La radio cultural y universitaria en Bogotá
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La radio cultural y universitaria en Bogotá LA MÚSICA Clásica • Rock • Jazz • Salsa • Nueva Música Colombiana La revista que suena Tarifa Postal Reducida No. 2007-350 Servicios Postales Nacionales S. A. vence 31 de dic. 2007. LOS PROTAGONISTAS •Javeriana Estéreo •Radio Nacional •Musicar FM Estéreo •HJCK •HJUT •UN Radio •Laud Estéreo Número 24. Noviembre de 2007. $ 5.000. Bogotá-Colombia ISSN 0122-0950 &ACULTADDE!RTES ! R T E S % S C Ï N I C A S s ! R T E S 6 I S U A L E S s - Þ S I C A 0ROGRAMAS!CADÏMICOS #ARRERADE!RTES6ISUALES #ARRERADE%STUDIOS-USICALES %SPECIALIZACIØNEN$IRECCIØNDE#OROS)NFANTILESY*UVENILES 0ROGRAMADE)NICIACIØN!RTÓSTICA 0ROGRAMA)NFANTILY*UVENILDE-ÞSICA 0ROGRAMA0REUNIVERSITARIODE!RTES6ISUALES 0ROGRAMA0REUNIVERSITARIODE-ÞSICA 0ROGRAMADE#URSOS,IBRESDE-ÞSICA 0"8EXT &AXEXT #ARRERA.O %DIlCIO 0ABLO 6) ARTES JAVERIANAEDUCO ÍNDICE 0ONTIlCIA 5NIVERSIDAD *AVERIANA "OGOTÉ$# Editorial 3 Actualidad musical 4 La radio universitaria en Colombia 6 30 años de radio cultural y universitaria en Bogotá 11 • Javeriana Estéreo 12 • Radio Nacional 19 • HJCK 20 • Musicar F.M. Estéreo 21 • HJUT 22 • UN Radio 23 • Laud Estéreo 24 La música de la radio cultural universitaria Treinta compositores menores de Treinta 26 ¿Qué pasó con el rock alternativo? 34 Postales del swingin’ en Bogotá 36 Sabrosura no comercial 44 ¿El sabor de mi tierra? 48 Notas discográficas 54 Editorial OTRA VEZ EN EL MAPA Director Guillermo Gaviria Editora Carolina Mila Consejo Editorial Juan Antonio Cuéllar Guillermo Gaviria Juan Carlos Garay Carolina Mila Colaboradores Daniel Villegas Diego Luis Martínez Gabriel Villarroel Jaime Andrés Monsalve Jaime Rodríguez Juan Antonio Cuéllar Juan Carlos Garay Luis Daniel Vega Miguel Antonio Cruz Miguel Santacoloma Rodolfo Acosta Corrector de Estilo Leonardo Holguín Diseño y Diagramación Lemoine Comunicación Gabriel Peña Edición conmemorativa de los treinta años de Javeriana Estéreo. Especial “Treinta años de transformación de la radio cultural y universitaria en Bogotá (1977-2007)” Con el apoyo de: Asistente Administrativo Fernando Rivera Secretaria Anamaría Velásquez Impresión Lemoine Comunicación Fundación Cultural Javeriana Estéreo Carrera 7 No. 40-62, Edificio Pablo VI, Primer Piso Teléfonos: 2852349-3384510 Fax: 2852186 Correo electrónico: emisora@javeriana.edu.co Portal web: www.javerianaestereo.com Bogotá - Colombia Pontificia Universidad JAVERIANA Bogotá Con el apoyo concertado de: E n sus principios la emisora fue un sueño, un castillo de arena que se armó lentamente y se fue conviertiendo en una torre, o mejor un faro, que a lo largo de estas tres décadas ha sido una luz en la noche para todos los amantes de la buena música que andaban perdidos por el dial. Para celebrar su llegada al tercer piso, Javeriana Estéreo ha querido rememorar uno de los proyectos emblemáticos que hicieron parte de su modo particular de hacer radio y que, de una manera distinta, incentivó a miles de oyentes más a hacerse adeptos a su legión: la revista 91.9, una revista para leer, claro, pero sobre todo para escuchar. La publicación, que se supendió en el 99 con la esperanza de poder continuar más adelante, y con tristeza y pañuelos blancos se despidió de sus lectores-oyentes, hoy vuelve a sonar; para recordar lo que han sido estos treinta años, pero también para volver a empezar. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, cantó nuestro último editorial, y hoy este número especial dedicado a la radio cultural y universitaria de Bogotá, es también un puente que se tiende entre la revista que ha sido y la revista que será. Queremos que la revista que suena, vuelva a sonar. Les entregamos entonces, este número especial que pone los reflectores sobre el papel de la radio no comercial en la ciudad, y les anuncia que la revista de Javeriana Estéreo volverá; renovada y reinventada pero con el mismo corazón: anunciar puertos sonoros riesgosos, con el sabor metálico de la tierra nueva por descubrir. Actualidad musical NOTICIAS Y ANIVERSARIOS MUSICALES Reconocimiento a una free life Este año, por primera vez en la historia, el apartado dedicado a la música del Premio Pullitzer que viene premiando desde 1943 a artistas peculiares y a creaciones singulares, ha sido concedido a un disco de jazz: Sound Grammar (2006) de Ornette Coleman. Este saxofonista y compositor norteamericano fue una figura fundacional de la vanguardia jazzística y, en su momento, sus propuestas revolucionarias en el ámbito del free fueron fuertemente controvertidas. A finales de los cincuenta tuvo que soportar las críticas más feroces dirigidas a un músico del género: Coleman fue acusado de asesinar al jazz. Sucede que sin miedo, Coleman rompió los moldes armónicos que estaAndrés Caicedo blecían la improvisación sobre acordes y destrozó el concepto de la melodía usando sonoridades que hasta ese momento eran consideradas cacofonías. Transgrediendo las reglas, Coleman consiguió una libertad que le era intrínseca al jazz. Para algunos, sus mejores creaciones fueron grabadas entre el 59 y el 60, porque reflejan una coherencia y un peso que solo pueden venir de la convicción y la seguridad de un músico inmune al rechazo de los demás. En el 2007 y a sus 77 años Coleman recibe por primera vez un reconocimiento público y académico. Su disco Sound grammar, que recoge un recital ofrecido en octubre de 2005 en la ciudad de Ludwigshafen, Alemania, y es su primera grabación luego de diez años de no editar nuevo material, lo ha hecho acreedor a diez mil dólares. Ojalá esté contento, aunque a Coleman no le importe mucho el qué dirán. Menos mal. Ornette Coleman A la memoria de Andrés Caicedo El 4 de marzo de 1977, en pleno boom de la salsa, se publicó la novela salsera más importante y sabrosa de todos los tiempos ¡Que viva la música!, de Andrés Caicedo. Ese mismo día, con apenas 25 años de edad, Caicedo decidió suicidarse con Valium 10 y Seconal: “Vivir más de veinticinco años es una insensatez”, había escrito. Para conmemorar los 30 años de su muerte, editorial Norma lanza El cuento de mi vida, una suerte de memorias que nos revelan aspectos desconocidos de su vida interior y nos confirman su gran talento y sensibilidad. Leer estas memorias inéditas recopiladas por sus hermanas es como acceder a la faceta más oculta del escritor caleño: el lado del hombre sumido en una soledad infinita, el inseguro, el tímido, el que nunca se adaptó. Caicedo, que hizo parte del llamado grupo de Cali –integrado por Carlos Mayolo, Luis Ospina y Sandro Romero, todos ellos aficionados al cine–, supo desde muy joven lo que quería ser. A los trece años escribió su primer cuento, “El silencio”, y años más tarde el que algunos críticos definen como su obra cumbre: “Maternidad”. Con él denota ser dueño de un estilo apasionado y sincero. Entre sus novelas más reconocidas figuran Destinitos fatales y Angelitos Empantanados. Cuando decidió morir ya había dirigido 10 obras teatrales, escrito cuatro piezas y adaptado seis. Ya no podremos contar con su genio, pero poder leerlo de nuevo en una especie de diario secreto, es como poder conversar con él treinta años después de muerto. Obituario Toto en Bogotá Que Max Roach descanse en paz: ha muerto la inigualable baqueta del jazz. El pasado 16 de agosto el baterista que con sus improvisaciones rítmicas proporcionó los compases dislocados del bebop, dejó este mundo a sus 83 años para unirse en la inmortalidad a otras figuras como Davis, Parker, Hawkins, Gillepsie, Ellington y Nat King Cole, con quienes tocó en vida y experimentó, impulsando al jazz más allá de su compás 4/4. Durante las décadas del cuarenta y el cincuenta, Roach formó parte del quinteto de Charlie Parker y de la orquesta de Miles Davis. En 1944, realizó junto con Gillespie y Coleman Hawkins una de las primeras sesiones de grabación de bebop. También fue el fundador de The Birth of Cool y baterista oficial del famoso club neoyorquino Monroe’s Uptown House. Su partida se une a la de la pianista Alice Coltrane y a la del saxofonista Randy Brecker –quienes también fallecieron en enero de este año–, para dibujar una nube negra en el cielo. Alice Coltrane, quien fue la pianista del grupo de su marido John Coltrane desde 1965 hasta 1967, cuando el saxofonista murió, fue una de las pioneras en incorporar el arpa al lenguaje del jazz y sus composiciones contribuyeron a lanzar la música New Age. Michael Brecker, por su lado, fue parte de la fusión de jazz y rock en los años 70 y 80. Dejó una nutrida discografía y once premios Grammy y además contribuyó en centenares de discos con Frank Zappa, Aerosmith, James Brown, Paul Simon, Lou Reed, Funkadelic, John Lennon y Elton John. Su ícono máximo fue el esposo de Alice. Esperamos que todos se encuentren reunidos en alguna parte. Dos grandes agrupaciones anglosajonas están de aniversario este año: The Police y Toto. The Police se reunió para celebrar los treinta años de la conformación del grupo e inició una gira mundial que terminará en marzo del 2008, que al parecer no incluirá a Colombia. Aunque salió una nota publicada en la página web de Los 40 Principales que dio mucho de que hablar –“El giro del cheque por una suma millonaria ya fue realizado, el manager ya dio el sí, ya firmaron el contrato”, decía–, el hecho no se ha concretado en la Max Roach página oficial del grupo: www.thepolice. com. Toto, por su parte, que también está cumpliendo treinta años y se encuentra de gira mundial, ya confirmó su visita al país. El 17 de noviembre, los seguidores del emblemático grupo norteamericano podrán escuchar en vivo en el Outlet de Bima algunos de los éxitos que hicieron famosa a la banda en los ochenta como “Rosanna”, “Africa” y “Hold the line” así como las canciones de su nueva producción Falling in Between, que ya han sido número uno en Europa. Toto Treinta años de fusión con Mingus En los años setenta, el contrabajista norteamericano Charles Mingus emprendió una aventura musical por la costa Caribe colombiana de la mano de Edy Martínez y Justo Almario. Después de visitar Sincelejo, Cartagena, Santa Marta y Montería, Mingus resumió su viaje en un particular disco originalmente lanzado en el 78 que sería la última grabación de su vida: Cumbia and jazz fussion. Justo Almario, el músico sincelejano considerado como uno de los pioneros de la fusión de la música colombiana con el jazz, fue su asesor principal. Ambos músicos se conocieron en Nueva York en los sesenta, cuando el jazz aún era raro en Bogotá y mucho más en nuestras costas del Caribe. Ninguno se imaginó que su amistad tendería un puente entre dos universos musicales distintos que después de todo tienen una misma raíz negra. En 1995 Almario lideró un grupo de jazzistas colombianos residentes en el exterior, en un concierto en el Teatro Amira de la Rosa en Barranquilla. De esa semilla germinó dos años más tarde Barranquillaz, que este año llega a su onceavo aniversario y hoy es el segundo evento local más importante, después del Carnaval. Quién diría: las dos fiestas patrias de la ciudad: una con cumbia y otra con jazz. Dos ritmos de orígenes esclavos, que se vuelven a encontrar. En Cumbia and jazz fusion, Mingus estableció una relación, y aunque fue el único disco de fusión de su carrera musical, supo balancearlo bien; este es un disco de jazz en el que puede verse al vendedor de paletas parado frente a una palmera contra el verde esmeralda del mar. O I D A R A L A I R A T I S R E V I N U EN CO Por Guillermo Gaviria Profesor Titular Universidad Javeriana Director Emisora Javeriana Estéreo LOMB IA La historia de la radio universitaria en Colombia se inicia con dos emisoras de universidades antioqueñas: La Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia creada en 1933 y la Radio Bolivariana, de la Universidad Pontificia Bolivariana en 1948. Treinta años después nació la Emisora Javeriana y posteriormente, hemos visto aparecer un número creciente de emisoras universitarias, particularmente en la última década del siglo pasado, hasta llegar a una cifra que supera las 30 en todo el país. La mayoría de estas emisoras han nacido no como iniciativas institucionales sino como resultado de proyectos de individuos, que luego fueron acogidos por las universidades. E xiste un número amplio de problemas que ha tenido que enfrentar la radio universitaria para su desarrollo. Algunos de los más actuales son, de acuerdo con Claudio Rama1, el fuerte proceso de expansión de los medios en la región, la aparición de proveedores externos satelitales, la carencia de políticas, la falta de presupuesto, la necesidad de comercializar en ambientes con oferta saturada, la globalización de la radio y su segmentación. A continuación, se considerarán tres de los problemas tradicionales, iniciando con la financiación como uno de los principales. mejor informada y educada. Este servicio se prestará a través de las entidades educativas públicas de nivel superior2 . Por otro lado, la definición de un marco jurídico requiere atender temas tan complejos como el relacionado con los derechos de autor. Al respecto es importante mencionar el reciente fallo (2005) a favor de la Universidad de Antioquia que la exime de pagar derechos a Sayco y Acimpro, por entenderse que su objetivo es educativo y cultural y no el lucro económico. Esta decisión podría hacerse extensiva a las demás emisoras universitarias. La financiación Es claro que la mayoría, si no la totalidad, de las emisoras universitarias no persigue el lucro, pero también que es necesario garantizar una sostenibilidad y al mismo tiempo la posibilidad de un verdadero desarrollo de proyectos de comunicación, que implican inversiones que no siempre cuentan con un presupuesto disponible por parte de las instituciones fundantes. La figura de los patrocinios y los anuncios comerciales, en muy pocos casos es efectiva como medio para equilibrar los presupuestos y tiene, al menos, dos riesgos: uno, la posibilidad de que las administraciones de las universidades se desentiendan cada vez más de su responsabilidad financiera frente a sus emisoras y dos, la transgresión de los límites legales, en el caso de las emisoras de universidades del estado, clasificadas como de interés público. Normatividad Jurídica El segundo problema tiene que ver con aspectos de normatividad jurídica. Es evidente que las actuales categorías en la radio: comercial, de interés público y comunitaria, son insuficientes para definir la radio universitaria y para ofrecer soluciones o crear condiciones que ayuden a su desarrollo particular. Sin embargo, es justo reconocer un avance al respecto por parte del Ministerio de Comunicaciones, cuando expresa: Emisoras educativas. Las Emisoras Educativas tienen a su cargo la radiodifusión Estatal con el objeto, entre otros, de difundir la cultura, la ciencia y la educación, de estimular el flujo de investigaciones y de información científica y tecnológica aplicada al desarrollo, de apoyar el proyecto educativo nacional y, servir de canal para la generación de una sociedad 10 1 Rama, Claudio. Industrias Culturales y Fábricas Universitarias. Encuentro Nacional de Medios de Comunicación Universitarios. 29 de enero de 2004. Bogotá, Colombia. La identidad En tercer lugar, se presenta una dificultad, que más que dificultad es un reto: la búsqueda de una identidad como radio universitaria. ¿Qué es la radio universitaria en Colombia? Para responder podríamos acudir a Omar Rincón, comunicador y profesor universitario, quien expresa: La idea de hacer y programar la radio en las universidades no ha sido clara. Algunas tienen emisoras por darse imagen; otras porque quieren dar un aporte cultural; otras porque quieren mejorar sus ventas y matrículas; y otras la tienen para ponerse a la altura de las demás universidades que tienen emisoras, ya que creen que eso da estatus dentro de la comunidad universitaria3 . Esta opinión bastante crítica de la motivación de las instituciones para contar con una emisora, se puede contrastar con algunas citas de las ideas que se encuentran consignadas en las misiones y los objetivos de las distintas emisoras universitarias del país, agrupadas según las expresiones de Rincón. Para empezar, es evidente que la imagen institucional tiene un rol importante en las motivaciones, frases como: “La voz de la Universidad”; “reflejo vivo de la cotidianidad universitaria”; “una propuesta que redefina, fortalezca y actualice la imagen institucional de la Universidad”; “vocera de los proyectos e investigaciones del alma mater”; son un ejemplo de lo que algunas universidades formulan como propósito para su radio. El aporte cultural es otra de las motivaciones, que trae consigo el ya clásico problema de la definición y comprensión de lo que se entiende por cultura. Para algunos evidentemente este término atiende a las grandes expresiones del arte musical, literario, visual, etc.; para otros el término tiene una acepción más amplia y se refiere al conjunto de modos de vida, costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico y científico de una época o un grupo social. Algunas expresiones de este objetivo son: “La actualidad en materia cultural...a través de grandes debates del pensamiento político, filosófico, académico y literario”, “Comprometida con la divulgación de las distintas expresiones culturales de la región y de los distintos géneros de la cultura universal”, “Irradiar cultura y crear conciencia ciudadana”. Incluso, la idea de mejorar las ventas y matrículas parecería tener expresión concreta en la formulación de sus objetivos por alguna de las emisoras: “Aplicar en la técnica radial, estrategias para promover los proyectos de la Universidad”. Adicionalmente a estas motivaciones, encontramos otra serie de planteamientos enmarcados dentro de las tres funciones básicas de toda universidad: docencia, in2 Políticas para la Radiodifusión en Colombia, Documento de política sectorial, Bogotá, D.C., septiembre de 2004 3 Rincón,Omar. http://www.radio.uady.mx/ariadna/articulos/javeriana.html (22/10/07) vestigación y extensión, planteamientos que, sin embargo, no parecen suficientes para cumplir a cabalidad esas funciones. Particularmente, no aparece como objetivo el servir de medio para la formación de profesionales de la radio o para propiciar la participación de profesores y estudiantes, algo que cualquiera podría pensar hace parte de lo que se consideraría radio universitaria. En la búsqueda de un estatuto propio, las emisoras universitarias en Colombia han tenido varias fuentes de inspiración, entre ellas la radio llamada cultural (la de la alta cultura) y la educativa, particularmente los desarrollos de las escuelas radiofónicas de Acción Cultural Popular, más conocidas como Radio Sutatenza, llevados a cabo entre 1948 y 1989. Adicionalmente a estas fuentes, en 1989 la Emisora de la Universidad Javeriana introdujo un formato que ha sido base importante para la construcción de las parrillas de programación de lo que hoy entendemos como radio universitaria en Colombia. Lo fundamental que se puede señalar al respecto, es que en este formato coexisten músicas de múltiples géneros junto a los llamados programas temáticos o de contenido. Un formato que, en palabras del comunicador Juan Carlos Garay, sirve para: Demostrar que hay alternativas sonoras...apoyar expresiones que son marginales en un contexto en donde el gusto masivo asfixia géneros que nacen o amenazan extinguirse...representar una multiplicidad, que es la esencia del espíritu joven y tolerante ante las distintas manifestaciones de la cultura...satisfacer a los oyentes descontentos con su carácter pasivo, ávidos de aprendizaje y de una ampliación constante de sus gustos y conocimientos; sirve, en fin, para educar4. Por supuesto, que este formato ha sido apropiado, modificado y adecuado a los proyectos particulares de las distintas radios universitarias que hoy lo emplean. Este diseño tuvo como una de sus fuentes de inspiración la que se conoce como college radio station en los Estados Unidos, emisoras que transmiten una gran variedad de géneros musicales, la mayoría de los cuales no tiene posibilidades en la radio comercial, precisamente por ser considerados insuficientemente comerciales. Adicionalmente, podemos decir que contrario a lo que ocurre en Colombia, en los Estados Unidos, una gran cantidad de estas emisoras son operadas y programadas directamente por estudiantes. Las emisoras universitarias Con relación al contenido de la programación, Olga Marín, quien fuera directora de la Radio de la Universidad Nacional, realizó con el patrocinio del Ministerio de Cultura un estudio inicial sobre las parrillas de 15 emisoras universitarias. Un análisis muy resumido de este trabajo, permite continuar una aproximación a lo que es la radio universitaria hoy en Colombia. Según observa Olga Marín5 con relación a la identidad: “si esto no es lo que es al menos es lo que refleja”. Para iniciar, se puede decir que el total de horas de emisión semanal es, en general, al menos de 18 horas diarias con un porcentaje alto de emisoras transmitiendo las 24 horas. De este tiempo el 75% por ciento se dedica a la música, un 13% a programas temáticos y el 12% a retransmisión de emisoras internacionales, entre ellas particularmente Radio Francia Internacional. Esta preponderancia de la música no es extraña si atendemos a los estudios de preferencia de los oyentes realizados por la radio comercial, que muestran a la radio asociada con la música en un 95%, las noticias en un 60% y los deportes en un 40%. Los porcentajes de la programación dedicados a los distintos géneros musicales transmitidos por las emisoras universitarias se pueden discriminar, de una manera muy general, así: Música clásica 28% Colombiana 11% Rock 11% Salsa y tropical 8% Jazz y blues 6% Pop 3% Tango 1% Brasileña 1% Rap/electrónica 1% Otros 30% Como se puede observar la música clásica, que no tiene espacio en las emisoras comerciales, exceptuando dos o tres emisoras en todo el país, ocupa una buena parte de la programación de las emisoras universitarias. Igualmente, la música colombiana, particularmente la de las zonas andinas, los llanos, el sur, las músicas indígenas y las de las comunidades negras del país; al igual que todas las nuevas expresiones relacionadas con la fusión de aires nacionales con corrientes internacionales, encuentra un buen refugio en las ondas universitarias. Conclusión La radio es una forma de expresión en permanente construcción. La búsqueda de la identidad en la radio universitaria colombiana no ha concluido, por el contrario apenas se inicia. Es claro que no existe suficiente reflexión al respecto y que no todas las emisoras cuentan con proyectos radiales y comunicativos sólidos. Por otro lado, es necesario con urgencia realizar estudios de audiencia que permitan evaluar el verdadero impacto de estas radios en la comunidad. El no tener un propósito comercial o de lucro no puede eximir de trabajar estableciendo una relación mucho más dinámica con las audiencias. El potencial de la radio universitaria es muy grande, baste decir que las cuatro emisoras universitarias de Bogotá, cuentan con más de 100.000 oyentes, de acuerdo con el Estudio General de Medios (EGM) instrumento reconocido ampliamente por la radio comercial para medir las audiencias. Se podría estimar la cifra de oyentes de la radio universitaria en el país en más de 600.000 personas. Este número grande de ciudadanos, hace parte de “la construcción de un nuevo tipo de espacio público”, como diría el investigador Jesús Martín Barbero, que encuentra aquí una alternativa a la “globalización comercial de la radio”. Para el desarrollo de este amplio potencial requerimos de una mayor sensibilidad y reconocimiento de la audiencia. Hasta fecha reciente, la construcción de esta radio universitaria ha sido un monólogo que cada emisora ha llevado al interior de su institución, con problemas y soluciones reiterados que no han tenido socialización suficiente. La reciente conformación de la Red de Radio Universitaria de Colombia, realizada el año 2003 en Bucaramanga y que agrupa hoy en día a 31 estaciones en todo el país, ha abierto un diálogo y ha iniciado un trabajo solidario que ya tiene sus primeros resultados en la realización de proyectos conjuntos, de alto impacto social. Muy seguramente, en el futuro cercano esta colaboración permitirá ampliar de manera significativa este “nuevo espacio público” y ofrecer respuestas a preguntas cómo: ¿A quién sirve la radio universitaria, a quiénes quiere servir y cómo puede servir mejor en el futuro? ¿Cómo medir el impacto de la radio universitaria? ¿Cómo lograr una sostenibilidad para su proyecto comunicacional? ¿Cuál debe ser el rol de la radio universitaria dentro la radio colombiana? ¿Cómo se diferencia la radio universitaria de las demás? 4 Garay radio universitaria de Bogotá. Tesis de Grado, pag. 83. Universidad Javeriana, 1995. , Juan Carlos. Los cien mejores guitarristas del siglo XX: Diagnóstico y propuesta sobre el papel de la música en la 5 Marín, Olga. Lectura de Parrillas Emisoras AM y FM. Primer encuentro nacional de radios ciudadanas y universitarias. Ministerio de Cultura- Dirección de Comunicaciones. Bucaramanga, septiembre de 2003. 11 NTES ESTUDIA 30 AÑOS DE MELOMANÍA En palabras de tres melómanos empedernidos Javeriana Estéreo nació oficialmente el 7 de septiembre del 77, cuando el entonces rector padre Alfonso Borrero inauguró las instalaciones de la emisora, en la misma torre de Pablo VI donde se encuentran hoy. Distintas personas jalonearon el proyecto, como el padre Alberto Múnera, el decano de Comunicación Francisco Gil Tovar, y el profesor de ingeniería Raúl Henao quien inició el montaje de la infraestructura con un transmisor de 100 vatios y una consola que él mismo donó. Luis Eduardo Nates y más tarde el Padre Gabriel Jaime Pérez se convirtieron en los primeros directores que atiza- ron el fuego y no dejaron que la iniciativa muriera. Pero debió pasar un tiempo antes de que la emisora encontrara un rumbo y una identidad. En el 83 Jürgen Horlbeck asumió la dirección y en su equipo de trabajo vinculó a personas como Guillermo Gaviria y Camilo de Mendoza, entre muchas otras, que hicieron de la emisora lo que es hoy. Guillermo Gaviria dirige la emisora desde el 97, Jürgen Horlbeck continúa vinculado como presidente de la Junta y Camilo de Mendoza sigue siendo una pieza clave en la programación. Aquí el testimonio de un proyecto hecho a punta de motivación. UE EN AL ATAQ ORA LA EMIS Desde hace dos años, el campo radial de la Facultad de Comunicación y Javeriana Estéreo vienen trabajando a dúo para que un día por semestre los estudiantes de la carrera se apoderen sin miedo de toda la programación. Así vio la última fecha un comunicador de la casa, forjado a brasa viva en los mismos estudios de grabación. Por Juan Carlos Garay Una de las mejores cosas que le han sucedido a la radio cultural en los últimos años ocurrió este año, el primero de mayo. Ese día, y durante toda la jornada, los estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Javeriana decidieron, en sus palabras, “tomarse la emisora”. Desde luego el acto fue menos subversivo que la manera como se anunció: los libretos pasaron por un control de calidad y todo el material sonoro fue entregado 48 horas antes, quizá para evitar malas sorpresas. Pero, de fondo, la idea de “tomarse la emisora” por parte de un grupo de jóvenes inquietos responde a un descontento generacional con la manera como se está haciendo cultura en la radio capitalina. Si bien es cierto que la radio juvenil pasa por un 13 ¿Qué cara tenía la emisora en su primera década? Jürgen Horlbeck: Cuando yo llegué a la dirección en el 83, todavía no había una idea clara del tipo de formato que la emisora debía tener. La Emisora Javeriana era la primera emisora universitaria en Bogotá –en el país ya existía la emisora de la Universidad de Antioquia y la de la Bolivariana– y, aún más importante, era la primera emisora universitaria en FM. Tampoco había claridad sobre qué debía ser la radio universitaria. La emisora tenía un formato educativo, para dar clases a distancia, aburrido, que no cabía dentro de la frecuencia modulada. Camilo de Mendoza: Era cátedra por radio. Guillermo Gaviria: Y mucha música estilizada. que entonces solo tenía unos ochocientos discos y dejé como doscientos. “Esto no vuelve a pasar acá”, decía, “Variedades musicales tiene que acabar”. Y así quedamos con poca música y con el reto de crear un formato de radio en FM. Pero antes había otro problema gravísimo qué solucionar. El transmisor estaba sobre la carrera séptima y la Emisora Javeriana interfería con otras emisoras y se le metía a la gente de los alrededores hasta en la nevera. Tenía muy poco alcance y sonaba con una interferencia espantosa. Así que pensé: ¿para qué trabajarle a la programación si solo pueden oírnos tres gatos? Había que cambiar la ubicación de la antena, subirla para que tuviera más cobertura. En la Universidad no había plata, ni tampoco muchas ganas. Yo propuse pe- de el Seminario Mayor empezaba a fallar–, ¡pero se escuchaba! Y ahí sí empezamos a trabajar en un formato para la emisora. C.M.: En realidad hasta este año la emisora pudo llenar los baches de cobertura en el nororiente. Ahora la antena está más arriba, a 3100 m sobre el nivel del mar. ¿Cómo se planteó la parrilla? J. H.: Si por mí hubiera sido, habría diseñado una emisora de música clásica, pero yo sabía que mi versión no era la más objetiva, así que formé un equipo con John Sánchez –entonces jefe de producción–, Alba Lucía Sánchez y el maestro Gaviria para pensar la programación. Ellos tenían una formación musical más abierta, empezando por Guillermo, y propusieron un modelo muy interesan- Camilo de Mendoza Camilo de Mendoza 14 C.M.: O “esterilizada”, como decía Jürgen. J.H.: Veníamos de los sesenta y setenta y la música que había era en su gran mayoría latinoamericana. Mucha quena y mucho Atahualpa Yupanqui, grupos étnicos alternativos que tenían una connotación política izquierdosa, algunos buenos, todos mamertos. Había música colombiana y un programa que se llamaba Variedades musicales donde pasaban desde Ray Conniff –música ambiental de los setenta–, hasta los hermanos Arriagada de Chile. Una mescolanza rara que a mí no me gustaba, y me hacía llamar a cada rato a la emisora: “Saquen ese disco, saquen ese otro”. Me dediqué a purgar la fonoteca dirle ayuda a Adveniat, una fundación alemana que financiaba empresas del tercer mundo con dineros de alemanes católicos, pero me aseguraron que ya se había intentado. No me importó, y decidí presentarles el proyecto, fui a Alemania en el 86, y para la sorpresa de todos en dos meses me entregaron cincuenta mil dólares para la emisora. Ese sin embargo solo fue el comienzo. Había que comprar un terreno y conseguir el permiso del Ministerio de Comunicaciones. Hasta finales del 88, pudimos mover la antena, cerramos la emisora por una semana, y cuando la volvimos a prender, ¡se oía divino! La emisora tenía más cobertura, con muchos problemas en el norte –ya des- te: nos inventamos el concepto cross over en radio. Teníamos desde canto gregoriano hasta lo mejor del rock. ¿Cómo llegaron a un modelo tan abierto de programación? G. G.: Por un lado queríamos romper con la idea de cultura encerrada en unos capítulos de la alta cultura, y entender la cultura como se entiende hoy. En estos días oí una definición que me gustó, cultura es “el espacio desde donde se actúa”. La HJCK era la emisora culta por excelencia, y la Bolivariana y la de Antioquia seguían ese modelo. Nosotros comenzamos a incluir músicas populares porque le apostamos a algo más. ¿De dónde nació la idea? G. G.: Un poco de estudiar las radios estudiantiles de Estados Unidos, las college radio stations, y un poco de nuestros propios gustos musicales. De las college radio stations tomamos la diversidad musical y el camino no comercial. Queríamos que hubiera toda la música posible en la emisora y así ayudar a formar un oyente que aprendiera del mundo a través de la música. Una persona respetuosa de las otras culturas, amante de la diversidad. J. H.: Así salió la emisora y comenzó a pegar. La gente comenzó a pautar. Hasta yo que era más clásico, empecé a abrirme a otros géneros como la salsa y el jazz, ¡incluso estuve un año en un curso con una caleña aprendiendo a bailar! Desde el 92, cuando se creó la Fundación y cambiamos el nombre de la emisora, hasta el 95, más o menos, pudimos financiarnos sin ayuda de la Universidad. Esos fueron buenos años, porque luego con la crisis empezó a bajar. ¿ Y cómo unieron todas esas músicas en un solo formato? G. G.: Habíamos pensado en un oyente que nos oyera durante todo el día y no queríamos tener programas, sino franjas. En ese entonces había estudios, que se han seguido desarrollando, sobre el aspecto funcional de la música. Se encontraba que uno era más productivo bajo un cierto ambiente sonoro. Hay emisoras de empresas que se dedican a programar música funcional en espacios de trabajo y, si bien ese aspecto tan productivo y comercial de la música era cuestionable, era interesante buscar una relación entre la actividad que uno estaba haciendo y la música que podía acompañarlo. De ahí nació lo que llamamos el biorritmo. Curvas de actividad de la gente durante el día acompañadas por una música acorde. Comenzábamos con música clásica por la mañana y luego llegaba el new age –género que nosotros trajimos al país cuando aún no se había comercializado–; después la música viraba hacia el rock clásico y ahí teníamos que hacer una transición difícil a la música del Brasil meternos al jazz, al jazz latino y caer en la salsa. Y otra vez dábamos la vuelta para volver a dormir a este personaje, hasta llegar al canto gregoriano. ¿Cómo fue el proceso de vinculación de estudiantes a la emisora? J.H.: Desde el principio había querido involucrarlos en la emisora. Antes había algunos pocos que trabajaban ahí, pero básicamente desde el 89 co- Jür gen Ho rlb eck momento de crítica monotonía, la radio cultural en Bogotá (Medellín es un caso diferente) tampoco ha propuesto nada nuevo en los últimos años. Sus contenidos son profundos, sin duda, pero sus emisiones carecen de agilidad. Creo que una de las razones por las cuales salió del aire la HJCK (aparte de la irresistible oferta económica hecha por el Grupo Prisa), fue el hecho triste de que la emisora se estancó en su formato y fue perdiendo vigencia en asuntos cada vez más importantes como la producción sonora. Hasta hace poco, lo que uno escuchaba era un locutor de voz ceremoniosa con las inalterables frases “Acabamos de escuchar...” y “A continuación escucharemos...”. Seamos sinceros: no es la manera más atractiva de ofrecer cultura. Así que los estudiantes de la Javeriana lanzaron su propuesta, basada en los géneros musicales de su interés pero también en los conocimientos adquiridos de producción sonora. Los formatos fueron más ágiles, en ocasiones chocantes para oídos convencionales, pero ese choque no es ajeno a cualquier forma nueva en el arte o la comunicación. Con nociones básicas de periodismo entrevistaron a figuras que iban desde el grupo de rock Aterciopelados hasta una anónima vendedora de arepas del barrio La Candelaria. Y en cuanto a la programación musical, dejaron en claro su preferencia por géneros como el dub y el tango electrónico. Uno de los momentos más ingeniosos surgió cuando en el espacio de jazz nos pusieron a caminar, con la ayuda de efectos de sonido, por las calles de Nueva York hasta llegar al Lincoln Center. Desde luego hubo otros instantes de mucha ingenuidad, como cuando una locutora anunció que presentaría piezas musicales del Brasil poco conocidas en el exterior, y enseguida sonó una canción de Tom Jobim (acaso, entre los músicos brasileños, 15 menzamos a abrir convocatorias. En ese entonces había que tener una licencia de locución para hablar por radio y nosotros quisimos experimentar con voces nuevas. Les dábamos cursos de locución, cursos de fonética y veíamos cómo los estudiantes iban creciendo y cómo la emisora iba sonando fresca y espontánea. Luego nos los sonsacaban. Julio Sánchez Cristo se llevó a muchos, porque todos los estudiantes que llegaban a la emisora eran maravillosos. Había un sentido de pertenencia inmenso y mucha confianza. No faltó el que se robó como setecientos discos, pero en general si yo les decía: tirémonos por la ventana, todos se tiraban. Los estudiantes aprendían a trabajar, a escribir libretos, a pensar la radio, a investigar, a saborear la música y creo que la Universidad nunca reconoció este trabajo de la emisora. ¿Qué le ha dado a lo largo de estos años a la emisora el trabajo con los estudiantes? G.G.: Todo. Yo creo que esta emisora suena como suena porque está hecha por jóvenes que tienen pasión por la música y están descubriendo el mundo y quieren compartirlo con otros. A la gente puede parecerle un riesgo, pero hemos logrado organizar equipos de trabajo por género donde hay un coordinador. Somos cuidadosos de no sobrecargar a los estudiantes, hay muchas personas vinculadas que se reparten el esfuerzo: cada semestre tenemos entre ochenta y cien estudiantes. ¿Y cómo era el trabajo de programar el biorritmo con los estudiantes? G.G: Dispendioso. En aquel momento hicimos unos esquemas de cómo pasar de una música a otra estableciendo unas curvas en cada franja. A cada programador se le daban sus curvas de la semana, y así podíamos conectarlo con el siguiente programador sin que tuvieran que estar al lado. Pudimos mantenerlo durante un par de años pero era mucho trabajo, y como teníamos muchachos que cambiaban de un semestre a otro, cuando ya lográbamos tener el equipo funcionando se nos desbarataba y tocaba comenzar otra vez. Pero el concepto general quedó. 16 ¿Y cuando ya no existía el biorritmo? C. M.: Igual, llegaba un estudiante que no sabía nada y había que comenzar a formarlo, y cuando se volvía un experto en el tema y hacía unos programas buenísimos se iba y llegaba otro y había que empezar de cero. Cuando yo llegué como director de programación en el 92, el asunto fue bien interesante porque venía de trabajar en la HJCK y en la Tadeo con profesionales que sabían del tema, y no había que enseñarles nada. Uno no tenía nada qué decirle a Otto de Greiff, ¡más bien uno tenía que aprender de él! Al principio me dio duro porque era una tarea de nunca acabar, pero finalmente la labor era formar. Me empecé a dar cuenta cuando vinieron de otras emisoras, revistas y periódicos para llevarse a nuestros jóvenes periodistas, muchos de los cuales hoy están muy bien ubicados en los medios, como Gustavo Gómez Córdoba, Juan Carlos Garay y Jaime Andrés Monsalve, por solo mencionar algunos, porque la lista es larga. Cuando vino La F.M. y se llevó a tres de nuestros mejores programadores-locutores de un día para otro y con un contrato de exclusividad, ¡nos pusieron a hacer maromas!, pero nos pareció buenísimo porque nos decía que estábamos haciendo bien el trabajo. ¿Qué rumbo entonces tomó la programación? C. M.: Lo básico del esquema se mantuvo, pero se crearon franjas nuevas y franjas más largas. Se amplió la oferta aún más con programas especializados en rock contemporáneo, tango, flamenco, bolero, bandas sonoras, blues, sonidos contemporáneos y música electrónica, que poco a poco se fueron posicionando e incluso llegaron más tarde a las radios que se crearon después. Más recientemente se amplió la franja de música colombiana para darle mayor énfasis a sus tendencias más contemporáneas –sin descuidar las manifestaciones folclóricas, claro–, y también concentramos el jazz en una franja de cuatro horas diarias seguidas, cada hora dedicada a una época y estilo diferente. ¿Cómo nació la revista? C. M.: Inicialmente queríamos sacar un boletín de programación, y yo dije, por qué no más bien hacemos una cosa más redonda, una revista sobre música que tenga la programación, pero que también nos permita aprovechar el material de investigación que se hace para cada programa. Y a Jürgen le encantó la idea. Inmediatamente buscó los medios necesarios para hacer realidad la publicación. Desde ese momento logramos que la revista siempre remitiera los lectores a la emisora y se creara una retroalimentación emisora-revista-emisora. Si este mes hacíamos un ciclo especial con un cantante, el artículo central de la revista se refería a él, y al final del artículo reseñábamos el ciclo y el horario. Eso estimulaba a la gente a leer lo que no conocía y a escucharlo. Por eso el nombre, 91.9, la revista que suena. dar en paz con hacer la tarea, pero a lo mejor no lo oye nadie. En lugar de tener una hora en la que se sientan a charlar dos personas de temas académicos en un formato poco radial, por ejemplo, diez minutos con una buena producción pueden tener mayor impacto. ¿Para qué sirve la radio universitaria? C.M.: Fundamentalmente tiene que haber una opción diferente a lo comercial. Estas radios te dan la posibilidad de ver las cosas de otra forma, de oír otras músicas. Y cumplen un papel de educación no formal bien importante. G.G.: Yo digo que somos el aula más grande con cuarenta mil oyentes. La universidad tiene tres sustantivos que la definen: docencia, investigación y extensión. Esos sustantivos se vuelven verbos, ¿Cuál es la diferencia entre la radio comercial y la radio universitaria? G.G.: Nosotros no queremos formar compradores. Nos interesa el problema de la ciudadanía. Nos interesa formar ciudadanos que tengan la mayor autonomía posible. J. H.: Yo creo que las emisoras universitarias desde ese punto de vista tienen mucho qué decir, desde el punto de vista de la participación ciudadana, ahí habría un filón bien interesante. ¿Qué se ve en el porvenir para Javeriana Estéreo? J. H.: Yo veo con muy buenos ojos que los estudiantes de Comunicación estén participando como nunca de la mano de Rebeca Ulloa. Y la idea de la Red de Radio Universitaria que ha impulsado Guillermo es excelente. ¿Cómo ha funcionado esta red de emisoras universitarias? G.G.: La Red se fundó en el 2003 para intercambiar ideas, comentar iniciativas y problemas. Hoy en día hay treinta y una emiEquipo Javeriana Estéreo soras asociadas y cada año porque todo lo que se mueve alrededor tratamos de hacer por lo menos un ende la universidad se dirige a eso. cuentro, donde nos reunimos todos los J. H.: Y hoy la radio universitaria directores a proponernos temas. Yo creo cobra una importancia especial porque que el valor de la radio universitaria se viene a suplir el espacio vacío de las emi- potencia si trabajamos así: no es lo missoras culturales. mo pensar en diez, veinte mil oyentes por emisora, que pensar en quinientos, ¿Cómo se han manejado los seiscientos mil oyentes en todo el país. programas de contenido? En esta oportunidad, a finales de J.H.: El que le ha metido el hombro septiembre, vinieron también invitamás a eso ha sido Guillermo… dos internacionales de México y Chile. G.G: Los programas de contenido Estamos soñando con una red de rasiempre han sido un reto para las emi- dio universitaria que enganche toda la soras universitarias, porque si bien es América Latina, que conecte a Bogotá cierto que los académicos tienen cosas con México y Brasil. Es la idea, pero para decir, el cómo es importante. Es hay que hacerlo y para hacerlo tenedifícil conciliar el conocimiento acadé- mos que entusiasmarnos mucho, pormico con formatos radiales. Hay que que al final el entusiasmo es lo único tener cuidado porque con un programa que ha movido esto. cualquiera de contenido, podemos que- el más popular internacionalmente). Y, aquí entre nos, a veces llegaron a sentirse ciertos tonos “gomelos” acusando una influencia de las presentadoras de farándula de noticieros. Pero tal vez este tipo de tropiezos tenga mucho que ver con el verdadero sentido de la radio universitaria. Más allá de la búsqueda de una supuesta perfección, que termina en acartonamiento, la radio universitaria debe ser ese espacio de experimentación que permite que los estudiantes vayan encontrando su propio estilo. El gran músico de jazz Charles Mingus llamaba a sus bandas “talleres”. Sabía que en cada concierto podían suceder sorpresas, buenas y malas, y luego dedicaba tiempo con sus músicos a la discusión sobre lo acontecido. Ese es el espíritu. Ese ha sido el contraste con otras estaciones, como la de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, que tiene la política tácita de no permitir la participación de sus estudiantes porque, según me dijo una vez en privado uno de sus directivos, “los estudiantes dañan la emisora”. Las últimas horas de aquella emisión del 1 de mayo fueron dedicadas a experimentos que tenían menos que ver con la música que con lo que se ha llamado “arte sonoro”. Es difícil de explicar con palabras, pero se trata de juegos que aprovechan fragmentos musicales, efectos de sonido, lecturas de poesía e incluso el puro y físico ruido para transmitir diferentes sensaciones. No diré que lo entendí todo, pero me agradó saber que en aquel “taller” también hubo espacio para ese tipo de comunicación que va más allá de las palabras. Ojalá que se repitan experimentos como este, recordándonos que no todo está inventado y apuntando hacia una verdadera alternativa a tanta radio insulsa que los jóvenes de ahora están obligados a escuchar. 17 RADIO NACIONAL A la caza de una nueva audiencia Radio Nacional renueva su propuesta. Gabriel Gómez ha liderado el proyecto radial del Estado que siguió a la liquidación de Inravisión, y aunque solo han pasado dos años ya pueden verse los frutos: “La Radio Nacional se funda en 1940 como parte del proyecto cultural de la República Liberal en el gobierno de Eduardo Santos. El objetivo entonces era llevar cultura y educación a los colombianos, imitando un modelo clásico de radio cultural, el de la BBC, previo a la II Guerra Mundial, concebido por el señor Reith que decía no hacer estudios de audiencia porque sabía lo que necesitaba la gente. Durante el gobierno de Rojas Pinilla, a la Radio Nacional se le adjunta un departamento de televisión, y se convierte en el Instituto Nacional de Radio y Televisión. Pero la ruptura fuerte de la que a mí me gustaría hablar sucede en el 2005, después de que se liquida Inravisión y se crea RTVC, Radio Televisión Nacional de Colombia, porque se piensa en un nuevo modelo de radio. Ya ese modelo de mal llamada radio cultural, con una programación musical erudita que no se mueve con los éxitos ni el mundo, se convierte en una radio autista. Responde a un concepto de cultura viejo, de cultura culta, que tiene unos nichos de audiencia específica que están agotados. Y el sentido de la radio 95.9FM. es comunicarse con la audiencia. En 1940 cuando León de Greiff programaba la novena sinfonía en Radio Nacional, tenía que traerla en cuarenta discos de 78 revoluciones. En ese momento se justificaba programarla porque no había otra forma de acceder a ella. Pero hoy la oferta musical es distinta y hay que darle acceso a otros consumos. Nosotros queremos ser una radio que sepa en qué mundo se esté moviendo y que tenga una audiencia que incida en la programación y en las decisiones que toma. Para renovar el proyecto tuvimos claro que la radio tiene que segmentarse por nichos de audiencia. No es posible seguir haciendo radios que en una hora tienen un público y en otra hora, otro, porque esa es la radio de los abuelos. Por eso a Radio Nacional la conforman dos emisoras públicas con estilos de programación diferentes y lenguajes para targets distintos: Radio Nacional de Colombia, y Radiónica. El nicho de Radiónica va de 18 a 25 años, estrato 3, con bachillerato completo y algunos estudios universitarios. El de Radio Nacional va de 25 a 45 años, con características sociodemográficas similares, y un gusto musical un poco más adulto. Nuestra oferta de consumo cultural no se mueve solo a través del mercado y eso ya justifica la presencia del Estado en los medios. Tampoco se mueve exclusivamente por fuera, pero sí somos una alternativa con una lógica diferente. Lle- vamos dos años haciendo el top 100, por ejemplo y no el top 10, para salirnos del mainstream y poder incluir diversidad de gustos. Ahora, ¿quién programa a los grupos contemporáneos colombianos: Curupira, Puerto Candelaria, la Mojarra Eléctrica?, ¿quién los programa en términos comerciales? Nadie. Tenemos que programarlo nosotros. También vamos a tener un par de espacios para programar a los grupos que no han firmado con disqueras, sin hacer curaduría: Demo estéreo, donde pasaremos los demos que nos envíe la gente. Y lo que salga bueno de ahí, vamos a rotarlo por nuestra programación. Y la gente nos escucha: antes ni siquiera aparecíamos en la lectura general de medios, y ahora aparecemos en lugares tremendamente buenos.” •¿Qué ofrece hoy en día su parrilla? En el 2005 el espectro de Radiónica, antes Frecuencia joven 99.1, se amplió de solo rock a rock, blues, electrónica, hip hop y jazz. Y en la Radio Nacional hoy pueden escucharse músicas universales, música clásica, músicas del mundo, jazz, y músicas colombianas –y digo músicas porque hay muchas y hacemos mucho énfasis–. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? En un concepto contemporáneo de cultura una emisora clásica es tan cultural como una de chucu-chucu. Yo veo más claro el concepto de radio universitaria, porque su función debería ser la vocería de una comunidad. Creo que es necesario que se abra una categoría nueva radial diferente a la de radio comunitaria, radio comercial o de interés público. La radio universitaria no solo debería definirse por estar adscrita a una institución. •¿Para qué sirve la radio universitaria? Ha sido definitiva en crear gustos y mercados. Tal vez ella misma no se ha dado cuenta, pero yo recuerdo cuando apareció 91.9 y era un oyente fiel de la emisora: creo que nadie que fuera joven en los ochenta, por ejemplo, dejó de alistarse o rumbear con la música que Caribe y sol pasaba. 19 HJCK, EL MUNDO EN BOGOTÁ 57 años cultivando a la inmensa minoría La historia de la emisora que aró un terreno inexistente para las emisoras culturales por venir es también la historia de una fe ciega e ingenua. Álvaro Castaño nos cuenta algunas peripecias quijotescas: “A Gonzalo Rueda Caro, Eduardo Caballero Calderón, Alfonso Peñaranda, Hernando y Alfonso Martínez Rueda y a mí nos gustaba reunirnos en las casas a discutir de distintos temas. Un día nos dimos cuenta de que los radiodifusores no le ponían mayor atención a la cultura y nos pareció gravísimo. ¡Solo había noticias gritadas, música popular y radio novelas! Existía la Radio Nacional y se creía que con ella el Estado cumplía la cuota cultural pero no era suficiente, nosotros soñábamos con una emisora ideal, queríamos más: música clásica por toneladas porque Bogotá la necesitaba para alimentarse, para defender su credencial de Atenas suramericana, artes plásticas porque no se hablaba nunca de ellas y nadie sabía nada de pintores ni escultores, y mucho radio teatro porque había mucha radio novela. Ante todo queríamos vincular a los intelectuales colombianos a la radiodifusión, porque estaba en manos de los técnicos, que no tenían la formación humanística necesaria. ¡Trataban a la voz humana como material desechable y no se daban cuenta del Álvaro Castaño 20 tesoro que era! Por eso empezamos nuestro impresionante archivo de voces, no hay un colombiano que haya hecho un aporte intelectual que no esté en nuestros archivos. Nosotros queríamos diferenciárnos lo más que se pudiéramos de las otras emisoras y por eso nos pusimos la HJCK que son las letras de llamada que toda emisora tiene, como la placa de un automóvil. Las otras tenían nombres muy románticos en ese entonces –“La voz de Bogotá”, “La voz de Colombia”, “Susurros del palmar”– y nosotros quisimos dar un ejemplo de sobriedad, de cosa escueta, geométrica. Luego le agregamos “el mundo en Bogotá”. Y la grabación que hoy sigo pasando cada media hora con esa identificación está en la voz de Álvaro Mutis que un día hace veinte, veinticinco años me la trajo de regalo. Él le agregó: “Los patrocinadores de la HJCK apoyan la cultura”. Porque financiarse siempre ha sido dificilísimo. Cuando arrancamos teníamos una sintonía bajísima, y las agencias de publicidad que distribuían los presupuestos no nos tomaban en cuenta. Yo les decía mil veces: ¡nos oye la gente que compra!, pero no servía de nada. A mí hasta me echaron una vez de una agencia. “¿Qué me va a ofrecer, señor Castaño? ¿Poesía?” Pero yo tenía mi disquito meditado. Me volvía un poquito tenaz: andaba con una grabadora como un vendedor de paños y con mi mensajero que se llamaba Martinón, que era chiquito y gordito. Parecíamos Don Quijote y Sancho. También nos inventábamos cuñas. A Gillette le mandamos esta cuña que les encantó: “Dos hojas importantes en la historia de la humanidad: la hoja de parra y la hoja de Gillette”. A los señores Ricaurte, que vendían perfumes, les hice un programa un poquito ridículo, Perfumes en la noche, que contaba la historia de los perfumes y se vendió bien. También uno de la historia de las joyas patrocinado por la joyería Klim y una radio novela para el restaurante Gran Vatel, con la historia del cocinero que se suicidó de la vergüenza por darle un pescado po- drido al rey. Tuve que volverme publicista, había que hacer de todo. Y poco a poco la emisora fue penetrando, lentamente. Le hablábamos al oído a la ciudad, con voz de alcoba, para seducirla, pero la verdad es que no le podíamos hablar más duro porque nuestra potencia era mínima. A veces me indignaba: ¡¿cómo no están oyendo esta maravilla de programa?! A la gente no la habían educado para eso y la culpa era del Estado. Fue difícil licitar en ese tiempo porque todos teníamos una filiación muy liberal. Pero nos defendimos y salimos al otro lado. La primera frecuencia que tuvimos fue 1290 kilociclos, en 1950, pero llegamos a la FM hasta avanzados los ochenta. El Ministerio se demoró mucho tiempo en darnos la frecuencia modulada que merecíamos como nadie, eso demuestra que no nos tenían mucho afecto. Durante la dictadura fuimos muy valientes: yo fui al homenaje de desagravio que Alberto Lleras Camargo le rindió a Eduardo Santos cuando Rojas Pinilla cerró El Tiempo. Llevé mis dos grabadoras Ámpex, una en cada mano, y la tarjeta de entrada me la puse en los dientes. Todo estaba rodeado de tropas porque era un acto subversivo y ahí me jugué la licencia. Pero si no hubiera grabado ese discurso se habría perdido la arenga más valiosa que acabó tumbando al régimen de Rojas Pinilla. La emisora fue apolítica toda la vida, pero en esa ocasión había que tomar partido. La línea editorial no ha cambiado mucho porque yo creo que acepta pocos cambios. Uno no puede estar experimentando. Y hoy en día realmente pienso que el porvenir de la radio difusión es internet. En este momento tenemos menos sintonía que antes porque nos salimos del dial. La sintonía en Colombia en el internet es menor, pero a cambio nos oyen en Japón, China, Australia. La gente todavía vacila, le parece una cosa muy rara, muy sideral, muy extraña, pero ahí se dará el diálogo con el mundo.” •¿Qué ofrece hoy en día su parrilla? La línea editorial permanece: música clásica, arte, y también aún radio teatro. Ahora con Caracol vamos a producir una radio novela de Vivaldi. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? Yo no creo que deba haber diferencias. A la Javeriana siempre la he respetado muchísimo porque hablamos el mismo lenguaje, y a la Tadeo también. Son mi equivalencia en ese otro sector. •¿Para qué sirve la radio universitaria? Una buena radio universitaria debería ser una buena divulgadora de cultura. MUSICAR FM ESTÉREO La primera emisora cultural de la FM en Bogotá 97.9FM. A cargo de Luz Elena Yepes, Musicar Estéreo transmitió por diez años una programación cultural netamente musical. Su ex directora nos habla de la experiencia: “La emisora nació en 1976, cuando Caracol y Carvajal se unieron para comprar Dismusical, que transmitía música ambiental para abonados en consultorios médicos. Como el servicio se prestaba a través del subcanal que tenía la banda de FM, quedó el canal principal para establecer una emisora, y Carvajal y Caracol decidieron conformar una de programación cultural. Entonces ya existía Radio Nacional, con uno que otro programa cultural, y la HJCK, pero ambas estaban en AM. Por esa época no se habían comercializado los radios que tenían ambas bandas. Así que a Caracol se le ocurrió importar estos equipos y venderlos barato para que se escuchara no solo Musicar, que nació primero, sino también Caracol Estéreo, que ya pronto iba a lanzarse al aire. Porque cuando Musicar se creó, no había emisoras en FM, realmente, sino enlaces entre estudios y transmisores de emisoras potentes de AM –la FM se popularizó hasta principios de los ochenta–, y nosotros empezamos transmitiendo 12 horas. Yo había hecho un programa cultural en una emisora de Cali: un mini concierto a la 1 de la tarde. Y cuando se lanzó la idea de Musicar, una persona en Caracol dijo que la precisa para dirigir esa emisora era yo. Entonces la radio cultural estaba asociada solo a la música clásica, y yo quise incluir no solo a los clásicos europeos, sino a otros clásicos –entre comillas– latinoamericanos y de otros géneros musicales. Me preocupé por hacer una programación coherente, agrupada por épocas, periodos, estilos. Que no tuviera grandes saltos y que estuviera acorde con la actividad que la gente estaba realizado en ese horario. Transmitía ópera vocal solo los domingos, de 10 a.m. a 1 de la tarde, cuando a nadie le molestaba escucharla. Siempre daba el nombre del autor y del intérprete –a veces el autor tiende a pasar desapercibido frente al intérprete–, y los libretos eran muy cortos para que la gente no se aburriera oyendo demasiado blablablá. También fui gerente de programación de Musicar Ambiental, que era el otro frente de Musicar. Esta transmitía por un subcanal para empresas y consultorios. Me han dicho que fui la primera mujer en Latinoamérica en dirigir una estación de radio. Yo no tendría cómo comprobar eso, pero sí puedo decir que era un mundo de hombres. Los locutores y operadores de sonido se sorprendían de ver a una mujer en la dirección moliendo a la par con ellos. Yo me encaramaba en las torres, iba con el técnico, discutía programas y todo lo demás. También tuve dos locutoras mujeres, cuando aún no era lo más común. El talón de Aquiles siempre fue la parte económica. Dirigí la emisora por diez años, hasta el año 86 y, después de que me retiré, Musicar continuó por 3 años más. Era una emisora que estaba exactamente en la mitad del dial, con muy buena frecuencia pero no era rentable. Así que Carvajal le vendió a Caracol sus derechos y Caracol luego la transformó en una emisora de música popular. ” •¿Qué ofrecía entonces su parrilla? Cien por ciento música. Tenía un programa de música colombiana que para mí era muy importante, porque uno tiene que conocer a los compositores colombianos. También un programa llamado Recorrido musical por el mundo, de música tradicional internacional que obtenía a través de las embajadas. A la 1 de la tarde había un programa de conciertos, El concierto de la una, para que la gente se habituara a mirar esta transmisión como una sala de música en su casa. Y tuve transmisiones especiales, como El día Beethoven, que transmitía música de este compositor 24 horas seguidas, o como las cinco temporadas transmitidas en directo desde el Teatro Colón. La gente me escribía mucho y yo cuadraba la programación de acuerdo a lo que me pedía oír a ciertas horas. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? Ninguna diferencia, creo yo. Ambas tienen una misma raíz. •¿Para qué sirve la radio universitaria? Para educar. Al igual que la radio cultural, la radio universitaria incentiva el desarrollo de capacidades y conocimientos en las personas. Las acerca a la cultura. Si viene Yo-yo Ma al Colón, no todos van a poder acceder a una boleta que cuesta más de medio millón de pesos. Pero la radio cultural puede dar a conocer a este músico a un público más amplio. La radio cultural eleva el nivel de la gente que la escucha. 21 HJUT 106.9FM. “Nuestra principal preocupación ha sido hacer buena radio” Bernardo Hoyos no cree en laboratorios estudiantiles ni expresiones institucionales. Para él solo hay una radio cultural que vale la pena hacer y es a la que le ha apostado la emisora de la Universidad Tadeo por más de viente años. Una idea simple y clara como el agua: “La HJUT fue la cuarta emisora universitaria del país y la segunda en Bogotá. Nacimos en el 83, con una idea muy clara de lo que queríamos hacer. Nuestro radio se ha basado esencialmente en la música y en un principio en la música clásica. El disco ha sido el apoyo constante –tal vez seamos la única emisora cultural en el país en trabajar aún con elepé– combinado con buenas entrevistas, noticias culturales y servicios de apoyo de la radio extranjera. Sin noticieros de actualidad, porque significan mucho desgaste y dinero, pero transmitiendo información breve constantemente a través de los programas. Esa ha sido la idea desde hace veinticuatro años. Nuestra principal preocupación ha sido hacer buena radio, sin desconocer la Bernardo Hoyos 22 contribución universitaria, pero sin vivir de ella, ni para ella solamente. Yo fui muy claro desde un principio en que esto no era un laboratorio; esta emisora no existe para que los estudiantes de comunicaciones hagan pruebas; para eso ellos tienen sus buenos estudios y allí pueden generar sus propios programas. Aquí alguna vez se usaron ensayos de los estudiantes, pero ya la cosa está delimitada. Trabajamos con independencia absoluta, sin que eso signifique que estemos de espaldas a lo que sucede en la universidad: cuando se presenta un libro, se hacen conferencias y simposios, los grabamos, los editamos y hacemos excelentes programas. Por ejemplo, cuando vino Hans Khun, uno de los más grandes teólogos de nuestro tiempo, hicimos una serie que duró ocho, nueve días, a partir de las conferencias que dictó. Y el año antepasado, cuando se celebraron los diez años de la Fundación Nuevo Periodismo de Gabriel García Márquez, y vinieron periodistas y escritores de la talla de Jhon Lee Andersson, Alma Guillermoprieto y Tomás Eloy Martínez a nuestro auditorio, ahí estuvimos nosotros. Para nosotros rige otro concepto de radio. No nos interesa competir con la radio comercial. En 1930, cuando Orson Wells trabajaba para la CBS dijo alguna vez: “no sabemos por qué aparecemos con bajo rating, si nos oyen tanto”. A nosotros nos oyen, pero no vendemos la emisora por el número de oyentes que tenemos. Transmitimos publicidad y tenemos patrocinios porque las empresas que nos patrocinan quieren contribuir al establecimiento de un proyecto cultural. A mí me importa más quiénes nos oyen: usted, el oyente de este momento, el que llega. La gente que nos apoya, nos apoya con lealtad, sabiendo que estamos cumpliendo una tarea que hay que apoyar. Yo creo que el futuro de la radio cultural es seguir como estamos. Hay más cosas por hacer, pero también hace falta dinero. En todo caso, la buena radio cultural ya está inventada, ya está hecha, no hay nada nuevo qué decir.” •¿Qué ofrece hoy en día su parrilla? Mucha música, eso es lo que probablemente más ha ido cambiando: ahora tenemos jazz más avanzado, música colombiana, música francesa, tango, pop y música del mundo. En los dos últimos años se le ha dado mucha importancia a la radio internacional, noticieros de Radio Francia Internacional y de la BBC. Y programas de actualidad cinematográfica, literatura, poesía. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? Ninguna, yo creo que toda radio universitaria es también radio cultural, y toda radio cultural debe darle importancia a la universidad. Lo que pasa es que al hablar de radio universitaria tiende a pensarse que debe ser una radio dedicada exclusivamente al servicio de la universidad y eso es falso. Yo creo que la diferencia está es en estas dos cosas: o se es radio cultural, o se es una emisora experimental de una facultad universitaria. •¿Para qué sirve la radio universitaria? La radio cultural y universitaria es un oasis en medio una ciudad con ocho millones de habitantes. Es diferente y diversa, no es homogénea y ha creado la conciencia de que no todo tiene que ser noticias, ni espectacularidad, ni farándula. UN RADIO “Tomamos la línea de la Radiodifusora Nacional” Este año Radio U.N. llega a sus “dulces dieciséis” de la mano de Carlos Raigoso, el técnico de estudio que atendió su parto y hoy está al frente de la dirección. A medio camino entre la academia y la actualidad, desde muy joven, la emisora supo a quién se quería parecer: “La idea de crear una emisora, como tal suena desde los sesenta, pero llega a concretarse solo hasta los noventa, como un proyecto de ingeniería más que de comunicaciones. Yo llegué por Héctor Martínez que entonces era el director: ambos veníamos de Musicar FM Estéreo, donde yo era el técnico de estudio y Héctor hacía un programa de música contemporánea que aún hoy en día seguiría siendo difícil de escuchar. Allí también trabajábamos con Luz Stella Millán y Juan Francisco Millán, que luego se nos unieron en el primer equipo de UN Radio. Comenzamos conviviendo en la tradición. Todas las emisoras universitarias del país le deben a las emisoras culturales HJCK y la Radiodifusora Nacional que marcaron un estilo de pensamiento y escucha radiofónico. Ambas 95.9FM. le apostaban a un corte muy clásico de la cultura. Nosotros veníamos oyendo a Beethoven y a Chopin pero también a Armstrong, Fitzgerald y Zeppelin, porque los géneros más populares que se incluían, como el jazz y el rock, también eran ya clásicos. Pero había una diferencia: la HJCK transmitía siete días de música clásica y solo un par de horas de un programa cultural, mientras que la Radiodifusora transmitía muchísimos programas donde se discutía. Nosotros tomamos más la línea de la Radiodifusora y la hicimos fuerte. Propusimos una emisora muy discursiva, aunque había unas franjas grandes de música. Queríamos mostrar todo lo que se hacía en la universidad, ¡tanto que algunos programas incluso parecían clases! Esa fue una primera propuesta que fue variando con cada director. Con Fernando Orjuela en el 90, se inauguró formalmente la emisora. A él le cabían más géneros en la cabeza y transmitió música afrocaribeña, rock underground, metal, baladas, corridos mexicanos. Luego se creó Unimedios en el 97, y llegó Olga Marín a levantar la barrera que había entre comunicadores y académicos. Se incorporaron muchos periodistas y la cosa funcionó, porque los académicos pasaron a ser más comunicativos y los comunicadores más rigurosos. Con Fabio Fandiño llegaron muchos más periodistas políticos de afuera y la cosa ya se fue un poco para el otro lado: los programas de academia y análisis pasaron a ser programas más informativos, se aligeró demasiado. Es difícil encontrar un equilibrio pero, ahora que estoy en la dirección, la apuesta ha sido estar más cerca de la comunidad académica: recoger la pluralidad que tiene la universidad, no solo esta institución. Para eso me ha parecido importante promover el trabajo con otras universidades. ” •¿Qué ofrece hoy en día su parrilla? Mucho énfasis en la investigación, porque es el fuerte de la Nacional, pero sin que parezca que estamos dictando clase –ese siempre ha sido el reto–. Y en general, 65% música y 35% carreta. Hay de todo: música clásica y urbana: jazz, rock, hip hop, reggae, ska, tango, boleros, vallenatos, pop clásico y música contemporánea. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? Yo creo que estamos del mismo lado. •¿Para qué sirve la radio universitaria? La radio universitaria es como un buen buscador de internet: sirve para filtrar toda la información disponible en la radio comercial, porque es más independiente. 23 LAUD 90.4FM. Con Bogotá en la mira La emisora de la Universidad Distrital le apuesta a una radio de periodismo alternativo. Su director Alfredo Ardila explica por qué a la emisora universitaria más joven de Bogotá le gusta el pop y la actualidad nacional: 24 “La idea nació cuando unos estudiantes de ingeniería electrónica decidieron crear una emisora para transmitir durante la “semana de ingenio y diseño” de la Universidad. La rectoría se entusiasmó tanto que le solicitó al Ministerio una frecuencia que se nos adjudicó en un principio por gestión directa, sin licitación. Pero luego en el 97, cuando las emisoras nuevas debieron entrar a licitación y pasó lo del “miti-miti” del Ministro Saulo Arboleda – que comenzó a adjudicar las frecuencias a dedo–, nos dijeron que ya no teníamos ese derecho y también teníamos que licitar. Interpusimos un recurso ante el Ministerio y en el 2000 nos entregaron la frecuencia 90.4, que en realidad habíamos tenido casi desde el 95. El 10 de noviembre de ese año comenzamos a salir al aire. Como fuimos la última emisora en aparecer, quisimos encontrar nuestro propio formato. Encuestamos a la comunidad académica de nuestras cinco facultades diseminadas por Bogotá y encontramos que nadie quería una emisora de la inmensa minoría sino de la inmensa mayoría. Una emisora cultural que tuviera que ver más con nuestra vida diaria. Queríamos meternos más con Bogotá: como somos una universidad pública, del distrito capital, decidimos que nuestro plato fuerte debía ser la ciudad. A nosotros nos gusta hablar de lo que está pasando con el TLC o del Plan Decenal de Educación. Estuvimos acompañando a Moncayo y entrevistamos a los familiares de los once diputados, también tuvimos a uno de los voceros de las Farc hablando del acuerdo humanitario. Creo que una emisora universitaria debe mostrar lo que se está haciendo adentro de la universidad y traer al interior de la academia lo que está pasando afuera. Hemos tenido mucha participación ciudadana: hicimos un convenio con el anterior Departamento Administrativo de Acción Comunal para capacitar a los líderes comunales de las veinte localidades de Bogotá en radio, más de mil docientas personas que como examen final tuvieron que realizar un programa en directo por la emisora. También tenemos un convenio con la Secretaría de Educación para capacitar a estudiantes de distintos colegios públicos y todos los sábados vienen los niños a hacer su programa. Aquí no tenemos Facultad de Comunicación Social, pero todas las iniciativas de los estudiantes son bienvenidas. Yo creo que los laboratorios son buenos, son interesantes.” •¿Qué ofrece hoy en día su parrilla? Tenemos un programa de corte periodístico de 6 a 9:30 A.M. todos los días: La revista de la mañana. Y mucha música en español: canción social, rock y pop. Solo transmitimos un programa de rock en inglés. Ahora, el pop que pasamos es un pop social. No pasamos “Te solté la rienda de Maná”, pero sí “¿Dónde jugarán los niños?”. No pasamos “Mujeres” de Ricardo Arjona, pero sí “Si el norte fuera el sur” o “El taxista” que es una canción supremamente social. También Sabina, Ismael Serrano, Joan Manuel Serrat, Ana Belén. •¿Cuál es la diferencia entre radio cultural y universitaria? Nosotros somos una emisora cultural universitaria, con un sentido de cultura amplio. Creo que las emisoras universitarias o culturales tienen que salir de las cuatro paredes. Una emisora universitaria, debe estar al servicio de la academia y volcada hacia la comunidad. •¿Para qué sirve la radio universitaria? Para rescatar el sentido crítico de la universidad. Generar polémica, no quedarnos callados. Aprovechar que no hay pauta para promover un periodismo más independiente. Que los oyentes no se queden solo con la voz de los noticieros comerciales. Música Académica Contemporánea Por RODOLFO ACOSTA Compositor y profesor de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Actualmente gozamos de un movimiento en música contemporánea colombiana pujante y creciente. La variedad de estilos y lenguajes se ha hecho cada vez mayor: la música acústica de cámara, la electroacústica, la improvisación libre, las instalaciones, el multimedia, el performance y todo tipo de artes sonoras se cultivan día a día, en un constante diálogo con diferentes tipos de público. ¿Hacia dónde se dirige toda esta actividad? Aquí treinta compositores nuevos de música académica contemporánea a los que hay que seguirles la pista. 26 27 Javier Arciniegas 28 formación académica, incluso si estas se han extendido a maestrías y hasta doctorados, algunas de las personas a ser tratadas aún no están del todo activas en el mundo real extrainstitucional. Por ello, he rastreado a las diferentes instituciones que ofrecen carreras de composición en nuestro país en busca de las proverbiales jóvenes promesas aunque apenas estén llegando a su primera madurez creativa. Para contextualizarnos, los compositores de la generación que comentaré surgen del auge inusitado que ha tenido esta música contemporánea en Colombia en el último par de décadas. Este gran impulso se debe en parte a la reestructuración de la formación superior en música que se dio desde finales de los ochenta gracias a personajes como Guillermo Gaviria, Andrés Posada y Manuel Cubides; a la revitalización de los lenguajes compositivos en nuestro medio llevada a cabo por compositores como Mauricio Bejarano, Roberto García, Juan Reyes y Luis Pulido; al crecimiento de la difusión de repertorio contemporáneo nacional e internacional a lo largo de los noventa, a raíz del trabajo de gestores como Cecilia Casas y Carlos Barreiro, y a los estímulos a la creación y difusión ofrecidos por el Estado a niveles nacional y locales. La confluencia de todos estos esfuerzos ha llevado a un importante desarrollo de compositores e intérpretes, como aquellos de nosotros nacidos entre 1960 y la primera mitad de los setenta, pero también al de un público intere- sado y siempre creciente. Esto ha hecho de este género uno cada vez menos marginal, cuyas influencias se escuchan no solo dentro de sus supuestos límites, sino también de lo que viene ocurriendo en diferentes géneros populares en la última década. Los primeros cinco compositores que reseñaré son egresados de la Universidad Javeriana, donde los profesores de composición más influyentes han sido el ya mencionado Gaviria, Harold Vásquez y José Hernández. Javier Arciniegas (Bogotá, 1977) mostró interés por la combinación de instrumentos acústicos y medios electrónicos desde sus primeras obras y aunque en un principio no se dedicó a la creación electroacústica, su música –incluso la escuetamente instrumental– se vio marcadamente influenciada por la manera renovada de entender el fenómeno sonoro-temporal que de allí surge. Tras su formación local −institucional y extrainstitucional–, Arciniegas viajó a Estados Unidos para estudiar en Mills College, donde descubrió el intenso mundo de la programación informático-musical, continuó su exploración del mundo de la improvisación libre y profundizó en la composición para combinaciones de instrumentos acústicos y medios electroacústicos. En extremo contrastante ha sido la música de Federico García De Castro (Bogotá, 1978), quien ha cultivado dos tendencias claras y opuestas: por un lado, ha escrito una serie de obras con fuertes reminiscencias de la tonalidad tradicional, sus formas y sus estructuras. En la otra faceta se hace evidente una mayor toma de riesgo y un intento por explorar nuevos derroteros musicales para su experiencia personal, muy cercanos a algunas de las tendencias más interesantes de la vanguardia latinoamericana de las últimas décadas. Tras estudiar composición y teoría en la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, García Juan Pablo Carreño ha decidido radicarse en dicha ciudad y desde el 2006 dirige el ensamble de música contemporánea Alia Musica. Durante sus estudios en la Javeriana, Juan Pablo Carreño (Bucaramanga, 1978) se diferenció marcadamente de sus compañeros al ser el único que no se quedó encerrado en su escuela, sino que se aventuró a conocer más de la realidad circundante bogotana. Así, creó imaginarios diferentes, más conscientes del medio musical local y regional, pero también cultivó o desató una vocación de gestión admirable. En 2002 co-fundó Matiz Rangel Editores, firma dedicada a la publicación de música de compositores colombianos, la cual ha aportado al desarrollo de la música de cámara de nuestro medio. Como compositor, sus piezas ostentan un lirismo poco común en su generación y su catálogo, dominado por música instrumental, ha oscilado entre la complejidad y la simplicidad, en ambos casos alcanzando una cautivante expresión poética. Tras varios años en Miami, estudiando en la Universidad Internacional de La Florida, actualmente se ha radicado como estudiante en París. Espero que el constante contacto que ha mantenido con el medio local, tanto por su manejo de MRE, como también por su actividad compositiva, continúe. Federico García Eblis Álvarez Caso interesante desde todas las perspectivas es el de Eblis Álvarez (Bogotá, 1977), egresado como guitarrista. Su variado perfil tal vez no habría cuadrado con el del típico estudiante de composición, algo que les ocurrió en su momento a Alejandro Zuluaga y a Juan Pablo Villamizar. Álvarez se ha desempeñado como compositor e intérprete de diferentes instrumentos y en los más variados estilos académicos y populares, pero siempre con la actitud cuestionante de una natural e irreverente vanguardia que a muchos ha resultado fastidiosa, pero que a otros nos encanta. Hoy en día vive en Copenhague, Dinamarca, tras haber estudiado en el Conservatorio Nacional de dicho país, y el principal vínculo que mantiene con nuestro país es por el lado de música popular experimental con proyectos como Meridian Brothers a través del influyente colectivo La Distritofónica. Carolina Noguera (Cali, 1978) ha mantenido un perfil comparativamente bajo, pero la fuerza de sus composiciones me lleva necesariamente a comentar su trabajo. En general, sus piezas se han caracterizado por la densidad e intensidad de su entrama- que sus colegas anteriormente discutidos. Fabián Torres (Bogotá, 1977), Rodrigo Restrepo H ablar acerca de los más relevantes compositores menores de treinta años es un intento de adivinación hecho sobre un promedio de cinco años de composición por parte de personas en proceso de formación y que incluso aún pueden estar decidiendo si dedican su vida a esto o no. Como el tema de estudio tiene que ver con gente en etapas de Rodrigo Restrepo (Bogotá, 1977), Daniel Prieto (Bogotá, 1978) y Daniel Leguizamón (Bogotá, 1979) lideraron en su momento el colectivo ECUA (Estudiantes de Composición de la Universidad de Los Andes). Si bien partió de cubrir algunas de las necesidades de aquellos a quienes nombra directamente, este grupo eventualmente (en particular durante el breve período durante el cual Roberto Los compositores de la generación que comentaré surgen del auge inusitado que ha tenido esta música contemporánea en Colombia en el último par de décadas. do rítmico, en ocasiones llegando a la violencia de expresión; esto último lo digo como cumplido, algo que cualquier admirador de Xenakis o System of a Down entiende de inmediato, y sólo se hace necesario aclarar bajo el régimen de corrección política en el que vivimos. Ejemplificando una problemática especialmente común a muchos estudiantes y egresados de la Javeriana, la producción de Noguera se ha visto circunscrita a lo financiado por premios, becas y otras convocatorias, lo cual ha limitado su verdadero rango de acción. Formados en la Universidad de Los Andes, donde los profesores de composición han sido Mauricio Lozano, Luis Pulido y Catalina Peralta, los siguientes cuatro compositores han escogido hasta el momento llevar a cabo sus carreras en el medio nacional, razón por la cual pueden estar teniendo un impacto mayor sobre el desarrollo de la música en Colombia García enseñó en dicha universidad) llevó a cabo una muy importante labor de programación incluyendo el trabajo de todo tipo de compositores e intérpretes, al margen de cualquier vínculo institucional. Todos ellos han continuado cultivando una intensa actividad compositiva e interpretativa y, por diferentes que puedan llegar a ser sus inclinaciones, aquel espíritu positivo de cooperación sigue intacto. Fabián Torres, conocido también como FAO, se ha preocupado por la integración de música, teatro, danza e Fabián Torres 29 30 Daniel Prieto se ha dedicado al trabajo con computadoras en muchos tipos de situaciones artísticas, desde la creación de obras electroacústicas definitivamente fijadas hasta el diseño de situaciones interactivas con sensores ópticos para instalaciones. Paulatinamente el campo del arte multimedial digital ha ido acaparando su interés y, de hecho, ha comenzado a crear visualmente a la par o hasta en vez de hacerlo sonoramente. Esta generalización de la creación se explica por su gran interés en la programación, algo que espero no llegue a alejarlo de la creación artística, como en tantos otros casos ha ocurrido. Daniel Leguizamón se ha venido convirtiendo en uno de los más prometedores personajes de su generación, repartiendo su tiempo entre la composición, la interpretación, la docencia (como todos los demás exECUA) y la edición, pues es el otro responsable del ya mencionado Matiz Rangel Editores. Como compositor, ha escrito para diversas situaciones acústicas, sean instrumentos solistas o grupos de cámara, como también lo ha hecho para medios electroacústicos. En ambos campos, su lenguaje se caracteriza por una extrema economía, una adiscursividad intencional y una transparencia de elementos y procesos. Finalmente, jóvenes compositores igualmente egresados de Los Andes como Julián Jaramillo (Bogotá, 1977), Camilo Giraldo, Felipe Neira o Sergio Vásquez (Bogotá, 1981) comienzan a mostrar trabajos prometedores, pero debemos esperar y ver la constancia que puedan tener sus esfuerzos. La formación de compositores en los últimos años se ha concentrado en universidades diferentes a aquella fuente tradicional que fue la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, fenómeno que preocupa profundamente y requiere meditación por parte de sus directivas. Al margen del grado del brevemente activo Germán Osorio (1977), los egresados de dicha escuela se han concentrado funda- cional en composición. Es mi más sincera esperanza que este Departamento de Música, el antiguo Conservatorio, retome el papel que le corresponde históricamente como potencia en la formación de compositores. Al grupo de escuelas que sí ofrecen carreras de composición como tal se ha sumado la Universidad EAFIT en Medellín y la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB), ahora como Facultad de Artes de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. En cuanto a EAFIT, Andrés Posada, Mario Gómez Vignes, Sergio Mesa y, hasta 2005, Moisés Bertran, han sido los profesores de composición y los logros de la carrera han comenzado a verse desde su primera promoción en 2002. Victor Agudelo Daniel Leguizamón Daniel Prieto imágenes, usualmente desde el medio de la electroacústica e incluyendo importantes grados de improvisación cuando utiliza medios mixtos. Su estilo de vida vegano y su interés por la cultura del lejano oriente (u occidente, si miramos a Japón y China desde nuestra propia perspectiva y no la europea) ha definido muchos aspectos de su actividad, desde las situaciones rituales que intenta crear en su arte hasta su imagen física misma. Rodrigo Restrepo se ha dedicado casi exclusivamente a la exploración del medio electroacústico, utilizando para ello no solo los elementos de formación técnica del campo, sino también el interés constante por aplicar ideas de los campos de la matemática y la filosofía a la composición musical. Como improvisador ocasional explora un instrumento hecho con todo tipo de objetos metálicos resonantes llamado Habitáfono, en conjunción con la trasformación digital en vivo de sus sonidos. mentalmente en el campo de la interpretación, fenómeno en parte relacionado al replanteamiento curricular que anuló la carrera en composición. Así, alguien con interés en la composición, como Pedro Sarmiento (1977), en realidad se graduó como guitarrista clásico y su formación no contó con todos los elementos que esperaríamos de una formación institu- Víctor Agudelo (Medellín, 1979) ha cultivado exclusivamente el campo de la música acústica, escribiendo para solistas, grupos de cámara, coro y orquesta, aprovechando la valiosa infraestructu- ra que le ofreció su antigua escuela con agrupaciones como la Orquesta Sinfónica Universidad EAFIT y el Coro Arcadia, dirigido por Cecilia Espinosa y que seguramente le ofrece su actual escuela de la Universidad de Memphis en Estados Unidos. Su escritura se inscribe en un claro nacionalismo, con gran énfasis en la exploración del potencial de diferentes danzas tradicionales populares del país, y demuestra una alta solvencia técnica. A diferencia de muchos de sus troacústica, género en el que utiliza el seudónimo Música Inmobiliaria. Ha compuesto música para cortometraje y video, paisaje sonoro, y música electroacústica como tal, con una fuerte influencia del llamado glitch, género electrónico a mitad de camino entre lo popular y lo académico. También activo principalmente en el campo electrónico, pero más propiamente inscrito en las experimentaciones populares relativamente recientes, Juan Estos y otros jóvenes compositores enfrentan el reto de aprovechar lo que heredan y construir sobre ello, haciendo parte de una verdadera tradición viviente de creación musical colombiana. contemporáneos, Agudelo construye sus composiciones vocales o instrumentales desde un pensamiento fuertemente melódico y desarrollativo, cercanamente ligado a mucha de la más importante producción latinoamericana de mediados del siglo XX, haciendo su obra muy atractiva para intérpretes y público. José Gallardo (Medellín, 1983) ha compuesto para solistas, grupos de cámara, coro y, en especial, música elec- Fernando Ossa construye una muy divertida obra sonora, visual y textual como parte del colectivo Trópico Esmeralda/Nube Negra, aunque también ha creado en los campos multimediáticos más propiamente académicos. Mientras tanto, Juan David Osorio López (Medellín, 1985) ha compuesto ante todo música para orquesta y coro, perfilándose como uno de los más prometedores estudiantes de esta universidad. 31 Rubén Gómez 32 Germán Molano res como también académicas. Rubén Darío Gómez (Floridablanca, Santander, 1979) se ha desempeñado como compositor y guitarrista, esto último como parte del grupo Dosidos, cuyo trabajo se basa en músicas tradicionales, como parte del cuarteto de guitarras Atemporánea, grupo dedicado a la interpretación de música contemporánea, y como solista, en donde se desempeña como cantante y guitarrista con obras que exploran una zona gris entre la música contemporánea para guitarra y una especie de vanguardia en canción latinoamericana. Igualmente versátil es el trabajo de Germán David Molano (Bogotá, 1981), quien a la par de ser guitarrista y arreglista del trío de música andina colombiana Urbambú y miembro del ya mencionado Atemporánea, se ha desempeñado como compositor en música contemporánea. En este aspecto, ha escrito obras para solistas, grupos de cámara, instrumentos con electrónica y piezas indeterminadas. David Bedoya (Bogotá, 1981), cuatrista virtuoso y miembro hasta hace poco del grupo de música llanera-urbana Sinsonte, se ha desempeñado también como compositor de música que con frecuencia utiliza elementos indeterminados, combinando aspectos de lo vocal y lo instrumental en situaciones de orden conceptual y teatral. La más reciente generación de estudiantes trae consigo un grupo muy prometedor de creadores para quienes los tradicionales límites entre intérprete y compositor, y entre lo popular y lo académico son poco relevantes; destaco entre ellos a algunos con quienes he tenido la fortuna de trabajar como son Freddy Guerra (Bogotá, 1978), Luis Fernando Sánchez (Bogotá, 1982), José Miguel Luna (Chinácota, Norte de Santander, 1983), Juan Camilo Vásquez (Bogotá, 1984) y Rafael Llanos (Bogotá, 1984). Los últimos tres compositores que comentaré se han formado generalmente Leonardo Idrobo al margen de las instituciones colombianas. Leonardo Idrobo (Cali, 1977) fue enormemente activo al lado de varios de los compositores de la generación anterior a lo largo de la segunda mitad de los noventa, pero desde 2001 vive en Basilea, Suiza, en donde, sin haber completado pregrado alguno, cursó el posgrado en composición en la Escuela Superior de Música. Allí, Idrobo ha creado una música, generalmente instrumental, de sutiles relaciones estructurales entre los materiales, llegando a resultados cada vez más contundentes y conmovedores. Juan Camilo Hernández (Bogotá, 1982) ha estudiado en diversas instituciones en Francia y en sus piezas trata de lograr un control de la forma a través de elementos de percepción claros y recurrentes e incorporando comportamientos de lenguajes musicales de tradiciones disímiles. Siempre radicado en Colombia, en cambio, Fabián Quiroga (Bogotá, 1977) se edifica como uno de los más interesantes creadores de su generación, con una producción camerística plena en implicaciones filosóficas, en la cual la sutileza de la escritura surge de una contemplación muy particular del tiempo y de la participación del intérprete en el Fabián Quiroga Finalmente, la ASAB cuenta con un muy particular programa en Arreglos y Composición que ha dado ya fabulosos resultados en el campo de las músicas populares pero que, recientemente, se ha ampliado para ofrecer también posibilidades en músicas académicas, con un nutrido grupo docente que incluye a Gustavo Lara, Jaime Torres Donneys, Fernando Rincón, Mauricio Lozano, Juan Sebastián Monsalve y Rodolfo Acosta R. Si bien sus primeros egresados parecen haberse dedicado exclusivamente a músicas populares, de una generación intermedia, recientemente egresados o a punto de graduarse, ha salido una serie de músicos activos en la composición e interpretación tanto de músicas popula- proceso musical. Estos y otros jóvenes compositores enfrentan el reto de aprovechar lo que heredan y construir sobre ello, haciendo parte de una verdadera tradición viviente de creación musical colombiana, para ayudar a nuestra sociedad a conocerse a sí misma y definir sus posibles caminos en un aquí y ahora cada vez más consciente. DISCOGRAFÍA RECOMENDADA •Ediciones de ECUA (Estudiantes de Composición de la Universidad de Los Andes): ECUA I/ obras de J. Jaramillo, C. Sánchez, F. Torres, D. Leguizamón, A. Hernández/ producción independiente (2001) ECUA II/ obras de F. Torres, J. J. García, E. Montilla, R. Restrepo, D. Leguizamón, S. Vásquez, C. Sánchez, F. Giraldo, D. Prieto, C. Méndez, M. •C. Galán, M. Ruiz, D. Reyes y A. Escallón/ producción independiente (2002) •Por Colombia universitaria/ obras de S. Quiroga, C. Noguera, F. Quiroga, J. P. Carreño y F. Pérez/ producción de R. de la Hoz y D. Acosta (2002) •Conciertos jóvenes/ obras de D. Ponce, S. Quiroga y J. S. Monsalve/ producción independiente (2003) •Compositores javerianos/ obras de J. A. Cuéllar, M. Suárez, A. F. Triana, J. Arciniegas, D. Vega y H. Vásquez/ Pontificia Universidad Javeriana (2003) •Tambuco, Serie Iberoamericana, vol. 1: Colombia/ obras de A. Cárdenas, L. Novoa, R. Acosta R., C. Calderón, L. Idrobo y J. Hasler/ Quindecim Recordings (2004) •Música electroacústica actual. 8 compositores colombianos/ obras de A. M. Romano, A. Cárdenas, J. P. Carreño, D. Leguizamón, S. Lozano, J. García, D. Zea y R. Acosta R/ producción independiente (2007) 33 Rock ¿QUÉ PASÓ CON EL ROCK ALTERNATIVO? Por Gabriel Villarroel Coordinador de la franja de rock en Javeriana Estéreo. Sin movimientos claros ni bandas emblemáticas, las fronteras de uno de los géneros predilectos de la radio universitaria hoy se diluyen para dar lugar a una dicotomía más clásica y simple: el rock bueno y el rock malo. Aquí un diagnóstico sobre los últimos años. E n 1992 Javeriana Estéreo abrió un espacio llamado Rock alterno dedicado a los sonidos que se escapaban a las tendencias comerciales. En su momento, esa hora y media a la semana sirvió para difundir bandas desconocidas en nuestro medio que habían ayudado a darle forma a la música que empezaba a reinar en los listados. Hoy en día no existe el programa; es más, no tendría sentido emitir un espacio con ese nombre. Entonces ¿qué ha pasado con el sonido alternativo en la actualidad? A principios de los noventa era mucho más fácil ser un rockero “alternativo”; estaba muy claro a qué se refería el término y cuáles eran las agrupaciones que lo encarnaban. Tenía un nombre: grunge, una palabra que por sí sola evoca un sonido, una estética, una época y una generación. El grunge fue el último movimiento de renovación importante del rock. Fue uno de esos raros momentos en que lo artístico se encontró con lo comercial y grupos como Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden vendieron 34 millones de copias de discos que la crítica musical elogió. Finalmente, su fulgor se apagó con el suicidio de Kurt Cobain en 1994. A mediados de los noventa vino un periodo de latencia. Nacieron estilos como el post-grunge (Nickelback, Nirvana Foo Fighters), el nu-metal (Linkin Park, Limp Bizkit), y hubo un resurgimiento del rap. Aunque habían grandes bandas en la escena independiente (muchas de las cuales iban a darse a conocer después) la fuerza del rock pareció menguar durante estos años. Desde el grunge pareció haber una fiebre por encontrar al siguiente Nirvana, a la agrupación que iba a rescatar al rock que todos queríamos y extrañábamos. Por fin, la industria y los periodistas creyeron encontrarlo en el 2002, cuando The Strokes lanzó Is This It? El grupo pareció salir de los sótanos del club neoyorquino CBGB con la fuerza de The Velvet Undeground, la concisión de los Ramones y la actitud de Sonic Youth. A ellos se les quiso promocionar al lado de bandas como The Hives, The Vines, The White Stripes, y con ellas se anunció el nacimiento de un nuevo rock. En su momento fue fácil vender esta oleada, algunos lo llamaron un resurgimiento del rock de garaje, y sencillos como “Last night”, “Get free” o “Hate to say I told you so” rotaron por emisoras comerciales y culturales The strokes por igual. Luego salieron otras bandas como Interpol, The Kings of Leon o Franz Ferdinand y se lo llamó retrorock, pero tampoco hubo un desarrollo coherente ni líderes claros. Finalmente no sucedió nada, solo una camada de agrupaciones con debuts prometedores y no demasiado en común. Desde entonces el panorama no ha cambiado mucho; no hay movimientos renovadores ni artistas que lleven estandartes, sólo un puñado de músicos con propuestas interesantes que llegan al oído del gran público sin regularidad. Nada los unifica, eso les ha impedido tener la visibilidad y la importancia social que pudo tener Nirvana a principios de los noventa, pero en Colombia son muy poco conocidas, excepto en la radio con enfoque cultural, la misma que, como el programa Rock alterno, se abrió a sonidos menos familiares al público. Existen propuestas como Radiónica o algunos programas de UN Radio, pero estos espacios no abundan en la radio actual. El Top 40 es muy común en las emisoras comerciales. Es un formato radial que consiste en la rotación constante de los cuarenta sencillos más populares de un género determinado. Pero ¿qué son cuarenta canciones entre el interminable repertorio de grabaciones, viejas y nuevas, que hay para conocer? Los años le han quitado valor al término “alternativo” en el rock, tal vez porque ya no hay una escena comercial definida, no hay líderes claros ni un sonido característico. los Sex Pistols a finales de los setenta o los Beatles en los sesenta. Aun así, estos artistas crean una música igualmente válida y relevante. Los años le han quitado valor al término “alternativo” en el rock, tal vez porque ya no hay una escena comercial definida, no hay líderes claros ni un sonido característico. Bandas como Modest Mouse, The Shins o Wilco alcanzan puestos importantes en listados de popularidad norteamericanos, sin embargo, todas nacieron en sellos independientes y, en buena parte, su sonido continúa siéndolo. Estos grupos han tenido una rotación regular en las emisoras de su país, Lo cierto es que hay demasiada música para escuchar. Cuando se es un aficionado se recuerdan melodías y se aprenden nombres, cientos de ellos, pero es un oficio inagotable; siempre hay otros cientos, miles por conocer. Yo creo que ese es el objetivo del programador radial, y en últimas de todo melómano: escuchar tanta música como sea posible, encontrar las buenas canciones entre las decenas que deben ser grabadas a diario y las millones que han sido grabadas hasta el día de hoy; encontrar canciones para emociones indeterminadas y para momentos específicos, para despertarse o irse de fiesta, para mirar por una ventana o caminar por una calle transitada. Posiblemente es una misión interminable, pero no por ello baldía. Entonces ¿qué utilidad tiene un listado de los discos más vendidos o las canciones más escuchadas? Quizá pueda hablar de la cultura, pero no de las personas. ¿Qué sentido tienen en el rock los géneros y los movimientos de renovación? Seguramente señalan tendencias, pero no hablan de la música, que en últimas está ahí, siempre en espera de ser descubierta. Este es un momento particular para el rock, un momento donde se lanzan pequeñas obras maestras como A ghost is born de Wilco, Armchair Apocrypha de Andrew Bird o Funeral de Arcade Fire, pero nadie sabe exactamente a quién venderlas o cómo clasificarlas. Y puede que sea difícil encontrar soluciones a estas dudas del mercado, pero al fin de cuentas son discos que existen, y eso es lo que importa. Ese es el sentido de la radio cultural hoy en día: tener la posibilidad de saltar géneros, listados y convenciones, borrar ‘alternativos’ y ‘comerciales’, y simplemente poner la música, la buena música, que otras emisoras no ponen. PARA ESCUCHAR •Rock contemporáneo, Javeriana Estéreo, lunes a jueves de 10 a 11 p.m. y sábados y domingos de 3 a 5 p.m. •Laboratorio del rock, UN Radio, viernes de 7 a 9 p.m. •La resistencia, UN Radio, martes de 11 a 12 p.m. •Submarino, Radiónica, lunes a viernes de 4 a 6 p.m. 35 Jazz POSTALES DEL SWINGIN’ POR BOGOT ROBERTO RODRÍGUEZ: UNA VIDA DEDICADA AL JAZZ Por Miguel Antonio Cruz González Coordinador de la franja de jazz de Javeriana Estéreo La historia del jazz en la ciudad es como un gran cobertor de retazos de músicos, melómanos, emisoras, conciertos y lugares trashumantes. Aquí algunos jirones que explican la movida actual. Desde hace más de cuarenta años este arquitecto bogotano ha realizado el programa de jazz de la HJCK, que ha nutrido a generaciones de aficionados capitalinos. Roberto nos cuenta algunas de las anécdotas que conforman su trayectoria como amante del jazz y programador emblemático. De sus inicios como programador: “Yo tenía un amigo, Álvaro Zuluaga, que hacía un programa en la Radio Nacional donde emitía jazz y otras músicas. Él había estudiado en Estados Unidos y había vivido allí toda la vida entonces su español no era tan puro. En la emisora resolvieron que tenían que conseguir un tipo que 36 37 R ecientemente un adolescente me abordó para preguntarme “Profe, ¿a usted le gusta el jazz?”, a lo que respondí afirmativamente y con otra pregunta: “¿a usted también?”. Su “sí” me conectó de nuevo con mi propia historia de oyente estrafalario, en un contexto de medios constantemente bombardeado por la música de moda. Aunque tal vez hoy tampoco pueda hablarse de una escena del jazz consolidada, veinte años atrás, para mí como adolescente que exploraba en sus gustos musicales, los espacios para profundizar en una música como el jazz eran todavía menos accesibles. Por eso quiero hablar de algunos de los cambios que han sucedido en estos años. Un viejo conocido en la ciudad Cuando el jazz llegó a mí como una novedad en los años ochenta, ya era un viejo conocido para algunos. Hasta el día de hoy, lleva cuando menos unas cinco décadas rondando por la radio cultural de la mano pionera de Roberto Rodríguez Silva, maestro de muchos de nosotros, quien se abrió al género escuchando emisoras norteamericanas en un radio de banda ancha y escribiendo a los programas para conseguir sus primeros discos que llegaron por correo. La curiosidad y el tesón motivados por esta música lo llevaron hacia 1960 a crear el programa radial de este género más emblemático en la ciudad: Jazz, que se ha realizado de forma casi ininterrumpida desde entonces en la HJCK. Pero las referencias al jazz en la capital se remontan hasta principios del siglo XX, con agrupaciones como la Jazz Band A. Bolívar, conformada en 1920 por Anastasio Bolívar, y la Jazz Band Boada, conformada por Ernesto Boada en 1927. Incluso hay referencias de visitas de agrupaciones extranjeras, como la banda italiana Jazz Green Stars, un grupo de jazz cubano y otro panameño que amenizaron las reuniones sociales en clubes y hoteles de la capital. El repertorio de estas bandas –compuesto de fox, charlestón y otros– no fue equiparable al de las grandes orquestas de la era del swing, y la demanda por parte del público muestra que se trataba apenas de los intentos de una ciudad y sus clases sociales altas 38 Zanella Adarme, Gina María, Bogotá bajo una nueva sociabilidad: La burguesía vista a través de los establecimientos públicos 1894-1931. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2003, véase el capítulo 3. Trabajé en las casetas a cambio de discos los fines de semana y después en los locales. Como muchos otros allí, di el paso de la salsa al jazz latino y posteriormente –uno menos obvio– del jazz latino al jazz. La calle 19 era el epicentro de las novedades discográficas y el sitio donde uno se enteraba de los últimos acontecimientos de la música. Ahora comprendo que ese fue un un concurso realizado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Otro registro importante fue realizado por Carlos Flores Sierra, quien tuvo un programa semanal de televisión en el Canal Siete llamado Jazz s tudio, y convencido de que la escena nacional crecía, dedicó un ciclo de programas al jazz colombiano y organizó el Festival de Jazz bajo la Luna Recientemente un adolescente me abordó para preguntarme “Profe, ¿a usted le gusta el jazz?”, a lo que respondí afirmativamente y con otra pregunta: “¿a usted también?”. Su “sí” me conectó de nuevo con mi propia historia de oyente estrafalario. por mantener un estatus cosmopolita, en un país predominantemente rural. El jazz también dejó su impronta en la música popular a través de maestros como Lucho Bermúdez y Pacho Galán, quienes además introdujeron la música del caribe al altiplano, influenciados por el formato y estilo de las big band. Pero ahí aparece una ruptura en la que el jazz separa sus rutas de la música de baile y sus oyentes se concentran en un pequeño grupo de inquietos. Entonces se crea la idea de que esta música es elitista y requiere de conocimientos especiales para su disfrute. Aunque el jazz sonó en la radio como parte del repertorio bailable de las emisoras, las audiencias propiamente dichas del género vinieron después, con la generación de la década del cincuenta, de la que hizo parte Rodríguez Silva. Del long play al compact disc en la calle 19 Nací en la década del setenta y mi adolescencia transcurrió en la siguiente; mi generación se nutrió de los rezagos musicales de la salsa y el rock, aún dominantes en Bogotá en los años ochenta, aunque el pop de Michael Jackson y Prince ya comenzaba a instalarse en nuestras cabezas. Asistí al ocaso de la época dorada de la calle 19, donde se apostaban decenas de casetas de libros y de discos en las que los recién llegados a la salsa y otras músicas aprendíamos mirando las carátulas de los long play, mientras los coleccionistas intercambiaban sus “joyas” a precios que eran escandalosos frente a la modesta economía de un estudiante de secundaria. Las casetas desaparecieron como parte de un proceso de recuperación del espacio público que todavía preocupa hoy a los ciudadanos; muchos de los distribuidores de música se mantuvieron en locales de la zona y la red de intercambios musicales y de eternos encargos se fue diluyendo. Nunca lograron atraer el mismo número de personas que se veía en las calles disfrutando de la música, aunque sí mantuvieron algunos de sus clientes. Por esta época llegaron los primeros compact disc, buena parte de ellos dedicados al jazz latino y la música clásica; las estanterías poco a poco fueron remplazando los LP por las cajitas de los CD, aunque había todavía algunos románticos que las rechazaban y preferían el viejo acetato. espacio importante en el que la música en general y el jazz en particular crearon comunidad, un sitio de encuentro entre pares, melómanos, al que llegaban las novedades y las rarezas, donde se hacían amigos y se escuchaba la música que a todos nos empezaba a hipnotizar. Escenarios, músicos y grupos de jazz En los últimos años de los ochenta hubo un afianzamiento del jazz en Bogotá. Antonio Arnedo hizo su debut como músico de jazz por el año 87 y paralelamente aparecieron diferentes grupos interesados en la fusión y el jazz-rock. Cluster, de Orlando y Germán Sandoval; el grupo de Oscar Acevedo; Magenta, de William Maestre; Chato Band, y MC², además de la presencia de músicos como Gabriel Rondón, Jorge Fadul y los hermanos Zagarra, los bajistas Mario Baracaldo y Alfonso Robledo, los saxofonistas Mauricio Jaramillo (QEPD), Mario Fajardo y Francisco Moyano, y el baterista José Madero entre otros más que la memoria deja escapar. En ese entonces el registro sonoro era más difícil de realizar y de estos grupos no quedaron grabaciones profesionales ni discos compactos, solo algunos programas de conciertos de la época, además del fabuloso relato realizado por el baterista Javier Aguilera titulado “30 años de música en la noche bogotana”, que ganó mención de honor en en Cartagena –que solo tuvo una versión–, con los Clusters, MC², Jorge Fadul y Justo Almario. La dificultad para hacer grabaciones contribuyó en parte a la desaparición de las agrupaciones, pues no había material para presentar en la radio cultural y las posibilidades de la radio comercial desaparecieron con el cierre de Caracol Estéreo. Las presentaciones se restringieron a los centros culturales y entonces como ahora la organización recayó sobre los grupos. Los auditorios de las universidades, la Alianza Francesa, el Colombo, el Jorge Eliécer Gaitán, el Festival de Jazz del Teatro Libre, la sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el Festival de Salsa y Jazz del Teatro Colón dieron cabida a estas expresiones, oferta que se amplió con el Festival de Jazz y Blues de la Libélula Dorada y recientemente con el ciclo Talento Fresco en el Ático donde actualmente se mueven las nuevas propuestas. Otro aspecto interesante de ese momento del jazz en Bogotá fue la visita de los cubanos al país. Muchos llegaron durante la década del noventa, como el saxofonista Carlos Averhoff, quien trabajó con la agrupación Irakere y NG La Banda, y el pianista Hernán López-Nu Este relato está disponible en la página http://www. geocities.com/jazzlahora/ del programa Jazz la hora, dirigido por Juan Carlos Valencia. vocalizara mejor y Álvaro les dio mi nombre. ¡Me cedió el programa porque él no sabía hablar bien español! Después, cuando me botaron de la Nacional, Álvaro Castaño y Gonzalo Rueda que eran amigos míos, me llevaron a la HJCK a hacer el programa de jazz.” Trucos para armar una colección de jazz: “Empecé mi colección de discos de una manera muy simpática. Yo era muy pelado y no tenía plata para andar comprando discos. Había un programa de radio que transmitía una emisora de la RCA en el que todos los sábados pasaban los temas que habían sonado durante la semana y uno tenía que adivinar cuáles eran los discos, los grupos, la orquesta. Como yo los había oído todos adivinaba siempre: les escribía y me mandaban todas las semanas, de premio, unos tres o cuatro discos. Iba donde Glotmann, el agente de discos de la RCA Victor y Columbia y los reclamaba, y así tuve una buena discoteca de jazz. ¡De balde, claro!” “Luego empecé a comprar muchos más discos para mi programa de jazz, aproximadamente en 1958, en la Radio Nacional, dos horas los domingos. Ese fue el primer programa de jazz que hubo en Bogotá. Desde entonces ser programador me ha servido más que todo para ampliar mi colección; mi señora no admitía que comprara tantos discos y me tocaba decirle: “¡Son para el programa, no me estoy gastando la plata, estos discos son para el programa!” “También tenía un amigo que era el agregado cultural de la embajada austriaca. Él vivía en mi mismo barrio, en Santa Ana, y a través suyo pedía 39 ssa quien también fue parte de NG y que en 1994 ofreció un concierto a dúo con Antonio Arnedo en la Casa de la Moneda. Se destaca también Jorge Najarro, que arribó al país junto con Albita Rodríguez y se quedó luego de salir a escondidas del hotel donde se hospedaba, ocultándose en una finca. Con el regreso al país del colombiano Eddie Martínez se formó una orquesta que atrajo la atención del público jazzero y salsero, en la que participaban –además de Valdés, Simpson y Najarro– el trompetista Orlando Barrera “Batanga”, también cubano, quien fue docente de la Academia Superior de Artes de Bogotá, el percusionista venezolano Joel Márquez y, en el bongó, el sobrino de Eddie: Samuel Torres, que hoy reside en Nueva York y dirige su propio Latin Jazz Ensamble. Vale la pena destacar también a “El Nene” y a Jaime Vásquez, parientes de Joel Márquez, también percusionistas de Caracas que se establecieron en esta ciudad y contribuyeron en ese proceso de expansión del jazz y la percusión afrocaribeña en Bogotá. 40 Escuelas y énfasis de jazz En la ciudad de Bogotá durante la década de los noventa se abrieron muchos programas y escuelas de música que han transformado el estereotipo de los músicos. A finales de los ochenta solo podía estudiarse música en el Conservatorio de la Universidad Nacional, la Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes, que hacían énfasis en la llamada música “culta” o “clásica” dejando la búsqueda de lo popular en manos de los músicos interesados o en academias como la Cristancho y la Luis A. Calvo. Los primeros énfasis en jazz se iniciaron casi simultáneamente en la Javeriana y en la Nacional. Algunos estudiantes avanzados de la Academia Cristancho contaban con la oportunidad de trabajar al lado de Mario Baracaldo que formaba parte de varias de las agrupaciones antes mencionadas. La oferta de música se fue ampliando con el surgimiento de los programas de música de la Universidad Incca, la Universidad Central, la Universidad del Bosque y La Academia Superior de Artes de Bogotá. El jazz fue replicándose en estos programas, formando nuevas audiencias y haciéndose menos lejano en las conciencias de los músicos capitalinos que una década antes no tenían esos espacios de formación. Los festivales también han contribuido con el desarrollo de clínicas, donde los músicos locales interactúan con los extranjeros, aunque se trate de espacios reducidos en términos de tiempo; es más significativa la participación en la academia de docentes visitantes como Johannes Bockholdt, Christoph Adams y Javier Colina, entre otros, en el énfasis de jazz de la Universidad Javeriana; así como la participación de músicos profesionales, arreglistas y directores de jazz nacionales como Ken Biswell y “Batanga” en los programas de la ASAB y Antonio Arnedo y Ricardo Uribe en la Universidad Nacional. Radio para oyentes no para jazzistas En la década de los noventa, además del programa de Roberto Rodríguez en la HJCK y las emisiones de la Radiodifusora Nacional, ya podía escucharse jazz en emisoras culturales como Javeriana Estéreo, la HJUT y en la recientemente formada emisora de la Universidad Nacional, UN Radio, que desde sus inicios realizó el programa Jazz la hora. En la radio comercial también hubo presencia de esta música, en el último período de existencia de Caracol Estéreo –antes de convertirse en La W– que dedicó tiempo al aire a distintos estilos de jazz, desde el smooth jazz de Kirk Whalum, al swing de Louis Armstrong, programados por Enrique París y Julio Sánchez Cristo, y un memorable ciclo de programas de Carlos Flores Sierra sobre jazz y literatura. En los últimos años Javeriana Estéreo ha enfatizado más los espacios de jazz que, en general, en la radio cultural son reducidos. 91.9 se ha jugado por ampliarlos a través de las Tardes de jazz, en las que se ofrece a la audiencia una variada posibilidad de estilos y repertorio. Javeriana Estéreo ha podido difundir artistas de jazz que han entrado en las preferencias del público capitalino como Gonzalo Rubalcaba, Chano Domínguez, entre otros. Igualmente, la programación especial de la emisora ha posibilitado el desarrollo de ciclos conmemorativos de importantes personajes del jazz como Miles Davis, Ella Fitzge- rald, John Coltrane, entre muchos otros que han permitido ampliar la información que poseen los oyentes acerca de la música que escuchan. Los sitios de jazz Uno de los primeros sitios de jazz que hubo en Bogotá quedaba en la calle 82 con 14, cuando todavía no era llamada la “zona rosa” iniciando la década del noventa: el Café del Jazz, donde tocaba el pianista de nacionalidad colombo-belga Diego Maurice. Sin embargo, en los años setenta, como comenta Javier Aguilera, hubo una serie de lugares donde podía escucharse jazz a cargo de diferentes maestros como Armando Manrique, Jimmy Salcedo, Iván Uribe, Juan Vicente Zambrano, Germán Cha- varriaga, Plinio Córdoba, Gabriel Rondón, Marta Patricia Yepes y el mismo Aguilera, entre otros. Los lugares memorables a los que él se refiere fueron el Hippocampus Music Bar en la carrera 15 con 85, el Latino Piano Bar de la 90 con 15 y el Restaurante Doña Bárbara fundado en 1976, entre otros; el circuito del jazz contó con varios epicentros como Las Torres del Parque, Chapinero –por los lados de la calle 59– y la carrera 15 entre la calle 72 y la 100, donde estaban desperdigados diferentes sitios dedicados a la salsa, el café concierto y, por supuesto, el jazz. En la última década han existido otros escenarios que han ido y venido con el tiempo. Jazz Centro, fundado En los últimos años Javeriana Estéreo ha enfatizado más los espacios de jazz que, en general, en la radio cultural son reducidos. 91.9 se ha jugado por ampliarlos a través de las Tardes de jazz los discos porque no se podían importar aquí, ¡en ese entonces no se podía importar nada! Los pedía a un tipo en Nueva York y él me los enviaba a la embajada austriaca.” Dos Historias de jazz: “Aquí en Bogotá en 1964 estuvo una noche la orquesta de Duke Ellington, tocó en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, venía de Santiago y Buenos Aires e iba para Caracas. Esa fue la única vez que vi a Duke Ellington, en ese concierto, y la gente muy… así como todos aquí...muy refinada criticando a Duke Ellington porque ya no tenía los músicos de antes.” “En una época me dio por tocar trombón y monté en mi empresa un grupo de jazz. Tenía amigos a los que les gustaba la música: este agregado de la embajada de Austria era muy buen pianista. Casi todos eran extranjeros, el embajador norteamericano tocaba trombón también, tocábamos música fácil –dixieland–, ¡evidentemente no éramos unos virtuosos!, pero la pasábamos bien.” 41 Jazz al parque 2006 A pesar de que hoy en día el jazz es más accesible a públicos diferentes, no deja de sorprender por qué todavía no existe una escena del jazz consolidada en la ciudad, al estilo de otras capitales latinoamericanas. por Juan Carlos Valencia en el barrio La Macarena, no duró un año, aunque todos los que estuvimos allí lo recordamos con aprecio. Las Torres Club Electro-Cultural, ubicado en las Torres del Parque; Tocata y Fuga, en el barrio las Mercedes, y Cabaret Son en la calle 59, corrieron la misma suerte. Las jam session que allí sucedían ahora tienen lugar en Casa Buena Vista, en Las Mercedes; Casa de Citas, en La Candelaria; El Anónimo, en la avenida Suba con 106 y esporádicamente en Galería Café y Libro de la 93. 42 Epílogo A pesar de que hoy en día el jazz es más accesible a públicos diferentes, no deja de sorprender por qué todavía no existe una escena del jazz consolidada en la ciudad, al estilo de otras capitales como Caracas o Buenos Aires; escena que sí es palpable en el ámbito de la salsa. Evidentemente los espacios del jazz se han fortalecido y ampliado, cada vez hay más grupos que se dedican al género, y el papel de la radio cultural ha sido importante para ampliar las audiencias del jazz en la capital. Sin embargo, hay varios factores que limitan el avance de la música y hace que tales esfuerzos se queden cortos. En primer lugar, los medios están al servicio del mercado y eso no permite que la música vaya más allá de las emisoras culturales. En segundo lugar, los sitios en los que se toca jazz siempre han sido compartidos con la salsa que ha visto un renacer entre los gustos de la gente joven, lo que hace que en los circuitos underground de la música bogotana se reduzca la movilidad del jazz. Por otro lado, la organización de eventos sigue a cargo de los músicos y si bien existen intentos de agremiación de propuestas –como La Distritofónica–, sus objetivos no tienen el jazz como una prioridad, sino como un medio. Aunque también habría que preguntarse si el “purismo raizal” manifiesto en algunos grupos no ha sido el causante de que los productos sean menos llamativos y que sus propuestas no sean muy consistentes. Aún hace falta para que los nuevos grupos consoliden un sonido propio. Los resultados reales de la confluencia entre músicos, escenarios, academia, festivales y radio cultural a los que me he referido apenas arrojan sus primeros frutos; es necesario que pase al menos una nueva década para que se consolide una escena del jazz en la ciudad. A lo mejor en veinte años mi estudiante, que respondió a mi afirmación con el pulgar extendido, tenga más alumnos con quienes hablar de jazz de los que yo he podido encontrar hasta hoy. PARA ESCUCHAR •Tardes de jazz, Javeriana Estéreo, lunes a viernes de 1 a 5 p.m. y de lunes a domingo de 6 a 7 p.m. •Jazz, HJCK, lunes a viernes de 5 a 7 p.m. •Jazz vocal, HJCK, sábados y domingos de 3 a 4 p.m. •Jazzmilenio, Radio Nacional, lunes a viernes de 8 a 9 p.m. •Jazz la hora, UN Radio, lunes a viernes de 2 a 3 a.m., lunes a jueves de 9 a 10 p.m. y domingo de 7 a 8 p.m. •Jazz y algo más, HJUT, lunes a jueves de 2:30 a 3 p.m. y martes a viernes de 2:30 a 3 a.m. •Hora del jazz, HJUT, sábado de 1:30 a 2:30 a.m. y de 9 a 10 p.m. SABROSURA NO COMERCIAL Salsa Por Jaime Rodríguez Coordinador de la franja latina de Javeriana Estéreo. Realizador de los espacios Salsa 91.9 y Caribe y sol y trombonista y fundador de La Conmoción Orquesta. Un recorrido por los espacios y los protagonistas que han hecho del género lo que es hoy en la radio universitaria de Bogotá La 33 44 P or muchos años la radio cultural enfocó su programación casi exclusivamente en la llamada “música clásica”, dejando de lado numerosas manifestaciones musicales que, aunque en cierto modo eran abordadas por la radio comercial, fueron requiriendo de espacios alternativos hasta entonces inexistentes. Un caso particular es el de la salsa, un estilo musical que para el caso de Bogotá ha venido ganando cada vez más seguidores, no solo involucrados con el mundo de la rumba y el baile, sino con una inquietud constante por conocer e investigar todas esas corrientes que la radio comercial siempre dejó de lado, entre las que se pueden mencionar la música cubana contemporánea, las grabaciones realizadas en la costa oeste de los Estados Unidos y los trabajos de artistas nuevos o consagrados que se mantuvieron al margen del movimiento de la salsa romántica. Así, se hace necesario encontrar espacios para esta música, que se abren en la radio universitaria, con una visión más amplia del tema cultural, para brindar a esa salsa no comercial, tradicional, progresiva o clásica, la posibilidad de llegar al oyente. Un poco de historia La música afrocubana se hizo presente desde hace ya varias décadas en la radio bogotana, y para aquella etapa resulta imprescindible mencionar al barranquillero Miguel Granados Arjona “El viejo Mike”, que desde diversas estaciones en la A.M. se encargó de difun- dir la música del Caribe. Este veterano comunicador es considerado como el principal responsable de la llegada de los ritmos afrocubanos a la capital y desde los años cincuenta, a través de un espacio conocido como El Rincón costeño, combinó los porros y las cumbias de nuestra costa norte con guarachas y sones antillanos. Paulatinamente, y tras la consolidación del término “salsa” en Nueva York en los años setenta y el surgimiento de orquestas locales, empiezan a aparecer diferentes personajes que con perspectivas distintas también difundieron esta música. Podemos mencionar al desaparecido periodista deportivo Jaime Ortiz Alvear con su popular espacio Salsa espacios, la radio comercial fue incluyendo a la salsa en su programación, alternándola con la música tropical, el merengue y el vallenato. La salsa va a la universidad En 1980 nace en la Emisora Javeriana –más tarde Javeriana Estéreo– el espacio Caribe y sol. Según Luis Ramón “Moncho” Viñas, comunicador social y fundador del espacio, la idea inicial era “narrar la historia de la salsa desde su génesis hasta la modernidad”. Poco a poco se impuso el propósito de darle más cabida a la música que a los textos y el espacio terminó siendo netamente musical. Por otra parte, allí se podían encontrar tanto los temas clá- el concepto inicial del programa, el de narrar la historia de la salsa, fue asumido por un nuevo espacio llamado Salsa 91.9, que desde comienzos de los años noventa se convirtió en otro de los espacios emblemáticos de la radio salsera bogotana. A comienzos de los noventa aparece en escena UN Radio, de la Universidad Nacional de Colombia, y allí también la salsa tuvo cabida. Nuevamente aparece Pagano, considerado ya como uno de los grandes conocedores e investigadores de la música del Caribe, quien a través de un programa denominado De rumba por la vereda tropical impulsa las corrientes menos comerciales. Ya desde algunos años atrás el propio Pagano venía reali- sicos como las nuevas propuestas, que generalmente eran ignoradas por la radio comercial, y se convirtió en referencia obligada para todo aquel que se considerara un verdadero seguidor de la salsa. Moncho también asegura que zando desde la Radiodifusora Nacional de Colombia otro espacio que perduró por varios años y que se denominó Del songorocosongo al son para un sonero. Posteriormente, por esta emisora pasaron otros personajes de trayectoria en la La 33 con estilo, realizado en Caracol Radio, y a César Pagano, quien junto a Alberto Ávila difundía desde 1978 las corrientes menos comerciales de la salsa y la música contemporánea cubana en Radio Sutatenza. A la par de estos y otros 45 La 33 radio, como Fernando España, Fernando Tasceche, Ismael Carreño y Manuel Durango, quienes con diversos estilos y enfocándose en diversas tendencias han tenido presencia en los múltiples, aunque a veces inestables, espacios que esta emisora ha dedicado a la música afrocubana. En noviembre del año 2000 nace Laud Estéreo, con una propuesta que se enfoca esencialmente en la música latinoamericana y allí, por supuesto, la salsa también tiene su espacio. Fernando España se adueña del espacio Ponte en clave, en el que además de programar música, siempre ha habido espacio para el debate y la polémica. Los espacios en la radio sir ven para algo Independientemente de las diferencias de estilos y tendencias musicales, los espacios salseros de la radio universitaria se han caracterizado por convertirse en un refugio para la música que a nivel comercial nunca ha sido difundida. Podemos tomar el ejemplo particular de la música cubana contemporánea, que desde los años setenta venía siendo difundida por César Pagano en sus programas y que posteriormente se convirtió en estandarte de espacios como Caribe y sol y Salsa 91.9, en donde artistas como Los Van Van, Irakere, NG La Banda o Issac Delgado, siempre han tenido cabida. Otro tanto podríamos decir de las nuevas orquestas bogotanas que, a pesar de haber logrado poco a poco llegar a emisoras comerciales, siempre 46 han tenido el apoyo incondicional de la radio universitaria. Tenemos el caso particular de La 33 que, según Fernando España en su texto La treinta y tres, Trueba, qué rico boogaloo, boogaloo Bogotá, sonó por primera vez a través de los micrófonos de Laud Estéreo con su exitosa “Pantera mambo”. Otro tanto ocurre en espacios como Por las venas del Caribe, conducido por Manuel Durango en UN Radio, en donde con frecuencia son invitados músicos locales a presentar sus trabajos, incluso desde antes de haber sido lanzados. Por su parte, César Pagano destaca entre las características más relevantes de este tipo de programas “el hecho de tener un mayor cuidado en la programación musical, el brindar elementos críticos y datos serios, y el no apegarse a esquemas comerciales”. A esto podemos agregar que a pesar de que hoy en día la salsa, al igual que muchas otras expresiones musicales populares, ha sufrido un proceso de comercialización excesiva, aún existen muchos artistas inquietos que luchan por mantener viva su esencia y por buscar su evolución. Además de esto, ha ido aumentando el número de estudiosos que se han interesado en el tema de la salsa, no solo desde lo musical, sino desde lo social o lo histórico, y esta música empieza a verse más allá de su ambiente natural de la fiesta y el baile como uno de los productos culturales más importantes de la urbe latinoamericana. España, Fernando, La reinta y tres, Trueba, que rico boogaloo, boogaloo Bogotá, Bogotá, Mancomunidad de Escritores La Mancha del Quijote, 2006, 20 p. Novedades PARA ESCUCHAR •Salsa 91.9, Javeriana Estéreo, lunes a jueves de 8 a 9 p.m. •Caribe y sol, Javeriana Estéreo, viernes y domingos antes de festivo de 9 p.m. a 2 a.m., y sábados de 10 p.m. a 2 a.m. •Son del Caribe (desde la Radio Universidad de Puerto Rico), Javeriana Estéreo, sábados de 12 m. a 1 p.m. •Son de Cuba (desde la Radio Universidad de Puerto Rico), Javeriana Estéreo, sábados de 9 p.m. a 10 p.m. •Por las venas del Caribe, UN Radio, sábados de 12 m. a 1 p.m. •Caminando, UN Radio, sábados de 1 p.m. a 2 p.m. •Con la Matancera, UN Radio, sábados de 2 p.m. a 3 p.m. •Ponte en clave, Laud Estéreo, viernes y sábados de 6 p.m a 1 a.m. Salvo el poder todo es ilusión María Victoria Uribe Alarcón $34.000 Pensamiento colombiano del siglo XX Varios editores $42.000 Las víctimas frente a la búsqueda de la verdad y la reparación en Colombia Guillermo Hoyos Vásquez (ed.) $30.000 Las víctimas frente a la búsqueda de la verdad y la reparación en Colombia María Victoria Uribe Alarcón salvo el poder todo es ilusión mitos de origen : eelam , de los tigres tamiles de sri lanka , Guillermo Hoyos Vásquez Editor marquetalia , de las fuerzas armadas revolucionarias de colombia , y la irlanda unida , del provisional irish republican army I n s t i t u t o Pe n s a r :: Po n t i f i c i a U n i v e r s i d a d J a v e r i a n a Instituto Pensar Goethe - Institut I n s t i t u t o d e E s t u d i os Sociales y Culturales Pensar Nueva Música Colombiana ¿EL SABOR DE MI TIERRA? Por Daniel Villegas Estudiante de Música y Filosofía de la Universidad Javeriana Las nuevas bandas fusión nacionales traen consigo distintas propuestas sobre la colombianidad: unas van al rescate del sonido puro folclorista y otras le apuestan a la mezcla y también al azar. Una mirada diferente sobre el fenómeno que se pregunta por el sabor autóctono y que en el fondo no es más que una vieja discusión de la modernidad. Colectivo Colombia vs. La Distritofónica Puerto Candelaria E l surgimiento de la Nueva Música Colombiana ocurrido en la década del noventa, que se abre camino “a pasos de gigante al interior del congestionado espectro musical”, en palabras de Luis Daniel Vega, permite una reflexión estética sobre las propuestas de algunos de sus exponentes, que involucran acercamientos diferentes al folclor nacional de acuerdo con sus concepciones particulares de identidad. La fusión que realizan estos músicos entre elementos folclóricos con el jazz y el rock ocurre a partir de una mirada particular de la música asociada a concepciones estéticas establecidas. Según esta mirada, hay tendencias conservadoras que buscan en la tradición la esencia de un sonido puro colombiano, ejemplificado por el Colectivo Colombia, agrupación de El jazz y la modernidad El jazz es una expresión de la modernidad. Es un cuestionamiento a la tradición opresora, un impulso vanguardista y revolucionario. El jazz moderno es una búsqueda por romper el formalismo de la música occidental para incluir discursos e influencias que reflejen la vida en la ciudad, el progreso y el talento individual de los músicos como expresión del genio. Así como Pollock reconocía que el artista mo- Las fronteras entre lo nacional, tradicional y extranjero se disuelven porque son cuestionadas y reunidas de nuevo sin ninguna pretensión. bandas liderada por Antonio Arnedo, así como otras más vanguardistas, como La Distritofónica, dedicada a la escena bogotana, que recurren al rock y a la música underground para dar cuenta de una experiencia más urbana y contemporánea. Podemos comprender cómo operan estas diferencias al acercarnos a las concepciones del arte de estas agrupaciones. Es posible trazar una relación entre la propuesta del Colectivo Colombia, que parte del jazz moderno y el pensamiento modernista del arte latinoamericano del siglo XX. De la misma manera, en la música del colectivo La Distritofónica se percibe una aproximación posmoderna, en donde los elementos musicales como instrumentos, sonoridades y ritmos tradicionales, son utilizados según otra idea de originalidad. En el fondo de estas diferencias hay un cuestionamiento y reinterpretación de la concepción de identidad establecida en la modernidad. La posición del Colectivo Colombia toma sus valores estéticos del Romanticismo a través de su origen en el jazz moderno e intenta aplicarlos en Latinoamérica, tal como lo harían los artistas colombianos de comienzos del siglo XX. En estos valores está presente una concepción de identidad mo 48 derna que resulta conflictiva en la discusión contemporánea. Después de comprender cómo el jazz se conforma románticamente, veremos la manera en que estos valores se comportan en la situación latinoamericana, dando como resultado una tendencia que busca en la música tradicional colombiana la esencia y la identidad del país. Vega, Luis Daniel, “Diez años de felices músicas”, en: Esfera, Bogotá, enero de 2005. derno no podía expresar la era del avión y la bomba atómica con las viejas formas del renacimiento, los músicos de jazz moderno buscaban su propia forma de expresarse y comunicarse con el mundo. Los fundamentos estéticos del modernismo se encuentran en el romanticismo, en donde se desarrollaron las concepciones del arte por el arte, la expresión y el genio del artista. Estos conceptos están ligados a la concepción moderna de identidad, centrada en el sujeto. La identidad moderna se configura como un momento único e irrepetible, que se forma a partir de la capacidad de la razón para comprender el mundo, ligada a un espacio y momento determinados: a la nación y a la época. El artista es entonces, según esta concepción romántica, un sujeto con una individualidad particular, que puede expresar su genio a través del arte. La individualidad del artista se conforma entonces según su nacionalidad y su manera propia y particular de vivir su época. Como expone Frank Tirro en su Historia del jazz moderno, cuando los músicos del bebop se alejaron de las big bands para crear un nuevo estilo, se oponían a la concepción del jazz como música bailable para buscar una expresión propia y personal, una música que fuera considerada COLECTIVO COLOMBIA: Fundado en 2004 bajo la dirección de Antonio Arnedo con el objetivo de unir y fortalecer la escena de la música colombiana y apoyar a los diferentes proyectos que trabajan profundizando y explorando los diversos lenguajes y estéticas de la música tradicional. En 2005 se realizó el lanzamiento del colectivo con un concierto en el Teatro Colón de Bogotá y actualmente cuenta con el patrocinio de la Fundación BAT para la difusión de la cultura popular colombiana. Está conformado por las siguientes agrupaciones: Guafa Trío, Palos y Cuerdas, Puerto Candelaria, Polaroid, Claudia Gómez, Curupira, Hugo Candelario, Delta Trío y Antonio Arnedo. Se destaca la propuesta de Polaroid, agrupación de Medellín, que incluye elementos de la música electrónica como secuencias y samples, mezclado con gaitas e instrumentos tradicionales, para crear un estilo que ellos denominan “jungle bop”. Curupira realiza fusiones entre ritmos de los litorales con fuertes elementos de funk y rock, creando un sonido que ha hecho escuela entre los músicos jóvenes colombianos. Puerto Candelaria realiza actualmente una gira por Latinoamérica que incluye a México, Brasil y Colombia. También se presentaron en el Encuentro Medellín 2007 junto a Gladis Yagarí González, cantautora de la etnia emberá chaní y Antonio Arnedo, quien anunció en una entrevista que se encuentra en preparación un trabajo discográfico con composiciones suyas para los grupos del colectivo titulado Desde esta orilla. 49 El modernismo en Latinoamérica La experiencia de la modernidad en Latinoamérica ha sido conflictiva. Por un lado existen posiciones que niegan la posibilidad de pensar una modernidad latinoamericana sin un desarrollo socioeconómico similar al de los países del primer mundo, que impulsan esta idea de modernidad. El resultado de esta situación es el hecho de que en Latinoamérica no exista una idea clara de lo que es el arte latinoamericano y que los movimientos artísticos se den de manera paradójica, fragmentada y desarticulada. Así, nos encontramos en una situación en la que se busca la identidad en un arte propio imposible de determinar. Por su parte, Néstor García Canclini piensa que este conflicto está no tanto en el hecho de que en Latinoamérica no exista aún un desarrollo socioeconómico suficiente, sino en la forma como las diferentes tendencias, orígenes raciales y sociales han estado en permanente conflicto a la hora de construir una identidad latinoamericana definida. El establecimiento del modernismo artístico en Latinoamérica ha oscilado 50 Tirro, Frank, Historia del jazz moderno, Barcelona, Ma non troppo, 2001, p. 15. Davis, Miles; Troupe, Quincey, Miles: The Autobiography, New York, Simon & Schuster, 1989. La Distritofónica arte, una música para pensar y escuchar, y no para bailar. Insistían en que el músico de jazz “dejara de ser tratado como mero aportador de entretenimiento y fuera considerado artista con todas las de la ley”. Así, el jazz privilegia el talento virtuoso del músico, quien se embarca en una búsqueda personal a través de una mirada propia a la tradición racial o social, espiritual y religiosa. El músico de jazz necesita expresar su identidad particular, que lo sitúa en un tiempo y un espacio determinados: es un músico negro, pero no un esclavo africano, que habita una ciudad cosmopolita con influencias artísticas diferentes, y que intenta crear una música negra propia y vanguardista. Hay una anécdota en la autobiografía de Miles Davis, en donde se queja de que la concepción que tenían los blancos del blues era racista y simplificada. Según sus profesores, el blues existía porque los negros eran pobres y tenían que recoger algodón y cuando estaban tristes cantaban. Miles, desafiante, respondió a su profesora que él era de East St. Louis, su papá era un dentista rico y él era músico de blues. “Mi papá nunca recogió algodón y yo no me desperté triste esta mañana a tocar el blues, es mucho más complejo que eso”. entre la intención por luchar contra la imposición de valores europeos y así mismo salir del provincialismo indigenista. Dentro de esta idea de modernidad los artistas latinoamericanos buscaban un modernismo que no dependiera de la influencia europea o yanqui para constituir su propia identidad latinoamericana. Uno de los momentos más afortunados de ese modernismo fue quizás el movimiento antropofágico de Oswald de Andrade, que pretendía absorber, como los caníbales, el “alma” del arte europeo para expresarlo según su propia identidad latinoamericana. En Colombia, podemos ver cómo la orquesta de Lucho Bermúdez se apropió del formato de big band para interpretar porros y cumbias, con resultados bastante exitosos, aunque aún alejado de la intención modernista del jazz por salir de los salones de baile. En la propuesta de Antonio Arnedo y el Colectivo Colombia encontramos una intención similar, que ubica a los artistas en un conflicto entre influencias extranjeras y tradicionales sobre las que intentan definir su identidad única. Los músicos del colectivo parten del jazz y sus presupuestos modernistas para buscar, siguiendo las notas interiores del disco Colombia de Arnedo, “capturar el espíritu de una expresión nuestra”, la “apropiación de una esencia” y por medio del estudio y contacto directo con instrumentos e instrumentistas del folclor, aproximarse al “timbre característico de nuestra nación”, para “reconocer, valorar y amar nuestra diversidad”. Esta aproximación está en sintonía con las tendencias del pensamiento modernista colombiano de los años veinte, que pretendía diferenciar su situación única a partir de sus raíces étnicas. Como respuesta a una convocatoria hecha en esa década que convocaba a los artistas colombianos a definir el espíritu del arte, Darío Samper, poeta del grupo Piedra y Cielo, escribía, representando apropiadamente el pensamiento de su época, que “sólo en las profundidades [de nuestros grupos étnicos] hallaremos lo que es nuestro, lo que nos diferencia, es decir: nuestra razón de ser”. Siguiendo los fundamentos modernistas del jazz, la música del Colectivo Colombia privilegia un sonido virtuosístico y bien logrado. La perfección de los arreglos, la estructura orgánica y bien definida de la música y la ejecución virtuosa responde claramente a los ideales románticos. El resultado de esta mirada a la tradición, a pesar de estar fundamentada en ideales modernistas, es una posición paradójicamente conservadora que ubica la identidad y el valor del arte en el pasado. En palabras de Arnedo, la intención de su trabajo “más que usar la música colombiana con los elementos del jazz, es crear una música colombiana que tenga esa libertad, y que hable desde el lenguaje propio de nuestra música. De eso se trata esta búsqueda”. El formato de cuarteto de jazz conformado por bajo, batería, guitarra o piano y saxofón, se utiliza para interpretar versiones propias de música tradicional colombiana que incluye porros, bambucos, pasillos etc. Con la intención de presentar “una pintura abstracta de Colombia”, algunos instrumentos tradicionales como la marimba de chonta y la flauta de millo se unen al formato y a la improvisación del Arnedo, Antonio, Colombia. Notas interiores del disco, MTM Ltda., 2001. Darío Samper, citado por Ivonne Pini en En busca de lo propio. Inicios de la modernidad en el arte de Cuba, México, Uruguay y Colombia 1920-1930. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2000. Entrevista con Antonio Arnedo realizada por Jimena Zuluaga para Colfuturo, disponible en: http://www.colfuturo.org/index.php?page=46&own er=&state=0&secc=0603&id=1483 Arnedo, Antonio, op. cit. jazz en un diálogo que se apropia de la tradición para fusionarla con el jazz moderno, con un despliegue de virtuosismo musical que integra orgánicamente todos sus elementos. De la misma forma, en la agrupación Guafa Trío perteneciente al Colectivo, “el contrabajo, el cuatro llanero y la flauta se dan a la tarea de ejecutar pasillos, bambucos, joropos y otras formas musicales que por excelencia, siempre hicieron parte del repertorio de los tríos y conjuntos instrumentales tradicionales”. La propuesta de conscientes de la imposibilidad de pensar una identidad única, la comprenden como un espacio que se redefine constantemente por un intercambio incesante de elementos culturales.10 De la misma manera, el arte contemporáneo ha criticado duramente las pretensiones de originalidad de la obra de arte, revelándola como una construcción del pensamiento romántico. Esta crítica plantea que la creación artística es un desarrollo colectivo que incluye el préstamo y la copia de ideas, por encima de la originalidad de El establecimiento del modernismo artístico en Latinoamérica ha oscilado entre la intención por luchar contra la imposición de valores europeos y salir del provincialismo indigenista. esta agrupación se encuentra “instalada sobre la inquietud de construir una sonoridad propia y con el bagaje y capacidad creativa que cada músico aporta”. Esta agrupación intenta redefinir la música andina y llanera a partir de instrumentaciones poco convencionales en el estilo introduciendo el cuatro llanero en el bambuco y el “juego con el soplo y el sonido de las llaves de la flauta, en muchos casos imitando el golpe característico del tiple”. La experiencia posmoderna La imposibilidad de definir una identidad latinoamericana bajo los mismos términos que la modernidad europea plantea a esta una crítica importante. Según algunos pensadores contemporáneos, la crisis de la modernidad está en la construcción de conceptos basados en supuestas verdades absolutas, que resultan ineficaces para comprender la realidad. Esto ocurre también con la idea de identidad, que busca una raíz única en la nación, la tradición o la lengua. Esta noción es problemática, porque produce categorías como externo, propio y ajeno que construyen una identidad unívoca y determinada, y un artista genial capaz de expresar esta identidad única. Édouard Glissant, poeta y filósofo martiniqués, ha propuesto modelos que, Tomado del sitio web de la agrupación: http://www. espiritudelsur.com/grupos/guafa.htm Santamaría, Carolina, La “nueva música colombiana”: la redefinición de lo nacional bajo las lógicas de la world music. Disponible en: www.hist.puc. cl/iaspm/lahabana/articulosPDF/CarolinaSantamaria.pdf un individuo genial. Según estas ideas, el arte no buscaría su identidad en una esencia inmutable de la tradición, ni el sonido de una nación, sino una experiencia dinámica que se construye continuamente y donde todos los elementos confluyen de manera diversa produciendo identidades en constante desarrollo, que no se aferran a raíces estáticas. Más cercana a esta idea de arte y de identidad, encontramos la posición de La Distritofónica, con un sonido “urbano” que responde a esta concepción de identidad como lugar de paso de innumerables flujos culturales, sociales y tradicionales donde no se privilegia una “mirada personal” de la tradición, el rock, el jazz y elementos populares presentes en la música. No se pretende la originalidad ni encontrar la esencia de una identidad, sino lograr una música donde los elementos confluyan de manera indiferenciada, tal como en la experiencia cotidiana, privilegiando la música de litorales por sus posibilidades sonoras. En una entrevista, Alejandro Forero, fundador del colectivo, comenta que la presencia de música tradicional “(…) es una característica, mas no un fin o una meta. La Distritofónica no nació para hacer fusión de música tradicional con música urbana, nació para proyectar la música de la gente que lidera el colectivo”.11 10 Glissant, Édouard, Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona, Ediciones del Bronce, 2002. Glissant propone en su trabajo una identidad rizomática, que se expande horizontalmente para establecer relaciones amplias con elementos diversos, en lugar de una identidad de raíz que penetra solitaria en la profundidad de la esencia. 11 Entrevista realizada por Ana María Arango para Los Sonidos Invisibles, disponible en http://lossoni- LA DISTRITOFÓNICA: Se define a si misma como un “colectivo de chirretes bogotanos, hippie jam style, free jazz tropipop, avant garde tropical”. Un grupo de amigos con intereses comunes que conforman la agrupación para proyectar la música de sus proyectos musicales. El colectivo se encarga de toda la grabación, producción, y distribución de la música de sus agrupaciones, incluyendo el diseño de los CDs y su promoción en conciertos y a través de Internet. Dirigida por Juan David Castaño, Jorge Sepúlveda, Iván Zapata, María Angélica Valencia, Paola Hernandez, Javier Morales, David González, Luis Daniel Vega y Alejandro Forero, quienes lideran y conforman las agrupaciones Asdrúbal, Primero mi Tía, Ricardo Gallo, Gaitas y Tambores de San Jacinto, Tumbacatre, Meridian Brothers, La Rueda, La Comparsa de los músicos, La Revuelta, Cielomama, Sexteto la constelación de Colombia, Tamal, Maquino Landero, Marimbo, y Cataliza. Estas agrupaciones a menudo comparten miembros, una estrategia que ellos aprovechan para que se logre una mayor difusión de su música. La Comparsa de los Músicos es una agrupación que interpreta, en formato de carnaval, composiciones originales de bandas del colectivo, se ha presentado en las tres versiones del Carnaval de Bogotá, el Festival de Teatro de Manizales y en dos versiones del Carnaval de Maracaibo. Ricardo Gallo se presentó con su quinteto en el Festival Internacional de Jazz del Teatro Libre de Bogotá. Asdrúbal y Primero mi Tía se han presentado en festivales de jazz internacionales recibiendo excelentes críticas y premios a mejor propuesta revelación. 51 Cielomama En las grabaciones de grupos como Asdrúbal y Primero Mi Tía, agrupaciones jóvenes de La Distritofónica, es casi imposible describir todos los elementos que confluyen en la música. La ironía y el humor son la aproximación principal a la música tradicional para desacralizarla como fuente de identidad esencial y caracterizarla como parte de la experiencia cotidiana. En el tema “Porrenco” de Asdrúbal, el ritmo tradicional de porro se contrapone a la guitarra distorsionada, que en conjunto con el dosinvisibles.blogspot.com/2007/04/la-distritofnicalas-ventajas-de-pensar.html bajo y cambios de tempo bastante libres, lo relacionan a veces con el rap y el nu-metal, y a veces con el punk. Sobre esta base desarticulada e inestable, una improvisación de clarinete remite tanto a la música tradicional como al free jazz. De esta manera, aunque la música tradicional y la fusión son comunes en las dos tendencias, en La Distritofónica se comportan siguiendo una concepción diferente de identidad, sin imponer valores externos a la música. Los músicos no se identifican completamente con una tendencia, sino que las absorben como parte de su expe- riencia cotidiana en una metrópolis latinoamericana. El sonido de estos grupos es crudo e imperfecto. Las referencias se yuxtaponen sin establecerse en un centro, la música tradicional no aparece como un valor estético trascendental, sino como la experiencia inmediata de la ciudad. Finalmente, las fronteras entre lo nacional, tradicional y extranjero se disuelven porque son cuestionadas y reunidas de nuevo sin ninguna pretensión, para conformar una propuesta musical que puede entrar en un diálogo actual y relevante con el mundo. •Vivir cantando/ Claudia Gómez/ MTM (2002) •Puerto Candelaria/ Puerto Candelaria/ Guana Records (2002) •Calle 19/ Mojarra Eléctrica/ Independiente (2003) •El fruto/ Curupira/ Independiente (2003) •Entre montaña y sabana/ Guafa Trío/ Independiente (2004) •Majagua/ Claudia Gómez/ BMI (2004) •Jungle bop/ Polaroid/ Independiente (2004) •La revuelta/ CieloMama/ Asdrúbal/ La Distritofónica (2004) •Ideas varias/ Independiente (2004) •Pura chonta/ Bahía Trío/ Independiente (2005) •Primero mi Tía/ Primero mi Tía Quinteto/ La Distritofónica (2005) •Los cerros testigos/ Ricardo Gallo/ La Distritofónica (2005) DISCOGRAFÍA RECOMENDADA 52 •Habichuela/ Asdrúbal/ La Distritofónica (2006) •Llegó la banda/ Puerto Candelaria/ Merlín Estudios (2006) •El advenimiento de la mujercastillo/ Meridian Brothers/ La Distritofónica (2006) •Raza/ Mojarra Eléctrica/ MTM (2006) •Hay otra orilla/ Antonio Arnedo/ BAU Records (2006) •A paso de león/ Guafa Trío/ Fundación BAT (2006) •Tumbacatre/ Tumbacatre/ La Distritofónica (2006) •Pingueria/ Primero mi Tía/ La Distritofónica (2007) •Once rasqas/ Velandia y La Tigra/ Independiente (2007) Contacto: rruc.contacto@gmail.com http://rruc.poligran.edu.co Teléfono: (57-1) 285 23 49 Bogotá, Colombia ". ". ". ". ". '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. '. •Tierradentro/ Claudia Gómez/ Green Linnet Records (1995) •Travesía/ Antonio Arnedo/ MTM (1996) •Orígenes/ Antonio Arnedo/ MTM (1997) •Encuentros/ Antonio Arnedo/ MTM (1998) •Delta Trío/ Delta Trío/ Independiente (1998) •Música Tradicional Colombiana/ Guafa Trío/ Independiente (1999) •Colombia/ Antonio Arnedo/ MTM (2000) •Entreverao/ Guafa Trío/ Independiente (2000) •Palante patra'/ Curupira/ Independiente (2000) •Puya que te coge/ Curupira/ Independiente (2001) •Pa'los tres/ Palos y Cuerdas/ Independiente (2002) Notas discográficas NUEVA MÚSICA COLOMBIANA Artistas varios* NeoTropical Serie NMC Nuevas Música Colombianas • MTM, 2007 *Sidestepper, Liliana Montes, Banda La República, Mandrágora, TumbaCatre, Alé Kumá, Grupo Bahía, Pablo Mayor, Totó La Momposina, La Cumbiamba eNeYé, JáranaTambó, Héctor Buitrago, Mojarra Eléctrica y Chob Quib Town. 54 El privilegio que tiene Colombia de poseer costas sobre los océanos Atlántico y Pacífico redunda, a nivel musical, en una impresionante cantidad de ritmos. Si en el litoral Atlántico se han desarrollado la cumbia, el bullerengue, el fandango, la gaita, el porro o el chandé, el lado Pacífico (un tanto menos explorado) aporta una variedad que alguna vez fue enumerada de forma muy poética por Hugo Candelario González, del grupo Bahía: “la cadencia del currulao, la viveza del abozao, el embrujo de la juga, la nostalgia del aguabajo, la picardía del andarele, la malicia de la jota chocoana, el jugueteo del bunde, la alegría del porro chocoano, el erotismo de la caderona”. Muchos de estos ritmos, aunque milenarios, empezaron a redescubrirse y grabarse alrededor del último cambio de siglo. La década de los 90 trajo consigo una democratización de las tecnologías de grabación y el consiguiente surgimiento de varios sellos disqueros independientes. En medio de esa algarabía, la música de Colombia vivió un renacer y se creó entre músicos y oyentes la conciencia de una riqueza insospechada. Las Nuevas Músicas Colombianas que presenta esta colección pertenecen a esa etapa reciente de nuestra historia. Están hechas con respeto por la tradición pero sobre todo miran hacia adelante, trazando el sonido de nuestro futuro. Así es factible escuchar gaitas y tamboras entrelazadas con bajo y guitarra eléctrica de una manera muy natural, como si los instrumentos modernos le hubieran pertenecido al folclor desde siempre. En otros casos hay incluso aportes electrónicos: ¿Quién dijo que un computador, bien utilizado, no puede aportar al sabor? Este panorama NeoTropical se complementa con las voces de músicos colombianos que se encuentran fuera de su país. Ciudades como Nueva York han sido también escenario de este movimiento de renovación de nuestro folclor produciendo discos que son catalogados en los anaqueles extranjeros bajo la categoría de “world music”. Pero es una realidad: estamos en el mundo y nos abrimos a él. Sin perder la identidad, la música colombiana de este compilado, festiva y bailable, va ganando su lugar en la inagotable fiesta de los ritmos del planeta. NeoTropical es el primer disco de una serie que MTM dedica a las Nuevas Músicas Colombianas (NMC) J.C.G Velandia y La Tigra Once rasqas • Independiente 2007 Luego de ser el guitarrista de Cabuya, Edson Velandia optó por seguir su camino en solitario y grabar un sorpresivo repertorio que tituló Once rasqas y que lanzó recientemente en la plaza municipal de Piedecuesta, Santander, lugar de origen del músico. A medio camino entre la sabiduría de un culebrero y un poeta surrealista de la calle, Velandia propone un disco excéntrico al que se le adeuda un género pues lo que allí se expone nos remite a géneros tan lejanos como la música carranguera, el rock indi, el jazz, la experimentación electrónica y algunas pinceladas de creación sinfónica. Además de su estructura musical enigmática, la temática y los personajes que aparecen a lo largo de la grabación son el resultado de la mirada irónica con la que Velandia ha observado las variables humanas que deambulan indistintamente por las calles, las trochas, las montañas y las plazas colombianas. De esa manera, el retrato de la realidad es tan minucioso que logra demostrar, a través de un atrevido periplo sonoro, que la vida cotidiana puede llegar a ser tan descabellada como el Sietemanes, borrico arrogante, protagonista principal de la grabación. L.D.V. Trío Colombita Colombitis • 2006 El nombre de una aparente enfermedad benigna, que produce todo tipo de sensaciones a los amantes de los ritmos colombianos cuando escuchan esta música, da el nombre al primer trabajo de un grupo que integran tres jóvenes, pero a la vez experimentados, instrumentistas provenientes de Bogotá y Santa Marta. Empleando el formato típico de guitarra, tiple y bandola, este trabajo combina nuevas versiones de piezas de carácter muy tradicional como los bambucos “Chamurí” de Carlos A. Rozo y “Brisas del Pamplonita” de Elías Mauricio Soto, con composiciones propias como la “Suite Tayrona” de la guitarrista Sofía Elena Sánchez, en donde se busca involucrar un formato instrumental netamente andino, con ritmos de la costa caribe colombiana, o las creaciones del tiplista Oriol Caro, en las que se buscan nuevas posibilidades para un instrumento que tradicionalmente ha sido usado como acompañante. Se destaca también la presencia de algunos músicos invitados como el guitarrista Ernesto “Teto” Ocampo, el flautista Ignacio Ramos –integrante de Guafa Trío– y el pianista Cesar López, que en tres de las piezas del álbum aportan su talento. Además de lo musical, otro punto a favor de este trabajo es su presentación, despojada de largos y densos textos y en cambio llena de hermosas fotografías que convierten al disco prácticamente en una pieza de colección. Esperamos que este solo sea el principio de una larga carrera discográfica para una agrupación que viene a aportar lo suyo a la música colombiana. J. R. Tumbacatre Tumbacatre • La Distritofónica, 2006 Tumbacatre, guiado por el guitarrista Mateo Molano, realiza un recorrido arriesgado y variado por los ritmos más representativos de la Costa Pacífica. Recorrido que deja que el folclor se pasee incauto, con sus ritmos de chirimía y currulao, endulzado por ese placer ligero y profundo del sonido de la marimba de chonta, para encontrarse de sopetón, como quien no quiere la cosa, con arreglos de batería que devienen en rock, voces champeteras y hip hop, y hasta una extrañísima última pieza, que casi podría ser una figura mitológica del Darién, “El garrote de Tumbacatre”. Pieza de un minuto veinte de duración, que bien podría ser su tarjeta de presentación: guitarra eléctrica y marimba e’ chonta, bajo funkero y bombo cimarrón, tradición, distorsión. El bajo de Anabel Fundora y la guitarra eléctrica de Molano establecen un diálogo balanceado con la marimba de chonta de Juan David Castaño, la batería de Richie Arnedo y el resto de la base percutida. Equilibrio que se complementa muy bien con el conjunto de vientos. El clarinetista Samir Aldana se pasea por la mayoría de temas a veces dulce y a veces agresivo, siempre escurridizo, recuperando el sonido clásico que se escucha incluso en las orquestas tradicionales de la música de las costas. Con él, un conjunto de vientos de primera categoría que, haciéndole justicia a su familia de instrumentos, brillan con luz propia: Sebastián Rozo, en el bombardino; Jairo Alfonso, en el saxo alto; Anger Gutiérrez, en el saxo tenor, y los solos invitados del ya ilustre Pacho Dávila, y Jacobo Vélez. Aunque a veces la voz de Darwin Perea parece esforzarse demasiado al encarar las estrofas que le demandan matices más rústicos, él y los demás cantantes se reivindican con fuerza en las estrofas champeteras, raperas y de hip hop, que arremeten de sorpresa con una sonoridad que no suena impostada. Por el contrario, transmiten una manera de actualizar las secciones más tradicionales sincera y humorística, para volverlas pachanga y placentero relajo. Alfredo Molano, desde la rigurosidad sociológica, afirma que Tumbacatre es una bebida del pacífico colombiano. Yo prefiero pensar al Tumbacatre como una figura mitológica: como a un mamífero de patas volteadas, como El Curupira, que camina por las selvas que separan a Buenaventura de Málaga, a Quibdó de Tumaco, al Pacífico del Atlántico, y que va por ahí entre platanales vociferando a cuatro voces: “a mi me llaman chorizo, porque soy choro y porque huelo a guiso; a mí me llaman chorizo, porque soy choro y porque huelo mal…”. J.C.M. MÚSICA DEL MUNDO Y SONIDOS CONTEMPORÁNEOS Rabih Abou -Khalil Songs for a sad woman • Enja 2006 Rabih Abouh- Khalil acaba de cumplir medio siglo de vida y casi cuarenta de interpretar y estudiar el oud, instrumento básico de la música tradicional árabe. Qué mejor forma para celebrar que editar una grabación que, en retrospectiva, resulta la menos occidental y la menos jazzera de las quince que ha prensado desde los noventa con el sello alemán Enja. Desde que abandonó su natal Beirut en 1978 y se radicó en Alemania, Rabih Abou- Khalil supo encontrar el equilibrio perfecto entre sus tradiciones, el jazz y la música culta occidental, encumbrándose (junto a otros colegas como Anouar Brahem y Ahmed Abdul- Malik) en lo más alto de la élite de la música de vanguardia. Songs for a sad woman, su más reciente disco, es un derroche de imaginación y técnica en la que participan Jarrod Cagwin en las percusiones, Michel Godard en el serpent (abuelo francés de la tuba) y Gevorg Dabaghyam, músico armenio que gracias a su interpretación del duduk (oboe tradicional de su país) se convierte en una de las estrellas del que quizás puede ser el mejor registro sonoro de Abou- Khalil en toda su carrera. L.D.V. Susana Baca Travesías • Luaka Bop 2006 Luego de la muerte de Chabuca Granda –quien había sido su madrina musical–, Susana Baca y su esposo, el sociólogo Ricardo Pereira, recorrieron los 600 kilómetros de la costa peruana recopilando información de la música ligada a las tradiciones afro-peruanas. En 1992, después de once años de trabajo, publicaron Del fuego y el agua, un libro que decantó en grabación y marcó el inicio de una flamante carrera musical editada desde 1997 por Luaka Bop. Trascendiendo el nacionalismo que siempre impera cuando se trabaja con músicas tradicionales, Baca, a lo largo de cuatro grabaciones con el sello de David Byrne, eleva las músicas locales y las transforma en una amalgama universal. Tal es el caso de Travesías, su más reciente trabajo en el que se enfrenta a un repertorio bien diverso: desde poemas de Manuel Scorza (“Viento del olvido”) y Pablo Neruda (“Guillermina”), pasando por canciones de Violeta Parra (“Una copla me ha cantado”) y del guitarrista y compositor haitiano Frantz Casseus (“Merci bon deu”). El periplo de la peruana llega hasta Irlanda con su nostálgica versión de “Volcano”, tema original de Damien Rice y se remonta a la canción romántica napolitana con “Luna Rossa”, un corte original de Vincenzo de Crescenzo. Ojo, también visita Brasil y nos regala un impecable dúo junto a Gilberto Gil. L.D.V. Mugre Necrópolis • Socorrecords 2006 Mugre es un dúo bogotano conformado por los hermanos Carlos y Germán Bonil. No son roqueros pero en 2006 ganaron el primer concurso de rock auspiciado por el bar ¡¡¡Socorro!!! lo que les significó poder editar Necrópolis, un álbum que con tan solo un año de vida es fundamental para entender una parte de la escena subterránea de la capital en la que la música va más allá del virtuosismo y la sombra pedante de la academia. Armados con un arsenal inusual de instrumentos (dos subvaloradas Casiotones, un bajo, una guitarra desvencijada, una enorme cantidad de aparatos electrónicos construidos por ellos mismos y una voz tamizada por un pedal delay), Mugre logra una sofisticada, melancólica y minimalista atmósfera sónica que más bien parece la banda sonora de una película de Ed Wood o la música incidental de un videojuego ochentero. Aunque es difícil rastrear notorias influencias, podemos dar unas pistas para que esta propuesta no pase desapercibida en sus oídos: imagínese a Tom Waits en la sala de su casa haciendo un cover de una canción lenta y triste de Sonic Youth. L.D.V. TANGO Y FLAMENCO Javier Calamaro Villavicio • Epsa Music, 2007 Quien espere encontrar en este artista un clon del ultramediático Andrés Calamaro, va a llevarse una sorpresa pues lejos de la nasal, desprolija y no siempre afinada voz del famoso de la casa, el presente, que es su hermano menor, acusa una fuerza diferen- 55 te, tan entrañable como la de Andrelo pero definitivamente opuesta. En el arte de Javier Calamaro conviven la agresividad del rock’n’roll con los matices de la canción melódica y la trova, todo ello en el atractivo envoltorio de un registro de barítono. Suficientes motivos para delegar en él un trabajo de tango sin tiritar. Así, después de tres álbumes dedicados al rock, el intérprete creó la llamada Orquesta Pirata, que sin desdeñar las posibilidades de la guitarra eléctrica y la batería, incluye también el timbre de violines y bandoneón. Para los amantes de los clásicos del género, Calamaro (Javier) se le midió a “Garúa”, “Desencuentro”, “Yira yira” en una poderosa versión, y el melodioso “Yuyo verde” nada más y nada menos que en compañía de la primera cancionista del tango actual, Adriana Varela. También hay piezas de su autoría no menos llamadas a perdurar. Los suspicaces dirán que la calamaresca movida se dio justo en el mismo momento en que Andrés también lanzaba su primer disco dedicado al tango, Tinta roja. Los demás, pensamos que se trata de una feliz casualidad que llegó a buen puerto. J.A.M Lalo Schifrin Letters from Argentina • Aleph, 2007 La familia del pianista argentino le hizo importantes aportes al tango de las décadas del 40 y 50. Estaba claro que el autor de la ultrafamosa banda sonora de Misión Imposible tenía una deuda con el público adorador de los sonidos de su ciudad. Digamos que algunas cosas había hecho, como dirigir a la Filarmónica de St. Luke en una versión discográfica del Concierto para bandoneón y orquesta de Astor Piazzolla, en la que interviene como solista el mismo autor. Y también se había echado al hombro la música original para la cinta Tango, del español Carlos Saura, en la que sobresale como una suerte de nuevo estándar porteño el tema “Tango del atardecer”. Ese es, precisamente, el tema que da apertura a su nueva aventura en el mundo del 2X4, grabada en vivo en un escenario de Portland, Oregon, en la que Schifrin es acompañado por una nómina de verdadero lujo: el bandoneonista Nestor Marconi, el violinista Cho-Liang Lin, el contrabajista Pablo Aslán (director del proyecto Avantango) y un hombre muy conocido por estos lares, el baterista nipón Satoshi Takeishi. El resultado es un recorrido por 56 los espacios del nuevo tango, libre de estridencias y pletórico de sensibilidades, en el que cada uno de estos virtuosos tiene su propio espacio para sobresalir. Lo que se dice, un verdadero banquete de tango “Made in USA”. J.A.M. Bajofondo Mardulce • Universal, 2007 El proyecto de tango electrónico que nació en Buenos Aires en el año 2002 bajo el bautizo de Bajofondo Tango Club hoy ha achicado su nombre, en aras de que en su propuesta electrónica puedan caber también la milonga, el candombe, el rock nacional y, en fin, toda una variopinta gama de posibilidades de aquellas que conforman la música argentina. No por eso ha perdido un ápice de su interés en rememorar el 2X4 de Gardel y Piazzolla. Prueba de ello son temas como “Cristal” (no confundir con el tango homónimo de Mores y Contursi) y “Pa’ bailar”, con el bandoneón del joven virtuoso japonés Ryota Komatsu, que también se consigue en un maxisencillo en diferentes versiones, incluida una con orquesta típica. Para quienes han preferido los experimentos del Bajofondo más rapero, como se pudo escuchar en el disco firmado a nombre del proyecto por el dj Luciano Supervielle en 2005, hay temas como “Ya no duele”, con Santullo, o “El andén”, con la Mala Rodríguez. Pero definitivamente la gran sorpresa del álbum es “Fairly Right”, un tema creado por el director del proyecto, el galardonado Gustavo Santaolalla, en la voz del mismísimo padre del new wave inglés, el maestrazo Elvis Costello. Llegados a este punto de la reseña, es imposible saber si estamos hablando en estricto sentido de un trabajo de tango, pero como sea, no hay que perderlo de vista. J.A.M. Varios artistas Qawwali Flamenco • Harmonia Mundi, 2007 Cuando se le escucha con oídos desprevenidos, el qawwali, la música popular ceremonial de Pakistán, resulta más que similar al flamenco, en especial al llamado cante por tangos, en un compás algo más acelerado. El hecho de que sus coplas vayan en paquistaní no hace menos cercana la voz del intérprete de qawwali al de un cantaor andaluz, o si no habría que ver lo que de hondo (¿de jondo?) tiene el que fuera el representante mayor de este sonido, Nusrat Fateh Ali Khan. De ahí que la unión momentánea entre qawwali y flamenco que se llevó a cabo en vivo en la tarima del festival Les Suds, de Arles, en 2005, resultara tan esclarecedora como fugaz. En ese escenario se reunieron, por el lado de la ejecución asiática, los miembros del ensamble del cantante qawwal Faiz Ali Faiz (compuesto por voz solista, coros, harmonium y tabla); y por el lado de la jondura gitana tres grandes representantes del ala catalana flamenca: el tocaor Chicuelo y los cantaores Juan Cortés “Duquende” y Miguel Poveda. El producto obtenido quedó plasmado en esta caja, compuesta por dos discos y un DVD, pero más allá de eso, la resultante de un nuevo encuentro entre culturas en aras de hacer de la música un puente imaginario es el verdadero valor de esta grabación. Es una fortuna que se corran estos hermosos riesgos. J.A.M. David Amaya & Gitanos de Buenos Aires David Amaya & Gitanos de Buenos Aires • Music Brokers, 2007 Pocas escisiones tan sentidas en el mundo de la música andaluza como la de la famosa banda de nuevo flamenco Barbería del Sur. Pero una de las situaciones que más preocupó a los melómanos fue la perpetuidad del arte de uno de sus miembros, el tocaor David Amaya, conocido como Er Ardilla, quien abandonó el barco tras el doloroso diagnóstico de una enfermedad en sus manos que lo mantuvo fuera del aire al menos dos años. En busca de la recuperación viajó a la capital argentina, y allí se quedó. Cuando por fin logró salir avante, descubrió la existencia de una comunidad gitana que tenía, como él, la responsabilidad de difundir los sonidos jondos por esos lugares. Así nació el nuevo proyecto de Amaya, en el que ejecuta de manera flamenca algunos clásicos del tango argentino como “Volver”, “Mi Buenos Aires Querido”, “Melodía de arrabal” y “Por una cabeza”, así como otras piezas de la tradición del sur español, con invitados como Josemi Carmona (ex Ketama) y Niña Pastori. No será la primera vez que el flamenco se une con la música urbana bonaerense, y así nos lo recor- darán hasta el hastío maestros como Martirio, Er Cabrero, Pepe de Lucía y Estrella Morente. Pero sí es una de las pocas oportunidades que se tienen de probar con qué autoridad gitanos nacidos y criados en otras latitudes pueden enfrentársele a la música de sus ancestros. Eso sí, nada menos que de la mano de una autoridad como Er Ardilla. ¡Oré! J.A.M. Miguel Poveda Tierra de calma • Discmedi, 2007 Es más flamenco que el potaje y el toreo y, sin embargo, también es más catalán que el Barça y la Sagrada Familia juntos. Es Miguel Poveda, el joven cantaor que cuando era más joven y menos cantaor ya se deba el lujo de ganar campeonatos privativos de la gitanía sureña como el Festival de Cante de Las Minas, o de demostrar su arte y majestad frente a las cámaras de Bigas Luna en La teta y la luna. Desde ese debut discográfico llamado Viento del este (Nuevos Medios, 1995) al sol de hoy, mucho ha sucedido, pero entre esas cosas se encuentra el afianzamiento absoluto de una voz que se siente más aplomada y segura, y la ampliación de un repertorio que se ha salido del cante tradicional para trasladarse al campo de la música clásica (en la obra Poemas del exilio, basada en textos de Alberti), al del tango (en álbumes de Rodolfo Mederos y Marcelo Mercadante, dos pedazos de bandoneonistas) y al de la canción propia de su tierra catalana (en el álbum Desclaç, de 2006). Hoy, de regreso a sus fueros más jondos, decidió asumir poemas creados por el guitarrista Juan Carlos Romero, en los que precisamente lo acompaña al toque. Muy poco queda por agregar como no sea lo dicho por el flamencólogo José Luis Ortiz Nuevo: “una luminosa voz que encanta, comunica y sobrecoge por los surcos escritos de una composición compleja, arriesgada y ejemplar, magnífica”. J.A.M. SALSA La 33 Gózalo •La 33, 2007 Tras el inesperado y arrollador éxito de su primer trabajo discográfico publicado en 2004, la orquesta bogotana considerada como la cabeza del, para algunos también inesperado, movimiento salsero de Bogotá, presenta su segunda producción. Son quince temas, doce de ellos originales los que encontramos en el álbum y en los que se mantiene la esencia del trabajo anterior, aunque hay un mayor énfasis hacia el jazz latino e incluso aparece una muy interesante versión del tema “Plinio Guzmán” de Lucho Bermúdez. Quizá se extraña un poco la ausencia del boogaloo, un estilo que caracterizó a La 33 desde sus inicios, pero de todos modos el espíritu callejero se hace presente una vez más. Se le sigue cantando al amor en sus facetas menos felices, a la rumba, a la desafortunada experiencia del robo del piano de Santiago Mejía, –colíder de la agrupación– y a las mujeres poco agraciadas. Es de destacar también la estabilidad de la agrupación, ya que desde la anterior grabación la nómina se ha mantenido igual y su única modificación es la inclusión del cantante Pablo Martínez, un punto clave a la hora de mantener un estilo y una sonoridad y además demuestra que hay un compromiso real por parte de todos los integrantes. Queda planteado el reto de superar el reconocimiento que tuvo “La Pantera Mambo” y de mantener a la orquesta en el nivel de popularidad en el que se encuentra en estos momentos, algo que no parece resultar complicado para una agrupación que ha logrado llegar a donde está a punta de esfuerzo, tenacidad y voluntad. J.R. Septeto Trío los Dos Somos Hermanos • 2007 Lo que comenzó como un sueño para dos holandeses fanáticos por la música cubana en medio de una fiesta en tierras santiagueras, se convirtió en una muestra más de que los ritmos del Caribe han traspasado desde hace rato las fronteras. Este trabajo grabado en Cuba, reúne dos culturas aparentemente muy distantes pero que a través de sones, rumbas y changüis encuentran puntos en común. Resulta interesante entre muchas otras cosas que la mayor parte del repertorio es compuesto por Fulco Van Deventer, uno de los fundadores del proyecto y las letras combinan lo romántico, dedicaciones a la tierra cubana, y textos de carácter reflexivo. A nivel musical, la sonoridad es netamente cubana y evoca el estilo de agrupaciones como el Septeto Santiaguero – precisamente uno de los grupos que sirvió de motivación a los europeos para asumir este reto-, logrado esto gracias a la presencia de artistas pertenecientes al circuito musical del oriente de Cuba. Resulta también destacable el hecho de que no han sido muchas las incursiones de músicos europeos en los sonidos tradicionales del Caribe. Recordamos trabajos hasta cierto punto exitosos de agrupaciones como Salsa Céltica de Escocia, Ocho y Media de Francia o Cubismo de Croacia, pero todos ellos están enmarcados dentro de lo que conocemos como salsa y no dentro del son oriental que nos presentan estos inquietos holandeses. J.R Banda La República Neotrópico • Merlin Estudios Producciones, 2007 Desde el año 2005 tuvimos la posibilidad de ver a este grupo antioqueño en escenarios bogotanos y desde entonces ansiosamente se esperaba su primera producción discográfica. Dos años después, en el 2007 por fin llega este trabajo, bajo la dirección del pianista, arreglista y compositor Juan Diego Valencia. Bien difícil resulta catalogar este álbum dentro de una corriente musical, a lo largo de los diez temas que lo integran presenta un amplio espectro de influencias que van desde la música tradicional de las costas colombianas hasta el jazz latino, pasando por la timba cubana y el reggae. A través de letras cargadas de expresiones populares y de arreglos musicales sofisticados, enmarcados en piezas originales, esta agrupación expone un sonido poco explotado en el medio colombiano y que requiere tanto de una buena dosis de creatividad, como de un grupo de músicos de alto nivel. Destacamos temas como el instrumental “Pa’ que no me molesten”, y “La niña”, que asume con propiedad el sonido timbero; “Como me da la gana”, basado en el sabroso ritmo de porro chocoano. 57 Este trabajo llega en momentos en los que en Colombia, y en particular en Bogotá, se está gestando un movimiento salsero interesante protagonizado por músicos jóvenes. Aquí una muestra de que no solo en la capital, sino también en tierras paisas hay inquietudes vivas por darle un nuevo aire a esta música. J.R. JAZZ Fred Anderson & Hamid Drake From The River to the Ocean • Thrill Jockey, 2007 Lo que hay que tener en cuenta al escuchar este disco es que, en realidad, tiene treinta años. Fred Anderson y Hamid Drake han trabajado desde los setentas como dúo, adoptando tantas formas e influencias que realmente sólo caben dentro de la categoría de avant garde. Anderson, saxofonista tenor heredero de Coltrane y Pharoah Sanders, es uno de los miembros fundadores del AACM (Association for the Advancement of Creative Musicians) de Chicago, el colectivo líder de la vanguardia que caracteriza el jazz de esa ciudad. Con Jeff Parker (guitarra), Harrison Bankhead (bajo/piano/cello) y Josh Abrams (bajo/guimbri), músicos jóvenes también de Chicago, las influencias y destinos parecen ser interminables. El disco comienza con dos largas composiciones (“Planet E”, 14:42 y “Strut Time”, 21:15) que se mueven entre el mainstream, el blues y el free. Sin embargo enunciarlo así no es suficiente, las sonoridades que surgen sobrepasan las categorizaciones, cuando escuchamos por ejemplo dos bajos, un chelo y una guitarra con distorsión en un ambiente mainstream. Como si fuera poco, siguen tres composiciones más, “For Brother Thompson”, “From The River to the Ocean” y “Sakti/Shiva”, que giran hacia el lado oriental del AACM, con cantos e instrumentos tradicionales como el guimbiri (un bajo de tres cuerdas de Marruecos) en ambientes modales y abiertos como los de Pharoah Sanders y el último Coltrane. Oír este disco es presenciar la historia de dos músicos, un colectivo y el jazz de vanguardia en general. D. V. 58 Steve Kuhn Trio Live at Birdland • Blue Note Records, 2007 Un disco que muestra el jazz moderno en toda su actualidad, de las manos de alguien que ha hecho parte de la escena por más de 40 años. Steve Kuhn es neoyorkino, ha tocado con Coleman Hawkins, Chet Baker, Kenny Dorham, John Coltrane y Stan Getz, entre otros. Publicado por uno de los sellos más representativos del jazz, Blue Note Records, en un lugar emblemático, el bar Birdland, (que toma su nombre de Charlie “Bird” Parker), con músicos que, como él mismo, son hoy leyendas vivas del jazz: Ron Carter, bajo (ha tocado con Miles Davis, Bill Evans, B.B King, Dexter Gordon, Cannonball Adderley y tantos otros) y Al Foster, batería (Miles Davis, Joe Lovano, Joe Henderson, Chick Corea etc). Live At Birdland es un atestado de ese recorrido, atravesado por referencias a nombres, lugares y canciones que no termina. Sentimos cómo todo el universo del jazz parece confluir en un disco, y todo en medio de la música. La presencia de nombres, lugares y momentos, el talento de Kuhn y sus acompañantes, se manifiestan en versiones frescas y bien logradas de estándares que hoy son una institución del jazz: “If I Were a Bell”, “Jitterbug Waltz”, “Stella by Starlight” y “Confirmation”. Dos temas de Kuhn, “Two by Two” y “Clotilde”, más uno de Ron Carter, “Show Hot Wind”. En medio de esta colección de música y referencias internas, sin ensayo previo pero completamente ensamblada, una línea externa se traza, en temas o citas, y nos sorprende: Claude Debussy “La plus que lente”, Billy Strayhorn “Passion Flower”, Kenny Dorham “Lotus Blossom”, The Beatles “Eleanor Rigby” y Dizzy Gillespie “Manteca”. D.V. Wynton Marsalis From the Plantation to the Penitentiary • Blue Note, 2007 Para muchos que han criticado a Wynton Marsalis con el argumento de que su música es revisionista o no muy innovadora, From The Plantation To The Penitentiary es otro de los productos del trompetista en esa dirección. Sin embargo, este trabajo es una obra concienzuda que plantea una visión crítica de la sociedad contemporánea, en la que se denuncia la desigualdad y el retroceso de la democracia. No es un manifiesto extemporáneo sobre la discriminación, se trata de una estupenda música, que advierte cómo los caminos menos sospechados son los que esperan a una sociedad desenfrenada, tal como sucedió con los vejámenes sufridos por los esclavos en tiempos de las plantaciones de caña y algodón y el contexto de trabajos forzados de la penitenciaría, de donde emergieron el blues y el jazz como notas de esperanza. El jazz de Marsalis en este disco hace un llamado esperanzador para evitar las perversiones del modelo de desarrollo de nuestra sociedad. A través de la electrizante voz de la debutante contralto de 21 años Jennifer Sanon, Marsalis imprime la fuerza necesaria a los textos introducidos en las composiciones, en los que rebate la misoginia presente en la industria del entretenimiento o la excesiva explotación del mundo financiero como sucede en los temas “Find Me” y “Supercapitalism” respectivamente. Buena música, excelentes arreglos y unas cuantas verdades. M.A.C. Erik Truffaz Arkhangelsk • Blue Note, 2007 El tradicional cuarteto del trompetista Erik Truffaz integrado por Patrick Muller en el piano y los teclados, Marcello Giuliani en el bajo, y Marc Erbetta en la batería, regresa en el 2007 con este trabajo en el que presenta un giro musical interesante al introducir un ambiente que va del pop al chillout, alejándose de las cadencias del drum’n’bass, el dub y los sonidos orientales que han caracterizado sus trabajos anteriores. Arkhangelsk mantiene sutilezas de músicos clásicos del jazz que han influido en la carrera del trompetista suizo, como Chet Baker. A lo largo del repertorio de los diez cortes que conforman éste álbum, la trompeta de Truffaz se posiciona como una prolongación de la voz del cantante inglés Ed Harcourt, invitado sobre el que recae gran parte del peso interpretativo de las composiciones, y que en ocasiones recuerda las cadencias de Sting y otros vocalistas británicos; También participan en esta grabación, como invitados, el rapero NYA, quien ya ha contribui- do con Truffaz en otros trabajos, y el vocalista francés Christoph, para complementar este inusitado álbum, dirigido al gusto de un público más amplio que el del jazz en conexión con la música popular de nuestro tiempo. M.A.C. Kurt Elling Nightmoves • Concord Jazz, 2007 Nightmoves, el primer álbum grabado por el cantante de Chicago por fuera del sello Blue Note, con el que estuvo vinculado a lo largo de ocho años, también es su primer trabajo para el sello Concord que ahora lo acoge como uno de sus artistas principales y el retorno a los estudios luego de una ausencia de cuatro años –su último trabajo para Blue Note fue en el 2003-. Con una libertad de experimentación de formatos acompañantes que van desde el dúo hasta el septeto, pasando por la sonoridad del cuarteto de cuerdas, del dúo vocal y el cuarteto acústico de jazz, Elling presenta en esta producción una música más lírica, preocupada por la precisión vocal y el refinamiento en la interpretación que limita los solos a las notas necesarias, sin exhuberancia y tendiente a ofrecer al oyente una interpretación de conjunto. Concord además dispuso de su catálogo de músicos para éste lanzamiento y por eso el álbum cuenta con la presencia del contrabajista Christian McBride, el saxofonista Bob Mintzer, y el armonicista Howard Levi, entre otros invitados, que hacen de este lanzamiento uno de los más importantes realizados por el sello en el presente año, con la calidad que ha llevado a que este cantante sea considerado por la crítica especializada como el más importante vocalista masculino de jazz de nuestro tiempo. M.A.C. BLUES Robert Johnson The Complete Recordings • Columbia / Legacy, 1990 Este disco doble de Robert Johnson es una pieza indispensable en cualquier colección de blusero o rockero que se respete, especialmen- te del primero, ya que contiene todos los temas que grabó la principal leyenda del blues, quien influenció a casi todos los intérpretes de blues y rock que han existido. Eric Clapton, John Mayall, Muddy Waters y John Lee Hooker nunca dejaron de hablar de lo importante que fue la música de Johnson para tomar la decisión de dedicarse al género de los doce compases. The Complete Recordings es un disco que se deja escuchar, aunque ahí también radica su mayor problema. La situación no se debe a la calidad de las grabaciones, que no es la mejor, pero es la máxima que se pudo conseguir en el proceso de remasterización. La dificultad radica, esencialmente, en el orden de las canciones, que son los registros completos de Johnson con algunas tomas alternas, compaginadas justo después de su correspondiente original: por esto esta gran compilación se torna repetitiva. Esto podría resolverse programando el reproductor de discos compactos, aunque a muchos nos gustaría que las versiones alternas vinieran en un disco aparte. Así podrían disfrutarse más estas joyas que ayudaron a fundar a esa leyenda llamada Robert Johnson.D.L.M. B.B. King Live at the Regal • ABC / MCA, 1965 B.B. King no es solo el eterno cantante y guitarrista de blues. Es un artista por naturaleza, capaz de cautivar al público a partir de las historias que cuenta, la letra de sus canciones y su música. En Live at the Regal se puede asistir a una exhibición de todos estos talentos. Filtrando muchos sonidos de viento y uno que otro acorde, King maneja a una audiencia muy entusiasta en un recorrido por lo que en esa época eran sus grandes éxitos. La banda acompañante es muy efectiva, con una precisión casi telepática en los cortes y pausas en que los lleva su líder. La voz de B.B. King está en muy buena forma, saltando sin mucho esfuerzo del falsete a su rango normal, golpeando el micrófono sin temores y tratándolo suavemente en los momentos en que era necesario. Esto es muy evidente, por ejemplo, en el clímax de “How blue can you get”, donde el escenario blusero por excelencia de Chicago trata de explotar ante la provocación hecha por el cantante. Por supuesto, el rey del blues nunca ha estado en mejor manera que en esta grabación, considerada por muchos críticos como uno de los trabajos esenciales del género. Mostrando una sensibilidad cercana al jazz, los versos de King son sofisticados pero no pierden ese agarre característico de las canciones de blues. Live at the Regal es un ejemplo de cómo se debe hacer un disco en vivo por parte de un artista integral, un músico que es capaz de comunicarse con la multitud que lo aclama sin necesidad de utilizar avisos o mandarla callar. Para todos los fanáticos de B.B. King y del blues en general, este es un álbum que se debe adquirir para saber a qué sabe el blues en Chicago. D.L.M. Muddy Waters At Newport • MCA / Chess, 1960 Este concierto de Muddy Waters fue la primera exposición que tuvo la audiencia blanca al blues en un gran festival. También fue la primera vez que se registró una presentación de un artista del género, causando buena impresión dentro del público blanco, fanático en ese momento del jazz y con alguno que otro conocimiento del blues. De hecho, se puede decir que más de 40 años después de que Waters se presentó en el Festival de Newport, escucharlo o verlo causa una sensación impresionante, por calificarlo de alguna forma. Muddy, con una banda en la que estaban incluidos Otis Spann, James Cotton y el guitarrista Pat Hare, ofreció un set de canciones que puso a bailar a los asistentes de uno de los principales festivales de jazz que se realizan en Estados Unidos, especialmente al cerrar con el clásico “Got my mojo working”, el cual tiene un pequeño encore en el que Waters saca a bailar a James Cotton. Desde el comienzo, con “I’ve got my brand on you”, Muddy comienza a mostrar qué es lo que vendrá a lo largo de su repertorio, una serie de versiones impresionantes de sus temas conocidos, como “Hoochie coochie man”, “Feel so good” y “Tiger in your tank”. Este álbum rememora uno de los momentos más importantes de la historia del blues, cuando la audiencia del jazz abrió sus oídos y abrazó al blues de Chicago. Aunque muchas veces se reimprimió este trabajo en vinilo, en disco compacto se conoció en 2001 y cuenta con cuatro temas en estudio grabados por la misma formación algunos meses antes de Newport. De igual forma, el folleto da un excelente panorama de lo que fue una de 59 las legendarias presentaciones de una de las grandes figuras del blues. D.L.M. Eric Clapton From the Cradle • Reprise, 1994 Durante muchos años los fanáticos del blues estuvieron esperando un álbum en el que Eric Clapton se dedicara por completo al género que lo llevó por los caminos de la música. Pues bien, ese anhelo se vio satisfecho en 1994 con la publicación de From the Cradle, un álbum que busca recrear lo que fue el ambiente musical del blues en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial: mucho sonido eléctrico y una sección rítmica muy eficaz. En lo concerniente a la guitarra, no hay mucho qué decir pues se conoce de lejos el gran talento de Clapton: sus solos son lo bastante evocadores, originales y cautivantes. Sin embargo en la parte de la voz hay momentos en los que falla y se pierde ese sentido de originalidad pues trata de imitar lo que fueron las grabaciones originales. Llega a cantar de una forma dolorosa, sin la fuerza que tenían esos grandes del blues como Howlin’ Wolf o Muddy Waters. De cualquier manera la guitarra magistralmente interpretada, como en “Groanin’ the blues” o “Blues leave me alone”, hace olvidar esos momentos vocales débiles. A pesar de esos fallos, From the Cradle es uno de los más importantes álbumes dentro de la carrera del guitarrista británico. D.L.M. John Mayall & The Bluesbreakers Blues Breakers with Eric Clapton • Deram, 1966 60 Este álbum marca la primera producción en la cual Eric Clapton se dedica enteramente a la guitarra blues, además es uno de esos álbumes que marcó la historia del blues en los años 60, un trabajo de antología del blues británico –tal vez el mejor que se haya grabado– y se convierte además en la principal pieza de referencia dentro de la discografía de los Bluesbreakers de John Mayall. La época en la cual fue grabado corresponde a la transición de Clapton de The Yardbirds a Cream, momento en el cual “Slowhand” –como fue conocido Clapton cuando formaba con los Yardbirds– era considerado el mejor guitarrista británico. Encontramos en la producción cómo un joven guitarrista se une con un “veterano” ya en esos años del blues en Inglaterra y la manera en la cual se apropia de algunos clásicos del blues, otras composiciones de Mayall y una composición hecha entre los dos, que son una muestra de cómo los dos músicos lograron estrechar su idioma musical luego de un año de tocar juntos. Este trabajo logra un sonido muy parecido a lo que era la banda en vivo. El crédito se lo lleva el productor Mike Vernon, quien logró lo que muchos productores británicos no lograban en esa época: pureza y sencillez en la grabación. Blues Breakers with Eric Clapton tiene influencias de una buena cantidad de artistas de blues estadounidenses, pero en especial se puede percibir el toque de Buddy Guy particularmente en los tonos agudos de las guitarras y las voces. Para lograr esto no solo estaban la calidad de Clapton y Mayall, también hay que contar que sus acompañantes lograron acoplarse de buena forma. En el bajo estaba John McVie, quien luego se encargaría de formar a Fleetwood Mac, y en la batería se encontraba Hughie Flint: una sección rítmica bastante fuerte. A esto se suma que Mayall se encargó de lo referente a los teclados, la segunda guitarra y algunas voces para lograr acoplarse en una única pieza a Clapton, cuya guitarra muy natural domina la mayor parte del registro y puede escucharse por primera vez apropiándose de la voz líder en “Ramblin’ on my mind”. Este trabajo esencial ha perdurado a lo largo del tiempo y no ha perdido esa fuerza interior a pesar de las remasterizaciones que ha sufrido en la última década. D.L.M. ROCK Wilco Sky blue sky • Nonesuch, 2007 Para su sexto disco, Wilco se limpia de las distorsiones, la experimentación, los ruidos y la paranoia, ¿qué queda?: seis sujetos en una habitación tocando con la comodidad de quien no tiene nada que probar, quizá recordando algún tema de Woody Guthrie, o una melodía de The Grateful Dead, canciones sin metáforas crípticas, poesía de la cotidianidad y la intuición. Parece imposible hablar de Sky blue sky sin mencionar los últimos discos de Wilco. De ser una banda de country alternativo evolucionó hasta Yanquee hotel foxtrot, un trabajo complejo de temas melódicos mezclados ruidos y distorsiones, que fue celebrado por la crítica como un álbum de vanguardia y uno de los mejores en lo que va del siglo. Dos años después (ya sin Jay Benett, uno de los motores de esta experimentación) siguió A ghost is born, un paranoico disco algo menos aventurero que su predecesor. Entonces, ¿Regresa Wilco a sus raíces de country alternativo con este nuevo lanzamiento? De ninguna manera. Sky blue sky es el disco de una banda madura que puede recordar al folk más primigenio (“What light”), o al blues (“Walken”), sin dejar de sonar a sí mismos. No es menos aventurero que sus predecesores, es una exploración diferente, con estupendos giros melódicos y brillantes pasajes instrumentales que no caen en excesos o virtuosismos; sus canciones permanecen por encima de los caprichos de algún productor o arreglista. Al fin de cuentas, en días donde el ruido es confundido con vanguardia, la cálida sencillez de Sky blue sky no puede ser más que loable. G.V. Arcade Fire Neon bible • Merge Records, 2007 Si muchas bandas se forman en los garajes de alguna casa en los suburbios, el sonido de Arcade Fire parece haber nacido en una iglesia. Desde su primer disco, la banda de Montreal se estableció con una propuesta orquestal, sin embargo, en Funeral todavía no salía de su vecindario, quizá por ello la breve ópera de cuatro canciones titulada “Neighborhood”. Para Neon Bible, Arcade Fire lleva ese aire hierático al extremo. Las canciones están saturadas de coros en crescendo y arreglos orquestales, de complejidad y dramatismo. Sin embargo, esto no es necesariamente malo. Quizá sea un sonido que evoque los días más barrocos de Bruce Springsteen en Born to run, pero también recuerda su intensidad emocional. La voz de Win Butler es tan penetrante como la del “Jefe”, y se vale de ella para contar pesadillas de persecución, en “Keep the car running”, o guiar caravanas a lugares de utopía, en “No cars go” (quizá uno de los momentos más brillantes del disco). Aún así, se trata de un trabajo menos introspectivo que el anterior, con referencias a soldados condenados a la guerra, bombas que caen o iglesias que castigan. A veces sublime, a veces grandilocuente, Neon bible no deja de ser uno de los lanzamientos más importantes del año, en especial porque sin sencillos importantes o una publicidad exagerada ha vendido casi un millón de copias, cantidad sorprendente para un sello relativamente pequeño como Merge Records. Incluso, algunos lo han anunciado como la apertura de la escena comercial a la independiente, una predicción más bien dudosa pero que señala la relevancia de Arcade Fire para el rock actual. G.V. Zoé Memo Rex Commander y el corazón atómico de la Vía Láctea • Emi, 2006 “Don´t wanna live underground” es la frase de entrada de “Human Space Volt”, el décimo corte del último álbum del quinteto mexicano, y parece también el sello de este nuevo Zoé, que deja de lado el acogedor e íntimo manto de la independencia para estallar comercialmente con un disco mucho más digerible y amable que sus anteriores producciones. Bajo la producción de Phil Vinall –quien ha colaborado con Pulp y Placebo–, Memo Rex… tomó unas bases sonoras espaciales para agregarle a los teclados de Jesús Báez una fuerza ambiental que roza el sonido de la ex banda de Jarvis Cocker. Además la batería parece ser la protagonista de una marcha rockera y “Memo Rex” es un claro ejemplo. El tercer disco de Zoé es una pieza donde la densidad de un sonido pesado regulado por melodías espaciales, sintetizadas pero que no dejan de lado su estirpe rock. El tema más intenso y sobrecogedor es “Vía Láctea”, un himno interestelar con riffs de alta factura y una proyección ambiental única en el disco. Además la melancolía gótica –a lo Placebo– característica del quinteto mexicano detona en un higlight habilidoso y lleno de sinceridad llamado “No me destruyas”. Estos dos cortes demuestran que la esencia de Memo Rex… se encuentra en la explotación de emociones que van de lo dramático a lo oscuro, pero siempre con una vena de agudeza melódica digna de una película de Hitchcock o vientos aterradores del compositor John Williams. M.S. CLÁSICA Varios artistas Compositores Javerianos I, II, III • Facultad de Artes de la Universidad Javeriana, 20032007 Los tres volúmenes de la colección Compositores Javerianos, producidos por la Facultad de Artes de la Universidad Javeriana entre 2003 y 2007, dan inicio a una colección que vincula, alrededor de obras nuevas, el trabajo de estudiantes, egresados y profesores de la Carrera de Estudios Musicales, en las áreas de composición, interpretación e ingeniería de sonido. Cada uno de los tres discos ha tenido un perfil específico y un carácter propio. El primer volumen, protagonizado por el ensamble deciBelio bajo la batuta de Ricardo Jaramillo, fue dirigido por Harold Vásquez Castañeda y producido por José Leonardo Pupo. Incluye seis obras escritas para varios formatos instrumentales. “Antífona” de Alba Fernanda Triana es para violonchelo solo; “El pez buscaba mi mirada desesperadamente”, de Marco Suárez, está escrita para clarinete, percusión y electrónica; “Diferencias” de Diego Vega, y “Toros desde la barrera” de Juan Antonio Cuéllar, son obras para el sexteto contemporáneo clásico de flauta, clarinete, violín, violonchelo, piano y percusión. “Kla”, de Javier Arciniegas, está escrita para flauta, clarinete, corno, piano, percusión, violín, violonchelo y contrabajo, y “Flotante”, de Harold Vásquez Castañeda, está escrita para oboe solista y el ensamble completo, es decir, la misma configuración de la obra de Arciniegas, más soprano (como parte del ensamble) y el uso de electrónica en tiempo real. Tanto en la producción como en el montaje de las obras, el proceso de este disco ha sido hasta ahora el más complejo. La diferencia en instrumentación, la variada utilización de los diferentes formatos de ensamble, la intervención de la electrónica en dos de las obras, la grabación en diferentes recintos (Teatro Colón, Teatro Teresa Cuervo y Estudios de Audio de la Facultad de Artes) y las exigencias inherentes a cada una de las piezas, impusieron a la grabación y a la postproducción retos artísticos adicionales. El segundo disco de la serie, Com- positores Javerianos II: Música para Guitarra (2006), refleja el trabajo de compositores guitarristas y guitarristas compositores que han proyectado su trabajo como egresados del énfasis de composición o del énfasis de guitarra de la Carrera de Estudios Musicales, o son profesores de la Facultad de Artes. Todo el trabajo de producción de este volumen estuvo a cargo de Carlos Posada Ramos, quien en los últimos 15 años ha estado a cargo de la formación de guitarristas en la Universidad. El disco contiene obras de Luis Fernando Valencia, César Rojas, Juan Gabriel Osuna, Lautaro Mantilla, Andrés Samper y Marco Antonio Suárez. Algunas son interpretadas por sus propios autores. La grabación y postproducción fue el trabajo de grado de Oscar Torres como Maestro en Música con énfasis en Ingeniería de Sonido, y la dirección estuvo a cargo de Carlos Posada. Se trata de un disco de excelente calidad tanto en la música y la interpretación como en la grabación y en el diseño. El último disco, Compositores Javerianos III (2007), está dedicado a obras para piano de la primera generación de compositores graduados de la Universidad Javeriana. Varias de las composiciones en esta publicación fueron escritas por sus autores cuando eran estudiantes de Guillermo Gaviria en la Carrera de Estudios Musicales, al principio de los años 90. Radostina Petkova, pianista búlgara vinculada desde sus inicios al Departamento de Música de la Universidad Javeriana y radicada en Colombia desde hace casi 20 años, es la protagonista de esta producción. La impecable interpretación de todas las obras que componen este volumen contó con la participación en la última obra (para piano a cuatro manos) de la pianista Ana Cristina González, egresada de la Carrera y ahora profesora de la Facultad. El disco contiene las siguientes obras: “Bambuco” de Julio Reyes-Copello, “Sonatina” de Juan Carlos Marulanda, “Pentafonía” de Alba Fernanda Triana, “Audi Reliqua” de Diego Vega, y “Escenas Modales” y “Ocho piezas para piano a cuatro manos” de Juan Antonio Cuéllar. Este tercer CD fue el trabajo de grado de los estudiantes del énfasis en Ingeniería de Sonido Maria Carolina Lucio y Diego Hernando Franco. Su producción contó no sólo con la dirección de Ricardo Escallón, 61 Jefe de la Sección de Audio y Tecnología del Departamento de Música, sino con la asesoría de la importante productora Martha de Francisco, quien es una de las más connotadas y distinguidas ingenieras de sonido y productoras de música clásica del mundo. El CD y las actividades académicas realizadas alrededor de esta producción se realizaron en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Se trata, en resumen, de una producción y grabación de la más alta calidad profesional. El proyecto continúa. Ya se está preparando el cuarto volumen, que estará dedicado a la música para cuarteto de cuerdas y estará a cargo del Cuarteto Manolov y de la Sección de Audio y Tecnología, con estudiantes de Ingeniería de Sonido en la producción, grabación y posproducción. Ya han sido grabadas dos de las obras en los estudios de Audiovisión, y se espera concluir el proyecto a finales de 2007, para publicarlo y lanzarlo a principios de 2008. J.A.C. Anna Netrebko & Rolando Villazón Duets • Deutsche Grammophon, 2007 Para los amantes de la ópera en primer lugar, pero en realidad para todo el público, este magnífico disco, grabado en Dresden en 2006, recoge algunos de los más intensos duetos de amor de la historia de la ópera. Con fragmentos de La Bohème (Puccini), Lucia di Lammermoor (Donizetti), Rigoletto (Verdi), Roméo et Juliette (Gounod), Les Pècheurs de Perles (Bizet), Manon (Massenet), Luisa Fernanda (Moreno Torroba) y Iolanta (Tchaikovsky), la pareja operística del momento, la bellísima soprano rusa Anna Netrebko y el joven tenor mexicano Rolando Villazón, entregan una refrescante, apasionada y refinada versión de algunas de las escenas por las que ambos han recibido las mejores críticas y han sido ampliamente aclamados en los más prestigiosos escenarios de la ópera mundial: Viena, Berlín, San Petersburgo, Nueva York, París, San Francisco y Los Ángeles, entre otros. Es fácil recordar la aparición de esta joven pareja al lado de Plácido Domingo en la inauguración 62 del Mundial de Fútbol de Alemania en 2006. Será inolvidable escuchar a la soprano rusa y al tenor mexicano en esta notable producción discográfica. Netrebko ha sido incluida entre las 100 personas más influyentes del año, según Times Magazine; Villazón, es, según Plácido Domingo, su sucesor. La orquesta es impecable, aunque en las notas del CD no se mencione en absoluto el refinado trabajo del también joven director italiano Nicola Luisotti, al frente de la célebre orquesta de la Staatskapelle de Dresden. J.A.C. Osvaldo Golijov Ayre • Deutsche Grammophon, 2005 Este CD es la grabación de estreno de la obra del compositor judío-argentino Osvaldo Golijov que lleva como título Ayre (aire) e incluye la famosa obra Folk Songs del compositor italiano Luciano Berio. El formato y el concepto de la obra de Berio sirvieron como modelo para la creación de la obra de Golijov, y ambas podrían situarse en una cadena de composiciones para soprano y conjunto instrumental que constituyen una tradición interesante en la música contemporánea, derivada del “Pierrot Lunaire” de Schoenberg, a cuyo formato de soprano, flauta, clarinete, violín/viola, violonchelo y piano, la tradición ha añadido la percusión. La obra de Berio sigue el patrón instrumental de esta tradición, solo que en lugar de piano escribe para arpa. La obra de Golijov añade al formato de Berio corno, contrabajo, hyperacordion, guitarra y electrónica en tiempo real. Además del formato instrumental, la obra de Golijov recoge el espíritu de Berio en cuanto a la materia prima de la composición y a la intención expresiva. La obra de Berio es un recorrido musical por el mundo. Cada uno de los 11 números del ciclo es una canción popular de un lugar diferente. Así como Berio incluye en sus Folk Songs canciones populares norteamericanas, armenias, francesas, italianas y azerbaijanas; Ayre de Golijov, toma como materia prima canciones de variado origen y procedencia, concentrándose en la tradición judía sefardí. La historia que guía estas “canciones populares” de Golijov es la historia del exilio judío, relacionada con su propia experiencia familiar, pero remontada hasta el fin de la edad media. Sus canciones están escritas en ladino (la lengua de los antiguos judíos en la España medieval), árabe, hebreo, sardonio y español. Al igual que Berio, Golijov incluye dentro de sus canciones de origen popular, algunas compuestas por él mismo en el estilo popular. Son dos obras que van naturalmente juntas. Este CD es un gran logro en su concepción, coherencia, nivel interpretativo y calidad en la grabación. La obra de Golijov es una interesante fusión de estilos con el suyo propio. La formación de este argentino, quien fue discípulo de Donatonni en Italia, y de George Crumb y Oliver Knussen en los Estados Unidos, se combina con su talento natural en una música refinada, ecléctica, diversa, rica y muy expresiva. Pasa del vigor de una canción como “Tancas serradas a nuru” (tercera en el ciclo), casi rockera, a la delicadeza de “Luna” y la desgarradora canción de origen sefardí “Nani”. Se trata de una obra permanentemente interesante, que ofrece la mejor compañía posible a Folk Songs, un clásico del siglo XX; una lección de composición y un referente para los compositores de la generación de Golijov. Dawn Upshaw es la perfecta cantante contemporánea. Su flexibilidad vocal y su inteligencia le permiten abordar prácticamente todo el repertorio vocal, desde la música de Bach o del renacimiento y la edad media, hasta el pop, pasando por ópera y música contemporánea. Es la soprano predilecta del compositor Richard Goode. Ha actuado y grabado con el Kronos Quartet y directores como James Levine, Sir Simon Rattle y Esa-Pekka Salonen, entre otros. La obra de Golijov, está escrita perfecta y específicamente para ella. Upshaw es perfecta para esta música y la obra de Berio encuentra en esta versión una experiencia discográfica que será sin duda memorable. J.A.C. D.V: Daniel Villegas D.L.M: Diego Luis Martínez G.V: Gabriel Villarroel J.A.C: Juan Antonio Cuéllar J.A.M: Jaime Andrés Monsalve J.C.G: Juan Carlos Garay J.R: Jaime Rodríguez L.D.V: Luis Daniel Vega M.A.C: Miguel Antonio Cruz M.S: Miguel Santacoloma RECONOCIMIENTO OTORGADO POR LA UCCI (Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas) Por su liderazgo en la incorporación de la cultura y lo cultural como pilar de desarrollo humano y criterio de sostenibilidad de la ciudad. Participe en los foros virtuales donde expertos y agentes culturales del mundo y del país pondrán en marcha acciones culturales y políticas para fortalecer la democracia, la equidad y la inclusión en torno a los siguientes ejes: • Derechos culturales en una perspectiva iberoamericana • Sostenibilidad cultural • Iberoamérica intercultural • Paisajes Culturales • Comunidades Culturalmente Activas • Información e indicadores culturales En el contexto de esta dinámica de discusión esperamos que surjan diversas iniciativas que fortalezcan una ciudadanía culturalmente activa. foros presenciales Septiembre 24, 25 y 26 • Encuentro Nacional-Andino Lugar: Biblioteca Luis Ángel Arango Conferencias abiertas al público, 24 de septiembre 8:30 a.m. Octubre • Encuentro Local de Diversidad Cultural Noviembre • Foro Internacional de Derechos y Políticas Culturales Iberoamericanas Para mayor información sobre estos eventos y sobre el foro virtual visite nuestra página web www.bogotacapitaliberoamericanadelacultura.gov.co