modelos a seguir cristianos
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modelos a seguir cristianos PARA LA IGUALDAD DE LGBT modelos a seguir cristianos PARA LA IGUALDAD DE LGBT Un agradecimiento especial a la MB Reckitt Trust y a la Edith Maud Ellis Trust. Gracias a todos aquellos que ofrecieron su tiempo e historias personales para crear esta publicación. Las fotografías de este folleto no deban considerarse en modo alguno reflejar el lugar de origen o el lugar de residencia de los entrevistados. prólogo El obispo Christopher Senyonjo es un sacerdote anglicano y defensor de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) en Uganda. Continúa corriendo el riesgo de encarcelamiento y poniendo en peligro su seguridad al hablar en contra de la homofobia, bifobia y transfobia y enviando mensajes de aceptación e inclusión. Ha aparecido en dos documentales ‘Call Me Kuchu’ (Llamadme Kuchu) y ‘God Loves Uganda’ (Dios ama a Uganda) y es el responsable del sacerdocio en apoyo a LGBT. A veces parece que tenemos mucho que resolver en un mundo en cambio. Aunque para algunos de nosotros es fácil aceptar la diversidad, viéndola como una parte del gran diseño de Dios, para otros resulta confusa y difícil. Pero dar la espalda a la realidad de algunos de nuestros semejantes, tanto hombres como mujeres, es cerrarles las puertas de la Iglesia. El camino para muchos cristianos que son LGBT, y para los que les apoyan, casi nunca es fácil. Las personas LGBT se enfrentan a juicios y persecuciones, y a menudo se sienten excluidas de la Iglesia. Desgraciadamente, algunos se han alejado de la fe como una manera de supervivencia. Como cristianos, debemos aprender a aceptar a las personas lesbianas, gays, bisexuales o trans (LGBT) como hijos de Dios. Siempre ha habido personas LGBT en la Iglesia y siempre las habrá. Las 20 historias que aparecen en este folleto hablan sobre personas LGBT que han conciliado su identidad sexual y/o de género con la fe, y sobre cristianos que no son LGBT que creen que aceptar y ratificar a las personas LGBT es la respuesta cristiana. Representan a diferentes opiniones de todo el mundo: de África, el continente americano, el Caribe, Europa, Asia y el Pacífico. Las historias de manera individual son inspiradoras, pero juntas cuentan una historia increíblemente poderosa de una fe que ha soportado juicios que serían difíciles de imaginar para muchos de nosotros, una fe que puede mover montañas. Os doy la bienvenida a esta colección de testimonios y ruego que los leáis con un espíritu abierto y un corazón bondadoso. Su creencia duradera, su compresión del amor de Dios y su valentía nos ofrecen a todos una oportunidad de adoptar un significado más profundo del compañerismo y la aceptación. Y al aceptarnos plenamente los unos a los otros, rezo para que reconozcamos nosotros mismos una aceptación más profunda de Dios. Nuestro Dios es compasivo y ama inclusive. Obispo Christopher Senyonjo 3 Modelos a Seguir Cristianos prólogo A algunos no les sorprenderá y para otros será una gran sorpresa que haya personas lesbianas, gays, bisexual y trans en todas las comunidades, todos los lugares de trabajo, todas las regiones, de todos los orígenes étnicos y de todas las religiones. De entre estos aspectos, la religión es a menudo el más difícil de conciliar. Algunos dirán que no es posible que existan personas LGBT en comunidades religiosas; que las comunidades religiosas no aceptan las relaciones con personas del mismo sexo o a aquellas que transicionan, que las personas LGBT pueden ‘curarse’. Y, por supuesto, estas creencias pueden existir y, de hecho, existen. En consecuencia, existen personas LGBT que rechazan su fe y advierten un abismo cada vez más amplio entre dos partes de su identidad. Sin embargo, existen también muchas comunidades religiosas, grupos y lugares de culto en los que no existen estas creencias. Este libro se centra en las experiencias de cristianos de todo el mundo. Sus procedencias socioculturales y tradiciones religiosas son todas diferentes: algunos son sacerdotes, algunos han sido encarcelados, algunos mantienen una relación de pareja. Algunas de las personas de este libro se identifican como lesbianas, gays, bisexual o trans, y otras son sus simpatizantes más incondicionales. Pero lo que todos comparten es la creencia de que Dios es amor y aceptación. Las personas de este libro provienen de 15 países de seis continentes. En 12 de estos países, las personas LGBT no se encuentran protegidas por la ley. Cuando empezamos este proyecto, nuestra intención era compartir las historias y experiencias de una amplia gama de participantes, con el fin de demostrar cómo las experiencias de las personas LGBT de fe y sus aliados pueden ser diferentes, pero también contienen sorprendentes similitudes. No obstante, según progresaba, nos dimos perfecta cuenta de que la publicación de algunas de estas experiencias podría provocar reacciones adversas por parte de la gente. La valentía y honestidad de las personas a las que entrevistamos era inquebrantable pero, después de largas conversaciones, tomamos la difícil decisión de hacer anónimas las historias de las personas a las que las leyes de sus estados no podían garantizarles protección. Otras han optado ellas mismas por permanecer en el anonimato. Nuestro papel es legitimar a los demás, pero debemos tener en cuenta su seguridad como parte de este proceso. Es ilegal ser lesbiana, gay o bisexual en 75 países del mundo, en 10 está castigado con la pena de muerte y más de 1700 trans han sido asesinados en los últimos siete años en todo el mundo. Todavía queda, es evidente, un largo camino por recorrer antes de que podamos decir que todas las personas en todos los lugares son libres de ser ellas mismas, pero eso es ciertamente por lo que estamos trabajando. Deseamos un futuro en el que el anonimato ya no sea necesario y todo el mundo sea aceptado por sus creencias, fe, orientación sexual, identidad de género y todo lo demás, sin ninguna excepción. Ruth Hunt Directora ejecutiva, Stonewall 5 Modelos a Seguir Cristianos ‘Dios está contra el pecado. Eso es todo. Y no veo ninguna relación entre el pecado y ser LGBT.’ Mikhail Tumasov forma parte de la ‘Russian LGBT Network’ (Red de LGBT Rusa). Esta es una organización de derechos humanos que ofrece servicios sociales, legales y de defensa y promueve iniciativas regionales para la igualdad de LGBT. Vive, trabaja y acude al culto en San Petersburgo. no tenía sentido y que estaban equivocados; estos gays cristianos diciendo que estaba bien ser gay y cristiano. ¡Yo había sido católico y sabía más que ellos! Pero el último día, un reverendo de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana habló sobre cómo podemos entender la palabra de Dios siendo LGBT y algo en mi interior cambió. Empecé a cuestionar mi suposición de que ser gay y ser cristiano no podían ir juntos. Necesitaba saber más, estudiar las interpretaciones de la Biblia, entender la teología sobre el asunto, así que me di cuenta de que, después de todo, podía estar equivocado. Empezó a cambiar la manera en la que entendía el cristianismo. Actualmente, no puedo encontrar una sola frase de la Biblia en contra de las personas LGBT. Lo que en realidad veo es que Dios está contra el pecado. Eso es todo. Y no veo ninguna relación entre el pecado y ser LGBT. Era un adolescente durante la ‘Perestroika’ (la reestructuración de la antigua Unión Soviética) en la década de los 80, cuando las Iglesias cristianas regresaron a Rusia después de un largo periodo de ausencia. Recuerdo sentir curiosidad hacia Dios y la espiritualidad, el bien y el mal y este tipo de cosas. Mi familia era biconfesional –ortodoxa y católica– y yo elegí ser católico. Mi relación con Dios ha sido todo un viaje. ¡Hemos discutido mucho! Siempre he pensado que Dios es mi padre y Jesús es mi hermano, y puede que yo no sea el mejor miembro de la familia pero, por lo menos, soy parte de ella. Y como en cualquier familia, a veces no estamos de acuerdo, pero hablamos entre nosotros y normalmente estamos muy unidos. En momentos difíciles Dios está cerca, en todo momento y en cualquier lugar. Me sorprende cuando la gente dice que la iglesia es el único lugar sagrado; cualquier lugar del mundo es sagrado porque es obra de Dios. Así que tienes que ser la misma persona dentro y fuera de la iglesia. Mi proceso de salida del armario es una larga historia. Tenía 13 años cuando empecé a sentir ciertas ‘inclinaciones’ y pensé: ‘esto no puede ser bueno’. Como católico, se suponía de todos modos que no debía mantener relaciones sexuales de ningún tipo, así que estaba bien mantenerse soltero y célibe, es lo que se esperaba. Así que dediqué mi vida a Dios y traté de ignorar estos sentimientos. Comencé a estudiar Teología en la Universidad de Moscú para ser sacerdote, pero dejé los estudios porque no podía conciliar mi fe con mi orientación sexual. Tres años después, me acepté como gay y me sentí lo suficientemente fuerte como para volver a intentarlo otra vez. Le dije a mi sacerdote, un cura irlandés al que realmente admiraba, que era gay. Simplemente me abrazó y me dijo: ‘lo siento por ti’, porque declararse gay significaba que era imposible llegar a ser sacerdote. Lo dejé otra vez y me mudé al sur, pero el problema siguió mis pasos; el obispo para el que trabajaba en Moscú le dijo a mi nuevo sacerdote que era gay. Acudo a oración junto a un grupo de personas con muchas tradiciones diferentes. Algunos miembros no son cristianos, pero es un lugar seguro para que practiquen otras religiones. Y tenemos no creyentes que simplemente quieren formar parte de nuestros encuentros. No todos son LGBT, algunos son heterosexuales. Pero todo el mundo es bienvenido. Tenemos grupos en Moscú, San Petersburgo y Vladivostok. No nos organizamos como una iglesia típica porque algunos han tenido malas experiencias con iglesias y existen correlaciones negativas en torno a esto. Entiendo cómo se sienten, pero me gusta sentirme parte de algo. No puedo ser un cristiano individual, no puedo sobrevivir sin una comunidad. Me uní al grupo juvenil de mi nueva parroquia. A veces las reuniones terminaban tarde y todos se quedaban a pasar la noche en el edificio de la iglesia, pero el cura me decía a mí que me fuera a casa. No me permitían quedarme con el resto de la gente porque era gay. Traté de centrarme solo en la fe, pero fue horrible e intenté suicidarme. Pensaba que iba a ir al infierno de todos modos, así que ¿por qué no ir ya?. Mirando en retrospectiva, parece ridículo que pensara eso, pero me sentía muy solo por lo que habían dicho aquellos curas. La Iglesia había sido mi familia y ser apartado de algo tan querido para mí fue demoledor. Algunas personas LGBT no son cristianas simplemente porque no creen, pero a muchas personas LGBT les han dicho que no pueden creer porque alguien de alguna iglesia conservadora ha dicho: ‘debéis elegir entre ser gays o creer en Dios’. Pero uno no puede elegir dejar de ser gay. Es como elegir no tener ojos marrones. No es tu elección. ‘Como cristianos LGBT, podemos ayudar a que la gente adopte otro punto de vista. Vi la película Brokeback Mountain (sobre dos hombres en la América de la década de los 60 que se enamoran) con un amigo musulmán y heterosexual y me dijo: ‘¿os queréis igual que nosotros?’. Fue entonces cuando pensó sobre ello y entendió que un hombre puede amar a otro hombre y tener los mismos sentimientos que él tenía por su mujer. Seguimos siendo buenos amigos y fui el padrino de su boda. Conocí a mi primer novio en el año 2000, cuando tenía 25 años. Hasta ese momento me había mantenido completamente célibe. Fui a confesarme y el sacerdote (esta vez uno distinto) me dijo que dejara de verlo, pero yo no quise. Supe que era el principio de mi fin como católico. Mi novio era muy católico, pero yo dejé de ir a comulgar y a confesarme, y me fui alejando poco a poco. Es difícil para mí decir esto, pero actualmente soy ‘ex católico’. Ahora me defino simplemente como cristiano. No tengas miedo de ser LGBT y cristiano. Sé que es un desafío y que a veces la comunidad LGBT dice que el cristianismo es culpable de muchas cosas. Tenemos que dialogar; pero dialogar, no gritar. Necesitamos escuchar, rezar y sentir la presencia del Espíritu Santo en todo esto. El sentido de la vida es ser real, no engañarse a uno mismo. Entender quién eres y ser esa persona. No puedes engañar a Dios. Hace tan solo cinco años seguía luchando con la idea de ser gay y cristiano. Aún pensaba que era realmente imposible ser las dos cosas. Me invitaron a asistir a un foro para cristianos LGBT de Europa del Este y fui con la convicción de que iba a detestarlo. Pensaba que 7 Modelos a Seguir Cristianos ‘Pero sé que Dios me escucha donde quiera que yo esté y donde quiera que Él esté. Si Él no me amara o no le gustara mi sexualidad, no me habría creado.’ Esta es la historia de una lesbiana en África Oriental, que trabaja con la policía, los médicos de comunicación, profesionales de la salud y líderes religiosos en la comprensión y la promoción de los derechos de las personas LGBT. una clínica después de que algunos líderes religiosos encabezaran una manifestación para sacar a las personas LGBT fuera de la ciudad. Iniciamos una conversación para recordar el sufrimiento que se había producido, y les ayudamos a ver que si pronuncian discursos contra las personas marginadas, incluidas las personas LGBT, la gente reacciona y puede conducir al asesinato de alguien. Les preguntamos cómo lo veían, y hablamos sobre el papel que los líderes religiosos podían tener en la prevención de la discriminación. Les permitimos ir a su propio ritmo y llegar a sus propias conclusiones. No he salido del todo del armario. No me verás en los medios de comunicación y, cuando tengo que hablar en público, pido que no publiquen mi fotografía. La razón es el trabajo que realizo; en el momento en que empiezo a hablar de mi sexualidad, se convierte en un problema y la gente inmediatamente crea una barrera y me mira de manera diferente. Duele y me hace trabajar más duro. Algunas personas creen que la comunidad gay es simplemente algo sexual, una comunidad creada para el sexo. Pero yo veo mi orientación como algo que simplemente está ahí. Así que no me presento así: ‘hola, soy lesbiana’. ¿Por qué tengo que decir que soy lesbiana? Cuando notamos que habíamos establecido una relación profesional con ellos, decidimos descubrirnos. La reunión sería un gran éxito o un rotundo fracaso. Comenzamos por llamar a un médico gay, después a un abogado gay y a otros profesionales que también son gays, porque para ellos los gays eran solo esos a quienes veían en la calle, ‘vendiendo sexo’ o lo que quiera que los medios de comunicación hubieran retratado. Queríamos que vieran que hay personas LGBT en todos los ámbitos de la sociedad. Les invitamos a que nos hicieran preguntas y la conversación continuó durante cuatro horas. Hablamos de derechos humanos para todos. No dijimos: ‘somos gays y queremos derechos gays para nosotros’. Teníamos una estrategia de seguridad preparada en caso de que las cosas explotasen y tuviéramos que huir, pero, gracias a Dios, todo fue tan bien que nos pidieron que instruyésemos a otros en estos temas porque antes de esto habían tenido una idea equivocada sobre las personas LGBT. Enseñamos a seis de esos líderes religiosos a formar a otros en la aceptación de LGBT. Les he observado realizar su propia formación y me ha impresionado mucho. Lo que impide a la gente salir del armario en África es el miedo; miedo a ser rechazada, miedo a ser acosada, miedo a que todo sea negativo. Te preocupa que tu familia te rechace y que tus amigos heterosexuales se aparten de ti. Y existe el miedo a que la gente se tome la justicia por su mano. Nací en una familia grande y me crié en un entorno rural. Estudié en la capital y después me mudé a una ciudad más pequeña, donde entablé amistad con un grupo gay local. Era lesbiana en una nueva ciudad y necesitaba encontrar algo parecido a una familia, gente con la que me sintiera cómoda. Se reunían todas las semanas para apoyarse mutuamente contra los abusos a los que se enfrentaban en las calles. Hablaban sobre arrestos, encarcelaciones, violaciones y brutalidad policial. Escuchaba sus historias y preguntaba por qué se tomaban estos abusos tan a la ligera. Su respuesta fue: ‘estamos acostumbrados’. La persona que por aquel entonces moderaba el grupo me invitó a unirme a la organización y a ayudar a convertirla en un grupo de apoyo. Aun así, la iglesia no es sitio para mí. Soy cristiana, pero no he ido a la iglesia en años. Cuando vi a cristianos pidiendo que se arreste a gente como yo, desistí. Sentí que esa gente me arrebataba la Iglesia. Leo la Biblia a diario y escucho a párrocos en Internet, pero no puedo pretender sentarme en una iglesia si el predicador es homófobo o si la congregación no me acepta. Pero sé que Dios me escucha donde quiera que yo esté y donde quiera que Él esté. Si Él no me amara o no le gustara mi sexualidad, no me habría creado. No creo que nadie deba decidir por mí o decidir por Dios si debo vivir o morir, porque Dios ha visto que debo estar viva y aquí. Así que creo que Dios me ama tal y como soy y que puedo orar en cualquier sitio. Así es como he sido capaz de continuar y crecer en mi espiritualidad como cristiana. Trabajo con la policía, los medios de comunicación, proveedores sanitarios y líderes religiosos para entender y potenciar los derechos humanos de las personas LGBT. Cuando les conozco por primera vez no les hablo de mi orientación sexual, simplemente me centro en crear un relación. Empiezan a conocerme como ‘la persona que está respaldando el proceso’, no como o ‘la lesbiana’ o cualquier otra etiqueta que pudieran ponerme. De esta manera, se sienten más cómodos al preguntar sobre sus opiniones o comportamiento. Una vez que se ha establecido una base, puedo revelar mi orientación sexual con más seguridad. La gente me ha dicho que de haber sabido que soy gay, no se habrían reunido conmigo, pero el hecho de que me hayan conocido como persona les ayuda a darse cuenta de que el estereotipo LGBT es falso. Cambia su punto de vista y somos capaces de trabajar juntos. En la Biblia veo mucho amor, más que matanzas y lapidaciones. Veo cómo la Biblia me guía para ser una persona mejor en una sociedad donde ocurren muchas cosas malas. No utilizo la Biblia para encontrar razones por las que debería odiar a mi vecino; utilizo la Biblia como una orientación para ayudarme a perdonar, hablar con aquellos a los que perdono y seguir hacia adelante. Si no lo hiciera, creo que tendría muchos enemigos. Soy feliz y la Biblia me permite ser feliz. Algunos compañeros gays y yo trabajamos recientemente con un grupo de líderes religiosos analizando el daño que sus palabras han causado a grupos minoritarios. Por ejemplo, hombres gays fueron atacados en 9 Modelos a Seguir Cristianos ‘Me han dicho: “tu punto de vista no es bíblico”, pero yo creo que es profundamente bíblico.’ Nicholas Holtam es el obispo de Salisbury y anteriormente fue sacerdote en dos parroquias del centro de Londres. Ha impartido clases y ha hecho publicaciones sobre cuestiones de ética cristiana, misión y sacerdocio y sobre la posición y propósito de las parroquias. Está casado y tiene cuatro hijos y se ha pronunciado en defensa del matrimonio igualitario. sexual. No es lo primero que se dice de uno mismo al entrar a una habitación, pero existe una gran variedad de seres humanos. Creo que con lo que mucha gente lucha es con el espectro de la sexualidad. Algunos cristianos piensan: ‘sería mucho mejor si fueras heterosexual, elige ese camino, será mejor para ti y mejor para nosotros’. A todos nos gusta la pulcritud y el orden ¿no es así? Y nos gusta la gente que es como nosotros. Pero no se puede elegir ser heterosexual u gay, simplemente se es. Así que, en realidad, es cruel decirle a alguien: ‘lo siento, pero tienes que mantenerte célibe o comportarte como un heterosexual’. Es antinatural para esa persona. Y Dios nos hizo ‘hombres y mujeres’, pero ¿qué pasa con esas personas que son intersexuales, que son hombre o mujer de un modo indeterminado? Aunque sea un porcentaje pequeño, se trata de muchas personas. Crecí en una familia del norte de Londres que aceptaba a las personas tal y como son. Mis padres eran geniales a la hora de aceptar a todo tipo de personas, algunas de las cuales eran bastante complicadas y difíciles, incluso para un chaval. Tenían un fuerte sentido de vecindad y jamás excluyeron a nadie por motivos de género, raza, edad, etcétera. Creo que mi opinión proviene de su aceptación de todo el mundo. Piensa en lo ofensivos que son el racismo y el sexismo, todo el mundo lo tiene claro ahora. Como sociedad, hemos sido ambivalentes respecto a la orientación sexual, pero hemos llegado a un punto en Gran Bretaña en el que casi hemos resuelto el problema de manera legal y eso me parece muy positivo. Es una cuestión de justicia. Mis opiniones comienzan con mi familia, pero también están profundamente arraigadas en mi fe. Me han dicho: ‘tu punto de vista no es bíblico’, pero yo creo que es profundamente bíblico. No creo que puedas decidir sobre la cuestión basándote en unos cuantos textos bíblicos que mencionan la homosexualidad. No hablan sobre relaciones fieles y cariñosas, sino sobre promiscuidad, adulterio, explotación, idolatría, y eso es otra cosa. No abordan las relaciones del mismo sexo entre mujeres, o esa parte de la comunidad gay que se toma la religión en serio. Así que a mi juicio, no presentan argumentos demoledores. Es más sobre tomar como modelo nuestra vida cristiana. Si pienso en retrospectiva en mi propia trayectoria, cuando me preparé para el sacerdocio en la década de los 70, había una evidente minoría gay entre nosotros. Tanto en la sociedad como en la Iglesia, la gente era muy discreta y no se hablaba sobre la sexualidad tanto como se hace ahora. Siendo cura, tuve un amigo que era gay y mantenía una relación; era franco sobre quién era y con quién vivía y se le aceptó afectuosamente en nuestra parroquia del este de Londres. Pensaba de verdad que él y su pareja llevaban una vida modélica y me sorprendía la ‘cotidianeidad’ de su relación. No lo digo de manera despectiva, lo que quiero decir es que simplemente seguían adelante con sus vidas. Una de mis tareas como obispo es mantener abiertas las puertas de la Iglesia y permitir la entrada y salida de gente que acude allí, aunque no se quede, pero que va en busca de sustento. Creo que hay un patrón en los Evangelios que es que el profano a menudo nos muestra el significado de lo que creíamos que era la historia de uno de los nuestros, y esa ha sido mi experiencia de la vida cristiana. En El buen samaritano, es el profano el que nos muestra el significado real de la justicia. Por lo tanto, excluir a las personas LGBT como si fueran profanos daña a la Iglesia. Las personas diferentes a ti pueden traerte el presente que más necesitas. Es interesante que cuando Jesús visitó Jerusalén, se alojara en Betania, que probablemente significa ‘Casa de los pobres’. Ahí era donde vivían sus amigos María, Marta y Lázaro, estaba fuera de la ciudad principal y era lo más cerca de Jerusalén que los leprosos podían estar. Ese es el modelo de quién es Jesús, de quién se acompañaba y dónde se sentía en casa. Algo cambió a finales de las décadas de los 80 y 90, cuando algunos de los religiosos que solicitaban trabajar conmigo empezaron a decir: ‘quiero que sepas algo sobre mí, ya que es verdaderamente importante en lo que respecta a quién soy; estoy cansado de ser falso y solo quiero desempeñar este trabajo si puedo ser sincero sobre esto al menos contigo’. Eran personas que estaban cansadas de no poder ser totalmente abiertas respecto a ellas mismas. El arzobispo Justin Welby nos muestra que es posible estar en desacuerdo con algo pero aun así reconocer la bondad en las opiniones de los demás; dónde puedo ver el Cristo dentro de ti y la integridad de tu fe y viceversa, una forma de ‘desacuerdo bueno’. La Iglesia tiene antecedentes de división y de la manera en que hemos sido capaces de tratar lo diferente de un modo creativo. Este problema no debe ser algo que nos separe. Debemos ser capaces de encontrar una realidad más profunda en Cristo. Creo que eso es lo que todos estamos buscando. Cuando un antiguo colega gay declarado se jubiló hace unos 10 años, celebró una ceremonia de despedida en la iglesia. De ninguna manera todos los que estaban allí eran gays, pero era un grupo de gente que toleraba las diferencias; podían tratar con personas un poco provocadoras y que sabían cómo conectar el interior y el exterior de la Iglesia. El evento aceptó a la amplia variedad de seres humanos como realmente somos, no como podemos pretender ser. Recuerdo estar sentado allí en un mar de lágrimas al saber que la gente que estaba allí era gente con la que quería estar. Había una evidente minoría de personas LGBT en mi última parroquia en Londres. Algunas de ellas eran bastante abiertas sobre quiénes eran, pero había otras de las que no tenías ni idea sobre su orientación 11 Modelos a Seguir Cristianos ‘Sentir atracción por gente de mi mismo género es simplemente lo que soy. La voluntad de Dios no puede ser que me fuerce a mí mismo a tener una relación heterosexual.’ En esta historia, un hombre gay del Caribe habla de su viaje personal en la fe. una relación con la que estoy entusiasmado, pero no se la arrojo a la cara a nadie. Comparto el evangelio donde es necesario y me implico mediante el trabajo. Mi fe y mi relación con Dios me permiten hacer el trabajo que hago. Si Dios estuvo dispuesto a morir por mí, yo debo estar dispuesto a vivir por Él. Crecí en una sociedad muy conservadora. De joven, acudía a iglesias pentecostales, que eran tremendamente anti-gay. Se consideraba a mis padres pilares de la iglesia y nunca nos perdimos una sola misa. Rechacé mi atracción por mi mismo sexo durante muchos años y luché contra ella. Creía que era una manifestación del mal. Creo que Dios quiere que seamos auténticos, genuinos y comprensivos los unos con los otros. Mientras no haga daño a nadie o sea deshonesto, creo que las funciones bíblicas que hablan del amor también significan lo mismo para mí. También tiene que ver con contextos culturales específicos; las Escrituras se interpretan dependiendo de dónde se encuentre la gente en ese momento. Hubo un tiempo en que la esclavitud se respaldaba en la espiritualidad y las Escrituras, pero eso ya no pasa. Evolucionamos y, al hacerlo, desarrollamos una mejor apreciación de lo que es el amor de Dios y cómo debería manifestarse entre nosotros. No podemos coger partes de la Biblia de manera individual. Cuando era estudiante universitario, formaba parte del grupo de misiones del campus y me ocupaba activamente de atraer a personas hacia el cristianismo. Creía que si me sumergía en mi fe, esta ocuparía el lugar de mi atracción homosexual, pero seguía constantemente teniendo momentos de intimidad homosexual, seguidos de culpabilidad. Fue una época muy problemática de mi vida, entrando y saliendo del armario de ese modo. Probé remedios para la homosexualidad e incluso me casé con una amiga para intentar enderezarme. Sentir atracción por gente de mi mismo género es simplemente lo que soy. La voluntad de Dios no puede ser que me fuerce a mí mismo a tener una relación heterosexual y engañar a la persona con la que se supone que estoy en esa relación simplemente para agradar al hombre. No creo que eso sea lo que Dios querría. Si alguien cree que la homosexualidad es una opción, entonces les reto a que solo por un día intenten sentirse atraídos por alguien del mismo sexo. Se darán cuenta de que no es posible cambiar el género de lo que te atrae y, con suerte, verán que yo no puedo sentirme atraído por alguien del sexo opuesto. La sexualidad es lo que es. Ella conocía mi orientación sexual, pero creíamos sinceramente que la oración y el sexo marital me curarían. Me involucré incluso más con la iglesia y me ocupé de la escuela dominical y del coro pero, por mucho que lo intentaba, por supuesto, no funcionó. Seguía deseando a los hombres y tuve que poner fin a mi matrimonio. No fue bien recibido en nuestra iglesia, pero yo pensaba que no era justo para mi mujer; estaba engañándola mentalmente. En mi opinión, no era lo que Cristo habría querido. Después de separarnos, me dedique a atender a otros hombres que estaban tratando de rechazar su orientación sexual. Organizaba reuniones en casa, pero no nos ayudaba; de hecho, terminábamos emparejándonos, teníamos aventuras unos con otros, después nos sentíamos culpables, más tarde salíamos con otros y repetíamos el ciclo. Pero nunca me consideré una persona promiscua. Yo no era así. Quería una relación íntima y duradera con alguien, así que lo dejé. Con el tiempo, me encontré un poco más cómodo con mi orientación sexual, pero cada vez más incómodo con mi espiritualidad, así que abandoné la Iglesia. Necesitamos más simpatizantes y necesitamos amplificar sus voces para contrarrestar la negatividad existente. Debemos darle más importancia al amor que al odio para ayudar a los que nos odian a entender que no están en el lado correcto de la historia; ellos son ahora la minoría y debemos silenciarlos; no a través del miedo, sino a través de una aplastante manifestación de amor. Irónicamente, fue en una conferencia de la ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) donde conocí al hombre cristiano que se convertiría en mi marido. Cuando descubrí que había sido un cura católico, no me gustó mucho la idea, pero creo que mi espiritualidad nunca me había abandonado. No había muerto, simplemente había estado hibernando. Pasé de no tener nada que ver con la iglesia a que la iglesia se convirtiera otra vez en mi modo de vida. Como cónyuge de un sacerdote, apoyo su sacerdocio, y, como miembro de nuestra iglesia, recibo a cambio consejo, ayuda espiritual y apoyo. Mi relación con Dios es muy personal; es una conversación, es un ejercicio diario, es paz. Es 13 Modelos a Seguir Cristianos ‘Cuando la gente odia o rechaza a las personas LGBT, eso afecta a la persona que siente el odio.’ La hermana Simone Campbell se dedica al oficio religioso desde la década de los 60 y ha formado parte desde hace tiempo de Sisters of Social Service. Como directora ejecutiva de NETWORK, America’s National Catholic Social Justice Lobby, dirige a Sisters of Social Service en la gira anual ‘Monjas en el autobús’ para conocer, apoyar y defender a los marginados de la sociedad en Estados Unidos. hacer ambas cosas. Hace poco conocí a alguien cuyo cura se había negado a casar a su hija porque su prometido se había criado con dos madres; me quedé estupefacta. Al final, encontraron otro cura que era maravilloso y trabajó con la familia. Para mí lo que importa es que se tengan relaciones afectuosas y comprensivas. En nuestra última gira en autobús, conocí a una mujer joven que se había escapado de un programa para ‘curarla’ de ser gay. Ahora está casada con una mujer y tienen un bebé. ¡Estaba radiante de alegría! Pero me dijo que algunos años antes su familia cristiana le había enviado a un programa de curación. Su padre, un predicador, le dijo que estaba poseída por el diablo, e incluso ella lo llegó a pensar por un momento. No sé cómo tuvo el valor para salir de ello, pero se fugó tras cinco meses allí, se escapó y no ha vuelto a tener contacto con su familia desde entonces. El Vaticano me ha descrito como ‘radical’; es bastante curioso, la verdad. No tengo ni idea qué ve la gente de radical en aceptar al 100 por ciento de las personas de este mundo. Como movimiento, nos relacionamos con todas las personas de la sociedad y eso, obviamente, incluye a la comunidad LGBT. He sido testigo del impresionante valor de gente de la comunidad LGBT, que ha salido y ha hablado pública y respetuosamente de temas que habían sido tabú. Gracias a su valentía, todos hemos descubierto que conocemos como mínimo a alguien –amigo, familiar, colega, sea quien sea– que es LGBT, y creo que esto ha sido muy importante a la hora de llevar a la sociedad hacia una mayor aceptación. Lo difícil, por lo menos en Estados Unidos, ha sido que hasta hace unos pocos años gran parte de esa comunidad permanecía escondida y discriminada si salía a la luz. Lo que veo ahora es que la antigua intolerancia hacia las personas LGBT se está sustituyendo por una intolerancia hacia los que opinan que las personas LGBT no son iguales o, de algún modo, no merecen la aceptación. Eso es progreso. Pude sentir su angustia por el enjuiciamiento de su familia, pero también su alivio al ser sincera consigo misma y saber que no estaba equivocada, loca ni poseída. Y ahora ella y su pareja han formado una nueva familia maravillosa. Hace trabajos en su comunidad y dice que se ha dado cuenta de que, en muchos aspectos, está haciendo lo que hacía su padre al tratar de educar a la comunidad, pero espera hacerlo con menos enjuiciamiento. Se me saltaron las lágrimas. Como persona de fe, creo que estamos llamados a aceptar a todos de manera drástica, lo que significa que veo el trabajo de Dios en todas las personas, y si estoy ocupada peleando con alguien, en realidad estoy peleando con Dios. Si yo te juzgo solo por cómo respiras o quién eres, esa ira me consumirá y no podré ser yo misma. Cuando la gente odia o rechaza a las personas LGBT, eso afecta a la persona que siente el odio. Si gastas tu energía teniendo miedo y criticando a los otros, esa ira mina quién eres y limita el amor y la alegría a los que Jesús nos llamó. Me pregunto si la dificultad de algunas personas al tratar su ansiedad con respecto a la identificación sexual es que no solucionan su identidad sexual. Cuando nos sentimos cómodos con nosotros mismos, lo de fuera no supone una amenaza. Sé que cuando me siento nerviosa por algo tiene que ver normalmente conmigo y mis problemas sin resolver. Así que me pregunto si cuando alguien se muestra enfadado, crítico o con prejuicios, es un reflejo de sus propias inseguridades. Y creo que hay gente dentro de la Iglesia, algunos curas y obispos inclusive, que no han lidiado con su propia sexualidad y, en vez de ello, pasan mucho tiempo preocupándose por la de los demás. Creo que es debido a la necesidad de juzgar a otros para sentirse mejor con uno mismo, o proyectar en otros lo que uno teme. Mi consejo para quien tenga dificultad en aceptar a las personas LGBT es que las conozca y oiga sus historias. Creo que eso es de lo que habla el Papa Francisco cuando dice que para crear una comunidad de paz debemos entender que las realidades son más importantes que las ideas. Para mí, significa que tenemos que escuchar a la gente en vez de hacer presunciones sobre ella. Cualquiera puede crear su propia teoría y sentirse muy seguro acerca de lo que las personas LGBT son o no son, pero todo cambia cuando conoces a esas personas. Habla con la gente. Sé abierto y acepta la verdad sobre quiénes son. Eso es todo lo que debemos hacer. En realidad, la Biblia no dice nada sobre las personas LGBT. Existe una línea en el libro de Levítico, pero... ¿en serio? eso no es la comunidad LGBT de la manera en la que entendemos la vida en el siglo XXI. Al contrario, lo que yo veo una y otra vez en los evangelios es a Jesús acercándose a todo tipo de personas. Las escrituras dicen que debes acercarte a todo el mundo sin excepción. Si alguien tiene una identidad sexual distinta a la mía, ¿qué importa? Dios no comete errores y si es así como crea a las personas, entonces es también un reflejo del amor de Dios. Debemos aceptar el hecho de que el amor es algo maravilloso, crear una familia es algo maravilloso, y hay diferentes maneras de 15 Modelos a Seguir Cristianos ‘Por favor, dígame si estoy leyendo la Biblia equivocada, porque la Biblia que usted lee es completamente distinta a la que yo leo.’ Esta es la historia de una persona cristiana cuya identidad sexual va más allá de la diferencia hombre/ mujer. Ella estableció una asociación LGBT en la década de 1990 (con otros miembros de su comunidad) y voluntarios en su iglesia local. Hace unos cuantos años, entrevistaron a uno de nuestros párrocos y habló sobre mí. Dijo: ‘lo que haga en su vida privada no es asunto nuestro, nuestro trabajo es ayudarle a equilibrar su vida; y lo que ha ofrecido a cambio a nuestra parroquia y comunidad es más importante que lo que haga en otro lugar’. Esto me gustó tanto, tuve una gran sensación de pertenencia. Esto me animó a hacer más y a aceptar a la Iglesia, la religión que practico, y estar orgulloso de ello. Creo que si hay gente que se sienta ahí y te odia, no debería sentarse en la iglesia en absoluto. Fui el primero en llevar un vestido a la iglesia. Todavía recuerdo ese vestido plisado azul que me puse, con el pelo atado atrás. Tenía 14 años. Trabajamos estrechamente con el líder de la Iglesia, nuestro obispo; es uno de nuestros mayores simpatizantes. Hace unos pocos años, bendijo nuestra nueva oficina. Mucha gente le pregunta: ‘¿por qué está siempre involucrado con esta gente?’ A lo que él respondió: ‘nosotros, los líderes de la Iglesia, debemos aceptar lo que el Señor nos ha enseñado y si vemos un alma que se ha perdido de nuestra Iglesia, debemos darle todo para que vuelva y sienta que pertenece. No debemos ahuyentarle solo por ser quién es. Debemos ser el Buen Pastor y actuar de ese modo’. Así que estoy orgulloso de nuestro obispo. Los últimos tres obispos han sido nuestros mayores ejemplos. Entré a la iglesia con mi abuela. La misa ya había empezado, pero todo el mundo en vez de mirar al cura estaba mirándome a mí. Y por supuesto ¡mi abuela se sienta en la primera fila! Era como ver un gran espectáculo, todo el mundo giró la cabeza. Sentí un poco de miedo, un poco de inseguridad, pero, al mismo tiempo, me dije: ‘soy lo que soy, eso no lo va a cambiar nadie; esta es la vida que quiero vivir, me siento cómodo como mujer y nadie me va a quitar ese derecho’. Hay mucha más aceptación ahora en 2015. La ley todavía nos criminaliza, pero no es una ley aplicable a nuestra vida diaria. Los británicos introdujeron esa ley y la hemos mantenido, pero las cosas son completamente diferentes de lo que dice la ley. Si mi país se guiara por lo que dice la ley, estaría ya en la cárcel ¡y desde hace tiempo! Muchos de nosotros estamos muy involucrados en nuestras parroquias. Algunos somos líderes de grupos de jóvenes, otros directores de coro. Debo decir que como católico, me siento muy cómodo con mi iglesia. Algunas iglesias nos aceptan si vestimos como hombres, pero en las iglesias católicas se ve a las personas trans con vestido, no se las ve con ropa de hombre. No tolero la negatividad. De vez en cuando me encuentro con alguien con actitud negativa, pero no te lo pueden decir a la cara, es así . Las posturas son más fáciles ahora, la generación más joven se siente más cómoda con nosotros, pero no puedo decir que todo sea bueno. Algunas familias aún nos estigmatizan. Cuando visito Gran Bretaña, siempre acudo a la iglesia. La última vez, me alojé con mi primo en Surrey y acudí a la capilla local. Parecía que todos me miraban. No sé si sabían que era trans o simplemente pensaban que era diferente, pero fue un poco tenso y me hizo recordar cuando tenía 14 años y empecé a ponerme vestidos. He aprendido a mantener todo eso alejado, entro con un muro a mi alrededor. Cualquier tipo de negatividad, venga de quien venga, la devuelvo. Me blindo. Cuando entro a la iglesia, todo es entre Dios y yo. Pusimos en marcha una asociación para nuestra comunidad LGBT a principios de los 90 y el primer taller fue con los líderes de la iglesia. El primer día del taller, uno de los representantes de mayor edad de la iglesia le dijo a nuestra fundadora: ‘eres una mujer pecadora, ¿por qué reúnes y animas a esta gente?’ Y siguió y siguió. Yo estaba a punto de explotar. Nuestra fundadora se puso en pie y dijo: ‘me gustaría hacerle una pregunta, ¿qué Biblia lee? porque la Biblia que yo leo dice que nos amemos los unos a los otros, y creo que eso significa amar a quien sea, a todo el mundo. Estos chicos son mis vecinos. Mi vecino no es la persona que me trae la comida o vive al lado , o el que trabaja conmigo todos los días. Mis vecinos son estas personas, y las traigo aquí para que tengan una sensación de pertenencia, para apoyarlas, para que sepan que encajan y que tienen derecho a ser quienquiera que quieran ser. Por favor, dígame si estoy leyendo la Biblia equivocada, porque la Biblia que usted lee es completamente distinta a la que yo leo’. Todo el mundo aplaudió. Le doy gracias a Dios cada día. No hay un solo momento en el que no le dé las gracias por la vida que tengo, lo que he experimentado y lo que poseo. Aprecio todo lo que mi comunidad me ha dado. Todo el mundo debe aceptarse y sentirse bien por cómo es, celebrar la vida que Dios nos ha dado. No habríamos venido a este mundo si no fuera por Su creación. Fue Su plan, y todo el mundo debe respetarlo. 17 Modelos a Seguir Cristianos ‘Si la Iglesia fuera más tolerante con las personas LGBT, cambiaría nuestro mundo porque tiene mucho poder en muchos países, comunidades y hogares.’ Esta historia es la de una mujer joven de Polonia. Forma parte de Wiara i Tecza (Fe y Arcoíris), un grupo de LGBTQ cristianos y sus aliados, que trabaja por la sensibilización, tolerancia y aceptación en la sociedad polaca. Acogen a cristianos de cualquier confesión, a los que están en busca de su fe y a los que no creen, para formar una comunidad y dialogar. Según pasó el tiempo, me sentía más segura de mi identidad como cristiana y lesbiana, y empecé a pensar en mí misma de una manera más intensa. Me sentía feliz con mi orientación sexual, en especial cuando encontré a mi novia. La comunidad LGBT puede ser bastante antirreligiosa, así que era muy importante para mí que ella entendiera mi fe. La entiende, y el hecho de formar parte de una asociación me ha fortalecido y me ha ayudado a reconsiderar cómo me relaciono con la gente religiosa. Externamente soy más feliz, lo que tiene un efecto positivo en los que me rodean. Creo que la felicidad proviene de Dios. Actualmente, no me identifico con ninguna Iglesia o confesión en particular. Solo creo que soy cristiana y que he encontrado mi lugar en la comunidad católica de la que formo parte. No es una parroquia en el propio sentido de la palabra; es una organización que no hace distinciones, no confesional y no excluyente. Mis amigos católicos heterosexuales rezaban por mí, pero les dije que no debían preocuparse, que yo era feliz. Son buena gente y me escucharon. Les gusto y les gusta mi pareja, pero no pueden aceptar que tengamos una relación sexual. Pueden aceptarlo como una ‘amistad’, pero nada más. Nuestra relación no debe ser calificada solo como sexual o falsa. No me molesta que la gente tenga este punto de vista, porque creo que Dios me acepta como soy y me siento con fuerza, lo que me permite mantener estas conversaciones. Quizás sea más fácil tener estas conversaciones para una mujer que mantiene una relación con otra mujer que para un hombre que mantiene una relación con otro hombre, no lo sé. Cuando era joven, era fervientemente católica, pero al crecer me fue difícil estar de acuerdo con todo lo que enseñaba el catolicismo. Y sentí que si no estaba de acuerdo con algo, no existía la posibilidad de mostrarlo ni debatirlo. En realidad, te excluías a ti mismo y tu opinión era diferente. Esto dificultó seguir siendo miembro de una iglesia formal, porque no podía obedecer todos los dogmas de la Iglesia Católica y ser yo misma al mismo tiempo. Pero seguía teniendo fe en Dios. He sufrido discriminación por parte de la comunidad cristiana, en conferencias cristianas, etcétera. Me han dicho que soy una pecadora que va a ir al infierno y que no puedo ser cristiana. La gente toma extractos de la Biblia para defender sus argumentos, pero nosotros (el grupo Fe y Arcoíris) respondemos con nuestra propias razones de por qué ser LGBT no nos condena. Durante un año, continué yendo a misa, porque pensaba que no podía ser una verdadera cristiana de otro modo, y tenía miedo de ir al infierno. Pero no me hacía sentir bien y no era la manera de tener una relación con Dios. Decidí no identificarme más con la Iglesia Católica. Dejarla de lado me ayudó desde un punto de vista psicológico y empecé a buscar otro modo de creer. Hace poco recibimos un correo electrónico de un hombre que nos preguntaba cómo podemos ser cristianos y gays al mismo tiempo. Dijo que rezaría por nosotros, pero también nos pidió que rezáramos por él, porque reconocía que también éramos creyentes. Dijo que creía que había un lugar para nosotros en la Iglesia, pero que no deberíamos vivir en pareja y deberíamos ver nuestra ‘condición’ como un padecimiento. Le agradecí sus oraciones y le dije que también rezaríamos por él, pero que sí tenemos nuestro lugar en la Iglesia y que se puede entender la Biblia de diferentes maneras y le puse unos ejemplos. Intento ser franca con todo el mundo porque el crear relaciones positivas con otros, sea cual sea su opinión, nos ayuda a nosotros tanto como a ellos. Nos puede unir de cierta manera, si no como creyentes, como seres humanos. Pensé en convertirme a la Iglesia Protestante, pero elegir a qué iglesia acudir era como elegir entre los partidos políticos, y eso no me valía. Me sentía como un huésped que visitaba todas las casas pero que no pertenecía a ninguna. En vez de eso, encontré mi propio modo de ser cristiana. Al mismo tiempo estaba todavía descubriendo mi orientación sexual. Pasó algún tiempo hasta que la entendí totalmente. No le digo a cada persona que conozco que soy lesbiana, pero tampoco me escondo. Represento a la comunidad LGBT públicamente en nombre del grupo, organizando días de tolerancia, debates sobre la homofobia, etcétera. Mis amigos y familia conocen mi orientación sexual y a mi pareja, así que soy bastante abierta a ese respecto. Si la Iglesia fuera más tolerante con las personas LGBT, cambiaría nuestro mundo porque tiene mucho poder en muchos países, comunidades y hogares. Si transmitiera un mensaje de amor y paz hacia las personas con diferente orientación sexual o identidad de género, se reduciría el crimen y la violencia hacia las persona LGBT en todas partes. Muchas personas tendrían vidas más felices, fáciles y tranquilas y habría menos conflictos dentro de las familias. Mi fe tiene una profunda conexión con los seres humanos y para mí es importante que Jesús sea un ser humano. Todas las personas pueden encontrar su propio camino, su identidad y la comunidad adecuada para ellas. Las personas a mi alrededor son mi Iglesia. Nuestro grupo Fe y Arcoíris se reúne para hablar sobre la Biblia, rezar y apoyarse unos a otros. Intento expresar mi fe en mi vida diaria, en cómo me relaciono con la gente, incluida la relación con mi pareja. Algunas veces cito la Biblia y explico mi fe a otros y cómo encaja con mi orientación sexual. Hay mucha gente que lucha para encontrar su lugar en la fe y nosotros les ayudamos en lo que podemos. La gente lucha para conciliar su orientación sexual y su identidad de género con su parte cristiana, porque les han dicho que eso es algo imposible. A mí también me preocupaba que la gente religiosa no me aceptara, en especial mis amigos religiosos. Al principio tenía miedo y les presenté mis ‘defectos’ como si estuviese enferma o hubiese algo malo en mí, porque por aquel entonces no podía aceptarme a mí misma. No buscaba solo su aceptación, buscaba su compasión. 19 Modelos a Seguir Cristianos ‘Más tarde, ya casi a los 30, empecé a estudiar la posibilidad de la teología y llegué a la inesperada conclusión de que, después de todo, la Biblia no está en contra del matrimonio gay fiel’. La reverenda Sally Hitchine dirige la capellanía multiconfesional de una universidad de Londres y fundó DiverseChurch.org.uk, un grupo de apoyo y un espacio seguro en la red para jóvenes LGBT cristianos. buena intención, pero nosotros no vimos el motivo para esconderlo o asociarlo con tristeza o sufrimiento. Una alta personalidad de la iglesia dijo que ella creía que estábamos dando un giro en el Reino Unido, donde un grupo como el nuestro no necesitaba definirse como algo externo a la Iglesia tradicional. ‘Por favor, no permitáis que se sientan como exiliados’, dijo. Me di cuenta de que mucha gente que se mostraba solidaria con lo que estaba haciendo eran altos cargos de la iglesia, y empecé a pedir favores. Como capellán universitaria, mi papel es ayudar a estudiantes universitarios a explora su fe y espiritualidad. Como cristiana, cuando acepté mi propia orientación sexual, me di cuenta de que el grupo que se sentía más excluido de la corriente principal de fe de mi universidad era el de lesbianas, gays, bi y trans. Así que me ofrecí a apoyar su trabajo de la manera que pudiese. Resultó que estaban buscando un lugar seguro para celebrar sus encuentros sociales ‘LGBTea and Cake’ (‘LGBTé con pastas’), así que empezaron a usar mi capellanía. Nuestro primer encuentro nacional incluía una reunión de bienvenida en la catedral de San Pablo en Londres. Dos de sus canónigos celebraron una reunión con unos 40 de los jóvenes, escucharon sus historias y demostraron que les importaba. Después, nos permitieron asistir oficialmente a Evensong (oración vespertina) y uno de los jóvenes de Diverse Church, al que no habían permitido hablar en su iglesia después de salir del armario, hizo la lectura en el servicio. Les cambió la vida a muchos de ellos. Se sentían como leprosos en sus iglesias, pero aquí, en la iglesia más famosa del Reino Unido, les recibieron con los brazos abiertos. Al principio se mostraron inquietos pero, poco a poco, se dieron cuenta de que estaba realmente de su lado. Cuando sus amigos religiosos salían del armario, ellos les remitían a mí. Las historias de estas personas jóvenes cristianas eran trágicas; habían pensado a menudo en quitarse la vida, muchos creían que debían abandonar su fe ya que no eran capaces de librarse de ser LGBT mediante la oración y la orientación. Soy igual que cualquier otro pastor, pero cuando tuve delante a estos jóvenes de 18 y 19 años que creían que estaban infectados con el peor pecado posible, que la vida y la fe no ofrecían esperanza, fue difícil pasar de largo. Este viaje también me está cambiando a mí. Crecí en una iglesia conservadora pero, aunque supe que era gay desde mis primeros años de la adolescencia, nunca he sentido que Dios no me amaba por ello. Al principio, pensaba que simplemente no había encontrado al ‘hombre ideal’, después asumí que me quedaría soltera, como la tía soltera que se consagraba a su trabajo. Más tarde, ya casi a los 30, empecé a estudiar la posibilidad de la teología y llegué a la inesperada conclusión de que, después de todo, la Biblia no está en contra del matrimonio gay fiel. El evangelio adoptó una nueva luz y esperanza. El mensaje de que Dios ama de verdad a todos cobró mucho más sentido sin esta regla extra, supuestamente arbitraria, para un grupo de la población. Mientras tanto, me habían ascendido a un cargo bastante alto dentro de la Iglesia para mi edad. Tuve muchas oportunidades de hablar en los medios de comunicación y de organizar estrategias generales dentro de la Iglesia en su conjunto. Me aconsejaron que continuase sin arriesgarme: ‘deja que otra gente con menos que perder pelee las batallas LGBT’. Lo que más necesitaban era saber que no estaban solos. Busqué algo a lo que pudieran asociarse, pero en aquel momento no había nada en el Reino Unido específico para jóvenes adultos LGBT cristianos que les ayudase en ambas partes de su identidad. Así que puse en marcha un grupo confidencial de Facebook y agregué a todos los jóvenes, además de otros LGBT cristianos y aliados. El grupo creció rápidamente y nos dimos cuenta de que teníamos, en primer lugar, el potencial de llegar a parar el ciclo de autodesprecio desde sus inicios. Pensé que sería fortalecedor que los jóvenes, hubieran salido del armario o no, lograran hacerse oír, así que buscamos cómo crear plataformas que les permitieran hacerlo. Algunos de los componentes del grupo habían salido del armario e invitamos a seis de ellos a contar sus historias como parte de un cortometraje para YouTube. Ha sido un de las cosas más espeluznantes que he hecho. Era la primera vez que se iba a hacer desde la parte conservadora de la iglesia del Reino Unido y no sabíamos qué consecuencias podía tener. Sin embargo, la película se hizo viral y consiguió 2000 visitas en los primeros cuatro días. Y empezaron a llegar peticiones para unirse al grupo cerrado a raudales. Pero creo que entonces fue el propio Dios quien contactó conmigo. Estaba proyectando la película Les Miserables en la capellanía, y hay una escena en la que el protagonista se da cuenta de que otro hombre va a ser acusado del crimen que él ha cometido. Llega a la conclusión de que Dios le está llamando para que sea honesto y salve al otro, para evitar que viva un infierno en vida. Me golpeó como un mazo; fue una segunda conversión. Estaba sentada en la parte de atrás de la oscura capellanía incapaz de contener las lágrimas. Tenía que actuar. Por el bien de los jóvenes que había conocido, tenía que vivir abiertamente confiando en que Dios, que me había ayudado hasta entonces, me ayudaría como yo ayudaba a los demás. Y Dios me ha ayudado. Se me ocurrió el nombre Diverse Church para dejar claro que no hablábamos de supremacía LGBT, sino que era un llamamiento a toda la Iglesia en conjunto para que volviera a ser diversa de verdad, como un reflejo de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que aplaude la diferencia dentro de un contexto de compromiso de amor. En lugar de un estricto plan de acción, formamos los valores que transmitiría todas las cosas creativas que podíamos hacer. La alegría y el festejo eran tan importantes como la comunidad y la solidaridad. Si sales del armario en la mayoría de entornos evangélicos, el pastor o el sacerdote te harán ir al cuarto trasero, lejos de los demás, y sacarán una caja de pañuelos para cuando empieces a llorar. Seguramente lo harán con Estoy sorprendida de cuánto ha utilizado Dios nuestro pequeño grupo. Parece que estamos en ese punto en el que la historia de un joven de 19 años temblando mientras le cuentan las expectativas de Dios para su vida es más poderosa que los argumentos seguros, estridentes y bien ensayados de los obispos y profesores de teología. Vemos diariamente a jóvenes que regresan a la vida y siento mi fe más viva que nunca. No cambiaría formar parte de esto por nada. 21 Modelos a Seguir Cristianos ‘Solía pensar que era malo por ser lo que soy, pero ahora sé que todo el mundo, yo inclusive, se salva gracias a la fe.’ En esta historia, un hombre cristiano de África occidental discute sus puntos de vista sobre la fe y la sexualidad. Él no está en parte de una iglesia, pero espera un día para calificar como un ministro. La sexualidad es un tema de conversación prohibido donde vivo, pero trato de usar mi posición en la sociedad para ayudar a la gente a compaginar su sexualidad y su fe. He aconsejado y rezado por amigos que están casados y han tenido problemas en sus relaciones, y he ayudado a personas LGBTIQ que han sido repudiadas por sus familias. Pelearse con el cristianismo y la orientación sexual es frecuente en África. Hay un mito que dice: ‘África alberga a los cristianos más obedientes y moralmente correctos’, y ‘La gente en occidente carece de moral’. Conozco a muchos cristianos LGBTIQ que aman a Dios y quieren servirle a su manera, pero que luchan con la relación entre su fe y su sexualidad. Siempre les digo: ‘Dios os quiere tal y como sois y no quiere nada de vosotros más que vuestro corazón’. Solía pensar que era malo por ser lo que soy, pero ahora sé que todo el mundo, yo inclusive, se salva gracias a la fe. Me han llamado gay y bisexual, pero la verdad es que no tengo ninguna orientación sexual. A veces, creo que es mejor simplemente vivir mi vida y disfrutar de mi sexualidad sin decir a nadie qué hago y por qué. Me gustan los hombres y me gustan las mujeres. También soy un cristiano que cree en nuestro Señor Jesucristo. Actualmente no formo parte de ninguna iglesia porque fui rechazado de mi anterior parroquia cuando se enteraron de que trabajo con personas LGBTIQ y hablo de los asuntos que afectan a mi comunidad. Vi hace poco a un pastor de esa iglesia en una cafetería y me trató como si no existiera. Intenté saludarle y él me ignoró. Ninguno de mis antiguos amigos de esa parroquia ha llamado para preguntarme cómo estoy y, cuando me ven en la ciudad, me tratan como a un marginado. Pero yo amo a Dios y Dios también me ama a mí. Esa es mi alegría y lo que me hace seguir. No creo mucho en los sistemas humanos como la religión; solo separan a la gente. Creo en la espiritualidad, no en la religiosidad. Y animo a todas las personas de cualquier fe a reconocer que Dios tiene a Sus elegidos en todas las religiones, no solo en una en particular. Sirvo a un Dios amoroso que no odia a nadie y quiere que todos se salven. Creo que Dios creó todas las cosas y, como dice la Biblia: ‘¡mirad, eran buenos!’. Dios nos ha creado a su imagen, y nada de Su creación es malo o imperfecto. Y por esto, no hay sitio para el odio, la homofobia ni la transfobia entre la gente de Dios. Lo que me hace continuar es saber que Dios me ama sean cuales sean las circunstancias. De hecho, tengo buenas relaciones con algunos miembros de la comunidad cristiana. Mis amigos cristianos que no son LGBTIQ algunas veces me invitan a su iglesia para que ayude en la escuela dominical y para que comparta la historia de mi fe y espiritualidad con sus miembros. Pero, en general, solo visito las iglesias por mi trabajo, porque la mayoría de las veces siento que no soy bien recibido. Salir del armario me supuso un desafío. Abandoné la formación para convertirme en pastor porque tenía miedo de que pudieran ridiculizarme cuando averiguasen mi orientación sexual. A causa de esto, perdí la oportunidad de conseguir las becas educativas que me prometieron por mi actuación en la anterior iglesia. Mi salida del armario también ha causado que mi madre sufra discriminación por parte de la iglesia, porque dicen que si me hubiese cuidado mejor no habría sido quien soy. Siempre le digo a la gente: ‘no habría elegido formar parte de una minoría si la orientación sexual fuera un opción’. Hay un nivel realmente alto de estigma y discriminación y existen amenazas de muerte y ataques físicos reales. Y no existe nada para defender o mejorar nuestro bienestar y nuestra situación socioeconómica. Ser homosexual, bi o trans es para toda la vida, y aunque uno trate de reprimirlo, nadie puede cambiarlo. Pero la fe puede cambiar según las circunstancias. En mi caso, he aprendido y practicado mi fe, pero mi sexualidad ya era parte de mí. No he declarado mi homosexualidad a todo el mundo, pero tampoco me escondo de nadie. Simplemente vivo mi vida y no me apetece decir a todo el mundo quién soy. Soy un ser humano y eso es lo que importa. Luché con mi fe y mi sexualidad con anterioridad, pero he podido conciliarlas y ahora vivo feliz. Pero a veces, cuando pienso en las oportunidades dentro de la iglesia que hemos perdido mi madre y yo, me entristece que ella haya tenido que sufrir por mi causa. Seguiré luchando para conseguir la aceptación y el respeto. Espero superar la tortura de vivir en un ambiente donde nadie nos acepta. Espero que algún día pueda finalmente acudir al seminario bíblico y formarme como ministro. Mi esperanza se basa nada menos que en Jesucristo. No creo en la terapia de curación. Creo en ayudar a la juventud LGBTIQ a vivir una vida positiva y a aceptar quiénes son, en lugar de autoestigmatizarse y no cuidar bien de sí mismos. Hay personas LGBTIQ en la calle que venden sexo y caen en la delincuencia porque sus opciones en la vida son muy limitadas. ¡Ojalá la Iglesia se asociara con nosotros para crear espacios seguros y propicios para toda la gente joven, ellos inclusive! 23 Modelos a Seguir Cristianos ‘Me di cuenta que la transición me había regresado del exilio; de mi cuerpo, de la Biblia, de Dios.’ persona religiosa que estuviera a su lado y no les odiase. Conocí a gays cristianos por primera vez, ministros que eran tolerantes e incluso ministros gays. ¡Era tan nuevo para mí! Abandoné mi idea sobre el infierno y acepté a un Dios de amor que quizás, solo quizás, no me abandonaría por ser gay. También me di cuenta de que a veces debes adoptar una postura poco popular en la iglesia; una familia dejó nuestra iglesia porque yo no quise enseñar a sus hijos que la homosexualidad era algo malo. El padre Shannon T.L. (Shay) Kearns es un cura de la Iglesia Católica Antigua, un grupo independiente centrado en la justicia social, que ordena a mujeres y a personas LGBTQ. Fundó la Casa de la Transfiguración, una iglesia de Minneapolis, EE UU, y es cofundador de Queertheology.com, un sitio web de recursos para cristianos LGBTQ. Tres años más tarde conocí a una mujer y me enamoré. Fue como un torbellino y caí en una profunda depresión al intentar ser un ministro no declarado, un gay no declarado y una pareja. Terminé en el hospital a causa de mi ansiedad y algo tenía que cambiar. Mi madre me preguntó si era gay y se lo confirmé. Fue duro durante algún tiempo, pero ella respondió de una manera increíble. Recibió a mi pareja y la incluyó en las funciones familiares. Para muchos cristianos, soy demasiado franco sobre mi identidad de LGBT y trans. Para muchas personas LGBT y trans, soy demasiado cristiano. He pasado gran parte de mi vida sintiendo que no encajaba enteramente en ningún sitio. Crecí en una iglesia fundamentalista evangélica rural en Pensilvania que no ordenaba a mujeres y que pensaba que la homosexualidad era uno de los peores pecados. Aun así, esa iglesia desempeñó un enorme papel en quién soy hoy, y hay ciertas cosas en su manera de rendir culto que echo en falta en las iglesias liberales. Y fue allí donde sentí la llamada al ministerio. Recibí educación escolar en casa y la iglesia era mi vida social. Estaba allí tan a menudo que hasta me dieron mis propias llaves. Quería participar en todo, hablar claro y ser líder. Y me dejaron dirigir. Renuncié a mi iglesia cuando reclutaron a un nuevo ministro homófobo. Era demasiado peligroso que me quedase. Justo antes de mi último domingo, uno de los jóvenes, que había descubierto mi página de MySpace, desveló mi homosexualidad. Me pidieron que no dijera misa mi último día porque daría un ‘mal ejemplo’. Fue terriblemente descorazonador. Mi pareja estaba conmigo, y los abuelos del joven que había salido del armario allí el primer verano me llevaron aparte. Me dijeron que mi pareja se sentaría con ellos y si alguien se metía con ella tendrían que vérselas con ellos. Era gente que había estado en la iglesia durante años y me di cuenta de que podía ser un ministro gay. Fui a una universidad afiliada a mi iglesia. Estaba prohibido fumar, beber, el sexo y el baile. El primer año conocí a una pareja de mujeres y, por primera vez, sentí que había encontrado a alguien como yo. Dos semanas más tarde fueron expulsadas y entendí el mensaje. Debía callarme. Algo empezó a cambiar dentro de mí. Me tomé un año sabático, me casé con mi mujer en Canadá y leí todos los libros de teología que cayeron en mis manos. Me alejé de la experiencia religiosa emocional de mi juventud y me adentré en la educación. Solicité mi entrada al seminario en Nueva York y me aceptaron. Finalmente recibí las herramientas intelectuales para comprender mi fe y fui aceptado como persona LGBT declarada. Trabajé en un campamento para jóvenes cristianos LGBT y fue asombroso decirles que se les amaba simplemente cómo eran. Y por fin encontré el espacio para tratar mi incomodidad de género. Empecé a dudar de mi fe; las cosas no tenían el mismo sentido que habían tenido antes. Intentaba ser alguien que no era, pero no entendía quién se suponía que debía ser. Todavía sentía la llamada al ministerio, pero me criticaban por mi ‘visión subjetiva de las escrituras’. Estaba debatiéndome y acudí a una terapeuta, pero lo dejé en cuanto sacó a colación mi presentación de género. Batallaba con Dios y quería abandonar el cristianismo, en la idea de que eso era más fácil que intentar conciliar lo que yo sabía que era verdad sobre mí misma con lo que la Iglesia mantenía que era verdad. Rogué a Dios con desesperación que me arreglara, que me hiciera normal, que me enderezara. Estas idas y venidas con Dios duraron años. Me declaré trans el año siguiente. El seminario me apoyó, pero no siempre sabían qué hacer conmigo. Tuve que tratar con profesores que hacían comentarios tránsfobos, y con compañeros que, incluso después de haber transicionado médicamente, aún no sabían referirse a mí con el pronombre correcto. Tuve que ser una explicación andante de lo que significaba ser trans. Y como mi fe había cambiado de lo emocional a lo intelectual, no tenía nada en lo que apoyarme. Tenía que encontrar el modo de comprometer a mi corazón sin desatender a mi cerebro en el proceso. El hecho de conocer a los chicos del grupo de teatro en la universidad cambió mi vida. Me dejaban ser yo mismo y no se reían de mi forma de vestir. Escribí y dirigí dos obras que trataban sobre los problemas de ser alguien que va por libre. Ver estos representado en el escenario de mi universidad fue muy importante para mí. Fue como quitarme mi propia máscara un poco. Durante esa época, estudiamos la historia de Tomás en el Evangelio de Juan, y algo cambió dentro de mí. Me di cuenta que la transición me había regresado del exilio; de mi cuerpo, de la Biblia, de Dios. Fue transformador. Me gradué en el seminario y mi mujer y yo nos divorciamos. Después de mi transición decidimos separarnos. Todo cambió cuando ingresé en la Iglesia Metodista Unida en 2001. Confirmaron profundamente mi llamada al ministerio, aunque todavía tenía la apariencia de mujer, y empecé a ver que podía realizar el ministerio que estaba llamado a hacer. Reconocí que era gay (todavía no tenía un término para mi incomodidad de género), pero estaba convencido de que debía ser célibe toda mi vida. Mi fe mantiene mi ser LGBT y siendo LGBT mantiene mi fe. Ambas identidades, en su máxima expresión, tienen que ver con las personas marginadas y con la justicia para todos. Jesús le importaba la justicia, y derrocó la opresión y ayudó a la gente a ser libres. A los seguideros de Jesús tienen que importarles las mismas cosas. Estoy aprendiendo a aceptar mi estado como marginado y doy gracias por la forma en que este don me permite ver cosas que otra gente es incapaz o no está dispuesta a ver. Después de graduarme, todavía célibe y sin salir del armario, me hice pastor de jóvenes en una iglesia Baptista Americana. El ministro con el que trabajaba era extraordinario, fue el modelo y guía perfecto para mí. Ese verano uno de los chicos del grupo salió del armario. Su familia y la iglesia le aceptaron, yo estaba sorprendido. Le lleve a grupos de jóvenes gays y a marchas del orgullo. Estos chicos anhelaban alguna 25 Modelos a Seguir Cristianos ‘Es importante que la gente conozca a las personas LGBTI como seres humanos ante todo.’ En esta historia, un reverenda de Sudamérica y simpatizante de la igualdad da su opinión. Ella trabaja en estrecha colaboración con la comunidad LGBTI, y también lidera una asociación que aboga por los servicios de salud sexual y la vida familiar para todos. Algunas iglesias dicen que es aceptable ser gay siempre y cuando te abstengas del sexo. Se aconseja esto a la gente y, para que puedan permanecer en la iglesia, tienen que reprimir quiénes son y restringir sus vidas. Es una mentalidad esclava que se adhiere a la fe desde el miedo. Se inculca a la gente que ser gay es pecaminoso y que tienen que abandonarlo, pero ¿cómo pueden hacerlo? Es devastador y no hay suficiente discusión abierta para intentar entender a la gente en términos de diversidad sexual. Necesitamos que organizaciones progresistas y gente que piense de una manera diferente conduzcan las conversaciones para entender los problemas de LGBTI. Los líderes espirituales tenemos una gran responsabilidad porque podemos marcar la diferencia al aceptar y proteger a aquellos que son rechazados y se llevan gran parte del dolor. Podemos hacer mucho más. En mi país, en la década de los 60 y principios de los 70, la gente no hablaba mucho sobre la homosexualidad, ni a favor ni en contra. Tenía amigos gays en el instituto y estaban bien integrados. Nadie se interesó realmente hasta finales de los 70, y después empezó a surgir una violenta oposición. Era muy consciente de esta discriminación y lo cuestioné abiertamente. La gente llega con sus propios sistemas de creencias y lo que ellos entienden como normas aceptables. Como reverenda, y en respuesta a la discriminación, abro una vía de debate e intento ser paciente con la gente. Lo hago de una manera desenfadada; me reúno con la gente, tenemos conversaciones informales, tomamos un café o lo que sea, o nos encontramos en sus casas. Se necesita ser perseverante para dirigir a la gente hacia ese tipo de cambio. Hay que trabajar con ellos para ayudarles a cambiar su comprensión teológica. Trato de hacer comprender a los demás, debemos evitar enfoques adversarios y desarrollar procesos más críticos y participativos, conocer a personas no solo de manera cerebral sino usando más el corazón. Cuando me fui al extranjero para ir a la universidad en los años 80, fue incluso peor. El decano de mi campus fue asesinado simplemente porque se sospechaba que era gay o bisexual. Organizamos debates e invitamos a personas del movimiento por los derechos LGBTI, y ¿qué ocurrió? que hubo un estallido de violencia. Fue sencillamente espantoso, pero me atrajo cada vez más y se convirtió en un asunto en el que tenía que involucrarme. Creo que se ha señalado a las personas LGBTI porque es una cuestión de poder, sexo, la forma en que se ven las personas a sí mismas y la percepción de la gente de la masculinidad y la feminidad. Cuando algunas personas llevan un estilo de vida diferente, se generan problemas. Tiene que ver con toda nuestra historia colonial, los misioneros y su interpretación de las Escrituras. Las leyes coloniales antigay controlaban a la gente y a la sociedad, y todavía seguimos esclavizados por ellas. Hace unos años, organicé un campamento juvenil de tres iglesias y una red de mujeres jóvenes lesbianas. Les reuní simplemente como gente joven, no les presenté como representación de ninguna organización ni se dijo cuál era su orientación sexual, hasta que a mitad del campamento la gente quiso revelarlo. Y bueno, funcionó, porque cuando llegaron allí, formaron un grupo e hicieron amistad como seres humanos. Así que cuando se enteraron de las diferencias entre ellas, fue más fácil tratar el tema. No es que fuera automáticamente fácil, pero fue más fácil que si conoces a alguien y os presentan como a dos personas diferentes. Es importante que la gente conozca a las personas LGBTI como seres humanos ante todo. La gente que piensa que hay que curar a las personas gays carece de entendimiento. Piensan que es antinatural y lo relacionan con algo dañino, como una enfermedad. He trabajado con padres que han dicho que preferirían matar a su hijo gay. Los ven como una ‘abominación’, una palabra que les encanta usar a los cristianos. Dirijo una asociación que promueve y asesora a individuos y sus familias en el acceso a la información y presta servicios para tener y mantener una buena salud sexual y una vida familiar plena. Un pastor de nuestra comisión dijo que se debería enviar a todas las personas gays, lesbianas y bisexuales a vivir a una isla para que no trajeran la ira de Dios al resto de nosotros. La asociación envió una declaración firme como respuesta y se ha reunido con él y otros pastores para discutir los principios de la interpretación de la Biblia. Esto es, ¿qué dijo Jesús sobre las personas gays? Nada. No era tan importante. Existen muchas leyes bíblicas, en especial en el Antiguo Testamento, reglas y códigos domésticos, pero se deben tener en cuenta en su contexto, con la manera de pensar de la gente en un tiempo y lugar específicos. Todos leemos bajo nuestra propia lente y punto de vista, es así como somos, pero a la hora de entender la Biblia, no creo que haya mucho que decir sobre el hecho de que ser LGBTI vaya en contra del cristianismo. Dios nos creó para vivir con dignidad y para rendirnos cuentas los unos a los otros; todos tenemos esta responsabilidad. El capítulo 10 de san Juan dice: ‘yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’, no algunas personas, sino todas. Todos hemos sido creados iguales por Dios, a la imagen de Dios, sea cual sea nuestra distinción o diferencia. Esa es la base: las personas LGBTI también han sido creadas a la imagen de Dios y han llegado a la vida para vivir en el mundo de Dios. Trabajar para la inclusión plena de todas las personas es la responsabilidad que Dios nos ha dado. 27 Modelos a Seguir Cristianos ‘Está escrito en la Biblia que Dios es amor, y me di cuenta de que si Dios me creó y me permitió venir a este mundo, significa que Él me quiere como quiere a los demás.’ Esta es la historia de un hombre gay de Europa del Este, que es activo en su iglesia. Él aún no ha salido, pero ha recorrido un largo camino para reconciliar su fe y si sexualidad. Puedo sacrificarme a mí mismo, pero no a mi madre. No quiero causarle problemas. Cuando mi país se independizó del dominio soviético en 1991, tuvimos un renacer de la fe. Las iglesias se reabrieron y regresó el cristianismo. Yo era un estudiante por aquel entonces y no sabía nada de Dios hasta que uno de mis amigos me habló sobre un pequeño grupo cristiano que se reunía unas cuantas veces a la semana en un pequeño lugar. Rezaban, leían la Biblia y hablaban sobre el cristianismo. Le pedí que me llevase algún día y eso hizo. Cuando me di cuenta de que era gay, ya tenía mi fe cristiana y una batalla en mi mente. Por un lado, conocía el punto de vista de la Iglesia sobre la homosexualidad y, por el otro, sabía cuál era mi orientación. No dejaba de preguntarme: ‘¿por qué yo? ¿por qué no puedo ser como los demás?’ Estas preguntas me acompañaron durante años y traté de encontrar las respuestas. Busqué en Internet artículos sobre homosexualidad y psicología y llegué a entender que yo no me había vuelto gay, había nacido así pero, en realidad, no me ayudó a aceptarme a mí mismo. Tenía que comprender en mayor profundidad por qué mis dos naturalezas, la cristiana y la homosexual, estaban en conflicto. Después de la reunión, encontré dentro de mí una paz diferente a cualquier sentimiento que hubiera experimentado antes, así que seguí yendo. Dos años más tarde, la Iglesia Apostólica ofreció formación de maestros de la escuela dominical, me apunté y trabajé como uno de ellos durante siete años. Después de graduarme en la universidad, regresé a mi ciudad natal y encontré una iglesia en una de las aldeas. Empecé a acudir a ella y antes de cumplir los 25 años me bauticé, y después cumplí dos años de servicio militar. Tras el servicio, regresé a casa. Afortunadamente, encontré a un cura católico gay de Estados Unidos al que escribir. Me ayudó a ver las cosas desde otro punto de vista y llegué a entender que el cristianismo es, en realidad, una religión muy libre y generosa. Está escrito en la Biblia que Dios es amor, y me di cuenta de que si Dios me creó y me permitió venir a este mundo, significa que Él me quiere como quiere a los demás. Puedo asegurar que Dios está conmigo y que no me abandonará. Él ha salvado mi vida. Nos deja cometer errores y aprender de nuestros errores, pero siempre nos guía. Sé que Dios me ama. Un domingo el cura me preguntó si podía ayudarle en el servicio porque sabía que había sido maestro en la escuela dominical. Me quedé sorprendido y le dije que tenía miedo de servir en el altar como un simple pecador que no estaba ordenado y que tenía miedo de que Dios me castigara. Me tranquilizó y me dijo que me enseñaría todo lo que necesitaba. Así que empecé a ayudarle los domingos y aprendí a desempeñar algunos de los trabajos del diácono durante la liturgia. Empiezas a aceptarte más a ti mismo según te haces mayor. No puede decirse que mi sexualidad y mi fe estén en armonía, pero trato de ser yo mismo como gay cristiano. Ante todo, quiero que la gente vea al ser humano que hay en mí. Las tradiciones aquí están muy arraigadas y las posturas pueden ser muy homófobas. Como persona gay, pienso de forma distinta a todas estas tradiciones e interpreto las escrituras según mi propio entendimiento, cada persona crea su propia relación con Dios. Dios inspecciona nuestros corazones y sabe quién soy. Tengo una buena relación con Dios, pero sé que Él quiere que yo sea mejor. Espero que me ayude a entender más y a ser más sabio. Pero mi implicación con la iglesia no fue siempre tranquila; a mis familiares les preocupaba que me hiciera sacerdote y no me casara. No era normal para ellos: no sabían quién es Dios o qué es el cristianismo. Pero me mantuve firme en mi fe y les dije: ‘no teníais a un creyente en la familia pero ahora lo tenéis y no voy a abandonar mi iglesia’. Algunos años después, mis familiares me siguieron y mi madre, mis hermanas y mis sobrinos también se han bautizado. Espero que llegue un tiempo mejor para todos. Me ofrecieron una plaza en el seminario pero la rechacé. Trabajo activamente en mi iglesia y colaboro en diferentes actividades, pero no podía plantearme ser un cura gay. Todavía no lo he declarado. Mi familia, la mayoría de mis amigos heterosexuales y mi iglesia no saben que soy gay. No sé si seré capaz alguna vez de declarar mi homosexualidad; tengo mucho miedo de perder lo que he conseguido durante estos años. No sé si me permitirán participar en los servicios de la iglesia o si mis amigos y mi familia querrían seguir relacionándose conmigo si averiguan que soy gay. Mucha gente en mi país piensa que la homosexualidad es una enfermedad que debe ser curada; que si eres gay eres una mala persona y no quieren tener nada que ver contigo. 29 Modelos a Seguir Cristianos ‘Tenía 17 años cuando por fin lo acepté. Ocurrió durante un momento de oración y, de alguna manera, fue en realidad Dios quién me lo hizo ver.’ Stephen Lingwood ha sido un cristiano unitario desde la adolescencia y se hizo ministro hace siete años. Presta servicios como ministro en Bolton, Reino Unido, y es capellán de la universidad de la ciudad y antiguo presidente del Unitarian Ministry Strategy Group. de ello me dio un fuerte abrazo y me dijo: ‘si necesitas cualquier cosa, házmelo saber’. No hablo sobre mí mismo ni sobre cuestiones LGBT cada semana porque hay otros problemas en la vida, pero me pareció importante que todos supieran esto de mí. Y doy gracias por haber recibido siempre la aceptación incondicional que tratamos de ofrecer como comunidad religiosa. Cuando las personas de la comunidad LGBT me preguntan a qué me dedico y digo que soy ministro, se sorprenden o piensan que bromeo. Pero no tengo ningún problema en explicar la posición de la Iglesia Unitaria. Nos encontramos en gran medida en el lado liberal del cristianismo. No hace falta observar un credo para estar con nosotros. Animamos a cada persona a encontrar su idioma espiritual y practicar lo que mejor funcione para ella. Lo más importante es amar a Dios y amar al prójimo y no lo complicamos más que eso. Cuando Jesús se enfrentó a la elección entre compasión real por un ser humano delante de él o seguir la ley religiosa, siempre eligió la compasión real por la persona y, para nosotros, la ley de la compasión reemplaza a cualquier otra ley. Se trata de formar una unidad con Dios, con el mundo y los unos con los otros. Y no excluimos a nadie. Fuimos la primera religión en tener mujeres ministras hace más de 100 años y la primera en acoger oficialmente a ministros y ministras LGBT en la década de 1970. Mientras crecía tuve problemas con mi sexualidad y con mi fe a la hora de saber quién era yo realmente y en qué creía. Mi padre es sacerdote y me crié según las doctrinas de la Iglesia de Inglaterra, pero después, de estudiante, elegí la Iglesia Unitaria. También me considero bisexual. Así que mi mayor dilema cuando era joven era qué decir primero a mis padres: que era bisexual o que era unitario. Mi sexualidad y mi fe están entrelazadas y de esto parto como cristiano LGBT. Al releer los diarios que escribí mientras crecía, veo que hay dos caras de la misma moneda. Siempre las ha habido. Cuando era adolescente, sabía que era bisexual, pero reprimí la atracción que sentía por los hombres. Tenía 17 años cuando por fin lo acepté. Ocurrió durante un momento de oración y, de alguna manera, fue en realidad Dios quién me lo hizo ver. Iba en peregrinación a la Comunidad de Taizé en Francia y en una noche de oración sentí una verdadera conexión con Dios. Al mismo tiempo, un hombre atractivo pasó a mi lado y me sentí atraído por él. Normalmente, habría reprimido la atracción, pero en ese momento sentí que Dios me hizo enfrentarme a ella y me dije a mí mismo: ‘veamos, ¿siento atracción por los hombres? sí; ¿siento atracción por las mujeres? sí. Entonces soy bisexual y ya está’. Fue un momento en que sentí gran alivio y aceptación ante la presencia de Dios. Sentí que Dios me enseñaba lo que tenía que aprender sobre mí mismo con el fin de crecer y vivir la vida a la que estaba llamado, sin saber con exactitud lo que aquello significaba en ese momento. No podría haber avanzado con mi vocación sin haberme enfrentado a mí mismo y haber cerrado esa grieta. Para mí, Dios es misterioso. No tengo total seguridad sobre qué o quién es Dios y le digo esto a Dios todo el tiempo, pero continúo manteniendo una relación con Él y tengo momentos de conexión en mi vida diaria. Trato de prestar atención a cuándo se producen estas conexiones y a los momentos en que me reúno con Dios, y me pregunto a mí mismo: ‘¿dónde me he reunido con Dios hoy?’ Esos momentos en los que sientes que Dios te está escuchando pueden ser poco habituales, pero merece la pena aferrarse a ellos. No siempre entiendo la relación, pero sin duda alguna me ofrece el propósito y alegría más profundos, y me lleva a lugares interesantes y emocionantes y a un tipo de vida más audaz. Es una relación de amor y aumenta mi capacidad de amar. Así que trabajo duro en ello, y continúo regresando para renovar mi conexión con Dios a través de la veneración, la oración, la meditación y la concienciación. Durante mi adolescencia, me cuestionaba la fe de la Iglesia de Inglaterra con la que había crecido, lo que inició un viaje que terminó en el lugar en que me encuentro ahora. A medida que exploraba lo que la espiritualidad significaba para mí, me acerqué al cuaquerismo, pero encontré mi camino en el unitarianismo, en parte por su aceptación de LGBT. Sé que hay iglesias y personas dentro de la Iglesia de Inglaterra a favor de LGBT, pero en última instancia no creo que la institución por sí misma lo haga, y algunas de sus decisiones me llevaron a la conclusión de que no podía formar parte de una organización que no reafirmara a las personas LGBT en su totalidad. Respeto mucho a todas aquellas personas que permanecen en la Iglesia y tratan de reformarla desde dentro, pero para mí era fundamental formar parte de una comunidad religiosa que fuera totalmente tolerante. Creo que habría pasado a la Iglesia Unitaria también de no haber sido bisexual. Dios no nos pide que seamos menos de lo que somos, que dejemos partes que nos pertenecen en la puerta de la iglesia o que nos ocultemos en un armario. Dios es el Dios de la verdad y quiere que estemos repletos de vida; y no se puede estar repleto de vida si rechazas o mientes sobre una parte de ti mismo. Así que a cualquier persona que piense que es LGBT le diría que se dedicara a orar y a encontrar a personas que han recorrido ese camino como cristianos LGBT, que puedan escuchar y conectar con personas y conectar con Dios. No hay que ser cauto a la hora de encontrarse con la fe. Hay que dejar salir la verdad. Como líder religioso, siempre he sido honesto sobre mí inclinación. Antes de ser ministro, escribí para revistas unitarias y la gente sabía que era bi. Pero hace cerca de un año en mi sacerdocio, sentí la necesidad de decírselo a la congregación más explícitamente, así que hablé sobre quién soy y cómo me identifico a mí mismo. Fue una experiencia muy positiva, y una persona que no había acudido al servicio y se enteró 31 Modelos a Seguir Cristianos ‘Una simple declaración positiva de sus orientadores religiosos podría suponer una enorme diferencia para alguien que, como yo, puede pensar que Dios le odia a causa de lo que han dicho algunos predicadores.’ Este artículo nos cuenta la historia de una mujer lesbiana que creció en África oriental. Ella ha ganado ya asilo en el Reino Unido y ayuda a otras mujeres lesbianas, que están tratando de hacer lo mismo. manera. Es como una obra de arte o un libro; cada uno lo interpreta de manera ligeramente diferente a los demás. Mi interpretación es que se supone que debemos amar a los demás, no juzgarlos y, desde luego, nunca odiarlos. Así que elijo creer en el bien y elijo ser el bien. He creado mi propia relación con Dios y Su mensaje y me identifico con ello, en vez de con los seres humanos que lo predican. Me crié en una pequeña ciudad africana y nuestro hogar era una mezcla de creencias cristianas y culturales. Para una persona joven, puede resultar confuso saber dónde termina una creencia y comienza la otra. Pero éramos sobre todo cristianos. Con el tiempo, pude venir a Gran Bretaña y buscar asilo. El viaje no fue nada fácil y estuvo lleno de complicaciones, pero por el camino me encontré con muchas personas que no me conocían pero que me abrieron sus brazos y sus hogares. Me enseñaron que ser cristiano va mucho más allá de ir a la iglesia y de lo que se oye en la iglesia. Es cómo te comportas como persona. Y con sus conductas fue con lo que me quedé, más que con los sermones sobre odio que había oído en el pasado. Me ha motivado para intentar vivir como un ejemplo cristiano y para ser parte de la formación de una organización que ayude a otras mujeres lesbianas que llegan al país a buscar asilo y que probablemente sienten lo que yo sentí cuando llegué: que todo el mundo me odiaba. En el país donde nací y me crié es ilegal ser gay y los castigos son muy duros. Así que supe desde muy temprano que al aceptar mi sexualidad y quién soy como persona iba a tener problemas en un entorno religioso. Defender la homofobia era la norma en mi iglesia local y en mi colegio interno católico. Además, los evangelistas del Reino Unido y de los Estados Unidos llenaban estadios para reforzar delante de miles de personas que ser gay es lo peor que existe. Para mí era un acto de malabarismo repetirme a mí misma que Dios me amaba sin que importara quién fuera y tratar de no creer lo que predicaban estas personas, que iría al infierno solo por ser como soy. Puede sonar a tópico, pero creo que las cosas ocurren por algo, y ahora me encuentro en una posición para ayudar a otras personas a las que nunca podría haber ayudado de haberme quedado en África. Me encanta hacer sentir a la gente que hay alguien a su lado, independientemente de lo que digan los demás. Dios tiene un propósito para mí y yo trato de marcar la diferencia a mi manera. Mi pareja y yo fuimos detenidas y encarceladas por nuestra relación. En la cárcel, a los homosexuales se las trataba peor que a los asesinos. Finalmente sucumbí a las doctrinas que había recibido durante tantos años en la iglesia y el colegio y llegué a creer que Dios, de verdad, me odiaba. Y tengo que decir que el sentimiento era mutuo. Me dije a mí misma que si me amaba, no me estarían ocurriendo ninguna de estas cosas. ¿Quién ama a alguien y deja que le ocurran estas cosas? Mi esperanza es poder ver un mayor respaldo positivo y contundente de las personas LGBT por parte de las iglesias. Aunque a algunas iglesias les parece suficiente no hablar de manera negativa sobre las personas gays delante de su congregación, no decir nada es igual de malo en una época en la que personas con influencia, como pastores, reverendos y obispos, se consideran orientadores. Muchas personas luchan por conciliar su religión con su sexualidad y se pasan toda su vida pensando que Dios les odia. Piensan que su sexualidad no puede coexistir con su fe. Una simple declaración positiva de sus orientadores religiosos podría suponer una enorme diferencia para alguien que, como yo, puede pensar que Dios le odia a causa de lo que han dicho algunos predicadores. Durante mucho tiempo mi relación con Dios no fue buena. No podía comprender por qué, si Dios nos habla a través de las personas, los predicadores y los evangelistas arrojaban tanto odio. Pasé por una fase en la que pensaba ‘¿qué sentido tiene?’, porque no había nadie, entre aquellos que se suponía que eran la voz de Dios, que dijera nada bueno o agradable. Pensé ‘¿a quién me puedo dirigir para escuchar a Dios? Si Dios quiere que oiga algo ¿no debería enviar a alguien para hacerme llegar Su palabra? Y si no lo hace, ¿qué sentido tiene todo?’ . Había, y todavía hay, mucho odio de personas que se supone que son cristianas, que se supone que predican la palabra de ‘Ama al prójimo’, pero en lugar de ello lo que predican es ‘Dios te odia’ y ‘Dios odia esto, Dios odia lo otro’. Ha sido difícil para mí ver cómo pueden conciliar el mensaje ‘No juzgues a los demás y deja que sea Dios quien lo haga’ siendo ellos los jueces y el jurado. Sus sermones se centran en un mensaje de la Biblia pero ignoran otros. Esto me resultaba confuso y pensé: ‘si eligen ignorar ciertas partes de las escrituras a favor de otras partes, entonces, ¿qué es lo que debo creer exactamente?’. Desde entonces he aprendido a no escuchar lo que dicen los predicadores populares y los que salen en la televisión. He creado mi propia relación con Dios sobre lo que creo y me centro en el bien de las personas y en su modo de actuar. Para mí, cada uno lee la Biblia a su 33 Modelos a Seguir Cristianos ‘Espero que los cristianos LGBTQ muestren su amor a aquellos que nos odian, porque el amor de Dios puede mover los corazones de nuestros oponentes a través de nuestras oraciones.’ Esta es la historia de un pastor gay de Asia oriental, que aboga por la justicia social. Fundó una iglesia inclusiva, que ahora tiene tres ramas. En el año 2008, mi pastor senior me preguntó si yo era gay. Era la segunda vez que me lo preguntaba; la primera fue cuando me fui a los Estados Unidos. Por aquel entonces le dije que no, pero esta vez admití que sí lo era. Me dijo que dejara la Iglesia Baptista inmediatamente y me ordenó que dijera que se debía a ‘motivos personales’. Encontré a Jesús a los 15 años. Mi familia me reñía por ir a la iglesia. Eso me ponía triste, así que caminaba en silencio a la parada del autobús para poder ir a la iglesia los fines de semana. Pero encontraba consuelo y afecto a medida que iba conociendo a Dios, y descubrí paz y fortaleza al adorarlo. Incluso me apunté al coro, a pesar de no cantar bien. Después se enteró de que existía el grupo cristiano LGBTQ. Me asustó y me dijo que si no lo dejaba hablaría con mi antigua congregación y les contaría a todos que yo era gay. Me negué a dejar el grupo y él hizo lo que había dicho. Los rumores sobre mí eran abundantes, fue horrible. Pero el grupo LGBTQ me apoyaba y al dejar la Iglesia Baptista comencé a formar una iglesia LGBT inclusiva. Dios había cerrado una puerta, pero había abierto otra. A los 16 años, asistí a la Conferencia Internacional de Iglesias Baptistas del Sur. Durante tres días sentí algo que no puedo describir; oía una especie de susurro, Dios me estaba llamando. Me hacía sentir realmente inquieto, pero no paraba. El cuarto día, el pastor pidió al público que se acercara al escenario para ser bendecido en nombre de Jesús, y yo me mantuve allí de pié con lágrimas resbalándome por el rostro. Sentí que me había liberado de mi propia prisión y dejé de rechazar la llamada de Dios. Crear una iglesia inclusiva fue duro. Tenía mucho que aprender sobre la diversidad del amor y sobre grupos minoritarios diferentes. No puedo comprender todo plenamente, pero con paciencia escucho las opiniones de todos para mejorar mis conocimientos sobre nuestras diferencias. Hoy en día contamos con tres grupos y espero que un día abarquemos todo el país. Fue difícil recaudar fondos porque muchos financiadores no respaldan los movimientos religiosos LGBTQ y las iglesias principales han censurado mi conducta por ser el ministro de cristianos LGBTQ. Viví en peligro pensando que las iglesias y las autoridades podrían arrestarme. Cuando terminé la escuela y comencé a pensar en el trabajo, ese mismo pastor bautista se puso en contacto conmigo y me dijo: ‘¿recuerdas lo que pasó hace un año?’ Me preguntó si todavía quería ser pastor. A mí me preocupaba que fuera demasiado difícil y que no tuviera dinero suficiente. Pero entonces un día, mientras caminaba solo, pasó a mi lado un grupo de pájaros. Pensé en el Evangelio de Mateo: ‘mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta, ¿no sois vosotros de mucho más valor que ellas?’ Cuando llegué a casa abrí la Biblia. Las palabras ‘no tengas miedo’ se repetían en mi mente y le pregunté a Dios: ‘¿realmente quieres que sea un pastor? mis padres me dirán que no’. Pero cuando se lo pregunté a mis padres, me dijeron que sí. Me sentí lleno de alegría y trabajé como ayudante del pastor hasta que tuve la edad suficiente para incorporarme al seminario. Sin embargo, dejé de lado sus críticas y mis miedos. Nunca dejaría de ser el ministro que soy, porque todavía existen muchos cristianos LGBTQ que están luchando en sus vidas. Las iglesias y la sociedad condenan su fe y su verdadero ser. He orientado a personas que quieren dejar de lado la vida y suicidarse. Su autoestima se debilita cada vez más y hay cristianos LGBTQ de todo el país que se ponen en contacto conmigo para pedir ayuda. Es una misión difícil, pero espero que otras iglesias vean nuestro ejemplo y lleguen a aceptarnos. Animo a los miembros de mi iglesia a que apoyen a los orfanatos, a las personas mayores, a los trabajadores del sexo y a los padres y madres sin pareja. He visto que la comunidad cristiana LGBTQ está llena de amor por nuestra sociedad y nuestra nación. Siempre que participo en actividades sobre justicia social, veo que muchos cristianos LGBTQ lo hacen también. La Biblia no es la única fuente de fe y nuestras experiencias son igualmente importantes. Mi experiencia es que Dios nos ha bendecido de la misma manera que bendijo a los heteros. Dios nos ofrece elecciones, pero nunca nos dejará, independientemente de lo que elijamos. Dios siempre está aquí con nosotros, sin importar dónde estemos nosotros con Él. Durante mi formación para convertirme en pastor baptista, estudié los problemas de LGBTQ y el cristianismo, pero los textos eran homófobos y no pude encontrar nada que me ayudara a pensar de manera positiva sobre las personas LGBTQ. De todas formas, debido a las enseñanzas que había recibido en la iglesia, pensaba que la homosexualidad era algo malo. Me sentí pecador y culpable y comencé a abandonar la idea de ser pastor. Después conocí a un pastor de mi país que formaba parte de una iglesia inclusiva en los Estados Unidos. Sabía que tenía que hablar con él y que era mi última oportunidad para decidir si podía ser pastor siendo gay. Estaba muy confundido y no había nadie más con quien pudiera hablar. Necesitaba consejos de alguien fuera de mi iglesia. Espero que los cristianos LGBTQ muestren su amor a aquellos que nos odian, porque el amor de Dios puede mover los corazones de nuestros oponentes a través de nuestras oraciones. Estoy orgulloso de lo que nuestra iglesia inclusiva ha conseguido, y doy las gracias a Dios por los ánimos y las bendiciones que me han acompañado durante mi viaje. Cada iglesia tiene sus problemas, pero estos problemas pueden fortalecernos y unirnos. Dios nunca abandonará a sus queridos hijos, sean quienes sean. Conocerle fue una gran afirmación. Se ofreció a ayudar a establecer un grupo cristiano LGBT cuando regresara a casa en unos años, pero yo no podía esperar; había demasiadas personas luchando como yo. Con su ayuda, inicié un pequeño grupo de fraternidad por mi cuenta. Nuestra primera reunión fue en un restaurante de comida rápida. Después de esto, nos reuníamos en mi oficina cuando ya se habían ido los pastores, y más adelante, en la casa de uno de los miembros. Después de todo esto, la iglesia de los Estados Unidos nos ayudó a alquilar un lugar donde reunirnos, nos dieron números de contacto de otros cristianos LGBTQ de mi país, y fuimos creciendo cada vez más. 35 Modelos a Seguir Cristianos ‘Lo que no comprendo es ese deseo que condenar a la gente al infierno o a un lugar de dolor. Me sorprende cómo muchos cristianos hacen esto.’ La reverenda Rachel Mann es cura de una iglesia anglicana, canóniga y poetisa residente en la catedral de Manchester. Habla y escribe de manera prolífica como filósofa, periodista y teóloga sobre la dinámica de los problemas y la fe de LGBT. la manera de volver a ser el hombre que eras cuando naciste’ o ‘tienes que ser convencional en tu sexualidad como una mujer’. Para mi total sorpresa, el Dios que me encontró –y fue Dios quien me encontró– dijo: ‘en realidad, te amo, Rachel, en tu ser más profundo, y te acepto plenamente’. Esto en sí mismo fue aterrador porque no me lo esperaba; yo pensaba que Dios nunca me aceptaría, pero lo hizo. Lo que me llevó a formularme esta pregunta: ‘¿y ahora qué?’ Me pusieron de nombre Nick. Se me asignó el sexo masculino al nacer y crecí como un niño. En muchos aspectos mi infancia fue normal, pero desde muy pequeño me sentía muy incómodo con mi propio cuerpo. Ya con cuatro años sentía que debería haber sido una niña. Mi ropa, mi aspecto y los pronombres que se usaban para describirme no tenían ningún sentido. Yo era demasiado joven para expresarlo, pero la sensación nunca desapareció al hacerme mayor. La cosa empeoró en la adolescencia cuando mi cuerpo se desarrolló. Regresé a la Iglesia de Inglaterra de mi niñez. Necesitaba a los demás a mi alrededor y no podía ser un cristiano yo solo. Me mostré abierto sobre ser trans y encontré un hogar reafirmante en una iglesia evangélica. Creo que me fue más fácil porque era una congregación joven y como música de rock, podía tocar en la banda. Me aceptaron. A medida que mi confianza como mujer crecía, comencé a tratar con mi identidad sexual. Todavía me atraían las mujeres, algo que no gustaba a mi iglesia. Su punto de vista era: ‘Rachel, sí, eres una mujer, pero eso significa que deben ajustarte a nuestro limitado concepto de lo que significa ser una mujer’. Al mismo tiempo sufría las típicas confusiones de adolescente que todos experimentamos. En cuanto a mi sexualidad, me atraían sobre todo las chicas y en general mi aspecto era el de un joven normal, aunque muchas personas han dicho que por entonces mi comportamiento era casi hipermasculino; siempre tenía que ir más lejos que el resto de los chicos para probar lo hombre que era. Recuerdo escuchar un sermón en el que se decía que las personas gays era pecadoras, y para mí era imposible aceptar esta idea con mi forma de entender a Dios. Dios no iba a decir que aceptaba una parte de mí. Dios aceptaba todo mi ser y no había ningún pecado en el hecho de que yo encontrara atractivas a otras personas. Así que aquello me hizo dejar la iglesia y explorar un enfoque más amplio de la teología. Nuestro hogar era el típico de la Gran Bretaña de la década de 1970. No íbamos a la iglesia cada domingo, pero sí lo hacíamos para celebrar grandes fiestas. De niño, rezaba todas las noches y pedía una cosa: que me despertara siendo una niña. Ahora parece muy patético. Cuando era adolescente, rechacé a Dios definitivamente porque pensaba que o Dios no existía o era un sádico por haber creado personas como yo. Fui a la universidad con esta furia incómoda y sufrí un momento de crisis después de cumplir los 20 años porque sabía que si no trataba el problema entonces acabaría suicidándome. Por aquella época tenía también problemas bastante graves con las drogas y el alcohol y me automedicaba para ir tirando. A los 22 años me declaré trans y comencé el proceso de transición. Yo entiendo a Dios como una fuerza de energía y amor; un Dios personal y no uno impersonal, que nos llama en fraternidad y no nos mantiene en la oscuridad como niños que reciben cosas bonitas si son obedientes. Se trata de llegar a lo que la Biblia llama ‘la plena estatura de Cristo’, y que como hijos de Dios somos adultos y tenemos que ser responsables. Para mí, Dios no es un apoyo afectivo. Esto tiene que ser cierto, si no estoy usando a Dios para mi propio fin. Cuando hablamos del Dios que amamos, a veces convertimos esto en una imagen sentimental. Jesús nos dijo que Dios no prometió que las cosas saldrían bien, sino que Él estará con nosotros ocurra lo que ocurra. A mí Dios me da mucho más miedo de lo que a veces pensamos. Nos exige cosas y espera que defendamos lo más difícil, que apoyemos a los perseguidos y solitarios y ese es un camino difícil de seguir en un mundo que quiere consuelo. Por aquel entonces no creía en Dios realmente, pero al mismo tiempo parecía que Dios no quería dejarme ir. Y sentía que en este mundo debía de haber algo más, que había una posibilidad. De adolescente me afectó la película La última tentación de Cristo, donde Jesús decía: ‘Dios me ama. Yo sé que Él me ama. Quiero que se detenga’. Me sentía muy identificado con ese sentimiento sobre Dios, que parecía poner sus garras sobre mí para no dejarme ir, pero hasta los 25 años o así no empecé a pensar en la fe. Muchas personas no entienden cómo nosotros, como personas LGBT, tenemos que luchar para encontrar nuestra propia identidad y yo tuve que trabajar muy duro para descubrir lo que significa para mí verme como una mujer y convertirme en una mujer, y después lo que eso significa para mí como ser sexual. Lo que no comprendo es ese deseo que condenar a la gente al infierno o a un lugar de dolor. Me sorprende cómo muchos cristianos hacen esto; para mí es lo contrario de lo que significa Jesús. En Cristo no hay condena. No es asunto de nadie ir por ahí juzgando a los demás. Nuestra labor es amar al prójimo. En mis momentos más difíciles, el Dios que he sentido es un Dios que está ahí conmigo en la oscuridad, compartiendo mi sufrimiento. No es un Dios simpático ni seguro, pero a veces es un Dios que incluso sufre más que yo y que está soportando y compartiendo mi dolor. Hasta que no cumplí 26 años no comprendí bien quién era para ofrecerme a Dios, a este Dios que no me dejaba ir, que siempre estaba presente. Y llegar al punto en que ya no podía resistirme a la oración fue una de las experiencias más terroríficas que he tenido en mi vida. Yo rezaba diciendo: ‘Dios, si estás ahí, entonces soy tuyo’. Estaba muy asustado, porque no sabía qué ocurriría si Dios me decía, bien a través de palabras o sentimientos: ‘estás equivocado, deja de ser una mujer y encuentra Mirando en retrospectiva, si hubiera reprimido mi disforia de género, habría tenido una vida de duda y odio a mí misma, y me habría resultado imposible aceptarme. Solo al enfrentarme cara a cara con esta grieta en mi ser, he podido encontrar a Dios verdaderamente. 37 Modelos a Seguir Cristianos ‘La gente piensan que todas las iglesias son iguales. Es difícil convencerles de que no todas son iguales y que hay pastores que comprenden la llamada de Cristo para aceptar a todo el mundo.’ Esta es la historia de una mujer cristiana de Sudamérica que tiene un hijo gay y asiste a un grupo de apoyo para otros padres de niños LGBT. tienes que continuar apoyándolo y amándolo’. Me dijo que mi hijo podía hablar con él siempre que quisiera, pero también dijo que no debía mencionarlo en la Catequesis. Esto me entristeció porque quería compartirlo con mis hermanos y hermanas de fe. Una noche, en 2012, estaba charlando con mi hijo y de repente me preguntó: ‘¿qué pensarías si te dijera que me gustan los chicos?’. Después de un año, por fin se lo conté a mis amigos más cercanos de la Catequesis, ya que uno de ellos parecía mofarse de las personas gay. Pensé que lo comprenderían, pero se mantuvieron distantes. Si los que me conocían reaccionaban así, me preguntaba qué podría esperar del resto de mis hermanos y hermanas. Pero mi fe nunca flaqueó y mi relación con Dios permaneció sólida. En realidad, no me sorprendió. Ya me había parecido que era cierto. Simplemente confirmó lo que yo ya sabía y él se mostró contento porque no le di demasiada importancia. Tenía 18 años y dijo que de haber sabido que yo lo entendería, me lo habría contado mucho antes. Pero lo que sí sentí fue preocupación, y pensé: ‘¿ahora qué? ¿qué hago ahora? ¿dónde puedo encontrar más información sobre esto? ¿hay alguien que me ayude de verdad a entender qué es la homosexualidad?’. En nuestro grupo de apoyo, la gente habla sobre cómo sus iglesias les han rechazado y por ello generalizan y piensan que todas las iglesias son iguales. Es difícil convencerles de que no todas son iguales y que hay pastores que comprenden la llamada de Cristo para aceptar a todo el mundo. Me uní a un grupo de apoyo que trabaja con madres que descubre que uno de sus hijos es gay, lesbiana, bi o trans. Nos reunimos una vez al mes en cada de la madre de un hombre gay. Nos sentamos en un círculo, damos la bienvenida a las personas que asisten por primera vez y explicamos que se encuentran en un lugar para escuchar y aprender. Algunos de nosotros hablamos de nuestras experiencias y de cómo aceptamos el hecho de tener un hijo o hija gay, lesbiana, bi o trans. Las madres que acuden a la reunión por primera vez pueden contarnos sus experiencias si así lo desean. También es un lugar para que los miembros de la comunidad LGBT aprendan a hablar sobre su orientación sexual con sus padres. Esto es básicamente lo que hacemos. Yo he podido ayudar a otras familias escuchándolas, compartiendo mis experiencias y ofreciéndoles la información que necesitan. Existe la oportunidad de ayudar a las familias en estas situaciones. Algunos padres de hijos gay pueden sentir vergüenza al principio, y a los padres y madres de hijos trans les puede resultar difícil comprender que tienen una hija en vez de un hijo, o viceversa. Al final, nos acercamos a ellos con la idea de que si nosotros, sus padres, no les damos amor y aceptación, ¿de dónde lo recibirán? Hay una serie de cosas que me dan esperanza. Las sociedades son cada vez más avanzadas y están cada vez más informadas, pasando de la ignorancia al conocimiento y de aquí a la tolerancia para llegar a la aceptación, respeto y, finalmente, reconocimiento. Los miembros de alto perfil de la comunidad LGBT que son activos en los sectores políticos, sociales, artísticos, académicos y deportivos están ayudando para que esto ocurra. Cada vez son más los pastores y líderes religiosos que difunden un mensaje de aceptación, incluido el papa Francisco, que dijo que quién era él para juzgar. A mí me enseñaron que ‘Dios ama al pecador pero odia el pecado’ y que era mejor alejarse de las personas LGBT, así que nunca pensé que me integraría con ellas. Pero me resulto bastante fácil aceptar que mi hijo era gay, al igual que hizo mi segundo marido y mi hijo más pequeño. Busqué la ayuda de un cura, un párroco, un psicoterapeuta y una prima que es lesbiana, y todos ellos me ayudaron. Siempre hemos tenido una buena relación madre-hijo y desde que sé que es gay, nuestra relación es incluso más estrecha. Valoro el hecho de que fuera capaz de confiar en mí, y ahora estoy más abierta a contarle cosas que me ocurrieron cuando yo era adolescente y a hablar de mi vida emocional. Siempre he sido una madre cordial, afectuosa y cariñosa, y eso nunca va a cambiar. Como familia, hemos hablado de qué podemos hacer para ayudarle, como aceptar a sus amigos, interesarnos por su vida, asistir a marchas y a reuniones que promuevan los derechos de LGBT. El poder de la oración, el trabajo del Espíritu Santo y el apoyo de las organizaciones como a la que pertenezco pueden cambiar los corazones. Cuando la gente dice que ser un miembro de la comunidad LGBT es incompatible con ser cristiano, les digo que el cristianismo se basa en el amor, pero que la homofobia, la bifobia y la transfobia se basan en el odio. Y lo que es incompatible es el amor y el odio. Pero para su padre (mi primer marido) ha sido muy difícil, ya que piensa que ser gay es una enfermedad mental que necesita tratamiento y cura. Se niega a aceptar que su hijo es gay y lo niega. A veces incluso llega a amenazar con no pagar sus estudios universitarios. Mi marido y yo formamos parte de la Catequesis familiar de nuestra parroquia. La idea de hablar con el pastor sobre mi hijo me pareció bastante abrumadora, ya que me preocupaba que me dijera que debía dejar la parroquia. Cuando finalmente se lo dije, me hizo las preguntas siguientes: ‘¿cómo se comporta en casa? ¿cómo es como hermano, hijo, nieto y estudiante?’. Cuando le contesté, dijo: ‘tú eres su madre, 39 Modelos a Seguir Cristianos ‘Para la Iglesia somos “demasiado gay”, y para los gays, estamos “demasiado metidos en la Iglesia”.’ La reverenda Judith Kotzé se convirtió en una de las primeras ministras de la Iglesia Reformada Neerlandesa en Sudáfrica a los 26 años. Es directora de Inclusive and Affirming Ministries, Sudáfrica. tu cuerpo y sexualidad como un regalo de Dios y honrar a Dios a través de todo ello. No se nos creó para estar solos. He visto personas que han tenido que dividirse a sí mismas cuando se les ha dicho que pueden ser o cristianas o gay, pero no las dos cosas. Si la gente se queda en el armario, se genera una homofobia asimilada que es muy dañina. Otras personas actúan de manera contraria; he visto a personas cristianas LGBTI salir del armario de la sexualidad pero entrar en el de la fe, negando esa parte de sí mismos porque ven la religión y las instituciones de la fe como sus enemigos. Podemos quedar atrapados en el medio: para la Iglesia somos ‘demasiado gay’, y para los gays, estamos ‘demasiado metidos en la Iglesia’. La aceptación de las comunidades religiosas y las comunidades LGBTI debe funcionar en ambos sentidos. Tengo una hermana gemela. Sentí la llamada de Dios muy temprano, a los 6 años. En mi familia, en los últimos 200 años, siempre ha habido ministros. Cuando terminamos el colegio, mi hermana sintió también la llamada. Al crecer, yo no sabía que era lesbiana. Ya tenía bastante con centrarme en la llamada de Dios, porque por aquel entonces no había mujeres ministras en la Iglesia Reformada Neerlandesa. Durante mi etapa universitaria, la atracción salió a la luz, pero no supe qué hacer con ella. Me asustaba, porque pensaba que si era gay no podría seguir la llamada. Recé cada día para que Dios me concediera el regalo del celibato. He aprendido a ser cuidadosa cuando viajo con las comunidades de fe, porque cuando hablas de los problemas homosexuales, la gente se muestra realmente en contra. Es algo que prende fuego muy rápido. Sé lo que es intentar trabajar con personas que no lo comprenden y me ha hecho daño ver a personas rezando para que yo me ‘curara’, o rechazar el sacerdocio de IAM o a mí misma ‘en nombre de Dios’. Es ir en contra de una tradición de miles de años. En el año 1995 me cualifiqué como ministra. La Iglesia había abierto las puertas a las mujeres para que formaran parte del clero, pero muy pocas congregaciones nos llamaban para ser sus ministras, así que me uní a un sacerdocio especializado, como hicieron muchas otras. Por aquella época me involucré también con Inclusive and Affirming Ministries (IAM) y comencé a conocer a personas que habían integrado su sexualidad con su espiritualidad. Me he dado cuenta de que es mejor hablar sobre igualdad y nuestra experiencia de desigualdad. Este viaje es como dar un paso lento cada vez. A nivel mundial, me preocupa en qué lugar nos encontramos, porque en cuestión de derechos, vamos perdiendo terreno. No solo sufrirán las personas LGBTI, sino que los derechos humanos a mayor escala también se resentirán. Los cristianos fundamentalistas se han puesto en contacto desde América hasta África y sus alianzas están funcionando en nuestra contra. Así que nosotros estamos formando alianzas para contrarrestar esto y encontrar una base común en los valores familiares que compartimos. En 1998, mi hermana gemela inició una relación con una mujer y dijo a nuestra familia que era gay. Fue muy difícil para nuestros padres, y al ver su reacción pensé que yo jamás podría contárselo. Fue tan traumático que mi hermana y yo pensamos que lo mejor sería no decir nada. Pero un año después me enamoré. Incluso a los 30 años era muy ingenua y me abrumaba la idea de pensar que mi antiguo celibato y sexualidad se despertaran. Y pensaba que si mantenías relaciones sexuales con alguien significaba que te casarías con esa persona, así que pensaba que estaba ya comprometida para el resto de mi vida. En un plazo de tres meses explotó por completo. Pero yo sentí que había recibido la respuesta de que mi camino no tenía que ser el celibato y, a medida que me involucré más y más en IAM, me iba pareciendo más fácil integrar mi sexualidad y espiritualidad. Empecé a hacer las paces con la afirmación de mi llamada. Si no hubiera tenido los modelos de conducta que me han dado fuerza en mi viaje, no habría sobrevivido. El arzobispo Desmond Tutu y Thabo Makgoba, el actual arzobispo de Ciudad del Cabo, me dan esperanza. Cuando Makgoba habló en contra de las leyes antigay en Nigeria y Uganda, fue como contar con un cristiano importante heterosexual diciendo: como simpatizante, estoy de vuestra parte. Él es un ejemplo para otros. Conocí a la mujer que es hoy en día mi pareja en el año 2000 y nos casamos en 2007, poco después de que se aprobara la ley sobre unión civil en Sudáfrica. Hasta un mes antes, no sabía si mis padres acudirían a la boda. Pero al final lo hicieron y fue un acontecimiento realmente importante, no solo para mí sino para ellos también. Fue un punto de inflexión, pero llevó años. En 2011, mi madre falleció, así que fue un alivio saber que no habíamos abandonado aquel viaje porque cuando murió, ya estábamos en el otro lado. Esta es la realidad de lo largo que puede ser este viaje, incluso con personas que has conocido toda tu vida. Fueron diez años, pero lo conseguimos. Y me siento muy agradecida por tener una pareja para toda la vida. Encontrar una base común es importante. Luchamos juntos contra el VIH e hicimos que fuera seguro hablar de sexualidad. Entonces, de manera sensible, compartimos las experiencias de las personas LGBTI. Cuentas con un punto de partida y muchos pueden unirse a ti a partir de ahí. Incluso si nuestra forma de interpretar a Dios o la Biblia es diferente, ofrece la oportunidad de luchar juntos. Ahora soy más compasiva porque he aprendido a ser compasiva conmigo misma, perdonarme por todas las ansiedades y miedos y por lo que me hice a mí misma por tener tanto miedo. He aprendido que puedo hacer que mis oponentes entiendan y estén dispuestos a participar. He aprendido a no ser tan sensible, como cuando no soportaba la presencia de homófobos. Como ministra, caso a personas del mismo sexo y cada vez que me encuentro en esa posición tan privilegiada de solemnizar una unión, veo que es un rito de iniciación no solo para la pareja, sino para toda su familia. En IAM leemos textos considerados antigay y los interpretamos desde un punto de vista literal y contextual. La orientación sexual no es algo de lo que la Biblia fuera testigo; no era parte del contexto. Pero al ser algo que vemos hoy en día, podemos traducirla en línea con lo que inspira Dios, que es no dañar al prójimo, ser fiel, ser responsable, tratar 41 Modelos a Seguir Cristianos ‘Y va en contra de la Biblia y del cristianismo cerrar la puerta de la fraternidad a cualquier persona en base a su orientación sexual o identidad de género.’ Este artículo es del fundador y pastor senior de una iglesia comunitaria inclusiva de África oriental. También educa a la comunidad en general sobre la aceptación de las personas LGBTI. nunca habla sobre dos personas amándose cuando se encuentran en una relación del mismo sexo. La gente interpreta la sexualidad como si se tratara de algo de mayor importancia. Hemos hecho algunos estudios y análisis en torno a lo que dice la Biblia (y lo que no dice) sobre la homosexualidad, incluidos aquellos pasajes a los que hace referencia la gente cuando dice que ‘ser gay es un gran pecado’. También hemos creado algunos recursos sobre los problemas de LGBTI y la fe. Nuestro objetivo es educar a las personas y erradicar la ignorancia en torno a las cuestiones de la orientación sexual, para que no sea vista como un pecado, o que hay algún tipo de demonio que hace que una persona sea gay. Somos una pequeña congregación de unas 50 personas, algunas de ellas lesbianas, gays, bisexuales, trans o intersex (LGBTI). Es una iglesia con las puertas abiertas, las mentes abiertas y los corazones abiertos. No discriminados a nadie en base a su orientación sexual ni identidad de género. La misión de nuestra iglesia es llegar a las personas por medio de la orientación y enseñando la aceptación, al igual que hizo Cristo. Esperamos llegar a todo el mundo, sin discriminación. He trabajado con familias de todo el país para ayudarlas a que no destierren a un hijo o hija LGBTI fuera de la familia. A menudo comenzamos con las madres, en sesiones individuales, y hablamos de los problemas de la fe, la sexualidad y la naturaleza de la orientación sexual y les damos algo de información. Hemos orientado a padres, amigos, primos y también a hermanos, para que comprendan y reduzcan su ignorancia, y poder educarles así en esta cuestión. Y hemos ayudado a algunas personas LGBTI a aceptar que son como son. Cuando estaba en el instituto y la universidad, vi cómo se perseguía a las personas LGBTI y cómo sufrían verdaderamente. Algunas de estas personas eran amigos míos. Cuando comencé a enseñar y a trabajar como orientador, me encontré con cada vez más casos de discriminación contra personas LGBTI. Descubrí que algunas de ellas incluso habían intentado suicidarse. Así que cuando comencé a ser ministro y a predicar, sabía que eran esas las personas con las que necesitaba trabajar. Llegamos más allá y hablamos también con las iglesias, porque también son familias. Hemos ayudado a figuras religiosas a aprender cosas que no sabían sobre las personas LGBTI. Todo esto ha ayudado a reducir de alguna manera todo el odio, la discriminación y el aislamiento de las personas LGBTI dentro de la iglesia y la familia en nuestra comunidad. En la escuela de Teología no aprendí mucho sobre cómo ayudar a las personas LGBTI porque el currículo era muy homófobo, así que comencé a desarrollar mi propio punto de vista y conocí a personas que tenían experiencia en el trabajo con programas para personas LGBTI. Después sentí la llamada. Dios me habló y me dijo que tenía que ayudar a estas personas con un mensaje de amor, para contrarrestar el mensaje de censura que recibían de otras personas. Así que fundé el sacerdocio, empezando desde mi casa. Muchos no están de acuerdo con nosotros y dicen que estamos engañando a la gente, pero hemos conseguido dialogar con algunas personas que se muestran más abiertas para tratar de comprender que la sexualidad y la fe son cosas que pueden coexistir. No ha sido fácil pero eso no nos ha detenido para seguir adelante y hacer el trabajo que Dios nos dijo que hiciéramos, a mí y a mi sacerdocio. Es una realidad que en todas las sociedades y culturas existen personas LGBTI. Y va en contra de la Biblia y del cristianismo cerrar la puerta de la fraternidad a cualquier persona en base a su orientación sexual o identidad de género. La fraternidad debería permitir la comunión de todos con Dios, alabar a Dios siendo como son, sin que importe quiénes son. La Biblia dice muy claramente que no debemos juzgar a los demás, y sabemos que el propio Jesús no discriminaría a nadie; Jesús vino para todos. He visto de primera mano como la exclusión de personas LGBTI del cristianismo hace que odien la Iglesia; las destruye espiritualmente y las distancia del Dios que amamos. Estas personas necesitan nuestro apoyo, inclusión y orientación espiritual. Debemos seguir el ejemplo de Cristo llegando a aquellos que están marginados, a las personas que otras personas no quieren mirar y de las que no quieren saber nada. Así que la puerta de nuestra iglesia está abierta a todos. Todavía hay personas que tienen una opinión distinta, que no aceptan a otras personas y eso es algo que continuará así durante algún tiempo. El futuro todavía no está claro, pero el porcentaje de personas que aceptan a LGBTI irá aumentando poco a poco, por medio de la concienciación educativa, la lectura, el desenmascaramiento y quizá incluso por medio de nuestro trabajo. A través de nuestra orientación e interacciones, somos sacerdocios vivos y continuamos en marcha, intentando enseñar a las personas el amor de nuestro Señor Jesucristo. Se sea LGBTI o no, todos nosotros somos hijos de Dios. Ser LGBTI no afecta a tu relación con Dios, pero conciliar la fe y la sexualidad en la sociedad no ha sido fácil, sobre todo en África. He visto violencia espiritual y física. La homofobia en África data de la época en la que llegaron los misioneros, con su interpretación de la Biblia. Pero si lees la Biblia y analizas sus primeras traducciones, te das cuenta de que incluso la palabra homosexualidad es una nueva invención. La Biblia no habla de orientación sexual. La gente habla sobre los actos de las ciudades de Sodoma y Gomorra en el libro del Génesis, pero 43 Modelos a Seguir Cristianos ‘La gente me pregunta cómo llevo mi fe y mi orientación sexual. Personalmente, para mí nunca ha habido conflicto alguno.’ André Musskopf es un teólogo brasileño. Luterano de toda la vida, escribe muchos artículos sobre la dinámica de la orientación sexual, la identidad de género y la fe. Es profesor de Teología en la Escuela de Teología Luterana de São Leopoldo, Brasil, y es miembro de la ‘Global Interfaith Network’ (Red Interconfesional Mundial). vidas y nuestra fe de la mejor manera que podamos. La verdadera cuestión es cómo podemos leer la Biblia en serio, con honestidad y en relación a las experiencias en nuestra vida, nuestras necesidades, deseos y esperanzas. No solo para nosotros mismos, sino para toda la humanidad. La gente me pregunta cómo llevo mi fe y mi orientación sexual. Personalmente, para mí nunca ha habido conflicto alguno. El problema no era mi fe y mi sexualidad y la forma de relacionarse la una con la otra; el problema surgió cuando tuve que enfrentarme a instituciones, especialmente la Iglesia, porque mi forma de entender mi sexualidad y mi fe se cuestionaba. A veces ha sido un viaje muy largo tratar de sobrevivir en esas situaciones. Los debates sobre la fe, la orientación sexual y la identidad de género a menudo asumen que hay algo que debe conciliarse, que estas partes de nuestras vidas son independientes. No creo que debamos conciliar nuestra fe y nuestra sexualidad, sino que, como cristianos LGBT, necesitamos cicatrizar la herida, porque la gente nos ha lastimado. Elegí estudiar Teología porque sentí el compromiso y la llamada para ser un pastor. Cuando finalicé mis estudios, seguí el proceso para ser ordenado sacerdote, pero al final no funcionó. Nunca me dijeron en realidad por qué no se me ordenaría, pero simplemente no ocurriría. Yo no entendía qué estaba pasando. No hay ningún documento, ninguna decisión, no hay nada que diga que se me negó la ordenación. Por aquella época no era gay abiertamente, pero todo el mundo lo sabía; estaba a punto de publicarse mi primer libro sobre teología gay. Fue un periodo largo y doloroso que duró meses, porque la institución se basó en la idea de que si continuaba ignorándome, acabaría por irme. Creo que la religión podría desempeñar un papel verdaderamente importante para superar la homofobia, la bifobia, la transfobia y las violaciones de los derechos humanos de las personas LGBT; podría transformar la situación de las personas LGBT de distintas partes del mundo. Debemos cambiar el modo de hablar sobre la diversidad sexual y de género en relación a la fe. No veo ningún argumento teológico que diga que una relación sexual entre dos hombres o entre dos mujeres, o entre una persona trans y otra persona, sea en sí pecaminoso, siempre que estas prácticas no deshumanicen ni debiliten a las personas involucradas. La homofobia, la bifobia y la transfobia, por otro lado, deshumanizan a las personas, y van en contra de la voluntad de Dios de hacer sufrir al prójimo solo debido a la forma de entenderse uno mismo como ser humano. Me sentía muy solo y tuve que encontrar otro trabajo, porque me había preparado para ir a una parroquia y de repente eso ya no iba a ocurrir. Todo mi futuro cambió. Emocionalmente, no podía comprender por qué se me castigaba ni cuál era el motivo. Fue muy, muy doloroso. Incluso pensé en suicidarme. Conseguí un trabajo, me tomé algo de tiempo libre y después decidí realizar un máster. Escribí una tesis sobre la ordenación de las personas gay, que se convirtió en mi segundo libro. Fue mi manera de tratar con la experiencia y explicarme el problema a mí mismo, a la Iglesia y a otras personas Como teólogo de liberación latinoamericano, busco maneras de leer la Biblia en su contexto. La cuestión para mí no es lo que la Biblia dice sobre la homosexualidad, sino cómo encontramos significado sobre nuestras experiencias LGBT cuando leemos la Biblia. Si comparo esos textos que supuestamente condenan la homosexualidad con mi propia experiencia, cuestiono no solo el texto sino la manera en que se ha leído e interpretado a lo largo de la historia. No hace referencia a nuestra experiencia como personas LGBT hoy en día; hace referencia a un contexto completamente diferente. Hace poco algunas personas homosexuales fueron asesinadas en Brasil. Es importante que la gente opine sobre actos de este tipo y los condene. Hay muchos simpatizantes que entienden que la discriminación hacia nosotros no es solo un problema de las personas LGBT, sino un problema de toda la humanidad. Se trata de cómo nos relacionamos los unos con los otros y cómo vamos a vivir juntos. El papel de los simpatizantes es fundamental, porque amplían el movimiento por la igualdad y la aceptación y amplían el número de compañeros para el diálogo. Lo que espero, y por lo que trabajo, es que llegue un momento en el que nos respetemos, amemos y preocupemos los unos por los otros. Todavía hay mucho por hacer y espero ahora mismo que este movimiento en la sociedad civil, en el gobierno y en los estudios académicos crezca con mayor fuerza y profundidad, de forma que podamos superar los obstáculos que vayamos encontrando. Solo por poner un ejemplo: a las personas les gusta pensar que Sodoma y Gomorra se destruyeron a causa de la homosexualidad, pero yo no veo la experiencia de hombres gays reuniéndose en bandas y yendo por ahí abusando y violando a otros hombres, que es lo que ocurre en la narrativa si quieres comprenderla desde el punto de vista de hombres practicando sexo con otros hombres. Eso no es lo que hacemos, no es lo que entendemos como homosexualidad. Así que tratamos estos textos y también tratamos de encontrar el significado en otros textos, por ejemplo, cómo la historia de David y Jonatán, dos hombres que se amaban, puede ayudarnos como personas LGBT a vivir nuestras 45 Modelos a Seguir Cristianos recursos de stonewall Engaging the UK Government: A Guide for LGBT Activists Worldwide Esta guía ayuda a las personas LGBT y sus aliados para acceder a la ayuda del Gobierno del Reino Unido en el extranjero. Engaging the UK Government: A Guide for LGBT Activists Worldwide está disponible para descargar en Inglés, Francés y Español. http://www.stonewall.org.uk/our-work/international/international-resources Working with Faith Communities Una guía del Reino Unido para las escuelas religiosas y escuelas con grandes comunidades de fe, que ofrece consejos prácticos y ejemplos de la lucha contra el bullying homofóbico en un contexto religioso. http://www.stonewall.org.uk/sites/default/files/working_with_faith_communities.pdf Love thy Neighbour La investigación sobre las actitudes de las personas de fe en el Reino Unido a la homosexualidad (realizada en 2008). http://www.stonewall.org.uk/sites/default/files/Love_Thy_Neighbour__2008_.pdf Religion and Sexual Orientiation: How to Manage Relations in the Workplace Guía para la igualdad y diversidad administradores en la gestión de los problemas entre las personas de fe y de lesbianas, gays y bisexuales. http://www.stonewall.org.uk/sites/default/files/religion_and_sexual_orientation.pdf otros enlaces de interés Más información sobre el trabajo de Stonewall Internacional http://www.stonewall.org.uk/our-work/international-work-1 ILGA – the International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association es la federación mundial de organizaciones nacionales y locales dedicados a lograr la igualdad de derechos para las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTI). http://ilga.org Inclusive and Affirming Ministries (IAM) tiene una visión de las comunidades de fe en África que son acogedores y positivos; en el que las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTI) puedan participar plenamente y ser reforzado en su identidad espiritual, psicológica y sexual como humanos. http://www.iam.org.za/about-iam/mission/ The European Forum of Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender Christian Groups es una asociación ecuménica de los grupos LGBT cristianas de Europa. http://www.euroforumlgbtchristians.eu/index.php/en/ Metropolitan Community Churches es una denominación inclusiva con una red de 172 iglesias afiliadas en todo el mundo. Su página web contiene una amplia (pero no exhaustiva) base de datos de datos de contacto de las iglesias inclusivas en todas las regiones del mundo. http://mccchurch.org/overview/ourchurches/find-a-church/ ‘Pero sé que Dios me escucha donde quiera que yo esté y donde quiera que Él esté. Si Él no me amara o no le gustara mi sexualidad, no me habría creado.’ ‘Cuando la gente odia o rechaza a las personas LGBT, eso afecta a la persona que siente el odio.’ ‘Una simple declaración positiva de sus orientadores religiosos podría suponer una enorme diferencia para alguien que, como yo, puede pensar que Dios le odia a causa de lo que han dicho algunos predicadores.’ ‘Tenía 17 años cuando por fin lo acepté. Ocurrió durante un momento de oración y, de alguna manera, fue en realidad Dios quién me lo hizo ver.’ ‘Y va en contra de la Biblia y del cristianismo cerrar la puerta de la fraternidad a cualquier persona en base a su orientación sexual o identidad de género.’ MODELOS A SEGUIR CRISTIANOS PARA LA IGUALDAD DE LGBT Las entrevistas de Richard Cooper Producida por Richard Cooper & Kit Dorey Editada por Jasmine O’Connor & Rachel Cohen Diseñada por Alex Long Publicada por Stonewall Stonewall, Tower Building, York Road, London, SE1 7NX international@stonewall.org.uk www.stonewall.org.uk Registrado Número Caridad 1101255 modelos a seguir cristianos PARA LA IGUALDAD DE LGBT