro de Humboldt, en su Ensayo Político Sobre el Reino de la Nueva España, expuso una errónea referencia de segunda mano, que, a su vez, le comunicó el mineralogista Federico Sonneschmidt, en la cual se aseguraba que el origen del yacimiento mineral del Cerro de Mercado era de un aerolito o masa de procedencia meteórica. A principios del siglo XIX, el viajero Ward escribió sobre el cerro pero no hizo ninguna aportación a lo ya mencionado anteriormente y en 1840, Juan Bowring, como empleado de la Compañía Unida Minas de México, visitó Durango y, exagerando las cualidades de la Montaña de Hierro, publicó un artículo sugiriendo, a ojo de buen cubero, que el yacimiento era único en su clase en el mundo y que el sólo Cerro de Mercado podía surtir de mineral de hierro a toda Inglaterra por espacio de 330 años. Para 1843, el durangueño José Fernando Ramírez, apoyado en un estudio de Federico G. Weidner, desmentía la errada teoría de Humboldt, acerca del origen meteórico del cerro y en su texto afirmó que el material al que se refirió el sabio alemán provenía de un aerolito zacatecano y no del Cerro de Mercado. Weidner, por su parte, aseguraba que el yacimiento de hierro del Cerro de Mercado era de origen volcánico. Desde las postrimerías del siglo XIX, más de 23 mineralogistas, geólogos y geógrafos, entre otros estudiosos nacionales y extranjeros sostuvieron una larga controversia acerca del origen geológico del Cerro de Mercado y, de acuerdo con los estudios de Bargalló, la teoría más acertada es la de que la generación del yacimiento ferrífero del Cerro de Mercado es resultado del movimiento magmático en el subsuelo. En términos generales, ese sería el resumen de las complicadas disquisiciones, explicaciones y argumentos de orden perteneciente a la ciencia de la Geología; de la cual, quien esto escribe se confiesa ignorante, aunque al ver las grandes discrepancias entre los especialistas y sus alegatos, apoyado en el sentido común, se puede estar de acuerdo con la teoría del movimiento magmático muy 7 paulatino, en los tiempos geológicos del cerro; motivo de las fortunas, esperanzas, mitos y desgracias de los habitantes del Valle del Guadiana, o como mejor lo describe Leopoldo Salazar Salinas: “El criadero proviene de una bolsa o cámara magmática, que estuvo cubierta por formaciones sedimentarias cretácicas o quizá triásicas, y que han totalmente desaparecido, por efecto de la tremenda erosión de que toda esa región ha sido teatro, y que ha atacado, constituyendo la última fase de la serie de derivación, aún al mismo criadero de fierro, disgregándolo y reduciéndolo en gran parte a fragmento, que han venido a constituir un nuevo criadero de carácter residual que contiene un considerable tonelaje de mineral fácilmente aprovechable” (LEOPOLDO SALAZAR SALINAS. Algunas observaciones sobre el origen del criadero de fierro de Durango llamado Cerro de Mercado, p. 631). Las mismas discrepancias en las teorías acerca del origen geológico del cerro, se reflejaron en las estimaciones prospectivas acerca del tonelaje de mineral que contenía el yacimiento en sus primeros cálculos; baste ver las tres siguientes estimaciones: Según Año Tonelaje estimado Bowring 1840 460,000,000 Carlos Patoni 1915 60,000,000 Instituto Geológico 1922 76,373,063 Y así, las estimaciones acerca del contenido de mineral en el Cerro de Mercado se siguieron emitiendo, de acuerdo a los propios criterios y prospecciones de los investigadores geólogos, mineralogistas y aficionados. 8 II.- LOS INICIOS DE LA EXTRACCIÓN. Aunque los habitantes primigenios del territorio que ahora se conoce como México, conocían los procesos de fundición de algunos metales. El de la transformación del mineral de hierro en acero, no fue uno de ellos. Hasta donde se sabe, el óxido de hierro fue usado por la gente prehispánica como colorante colorado. De manera tal que: las espadas, dagas, armaduras, cuchillos, arcabuces y cañones de hierro marcaron la gran diferencia tecnológica del armamento de los europeos, al luchar contra los bravos nativos y al lograr alianzas ventajosas con y contra ellos. Sin embargo, ya en la época colonial, aunque había una gran necesidad del duro metal, no es sino hasta finales del siglo XVIII cuando se inicia la fundición de hierro en la Nueva España, toda vez que la Corona Española vetó la producción de acero, como medida de protección a los productos de las fundiciones vizcaínas, asegurando el mercado de las herramientas, aperos y armas peninsulares, entre los colonos y colonizados. Aún así, entr e los novohispanos se destacó el gremio de los herreros y los forjadores de otros metales. La situación del controlado acero colonial propició absurdos como el de la producción de herraduras de plata, entre otros enseres, que regularmente debían manufacturarse de hierro. Historia de sobra conocida por lo durangueños, es la de la expedición prospectiva del capitán español Ginés Vázquez de Mercado quien, en 1552, buscando una mítica montaña de plata, se encontró con un gran cerro de óxido de hierro, al cual, de acuerdo con la costumbre colonial, se le puso el nombre de su descubridor europeo: Cerro de Mercado. La frustración y el berrinche de Ginés Vázquez de Mercado al descubrir que la buscada plata era en realidad hierro, aparece como la repetida imagen de la memoria genética de las quimeras, frustraciones, ilusiones y berrinches de todos los durangueños. Como ya vimos, el cerro de óxido de hierro no pudo ser explotado por criollos, peninsulares o castas de la Colonia. Aunque, poco a poco, sin que el mineral fuese 9 extraído, el Cerro de Mercado iba adquiriendo la falsa fama de ser el yacimiento ferrífero más grande del mundo. - La Siderurgia Decimonónica. Aclaraciones Tecnológicas. En los primeros tiempos de la siderurgia, el hierro y el acero fueron considerados como materiales completamente separados o distintos. Aquí, vale la aclaración de que el hierro se funde a los 1,537 0C., pero antes de alcanzarse esa temperatura, el metal se transforma en una masa pastosa susceptible de ser amasada y moldeada, al ser percutida con ayuda de una barra de metal. El hierro fundido es capaz de disolver el carbono que, a su vez, tiene el efecto de rebajar el punto de fusión de aquel. Por ello éste punto de fusión del hierro puede alcanzarse por debajo de los 1,1300C, pero para ello es necesario disolver suficiente cantidad de carbono. El hierro llamado de primera fusión o arrabio, se utilizó primeramente para hacer piezas moldeadas, en moldes de arena. El proceso más usado para obtener hierro de primera fusión es el de alto horno, donde el mineral se reduce mediante el carbón. Para producir acero, el arrabio debe sufrir una serie de operaciones que consisten básicamente en la eliminación de elementos tales como el fósforo, el azufre, el silicio y el exceso de carbono; estas operaciones se conocen como: proceso de afinado del arrabio. De acuerdo con Pounds: “El más importante avance técnico en la historia de la industria del hierro fue la invención del alto horno. Sin embargo, este no fue creado por un genio inventor, sino que se desarrolló gradualmente desde la forja. En efecto, si las paredes laterales de esta se construían más altas, el horno admitía mayor cantidad de combustible y mineral, pero el lingote de hierro formado en su fondo no podía ser manipulado por el hierro. De otro lado, la fusión dejó de estar completamente expuesta al aire; la corriente de aire que entraba en el fondo del horno fue más efectiva y la temperatura en la que se comenzaba a fundir y a absorber el 10 carbono del combustible que lo rodeaba. Rebajando así el punto de fusión, en la base del horno, donde se enfriaba en forma de lingotes. Esta masa de hierro difería fundamentalmente de la fundición. En primer lugar, cuando la fusión del metal finalizaba, las partículas de escoria se separaban para formar una costra que flotaba en el hierro. En segundo lugar, el metal, aunque relativamente libre de otras sustancias, había absorbido carbono, que podía representar un porcentaje de 4%, o aún más, con relación a su peso. Este hierro se prestaba al modelado, pero era duro y tenaz, y no servía para los menesteres en los cuales se empleaba el hierro en aquel tiempo. Debía refinarse para librarlo del carbono antes de que pudiese ser fraguado en un horno y convertido en alambre o en hierro artístico por el herrero (...) La fase siguiente en la evolución del alto horno consistió en efectuar sus operaciones de forma continua. Se logró practicando un agujero o hendidura a través de la pared cerca de la base del horno. Este orificio fue rellenado con arcilla, y podía ser taladrado y abierto a intervalos. Así, el metal salía en forma fluida y se solidificaba en lingotes, mientras el horno podía alimentarse con nuevo mineral y más combustible. De esta manera el horno iba vaciándose y realimentándose, si se deseaba, hasta que su contenido se consumiese totalmente.(...) El primer alto horno se construyó en el siglo XV. Se desconocen, el tiempo y el lugar exactos, aunque es posible que sucediese en las tierras del Rin. La invención modificó la naturaleza del trabajo del hierro. Mientras que una forja se construía y abandonaba fácilmente, representaba una gran inversión de capital. 11 un alto horno Se construyó con la esperanza de que sirviese durante muchos años. Necesitaba una fuerte inyección de aire mayor que el de la forja, y esto representaba la construcción de una gran turbina con sus correspondientes cauces y embalses . Su consumo de mineral y combustibles fue mucho mayor que el de la forja, y sus demandas podían agotar rápidamente las existencias de madera del área circundante. Se construyó , por consiguiente, sólo en lugares donde había mineral y carbón vegetal en abundancia, condición que restringía las áreas de emplazamiento (NORMAN J. G. Pounds. Geografía del hierro y el acero, pp. 13 a 17) - Las Ferrerías de Durango. Con el nombre de ferrería se designaba, en el norte de España; principalmente en Vizcaya y Guipúzcoa, el sitio u oficina donde se beneficiaban los minerales o meros ferriferos y se forjaba el hierro obtenido en forma de masa pastosa, impurificada por escorias. El nombre castellano de ferrería no es equivalente al de herrería. Las trabajaban en pequeña escala y únicamente para producir ferrerías artículos como machetes, arados, pequeñas maquinarias y herramientas. La primera ferrería formal del México independiente fue la de Piedras Azules, cuya construcción se inició en 1826, con capital de la Compañía Unida de Minas Mexicanas, a orillas del río Tunal, en lo que entonces eran las inmediaciones al sur de la ciudad de Durango. Fue sólo hasta la época de los inicios de la Primera República Mexicana, en 1828, cuando los cincuenta mil pesos de Bras-de Fer (Brazo de Fierro) y de Lehman, son puestos a accionar la Fundición de la Ferrería de Piedras Azules. Con la tecnología siderúrgica de la época y la autorización del gobernador Santiago Baca Ortiz, la Ferrería de Piedras Azules ocupaba un gasto de 2,000 arrobas de carbón de leña. Cabe aquí aclarar el importante punto de que, en Durango, hasta 12 donde se sabe, no existen yacimientos de coque o hulla, es decir carbón mineral, por lo cual, todo el carbón que consumía la Ferrería era producido con la leña que se hacía de los pinos de la sierra. Por otra parte, se desconoce el monto actual de la medida arroba, toda vez que ésta variaba de acuerdo a la región y en algunos lugares su significado era equivalente a los subjetivos conceptos de: carga, montón o bulto. Aunque la Ferrería de Piedras Azules, cuya materia prima, en lo referente al hierro era extraída del Cerro de Mercado; había sido proyectada para producir en gran escala, fracasó desde sus inicios, por la inadecuada calidad del alto horno. Posteriormente, en 1831, la Piedras Azules (también llamada Piedras Negras) pudo trabajar regularmente, al sustituirse el alto horno por forjas del estilo catalán y llegó a producir unos cincuenta quintales de hierro a la semana (alrededor de 2.3 toneladas). En 1847, la Ferrería de Piedras Azules fue adquirida por el gobernador del estado Juan Manuel Flores, quien sustituyó el uso del carbón de leña por el coque o hulla destilada; aunque se desconoce de dónde se trasladaba el coque hasta la fundición. Flores también modernizó los métodos de fundición, aplicando los usados en Vizcaya y Francia. De esos tiempos son las herrerías que adornaron las ventanas, puertas y portadas de las casas y atrios de los templos de la ciudad de Durango Al píe del Cerro de Mercado, desde 1887, Daniel Murphy explotaba el mineral, recibiendo abastecimiento del carbón de leña por parte de la Compañía Maderera de Durango. En 1881, la concesión del Cerro de Mercado fue adquirida por el inglés William L. Hilfestein, quien organizó la empresa The Mexican Iron Mountain, Manufacturing Company. Para los poco informados accionistas de la empresa, el Cerro de Mercado era el más extenso criadero de fierro que se conoce en el continente, o quizá en el mundo. Comenzaba a fortalecerse el mito de que Durango poseía el más grande yacimiento de hierro del planeta Tierra y sus alrededores. Sin importar que el yacimiento en cuestión, además de contaminar el agua, manchaba de colorado, afeaba y desgastaba las dentaduras de los durangueños, la 13 Montaña de Hierro alimentaba el ego colectivo regionalista de los habitantes de la Perla del Guadiana. La Mexican Iron, con capitales de John S. Mc Caughn y Juan Manuel Flores, transformó su razón social por la de Durango Steel and Iron Company, ésta, a partir de 1890, fue dirigida por James Callanan, gringo oriundo de Desmoines, Iowa, USA. El alto costo de los fletes del coque incrementaba a su vez los precios de producción del acero durangueño de la Ferrería de Piedras Azules y al iniciarse la competencia de la Iron Mountain, la Piedras Azules entró en desventaja, por la relativa lejanía de la ferrería con respecto al Cerro de Mercado. Esta desventaja se incrementó cuando, a partir de octubre de 1892, los primeros trenes del Ferrocarril Internacional Mexicano arribaron a Durango y la Fundición de Murphy quedó en mejor posición física con respecto a la estación del ferroc arril que la Piedras Azules, por lo cual el cliente; Ferrocarril Internacional Mexicano, comenzó a comprar acero de Murphy, ahorrándose los fletes de la Ferrería a Durango. Ante esta situación, la Piedras Azules no pudo resistir la pérdida de su posible clientela, nacional e internacional y la falta de pedidos llevó a la quiebra a la primera fundición de fierro y acero del país, en 1893. Aunque se esparció la especie de que la bancarrota se debió a un incendio provocado por el encargado de la Ferrería, Vicente Heredia, en los patios en que se amontonaba la leña y el carbón. De cualquier manera los dos factores fueron determinantes para el cierre de la empresa. Es de señalar que, desde 1884 hasta su muerte, ocurrida en 1897, el general Juan Manuel Flores, gobernó el estado de Durango y su influencia como empresario y hacendado fue determinante en la historia regional. Como accionista en la explotación minera local, Flores fue uno de los más notables promotores de las empresas de beneficio minero y accionista principal de Peñoles, compañía que, a lo largo de su historia ha sobrevivido y crecido, a pesar de las más diversas crisis y conflictos y que, durante el siglo XX, se configuró como uno de los capitales mineros más poderosos y pujantes del país. Las Ferrerías de Durango fueron uno de los principales soportes financieros para que, en 1891, se fundase el Banco de Durango. No en balde los billetes impresos 14 por dicho banco exhibían orgullosos la imagen grabada del Cerro de Mercado en su anverso. Durante la era de la llamada Paz Porfiriana, entre 1895 y 1910, la población de Durango se incremento en un 64%, mientras se generaban las bonanzas algodoneras de la Comarca Lagunera que, en conjunto con el crecimiento del enclave capitalista de la ciudad de Durango, aumentaron el capital local en un 20% en el mismo lapso. Sin tomar en consideración lo veleidoso de los movimientos del mercado, en l905, The Iron Mountain Company, se fue a la quiebra por incosteabilidad, dada la significativa falta de lugares en los que colocar su producción y además porque se había corrido la especie de la mala calidad del acero durangueño. Entre 1906 y 1909, Eduard Williams y Jesús L. Asúnsolo, fueron los socios capitalistas que, reactivando la empresa, se dedicaron a embarcar acero a todo México y llegaron a beneficiar medio millón de toneladas de hierro. Sin embargo, el impacto metalúrgico de la emblemática Mole de Hierro de Durango, aún no se vislumbraba y tendría que ser un enclave económico diverso a su región natural, desde el cual se iniciara en serio la explotación de la Montaña de las Ilusiones. 15 Ruinas de la Ferrería de Piedras Azules 16 The Mexican Iron Mountain Manufacturing Company, con el Cerro de Mercado al fondo 17 Estación de Ferrocarril del Cerro de Mercado 18 Un billete durangueño con la imagen emblemática del Cerro de Mercado 19 Se volvió costumbre poner el Cerro de Mercado en los billetes locales 20 Instalaciones de The Mexican Iron Mountain Manufacturing Company 21 El Cerro de Mercado a principios del siglo XX 22 Plano de pertenencias ubicadas en el Cerro de Mercado, Durango, 1905 23 Imagen bucólica del Cerro de Mercado 24 III.- FUMOSA, QUE NO FUDUSA. Tomando en consideración el supuesto de que Durango tenia el yacimiento de mineral de hierro más grande del Mundo. Para cualquier inversionista con ambición mínima, lo conducente sería la creación de la gran Fundidora de Fierro y Acero de Durango, Sociedad Anónima, FUDUSA. Sin embargo FUDUSA nunca pudo existir y, a 635 kilómetros de la Perla del Guadiana, en la Sultana del Norte, se creó FUMOSA, Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima. La colocación de la planta de FUMOSA en Monterrey, Nuevo León, en vez de establecerla cerca del Cerro de Mercado, obedeció a una serie de razonamientos esencialmente técnicos y económicos. En primer término, el Cerro de Mercado pertenecía a un grupo de inversionistas estadounidenses que, de manera oficial, desde 1885, habían obtenido los derechos de explotación. Por otra parte, la ciudad de Durango no llenaba los más mínimos requisitos de infraestructura e insumo producto para la industria, como: caminos, ferrocarriles e instalaciones indispensables para crear una urbe adecuada a las necesidades de la planta siderúrgica, mientras que Monterrey ofrecía varias ventajas: un favorable cruce de vías férreas, de donde salían ramales que permitieron los fletes baratos a todo el país. Aparte de lo anterior, cabe aclarar el factor determinante de la falta de energéticos en Durango. Hasta fines del siglo XIX, la producción de acero en Durango se realizó con carbón vegetal y de seguir en ese sentido, toda la extensión boscosa del poniente del estado hubiera acabado en los altos hornos de las ferrerías. Así, de acuerdo con una regla clásica de la siderurgia: es más sencillo transportar el mineral de hierro hasta donde está el carbón mineral o hulla y considerar el factor mercado en segundo término. Esta regla indica que el mineral de hierro del Cerro de Mercado debe llevarse hasta donde está el carbón, toda vez que, por cada tonelada de acero producido se requieren varias toneladas de carbón. Si, para la producción de acero, se consideran los elementos: carbón, mineral de hierro y chatarra, se puede observar que, para producir una tonelada de acero terminado, se emplean varias toneladas de las diversas materias primas. 25 De esta manera, la ubicación de los yacimientos carboníferos en la región de Sabinas, Coahuila, cercana a Monterrey, marcó la decisión técnica de fundar FUMOSA y no FUDUSA. La secuela para la inversión inicial de FUMOSA comenzó el 24 de mayo de 1890, con la concesión para la creación de la Compañía Minera, Fundidora y Afinadora de Monterrey. En ese mismo año, el 6 de febrero, los entonces, poco arriesgados, inversionistas regiomontanos ya habían solicitado la concesión para la creación de la Nuevo León Smelting Manufacturing Company Limited y el 24 de septiembre el acerero transnacional Guggenheim, solicitaba su propia concesión para la creación de la Gran Fundidora Nacional. Con estos antecedentes, que no representaban la noticia de la conformación de una siderúrgica nacional integrada, la primera etapa del periodo moderno de la siderurgia en México comienza el 5 de mayo del mismo año de 1890, con la decisión de construir la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima, como una empresa siderúrgica integrada, en la cual todos los procesos productivos; desde la extracción del mineral de hierro, hasta la conversión del acero en productos terminados se desarrollaban dentro de una misma compañía, FUMOSA, que fue la primera planta siderúrgica integrada, no solamente de México, sino también de América Latina, se creó con un capital inicial de cien millones de pesos (unos cinco millones de dólares) reunidos por inversionistas: mexicanos, franceses, italianos y estadounidenses. El 7 de febrero de 1903 se puso en operación el primer alto horno de FUMOSA y en ese momento la Fundidora contaba con una capacidad de producción de noventa mil toneladas anuales de acero. Además de mencionar las características ya señaladas, en el Acta General Ordinaria de 1902, se justificaba la elección de Monterrey como sede de la Fundidora, porque la ciudad contaba con una buena dotación de agua, indispensable para el proceso de fundición, y por los beneficios fiscales que ofrecía la llamada Ley Garza Ayala, del Gobierno del Estado de Nuevo León. Los beneficios y exenciones fiscales fueron incrementados por el general 26 Bernardo Reyes, en su papel de ejecutivo estatal neoleonense, y así la Fundidora gozó de treinta años de exención de impuestos estatales. En 1903 la producción de arrabio de FUMOSA apenas alcanzó las 21,583 toneladas, y al año siguiente, los índices no crecieron mucho, sólo 26,546 toneladas y para 1905, sin visos de mejora, la producción se redujo a 21,6134 toneladas, es decir que FUMOSA únicamente ocupaba una cuarta parte de su capacidad instalada. Vicente Ferrara, uno de los fundadores de Fundidora de Monterrey fue el encargado de la no muy afortunada primera administración de la Compañía y, en 1907, cuando Adolfo Prieto se hizo cargo de liderar la empresa, las cosas comenzaron a cambiar. Oriundo de Asturias, España, Adolfo Prieto; conocedor del negocio bancario y del minero, para lograr un préstamo del grupo de los bancos: Nacional de México, De Londres y México y del Central Mexicano, en su calidad de Consejero Delegado de FUMOSA, elaboró un detallado informe sobre el manejo total de la compañía. En las cifras se notó inmediatamente el cambio ya que, para 1907, la producción de acero de FUMOSA ascendió a 28,900 toneladas y al año siguiente se obtuvieron 66,820 toneladas de acero. Además, Prieto inició la venta de rieles a las compañías concesionarias del tendido de los ferrocarriles del país. En sus primeros años FUMOSA se surtió de la materia prima del mineral de hierro, en diversos criaderos cercanos a la ciudad de Monterrey. Sin embargo, era evidente que el ritmo de crecimiento de la compañía no iba a poder ser sostenido sin la adquisición de fuentes de materia prima más seguras y abundantes. Todo apuntaba a que FUMOSA debía adquirir los derechos de explotación del mineral de Cerro de Mercado, que entonces era propiedad de los herederos de M. Callanan, pero el precio que estos pedían por la cesión del yacimiento era demasiado alto. De manera que, durante más de una década, la compra de los derechos sobre el Cerro de Mercado se mantuvo en impasse. Desde 1910, la producción y la venta del acero de FUMOSA tuvo severos obstáculos, merced a las acciones armadas del periodo violento de la Revolución. En 1912 la producción se redujo en un 80%, a sólo 12,758 toneladas. En 1914 FUMOSA no produjo nada y en 1915 se reinició el fundido con apenas 1,714 27 toneladas. Para 1916 la siderúrgica comienza a reponerse lentamente con 19,981 toneladas de acero lanzadas al mercado Soportar los años difíciles de la Revolución , mantenerse sin cerrar o declararse en quiebra y levantar de nuevo la fundición y reiniciar el vaciado, llevó a Adolfo Prieto a la presidencia de FUMOSA en 1917 Adolfo Prieto 28 IV.- LA MONTAÑA DE PRIETO. Para 1912, FUMOSA tenía serios problemas de abastecimiento de su materia prima y para Adolfo Prieto, su líder empresarial, era prioritario mantener el impulso creciente de la empresa con la dotación segura, continua, creciente y económica del mineral de hierro, por lo que se abocó a adquirir los derechos de explotación del Cerro de Mercado. “La empresa había recurrido muchas veces a pequeños productores para asegurar su abastecimiento de mineral, y había tenido éxito, hacia 1900, en controlar las propiedades de Bracho y Creel por la suma de 160,000 pesos, lo que le había permitido disimular la intención de llegar a hacer posible la adquisición del núcleo principal de esas minas. En definitiva, dicha estrategia sí funcionó. A pesar de que los dirigentes de Fundidora estaban conscientes del carácter limitado de los yacimientos mineros que habían adquirido., puesto que sólo podían asegurar el aprovisionamiento de Fundidora por escasos años, estaba claro que los herederos de M. Callanan, propietarios del yacimiento desde 1886, estaban seriamente amenazados. No obstante, Prieto señala que -la adquisición de la propiedad de la sucesión testamentaria de James Callanan en el Cerro de Mercado se veía difícil y escabrosa-. En efecto, el precio era muy alto, y la imposibilidad de obtener el crédito necesario para una operación de esta naturaleza, por la carencia de bancos de emisión en el país impidió por un lapso de casi diez años (1909-1919) que Fundidora pudiera hacer una oferta digna de ser tomada en cuenta por los propietarios del yacimiento. Finalmente, en noviembre de 1920 y después de una batalla legal, Fundidora adquirió el conjunto de los derechos sobre la sucesión del Cerro de Mercado, por la suma de 500,000 dólares, de los cuales 29 110,000 se pagaron al contado, y el resto en mensualidades de 10,000 dólares, al 6% de interés. Treinta años más tarde, a propósito de la recuperación del Cerro de Mercado, los dirigentes de Fundidora no vacilaron en escribir: -Este hecho culminante en la vida de la empresa bastaría para calificar como eminentes a los servicios de Adolfo Prieto que, con tales adquisiciones, aseguraba por largos años la vida de la empresa en lo que se refería (Fundidora, al aprovisionamiento del mineral- Informe anual, 1949). En 1929, la superficie del suelo había sido totalmente adquirida y pagada. Fundidora podía desarrollar libremente los trabajos de preparación de las minas. Las reservas se estimaron en 100 millones de toneladas de mineral de hierro de una ley equivalente a 60%” (DANIEL TOLEDO BELTRÁN y FRANCISCO ZAPATA. Acero y Estado. Una historia de la industria siderúrgica integrada en México, pp.151 a152) La gran ventaja del suministro seguro del yacimiento del Cerro de Mercado era su ubicación, precisamente al píe de un pequeño ramal de la vía del Ferrocarril Internacional Mexicano, construido ex profeso, situación que hizo costeable su explotación, aparte de que, con la adquisición del Cerro, Prieto se aseguraba existencias de 40 a 60 millones de toneladas de hierro, dependiendo de lo subjetivo de esta estimación, y que podían ser obtenidas a un costo de tres o cuatro pesos por tonelada. La especie que socialmente se esparció sobre la operación mercantil, fue la de que ésta significó el rescate de la riqueza nacional para beneficio de la República Mexicana y sus habitantes. Al yacimiento se le reforzó la versión histórica que partía de su descubrimiento por parte de los peninsulares, treinta y tres años después del arribo de Hernán Cortés a Mesoamérica. Se exageró su riqueza. Se dijo públicamente, e incluso se divulgó en textos escolares que el Cerro de Mercado sólo era comparable en cantidad y calidad con el yacimiento de Kurina Vara, ubicado en Suecia, y reconocido como el más rico del mundo en aquel entonces. Así, la adquisición del Cerro de Mercado, fue el acto heroico y patriótico más importante de 30 la economía mexicana de esa primera parte del siglo XX, hasta ser desplazado por la Expropiación Petrolera de 1938. Pero en la realidad, la montaña comprada por Prieto, sólo había sido explotada, por los estadounidenses, los ingleses y los durangueños, en muy pequeña escala. Las reservas, no calculadas con exactitud, resultaban exageradas y en lo referente a la calidad del mineral, ésta era inferior a la del hierro obtenido en el yacimiento de El Carrizal, en el estado de Nuevo León . Con todo, las adquisición del Cerro de Mercado aseguraba el abasto de hierro a FUMOSA, mientras que la Cuenca Carbonífera de Sabinas, Coahuila, con sus 100,000 hectáreas y sus minas de Cloete, Rosita, Palau, Menor, Paloma, San Felipe, Agujita, Hondo y Sauceda, suministraba de manera constante el coque para la fundición, por medio de las empresas: Carbón y Coke, S.A. y la Compañía Carbonífera del Norte, S.A.. Para mayor eficiencia, desde 1929, la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, organizó la Fábrica de Ladrillos Industriales y Refractarios, S. A., FLIRSA, (el ladrillo refractario permite la purificación del fósforo en la producción del acero) para surtirse de la cobertura interior utilizada en los altos hornos. Se desarrollaba así, de manera paulatina, una verdadera siderúrgica integrada que unificaba los diversos y complejos procesos de la producción de acero. 31 32 V.- CRISOLES REGIOMONTANOS. En los crisoles de los altos hornos de FUMOSA, con la intención de modernizar a la empresa, se comenzó a utilizar el proceso de fundido inventado por los ingenieros Siemens y Martin, con la finalidad de evitar los problemas que se presentaban por el convertidor neumático y para hacer posible la utilización de hierros ricos en fósforo, como era el caso del extraído en el Cerro de Mercado. El proceso, que lleva el nombre de los ingenieros Siemens y Martin, usa un alto horno en el que la llama pasa entre el contenido, y el techo del horno se llena parcialmente con chatarra. Una de las ventajas del proceso Siemens y Martin –poder controlar precisamente la calidad del acero resultante- es a la vez su mayor inconveniente, en tanto que ese control es posible debido a la lentitud del proceso. Sin embargo, en términos de protección ambiental, el uso de la chatarra resulta benéfico, por el hecho de que; por cada tonelada de chatarra que se hace llegar a las plantas siderúrgicas, se evita el consumo o gasto de tres o cuatro toneladas de minerales, entre los que se pueden considerar; los óxidos de hierro, el carbón mineral, el espato flúor y la dolomita, entre otros. Entre la gran variedad de productos que se manufacturan en las plantas siderúrgicas se pueden mencionar: bombas, piezas de máquinas diversas, piezas de motores de combustión interna; estructuras de acero para edificios, fábricas y puentes rieles de vías y piezas de carros de ferrocarril, ventanas, puertas, perfiles tubulares, tubería de acero y fierro, envases de hojalata, alambres, clavos, tornillos, tuercas, muebles de acero, refrigeradores, estufas, lavadoras, herramientas de acero, chasises, carrocerías de automóviles y camiones, placas de acero para cascos de barcos y maquinaria agrícola, entre otros muchos...muchos otros, sin los cuales la vida moderna, desde finales del siglo XIX, sería difícil de entender. A partir de 1919 y por espacio de medio siglo, el Cerro de Mercado fue la principal fuente de abastecimiento de mineral de hierro para la industria siderúrgica nacional, establecida en Monterrey, Nuevo león y sus alrededores. Con una superficie de 362.58 hectáreas y ubicado al píe del transporte ferroviario, a principios del siglo XX, como ya se apuntó, el Cerro de Mercado tenía diversas 33 estimaciones prospectivas: Según Joaquín De la Peña, el contenido probable del yacimiento era de veinticinco millones de toneladas de mineral de hierro y el tonelaje posible alcanzaba a setenta y cinco millones de toneladas, ya desde la cuarta década del siglo XX, merced a la ubicación de los grandes yacimientos de mineral de hierro en los estados de Colima y Michoacán, se comenzó a dudar de la imaginaria magnitud y exclusividad dotadora nacional de la Mole de Hierro de la Perla del Guadiana. De la misma manera, al ubicar en el plano internacional la producción de FUMOSA, que en 1929 llegaba a 83,000 toneladas de acero, era evidente que la empresa no tenía la más mínima esperanza de competir con Alemania que, en 1939, alcanzó las 23,000,000 de toneladas de producción de acero, tampoco había comparación con los Estados Unidos de América, país en el que, en el mismo año, se fundieron 40,000,000 de toneladas de acero. Eran los tiempos en que el poder político y económico de las potencias mundiales se medía por su capacidad de producción de acero y de maquinaria pesada. En éste contexto, en 1934, se constituyó la empresa Cerro de Mercado, Sociedad Anónima de Capital Variable, como sociedad independiente para la explotación del yacimiento de Durango. De acuerdo con los ensayos oficiales, el mineral del Cerro de Mercado contenía un 63.6% de fierro, 31% de fósforo, 2.7% de azufre y 1.8% de manganeso. Estos porcentajes son considerados como de un alto contenido de fósforo, lo cual, ante los estándares internacionales de calidad, mermaba la calidad del mineral extraído del cerro durangueño. Haciendo un recuento, hacia el inicio de la quinta década del siglo XX, FUMOSA era la única siderúrgica integrada que existía en México. La empresa vería incrementada su producción en forma sostenida, a partir de 1934, después de haberla reducido durante el periodo armado de la Revolución y en los años más severos de la crisis económica mundial de 1929 a 1933. A pesar de haberse salvado de las expropiaciones nacionalistas de empresas de productos de insumo del periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas, la producción de acero de todo el 34 país apenas llegaba a 130,000 toneladas en 1941, mientras que el consumo interno ascendía a 380,000 toneladas. A partir de esos años, la industria siderúrgica mexicana se desarrolló considerablemente, luego de recibir el impulso de las condiciones creadas por la Segunda Guerra Mundial, que restringía las importaciones de acero y las demás mercancías que antes suministraban los Estados Unidos de América y algunos países de Europa. Al tiempo que se incrementaban las exportaciones de productos elaborados en México y otros países de América Latina. Como la producción interna de acero no era suficiente para cubrir la demanda, aparte de que era difícil importar el déficit y de que los precios de los productos siderúrgicos aumentaron al incrementarse la demanda más que la oferta, las condiciones fueron muy propicias para la construcción de nuevas plantas. FUMOSA se dispuso a aprovechar el aumento de la demanda de acero durante la guerra y en 1941, comenzó la construcción del segundo alto horno que entraba en funcionamiento en México. Así, los dos altos hornos eran de FUMOSA y a su vez, eran los primeros de América Latina. También a fines de 1941, se inició la construcción de Altos Hornos de México, Sociedad Anónima, AHMSA, en Monclova, Coahuila, como la primera empresa siderúrgica con capital estatal mayoritario. En 1944, al inicio de su producción, AHMSA lanzó al mercado 5,880 toneladas de acero, lo que representaba un 3.4% de la producción nacional y para 1948, las facturas de AHMSA se incrementaron hasta por 100,000 toneladas, lo que representaba ya el 34 % de la manufactura acerera del ,país. Por su parte, Cerro de Mercado, fue el yacimiento que, durante todos esos años, surtió de mineral bruto a las plantas siderúrgicas de Monterrey y Monclova . En la quinta década del siglo XX, se inició la diversificación de empresas siderúrgicas en la misma ciudad de Monterrey, Nuevo León, situación que propició el crecimiento urbano de la Sultana del Norte y, en 1942, la inversión de capitales regiomontanos se dirigió a la apertura de la compañía Hojalata y Lámina, Sociedad Anónima, HYLSA, como subsidiaria de Cervecería Cuauhtémoc, con el propósito de surtir a ésta de lámina para la fabricación de corcholatas (también conocidas como cascaroletas), es decir, los tapones de lámina y corcho de las botellas de cerveza. 35 En un extraño y tal vez ocioso recuento, se calculó que desde 1521 a 1940, en México se habían producido 2,392,286 toneladas de acero, algo así como la décima parte de la producción estadounidense de un año, en esa época. Otro dato interesante nos revela que, de 1919 a 1945, FUMOSA había extraído 2,598,400 toneladas de mineral de hierro del Cerro de Mercado, es decir, un promedio de 1,200 toneladas diarias. Durante todo ese periodo y hasta 1945, Adolfo Prieto fungió como director general de FUMOSA. Para ese entonces, en la ciudad de Durango, las explosiones de dinamita en el Cerro de Mercado fueron algo cotidiano y, al igual que las campanas de la Catedral, marcaban con su sonido el lento ritmo de la vida de los durangueños, las explosiones del Cerro anunciaban que ya era la hora de la comida. A diferencia de Monterrey que se transformaba en ciudad cosmopolita y centro de atracción de población y mano de obra, el estado de Durango se transformaba en la entidad que mayor cantidad de braceros enviaba a los Estados Unidos de América, dada la falta de fuentes de trabajo en el campo y en los limitados centros urbanos de la entidad. Para 1950, Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima fundió 227,432, toneladas de acero. De ese mismo año y hasta 1953 esta empresa trazó las líneas generales de un Plan de Modernización y Expansión que consistía en la renovación de buena parte de la maquinaria para aumentar la producción e iniciar la fabricación de aceros planos. Este plan se desarrolló en dos etapas. La primera, que se ejecutó entre 1957 y 1960, tenía como objetivo aumentar la capacidad de producción de aceros de 200,000 a 500,000 toneladas por año y comprendió también la instalación de una nueva acería con dos hornos de hogar abierto, una planta para fabricar aceros planos, un molino de laminación de varilla, alambrón y perfiles comerciales; un gran molino desbastador de lupias y planchones, entre otras instalaciones. Mientras tanto, AHMSA seguía creciendo y para 1959 fundía 415,368 toneladas de acero por año. En su papel de abastecedora de materia prima para FUMOSA y AHMSA, la Compañía Cerro de Mercado, S.A., desde 1955, puso en operación diversas 36 instalaciones que le permitieron, con los sistemas mecánicos más modernos de su época, llegar a producir de 6 a 8 mil toneladas diarias de mineral, con la posibilidad; de ser necesario, de llegar a producir hasta dos millones de toneladas de mineral al año. Con este objeto se dotó a la empresa para la explotación del yacimiento; que se realiza a cielo abierto, en terrazas de 15 en 15 metros de altura, con perforadoras marca Bucyrus Erie que permitían hacer barrenos de 14 metros de profundidad, con lo que se lograba tumbar el mineral que en seguida era recogido, utilizando unas gigantescas palas mecánicas marca Manitowoc, que a su vez cargaban los camiones de gran capacidad que transportaban el mineral a unas tolvas, desde las que se alimentaba a dos grandes quebradoras rotatorias marca Allis Chalmers. Las primeras quebradoras podían triturar trozos de mineral a un tamaño no superior a dos pulgadas de grueso. La instalación de la Compañía Cerro de Mercado se complementaba con un sistema de cribas que clasificaba el mineral por tamaños. Una vez realizada la clasificación, el hierro se almacenaba en montones que alimentaban a unas bandas de hule que transportaban el material ferroso a unas tolvas, de donde se cargaba directamente a los vagones BARGALLÓ. mineros del Ferrocarril Internacional Mexicano. (MODESTO Las ferrerías. De los primeros veinticinco años del México independiente, p.36). En 1952 se creó una empresa para producir tubos de acero sin costura: Tubos de Acero de México, Sociedad Anónima, TAMSA, que marcaba con su apertura el inicio de una mayor diversificación en la industria siderúrgica mexicana. Por otra parte, como ya vimos, el proyecto específico de Altos Hornos de México, AHMSA, tuvo que partir de una base de abastecimiento que implicaba recibir suministros de mineral de hierro del Cerro de Mercado, que en ese entonces la propiedad de la concesión pertenecía a FUMOSA. En esta situación y como accionista mayoritario de Cerro de Mercado, FUMOSA vendió mineral de hierro a AHMSA hasta 1977. Para 1964, AHMSA ya producía un millón de toneladas de acero, mientras que FUMOSA se quedaba sin posibilidad de competir con sus 200,000 toneladas 37 producidas en 1959; 250,000 en 1960; 294,435 de 1963 y las 488,176 producidas en 1965. De cualquier manera, así como la década de 1930 a 1940 fue la etapa gris de FUMOSA, la séptima década del siglo XX de configuró como la época dorada de la empresa, ya que supero sus propias metas y expectativas. En lo que respecta a la idea de montar altos hornos en la ciudad de Durango. En 1960, la empresa transnacional acerera alemana Krupp Industriebau consideraba seriamente la posibilidad de instalar una planta siderúrgica cerca del Cerro de Mercado, mientras que el Gobierno Federal Mexicano postergaba la creación de la Siderúrgica Las Truchas para la explotación de los grandes yacimientos ferrosos de los estados de Colima y Michoacán. Los estudios prospectivos de estos yacimientos hacían evidente que el Cerro de Mercado no era, ni con mucho, la mayor reserva de mineral de hierro en el país y tampoco en América Latina, mucho menos aún en el planeta Tierra. Durante la década de 1950, FUMOSA ya había logrado crear un mercado interno del acero en el país, en tiempos en que la posesión de grandes fábricas integradas de acero no sólo proporcionaban la fuerza económica a un país, sino que también le conferían poder político y prestigio. En los países subdesarrollados, la creación de tales fábricas (como AHMSA y FUMOSA) a pesar de que fuera escasa su contribución en la economía nacional, concentraba por lo menos la atención general. Esto daba un ficticio sentido de independencia, casi de igualdad, con otros países más desarrollados. En este contexto, para algunos durangueños, el Cerro de Mercado representaba la más próxima salida del subdesarrollo mexicano. Sin embargo, ni FUMOSA ni AHMSA tenían la capacidad mínima de producir el millón de toneladas de acero anuales que las industrias siderúrgicas de otras latitudes, de acuerdo a los estándares de productividad y calidad más austeros del mundo, debían tener. A principios de la séptima década del siglo XX, tres eran las compañías consolidadas de FUMOSA en Durango: Cerro de Mercado, Sociedad Anónima; Carros de Ferrocarril de Durango, Sociedad Anónima y Perfiles y Estructuras de Durango, Sociedad Anónima. 38 En febrero de 1963, Cerro de Mercado vuelve a la prensa nacional cuando se publica el anuncio de que la iniciativa privada encomendaba a la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, CANACINTRA, el estudio de viabilidad de la construcción de una planta siderúrgica en las cercanías del Cerro de Mercado. Dada la encomienda, la Comisión de Planeación para Inversiones y Zonas Industrializadas de la CANACINTRA, procedió seriamente a analizar la factibilidad de este proyecto, aunque nunca se dio a conocer públicamente el resultado de la investigación. En lo referente al liderazgo de FUMOSA, hasta 1945, Adolfo Prieto fungió como director general de la fundición y desde ese mismo año, Carlos Prieto, personaje de la banca y sobrino de Adolfo Prieto, asumió la dirección de FUMOSA. 39 Cuatro imágenes de secuencia de una explosión de barrenos en el Cerro de Mercado. Captadas por Luis Zubiría y Campa en 1929. 40 41 42 43 Cuatro gráficas sobre la evolución histórica del Cerro de Mercado, de 1930 a 1950 44 45 Alto Horno Número 1 de FUMOSA 46 Sopladores de un Alto Horno de FUMOSA 47 Fierro de la primera fusión o arrabio de FUMOSA Panorámica de las instalaciones de FUMOSA 48 Planta de tratamiento de minerales del Cerro de Mercado El emblemático cerro aparecía hasta en las estampillas de correos 49 Carlos Prieto. Director de FUMOSA 50 VI.- LOS CINCUENTA Y SIETE DÍAS DE HIERRO, o LOS COLGADOS DEL MITO Las décadas de la inquietud. Durante la séptima década del siglo XX., la Guerra Fría afectaba la temperatura política del mundo y los bloques capitalista y socialista se enfrascaban en la lucha por la hegemonía global. Uno de los aspectos que caracterizó a los años del rock and roll fue el de la generación de la protesta estudiantil, en busca de una vida más democrática y de mayor participación ciudadana, ante la intransigencia de los gobiernos autoritarios, dictatoriales y corporativos. Mientras las guerrillas comunistas del Che Guevara disparaban sus últimos cartuchos en Bolivia, en Durango, la población intentaba salir de un atraso secular producto del abandono oficial y de su exclusión con respecto a los planes y proyectos nacionales de desarrollo federal. La Revolución y las dos rebeliones Cristeras habían hecho de la entidad una isla de tierra adentro, con parco desenvolvimiento y que veía a su población joven emigrar en masa a los Estados Unidos de América y a las ciudades nacionales de mayor atracción demográfica. El sueño de los durangueños era que la entidad estuviese llena de fábricas y otros centros de trabajo para mantener a la población unida y sin necesidad de emigrar. Esta situación fue el caldo de cultivo que generó el éxito popular del llamado Movimiento Estudiantil de 1966. El Hierro de los Bosques. En la actividad económica estatal fue muy importante el hecho de que, el 30 de diciembre de 1963, por decreto del presidente Adolfo López Mateos, se levantó la veda forestal de los bosques de la sierra de Durango, pero el levantamiento de la prohibición de cortar árboles sólo fue a favor de la compañía Bosques Mexicanos 51 BOMEX, empresa paraestatal dirigida por Gilberto Rosas, mejor conocido como “El Chibeto Rosas”, industrial maderero de Durango, con una activa participación en diversos aspectos de la vida social, política y económica de la entidad. Gilberto Rosas tenía el cargo de Secretario de Bosques Mexicanos y en la empresa también tenía participación el ingeniero Julián Rodríguez Adame, quien a su vez fungía como Secretario de Agricultura del gabinete de López Mateos, en los últimos momentos de su administración. El cargo de vocal de BOMEX era ocupado por el ingeniero Enrique Dupré Ceniceros, a la sazón, gobernador del estado de Durango. Otros personajes involucrados en la explotación del bosque durangueño, que había sido defendido por los cristeros tepehuanes, de 1926 a 1941, fueron el licenciado Víctor Manuel Cano y Eduardo De la Peña. La actividad silvícola de BOMEX lesionaba los intereses de las comunidades que detentaban la posesión de los predios forestales de los municipios de: Durango, Pueblo Nuevo y Mezquital. Las comunidades no podían ejercer el usufructo del recurso forestal, toda vez que, según la excluyente disposición presidencial, únicamente BOMEX podía talar los bosques durangueños y las comunidades debían ceder sus derechos de explotación. En otras palabras, el Ejecutivo Federal había autorizado un monopolio para la extracción del recurso silvícola de la entidad. En oposición a este proyecto se conformó el Movimiento Cívico Duranguense, un grupo político en contra de la exclusividad de explotación forestal de BOMEX, integrado, casi en su mayoría por estudiantes universitarios. Al mismo tiempo se integró otro organismo, el Frente Defensivo por los Recursos Naturales, que se adhirió y apoyaba al proyecto de BOMEX Estos dos grupos estaban, a su vez, vinculados a diversos intereses de los industriales, particularmente madereros, Así, el Frente Defensivo por los Recursos Naturales respondía a la línea de dirección enviada por Gilberto Rosas, mientras que el Movimiento Cívico Duranguense obedecía a los acuerdos de Fermín Núñez, otro capitalista maderero de larga trayectoria. Desde el inicio del sexenio de gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, el Estado Mexicano puso especial énfasis en la revisión de las concesiones de explotación silvícola del 52 país. Durante todo el año de 1965, las denuncias sobre irregularidades técnicas por la tala desmedida de los bosques, en contra de los concesionarios, se multiplicaron. Por su parte, los ejidos forestales reclamaban para sí la administración de sus propios recursos. Pronto comenzaron las aprehensiones de talamontes y las cancelaciones de las concesiones en diversos estados como: Tlaxcala, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chihuahua. En este contexto, Durango no podía ser la excepción y el 4 de julio de 1965, el Gobierno Federal dictaba la suspensión temporal, en revisión, de la concesión de BOMEX (El Sol de Durango, 5 de julio de 1965, primera plana). Con la suspensión de la concesión de la explotación silvícola estatal, los pocos, mal remunerados y sobreexplotados empleos y subempleos de los aserraderos y los de la tala de los bosques también entraban en suspenso. La incertidumbre del desempleo y la falta de medios de subsistencia cundió entre la población de la sierra de Durango. La Caída del Imperio de la Madera. Oriundo del estado de Michoacán, Gilberto C. Rosas Simbeck, mejor conocido como “El Chibeto”, en su calidad de cuñado del presidente Adolfo López Mateos, no era exactamente una de las personas preferidas para ocupar un lugar en el séquito de la administración de Gustavo Díaz Ordaz. (El Sol de Durango, 25 de junio de 1965, primera plana). En la revisión del caso de BOMEX, se hacía referencia al vínculo que, para la comercialización de la madera, Rosas sostenía con el clan griego / sinaloense capitalista liderado por Karelus Demeteris, y se señalaba que Rosas había obtenido la concesión del Imperio de la Madera, que abarcaba un millón de hectáreas, en diez municipios de la entidad, gracias a su parentesco político con Adolfo López Mateos (Ibíd.). Mientras los ejidatarios posesionarios de tierras boscosas seguían presionando para eliminar la exclusividad de la concesión de BOMEX. Con la finalidad de evitar mayores señalamientos y para no aparecer en el primer plano público, Gilberto C. Rosas optó por renunciar, de manera formal, a la dirección de BOMEX (El Sol de Durango, 14 de septiembre de 1965, primera plana). Sin embargo, la renuncia de 53 Rosas no fue obstáculo para que, detrás del tinglado, la opinión y presencia de “El Chibeto” siguiera siendo la de mayor peso específico en la toma de decisiones de los grupos de empresarios madereros. En prevención de la inminente cancelación de la concesión forestal de BOMEX, lo que representaba la caída del Imperio de la Madera, Rosas comenzó a azuzar y a convocar a las llamadas fuerzas vivas de la capital del estado, en aparente demanda de la industrialización de Durango y, con este argumento, no vaciló en llamar a diversos líderes estudiantiles: técnicos, normalistas y universitarios, para que se reunieran y tuvieran acuerdos conjuntos con los empresarios madereros. La primera reunión pública de líderes estudiantiles con empresarios durangueños se realizó, el 9 de octubre de 1965, en el local de la Librería Plaza, ubicada a un costado de la Plaza de Armas de la ciudad de Durango. En esa reunión se declaró la urgencia de que el gobierno federal creara fuentes de empleo en Durango y que, de inmediato, como si fueran enchiladas, se instalara una planta siderúrgica en la Perla del Guadiana. De pasadita se exigía el levantamiento de la veda forestal. En la junta también se programó una nunca realizada marcha a la ciudad de México (El Sol de Durango, 10 de octubre de 1965, primera plana). Las acusaciones sobre la tala inmoderada y no tecnificada (ahora se diría que ajena al desarrollo sustentable) de los bosques administrados por BOMEX seguían aumentando, eso sin contar las demandas de tipo laboral de los trabajadores de los aserraderos. Mientras tanto se hacían estudios sobre la factibilidad de la instalación de una Planta de Celulosa y de la multitratada siderúrgica. Por fin, el 24 de diciembre de 1965, el Diario Oficial de la Federación publicaba el decreto de cancelación definitiva de la concesión a BOMEX. A partir de ese momento la veda forestal es total. Los empleos de los aserraderos e tambalean. La carrera de técnico maderero pierde su razón de ser. Los estudiantes del Instituto Tecnológico no ven ya en Durango sus puestos de trabajo. La gente de la sierra se pregunta: “¿Y „ora de qué vamos a vivir... válgame Dios?”. En un derroche de imaginación sin precedentes, Bosques Mexicanos, Sociedad Anónima, para poder seguir operando momentáneamente, cambió su nombre por el 54 de Bosques Mexicanos, Asociación Civil (El sol de Durango, 24 de enero de 1965. primera plana). Las declaraciones públicas a favor de la instalación de una siderúrgica y del levantamiento de la veda forestal, como elementos iniciales para la generación de empleos, se hacen cada vez más frecuentes y las reuniones entre líderes estudiantiles y empresarios madereros son cada ve más numerosas. Durante todo el Movimiento Estudiantil de 1966, como parte de las justificaciones de las demandas por parte de los estudiantes, constantemente se argumentó la calidad científica del resultado de unos estudios supuestamente realizados, en diciembre de 1965, por un grupo de técnicos checoeslovacos de la industria siderúrgica, del entonces Bloque Soviético que, hasta donde se pudo saber, recorrieron la región para observar y establecer la factibilidad del montaje de una planta siderúrgica con una capacidad de producción de 100,000 toneladas anuales de acero. Sin embargo, los resultados de tales estudios nunca fueron presentados pública ni físicamente y hasta el momento no ha sido posible obtener una copia de semejante documento. Aunque, una industria siderúrgica con la capacidad señalada sería, en términos económicos un fracaso, toda vez que, como ya se apuntó, para que una fundición sea costeable, debe tener una capacidad instalada de producción mínima de un millón de toneladas de acero. El Fierro de la Discordia. Pocas veces los estudiantes de la Universidad Juárez del Estado de Durango, UJED, y los del Instituto Tecnológico de Durango, ITD, actuaban a extramuros y en conjunto, para realizar cualquier actividad, excepto las del ámbito cultural y las de sus festejos estudiantiles, que pertenecían al propio límite de lo adjunto a lo académico. Los estudiantes se preocupaban más por las novatadas, por pasar las materias y por obtener el grado (a veces) o por emigrar lo más rápidamente posible hacia los lugares de los esperados centros de trabajo. Con esta escenografía académica, en la primavera de 1966 y específicamente en el mes de mayo, daba inicio una extraña movilización en la que los actores 55 protagónicos aparentes, sin dirección ideológica declarada, serían los estudiantes del Instituto Tecnológico de Durango y los de la Universidad Juárez del Estado de Durango, entre otros de diversas instituciones educativas de la capital del estado. La bandera aparente de convocatoria del movimiento era por la explotación del mineral de hierro del Cerro de Mercado en el territorio mismo de la entidad. Situación que, como ya se señaló, era económica y tecnológicamente poco viable. Después de cuarenta y seis años, en los que la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima, realizó la ininterrumpida extracc ión del hierro del Cerro de Mercado. Del 2 de junio al 28 de julio de 1966, la manipulada movilización de los estudiantes del ITD y de la UJED, cambiaría el curso de los acontecimientos de la historia económica y política de la entidad. Colgados del mito, la acción directa de los estudiantes consistió en la ocupación física del Cerro de Mercado, con la finalidad de evitar la extracción del mineral de hierro de la mole. Tomando la batuta de la vida citadina del Valle del Guadiana, los líderes estudiantiles eran vistos con beneplácito por las autoridades regionales, civiles y militares. Toda vez que éstas comulgaban con el deseo aparente del desarrollo económico, externado en los desplegados del movimiento. En la entrevista que Santiago Lucero hizo a José Luis Machado, uno de los estudiantes actores protagónicos del movimiento, éste le externó su propia versión sobre el origen femenino y situado en algún lugar de Ciudad Madero, Tamaulipas, de la idea de la ocupación del Cerro de Mercado. “(...) entonces la mujer nos dice una frase a Jovino Nevárez y a mí.-dijo: Ustedes tienen fierro, ellos tienen petróleo. Chínguenles el fierro y entonces ustedes ya están en posición de ganar_. Ella cumplía dos objetivos. darle en la madre a su amante industrial (un importante funcionario de FUMOSA), por el despecho y el coraje que traía, y lógicamente satisfacía a sus nuevos amigos que le habíamos caído bien. Entonces ella nos dio la clave a dos gentes, a Jovino Nevárez y a mí.” (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZÁLEZ. Más allá del espejo de la memoria .Los estudiantes universitarios de Durango: Trayectorias 56 institucionales y manifestaciones en la vida política y social, 1950-1966. p.141) El mismo Machado aclaró la posición que, desde su particular punto de vista, tomó el General Salvador Rangel Medina, Diplomado del Estado Mayor y Comandante en Jefe de la Décima Zona Militar, con respecto a la ocupación del Cerro de Mercado por parte de los estudiantes: “(...) y Rangel, escuchándonos con la mirada dura, fría de un militar que sabe que está ante unos muchachitos tontos ¿verdad? Nos dijo.-¿De veras quieren, de veras quieren? Si, vengan en lo noche, a ver qué sale. Métanlos adentro a los cabrones-, y nos metieron adentro, a una cancha, a un corral que ahí estaba, pues lógicamente nosotros sacando conclusiones pensamos: -Este cabrón nos va a mandar al campo militar, nos va a chingar, qué vamos a hacer-. Al rato nos saca; dos, tres horas, y dijo: -Ya está todo listo, el gobernador del estado está de acuerdo-. -¿De acuerdo de qué?-. Dijo: -De entrar al movimiento-. -¿De veras?-. -Chibeto Rosas entra, y que Lalo De la Peña también entra, ya los convencí a todos-. Dijo: -Aquí tienen un aliado Hijos de la Chingada-. Dijo: -Nada más no se rajen-. -No general, no nos rajamos, ¿de veras nos va a apoyar?-. –Si-. Pues ya con el apoyo de Rangel medina, el arrojo nuestro, la complacencia de las fuerzas vivas que debe haberle dicho a Gilberto: -Si no apoyas a estos cabrones te voy a castrar o , tú gobernador, esto...-. Entonces Rangel Medina se convierte en el eje de la acción total, de todo el movimiento, entonces de ahí empiezan a fluir recursos, entonces ya planeamos la toma del día dos de junio, pero ya todo instrumentado” (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZALEZ. Op. Cit, p.147). . 57 Haciendo alarde del control que, por mandato del Ejecutivo Federal, ejerció sobre el Movimiento Estudiantil del Cerro de Mercado, el General Salvador Rangel Medina, Comandante de la Décima Zona Militar, en su propio testimonio relató al argentino Santiago Lucero: “(...) los muchachos, la gente de Durango, había una persona que le acabo de mencionar, que es el ingeniero don Gilberto Rosas, y que le decían Chibeto Rosas, pues un buen día me llegó El Chibeto a mi oficina, ahí en la Zona Militar... y me fue a decir que estaba planeando algo para protestar, con objeto de recuperar el Cerro de Mercado, tan documentado me pareció aquel señor Rosas que hasta me imaginé que él lo estaba impulsando, lo estaba orientando. Y ahí le dije al presidente y el me dijo: Ahí se lo encargo, no vaya a golpear a ningún muchacho-. Yo tenía mala fama que apretaba muy fuerte, eliminaba mucha gente y cuando él –el presidente- llegó al poder me dijo: -Mire ya todo lo que usted hizo en Guerrero, en Michoacán, ya lo hizo, lo voy a mandar a Durango, ahí es otro mundo, ahí va a cambiar, cámbiese y olvide todo lo que ha hecho en Guerrero y Michoacán-... y pues no me dieron tiempo” (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZALEZ. Op. Cit., p. 148). Recogiendo y resumiendo la situación, Carlos Galindo Martínez explicó al mismo Lucero: “Cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz canceló la concesión para la explotación de los bosques duranguenses, otorgada días antes por el anterior presidente López Mateos a favor de BOMEX, S.A. los dirigentes del Comité de Huelga universitario sostienen que Gilberto Rosas empezó a tener encuentros con los dirigentes estudiantiles, especialmente con los del Instituto Tecnológico de Durango, para presionar al Gobierno Federal y lograr la concesión de la explotación de los bosques duranguenses, (...). Así el origen del Movimiento, fue la desesperación de Gilberto Rosas a 58 quien no lo apoyaron con sus Bosques Mexicanos, empezó a mencionar lo del Cerro y empezó a concientizar con lo de la empresa que no dejaba beneficios, que por qué no se ponía una siderúrgica y enfocaron el problema del Cerro cuando no se veía la protesta por el movimiento forestal”. (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZALEZ. Op. Cit. P. 132). La exaltación del sentimiento de arraigo y sacrificio por la llamada Patria Chica fue muy bien aprovechada de manera que, como nunca antes, la población civil apoyaba a su juventud dorada y seguía a pie puntillas los pasos dados por sus benjamines populares. Con carácter casi mesiánico, los adoradores de los estudiantes mantuvieron durante cincuenta y siete días la parte económica del movimiento que generaba, a su vez, expresiones culturales, discursos, declaraciones oficiales, publicidad de heroísmo, peticiones al Ejecutivo Federal, misas de petición de soluciones e intercesiones divinas, plegarias múltiples de grupos de oración y el descubrimiento, por parte de los líderes estudiantiles, del sabor embelesador del poder, de las alianzas y de los apoyos. En resumen, de su nacimiento a la vida política. En el 66 durangueño, la población de la localidad creía que el Cerro de Mercado le pertenecía y que el producto de su explotación en el territorio estatal evitaría el éxodo de sus familiares a los Estados Unidos de América. Hubo quien, exaltando la soberanía estatal incluso manifestaba la idea de la expropiación estatal de la mole de hierro: “El Cerro es nuestro” , era la consigna. Discursos de oradores de famosa, florida, vacía, obscura y admirada improvisación y elocuencia. Mítines diarios de larga duración y gran concurrencia en la Plaza de Armas de la ciudad. Composición e interpretación de corridos y canciones sobre las hazañas reales y ficticias de los estudiantes . Fiestas memorables. Arengas y consignas regionalistas exaltadas. Caravanas de la dirigencia del Movimiento hacia la ciudad de México para las entrevistas con los indecisos funcionarios públicos del gabinete diazordacista. Dibujo y publicación profusa de caricaturas. Volanteo exhaustivo de panfletos. Resurgimiento de periódicos locales quebrados por la falta de ventas. Apoyo incondicional de la población local. Indiferencia, ignorancia y/o 59 curiosidad de la población nacional ante el conflicto local. Apoyo moral de algunos sectores estudiantiles de otras entidades. Diálogos con autoridades y funcionarios estatales y federales sin la menor intención de molestar al Ejecutivo Federal. El impasse como la postura adoptada invariablemente por los secretarios de estado. Iniciación de estudios prospectivos de explotación de otros yacimientos de hierro en diversas entidades de la República, por parte de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, como Peña Colorada, Colima. Intervención, de manera velada, de los capitalistas madereros en el conflicto. Costales y arpillas de granos, frutas y verduras de los comercios locales que, de manera ingenua, sincera y desinteresada, apoyaban a los estudiantes. Misteriosos, nunca expuestos, hasta ahora no localizados, y tal vez inexistentes e inventados estudios realizados por técnicos siderúrgicos checoeslovacos sobre la factibilidad técnica y económica de la instalación de una plata siderúrgica en el Valle del Guadiana. Problemas diplomáticos entre México y Checoslovaquia por la supuesta intervención y apoyo, de corte comunista, aunque de índole técnica, en el Movimiento Estudiantil por los supuestos estudios antes mencionados. Acuerdos tenebrosos entre el General de División, Diplomado del Estado Mayor, Salvador Rangel Medina, Comandante de la Décima Zona Militar y los líderes estudiantiles (técnicos y universitarios), en los que se incluyó a otros personajes no menos tenebrosos (el Gobernador del Estado Enrique Dupré Ceniceros y el capitalista maderero Gilberto “Chibeto”Rosas, entre otros). Protagonismo ingenuo y desmedido de la mayoría de los líderes estudiantiles, en sus límites de su propia ubicación dentro del Movimiento , y en la auto adjudicación, de la mayoría de ellos, de la generación de la idea de ocupar físicamente el Cerro de Mercado. Surgimiento de los primeros grupos de rock durangueño. Iniciación, de la juventud dorada de Durango, en el sexo y las drogas, Omisión voluntaria o involuntaria, por parte de todos los protagonistas, de las razones técnicas y económicas que limitan la factibilidad del montaje de una siderúrgica en Durango. Fantasías de predestinado heroísmo y hazañas guerrilleras de quienes ocupaban el Cerro. Redacción de historias autocomplacientes y justificadoras escritas por los aparentes protagonistas de la jornada. Composición y grito de exaltadas consignas regionalistas y soberanistas. Conformación de efímeras 60 y virtuales organizaciones de defensa de los recursos forestales adscritas a los grupos económicos de explotación y tala de los bosques. Limosneros que, tocando a las puertas de las casas, pedían ayuda para apoyar a los estudiantes. Señoras lavando con detergente fuerte, la ropa sucia llena del polvillo rojo del óxido de hierro del Cerro de Mercado. Chismes por toda la ciudad. Movilización de niños de primaria y una gran sobreexcitación de las fuerzas vivas de Durango, eran sólo algunos de los elementos que conformaban el febril ambiente de los cincuenta y siete días de hierro del 66 durangueño. En su relación con FUMOSA, el 8 de junio de 1966, los líderes del Movimiento Estudiantil emitieron un pliego petitorio a la empresa regiomontana en los siguientes términos: 1.- El establecimiento de una planta siderúrgica en Durango para la obtención de acero, por cuenta de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima, en el plazo que convenga el consejo estudiantil y las compañías mencionadas. 2.- Con el objeto de formar un Fondo para el Fomento industrial del Estado de Durango, se pide a la Compañía Cerro de Mercado, Sociedad Anónima, una aportación de $10.00, diez pesos 00/100 M. N. Por cada tonelada de mineral extraído del Cerro de Mercado enviada fuera del estado . 3.- La donación, al Fondo de Fomento Industrial del Estado de Durango, por parte del Cerro de Mercado, Sociedad Anónima, de los finos acumulados actualmente y de los que en el futuro se obtengan de la extracción y trituración del mineral del Cerro de Mercado. 4.- El establecimiento de una planta, en la ciudad de Durango, para la obtención de arrabio, aprovechando los finos ya acumulados y los que se obtengan en lo sucesivo de la extracción y trituración de los minerales del Cerro de Mercado. 61 5.- Que simultáneamente se establezca, en la ciudad de Durango, una planta para tratar el mineral en la fase de desfosforización como en la de aglomeración. 6.- Permitir el capital durangueño que lo desee, invertir en dichas industrias. El Movimiento Estudiantil de 1966, ha sido tema multitratado por los investigadores de la historia regional durangueña. Nadie que en Durango se auto imponga el título de historiador, ya sea profesional o empírico, ha dejado de escribir algunas líneas para dar su punto de vista u opinión con respecto al curso de los acontecimientos de la movilización civil y ciudadana más importante de la segunda mitad del siglo XX durangueño. Como protagonistas políticos o ideológicos, la mayoría de quienes han escritos las historias del 66 durangueño, exceptuando al argentino Santiago Lucero, intentan justificar sus yerros y enmendar sus entuertos o los de sus allegados, o bien, castigar con sus plumazos a aquellos que se atrevieron a traicionar la confianza popular y, según las investigaciones distantes y más objetivas y las entrevistas de Santiago Lucero, entre todos los protagonistas existen profundas diferencias y contradicciones en lo referente a la objetividad del relato histórico . De todos los historiógrafos y amantes secretos de Clío, que se han apuntado a tratar el tema, es bien sabido que el famoso Movimiento fue manipulado por los accionistas madereros de la región, en especial por Gilberto Rosas, con la finalidad de obtener las concesiones federales de la explotación forestal durangueña, una vez que el manipulado Movimiento del Cerro de Mercado diese como resultado el levantamiento de la veda forestal a favor de BOMEX, para así iniciar la apertura de las fuentes de trabajo a los hombres de la sierra de Durango y que las expectativas de los egresados del Instituto Tecnológico de Durango tuviesen la opción de la tala y la sierra de los bosques tepehuanes. En el 66 durangueño, los alacranes se creyeron dueños de su territorio y del producto de su suelo y subsuelo. Esta situación era sentimentalmente válida pero técnica y prácticamente ingenua, ante el poder económico y las decisiones del 62 enclave de las fuerzas políticas del momento y ante las limitaciones insoslayables que caracterizan al proceso técnico de la transformación del mineral de hierro en acero. De los resultados de la movilización, buscando el acero salió la madera. De hecho, varios investigadores coinciden en que la creación de la empresa descentralizada PROFORMEX, Productos Forestales Mexicanos, en 1967, fue el producto, en apariencia no requerido, aunque sí manipulado de la jornada del 66 durangueño. En lo que respecta a la creación de la planta siderúrgica en la entidad, el gobernador interino licenciado Ángel Rodríguez Solórzano, substituto del depuesto ingeniero Enrique Dupré Ceniceros, puso la primera piedra de la deseada y reclamada Siderúrgica del Guadiana, transformándose en el protagonista involuntario de una bojedad, esa forma humorística de relatar la historia regional. En la bojedad se cuenta que a la siderúrgica de Durango no se le ha puesto la segunda piedra porque se robaron la primera. Por su parte, el 14 de julio de 1966, la dirección de FUMOSA, hizo público el compromiso de instalar una planta de beneficio (que no una fundición) del mineral y de apoyar a las instituciones educativas de la entidad (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZALEZ. Op. Cit., p 201). Este compromiso no estaba en contradicción con la segunda etapa del Plan de Modernización y Expansión de FUMOSA, misma que se ejecutó de 1964 a 1968, sin que el Movimiento Estudiantil durangueño de 1966 estorbara sobremanera. El objetivo de esta segunda etapa era el de elevar la capacidad anual de producción de acero a 900,000 toneladas y comprendió l a instalación de un tercer alto horno, de otros dos hornos de aceración de hogar abierto y de un molino continuo de laminación en frío en la planta de aceros planos, entre otras instalaciones. A varias décadas de distancia, una buena parte de los dirigentes del Movimiento Estudiantil de 1966 conformó un reconocido grupo de la meritocracia del poder político en el estado de Durango y de diversos ámbitos educativos del país, mientras que otra parte de la dirigencia sobrevivió en la frustración, el fracaso y los recuerdos añorantes de la cuestionable gloria pasada en sus cincuenta y siete días de hierro. 63 En el autocomplaciente recuento de sus papeles, luchas y aciertos, con la omisión obligada de sus errores como inexpertos líderes, casi ninguno de ellos ha reconocido que, el de 1966, fue un movimiento técnicamente desfasado, manipulado y con una bandera errónea. En el entendimiento de Santiago Lucero se describe que : “ El Movimiento del 66 quedará grabado en sus protagonistas como una gesta heroica que por la forma en que se -estructura el testimonio, aparece como alucinaciones retrospectivas, exhibiendo una enorme claridad y vivacidad donde la explicación se encierra en la descripción grupal vigorosa del hecho mismo-.Un Movimiento que no pudo ser pensado más allá del estigma de traidores y vendidos, los mismos protagonistas aún hoy parecen quedar encerrados en aquellas posiciones, en sus testimonios se disputan, lugares y liderazgos. Georges Duby señala que: -Cada época se fabrica mentalmente su representación del pasado histórico-, forzando su sentido podemos decir que cada individuo también se fabrica su actuación en la historia, para el caso del Movimiento del Cerro de Mercado esto es notable. Cada sujeto posee una historia de este acontecimiento, las pasiones se avivan, se actualizan las disputas y en muchas ocasiones parecería que lo narrado por sus protagonistas tiene una intencionalidad de encubrimiento más que de develación de lo acontecido -obligándose así a acallar la totalidad de lo decible e ir reduciendo el recuerdo a un relato vacío-“ (SANTIAGO AMADEO LUCERO GONZALEZ. Op. Cit., pp.245 a 246) Aunque tampoco se creó una siderúrgica, rompiendo la regla de no hacer supuestos en la relación histórica, habría que plantearse la pregunta: ¿De haber triunfado el Movimiento Estudiantil de 1966, qué tan contaminada estaría la ciudad de Durango y sus alrededores con el coque de Coahuila quemado en sus altos hornos y con sus partículas ennegreciendo la atmósfera de la Perla del Guadiana? ¿Contaminaría 64 menos Siderúrgica del Guadiana que los deshechos de Celulósicos Centauro derramados sobre el Río Tunal? Poco a poco dejaron de escribirse los voluminosos florilegios de los bardos universitarios en loa al Cerro, una vez que la desaparición de poderes en el Estado de Durango restó fuerza al Movimiento. Lo único que, del Durango del 66, ha sobrevivido intacto y hasta cierto punto unido, o al menos en nombre, es un grupo de rock, los Dug Dug’s quienes, iniciados en la música de la época del movimiento, y siguiendo la tradición regionalista se bautizaron con ese nombre, haciendo un apocope de las palabras Durango, Durango‟s. Federico Arana nos dice que tras trashumar en múltiples tocadas y hoyos fonquis, los Dug Dug‟s cruzaron la fronteras hacia los estados unidos en 1975 y, pasados algunos años, retornaron a México. Al finalizar el siglo XX, sin hacer memoria del Movimiento Estudiantil del que fueron emblema, los Dug Dug‟s amenizaban en un bar cercano al Monumento a Álvaro Obregón, en la ciudad de México y en otro que se ubica por la zona de Villa Coapa, en la misma Metrópoli. A decir de Armando Nava, el principal integrante de los Dug Dug‟s, ellos empezaron a tocar en 1964, “nomás por la inquietud de la música”, Nava confiesa que los Dug Dug‟s no tuvieron ninguna relación con el Movimiento del 66 y le extraña que alguien asegure que amenizaban la ocupación del Cerro de Mercado y señala con nostalgia la deserción de Sergio Orrante, de los escenarios rockanroleros, todo porque Orrante tenía que complacer a su mamá y estudiar una carrera seria y eso lo llevó a ser un buen dentista. De Orrante, Nava asegura que era un músico excelente y lamenta que el rock mexicano haya perdido a alguien tan talentoso. Para las generaciones estudiantiles inmediatas al movimiento del 66,la conciencia de que su actuación podía ser determinante en el escenario regional fortaleció su ego y su propia expectativa de volver a convocar a los durangueños bajo la usada bandera de la Patria Chica y el regionalismo soberanista. Aunque sólo el Papa Juan Pablo II y Sherman El Mutilador (un propagandista religioso de una secta estadounidense que, usando un martillo, rompió en pedazos la imagen de la virgen en la catedral de Durango), ambos con propuestas religiosas, lograron obtener 65 mayor respuesta neovizcaina de convocatoria, alrededor de su presencia y delincuencia respectivamente. Cabe aclarar que algunos de los estudiantes técnicos y universitarios durangueños, sólo en el laboratorio de ensayes de minerales conocían el hierro y que, en su mayoría, desconocían los procesos técnicos para hacer acero del hierro. Calmadas las aguas y apaciguados los ánimos, parecía que todo había terminado y que el secular letargo de la ciudad de Durango, con sus solitarias calles, continuaría esperando el inalcanzable empuje económico. Sin embargo todavía faltaba el capítulo de... 66 Las instalaciones del Cerro de Mercado ocupadas por los estudiantes, durante el Movimiento de 1966 67 El famoso logotipo de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S. A. FUMOSA Carlos Prieto encendiendo el Alto Horno número 3 de FUMOSA 68 Caricaturas sobre el Movimiento Estudiantil de 1966 69 70 71 Alto Horno número 3 de FUMOSA 72 Castillos de continuo para lámina en frío de FUMOSA Instalaciones de FUMOSA en los años setentas del siglo XX 73 Molino número 46 de las instalaciones de FUMOSA 74 Crisoles regiomontanos 75 76 VII.- El Cerro Secuestrado. Aún cuando para los durangueños, los cincuenta y siete días de hierro del 66, habían resultado de una gran memoria épica, FUMOSA salió relativamente bien librada del suceso y no sufrió mella en su abastecimiento ni en su productividad. Así, en 1967, produjo 1,285,000 toneladas de arrabio. Para 1969, según cifras oficiales, las reservas positivas del Cerro de Mercado se calculaban en 56.9 millones de toneladas de mineral y las probables en 13.2. Aunque no se daba noticia de las reservas posibles, el total se calculó en 70.1 millones de toneladas de hierro. Por su parte, en el mismo año de 1969, FUMOSA produjo 1,000,000 de toneladas de acero. A sólo tres años y medio de que las promesas políticas habían calmado la ponzoña de los alacranes alebrestados, y a un año y medio del Movimiento Estudiantil de 1968, de enero a marzo de 1970, la efervescencia de la protesta provocada por el despotismo del gobierno local suscitó de nuevo la movilización de los estudiantes y de la población civil durangueña. Esta vez con un mayor intercambio, reborujo y revoltura de intereses y parcialidades. Si bien, desde 1967, sin una línea ideológica aparente y apegada a los designios de la política oficial, la Sociedad de Alumnos del Instituto Tecnológico de Durango estuvo dirigida por dos inamovibles lideres: Manuel Peyro y Ricardo Navarrete. Los aliados estudiantiles de la UJED, por su parte, compartiendo la ausencia ideológica aparente, aunque, al parecer, sin la línea oficial, no gozaron de la estabilidad de sus propios pares técnicos, excepción hecha de Carlos Ornelas, mejor conocido como “El Talento”. Haciendo referencia al Movimiento Estudiantil de 1970, en Durango, el ensayista Carlos Monsiváis relata: “a fines de 1969, los senadores Alberto Terrones Benítez y Cristóbal Guzmán Cárdenas acusan públicamente a Páez Urquidi: desviación fraudulenta de los recursos económicos del Patronato del Cerro de Mercado / Asociación delictuosa en lo relativo al legado Raymond Bell (la 77 herencia de un latifundista arrepentido que le dejó todo a los niños pobres, herencia cuantiosa reducida -a la hora de rendir cuentas- a su mínima expresión) /despojo de tierras a los campesinos del municipio de Ocampo/ malversación de fondos del erario público / violación de la Constitución del Estado. El movimiento va creciendo. Contra el gobernador se unifican los comerciantes, los propietarios de fincas y los funcionarios de la Sección Especializada de Turismo (organismo privado). El senador Terrones Benítez presenta pruebas de la acción represiva del gobernador contra los ejidatarios. Los estudiantes participan y se apoderan del Palacio de Gobierno. El gobernador insultado y tratado a empellones, se refugia en la oficina del jefe de la Décima Zona Militar. Los estudiantes formulan demandas: que se aclare el destino de los fondos del Patronato del Cerro de Mercado, que se desaparezca la Dirección de Seguridad en el estado, que se investigue el legado Raymond Bell. Más acontecimientos para inaugurar 1970,. Los estudiantes se rehúsan a dialogar con el gobernador, destitución del inspector general de policía, los campesinos del norte del estado (dirigidos por Álvaro Ríos) se apoderan de los latifundios de Santa Teresa y Santa María del Oro, los estudiantes insisten en la desaparición de poderes, llegan cuatro batallones de infantería y uno de paracaidistas a Durango, quinientos jóvenes permanecen en el Cerro, secuestro de activistas, una manifestación de niños pregunta por el legado Raymond Bell, desaparece la Dirección de Seguridad del Estado, mítines y manifestaciones, choferes y panaderos y carniceros y trabajadores de la construcción apoyan a los estudiantes, 53 primarias suspenden clases por determinación de los padres de familia” (CARLOS MONSIVÁIS. Días de guardar, ed. Era, 1970, pp. 36 a37.). La constante presencia militar y la exhibición de fuerza, de batallones y tropa, en las calles de la Perla del Guadiana y la parcial solución de algunas demandas desarticuló y desanimó a los aliados no estudiantiles del Movimiento de 1970 78 (organizaciones obreras, populares y campesinas locales), según la opinión, de padre autoritario y regañón del gobernador del Estado, Alejandro Páez Urquidi: “A esos muchachos les hace falta un correctivo. ¿Por qué son indisciplinados, anarquistas y revoltosos? Porque no tienen control, porque en sus familias no se les inculcó la decencia elemental. Gran parte de los problemas que aquejan a mi entidad viene de la mala educación familiar...¿Sabe cuál me parece la acusación más ridícula de todas las que han lanzado? Que me dedico a enriquecerme. No soy rico pero tengo dinero, tengo pequeñas empresas metalúrgicas. Me metí a esto de la política porque me interesaba dejarle algo a mi Estado, devolviendo algo de lo mucho que me ha dado”(MONSIVÁIS, CARLOS . Op. Cit.p.40) La gloria no renovada de las grandes manifestaciones con amas de casa, obreros, maestros y campesinos no fue, en l970, tan multitudinaria como en 1966. el desgano vital y la decepción por los resultados negociados con los candidatos de la nueva administración y la evidencia del incumplimiento metódico de los compromisos con la entidad, además del vertiginoso ascenso de algunos de los líderes a la diestra de los jerarcas de la política oficial, desalentó aquellas memorables expresiones populares de descontento, llenas de creatividad y espontaneidad sin control. Al obtener su propia cooptación, los dirigentes desmantelaban sus efímeras organizaciones o las mantenían como su propio bastión de poder. Así, mientras la actriz Jean Seberg, filmaba la película Macho Callahan en los sets cinematográficos de la sierra y Chupaderos y el escritor Carlos Fuentes se aburría por las asoleadas calles de Durango, los líderes del Movimiento Estudiantil de 1970, se solazaban en su propia imaginación sintiéndose los caudillos neovizcaínos. Casi como los Che Guevaras durangueños, aunque ya nadie podía o quería creer en ellos, dadas las propias muestras de culto de algunos líderes a su propia persona, como el que, en sus propios textos, se rinde a sí mismo el exdirigente Carlos Ornelas: 79 “Debo confesar que durante el Movimiento de 1970 me gustaba el papel de Caudillo, estaba fascinado con él y me sentía como pez en el agua conduciendo las manifestaciones y arengando a la gente” (CARLOS ORNELAS. Durango 70. historia de un Movimiento social derrotado, México, Universidad Autónoma Metropolitana / División de ciencias Sociales y Humanidades, reporte de investigación, Xochimilco, 1986, p.50. Ver también: CARLOS ORNELAS NAVARRO. “Durango 70”, en Revuelta. Educación, Ciencia, Sociedad, Durango, UJED, números 15 a 19, septiembre de 1990 a marzo de 1995) En 1970, FUMOSA tenía previsto poner en marcha la tercera etapa de su Plan de Modernización. Sin embargo, los 131 días de bloqueo del Cerro de Mercado, inexplicable para los directivos de FUMOSA, quienes declaraban que el bloqueo obedecía a razones completamente ajenas a Fundidora, postergaron las intenciones de avance de los directivos de la Fundidora de Monterrey. Ello, aunado a la crisis en el mercado del acero y a la necesidad de realizar otras inversiones, así como el estancamiento de los precios, obligó a FUMOSA a reconsiderar su Plan de Modernización. De hecho, el bloqueo de 1970 fue más dañino para FUMOSA, en términos económicos y de abastecimiento, que el Movimiento de 1966. En México, en 1970, la producción total de acero fue de 3,881,000 toneladas y AHMSA fue la empresa líder en el ramo, seguida por FUMOSA que disponía de 1,225,000 toneladas de capacidad de laminación de productos terminados, de los cuales solamente el 25.5% (270,000 toneladas) se orientaban a la producción de laminados no planos. El resto era de capacidad para producir laminados planos (985,000 toneladas). Esta capacidad requería de 1,720,000 toneladas de acero de primera fusión. El departamento de aceración de FUMOSA contaba con ocho hornos SiemensMartin de hogar abierto, de los cuales, la primera unidad, formada por cuatro hornos y con una capacidad conjunta de 300,000 toneladas era ya obsoleta y de baja productividad para esa época. La segunda, con los restantes cuatro hornos y con 80 capacidad de 700,000 toneladas era más moderna, aunque ya para su tiempo resultaba también obsoleta, en relación con la siderurgia mundial. Durante el bloqueo a la salida del mineral de hierro del Cerro de Mercado, del cual dependía FUMOSA, Carlos Prieto (grande) y Carlos Prieto (chico), acompañados por los demás directivos de FUMOSA acudieron a entrevistarse con el presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, para exponerle la situación de la empresa y en esa ocasión, el Jefe del Ejecutivo se comprometió a compensar a FUMOSA por los daños que, el bloqueo estudiantil al Cerro de Mercado, le ocasionara. En una segunda entrevista con Echeverría, éste le comunicó a los funcionarios de FUMOSA que el Gobierno de la Republica no podía intervenir en el asunto, independientemente de la legalidad o ilegalidad mismo había concertado previamente del compromiso político que él con ellos. Lo que los empresarios de FUMOSA interpretaron de esta entrevista fue que el Gobierno Federal no iba a actuar directamente para resolver la situación del bloqueo. Para algunos investigadores, el bloqueo al mineral del Cerro de Mercado reubicaba el esquema ideológico del Estado Mexicano para la industria, al estilo de la época cardenista de la cuarta década del siglo XX, y se planteaba que la industria siderúrgica era estratégica y básica para mantener la soberanía nacional, entendida como el ejercicio del control, por parte del Estado, de la riqueza nacional lo que implicaba, a su vez, el concepto de aplicación de subsidios al capital privado en la industria. FUMOSA no se levantaría, después de haberse visto seriamente afectada por el bloqueo al mineral del Cerro de Mercado de 1970 y de sufrir pérdidas económicas por 127,000,000 de pesos, en 1971, atribuibles al mismo bloqueo. A la par que se desarrollaba el bloqueo al mineral del Cerro de Mercado, en otra parte del país, el Estado Mexicano levantaba la instalación y montaje de SICARTSA Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, Sociedad Anónima, de Michoacán, cuyo antecedente inmediato fue el consorcio Benito Juárez-Peña Colorada, en el estado de Colima, con la intención de extraer, explotar y beneficiar los minerales de hierro, de los que realmente son los más grandes yacimientos ferriferos del país. 81 Ante la competencia declarada por el consorcio Benito Juárez-Peña Colorada, FUMOSA intensificó sus esfuerzos para abastecerse de mineral de hierro, para lo cual recurrió al yacimiento de Hércules, en Coahuila. En la tercera etapa del Plan de Expansión FUMOSA buscó obtener mineral de hierro de mejor calidad que sirviera para construir una unidad de concentración de mineral en Durango y una unidad de pelets en Monterrey, Nuevo León. La unidad de concentración de mineral, instalada en Durango, comenzó a funcionar en 1975 con los finos que la empresa había acumulado cerca del Cerro de Mercado, desde comienzos de esa década. Esta unidad, que tenía capacidad instalada de 1.7 millones de toneladas anuales de procesamiento y que era de tecnología Allis Chalmers, involucró una inversión de 150 millones de pesos (12 millones de dólares de la época). El mineral, una vez llevado a Monterrey por vía férrea, se transformaba en pelets, en una planta peletizadora, que comenzó a producir en agosto de 1976. dicha planta contaba con una capacidad de procesamiento de mineral equivalente a un millón de toneladas anuales. Cabe aclarar aquí, que los pelets sustituyen progresivamente al mineral de hierro bruto en los altos hornos, reduciendo considerablemente el consumo de coque. Más adelante, el haber situado dicha planta en Monterrey sería criticado, a pesar de que difícilmente se habría podido montar en Durango, a sabiendas de que el Cerro de Mercado, al ritmo que llevaba, no tenía reservas para más de diez años de explotación y tampoco se instaló la peletizadora cerca del mineral de Hércules dado el aislamiento de este yacimiento y el carácter inconcluso que tenía su explotación. 82 VIII.- Fierro y Gobierno de México. En la cuarta década del siglo XX, Adolfo Prieto vaticinaba la apertura de una siderúrgica integrada en el occidente de México, dada su viabilidad por la concentración de yacimientos ferriferos en la región. Desde1947, cuando estaba al frente de la Comisión del Tepalcatepec, el general Lázaro Cárdenas Del Río, comenzó a realizar gestiones en los círculos de poder del Estado Mexicano, para que se estudiase la conveniencia de construir una siderúrgica que aprovechara los recursos de la zona, y luego porque se realizara el proyecto para construirla, hasta que, un mes antes de su deceso, el proyecto fue aprobado y un año después se autorizó definitivamente. Este proyecto, el más ambicioso del régimen de Luis Echeverría, debía llamarse SICARTSA, Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, Sociedad Anónima y se planeó para realizarse en cuatro etapas, a la par de transformar la región que ahora conforma el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, en un importante polo de desarrollo industrial, mediante una serie de obras de infraestructura, entre ellas la de transformar al puerto, en el más importante de altura del Pacífico Mexicano, la construcción de un astillero, una planta termoeléctrica, un distrito de riego, conjuntos habitacionales, clínicas, hospitales, escuelas, el Ferrocarril de Coróndiro a Lázaro Cárdenas y la ampliación de la carretera costera, entre otras obras. La construcción de la primera etapa de este plan siderúrgico se inició en 1972 y entró en operación en 1976, contando con una planta integrada con capacidad para producir 1.3 millones de toneladas de acero al año. Se instaló un alto horno con capacidad de un millón cien mil toneladas al año. Sin embargo, su desarrollo se vio afectado por la recesión económica de 1976-1977 y la gravedad sin precedentes de la crisis de 1982 en adelante. Ya desde 1971, paralelamente a la construcción de Las Truchas, el Estado dio autorización para la instalación del Consorcio Minero Benito Juárez -Peña Colorada, que comenzó a explotar la mina que tiene el mismo nombre de Peña Colorada, en el estado de Colima y que es la más grande con que, hasta donde se sabe, cuenta el 83 territorio mexicano. Este yacimiento permitió darle un abastecimiento adecuado de mineral a empresas como HYLSA y FUMOSA. En la década de 1970, se consideraba que el Cerro de Mercado llegaba a tener, incluyendo los depósitos aledaños, alrededor de un millón de toneladas de mineral de hierro, mientras que; entre Peña Colorada, en Colima; Las Truchas, en Michoacán, y Hércules, en Coahuila, se conjuntaban alrededor de cien millones de toneladas de mineral de hierro. Era evidente pues que el Cerro de Mercado estaba, con mucho, desbancado de la supremacía en términos de prospección mineral. Como las empresas siderúrgicas mexicanas tenían y tienen escalas de producción mucho menores que las de los países desarrollados, además de que operaban y operan con equipos tecnológicamente atrasados, fuerzas de trabajo menos calificadas y se tenía escasa experiencia en la organización del trabajo industrial, los costos de producción aquí, eran y son mucho mayores que en aquellos países, por lo que los productos siderúrgicos nacionales no resistían ni resisten la competencia con los extranjeros. En los años del sexenio de Echeverría, como a otras industrias novedosas, el Estado Mexicano se abocó a favorecer a las empresas siderúrgicas, tanto privadas como de participación social, con exenciones fiscales, precios subsidiados de los bienes y servicios producidos por el Estado: como transporte ferroviario y energéticos, entre otros estímulos. Cabe aclarar que la protección arancelaria y los estímulos y subsidios estatales, que inicialmente se planteaban para los primeros años de operación de las nuevas empresas industriales, luego se prolongaron a través de las décadas siguientes, hasta que se dieron por hecho, como derecho. En la evidente intervención del Estado Mexicano en la industria siderúrgica, para el primer día de junio de 1972, por decreto presidencial, se creó la Comisión Coordinadora de la Industria Siderúrgica, CCIS, entidad dependiente de la Secretaría del Patrimonio Nacional y cuya misión era: “Proponer al Ejecutivo Federal la coordinación de programas de producción y los planes de expansión de todas las empresas dedicadas a 84 la producción mineral de hierro, carbón mineral y coque, arrabio, aceros y laminados de acero”. Tres años después, se creó el Instituto Mexicano de Investigaciones Siderúrgicas, IMIS, con la finalidad de apoyar a las empresas en sus investigaciones y liberar a la industria siderúrgica nacional de la inevitable dependencia tecnológica extranjera. En este contexto, entre las ventajas del proyecto Lázaro Cárdenas-Las Truchas, se contaba que la instalación se realizaría en la desembocadura del Río Balsas, en los límites de los estados de: Michoacán y Guerrero, para el aprovechamiento de los ciento treinta millones de toneladas de mineral de hierro que prospectivamente contenían los yacimientos aledaños a Las truchas, los cuales, además de ser los mejor conocidos y estudiados de México, representan un poco más del 36% de las reservas in situ de mineral de hierro en el país. De esta manera, SICARTSA marcó el cambio del eje de producción siderúrgica del noreste al suroeste del país. El desarrollo desigual en el ámbito regional se percibía cada vez más acentuado. La concentración geográfica de la industria y los servicios frente a las regiones con mínimas inversiones de capital y obras de infraestructura y servicios públicos, a pesar de contar, algunas de estas regiones atrasadas, como el estado de Durango (exceptuando la Región Lagunera), con recursos naturales que podían ser explotados rentablemente. Esto impulsó el crecimiento desorbitado y anárquico de algunas ciudades, en especial de las zonas metropolitanas de las ciudades de México, Monterrey y Guadalajara, donde se concentraron la industria y los servicios públicos, transformándose en centros de atracción de los trabajadores en busca de empleo, y de amplios sectores de la población en demanda de servicios educativos o de mejoras económicas. De hecho, en pocos años, la localidad de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Merced a la inyección de capitales del Estado Mexicano se identificó como uno de los puntos de mayor atracción demográfica, en la octava década del siglo XX. En los años sesenta del siglo XX, México ocupaba el segundo lugar latinoamericano, después de Brasil, en la producción de acero, con 4.76 millones de toneladas de 85 productos acereros anuales. La relación de competencia, en el ámbito mundial, llevaba a México al lugar número 23, siendo el primero Estados Unidos de América con 136.5 millones de toneladas de acero, es decir que la producción estadounidense era casi veintinueve veces mayor que la mexicana. Con éstos datos era más que evidente que, ni el Cerro de Mercado, ni FUMOSA, ni SICARTSA significaban mucho en el contexto siderúrgico internacional. En estos pequeños límites nacionales, de 1970 a 1979, se observó un decremento de la producción de FUMOSA y el ascenso de las empresas siderúrgicas creadas en Chihuahua, Colima, Jalisco y Michoacán . SICARTSA puso en marcha la producción de acero, en 1977, con suministro de materia prima de las minas de Las Truchas, Michoacán y de El Plutón, en Guerrero. En lo referente al hierro y bajo el argumento técnico de la vía de reducción-directa acería eléctrico-colada continua, se destacó la conveniencia de no depender de la importación de carbón, con el consecuente gasto de divisas en este insumo, ya que el que se utilizó en la primera etapa se importó porque no lo hay en la región de Las Truchas y, transportado en ferrocarril, desde Nueva Rosita, Coahuila, hasta Lázaro Cárdenas, resultó más costoso que el que se le surtió a la siderúrgica michoacana, por barco, del extranjero. A pesar del consabido alto costo de los fletes del carbón de Coahuila a las costas de Michoacán, SICARTSA fue el lugar detonante del incremento de la producción de acero mexicano con las siguientes cifras: Año. Producción. 1977 5,513,000 toneladas. 1978 6,694,000 toneladas 1979 7,002,000 toneladas 1990 8,725,613 toneladas a partir de 1979, el Estado Mexicano crea SIDERMEX, Siderúrgica Mexicana, empresa que centralizó la política de producción nacional y que aglutinó a las tres principales fundidoras del país: AHMSA Altos Hornos de México, Sociedad 86 Anónima; FUMOSA, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima y SICARTSA, Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, Sociedad Anónima. En 1977, el Cerro de Mercado fue nacionalizado y al pasar a ser administrado por el Estado, el beneficio fue para AHMSA, empresa que, desde 1968 se surtía con el mineral de hierro que le suministraba FUMOSA. Al transformarse en empresa estatal, Cerro de Mercado compartió sus suministros, de manera indistinta, entre AHMSA y FUMOSA . El golpe de la estatización del Cerro de Mercado, dejó a FUMOSA como la empresa de SIDERMEX que reportaba la productividad más baja y los problemas financieros más serios. En este contexto, al proclamarse el Programa Abierto de Crecimiento, PAC, y un programa de reconversión industrial, se hacían renegociaciones de la deuda externa y se iniciaba del proceso del llamado adelgazamiento del Estado, por medio del cual, el 10 de mayo de 1986, el Gobierno Mexicano declaró en quiebra a FUMOSA. El cierre de FUMOSA, fue sorpresivo para la población laboral de la Sultana del Norte y, de un día para otro, alrededor de 12,500 trabajadores entraron a engrosar las angustiantes filas del desempleo e involuntariamente protagonizaban la conclusión de un largo capítulo en la historia de la industria regiomontana. Cuando los hornos de FUMOSA dejaron de fundir el hierro, la capacidad instalada de Siderúrgica Mexicana se redujo de 10.5 a 9.5 millones de toneladas aceradas por año. En los últimos años del segundo milenio la situación mundial de la industria siderúrgica ha cambiado y China se ha destacado por su producción de hierro durante 1995 y 1996, con 240 y 250 millones de toneladas métricas, respectivamente, lo que equivalió , en 1996, el 24% del total del acero producido en el mundo, seguido por Brasil con el 17.8% y Australia con el 14.37% . Como se puede observar, la tendencia que predominaba hace unos años, en el sentido de que los países más industrializados eran los que producían mayor cantidad de hierro, ha cambiado debido a situaciones de estrategia globalizadora, toda vez que, en este contexto, resulta más barato importar el acero que producirlo. 87 Cerro de Mercado, estatizado, siguió surtiendo de mineral a AHMSA hasta 1991, año en que se dejó de extraer mineral de la mole del Guadiana y se realizó la desincorporación de las empresas siderúrgicas paraestatales. El número de trabajadores de la mina Cerro de Mercado se mantuvo estable durante la sexta y séptima década del siglo XX, aunque el porcentaje relativo a la población económicamente activa se disminuyó, debido a que en Durango, a partir de la creación del Parque Industrial, comenzó a desarrollarse una industria manufacturera diversa e importante. En 1970, el personal ocupado en la mina era de 300 trabajadores y la plantilla aumentó a 370, en 1976, con la puesta en marcha de la planta de beneficio. Para el año de 1980, cuando la mina estaba administrada por SIDERMEX, y debido a la tendencia en las empresas paraestatales, de crear empleos, los inscritos en la nómina se incrementaron a 538 personas, lo cual representaba el 0.54% de la población económicamente activa en el municipio de Durango. (VICTOR HUGO LÓPEZ VÁZQUEZ. Impacto socioeconómico y Territorial de la Mina Cerro de Mercado, Durango (periodos 1940-1986 y 1994-1996) p.66 ). Con la desincorporación del Grupo SIDERMEX en 1991, el yacimiento de hierro de Cerro de Mercado pasó a formar parte del Grupo Acerero del Norte, GAN, y éste , a su vez, inició un proyecto de reevaluación del yacimiento. Después de haber realizado los trabajos de prospección , el Grupo Acerero del Norte GAN, determinó que el yacimiento aún era factible de explotación con la introducción de tecnología de punta. Fue sólo hasta 1994 cuando, integrado a la empresa Grupo Acerero del Norte, GAN, se recomenzó la extracción de mineral del Cerro de Mercado, merced a la reactivación del privatizado Ferrocarril Coahuila-Durango, FCD, como parte de la División Acero , y su subsidiaria de Aceros Nacionales, como unidad de Minera del Norte, Sociedad Anónima, MINOSA. En la puesta en marcha de la operación de la mina, la Compañía Cerro de Mercado implementó un programa social que contempló la reubicación de una colonia de 500 familias y la donación de 64 hectáreas para construir nuevas colonias populares, construcción de bulevares y donación de dos pozos de agua potable con su 88 equipamiento, lo que tuvo un costo aproximado de dos millones cien mil dólares. Dicha inversión implicó, además un costo adicional para el mantenimiento de las anteriores inversiones , el cual se podrá evaluar sólo en el transcurso del proyecto. De esta manera, la compañía Cerro de Mercado participa en la introducción de infraestructura para las colonias aledañas al Cerro. Se considera además que, en cuanto a empleo, Cerro de Mercado generaba, en el año de 1998, 398 empleos directos y 2,000 indirectos, lo que permitía una derrama económica mensual de un millón de dólares a la entidad, situación que coloca a la empresa como una de las principales, en la economía de la ciudad de Durango, sólo detrás de la industria y el comercio. (VICTOR HUGO LÓPEZ VÁZQUEZ. Op. Cit., p. 91) Mientras tanto, Enrique Mijares publicaba Convidado de piedra. El Cerro de Mercado, novela en la que el personaje principal es el propio Cerro que, hasta cierto momento, narra al lector los pormenores de su tránsito por el tiempo. Así, con un papel secundario o de apoyo en la escena acerera nacional, quedó la Montaña de las Ilusiones, que durante cinco décadas del siglo XX fue la actriz protagónica indiscutible y emblemática de la historia industrial siderúrgica del país y de la historia regional durangueña. 89 Entrada a las instalaciones de Cerro de Mercado, S. A. de C. V., en el año de 2002 El Cerro de Mercado visto desde el suroeste en el año de 2002 90 Portada de la novela Convidado de piedra. El Cerro de Mercado, de Enrique Mijares 91 92 CONCLUSIONES. Las especulaciones y estudios geológicos sobre el origen del Cerro de Mercado provocaron una secular controversia en la cual, algunos geólogos, mineralogistas, científicos y aficionados, argumentaron que la mole de hierro no era producto del subsuelo de la Tierra sino que se trataba de un aerolito que, a la sazón, había caído en el Valle del Guadiana. Sin embargo, investigaciones posteriores dejaron más o menos clarificado que el posible origen geológico del yacimiento ferrífero era magmático. En lo que se refiere a la explotación, como materia prima para la producción de acero, sólo hasta los inicios del México independiente, en la tercera década del siglo XIX, una mínima parte del óxido de hierro del Cerro de Mercado fue fundido en instalaciones siderúrgicas, llamadas ferrerías, ubicadas en las cercanías de la ciudad de Durango. Desde 1920 hasta 1977, el destino del Cerro de Mercado estuvo ligado a la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima, FUMOSA, toda vez que ésta adquirió la concesión de la explotación del mineral y, durante todo ese lapso, el yacimiento, erróneamente considerado como el más grande de México y del Mundo, fue el principal criadero que surtió a las más grandes industrias siderúrgicas del país. FUMOSA resistió el ingenuo y manipulado Movimiento Estudiantil de 1966 que, sin bases técnicas y económicas sólidas pretendió, en apariencia, cambiar el polo productivo siderúrgico mexicano de la ciudad de Monterrey , Nuevo león a la de Durango. La Fundidora también resistió, en 1970, el prolongado bloqueo de suministro del mineral extraído del Cerro de Mercado, provocado de igual manera por la movilización y el liderazgo estudiantil durangueño, dirigido a su vez, por diversas instancias políticas que incluyeron al Ejecutivo Federal . Sin embargo FUMOSA no resistió la competencia que significó la instalación de las empresas paraestatales: Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, Sociedad 93 Anónima, SICARTSA, y el Consorcio Benito Juárez-Peña Colorada, que si cambiaron el polo geográfico de la extracción del hierro a las minas de los estados de: Michoacán, Guerrero y Colima (que son verdaderamente las más grandes del país) y de la producción de acero al suroeste del territorio mexicano. Desde entonces, Cerro de Mercado fue desplazado en la supremacía de extracción de mineral de hierro en el país, toda vez que, dicho sea de paso, éste mineral no es de calidad excelente. En 1977, Cerro de Mercado fue nacionalizado y bajo administración estatizada permaneció hasta el año de 1992 y en 1994, sin halagüeñas estimaciones prospectivas, la Montaña de Hierro pasó a ser un apéndice de los insumos del Grupo Acerero del Norte, GAN. Desde la época de la conquista, la historia del Cerro de Mercado había sido alimentada, más por la mitología y los chismes que por las razones técnicas y científicas. Ha sido, en el estado de Durango, motivo de múltiples pasiones e intereses que, dada la poca información y las conjeturas apresuradas, sin sustento técnico o científico, involucraron a diversos actores sociales durangueños y del país, durante los siglos XIX y XX. Objeto de estudios geológicos erróneos y estimaciones prospectivas: diversas, posibles y disparatadas, así como de relatos históricos parciales y apasionados. Al finalizar el siglo XX, una vez que se ubicó en su verdadera dimensión de extracción y explotación, el Cerro de Mercado ocupó el lugar que, de acuerdo con su cantidad y calidad de mineral, le corresponde en el ámbito siderúrgico nacional. 94 Glosario de Siglas AHMSA.- Altos Hornos de México, Sociedad Anónima. BOMEX.- Bosques Mexicanos. CANACINTRA.- Cámara Nacional de la Industria de la Transformación. CCIS.- Comisión Coordinadora de la Industria Siderúrgica. FCD.- Ferrocarril Coahuila-Durango. FLIRSA.- Fábrica de Ladrillos Industriales y Refractarios, Sociedad Anónima. FUMOSA.- Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Sociedad Anónima. GAN.- Grupo Acerero del Norte. HYLSA.- Hojalata y Lámina, Sociedad Anónima. ITD.- Instituto Tecnológico de Durango. PAC.- Programa Abierto al Crecimiento. PROFORMEX.- Productos Forestales Mexicanos . SICARTSA.- Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, Sociedad Anónima. SIDERMEX.- Siderúrgica Mexicana. 95 UJED.- Universidad Juárez del Estado de Durango. 96 FUENTES BADILLO SOTO, CARLOS. Manual para gobernar Durango, Durango, Imprenta Rivera, s/f. BARGALLÓ, MODESTO. Las ferrerías. De los primeros veinticinco años del México independiente, México, Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A. 1965. BIRKINBINE, JOHN. Cerro de Mercado at Durango, México, (Traducido del inglés por Francisco G. 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