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La Ratonera Septiembre 2005 La Ratonera Revista asturiana de teatro. N.º 15. Septiembre de 2005. 4,6 € Teatro del Norte cumple 20 años Entrevista a Juan Mayorga El compromiso de Arthur Miller Textos: Hotel Europa, de Teatro del Norte El condenado, de Pedro de Silva Viaje al profundo norte, Teatro del Norte (1987) ISSN 1578-2514 15 9 771578 251002 15 Sumario La Ratonera Revista asturiana de teatro Nº 15. Septiembre de 2005 Consejo de Dirección Roberto Corte, Francisco DíazFaes, Pedro Lanza, Boni Ortiz Edita ORIS Teatro Av de La Vega 67, 2º 33940 El Entrego (Asturias) Teléfono: 985654091 info@la-ratonera.net Recepción de artículos y correspondencia Av de Portugal 9, 3º D 33207 Gijón (Asturias) redaccion@la-ratonera.net Diseño y maquetación Pedro Lanza Fotografía de portada Hotel Europa. Teatro del Norte ISSN 1578-2514 Dep. Legal: AS-4093-2000 Impresión: Ápel (Gijón) www.la-ratonera.net 3 4 12 14 18 30 33 49 51 66 68 71 82 85 89 92 99 106 114 Veinte años de un viaje singular Hablamos con Teatro del Norte. Roberto Corte 20 años de Teatro del Norte. Etelvino Vázquez Claves para un encuentro. Roberto Corte Del Devocionario a Yerma. Boni Ortiz Notas de dirección de Hotel Europa. Etelvino Vázquez Texto: Hotel Europa. Teatro del Norte Pedro de Silva y el teatro. Saúl Fernández Texto: El condenado. Pedro de Silva El Peer Gynt de Ibsen en Noruega. José Luis Campal Charlando con Juan Mayorga. José Luis Campal El compromiso de Arthur Miller. Luciano Hevia Noriega Por un teatro de situación. Jean-Paul Sartre Favila y el oso. Joaquín Fuertes Álvarez La papelera de Eurípides (IV). José Luis Campal “Oro negro”. José Luis Campal La Teresa de Clarín según Tarfe (y II). José Luis Campal ¿Casta, libertina o feminista? (y II). Ramiro González Delgado Libros y revistas. Eva Vallines, Miguel Ángel Pérez, Chechu García, Francisco Díaz Faes. Con el apoyo de: Editorial Veinte años de un viaje singular n el número 1 de LA RATONERA, tras el editorial, nos sumábamos al homenaje dedicado al Teatro del Norte al cumplir sus quince años. Allí Etelvino Vázquez, Julio Rodríguez Blanco y Francisco Díaz-Faes hacían un recorrido por la historia de la compañía. Ahora ha pasado un lustro y nuevamente nos complace sumarnos a la efeméride de los veinte, dedicando un apartado que recoge el texto Hotel Europa, uno de sus últimos espectáculos, un coloquio con los actores y el director, y artículos que tratan de acercarnos a la compañía para una mejor comprensión de su trabajo. eatro del Norte combina con las melifluas y trilladas leyes del mercado teatral al uso un código deontológico muy particular. Su plena dedicación al hecho teatral pasa por todas las variantes de implicación: la creación y montaje de los espectáculos y su explotación lleva parejo una permanente formación, la investigación, la organización de muestras y encuentros sobre temas específicos, y el compromiso de entender el teatro como un modo de vida donde todavía hay un hueco para la reflexión y la ética, en el ejercicio diario de la profesión. Su trayectoria excepcional arranca con Malas noticias acerca de mí mismo y el manifiesto inaugural del “teatro secreto”. Intento de elaborar un teatro muy personal en busca de un nuevo espectador, que ha caracterizado las primeras piezas del grupo por el modo de tratar los contenidos y el espacio, y que paulatinamente ha ido ampliando sus registros hacia modos de exposición más convencionales, aunque sin deshacerse del collage y la “dramaturgia del actor” como técnica de construcción. Signos de reconocimiento inequívoco y cualidades que, junto al rigor en la ejecución, han hecho del Teatro del Norte uno de los grupos asturianos más consolidados y de mayor proyección nacional e internacional. Treinta espectáculos producidos, cientos de representaciones y miles de espectadores que han visto y disfrutado sus trabajos, lo confirman. T P ero no seríamos del todo ecuánimes en el reconocimiento de la compañía si no hiciéramos hincapié en la figura de Etelvino Vázquez, su director –una de las personas imprescindibles para entender el teatro asturiano desde el 70–, y uno de los directores más solventes en la escena nacional, que con su tenacidad habitual ha puesto las claves en la formación y el entrenamiento. Unas medidas de “presencia y mantenimiento” que son inherentes a cualquier vida profesional coherente al margen de la corriente de militancia escénica a la que se hayan adscritas, y que son aconsejadas con insistencia por todas las pedagogías teóricas y prácticas, pero a las que de ordinario se olvida, se abandonan al terminar los estudios en los centros dramáticos, o son suplantadas por la “ley del mínimo esfuerzo” afín al comportamiento espontáneo –y en ocasiones irreflexivo– que impone la precariedad laboral y el mercado cultural en que nos movemos. on muchas las personas conocidas, mayormente asturianas, que a lo largo de estos veinte años han pasado por el Teatro del Norte como intérpretes. Algunas han logrado profesionalizarse fuera de nuestra comunidad y otras lo han hecho formando grupo aquí. Razón que hace que la biografía de la compañía nos sea más entrañable. Pero son los actores y colaboradores que hoy forman el Teatro del Norte quienes más nos interesan por su dinamismo y su mayor implicación con el proyecto, blandiendo así su mejor seña y garantía de futuro. finales de año publicaremos en SobreEscena, y en plena colaboración con el Teatro del Norte, un libro donde se recogen las reflexiones de campo con las que Etelvino Vázquez ha abordado sus trabajos, que supondrá también un documento importante para la historia de nuestro teatro y un complemento oportuno para el cierre de este aniversario. 3 S A Septiembre 2005 E La Ratonera / 15 4 Roberto Corte LOS ACTORES El cuartel general del Teatro del Norte está en Lugones, Asturias, en una bonita casa y los locales que la acompañan, en Conde de Santa Bárbara, 58. Allí, durante estos veinte años, se almacena el atrezzo, el vestuario y los bártulos del repertorio; se idean, se discuten y se elaboran los espectáculos; se preparan las jornadas y muestras organizadas por el grupo; y desde allí, también, se administra la compañía. El Teatro del Norte archiva cuidadosamente sus trabajos y todo el espacio contiene los elementos que nos permiten seguir su itinerario. La sala de ensayos es el centro neurálgico de operaciones –siempre en ejercicio– y el laboratorio donde a través del esfuerzo se materializan los deseos. El resto del equipamiento son las habitaciones, la cocina, el garaje y el despacho, el lugar donde el 29 de junio, al lado de un café, conversamos con los actores. El cuadro artístico que ahora consolida el equipo: Ana Díaz Morán, Ana Vázquez, Moisés González y Javier Expósito. Y con su director, Etelvino Vázquez. Con la notable ausencia de Ana Eva Guerra, una de las actrices principales que, por motivos personales, no ha podido asistir. LA RATONERA.- Para comenzar sería importante que nos contaseis vuestros antecedentes. Los que se refieren a la formación y a vuestro encuentro con el teatro, hasta vuestra llegada a la compañía. ANA VÁZQUEZ.- Yo empecé en el Instituto del Teatro, en Gijón, y acabé en el 2003. También estuve con el Teatro Doble en un par de piezas infantiles, y en Las tres hermanas, otra de sus obras. Y ahora llevo aquí dos años y pico. Así que todavía no tengo mucha experiencia. Y, como comprenderéis, tengo muy poco que contar. ANA DÍAZ MORÁN.- Bueno, yo también estuve en el Instituto del Teatro y, aunque empecé en la promoción anterior, acabé al igual que Ana en el 2003, pero he de decir que, por razones que ahora no vienen al caso, me distancié un poco de la escuela. Empecé como profesional en la compañía Factoría Norte con La niña de la nube, que hice en el 99, para seguir con una sustitución en NunTris, en el Calderón que dirigió Eduardo Usillos. Pero en el 99 participé en Infiesto como alumna en uno de los cursillos del Teatro del Norte, y ahí fue donde comenzó el “idilio” que tengo con este gru- po, que me dura hasta hoy y que espero que se mantenga en los próximos años. Javier y yo empezamos a la vez y lo primero que hicimos fue Solos, que estrenamos en diciembre del 2000. Después participamos en el resto de los espectáculos. MOISÉS GONZÁLEZ.- Mi comienzo en el teatro se realiza con grupos no profesionales. Primero en Langreo, en el 84, con el grupo Kumen, y después con Oris. Hasta que ya en el 93 me uno al Teatro del Norte con Tierra a la vista. JAVIER EXPÓSITO.- Yo empiezo en la Universidad Popular, en Gijón, en uno de los talleres de Felipe, para después seguir durante un año en el grupo de la ONCE, también con el mismo director. Fui al Instituto de Teatro, pero lo dejé en segundo. Hasta que en el 99, por mediación de Mayra Fernández, estuve viniendo todos los domingos durante dos o tres meses a Lugones y hasta hoy. Y también estuve con Enrique Villanueva en Jacques y su amo. LA RATONERA.- Desde fuera se entiende al Teatro del Norte como una compañía que tiene otra forma de entender la profesión, una manera distinta al resto de las compañías al uso. Contarnos un poco vuestra relación con el grupo en función de las experiencias personales. 5 Moisés González, Javier Expósito, Etelvino Vázquez, Ana Díaz Morán y Ana Vázquez, en ropa de faena ante su local de ensayos en Lugones. dos desde el principio a participar en los espectáculos por inminentes razones de producción, lo que fue bastante duro, con Ana Vázquez ocurrió lo contrario, y cuando pasamos a ensayar El viejo celoso ya llevaba un año, con todo el entrenamiento a su favor. Así que en realidad fue ella quien dio los “pasos” adecuados para una mejor incorporación. Septiembre 2005 Hablamos con Teatro del Norte ANA VÁZQUEZ.- Bueno, yo es que ya desde muy pequeña siempre fui aficionada al teatro. No sé muy bien por qué, pero esto me atraía, me gustaba. Aunque antes dije que empecé en el ITAE, en realidad lo hice en el instituto. Me llamaban los escenarios y decidí formarme. Así que en mis comienzos no hay ninguna otra razón de peso, más que la mera vocacional como le ocurre a tantas otras personas. Mi contacto con el Teatro del Norte fue también en los cursos de Infiesto, durante el segundo año. Me llamó mucho la atención su método de trabajo. Y lo que resalto ahora, entre otras muchas cosas, después de dos años en esta casa, es la atención que se le presta al entrenamiento diario. El hecho de que no tengas que tener como excusa el realizar una función para poder ensayar, es muy importante. Aquí hacemos teatro todos los días y cada uno tiene su trabajo en equipo y su entrenamiento personal. ETELVINO VÁZQUEZ.- Con Ana hubo una experiencia muy particular que no se dio con el resto del equipo. Estuvo casi un año trabajando sola. En Infiesto nos habíamos fijado en ella y vino con la idea de sustituir a Ana Morán en Hotel Europa, pero, como nos replanteamos nuevamente el trabajo y después no entró en el reparto, la pobre se quedó un poco apartada, y... sola. Digo esto porque lo que parece que en un principio es muy negativo, a la larga se convierte en algo positivo. Así como Ana Morán y Javier fueron someti- Ana Díaz Morán, Moisés González y Javier Expósito en un momento de la charla. LA RATONERA.- Siempre se hace hincapié en la importancia que tiene el entrenamiento diario para el buen resultado del trabajo. Sin embargo son muy pocos los espacios donde se puede practicar este modelo. El Teatro del Norte es toda una excepción. ANA DÍAZ MORÁN.- Claro. Es que, cuando te dedicas a esto, lo primero que te preguntas es en qué lugar se puede hacer teatro todos los días. Algo que aquí, en Asturias, es muy difícil conseguir. Yo recuerdo que el primer papel que representé en mi vida fue Filomena Álvarez Rodríguez, alias la Revirada, personaje de Un xuiciu faltes, y fue en la escuela. Yo era un poco “payasina” y, tras hacer la Selectividad, mi her- mana me recordó que en algún momento había dicho que deseaba ser actriz. Así que fui al ITAE. Lo que ocurre es que en segundo o tercero es cuando se me cruza el curso de Infiesto. Había oído hablar mucho de Etelvino Vázquez e iba con un poco de miedo. Pero aquel encuentro me marcó de veras. Después empecé con el grupo pensando que se trataba de un espectáculo más, pero al momento me di cuenta de que el planteamiento de trabajo era distinto al de otras compañías. Se trataba de trabajar para aprender y con unos resultados muy a largo plazo. En Solos, como Etelvino acaba de decir, fue muy duro. Yo combinaba el ITAE con los ensayos a un ritmo que optar entre dedicarme profesionalmente a ello o seguir con el teatro. Y me decidí por el teatro. Ya era un poco mayor para matricularme y adquirir formación en una escuela y, por otra parte, tampoco me apetecía demasiado. Lo poco que había leído sobre teoría teatral me decía que lo importante era empezar a trabajar en una compañía estable, a la antigua usanza. Había visto todos los espectáculos del Teatro del Norte, algunos varias veces, así que comencé en el laboratorio y, a los dos meses, al necesitar intérpretes, empecé con los espectáculos. Pero lo que me gustaría resaltar –y quizá es algo sobre lo que he reflexionado poco– es que a mí me tira lo de la pedagogía. Es decir, todo lo que haga referencia al aprendizaje del oficio. Como actor, pero también por lo que conlleva como aprendizaje del hecho teatral en sí. Aprender experimentando, que es algo que sólo se puede dar aquí, y además hacerlo con alguien a quien se le puede consultar porque tiene muchísima experiencia. Cada espectáculo y cada trabajo realizado, tanto los individuales como los colectivos, siempre te abren una vía de conocimiento que, a lo mejor hasta ese momento, y quizá porque uno todavía no está lo suficientemente despierto para entenderlo, supone un nuevo problema y una nueva ampliación de la técnica. Así que mientras yo siga necesitando de este aprendizaje supongo que continuaré en la compañía. También es cierto que el Teatro del Norte es el único R. Corte, Etelvino Vázquez y Ana Vázquez, en el despacho de Teatro del Norte. grupo profesional con quien he trabajado. Pero por lo que me cuentan compañeros de otras compañías y amigos que se van a Madrid, y lo difícil que resulta abrirse un hueco en la profesión, he de decir, que me considero muy afortunado. LA RATONERA.- Javier, háblanos un poco del trabajo diario. Cómo se aborda la construcción de los personajes y las fases por las que pasa el montaje de los espectáculos. JAVIER EXPÓSITO.- Bueno. Antes de nada quiero decir que, la primera vez que vi una pieza del Teatro del Norte fue Sueños negros, ya hace muchos años, y que yo también quería ser actor como tantos otros. No me enteré de nada pero me quedé fascinado con la función. Parece un poco contradictorio pero ocurrió así. Después seguí la trayectoria de la compañía. El trabajo diario que realizamos está muy relacionado con las representaciones, al margen del entrenamiento particular. La construcción de los personajes depende un poco de los textos seleccionados, y siempre se levantan desde la tabla, en los ensayos, es decir, sin previo trabajo de mesa. Generalmente a base de improvisaciones. No hay trabajo psicológico. Al contrario de lo que la gente se cree, aquí es todo muy físico. ANA DÍAZ MORÁN.- Es curioso pero ocurre así. Las personas de fuera se hacen a la idea de que aquí 7 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 6 enfebrecido. Ahora bien: ¿qué es lo que nos “engancha” y nos hace seguir aquí? Pues no lo sé, y es algo que siempre me lo pregunto. Llegaba septiembre o enero y yo siempre decía “Telvi, me marcho”. Así que en una de esas “ausencias” apareció Ana, a quien desde entonces le tengo mucho aprecio. También lo que más me motiva en este trabajo es la búsqueda de cosas nuevas y la manera que tenemos de “criticarnos”. LA RATONERA.- Moisés, eres el que más experiencia tienes en esta compañía. El cambio en tu vida fue muy importante al entrar en el Teatro del Norte. Aquí has encontrado tu profesión y la manera de ejercerla al completo, en todas las facetas. No sólo recibes cursos sino que los impartes, como también hace alguno de tus compañeros. El Teatro del Norte además es una escuela, un laboratorio, y un equipo que organiza jornadas con temas relacionados directa o indirectamente con el teatro, como pueden ser los encuentros “Mujeres y escena”. Háblanos un poco de todo ello. MOISÉS GONZÁLEZ.- Empecé medio en broma con el teatro en La Nueva, como dije, en el grupo Kumen. Primero como espectador, viendo los ensayos, hasta que me proponen incorporarme al equipo como intérprete. Tenía dieciocho años y representábamos piezas de diferentes autores, aunque predominaban las obras de Alonso de Santos. Estudiaba para ingeniero técnico de minas, y al acabar los estudios tuve MOISÉS GONZÁLEZ.- Algo importante que cabe añadir es que todos los que estamos aquí hemos tenido experiencia en representar personajes muy diferenciados, y eso es algo que no todo el mundo puede decir. Etelvino nos ha hecho lo suficientemente “maleables” como para interpretar personajes cómicos y dramáticos. ANA VÁZQUEZ.- Yo quisiera también apuntar, para cerrar este apartado dedicado a los actores, que me he sentido muy sola trabajando en el “rincón oscuro”, aislada, apartada del resto de la compañía mientras ellos preparaban los espectáculos. Pero que al final –y esto es algo que digo de verdad–, al final, ha merecido la pena. Y bueno, pues, que me siento muy contenta. JAVIER EXPÓSITO.- Lo bueno de trabajar solo es que es la prueba de fuego de la voluntad y de la constancia. ANA DÍAZ MORÁN.- De cualquier manera han sido Etelvino y Moisés, con sus consejos y trabajo, los que nos han dado la fuerza para seguir adelante. EL DIRECTOR LA RATONERA.- Y ahora vamos a centrarnos en el director. Sabemos que la vocación teatral de Etelvino Vázquez se remonta a la infancia. Recuerdo que su madre, a los que veníamos por aquí hace veinte años, siempre nos contaba que a Telvi lo del teatro le venía desde siempre, como de “nacimiento”. Háblanos un poco de los orígenes de tu afición. ETELVINO VÁZQUEZ.- Bueno, en realidad yo diría que mi vocación teatral es un poco tardía. Recuerdo que al teatro Campoamor no fui hasta los diecisiete años. Pero tuve un padre que siempre me llevó al circo, así que mi primera vocación fue circense. La vocación teatral se la debemos a la iglesia y al Concilio Vaticano II, que fue un elemento decisivo, a través de unos curas modernos, postconciliares, que trajeron a la parroquia de Lugones. Yo iba al colegio a Oviedo, pero mi vida social se desarrollaba en Lugones, en ese momento en que las cosas empezaban a cambiar. Lugones por aquel entonces también tenía dos cines. LA RATONERA.- Pero lo del circo, ¿en qué consistía? ETELVINO VÁZQUEZ.- Yo hacía y montaba el circo aquí, en mi casa, y hacía lo que veía en el Circo Americano. Tenía trapecio y todo. (Risas de todos los presentes.) Y hasta cobraba entrada por verme. Recuerdo que por aquel entonces en Lugones había muchos niños. Pero mi curiosidad por el teatro empieza en mi infancia con Rosario Trabanco, que venía hasta dos veces al año con la Compañía Asturiana de Teatro. Así que el primer teatro que veo es en asturiano. Después mi madre me compra un libro con obras cortas de Pachín de Melás. En aquel tiempo se forma La Cruz de los Ángeles y aquí vienen dos curas que, casualmente, también se llaman Ángel –uno es el que en Lugones conoce todo el mundo y otro el que se seculariza y vive en Oviedo–, que son quienes me animan a participar en los festivales del catecismo. Y lo hago en bable. Lo primero son piezas de Pachín de Melás, piezas como La herencia de Pepín, que era teatro dialogado para dos actores, que literariamente no es muy malo. Lo que ocurre es que, claro, a mis amigos del grupo, y a medida que pasaban los años, les empieza a gustar más jugar a la baraja que el teatro, y ahí acaba todo. Tendríamos unos diecisiete años. Yo ya empiezo a leer revistas como Primer Acto y a darme cuenta de que existe otro teatro. Y a través de un chico que pintaba y vivía en Lugones conozco a Javier Villanueva, más o menos sobre febrero del año 68. A Javier Villanueva lo habían echado del Ateneo de Oviedo y ahora estaba en la Casa del Estudiante, en un local al lado de La Nueva España. Estaban ensayando Escorial de Michel de Ghelderode, y a mí me dan el papel de un fraile que tenía una frase, pero la pieza no sale y Javier decide hacer algo más popular. Así que en el verano empezamos a ensayar El viejo celoso de Cervantes, ya en el salón parroquial de San Juan. Hago el papel del Compadre al lado de Victor, un actor muy bueno que hacía el del Viejo Celoso, y después seguimos con la Fablilla del secreto bien guardado, de Casona. Llegamos a actuar en El Fontán, Pola de Gordón y Olloniego. Y así empecé poco a poco a entrar en la familia teatral para después seguir en el Ateneo de Oviedo con Julio Rodríguez Blanco, y después en Gijón, al lado de La Máscara, que por aquel entonces estaban ensayando Antígona. LA RATONERA.- ¿Llegaste a estar en La Máscara? ETELVINO VÁZQUEZ.- No. Estuve muy cerca pero al poco La Máscara desapareció, ya que tenía una situación muy inestable. Después estuve con Santiago Sueiras y ya empezamos una nueva etapa con Caterva. Salimos del Ateneo y alquilamos un piso en la calle Garcilaso de la Vega. En esos años, claro, el teatro estaba muy unido a la vida. No sé si hacíamos teatro pero lo que hacíamos estaba muy ligado al contexto social y político del final del franquismo. Y de la Transición, que son unos años estupendos. El recuerdo que yo tengo de toda la gira que se hizo con el Ubú rey, en el año 75, es muy emotivo. LA RATONERA.- Y con el Don Juan. ETELVINO VÁZQUEZ.- Con el Don Juan también, pero eso fue en el 76, y aquello acabó como el rosario de la aurora. De todo aquello, la conclusión que ahora saco con la distancia que nos dan los años, es que éramos muy jóvenes. Daos cuenta de que con el Ubú rey se hicieron 160 funciones, y sólo 11 fueron en Asturias, el resto de representaciones transcurrieron fuera. En la pieza actuábamos cinco actores y hubo hasta dieciséis sustituciones. Sólo Javier, Etelvino Vázquez, fundador de Teatro del Norte. uno que era de Gijón, y yo, el padre y la madre Ubú, nos mantuvimos durante toda la gira. Fue un éxito que nos cogió por sorpresa, y para el que no estábamos preparados. En realidad éramos un grupo no profesional. Después, quizá también porque yo sentía en mi interior la necesidad de un cambio, formamos Margen, y ya más tarde, el Teatro del Norte, que supongo es mi grupo definitivo. Pero todos estos cambios son fruto de que uno tiene la necesidad de ir avanzando. Uno va leyendo, aprendiendo, y comprende que toda esta fase de “teatro de farsa y calamidad” toca a su fin, y el cambio se hace inevitable. Eran cambios que se estaban dando en todo el teatro que se hacía en el país, y también teníamos 9 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 8 hay mucha psicología, mucho trabajo mental, y no es cierto. Lo que hay al paso de los años, y esto es importante decirlo, es que manejamos un mismo lenguaje. Y no necesitamos dirigirnos permanentemente al director en busca de su aprobación. La ventaja que tiene este tipo de compañía, este modelo de trabajo, es que a medida que pasa el tiempo se forja un lenguaje de entendimiento. Y es algo que viene dado por tratarse de una compañía estable de ejercicio permanente. JAVIER EXPÓSITO.- Claro, eso es consecuencia de tener un espacio y un método de trabajo continuo. Y es algo primordial. LA RATONERA.- Como el Teatro del Norte es también un poco escuela, supongo que la diferencia entre una escuela tradicional y el Teatro del Norte es abismal. ANA DÍAZ MORÁN.- Sí y no. Son cosas diferentes. No se trata de estar a favor de unos y en contra de otros. Por ejemplo, aprender a “fijar”, a fijar movimientos, aprendí aquí, y eso que venía de un tercer curso, fíjate. En la escuela di mis primeros pasos, pero hay también una disciplina y una disposición para después poder trabajar. No debemos olvidar que allí también todos los días se hace teatro. La diferencia es que aquí se representa. El Teatro del Norte es una compañía en permanente evolución porque tiene repertorio, y cada pieza es distinta, con propuestas para autores clásicos y otras para espectáculos más contemporáneos. pués, también, tenga salida en el mercado. Y una de las posibles respuestas es la que hace referencia a la subsistencia del grupo como una compañía que se dedique a la formación de actores más especializados, y, a la vez, mantenga una faceta creativa con algunas representaciones. Una especie de laboratorio. Aunque, quizá, en realidad, esto no sea más que otra fantasía. Pero bueno, toda mi vida ha sido una sucesión de fantasías, desde la construcción de mi propio Circo Americano hasta el presente... Y os puedo contar una anécdota al respecto. Ya de aquella, de niño, yo hacía mi circo, pero veía que mi circo no era como el de verdad. Así que para que se le pareciera más abría los portones del garaje y separaba el espacio de representación del espacio donde supuestamente estaban las roulottes y las caravanas. Así que nos vestíamos y también nos poníamos el albornoz para ir hasta la pista como lo hacían los circos de verdad. LA RATONERA.- El circo era la vida. ETELVINO VÁZQUEZ.- Claro. Una “fantasía moruna”. De todas formas, ahora que empiezo a tener años y a hacerme mayor, lo que realmente me empieza a preocupar es que no me gustaría morirme sabiendo que lo que hice no tiene valor para alguien. Y de que todo este esfuerzo no ha servido para nada. Y estoy seguro de que hay mucha gente interesada en que así sea, y en que no tengamos contacto con el público. Algo que no debemos consentir, porque nuestro teatro puede ser mejor o peor, pero estoy seguro de que tiene su público, aunque sea reducido. De los escritores quedan sus libros, pero del teatro no queda nada, salvo el recuerdo que tengan los espectadores. Los intereses del mercado priman en los espectáculos sobre cualquier otro interés. Al teatro se le ha hurtado el valor de comunicación que se produce entre las dos partes, el público y la escena, y se le quiere reducir a una mera relación comercial como si de un supermercado más se tratase. Y esto es muy triste. Es una pena que en Asturias los responsables no se tomen esto más en serio. LA RATONERA.- Lo que le ocurre al teatro en nuestra región le pasa a otras manifestaciones culturales. Quizá sean los tiempos que vivimos y éste el precio que tengamos que pagar por vivir en una sociedad materialmente exuberante. ETELVINO VÁZQUEZ.- Sí pero yo no me quiero dejar engañar. Al igual que otro mundo es posible, otro teatro también es posible. Que no nos vengan a decir que es necesario que las personas del tercer mundo se mueran de hambre... MOISÉS GONZÁLEZ.- Sobre la incidencia del teatro en la sociedad que tomen ejemplo de otros países de nuestro entorno europeo y se pregunten por qué allí el teatro tiene espectadores y aquí no. Que se aprendan el camino recorrido y las medidas que cabe seguir. Que las encuestas nos digan que el 63 % de los españo- les no fueron nunca al teatro, y que ningún político se tome el problema en serio, es muy preocupante. ETELVINO VÁZQUEZ.- En fin, de cualquier manera podemos sentirnos unos afortunados. Tenemos la suerte de seguir haciendo lo que nos gusta, y esto es muy importante. Ahora que estoy grabando en el estudio el apartado musical del próximo espectáculo, al hablar con los profesionales de ese gremio, me doy cuenta de la cantidad de grupos musicales que hay en nuestra región, con proyección nacional, y a los que aquí tampoco se les toma en serio. Ahora que se habla tanto de los recursos sostenibles qué mejor que prestarles un poco de atención al menos a ellos, que tienen seguimiento entre la juventud. LA RATONERA.- De toda la historia del Teatro del Norte, ¿hay alguna etapa definida que se pueda resaltar? ETELVINO VÁZQUEZ.- Es que vosotros tenéis una visión del grupo que no es la que yo tengo. Centráis toda la atención sobre mí, pero yo no soy nada sin la gente que tengo alrededor. Lo que ha determinado mucho la historia de esta compañía es la gente que ha pasado por ella. Los miembros que la componen. Porque de lo contrario yo bien hubiera podido dedicarme a realizar espectáculos con grupos de fuera, que ofertas de trabajo no me faltan. Así que para mí han sido muy importantes las personas que han pasado por esta casa. De todas formas yo diferenciaría como tres etapas. En la primera, la que dio comienzo al grupo, éramos muchos y la cosa apenas cristalizó. Después, durante los noventa, empezaríamos la etapa siguiente, la segunda, y, a partir del 99, esta última, que se presenta como la más sólida. Pero hemos pasado por momentos muy bajos, muy difíciles, como en el 95, en la que sólo estábamos Moisés, Ana Eva y yo. Quizá lo más doloroso de todos estos años ha sido perder a los miembros de la compañía, ya que siempre he tratado de que nadie se fuera para tener el grupo estable. Pero hay otro motivo importante que conviene decir porque también ha determinado que la compañía fuera de una manera y no de otra. Y es que yo, durante diez años, he dado clase en el instituto de teatro de Gijón, en el ITAE, y esto dice mucho de la procedencia de los intérpretes. Ahora, afortunadamente, hemos incrementado el número de representaciones y el grupo ha ido creciendo. Aunque por cuestiones de edad, yo ya soy mayor, y es algo que les digo a los actores, cada día que pasa vamos a estar como un poco más separados. Es casi una necesidad biológica. Yo noto que cada vez me gusta más escribir. Actuar me da mucha pereza. Ahora los jóvenes, que son ellos, son quienes tienen que tener la energía que yo tenía a su edad. Creo que lo importante es crear un núcleo de personalidades fuertes, que cada uno vaya buscando su campo y encontrando su especialidad. Eso será lo que a la larga nos haga fuer- tes, nos dé continuidad y esa versatilidad de la que hablaba Moisés. Se trataría un poco de huir del “etelvinismo” –que diría Díaz-Faes–, y que cada uno tenga su estilo. LA RATONERA.- Algunos de los espectadores del gremio han achacado al Teatro del Norte un estilo muy personal que desdice de los espectáculos que Etelvino Vázquez monta con otros grupos. Es decir, hay muchas personas que dicen que eres uno de los mejores directores que tiene este país, pero cuando trabajas para otras compañías, no con el Teatro del Norte. Sobretodo lo dicen pensando en la primera etapa de la compañía, puesto que esta última es más clásica o convencional. ETELVINO VÁZQUEZ.- Todos los espectáculos tienen que ver con lo que nos pasa a nosotros, es decir, a los miembros de esta compañía, en el momento en que se trabajan. Y siempre todo va un poco en función de nuestras posibilidades. Cuando hicimos El viejo celoso es porque habíamos tenido la experiencia de trabajar con Ferruccio Merisi y así acercarnos a la Comedia del Arte. Y cuando montamos Antígona fue porque estaba Elisa, que era una actriz que podía desempeñar muy bien ese papel. Así que las razones vienen un poco impuestas no tanto por mi voluntad, como por nuestras posibilidades. Aunque es cierto que hubo algún que otro espectáculo, como puede ser Doña Rosita la soltera, en el que yo ya había pensado desde siempre. 11 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 10 necesidad de realizarlos aquí. No había por qué marcharse fuera. LA RATONERA.- Después viene Margen, que hace un teatro muy importante, también si quieres dentro de su contexto. ETELVINO VÁZQUEZ.- Claro, ése era el momento. Pero el Teatro del Norte nace en el 85 con unos postulados, si quieres, más “postmodernos”. Madrid estaba muy presente, la información sobre las corrientes de teatro contemporáneo llegaba como nunca a través de las revistas y de los festivales. Viene el Mahabhárata, y todo ese teatro de los grandes directores. Y no “copiar” o dejarse influenciar por aquello no tenía perdón. Tendrías que ser muy insensible. Lo que ocurre es que ahora han pasado veinte años y cabría reconsiderar muchas cosas. No es que hayamos perdido con respecto a aquellos años pero, a veces, da la impresión de que tampoco hemos avanzado. LA RATONERA.-¿En qué sentido? ETELVINO VÁZQUEZ.- Porque buena parte de aquel teatro experimental que se presentaba como muy prometedor en realidad se ha caído porque no tenía respaldo ni económico ni de público. Lo he hablado mucho con Ricardo Iniesta y una de las preguntas que él continuamente se plantea es cómo seguir haciendo un teatro que sea interesante para uno, para el grupo, y también para los espectadores, en estas condiciones. Algo que tenga presente nuestra evolución personal y que des- Etelvino Vázquez Pasan trenes cargados de viajeros. Tras las ventanillas, sus rostros expectantes contemplan mi inmovilidad perenne. La Ratonera / 15 12 Con estas mismas palabras, el 12 de Julio de 1985, en esta Casa de Cultura, y dentro de sus Jornadas de Teatro, el Teatro del Norte iniciaba su andadura teatral con la primera representación de Malas noticias acerca de mí mismo. Entonces éramos solo dos y ahora somos casi nueve. Entre el ayer y el hoy han pasado 20 años, 32 espectáculos de muy diferentes formas, tamaños y contenidos y de mejor o peor acogida por públicos de España, Portugal, Francia, Holanda, Italia, Venezuela, Moldavia, Rumania, Brasil, Montenegro, Estados Unidos y Egipto. Y aunque para muchos 20 años son casi media vida, y para una compañía de teatro mucho más de dos, tengo la impresión de que estos 20 años han pasado demasiado deprisa, como si nunca nos hubiésemos movido de Lugones. Porque, en realidad, ¿de qué nos sirve el éxito en Dallas o en el Cairo si no contamos con el apoyo y la admiración de nuestros vecinos, de nuestros gestores cultura- Malas noticias acerca de mí mismo mismo,, 1985. 13 Carlota Corday Corday,, 1986. del Norte había tratado en su espectáculo Laberinto. En suma, un espectáculo de cámara que saca a la luz el trabajo de formación e investigación que a lo largo de estos 20 años, y de forma silenciosa y continuada, el Teatro del Norte ha estado realizando de puertas a dentro, lo que nos ha hecho diferentes de una simple empresa productora de espectáculos teatrales. Y así, con trabajos como este, hemos ido construyendo, a lo largo de estos 20 años, lo que el director francés Luis Jouvet llamaba “la herencia de nosotros a nosotros mismos”. Hoy Ana Morán, con su trabajo, quiere hacerla visible y depositarla en ustedes, los espectadores; pues solo en su memoria reposa nuestra herencia; solo en su memoria están estos 20 años del Teatro del Norte. Septiembre 2005 20 años de Teatro del Norte les, de nuestros representantes políticos, de nuestra comunidad? Y, ya se sabe, no hay mayor desprecio que no dar aprecio. Dice Eugenio Barba que “el teatro es un iceberg con una pequeña punta visible: los teatros célebres, las grandes instituciones, los nombres conocidos. Debajo existe una enorme masa, sumergida y sin embargo viva, que cruje y se agita, que se mueve, que incluso hace posible que la punta se desplace”. Nuestra compañía también es un iceberg del que, la mayoría de las veces, solo se ve la pequeña punta visible de sus espectáculos, pero esa punta se desplaza gracias a lo que está debajo, gracias a lo que, la mayoría de las veces, el gran público no ve. Con este espectáculo que hoy estrenamos para conmemorar nuestros 20 años de existencia, La sombra de Ifigenia, vamos a sacar a flote la parte del iceberg casi siempre sumergida, vamos a hacer visible lo invisible: — Por un lado vamos a hacer visible un trabajo de la actriz Ana Morán. Un trabajo estrechamente relacionado con su biografía teatral, con su entrenamiento, con su nivel de búsqueda y exigencia, con su trabajo más íntimo que a menudo queda empañado o enmascarado en la complejidad de un espectáculo más grande, con más medios y con más actores. — Por otro lado vamos a hacer visible el tema de la condición femenina, de la situación social y afectiva de la mujer en este tiempo que nos ha tocado vivir. Tema que ya el Teatro Roberto Corte La Ratonera / 15 14 El Teatro del Norte no es Etelvino Vázquez, pero Etelvino Vázquez es la columna nuclear sobre la que se desarrolla el grupo, la persona que lo dota de dirección y sentido. Así que cualquier estudio que se precie sobre el Teatro del Norte tendrá, al menos al día de hoy, y necesariamente, a Etelvino Vázquez como a un autor que forma una compañía para mostrar su teatro, su obra. Una obra de creación muy sugestiva, a la que creo que, todavía, no se le ha prestado la atención que se merece, y que se construye mayormente en “vivo” desde la sala de ensayos y en total correspondencia con los miembros que componen el equipo. No es mi intención erigirme en estudioso del grupo –ni estoy preparado ni tengo cualidades para esto– pero como todavía no ha aparecido la persona decidida a abordar el tema, me atrevo a reseñar algunas claves de referencia en calidad de aficionado incondicional de la compañía –siempre me han gustado sus trabajos–, y a la espera de que en un futuro inmediato alguien esté dispuesto a realizar este trabajo. Dejando claro desde el principio que los puntos que a continuación expongo no tienen intención de sistematizar nada, sino que son presentados como un índice, grosso modo, o como bloques temáticos de ordenación que salen al paso en una primera aproximación y que tendrán que ser ampliados y convenientemente “reordenados” por quienes de verdad se decidan a afrontar su estudio. 1.- Amén de la aportación propiamente biográfica de la infancia y juventud desde el ámbito familiar, la primera parte de la información centraría sus contenidos en todo lo que concierne a la vinculación de Etelvino Vázquez con el teatro antes de la creación del Teatro del Norte. Este apartado comprendería su primer contacto con el teatro, su participación como intérprete en el teatro aficionado y su paso por el grupo Caterva y, posteriormente, Margen. Colectivos que han marcado un hito en la historia de nuestro teatro por el grado de incidencia que han tenido en el panorama nacional de los años 70-80, y en total sintonía con el teatro independiente y el momento histórico. Espectáculos como Edipo rey y Don Juan de Caterva, o De vita beata y Las galas del difunto, de Margen, así como su teatro de calle, son representativos de un teatro de farsa con talante crítico –de “farsa y calamidad” lo llama Etelvino con cierta ironía en relación a la “urgen- cia” de medios y a las condiciones en que se representaba–, que tenía postulados de implicación social correspondidos, las más de las veces, con la autoría colectiva. Unas formas y maneras de “hacer” y entender el teatro que son las fuentes, también, de donde procede el Teatro del Norte –aunque a veces se reconozcan por su negación–, y por consiguiente estarán presentes en buena parte de sus trabajos. 2.- El siguiente apartado incidirá en el contexto cultural y artístico donde se desarrolla la actividad teatral de Etelvino Vázquez en los grupos mencionados, prestando especial atención al cambio político que se produce en España en 1982, y en las nuevas estéticas y temáticas que empiezan a surgir más en concordancia con el panorama europeo y que marcarán desde entonces las principales estéticas de fin de siglo (recuperación del dramaturgo como autor del espectáculo a través del texto, la importancia del director como responsable del espectáculo, la renovación de la danza y el mestizaje de las artes en las propuestas, los nuevos lenguajes escénicos, etc.). Así como su participación al comienzo de los 80 en la II Sesión de ISTA, International School of Theatre Anthropology, y su encuentro con Eugenio Barba y 15 Etelvino Vázquez visto por Cristina Cillero. Septiembre 2005 Claves para un encuentro todo su entramado teórico y práctico. Maestro y obra a las que Etelvino Vázquez ha sido sensible desde entonces, y cuya filosofía y metodología ha profesado y “procesado” de manera personal en sus futuras creaciones con el Teatro del Norte, siempre con especial rigor y devoción. Sin olvidar a otros “instructores”, que han sido también muy decisivos en su formación, como Claudia Contin, Mónica de la Fuente, Esperanza Abad o, en un plano más informativo pero igualmente importante, Peter Brook, Kazu Ono y algunos españoles de su misma generación. 3.- Este sería el punto más importante de todos, y sobre el cual convergen todos los restantes. Porque ya propiamente instalados en el Teatro del Norte el apartado tendría como objetivo los espectáculos producidos por el grupo y todo lo que les concierne, dividiendo, bien por bloques temáticos u otras consideraciones, su estudio. Aunque la autoría de los textos empleados para su realización, a veces, no es de por sí argumento suficiente para justificar la división, los textos utilizados por Etelvino Vázquez para la construcción de varias de sus obras –entre los que incluye también fragmentos de sus propios textos– difieren, por estructura y desconocimiento de la fábula, de aquellos que son de un solo autor y de una sola obra, con referencia para el espectador. Así que cada espectáculo requeriría consideración y estudio diferenciado, haciendo especial hincapié en los elementos utilizados en la composición espacial, musicales, escenográficos, en el collage, los elementos heterogéneos que lo componen, la intertextualidad, etc., en la dramaturgia y en el tratamiento de adaptación y evolución. Sin olvidarse de los espectáculos realizados especialmente con fines didácticos que han sido agrupados bajo el epígrafe Museo imaginario del teatro (Etelvino Vázquez en la revista Ade/Teatro nº 105 divide en tres bloques sus piezas en función del público a quien va dirigido: espectáculos para los adultos, para los estudiantes de Secundaria, y los interesados en la técnica y la didáctica teatral). La metodología de trabajo empleada en la realización de los espectáculos merece, igualmente, una especial consideración. 4.- El Teatro del Norte ha tenido unos colaboradores para el apartado musical, fotográfico, el vestuario y el diseño publicitario de cartel y vino Vázquez no ha de ser entendida sólo como una labor creativa realizada desde la interpretación y la dirección escénica, sino como el responsable de una obra en equipo, de una “pedagogía” y escuela, y como un creador que utiliza el collage, “manipula”, mueve, arregla y organiza los textos de sus autores preferidos para dotarlos de un nuevo sentido. Sin olvidarnos también de su faceta de dramaturgo al modo convencional escribiendo textos como Campo de Marte, representado en los 80 por la compañía La Gotera, y de otros inéditos, como Café Norte, que entroncan, de alguna manera, muy bien con temas recurrentes que después ha desarrollado con su grupo. 6.- El Teatro del Norte es, también, un laboratorio y una escuela de experimentación y formación para el actor. La dedicación sistemática que Etelvino Vázquez ha consagrado a este campo a lo largo de su vida viene respaldada por su participación como alumno en cursos específicos sobre materias relacionadas con la interpretación, por la experiencia acumulada a lo largo de diez años como profesor en el Instituto del Teatro y las Artes Escénicas, y por los talleres que con su grupo realiza por la geografía nacional e internacional. Siendo su mejor modelo y más representativo los cursos que organiza e imparte, al lado de los actores del Teatro del Norte, a finales del mes de agosto en Infiesto, Asturias. Cursos de verano de carácter interno que gozan de reconocimiento al lado de otros cursos de prestigio en la oferta nacional, donde participan alumnos de toda España, y que son complemento sustancial al trabajo del grupo. Suelen estar dedicados de manera monográfica a incidir en algún apartado de la técnica interpretativa, pero por la importancia de su estructura, y la manera en que son impartidos, no deben pasar desapercibidos. 7.- Otro aspecto que ha de estar presente en este estudio es el trabajo que Etelvino Vázquez ha realizado durante todos estos años, para otros grupos, fuera de su espacio de trabajo habitual, el Teatro del Norte. Han sido muchos los textos de autores contemporáneos y clásicos dirigidos para compañías no asturianas que han conseguido éxito de público y crítica, y le han dado prestigio como director en el panorama nacional. Aunque Etelvino Vázquez no los considera relevantes en su “proyecto vital”, un estudio serio de su obra no los puede ignorar. Al igual que sus experiencias como director de óperas. 8.- Han sido tantas las personas que han participado en el Teatro del Norte que parece imposible dar cuenta de todas. Pero un estudio que se precie recogerá los nombres que aparecen en los programas de mano –sobre manera los intérpretes– y resaltará la personalidad de aquellos que fueron más importantes no sólo para la realización del espectáculo, sino para la consolidación del grupo. Entre los nombres que cabe 17 Etelvino Vázquez y Rosa Merás en Viaje al profundo norte (1987). mencionar por su compromiso están aquellos que llevan más tiempo en la compañía, actualmente Ana Eva Guerra y Moisés González, miembros ya fundamentales en la organización del grupo y sus actividades. Otros miembros representativos que han pasado por el Teatro del Norte y que después han continuado su vida profesional en el teatro fuera de la compañía son: Maxi Rodríguez, Ernesto Arias, Carlos Lorenzo, Rosa Manteiga, Carlos Fernández, Luis Vigil, Rosa Merás, Carmen Gloria García, Toño Caamaño, Carlos Mar- tínez, Laura Cuervo, Saladina Jota, José Jorge García (Youse), Elisa Marinas y Luis Soage. 9.- El Teatro del Norte ha tenido interés en llevar temas relacionados de una u otra manera con el quehacer teatral, al apartado teórico. Su compromiso con el teatro y su inquietud por hacerle un hueco en el debate de actualidad le han llevado a organizar, en Lugones, importantes encuentros de Mujeres en Escena, forum donde se han dado cita personalidades destacadas del ámbito nacional e internacional, para abordar estos temas. Su afición por la bibliografía profesional ha desarrollado un trabajo editorial al lado de Oris Teatro, que tiene como exponente dos libros sobre la Comedia del Arte, de Claudia Contin, y otro que recoge escritos de Eugenio Barba sobre sus espectáculos. 10.- El apartado final sería un capítulo centrado en la repercusión y difusión del Teatro del Norte. La incidencia de sus espectáculos, los espacios y países donde fueron representados, el grado de aceptación del público, y la crítica contrastada. Septiembre 2005 La Ratonera / 15 16 programa, que se han mantenido con regularidad en todos estos años. Son artistas con nombre propio a los que cabe considerar por su importancia y “presencia” escénica que, aunque no todos son miembros del grupo, su participación les confiere un estatus de “adjunto”, decisivo para que los espectáculos refuercen su identidad. En la música han estado Michael J. Cohen y Alberto Rionda, en la fotografía Rafa Pérez, Manuela Caso en el vestuario y Gerardo Llaneza en el diseño gráfico. El caso de Paco Cao, colaborador del Teatro del Norte en momentos decisivos y responsable de alguna escenografía, es muy representativo. Su participación en el grupo coincide con su comienzo como artista performer, y su afición a las artes plásticas desde el teatro lo ha llevado a convertirse, también, en estudioso de las escenografías. Como Vicente Banciella, que viene de las artes plásticas, y también participó en el diseño de carteles y la escenografía, al igual que Carlos Lorenzo que, aunque es más conocido por su dedicación a la interpretación, ha sido responsable en la construcción de máscaras y el atrezo. Jesús Pérez, desde la iluminación, y como colaborador inseparable de Etelvino en los primeros tiempos, al lado de Ana Gladis Rodríguez, es otro buen ejemplo de implicación en el proyecto general del grupo que ha ayudado a la consolidación. Siendo actualmente Rubén Álvarez el encargado de la parte técnica. 5.- La condición de autor de Etel- IMPRESIONES DE ALGUNOS MONTAJES DE TEATRO DEL NORTE Boni Ortiz La Ratonera / 15 18 Resulta de todo grado complicado, intentar aproximarse a las impresiones causadas por el teatro creado a lo largo de estos veinte años, por Teatro del Norte. Son, nada más y nada menos, treinta y cuatro espectáculos de diverso formato, los producidos por la compañía asturiana, incluidos los estrenados o preestrenados en lo que va del año 2005: La sombra de Ifigenia, Iberia y El actor iconográfico. Y en la mayoría de ellos se repiten las mismas constantes de innovación, de búsqueda y riesgo, con la subsiguiente polémica. Tarea complicada la que se le avecina, a quien pretenda sistematizar cualquier repaso por la obra de la compañía asturiana, que necesariamente tendrá de ser amplio, si pretende ser justo. Todo empezó con Malas noticias acerca de mí mismo, primera entrega de lo que Etelvino Vázquez llamó su “Teatro Secreto”, a la que siguieron Carlota Corday y Viaje al profundo norte, de la que Fran DíazFaes apuntaba (La Nueva España, 10-XII-1987) que “el tercer plato de la trilogía está servido. Para minorías selectas: conocidos o conocedores (...) Malas noticias... eran los sentimientos, Carlota... el teatro, y, ahora, la infancia recuperada por recordada. Etelvino sugiere una entrada secreta en su mundo, su infancia, que es su madurez, y sus obsesiones que pueden ser también nuestras: el miedo hacia los caballos (sin tacones), el rechazo a los minerales, la fascinación por el viaje, los trenes, el padre admirado y odiado/odioso, la madre tierna y doliente, el hermano como espejo... Son el tiempo y su sexo. El tiempo es la maleta batiendo sobre el suelo, el paso ruidoso que marca los fragmentos. El sexo es el despertar de los sentidos y los caprichos de la razón (...)”. El ciclo del Teatro Secreto, habría de rematarse con Devocionario, a la que Julio R. Blanco veía, desde las páginas de El Público (abril de 1989), “como una de las piezas más subversivas y puede que escandalosas para aquellos que no ven más allá de sus narices, de todo el teatro español producido en los últimos años (...) Desde Malas noticias acerca de mí mismo y, sobre todo a partir de Viaje al profundo Norte y este Devocionario, Etelvino Vázquez maneja el tema del amor homosexual como núcleo de su discurso (...)”. Devocionario “Espectáculo creado por Etelvino Vázquez a partir de las cinco cartas de amor de la monja portuguesa Mariana Alcoforado, publicadas en París el 4 de enero de 1669 por Gabrile de Lavergne, vizconde de Guilleragues y probablemente autor de las mismas”. Interpretes: José Luis García, Luis Seoaxe y Etelvino Vázquez. Música: Mike J. Cohen. Espacio escénico: Paco Cao y Etelvino Vázquez. Iluminación: Jesús Pérez. Vestuario: Paco Cao. Diapositivas: Imágenes del Zigurat. Ayudante de dirección y producción: Ana Gladis Rodríguez. Dirección: Etelvino Vázquez. Primera Carta Deja, deja de consumirte en vano, ¡infeliz Mariana!, de anhelar un amante al que jamás volverás a ver, que cruzó los mares para huir de ti, que vive en Francia entregado a los placeres, que ni un solo momento piensa en tus penas, que te produce todos estos arrebatos de amor y no sabe agradecértelo. cho a crear un universo morboso e inquietante (...) una soga, la corona, el velo, el crucifijo (...) desnudos integrales masculinos, besos apasionados entre dos hombres (...) elementos de comedia grotesca, (...) donde el narcisismo se mezcla con La Macarena, el Cristo de Velázquez y un hombre travestido en monja que tiene apasionadas relaciones con un chulo genetiano, podremos hacernos una idea de la aparente carga subversiva que el tratamiento contiene (...) Con Devocionario, Teatro del Norte culmina una etapa de su historia; ahora seguramente volverá a partir de cero (...). Segunda Carta A pesar de todo, no me quejo del furor de mi corazón. Me acostumbro a sus tribulaciones y no podría vivir sin este placer tan especial, al que me aferro, de amarte entre mil dolores y penas. Devocionario se estrenó en Gijón, el sábado 20 de febrero de 1987, en el teatro de la Cátedra de Extensión Universitaria y según Fran Díaz-Faes “(...) La Cátedra se llenó, 19 incluida la representación oficial del director regional de Cultura (...)”. A Faes la obra le pareció tan “impopular” como los otros trabajos del Teatro Secreto “(...) intestinos de un mismo sentimiento, el de su creador. Impopular por codificado, por intelectualizable y por técnico a su manera. El Teatro del Norte es popular, pedagógico y divertido en otros trabajos que no presentan el tamiz narcisista de su guiador: Valle Inclán, Mío coito, Retablillo (...) o gusta o aburre. Cada estreno plantea interrogantes: cambiará de estilo, seguirá la saga, se hará por entregas o se Septiembre 2005 Del Devocionario a Yerma El Devocionario está construido sobre unas cartas de amor escritas con una terminología vehemente y barroca, por una monja portuguesa (Mariana de Alcoforado, 16401723) a su alejado amante, si bien, según la extensa crónica de Julio R. Blanco “(...) asistimos a una exposición y disección del sentimiento amoroso, como una patología que conduce a la muerte (...) Etelvino Vázquez como creador de una dramaturgia muy personal, introduce unas variantes muy provocativas y transgresoras del sentimentalismo inicial del texto, transformándolo en mero apoyo para una puesta en escena que en todo momento alcanza un protagonismo absoluto. Actuación, efectos escénicos, lumínicos, cromáticos y espaciales van creando un clímax adecuado, no de un romanticismo teatral sino de una pieza con reminiscencias artaudianas, apoyadas en la sordidez genetiana y la rudeza fassbinderiana (...) La fuerza de este epílogo del Teatro Secreto (...) mostrado a través de cuatro producciones está también en la mezcla de religiosidad y sexualidad (...) de las proyecciones, donde vemos Dolorosas, Cristos barrocos o estampitas relamidas en esa iconografía tradicional que deriva de Juan de Juanes (...y) que establecen un contrapunto que potencia la línea dramática general, cuya estructura tiene mucho de melódico (...)”. Julio R. Blanco, a lo largo de su concienzudo artículo, va enumerando algunos elementos escénicos que “(...) ayudan mu- Tercera Carta Si te amase tanto como mil veces te he dicho, ¿no estaría muerta hace mucho tiempo? Te he engañado. Trátame con crueldad. No pienses que mis sentimientos son tan ardientes. Dime que deseas que muera de amor por ti. La polémica acompañó a la obra, en todos los lugares por los que pasó. En el XIV Festival de Teatro de Villacañas, el anónimo cronista de El Día (21-V-1989) subrayaba las impresiones, tan variadas como el propio público que “siguió con expectación el desarrollo de la obra, en cuya apreciación hubo división de opiniones, desde los admiradores entusiastas pasando por los desconcertados y acabando con los detractores; cosa que a Etelvino no debe de extrañar dado el carácter de sus espectáculos. La polémica pues se planteó y seguirá, cosa muy saludable para el teatro”. Igual recepción en el Teatro Menacho de Badajoz, como prueba la crónica firmada por Teresa Cobo, en el diario Hoy (9-XII-1987): “(...) A lo largo de la representación, el espectador recibe tres niveles de información diferentes: lo que ve sobre el escenario, lo que ve en diapositivas (...) y lo que oye en “off” que no son sino los textos de las cartas de Mariana (...). Etelvino cambia con una facilidad pasmosa de personalidad en escena y el espectáculo es tan voluble que el público no podía o no sabía ser tan versátil como para ponerse serio o sonreír al ritmo que, objetivamente, impone la representación. La actitud de los espectado- res ante algo que les resultaba chocante y les confundía, fue un contrapunto más a la escena”. Andrés Molinari, en una crítica de estupenda factura, para el Ideal de Granada (31-I-1990), se refiere a Etelvino “como una actor de pelo en pecho, aunque juegue a lampiño en las extremidades e hirsuto en la cabeza. Un actor como se ven pocos, casi único en su estilo (...) El reprimido sueño homosexual y el dolor cabalgando entre la belleza de los cuerpos y la furia del daño nos evocan irremediablemente a Russel y a Fassbinder (...)”. Si las crónicas anteriores están presididas por la duda y la sorpresa, en la realizada por Manuel F. Vieites para La Voz de Galicia (12-IX1989), es la admiración y el entusiasmo lo que la recorre desde su titular, “Devocionario: la consagración definitiva de un gran actor y director”. Tras dar un repaso a la trayectoria teatral de Etelvino, el entusiasta crítico vigués entra en materia: “(...) La interpretación está más que cuidada; se trata de una lección magistral del buen hacer, en cada mínimo detalle o movimiento tiene una precisión, un rigor y un control sorprendentes. Etelvino nos conmueve, provoca en la sala ese silencio expectante, esa mirada atónita del espectador cautivo ante una interpretación desbordante, plena de matices, de cambios de ritmo, apasionada y sabia. José Luis García y Luis Seoaxe dan vida a un retablo barroco en movimiento, una coreografía precisa y sutil, al servicio de la iconografía que nos revela el tormento pasional de Mariana (...)”. Y acaba diciendo: “(...) El espectáculo tiene momentos en los que la genialidad sobrecoge al espectador (...) perfecto en concepción y realización, una lección de profesionalidad y amor al teatro que no solo cabe aplaudir sino felicitarse por estar allí y dar las gracias. Desde aquí lo hacemos”. Cuarta Carta Pero me entregaba toda a ti, mi amor, y no me hallaba en estado de pensar en algo que pudiera amargar mi júbilo cuando gozaba con plenitud de las ardientes manifestaciones de tu pasión. La obra se presentó en Madrid en la Sala Olimpia dentro del Ciclo de Autores Españoles, al que concurrían también Ignacio Amestoy y Sergi Belbel. Cuatro funciones se dieron entre los días 11 y 14 de enero de 1990. Allí fue vista y valorada por las grandes firmas de la crítica teatral madrileña, con impresiones para todos los gustos. Por ejemplo, Javier Villán desde el desaparecido diario El Independiente (13-I-1990) comienza su breve escrito con una reflexión particular: “La posibilidad y casi certeza de que el autor de las cinco cartas de amor de la monja (...) fuera el vizconde de Gullieraes, facilita a Etelvino un incandescente ejercicio de trasformismo con muchos registros, ninguno con sordina, y sí con muchos efectismos y contorsiones. A veces monja, a veces insinuante y seductora cortesana (...) Etelvino invade el escenario con la maravillosa audacia de quien cegado por los focos, piensa que tampoco es visto (...) Las proyecciones componen un hermoso catálogo de la iconografía religiosa de los terrores de nuestra niñez, frailes, confesores y devocionarios (...) Quedan los gestos aislados del retrato roto del imposible amante (...) Y la loable intención de querer visualizar un torturado submundo de raíces místicas, culpas y deseos insatisfechos”. En El País (16-I-1990), bajo el título de: “Exhibicionismo”, Eduardo Haro Tecglen comienza su escrito diciendo: “Devocionario es una pieza dedicada a la famosa monja autora de las Cartas portuguesas; ni monja, ni portuguesa, ni siquiera mujer, sino Etelvino Álvarez (sic) es quien aparece en escena como protagonista, autor y director. Todo teatro es una exhibición, y en este caso llega al exhibicionismo. Tiene precedentes. Lindsay Kemp, por ejemplo, a quien se le rinde aquí un homenaje. Con diferencias: Kemp tiene más arte y menos exhibicionismo (...)”. Al crítico de El País le gustó la palabra del título, utilizándola bastante a lo largo de su escrito, tantas o más que el supuesto apellido Álvarez; “(...) Etelvino Álvarez utiliza la obra famosa para realizar su exhibición vestido de mujer en varios atuendos y épocas, imitando la feminidad. Es un actor feo, musculoso y pelón, lo que agudiza la diferencia de una manera más bien morbosa, y quizá, para algunos, repugnante; para otros, atractiva por su posibilidad de hermafroditismo. Pasea por el escenario lentamente, o a carreritas, bailotea, y hace sus muecas (...) Todo el espectáculo tiene un aire homosexual, pero éste es de la línea baja, de la línea torpe y canallesca (...) La mezcla con la simbología religiosa y la proyección de fotografías de las que se llamaron picantes o verdes con otras de monjas, niñas comulgantes y Cristos y Vírgenes añade algo a esa calidad de morbo rebuscado (...)”. Al final, el veterano crítico concede “(...) que el público aplaudió, y Álvarez recogió con sus compañeros las mieles del triunfo. Su intenso trabajo y su valor lo merecían”. Sin duda, la valoración más ponderada de la crítica madrileña, la haría José Monleón en las páginas de Diario 16 (13-I-1990) bajo el título de “Ritual del amor y la profanación”. Desde el principio pone las cosas en su sitio: “(...) Estamos, pues, tras la indagación sobre las Nuevas Fronteras del Teatro, ante tres dramaturgos jóvenes, concretos y reconocidos, cuyos espectáculos no van a remitirnos, sin embargo, a la literatura dramática tradicional. Devocionario es ya, en este sentido, una manifestación del concepto de “escritura escénica”, tan antiguo como el teatro mismo, pero renovado y ampliado hoy como elemento sustancial de la poética dramática. El texto es sometido a un conjunto 21 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 20 trasformará en un culebrón interminable. No se puede negar la creación de un lenguaje propio “etelviniano”, en el que el autohomenaje es constante, da igual el tema (...) El sexo, su obsesión, es su afecto perdido. Ya es el Genet, no maldito, de la teatralidad asturiana. Se ha encontrado un método –tabú atractivo y repudiado– que puede consolidar un circuito gay. La marginación que se consolida (...)”. La crítica de La Nueva España (21-XII-1987), insiste en lo que Fran caracteriza como “sus tópicos”. A saber: “(...) el vestirse y desvestirse a la vista, las maletas, las gabardinas, las navajas, el hilo de sangre, los maniquíes (los actores), y su peculiar deseo de ser un trasformista, protagonizar, vestirse de mujer, de novia por un día, su continua ambigüedad, la de la vida (te quiero y te rechazo, te tengo y te pierdo), la del sexo (te pego y me pegas: sadomasoquismo), la de la voz (femenina/masculina). En fin, una riestra grande, demasiado para perpetuarse (...)”. Nada le gustó a Fran DíazFaes, la función y en el título de su crítica, ya prometía un buen palo: “Para devotos muy suyos”. Teatro del Norte mantuvo la obra hasta bien entrado el año noventa y fue vista en numerosas partes de España, Portugal, Francia y Latinoamérica. La Ratonera / 15 Quinta Carta ¿Y por qué una inclinación ciega y un cruel destino nos hacen de ordinario decidirnos por aquellos que no nos aman y que prefieren a otros amores? De las diversas salidas de España de este Devocionario, daremos cuenta de las impresiones causadas en la VI Festa de Teatro de Almada en Lisboa, por boca de Fernando Mides (uno de los críticos teatrales más prestigiosos del vecino país), a la salida de la función de Devocionario en la sala Incrível Almadense: “Este é um grande espectáculo em qualquer parte do mundo e foi, até ao momento, o melhor deste Festival”. El comentario lo reproduce Laura Nuenes, en su artículo de O Diario (11-VII-1990) en el que da cuenta de la función de Teatro del Norte, bajo el titular de “Festa de Teatro de Almada: a perfeiçâo que veio das Asturias”. El propio Fernando Midôes, en su crítica para el Diario de Noticias lisboeta (14-VII-1990), se refiere así a la función: “O Devocionario (leitura ultra-espanhola e algo pederasta das Cartas de Sóror Mariana), nada nos trazia, por certo, de innovador, no plano absoluto dos experimentalismos teatrais dos nossos dias... mas, nâo obstante isso, alçava-se, pela sua qualidade de concretizaçâo, a grande altura estética, as regiôes do imenso prazer que o teatro pode ofertar e patentava, ainda, um grande actor (mesmo que cabotino e discutível quanto a processos): o própio Etelvino Vasquez. Sabem o que é uma chama na noite escura? Foi isso, foi isso que se sentiu. Técnica e estética correspondendo-se, rigor, poder significante dos adereços, do vestuário, dos diapositivos. Fusôes entre religiâo-flagelaçâo e cargas eróticas. Sincronia perfeita entre as mutaçôes de luz (sempre bem concebida, por vezes abeirando-se de concepçôes expressionistas), e marcaçâo e as mudanzas de slides. Repentes surreais intercalando tensôes de profunda dramaticidade. Uma viagem pessoalíssima, impressiva, a través do excesso do amor. Luis Seoaxe e José Luis García acolita- ram, com segurança, a grande e mutifacetada actuaçâo de Etelvino Vasquez”. Cruzar el Atlántico y buscar otras opiniones alejadas cultural y geográficamente, puede resultar muy aleccionador. En los primeros días de abril de 1990, Teatro del Norte realiza una pequeña gira por algunas ciudades de Venezuela, en el marco del VIII Festival Internacional de Teatro de Caracas. De la función ofrecida en la ciudad Barquisimeto, encontramos dos referencias en la prensa de la capital del Estado de Lara, región del interior occidental venezolano. Ivonne Briceño, desde El Informador (2-IV-1990) realiza una crónica encabezada por el siguiente titular: “Se presentó anoche en el Festival. Teatro del Norte: de impacto inmediato”, y en la que se acerca a la historia de la compañía asturiana, a la de su director, así como a la obra representada en día anterior en el Teatro Juárez, un verdadero templo teatral construido en 1905 y, como la mayoría de los teatros latinoamericanos de su tiempo, testigo mudo de historias coloniales y libertadoras. De esa misma función y con el título de “Las maravillas del Teatro Marginal”, Alvi desde las páginas de El Informador (5-IV-1990) levanta acta del Devocionario visto en el monumental Teatro Juárez. “Confesamos que esperábamos una reacción mojigata del público, pero el aplauso emocionado de esa noche confirmó la mayoría de edad del es- pectador barquisimetano (...) Vázquez presentó su propuesta solo con hombres. De esa manera deja evidencia de romper con lo tradicional (...) desentrañar los laberintos del amor humano. Sus miserias, sus patologías son puestas al descubierto en una particular interpretación que hace Vázquez de esa relación y que no dejó de incomodar a algunos en sus butacas (...) con Devocionario, el grupo español Teatro del Norte, removió las bases morales del espectador (...)” Para acabar, dos referencias más a otras tantas crónicas de Devocionario en Ciudad Guayana. Con un artículo: “Devocionario es el amor homosexual al desnudo”, firmado por Diana Gámez, para El Pueblo (6-IV-1990), se establecen los peligros morales que pudiera acarrear, el que “los símbolos del cristianismo, es decir, de nuestra sacrosanta religión, aparezcan en un marco históricamente proscrito, como es el de la homosexualidad”, para continuar explicando que un Devocionario es “el libro que se usa para ir a misa y que contiene todas las oraciones propias del ritual de nuestra conocida iglesia”. Sin saber con exactitud, si la crónica es en serio o de coña, Diana Gámez acaba diciendo que “Devocionario desvela y descubre la complejidad de la homosexualidad donde no parece haber alegrías sino un submundo sufriente, lleno de incertidumbre en el plano íntimo, en lo social subyace el reproche y la no aceptación (...) Al final muchos aplausos y la inevitable reflexión”. Desde el diario Correo de Caroní, Osvaldo Silva Castellón impactado por la función, en su sección “Los Temas del Arte”, se acerca con gran precisión a la propuesta de Teatro del Norte. Después de caracterizar la función de “impacto dramático difícil de superar”, así como de “drama pleno y cabal”, reflexiona sobre una tendencia y establece “nuevamente la comprobación de un montaje ajustado a recursos mínimos, tanto en la planta de actores como recursos técnicos. Parece ser la tónica de estos tiempos difíciles y que necesariamente exigen nuevos enfoques respecto del hecho teatral, tanto en profesionalización como en la invención de recursos visuales de nueva índole (...) Etelvino Vázquez, como pudiera hacer Picasso en la plástica (...) va creando un ambiente, una atmósfera dramática llena de riqueza plástica, de clima introspectivo, de ritmo cadencioso, casi de suspenso que pone en vilo tensiones emotivas, sentimientos, actitudes que van del escenario al espectador como en una cadena que no termina sino con los últimos parlamentos (...)” Osvaldo Silva Castellón, tras indignarse con lo expresado en “un periódico capitalino, que el montaje era algo desagradable por tratarse de un entrevero de homosexuales”, continúa desvelándonos lo que él vio: “(...) La incorporación del accionar, de las actitudes, de las palabras, de los sentimientos de esa mujer en la figura corporal de un hombre sin que medien mayores subterfugios, como no sean los que se desprenden de la calidad actoral, impone en la escena un motivo de estrecha comunicación (...) Devocionario, en una demostración amplia de creatividad dramática contemporánea, adquiere la consistencia de un verdadero collage en que se integran, reforzándose, elementos provenientes de distintas corrientes estéticas como el teatro oriental, el expresionismo alemán, el surrealismo y aún el cubismo (...) el desdoblamiento reiterativo y en variados planos y ángulos del despecho y patético abandono pasional de la monja Mariana y expresado visualmente y con una variedad de lenguajes, actitudes y mímicas, nos remiten a otras tantas formas mediante las cuales el arte contemporáneo ha hurgado en la realidad (...) Una puesta en escena para regalo de nuestra sensibilidad”. 23 Yerma Federico García Lorca Interpretes: Antonio Caamaño, Luis Soaxe, Etelvino Vázquez y Ana Eva Guerra (voz). Espacio escénico y vestuario: Paco Cao. Iluminación: Jesús Pérez Música: Michael J. Cohen y Rubén G. Tuero. Asesoramiento literario: Magdalena Cueto e Inés Marfull. Ayudante dirección: Paco Cao y Alberto Bokos. Dirección: Etelvino Vázquez La obra fue estrenada por Teatro del Norte el 25 de agosto de 1990, Septiembre 2005 22 de imágenes, de ritmos, de sonidos, de luces, de diapositivas, de gestos, con los que se articula una ceremonia que es el verdadero lenguaje de la obra (...) el amor de la monja se convierte en el tema de un ceremonial, donde, en efecto, el erotismo y la muerte van generando imágenes insólitas, ordenadas y gestualizadas según esa iconografía de la profanación que empezó a desarrollarse en el teatro occidental a partir de Las criadas, de Jean Genet (...)”. El director de la veterana revista teatral Primer Acto concluye diciendo que “Devocionario es un poema profano, que utiliza ciertos elementos de la mística y de la liturgia como simples supuestos culturales, al modo que hizo Rafael Alberti cuando concibió El hombre deshabitado como un auto sacramental sin sacramento”. Yerma.- ...Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos, y cuando no los tiene se les vuelve veneno, como me va a pasar a mí. Desde el momento mismo de su estreno, a la arriesgada y personal visión del drama lorquiano, le acompañó la polémica. Bajo el título de “Horca asturiana para Lorca”, Francisco Díaz-Faes, desde las pá- ginas de La Nueva España, dijo entre otras cosas: “Con advertencias previas de rendir un cincuenta por ciento y ser respetuoso con la obra, Teatro del Norte acabó con Yerma (...) Mandó a la horca la obra trágica sobre el drama rural, con sus riquísimos diálogos de frustración de la maternidad, sobre la esterilidad. Rebuscando los abusos psicocríticos de la homosexualidad de Lorca, se convirtió en improbable drama hospitalario de manicomio (...) las desviaciones hacia la modernidad camuflan Yerma, representación muy pobre de Teatro del Norte, apoyada con la subvención más fuerte de la Administración asturiana (...) tres millones de pesetas para un experimento histérico que margina al espectador con la duda de su validez teatral”. Quedaba muy claro que a mi amigo Fran, no le había gustado nada lo visto, alineándose con fervor, en la amplia corriente conservadora “del respeto al autor y su texto” y en la que el propio Lorca, no había militado nunca. En la crítica de La Nueva España, hay otras referencias a las “carencias artísticas” del montaje. A saber: “poca creatividad”; “parca escenografía”; “debilidad del ritmo”; “incapacidad para el discurso”; “el resto de actores, sólo son comparsas sexuales incomodados”... Pero lo que cualquier observador encontrará en la crítica de Fran DíazFaes, son duras referencias personales: “Obsesionado por protagonizar y ser mujer, Etelvino Vázquez-Yerma cubrió la escena de paranoias vistas ya en otras actuaciones, que demuestran, una vez más, la imposibilidad del actor y director para expresarse literariamente”. No acierta Fran en esa supuesta incapacidad para expresarse, vista la trayectoria teatral de Etelvino desde Caterva de 1968 y visto a toro pasado, lo sucedido en la posterior carrera de Etelvino, aunque insiste en argumentos presididos por una preocupante homofonía: “(...) A pesar de su esfuerzo indudable por desnudarse, insensibiliza la poca creatividad y viscosidad que aquí alcanza, con desfile de símbolos e iconos sin valor semántico (...) La técnica cinestésica invade su representación, empleada al servicio de un trabajo soez (...)”. Pero para ser justos, ha de decirse que a Fran le acompañaron en sus impresiones algunos más. Yerma.- ...He visto a mi hermana dar de mamar a su niño con el pecho lleno de grietas y le produce un gran dolor, pero era un dolor fresco, bueno, necesario para la salud. Por ejemplo, Mauro Armiño desde El Sol, publica su valoración de la función dada por Teatro del Norte en la Sala Pradillo de Madrid, el 9 de enero de 1992. Y digo “valoración” porque en las escasas cuatrocientas palabras que la conforman (una columna de tabloide) poco o nada se habla de teatro, tratándose mas bien de las impresiones de Ar- miño sobre las inconveniencias de cualquier “interpretación particular” de los textos clásicos: “(...) Hay en estos momentos en la cartelera madrileña dos versiones de Yerma: ésta de Teatro del Norte y otra de La Cuarta Pared. Pero si alguien quiere saber lo que Lorca escribió, el mundo y la trama real de Yerma, deberá recurrir al libro, porque ambas son “interpretaciones particulares” que exprimen zumos espurios saltando por encima del texto (...)”. Armiño, prologuista de Alejandro Casona, traductor de Proust, Descartes y Verne, comienza poniendo en cuestión “(...) el asesoramiento literario de dos personas del departamento de Crítica –¿literaria?, ¿teatral?– de la Universidad de Oviedo; una de ellas firma en el programa dos párrafos sin desperdicio, por su mal castellano y los hallazgos que descubre: ni García-Posada, ni Hoing, ni De la Guardia ni otros estudiosos (...) hablan de Juan como encarnación del “varón edípico”: en Oviedo lo han visto con meridiana claridad (...)”. No parecen merecerle mucha confianza al prolijo, infatigable y minucioso traductor y también antólogo de poetas gallegos: Mauro Armiño, las opiniones académicas de nuestra docta Universidad, lo que sí concede es “que todo texto puede tener varias lecturas; pero lecturas desde el texto y a ser posible inteligentes (...) Para este retorcimiento del sentido lorquiano, mejor escribir la intención propia y no abusar del clásico (...) Cinco folios Etelvino Vázquez y Luis Soaxe en Yerma (1990). de manipulaciones son demasiadas para que Yerma quede incólume. Y su valor experimental actúa mediante una reducción que empobrece al texto –no lo mejoran los adornos y apósitos– que ni están en la entraña íntima de Yerma ni en la de Lorca”. Los cinco folios referidos, eran las explicaciones aportadas por Teatro del Norte al público que acudía a sus representaciones de Yerma, en los que se aclaraban las diferencias entre el “original” y la función... ¿Y de la acción teatral vista, qué? Pues, exclusivamente lo que sigue: “(...) Etelvino Vázquez interpreta el personaje de Yerma (...) Sara Bernhard, inauguró esa tradición y en el teatro inglés; ocurre a menudo que Hamlet oculte en su jubón dos senos. De lo cual no suele resultar provecho para el autor y su obra, sino para el capricho de los grandes in- terpretes. Etelvino Vázquez, por otro lado, no es Sara Bernhard, ni mucho menos. La composición del personaje tiene a Lindsay Kemp por modelo, al que copia su temblor de mandíbulas y apucheramiento de morros”. 25 Vieja 1ª.- Aunque debería de haber Dios, aunque fuera pequeñito, para que mandara rayos contra los hombres de simiente podrida que encharcan la alegría de los campos. Sin embargo hay que decir que hubo a quien, no sólo le gustó la función, sino que la defendió con argumentos, fuerza y, además públicamente. Es el caso de Julio Rodríguez Blanco, amigo y compañero en Caterva de Etelvino Vázquez y colaborador de El Público. Sería Septiembre 2005 La Ratonera / 15 24 en la Casa de Cultura de Avilés, cerrando el ciclo de las XI Jornadas de Teatro. Durante los dos años largos que la mantuvo en su repertorio, la compañía asturiana ofreció alrededor de medio centenar de funciones, exhibidas en numerosas ciudades de España, Francia y Portugal. En su programa de mano, Etelvino Vázquez aportaba un comentario para que el público se situase en el tiempo y el lugar de la acción: “Si Yerma hubiese existido en realidad, si su historia la hubiese extraído Federico de las páginas de El Caso, como Bodas de sangre, sin duda esta mujer, debido a la gran cantidad de atenuantes, no estaría recluida en la cárcel tras el asesinato, sino en el manicomio, como el japonés que mató y devoró a su esposa. Y ahí, en ese hipotético manicomio (¡qué lugar tan próximo al teatro!) es donde situamos a nuestra Yerma. Una mujer enajenada que, noche tras noche, recibe en su celda a los fantasmas del pasado; que, noche tras noche, revive y rehace en su mente el asesinato de su marido (...)”. presentación en torno a cierto costumbrismo (...)”. Tras referirse a otras interpretaciones de actores varones de personajes femeninos y a lo poco escandaloso que en los noventa resultan los desnudos en escena, apunta “la coherencia con el estilo de esta Yerma, con los anteriores espectáculos de Teatro del Norte”, así como los aspectos que a la compañía asturiana le interesan de esta obra de Federico García Lorca: “(...) aquellos relacionados con la vertiente freudiana del personaje central. Si normalmente Yerma debe ser el eje único de la monocorde situación, Etelvino Vázquez ha potenciado esa unidad temática hasta la exasperación, pero además las connotaciones sexuales adquieren nuevas dimensiones al enlazarlas con el sexo biológico del intérprete. Pero la tragedia discurre en los mismos términos. Los personajes propiamente masculinos, Juan y Víctor, aparecen desdibujados porque Yerma, pendiente de su insatisfacción, no dialoga con ellos y ahí está la esencia del drama lorquiano. Progresivamente la tensión se trasforma en locura, y ésta en muerte, en asesinato; se destruye lo que no se puede conseguir a causa de los propios imperativos morales”. Finalmente, Julio R. Blanco aclara muchas cosas en lo referente al tratamiento teatral: “Predomina una concepción austera. Los signos lumínicos combinan blancos y tonos dorados para señalar los cambios espaciales y temporales. La esceno- grafía es desnuda, una simple tarima y un fondo negro (...) un marco adecuado para una representación donde se han potenciado los personajes centrales en menoscabo de los corales. Es innecesario lo anecdótico porque no genera conflictos y por eso no se contempla. Los objetos son escasos y con valor simbólico, sobre todo la tela roja donde duerme Juan (...) Juan y Víctor hablan con Yerma pero cada uno construye su monólogo a partir de la obsesión de ella, sin sentido, mientras que el espectador va entrando en el juego neurótico y percibe a los hombres como autómatas y capta más y más, la locura de ella, interpretada con otros recursos técnicos. La contraposición de estas dos formas interpretativas es lo más chocante para quien está acostumbrado a que los diálogos respondan a procesos lógicos, sirvan para comunicarse y resuelvan algo. No es el caso, y formalmente la opción escogida por el director y los actores es clarificadora. El vestuario austero, de Paco Cao y la música repetitiva de Mike Cohen subrayan la actuación de Etelvino Vázquez, quien se convierte en protagonista absoluto de este experimento que en su vertiente interpretativa adquiere en algunos momentos tonos especialmente trágicos (...)”. “... La lectura psicocrítica y semiológica, sin desechar la realista, enriquece el sentido de Yerma y justifica el éxito de una puesta en escena simbolista. Es una obra que su- giere, más allá de lo inmediato, un subtexto inquietante. Es posible que el éxito mundial de la puesta en escena de Víctor García y la actuación de Nuria Espert, derive de esa extrañeza inquietante que han sabido reflejar en la realización escénica y que, como dice Freud, producen las grandes obras que, como Los hermanos Karamazov, Hamlet, el Moisés de Miguel Ángel, etc., ocultan y a la vez manifiestan, con una fuerza terrible, los graves conflictos internos vividos por sus autores y trasladados a sus personajes.” (Lectura semiótica de Yerma. Carmen Bobes) Por último me referiré al también extenso artículo de la citada Carmen Bobes, que bajo el título de “Teatro del Norte pone Yerma en escena” fue publicado en la página 35 del suplemento de Arte-Letras-Pensamiento del diario La Voz de Asturias, en su edición del jueves 18 de abril de 1991. Carmen Bobes ya conocía la propuesta de Etelvino Vázquez, planteada en los Cursos de Verano de la Universidad de Oviedo de 1989, cuyos análisis y estudios teóricos, vieron la luz en un libro editado por el Ateneo Obrero de Gijón y la Universidad de Oviedo, bajo el título de: Lecturas del texto dramático y en cuya presentación, Carmen Bobes escribe: “(...) Los alumnos del ITAE, que dirige D. Santiago Sueiras, pusieron en escena dos realizaciones del diálogo de Yerma y Juan Yerma, en montaje de Teatro del Norte. En el centro Etelvino Vázquez. del Acto I, Cuadro II; una de ellas en perspectiva “realista”, otra concebida como un recuerdo de Yerma cuando, desenlazada la obra, se supone que está en un manicomio. La idea de esta segunda realización es original de D. Etelvino Vázquez, director de la compañía Teatro del Norte, y resulta sorprendentemente paralela a la lectura que propone el análisis semiológico, es decir, la unidad actancial de Juan y Yerma (...)”. La profesora emérita de la Universidad de Oviedo, comienza su minucioso artículo de La Voz de Asturias, caracterizando el trabajo del director de la compañía, como “original, intenso y diverso, en el que pueden señalarse notables aciertos artísticos”, refiriéndose tanto a la adaptación del texto, a la dirección escénica, como a la propia encarnación de Yerma: “(...) estamos muy lejos de las primeras puestas en escena de Yerma, en las que el color rural y el realismo se acentuaron intencionadamente. La versión de Etelvino Vázquez no se entendería sin una interpretación simbolista del texto y aun de otros textos de Lorca, como Bodas de sangre y El público (...) un espectáculo dinámico, sin tregua para el actor y sin tregua también para los espectadores que a lo largo de dos horas, sin descanso, siguen la representación en un silencio casi ritual, en consonancia con el sentido de la obra”. Sin demora, repasa los diversos elementos que conforman la puesta en escena: “(...) El espacio escénico está diseñado con gran eficacia como 27 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 26 precisamente desde la desaparecida revista teatral y en su número 81 (último del año 1990) desde la que desarrollaría un serio y elaborado alegato en defensa de la “versión ácida, dura y polémica” de esta Yerma de Teatro del Norte, en las páginas 38 y 39. En el artículo titulado: “Radiografía de una neurosis”, después de situar la obra en relación a Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, Julio R. Blanco entra en sus particulares características: “(...) Yerma puede tomarse como paradigma de teatro no naturalista donde lo real, lo onírico, lo poético se entrelazan de tal manera que son elementos inseparables (...) Aunque sobre el papel haya una estructura en actos y cuadros, eso no debe distraernos de la verdadera intención; a saber, no se trata de narrarnos acontecimientos que conduzcan al fatal desenlace, sino de establecer gradaciones de tensión en torno a la idea obsesiva, neurótica, de la maternidad imposible de conseguir (...) Yerma no dialoga, sus manifestaciones son un permanente y repetitivo monólogo en torno a lo mismo (...) cada cual lanza su parlamento pero es un auténtico diálogo de sordos. No hay más salida que la desesperación, y ésta conduce a la muerte (...) El conflicto que se define como tragedia rural rebasa los límites espaciales de ámbito geográfico concreto, el tema es más abstracto y universal, incluso con escasas acotaciones en el original que permitan construir una re- algo menos de un mes tuvo que pasar para que, otra vez La Nueva España (20-06-1091), publicase en la misma sección la noticia con el titular contrario: “La familia de Lorca permite hacer Yerma a Teatro del Norte”. En la noticia se decía: “(...) En una carta remitida a La Nueva España por Manuel Fernández Montesinos, sobrino de García Lorca, se dice que puesto que el texto de Etelvino Vázquez “está manipulado, se permita la versión, pero siempre que el público conozca a la vez el texto original, “en el que claramente se establezcan las diferencias entre lo que escribió Lorca y lo que pretende representar el señor Vázquez” (...) El texto que la familia de García Lorca exige que se entregue al público tiene que advertir, entre otras cosas, que “García Lorca, ni en el texto de la obra ni en las numerosísimas declaraciones que sobre la misma hizo en público, concibió a su personaje, Yerma, como exenta de características femeninas ni persona que tuviese la más mínima característica masculinoide ni que fuese merecedora de una camisa de fuerza”. Finaliza la nota diciendo, que “precisamente fue Carmen Bobes quien actuó de mediadora entre la familia del poeta y el grupo asturiano. En su opinión, la versión de Teatro del Norte es muy digna y la puesta en escena tiene momentos excelentes” Yerma.- ¿Por qué estoy yo seca? ¿Me he de quedar en plena vida para cuidar aves o poner cortinas planchadas en mi ventanillo? 70 $POMBDPMBCPSBDJØOEF 29 6OJØOEF"DUPSFTEF"TUVSJBT XXXBDUPSFTEFBTUVSJBTDPN Septiembre 2005 extraño poder intensificador el tema de la esterilidad”, que “esta visión, afecta a todo el texto” y que “la representación no sigue progresiva ni exhaustivamente el texto de Yerma”; para rematar declarando “que la representación prescinda de los diálogos de Yerma con María (...) con las muchachas (...) de la escena de las lavanderas (...) con las viejas que le dan consejos (...) y con Dolores (...) del duelo mudo con sus cuñadas (...) o de la apoteosis dionisíaca final en el campo de la ermita”... Razones todas por las que Manuel Fernández Montesinos, sobrino del poeta y representante de sus herederos, ordenó la prohibición de su permiso de representación, a la Sociedad General de Autores. Efectivamente. En la edición de La Nueva España del jueves 23 de mayo de 1991, abriendo su sección de Tv / Espectáculos, se recoge la noticia bajo el siguiente titular: “La familia de Lorca prohíbe a Teatro del Norte representar Yerma”. Luis Mario Arce redacta la noticia, diciendo que “la prohibición se basa en una reseña de prensa firmada por Carmen Bobes Naves, catedrática de Teoría Literaria de la Universidad de Oviedo”. Los contactos con los herederos de Lorca, representados por el señor Montesinos, fueron numerosos, tanto por parte de Etelvino Vázquez, como de la propia Carmen Bobes que se convirtió en pieza fundamental para que el permiso de representación volviera a manos de las compañía asturiana. Alguna función suspendida y La Ratonera / 13 La Ratonera / 15 28 un triángulo enmarcado en unas rampas y una pasarela al fondo que se alzan sobre un ámbito central cubierto con un paño rojo (...) El vestuario resulta simbólico en el personaje de Yerma, pues cubre con la camisa de fuerza (presente escénico) una historia de trajes que va desde el de novia hasta unas túnicas cada vez más oscuras: gris, negra, a medida que avanza su desesperación. No parecen tan adecuados los trajes, como de ejecutivo, de Juan y Víctor (...) la única explicación lógica que se me ocurre es remitirla a una interpretación psicocrítica del encargado del vestuario (...) falta de armonía semiótica entre signos de diferentes sistemas, los verbales y los visuales, concretamente el traje de algunos personajes y el papel que sus propias palabras les asignan (...)”. El esclarecedor y positivo análisis de Carmen Bobes, concluye diciendo: “(...) Me parece interesante y sugerente la lectura que se hace de Yerma (... y que) enlaza con la que presentó Víctor García y le da mayor protagonismo e intensidad al problema de la falta de hijos en relación con la homosexualidad”. Para finalizar quiero llamar la atención a las referencias de Carmen Bobes, a las diferencias importantes y de alto grado, con respecto al texto original que va enumerando en su análisis. A saber: tras caracterizar al montaje como “adaptación del texto literario”, continúa diciendo que “el texto de Lorca está sometido en la versión escénica de Etelvino a una visión distorsionada que subraya con Etelvino Vázquez La Ratonera / 15 30 Hotel Europa es un espectáculo estrenado por el Teatro del Norte en Octubre de 2003 y fue creado a lo largo de dicho año por Ana Morán, Javier Expósito, Moisés González y Etelvino Vázquez. En 1999 habíamos creado un espectáculo, Despojados, que en su origen iba a tratar sobre el problema de la emigración, pero en su gestación fue variando su dirección hasta convertirse en un espectáculo sobre los refugiados y muy especialmente sobre los refugiados de la guerra de Yugoslavia. El tema de los emigrantes, recortes de prensa, historias, situaciones y personajes de diferentes procedencias, siguió durmiendo en una carpeta de las muchas que guardan nuestros proyectos secretos, nuestros sueños inalcanzables. Tras un año 2002 lleno de dificultades y problemas y tras enfrentarnos a un espectáculo de texto, Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, necesitábamos, en un movimiento pendular típico de nuestra historia como compañía, enfrentarnos a un espectáculo de creación propia. Un espectáculo que nos propusiera otro ritmo de trabajo, un reto para nuestras propias fuerzas y recursos creativos, un largo proceso que nos devolviese a la sala de ensayos, al juego y a la improvisación Hotel Europa tuvo, pues, una larga gestación, prácticamente de Enero a Octubre de 2003. Esta gestación, como siempre, pasó por varias fases: a) Creación del texto, tanto literario como espectacular. Sin duda el proceso más largo. El texto se crea a partir de improvisaciones, diferentes materiales textuales ya existentes, situaciones teatrales de diferentes obras de teatro, secuencias corporales creadas por los actores, secuencias vocales, objetos, etc. b) Ensayo del espectáculo propiamente dicho. Decorado, vestuario, música. c) Ensayos generales, que se realizan en Setiembre de 2003 en Sama de Langreo. Luces. A) CREACIÓN DEL ESPECTÁCULO Desde siempre la máscara ha estado muy presente en todos los espectáculos del Teatro del Norte, ya sea en su forma clásica o cumpliendo la misma función bajo otras formas de ocultar la cara. Este uso constante de la máscara, inseparable de una utilización particular del cuerpo, sin duda ha sido un elemento decisivo para considerar al cuer- po como el signo fundamental de los espectáculos del Teatro del Norte. Además nuestro acercamiento a la Comedia del Arte, tanto en un espectáculo-demostración de nuestro imaginario Museo del Teatro, como en el trabajo con Claudia Contin, especialista en Comedia del Arte, y la traducción de sus libros a cargo de Moisés González, nos conducían, aún a pesar nuestro, a un espectáculo con máscaras, y a una prolongación hasta hoy en día de la Comedia del Arte, tal como la soñaba Copeau. Por otra parte, el trabajo con máscara es una escuela fundamental para cualquier actor. Así, y ya al comienzo de los primeros tanteos e improvisaciones, comenzó a perfilarse la idea de personajes con máscaras y también la idea de relacionar la Comedia del Arte con el mundo del presente, de relacionar a Arlequino (Zanni que también emigró de Bergamo a Venecia para transformarse de campesino en criado) con un emigrante de hoy en día, de relacionar la emigración con nuestra condición de emigrantes, tanto como compañía de teatro, como de simples actores. Una cosa teníamos clara desde el principio, no queríamos que fuese un espectáculo realista, no queríamos que fuese un espectáculo tes- encontrábamos un final satisfactorio? Por una vez teníamos algo claro: por un lado había que huir de lo dramático, incluso no debía importarnos hacer algo cómico, a pesar de lo trágico del tema; por otro lado el escalpelo debía actuar sin piedad, cayese lo que cayese, porque la brevedad y la estilización poética debían estar por encima de otras consideraciones. Por una vez teníamos que ser capaces de controlar la medida, aun a riesgo de caer en una cierta simplicidad, pero la teatralidad debía mandar por encima del contenido. En el verano del 2003 Claudia Contin y Ferruccio Merissi vieron un ensayo del espectáculo y sus reflexiones e indicaciones fueron decisivas para echar lastre por la borda, para ser cada vez más sintéticos. El final, nuevamente con la Comedia del Arte se presentó como un cierre perfecto. El espectáculo estaba construido: Saïd / Arlequino sería el único personaje fijo, los otros tres actores haríamos el resto de los papeles y cambiaríamos todo el tiempo. Por un lado estaría el plano histórico de la Comedia del Arte, por otro el plano de Saïd y todos los personajes europeos a los que se tenía que enfrentar, por otro toda la relación simbólica de Saïd con el Guardián de Europa (no podía ser nunca la relación realista entre un Emigrante y un Policía) que constantemente le impide entrar en nuestro mundo, por otro la relación Saïd con su Madre y Mujer africanas, que se El Arlequino de Hotel Europa. 31 le aparecen como personajes oníricos, simbólicos o simples recuerdos del mundo que Saïd dejó tras de sí, y finalmente el plano de los propios actores que, en un plano sonoro diferente (a través de un micrófono), reflexionan ante el público sobre el propio hecho del teatro, sobre nuestra propia experiencia como compañía. Y todo esto en una hora y diez minutos. Por una vez habíamos dominado la duración. En esta fase de construcción del espectáculo ya se fue perfilando el espacio escénico: sería también un espacio abstracto y simbólico, una especie de jardín zen con dos niveles, uno más elevado por donde circulan los personajes europeos y otro Septiembre 2005 Notas de dirección de Hotel Europa timonio, eso ya lo habíamos hecho en Despojados, queríamos que fuese un espectáculo poético, sencillo, casi una fábula infantil, y la máscara y la Comedia del Arte nos venían como anillo al dedo. Rápidamente algunos viejos amigos vinieron en nuestra ayuda: Bertolt Brecht y su teatro épico, Genet y Los Biombos, Misericordia de Galdos, Eugenio Barba y el título del espectáculo, Ariane Mnouchkine y su L’Âge d’or, Copeau, Alberti, etc. Poco a poco fue configurándose una estructura dramatúrgica construida en torno a un emigrante africano, Saïd, que llegaba a Europa y debía someterse a muy diversas vejaciones antes de verse obligado a regresar a Africa. Poco a poco Saïd fue convirtiéndose en Arlequino y Arlequino en Saïd y, poco a poco también, los personajes europeos fueron transformándose en Pantalone, Dottore o El Príncipe. Día a día los actores fueron componiendo diversos personajes con máscara, estableciendo su forma de moverse, de hablar, de dar vida a la máscara y poco a poco fueron apareciendo una galería de personajes europeos, todos enmascarados. Saïd, el emigrante africano, evidentemente no llevaba máscara. Día a día, también, el material de las posibles escenas fue aumentando de forma alarmante, lo mismo que las reflexiones sobre el teatro que iban acompañando las diferentes situaciones. ¿Cómo organizar aquel inmenso collage, para el que nunca La Ratonera / 15 32 B) ENSAYO DEL ESPECTÁCULO En este periodo fueron entrando otros elementos, fundamentalmente el vestuario de Manuela Caso, la música original de Alberto Rionda y las máscaras de Carlos Lorenzo. En el largo proceso de composición del espectáculo cada actor ya utilizó ropa de otros espectáculos, máscaras y todo lo imprescindible para dar vida a su personaje y lo mismo podemos decir de la música. Ese material utilizado por los actores sirve de orientación a nuestros colaboradores. Y así algunos de los elementos de vestuario utilizados permanecieron, lo mismo que algunas músicas, como por ejemplo Beethoven para identificar a Europa. Las máscaras fueron construidas en su totalidad y en todo momento huyendo de parámetros estrictamente realistas. Contrastando el cuero oscuro de las máscaras de la Comedia del Arte con el colorido de las máscaras de los personajes europeos. En este periodo nos encontramos con dos problemas capitales. Por un lado el trabajo con la máscara que tanta precisión, corporal y vo- cal, exige al actor y el trabajo de los personajes de la Comedia del Arte y por otro lado el dotar a Saïd de una identidad que lo alejase de los prototipos de emigrante, pobre e inocente o pobre y desconfiado. Estaba claro que a Saïd no podíamos llegar desde la razón, sino desde la emoción, y la visión de los emigrantes africanos tal como nos la presentaba la televisión no nos servía ni iba con el estilo del espectáculo. El trabajo que tuvimos que realizar fue lo que nosotros llamamos una “reconstrucción emocional”, en este caso a partir de Charlot y de su película Tiempos Modernos. No nos interesaba para nada la manera física de actuar de Chaplin, sino todo lo que hay de emocional en su actuación. Y así el actor, viendo varias veces la película, va reconstruyendo en sí mismo el mundo emocional que desprende Charlot en ese film. ¿Experimento? ¿Herramienta? Al actor le ayudaba. C) ENSAYOS GENERALES Los Ensayos Generales se realizaron en Sama de Langreo a finales de septiembre, aunque el espectáculo no se estrenaba hasta el 30 de Octubre. Las luces fueron aclarando los diferentes planos del espectáculo: Comedia del Arte, el plano simbólico del Guardia, las apariciones oníricas de Madre y Mujer, la relación con todos los patrones europeos, etc. Al mismo tiempo los actores fuimos practicando los innumerables cambios de ropa y de máscara que, en un principio, parecían imposibles de realizar en tiempos tan cortos. El último día hicimos una representación para los alumnos del IES Jerónimo González de Sama, que es donde se encuentra el teatro donde ensayábamos, y, para nuestra sorpresa, el espectáculo fue muy bien recibido por los alumnos. Lo mismo volvió a pasarnos a mediados de Octubre en Lugones, en una representación para alumnos del Instituto. ¿Habríamos hecho una obra juvenil? ¿Sería todo debido al ritmo cuasi cinematográfico que tiene el espectáculo? ¿Sería la aparente simplicidad del espectáculo y cierta comicidad lo que les mantenía atentos? ¿Se trata de un tema que realmente conocen los alumnos de secundaria y por eso hay ese nivel de atención? Todas las respuestas son posibles. Desde Octubre de 2003 hemos representado Hotel Europa innumerables veces tanto para público adulto como para alumnos de secundaria y la acogida siempre ha sido muy buena. Posiblemente el público se encuentra con un espectáculo rompecabezas que sólo puede armar en su totalidad al final del mismo, y eso aumenta su atención. Posiblemente se extrañe de que un tema tan dramático, casi de teatro documento, sea tratado desde una óptica mucho más teatral y simbólica. No tenemos respuestas. Lo que sí sabemos es que el espectáculo seguirá en nuestro repertorio unos cuantos años más, pues, como Saïd, también nosotros nos sentimos emigrantes. HOTEL EUROPA Hotel Europa Teatro del Norte 33 Teatro del Norte Septiembre 2005 a ras de escenario que es el que ocupa siempre Saïd. En el fondo de la escena una guirnalda de luces blancas que se enciende cada vez que están en escena los personajes europeos y que, en cierta medida, tratan de reflejar las luces de nuestro primer mundo. Ahora ya sólo quedaba ensayar el espectáculo. Teatro del Norte 1 Hotel Europa Teatro del Norte Personajes: La Ratonera / 15 34 Arlequino Guardia Hombre Madre Saïd Leila Patrón Encargado Funcionaria Puta Ludmila Juez Príncipe Dottore Pantalone Arlequino Estoy harto de esperar. No aguanto más. Con este patrón se come poco y ese poco me lo hace desear. Hace media hora que tocaron las doce en esta ciudad y el mediodía de mi estomago hace dos horas que tocó. Si por lo menos supiera dónde nos alojaremos. Los otros apenas llegan a una ciudad buscan una posada; este no, me deja el equipaje y se va, de visita, y se olvida de su pobre servidor. Dicen que hay que servir con amor a los amos; habría que decirles a ellos que tengan un poco de caridad con la servidumbre. Aquí hay una posada, Albergo Europa, voy a ver si encuentro algo con que entretener los dientes. ¿Y si el patrón me busca? ¡Que se jorobe y aprenda a ser más discreto! Yo voy; pero, ahora que lo pienso, hay otra dificultad que se me había pasado: no tengo ni un centavo. ¡Oh, pobre Arlequino! En vez de servidor quiero ser… quiero ser…pero si yo no soy Arlequino, yo soy un emigrante africano y acabo de llegar a Europa. Teatro del Norte Hombre ¿Y más tarde podré pasar? Guardia Tal vez. Pero por ahora no. Hombre El paso debería ser libre para todos. Guardia Si tienes tantas ganar de pasar, haz la prueba. Pero te recuerdo que delante de cada puerta también hay un guardia. Y cada uno es más poderoso que yo. Hombre Esperaré hasta conseguir el permiso. 3 Guardia ¡Alto! ¿A dónde vas? Hombre ¿No puedo pasar? 4 Guardia No. No puedes pasar. Madre ¡Europa…Europa!… ¿Qué se te ha perdido a ti en Europa? Saïd Madre, mi primo me dijo que allí hay trabajo y que puedo ahorrar. Madre ¿Necesitas ahorrar? ¿Para qué? Tenemos para vivir. Saïd ¡Para mal vivir, madre! Si atravieso el mar, es para ganar más, para vivir mejor. Y pronto se podrá decir: “¡en casa de Saïd se come!” Madre No hay nadie en esa tierra, Saïd. Nadie. No hay nadie vivo. Toda Europa ya no es nada. Saïd, no vale la pena perder la vida por tan poco. Hombre Habíamos salido a la media noche y casi no llegamos hasta el amanecer. Por suerte el mar estaba tranquilo y no íbamos demasiado apretados en la patera. Y por suerte también no había policía en la playa. Pero nada más pisar tierra, toda la comida que mi madre me había preparado para el viaje, la vomité. (Hace como que vomita. Secuencia de movimiento.) 2 Hotel Europa Entran, en una aparición, su madre y su mujer. El Hombre se sorprende y habla con su madre. 35 Saïd Madre, no tiene nada que temer. Me convertiré en alguien. Madre ¡En alguien, en alguien! Sé a dónde vas, y por qué vas allí. No es para ganar dinero, no, sino para que los que te obligan a ir allí sepan bien que no son ellos los que se tienen que quedar aquí. Toma, llévate la manta, que en viaje puede hacer frío. Madre ¿Y a tu mujer? ¿Te la vas a llevar? Septiembre 2005 Hotel Europa Hotel Europa Leila Sin estribos, sin brida, sin silla, solo con tus muslos, atravesarás la noche… la noche… Madre Para quitártela de encima tendrás que pagarle a su padre mucho dinero… mucho… Las dos mujeres desaparecen lentamente. Saïd camina con su pesada maleta sobre sus hombros. Finalmente cae al suelo con la maleta. Teatro del Norte Saïd A partir de aquel momento el muy canalla contaba cada caja, y si no había cien fresas no me la pagaba. Así que no tuve más remedio que cambiar de trabajo y cambiar de patrón. Y, con tanto cambio, seguía siendo un extranjero, un extranjero con las manos vacías. Hotel Europa Guardia No lo sé, pero hoy no. Saïd Esperaré todo el tiempo que haga falta. 8 Saïd ¿Y si se va con otro durante mi ausencia? 6 5 Madre ¿Quién la va a querer? ¡Es tan fea! Y tú quieres atravesar el mar para ganarte una más hermosa. 36 Saïd ¡Voy a trabajar! Madre Claro. Después de todo un par de muslos son un par de muslos. Apresúrate. Se ha levantado el viento. La Ratonera / 15 Saïd Leila. Levanta el velo para que pueda verte por última vez. Madre No vale la pena, Saïd. Tan fea como siempre. Saïd El dinero se lo enviaré por correo. Madre ¡Que tengas suerte, Saïd… que tengas mucha suerte! Patrón Trabajarás de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Por cada caja de fresa que recojas te pagaré mil. Cuantas más recojas más ganas. La comida y el alojamiento corren por tu cuenta. Y no hay contrato ni seguridad social. (Se vuelve a Saïd.) ¿Lo tomas o lo dejas? Saïd Lo tomo. (El Patrón deja caer la caja.) Patrón Ah, y si llega una inspección, no te conozco de nada. Hombre Al principio las fresas no me gustaban, en realidad nunca las había probado, pero poco a poco fui cogiéndoles el gusto y de cada tres que recogía comía una. ¡Tenía tanta hambre! (Mima la acción de comer.) Patrón ¡Eh, ¿pero qué haces?! (Le quita la caja y marcha contando las fresas.) ¡Una! ¡Dos! ¡Tres! Cuando se puso por primera vez una gota de agua en un microscopio se observó con estupor un enjambre de seres invisibles a simple vista. Hasta entonces la vida había sido una cosa visible: el caballo, el cisne, el delfín, el gusano. Pero esta nueva forma de vida suscitó muchas preguntas: ¿Cuál era la función de estos pequeños seres? ¿Cuál era su relación con el reino de la naturaleza? Y durante años en los salones de Europa, se habló de los microbios como de una curiosidad cuya existencia no tenia ningún peso. Pero luego se supo algo más sobre su significado en el proceso de la vida; se supo que eran muchos y más peligrosos que el tigre. 7 Guardia ¿Qué haces todavía aquí? Ya te he dicho que todavía no puedes pasar. Saïd Entonces, ¿cuándo? ¿Mañana? Saïd abre la maleta y saca la máscara de Arlequino y la tela. Hombre Cuando decidí que había llegado el momento de casarme me fui a ver a todos los padres que tuvieran una hija soltera, pero todos, todos, exigían algunos centavos más de los que yo tenía para vender incluso a la más fea que les quedaba. Finalmente pedí prestado y conseguí suficiente dinero para casarme, para casarme únicamente con Leila. 37 Comienza a bailar con la tela y la máscara como si fuese su mujer. 9 Con unos pantalones entre sus manos entran Leila y la Madre. De pronto Saïd las ve y queda inmóvil. Saïd ¡Leila! ¡Madre! Septiembre 2005 Saïd No. Traeré suficiente dinero para comprar otra… Teatro del Norte Leila (Habla a un pantalón.) Te paseas durante toda la noche por mis sueños, dejas que el viento levante tus piernas, pero delante de mí te haces el muerto. (Tira el pantalón.) Sin embargo estás vivo, caliente, dispuesto a todo: a caminar, a mear, escupir, a toser, a fumar, a montarme y a que yo te monte… Estás peor hecho que Saïd. Y aunque tus piernas tienen la forma de las suyas, las suyas son más hermosas. Sus nalgas son mucho más redondas que las tuyas. Pero no orinas tan lejos. Ven, Saïd… salta sobre mí… después desaparecemos, tú y yo, en los matojos… bajo el ciruelo… detrás del muro… y yo en tu grupa… Ven, Saïd, ven… Saïd… 38 Habla la Madre. La Ratonera / 15 Madre ¡Saïd! ¡Saïd! Teatro del Norte Madre Saïd, debes andar con cautela. ¿Me oyes, Saïd? Saïd La oigo, madre, la oigo. Madre ¡Tenemos hambre, Saïd, tenemos hambre! Leila Saïd, ¿por qué te fuiste por el mar en lugar de ir por la carretera? Por la carretera no te habrían visto. En cambio, por el mar, te olfatearán, porque apestas, apestas… Madre ¡Saïd! Leila ¡Saïd! Hombre Madre… Saïd ¡No! ¡Yo ya no soy Saïd! ¡Yo ya no soy africano! Madre Y el dinero, ¿cuándo llega? 10 Saïd Pronto, madre, muy pronto. Encargado ¿Un adelanto? Madre Tenemos hambre, Saïd. Saïd Sí, un adelanto. Saïd No se preocupe, madre, pronto le enviaré el dinero. Encargado ¿Pero en qué te gastas el dinero? ¡Seguro que en mujeres! Teatro del Norte Saïd Mi madre está enferma, tengo que mandarle medicinas y dinero. Encargado Todavía faltan quince días para terminar el mes. Saïd Pues ya no me queda nada. Encargado Tú lo que eres es un manirroto. Tienes que aprender a administrarte. ¡Administrarte! Si no te administras nunca podrás ahorrar. Tú lo que necesitas es esto. Un libro de cuentas. Saïd Pero… yo… Encargado Lo que ganas lo pones en el “haber”, lo que gastas en el “debe”. Lo que resta es el ahorro. ¿Entiendes? Toma, te lo regalo. Pero recuérdalo bien. Debe, haber, ahorro. Hotel Europa Funcionaria ¿Saïd? Saïd Saïd Adwaji. Funcionaria ¿Con c o con z? Saïd Saïd Adwaji. Funcionaria Bueno, X. ¿Lugar de nacimiento? Saïd Ahljira Newant. Funcionaria ¿Cómo? Saïd Ahljira Newant. Saïd Debe… haber… ahorro… Funcionaria ¿Alcira de Valencia? 11 Saïd Ahljira Newant. Funcionaria ¿Nombre? Saïd Saïd Adwaji. 39 Funcionaria Bueno, africano, ¿no? (El Hombre afirma con la cabeza.) Firma aquí. (Saïd duda.) ¿No sabes firmar? (Saïd afirma con la cabeza.) No importa. (Firma ella por él.) El visado es sólo por tres meses. Si en tres meses no Septiembre 2005 Hotel Europa consigues el permiso de residencia tienes que marcharte. ¿Entendido? ¡Tres meses! Hombre Al fin tenía mi primera documentación, seguía siendo un extranjero, pero ya no era un sin papeles. Había ascendido un peldaño en la pirámide de la extranjería. 12 Guardia No, todavía no puedes pasar. 40 Saïd ¡Tengo papeles! Guardia ¿Papeles? La Ratonera / 15 Saïd Sí, ¡papeles! Guardia (Le coge los papeles y los mira.) Te los cojo para que no creas que has hecho un esfuerzo inútil. Pero todavía no puedes entrar. Saïd ¿Por qué no? ¿Por ser africano? Un francés puede convertirse en un musulmán. Y un hindú puede ser un director de orquesta. El que haya nacido en una tierra y de unos padres no quiere decir que yo sea como aquella tierra y como aquellos padres, ¿no? ¿Y si un europeo fuese tan sólo un africano del norte? Teatro del Norte Teatro del Norte Guardia ¡Sigue esperando! Patrón Ya sabes, el año ha sido malo, los impuestos son muy altos… 13 Saïd Soy ilegal, por mí no paga impuestos. ¿Cuánta patria necesita un hombre? Pero también. ¿Cuánta capacidad de ser o hacernos extranjeros necesitamos? En realidad, ¿qué significa ser español, francés, inglés, europeo? Pero también: ¿Qué significa no ser sólo senegalés, marroquí, africano? Por suerte, nuestra patria no está hecha de tierra ni de geografía. Por suerte, nuestra patria está hecha de historia, de personas y de teatro. Saïd vuelve a su máscara y a su tela. Patrón Sí, sí, ya lo sé, pero ya no te necesitamos. Toma esta carta, quizás pueda servirte para encontrar otro trabajo. Lo siento, Saïd… lo siento… Saïd Pero esta carta tampoco me sirvió para encontrar trabajo ni para ahorrar dinero, con lo que no tuve más remedio que buscarme la vida. Hotel Europa Ali ¿Mil…? Saïd ¡Mil! Ali Mil… ¿Pero tú saber lo que ser mil? Ninguno tenemos mil. Saïd Pues yo tengo que conseguirlo esta tarde. Necesito mandarle dinero y medicinas a mi madre… Necesito esos mil… tengo que sacarlo, si es preciso, de debajo de las piedras. Ali Quizás mañana el encargado… 15 Saïd Leila aquí todo está oscuro. La única luz me la trae el recuerdo de tus dientes estropeados, de tus ojos sucios, de tu piel triste. ¡Leila… Leila! Saïd ¡Ay! ¡Ay! Saïd ¡Saïd, mañana está muy lejos y yo necesito esos mil hoy mismo! ¡Hoy, Alí, hoy! Ali ¿Qué pasa, Saïd? Ali ¿Y si yo empeñar mi abrigo? 14 Saïd Una cosa horrible, Alí… Mi madre se está muriendo y necesito mandarle medicinas y dinero. Saïd No, no el abrigo no. Patrón Saïd, Saïd, tengo que darte una mala noticia. Ha llegado una orden de arriba diciendo que una vez más hay que reducir personal. Saïd Y me ha tocado a mí, seguro. 41 Ali ¿Dinero? Saïd Sí, necesito mil. Ali ¿Cuánto creer que dar por él? Saïd Por un abrigo como éste unos quinientos, por lo menos. Septiembre 2005 Hotel Europa Hotel Europa Teatro del Norte Teatro del Norte Ali ¡Quinientos! Pues ya tener el dinero. Tú esperar aquí que voy a empeñar abrigo. 16 Saïd ¡Alí!... ¡Alí! Espera… hay un pequeño problema. ¿No me puedes adelantar algo de lo que te van a dar por el abrigo y mientras tanto yo voy a comprar las medicinas para mi madre? Madre ¿No te da vergüenza? Saïd En unos me echaron y en otros me fui yo. Saïd ¡Madre! Madre Te echaron… y seguro que… ¡por ladrón! Aparece la Madre. Madre Yo sí que me acuerdo… Te echaron de muchos trabajos… Hotel Europa Saïd No lo sé, madre, no lo sé… Madre ¡Ay, qué maldición ha caído sobre ti y sobre todos los míos! ¡Ojalá me muera pronto para no ver los horrores que me han de sobrevivir! ¡Ojalá…! 17 Saïd ¿Cuánto tienes? ¿Sólo? 42 Ali Bueno, también tener esto otro. Saïd Suficiente. Anda vete a empeñar el abrigo. La Ratonera / 15 Ali Pero tú esperar aquí. Saïd No te preocupes, aquí estaré. Ali Ahora volver. Saïd Vete a empeñar el abrigo. ¡Aquí te espero! Madre ¿Cómo has podido llegar a esto? ¿Cómo has podido dejar de ser persona para convertirte en un ladrón? Saïd En esta vida todos roban, madre… Madre ¡Todos no! Enséñame las manos… Ves, no están encallecidas por el vicio de robar… están encallecidas por el trabajo. Tú no eres un ladrón… Saïd, eres un emigrante africano… Un emigrante. Madre ¿A qué años llegaste a Europa? Saïd A los 25… Madre ¿Y cuántos trabajos tuviste desde entonces? Saïd Ya ni me acuerdo. Saïd ¡Qué manera de mentir! Madre ¡Yo no miento! Ya sé que robas para ayudar a los demás... ¡Pero robas! Saïd Sí, tiene razón… robo… Pero es que yo no conozco otra manera de ahorrar que no sea robando. Pero mis ahorros sirven para ayudarla a usted y a Leila. Madre Todos no. Me dijiste que me habías enviado todo lo que habías ahorrado, diez mil, pero tenías quince mil. Le robaste a tu madre cinco mil. ¡A tu propia madre! Saïd Madre, si le dijese en las condiciones que vivo, lo poco que gano, y cómo me tratan y explotan, se moriría de vergüenza. Madre Pobre Saïd… ¿Cómo has podido llegar a esta miseria negra? Patrón ¿Buscas trabajo? Saïd Sí, señor. 43 Patrón ¿Tienes papeles? Saïd Sí… bueno… Patrón No tienes papeles, mucho mejor. Saïd Los tuve, pero no conseguí… Patrón ¿Estás dispuesto a todo? Saïd ¿A todo? Septiembre 2005 Ali Es que… casi no tener. Hotel Europa Patrón ¿Quieres el dinero o no? Saïd Estoy dispuesto a todo con tal de conseguirlo. Patrón ¿Sabes manejar una pistola? Saïd ¿Una pistola? Patrón Sí, ésta. 44 Patrón No te preocupes, aprenderás. Toma. Serás mi guardaespaldas. Y controlarás también el Hotel Europa. Saïd ¿Un hotel? Teatro del Norte Teatro del Norte 18 20 Puta ¡Veinticuatro años! Una puta es algo que no se improvisa. A esto se llega. A mí me costó veinticuatro años. Y estoy dotada, ¿no? El trabajo de una puta es mucho más duro que el trabajo de un hombre. Porque en realidad, un hombre, ¿qué es eso? Delante de nosotras el hombre se desnuda como una puta. Aquí, en el burdel Europa, los hombres se vacían, me lo cuentan todo. Mis vestidos están al corriente antes que yo. Olfatean la carne caliente. Cuando la carne de un hombre me llama en su auxilio mi falda se levanta sola. Una empieza por seducir a un joven extranjero. Tres meses más tarde lo comprende. Luego toma partido por su causa. Y al final, una es una traidora a su raza. Ahora ya soy igual que tú, los dos somos la misma basura. (Se abrazan.) Patrón (Interrumpe aplaudiendo.) ¡Bravo! ¡Sensacional! Las famosas moscas de África alrededor de un cadáver y hasta en el rabillo del ojo de un niño. ¡Las moscas africanas! 19 Ludmila Vas a hacerme vomitar. Patrón No te reprimas, querida, vomita a tus anchas. Cada uno de nosotros debe asumir su responsabilidad. Yo cumpliré con mi deber. Ludmila ¡No! Hotel Europa celar al culpable. Señor juez, dicte inmediatamente la sentencia. Juez Todo individuo extranjero, sin documentación, que sea sorprendido cometiendo algún delito, incluso el más pequeño, será expulsado automáticamente y devuelto a su país de origen. Otro Patrón Te has enterado, la culpa es siempre incuestionable. 22 Saïd El sueño de Europa, el sueño de la prosperidad y de la razón, mi gran sueño, una vez más sólo había producido monstruos. 45 Patrón ¡Fuera! ¡A la calle! ¡Apestas! ¡Apestas! Saïd Y allí, en el Hotel Europa, conocí a Ludmila. Y allí, en el Hotel Europa, comenzó mi perdición. Victoria tenía siete años cuando descubrió que era negra y que una negra podía ser despreciada. Durante muchos años odió a los blancos y durante muchos años también tuvo el mismo sueño: era jefe de estación y cuando llegaba un tren cargado con gente blanca manipulaba las agujas para que el tren se despeñase por un barranco. Todos los pasajeros morían. Y ella miraba todos aquellos muertos sin odio y sin amor, impasible. Así se convertía en la negra que los blancos querían que fuera: una negra llena de odio. Pero en realidad en lo que se convertía era en una blanca. 21 Otro Patrón ¡Señor juez, señor juez! ¡Vengo a exigir justicia! ¡Exijo justicia. Señor Juez! Señor Juez, esta noche quise comprobar si mi empleado, un individuo extranjero, cumplía con su obligación de guardia nocturno. Abrí la puerta exactamente a las dos y lo encontré dormido en el suelo. Cogí la fusta y evidentemente le crucé la cara. Y el muy salvaje en vez de levantarse y suplicar perdón, me aferró por las piernas y exclamó: “Arroja ese látigo, o te como vivo”. Señor juez, hay que encar- Aparece el Guardia. Sonríe contemplando a Saïd. Éste finalmente lo ve y se detiene. Saïd ¿Ya puedo pasar? Guardia Sí. Saïd ¿De verdad? Septiembre 2005 La Ratonera / 15 23 Patrón ¿Un hotel? Un antro donde trabajan las chicas que traemos de fuera. Pero, ojo, ninguna relación con ellas. Prohibido. ¿Entendido? Y si pasa algo yo no te conozco de nada. ¿Entendido? Saïd De verdad. 46 Saïd ¿Puedo hacerle una pregunta? Príncipe Arlequino, mis Consejeros me mienten todo el tiempo, por eso quiero que tú, el más humilde de todos mis criados, una vez más, me digas la verdad. Arlequino, ¿qué se dice de mí en la ciudad? Guardia Por supuesto. Arlequino ¿De vos? Saïd Si todos quieren pasar, ¿cómo es posible que en todos estos años que llevo esperando nadie haya intentado entrar? Príncipe Sí, de mí. Guardia Nadie podía entrar porque esta puerta estaba destinada sólo para ti. Saïd ¿Sólo para mí? Guardia Sólo para ti. Por eso ahora, ¡la cierro! La Ratonera / 15 Teatro del Norte 24 Arlequino De vos se dice que sois un príncipe guapo… que tenéis bonitas piernas… Príncipe ¡La verdad, Arlequino! Arlequino También se dice que sois el responsable. Príncipe ¿El responsable? Arlequino ¡Sí, el responsable! Irrumpe el príncipe, llamando. Príncipe ¡Arlequino! ¡Arlequino! arlequino ¡Señor! Príncipe El responsable, ¿de qué? Arlequino De la peste que asola a la ciudad. Teatro del Norte Hotel Europa Príncipe ¿Yo solo? Pantalone ¿Cómo te llamas? Arlequino No, no… También se dice que el señor Dottore, a pesar de la cuarentena, y a cambio de una buena comisión, ha firmado la autorización que permite al señor Pantalone meter sus barcos en el puerto, cargados con sedas de oriente y con la peste. Arlequino Arlequino, señor. Príncipe Gracias por la información, Arlequino. Ahora, llama a mis consejeros. Pantalone A partir de ahora te llamarás Saïd. Arlequino ¿Cómo? Dottore ¿De dónde eres? Arlequino Al momento, señor. ¡Señor Dottore! ¡Señor Pantalone! Arlequino De Bergamo, señor. Dottore y Pantalone ¡Oh, excelentísimo señor! ¡Oh, nobilísimo príncipe! Dottore A partir de ahora serás africano. Príncipe Señores Consejeros, voy a abandonar la ciudad y quiero dejar el poder en vuestras manos. Pero si a mi regreso, dentro de tres días, no habéis encontrado al culpable de la peste, vuestras cabezas colgarán a la entrada del puerto como dos veletas oxidadas. ¿Entendido? Arlequino ¿Cómo? Dottore y Pantalone Entendido, excelentísimo señor. Arlequino ¿Y a quién creéis que los dos corruptos encontraron para culpar de la peste? ¡A mí! ¡Al pobre Arlequino! 47 Pantalone ¡Africano! Arlequino ¡No… (Levanta la máscara.) Yo no puedo tener la culpa de la peste, ¡yo no vivo en el siglo XVI! Dottore ¡Claro que tienes la culpa! Septiembre 2005 Hotel Europa Hotel Europa Dottore ¡Por venir a Europa! Pantalone ¡Y por querer vivir en el siglo XXI! Dottore ¡Eso! 25 La Ratonera / 15 48 Hacer teatro hoy ya no tiene sentido, dicen algunos que viven en este hotel de lujo llamado Europa, y contemplan, después de muchos años de hacer teatro, la indiferencia que los rodea. ¿Qué sentido puede tener hacer hoy teatro en una realidad donde las tensiones son tan agudas y las tragedias tan palpables? ¿No es un modo de cerrar los ojos frente a problemas mucho más graves? Pero detrás de todas estas preguntas inútiles se escon- Pedro de Silva y el teatro de la creencia, también inútil, de que el teatro es sólo un alimento cultural para pueblos bien alimentados. 26 Saïd (Ha cogido la maleta. Se dispone a salir.) Cundo muera acostarme y lavarme bien. Sin charlas idiotas. Y sin moscas. Las conozco muy bien. No olvidar ponerme la mordaza y el algodón en los oídos, en las narices y en el culo. Y, sobre todo, lavarme bien los pies… me llevo al otro mundo toneladas de odio… toneladas… (Deja los zapatos en el suelo. Sale.) 27 Leila se acerca lentamente. Se quita el velo y habla. Leila Estos zapatos abandonados en el frío de una playa son el signo evidente de que el aire aún recibe el cuerpo de los hombres que de pie y sin aviso se doblaron del lado de la muerte. Saúl Fernández Las solapas de los libros suelen vacilar entre el hermetismo y la ilustración a todo color de la vida y de los logros del autor que las preside. Las solapas de los de Pedro de Silva (Gijón, 1945) suelen ser de estas últimas: avasalla la información que contienen y eso se traduce al final en curiosidad bien fundamentada. Cuando cayó en mis manos el ensayo sobre la Transición Las fuerzas del cambio (Prensa Ibérica, 1996) descubrí el lado oscuro del conspicuo patricio gijonés: comenzó en la farándula. Hemos hablado de entonces acá en innumerables ocasiones y en algunas de ellas, a la hora de la merienda, le pregunté por su pasado en la dramaturgia. Se resistía a confesarlo, pero la pertinacia es uno de los dones más preciados entre los curiosos. Fotocopió unas cuartillas mecanografiadas y me dejó leerlas. Se trataba de El condenado, su primera y única incursión hasta el momento en el mundo teatral, según supe después. Llamó mi atención también la circunstancia de que ese guión fuera su primer ejercicio literario, mucho antes de la poesía, mucho antes del ensayo, mucho antes de todo lo demás. La carrera literaria de Pedro de Silva comenzó sobre las tablas del Ateneo Jovellanos de Gijón a finales del verano de 1972. LOS ESCRITORES Y LA CONCIENCIA Entonces Pedro de Silva tenía veintisiete años, ya era abogado y aspiraba a ser un autor reconocido. Se vivían los estertores del Franquismo: en 1968 los jóvenes habían tomado París, México, el fascismo sobrevivía en España, Portugal, el Telón de Acero era infranqueable: los rusos habían aplacado las revueltas de Checoslovaquia, de Hungría… Luis Carrero Blanco fue nombrado Presidente del Gobierno, una manera de aligerar las responsabilidades del Caudillo octogenario. Asturias se llamaba todavía provincia de Oviedo y tenía Diputación. La oposición empezaba a moverse. Pedro de Silva era hijo de su tiempo y aquel tiempo le pilló joven, lo cual suponía todo un incentivo. Con ingenuidad los intelectuales progresistas seguían al ingenuo Celaya y a aquello de que la poesía tenía futuro: todos estaban concienciados, que es el primer paso para la revolución, según explicaron filósofos preclaros del estilo de Marx o de Engels. Los dramaturgos políticamente marcados (si estaban marcados era por un sesgo izquierdista: Pedro de Silva. los de derechas seguían el sistema) escribían para cambiar el régimen y como había que luchar contra la censura se disfrazaban de comediógrafos absurdos: bebían de los autores más franceses que encontraban. París volvía a ser una fiesta, JeanPaul Sartre había apoyado a los estudiantes, Jean Genet era un genio, Michel Butor un gran novelista… La literatura contra el sistema, viva la utopía y cómo mola Jean-Luc Godard. Había que leer a Franz Kafka, ver películas de arte y ensayo… Ser “progres” y a la vez burgueses. España, entonces, tenía cerradas las puertas al progreso porque entonces decir progreso era hablar de Europa. Franco fingía buenas relaciones con sus vecinos septentrionales, pero estaba solo. La Censura era implacable, pero se la podía sortear: llegaban 49 Septiembre 2005 Pantalone ¡Por ser un extranjero! Teatro del Norte ciamiento brechtiano. La intencionalidad política es transparente, es lo que se exigía en aquellos años. La Fundación de Antonio Buero Vallejo –estrenada en 1974– guarda cier- tas similitudes con este primer guión de Pedro de Silva, es decir, el asturiano se adelantó al alcarreño. Ante ustedes, pues, un documento de la historia del teatro en Asturias. El condenado EL CONDENADO La Ratonera / 15 50 En este número de LA RATONEpublicamos la primera obra dramática de Pedro de Silva, El Condenado, que hasta hoy había permanecido inédita. El abogado gijonés Javier Medina la montó a finales del verano de 1972. Se pudo ver en una sola función, en el Ateneo Jovellanos. A esta función los dos letrados responsables la disfrazaron de “ensayo general” con público. El 25 de agosto el Ministerio de Información y Turismo notificó al autor que la Junta de Censura Teatral había “resuelto prohibir la obra” porque incurría “tanto por su contenido como por su forma” en lo que dictaba la norma de censura número 15. Pedro de Silva había presentado un texto con claras influencias de Sartre (A puerta cerrada) o de Kafka (El Proceso). El guión está plagado de interpelaciones al público, distan- EL CONDENADO Pedro de Silva RA 51 Pedro de Silva Notificación de la Junta de Censura prohibiendo El Condenado. Septiembre 2005 traducciones argentinas cargadas de “vos” y “vistes” en maletas de amigos. Leer podía resultar un acto subversivo, por eso el hecho de la lectura se convirtió en un mandamiento entre los bienpensantes. Leer era leer a Marcuse, a Lenin… Todo llegaba tarde a una nación sometida al búnquer de Franco. Sartre había dejado de ser Sartre en los primeros setenta, Musil resultaba novedoso, las canciones de Raimon eran el no va más… Y a todo esto se debía sumar la juventud y la residencia provinciana. Un cóctel poético vertiginoso. Pedro de Silva PRÓLOGO El condenado Pedro de Silva Personajes: La Ratonera / 15 52 Juez 1 Juez 2 Juez 3 Secretario Acusado/Condenado/Preso/Hijo Madre Médico 1 Médico 2 Médico 3 Carcelero Sepulturero Jerarca 1 Jerarca 2 Jerarca 3 Una mesa amplia y sencilla, al estilo de las usadas por los Tribunales de Justicia, que descansa sobre una tarima. Tras ella tres sillas. A un lado una mesa pequeña, casi a ras del suelo, sobre la que hay una máquina de escribir antiquísima. Delante de la mesa del Tribunal, encarada a ella y de espaldas al público, una silla solitaria. Cubre el fondo del escenario un gran lienzo azul del que pende un retrato de una figura regia o laureada y un texto en latín: “Honesto vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere”. Al lado opuesto al de la mesa pequeña hay un tabique con una ventana grande y enrejada. Sobre la mesa del tribunal hay una pajarita de papel. Se oyen murmullos y voces a ambos lados del escenario. La escena sigue vacía durante unos momentos expectantes. Al fin entran los JUECES 1, 2 y 3, que toman sus posiciones correspondientes. Juez ¡Silencio en la sala! (Golpeando con el martillo que hay sobre la mesa.) ¡Silencio en la sala! Por un lateral entra el SECRETARIO, menudo y de gafas, a hurtadillas por su retraso. Lleva casi escondido un bocadillo a medio comer que deposita en la mesa mientras se sienta. Juez Este Tribunal va a proceder seguidamente a leer la sentencia. Rogamos al acusado ocupe su lugar. Por un lateral traen entre dos enormes policías al acusado. Casi en volandas lo colocan en la silla, donde Pedro de Silva queda sentado mientras los policías se retiran. El SECRETARIO furtivamente come el bocadillo. Juez ¡En pie! (El acusado se levanta de un salto. Tras un carraspeo el JUEZ 1 comienza a leer.) “En ... a tantos de tantos de tantos, Nos, Tribunal constituido de acuerdo con las vigentes leyes, tenemos a bien (tose) disponer lo siguiente: Que considerando que el procesado, sin nombre conocido, el día tantos de tantos de tantos, so pretexto de verse forzado a comprar medicinas para su madre enferma y sin recursos... (Levantando la vista y mirando al acusado.) –hoy difunta, que en paz descanse– infringió deliberadamente y a sabiendas los párrafos 1, 2 y 5 del apartado 6º, subdivisión “6” del art. 459 de la vigente ley de delitos económico-monetario-financieros, promulgada por decreto de tantos de tantos de tan...” (El JUEZ 2 ha estado jugando con una bolita de cristal entre los dedos y ésta ha acabado cayendo y rueda estrepitosamente por el escenario. El SECRETARIO la coge y la deja sobre la mesa del Tribunal. El JUEZ 1 tose repetidamente y mira al JUEZ 2 con mirada reprobadora y al SECRETARIO con mirada entre despectiva y disculpante. Luego prosigue.) “... por decreto de tantos de tantos de tantos. Considerando asimismo que no son aplicables al acusado las eximentes contenidas en los epígrafes 7, 9 y 392 de la citada ley. Considerando que en el hecho concurren varias circunstancias agravantes, como son la invocación de una pretendida enfermedad de la madre (mirando al acusado) –que en paz descansa–, para tratar de encubrir sus deleznables tendencias delictivas, y la negación obstinada... (Al decir “obstinada” el juez mira con fiereza al acusado, a la vez que golpea inconscientemente con el martillo sobre la mesa. Al caer en la cuenta tose. Mientras tanto el secretario apura –entusias- El condenado mado– el bocadillo.) ...tendente a impedir la requisa de las medicinas, adquiridas con fondos ilícitamente obtenidos, por las fuerzas del orden público, hecho éste que configura la pésima entidad moral del acusado. Considerando por último el gravísimo daño causado por el delito del acusado a la economía nacional y al bienestar público, Nos, el Tribunal, fallamos: El JUEZ 1 toma un cariz solemne. Mira al JUEZ 3, que casi dormitaba y se incorpora presto. Mira después al JUEZ 2, que repicaba los dedos sobre la mesa y recoge prestamente la mano. Mira por último al secretario, que estaba a punto de dar un mordisco al bocadillo y al percibirse queda petrificado con el idem ante la boca. Enseguida reacciona y esconde el bocadillo. El JUEZ 1 continúa mirándolo fijamente hasta que le fuerza a arrojarlo. Acto seguido el JUEZ 1 tose y se recompone de nuevo. “Que debemos condenar y condenamos al acusado a las penas correspondientes a sus tres delitos en sus grados máximos. Por el primer delito, correspondiente al párrafo 1, apartado 6º, subdivisión “B” del art. 459 de la citada ley de delitos económico-monetario-financieros publicada por decreto de tantos de tantos de tan... (El acusado tose. El JUEZ 1 le mira con gesto reprobatorio. El acusado hace señas tratando de achacar su tos al catarro que parece tener, pidiendo disculpas.) ...por decreto de tantos de tantos, se le impone la pena de 40 años y un día de reclusión mayor. Por el segundo, correspondiente al párrafo 2º del citado apartado, de la citada subdivisión, del citado artículo, se le impone la pena de tres meses de arresto mayor...” (El acusado respira aliviado y saca un pañuelo con el que se seca la frente. El JUEZ 1 menea la cabeza y el JUEZ 2 suelta una risita sádica, que 53 Septiembre 2005 El condenado La Ratonera / 15 54 Pedro de Silva el JUEZ 1 reprueba al tiempo que toma una pose de trance doloroso.) “Por el tercero de los delitos cometidos, correspondiente al párrafo 3º de la antedicha ley, se le condena a ser colgado hasta que muera.” (El ACUSADO deja de secarse el sudor y queda petrificado. Se rehace. El SECRETARIO se quita sus gafas para mejor observar al próximo ajusticiado.) “¿El acusado tiene algo que decir?” Juez (Interrumpiéndole con flema.) Sr. Presidente, veamos qué nos quiere preguntar... Acusado (Entre dientes.) Yo... decir... (Gesticula.) Mi madre... yo tenía... (Queda parado en seco un instante. Luego, con voz firme.) No. No tengo nada que decir. (Queda pensativo.) Condenado Quisiera saber si la condena de 40 años debo cumplirla antes o después de la de muerte. (Se oyen risas en los laterales del escenario.) Juez (Golpeando la mesa con el martillo al tiempo que se levantan los tres jueces y el secretario, que no deja de mirar al acusado –desde este momento se llamará CONDENADO–. El JUEZ 3 parece distante o molesto. El JUEZ 2 juega nerviosamente con el cordón de su manto.) Este Tribunal declara... Condenado (Interrumpiendo tímidamente.) Perdón, Sr. Juez... (El JUEZ 1 le mira asombrado. El JUEZ 2 deja de jugar con la borla y el JUEZ 3 toma repentino interés en el caso.) Quisiera preguntar algo... Juez Pregunte sin temor. La Justicia no cierra jamás sus puertas a nadie, ni aun al condenado, ni aun al réprobo, ni aun al que antepone al bienestar y al pan de las gentes torpes intereses personales. Ni aun al más despreciable y sucio de los mortales cierra sus puertas la Justicia. Antes bien, abre amorosa sus brazos para... Juez (Algo molesto.) Ah, sí... pregunte usted.. pregunte sin temor. Juez (Desconcertado.) Cómo... cumplir... ¡Después, naturalmente! (Nuevas risas.) ¡No, antes! (Risas.) Quiero decir... (Cayendo en la cuenta de su resbalón y tratando de arreglarlo.) Que ni antes ni después. Se trata tan sólo de una condena fijada con la finalidad de que ningún delito pueda escapar a la mano implacablemente justa de la Justicia; de que ninguno de sus horrendos crímenes quede impune. Así, aun cuando no viva para verlo, la conciencia social será testigo de que a cada infracción le corresponde su castigo, y esta condena incidirá en los ánimos de las gentes hasta que un día el derecho sea rey y señor de un mundo nuevo y perfecto donde el delito no exista... (Queda pensativo.) Sí, donde el delito no exista. Condenado (Asombrado.) ¡Ah...! Juez (Solemne.) Este Tribunal declara concluido el caso. (Golpea la mesa con el martillo mientras el secretario Pedro de Silva El condenado enfunda la máquina y recoge el bocadillo que estaba desparramado por el suelo. El mismo JUEZ 1 mira hacia el letrero del fondo con orgullo.) “Honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere”. El JUEZ 2 asiente mientras juega con el martillo. Acto seguido se retiran. El JUEZ 3 entre displicente y abatido. El JUEZ 2 algo encogido y dando pasitos cortos al tiempo que juega con el cordón. Suena música solemne y marcial. Quedan en escena el SECRETARIO y el ACUSADO. Éste sigue sentado de espaldas al público. El secretario se le acerca y le mira con cierto detenimiento, aunque sin dejar de comer. El acusado le mira y entonces el secretario, azorado, saca un trapo del bolsillo y se pone a limpiar la mesa del Tribunal. Entran los enormes policías y, sin decir palabra, se llevan en volandas la silla, con el acusado encima. Secretario (Avanza hacia el público y se encara con él.) A mí me apenan estas cosas... (Da un mordisco.) Me apenan mucho. Pero... qué se le va a hacer... (Otro mordisco.) La Justicia... es la Justicia. (Se dirige a la mesa del Tribunal y comienza a limpiarla. Acto seguido coge el martillo y se sienta al borde de la tarima, mientras continúa su interminable bocadillo.) Además... quién le manda ser tan canalla y tan ladrón... y asesino y todo lo peor de lo peor. Le está bien empleado. (Golpeando en la tarima con el martillo.) ¡A muerte! (Acaba el bocadillo, se sacude las manos, se pone de pie y dice sentencioso y solemne:) “Suum cuique tribuere”. TELÓN ACTO ÚNICO ESCENA I A un lado del escenario el corte de un tabique de la cárcel, con una ventana enrejada. Al otro el tabique opuesto, en el que hay una puerta y al que está arrimada una cama. Al otro lado de la puerta hay una silla, que se supone dispuesta para el carcelero. La celda está iluminada por una luz modesta pero suficiente. Hay varias inscripciones grotescas en los tabiques y en el suelo una jarra y una barra de pan. Es de noche. La luz de la celda está encendida. El preso lleva una camisa rayada de presidiario sobre su propia camisa blanca. Preso (Mirando a través de los barrotes. Aspira el aire que entra por la ventana.) Hermosa noche... (Pensativo). Ahí fuera hace una hermosa noche... (Mirando su camisa de presidiario.) Ahí fuera... (Dirigiéndose al público y encarándose con él.) ¡Ah! Están ustedes ahí. Hermosa noche ¿no es cierto? (Cayendo en la cuenta.) ¡Oh, perdónenme! ustedes querrán saber ¿no es verdad? Querrán saber qué me ocurre, por qué estoy aquí, qué horribles crímenes he cometido. (Gesticulante.) Todos quieren saber... cuando alguien padece. Todos quieren que se les explique, pues todo debe tener explicación... ¿Cómo puede uno sentirse seguro en un mundo sin explicaciones...? Si yo estoy así debe ser por algo... Tranquilícense. Yo he cometido, supongo, crímenes horribles, espantosos delitos. ¿Les basta con que les diga esto? No, claro que no, ustedes querrán conocer los más mínimos detalles de mi delito... perdón, mis delitos. (Burlón.) Los párrafos 1, 2 y 3 del apartado sexto, subdivisión “B” del art. 459 55 Septiembre 2005 El condenado Pedro de Silva de una de tantas leyes vigentes. (Se sienta en la cama.) Todos quieren saber. Al fin y al cabo justificando los males del prójimo ponemos a cada efecto su causa... y, ya saben, cada hecho causado exige otro hecho que lo cause. Al menos eso dicen las leyes metafísicas, físicas y... teológicas. Leyes... ¡leyes! (Esconde el rostro entre las manos. De pronto vuelve en sí, se pone de pie de un salto y se encara de nuevo al público.) ¡Oh, perdónenme de nuevo!, les estaba aburriendo. (Dinámico.) Bien, les contaré con todo detalle. Verán cómo todo tiene explicación. Todo ocurrió un día, hace de esto algún tiempo. Hacía una hermosa tarde, demasiado calurosa quizás... era julio. Llegaba yo a casa cuando... 56 Empieza a sonar una musiquilla suave y estival. Se va haciendo el oscuro. La Ratonera / 15 ESCENA II Mismo decorado de la escena anterior, excepto la silla, que ahora está dentro. Se va iluminando la escena, pero la luz no proviene de la bombilla de la habitación, sino que se filtra a través de la ventana. Hay un atardecer sangriento y caluroso. En la cama yace la MADRE, que gruñe y se mueve, molesta. Suena la misma musiquilla del final de la escena anterior. Al poco aparece en escena el HIJO, que viene en mangas de camisa, sudoroso y alegre. En una mano lleva un pañuelo para enjugarse el sudor y en la otra una trompetilla de las usadas en los cotillones. Hijo (Canturreando. Abre la puerta con la llave.) ¡Vaya ca- lor! (Entrando.) Madre, ¿estás ahí...? hace un calor horrible... (Mira hacia la cama y la ve, tumbada y dolorosa. Guarda la trompetilla en el bolsillo.) Madre... ¿qué pasa...? ¿qué te ocurre? (Arrodillándose junto a la cama.) ¿Qué tienes...? (Inquieto.) ¡Madre...! Madre (Mirándole.) Aaaahhh... (Trabajosamente.) Hola hijo... Hace calor, ¿verdad...? Hijo (Alarmado.) ¡Madre, dime qué te ocurre, qué tienes...! ¿Dónde te duele...? Habrá que llamar al médico... sí, un médico. (Se levanta y camina hacia la puerta.) Madre ¡Espera, hijo...! No te vayas... Hijo Pero... Madre (Tratando de tranquilizarle.) No te preocupes. El médico vendrá. Los médicos siempre vienen. (Pasándole la mano por la frente.) Qué calor, ¿eh? Entran sin llamar los MÉDICOS 1, 2 y 3, en fila india, serios, diligentes y peripuestos. Médicos (A coro.) ¡Vaya calor! El MÉDICO 1 aparta violentamente al HIJO y se pone a auscultar a la MADRE. El MÉDICO 2, mientras tanto, comprueba los reflejos de las rodillas. El MÉDICO Pedro de Silva 3 examina junto a la ventana con un microscopio la barra de pan que estaba sobre la jarra. El HIJO trata de contemplarlo todo, perplejo. Médico El ritmo cardiaco es correcto. La temperatura alta pero nada alarmante. Todo bien. La respiración... (Acerca más el oído al estetoscopio.) La respiración... (Alarmado.) ¡La respiración... no tiene! Ah, sí, pero muy débil... muy débil. Hijo (Alarmado.) Usted cree que... Médico (Tajante.) ¡Yo no creo nada...! Es la ciencia la que cree, la que dictamina, la que condena o absuelve. La ciencia me dice que su madre está enferma, muy enferma. (El MÉDICO 2 sigue buscando los reflejos de la rodilla. A él se dirige el MÉDICO 1.) ¡Deje eso! (El MÉDICO 2 recoge las manos y deja el martillo sobre la cama.) El caso es grave. Deberá tomar enseguida esta medicina... (Escribe.) Una cucharada cada media hora. (Le entrega el papel al hijo.) Hijo (Tímidamente.) ¿Es...muy cara? Médico (Brusco.) Yo soy el portavoz de la ciencia, no el comerciante. Ante la ciencia no caben nimiedades de ese tipo. La ciencia seguirá su camino a pesar de todo y de todos hasta que llegue el día en que se habrá edificado un mundo nuevo y perfecto donde no habrá enfermos... (Queda pensativos.) Sí, donde no habrá El condenado enfermos pero sí médicos que velen constantemente para ello. Un mundo nuevo. (Bajando el tono.) Le diré, no obstante, que el precio de la medicina es de unos noventa... Hijo (Esperanzado.) ¿Centavos? Médico (Indignado.) ¡Dólares! (Despectivo.) Centavos... centavos... Hijo ¡Dólares! ¡Dólares...! Pero... (Suplicante.) Eso no es posible. De dónde voy a sacar noventa dólares. (Se busca en los bolsillos. Saca dinero. Lo cuenta.) Tres... ¡tres dólares! Sólo tengo tres dólares. 57 Médico (Despegado.) Eso es su problema y no el mío. Yo dictamino la enfermedad e indico su remedio. El buscar ese remedio es cosa suya. No se olvide: soy su médico, no su amigo. No soy yo quién para aconsejarle cómo conseguir ese dinero. La ciencia no puede detenerse ante este tipo de obstáculos. La misión de la ciencia es abrir nuevos caminos a la investigación y al progreso. Buscando sin descanso la senda que conduzca a un mundo donde... Médico (Tras examinar el pan con el microscopio se ha puesto a mirar tristemente por la ventana. Interrumpiéndole.) Doctor... vámonos ya... se hace tarde. Septiembre 2005 El condenado Médico (Molesto.) Sí... es verdad. Es tarde. En cuanto a usted no olvide que se lo he advertido. Si no se le aplica esa medicina, su madre... (Mueve la cabeza significativamente.) Vámonos. Adiós. Hijo (Desolado.) Espere... (Cogiendo al MÉDICO 1 por la chaqueta, hasta que éste le suelta despectivamente.) Espere... (Dirigiéndose al MÉDICO 2, que al darse cuenta se pone a recoger apresuradamente sus utensilios.) Espere, no se vaya... Médico Adiós. La Ratonera / 15 58 Hijo (Dirigiéndose al MÉDICO 3.) Yo no tengo dinero... algo se podrá hacer... Médico (Comprensivo pero impotente.) Lo siento... (Le da el microscopio.) Tenga... Es todo lo que poseo. Yo no podría... yo no sabría... (Resuelto.) No podría hacer otra cosa. (Mirándole a los ojos.) Hoy... hará una hermosa noche... Adiós. Hijo (Resignado.) Adiós. (Cierra la puerta. Se dirige a la ventana. Mientras mira por ella, inconscientemente se tropieza con la trompetilla verbenera que había guardado en el bolsillo. La mira, la toca por última vez, y acto seguido la arroja por la ventana. En voz baja.) Una hermosa noche... (Se dirige hacia su madre.) Madre... madre... Pedro de Silva Madre (Tranquila.) ¿Qué, hijo? Hijo Los médicos han dicho que... hoy hará una hermosa noche... Suena una música suave pero no triste, mientras se hace poco a poco el oscuro. ESCENA III El mismo decorado excepto la silla, que está de nuevo fuera. Es de noche. Se ilumina la escena con la luz de la bombilla y vemos al PRESO junto a la ventana, abrochándose los botones de la camisa rayada mientras mira a través de las rejas. Preso (Con melancolía.) Una hermosa noche... (Encarándose al público.) Bien, ya conocen mi historia. Por el microscopio me dieron cinco dólares, que unidos a los tres que yo tenía ahorrados hicieron ocho. El resto pueden suponérselo. Mi madre empeoraba y yo al principio me pasaba las horas junto a ella, mirando la calle por la ventana. Un día empeoró de pronto y sufría mucho. No pude soportarlo más y me marché en busca de una solución. Me detuvieron enseguida. (Gesticulando y paseándose por la celda.) Sí, ya sé que debió ser algo horrible lo que hice, algo que debería cubrirme de vergüenza. ¡Un delito...! Yo, atentando contra las leyes... las leyes... (Pensativo.) A veces me pregunto quién las habrá hecho... porque... alguien Pedro de Silva El condenado debe haber sido. ¡Cualquiera sabe! En fin, que me detuvieron y me encerraron en seguida, sin embargo... (Entre tímido y sonriente.) Aquella noche, en el calabozo... recuerdo que dormí bien, tranquilo... ¡qué cosas! Yo durmiendo tranquilo después de haber cometido un delito tan despreciable. (Acercándose a la ventana. Queda mirando largo rato a través de los barrotes. Se oye una música suave y pacífica.) ¡Vaya noche ahí fuera...! (Se detiene la música. Pensativo.) A veces... a veces pienso que la noche sólo es hermosa cuando está ahí fuera... Yo nunca he estado dentro de una noche hermosa... (Dirigiéndose al público, ilusionado.) ¿ustedes sí? Debe ser preciso tener mucha hermosura para participar de una noche así. Si no... se está fuera... fuera... (Rehaciéndose.) ¡Fuera, dentro, qué tonterías digo! (Ve el pan. Lo parte y va a hincarle el diente cuando cae en la cuenta de algo y aparta la barra de la boca. Chistoso.) ¡Qué cosas! Puedo comer el pan o dejarlo: soy libre... (Ríe.) ¡Soy libre! (Se acerca a la ventana. Hace migajas y saca la mano entre los barrotes.) ¡Pío, pío, pío...! ¿Queréis pan, pajaritos... del señor? (Perplejo.) ¿Del señor? (Decidido.) ¿Queréis pan, pajaritos...? ESCENA IV Se oye picar a la puerta de la celda. El PRESO sigue echando de comer a los pájaros. Los golpes insisten. Al otro lado de la puerta es el carcelero quien golpea. Lleva un enorme portallaves colgado al cinto y come un bocadillo. Preso (Escondiendo el pan debajo de la cama.) ¡Ya va, ya va! (Asomándose a la mirilla de la puerta. Con sorna.) ¡Vaya, si tengo visita! Que aproveche, señor carcelero. Es un honor. Carcelero (Da un mordisco al bocadillo.) Calla, perro, que no estás en lugar propio para burlas. Ve metiéndote en tu cama y apaga la luz. La cuenta de la electricidad subió mucho el mes pasado. (Da un nuevo mordisco al bocadillo.) No puedes dormir, ¿eh? Estás nervioso. No me extraña. Pronto estarás... colgado. Preso Espere... No se vaya. (Suplicante.) No he querido ofenderle. (Sugerente.) Déjeme hablar un poco con usted... Carcelero Bueno... (Da otro mordisco al bocadillo.) 59 Preso Dígame, ¿por qué me ha dicho todo eso de que me van a colgar? Yo sé que lo harán, pero... ¿Por qué ha tenido que decirlo? Carcelero (Avergonzado.) Perdona, en realidad no sé por qué he dicho eso. Quizá... porque todos los carceleros lo dicen..., no sé. Así debe ser, supongo... Preso Tienes razón. Tú eres el carcelero y debes desempeñar bien tu papel. Yo... soy el condenado y debo esmerarme en el mío. Eso es lo importante: jugar lo mejor posible el juego que nos ha tocado. En realidad tú estás tan condenado como yo, sólo que yo estoy condenado a condenado. Esa es la diferencia que nos se- Septiembre 2005 El condenado para... y nos une. (Suspira. Pasea por la celda.) Carcelero Eres un preso raro. Dices cosas extrañas que no comprendo del todo. ¿Por qué te van a colgar? Has matado... o robado... ¿Qué has hecho? Nadie está aquí por bueno ni por santo. Preso Yo soy culpable. Soy culpable de todo... de ser condenado. Soy culpable de tener que morirme. Yo soy el culpable y basta. Soy un condenado... las leyes lo han dicho. La Ratonera / 15 60 Carcelero (Enigmático y pensativo.) Las leyes... Preso Sí, las leyes. Ellas hacen y deshacen todo. En realidad yo soy un condenado desde que nací. Se nace condenado como se nace cartero o abogado o médico... o juez... o carcelero. (Con énfasis e ironía). Además... siempre tendrá que haber condenados para que haya personas... libres... Las leyes hacen el resto; en realidad no hacen sino vocear lo que ya es... y velar por si alguno trata de escaparse sin condena... Carcelero (Se aparta de la mirilla asustado y despectivo.) Estás loco... (Saca una novela del bolsillo trasero y se sienta en la silla a leerla. Entre dientes.) Condenado loco... Preso Nadie está loco. Se ven cosas distintas o de un modo distinto. O, simplemente... se ven. El verdadero loco Pedro de Silva es un hombre que se ha ido. Es un evadido de presidio del que nadie sabrá nunca. A veces quisiera estar loco, fugarme yo también. Pero sólo pocos, muy pocos, lo consiguen... Carcelero (Que no consigue leer. Se levanta y se asoma a la mirilla.) ¡Cállate ya, perro condenado! Estás nervioso, eso es. Ya pronto te colgarán... ¡Bah! (Se despega de la mirilla y se vuelve a sentar. Se acuerda del bocadillo. Lo busca, lo encuentra y se pone a comerlo rabiosamente, mientras gruñe.) Preso (Compasivo.) ¡Pobre diablo! (Se acerca a la ventana. Comienza a oírse una musiquilla suave y plácida. Hay una larga pausa en la que el PRESO mira a través de la ventana, mientras fuera de la celda el carcelero gruñe y come.) Voces al fondo ¡Las doce! ¡Se apagan las luces! Se apagan. La música aumenta poco a poco de volumen. Por la ventanuca enrejada se filtra una diáfana claridad de luna. Pausa. Preso Otra noche hermosa que quiere entrar en la celda... ¡Ah!, qué paz. Luna, cielo arriba, estrellas. (Como despertando de pronto. La música se interrumpe. A gritos.) ¡Carcelero!, ¿sabes lo que es una estrella? (Pausa. El carcelero gruñe algo ininteligible. Vuelve la música. Se para de nuevo. Gritos otra vez.) ¡Carcelero!, ¿dónde está la luna? Pedro de Silva Carcelero (Entre dientes.) Una luna... una estrella... (Da un mordisco a su interminable bocadillo, despectivo.) ¡Loco...! Preso (Insistente.) ¡Carcelero!, ¿qué es una estrella? Carcelero (Se levanta de un salto, enojado.) ¡Vete al diablo! (Se asoma a la mirilla.) Preso Carcelero... (Suave.) ¿Qué es un diablo? Carcelero (Enfurecido.) ¡Un diablo eres tú, perro condenado! ¡Un maldito diablo que ni vivirá mucho ni deja vivir a los demás! Preso (Encarándose al público.) Bien... Todo está mejor ahora... ¿ustedes ven? El carcelero ya es un carcelero, gruñón, hiriente y detestable. Y el condenado... el condenado va tomando al fin traza de tal, con la hiel de la muerte a flor de labios y la amargura del camino que a ella conduce en cada gesto. Como ven todo va configurándose con las hechuras que le corresponden. Todo va llegando a su estado perfecto, honesto, hermoso... justo. (Tomando en sus manos la barra de pan que tenía escondida debajo de la cama.) Todos hemos nacido hace algún tiempo, con la cabeza por delante y los ojos muy cerrados, como negándose a mirar en torno, y tal vez sea ese el primer instinto que el vientre materno nos dicta. Luego resulta que unos aprietan las llaves en su mano y otros... las rejas. A los primeros El condenado corresponde cerrar las puertas y a los segundos... tratar de abrirlas. Unos y otros serán buenos si están en su papel y saben llevar con buena escena aquello que les compete. (Mostrando la barra de pan.) ¿Ven ustedes este pan? Está hecho con trigo y por eso es blanco; está amasado a mano y por eso es sabroso. ¿A qué razón habríamos de pedirle que fuese rosado o tuviera muescas de máquina en su corteza? Vedlo... (Lo muestra.) Es un buen pan... Carcelero (Irritado.) ¡No te callarás, perro! ¿Hasta cuándo habré de soportar tu cháchara roncona? No hay quien duerma en esta cárcel. ¡Menos mal que pronto te columpiarás al sol con la lengua fuera! (Sigue mascullando palabras ininteligibles.) 61 Preso (Sigue encarándose al público.) ¿Ustedes oyen...? (Complacido.) ¡Éste sí es un carcelero...! (Dirigiéndose al carcelero.) ¿Tú tampoco duermes, puerco...? (Queda a la escucha.) Carcelero ¡Grita, grita, perro, que te queda poco! ¡Muy poco...! Preso (Ríe complacido.) ¡Ajá...! Bueno, muy bueno... un carcelero magnífico, honesto... justo... hermoso. Sí, esa es la palabra: hermoso... muy hermoso... (Está sentado en la cama. Comienza a sonar una música suave y festiva. Tiende las piernas sobre la cama. Vuelve la cabeza y habla mientras va recostando el resto del cuerpo.) Hoy dormiré tranquilo... como aquella vez... (La luz de la ventana va disminuyendo y la música aumentan- Septiembre 2005 El condenado Pedro de Silva do, mientras sigue hablando tenuemente.) Como aquella vez... que hablabas dormido y has despertado a media prisión. Vuelve a dormir y procura callarte... La música alcanza un volumen elevado, al propio tiempo que se hace el oscuro. Preso (Casi para sí.) ¡Oh!... he tenido una pesadilla horrible... (Sentándose en la cama.) Horrible... ESCENA V El mismo decorado que en la escena I del primer acto. Es de noche. El preso duerme. Una débil claridad se cuela por la ventana enrejada. Respira tranquilo. De pronto se remueve inquieto y ronca. Afuera duerme el carcelero sentado sobre la silla. La Ratonera / 15 62 Preso (Duerme inquieto, moviéndose. Se incorpora de pronto.) No... ¡No!... ¡Eso no!... ¡¡Eso no!! Carcelero (Se despierta y se levanta de un salto con gran ruido de llaves.) ¿Eh?... ¿Qué pasa?... ¿Quién grita? (Asomándose por la mirilla de la puerta y viendo que es el preso quien grita sentado sobre la cama.) Ah, eres tú. Tranquilízate perro, que armas más charanga que un torturado. Preso (Calmándose y frotándose los ojos.) Ah... ¿qué ocurre?... Carcelero (Que se ha sacado de un bolsillo pan y del otro chorizo y se está preparando un bocadillo ante la puerta.) Nada... Carcelero (Repentinamente interesado, sigue haciendo el bocadillo.) ¿Pesadilla?... ¡vaya!... nuestro extraño preso también tiene pesadillas... ¡je!... Y ¿qué soñabas? ¿Quizás que te tostabas al sol con una soga en el cuello?... ¡je, je! (Asomándose a la mirilla.) ¿Soñabas eso? Preso Soñaba... que me indultaban... Carcelero (Que iba a hincar el diente a su enorme bocadillo. Parado en seco.) ¡Eh!... (Mirando por la mirilla.) ¿Que te... qué? Preso (Automático.) Que me indultaban... Pedro de Silva El condenado la vida... Y sin dejar de ser muerto. (Acercándose a la mirilla). No lo entiendes... No te absuelven, tan sólo te permiten quedarte. Es como decirte “mereces la muerte... pero quédate con vida”. Además... ¿qué clase de condenado sería si me indultasen? Carcelero (Coge temeroso las llaves, pero sin dejar de mirar al PRESO. Las recoge y se va de escena gritando, mirando a cada paso hacia atrás.) El... el diablo... el diablo en persona... ¡El diablo...! ¡El diablo...! Carcelero (Come el bocadillo con rabia.) Cada vez enloqueces más... (Escupe.) ¡Puaf,... perro loco! (Volviéndose a la mirilla.) ¡Sí!, ¿condenado y bien condenado! (Muestra las llaves haciéndolas sonar.) Y aquí... tengo la llave de tu condena. Preso (Pasea tristemente por la celda y empieza a sonar una musiquilla.) El diablo... (Sonríe.) Eso eres tú, carcelero: un diablo; ¡un pobre y obstinado diablo! ¡Pobre carcelero! (Con una sonrisa triste.) Hoy... temo que se te indigestará el bocadillo. (Se acerca de nuevo a la jarra, se sienta en la cama y trata de extraer agua con el bote de antes. Al fin lo consigue. La acerca a los labios. La escupe asqueado y la música cesa de repente.) ¡Puaf!, está podrida. Dios sabe cuánto llevará dentro de la jarra... encerrada dentro de la jarra... (Va tomando aire pensativo.) Todo acaba pudriéndose cuando está encerrado... todo... (Una música de redoble comienza a oírse tenuemente e irá aumentando progresivamente hasta hacerse molesta al final de la escena. Al mismo tiempo la luz irá aumentando poco a poco. El protagonista coge la jarra entre sus manos. Hablando con ella.) Encerrada... tú fuiste algún día arroyo u ola y ahora... te pudres. (Se pone de pie con la jarra entre las manos.) Y ahora tengo... en mis manos tu destino... ¡La llave de tu destino! (Va tomando cada vez más un aire trágico.) ¡Ohh... todos tenemos llaves...! ¡Todos! (Enfureciéndose de repente.) ¡Agua... sé libre! ¡Agua... vive, vive...! (Estrella la jarra contra el suelo.) ¡Vive! (Contempla un momento el agua en libertad.) ¡Sé libre...! (Cayendo en la cuenta de algo y dirigiéndose a la ventana enrejada con ansiedad.) Libre... libre... ¡libre! (Comienza a arrancar los barrotes con desesperación. La escena se sigue iluminando y los redobles aumentan.) Pudrirme... Preso (Se acerca a la jarra y trata de coger agua con una lata.) Y de la tuya... También de la tuya. (Sonriente.) Yo soy un condenado, que ya nada puede hacer. Pero tú... (Agrio.) Tú tienes las llaves de la libertad de los otros. Tú puedes decidir mi muerte... o mi fuga. (Compasivo.) ¡Pobre carcelero! (Se acerca a los barrotes de la mirilla.) Tu carga sí es pesada. Y no es fácil sacudirla... (Pensativo.) Si tú supieras lo consolador que es saber que van a matarle a uno y no se puede hacer nada para evitarlo... (Sentencioso.) Tus llaves pesan, carcelero... pesan... Carcelero (Incrédulo y asombrado.) ¿Que te... indultaban? ¿Y eso es para ti una pesadilla?... ¿Qué es lo que esperas perro...? El CARCELERO le ha escuchado absorto y temeroso, con las llaves todavía levantadas. Al decir el preso su última frase las llaves le caen al suelo. Queda petrificado. Tiene el bocadillo en un bolsillo. Preso (Pasea por la celda.) No espero nada. Por eso soy un condenado, porque no espero nada. Y menos que me indulten. (Pensativo.) Debe ser horrible ser indultado. Es... como un muerto al que obligan a volver a Preso (Provocador.) Vamos, carcelero, recoge tus llaves... vamos... ¿Tienes miedo, acaso? (Despectivo.) Vamos, cógelas. No basta con dejar caer las llaves para librarse de su peso. Esa... es tu condena. 63 Septiembre 2005 El condenado 64 Pedro de Silva no... no. (Se dirige al otro lado de la celda. De una patada abre la puerta y la saca de uno de sus quicios.) ¡No quiero pudrirme! ¡No quiero! (Se dirige al otro lado de la celda. De otra patada derriba parcialmente el decorado.) Soy... libre... ¡soy libre! (Cae en la cuenta de que lleva camisa de presidiario. Se la arranca furiosamente.) Fuera... ¡fuera!... ¡soy libre!... (Se arranca también su camisa blanca. Se encuentra con su piel.) Pudrirme no... ¡debo ser libre! (Trata de arrancarse su propia piel. Cae de rodillas. Tiene el torso semidesnudo.) Debo... (Se encoge y esconde la cara entre las manos. La música ensordecedora ha cesado de repente. La luz ilumina totalmente el escenario. Llora. Pausa larga para su llanto. Al fin comienza a rehacerse, como si saliese de una pesadilla.) ¿Qué... he hecho...? (Mira alrededor, sigue de rodillas.) ¿Qué... he...? (Avergonzado de sí mismo.) Soy un estúpido..., un pobre diablo..., un perro... condenado. (Mirando al público.) La libertad... no se pierde detrás de unas rejas. (Rehecho.) La libertad... se gana en otros campos de batalla... La Ratonera / 15 EPÍLOGO El fondo del escenario está cubierto por un gran lienzo decorado con dibujos que simulan criptas y panteones. El escenario será un cementerio. En primer plano, a la derecha, un cerquillo de madera al estilo de los existentes alrededor de las tumbas. Luz de atardecer. En primer plano, junto al cerquillo, el SEPULTURERO clava unas maderas: construye un ataúd. Entre golpe y golpe muerde un enorme bocadillo. Así durante un rato. Después entran por un lateral los tres JERARCAS. Su indumento es el usual de estos personajes: frac, chistera, bandas, enormes me- Pedro de Silva dallas, etc. La traza física se corresponde con la de los jueces o los médicos. Se colocan expectantes al fondo del escenario. Jerarca (Saca apresuradamente de debajo del frac una bandera plegada.) ¡Aquí está...! Jerarca (Al cabo de un rato. Al oído del JERARCA 2, que jugaba con su enorme medalla.) Bis, bis, bis... bis. (El JERARCA 2 se acerca al SEPULTURERO.) Se dirigen los tres hacia la camilla y comienzan a extender la bandera sobre la sábana. El JERARCA 2 no resiste la tentación y levanta el lienzo para ver la cara del muerto. El JERARCA 1 le corrige. Luego se retiran de nuevo al fondo del escenario. Nueva pausa. Jerarca (Al SEPULTURERO.) ¿Aún... falta mucho? Sepulturero (En voz baja.) Bis, bis, bis, bis, bis, bis, bis... Jerarca (Se acerca de nuevo a su grupo.) Dice que le habían dicho madera de pino, y si ahora queremos que la haga de caoba tendremos que esperar. (Siguen esperando. Al rato entran los policías del principio, portando una camilla sobre la que yace un hombre cubierto por una sábana. La depositan en la parte delantera del escenario. Los uniformes que llevan son ostensiblemente distintos a los del principio. Antes de retirarse saludan a los JERARCAS. Pero uno de ellos lo hace con la mano izquierda y el otro con la derecha. Este último se corrige azorado, mientras el JERARCA 2 le fulmina con la mirada y mueve la cabeza. Después de que se retiran hay una pausa en la que no hay acción, salvo los martillazos y mordiscos del SEPULTURERO y los gestos de impaciencia de los JERARCAS. Al fin el JERARCA 1 recuerda algo de pronto.) Jerarca (Al oído del JERARCA 2.) Bis, bis, bis, bis... Jerarca (Consulta su reloj. Toma una decisión. Dirigiéndose al JERARCA 2.) El discurso... (Alarga la mano. El JERARCA 2 le tiende un papel enrollado. Lo desenrolla. Tose. Mira alternativamente a unos y otros JERARCAS, que toman actitud solemne. Los martillazos del SEPULTURERO prosiguen. Comienza a leer el discurso con profusión de gestos y tono grandilocuente.) Hoy tenemos un (con énfasis) pro...fundo dolor al asistir a las exequias de la última víctima del régimen (con fiereza) opresorrr que hasta ahora impuso su yugo (con gesto desfallecido y bajando el tono) sobre nosotros. Hoy, que la revolución ha triunfado, no sabemos si llorar, (torturado) agobiados por la tristeza, (liberado) o henchidos de alegría. Tristeza porque un hombre, un luchador por la justicia, (desolado) ha sido monstruosamente ejecutado. (Un silencio. Luego, de pronto.) Alegría porque ha llegado la hora de la liberación del hombre; ha comenzado una nueva etapa de la historia de la humanidad. (A partir de este momento la luz irá aumentando sobre el SEPULTURERO, que continúa martillando cada vez con más brío y ruido. El fondo del escenario, donde están los JERARCAS irá quedando a oscuras.) Hoy queda abierta la puerta... para la construcción de un nuevo mundo. Un mundo distinto y perfecto donde no haya lu- El condenado gar para la injusticia. Una nueva era de progreso económico, social y humano nos espera. ¡Nunca más el hombre será humillado! (La voz se va haciendo histérica, confusa, apresurada, distante. El lugar de los JERARCAS está ya completamente oscuro.) Nunca más volverá a ser oprimido, nunca más soportará sobre sus hombros el peso de los poderosos. (Los martillazos aumentan de volumen hasta hacerse ensordecedores y anular la voz del JERARCA 1. Las últimas palabras que se oyen son:) ¡Un mundo nuevo! Luego los martillazos anulan todo sonido. La luz se concentra totalmente sobre el SEPULTURERO. Cae el telón. FIN 65 Septiembre 2005 El condenado El Peer Gynt de Ibsen en Noruega José Luis Campal Fernández 67 selo si no se casa con ella. Aunque la perspectiva de heredar el reino le atrae, Peer comprende que acabará por convertirse también en monstruo y consigue escapar. Posteriormente se encontrará con la hija del rey de las montañas, que ha tenido un hijo monstruoso de la esporádica unión entre ambos. Tras la muerte de Ase, Peer viaja a África donde se convierte en tratante de esclavos y mercader. Tomado por profeta, un jeque lo aloja en su séquito, pero él secuestra a la bella Anitra, que finalmente escapa de sus garras, dejándole a su suerte en el desierto. Poco después Gynt vuelve con sus riquezas a su país, pero una tormenta hunde su barco frente a las costas y su regreso se demorará aún más. Pasados veinte años es un hombre cansado, que se encuentra con un extraño personaje, la Sombra, que de alguna manera siempre ha estado presente en sus aventuras. La Sombra le hace ver que su destino está en brazos de la mujer enamorada que aún lo espera, Solveig. Finalmente, el aventurero regresa y encuentra la redención en los brazos de aquella que siempre lo había esperado y lo acuna en sus brazos mientras le canta una nana”. Las ilustraciones que acompañan a estas líneas pertenecen a la función que ha subido recientemente a las tablas en Bergen. Septiembre 2005 La Ratonera / 15 66 La ciudad nórdica de Bergen, donde Henrik Ibsen vivió y escribió en 1867 su Peer Gynt (al que puso música entre 1873 y 1875 el compositor Edvard Grieg), ya celebra por todo lo alto el primer centenario de la muerte de su principal dramaturgo, que se conmemorará oficialmente el año próximo, concretamente el 23 de marzo. El Teatro Nacional de Bergen tiene actualmente en cartel, con dirección de Robert Wilson, el unánimemente considerado como drama nacional noruego. Dividida en cinco actos, la acción de Peer Gynt ha sido sintetizada por Martín Llade del modo siguiente: “Peer Gynt es un travieso muchacho de aldea que sueña con ser rico y poderoso, pero en el que subyace también un alma de artista. Sin embargo sus vecinos no dejan de quejarse de su comportamiento, para disgusto de su madre, Ase. Peer acude a una boda, donde conoce a Solveig, pero el rechazo inicial de la muchacha le obnubila y secuestra a la novia, Ingrid, en plena ceremonia, para abandonarla después en unas montañas. Posteriormente, Peer seduce a la hija del rey de las montañas y los trolls amenazan con comér- José Luis Campal Fernández RIDEA La Ratonera / 15 68 La escritura teatral contemporánea ha encontrado un pozo de sabiduría y templanza dramatúrgicas en los aplicados textos de Juan Mayorga (Madrid, 1965). Doctorado en Filosofía en 1997 y perteneciente al consejo de redacción de la revista Primer Acto y al colectivo teatral «El Astillero», lleva 8 años impartiendo las materias de Dramaturgia, Historia del Pensamiento y Sociología en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Su carrera como autor público arrancó en 1989 al lograr un accésit en el «Marqués de Bradomín» con Siete hombres buenos. Desde entonces ha publicado o estrenado piezas como: Más ceniza, El traductor de Blumemberg, Concierto fatal de la viuda Kolakowski, El sueño de Ginebra, El jardín quemado, La mala imagen, Legión, La piel, El crack, Angelus Novus, Cartas de amor a Stalin, La mujer de mi vida, Brgs, El Gordo y El Flaco, Hamelin, Últimas palabras de Copito de Nieve o Himmelweg (Camino del cielo). En la siguiente entrevista, el autor nos ofrece su punto de vista sobre algunos aspectos presentes en sus piezas y en sus mismos planteamientos escénicos. –Se han concentrado en los últimos meses tres estrenos suyos en las carteleras nacionales: Hamelin, Últimas palabras de Copito de Nieve y Himmelweg. ¿Está el teatro de Mayorga de moda o es el fruto de un trabajo paciente que ve ahora la luz? –Mi primera obra publicada, Siete hombres buenos, lo fue en 1989. Y mi primer estreno, el de Más ceniza, tuvo lugar en 1994. Por tanto, llevo mucho tiempo comprometido con el teatro. De los estrenos que mencionas lo que más me alegra es que mis textos están siendo defendidos por grandes actores. –Lleva publicados más de 20 textos, ¿en alguno de ellos considera que como autor tocó el cielo con los dedos?, ¿se arrepiente de haber publicado alguno? –Tengo muchas dudas acerca del valor de mi trabajo. Los textos que más aprecio son Camino del cielo (que acaba de estrenarse en Lon- dres, en el Royal Court), Hamelin y El jardín quemado (que nunca ha llegado a escena). Entre los que he publicado, no me gusta Concierto fatal de la viuda Kolakowski; tengo pendiente reescribirlo. Tampoco estoy contento con Angelus Novus, que se puso en escena pero que nunca he querido publicar. –Desde Siete hombres buenos y Más ceniza, reconocidos con un accésit en el «Marques de Bradomín» y con el primer premio en el «Calderón de la Barca», ¿cómo contempla el camino recorrido?, ¿ha habido rectificaciones o renuncias en sus postulados dramáticos? –Creo que hay una continuidad temática y formal en mi trabajo. Sin embargo, me parece que tengo ahora mayor capacidad de comunicar que cuando empecé. Nunca quise ser un autor hermético, pero a veces pude parecerlo por mera incompetencia. –¿Ha caído en la tentación de reescribir, al cabo de los años, sus antiguos textos? –Reescribo mis textos permanentemente. Unas veces, animado por el proceso de una nueva puesta en escena (como ha sido el caso de Camino del cielo en Londres o de Animales nocturnos en Barcelona) o de una nueva edición. Otras veces, 69 Juan Mayorga. –Su formación filosófica está en la base del bagaje cultural de «Copito de Nieve», ¿no temió que el peso de Montaigne y Mostesquieu fagocitara al personaje con esa carga libresca? –No intenté hacer de «Copito» un pedante portavoz de Montaigne, sino un ser que comparte con noso- tros su experiencia de la muerte y al que Montaigne ayuda a hacer ese último tránsito. –Se detecta en sus propuestas una decantación por el monólogo, ¿es que está nuestra sociedad abocada a un individualismo aislador? –No, no creo que nuestra socie- Septiembre 2005 «UNA DE LAS MISIONES DEL TEATRO ES PONER A LA SOCIEDAD Y A CADA HOMBRE ANTE SUS CONTRADICCIONES» Gentileza de la Sala Beckett. Charlando con Juan Mayorga movido por la simple insatisfacción (como ha sido el caso de Siete hombres buenos, cuya versión revisada está inédita). –A sus cuarenta años, ¿está satisfecho con las puestas en escena de sus creaciones o les pondría serios reparos a quienes las han llevado a cabo (Adolfo Simón, Guillermo Heras, Carlos Rodríguez, Salomé Aguilar, Alberto San Juan, Cristian Popescu, Luis Blat, Andrés Lima, etc.)? –Desde luego, he gozado de puestas en escena magníficas de mis textos y he sufrido algunas decepcionantes. Pero siento mucha gratitud hacia todos los que han trabajado por llevar mis obras al público. –Hamelin ha sido definido por su director como «una perversión de las palabras» y en Últimas palabras de Copito de Nieve el discurso del mono-tótem es empleado con valor acusador. ¿Le concede especial relevancia a la identidad mediante el lenguaje y la distorsión que provoca, por ejemplo, la traducción de las manifestaciones gestuales? –En Hamelin, el juez, la psicóloga e incluso el pedófilo son dueños de lenguajes desde los que pueden atacar y defenderse. La miseria de la familia del niño empieza por la carencia de un lenguaje semejante. Y el niño sólo tiene el silencio. En Últimas palabras de Copito de Nieve se explota la tensión entre el cuerpo del mono, tan rudo, y su espíritu, tan cultivado. compartir con la gente mi experiencia del mundo. –¿A qué atribuye su propensión al empleo de personajes históricos en algunas de sus piezas? –La historia nos ofrece situaciones extremas capaces de representar, de forma especialmente intensa, experiencias humanas universales. En ese sentido miré hacia el pasado en Cartas de amor a Stalin, en El jardín quemado o en Camino del cielo. –¿Es usted partidario de una relectura de la tradición y de la oralidad? –El pasado es imprevisible. Cada presente –y cada hombre en ese presente– construye su propia tradición: aquel pasado con el que quiere dialogar. –¿Es el humor, bufonesco o negro, un componente al que Juan Mayorga no renuncia en sus piezas, acoplado al tono y ritmos impuestos por cada texto en particular? –El humor es parte de la vida, y por tanto ha de ser parte del teatro. –Hamelin incide en temas como la culpa y la pederastia, y Últimas palabras de Copito de Nieve aborda la eutanasia y la libertad. ¿Hay que ahondar, entonces, en el teatro en nuestros demonios interiores, en nuestra dimensión social y colectiva, y olvidarnos de piruetas performáticas vaciadas de contenido? –No creo que Últimas palabras de Copito de Nieve sea una obra so- bre la eutanasia, sino sobre la muerte, tema universal que rebasa cualquier coyuntura. Hamelin, en cambio, sí tiene voluntad de representar precisamente nuestro tiempo, tan convulso. –¿Ha compaginado en alguna ocasión la escritura paralela de dos o más obras teatrales? –Las escrituras de Cartas de amor a Stalin y de El Gordo y el Flaco se cruzaron. También las de Camino del cielo, Animales nocturnos y Hamelin. –A la hora de componer sus textos, ¿ve mentalmente la representación? –Intento que mis textos se abran a muchas representaciones posibles e imprevisibles. Pero quizá algunos de ellos sean más abiertos que otros; por ejemplo, Camino del cielo me lo parece más que Animales nocturnos. –Usted ha adaptado o realizado versiones de obras clásicas o contemporáneas (Calderón, Dürrenmat), ¿en qué plano y actitud las afronta?, ¿le hacen situarse en una esfera de respeto superior, de menor capacidad de maniobra, o no tiene nada que ver? –Como adaptador, intento ser un modesto traductor, que ayude al diálogo de nuestro tiempo con aquel para el que el texto original fue escrito. Por lo demás, la experiencia de sumergirse en un gran texto (como he podido hacerlo últimamente en Fuente Ovejuna) es para un autor una escuela impagable. El compromiso de Arthur Miller IN MEMORIAM Luciano Hevia Noriega El pasado 10 de Febrero nos abandonaba definitivamente la gigantesca figura, tanto humana como literaria, de Arthur Miller, el considerado mejor dramaturgo del siglo XX según encuesta realizada por el Royal National Theatre. Había nacido en Octubre de 1915 en Nueva York en el seno de una familia de origen austriaco bien situada económicamente, que se arruinaría durante la Depresión de 1929. Estos avatares le llevaron a trabajar desde temprana edad con el fin de pagarse sus estudios universitarios, desarrollados en la Universidad de Michigan, donde se gradúa en 1938, tras haber ganado varios premios teatrales por su obra amateur Todavía crece la hierba (entre ellos el prestigioso Avery Hopwood). En esta etapa juvenil de los años 30 comenzarán sus devaneos con el marxismo, aunque sin llegar a militar en el PCUSA como otros compañeros generacionales. Se trata de una etapa marcada en lo ideológico por la Guerra Civil española, a la que asiste horrorizado ante el avance del fascismo y en la que pierde a varios amigos voluntarios en la Brigada Lincoln, como Ralph Neaphus. Una vez graduado sobrevive escribiendo guiones radiofónicos, casándose en 1940 con Mary Grace Slattery, una joven católica, que, como Miller, que era judío, no concedía importancia alguna a la religión, pese a pertenecer a una familia muy tradicional. Su primer estreno en Broadway se produce en 1944, con Un hombre de suerte, obra premiada pese a resultar un fracaso comercial (sólo se mantuvo en cartel durante cuatro representaciones). Miller, en su autobiografía Vueltas al tiempo califica directamente la representación de “bodrio bienintencionado”, aunque esta obra le permite tomar conciencia de su condición de dramaturgo con mayúsculas. El trasfondo de la obra era beisbolístico, pero versaba sobre el éxito y el fracaso, y cómo con méritos iguales unas personas alcanzan su objetivo y otras no. Un año después, en 1945, Miller publica su primera novela, Focus, gran éxito de ventas y crítica, alcanzando en 1947 su primer gran triunfo teatral con Todos eran mis hijos, una desgarradora historia acerca de un hombre que se enriquece ven- 71 Arthur Miller. diendo piezas defectuosas a la aviación norteamericana durante la II Guerra Mundial, provocando muchos accidentes mortales. El tema de la miseria moral, una constante milleriana, aparece aquí sin ambages ni circunloquios. El montaje teatral fue dirigido por Elia Kazan, persona capital en la vida de Miller, quien lo consideraba “un hermano”. El reparto estaba formado por Ed Begley, Karl Malden y Arthur Kennedy (un habitual de las obras de Miller, como tendremos ocasión de comprobar). Septiembre 2005 La Ratonera / 15 70 dad aboque necesariamente a esa atomización. Y el monólogo, al contrario que el soliloquio, es un ejercicio de comunicación. –En Himmelweg nos presenta un caso ciertamente duro de presos de un campo de concentración obligados a representar su otra falsa realidad, y en Últimas palabras de Copito de Nieve asistimos al entrañable, por cruel y justo, ajuste de cuentas de un mono con la querencia que los hombres estimaban recíproca. ¿Se cree usted proclive a subrayar la hipocresía impostada, el fingimiento implacable en el que nos hemos instalado? –Efectivamente, un tema de esas dos obras y de El jardín quemado es la violencia que unos hombres ejercen sobre otros y que obliga a éstos a enmascararse –a renunciar a su vida más auténtica– para sobrevivir. –Declaró en una ocasión que «hay que provocar la desconfianza del público». ¿Tan anestesiado lo ve como para que precise que le zarandeen y le saquen de su modorra? –Una de las misiones del teatro es poner a la sociedad y a cada hombre ante sus contradicciones. Lo que domina en la industria del entretenimiento es el mensaje contrario: «Ustedes son formidables». –¿Hay que reconducir al público al teatro para entablar con él un diálogo a varias voces sobre la realidad o no es ésa la función que persigue usted con su escritura? –Trabajo en teatro porque quiero bre vulgar), cuando en realidad era sólo un nombre que Miller recordaba de la película de Fritz Lang El testamento del doctor Mabuse. Ya plenamente consagrado, en 1950 Miller lleva a cabo una adaptación de uno de sus dramaturgos preferidos, con quien le unen no pocos factores temáticos: Ibsen. La obra elegida es Un enemigo del pueblo, y a ello no es ajeno el clima persecutorio que ya se respiraba a causa del maccarthysmo. El papel del doctor Stockmann fue llevado a las tablas por el prestigioso Fredrich March, lo que no atenuó el fracaso crítico y comercial. Un enemigo del pueblo se puede considerar como la avanzadilla de la que será otra de sus grandes obras, Las brujas de Salem, estrenada en 1953, ya en plena vorágine de caza de rojos por el Comité de Actividades Antiamericanas -HUAC-. En ella se cuenta la historia real de histeria colectiva ocurrida en Salem (Massachussets) a finales del siglo XVII, por la que fueron quemadas vivas decenas de personas acusadas de brujería. Todo el mundo lo entendió como el trasunto de la ponzoñosa realidad que EE.UU estaba atravesando en esos momentos. El montaje teatral no sería llevado a escena por Kazan, con quien Miller había roto su amistad por su comparecencia amistosa y delatora ante el HUAC, desconocedor de que pocos años después, en 1956, él atravesaría por la misma circunstancia, aunque con actitud muy distinta. El encargado de hacerlo fue Jed Harris, de nuevo con Arthur Kennedy en el reparto, obteniendo la obra una acogida acorde a la realidad del momento, es decir, más que tibia, aunque pocos años después, ahuyentado ya el fantasma del maccarthysmo, muchos de los críticos que la habían vapuleado la jaleaban ahora como valiente y necesaria. Con el tiempo se convertiría en una de las obras más representadas de Miller. Pese a estar muy aferrada al tiempo histórico en que se gestó, no estaba exenta de valores atemporales que garantizaban su pervivencia en cualquier momento y lugar. En 1955 Miller alcanzará otra de las cimas del teatro contemporáneo con Panorama desde el puente, donde aborda el candente tema de la inmigración, aderezándolo con la heterodoxa relación del protagonista, Eddie Carbone, con su sobrina. De ese mismo año es la obra Recuerdo de dos lunes, aunque no alcanzó la misma resonancia, pese a que ambas tenían una génesis común, ya que habían nacido como obras de un acto para ser representadas las tardes de los domingos en circuitos ajenos a Broadway. Tal fue el éxito de Panorama desde el puente, que Miller se vio obligado a revisar la obra alargándola para que pudiera ser estrenada en Broadway. El encargado de dirigirla fue Martin Ritt, antiguo actor y posteriormente prestigioso director de cine, con un elenco en el que des- tacaban Jack Warden y Van Heflin, pero las primeras representaciones no fueron del gusto del autor. Bastantes años después, en 1965, Ulu Grosbard realizaría un montaje en off-Broadway que captaría el espíritu de la obra de manera casi mágica, a decir de Miller, con un reparto en el que estaban Robert Duvall y Jon Voight. Tras Panorama desde el puente comenzará la etapa más “glamourosa” de la vida de Miller y quizá la más conocida para el gran público, dado que todos los focos que hasta entonces le habían evitado se volvieron hacia él. 1956 es un año crucial para Miller, al producirse su comparecencia ante el HUAC y su boda con la estrella más relumbrante del momento: Marilyn Monroe. Probablemente el verse metido en terrenos distintos y distantes de lo que hasta entonces había sido su modus vivendi fuera la causa principal de su alejamiento de los escenarios (al menos de los teatrales), pero el caso es que hasta 1964 no habría una nueva obra milleriana sobre las tablas. Esta sería Después de la caída, llevada a escena por Elia Kazan, pese a que su relación con Miller no se había recompuesto del todo, quedándose en algo poco más que meramente profesional. La obra, protagonizada por Jason Robards, fue mal acogida por la crítica, que únicamente la juzgó como una exculpación literaria de lo que Arthur Miller, Simone Signoret, Yves Montant y Marilyn Monroe. había sido su relación con la suicida estrella de Hollywood. Resulta incuestionable lo que de autobiográfico y de catarsis personal hay en Después de la caída, pero Miller insiste en que quería ir mucho más allá, y abordar el tema de la inocencia y la culpa. Nadie quiso entenderlo así, y quizá el hecho de que durante el estreno la actriz protagonista, Barbara Loden (posteriormente esposa de Kazan), llevara una peluca rubia no contribuyera a dotar de objetividad a los críticos. Ese mismo año Miller estrenaría Incidente en Vichy, la historia de un judío salvado por un gentil en la Francia ocupada, inspirada en una historia real. El montaje fue dirigido por Harold Clurman y contó con la aprobación del autor, que en su autobiografía califica la puesta en escena como de gran belleza, aunque reconociendo que el verdadero éxito llegaría un año después con la versión dirigida por Peter Wood en Londres, con Alec Guinnes como actor principal. Entre 1965 y 1969 Miller asume la presidencia del PEN Internacional, desde donde desarrollará una ímproba tarea en pro de la libertad creativa, intercediendo por escritores que sufrían persecuciones, y logrando revitalizar una institución adocenada e inoperante. 1968 es considerado un año de resonancias míticas en la historia del siglo XX por el esbozo de lo que pudo haber sido y no fue (lo que pudo haber sido tampoco lo sabemos muy bien ni creo que lo sepan sus protagonistas), y sería para Miller también un año crucial, en el que se produce el que se podría considerar su último estreno de relum- 73 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 72 Todos eran mis hijos fue premiada como mejor obra del año por el Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York. Tras este apabullante éxito aflora en Miller un sentimiento de culpabilidad por la sensación de triunfo (semejante al que en la obra se debía al enriquecimiento ilícito), que hace buena la máxima de Wilde según la cual “la naturaleza imita al arte”. Este periodo de indecisión, en el que Miller regresa a trabajos de manufactura, aunque sin abandonar la creación teatral, abrirá paso a la etapa más exitosa del autor, inaugurada en 1949 con el estreno de Muerte de un viajante, premio de la crítica y Pulitzer. Se trata de la historia de un viajante de clase media en plena crisis profesional, generacional y familiar, que acaba provocando un accidente con su coche, al considerar que vale más muerto que vivo, gracias al cobro del seguro. La obra, reverso del “american dream”, fue un éxito abrumador, corriendo Elia Kazan nuevamente con el montaje en Broadway, con Lee J. Cobb como Willy Loman, secundado por Arthur Kennedy y Cameron Mitchell. En su autobiografía Miller aprovecha para enviar un “recadito” a algunos críticos dados a elucubrar acerca de lo que desconocen. En concreto menciona la anécdota por la que muchos quisieron ver en el apellido del protagonista, Loman, un simbolismo de “low-man” (hom- una crisis creativa, ya que Miller sigue realizando obras con gran asiduidad. En esta parte menos conocida y estudiada de su carrera destacan: La creación del mundo y otros asuntos ( 1973), donde la catástrofe se plasma como inherente a la condición humana, aprovechando como tema el pasaje bíblico de Caín y Abel; El reloj americano, ambientada en la Gran Depresión y estrenada con mucho retraso, pero nominada como mejor obra en Londres, bajo la dirección de Peter Wood; El arzobispo (1977), estrenada en 1984 y basada en su experiencia personal de un viaje a Praga inmediatamente después del aplastamiento por parte de los soviéticos de la Primavera, que abortó cualquier posibilidad de “socialismo con rostro humano”; Danger: Memory! (1987); The ride down mountain Morgan (1991); The last yankee (1993); Cristales rotos (1994); y, finalmente, su última obra Finishing the picture (2004), basada en sus experiencias durante el rodaje de la película Vidas rebeldes. Arthur Miller, muy vinculado emocionalmente a nuestro país, recibió en Oviedo el premio quizá más importante de los muchos que jalonan más de 60 años de trabajo, el Príncipe de Asturias de las Letras 2002. Arthur Miller y el cine Cuando se menciona a Arthur Miller relacionándolo con el mundo del cine resulta imposible evitar que lo primero que se nos venga a la cabeza sea su matrimonio con la estrella más deslumbrante de su época: Marilyn Monroe. Esto es profundamente injusto ya que Miller, nacido en 1915, es hijo de su tiempo, y como todos los autores dramáticos de esa generación, alcanzó su madurez vital y creativa en la edad dorada de Hollywood y sus grandes estudios, siendo el cine el medio de comunicación de masas más influyente del momento, y una forma artística a la que cualquier creador con ánimo de trascender no podía decir que no. El aspecto meramente familiar no se detiene ahí, ya que Miller es padre de Rebecca Miller, que ha hecho sus pinitos en el mundo de la realización (en este 2005 presentó en Berlín su última película La balada de Jack y Rose), y que, además, está casada con Daniel Day Lewis, actor de bien ganada fama e hijo de uno de los grandes de la literatura irlandesa, el poeta Cecil Day Lewis. Arthur Miller también vivió en carnes propias uno de los episodios más oscuros de la historia de la industria del cine: la llamada caza de brujas maccarthysta contra los izquierdistas del mundillo cinematográfico, teniendo que comparecer en 1956 ante el temible Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC). Esta persecución hacia el “rojerío” del mundo del espectáculo no fue exclusiva del cine, aunque el imaginario colectivo la tiende a vincular al “star system” hollywoodense. Hilando muy fino incluso nos podríamos remontar a la infancia del autor, cuando, como nos cuenta en su autobiografía Vueltas al tiempo, su padre rechazó el ofrecimiento de Fox, el fundador de la mítica productora, para invertir un pequeño dinero en lo que a posteriori sería uno de los pilares de la floreciente y pujante industria cinematográfica que a tantas personas de extracción humilde enriquecería. Sus primeros escarceos personales con la industria se producen en los años 40, cuando es contratado como guionista de la película que luego llevaría por título También somos seres humanos (1945), con Robert Mitchum y Burgess Meredith como protagonistas. El productor pretendió hacer importantes cambios en el guión de Miller, éste no lo aprobó y abandonó el proyecto. La película fue un importante éxito, estrenándose tres meses después de que Alemania depusiera las armas en la II Guerrra Mundial, y recibiendo nominación al Oscar el equipo de tres guionistas que sustituyó a Miller, además de Mitchum como mejor secundario, mejor canción y mejor música. Bastantes años después, cuando Miller ya era un dramaturgo reconocido y la película se reestrenó, el productor le ofreció aparecer en los títulos de crédito como guionista, pero Miller mordazmente le pidió el pago de derechos de autor y el ofrecimiento fue retirado. El film, dirigido por William A. Wellman, cuenta la historia de un corresponsal de guerra que vive “empotrado” con los soldados del frente para narrar de primera mano los avatares bélicos. Su siguiente proyecto para el cine también resultaría fallido. Era un guión titulado The hook, donde se contaba una historia de trasfondo real ambientada en los muelles de Brooklyn y las mafias sindicales que los asolaban. Miller se había interesado en la desaparición de un activista portuario que se oponía a estas mafias, y esa investigación le había llevado a este guión. El proyecto no cuajó por la oposición de una industria refractaria ya a cualquier propuesta con tintes sociales y marcado carácter izquierdista (llegaron a proponer a Miller que los mafiosos fueran comunistas, cuando la implantación de esta ideología en los muelles era menos que testimonial). No obstante, resulta imposible no ver la similitud de la historia a desarrollar con la posterior película de Elia Kazan La ley del silencio (1954), aunque matizada por la experiencia de este director con el HUAC como testigo amistoso. De hecho hay casi unanimidad entre la crítica a la hora de ver La ley del silencio como una película justificatoria de su actitud ante el HUAC delatando a antiguos camaradas. En su libro de conversaciones con Michael Ciment Elia Kazan por Elia Kazan éste echa balones fuera a la hora de relacionar el guión de The hook con su película, ya que afirma que el guión de Miller estaba muy poco desarrollado y que apenas era aprovechable. En 1948 vería la luz la primera adaptación cinematográfica basada en una obra teatral suya: Todos eran mis hijos, que fue dirigida por Irving Reis, con un reparto estelar en el que destacaban Burt Lancaster y Edward G. Robinson. Tres años después, en 1951, el director de origen húngaro Laszlo Benedek llevó a la gran pantalla la primera adaptación cinematográfica de Muerte de un viajante, aunque en ocasiones esta película se le atribuye a Stanley Kramer, que sólo participó como productor. Fredrich March fue el encargado de interpretar el papel de Willy Loman que Lee J. Cobb había bordado sobre las tablas, consiguiendo ser nominado al Oscar que ese año ganaría Humphrey Bogart por La Reina de África (la interpretación de March había logrado el Globo de Oro y la Copa Volpi en Venecia), nominación que se sumó a las conseguidas por Kevin McCarthy y Mildred Dunnock como mejores secundarios (ambos fueron derrotados respectivamente por Karl Malden y Kim Hunter, intérpretes de Un tranvía llamado deseo de Elia Kazan), a la de fotografía en blanco y negro, y a la de mejor banda sonora lograda por el mítico Alex North. La ruptura de Arthur Miller con Elia Kazan se produce por estas fe- 75 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 74 brón antes de entrar en un periodo donde su teatro comprometido pero esperanzado no encuentra acomodo entre los gustos de los programadores y el gran público, que apuesta por otro tipo de fórmulas. La obra es El precio, el reencuentro entre dos hermanos, uno de ellos policía, tras muchos años alejados a raíz de una disputa. Como señala el autor, el eco de la guerra de Vietnam está muy presente, y no asistiremos aquí a un final abierto a la esperanza, sino que ambos hermanos volverán a separarse sin que haya sido posible la reconciliación. Ulu Grosbard fue el encargado de dirigir el estreno, con Arthur Kennedy nuevamente en el reparto. Ese mismo 1968 Miller acude como delegado a la convención del Partido Demócrata, mostrando allí su repulsa hacia la intervención en Vietnam (junto con, entre otros, Paul Newman). Se trata de una de las convenciones más violentas que se recuerdan, con manifestaciones duramente reprimidas por la policía. Como ya señalamos, a partir de entonces Miller tendría serios problemas para estrenar sus obras, y en ciertos ambientes teatrales en boga sería tachado de dramaturgo obsoleto, sermoneador y “demodé”. Miller no encuentra espacios en Broadway, pero paradójicamente en Europa sus obras son repuestas continuamente con gran éxito de público y crítica, y su figura va consolidando esa imagen de clásico vivo. Esta crisis, hay que insistir, no es e ideológica, pero el Comité estaba más interesado en la publicidad que en la comparecencia de estrellas cinematográficas les proporcionaba. De hecho la comparecencia de Miller ante el HUAC puede considerarse tardía, ya que se produce en 1956, cuando ya el senador McCarthy había muerto, y cuando Miller era una gran figura mediática dada su relación con Marilyn Monroe. No fue el primer dramaturgo que desfiló ante el Comité, ya que antes que él lo habían hecho Brecht y Hellman, que se mantuvieron firmes en su negativa a colaborar, pese a que al primero le costó el exilio y a la segunda el ostracismo (como bien relata en sus estupendas memorias Tiempo de canallas), y también Clifford Odets, el máximo representante de la ultraizquierda teatral de los años 30, que, como tantos otros, claudicó ante el HUAC. El propio Miller reconoce que la puesta en escena de su comparecencia fue eminentemente teatral, con grandes dosis de artificio. Los miembros del Comité conocían de antemano los nombres de la mayor parte de miembros de la industria del espectáculo que habían militado en el PCUSA, y por tanto la delación suponía una humillación que infringían al compareciente, dándole a entender que lo verdaderamente relevante era lo que el gesto tenía de catarsis y renuncia al pasado, y mostrándoles bien a las claras en manos de quién estaba la continuidad de una carrera exitosa. Miller fue amable en las formas pero firme en el fondo, negándose a hablar de nadie que no fuera él mismo (al igual que uno de sus personajes en Las brujas de Salem ante el tribunal inquisidor). Insistió en que nunca había militado en el PCUSA y en que en la actualidad se encontraba muy alejado de los presupuestos que este partido defendía. Pese a ello su solidaridad con la causa republicana en la Guerra Civil española y su posterior ayuda a los refugiados políticos derivados del conflicto salieron a colación, lo mismo que su actitud como compañero de viaje de los comunistas en los años 40, lo que unido a su negativa a proporcionar nombres le valieron una condena por desacato, con multa de 500 dólares y pena de un mes de cárcel, que no cumplió al ser exonerado de los cargos en 1958. La caza de brujas maccarthysta es uno de los episodios más oscuros de la historia del cine, y quizá también de la historia de las libertades públicas en EE.UU. Como bien afirmó el “blacklisted” Dalton Trumbo, en tan demencial cruzada savonarólica (parafraseando al gran Bennedetti) “todos eran víctimas”. Los delatados porque veían cómo brillantes carreras profesionales se truncaban, y los delatores porque con su actitud cainita y cobarde caía sobre ellos un estigma que dejaría huellas tan profundas que ni el paso del tiempo lograría borrar (recuérdese cómo fue re- cibido el Oscar honorífico otorgado a Elia Kazan en 1999). En ese mismo año 1956 en que Miller comparece ante el HUAC, se celebraría su boda con Marilyn Monroe, la estrella del momento, la mujer más deseada y, a decir de Jean Paul Sartre, la mejor actriz de su época. La relación de Miller y Monroe, de apenas cinco años, estaría marcada por las adicciones de la actriz y su voluble carácter, consumándose el divorcio en 1961 (paradójicamente cuando se estrenó Vidas rebeldes, cuyo guión Miller había elaborado como regalo para Marilyn, la pareja ya se había roto). Las primeras desavenencias importantes se producen en Inglaterra durante el rodaje de El príncipe y la corista de Laurence Olivier, donde Miller le reprocha a su esposa su caprichoso comportamiento. Acerca de esta actitud de la diva Miller carga bastante las tintas sobre los Strasberg, sobre todo en Paula, esposa de Lee, ya que estos ejercían una gran influencia sobre Marilyn, que sólo estaba segura de su interpretación si ellos estaban presentes (por cierto, a decir de Miller, el famoso “método Strasberg” tenía bastante de impostura y farsa). En cambio, el retrato que Miller hace de Olivier en su autobiografía es muy positivo, congeniando bastante bien con él, y rompiendo esa imagen ególatra y altanera del brillante actor y director británico. En 1957, superado ya el trance con el HUAC, su obra Las bru- Eli Wallach, Thelma Ritter, Clark Gable y Marilyn Monroe en un fotograma de Vidas rebeldes, dirigida por John Huston con guión de Arthur Miller. 77 jas de Salem es llevada a las pantallas por el director francés Raymond Rouleau, con Yves Montand y Simone Signoret como protagonistas y guión de Jean Paul Sartre. Precisamente con el guión de Sartre es con lo que Miller se muestra más en desacuerdo, al considerar que añade importantes elementos marxistas de lucha de clases inexistentes en su original. La siguiente adaptación milleriana a la gran pantalla pertenece ya por derecho propio a la más lustrosa historia del cine. Se trata de Vidas rebeldes de John Huston, cuyo guión fue escrito por Arthur Miller y concebido como regalo para su esposa Marilyn Monroe, como vehículo para su comple- to lucimiento. De hecho los tres importantes personajes masculinos, interpretados por Clark Gable, Montgomery Clift y Eli Wallach, giran en torno a ella. El director escogido para tan ambicioso proyecto fue Huston, quien ya había dirigido a Marilyn en La jungla del asfalto, siendo del agrado de la actriz. La película se puede considerar precursora de lo que más tarde se dio en llamar western crepuscular, mostrándonos una visión desencantada y escéptica de un mítico salvaje oeste ya periclitado. Fue rodada en el desierto de Nevada, cuya capital, Reno, era célebre por los juegos de azar (que se lo digan a Huston) y los divorcios rápi- Septiembre 2005 La Ratonera / 15 76 chas, hacia 1952. Miller no aceptó el testimonio amistoso que Kazan brindó ante el HUAC y una amistad de muchos años se fue al traste. Kazan compareció por vez primera el 14 de Enero de 1952, aunque se negó a delatar a antiguos camaradas (Kazan había militado en el PCUSA entre 1934 y 1936), pero su actitud, presionado por la industria y la amenaza de inactividad que la no colaboración significaba, varió en su segunda comparecencia, el 10 de Abril de 1952, cuando en una larga exposición Kazan sí dio nombres, entre ellos el del célebre dramaturgo Clifford Odets (otro que acabó testimoniando ante el HUAC) y el de Paula Miller, esposa de Lee Strasberg. En su autobiografía Miller cuenta que la conclusión que sacó de sus últimas conversaciones con Kazan y su mujer era que éste le hubiera delatado sin ningún género de duda de haber sido Miller militante alguna vez del PCUSA. A partir de este momento se producirá un tira y afloja creativo entre Miller y Kazan, comenzando por la parábola anti-maccarthysta Las brujas de Salem (1953), siguiendo por la justificación de la delación llevada a cabo por Kazan en La ley del silencio (1954) y terminando en la postura totalmente antagónica que Miller adopta en Panorama desde el puente (1955). Ya desde mucho antes de esta polémica Miller estaba en el punto de mira del HUAC por su insobornable compromiso con la libertad creativa Cartel promocional del El crisol, con Winona Ryder y Daniel Day-Lewis. dos (allí se había divorciado Miller de su primera esposa). El rodaje fue un infierno, dados los continuos retrasos de Marilyn Monroe, lo que convirtió a la película en la más cara de las rodadas hasta entonces en blanco y negro, con un coste que superó los 4 millones de dolares. En sus Memorias John Huston relata las continuas humillaciones a las que Miller era sometido por su esposa, llegando ésta a dejarle abandonado en el desierto, teniendo que ser el propio Huston quien le acercara a la ciudad en su coche. Por el contrario Huston se muestra encantado de la gran profesionalidad de la otra estrella, Clark Gable, que nunca emitió una queja ante los retrasos de la actriz, limitándose a esperarla mientras leía. Esta amable caracterización de Gable es refrendada por Miller en su autobiografía. La película no fue bien acogida por la crítica en su estreno, aunque bastantes años después pasó a ser reivindicada como el gran clásico en que ya se ha convertido. No se puede obviar la aureola de malditismo que la rodea, ya que se trata de la última película de Monroe, de Gable (fallecido 4 días después de finalizar el rodaje) y una de las últimas de Clift. Tal y como señalamos anteriormente, un film que había nacido como regalo de Miller para su es- En 1996 Nicholas Hytner adapta Las brujas de Salem, estrenada como El crisol, con guión nuevamente de Miller, y protagonizada Daniel Day Lewis y Winona Ryder. La acogida crítica fue fría, haciendo hincapié en lo excesivamente teatral de la realización, aunque Miller acabó muy contento con el montaje final. Estas críticas no demasiado favorables no fueron óbice para que la película fuera nominada a dos Oscar: Joan Allen como mejor actriz secundaria y el propio Arthur Miller como mejor guión adaptado. La actuación del veterano secundario Paul Scofield también fue unánimemente alabada. En 2001 le tocó el turno a la primera novela de Miller, Focus, trasladada al cine por un debutante Neal Slavin, contando en el reparto con William H. Macy, Laura Dern y Meat Loaf. Se trata de la historia de una aparentemente apacible comunidad en la que comienza a anidar la hidra del antisemitismo. También en 2001 Miller participa como actor en la película del prestigioso (y bastante desconocido en España) director israelí Amos Gitai, Edén, basada en la obra del propio Miller Homely girl, quien además interviene como co-guionista. La película, presentada en el Festival de Venecia, cuenta la historia de varios personajes ligados por lazos familiares emigrados a Palestina entre 1940 y 1946. Actualmente están pendiente de estreno al menos dos películas basa- das en obras suyas: El descenso del monte Morgan, de Nicole Kassel con Michael Douglas en el reparto, y una nueva adaptación de Panorama desde el puente por parte de Barry Levinson con estrellas del renombre de Scarlett Johansson y Frances McDormand y Anthony LaPaglia interpretando a Eddie Carbone. Arthur Miller y España La vinculación de Arthur Miller con nuestro país, como él mismo expuso en el discurso de recepción del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002, se remonta a mucho tiempo atrás, a los años 30, cuando la Guerra Civil española suscitó importantes debates sociales en EE.UU. Miller, como es sabido, tomó partido por la República en contra del insurrecto Franco, pese a que la postura del gobierno de su país era la de participar de la mascarada de la política de “no intervención”. Dos compañeros universitarios de Miller combatieron como brigadistas encuadrados en la legendaria Brigada Lincoln, y uno de ellos, Ralph Neaphus, dejó su vida en los campos de España. Su generación vivió el drama español como el campo de pruebas en el que se dirimía el futuro de la democracia y la libertad, y la derrota de la República sólo podía verse como antesala de la barbarie que asolaría Europa y salpicaría a EE.UU. Esta postura moral tan diáfana por parte de Miller, por supuesto re- José Tamayo, director que introdujo el teatro de Miller en España. flejada en las obras de esa época, no fue impedimento para que su teatro tuviera una acogida temprana y positiva en la España dictatorial de los años 50. Tamayo fue el introductor de Miller, y a él se deben los primeros montajes del autor en nuestro país. En 1951 llevó a escena Todos eran mis hijos, obra que pasó bastante desapercibida para el público, no gozando además de buenas críticas. Pero las tornas cambiaron un año después, con el estreno por parte de Tamayo de Muerte de un viajante (en versión de José López Rubio), enorme éxito de la época con más de 150 representaciones en Madrid y más de 100 en Barcelona. La acogida fue fabulosa, aunque a nivel crítico se generó una agria polémica entre Torrente Ballester (de- 79 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 78 posa no logró evitar la ruptura entre ambos, habiéndose consumado el divorcio incluso antes de su estreno. En 1962 Sidney Lumet, uno de los más prestigiosos directores de la llamada generación de la televisión, abordaba el rodaje de otra de las obras capitales de Miller, Panorama desde el puente, con Raf Vallone interpretando al estibador Eddie Carbone, película que fue del agrado de Miller, quien elogió dirección e interpretación. Hubo que esperar más de 20 años para que una obra de Arthur Miller fuera llevada a la pantalla, aunque en este caso sería a la pequeña, ya que en 1985 Volker Schlondorff rodó para televisión una nueva adaptación de Muerte de un viajante, con Dustin Hoffman interpretando a Willy Loman y John Malkovich y Charles Durning arropándole en el reparto. Su éxito fue tal que acabó estrenándose en salas comerciales. Además recibió dos premios Emmy y un Globo de Oro, repitiendo premio la brillante actuación del consagrado Dustin Hoffman. En 1990 Karel Reisz estrena Todo el mundo gana, película con guión del propio Miller basado en su obra Some kind of love story, donde se cuentan las misteriosas relaciones existentes entre una mujer y el detective que ha contratado para aclarar una muerte. Nick Nolte y Debra Winger fueron los protagonistas, y la crítica, pese al prestigio adquirido por Reisz con La mujer del teniente francés, no acogió bien la película. Helio Pedregal y Alicia Sánchez en Panorama desde el puente. tractor de la obra) y Alfonso Sastre (defensor de la misma). Esta polémica se extendió a variados aspectos del libreto, discutiéndose si la obra tenía vocación universalista o simplemente localista (los críticos más conservadores defendían que la trama de Muerte de un viajante sólo podía acontecer en una sociedad amoral y consumista como la norteamericana), o acerca de si se podía considerar una tragedia o más bien un drama social (lo que defendía los críticos más a la izquierda). En todo caso, y como señala el profesor Ramón Espejo en su capital trabajo sobre la recepción de la obra de Miller en España, lo que pa- rece indudable es que tanto Muerte de un viajante como el propio Miller ejercieron una notable influencia sobre la generación dramatúrgica española de los 50, especialmente sobre Buero y Sastre (como defiende César Oliva), amén de introducir una escenografía novedosa con escenario único donde se aúnan exteriores e interiores. Sin salirnos de los años 50, en 1956 de nuevo Tamayo lleva a las tablas un nuevo Miller, en este caso Las brujas de Salem, en lo que vuelve a significar un rotundo éxito, suponiendo además uno de los primeros papeles importantes del gran Paco Rabal. pueden considerar de introducción de Miller en España, a partir de entonces el resto de sus obras seguiría llegando con normalidad a nuestro país, reponiéndose muchas de ellas con importante capacidad de convocatoria de público. Por no hacer demasiado extensa la lista nos referiremos únicamente a los montajes que han alcanzado un mayor relieve: Después de la caída (1965) de Adolfo Marsillach , El precio (1970), Muerte de un viajante (1985) con José Luis López Vázquez, Cristales rotos (1995) de Pilar Miró con José Sacristán y Magüi Mira, Muerte de un viajante (2000) del Centro Dramático Nacional con José Sacristán (premio Mayte), Panorama desde el puente (2001) de Miguel Narros (versión Eduardo Mendoza) con Helio Pedregal como protagonista (6 premios MAX, entre ellos al propio Pedregal), El precio (2003) de Jorge Eines con Juan Echanove, Helio Pedregal y Juan José Otegui... Hasta aquí este somero acercamiento a la vida y obra del considerado mejor dramaturgo del siglo XX. Un Arhur Miller con 60 años de actividad literaria a sus espaldas, seis décadas marcadas por un insobornable compromiso con la realidad histórica del momento, entendiendo el teatro como una manifestación artística y por tanto estética, pero no por ello carente de ética, al abordar siempre, por decirlo en palabras del profesor Rodríguez Celada, “las grandes preocupaciones del hombre urbano moderno”. Miller fue el paradigma del autor comprometido y realista, aunque tal y como él mismo señaló en su recopilación de ensayos Al correr de los años, se trata de un realismo teatral “que, como la política, es el arte de lo posible”, un realismo un tanto sui generis compuesto de artificios irreales que la verosimilitud convierte en reales gracias al uso del simbolismo. Un Miller del que se ha dicho que era “el Lincoln de la literatura norteamericana” (Styron), “conciencia moral de EE.UU” (Guijarro) o “conciencia del siglo” (César Oliva). Muchos aluden a la conciencia, la misma conciencia desde la que nos narró con pulso magistral la historia oculta de EE.UU, esa historia que poco tiene que ver con el sueño americano, sino más bien con su reverso, la misma conciencia que le permitió mantenerse firme mientras otros sucumbían a presiones “para mantener sus piscinas” (Orson Welles). En fin, un Arthur Miller erigido en portavoz de la América sin voz, la misma América que como el coronel de García Márquez no acostumbra a tener quien le escriba. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA Arthur Miller. 81 • Hellman, Lillian: Tiempo de canallas, Fondo de Cultura Económica, 1980 • Huston, John: Memorias, Espasa-Calpe, 1998 • Ibsen, Henrik: Un enemigo del pueblo, MK Ediciones y Publicaciones, 1980 • Kazan, Elia: Mi vida, Temas de Hoy, 1990 • Miller, Arthur: Al correr de los años: Ensayos reunidos, Tusquets, 2002 -Después de la caída/ Incidente en Vichy, • Ciment, Michel: Elia Kazan por Elia Ka- Losada, 2002 -La muerte de un viajante, Losada, 2004 -Las brujas de Salem/ El crisol, Tus- zan, Fundamentos, 1987 • Gubern, Romá: La caza de brujas en Hollywood, Anagrama, 2002 • Guijarro, Juan I. y Espejo, Ramón: Arthur Miller: Visiones desde el nuevo milenio, Universidad de Valencia, 2004 quets, 1997 -Panorama desde el puente, Tusquets, 2003 -Todos eran mis hijos/ Después de la caída, Losada, 2004 -Vueltas al tiempo, Tusquets, 1988 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 80 Estas tres primeras obras de Miller en España se representaron poco después de su estreno en EE.UU, tratándose de historias de un compromiso social insoslayable. El que tuvieran cabida en la España de entonces tiene varias explicaciones, tal y como han señalado los profesores Guijarro y Espejo en el libro por ellos coordinado Arthur Miller: Visiones desde el nuevo milenio: en primer lugar hay que referirse a las buenas relaciones entre España y EE.UU en aquellos momentos, lo que permitía un acceso más fácil a las manifestaciones intelectuales allí desarrolladas que a la de otros países europeos más cercanos; y en segundo lugar es imposible no destacar las demenciales traducciones que la obra de Miller sufrió con el fin de vaciarla de contenido ideológico y aligerar la carga social del texto original. En 1958 López Lagar estrenó Panorama desde el puente, cosechando un importante éxito al mantener la obra en cartel 150 días consecutivos. En 1959 el propio Tamayo realizó un nuevo montaje de Muerte de un viajante, aunque la acogida fue menos calurosa, alcanzando unas 50 representaciones. Al contrario que en el estreno la crítica no se dividió y elogió unánimemente la obra, pero para el público el aldabonazo que en su momento había significado un nuevo modelo narrativo ya no resultaba tan sorprendente. Pasados ya los años 50, que se Texto publicado en La Rue, nº 12, noviembre de 1947. Recogido en Les Écrits de Sartre, p. 683-684, y en Un théâtre de situations, Gallimard 1973. Frente a la campaña de descrédito que se le está haciendo a la vida y la obra de Sartre en el centenario de su nacimiento, con- 82 fundiendo deliberadamente las churras con las merinas, o frivolizando sobre su teatro (el mismo Francisco Nieva sacó en El Cultural del diario El Mundo un artículo impresionista que no iba más allá de lo anecdótico), nos ha parecido oportuno salir al paso con uno de los textos del propio Sartre que muestra las claves de sus piezas. Un teatro de “situación” La Ratonera / 15 que, quizá por ser un teatro de ideas y contar con unos personajes demasiado inteligentes, puede aparecer como muy ceñido a su contexto, pero de ninguna manera dogmático o dramáticamente fallido como se le quiere presentar. Sartre ha escrito, junto a Albert Camus, de iguales directrices discursivas, un teatro que nos sitúa en la libertad de elección a través de la acción (de la afirmación y la contraafirmación) para seres que se desean reflexivos, conscientes; y un teatro que representa muy bien al siglo XX con temas y propuestas de rabiosa actualidad. (Traducción: R.C. y E.V.) La gran tragedia, aquella de Esquilo y de Sófocles, la de Cornei- lle, tiene como motivo principal la libertad humana. Edipo es libre, libres Antígona y Prometeo. La fatalidad que creemos constatar en los dramas antiguos no es más que el reverso de la libertad. Las mismas pasiones son las libertades atrapadas en su propia trampa. El teatro psicológico, aquel de Eurípides, aquel de Voltaire y de Crébillon hijo, anuncia el declive de las formas clásicas. Un conflicto de caracteres, sean cuales sean los cambios a los que se les someta, no es más que una composición de fuerzas cuyos resultados son previsibles: todo está decidido de antemano. El hombre, al que un cúmulo de circunstancias conduce con total seguridad a su ruina, no nos conmueve. No hay grandeza en su caída más que si cae por su propia falta. Si la psicología molesta en el teatro no es de ninguna manera porque haya demasiada: es porque no hay bastante; es una lástima que los autores modernos hayan descubierto este conocimiento bastardo y no la hayan aplicado en su momento. Les ha faltado la voluntad, el compromiso y el exceso de orgullo, que son las virtudes y los vicios de la tragedia. Desde entonces, el alimento principal de una pieza, no es más que el carácter que se expresa con erudi- tas “palabras de teatro”, y que no es otra cosa que el conjunto de nuestros compromisos (compromiso para mostrarse irritable, intransigente, fiel, etc.), es decir, la situación. No es ese enredo superficial que Scribe y Sardou sabían muy bien mostrar y que no tenía ningún valor humano. Porque si es cierto que el hombre es libre en una situación dada, y es él mismo quien se decide en o por esa situación, entonces es necesario mostrar en el teatro situaciones simples y humanas, y las libertades a las que se opta en esas situaciones. Los caracteres vienen después, cuando ha caído el telón. Y no es más que el endurecimiento de la elección, su esclerosis; lo que Kierkegaard llama la repetición. Aquello que el teatro puede mostrar como más conmovedor es un carácter en el momento en que se forma, el momento de la elección, de la libre decisión que compromete una moral y toda una vida. La situación es una llamada; ella nos rodea; nos propone soluciones para que decidamos. Y para que la situación sea profundamente humana, para que ponga en juego la totalidad del hombre, en todo momento hay que poner en escena situaciones-límite, es decir, que ofrezcan alternativas donde la muerte sea uno de los términos. Así la libertad 83 Sartre dictando una conferencia en la Faculdade de Ciências e Letras de Araraquara (Estado de São Paulo, Brasil.) se manifiesta en su más alto grado, puesto que acepta perderse para poder afirmarse. Y como no hay teatro si no se consigue la mayor unidad del grupo de espectadores, es necesario encontrar situaciones, por muy generales que sean, comunes a todos. Sumergid a los hombres en estas situaciones universales y extremas, que no les dejan más que un par de salidas, hacedles que escogiendo la salida se decidan a sí mismos: y habréis ganado, la pieza es buena. Cada época se apodera de la condición humana y los enigmas se le proponen a su libertad a través de situaciones particulares. Antígona, en la tragedia de Sófocles, debe escoger entre la moral de la ciudad y la moral de la familia. Este dilema apenas tiene sentido hoy día. Pero nosotros tenemos nuestros problemas: el de los fines y los medios, el de la legitimidad de la violencia, el de las consecuencias de la acción, el de las relaciones del individuo con la sociedad, el de los proyectos individuales con las constantes históricas, y otros cientos más. Me parece que la tarea del dramaturgo es la de escoger entre estas situaciones-límite aquella que expresa mejor sus preocupaciones y presentarla al público como la pregunta que se plantea en esas libertades. Solamente así el teatro recuperará la resonancia que ha perdido, solamente así podrá unificar al público diverso que hoy día acude a él. Septiembre 2005 Jean-Paul Sartre Maurício Salera Por un teatro de situación Dislates Favila y el oso Don Pelayo, con traje de arpillera, corona de guardarropía y cruz de madera de pino, se dirige a su hijo Favila, vestido de igual manera o como sea. Sopla una brisa cantábrica que mueve sus cabellos y La Ratonera / 15 84 sus barbas, no obstante el peso de la grasa. Por el cielo revolotean los buitres que bajan desde Cuera al olor de la carroña. Se oye una campana a lo lejos: la están probando para llevar a cabo la inauguración del último templo prerrománico. PELAYO.- ¿Ves todos estos mon- tes, hijo mío? Serán para ti cuando yo me muera, y con ellos te llevarás los rebecos, los osos, los asturcones y los astures. Los osos, aunque sean tuyos, no se dejarán cazar y tendrás que hacerlo con el venablo desde lejos, o haciendo uso de tus atributos de godo, plantándote delante de la cueva con el chuzo en la mano. La 85 Septiembre 2005 Joaquín Fuertes Álvarez que Dios es el que manda y de que yo, y luego tú y todos los que vayan detrás de ti, fueron puestos en los reinos por ese Dios que me ayudó a ganar la batalla al moro. (Poniendo énfasis en lo que le dice a su hijo.) Por si hay alguno de estos astures ignorantes que se hace preguntas, de por qué tiene él que abrigarse con pellizas y corteza de alcornoque, y tú, en cambio, con telas y brocados, no dejes de proclamar que te puso Dios en el trono. Y entre esa proclama y lo aficionadas que son las gentes a ver pasar por delante de sus chozas a las reinas y princesas, y leer en la peluquería, cuándo entran en celo o están preñadas, este invento que yo acabo de hacer, de coronarme rey, aquí a la orilla de este río, poniendo por testigo a los salmones, puede durar más de mil años. (Se pone dubitativo, moviendo la cabeza.) La noche pasada se me apareció en sueños san Balleno de Candás, y me dijo, que esta cosa llamada monarquía podría alargarse, si ahora estamos en el 730, hasta el 2005 o el 2006, aunque sea a trancas y barrancas. FAVILA.- Lo que pasa, padre, es que a mí me gusta más cazar osos que gobernar el reino. (Divertido.) Yo me dedicaré a la caza, y de vez en cuando a hacer la guerra y perseguir doncellas, y dejaré que administren los abades, los presbíteros, los arcedianos, canónicos y mayorales. PELAYO.- Lo que importa, Favilín, para dominar a la grey, no es que gobiernes bien o mal. Lo que a la gente la entretiene es que la reina para muchos hijos, y que nuestros niños se dignen a darles patadas en el culo a los siervos que nos recogen la cosecha, y al alfarero que nos regala el cántaro para beber el zumo de la manzana y el agua fresca de la fuente donde gané la batalla. Hazle muchos hijos a tu reina, y cuando se te muera una de parto, vete a buscar enseguida otra, y otra más... Los siervos se conforman con que les construyamos templos para ganar el cielo, e hijos nuestros, para saber el día de mañana quiénes les van a pisar la cabeza. FAVILA.- Es que a mí lo que me divierte es cazar osos, no sé si tendré tiempo para hacerle hijos a la reina... PELAYO.- (Imperativo.) Favilín, ¡imbécil!: Es preciso, porque me temo que por ahí va a ser donde se acabe el chollo para nuestros descendientes. Según la profecía que me regaló en sueños san Balleno (algo quise escucharle, porque fue entonces cuando me comenzó a roer por el pie la rata, y me despertó), que allá por el 2006, una futura reina que tenía que parir, como era su obligación, y no parió, hará que los siervos de entonces se pregunten, que si tienen que estar a merced de nuestro fornicio. El fornicio mal llevado de estos descendientes nuestros, puede originar incertidumbre, cuando no guerras por la disputa del reino. Acabarán diciendo, que es mejor echarlo a suertes, metiendo papeletas en un cajón, para ver quién los gobierna, aunque no tenga ni una gota de la sangre goda. Ojo con ellos, porque puede llegar el día en que les parezca mejor este sistema que estar a expensas de los aparatos que se guardan en la entrepierna. Tú, aparte de cazar osos, muéstrate campechano, y di que eres un recurso para la paz, aunque seas el culpable de las guerras. Que los fieles de que te rodees, propaguen la noticia de que la monarquía está hecha para su bienestar, porque de ese modo sudarán la tierra y encima dando gracias al cielo cada vez que suene la campana anunciándoles que se están deslomando por dios por la patria y el rey. Procura subirte en el tronco y navega por el río a todo velamen, para que desde la orilla te aplaudan mientras roen la torta de bellota. Saluda a los pastores de cabras, a los madreñeros, a los alfareros y a las arregladoras de virgos si se te cruzan en el camino. Diles que los quieres a todos como si fueran tus hijos, y procura cuando dices esto que no se te escape la risa. ¡Ay, pobres de nosotros el día que los hombres se vuelvan sensatos como estos osos de la rivera sellana! Si caminando solo por estas tierras nuestras te encuentras con un hombre, no le tengas miedo, porque ha sido domado con la cruz y la espada. Pero si te topas con un oso ¡cuidado con él!: nadie lo ha convencido hasta la fecha de que la carne de la nobleza visigoda no sirva para merendársela, como si fuera un jamón del “gochu” celta, que tanto abunda en estas tierras. FAVILA.- Así que, padre, ¿usted cree que esto de la monarquía, que fundó en esa villa de ahí abajo, puede acabarse algún día? PELAYO.- Yo pienso dejarlo todo atado y bien atado, pero luego ya depende de ti y de los que te sucedan. FAVILA.- Es que yo para rey, creo que no tengo vocación; lo mío es cazar osos. PELAYO.- ¡Insensato! Reinar no es una vocación sino un entretenimiento. En el sueño en que se me apareció san Balleno, nuestros descendientes dejan el gobierno a unos amigos de la reina llamados validos, y ellos se van a la comarca todavía irredenta de Babia a holgar y retozar. La monarquía también puede funcionar así: el rey en Babia, el valido en la cama con la reina y el pueblo gritando ¡vivan las cadenas! FAVILA.- (Mutandus mutandi.) Padre... el otro día en la escuela le oí decir una cosa a un niño... PELAYO.- ¿Qué cosa? FAVILA.- No me atrevo a decirlo. PELAYO.- Dilo, o te atravieso con la espada y dejo rey al siguiente del escalafón. FAVILA.- (Asustado.) No se ponga así. PELAYO.- Ten en cuenta que nuestros antepasados los visigodos murieron todos asesinados por su hermano, o por su hijo... cuando vayas al infierno pregúntaselo a Eurico, a Teodorico y a Tegismundo si acaso murieron de gripe. FAVILA.- (Meándose por los calzones de esparto y de piel de jabalí.) El niño dijo que usted era un faná- tico bárbaro, que en nombre de una religión había iniciado la destrucción de una gran cultura. PELAYO.- Nosotros somos gente civilizada, y para que nadie lo ponga en duda, me dirás quién es ese niño, para hacer con él cacea para la pesca del salmón. Nosotros no vamos a permitir que nuestros siervos vivan bien en la tierra. Les haremos templos sobre los solares de esos dioses paganos tolerantes, que les permitían gozar y reírse. Lo nuestro es el suplicio para ganar el cielo. Vivirán entre penitencias, entregando la mitad de su cosecha a nosotros, los nobles, y la otra mitad al clero. Como recompensa de su trabajo, les regalaremos un látigo, para que se azoten, y un cilicio, para que se mortifiquen. Para ellos, cuanto peor, mejor. Así, irán derechos al cielo, puesto que su reino no es de este mundo. En cambio, el nuestro, debe ser de este mundo y del otro; porque san Balleno también me anunció que un tal papa Clemente, de las orillas del Guadalquivir, iba a hacernos santos a mí y a un tal Franco, que no será rey visigodo, pero como si lo fuera. FAVILA.- ¿A mí también me harán santo? PELAYO.- Todo depende de que el oso no llegue a ser una especie en peligro de extinción. En ese caso, según me anunció san Balleno, unos sujetos llamados ecologistas, en vez de hacerte santo se cagarán en tu padre, que soy yo. Y también me dijo, que así que pasen 1.300 años, que no son nada, unos sujetos de un ateneo 87 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 86 técnica ya te la enseñé cuando eras niño: esperas a que el oso se ponga de pie, avance hacia ti unos pasos y se abrace; entonces, le metes el chuzo por el costillar. FAVILA.- Y a los astures, ¿cómo hay que hacer para cazarlos, si alguno se empeña en salirse del redil? PELAYO.- Hijo, la mejor arma para cazar hombres es esta. (Levanta la cruz y la blande como una espada.) Con ella los pondrás a tus pies. Y ojalá que se cumpla mi sueño de que la lleves tú y tus descendientes desde estas montañas hasta las llanuras Béticas. O sea que, guerra al moro y guerra al oso. Pero con estas dos armas venceremos, con la cruz y con la espada, porque la razón está de nuestra parte. ¿Para qué necesitan los osos su piel, con la falta que nos hace a nosotros para abrigarnos cuando sopla el viento galaico? Y esos malditos moros, que nos traen malas costumbres, como la de lavarse todos los días y cultivar las flores en las alcazabas... ¡Malditos sean! Los pasaré a todos a cuchillo o los haré correr, como los cincuenta mil que me atacaron en Covadonga. FAVILA.- (Sorprendido.) Papá, la policía del chuzo midió el lugar donde se encontraban los moros y dice que, así a ojo, no pasaban de cincuenta aquellos que venciste. PELAYO.- Quizá fueran menos de cincuenta mil, pero los siervos necesitan que les engañemos, sino ¿qué será de nosotros? Nuestro reino habrá de formarse con la cruz y con la espada, convenciendo al pueblo de los templos donde nosotros rezando iremos al cielo y ellos al limbo, también esos se dejan seducir y nos felicitan cuando ven a una futura reina que le crece la barriga. Incluso, los jefes de esas tribus de pastores, de segadores del mijo para hacer las pulentas, de madreñeros y ordeñadores de las cabras, de canteros que arrancan la piedra para mayor gloria nuestra, mientras ellos duermen en la paja, pues todos esos representantes de siervos, también pondrán cara de felicidad cuando les muestres a tu futura reina preñada. FAVILA.- Aquella que por estos reinos le toque nuestro oficio dentro de 1.300 años, dice usted, padre, que san Balleno informa que nada de nada. Y el pueblo cansado va a decir no tardando, que fuera reyes y papeletas al cajón... PELAYO.- Así me lo ha anunciado la profecía de san Balleno. Y ahora, Favilín, ponte de rodillas para darte mi bendición. (Favila se hinca de rodillas y Pelayo le pone la espada en el hombro.) Todas estas tierras te dejo. Por la coyunda y por la facunda, pasarán a tu hijo, y al hijo de tu hijo y así hasta que las ranas críen pelo. Muéstrate campechano, y recomiéndalo también a tus hijos, pues de ese modo disimularán mejor si son tontos. Que los príncipes lleven el nombre de esta tierra de montañas, la primera conquistada; así, los engañamos un poco más, y a los bravos astures los metemos en el redil. Cuando estés al lado de un dictador, jura que obedeces sus prin- cipios; cuando estés junto a uno que se diga de izquierdas, haz otro tanto, y con suerte irás aguantando, porque incluso muchos de los que se dicen de izquierdas, se dejan seducir fácilmente por el boato. Para ello, no te olvides de invitarlos a las bodas de la corte... (Suena el teléfono y Pelayo lo saca de su bolsón.) Aquí Pelayo I Matamoros, ¿dígame? A sus órdenes, san Balleno, ¿en qué puedo servirle? Ah... Ah... o sea, que aquella del futuro que me decía en sueños que no paría, ahora está preñada.... Así que la cosa se va a prolongar un poco.... Pero, qué me dice... que le van a llamar Pelayo al que nazca. (Se enfurece y arroja la cruz y la espada.) No se darán cuenta, los insensatos, que los romanos le llamaron Augusto al último emperador, como al primero. (Tirándose de los pelos.) Si lo llaman Pelayo, por petición del pretor del 2.005 de nombre Tinitín, esa será la señal del fin de la monarquía que yo inauguré ahí abajo. San Balleno, coño, haga usted algo para que el invento no se acabe... San Balleno, no me joda, no me eche este chollo a perder ¡Vivan las cadenas! Suena a lo lejos, formando eco en los montes, el grito de viva la república y los acordes del himno de Riego. Favila recoge la espada que arrojó su padre, y grita para que lo oigan en los montes. FAVILA.- ¡Al primer oso que me encuentre, me lo cargo! La papelera de Eurípides (IV) ¿En qué trabajan actualmente los dramaturgos españoles? José Luis Campal Fernández RIDEA Para la presente entrega contamos con las reflexiones realizadas por dos dramaturgos de promociones alejadas en el tiempo, pues cuando uno de ellos, Fernando J. López, nació, el otro, Jerónimo López Mozo, llevaba ya unos cuantos textos teatrales a sus espaldas. El escrito que López Mozo nos ofrece en exclusiva no puede movernos más que a solidaridad con el autor y a lamentar este mutis por el foro que esperamos, contra la determinación del gran escritor que tan extraordinarios libretos ha dado a lectores y espectadores, sea pasajero, ya que las tablas españolas no pueden permitirse el lujo de prescindir de la lucidez y perspicacia dramatúrgicas de las que siempre ha hecho gala, que no ostentación, un creador de cuerpo entero, un adelantado a su momento histórico con cuyo acertado criterio se han conducido generaciones de autores teatrales. FERNANDO J. LÓPEZ (Barcelona, 1977) trabaja como editor en Santillana y compagina su actividad teatral con la novelística, donde ha obtenido reconocimientos en certámenes como el «Joven & Brillante» por In(h)armónicos, así como menciones en el «Ciudad de Badajoz» y el «Río Manzanares» por La inmortalidad del cangrejo. Director del grupo «Armando No Me Llama» desde su constitución en 1996, ha estrenado, entre otras, las piezas: Circe (1999), Pareja de des-hecho (2000), Homocalipsis (2000), Versión original (subtitulada) (2001), MalasArtes (2003), Prime time (2003) y Ventajas de la transparencia (2004). El autor escribe seguidamente sobre El sexo que sucede, estrenada el 12 de junio de 2004 y que acaba de ser publicada por la Asociación de Autores de Teatro: «Se trata, en líneas generales, de una obra abiertamente conversacional. Una sucesión impresionista de escenas que retratan momentos de la vida de pareja de sus dos protagonistas, Ruth y Eva. Las actrices que –con pleno acierto– encarnan estos dos personajes deben asumir a lo largo de la función los roles de quienes han ocupado algún lugar en sus 89 Fernando J. López. vidas –en sus camas–, desdoblándose en una apuesta cómplice con el espectador. La puesta en escena busca una pretendida desnudez paralela al desnudo emocional que, progresivamente, irán haciendo los personajes femeninos. Ambos guardan sendos secretos del pasado que irán revelándose a medida que avance la obra. Así, Ruth acabará dejando escapar la rabia acumulada ante tantos años soportando su propia anulación como mujer y Eva descubrirá que su sexualidad es mucho más plural de lo que siempre había creído. Septiembre 2005 La Ratonera / 15 88 republicano, y de otros lugares, se reunirán aquí para homenajear a un oso. ¡Manda güevos!, como diría un descendiente nuestro, un tal Trillo, que también emprenderá una singular batalla contra el moro en una ínsula llamada Perejil. Y así como yo los derroté cuando llovía que si Dios tenía agua por las faldas del Auseva, él, en cambio, lo hará con una suave brisa de poniente y mar en calma, a cinco moros que había en la isla. ¡Manda güevos! Digo yo también. FAVILA.-Ya digo, padre, que lo mío es cazar osos. Si no vengo demasiado cansado de las cacerías de Vega Comeya y la Bufarrera, trabajaré de noche con la reina para alegrar al pueblo. Le pediré que haga un agujero grande en el refajo por donde podamos holgar sin mucho pecado, pues según recado de Roma, el Papa, que Dios Guarde, no quiere que miremos a las esposas con concupiscencia. Con tantos impedimentos como tenemos los reyes cristianos, no voy a llegar a los veinte hijos que me gustaría tener. ¡Qué oficio más pesado es este de ser rey! Me apartaré siempre que pueda de la corte y subiré hasta los lagos a vérmelas con los osos. Encargaré que gobiernen el reino los clérigos y los nobles. PELAYO.- Has de saber que el pueblo bobalicón se olvida de sus cuitas y se siente feliz viendo a una princesa preñada. Incluso, los que se desloman de sol a sol para recoger las castañas de estos montes; los que arrastran las piedras para construir no, tan sólo aportar ideas y presentar una visión tolerante y abierta de las relaciones de pareja. Incluso de las relaciones –a veces tan difíciles– con uno mismo. El ritmo de la obra se basa en la agilidad de los diálogos. Rápidos. Llenos de sobreentendidos e incisos. Igual que cualquier conversación. Diálogos donde los silencios tienen un significado igualmente preciso. Y como elemento articulador, junto con la música, los monólogos del personaje de Eva, que nos cuenta su particular visión de la generación en la que le ha tocado ejercer su rol femenino. Textos escritos e interpretados desde la ironía y con un humor muy ácido para preguntar si realmente el papel de la mujer está tan claro como se supone que lo está. La importancia, por tanto, de la interpretación es clave para que el texto consiga arrancar la risa, la complicidad o incluso la emoción del público. Gracias a la solvencia dramática y a la amplitud de registros de sus protagonistas –Silvia López-Ortega y Paloma Aparicio– se consigue esa empatía necesaria entre el escenario y el patio de butacas, huyendo de barroquismos expresivos y profundizando en la expresión de sentimientos y pasiones diversas. Una hora y media llena de palabras que se suceden para hablar desde la intranscendencia propia de las conversaciones cotidianas de temas un tanto menos intranscendentes como la fidelidad o la pérdida de la persona amada» JERÓNIMO LÓPEZ MOZO (Gerona, 1942) es todo un referente de honestidad moral y alta calidad literaria en la historia de la escena nacional de las últimas cuatro décadas, las que ha dedicado, contra viento y marea y sin descanso, a cultivar la escritura con una pasión ilimitada (en el n.º 4 de LA RATONERA puede consultarse su bibliografía hasta 2001). Su trayectoria está colmada de obras, reconocimientos públicos, atención investigadora y también desaliento, cuando no abierta incomprensión hacia sus postulados. El siguiente texto es buena muestra de ello, y confiamos en que las dolorosas circunstancias que lo han provocado puedan verse superadas en breve: «A la pregunta “¿En qué trabajamos actualmente los dramaturgos españoles?”, mi respuesta es forzosamente breve: “Yo, en nada”. Es la misma que vengo dando a las personas que suelen interesarse por mi quehacer creativo. Pocas lo entienden, habida cuenta de que, en los cuarenta años que llevo entregado a la escritura teatral, mi actividad ha sido continua. La invitación de José Luis Campal me brinda la posibilidad de explicar las razones que me han llevado a abrir hace cinco meses un voluntario paréntesis de silencio, que nada tiene que ver con la sequía que provoca la falta de ideas. Las carpetas en las que guardo notas, esquemas y proyectos más o menos elaborados, así lo atestiguan. La decisión es el fruto del análisis de los resultados de mi trabajo, sobre todo del desarrollado a lo largo de los años recientes. Lo hecho en los dos últimos lo resume todo. En 2003 estrené, de la mano de Antonio Malonda, El olvido está lleno de memoria. Ese mismo año, escribí, por encargo del CDN, un texto para la actriz María Galiana titulado El sueño de una noche de teatro, que fue representado en la sala de la Princesa del teatro María Guerrero. Al año siguiente subió a los escenarios Ella se va, dirigida por Mariano de Paco Serrano. Apenas dos meses después, tuvo lugar en la Universidad Carlos III la lectura dramatizada de El escritor y su biógrafo, escrita ex profeso para unas jornadas de teatro sobre la identidad y la alteridad. Todavía en 2004, Adolfo Simón me invitó a participar, junto a otros autores, en un espectáculo que se tituló 11 voces contra la barbarie del 11 de marzo. Aporté una pieza breve titulada Extraños en un tren/ Todos muertos, que fue representada en el presente año en sesiones únicas en la citada sala de la Princesa y en el teatro Español. Hace sólo unos días, en un ciclo de lecturas organizado por la Asociación de Autores de Teatro, se ha leído en San Sebastián Las raíces cortadas. No es todo. Fuera de España, en varias universidades se han representado algunas de mis obras y en Portugal y Francia preparan los estrenos de Eloídes y Las raíces cortadas. Por último, mi pieza más reciente, En aquel lugar de la Mancha, cuya escritura me fue sugerida por Juan Antonio Hormigón, será ofrecida en octubre en el teatro Gayarre, de Pamplona, en el marco del XII Congreso de la ADE. Entonces, ¿de qué me quejo? No, desde luego, del juicio que han merecido mis obras. Las críticas han sido buenas. Actualmente, numerosos ensayistas y estudiosos de teatro se interesan por mi obra y la analizan. También estoy muy satisfecho del trabajo realizado por los que han llevado mis textos a la escena. Lo que sucede es que, a ciertas alturas de la vida, la satisfacción artística no basta. El creador debe percibir, como trabajador que es, unos honorarios. Ya sé que a algunos les parece obsceno mezclar lo artístico con lo económico y que no faltan los que entienden que el autor debe darse por bien pagado con el hecho de que su obra se publique o se represente. Hay quienes llegan a confundir los derechos de autor con un impuesto que debiera ser suprimido. Yo sé que mi teatro no es de masas, por lo que siempre he dado por sentado que nunca me enriquecería con él. Pero de ahí a lo que me aporta existe un profundo abismo. En el período al que me estoy refiriendo, es decir, en dos años y medio, he recibido a través de la SGAE en concepto de derechos de autor 1.998,46 euros, cantidad ridícula que, sin em- Jerónimo López Mozo. bargo, no se alcanza fácilmente si el pago por una representación puede reducirse a cuatro euros, como me sucedió en el Centro Cultural de Boadilla del Monte. No veo en el horizonte próximo ninguna señal de que las cosas cambien. Tengo tres obras recientes en el cajón. Si alguien me las pide para publicarlas o representarlas, se las daré. Pero no tengo previsto añadir ninguna más. No merece la pena. Llegué al teatro por vocación e hice de él mi profesión. Aquella sigue viva, pero las circunstancias me obligan a sacrificarla, por dignidad y porque he de atender las necesidades materiales diarias. Si en algún momento cambiara de opinión y cerrara el paréntesis abierto, José Luis y los buenos amigos de LA RATONERA serían los primeros en saberlo». 91 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 90 El argumento se hilvana a partir de una serie de referencias que permiten trazar un mapa simbólico alrededor del cual gira todo el montaje. Nombres bíblicos (Eva, Ruth, Sara…) para una historia que juega a contar las historias como ya hubieran sucedido. Historias en las que las protagonistas se arriesgan a cambiar el orden: ¿la serpiente, la manzana o el árbol? Juegos de triángulos y de referencias que se repiten como un leitmotiv musical. Y es que, precisamente, uno de los elementos fundamentales tanto en el texto como en la puesta en escena es la música, elemento que organiza las diferentes escenas y ocupa, asimismo, un lugar preeminente en algunos de sus momentos fundamentales. Omnipresente, Madame Butterfly se convierte en un nuevo elemento simbólico dentro de la obra, de modo que la tragedia de la mujer engañada por el soldado norteamericano encuentra su reflejo contemporáneo en la tragedia diaria de miles de mujeres víctimas de la violencia doméstica. Nada se cuenta desde la obviedad, sino sólo desde la sugerencia: las formas de entender el sexo. De asumir las dificultades de cada una de las relaciones de las que se habla: las relaciones a distancia, las relaciones abiertas, las relaciones esporádicas, la necesidad de conocer gente, la importancia del morbo en la pareja, las relaciones bisexuales y homosexuales… No se pretende dar ninguna tesis ni juicio de valor algu- Los comienzos de León Delestal en el teatro José Luis Campal Fernández RIDEA La Ratonera / 15 92 La obra literaria de José León Delestal (1921-1989) se inicia como tal en el teatro, consagrándose el autor en cuerpo y alma a escribir para la escena durante las décadas del 40 y del 50. En estos años, estrena cuatro piezas encuadradas dentro de un teatro de significación poética y aliento costumbrista, escribiendo también algunas más que no llegan a los escenarios. La labor dramatúrgica del ciañés se inaugura con Oro negro, un texto comprometido con la realidad social de la minería que escribió a los 18 años y con el que obtuvo el primer premio en el Certamen de Teatro Asturiano convocado por el diario Voluntad y fallado en Gijón el primer día de septiembre de 1940. La obra se puso en escena el 12 de octubre de 1940 y conoció múltiples representaciones dentro y fuera de Asturias, entre las colonias de emigrantes asturianos en Hispanoamé- rica. Aprovechando la reciente recuperación por sus herederos del texto íntegro de Oro negro, que permanece todavía inédito, me detendré seguidamente en su contenido. Oro negro es una pieza estructurada en tres actos, el último de los cuales consta de dos cuadros. El primer acto se compone de cuatro escenas, el segundo de once y el tercero de seis escenas el cuadro primero y de siete el cuadro segundo. En el desarrollo del drama aparecen un total de quince personajes que se expresan en lengua asturiana, en un registro dialectal bable nada forzado y sí muy natural, en consonancia con la variedad lingüística que Delestal a buen seguro conoció y practicó durante su infancia y adolescencia en su Langreo natal, en el valle asturiano del Nalón. Los protagonistas hablan, por lo demás, en verso, utilizando preferentemente el octosílabo, el endecasílabo y el verso alejandrino, en la estela del teatro que triunfaba en las primeras décadas del siglo XX y que firmaban los escritores del Modernismo, en cuyo magisterio posa su mirada sin duda León Delestal. Los personajes, tanto los principales como los secundarios, se reconocen por sus nombres de pila, y apenas se nos da de ellos más información persona- lizada que unos nombres netamente asturianos, con sus variantes de diminutivos o aumentativos: Florentina, Delfa, Teresina, Xuanón, Colasín, Ramonzón o Andresucu. A estos personajes hay que sumarles el grupo de mozos y mozas que intervienen, por ejemplo, en la esfoyaza que se representa en el primer acto y que actúa a modo de coro o comparsa acompañante en el desenvolvimiento de la trama. El primer acto consta de cuatro escenas de extensión dispar, ya que mientras que la segunda es muy corta, la tercera es verdaderamente larga. La acción tiene lugar durante una esfoyaza y ocurre en el atardecer de un día de octubre en la cocina de una casa asturiana de montaña. Delestal nos ofrece en la introducción del acto un puntual dibujo de lo que hay en este espacio donde viven y trabajan humildes gentes campesinas: Al fondo, la puerta de entrada, a la izquierda de la cual, arrinconada en el ángulo de las paredes ahumadas, la cocina de leña, y sobre ella la ancha campana de la chimenea. En la repisa de ésta, limpia, pulida, despidiendo reflejos a cada llamarada del lar, la vajilla casera. Distribuidos por el aposento, una masera, un arca, un platero, escaños, tayuelas, bancos y demás enseres Delestal recrea con soltura una esfoyaza tradicional, en la que los esfueyaores de más edad recuerdan con añoranza los tiempos pasados, cuya valoración es siempre alta, como sucede al evocar celebraciones de arraigada solera como los ritos de la noche de San Juan: Ya non encienden los mozos la foguera de San Juan con lleña de la montaña y árgoma de matorrial... y dimpués que ya se apaga marchen cantando a plantar el ramu que la mocina al despertase, verá delante de so ventana cuando va el sol a riscar. Los participantes en la reunión emplean las horas de esfoyaza en juegos como el de las prendas (los participantes depositan un objeto personal y para recuperarlo deben llevar a cabo lo que la madre les encomiende), en relatar historias picantes o en recitar leyendas mitológicas como la de la xana enamorada, con la que Delestal demuestra sus innatas habilidades para moverse adecuadamente dentro de una poesía lírica de correcta factura. Por boca de la vieja Florentina, conocemos las desventuras de una xana que se enamoró de un mortal. La composición nos muestra a un genio versificador maduro, cualidad que sorprende en un joven que comenzaba aquí su carrera literaria. El romance intercala- do comenzaba así: Al pie de la fonte moraba la xana. Vivía e’na su cueviquina oculta debaxo del agua. La fonte reía, la xana filaba. Tenía una rueca de oro, tenía una rueca encantada y el filu que d’ella salía brillaba cual filu de plata. ¡Ay, cuántes madexes tenía del filu que nunca se acaba! ¡Ay, cuánto y qué dello tenía! ¡Ay, cuánto y qué dello filaba! Los personajes de la obra de Delestal, en este acto y en los que le siguen, entonan, con bastante frecuencia, cantos populares, unas veces para entretenerse, otras para celebrar la salida de la bocamina o simplemente para festejar una buena nueva (como es el caso de la boda venidera de Cefero y Teresa en el primer acto o el arreglo de un siete en el pantalón de Colasín en el segundo acto). En otros momentos, las músicas y danzas del país acompañan a los personajes desde fuera de la acción representada y resaltan acontecimientos que ocurren en escena, como sucede cuando María le implora a su novio que no la abandone. También se nos hace saber que al cantar en el tajo minero se evita caer en la blasfemia, como afirma candorosa y bienintencionadamente un personaje procedente de fuera de la aldea: Es duro allí el trabajar, y a veces la lucha espanta, pero en vez de blasfemar, tú no te arredres, y canta. Canta, sí, a pleno pulmón, que cuando canta el minero se perfuma el tajo entero. En el ambiente de esparcimiento de las esfoyazas otoñales, en las que se conjugaba el trabajo con la diversión, se arracima un nutrido grupo de gentes, que centran sus intereses fundamentales, al margen de la actividad agrícola, en las tentativas o consumaciones del cortejo. Hallamos así personajes como el viejo zalamero Chema, que no pierde comba a la hora de piropear a las rapazas, dándoles conversación y, si se tercia, pellizcándoles el trasero cuando éstas bajan la guardia. Del personaje su mujer Rosa refiere esto: Fegúrate, Florentina, ehí en onde tú lu ves, ¡piropeó a la madrina, el día que nos casemos a la puerta de la ilesia! Esta Rosa debe soportar los devaneos y cándidos flirteos sin consecuencias de su marido cincuentón (un viejo, según nos lo describe Delestal, para la mentalidad de la época), de los que, no obstante, se cobra venganza, como le recuerda a Chema, en el tercer acto, una zagala: Anda, vete pa casa, que estará la tu [Rosa esperándote ya con la cibiella; y como esté furiosa ye capaz de rompete una costiella. No es el único defecto suyo que se apunta, ya que a la agresividad se 93 Septiembre 2005 “Oro negro” propios de las casas aldeanas, todos ellos de tono oscuro por la pátina del humo del hogar. ¡Si fuese la mio parienta, que en cuanto se pon a hablar de cualquier murmuración non la fai aparar ni un camión que la venga a atropellar! Frente a la galantería deportiva, casi en tono de chanza, de Chema coloca el autor casos más serios, como la debilidad sentimental de Cefero por María, o el amor apasionado, casi ciego, que experimenta ésta por Xuanón; en un momento dado, María replica malhumorada a las insistencias cortejadoras de Cefero: La Ratonera / 15 94 T’ol mundo lo sabe y tú tamién lo debes saber, qu’él ye’l únicu querer de la mioya juventú. (...) Día que non vien Xuanón a veme, muero de pena. Sólo su presencia, enllena de gozu el mi corazón. La relación que nos presenta el autor entre María y Xuanón se sale, hasta cierto punto, de los patrones aceptados, aunque quizás se ajustaba a lo que sucedía en la Asturias agropecuaria de finales del XIX y primera mitad del XX. Y es que la moza, sin haber pasado por la vicaría, está ya embarazada, al haber cedido a las pretensiones del mozo; promesas de matrimonio de las que María comienza a dudar y que al final del primer acto se consolidan cuando Xuanón la informa de que se va de la aldea a buscar fortuna, y ello a pesar del estado en que deja a la futura madre. La condición de madre soltera es subrayada por María como una infame mancha que la comunidad ni perdona ni olvida, y ello la lleva a encararse con el galán que la abandona y que le pide que lo espere: ¡Esperar a que la xente al veme madre y soltera me mire como si fuera barro amasao en’a fuente! ¡Esperar a que mi frente levantase non pudiera! ¿A que el mundo me escupiera su despreciu diariamente? En el acto siguiente, la propia María subraya ese peso de la bastardía cuando han pasado ya varios años desde el incidente, pero que constituye un obstáculo que le impide a ella reconducir su vida: Pero lo que se fizo nadie lo muda, y Colás ye el mio fíu ¡y soy soltera! y por eso non puedo casar contigo por más que lo anhelara y lo [quisiera. Al cerciorarse de las decididas intenciones de Xuanón de no permanecer a su lado, María le confiesa a su padre Colás la situación desesperada en la que se encuentra sumida; para exponerle lo que le ha ocurrido, usa unas comparaciones poéticas extraídas de la naturaleza: (consustanciales a quienes se desenvuelven en su marco, ya que en ese medio se han criado y crecido, y desconocen otros) las había empleado previamente su padre Colás al darnos el siguiente retrato de su hija, en el que el entusiasmo desborda: Tú la alaxina preciosa, el xazmín de la quintana, la que los páxaros vienen a la aurora a requebrala. La reacción de Colás ante la inesperada noticia pasa por dos fases: primero, dirige su rabia y ofuscación contra la hija que no ha previsto las consecuencias de su determinación al ceder a los impulsos del mozo, y después, acude a exigirle responsabilidades a Xuanón como presunto embaucador que le ha robado la virginidad a la hija. A María, tras haberle hecho unos instantes antes una rendida declaración de amor filial, su padre le grita: ¡Malhaya tú y la tu casta! ¡Quisiera tener valor pa arrojate d’esta casa...! Del desahogo verbal pasa Colás a la actuación, y así, inmediatamente, toma la escopeta y se lanza a limpiar la honra de su hija, que él entiende burlada y mancillada, y que, además, considera de su propiedad como progenitor que es: ¡Porque la rosa perdió el aroma que guardaba y la palomba, la probe, el barro manchoi las alas! Apártate, fía, aparta; voy a traete la honra que esi mozu te robara. ¡A que se case contigo, o a matalu por canalla! Las alusiones al mundo natural Delestal escribió Oro negro más que como una estampa minera (un significativo muestrario de las circunstancias nada fáciles del trabajo en la boca del lobo), como una obra sobre el honor y la adversidad, una pieza en la que se denuncia cómo la huida nada arregla y deja sembrado el camino de damnificados ante decisiones equivocadas. La inconsistencia y falsedad de las promesas masculinas en materia amorosa son puestas de relieve por el personaje de la vieja Florentina al inicio del segundo acto así: Sí, fillina, has de saber que en les coses del querer los hombres muncho fingir pero non saben cumplir lo que saben prometer. Primero, muncho calor, munchu hablar de casamientu, pero, lluego, aquel amor ye fumu que lleva el vientu. El motivo de la mina surge ya en el primer acto asociado aquí a la causa de emigración, pero no tiene todavía rango principal en estos compases iniciales de la obra. Y es cuando Xuanón le confiesa a su amada que se va de su lado porque el de minero es un oficio del que reniega porque se le ha vuelto insufrible: Mas ya non puedo seguir, quiero marchándome, huir d’esta vida abrumadora; canseme ya de vivir bajo la tierra traidora. El segundo acto de Oro negro arranca quince años después de finalizado el primero. Sabemos por vía indirecta que Colás no pudo cobrarse justicia en Xuanón debido a un inesperado percance que le acaeció al final del primer acto, y nos enteramos de que ha muerto; sabemos que María ha dado a luz un hijo que en recuerdo de su abuelo se llama Colasín y que Cefero ha enviudado y es padre de Teresina, una muchacha con la que hace buenas migas el vástago de María. El escenario ha cambiado: del interior nocturno del acto anterior hemos pasado en éste al exterior diurno, lo que da pie al autor para explayarse sobre las faenas agrícolas en las que se ocupaban los habitantes de la aldea, tareas que aquí no entran en conflicto con las labores mineras, sino que son compatibles; ambas discurren acompasadamente sin que una se vea amenazada por la otra o quiera imponerse sobre su vecina. En el arranque del acto tercero, Delestal nos brinda, por ejemplo, una imagen bucólica y jaranera de la siega: Agrádame el xaréu que entamen con [les neñes los rapazos, blincando pente los [balagares: el golor de la hierba y les voces [risueñes de les moces que canten melodiosos [cantares. La decoración escenográfica de este segundo acto se mantendrá en la primera parte del último acto para regresar en la segunda parte del mismo a la cocina de la casa aldeana donde se había desarrollado el acto primero, lo que confiere a la pieza teatral un sentido circular, indicándonos así que todo termina donde empezó y viceversa, y que la representación, como la vida misma, es una rueda que no se detiene. El segundo acto de Oro negro se compone de once escenas generalmente breves y con intervención en cada una de ellas de pocos personajes (en la esfoyaza del primer acto el número de intervinientes era evidentemente mayor por las peculiaridades inherentes a la reunión que se montaba), salvo en la escena novena, la más importante de este acto, por cuanto que será ahí donde la barrera emocional que María ha interpuesto entre ella y Cefero se desplome y acepte recomponer su vida al lado de su antiguo e insistente pretendiente, una unión proyectada que no fraguará porque, para empañar tal decisión, Delestal incorpora, buscando la tensión dramática, el regreso de Xuanón tras tres lustros sin dar señales. La estancia de éste en tierra leonesa le ha afectado de tal manera que ya no habla en bable, y todos sus parlamentos hasta el final de la obra los hará en un relamido castellano, que provoca un distanciamiento y desapego negativos en el espectador, ya que ve cómo Xuanón desacredita sus raíces, como antes se había desacreditado como hombre incumplidor de su palabra. Al rehuir expresarse en su habla comarcal, aumenta la repulsa hacia su causa por parte del espectador, que lo ve como alguien que le ha dado la espalda a la comunidad, a la que, sin embargo, regresa 95 Septiembre 2005 le añade un carácter celoso y su propensión a chismorrear: Aquella vaca galana, aquella vaquina mía; la que conmigo salía a pacer per la quintana; la del focicu de grana y la esquila cantarina; la vaca más saltarina que hubo na comarca entera... ¡Murió la vaca Melguera!... ¡Murióme la mio vaquina! Ya non saldrá, a la mañana, retozando por el monte a beber agua na fonte donde vieron a la xana. El desamparo al que la ha condenado el abandono del padre biológico de su hijo provoca en María una transformación radical, empujándola al fondo de la mina, sumiéndola en una penitencia que nada bueno traerá. Nos indica Delestal que Ma- ría ya no es la moza «fresca y lozana como el tomillo del monte» (incluso cuando elabora las acotaciones, no puede desprenderse de su estilo poetizante, ya que son las suyas acotaciones literarias antes que informativas), sino María la Carbonera, una «mujer encorvada por el trabajo y los disgustos». Por boca de la vieja Florentina sabemos de la suerte corrida por María tras el nacimiento de Colasín, el hijo al que su padre no pudo conocer ni reconocer: Y ella, pa poder criar aquel retoñu melgueru que la facía penar, entró un día a trabayar arriba n’el cargaderu, a cargar y descargar el carbón; y el sol ardiente del verano, y el sudor, marchitaron en so frente les azucenes en flor. Cuando en la sexta escena de este segundo acto entre en escena María, nos comunicará la penosa labor que desempeña y ante la que no se amedranta: Presentóse mal el día. Muncho vagón de vacío, muncho carbón apilado y para velo cargao tiense que espaliar con brío. En el segundo acto entra en escena don Miguel, un personaje crucial que ya no abandonará su papel director en la obra hasta el final de la misma, erigiéndose en la pieza culta del engranaje teatral. Es un hombre sentencioso y elocuente, que habla en un pulido castellano, distin- guiéndose en las apreciaciones del espectador del otro personaje que se expresa en español (Xuanón), porque don Miguel no ha repudiado sus orígenes, sino que ha aceptado las leyes de una comunidad que no es la suya, pero a la que se esfuerza por comprender y defender. Además, el hecho de que don Miguel hable en español no impide que los aldeanos le comprendan a la perfección, así como que éstos se entiendan con él en su dialecto, todo lo cual habla a las claras de una situación de tolerancia lingüística mutua, de la que Delestal levanta acta, apostando por la convivencia antes que por la confrontación. Don Miguel es un maestro, señala Delestal en otra aquilatada acotación de exactitud poco común, «con acento de apóstol y figura quijotesca» que María acoge de inquilino en su casa (su integración en el colectivo rural no admite así duda alguna), en la que, confiesa este personaje: En vez de una posada encontré calor de hogar en esta familia honrada. Don Miguel es un docente que emplea con sus alumnos la perseverancia y templanza antes que la vara, aunque los aldeanos le demanden métodos más estrictos y coercitivos, como le recomienda Chema para el caso de su hijo: Usté zúrrei la badana pues ya sabe que la lletra mejor que con cien descursos entra con una cibiella. Se trata de un personaje que ac- túa como contrapeso en la balanza, es la acreditada voz de la experiencia, pues frente a la tristeza que embarga a las familias mineras por el negro y temido panorama que tienen delante de sí, don Miguel hace gala de un optimismo ilustrado, como así se lo subraya la madre de María: Usté non sé cómo ye que el su carácter me admira; goza con tó lo que ve y agradai tó lo que mira. Y producto de esta amplitud de miras será el hecho de que sea este personaje el único que en el último acto no maldiga a la mina, a pesar de las vidas inocentes que ésta se cobra, y lo hace desde una perspectiva de bonanza económica, igualando dos conceptos tan contrarios como vida y muerte, pero que literariamente le permiten al autor buenas maniobras, a pesar de su precocidad creadora: Calla, María. Llora tu angustia de madre, llora, pero no maldigas. Lo que al minero da muerte a Asturias le da la vida. Y a continuación expresa cómo gracias al esfuerzo de los mineros y a las desgraciadas bajas humanas que la mina registra, la nación y el progreso no detienen su avance: Si no laboran y mueren los mineros en las minas, no bramarán en las fábricas las calderas encendidas, ni irán las locomotoras domeñando lejanías ni los vapores soberbios abrirán, bajo sus quillas, rumbos en todos los mares, venciendo todas las brisas. Por medio del personaje de don Miguel, al que los campesinos consideran un intelectual, se dignifica y exalta, se prestigia, en suma, el laboreo poco menos que épico del minero. Acerca de ellos, proclama altanero: Esa casta que labora, sin ver la luz de los días, en las negras galerías que no conocen la aurora. Ese plantel vigoroso de topos y de titanes que sin tregua ni reposo en una lucha de afanes rompe el seno misterioso de la tierra; y allí araña los veneros del carbón y aun cuando el sudor le baña, pica y pica con tesón... Este don Miguel, al que, por su oficio educador, veneran los lugareños, juzga que, para el que crece en tierra de pozos, la profesión minera no es una elección, es un destino marcado a fuego desde la cuna, y al hijo de minero (Colasín lo es de Xuanón) lo que le espera en un futuro próximo es bajar al fondo de la tierra a extraerle a la mina sus riquezas, lo que sugiere una ideología de forro escéptico o derrotista: (...) ese nacer le destina a encerrar sus horizontes entre negruras de mina. Don Miguel será el que, una vez que parezca que va a resolverse la situación conyugal de María, apo- ye y aliente la entrada de Colasín en la mina para sustituir a su madre, contra la voluntad de ésta, cuyo temor a perder al hijo por el que se ha desvivido se incrementará a partir de entonces, desviviéndose por su integridad física y llegando por ello a enfermar. Colasín accede de muy buena gana al canje por su madre, pues piensa, y en eso Delestal traslada al papel un pensamiento generalizado por entonces que hoy se toparía con severas reconvenciones, que: onde hay hombres que lo sean non trabaya la muyer. Colasín no se engaña, y sabe que lo que le depararán las profundidades del subsuelo no será plato de gusto: Ya soy grande y a la mina a trabayar me diré... Hasta hoy sólo fui un guaje, guaje quiero ser también pero un guaje que en la mina bañe en sudores la piel, arrancando a fuerza de uñes el pan que vaya a comer. Non quiero que madre siga en esti trabayu cruel. En el tercer acto, Colasín, tras enumerar los riesgos y peligros, abunda en la razón materialista por la que no renuncia a su dura ocupación: Pero ganase bastante y eso ye lo que se cuenta... lo demás... ¡qué va facese!, bregar con alma y pacencia, qu’el probe tien que afanase pa ganar pa la pancheta. 97 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 96 buscando comprensión y protección cuando las cosas no le han salido como él esperaba y deseaba. Esta novena escena cobra, igualmente, singular relevancia porque en ella, a raíz del arrollamiento por el ferrocarril de una vaca de la familia de María (son inevitables las similitudes con el cuento de Clarín ¡Adiós, Cordera!), Colasín, que estaba encargado de cuidarla, le hace una sentida y enternecedora elegía en la que deja patente lo fundamental que estos animales son para el sostenimiento de la casería asturiana, enlazando al final con el motivo legendario de las xanas que había aparecido en el acto anterior. En ambos casos, el talento poético de Delestal no dejaba lugar a dudas: ¡Oro negro es el carbón y oro negro el corazón callado de los mineros! ¡Oro negro de alma recia! ¡Oro de vida sencilla! ¡Nadie en su valor lo aprecia porque es oro que no brilla! La Ratonera / 15 98 El último acto, como señalé al principio, se divide en dos partes en las cuales se escenifican dos o tres renuncias. En el primer cuadro, tras encandilar Xuanón a María con alabanzas afectadas y retóricas (un discurso aposta endeble, para procurar la repulsa hacia Xuanón), y tenerla convencida para reanudar una relación cortada 15 años antes, María da marcha atrás cuando llega del trabajo el fruto de su desengaño, es decir Colasín; es entonces cuando Xuanón pierde los estribos e insulta a María, lo que provoca la airada reacción de su hijo, quien, desconocedor de la identidad de su padre, a punto está de agredirle físicamente, impidiéndolo la madre al descubrirle quién es realmente ese hombre, si bien él se resiste a creerlo; al tiempo que María renuncia a Xuanón, Colasín hace otro tanto, negándose a admitir la palabra de su madre, que para él resulta sagrada, lo que reduplica por con- traste su negativa. La revelación está literariamente bien pautada, y otro tanto sucederá más adelante cuando deban decirle a María que Colasín es el minero muerto en la explosión de grisú con la que se cierra la obra. Tras renunciar, por propia voluntad, a Xuanón, María deberá hacer otro tanto, pero esta vez contra su voluntad, con lo que más aprecia: Colasín, y con esta segunda renuncia suya se cierra la herida abierta en el primer acto, ya que la tragedia y el dolor unen a Xuanón y María ante la muerte del hijo común, que había sido el detonante de su separación. Delestal echa mano constantemente del contraste: si el hijo había roto la relación en una situación donde la alegría se imponía (el casamiento frustrado), será quien reúna a sus padres en la desesperación: al darle a él vida les separó, y ahora al arrebatársela la mina, los reconcilia en el perdón y la piedad. La circularidad de la obra toma nuevamente cuerpo y nos habla de una composición cuidadosamente planificada para que ningún fleco quede suelto. Xuanón, al que María y Colasín habían negado y que trabaja en las inmediaciones de donde lo hace el hijo, será quien relate el fin de Colasín empleando con tiento los tiempos verbales en presente y pasado. Se trata de una narración contenida y al mismo tiempo cargada de emoción sincera propia de quien como Delestal ha sido testigo y observador de las muertes que la mina ha sembrado en la cuenca minera del Nalón: Y mientras que los demás pugnan por salir de allí, yo con desprecio de mí voy a salvar a Colás. Escarbo entre los escombros y consigo abrirme paso a fuerza de puños y hombros; el aire falta, me abraso, pero es preciso salvar su vida y sigo adelante... (...) y cuando llegué a su lado rastreando por el suelo vi a Colás ensangrentado. Me arrojé a él con anhelo... ¡pero estaba inanimado!... A modo de apunte final, no quisiera dejar pasar por alto que, aunque Oro negro sea un drama minero y fundamentalmente un tributo al papel de las mujeres carboneras, con el que Delestal da en la diana en su primera salida a escena, no renuncia a su filiación teatral costumbrista, como pone de manifiesto el empleo de recursos propios del monólogo, del que llegará a ser Delestal un notorio exponente. Ahí quedan los graciosos equívocos o los juegos de conceptos y palabras. Una muestra nada más: en la escena segunda del acto segundo, un perro ataca a Colasín, y Teresina le pregunta: TERESINA: ¿Cómo no i pegaste al [perru? Con soltai una patá quitábeslu de delantre... COLASÍN: ¿Cómo lu diba a quitar de delantre, Teresina, si lu tenía detrás? La Teresa de Clarín según Tarfe (y II) Una reseña olvidada (y positiva) de Ataúlfo Friera de 1895 el escritor gijonés la fuerza expresiva que él advierte en los parlamentos, de los que nos brinda abundantes ejemplos. Pero dejemos que hable Friera con su singular estilo. José Luis Campal Fernández NOTAS LITERARIAS RIDEA «Teresa» por Tarfe Completamos con esta entrega la larga reseña/glosa de la pieza teatral clariniana Teresa que Ataúlfo Friera, alias Tarfe, ofreció en las páginas del diario asturiano El Comercio en el mes de mayo de 1895. En la tercera entrega, el comentarista estruja al personaje del obrero Roque, con sus contradicciones y ambiciones. El análisis particular de Roque prosigue en la entrega siguiente, a la par que el reseñista coloca bajo su punto de observación al personaje idealista de Fernando, comparando ambos caracteres en relación siempre con Teresa. A ella, abnegada víctima de malos tratos y sufrimientos morales y sentimentales, está dedicado el quinto artículo, mientras que el sexto y último es un comentario visceral sobre las excelencias literarias de la obra de Clarín, a la que Tarfe califica de sublime creación poética, conmovedora y profunda de sentimiento, señalando III Hemos prometido hablar de los caracteres (personajes, en el lenguaje convencional de las producciones escénicas), y vamos a cumplir, como hombres de bien, nuestra palabra. Los tres mineros son tipos episódicos que, aunque dan claro obscuro a la acción, nada, sin embargo, quitan ni ponen en ella, en lo referente a lo substancial, a la miga, a la esencia del drama. Rita y Palmira, a su vez, son igualmente figuras secundarias, que si mucho representan como elementos de sombra, como datos de tristeza, como átomos de dolor de aquel medio ambiente de amargura y de miseria, poco significan en el de- sarrollo íntimo del conflicto dramático. Su misión, pues (la de Rita y Palmira) se reduce a prestar a aquel cuadro del hambre, a aquella historia de infortunios del alma y del cuerpo, una queja, una nota triste más, que unida a aquel concierto de pesares y de infortunios, contribuye a entenebrecer la atmósfera moral que en el hogar de Teresa se respira. Ataulfo Friera, Tarfe. 99 Septiembre 2005 Y en el cierre de la obra, el personaje de don Miguel, ajeno, como vimos, al grupo de los mineros, bautizará al carbón como oro negro, fundiendo el plano laboral y el sentimental, reivindicando el valor social de una profesión abnegada a la que la obra rinde homenaje con pulso certero y visión desprejuiciada: todos los Roques del mundo!.. Y es algo más; es un temperamento –sino con hábitos, cuando menos con deseos de holganza– que prefiere la discusión al trabajo y a la cátedra la taberna. Su odio a la burguesía no consiste, es decir, no se funda en los egoísmos de tal burguesía; se basa en que él no es burgués. No le molestan, no le ofenden las desigualdades de la suerte, porque tales desigualdades existan, sino porque él “no se halla encima”, porque él “se encuentra debajo”... Si la tortilla de los desniveles sociales se volviera del revés, a favor suyo, Roque sería el primero de los burgueses. No es malvado; es envidioso. Su odio a los “favoritos de la fortuna” no dimana de que la fortuna tenga favoritos; nace de que él no es uno de ellos, de los queridos de la riqueza. Antes que perverso, es egoísta. Siente la tristeza vil del bien ajeno porque él carece de ese bien; no porque otros lo posean. No pertenece al número de los que con gusto se quedan tuertos con tal de que ciego el vecino. Roque desea que todos tengan ojos... pero quiere tenerlos él también... y, si fuera posible, de aumento. Roque, en otras circunstancias más favorables, sería el primero de nuestros haraganes; y sobre todo, el primero de nuestros viciosos. Algo, y aun mucho, le desvanece la vanidad de ser escuchado en el chigre; pero en más que esta vanidad estima il dolce far niente de la taberna y las voluptuosidades de la bebida y el calorcillo estomacal y los goces cerebrales del alcohol, que ahoga sus impotencias, no de regeneración, no de rehabilitación social, sino de poder vivir sin trabajar –aunque a veces los exacerbe, cuando la embriaguez le lleva por ahí– y que hasta mata en él los instintos genéricos, convirtiendo el macho en un ser híbrido, indiferente a todo conato de amor sensual y hasta disgustado de su calidad de varón, obligado a cumplir las naturales obligaciones de su sexo. ¡“Beber y holgar”, he aquí sus únicas aspiraciones!.. Sus pruritos de orador, de revolucionario, de anarquista, son pretextos para no hacer nada y emborracharse. Es una víctima más de la inacción y del alcohol, que aborrece –según ya dijimos– a los burgueses porque él no puede ser uno de ellos. Sin embargo, en el alma de Roque existe un fondo de honradez, como suele existir en el alma de todos los postergados. Jamás consentiría en conseguir el logro de sus deseos a costa de su honor, de su decoro, de su dignidad... ¡Antes que víctima de la bebida es mártir de su propia estimación, del aplauso o la censura de su misma conciencia! Y de aquí su odio particular, individual –no de clase– a Fernando. Y de aquí, igualmente, sus malos tratamientos, de palabra y de obra a Teresa... a Teresa, a quien a la vez ama y odia, porque si la quiere con toda su alma, también la detesta con todo su corazón, al imaginarse, como se imagina, que nada más natural que Teresa le posponga, en su amor, a Fernando, puesto que Fernando es rico y ¡él es pobre! y Fernando es bueno y ¡él es malo! y Fernando está ligado a Teresa, a su Teresa (a la de Roque) por todos los dulces recuerdos de un pasado, mil veces más lisonjero, que el presente que Roque le ofrece. ¡Y aún hay quien dice que en Teresa no existe acción dramática!.. ¿Habrá dramas más verdaderos que los que se desarrollan en el fondo de las almas, donde sostienen horribles luchas todas las más contradictorias pasiones y todos los más encontrados deseos... ¡el odio y el amor, la virtud y el vicio, el perdón y la venganza, la envidia y la caridad, la razón y el sentimiento, el bien y el mal, la luz y la sombra!? También se dijo que el carácter de Roque se desdibujaba, porque a la par que Roque tenía para su hermana todo género de ternuras, sólo tenía para su esposa toda suerte de malos tratos!.. ¡Qué conocimiento del corazón humano el de esos críticos!.. ¡Mañana les haremos ver lo que tienen de Sénecas!.. IV Decíamos ayer que algunos críticos, más miopes que argos, habían creído, o fingido creer, que el carácter de Roque no se sostenía, que “se desdibujaba”, que era contradictorio, a causa de sus ternuras para con Rita y de sus brutalidades para con Teresa. Y esto es desconocer en absoluto el corazón humano. Roque quiere a su hermana porque a ello le impulsa el cariño fra- ternal, cariño del que no duda, del que no tiene prevenciones, cuya sinceridad no le infunde sospechas; y maltrata a su mujer, porque no le inspira absoluta confianza, porque recela, porque teme que su amor no sea verdadero, absoluto, leal, si no en “el terreno de los hechos”, cuando menos en “el fuero interno”, en la intención, que tal vez vaya encaminada por otros derroteros distintos de los de una entrega completa del cuerpo y el alma de su esposa. Porque a Roque le ofende tanto el adulterio de deseo, de pensamiento, de intención, como el adulterio de hecho consumado en la torpe realización de los placeres materiales. En medio de sus bestialidades de beodo conserva su dignidad de hombre, y ni moralmente quiere que se le burle, que se le engañe. De aquí las iras y de aquí los desahogos de venganza de que hace víctima a la pobre Teresa. Y este miedo a que su mujer no le ame, es debido a un razonamiento, inconsciente [...], pero seguro, instintivo, natural... ¡Ve que es inferior a ella!.. ¡Reconoce que no la merece, sino con palabras, con demostraciones exteriores, de fijo con voces íntimas de su conciencia, con gritos callados de su alma!.. Además, la perversión total, la maldad absoluta no puede existir, porque los afectos y los odios tienen también su forzoso equilibrio, como las fuerzas materiales; y Roque, por lo tanto, sometido a esta ley, si siente su corazón lleno de rencores lo siente también lleno de ternuras. Ejemplos de lo que decimos nos los presentan no pocas veces las páginas más humanas de la Literatura. Sin ir mas lejos, en este momento asalta mi memoria el recuerdo de una poesía de D. Manuel Catalina, en la que se habla de un borracho impenitente que todas las noches maltrata a su mujer con más dureza aún de la con que Roque martiriza a Teresa. Pero el tal beodo llega a ser padre y como su esposa le reprenda en cierta ocasión porque, como de costumbre, viene perdido “El hombre feroz, muy quedo y con salvaje cariño, poniendo en la boca un dedo dice: –¡Calla!.. ¡Tengo miedo de que despierte el niño!”... Díjose igualmente que los malos tratamientos de Roque para con Teresa estaban fuera de toda realidad, por lo excesivos. En primer lugar, el espectador de este drama no los presencia, no los conoce más que de oídas. Y, en segundo, por terribles que los suponga, nunca lo serán tanto como los de aquel ebrio de la novela de Zola, que caldeaba al rojo una moneda de cobre para obligar a su hija a que la cogiera, con el pretexto de mandarla a comprar cualquier cosa, sin que le enternecieran los ayes de dolor de la pobre niña al sentir abrasadas sus tiernas manecitas!... Roque, pues, según ayer hemos escrito, no es un perverso; es un desgraciado; y hombres hechos a su imagen y semejanza los encontrará a millares todo el que se detenga a estudiar las costumbres de determi- 101 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 100 Y algo más significan también, puesto que vienen a ser la piedra de toque en que se prueba la relativa bondad (o al menos la maldad no absoluta) del marido de Teresa, toda vez que ya que no con hechos positivos, no las olvida, y las atiende con hechos de intención, con “acciones de buen deseo” lo cual algo vale –y con mucho– como circunstancia atenuante, cuando menos, de la completa perversión que una crítica más ciega que zahorí, ha creído o fingido ver en el carácter de Roque. Y ya que de Roque hablo, empecemos por él nuestro estudio (o lo que sea) de los personajes de Teresa. Todo el que se haya criado en otros ambientes distintos de aquellos en que sólo se aspira el perfume enervador del afeminamiento, del pachuli, del buduar, de los salones; todo el que no haya vivido en las atmósferas de las grandes industrias; todo el que no haya profundizado –bezo de la observación– en las entrañas de las minas; todo aquel, en fin, que no haya visto de cerca a las llamadas masas, a los obreros, a los trabajadores, no puede comprender la palpitante realidad del carácter de Roque y, por secuela lógica y natural, no puede tampoco juzgarle. Roque es un tipo clavado (¡hasta clavado en el leño de la ignorancia pretenciosa!) del obrero enfatuado que pretende, y hasta cree, saberlo todo, no sabiendo nada... ¡nada más que lo que le enseñan cuatro periódicos, explotadores de la buena fe de dormidas, sí, hasta entonces, pero no muertas, y siempre prontas a despertar, como despertaron, a la sola presencia del ser querido que representa para él toda una existencia de inefables ternuras y también de adorables martirios!.. Es el señorito, en fin, ardiente y tímido, deseoso y honrado a quien Teresa sentía andar muchas noches cerca de su cuarto… “sin cerrar nunca la puerta”… ¡“Sin cerrar nunca la puerta” frase de condensación suprema, síntesis de expresión profunda que encierra en sí la definición de dos caracteres, la historia de dos almas, el idilio más realmente ideal que hemos leído en poeta alguno!.. Pero de esta concentración de ideas y sentimientos en sólo una frase ya hablaremos otro día con el detenimiento que reclaman; porque ¡de estas frases hermosas hay tantas en Teresa!.. No faltó quien encontrase inverosímil e injustificado que Fernando se escondiese de Roque y luego huyera de él... Los que tal han escrito entran de lleno y “por derecho propio” en el número de los que no han comprendido a Fernando. ¿Qué saben ellos –puesto que así se expresan– de los sacrificios de que es capaz el amor verdadero?.. Pues que ¿no supone más valor moral el obedecer a Teresa, como la obedece Fernando, que el entendérselas con Roque, cuyo estado de embriaguez le imposibilita para toda lucha?.. Alguien escribió, asimismo, que la pasión de Fernando por Teresa era inexplicable, no sólo por el tiempo transcurrido, sino también porque pudo haberla saciado cuando tuvo ocasión para ello, puesto que seducir a una criada no es cosa del otro jueves, sino cosa natural y corriente… el pan nuestro de cada día del placer cogido al vuelo... ¿Puede pedirse desconocimiento mayor del modo de ser de Fernando y de lo que es la vida?.. Y de lo que es la vida, sí; porque, aun suponiendo que Fernando deseara a Teresa carnalmente, ¿quién por cortedad o por temor, no ha dejado de llevar a cabo alguna “empresa amorosa”, sintiendo después el remordimiento de no haberla realizado?.. Hasta un poeta festivo, que no suele meterse en honduras psicológicas, ha manifestado este pesar del placer que pudo gozarse y no se gozó, en los siguientes versos, que son como un suspiro nostálgico de antes positivas y hoy casi imposibles venturas: “Tengo yo una lista que es lo que hay que ver, con cada conquista… que he debido hacer!”… Únase a este ¡ay! de la voluptuosidad no lograda el amor poético de Fernando y se comprenderá lo real, lo efectivo, aunque no lo frecuente, de su [...] inclinación a Teresa… Y… ¡quédese para mañana lo mejor del drama de Clarín! ¡Quédese para mañana Teresa!.. V Entre las mujeres “idealmente reales” que ha canonizado la Litera- tura universal, ocupa Teresa puesto principalísimo. Por su abnegación, por su bondad, por su ternura, por su vida de sacrificios continuos, sin protestas, sin quejas, tiernamente resignada, melancólicamente amorosa, es la encarnación palpitante de cuanto existe en la mujer de más sublime, de más hermosamente triste, de más profundamente adorable. Teresa se hace querer desde que aparece en escena, y este cariño llega a la admiración, a medida que en el desarrollo del drama, va vertiendo a raudales las perlas de amor de su alma, tesoro inagotable de infinitas dulzuras. La simpatía que despierta en el corazón, resulta tan honda, se graba en él con tan profundos caracteres, llega tan adentro, tan a lo íntimo, que una vez conocida, la imagen moral de Teresa no se olvida nunca. Tiene más vigoroso relieve, más calor de humanidad, más energías de existencia que muchas mujeres verdaderamente reales, de carne y hueso, que respiran el ambiente material de la vida terrena… ¡Como que más que una persona es un prototipo, un modelo, un ejemplar que condensa en sí colectivamente todo cuanto hay de bueno y de honrado y de generoso en los espíritus femeninos! Las Ofelias, las Margaritas, las Marianelas la igualarán en delicadeza; pero no la exceden en abnegación, en bondad, en ternura y mucho menos en sacrificios; porque jamás han pasado por las terribles contrariedades permanentes de Teresa, ni fueron nunca sometidas a tan tremendas pruebas; pruebas tremendas de las que Teresa sale siempre triunfadora y en las cuales, lejos de aminorarse, se agiganta su virtud por tan alto modo que arranca a la vez admiración y lágrimas. ¿Quién que no tenga alma de estuco y corazón de piedra, quién no se emociona ante aquella lucha gigante entre amor y deber, entre un pasado de venturas (en el que “¡hubo cielo!”) y un presente de infortunios, en el que hay infierno o, como ella dice con suprema bondad, purgatorio?.. ¿Quién no admira y compadece a la pobre Teresa, al ver que lejos de tener censuras para el más negro de los desagradecimientos, tiene frases de perdón, qué de perdón, hasta de cariño para la más torpe de las ingratitudes? ¿Quién no derrama llanto de infinita compasión en presencia de aquella generosidad sin límites, que responde al castigo injusto con el halago humilde; a la ofensa brutal con la caricia tierna; al inicuo desprecio de su amor con el santo bálsamo de su cariño celeste?.. ¿Cómo no prosternarse ante aquel inexhausto manantial de dulzura, en cuyas aguas de regeneración Teresa intenta lavar las culpas de su esposo, sumergiéndole el alma en el puro Jordán de sus maltratados amores?... ¡Aprendan, aprendan honradez en Teresa las mujeres que rodeadas de comodidades, deslumbrantes de lujo, ahítas por la gula, juegan, no obstante, por simples caprichos, con el honor de sus maridos y la honra de su hogar, como los chicos juegan con sus baratijas! Aprendan, sí, abnegación y nobleza, en esta pobre criatura que prefiere la miseria a la abundancia, los cardenales de “la vara del guardia” a las caricias del apasionamiento más ardiente y más respetuoso, un porvenir de hambre y de injusticias, a un futuro de prosperidad y de agradecimiento, y… póstrense de rodillas ante el dulce ser desgraciado, que después de despedir con un pobre “¡buenas noches!” a su felicidad, a todo un pasado de gratos, inolvidables recuerdos, a su sueño de otros días, acaso a su esperanza de otros tiempos aún le sobra amor, aún le rebosa cariño por todos los poros del alma, para ponerse de hinojos ante su marido borracho, y para decir con infinita ternura: “Y tú… ¡mi pobre león!... ¡Yo aquí!... ¡Siempre aquí!... ¡Junto al hombre de mi cruz!... ¡Al pie de mi cruz… que sangra!...” ¡Esto es sublimemente grande, hermoso, supremo! ¡El arte no tiene cumbres más altas a que remontar su vuelo!... Y los que no lo vean así, carecen de ojos en el alma. Y los que así lo vean o lo hayan visto y lo nieguen, son unos malvados. Teresa, pues, pese a quien pese, es una de las más humanas figuras de la literatura, una de las más hermosas creaciones de la poesía; y si hoy la infamia y el rencor y la ignorancia y la envidia le han dado 103 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 102 nadas clases trabajadoras... y no trabajadoras... A Fernando tampoco se le ha comprendido. Es más; en general, se le ha comprendido menos que a Roque. ¡Si hubo quien le juzgó como a uno de esos ridículos conquistadores de oficio que contando como principal materia de seducción con el corte de un sastre de moda (a quien no pagan) o con las apariencias de las farsas sociales (no con méritos propios) se lanzan a deshacer doncelleces y a seducir casadas, lo mismo que quien se fuma un cigarrillo!.. Pocos, o ninguno –al menos públicamente–, pocos han visto en él al joven apasionado y triste, a quien únicamente le liga a un hermoso pasado de venturas un solo recuerdo vivo; el recuerdo de Teresa, poetizado por la distancia, embellecido por el aislamiento en que Fernando se encuentra en el mundo, e idealizado después, a la vista de su amada platónica de otros tiempos mejores, a la que encuentra más hermosa en su dolor, porque nada sublima tanto a las personas como el infortunio. Teresa no es para Fernando la torpe encarnación del goce material; es la nostalgia de su juventud malograda, es la mujer deseada con sed de amor, con hambre de cariño y nunca poseída, es la dulce y tierna remembranza de dichas pretéritas, tal vez para siempre desvanecidas!.. ¡No viene a buscarla; la encuentra; y al hallarse con ella siente levantarse en su corazón, con más fuerza que nunca, antiguos afectos y hondas simpatías, VI Hemos estudiado ya –según Dios nos dio a entender– los caracteres del ensayo dramático de D. Leopoldo Alas. De tal estudio o como llamársele quiera se desprende la esencia de la acción, el nudo del argumento. Nos parece pues, que cumpliendo lo prometido, estamos en el caso de decir algo de lo mucho bueno que merece Teresa, considerada como obra literaria. Las bellezas de forma que en tan hermoso drama abundan, no son para apuntarlas todas aquí, porque no caben en los cortos límites de un artículo como el presente, compendio y fin de los que han precedido. El ilustre autor de Teresa, el insigne Clarín, no acostumbra nunca, ni aun en sus más ligeros trabajos, a dar […] de forma correcta sin hilo de idea que sirva de alma al cuerpo de su estilo, rico siempre en frases propias y en imágenes nuevas, ajenas, por lo tanto, a las cursilerías de los tópicos convencionales y de los patrones vulgares. El estilo es el hombre; y Clarín es todo un hombre de cuerpo entero –con carácter propio, peculiar, inconfundible con ningún otro– en todos sus escritos. En una sola oración reconcentra y condensa todo lo que otros, para darlo a entender y sentir necesitarían explayar en interminables parrafadas. Hay frases suyas que miradas por de fuera, por encima, por la superficie, sin penetrarlas, nada dicen al aficionado ramplón; pero que leídas entre líneas, encierran toda la honda vaguedad de la poesía y toda la suprema condensación de un tratado filosófico. El mismo Moratín –con ser lo que era, un espíritu estrecho– comprendió la infinita belleza de la respuesta de Ofelia a su padre, cuado éste le dice que la pasión de Hamlet es “pasajero capricho” y ella le contesta: ¿Y nada más?... Pues bien, frases de tal fuerza de expresión, de tan completa síntesis, de tanta intensidad, se admiran en Teresa a cada vuelta de hoja. Presentemos algunos ejemplos… y adviértase que escribo sin comentarios y solo para los que hayan leído o lean Teresa. Fernando (refiriéndose a Palmira) –“Es una marmota.” ¡No; es un ángel; pero un ángel enfermizo!... ¡Enfermo; pero trabaja!”… (Refiriéndose a Teresa)… “tan triste, tan pobre, tan dulce en su miseria!…¡Perdida su lozanía… y más hermosa!... ¡Mi pobre ilusión del amor humilde, pero, respetuoso… no desvanecida, no; transformada!... deshecha en humo… ¡no! Convertida en olorosa nube de ideal incienso, de imposible abnegación, de tristeza inexorable!... ¡Oh! Realidad, maestra de la vida y de la muerte!... ¡Poética en tus desengaños como este crepúsculo de la aldea!”. ¡Oh! Yo pido a cualquiera que tenga alma que ojee las obras más inmortales de la literatura y dígame, después, si ha encontrado en ninguna más profundidad de sentimiento ni más compendiosa definición de un amor y de un carácter!.. Pero… prosigamos copiando: “Roque. –¿Estás muy cansada? Rita. –¡Claro! –¿Has trabajado mucho? –¡Qué remedio!” ¡Oh! Sublime amargura expresada en cuatro palabras!... ¡Y aún hay quien no sienta esta hermosa desesperación resignada del trabajo obligado, superior a las propias fuerzas!.. “Teresa. –Pero, oye, Roque… ¡Mira que no hay!.. Roque. –Que no hay justicia en la tierra. ¡Ya lo sé!.. –No hay justicia… ¡ni hay caldo!”… Si esto no hace llorar, ¿qué resortes son entonces los que agitan las fibras del alma?... “Rita (a Teresa). –Sí, tú; todo tú. Ni tú ni él podéis con tanto!... La mina, el ganado, el maíz, la colada, la ropa al río!... Palmira, yo… ¡cargas y más cargas!.. ¡Dios mío!.. ¡este sueño!.. ¡este cansancio!.. ¡esta cabeza!.. ¡Ah!.. la Gallarda no sé qué tiene; todo el día anduvo echándose por tierra!.. ¡Pobre vaca!.. ¡Como yo! Quiere y ¡no puede!.. Pero ella es vieja!.. ¡ya sirvió! ¡ya trabajó!.. ¡y yo!.. ¡y yo!..” ¿Cabe más triste grito de angustia?... ¿Cabe más dolorosa queja de una juventud marchita?... “Rita. –Aquí, entre sueños… ¡tengo unas ideas!.. Pero…¡puede más la fatiga que ellas!”… “Teresa. –Ahora estudia… a los pobres. Rita. –¡Pues ya tiene que leer!... –Es muy bueno. –¿Fue tu amo? –Sí; es el señorito Fernando; el hijo de mi señora. –Nosotros nunca servimos. Debe de ser muy malo. ¡Todo es cruz!.. –Pero es mejor servir al marido, al padre, al hermano… –¡Ya se sabe!.. Eso… no es servir!”… Pues, ¿y la vergonzosa delicadeza con que Teresa intenta ocultar su miseria a Fernando? “Teresa. –Será sueño, cansancio, mala comida… es decir, que, como está así, no tiene buen diente”… Eso no; es decir… desgraciada… ¡Todos los pobres son desgraciados!... ¿Y este idilio de dolor infinito? “Fernando. –Cuando te vi hoy por primera vez, después de tantos años, sentí no sé qué… Teresa. –Se le puso una cara muy triste. Como si viera a una muerta. ¡Ya lo esperaba yo!.. No me miro al espejo, pero sé que parezco otra. Siempre lo pensé; si el señorito vuelve a verme algún día, le pareceré un fantasma… Fernando. –Tu Roque… ¡te maltrata!.. Teresa. –¡Ah! D. Fernando… ¿Quién ha dicho tal? –En casa no sabías mentir. –Es que… es muy largo de explicar… Roque, mi Roque, vale más que esos que dicen… ¡yo no me quejo!.. ¡Nadie sabe nada!.. ¡Ellos son los que mienten!.. –Tu Roque, sí; tu Roque, ya sabía yo; es tu marido; hay que quererle, sea como sea. –¡Claro!”… La escena de que entresaco estos fragmentos de diálogo es de lo más tierno y conmovedor que se ha escrito. Merece ser impresa toda… con letras de oro… “Fernando. –¿Te buscaron a Roque? Teresa. –Sí, me lo buscaron Dios y la señora. –¡Dios! Pero ¡merecías tú castigo?”… Conste que copio sin hilación, sin lógica, tomando de aquí y de allá, a capricho… Perdóneseme el daño que estoy causando al conjunto, en gracia de la buena intención. Y como, a pesar de lo mucho bueno que he pasado por alto (mucho que mejor debe decirse todo) aún no me encuentro a la mitad del camino de mi propósito, y como este artículo se empieza a salir ya de los linderos acostumbrados, voy a darle aquí fin, aun faltando a la oferta que hice al principio de poner hoy término definitivo a este trabajo, cosa que lejos de censura encontrará, de seguro, plácemes, no entre los lectores vulgares, con cuyo criterio no cuento para nada, sino entre las personas que algo piensen y algo sientan, y que sepan, por consecuencia, apreciar en lo que valen joyas literarias del mérito de la que me ocupa, una de las más hermosas de cuantas produjeron en las postrimerías de este siglo los más afamados autores, así nacionales como extranjeros. ¡Así nacionales como extranjeros! ¡Lo dicho! 105 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 104 muerte ignominiosa en la cruz de la injusticia, resucitará, sin tardar mucho, a la vida inmortal de las más altas concepciones del arte. ¡Hasta el jergón, el nefando jergón, viene a revelar, por si aún se hallaba poco revelada con tantas y tan sublimes pruebas, la ternura sin fin de Teresa! Porque ese jergón, por tantos vilipendiado, no es un dato naturalista, no es un detalle de principiante, que cree que el realismo consiste en emplear palabras gruesas y ofrecer a los lectores o espectadores minuciosidades efectistas; no; el jergón, según dicho queda, es una manifestación más de la bondad eterna de Teresa, quien, maltratada y todo, no quiere que “su misma carne”, que “su mismo dolor” duerma sobre el duro suelo… La que entrega a su cruz las más suaves blanduras de su alma, ¿cómo no ha de ofrecerle las relativas comodidades de su pobre jergón de placeres… y de desdichas?... Respecto a las bellezas de forma de Teresa, son tantas y tales que merecen capítulo aparte. Otro día, pues, hablaremos de ellas para poner fin a nuestro deficiente e insignificante, pero bien intencionado, estudio del drama de D. Leopoldo Alas. Penélope en el teatro español contemporáneo Ramiro González Delgado LA PENÉLOPE “LIBERTINA” La Ratonera / 15 106 El teatro contemporáneo también se ha hecho eco de aquellas versiones antiguas “no oficiales” que aseguraban que Penélope no había sido el ejemplo de virtud que aparecía en la Odisea de Homero. Podemos pensar que si Ulises vuelve disfrazado a Ítaca sería porque, envejecido, tiene miedo de no agradar ya a su mujer, o de que ésta, envejecida, no le agrade o, teniendo en cuenta lo que le comentó Agamenón en los infiernos, porque desconfía de su mujer y teme que ésta lo haya engañado. En ninguna parte sugiere la epopeya homérica que la Reina fuera infiel a su marido durante su larga ausencia, aunque fascine a los pretendientes con su coquetería (XVIII, 281-283), obtenga de ellos regalos y muestre una preferencia decidida por Anfínomo de Duliquio (XVI, 394-398). Tam- bién Anticlea, la madre de Ulises, demuestra que hay algo que ocultar cuando omite la presencia de los pretendientes en palacio (XI, 180 y ss.). Por todos estos elementos, ya la Odisea incita a sospechar de la fidelidad de la Reina. Muchas recreaciones contemporáneas se deben a que los autores –cada vez más numerosos– no confían en la castidad de Penélope después de veinte largos años de espera. Comenzaremos hablando de, para mí, el mejor autor de teatro de la posguerra: Antonio Buero Vallejo (1916-2000). Su obra, La tejedora de sueños, es la obra de teatro español más importante que recrea la historia de Penélope1. Esta pieza en tres actos fue representada por primera vez en 1952, año también en que se imprime en Madrid. En esta edición la obra iba precedida de un comentario muy útil del propio autor, en el que plasma sus ideas del mito, el magisterio de la Odisea –que comenzó de niño con lecturas adaptadas de la colección Araluce–, y su intento “de escribir esa tragedia interior de una tragedia griega” (A. Buero Vallejo 1952: 79). También sabemos que la idea del personaje de Penélope le rondaba la cabeza hacía unos años y no la plasmó antes porque se había publicado la obra de Torrente y había algunas coincidencias (vid. L. Iglesias Feijoo 1980: 38). La acción transcurre, como en Torrente, en el palacio de Ítaca. Si en la otra obra presidía la estancia la imagen magnífica y abrumadora del tejido de Penélope que representaba a Ulises, en La tejedora de sueños será el arco del héroe, colgado de la pared, símbolo que, además, lo recuerda constantemente. El primer acto comienza con Penélope tejiendo el sudario de Laertes en compañía de su fiel Euriclea. La situación es un calco de la homérica, a diferencia de la ceguera de Euriclea; tal vez se deba al don profético que adquiere en la obra –pues oye constantemente a las Furias y, como Tiresias, la ceguera era propia de los profetas de la antigüedad–, o porque Buero quiera identificarla con el ciego Homero. También, como en las tragedias clásicas, la obra cuenta con un coro que “vive” en otros tiempos y no quiere darse cuenta de que el palacio se está arruinando desde que llegaron los pretendientes. Respecto al número de éstos, si la Odisea contaba ciento ocho y, según otras fuentes, eran más, aparece reducido a treinta en la obra de Buero (recordemos que eran tres los que aparecían en la de Torrente). De todos ellos el autor recoge el nombre de cinco: Antinoo, Euríma- causante de la guerra de Troya. La ironía está presente en buena parte de la obra de Buero; así el extranjero (Ulises disfrazado de mendigo), habla con Penélope y, en lugar de interesarse ésta por su marido, pregunta por su prima (pp. 122-123). En esta obra, como en la de Torrente, queda de manifiesto la oposición y rivalidad entre los personajes de Penélope y Helena: la casta frente a la adúltera porque, según el coro (pp. 111-112), las dos son bellas. Penélope tiene celos de que su prima siga, con el paso del tiempo, siendo bella y levantando pasiones; por eso la critica y la maldice a lo largo de toda la obra (pp. 140, 141, 157...). Las artimañas de Ulises, que quiere saber si Penélope le ha sido fiel, hacen recapacitar a una Reina no muy convencida de que “la fidelidad es superior a la belleza”. La rivalidad que siente hacia Helena llega hasta tal punto que busca deliberadamente identificarse y exceder a su prima en todo2. Si la heroína había hecho a Ulises ganar en la competición del arco hace tiempo (innovación del autor), pretende que Anfino repita la prueba y resulte vencedor. Ya no le sirve la excusa del sudario, pues Dione ha descubierto el secreto y los pretendientes se sienten engañados. La muchacha sabe que Penélope siente debilidad por Anfino y quiere que éste se case con la soñadora, aunque será ella su verdadera mujer. Así se lo comunica a Telémaco (p. 149): DIONE. ¡Ah, pero yo la haré decidirse! ¡Yo la obligaré a dejar de soñar y a tomar al hombre que desea! ¿Rehuyes la mirada?... Eres tan indeciso como ella. No quieres enfrentarte con la verdad y prefieres soñar como tu madre, soñar con la vuelta imposible de un muerto... TELÉMACO. ¡Mi padre vive! DIONE. Tu padre está muerto y ella lo sabe muy bien. No es con Ulises con quien sueña, no. Y tú no lo ignoras. ¡Es con Anfino! Los pretendientes, reducidos a cinco porque veinticinco se habían ido al saber que el palacio se quedaba sin riquezas, exigen a Penélope que se decida por uno. Será Ulises (disfrazado de extranjero) el que propone la prueba del arco (la misma que se lee en la Odisea) y con ella comenzará el tercer acto. Después de fallar cuatro, la Reina quiere favorecer a Anfino y pide que sea suficiente tensar el arco, sin necesidad de que la flecha atraviese los aros. La prudencia y astucia de la Penélope homérica son valores enfatizados por Buero. Pero Anfino fracasa y Ulises le dice a su esposa: “Terminaron tus sueños, mujer” (p. 189). Entonces tiende y dispara el arco contra los pretendientes. Como señala Alvar (1975: 296): “Ulises no es el demiurgo que viene a crear el mundo, sino el ángel exterminador que viene a destruirlo”. Después de la matanza, Ulises habla a Penélope en los siguientes términos (pp. 195-196): ULISES. No he venido a matarte. He vuelto para cuidar de mi país y de mi 107 Septiembre 2005 ¿Casta, libertina o feminista? (y II) co, Leócrito, Pisandro y Anfino (el Anfínomo de la Odisea), destacando este último por ser el más prudente y moderado. Además, Penélope se queda prendada de este muchacho delicado y bondadoso, enamorándose de él y tejiendo sus sueños. Creemos que el personaje de Dione tiene sus raíces en la Korai de Torrente Ballester, aunque ambos se pueden corresponder con la Melanto de la Odisea. Se trata de un personaje nuevo, de quien Telémaco se ha enamorado. Este personaje novedoso produce nuevas ficciones y enfrentamientos: Telémaco con su madre, la propia Dione con Penélope y con Anfino... Aquí aparecerá un triángulo amoroso. Telémaco está enamorado de Dione, pero ésta lo está de Anfino, que pretende a Penélope y a quien Penélope gusta. Este motivo propiciará que Penélope acepte que su hijo vaya en busca de su padre. Como en Torrente, Buero también innova al hacer que Telémaco tenga el consentimiento materno para partir. Volverá con un mendigo que trae noticias de Ulises (en este punto, a diferencia de Torrente, Buero sigue la historia de la Odisea), a quien ha visto en Esparta y que, enterado de la muerte de Agamenón a manos de su mujer, se resiste a volver a Ítaca. Para Penélope está claro que Ulises no quiere volver a casa (p. 115) y le fastidia que Ulises esté en Esparta, en compañía de Helena, desde hace cuatro años –según le cuenta el falso mendigo enmascarado–. La Reina sabe qué clase de mujer es su prima, sas, no a desencadenarlas. (Se acerca.) Escucha, Penélope: vine a decirte una historia que me inquietaba. La historia de un rey asesinado por su mujer y el amante de ella. (Breve pausa.) Aún no te conté el final. La historia no terminó así, porque el hijo de ambos..., Orestes..., volvió años después de sus correrías por el mundo y mató a su madre. ¡Sí! ¡A su propia madre mató, y también al asesino de su padre! PENÉLOPE. Tú ya has matado a Anfino... Puedes hacer de mí otra Clitemnestra. ULISES. ¿No te dije que vine a evitarlo? A evitar que te convirtieses en otra Clitemnestra, primero. Y después... a 108 evitar que otro Orestes te matase. [...] ¿No te has percatado de que Telémaco empezaba a odiarte, por tus amores con ese iluso? Pero ahora ya estoy yo aquí, y mi hijo no será otro Orestes. La Ratonera / 15 PENÉLOPE. Te he sido fiel. ULISES. (Gritando.) ¡Con el cuerpo solamente! PENÉLOPE. ¿Y qué más querías? Yo era muy joven cuando partiste. Efectivamente, la Penélope de Buero fue casta de cuerpo, pero pecó con el pensamiento. El autor contrasta la historia de Ulises-Penélope-Anfino-Telémaco con la de Agamenón-Clitemnestra-Egisto-Orestes. Es evidente que el final de la obra se viste con un tono dramático. Penélope insulta a su marido llamándolo “cobarde” por haber vuelto a Ítaca disfrazado, por haber tardado tanto, por desconfiar de su esposa e, incluso, por encontrarla vieja (pp. 201-204). También compara a Ulises con su Anfino soñado, pues la Reina menosprecia todo aquello por lo que fue virtuoso el héroe en la Odisea. Penélope quiere terminar con todo, especialmente con las causas que provocaron una guerra lejana (la de Troya y la guerra civil española), siendo consciente de que mientras haya amor en el mundo, y sueños, las cosas serían distintas. A pesar de todo, el coro dará la versión oficial de los hechos, es decir, la homérica. Este hecho se aparta del mundo griego y se acerca al momento en que se representó la obra, en plena dictadura franquista. Ciertamente había una censura oficial y una verdad oficial que a veces se aparta de lo realmente ocurrido. Al final Penélope tuvo que destejer sus sueños. Recordemos que en la obra el destejer se convierte en una especie de hilo conductor, repetitivo a lo largo del drama. En antítesis con el título de la obra, la tejedora, más que tejer, destejió: echó el tiempo atrás, a pesar de mirar hacia el futuro, y volvió al pasado, a Ulises. Ciertamente, Buero teje y sueña una Penélope distinta. En la obra ¿Por qué corres, Ulises? de Antonio Gala, escrita en 19753 encontramos, según García Romero, “la Penélope tal vez más antipática de todas las que han subido a la escena española contemporánea”. El autor había elegido la Odisea por ser “algo que se cierra” (n. 2, p. 123) –recordemos que la obra fue escrita al final de la dictadura–. La obra comienza con Ulises en compañía de Nausica. La princesa esconde al héroe en su habitación y lo retiene para sí, contando a su criada Eurimedusa las historias que le narra Ulises y que inspiraron a Gala –“No hay nada que suscite más ternura que un héroe cansado” (p. 145)–. Cuando interrumpe Euríalo, novio de Nausica, y encuentra a su chica con Ulises, pretende acabar con el héroe. Eurimedusa, la criada, le anima a matarlo (p. 150), pero Ulises consigue convencer a Euríalo de que por Nausica no merece la pena luchar; ésta se rebela contra el héroe, desmitificándolo a través de epítetos como “maldito zorro” o “fabulador de mierda” y de realizar “juego sucio” al ser sus hazañas “a traición y por la espalda” (p. 156). Finalmente, cuando Ulises duerme, Penélope se aparece en sueños y le anima a regresar a casa, aludiendo a momentos que vivieron más felices, cuando eran jóvenes. A estos momentos felices se volverá a aludir al comienzo del segundo acto (p. 180). Sin embargo, enseguida aparece el tema de la fidelidad, en este caso la de Ulises (p. 167): sido infiel a una esposa tan fiel como el cine. ¡Qué fracaso! Esto es lo que se tú? PENÉLOPE. Sí, puedo creerlo sin ningún A mí no me engañaba... A partir de hoy, casada, ya no podré engañar a Ulises ni serle fiel. Ulises ya no cuenta. No esfuerzo [...] debo ya esperarlo... Por eso –sólo por Quise ser una madre modelo y mi hijo eso, no porque se haya muerto– es hoy un día terrible... No tengo veinte años, pero debo mentirme como si los tuviera. Debo cerrar los ojos. Hacerme otra ilusión. Y no es fácil, te lo juro: no es me encuentra mandona y absorbente. Quise ser una abandonada modelo y fácil. no dar una. Que vengan a hablar de mí en las tragedias griegas... Ulises no podrá mentir, pues Penélope sabe que ahora se encuentra con Nausica, una joven fogosa que se entrega con facilidad, a la que odia por retener al héroe (p. 171). Pero Penélope desaparece de los sueños de Ulises y volveremos a ver su presencia en el segundo acto, ya en carne y hueso. La criada Eurimena recuerda a Penélope que no sólo ha vivido con Ulises momentos felices, sino que también hubo momentos difíciles; la Reina, preparándose porque pretende casarse con alguno de sus pretendientes, le responde (p. 181): PENÉLOPE. Sí. No soy una mesa. No soy una cortina... Soy lo que he llegado a ser: una historia. Tengo mis cicatrices y las quiero. EURIMENA: Pues bien que has intentado borrarlas. No bajan de cincuenta los pretendientes que han subido a esta alcoba... PENÉLOPE. A lo largo de todos estos PENÉLOPE. (Sin enojo.) ¿Y para qué han subido? Para demostrarme que no se había acabado el mundo. Que había años, ha habido muchas mujeres en tu vida... (Gesto de ULISES.) Lo sé. No me interrumpas. Pero, así como en los anteriores episodios, me refiero a los de Circe y Calypso sobre todo... ULISES. (Ilusionado.) ¿Verdad que tú lo crees? (Dándose cuenta de que su pregunta no es muy correcta.) Quiero decir: ¿Es que puedes creer que yo haya otras bocas, otras piernas, otras palabras al lado de mi oreja... En efecto: no se acababa el mundo. Pero, de alguna forma, yo sí me había acabado... Quizá hoy siento más mis cicatrices, como en esa víspera de lluvia. Las infidelidades lo son porque hay alguien a quien serle fiel, aunque no lo seamos. A Ulises pude ponerle los cuernos y engañarte. Aquí se alude claramente a que Penélope cometió adulterio mientras esperaba el regreso de su esposo. Al final de la obra, cuando se echan por tierra los planes de Penélope, ésta reprocha a su patético y egoísta marido el haber marchado a la guerra de Troya, del mismo modo que pudo buscarse cualquier excusa para marchar de su lado y estropearle sus planes (pp. 196-197): PENÉLOPE. (Colmada.) ¿Útil a mí? Había elegido para casarme un hombre serio, rico, corriente, moribundo. Un hombre que me hubiera dado lo que nunca he tenido: tranquilidad. Y viene usted, aparece de pronto, deshace todos mis proyectos. Me deja sola sin saber qué hacer. Y encima debo darle las gracias... Salga de esta habitación. Llame a Eurimena y pregúntele dónde puede dormir. Espero no tener que verle más. ULISES. (Como para sí.) Hice mal en venir. [...] Adiós, Penélope. PENÉLOPE. (Desabrida.) Adiós, adiós. (Sale ULISES.) No queda otra salida. Tendré que volverme a casa de mis padres. Como esas empalagosas recién casadas que todo lo han aprendido en saca de tanta perfección. Quise ser una esposa modelo y aburrí a mi marido. me obligan a casarme otra vez. Quise, por razones de estado, casarme otra vez y me dejan plantada... A esto se llama Cuando al final se descubre todo, Penélope le dirá a Ulises que habrá problemas para gobernar en Ítaca, pues Telémaco llegará del viaje y no reconocerá a su padre (como sucede en la obra de Torrente). Lo mejor es dejarle el camino libre para que gobierne la isla, pues Ulises debería dar muchas explicaciones a todo el mundo y no va a tener respuesta (pp. 206207): 109 PENÉLOPE. [...] Telémaco llegará mañana con pruebas fehacientes de tu muerte [...]. Cree que Ulises es fuerte, valiente, hermoso. Cree todo lo que tú has querido que se crea de ti. Ulises, conquistador de Troya, general invencible, amante infatigable, navegante perpetuo, hábil, sutil, astuto, inteligente... ULISES. Muy bien, muy bien. Perfecto... Y así soy. PENÉLOPE. Pero Ulises, ¿dónde tienes los ojos? ¿Para qué te ha servido correr tanto? (Ante el espejo.) Mírate. Mira esos ojos tristes, esa cintura recargada, esas arrugas, esas canas... ¿Dónde están tus soldados? ¿Qué has hecho de tus naves? ¿Dónde dejaste el botín de Septiembre 2005 mujer. He venido a evitar muchas co- las mujeres, a las madres, a los hijos de los hombres que te llevaste de Ítaca? [...] ¿Piensas que todos son Penélopes? ¿Piensas que todos tienen la obligación de recibirte como llegues: con las manos vacías, envejecido, artero y malicioso? ¿A quién esperas convencer con tus marrullerías? ¿Crees que remediarás tus mejillas descolgadas porque te pongas chaquetas de colores? ¿Crees que, después de veinte años, los súbditos soportarán, por su elocuencia a secas, a un mal rey? [...] Telémaco es joven, guapo, rubio, osado. Adora la memoria de su padre. Ha heredado la gloria de su padre: inventada, es cierto, pero la gloria siempre se inventa, un poco. Es el rey 110 ideal. Y ahora vienes tú a darte a conocer. A convencer a todos de que lo que oyeron de ti no era verdad: que eres un La Ratonera / 15 pobre hombre que lo mejor que pudo hacer fue no regresar nunca. Ulises, ¿dónde, en qué mar se ha ahogado tu agudeza? [...]. Telémaco no debe saber nunca que su padre vive. Que herede el trono. Si mañana tú le dijeras que eres Ulises, sentiría tal ira por la suplantación que no te daría tiempo a decir una palabra más. Tu hijo te mataría por defender el honor de su padre. Una vez más, Ulises sería víctima de Ulises. ULISES. (Apesadumbrado, sin salida.) ¿Por qué habré vuelto? Y Penélope le contestará que a descansar4. No cabe duda de que los personajes de esta obra, en clave de comedia, se mueven por sueños y ambiciones propiamente personales (elemento que, llevado a nuestra sociedad, critica el autor). Nadie esperaba ya que Ulises volviese vivo a Ítaca. En el personaje de la Reina podemos apreciar una doble perspectiva: por un lado está la Penélope que se aparece en sueños a Ulises en el primer acto, una mujer cariñosa, comprensiva e incluso moderna (con su vestido y peinado a juego); por otro lado está la verdadera Penélope, de ropa oscura y peinado rancio, antipática y arisca... un carácter que tal vez conocía el Ulises de Gala y le engañó la imagen onírica de la mujer perfecta. Domingo Miras (Campo de Criptana 1934) dedica su obra Penélope al autor de La tejedora de sueños. Esta pieza, escrita en 1971 y no estrenada, permaneció inédita hasta 19955. La acción transcurre en Ítaca, en el palacio de Ulises, y la trama es una reproducción bastante fiel de la Odisea, excepto en el desenlace: Penélope se niega a reconocer a Ulises, ya que su vuelta significa para ella su anulación como ser humano. Penélope, durante la ausencia de su marido, ha sido tenida en cuenta, ha ocupado su espacio superando, incluso, las barreras que se le ponen por ser mujer: no es extraño que se rebele. Es una mujer con carácter. Al comienzo de la obra se plantea la difícil situación en que se halla el palacio. Penélope teme que los pretendientes hagan daño a su hijo, un Telémaco que se rebela a los pretendientes, mientras ella los engaña destejiendo el sudario (p. 130). Pero la mujer se siente bien en su papel de Reina y no quiere ser anulada con un nuevo matrimonio con alguno de los pretendientes entre quienes no elige. El querer ser fiel a su esposo se convierte para ella en algo inútil: cree en un mundo utópico y se afana por creerlo posible, aunque sabe que, por utópico, es precisamente imposible. Sin embargo, serán los pretendientes quienes la hacen sentirse viva, algo que su hijo Telémaco no entiende, pues piensa que se ha olvidado de su padre y quiere casarse. Las ilusiones de Penélope, como los sueños en Buero, se derrumban con el regreso de Ulises (pp. 170-171): te, “un puro vegetar”, y prefiere morir antes que reconocer a su marido (p. 177): PENÉLOPE.- (Irritándose.) ¡Yo no me hago la víctima! ¿Por quién me tomas? Sé que debo morir, y estoy dispuesta. (EURICLEA, escéptica, mueve la cabeza con gesto irónico.) ¿Crees que voy a traicionar a quienes han muerto por mí? EURICLEA.- (Irónica.) ¡Bah! Esos son como las figuras que tejías en el sudario, te complacías en hacerlas lo más bellas posible para deshacerlas después, igual que tu diosa la Tierra, que hace a sus hijos y luego los mata... Te has rodeado de tu nube de hijos, y los has llevado de la mano al encuentro de PENÉLOPE.- ¿Quién es ese hombre? Tú lo sabes, ¿quién es? EURICLEA.- Es tu esposo. (Silencio. PENÉLOPE no reacciona.) Ulises. PENÉLOPE.- (Tras una pausa.) A ti te lo ha dicho y a mí no. EURICLEA.- No, no me lo dijo él. Le co- la Parca... [...] ULISES.- Mujer, estás delante de tu esposo. (PENÉLOPE lo mira con indiferencia, y desvía la mirada. Pausa.) ¿No vas a decir nada? (Se sienta frente a PENÉLO- nocí yo por la cicatriz de la pierna... PE, (PENÉLOPE, abatida, se aleja unos pasos.) ¡Está aquí Ulises! Parece que no se quita el casco.) PENÉLOPE.- (Entre indiferente y altiva.) Yo a ti no te conozco. te importa. PENÉLOPE.- (Aplastada.) Está aquí Ulises... [...] ¿A qué viene aquí ese hombre, después de veinte años? ¡Es un desconocido! ¿Por qué no se quedó con Calipso? ¿Por qué no murió en el mar? ¿Qué viene a hacer aquí? Euriclea describe a la Reina la matanza de sus pretendientes mientras un relámpago rojo ilumina la ventana cuando uno muere. Penélope sabe que el regreso de Ulises le traerá un destino peor que la muer- en la silla que ocupaba EURICLEA, y Este hecho propicia que Telémaco odie a su madre y se muestre hostil hacia ella, porque no entiende sus razones al recibir a Ulises con tanta frialdad (p. 178): se confirma así el temor del héroe de Buero. Sin embargo, la última intervención de Penélope será para decir (p. 179): “Nunca te reconoceré, extranjero. ¡Nunca!”. Debemos señalar que Domingo Miras compuso otras obras teatrales de contenido mitológico. Se trata de Egisto y Fedra. Como Penélope, Clitemnestra y Fedra, por mucho que se rebelen, fracasarán en su búsqueda de la libertad. No estamos ante una Penélope “pecadora”, sino ante una mujer rebelde y “libertina”: la Reina no quiere saber nada de hombres, ni de su marido ausente. Pero vamos a terminar este apartado con una pequeña pieza de teatro que plantea la Penélope “pecadora” frente a la versión oficial. Se trata de Los bosques de Nyx de Javier Tomeo, que inauguró la XL Edición de Teatro Clásico de Mérida y se publicó en Zaragoza en 1995. El autor convoca en un anacronismo manifiesto a doce mujeres míticas y literarias de la antigüedad para debatir sobre los desastres de los conflictos bélicos, la fascinación de los hombres por la guerra y el dolor de las mujeres. Como dice el coro (p. 32): “Los hombres se marchan a la guerra y nosotras nos quedamos en casa, esperando”. Las mujeres viven en su espacio mágico sin querer olvidar los tristes recuerdos de la guerra. Pero, ante el comienzo de un nuevo conflicto, el autor aragonés hace que griegas y troyanas convenzan a los guerreros para abandonar las armas y regresar definitivamente a la paz. Esta obra recoge las dos versiones contrapuestas que en la antigüedad existían sobre la castidad de Penélope. Además, también muestra la rivalidad entre Penélope (“ejemplo de fidelidad conyugal”) y Helena que se ha supuesto en la tradición literaria contemporánea. Así se dice (pp. 33-36), algo que también habíamos visto en las obras de Torrente y Buero: PENÉLOPE. Que nadie se extrañe, pues, de que hoy se me ponga como ejemplo de fidelidad conyugal. (A Helena.) Puedes creerme, prima: delante de estas mujeres te digo que ni siquiera Paris, tu hermoso amante, me hubiese hecho olvidar a Ulises. HELENA. ¡Oh, la más vanidosa de las mujeres! ¿Cómo te atreves a comparar a nuestros dos hombres? Paris fue hermoso por encima de toda ponderación y Ulises, tu marido, tenía las piernas cortas y arqueadas [...]. Paris, sin embargo, tenía una hermosa cabellera. ¡Ah, sí! ¡Las cabezas adornadas con largas y doradas cabelleras embellecen aún más a los que ya son apuestos! Además, dime una cosa: ¿no es el rojo el color de 111 pelo que corresponde a la gente irascible? (Penélope quiere replicar, pero se siente tan furiosa que no consigue articular palabra.) No lo dudes, Penélope: si mi hombre hubiese figurado entre tus pretendientes, nadie podría decir ahora que fuiste una esposa fiel. CLITEMNESTRA. (Cínica.) ¡Tened cuidado, amigas! ¡No conviene exagerar cuando se habla de fidelidad! ¡Hacéis mal en darle tanta importancia! Puede que la fidelidad sólo sea una curiosa forma de apatía. Yo desde luego, lo reconozco, no fui fiel a mi marido. Eso lo sabe todo el mundo [...]. ANDRÓMACA. A los hombres no les conviene cambiar de ideas y dejar de creer en lo que siempre creyeron. Cierto es que Paris y Ulises, como tantos otros Septiembre 2005 las batallas? ¿Qué explicación darás a rra. Pero cierto es también que, en estos tiempos en los que se han derrumbado tantos mitos, ni siquiera podemos estar seguras de tu castidad. ¿Por qué no me cuentas ahora la verdad, Penélope? Vamos, vamos, no temas, sé sincera conmigo, porque todo lo que aquí me cuentes no será repetido jamás en ninguna otra parte [...]. ¿Es cierto que fuiste fiel a tu marido durante los veinte años que, por culpa de la guerra, estuvo fuera de casa? ¿No lo fuiste? ¿No? ¿Sí? ¿Te escandalizan mis palabras? Dime entonces: ¿por qué se oyen voces que niegan tu fidelidad? ¿Por qué hay quienes te acusan de haberte acostado con todos tus ciento doce pretendientes, cada uno 112 a su turno? PENÉLOPE. ¿Cómo te atreves, Andrómaca, a decirme todo eso? ¿No fuiste tú, mujer, la que le dio gustosamente tres La Ratonera / 15 hijos a Neoptólemo, el enemigo de tu patria? ¿Acaso no te enamoraste locamente de aquel hombre que luchaba contra los tuyos y buscaba la ruina de tu patria? ¿Eres tú quien viene ahora a dudar de mi fidelidad y de mi amor por Ulises? ANDRÓMACA. No te atormentes, Penélope, porque aunque hubieses sido infiel a tu marido, la culpa habría sido también de la guerra. Son las guerras las que acaban con la virtud de muchas esposas. LA PENÉLOPE “FEMINISTA” Como ya adelantábamos al comienzo de este trabajo, parece que la Penélope feminista es consecuencia de la Penélope libertina. La fuerza y carácter de la Reina podía reivindicar su posición en el mito (como hemos visto en las obras de Gala y Miras). Así, se pretende remitificar el mito clásico, adaptarlo a la situación contemporánea y llenarlo de nuevo significado. La idea parte de mujeres que no defienden a la Penélope que espera, sino a una mujer que pudo perfectamente, como su esposo, echarse a la mar y ser ella la que se va, no la que espera. Todas ellas utilizan el mito para buscar la identidad propia de la mujer y hacer del mito una metáfora de la marginación femenina. Estas versiones feministas no pretenden desmitificar a Ulises, sino destruir el mito griego para volver a construirlo desde una perspectiva actual: es lo que podríamos llamar una remitificación. Además, el interés que ejerce el mito de Penélope para las feministas es enorme: es el mito que representa la tradición patriarcal; y es precisamente esa tradición de la mujer sumisa y obediente la que hay que derribar o deconstruir, para llevar a cabo la recuperación y construcción de la mujer como sujeto social y existencial. Un buen ejemplo es la obra Las voces de Penélope6 de Itziar Pacual, que pone en escena a tres mujeres: Penélope (la homérica), la mujer que espera (que transmite los pensamientos de la autora) y la amiga de Penélope (personaje que nos transporta al mundo actual). Se toman dos espacios temporales, el mítico y el actual, que convergen en una misma evolución. La obra, con una estructura abierta y fraccionada en veinte escenas, alterna prosa y verso. La autora nos tiende una trampa pues, aunque su Penélope parece ser la esposa perfecta tal y como apunta la versión canónica del mito, en realidad representa la espera de sí misma y teje y desteje hasta asumir su identidad como mujer y como ser humano, un camino que ya había emprendido la Penélope de Miras. Las tres protagonistas sufren, resignadas al papel que les tocó. Sus sentimientos, aunque temporalmente lejanos, son idénticos: abandonadas, reencontradas para, al final, ser ellas quienes acaban optando, construyendo en soledad su propia identidad: el reencuentro consigo mismas. CONCLUSIONES Desde el mundo contemporáneo se puede acceder a la literatura y mitología grecolatina con la satisfacción, en algunos casos, de entenderlas mejor. Todas las reescrituras del mito han completado el significado del mito homérico: el paso del tiempo, la rivalidad entre las distintas mujeres de Ulises, el conflicto generacional, la negativa a aceptar el marido ausente, la Reina que ocupa el rol del varón y no lo quiere abandonar... Los autores contemporáneos se fijan en comportamientos y elementos que el autor de la Odisea había pasado por alto. Siguen tejiendo, y en algunos casos destejiendo, la historia mítica canónica para adaptarla a un tiempo y a una realidad para las que no fue concebida. Estamos ante una transposición de la cultura, el mito y la literatura grecolatina a una sociedad contemporánea que mira hacia sus orígenes y se siente orgullosa de ello. De lo contrario, Penélope hubiese guardado silencio y no estaría hoy tan presente y tan cerca de nosotros. Nuestras Penélopes contemporáneas adquieren rasgos muy diferentes según las obras teatrales que hemos podido ver7. El personaje de la heroína, esperando y sufriendo por su marido, resulta muy atractivo porque sólo la Penélope mítica guarda el secreto de su larga espera y, por tanto, de su fidelidad. Además, casi todas las Penélopes son antibelicistas y soñadoras. Los textos aquí expuestos contribuyen a la desmitificación de Ulises y demuestran la ineficacia de las guerras, porque embrutecen y perjudican a los hombres, a sus mujeres y a sus hijos. Penélope es, en última instancia, víctima de la guerra de los hombres. Los autores contemporáneos, dependiendo de unas u otras perspectivas, características o versiones, hacen de nuestra heroína tres modelos de mujer: la virtuosa, la libertina y la feminista. La Penélope virtuosa sigue la “historia oficial” canonizada por Homero. Sin embargo muchas de ellas se desilusionan al comprobar que el paso del tiempo ha hecho mella en ellas mismas y en su marido, un hombre maduro que poco tiene que ver con el joven vigoroso que se fue. Algunas, como las Penélopes de Torrente y Buero, lo aceptarán, pero otras (la de Miras, por ejemplo), no. La Penélope de Buero comparte rasgos con la de Carmen Resino y Domingo Miras: su comportamiento modélico se mezcla con una gran angustia vital, además de ser mujeres con carácter fuerte que alzan su voz para decir que están presentes y que quieren ser tenidas en cuenta. Será éste también uno más de los pasos para llegar a la Penélope feminista: una remitificación por la cual nuestra historia cobra nuevo sentido y adquiere modernas perspectivas. Querría terminar con una cita profética de la Odisea XXIV, 193-198: sito del mundo clásico, ya M. Alvar (1975: 295) apuntó: “La tejedora de sueños, obra original que se entiende sin necesidad de recurrir a la arqueología, porque es alumbramiento de hoy, con su problemática actual y con unos sentimientos propios de los hombres que han conocido la experiencia clásica, la medieval y la romántica”. 2 Así, cuando Penélope cuenta sus sueños a Anfino –per- sonaje que representa valores contrarios a los de Ulises–, compara sus pretendientes con los de Helena (p. 157). 3 Seguimos la edición Las cítaras colgadas de los ár- boles. ¿Por qué corres, Ulises?, Espasa Calpe, Madrid 1981. Vid. I. Lamartina-Lens (1986), F. García Romero (1999: 289-290, 297) y (2002: 189-191), J. García Menéndez (2002: 2063-2065). Nausica (p. 148) explica el título de la obra: “Todos tenemos nuestra odisea, Ulises. La odisea no es ir de isla en isla, camino de la nuestra, sino de persona en persona, camino de nosotros... Si, en el fondo, sabes que siempre se acaba en donde se empe- En verdad tú tomaste mujer de virtud [grande y fuerte: ¡de cuán nobles entrañas Penélope ha zó, ¿por qué corres, Ulises?” [sido, la hija sin reproche de Icario! ¡Cuán fiel su [recuerdo de Ulises con quien moza casara! Jamás morirá guiente: “Hay ocasiones –casi todas- en que uno necesita [su renombre, pues los dioses habrán de inspirar en [la tierra a las gentes hechiceras canciones que alaben su [insigne constancia8. 5 4 Para el estreno de la obra (17 de octubre de 1975 en el Teatro Reina Victoria de Madrid), Gala escribirá lo si- 113 descansar. Ésa es la razón de que haya escrito ¿Por qué corres, Ulises? O mejor, la razón de que la haya escrito ‘así’: como un juego”. Penélope, en Teatro mitológico, Ed. Diputación de Ciudad Real (Biblioteca de autores y temas manchegos), Ciudad Real 1995, pp. 109-180. Vid. el estudio de F. García Romero (1997); cf. F. García Romero (2002: 198-204). 6 Marqués de Bradomín 1997. Concurso de Textos Tea- NOTAS trales para Jóvenes Autores, Ed. Instituto de la Juventud, 1 Seguimos la edición La tejedora de sueños. Llegada de Madrid 1998, pp. 101-135. Vid. estudios de A. López Ló- los dioses, Ed. Cátedra, Madrid, 1980 (pp. 101-208). Vid. pez (2000: 220-225), M. J. Ragué Arias (2002: 171-172) algunos comentarios y estudios sobre la tradición clásica y R. González Delgado (2005) –resumimos aquí parte de de la obra en: A. Buero Vallejo (1952), M. Alvar (1975), nuestro trabajo-. L. Iglesias Feijoo (1980), I. Lamartina-Lens (1986), A. 7 López López (2000: 217-220), F. García Romero (1999: contemporáneas en las que interviene Penélope que las 290-293, 298-299) y (2002: 193-196), J. A. López Férez que aquí hemos visto. Vid. F. García Romero (2002). Evidentemente, existen en España más piezas teatrales (2002: 122-136), J. García Menéndez (2002: 2065-2067). 8 La bibliografía que podemos citar es inmensa. A propó- Clásica Gredos. Traducción de José Manuel Pabón para la Biblioteca Septiembre 2005 hombres, fueron víctimas de la gue- Libros y revistas Miguel Ángel Pérez Martín ISBN: 84-605-4834-1 (1996) Gestión de proyectos escénicos Miguel Ángel Pérez Martín Ed. Ñaque, 2002 Eva Vallines La Ratonera / 15 114 El ámbito de la Gestión Cultural ha sido hasta ahora uno de los grandes olvidados dentro del mundo teatral, y en especial en lo que se refiere a bibliografía en castellano. Por este motivo es encomiable el esfuerzo que Miguel Ángel Pérez Martín viene realizando desde hace tiempo para paliar este vacío bibliográfico, esfuerzo al que se ha unido la Editorial Ñaque dando cabida dentro de su colección Técnica Escénica a títulos como el que nos ocupa. Miguel Ángel Pérez Martín, es una persona vinculada al mundo del espectáculo y en concreto al teatro, de hecho ha desempeñado labores actorales, musicales y técnicas de administración y programación, en la Compañía Teloncillo de Valladolid durante más de una década. Es evidente que conoce a fondo el funcionamiento de los grupos de teatro y desde ahí saca el máximo provecho a una serie de conocimientos provenientes del mundo empresarial, que resultan de gran utilidad aplicados al sector artístico. No en vano es especialista en Gestión Cultural, profesor de Producción y Gestión Escénica en el INAEM y en otros Centros, de diversos cursos de Gestión y Producción en España e Iberoamérica y coordinador de la revista escénica www.escenet.com. El primero de los libros, editado en 1996 por el propio autor, supone un intento de acercar las técnicas de gestión empresarial a las artes escénicas y al medio teatral en especial. “El teatro, actualmente es un sector artístico que precisa más que ningún otro de una gestión eficaz de los recursos económicos, técnicos y personales (...) ya que pasa por momentos de una muy deficiente capacidad de financiación y captación de espectadores.” A todos nos suenan estos problemas y le resultaría muy útil al mundo teatral aplicar las herramientas que aquí se nos ofrecen. Comienza realizando un análisis de las organizaciones teatrales con términos propios de la empresa. Señala la importancia de la organización interna, del reparto de tareas y de la capacidad de realizar un análisis DAFO, es decir, de ser capaces de ver las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades del grupo. A continuación define una buena gestión: “todo aquello que nos conduce a la consecución del objetivo marcado sacando el máximo partido a los recursos existentes”. Para ejemplificar esto, plantea de forma pormenorizada –de ahí su gran utilidad– todas las acciones que conlleva la producción de un espectáculo teatral, reflejando los problemas más comunes, como el mal de costes, el desfase entre ingresos y gastos, y la necesidad de grandes inversiones, incluyendo el análisis de un caso práctico. Por último, se ocupa de la explotación y comercialización de los espectáculos, es decir, del marketing aplicado a las artes escénicas, una asignatura que tenemos aún pendiente y que resulta de vital importancia si pensamos en la falta de reconocimiento social que hoy en día sufre el teatro. Por este motivo, se hace imprescindible introducir de forma seria estrategias adecuadas de difusión y revalorización del teatro. Para ello expone detalladamente lo que debería ser un plan de marketing, con unos objetivos, una política de precios, estudios de mercado y plan de ventas y de promoción y comunicación. El segundo, publicado por la Editorial Ñaque, constituye una útil herramienta de trabajo para todo aquel que esté relacionado con las artes escénicas. En él profundiza en un tema que ya había abordado en el anterior: la Gestión de Proyectos Escénicos, y lo hace desde un punto de vista más amplio, no circunscrito únicamente al mundo del teatro, sino aplicable a todas las artes escénicas: danza, música, ópera, circo, etc. En primer lugar define qué es un proyecto, marcado siempre por la temporalidad, y en qué consiste la Gestión de Proyectos, disciplina muy adecuada para nuestro sector “ya que las artes escénicas añaden a su tradicional déficit de recursos económicos todas las limitaciones que son propias de los proyectos: tiempo, personas, instalaciones y bienes de equipo”. Insiste en la importancia de tener claros los objetivos y la viabilidad del proyecto antes de emprenderlo, en la necesidad de elaborar diagramas de actividades que per- mitan planificar todas las acciones de forma cronológica y jerárquica, y en lo imprescindible que resulta hacer un adecuado control de tesorería con tablas de costes y de recursos y un buen plan de financiación. Al ocuparse de la Dirección de Proyectos Escénicos, incorpora las últimas tendencias en el campo de la gestión empresarial –de gran influencia americana, por cierto–, como son la importancia otorgada a los recursos humanos, al trabajo en equipo y a la aplicación de la Inteligencia Emocional al mundo de la empresa, que en el ámbito de las artes escénicas cobra aún más sentido. Como claro exponente de estas nuevas tendencias nos presenta las aportaciones realizadas por Tom Peters, consultor norteamericano que ha ideado los “Proyectos Asombrosos”, en los que parte de la filosofía de que hay que seducir, asombrar y enamorar al cliente para poder venderle algo, es decir, además de conocimientos de planificación y gestión necesita- mos herramientas como la pasión, la emoción, la belleza, la originalidad, el asombro..., todo aquello de lo que en teoría disponemos en abundancia en las artes escénicas. Nos encontramos, pues, ante un libro muy actualizado, eficaz, y eminentemente práctico, con clara vocación didáctica, con abundantes gráficos y una interesante recomendación de webs relacionadas con el tema. 115 Performance Jorge Moreno Premio Asturias Joven de Textos Teatrales 2004 Consejería de Cultura del Principado de Asturias, 2005 Performance es una pieza breve de Jorge Moreno para dos intérpretes, Él y Ella, que se presenta como un juego de pareja y cama a través de un lenguaje directo, jocoso y disparatado, de frivolidad aparente, pero cuya ráfaga verbal con que se obsequian los protagonistas oculta una Libros y revistas Septiembre 2005 Técnicas de organización y gestión aplicadas al teatro y al espectáculo La Ratonera / 15 116 El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha Eladio de Pablo Don Quijote de la Mancha El círculo abierto, los entornos teatrales de Peter Brook Andrew Todd y Jean Guy Lecat Alba Editorial Miguel Ángel Pérez, Maguil Siempre he pensado que el arte del teatro tenía más de espacial que de temporal (ritmo palabra-silencio)… quizá por eso muchos espectáculos están marcados por el lugar en el que se han ensayado… muy a pesar de sus creadores. El libro del que hago esta breve reseña nos introduce en esta visión del arte teatral: la vinculación espacio-creación. Los dos autores han acompañado a Peter Brook en la aventura de elegir espacios excepcionales para espectáculos siempre singulares. Andrew Todd es especialista en arquitectura teatral y Jean Guy Lecat es el director técnico de los espectáculos y espacios utilizados por Brook desde los años sesenta hasta la actualidad. Ha sido el responsable de la búsqueda y adaptación de los espacios al espectáculo que se trataba de representar. Ha trabajado además en La MaMa (NY), el Living Theatre, con Lavelli, con Samuel Beckett… desde 1974 forma parte del Centro Internacional para la Creación Teatral, institución puesta en marcha por Brook para el que encontró un espacio tan singular como el Teatro Les Buffes du Nord en París. Desde entonces ha acompañado al gran sabio del teatro actual en los montajes The Conference of Birds, el Mahabharata, The Tragedy of Hamlet, Carmen… entre otros. No sólo adaptando el espacio base para cada espectáculo, sino –esto es lo difícil– localizando y adaptando los espacios para la representación en lugares como fábricas, monasterios, canteras, almacenes, mercados… en África, Asia, América del Sur, Europa… Describe un gran trabajo de equipo y creativo, dando soluciones imaginativas a problemas ante los cuales los demás quedaríamos paralizados. Es una descripción exhaustiva de las soluciones técnicas, de producción, escenográficas, adaptativas, de logística y transportes… con una gran aportación visual… podríamos estar ante una “poética de la producción teatral”…frente a las soluciones estandarizadas, repetitivas, sin imaginación, como las que se aplican habitualmente a estos temas. Merece la pena destacar el esfuerzo editor de Alba Editorial a la hora de presentar una edición cuidada, visual, ésplendida, bien traducida, de lectura agradable… un esfuerzo que debemos agradecer los que trabajamos con esta materia prima –libros, publicaciones– para desarrollar nuestras tareas de producción, gestión, formación… en el campo de las artes escénicas actuales. He leído el libro dos veces. Seguramente este verano me acompañará para releer algunos capítulos, son una fuente de inspiración constante. Les llames del to llar antiguu Xurde Álvarez Academia de la Llingua Asturiana, Coleición Mázcara nº 10 Uviéu, 2005, 48 páxines. Premiu Textu Teatral ALLA 2004 Chechu García Na murnia existencia d´una casería asturiana, el padre y la madre d´una familia campesina, amuesen la miseria y llenta agonía d´un mou de vida. Nun solu actu, Xurde Álvarez ellabora un discursu sobre la muerte del mundu rural, la so aniquilación completa, la esapaición de la sociedá campesina europea; enllazando de forma acertada colos pruyimientos d´inteleutuales como John Berger: la pérdida de los raigaños, el peligrosu camín d´una globalización uniformante, la frañadura d´una identidá común... factores colos qu´Álvarez construi una cadarma dramática que tien como base un pesimismu existencial, onde la frialdá, la soledá y l´angustia vital van anubriendo caún de les argumentaciones de los dos personaxes protagonistes. L´espaciu escénicu nun s´estrema del de cualesquier obra del teatru popular: el llar d´una casa probe; anque los personaxes que se mueven nél, fainlo con una fondura dramática que los separta del bucolismo y la comedia davezu. Asina, la toma de conciencia ente lo inevitable, la inutilidá de toa llucha, el conformismu agrín, el vaciu, furrulen como motores dramáticos de gran intensidá, dando-y al conxuntu de la obra la tensión necesaria. Una mirada atenta, nun exenta de riesgos, la de Xurde Álvarez, que sigue la llínea de pequeñes pieces anteriores Con un trozu d´aliendu (Reciella Malory nº1) o Frida, onde caltién un tonu de desesperanza poética mui orixinal, un estilu propiu que permiten reconocelu de forma nidia, amás d´un llinguaxe mui cuidáu, una escritura rítmica que carga d´estraños misterios, de matices, a unos protagonistes a los qu´eleva moralmente pa convertilos en héroes anónimos vencíos pol progresu. Una obra orixinal, na que se llogra afondar con aciertu na realidá del modelu de vida preindustrial, una obra qu´invita a camentar y que supón un bon estrenu pa Xurde Álvarez nel mundu de la dramaturxa Libros y revistas Carlos Álvarez-Novoa Everest 2005 Prosiguiendo con el IV centenario del Quijote, la editorial Everest 117 Septiembre 2005 mordacidad hiriente que menoscaba la relación sentimental. Jorge Moreno es, hoy por hoy, uno de los dramaturgos más fructíferos e interesantes de la escena asturiana. Amén de este premio de teatro joven que le concede la Consejería de Cultura acaba de estrenar Harpías –que reseñaremos en próximos números–, y colocado Croissant en la cartelera de Bogotá, Colombia, en el Auditorio de la biblioteca Virgilio Barco, en una puesta en escena de Lucho Velasco con el grupo Corporación Pandora. edita estas dos adaptaciones teatrales de la novela de Cervantes de los asturianos Eladio de Pablo y Carlos Álvarez-Novoa. Siendo así tres los Quijotes vinculados con Asturias si sumamos la reciente publicación de El caballeru de la murnia figura, de Pedro Lanza, y la puesta en escena que del mismo ha representado Nun Tris. Eladio de Pablo realiza una adaptación en nueve cuadros para un público infantil, que contiene algunos cambios inevitables y necesarios para simplificar la trama respecto a la historia original, donde se mezclan y alteran personajes (de Clavileño los protagonistas se bajan directamente en la ínsula Barataria de la mano de Maese Pedro y su ayudante, etc.). El libro está pensado como libreto para la representación, pero es ideal también para que los niños se acerquen al Quijote desde la lectura por tratarse de una edición de bolsillo muy cuidada merced a las ilustraciones a color de José Pérez Montero. El Don Quijote de la Mancha del langreano Carlos Álvarez-Novoa es un proyecto más ambicioso porque se quiere más completo y dirigido a “estudiantes atrevidos” y adultos que quieran llevar el Quijote a las tablas. Está dividido en dos partes –pensado para dos representaciones–, y tiene una propuesta de montaje “al descubierto”, muy didáctica. Las excelentes ilustraciones de esta edición son de Xosé Cobas, que desgraciadamente pierden su fuerza al ser reproducidas en blanco y negro. Actas del “Homenaje a Alejandro Casona (1903-1965)” Congreso Internacional en el centenario de su nacimiento. Edición de A. Fernández Insuela, Mª del C. Alfonso García, Mª Crespo Iglesias, Mª Martínez-Cachero Rojo y M. Ramos Corrada. Fundación Universidad de Oviedo. Ediciones NOBEL. Oviedo 2004 118 La Ratonera / 15 Francisco Díaz-Faes El año 2003 fue un prolongado homenaje a la vida y obra de Alejandro Casona que llegó hasta el final del 2004. En efecto, con motivo del centenario de su nacimiento a instancias de Antonio Fernández Insuela –por otro lado autor del interesante capítulo del libro que ahora atendemos “Sobre política y Periodismo en Alejandro Casona”, análisis de la disputa de su compromiso político o de su carácter conservador– presidente del comité organizador del “Homenaje a Alejandro Casona (1903-1965)”, se celebró entre el 5 y el 8 de noviembre de ese año, un congreso internacional. Con la más importante aportación literaria a tra- vés del estudio de diversos especialistas cuyos análisis se publicarían en la extensión de sus actas un año después. Ni que decir tiene que en estos dos años el teatro se mostró generoso en multitud de funciones y actos que tuvieron a su figura, sobre todo teatral, como punto de encuentro de diversas obras que pudimos ver por Asturias. La importancia de este trabajo que recientemente ha visto la luz en la edición de NOBEL, recoge las más variadas aportaciones al valor literario, aspectos documentales y autobiográficos, radiografía de algunas piezas específicas, carácter pedagógico y recepción de la obra de Casona a lo largo del siglo pasado. Con las reediciones y estudios como los de José Rodríguez Richart, de la Universidad de Sarre, el máximo especialista en su figura y el clásico de la desparecida Carmen Castañón se puede completar la visión de tan capital figura de la dramaturgia del siglo XX. Como todos los estudios colectivos de carácter universitario, un libro como el que reseñamos se sirve de las aportaciones de diversa autoría en 31 capítulos aquí recogidos que, si aportan por un lado una variedad de miradas específicas sobre gran parte de su obra, restando uniformidad al punto de vista único, le dan la riqueza de lo múltiple en referencias y análisis pormenorizados de diversos aspectos de su creación. No es nuestra intención desglosar punto por punto las preferencias y hallazgos novedosos en lo que hemos leído, la reflexión juiciosa o el sentido crítico que nos ha desvelado este libro más allá del apunte rápido a lo que contiene. Vuelve José Rodríguez Richart, interesantísimo y sutil, a abrirnos la boca con aspectos conocidos y menos en el capítulo que abre ronda intitulado “La trayectoria de Alejandro Casona en su contexto”, dando idea de ese trayecto geográfico que ha sido la cocción biográfica de este autor a través de su nacimiento, viajes y estancias en las más variadas topografías anímicas de España y América, su exilio y recuperación interior. No menos incisivo el profesor José Luis García Martín observará en “Alejandro Casona y la poesía española de los años veinte”, su camino poético que se derivará no sólo de su inquietud por el verso que sería su primera inquietud literaria, como en tantos otros, en ese combate de ideas que supuso la década de los veinte entre por ejemplo, corrientes cáusticas y desestabilizadoras como el ultraísmo y, en sus palabras, “la fosilizada retórica modernista”. Nadie puede olvidar el peso lírico de su obra así como no pasa desapercibida la figura de la mujer en el estudio de Pilar Nieva de la Paz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: las “Imágenes femeninas entre la realidad y el deseo: La sirena varada (1934) y la Dama del Alba (1944), de Alejandro Casona”. Realidad cambiante en un mundo transformador con la mujer en su doble aspecto con su presencia notoria y su peso específico y la imagen ideal, vinculada al deseo de su feminidad y papel nuevo en una sociedad trastocada por valores nuevos. Todo ese proceso es atendido por Alejandro Casona en su sentido educativo, además del puramente literario, cuya balanza pedagógica se analiza en “Nadie entre que no sepa geometría: Pedagogía y regeneración en el teatro de Casona” de Ana María Díaz Marcos del Darmouth College, que indaga aspectos ya entrevistos por el gran Federico Sainz de Robles, que había destacado esa “doctrina, pedagogía y terapéutica del alma” como valores acusados en Casona. Aspectos del interés intelectual de nuestro más insigne dramaturgo regional, con escasísimas vinculaciones reales con la propia Asturias, más allá de la lista de emociones mitificadas por él mismo, se resuelven en el escrito de Francisco Javier Díez de Revenga de la Universidad de Murcia: “Más sobre la recepción de Lope de Vega en el siglo XX: Alejandro Casona”. Deteniéndose en que con motivo del premio Nacional Lope de Vega por La sirena varada tuvo el autor el detalle de sacar a la luz en el tricentenario de la muerte de Lope un escrito como el que se llamó “Las mujeres de Lope de Vega” publicado en 1935, en donde vislumbra su vida y su obra con especial intención. En fin una óptica cinematográfica sobre la obra de Casona se nos propone en al apartado de Mª Teresa García-Abad García del Centro Superior de Investigaciones científicas, “Alejandro Casona: una poética de la esfumatura en el teatro y en el cine”, y un sentido intencionado se vincula al “Tratamiento de la historia en la obra de Casona: Héroes no problemáticos y pueblo no revolucionario” de Óscar Barrero Pérez de la Universidad Autónoma de Madrid, que comienza en el bastante desconocido teatro sobre el personaje de Marie Curie estrenado en el Buenos Aires de 1940. Si la historia es parte esencial en la obra de Casona el sentido irreal es hallado por Patricia W. O’Connor de la Universidad de Cincinnati, como una de las claves de su teatro en La casa de los siete balcones que se atiende en su reseña: “Sincronicidad y percepción extra-sensorial: un encuentro mágico”. Como en toda su obra, la profundidad de María del Carmen Bobes Naves de la Universidad de Oviedo enseña en “Literatura y espectáculo en el drama de Casona” aspectos insospechados del sentido dramático de su obra percibida como “teatro de evasión”, por ejemplo en un año, el de 1934, donde coinciden estilos tan diferentes como el de Jardiel Poncela, Lorca o el mismo Casona. El contenido de su teatro, la razón de ser, el “deber ser” de su sentido teatral, su compromiso, aspecto fabulador, onírico, mágico o mítico, se deslían aquí a través de la opinión de diversos especialistas y su idea propia trasladada a la escena. El significado de Casona a través del tiempo sirve a Juan María Díez Taboada del CSIC en “El reto de Casona a los cien años”, para dejarnos sus impresiones sobre la evolución y madurez de un escritor desde sus primeras im- presiones poéticas hasta la veteranía literaria de sus últimas obras. Queda a nuestro amigo y colaborador José Luis Campal Fernández del Real Instituto de Estudios Asturianos, seguir en su curiosidad los tránsitos del “Alejandro Casona, prologuista”, ávido lector y analista crítico que iniciaría su excursión analizadora en la introducción de las “Novelas selectas” de Voltaire en el temprano tiempo de 1927. No es nada desdeñable tampoco el estudio sociológico de la gran especialista Maria Francisca Vilches de Frutos, también del CSIC, a partir del estreno de Nuestra Natacha en dos fechas tan definitivamente separadas como la de 1936 y 1966 en “La sociedad española ante el teatro de Alejandro Casona: las representaciones en Madrid”. Toca ya en los capítulos finales a Lia Beeson en “Traduciendo a Casona al inglés” especificar las características esenciales de su obra, en los apuntes de los problemas surgidos, vertida a un idioma tan diferenciado del nuestro, Libros y revistas 119 Septiembre 2005 asturiana. Les llames del llar antiguu fai´l númberu diez de la coleición Mázcara, una coleición que nun para de damos autores mozos de calidá, lo que fai qu´albidremos con esperanza´l futuru del teatru escritu en llingua asturiana. men detenido de su paso a través del exilio por esa inquietud literaria, su relación y escritos, en esa publicación fundada en 1913 por los hombres indianos y emigrantes asturianos de la Argentina que estudia Miguel Ramos Corrada de la Universidad de Oviedo. No es menor el sentido utópico de la obra de Casona que Javier Huerta Clavo desenmaraña de forma también juiciosa en “La utopía en escena: Alejandro Casona”, el sueño, la locura, la antiutopía, son vistas a sus ojos por este profesor de la Complutense de Madrid, mientras que su compañero en esas aulas Emilio Peral Vega atraviesa “El concepto de farsa en el teatro de Casona”. Si Casona había iniciado su andadura escénica con el estreno el 16 de febrero de 1929 de El crimen de lord Arturo, conocemos gracias a Juan Aguilera Sastre del IES Inventor Cosme García de Logroño la “Noticia y polémica de un estreno frustrado: La dama del alba en Madrid (1946)”, en donde interviene el cuñado de Azaña Rivas Cheriff cuyos deseos de parte de la familia de García Lorca y Casona de estrenar sus obras se verán frustrados entonces, una vez recuperada su libertad de las cárceles franquistas y cuando el régimen iniciaba un lavado de cara con esos autores malditos en ese tiempo por su intención republicana y antidictatorial ampliamente represaliadas. Sería en “Los tiempos de El Caballero de las espuelas de oro”, su primera obra escrita tras el exilio en 1962, como especifica Jesús Rubio Jiménez de la Universidad de Zaragoza, donde pone los ojos Casona para hacer una suerte de meditación española y hasta de autorretrato que no siempre será entendida. “La crítica social en el teatro de Alejandro Casona”, que corresponde a Martha T. Halsey de la Pennsylvania State University darnos a conocer de forma tan incisiva como concisa. Así como a Jorge Chen Sham de la Universidad de Costa Rica, acercarnos a la “Legitimidad institucional y canon: circulación y recepción de Casona en Centroamérica (Costa Rica, Guatemala y Nicaragua). En “La literatura y la crítica literaria en las colaboraciones periodísticas de Alejandro Casona” María del Carmen Alfonso García de la Universidad de Oviedo alude al bagaje crítico de un autor, envergadura, inquietudes, talla literaria, que bebe de una tradición que en Oviedo consolida una figura tan clave como la de Clarín. Cierra esta edición la “Importancia de Alejandro Casona en la alta comedia en España” de María José Conde Guerri de la Universidad de León y el “Estreno y recepción de La sirena varada” de Mariano de Paco de la Universidad de Murcia. Manantial inagotable, polifacético, envarado y poliédrico, ensoñador, humorístico o cursi, elevado o elevador, proselitista en cierta forma, persuasivo y didáctico, enfatizador, onírico, trascendente, Alejandro Casona tuvo un sentido predominantemente lírico de la creación literaria. Una idea magistral (de magisterio), de la obra dramática de la vida como en Misiones Pedagógicas especificaría él mismo cuando “en pocos momentos estábamos ya en función regalando a aquella pobre gente olvidada un poco de recreo y bienestar espiritual”, y nada de lo que leemos en estas páginas no está sugerido por su tamaña figura que encierra todas las contradicciones del tiempo en su lucha por la perdurabilidad, en su guerra constante entre le vida y la creación artística, en su vencimiento, en fin, ante los ojos del lector o del espectador. Anuario de Teatro de Asturias 2004 Boni Ortiz Oris Teatro Ediciones Av. de la Vega, 67, 2º 33940 El Entrego, Asturias 2004. Los estrenos, las programaciones, los certámenes, encuentros y festivales, la enseñanza teatral, los espacios escénicos, la crítica de los diarios, los premios y las publicaciones, y un listado general de todas las representaciones realizadas en Asturias hacen del anuario el mejor banco de datos y una guía completa de información para el estudioso que decida enfrentarse a la realidad teatral de nuestra comunidad. Abre el anuario, a modo de balance, una introducción de Boni Ortiz bajo el título “El 2004, no estuvo mal”. Maliayo Casona Maliayo Teatro Revista 2005 de se nos cuentan las experiencias que este grupo ha tenido al montar las piezas de Casona, la bibliografía imprescindible del autor, y un reportaje sobre el viaje a Besullo que han realizado en el homenaje. Primer Acto, nº 309 Casa de la Acacias. Ricardo de la Vega, 18. 28028 Madrid Como viene siendo habitual en Primer Acto en su dedicación a difundir el Premio Born de teatro, en esta ocasión lo hace con el correspondiente al 2004, que recayó en el argentino José Luis Arce y en su texto El sueño de Dios -aquí en edición bilingüe castellano y catalán-, pieza que tiene a Borges y a su obra como elemento sustancial. En un apartado dedicado a Valle-Inclán Margarita Santos Zas y Cristina Villarmea hacen hincapié en la trascendencia e importancia de este autor en la España de hoy, y el apartado de “au- Libros y revistas Nuestro compañero Boni Ortiz recoge en este anuario de 176 páginas todo el quehacer teatral de nuestra comunidad en el ejercicio El grupo de Teatro de Villaviciosa Maliayo edita una revista sobre Alenjandro Casona con motivo del centenario 1903-2003, con colaboraciones de Juan Jurado, José Manuel Feito y Luis Miguel Rodríguez, don- 121 Septiembre 2005 La Ratonera / 15 120 con interés muy destacado en los pasajes de mayor lirismo, y de mayor dificultad para el traductor, con una pormenorización de las canciones que se sirven aquí transcritas en la anotación del pentagrama además de traducidas de su obra histórica. Gregorio Torres Nebrera de la Unversidad de Extremadura resalta en “La casa de los siete balcones: del drama rural al teatro de ensueño”, los recursos poéticos y teatrales que el dramaturgo asturiano pondría en juego a través de toda su obra, y que llegaría a Polonia, con una importancia notable, en 1958, como nos enseña Ursula Aszyk de la Universidad de Varsovia partiendo de “Los árboles mueren de pie en los escenarios polacos”. Queda a Anna Marzio interesarnos por la visita de Casona a Italia en su largo viaje de 1956 como un peregrino, y en donde su propia obra en un especial momento delicado del fin de la posguerra tiene un tratamiento si no entusiasta sí respetuoso. Las relaciones de Alejandro Casona y el poeta, narrador, periodista, crítico de arte, director teatral, científico, y en fin, diplomático Luis Amado Blanco son tratadas por Roger González Martell, de la Casa del Escritor Habanero en su capítulo “Dos asturianos unidos por la amistad y el teatro”. Y las más amplias de “Alejandro Casona y su relación con Cuba”, por Jorge Domingo Cuadriello del Instituto de Literatura y Linguística de La Habana, o, en “Alejandro Casona en la revista Asturias del Centro Asturiano de Buenos Aires”, el exa- En internet 122 ADE Teatro, nº 105 La Ratonera / 15 Revista de la Asociación de Directores de Escena Costanilla de los Ángeles, 13, bajo izq. 28013 Madrid Centra el número un estupendo dossier dedicado a Mihura en su centenario donde aparecen artículos de Eduardo Pérez Rasilla, Pedro Ojeda, Ángel Fernández Montesinos, Alex Pastor y Maxi Rodríguez. Y otro sobre la formación teatral en España que incluye colaboraciones muy clarividentes y oportunas de Manuel F. Vieites e Ignacio García May, entre otros. La revista publica el texto de Laila Ripio Que nos quiten lo bailao. En otros apartados Eladio de Pablo aporta sus notas de dirección al espectáculo MonologaDOS y Etelvino Vázquez reseña la travesía escénica del Teatro del Norte en su veinte cumpleaños. de Teatro de Castilla y León en Ciudad Rodrigo, entre otros. También tenemos comentarios y críticas sobre diversos espectáculos como Solas, de Zambrano, o El Graduado. Artez R.G.T. nº 100, 8/2005 Elizburu Kalea, 3. Elorrio 48230 Revista Galega de Teatro nº 43. Verán 2005 Artez llega a su número 100 después de superar una difícil crisis, con el despido del director por parte de la asociación que dio origen a la revista. Parece que la solución alcanzada da a los redactores (con la readmisión del director incluida) la plena potestad sobre la publicación. Con los acostumbrados artículos de opinión de Ricardo Salvat o Alfonso Sastre, este número centenario nos informa del Festival de Teatro de Humor de Araia; del Teatro de Humor de Bilborock; de los Quijotes danzados de Rafael Amargo y Yuri Grigorovich; de los Festivales de Verano de Bizkaia y de la Feria Abre la revista, en la sección Espazos, un amplio dosier sobre los diversos espectáculos presentados en la XIII ISTA (Escuela Internacional de Antropología Teatral) que dirige Eugenio Barba. También tenemos una entrevista con Antón Lopo, ganador del XIII Premio Álvaro Cunqueiro de textos teatrales. Un repaso a las ferias de teatro celebradas en los últimos meses, además del texto teatral Zoo nocturno de Michel Azama, completan un número en el que resaltamos la crítica al espectáculo Ondas que, escrito y dirigido por Maxi Rodríguez, ha producido NoveDous Teatro. Libros y www.la-ratonera.net redaccion@la-ratonera.net 123 La Ratonera Revista asturiana de teatro Septiembre 2005 tonomías” se centra en Presas, de Ignacio del Moral y Verónica Fernández, y en el III Ciclo de la Asociación Marías Guerreras, donde Nieves Mateos y Pepa Sarta, como coordinadoras, dan cuenta de las actividades realizadas en el mismo. 124 FE DE ERRATAS Y OMISIONES Nuestra Ratonera 14 no dio continuidad a la segunda parte del artículo de Ramiro González Delgado “¿Casta, libertina o feminista? Penélope en el teatro español contemporáneo”, como se anunciaba en el número 13, y que ahora publicamos en el 15 con el consiguiente retraso y molestia. Y la trascripción del coloquio sobre “La danza en Asturias” creó un malentendido entre los implicados que estaba fuera de nuestras intenciones. Aunque todo lo que recoge el texto se dijo en el encuentro, es cierto que su lectura trasmite un posicionamiento demasiado distante y crítico ante el trabajo realizado por la Asociación de Profesionales de la Danza de Asturias, que en nada se corresponde con el clima amistoso de las opiniones vertidas en el momento (allí donde la escritura no alcanza ni recoge los matices que tiene lo vivido). Siendo irresponsabilidad de nuestro transcriptor el no haber incluido una frase final del coloquio donde Elisa Novo manifiesta su acuerdo con la positiva labor realizada por las personas que están en la Asociación, al reconocer que a la misma pertenecen los grupos más sensibilizados y críticos con el tema. También un inoportuno y decisivo descuido de interpretación –falta de claridad en la grabación– hace decir a Marta Medina, en el mismo coloquio y en la página 4 “... salí de esa escuela sin que me ocurriera nada. Tuve suerte porque no tuve ilusiones, pero la mayoría de la gente que estuvo conmigo tenía muchas”, donde debería decir “... salí de esa escuela sin que me ocurriera nada. Tuve suerte porque no tuve lesiones, pero la mayoría de la gente que estuvo conmigo tenía muchas”.
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