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FE ISSN 1688–2105 2 AÑO R M EDA DE C IN F E CIO S AS TE S DR A D E EN 6 NÚMERO 2006 VOLUMEN CARTA Infectológica CÁ CONTENIDO Carta Infectológica Infección urinaria en paciente sondado. Dr. Jorge Facal 27 Prostatitis. Dr. Jorge Facal 30 Tratamiento de enfermedades inducidas por virus herpes simple en infectados por el VIH Dra. Marcela Zurmendi 35 ¿Debe hacerse el tratamiento etiológico de la leptospirosis? Dr. Julio Medina, Dra. Graciela Pérez Sartori 37 Histoplasmosis diseminada. Dra. Graciela Pérez Sartori 39 Coinfección VIH–VHC. Dra. Susana Cabrera 41 Eventos en Infectología 44 © Cátedra de Enfermedades Infecciosas Montevideo, setiembre 2006 Editorial | Prof. Dr. Eduardo Savio Larriera Bienvenidos a esta nueva edición de la Carta Infectológica, en la que abordamos problemas muy diversos dentro de la especialidad. Retomamos en este número la segunda y última parte parte del artículo del Doctor Jorge Facal sobre infecciones urinarias, línea temática a la que asignamos especial importancia por su frecuencia y por la diversidad de criterios en su manejo. Analiza en el primer capítulo la infección en el paciente con catéter urinario, y en el segundo la prostatitis. El tratamiento de la leptospirosis siempre fue controversial y no está resuelta la discusión sobre la precisa indicación de antibióticos en el tratamiento de la misma, el potencial beneficio y el momento más oportuno. Los Doctores Medina y Pérez Sartori revisan ese tema y transmiten las decisiones que, en ese sentido, hemos tomado como Cátedra respecto a las directivas terapéuticas. Se presenta una actualización sobre la coinfección por los virus de hepatitis C y el VIH, situación especialmente compleja por sus aspectos pronósticos, de manejo clínico y de decisiones terapéuticas, tratándose de una coinfección con un alto impacto además en lo que hace a morbimortalidad y a factores epidemiológicos. Dentro de las enfermedades vinculadas al VIH; se presenta también un caso de histoplasmosis diseminada, y la Doctora Zurmendi hace una revisión terapéutica sobre las infecciones por herpes simple virus. Finalizando la Carta, se informa sobre el Día del Infectólogo celebrado en julio pasado, con la participación de la Sra. Ministra de Salud Pública, Dra. Maria Julia Muñoz, y la del Director General de Servicios Ganaderos, Dr. Francisco Mussio, quienes se refirieron en un acto académico a los niveles de alerta en la vigente amenaza de pandemia de influenza que podría surgir quizás a punto de partida de los focos de influenza aviar extendidos por el mundo en los últimos 3 años. Anunciamos que en noviembre de 2006, nuestro sitio web, rediseñado, actualizado y con nuevas secciones, se traslada y podrá ser consultado en: http://www.infectologia.edu.uy EQUIPO DOCENTE Dr. Eduardo Savio Larriera | Profesor Director. Dra. Alicia Cardozo | Profesora Agregada. Dra. Olga Hernández | Profesora Agregada. Dra. Mariela Vacarezza | Profesora Adjunta. Dra. Susana Cabrera | Docente Hon. Calificada. Dr. Julio Medina | Asistente. Dra. Graciela Pérez | Asistente. Dra. Marcela Zurmendi | Asistente. Sra. Valeria Tejera | Secretaría Administrativa AS TE C IN F E CIO S Infección urinaria en paciente sondado CÁ Dr. Jorge Facal Profesor Agregado de la Clínica Médica «1». Hospital Maciel. INTRODUCCIÓN Las infecciones urinarias en pacientes con sonda vesical constituyen una de las infecciones hospitalarias más frecuentes (alrededor del 40% de todas las infecciones nosocomiales). La mayoría de las UTI intrahospitalarias se encuentran vinculadas a cateterización vesical. Son una de las causas más frecuentes de bacteriemia a bacilos gramnegativos a nivel hospitalario. Por estos motivos, determinan un importante aumento de costos y morbimortalidad. De los pacientes hospitalizados que son sometidos a cateterismo vesical por indicaciones varias (obstrucción funcional o anatómica del tracto urinario bajo, control de diuresis, etc.), 10 a 15% presentará bacteriuria asintomática, con un riesgo estimado de infección entre 3 y 5% por día de cateterización. A su vez, los pacientes sondados son habitualmente de mayor edad, presentan comorbilidades, mal terreno, han recibido tratamientos antibióticos previos (por infección urinaria u otras) por lo que constituyen un importante reservorio de microorganismos multirresistentes, fácilmente transmisibles a otros pacientes y que pueden determinar infecciones de muy difícil tratamiento. Por estos motivos, las UTI en pacientes sondados plantean un problema clínico y terapéutico de gran importancia. ETIOLOGÍA Los agentes causales proceden de la propia flora entérica del paciente, modificada con frecuencia por la presión selectiva de antibióticos utilizados con anterioridad, o de la flora ambiental exógena, que son transportados por las manos del personal de salud (durante las distintos procedimientos que involucran el contacto con la sonda vesical). Las infecciones son con frecuencia polimicrobianas, sobre todo en pacientes con cateterismo prolongado. En estos casos, disminuye la frecuencia de E. coli mientras que predominan otros bacilos gramnegativos como Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella pneumoniae, Proteus, etc., y grampositivos como Enterococcus faecalis, con altas tasas de resistencia a distintos antibióticos. Con menor frecuencia pueden ser responsables otros microorganismos, como las demás enterobacterias (Enterobacter, Serratia, Providencia, Morganella) y bacilos gramnegativos no fermentadores (Stenotrophomonas, Acinetobacter, Bur– kholderia), que se observan sobre todo en casos de sondaje prolongado (mayor a 30 días); mientras que mucho menor frecuencia se encuentran como agentes patógenos a S. aureus, Corynebacterium urealyticum y levaduras como Candidas. Se debe señalar que se aíslan candidas con frecuencia en la orina de pacientes hospitalizados con cateterismo vesical, sobre todo en áreas de cuidado intensivo, con tratamiento antibiótico múltiple, con diabetes mellitus como comorbilidad. Candida albicans es aún el aislamiento más frecuente aunque se encuentran con mayor frecuencias otras especies como C. glabrata y otras Candidas no albicans. La mayoría de los casos corresponden sólo a una colonización. Sin embargo, en algunos pacientes, sobre todo los inmunodeprimidos, pueden ser patógenos y ser origen para una diseminación hematógena (candidemia). PATOGENIA La existencia de un catéter transuretral rompe las barreras defensivas, distiende la uretra e impide el vaciado completo de la vejiga, permitiendo la proliferación de microorganismos en la orina residual, de tal forma que pequeños inóculos bacterianos proliferan rápidamente a niveles que exceden las 100.000 UFC/mL. Por otra parte, el material extraño del catéter favorece la respuesta inflamatoria y facilita la adherencia de los bacilos gramnegativos a las células uroteliales. Los microorganismos pueden alcanzar la vejiga urinaria a través de 3 mecanismos: – Durante la inserción del catéter, lo que sucede en pacientes hospitalizados de edad avanzada, que presentan colonización de la uretra distal. – A través de la luz de la sonda, ya sea por ruptura del circuito cerrado a nivel de las conexiones o bien por contaminación de la bolsa colectora a nivel del orificio de vaciado de salida de la orina. – Por vía extraluminal a través de la capa mucosa que se deposita alrededor de la sonda en el meato urinario. Este mecanismo cobra mayor importancia a partir de la primera semana de cateterización. Infección urinaria en paciente sondado | Dr. Jorge Facal R M EDA DE S DR A D E EN FE EPIDEMIOLOGÍA El factor de riesgo más importante para el desarrollo de infección urinaria en el paciente sondado es la duración de la cateterización. Se estima que la prevalencia de bacteriuria en pacientes sondados con circuito cerrado es de 2% a 10% y que prácticamente aún con cuidados óptimos todos los pacientes tendrán bacteriuria a los 30 días del cateterismo. La principal ventaja del sistema cerrado de drenaje urinario es retardar la aparición de la infección urinaria pero no logra la prevención absoluta. La verdadera prevención sería evitar el cateterismo urinario innecesario. Otros factores asociados a la aparición de bacteriuria son: sexo femenino, edad 27 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Infección urinaria en paciente sondado | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 27–29. mayor a 50 años, enfermedades de base como diabetes mellitus e insuficiencia renal, colonización uretral, ausencia de tratamiento antibiótico, mal manejo del catéter con desconexiones del circuito cerrado. No se han establecido los factores de riesgo para el desarrollo de bacteriemia asociada a infección urinaria por catéter. No se ha observado beneficio con el uso de medidas preventivas como: lavados vesicales con antibióticos, aplicación tópica de antibióticos en el meato uretral o instilación de desinfectantes como peróxido de hidrógeno en la bolsa colectora. La indicación de antibióticos por vía sistémica en forma profiláctica puede tener valor cuando la duración del cateterismo se estima en unos pocos días, aunque no se recomienda su uso cuando la sonda permanecerá por períodos extensos. Sin embargo, esta ventaja debe ser balanceada en relación al riesgo de selección de flora resistente, sobre todo si el cateterismo se prolonga más allá de lo esperado. El uso de catéteres recubiertos o impregnados por antisépticos pueden disminuír la incidencia de infecciones urinarias por gramnegativos en pacientes que requieren sondaje de más de 10 días de duración. Se evaluó en un estudio el impacto de la restricción de la indicación de cateterismo en pacientes quirúrgicos, limitándola a aquellos casos de cirugía con duración mayor de 5 horas, pacientes ancianos, con sobrepeso o con incontinencia urinaria. El catéter era retirado durante los 2 primeros días del postoperatorio dependiendo del procedimiento quirúrgico realizado. Esta práctica demostró una disminución de dos tercios en la incidencia de ITU en el posoperatorio de cirugía ortopédica. También se observó una disminución del uso y duración del sondaje vesical así como del uso de antibióticos luego de la intervención. DIAGNÓSTICO El término bacteriuria señala la existencia de colonización de la vía urinaria y se utiliza cuando no hay evidencia clínica, histológica o inmunológica de infección. La importancia de su identificación radica en que puede constituir un precursor de infección. La mayoría de los autores establecen una cifra de 100.000 UFC/mL para establecer el diagnóstico de bacte- riuria, mientras que otros aceptan cifras menores. Se conoce que los pacientes con recuentos más bajos rápidamente progresarán a cifras previamente establecidas, por lo que también tienen un valor predictivo elevado para bacteriuria. Existen algunos pacientes con sonda que presentan piuria y no bacteriuria. Cuando ambas coexisten indican infección de vía urinaria, especialmente en pacientes sondados con infección por bacilos gramnegativos. TRATAMIENTO La mayoría de las bacteriurias en pacientes con cateterismo vesical de corta duración o transitoria son monomicrobianas, cursan en forma asintomática, sin piuria y raramente determinan bacteriemia. Por este motivo, no tienen indicación de tratamiento antibiótico específico y alcanza con el simple retiro de la sonda vesical para solucionar el problema. Sin embargo, en los pacientes que han permanecido con sonda vesical por períodos prolongados, de más de 2 semanas y que presentan bacteriuria asintomática, se recomienda el cambio de la sonda y un tratamiento antibiótico de corta duración; sobre todo en pacientes de alto riesgo como aquellos de edad avanzada, con enfermedad de base o con factores predisponentes para endocarditis. Sin duda, los pacientes con bacteriuria y síntomas como fiebre, dolor lumbar, tenesmo vesical tienen clara indicación de tratamiento antibiótico. Se debe administrar antibioticoterapia empírica por vía parenteral cuando la fiebre es muy elevada o el cuadro clínico orienta a la presencia de bacteriemia. Estos pacientes deben ser valorados en el Servicio de Emergencia donde se practicará urocultivo y hemocultivos, se administra la primera dosis de antibiótico por vía intravenosa y se realiza el cambio de la sonda vesical (si no fuera posible su retiro definitivo). El tratamiento puede continuarse con antibióticos orales y en forma ambulatoria si no existen comorbilidades, elementos de disfunción orgánica múltiple y el paciente permanece estable durante 6 horas después de haber recibido la primera dosis de antibiótico. La elección del antibiótico se debe basar en el conocimiento de la ecología bacteriana propia del centro y del área específica, brindando una amplia cobertura sobre todo en pacientes con cateterización prolongada. La tinción de Gram puede brindar una orientación etiológica y por tanto, constituye una guía terapéutica invalorable. Siempre se aconseja el recambio del catéter urinario una vez iniciado el tratamiento antibiótico ya que existen bacterias adheridas a la superficie de la sonda. Si bien existen existen distintas opciones terapéuticas siempre se debe brindar cobertura antibiótica frente a Pseudomonas aeruginosa y enterococos. Una opción sería la combinación de una cefalosporina con actividad antipseudomónica como ceftazidime (1–2 g i.v. cada 8 horas) o cefepima (1–2 g i.v. cada 12 horas) asociada a ampicilina (1 g i.v. cada 4 horas). Sin embargo, también son válidas otras opciones como piperacilina/tazobactam (4/0,5 g i.v. cada 8 horas) o el imipenem (1 g i.v. cada 8 horas), sobre todo en pacientes hospitalizados en unidades con elevada incidencia de infecciones por Enterobacter o por Klebsiella pneumoniae productoras de betalactamasas. En caso de shock séptico, se puede agregar un aminoglucósido a cualquiera de las pautas recomendadas (amikacina 15 mg/kg/24 horas i.v.). TRATAMIENTO ANTIBIÓTICO EMPÍRICO Ceftazidime 1–2 g i.v. c/8 h o Cefepime 1–2 g i.v. c/12 h + ampicilina 1 g i.v. c/4 h Piperacilina/tazobactam 4–0,5 g i.v. c/8 h o imipenem 1 g i.v. c/8 h Agregar amikacina 15 mg/kg/24 h i.v. si existe shock séptico Una vez conocida la bacteriología y la sensibilidad antibiótica se puede modificar el tratamiento empírico por uno de espectro más limitado. La duración del tratamiento es de 7 días, a no ser que exista evidencia de pielonefritis o prostatitis, en cuyo caso se debe extender por períodos más prolongados de acuerdo a la complicación presente. No existen estudios que validen la eficacia de la profilaxis antibiótica en el recambio de la sonda urinaria. Se ha documentado la presencia de bacteriemia en el 4 a 10% de las manipulaciones. La bacteriemia es habitualmente transitoria y asintomática. Se recomienda la administración de profilaxis antibiótica durante el recambio de la sonda sólo en determinadas circunstancias como: 1) 28 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. GUÍAS PARA EL CUIDADO DE CATÉTER VESICAL – Colocar catéteres en forma aséptica y realizar cuidado y mantenimiento por personal debidamente entrenado. Saint S, Lipsky BA. Preventing catheter related bacteriuria: Should we? Can we? How? Arch Intern Usar catéteres sólo cuando resulta absolutamente necesario y retirar lo antes posible. Med. 1999; 159: 800. – Maki DG, Tambyah PA. Engineering out the risk for infection with urinary catheters. Emerg Infect Utilizar un sistema de drenaje cerrado estéril. No se debe desconectar el catéter ni la tubuladura excepto en caso de obstrucción en que sea necesario realizar un lavado. En estas circunstancias Dis. 2001; 7: 342. – Harding GM, Nicolle L, Ronald AR et al. How long aplicar técnicas de estricta asepsia. should catheter–acquired urinary tract infection Obtener orina para urocultivo a través de aspiración del catéter mediante una aguja calibre 21 in women be treated? A randomized controlled study. Ann Intern Med. 1991; 114: 713. luego de realizar la desinfección del mismo con yodo–povidona. Mantener la bolsa colectora a un nivel inferior a la vejiga, sin obstrucción del flujo y realizar su vaciado a intervalos frecuentes. – Lundstrom T, Sobel J. Nosocomial candiduria: a review. Clin Infect Dis. 2001; 32: 1602. – Abrutyn E, Mossey J, Berlin JA et al. Does Reemplazar la sonda vesical si existe obstrucción o si de demuestra litiasis asymptomatic bacteriuria predict mortality and Se deben realizar lavado de manos del personal que cuida estos pacientes. does antimicrobial treatment reduce mortality Administrar antibióticos profilácticos durante la colocación y remoción de la sonda en pacientes con factores de riesgo para endocarditis bacteriana. pacientes con factores de riesgo de endocarditis, 2) pacientes neutropénicos o inmunodeprimidos, 3) trasplantados renales y 4) diabéticos o pacientes con cirrosis hepática. En estas circunstancias, se realizará un urocultivo unos días antes de la maniobra si el recambio es electivo y se administrará un antibiótico según el resultado del urocultivo y antibiograma, unas horas previo a dicha maniobra. Si no se dispusiera de urocultivo y el paciente no había recibido tratamiento antibiótico previo, puede realizarse un tratamiento con trimetoprim/sulfametoxazol 160/800 mg c/12 horas durante 3 días o mediante monodosis de aminoglucósido. En el caso de factores de riesgo de endocarditis, se seguirán las pautas de profilaxis establecidas en los protocolos correspondientes (ampicilina más gentamicina). El tratamiento de la candiduria constituye un punto de debate. El recambio del catéter es una medida poco eficaz, pero el retiro del mismo se acompaña de erradicación en el 40% de los casos. El tratamiento con fluconazol, de buena eliminación urinaria, está indicado en pacientes con candiduria sintomática y riesgo de infección ascendente, y en aquellos pacientes con candiduria asintomática pero con riesgo de desarrollar enfermedad diseminada como los pacientes neutropénicos, inmunosuprimidos, o pacientes con manipulación de la vía urinaria. La dosis de fluconazol de 200 mg/día durante 7 a 14 días ha demostrado alta eficacia. Este regimen ha sido efectivo para especies de Candida no albicans con susceptibilidad reducida al fluconazol, in elderly ambulatory women? Ann Intern Med. Infección urinaria en paciente sondado | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 27–29. 1994; 120: 827. debido quizás a las altas concentraciones alcanzadas en la orina. En los pacientes más graves, se debe evaluar la posibilidad de pielonefritis y candidemia, y se debe iniciar tratamiento antifúngico sistémico por vía parenteral con fluconazol 6 mg/kg/día o anfotericina B 0,6 mg/kg/ día. Las recaídas son frecuentes en los pacientes a los que no se pudo retirar la sonda, incluso a los que se administra tratamiento antifúngico profiláctico. BIBLIOGRAFÍA – Mensa J. Infección urinaria. En: Protocolos Clínicos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. http://www. seimc.org/protocolos/clinicos/proto4.htm – Stark RP, Maki DG. Bacteriuria in the catheterized patient: what quantitative level o bacteriuria is relevant. N Engl J Med 1984; 311:560–564. – Tambyah PA, Maki DG. The relationship between pyuria and infection in patients with indwelling urinary catheters. A prospective study of 761 patients. Arch Inter Med. 2000; 160:673–677. – Tambyah PA, Maki DG. Catheter associated urinary tract infectios is rarely symptomatic. A prospective study of 1497 catheterised patients. Arch Inter Med. 2000; 160: 678–682. – Rex JH, Walsh TJ, Sobel JD, Filler SG, Pappas PG, Dismukes WE, Edwards JE. Practice guidelines for the treatment of candidiasis. Clin Infect Dis. 2000; 30: 662–678. – Gupta K, Stamm WE. Urinary Tract Infections. ACP Medicine. 2005. Disponible en: http://www.medscape.com/viewarticle/505095 – Warren JW. Catheter–associated urinary tract infections. Internat J Antimicrob Agents. 2001; 17: 299. 29 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. R M EDA DE AS TE C IN F E CIO S DR A D E EN FE S CÁ Prostatitis | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 30–34. Prostatitis Dr. Jorge Facal Profesor Agregado de la Clínica Médica «1». Hospital Maciel. La prostatitis es una enfermedad que afecta a hombres de todas las edades. Se estima que la mitad de los varones pueden sufrir prostatitis a lo largo de su vida. Los estudios epidemiológicos muestran una prevalencia entre 5 y 9% de la población adulta masculina, por lo que constituye un motivo frecuente de consulta a médicos generales y urólogos. El diagnóstico se basa generalmente en la historia clínica y examen físico, pero no existe un examen o resultado de laboratorio que sea definitivo o concluyente. El diagnóstico bacteriológico se alcanza en menos del 10% de los casos. A pesar de esto el tratamiento antibiótico constituye un pilar terapéutico en las distintas formas de prostatitis. CLASIFICACIÓN Se trata de un conjunto heterogéneo de enfermedades que comprometen el parénquima prostático, no siempre infecciosas, algunas de etiopatogenia desconocida, que tienen en común la presencia de síntomas dolorosos, irritativos y obstructivos referidos al tracto genitourinario y periné, acompañados o no de disfunción sexual. Clasificación tradicional (Drach, 1978) Prostatitis bacteriana aguda: Inflamación aguda bacteriana de la glándula prostática. Prostatitis bacteriana crónica: Idem de carácter crónico o ITU recurrente Prostatitis crónica no bacteriana: Trastorno inflamatorio de causa desconocida Prostatodinia: Trastorno no inflamatorio que cursa con dolor pélvico y síndrome miccional (polaquiuria y disuria) Se han elaborado distintas clasificaciones basadas en la evaluación microscópica y microbiológica de distintas muestras prostáticas (secreción prostática y orina postmasaje, biopsia prostática o semen). La clasificación diagnóstica tradicional (Drach 1978) basada en la técnica de localización segmentaria de Meares y Stamey (4 vasos) ha sido desplazada por la clasificación de los Institutos Nacionales de Salud de EUA (NIH) que en conferencias de consenso en 1995 y 1998 establecieron 4 categorías diagnósticas que abarcan los distintos síndromes de prostatitis. La prostatitis es una enfermedad que afecta a hombres de todas las edades. Se estima que la mitad de los varones pueden sufrir prostatitis a lo largo de su vida. Los estudios epidemiológicos muestran una prevalencia entre 5 y 9% de la población adulta masculina, por lo que constituye un motivo frecuente de consulta a médicos generales y urólogos. El diagnóstico se basa generalmente en la historia clínica y examen físico, pero no existe un examen o resultado de laboratorio que sea definitivo o concluyente. El diagnóstico bacteriológico se alcanza en menos del 10% de los casos. A pesar de Clasificación por categorías (National Institutes of Health, 1995) Categoría I: Prostatitis bacteriana aguda Categoría II: Prostatitis bacteriana crónica o recurrente Categoría III: Prostatitis crónica no bacteriana Síndrome doloroso pélvico crónico Categoría IIIA: carácter inflamatorio* Categoría IIB: carácter no inflamatorio Categoría IV: Prostatitis inflamatoria asintomática, demostrada por biopsia o leucocitos en semen * Leucocitos en secreciones prostáticas, semen o F–3 (tercer frasco de orina) >10 por campo o >1000µL esto el tratamiento antibiótico constituye un pilar terapéutico en las distintas formas de prostatitis. Prostatitis aguda (categoría I) Es la infección aguda de la glándula prostática, de fácil diagnóstico clínico, caracterizada por un cuadro febril agudo, con chuchos de frío, decaimiento, mialgias, signos y síntomas de infección del tracto urinario bajo y orinas turbias. La mayoría de los pacientes presentan síntomas irritativos como disuria, polaquiuria, urgencia miccional y/o síntomas obstructivos, comprobándose por tacto rectal una próstata agrandada y dolorosa. Raramente, los pacientes no relatan síntomas locales y se presentan con síntomas inespecíficos o como un cuadro seudogripal. La exploración digital rectal debe realizarse en forma delicada. Se contraindica el masaje prostático ya que puede ser origen de bacteriemia. Es muy importante el diagnóstico y tratamiento temprano de la prostatitis aguda para el control sintomático y para la prevención de complicaciones secundarias como sepsis por gramnegativos, absceso prostático o infección metastásica (ej. osteomielitis). Los agentes etiológicos son los mismos uropatógenos que determinan otro tipo de infecciones urinarias bajas, los bacilos gramnegativos de la flora entérica. Escherichia coli es el microorganismo más frecuente (80% de los casos) seguido de Pseudomonas, Klebsiella, Proteus, Serratia y Enterococcus faecalis (5–10%). Staphylococcus aureus raramente es responsable en casos nosocomiales, mientras que los agentes de uretritis por transmisión sexual (Neisseria gonorrhoeae, Chlamydia trachomatis, etc) pueden causar prostatitis aguda en varones jóvenes. Los mecanismos patogénicos plan- 30 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. ANAMNESIS EXAMEN FÍSICO HEMOCULTIVOS y cultivos de ORINA Tacto rectal Sospecha clínica Considerar si obstrucción urinaria (masaje contraindicado) Sonda vesical Drenaje suprapúbico Prostatitis | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 30–34. Antibióticos intravenosos inmediatos* (48 a 72 horas) No Mejoría Mejoría Antibióticos orales según an- Ecografía transrectal Sin abceso tibiograma (4 semanas) Abceso prostático Seguimiento (1, 3, 6 meses) Drenaje transuretral Drenaje PMF Curación Cronicidad Antibióticos endovenosos (hasta defervescencia) * Tratamientos empíricos recomendados en espera de los resultados del cultivo y teniendo en cuenta la tasa de resistencia teados varían según los antecedentes y el agente causal: reflujo intraprostático de orina infectada, uretritis ascendente, invasión directa por vía hemática o linfática desde el recto y invasión directa luego de manipulación de la vía urinaria o como complicación de una resección transuretral de próstata. Puede existir infección concomitante de la vejiga o epididimitis. Se debe solicitar un urocultivo en todos los hombres con sospecha clínica de prostatitis aguda. Si la tinción de Gram es positiva puede ser utilizada para guiar la terapia inicial. Los hallazgos de laboratorio confirmatorios incluyen la existencia de piuria, urocultivo y ocasionalmente hemocultivos positivos y leucocitosis elevada. El tratamiento antibiótico es inicialmente empírico, basado en los agentes causales más frecuentemente involucrados, optando por los antibióticos que alcanzan una adecuada concentración en el parénquima prostático. Existe, normalmente, una barrera entre el estroma de la próstata y la microcirculación. Como resultado de esto, la llegada de las drogas a la próstata normal, o sin inflamación aguda, ocurre primariamente por difusión pasiva, permitiendo que sólo antibióticos sin unión a proteínas y lipofílicos alcancen adecuados niveles terapéuticos a nivel glandular. Sin embargo, la inten- sa inflamación existente en la prostatitis aguda aumenta la permeabilidad prostática (fenómeno similar a lo que ocurre en las meningitis) y permite asegurar buenas concentraciones del antibiótico en el tejido prostático. Los pacientes con prostatitis aguda se encuentran habitualmente con un cuadro toxiinfeccioso severo, por lo que requieren ingreso hospitalario e inicio de antibióticos por vía endovenosa, dado que en general no toleran la vía oral, y presentan elementos de disfunción orgánica como hipotensión, alteración de conciencia, etc. En el paciente menor de 65 años, sin enfermedad de base ni signos de disfunción orgánica puede tra- Paciente previamente preparado Recogida de orina en cuatro frascos Frasco 1. Frasco 2. Frasco 3. Frasco 4. Muestra uretral Muestra vesical Secreción prostática. Toda Muestra prostática 10 mL iniciales 10 mL chorro medio la secreción obtenida 10 mL después de masaje Masaje prostático Cultivo cuantitativo. Recuento leucocitario. Prueba simplificada Orina premasaje Orina postmasaje 31 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Prostatitis | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 30–34. tarse en domicilio si tolera la vía oral y el entorno social permite asegurar el cumplimiento del tratamiento. En general, se indican antibióticos de amplio espectro a la espera de los resultados de los cultivos. Cuando no se dispone de una tinción de Gram en la orina se debe tratar al paciente como si el agente causal fueran bacilos gramnegativos. En este sentido, son de elección las quinolonas como ciprofloxacina 400 mg i.v. cada 12 horas. Otra opción terapéutica es con cefalosporinas de tercera generación, ceftriaxona 1–2 g i.v. día o cefotaxime 1–2 g i.v. cada 6 a 8 horas asociada a gentamicina 1,7 mg/kg cada 8 horas (dependiendo de la función renal). El tratamiento se adecuará a los resultados de los estudios bacteriológicos (urocultivo y/o hemocultivos), realizando el pasaje a la vía oral a las 48 horas de lograda la apirexia. Se continuará con ciprofloxacina 500 mg cada 12 horas si los estudios de sensibilidad antibiótica son acordes o en forma empírica si no se logran resultados bacteriológicos y la respuesta clínica es favorable. La duración del tratamiento debe ser entre 4 y 6 semanas. La terapia prolongada tiene su indicación en que las bacterias se agrupan en pequeñas microcolonias en la profundidad del tejido prostático, en ocasiones protegidas por microcálculos o biopelícula (slime) o bien por su localización primariamente intracelular por lo que la llegada del antibiótico es difícil. Cuando se dispone de tinción de Gram y evidencia cocos grampositivos en cadenas se piensa habitualmente en enterococos y se inicia tratamiento con ampicilina 2 g i.v. cada 6 horas. Los cocos gram positivos en racimos son debidos en general a Staphylococcus aureus o S. epidermidis y se debe iniciar un tratamiento con cefalosporinas como cefazolina 1 g i.v. cada 8 horas, ceftriaxona 1 g i.v. día o cefotaxime 1 g i.v. cada 6–8 horas, o en los casos de Staphylococcus aureus meticilinorresistente con vancomicina 1 g i.v. cada 12 horas. Cuando existe riesgo de infección por microorganismos multirresistentes (infección adquirida a nivel hospitalario, manipulación urológica reciente, sonda vesical a permanencia o tratamiento antibiótico previo) y/o inestabilidad hemodinámica se recomienda la asociación de antibióticos como por ejemplo: ceftazidima 1–2 g i.v. cada 8 horas con ampicilina 1 g i.v. cada 4 horas o piperacilina–tazobactam 4/0,5 g i.v. cada 6–8 horas o imipenem o meropenem 1 g i.v. cada 6 a 8 horas. En caso de shock séptico, se debe añadir amikacina 15 mg/kg peso/24 horas i.v. a cualquiera de las pautas mencionadas. Se pueden indicar antiinflamatorios no esteroideos para aliviar el dolor y disminuír la inflamación. Raramente el paciente presenta una complicación obstructiva como una retención aguda de orina en el contexto de una prostatitis aguda. En este caso, puede ser necesario la realización de una talla vesical suprapúbica. Se contraindica el pasaje de una sonda vesical a través de la uretra inflamada en los pacientes con prostatitis aguda. En la mayoría de los casos, la fiebre y disuria desaparecen en 2 a 6 días de iniciado el tratamiento. Los reactantes de fase aguda (VES, proteína C reactiva) retornan a la normalidad más lentamente. Distintos estudios clínicos con quinolonas sugieren que un urocultivo negativo a los 7 días de iniciado el tratamiento constituye un buen predictor de curación una vez completado el curso completo de 4 a 6 semanas. Si el urocultivo permanece positivo a los 7 días se debe considerar un tratamiento alternativo basado en los test de susceptibilidad antibiótica del aislamiento más reciente. La infección recurrente una vez completado el tratamiento es habitualmente causada por el mismo microorganismo que determinó la infección inicial. Aunque la mayoría de los pacientes responde bien al tratamiento antibiótico, pueden aparecer una serie de complicaciones como bacteriemia, epididimitis, prostatitis bacteriana crónica y absceso prostático. Si la respuesta clínica es mala y las alteraciones de laboratorio persisten a pesar de un adecuado tratamiento antibiótico, se debe descartar la aparición de un absceso prostático. El diagnóstico de absceso prostático se realiza a través de una ecografía transrectal o por tomografía computadorizada. En caso de confirmarse se debe realizar el drenaje transuretral del mismo o perineal mediante punción guiada bajo ecografía. La prostatitis bacteriana aguda ocurre con mayor frecuencia en pacientes con infección por VIH que en la población general. Se desconoce la explicación y no parece estar relacionada con la práctica de sexo anal, ya que la población de hombres heterosexuales con infección adquirida por adicción a drogas intravenosas también presentan una mayor incidencia. Los hechos diferenciales en esta población incluyen mayor variedad etiológica además de los clásicos uropatógenos, con agentes inusuales como Haemophilus parainfluenzae y Criptococcus neoformans (habitualmente formas asintomáticas) y una frecuencia mayor de aparición de abscesos prostáticos. Prostatitis bacteriana crónica (categoría II) Se presenta en varones de edad avanzada con historia de infecciones urinarias recurrentes en ausencia de sonda vesical o bien como episodios reiterados de prostatitis aguda. Algunos pacientes pueden presentar síntomas indistinguibles de la prostatitis no bacteriana: dolor perineal, suprapúbico, disuria y polaquiuria, pero en ocasiones también presentan fiebre no muy alta. El tacto rectal puede mostrar una próstata hipertrófica, dolorosa y edematizada, pero con frecuencia Clasificación de las prostatitis según los estudios de localización prostática Chorro medio de orina CATEGORÍA Secreciones prostáticas Leucocitos Cultivo Leucocitos Cultivo ++ + ++ + Enterobacterias Prostatitis bacteriana crónica + + + + Enterobacterias Prostatitis crónica inflamatoria – – + – Ninguno Dolor pelviano crónico no inflamatorio – – – – Ninguno Prostatitis aguda Agente 32 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Sospecha clínica de prostatitis bacteriana crónica Exclusión de otra patología Referir preferentemente al urólogo Prostática Vesical Procto–rectal Estudios de localización Cultivo fraccionado de los cuatro vasos Leucocitos > 10/campo Culltivo positivo/antibiograma Cultivo pre y post masaje prostático Cultivo del semen (menos adecuado) Prostatitis | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 30–34. Fluoroquinolonas (eventualmente TMP/SMX) 6 semanas Mejoría Algo mejor Ausencia de mejoría Continuar antibiótico 12 semanas Curación Recaída Recurrencia No mejoría Seguimiento Tto. antibiótico Tto. antibiótico ¿Cirugía radical? a largo plazo (1 año) supresor (> 3 meses) profiláctico es de carácter normal. Los agentes etiológicos son los mismos que en las formas agudas, con Escherichia coli como más frecuente, seguidos de otros gramnegativos y ocasionalmente enterococos. La evolución a la cronicidad podría verse favorecida por distintos mecanismos: – Fibrosis ductal, formación de cálculos y secuestro bacteriano en sus paredes con formación de slime protector. – Disfunción secretora prostática protectora en especial de compuestos de zinc que forman parte del factor prostático antibacteriano. – Desviación del pH de las secreciones prostáticas a la alcalinidad que dificulta la difusión de antibióticos al parénquima. El diagnóstico se establece por la demostración de cultivos positivos en muestras del tracto urinario representativas de especímenes prostáticos como por ejemplo, la prueba de localización segmentaria de los 4 vasos, con muestras obtenidas pre y postmasaje de la próstata o por el cultivo del semen. Se realiza la limpieza del área periuretral y se obtienen cuatro muestras. Se solicita un estudio cuantitativo de los 5 a 10 mL de micción inicial y del chorro medio. El paciente debe interrumpir la micción antes de que se vacíe la vejiga y se procede al masaje prostático. Se de- ben cultivar las secreciones prostáticas obtenidas así como los siguientes 5 a 10 mL de orina posteriormente obtenida. El urocultivo y el cultivo de las secreciones prostáticas son casi siempre positivos en la prostatitis crónica. La prostatitis bacteriana crónica se asocia con infección del eyaculado (bacteriospermia) y epididimitis. El tratamiento se administra por vía oral durante un tiempo prolongado, entre 4 y 12 semanas, aunque la erradicación bacteriana sólo se produce en 60–80% de los casos, y habitualmente no perdura más de 6 meses. Por otra parte, la erradicación no siempre se asocia con alivio de los síntomas. La penetración de los antibióticos en tejido prostático puede ser baja en ausencia de intensa inflamación. Por este motivo, se debe preferir los antibióticos solubles en lípidos, no ionizables, con baja unión a proteínas, y capaces de acumularse en el pH alcalino que presentan las secreciones prostáticas en estas condiciones de infección crónica. Los fármacos que más se adecuan a estos requerimientos son las quinolonas fluoradas como ciprofloxacina (500 mg c/12 h) o norfloxacina (400 mg c/12 h) y trimetoprim/sulfametoxazol (160 mg/ 800 mg c/12 h). Los antibióticos betalactámicos y los aminoglucósidos no se recomiendan en la prostatitis crónica a pesar de su reconocida eficacia sobre bacterias gramnegativas, debido a la escasa penetración tisular y a las dificultades para el uso oral. Se debe realizar un seguimiento prolongado del paciente dada la alta frecuencia de recaídas y recurrencias. Si el paciente mejora pero no cura o las recurrencias son frecuentes se puede continuar con una terapia antibiótica supresora durante largos períodos. Prostatitis crónica asociada con dolor pelviano crónico (categoría III) La prostatitis crónica asociada con síndrome doloroso pelviano crónico (categoría III) es la nueva denominación que se aplica a los pacientes con prostatitis sintomática de origen no bacteriano y refleja que otros órganos pueden también estar contribuyendo en los síntomas. Constituye la forma clínica más común de síndrome prostático (90 a 95% de los hombres con prostatitis no bacteriana). Estos pacientes no presentan uretritis activa, cáncer urogenital, enfermedad del tracto urinario, estenosis uretral funcionalmente significativa o enfermedad neurológica que comprometa la vejiga. Este síndrome se define principalmente por la existencia de dolor en la región pélvica que persiste por lo menos 3 meses. Este síntoma primario se acompaña frecuentemente de alteraciones miccionales y en la función sexual, 33 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Prostatitis | Dr. Jorge Facal CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 30–34. habitualmente con dolor en relación con la eyaculación. Este grupo de entidades constituyen un problema diagnóstico. Los síntomas tienden a ser episódicos, con recaídas e intermitencias, lo que complica ulteriormente la valoración de la eficacia de las distintas intervenciones terapéuticas. Se distinguen dos subcategorías de acuerdo a la presencia (IIIA) o ausencia (IIIB) de leucocitos en el fluído prostático obtenido luego del masaje prostático. Esta subcategorización no parece tener relevancia clínica ya que no contribuye al manejo terapéutico del paciente. En general, se recomienda un tratamiento empírico con antibióticos a todos los hombres con síntomas compatibles de más de 3 meses de duración independientemente del carácter inflamatorio del cuadro. Sin embargo, en los pacientes con síntomas persistentes o recurrentes se debe abandonar la administración empírica y prolongada de antibióticos. Prostatitis crónica idiopática de carácter inflamatorio (categoría IIIA) Definida por la presencia de leucocitos en secreciones prostáticas (más de 10 a 15 leucocitos por campo en el fluído prostático postmasaje) en ausencia de uropatógenos demostrables por los diversos cultivos específicos realizados. La etiología de esta entidad es incierta y se consideran distintas posibilidades. En algunos casos se plantea que pueda corresponder a una infección bacteriana no detectada por cultivos convencionales. Mediante cultivos en medios especiales, técnicas inmunológicas y moleculares con PCR se ha demostrado la presencia de agentes infecciosos en algunos pacientes, como Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, Mycoplasma hominis, Trichomonas vaginalis, etc. En otros casos, la inflamación prostática podría obedecer a un origen no bacteriano secundario a reflujo urinario intraprostático de uratos con inflamación química, enfermedad autoinmune, infección vírica. Los pacientes se quejan sobre todo de dolor perineal persistente, algunos síntomas miccionales y disfunción sexual. La próstata puede aparecer normal, dolorosa o inflamada al tacto rectal. Entre 40 y 50% de los pacientes con esta forma de prostatitis crónica res- ponden a la terapia antibiótica, por lo que el Grupo Europeo de Consenso en Prostatitis recomienda un tratamiento de prueba con antibióticos durante 2 a 4 semanas. Algunos autores recomiendan la adición de antibióticos como tetraciclinas o azitromicina con acción frente a Clamidias y Micoplasmas (sobre todo si existe historia de uretritis y/o epidimitis o si existe riesgo evidente de enfermedad de transmisión sexual). Si se obtiene respuesta terapéutica se puede repetir otro ciclo de antibióticos durante 6 semanas. Si por el contrario existe fracaso terapéutico se recomienda un abordaje terapéutico similar a la categoría IIIB. Síndrome pelviano doloroso crónico no inflamatorio (categoría IIIB) Esta forma es particularmente frecuente y decepcionante por la refractariedad al tratamiento. Los pacientes presentan síntomas similares a la forma anterior, pero no se demuestran patógenos bacterianos ni leucocitos en las muestras prostáticas postmasaje. No existe evidencia de un mecanismo infeccioso e incluso que esta enfermedad tenga un origen prostático. Los mecanismos patogénicos planteados serían: micción disfuncional y de presión elevada con obstrucción funcional de tracto urinario inferior, reflujo ductal intraprostático, autoinmunidad, trastornos neuromuscular con dolor neuropático, estrés emocional en pacientes con personalidad psiconeurótica, y otros. Existen pocos estudios controlados, randomizados que apoyan el uso de un tratamiento en particular. Si bien la etiología infecciosa es improbable se plantea en algunos pacientes un curso antibiótico de prueba de 4 a 6 semanas de duración. No existe respuesta en la mayoría de los pacientes, con lo que se desestima tratamientos antibióticos de mayor duración o reiterados en el tiempo. Se pueden obtener algunos resultados con tratamientos secuenciales o simultáneos con alfa bloqueantes a altas dosis (terazosina), finasteride, antiinflamatorios no esteroideos y relajantes musculares del tipo del diazepam. La psicoterapia, cambios en el estilo de vida del paciente, pueden brindar una mejoría sintomática en muchos de estos pacientes. Prostatitis inflamatoria asintomática (categoría IV) Se trata de pacientes asintomáticos en los cuales se encuentran signos inflamatorios en la biopsia prostática realizada para el estudio de un aumento del antígeno prostático específico (PSA), o en pacientes que muestran un recuento leucocitario en semen al ser estudiados por infertilidad. No está indicada ninguna intervención terapéutica ya que los pacientes se encuentran asintomáticos. Las excepciones a esta regla son los pacientes con infertilidad, una secuela asociada en ocasiones a prostatitis crónica, o ante elevaciones equívocas del PSA o cuando está indicada por otras razones la endoscopia o cirugía de la vía urinaria. En todos estos casos está indicado un tratamiento antibiótico de duración variable en relación a cada indicación específica. Prostatitis granulomatosa Representa menos del 0,5% de todas las prostatitis. Puede tener un origen infeccioso o secundario a enfermedades granulomatosas sistémicas (vasculitis, sarcoidosis, autoinmunes, etc.). Se debe descartar infecciones bacterianas (tuberculosis y otras micobacterias, brucelosis, sífilis), micóticas o parasitarias, y en tal caso, realizar el tratamiento específico. La importancia de estos cuadros deriva de la confusión que ofrecen al tacto rectal con el cáncer de próstata. BIBLIOGRAFÍA – – – – – – – – Mensa J. Infección urinaria. En: Protocolos Clínicos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Disponible en: http://www.seimc.org/protocolos/clinicos/proto4.htm Krieger JN, Nyberg L Jr, Nickel JC. NIH consensus definitions and classification of prostatitis. JAMA. 1999; 282:236. Nickel JC. Prostatitis: lessons from the 20 th century. BJU International. 2000; 85: 179–185. Meyrier A, Fekete T. Prostatitis syndromes. Up to date 2001. Leport C, Rousseau F, Perronne C, et al. Bacterial prostatitis in pacients infected with the human immunodeficiency virus. J Urol. 1989; 141: 334. Alexander RB. Treatment of chronic prostatitis. Nat Clin Pract Urol. 2004; 1(1): 2–3. Nickel JC. Chronic prostatitis: current concepts and antimicrobial therapy. Infect Urol. 2000; 13 (5a): s22–s28. Mensa J, Gatell JM, Martínez JA et al. Prostatitis aguda. En: Terapéutica antimicrobiana: infecciones en urgencias. 4ª ed. Barcelona: Ed. Antares. 2002, 155–156. 34 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Tratamiento de enfermedades inducidas por virus herpes simple en infectados por el VIH AS TE C IN F E CIO S CÁ Dra. Marcela Zurmendi FE R M EDA DE C IN F E CIO S AS TE S DR A D E EN Asistente de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Prof. Dr. Eduardo Savio. frecuencia mayor que la infección por el VHS–2, que está relacionada con la edad de inicio de la actividad sexual, el número de parejas sexuales y los antecedentes de enfermedades de transmisión sexual. La infección por el VHS–2 juega un rol preponderante en la facilitación de la transmisión del VIH. Existe una relación recíproca entre la inmunodepresión que causa el VIH, determinando así una mayor expresión de las manifestaciones clínicas por el VHS–2, y el aumento de la capacidad infectante de los individuos VIH positivos que cursan una infección por el VHS–2. 3 CÁ CLÍNICA En el curso de la infección crónica por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), otras infecciones virales determinan una gran variedad de manifestaciones clínicas con localizaciones múltiples, cutáneo–mucosas, del SNC así como de otros órganos. Las mismas generan muchas veces niveles de dificultades diagnósticas y terapéuticas cuando se compara a lo que sucede en individuos sin infección retroviral coexistente. Pueden manifestarse como cuadros graves, que comprometen incluso la vida del paciente por lo que es de fundamental importancia su reconocimiento para inicio de un tratamiento precoz. En el contexto de la infección por el VIH la infección por el virus herpes humano simple (VHS) es más extensa, severa y diseminada que en la población general. Las lesiones suelen recidivar y persistir con mayor frecuencia. 1 La diseminación asintomática es habitual, mientras que la resistencia a los antivirales es mayor. VIROLOGÍA Los virus herpes simple pertenecen a la familia Herpesviridae, son virus de ADN, envueltos contando con una distribución mundial en donde el hombre parece ser el único reservorio natural. Se reconocen dos tipos antigénicos; VHS–1 y VHS–2. De acuerdo con su genoma y su comportamiento biológico integran el grupo alphaherpesvirinae que se caracterizan por presentar ciclos cortos de replicación (4–12 horas), difundir rápidamente en los cultivos celulares, destruir la célula infectada y compartir con el resto de los virus de la familia su capacidad para producir infecciones latentes de por vida y recurrencias periódicas cuando se altera la vigilancia inmunológica. 2 La transmisión es por el contacto directo con una persona que está eliminando virus desde una lesión de piel y/o mucosa y/o secreciones genitales o bucales, con piel o mucosa erosionada. La infección por el VHS–1 se adquiere en etapas tempranas de la vida con una Tanto el VHS–1 como el VHS–2 causan lesiones orolabiales y genitales que son clínicamente indistinguibles. 3 El herpes orolabial se manifiesta como vesículas arracimadas o úlceras dolorosas en labios, comisuras, mucosa oral, lengua y áreas faciales (surco nasogeniano, mucosa nasal, mejillas y mentón). Pueden acompañarse de síntomas y signos clínicos como fiebre, artromialgias, irritabilidad, dolor durante la alimentación y adenopatías regionales dolorosas. El herpes genital se caracteriza por síntomas generales y a nivel local dolor, prurito, disuria; a veces da secreción por la uretra y vagina, así como adenopatías regionales dolorosas. Es la causa más común de úlceras genitales. Las mismas asientan en labios mayores, glande y surco balanoprepucial. Se pueden extender a glúteos, ingle, muslos y también a distancia (meningitis aséptica, mielitis transversa, radiculopatía sacra, hepatitis, neumonitis y artritis). El compromiso del SNC es poco frecuente pero siempre es una complicación grave en el paciente VIH–SIDA (meningitis, encefalitis, mielitis).4 Tratamiento de enfermedades inducidas por virus herpes simple (HSV) en infectados por el VIH | Dra. Marcela Zurmendi R M EDA DE S DR A D E EN FE 35 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. TE CÁ Los fármacos empleados para el tratamiento del herpes simple orolabial o genital ya sea durante la primo infección o la recurrencia son el aciclovir o su prodroga, el valaciclovir. En pacientes inmunodeprimidos, el valaciclovir es bien tolerado, seguro y efectivo para el tratamiento y la supresión de la recurrencia del herpes simple5, siendo además en todos los casos de elección porque proporciona mayor biodisponibilidad que aciclovir. Aciclovir – – – – – – – – – Presentaciones: v.o., i.v., tópico. Actúa sobre VHS tipo 1 y 2 y HVZ. Vida media: 2:30–3 horas. Biodisponibilidad: 10 a 20%. Alimentos: interfieren su absorción. Se excreta por vía renal. Ajustar dosis con Cl crea < 50 mL/min. Pasa a la leche materna y placenta. En embarazo categoría B. Efectos secundarios: pocos (flebitis i.v., rash, diarrea, TGO/TGP, IR a altas dosis). Valaciclovir – – – – – – Presentación para uso: oral. Actúa sobre: VHS tipo 2 y VHZ. Vida media: 3 horas. Biodisponibilidad: 55%. Alimentos: no interfieren su absorción. Se excreta por vía renal. Ajustar dosis con Cl < 50 mL/min. – – – Pasa a la leche materna y placenta. En el embarazo categoría B. Efectos secundarios: pocos (náuseas, vómitos, cefaleas, rash, PTT, SUH en sida o trasplantados). al día. Este tratamiento se puede realizar por 8 a 12 meses.7 BIBLIOGRAFÍA 1. Tratamiento del herpes orolabial y genital: primoinfección o recurrencia Aciclovir 400 mg v.o. cada 8 horas de 7 a 10 días. Valaciclovir 1000 mg v.o. cada 12 horas de 7 a 10 días.6 AS TRATAMIENTO R M EDA DE C IN F E CIO S DR A D E EN FE S Tratamiento de enfermedades inducidas por virus herpes simple (HSV) en infectados por el VIH | Dra. Marcela Zurmendi CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 35–36 Gold J. Otras infecciones virales en pacientes SIDS. Clínicas Médicas de Norteamérica. Division of Infectious Diseases, Department of Medicine and Department of Microbiology. University of Minnesota School of Medicine, Minneapolis, Minnesota. 1997; 2: 399–415. 2. Mattera A, Barrios P. Temas de bacteriología y virología. Montevideo: Oficina del libro FEFMUR. Enfermedad severa y extensa (cutáneo mucosa) Aciclovir 5 mg/Kg i.v. cada 8 horas hasta control de la infección y luego valaciclovir 1000 mg por v.o. cada 12 horas, hasta la curación de las mismas. 6 Neumonitis, esofagitis, hepatitis o infección diseminada: aciclovir 5–10 mg/ Kg i.v. cada 8 horas de 2 a 7 días o hasta la mejoría y luego valaciclovir 1000 mg v.o. cada 12 horas hasta completar 10 días. 6 Encefalitis Cap. 30: 527–538. 2004. 3. Mandell, Douglas y Bennett. Virus del herpes simple. En: Enfermedades infecciosas: Principios y Práctica. 6ª ed. Madrid: —. Cap. 132: pp 1762–1774. 2006. 4. Benetucci JA. Infecciones virales. En: —. SIDA y enfermedades asociadas. 2ª ed. Buenos Aires: —. Cap. 18: 331–351. 2001. 5. —. —. Clin. Infect. Bis. 2004 Nov 1; 39 suppl. 5: s258–66. 6. —. —. Int J STD AIDS. 2002 Jan; 13(1): 12–21. 7. Bartlett JG, Gallant J. Herpes simplex. In: Bartlett & Gallant. Medical Management of HIV infection Aciclovir 10 mg/Kg. i.v. cada 8 horas de 14 a 21 días.6 2005–2006. Baltimore: Johns Hopkins Medicine Health Publishing Business Group. Chap. 6. pp 347–349. 2006. Tratamiento supresor Al igual que en el inmunocompetente, el planificar un tratamiento supresor está indicado cuando el individuo presenta más de 6 recidivas al año en los casos de HS cutáneo o genital. Puede emplearse aciclovir v.o. cada 12 h. o valaciclovir 500–1000 mg v.o. 36 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. AS TE C IN F E CIO S ¿Debe hacerse el tratamiento etiológico de la leptospirosis? CÁ Dr. Julio Medina1, Dra. Graciela Pérez Sartori2 Asistentes de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Prof. Dr. Eduardo Savio. 1, 2. Los médicos clínicos habitualmente aplican un tratamiento antibiótico a los pacientes con leptospirosis, cualquiera sea el tiempo de evolución de esta enfermedad y el nivel de gravedad, sin embargo, mucho se discute acerca de la utilidad de esta medida. Asimismo, la dosis y duración de la antibioticoterapia en la práctica clínica es muy variada. Haremos una revisión de lo publicado hasta el momento, destacando que aún falta evidencia para recomendar pautas claras. Sin embargo, la evidencia sugiere que los antibióticos pueden causar más beneficios que daño y de hecho, en una reciente reunión docente de la CÁTEDRA DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS sobre Actualizaciones de las Conductas Terapéuticas, se validaron los conceptos que manejamos en este articulo. La leptospirosis es una zoonosis emergente causada por espiroquetas que pertenecen al género Leptospira, de las cuales hay más de 200 serovares. La enfermedad se adquiere a través del contacto de las mucosas o piel lesionada con la orina de roedores infectados u otros animales como los perros. Las manifestaciones clínicas son variadas y pueden ir desde un cuadro febril leve a una disfunción multiorgánica con ictericia con o sin disfunción hepática, compromiso renal, de la coagulación, hemorragia pulmonar, falla cardíaca, arritmias entre otros. La enfermedad tiene a menudo un curso bifásico, con una primera etapa leptospirémica que dura de cuatro a nueve días y se caracteriza por fiebre, cefaleas, mialgias y sufusión conjuntival y una segunda fase inmune, en la cual no se rescata a la espiroqueta y aparecen las manifestaciones multiorgánicas. Esta segunda fase se relaciona con títulos de anticuerpos altos. Es justamente este curso bifásico de la enfermedad lo que ha determinado que algunos autores consideren que el uso de antimicrobianos no es beneficioso en esta segunda etapa. ANTIBIOTICOTERAPIA Durante muchos años, en la infectología nacional se consideraba que si bien las leptospiras eran sensibles in vitro a una multiplicidad de antibióticos, su prescripción no parecía modificar el curso evolutivo de la misma. La tendencia fue durante muy largo tiempo, entre los especialistas, la de no hacer antibioticoterapia necesariamente. Todavía faltan suficientes estudios clínicos controlados, multicéntricos, aleatorizados, que comparen tratar versus no tratar y que además tengan en cuenta distintos niveles de gravedad y distintos tiempos de evolución de la enfermedad. Con estas salvedades, no obstante habría evidencia actual que favorece el tratamiento antibiótico en algunas circunstancias. Se debe comenzar con antibióticos inmediatamente luego de la sospecha de leptospirosis, ya que el beneficio parece más evidente cuanto más temprano se realice la antibioticoterapia. Se recomienda el uso de antibióticos si el paciente tiene una leptospirosis moderada a severa (en la práctica podría indicarse a todo paciente que requiera hospitalización) dado que no hay un consenso acerca de que llamar moderado o moderado/severo. El tratamiento de elección es con penicilina con las dosis descritas en la tabla 1. Hay además, varias alternativas descritas en la bibliografía. Si el paciente cursa una leptospirosis leve se podría optar por NO hacer anti- ¿Debe hacerse el tratamiento etiológico de la leptospirosis? | Dr. Julio Medina, Dra. Graciela Pérez Sartori R M EDA DE S DR A D E EN FE Tabla 1. Antibioticoterapia en leptosirosis Tratamiento antimicrobiano en la leptospirosis moderada a severa Elección Penicilina 6 millones día i.v. repartido en 4 o 6 dosis. (7 días) (Interrogar sobre alergia a betalactámicos) Alternativa a) Ceftriaxone 1 gramo i.v. dìa (7 días) b) Cefotaxime 1 gramo i.v. cada 6 horas (7 días) c) Ampicilina 2–4 gramos i.v. dìa(7 días) d) Doxiciclina 200 mg i.v. en infusión en 30 minutos, luego continuar con 100 mg cada 12 horas (7 días) El switch a la vía oral se puede hacer cuando el paciente esté estable y con una evolución a la mejoría. Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Facultad de Medicina. Setiembre 2006 Tabla 2. Antibioticoterapia opcional en formas leves Tratamiento antimicrobiano en la leptospirosis leve Si se opta por hacerlo: a) Doxiciclina 100 mg v.o. cada 12 horas (7 días) b) Amoxicilina 500 mg v.o. cada 8 horas (7 días) c) Tetraciclina 500 mg v.o. cada 6 horas (7 días) Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Facultad de Medicina. Setiembre 2006 37 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. ¿Debe hacerse el tratamiento etiológico de la leptospirosis? | Dr. Julio Medina, Dra. Graciela Pérez Sartori CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 37–38 bióticos dado que el beneficio no está claro. Si el clínico opta por hacerlo, la indicación es con antibióticos por vía oral, como se describe en la tabla 2. Con un criterio práctico, en las formas de leptospirosis moderadas a severas estamos proponiendo la prescripción de penicilina o de ceftriaxone como alternativa, mientras que si el clinico decide tratar una forma leve, la opción más práctica es doxiciclina. En todos los casos se siguen las dosis y duración que constan en las tablas 1 y 2. Debe recordarse que la enfermedad es de notificación obligatoria al Ministerio de Salud Pública. BIBLIOGRAFÍA 1. At The Late Stage Of Leptospirosis: A Randomized Suputtamongkol Y, Niwattayakul K, Suttinont Controlled Trial. Rev. Inst. Med. trop. S. Paulo Ch. et al. An Open, Randomized, Controlled Trial of Penicillin, Doxycycline, and Cefotaxime 45(3):141–145, May–June, 2003. 4. for Patients with Severe Leptospirosis. Clinical me setting: Potential for zoonosis. State of The Infectious Diseases. 2004; 39: 1417–24. 2. Guidugli F, Castro AA, Atallah AN. Antibióticos Science. Am J Infect Control 2001; 29: 178–86. 5. para tratar la leptospirosis (Revisión Cochrane 3. Mandell, Douglas and Benett. Principles & Practice of Infectious Diseases. 5th ed. (2 vol.). traducida). En: Biblioteca Cochrane Plus, 2006 Número 2. Oxford: Update Software Ltd. Guay DRP. Pet–assisted therapy in the nursing ho- Leptospira Species. Cap. 229, pág 1449. 2000. 6. Purtscher H, Savio E. Leptospirosis. En: Purtscher Disponible en: http://www.update–software.com. H, Muñoz MJ y Savio E. Temas de Patología y (Traducida de The Cochrane Library, 2006 Issue 2. Clínica en Enfermedades Infecciosas. Montevideo: Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.) Librería Médica Editorial. Vol II. Cap. 9, pp: 163–171. Costa E, Lopes AA, Sacramenteo E et al. Penicillin 1983. 38 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. AS TE C IN F E CIO S Histoplasmosis diseminada CÁ Dra. Graciela Pérez Sartori Asistente de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Prof. Dr. Eduardo Savio. La histoplasmosis, causada por un hongo dimorfo llamado Histoplasma capsulatum, se diagnostica en 2 a 5% de los pacientes infectados por VIH en las zonas endémicas.1 En ellos, suele dar un cuadro febril con afectación multiorgánica, que puede confundirse con otras múltiples patologías; además, la confirmación de este diagnóstico puede no ser fácil, por lo que es necesario tener un alto índice de sospecha. Se la debe tener presente como diagnóstico diferencial de la tuberculosis pulmonar, dado que las manifestaciones clínicas y radiológicas pueden ser indistinguibles en el huésped inmunocomprometido. También como causante de shock séptico. En un trabajo realizado por G. Limongi en un CTI polivalente, la histoplasmosis representó el 3,3% de los ingresos por VIH.2 AGENTE Histoplasma capsulatum es un hongo dimorfo cuya forma micelial predomina en zonas ricas en guano de pájaros y murciélagos; por lo que las personas que trabajan en granjas, construcción, demoliciones o cuidado de aves están más expuestos. Se adquiere por inhalación de las esporas y es la forma levadura la que produce la infección en los mamíferos, siendo un patógeno intracelular de los macrófagos. Hay una alta prevalencia de infectados en América del Norte, Latinoamérica y Africa donde hay diferentes serovares. En América se encuentra H. capsulatum var. capsulatum. Además, hay genotipos distintos en diferentes regiones; lo cual explicaría las diferentes manifestaciones clínicas en los países del Norte de América respecto a los del sur. La patogenia es muy similar a la de la tuberculosis. La infección por H. capsulatum es el homólogo fúngico de la infección por M. tuberculosis: infección aguda o persistente, con formas de reactivación y sistémicas. Que una persona adquiera la enfermedad depende de la intensidad de la exposición y de la inmunidad del huésped. La mayoría de los expuestos inmunocompetentes no desarrollan síntomas, o si lo hacen estos suelen ser menores. Una exposición intensa aún en inmunocompetenetes puede ocasionar una infección respiratoria severa. La diseminación hematógena desde los pulmones hacia otros tejidos ocurre probablemente en todos los individuos infectados durante las dos primeras semanas antes que se desarrolle la inmunidad específica pero no es progresiva en la mayoría de los casos. Los inmunodeprimidos, sobre todo infectados por VIH con inmunodepresión severa o pacientes neoplásicos recibiendo quimioterapia o pacientes recibiendo inmunosupresores pueden presentar una enfermedad progresiva diseminada. 3 La enfermedad diseminada en estos pacientes también puede ser consecuencia de una reactivación . ENFERMEDAD EN EL PACIENTE INFECTADO POR VIH La presentación clínica habitual es enfermedad diseminada con síntomas de varias semanas de evolución: fiebre, adelgazamiento, astenia, síntomas respiratorios, diarrea, compromiso de la médula ósea con pancitopenia, meningitis y lesiones cutáneas.1,4,5,6 Las manifestaciones respiratorias se presentan en aproximadamente el 50% de los pacientes y son tos, dolor torácico y en algunos disnea e insuficiencia respiratoria.1,5,6 La imagenología puede ser indistinguible de la tuberculosis en estos pacientes: infiltrado reticulonodular o micronodular bilateral con o sin adenomegalias mediastinales o hiliares.7 La frecuencia de presentación de los síntomas en varias series es la siguiente: adelgazamiento 62,5%5, diarrea 1050%1,5,6, shock séptico < 10% 1, meningitis < 10%-25%.1,6 En cuanto a las lesiones cutáneas la frecuencia de su presentación es variable en distintas regiones. En Brasil la frecuencia de lesiones cutáneo mucosas en pacientes con histoplasmosis es de 66%, en Argentina 75% mientras que en países al Norte de América como Estados Unidos se reportan frecuencias menores al 10% y en Panamá 18%.1,5 En Uruguay la frecuencia de lesiones en piel es posiblemente similar a la de Argentina y Brasil por lo que la presencia de lesiones cutáneas habitualmente colabora al planteo clínico de histoplasmosis. En el trabajo realizado por G. Limongi en una Unidad de Cuidados Intensivos, 7 de los 9 pacientes presentaban lesiones cutáneas.2 Las lesiones cutaneomucosas son variadas: lesiones tipo pápula similares al molusco contagioso, lesiones ulceradas o con centro necrótico. En las mucosas las lesiones pueden ser vegetantes o ulceradas. Dado que las lesiones cutaneomucosas son proteiformes es importante realizar un raspado micológico o biopsia de todas las lesiones cutáneas sospechosas en los pacientes infectados por VIH. Se considera histoplasmosis diseminada severa si están presentes al menos uno de los siguientes: temperatura axilar mayor a 39° C axilar, presión arterial sistólica menor a 90 mm Hg, pO2 menor a 70, pérdida de peso mayor al 5%, Karnofsky < 70, hemoglobina < 10 g/dl, neutrófilos <1000/mL, ALT > 2,5 ULN, creatinina >2 x ULN, albuminemia <3,5 g/mL u otra disfunción orgánica.4 Los pacientes infectados por VIH pero con una mejor inmunidad pueden presentar histoplasmosis localizada. Histoplasmosis diseminada | Dra. Graciela Pérez Sartori R M EDA DE S DR A D E EN FE 39 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 39–40. Histoplasmosis diseminada | Dra. Graciela Pérez Sartori Figura 1. Tomografía computadorizada de tórax que muestra lesiones micronodulares bilaterales, debidas a infección por Histoplasma capsulatum e indistinguibles de las causadas por Mycobacterium tuberculosis. Figura 2. Radiografía de tórax de un paciente VIH positivo con histoplasmosis diseminada, tos productiva de 3 meses de evolución. níngeo el tratamiento completo debe realizarse con anfotericina B durante 12 a 16 semanas. Luego se debe continuar con mantenimiento con itraconazol 200 mg/día. No hay claros criterios para suspender la terapia de mantenimiento luego de la reconstitución inmune con la terapia antirretroviral. Algunas guías plantean continuar con mantenimiento de por vida pero hay algunos reportes que plantean suspenderlo luego de un año si el paciente está asintomático, tiene más de 150 CD4/mm3, más de seis meses de terapia antirretroviral y el antígeno sérico y en orina es < 4,1 unidades. BIBLIOGRAFÍA 1. Benson et al. Treating Opportunistic Infections among HIV–Infected Adults and Adolescents: Recommendations from CDC, the National Institutes of Health, and the HIV Medicine Association/Infectious DIAGNÓSTICO Para confirmar el diagnóstico existen varias técnicas: cultivo del hongo, tinciones de tejidos, pruebas serológicas y detección de antígeno. Los cultivos de sangre, médula ósea y lavado bronquioloalveolar tienen una alta sensibilidad, 85%, en las histoplasmosis diseminadas, pero demoran de dos a cuatro semanas.4,8 En cuanto a la serología, demora dos a seis semanas en positivizar los anticuerpos y luego de una infección puede persistir positiva durante largo tiempo. En los pacientes infectados por el VIH puede ser falsamente negativa dada la inmunodepresión, por lo que tienen escasa utilidad en los pacientes inmunodeprimidos con histoplasmosis diseminada.4,8 Las tinciones de tejidos tienen una sensibilidad cercana al 41 a 63% y requieren de la experiencia del micólogo.4,8 En Uruguay, donde las lesiones de piel son frecuentes, es una técnica útil, con la cual en la práctica se hacen muchos diagnósticos. Si no hay lesiones de piel se requiere una técnica invasiva, por lo que disminuye su valor. La detección de antígeno (polisacárido capsular) es la técnica de elección, tiene alta sensibilidad, es rápi- Diseases Society of America. CID. 2005; 40: S131–S235. da y se puede realizar en sangre, orina, lavado bronquioloalveolar y líquido céfalo–raquídeo. La mejor sensibilidad es la del antígeno en orina, del 90%; en sangre es del 85%. Lamentablemente esta técnica no está disponible en Uruguay. Es decir que, en la práctica, la mayoría de los diagnósticos se hace mediante tinción de raspados micológicos o biopsias de piel y en algunos casos con cultivos, pero esto puede ser muy tardío y si el paciente está grave puede morir antes de que estos sean positivos. 2. diseminada en una Unidad de Cuidados Intensivos. Congreso Panamericano de Infectología. Córdoba 2003. 3. Wheat J, Sarosi G, Mc Kinsey D et al. Practice Guidelines for the Management of Patients with Histoplasmosis. CID. 2000; 30: 688–95. 4. Bartlett J, Gallant J. Histoplasma capsulatum. Histoplasmosis Disseminated. En: J. Bartlett, J. Gallant. 2005–2006 Medical Management of HIV Infection. Johns Hopkins Medicine Publishing Business Group. Baltimore, Maryland. pp 350–352. 2005 . 5. Gutiérrez ME, Cantoa A, Sosa N et al. Disseminates Histoplasmosis in Patients with AIDS in Panama: A TRATAMIENTO Si la histoplasmosis diseminada no se sospecha y por ende no se diagnostica ni trata, conduce inevitablemente a la muerte; lo mismo si el diagnóstico es tardío. El tratamiento de la histoplasmosis diseminada moderada o severa sin compromiso meníngeo se realiza con anfotericina B 0,7 mg/kg día i.v. durante 3 a 10 días seguido de consolidación con itraconazol 200 mg v.o. cada 12 horas por 12 semanas. Se debe tomar la precaución de tomar la medicación con los alimentos o bebida cola o jugo de naranja para favorecer la absorción. En caso de haber compromiso me- Limongi G, Bertaux O, Bagnulo H. Histoplasmosis Review of 104 Cases. CID. 2005; 40: 1199–202. 6. Antinori S, Magni C, Nebuloni M et al. Histoplasmosis among Human Inmunodeficiency Virus–Infected People in Europe. Report of 4 cases and review of the literature. Medicine. 2006; 85: 22-36 7. Chong S, Soo Lee K et al. Pulmonary fungal infection: imaging findings in inmunocompetent and inmunocompromised patients. EJR. 2006 Article in Press. 8. Wheat LJ. Current Diagnosis of Histoplasmosis. Trends in Microbiology. 2003; 11: 488–94. 40 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. AS TE C IN F E CIO S Coinfección VIH–VHC CÁ Dra. Susana Cabrera Asistente de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Prof. Dr. Eduardo Savio. El virus de la hepatitis C (VHC) es un ARN virus perteneciente a la familia Flaviviridae, identificado en 1989 y del que se reconocen hasta ahora seis genotipos diferentes. Luego de la infección aguda que generalmente cursa de manera asintomática, el 80% de los individuos infectados mantendrá una infección crónica; de éstos, entre un 5 y 25% tiene probabilidad de evolucionar a la cirrosis en un plazo aproximado de 20 años1 Una vez establecida la cirrosis, el riesgo anual de desarrollar insuficiencia hepática y/o hepatocarcinoma se estima entre 2–4% y 1–7%, respectivamente. 2 La hepatopatía crónica por VHC afecta aproximadamente a un 1–3% de la población mundial. La vía de transmisión más efectiva para el VHC es la parenteral, a través de la exposición a sangre procedente de individuos con infección crónica; se han descrito como vías menos eficaces de transmisión la vía sexual y la vertical. Dado que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) comparte vías de contagio con el VHC, la coinfección es un hallazgo frecuente que oscila entre 15 y 40%, pudiendo llegar a 90% en usuarios de drogas intravenosas (UDIV) y hemofílicos. 3,4 Entre 427 pacientes VIH positivos diagnosticados en la Cátedra de Enfermedades Infecciosas entre 2001 y 2003, se encontró una prevalencia de ambas coinfecciones de 23%.5, 6 El Departamento de Epidemiologìa del Ministerio de Salud Pública informó una tasa acumulada de casos de reactividad para marcadores de hepatitis B y C de 27/100.000 habitantes en una población general (el informe no desglosa las tasas separadas de cada infeccion viral), hasta la semana epidemiológica 52 del año 2005. Las características clínicas, evolutivas y la respuesta a la terapéutica para el virus C en pacientes VIH(+) varía respecto a los pacientes monoinfectados. Se hará una breve revisión de estos aspectos de la coinfección, entidad nosológica habitual en la práctica médica de quienes asisten pacientes con el VIH. HISTORIA NATURAL DEL VHC EN PACIENTES VIH La evolución y pronóstico de la infección VIH han cambiado sustancialmente en los últimos años desde la introducción de la terapia antirretroviral de alta eficacia [Highly Active Antiretroviral Therapy (HAART)]. La infección por el VHC en estos pacientes se ha transformado en una de las causas principales de morbi–mortalidad en esta población, siendo en algunas áreas la principal causa de ingresos hospitalarios y muerte.7,8 La interacción entre ambos virus modifica la historia natural de ambas infecciones. Impacto del VIH sobre el VHC La evolución a hepatitis crónica es más frecuente. En los pacientes seropositivos para VIH la probabilidad que la infección por VHC evolucione a la cronicidad es de alrededor de un 90%.9 También se ha observado una progresión más rápida a cirrosis, presentándose entre 6 y 15 años tras la infección, así como mayor incidencia de insuficiencia hepática y hepatocarcinoma.10–13 Algunos autores han encontrado un mayor riesgo de progresión a fibrosis y hepatocarcinoma en coinfectados en la era previa a la HAART, que sin embargo no se observa en pacientes en seguimiento desde la introducción de la HAART, lo que traduciría un efecto beneficioso del tratamiento antirretroviral (TARV).14,15 Este efecto beneficioso está bien demostrado para regímenes conteniendo inhibidores de proteasa (IP) los que retardarían la evolución a la fibrosis.16 Otras drogas, sin Coinfección VIH–VHC | Dra. Susana Cabrera R M EDA DE S DR A D E EN FE embargo, favorecen la progresión de la enfermedad hepática por mecanismos no bien conocidos. Se ha reportado mayor incidencia de esteatosis y fibrosis en pacientes coinfectados bajo TARV que incluya nevirapina, estavudina, zalcitabina y didanosina.17,18 Por otro lado, existe un riesgo significativamente mayor de hepatotoxicidad vinculada al uso de ARV en pacientes coinfectados.19 Impacto del VHC sobre el VIH Existen datos discordantes acerca de la influencia de la infección por VHC sobre la evolución del VIH. Mientras algunos autores han reportado una tasa acelerada de progresión a SIDA y menor respuesta al TARV20–22, otros no han encontrado influencia significativa del VHC sobre estos parámetros.23,24 DIAGNÓSTICO En todo paciente con infección por VIH debe realizarse screening de infección por virus de hepatitis. Para el VHC se recomienda la búsqueda de anticuerpos en sangre por enzimoinmunoanálisis (ELISA). En pacientes con resultado positivo se debe realizar una técnica de reacción en cadena de polimerasa (PCR) para búsqueda del ARN viral, que de ser positivo confirmará una infección activa. Un resultado negativo no excluye este diagnóstico dado que la viremia suele ser oscilante en el tiempo. Ante esta situación se puede optar por la realización de una prueba confirmatoria, RIBA (recombinant immunoblot assay), que en caso de ser negativa descarta el diagnóstico y en caso de ser positiva se estaría frente a un ELISA falsamente negativo. Otra opción es reiterar el estudio de PCR en un plazo de 6 meses. Se ha reportado una prevalencia de anticuerpos para VHC falsamente nega- 41 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Coinfección VIH–VHC | Dra. Susana Cabrera CARTA INFECTOL. 2006; 6(2): 41–43 tivos en pacientes VIH de alrededor de un 6%, sobre todo en pacientes con severa inmunodepresión. Por lo que se recomienda en todo paciente VIH con elevación persistentemente elevada de las enzimas hepáticas sin causa aparente, la realización de una PCR para ARN del VHC.25 Confirmada la infección crónica y en pacientes candidatos a tratamiento del VHC se debe solicitar PCR cuantitativo del VHC y genotipo, el primero de utilidad en el monitoreo terapéutico y el segundo por su valor pronóstico. Biopsia hepática. Sin duda la histología es el gold estándar para el diagnóstico de estadio y actividad necro–inflamatoria. Contribuye a la toma de decisiones terapéuticas, permite establecer un pronóstico y valora otras posibles etiologías de la hepatopatía. Sin embargo su realización sistemática en coinfectados es motivo de debate por varias razones. La mayor incidencia de fibrosis junto a la mayor progresividad de la enfermedad hepática en esta población, a lo que se suma la potencial y frecuente toxicidad de las drogas antirretrovirales y mayor incidencia de complicaciones post–procedimiento, hace que algunos expertos recomienden el tratamiento precoz de la infección crónica por VHC en pacientes VIH sin necesidad de realizar biopsia. Esta recomendación es más fuerte aún en pacientes infectados con genotipo 2/3 donde se ha documentado una progresión más acelerada de la enfermedad hepática, mayor hepatotoxicidad por drogas antirretrovirales y mejor respuesta al tratamiento del VHC. 26,27 En pacientes con genotipos 1/4 existe mayor acuerdo en la realización de biopsia pre–tratamiento. Marcadores de fibrosis. La posibilidad de conocer el grado de fibrosis Cuadro 1. Factores relacionados a respuesta favorable al tratamiento del VHC en pacientes coinfectados VHC–VIH. Sexo femenino. Edad menor a 40 años. Genotipo 2 o 3. RNA–VHC < 800.000 U/mL. Sin fibrosis o sólo fibrosis portal. CD4 > 500 células/mL. RNA–VIH < 10.000 copias/mL. Tabla 1. Oportunidad de TARV y tratamiento anti–VHC. VIH VIH–VHC TARV TARV > 200 CD4 y ≤ 350 TARV posible TARV antes anti–VHC > 350 CD4 y ≤ 500 Monitoreo ≤ 200 CD4 hepática en pacientes con hepatitis crónica por VHC sin necesidad de recurrir a la biopsia y mediante métodos no invasivos está siendo intensamente estudiada. Se han encontrado algunos marcadores séricos significativamente asociados con fibrosis así como estudios imagenológicos con buena sensibilidad y especificidad, sin embargo aún falta definir con estudios con mayor número de pacientes sí es posible sustituir la biopsia hepática por estos marcadores.28,29 TRATAMIENTO La asociación de interferón pegilado más ribavirina es el tratamiento estándar de la infección por VHC tanto en monoinfectados como en coinfectados con VIH, aunque en el segundo grupo las tasas de respuesta virológica sostenida (RVS: ARN–VHC negativo a los 6 meses de finalizado el tratamiento) son menores con una mayor incidencia de efectos adversos. La RVS en varios estudios en coinfectados oscilan globalmente entre 27 y 44%, entre 14 y 29% para genotipos 1/4 y entre 62 y 73% para los genotipos 2/3. 30– 32 La duración óptima de tratamiento es motivo de varios estudios. En base a los mejores resultados reportados con duraciones más prolongadas de tratamiento, algunos expertos recomiendan tratar durante 18 meses a pacientes con genotipo 1/4 y 12 meses a aquellos con genotipo 2/3. 33,34 La indicación de tratamiento en pacientes coinfectados debe ser individualizada, considerando los factores relacionados al control de su infección por el VIH, como su estado clínico, inmunitario, la carga viral y la necesidad de TARV. Se recomienda que el paciente esté estable y asintomático desde el punto de vista clínico, con carga viral indetectable o menor a 30.000 copias/mL, CD4 estables por encima de 250 células/mL y bajo TARV estable por un plazo mayor a 6 me- Monitoreo VIH Anti–VHC recomendado ses o sin necesidad de ella. A los factores asociados a buena respuesta al tratamiento del VHC habituales se suman los asociados a su infección VIH y se enumeran en el cuadro 1. La decisión de tratar o no un paciente coinfectado así como la oportunidad del tratamiento debe tener en cuenta el estadio de la infección VIH así como la necesidad de TARV. En la tabla 1 se resumen las indicaciones de tratamiento en relación al estadio de la infección VIH. Algunos aspectos son importantes a fin de optimizar la respuesta terapéutica en pacientes coinfectados. El primero de ellos es lograr una buena adherencia al tratamiento, 80/80/80, lo que significa que el paciente debe recibir el 80% de las dosis planeadas de ribavirina, el 80% de las dosis de interferón pegilado y durante el 80% del tiempo planeado de tratamiento. 35 Otro aspecto que se ha demostrado mejora las respuestas terapéuticas es la administración de ribavirina en dosis máximas ya que se ha encontrado una correlación entre los niveles plasmáticos de la droga y las tasas de RVS. 36 Por último esta población presenta una mayor incidencia de reacciones adversas a las drogas, por lo que es necesario un amplio conocimiento de las opciones de manejo sintomático, con el fin de evitar la interrupción del tratamiento. Se requiere un monitoreo de la respuesta virológica a las 12 semanas de tratamiento antiviral para el VHC ya que la falta de respuesta en este plazo tiene un elevado valor predictivo negativo de respuesta favorable al final del tratamiento. 37 Un descenso menor a 2 logaritmos a la semana 12 tiene un valor predictivo negativo para la respuesta sostenida del 100%. 38 En pacientes coinfectados se han reportado resultados similares. 39 Por lo tanto se recomienda discontinuar el tratamiento sí a la semana 12 no se negativiza la viremia o no ocurre un descenso al menos de 2 logaritmos. 42 Carta Infectológica [Montevideo, impr.] © Cátedra de Enfermedades Infecciosas. Agosto, 2006. Por último, en los pacientes infectados por VHC se debe recomendar la vacunación para hepatitis B y hepatitis A (de acuerdo al estado serológico), estimular al abandono de alcohol y otros tóxicos y aconsejar acerca de las medidas de prevención para evitar la transmisión de la infección. C virus infection: a meta–analysis. Clin Infect Dis. 2001; 33: 562–9. 13. 14. and HIV co–infection. AIDS 2004; 18: 1–12. 28. evaluate the grading and staging of hepatic fi- ma in HIV–infected patients with chronic hepatitis brosis in HIV/HCV co–infected patients. 45 ICAAC, C. Am J Gastroenterol. 2001; 96: 179–83. Washington, 16–19 december 2005. Abstract H– Kramer JR et al. The effect of HIV coinfection on the risk of cirrhosis and hepatocellular car- 1482. 29. cinoma in U. S. Veterans with hepatitis C. Am J BIBLIOGRAFÍA 1. Peginterferón Alfa–2a plus ribavirin for chronic he- in HIV/hepatitis C virus co–infected patients. AIDS patitis C virus infection in HIV–infected patients. N rrhosis in chronic hepatitis C virus infection. 2004; 18: 2163–70. 6. Study Team. Peginterferon Alfa–2a plus ribavirin versus interferon Alfa–2a plus ribavirin for chro- llow–up study of 384 patients. Gastroenterology. hibitor therapy. Hepatology. 2001; 34: 283–7. nic hepatitis C in HIV–coinfected persons. 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