Panace@_17-18_diciembre_2004 - BSCW Shared Workspace Server

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Panace@_17-18_diciembre_2004 - BSCW Shared Workspace Server
Panace@
Boletín de Medicina y Traducción
Vol. V, n.o 17-18, septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Panace@ (<www.medtrad.org/panacea.html>) es la revista de MedTrad, foro internético independiente
y plurinacional constituido por profesionales de la comunicación escrita en el ámbito de la lengua,
la medicina y las ciencias biológicas. Panace@ publica textos originales sobre los diversos aspectos
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Panace@ es una publicación trimestral con cuatro números anuales: dos números sencillos,
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ISSN 1537 - 1964
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Subdirectora: Laura Munoa
Jefa de redacción: M.ª Verónica Saladrigas
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Revisión: Federico Romero
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Consejo editorial
Rodolfo Alpízar Castillo (Cuba)
Jorge Avendaño Inestrillas (México)
Christian Balliu (Bélgica)
José Rafael Blengio Pinto (México)
M.ª Teresa Cabré Castellví (España)
Xosé Castro Roig (España)
Adriana Cruz Santacroce (Uruguay)
Antonio Díaz Rojo (España)
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Valentín García Yebra (España)
Luis González (España-Bélgica)
Bertha Gutiérrez Rodilla (España)
Shari Lama (EE. UU.)
Ernesto Martín-Jacod (Argentina)
José Martínez de Sousa (España)
Ignacio Navascués (España)
Fernando Pardos (España)
Isabel Pérez Montfort (México)
Luis Pestana (Portugal-Suiza)
Mercè Piqueras (España)
Serge Quérin (Canadá)
Héctor Quiñones (España)
Maurice Rouleau (Canadá)
Joaquín Segura (EE. UU.)
Karen Shashok (España)
Gustavo A. Silva (México-EE. UU.)
José A. Tapia Granados (España-EE. UU.)
Iñaki Ugarteburu (España)
José María Valderas (España)
Alicia Zorrilla (Argentina)
Portada: Antonio y Fernando Pardos: Kinorrinco (Echinoderes hispanicus; especie descubierta por F. Pardos en la bahía
de Santoña [Santander, España] en 1998). Ilustraciones: Fernando Pardos, medtradero, profesor en la Facultad de
Biología de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en vocabulario científico de la Real Academia Española.
Traducción de resúmenes: María Luisa Clark y Karen Shashok.
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Vol. V, n.o 15. Marzo,, 2004
2004
Panace@. Vol. V, n.Panace@.
17-18. Septiembre-diciembre
Índice
<www.medtrad.org/panacea.html>
Panace@
Boletín de Medicina y Traducción
EDITORIAL
MedTrad, una ilusión compartida
Gustavo A. Silva
TRADUCCIÓN Y TERMINOLOGÍA
Notas galénicas: el acondicionamiento de los medicamentos
Francisco Hernández e Ignacio Navascués
Fichas de MedTrad (n.º 13): eficacia, efectividad
y eficiencia en la investigación de fármacos
Verónica Saladrigas y José Antonio Sacristán del Castillo
Minidiccionario crítico de dudas
Fernando A. Navarro
El Sistema Internacional de unidades:
aspectos prácticos para la escritura de textos en el ámbito
de las ciencias de la salud
Javier Hellín del Castillo
Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga: temas
dimensionales, métricos y algebraicos en las tareas de
redacción, edición y traducción
José A. Tapia Granados
TRIBUNA
Apuntes para la historia de MedTrad
Gustavo A. Silva, M.ª José Hernández Weigand,
Cristina Márquez Arroyo y Ana María Giordano
Notes pour une (petite) histoire de Français médical
Serge Quérin
Estudio descriptivo inglés-español de las metáforas
en el lenguaje del radiodiagnóstico médico
Beatriz Méndez Cendón
El zigzag retórico en el artículo biomédico inglés: evasiones,
acometidas y contraataques
Gustavo Mendiluce Cabrera y Ana I. Hernández Bartolomé
La taxonomía biológica: problemas lexicográficos
y de traducción
Fernando Pardos
e-revist@s. Plataforma digital de revistas científicas
electrónicas españolas y latinoamericanas
Elena Fernández, Clara Giner y Juan Francisco Heras
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REVISIÓN Y ESTILO
Versión actualizada de las «normas de Vancouver» en
traducción al español
María Luisa Clark
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La citación en el artículo de divulgación médica (inglésespañol) y su importancia en la formación de traductores
M.ª Blanca Mayor Serrano
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CARTAS A PANACE@
Cinco años de MedTrad
MedTrad como fuente de información para la resolución
de problemas de traducción
Gabriela Caruso
MedTrad para una historiadora del lenguaje médico
Bertha M. Gutiérrez Rodilla
MedTrad para una correctora de textos médicos
Mónica Noguerol
MedTrad y el «libro rojo»
Fernando A. Navarro
MedTrad y el ILEX
Fernando Pardos
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EL LÁPIZ DE ESCULAPIO
Poemas y ripios en MedTrad
Fernando Pardos, Lorenzo Serrahima, María Luisa Balseiro,
Luis Pestana y Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio
Soneto tartajoso a las listas de correo
María Barbero
Cinco años solo
Cinco años en compañía
Lorenzo Serrahima
La fuerza de la costumbre
Manuel Talens
Palabras, estratos
María de Miguel y Gallo
SEMBLANZAS
Entrevista a Jacques Vissoky, médico-tradutor brasileiro
Rosário Durão
RESEÑAS
El Escaparate de MedTrad: todo un caudal de información
para los traductores médicos
Ángela Ciocca, M.ª José Hernández y Cristina Márquez
Medicina e farmácia em 11 línguas
Jorge Cruz
Veintiún médicos catalanes que dejaron huella
en el lenguaje médico
Fernando A. Navarro
Documentación y terminología para la traducción
especializada
José Gallego
El plumero: la Clavis sanationis de Simón de Cordo
(siglo XIII)
Bertha M. Gutiérrez Rodilla
AGENDA
Reuniones
Actividades docentes
Laura Munoa
ENTREMESES
Etimología infantil
Aníbal J. Morillo
Cómo 11 de Septiembre no significa September 11
Fernando Sorrentino
¿Quién lo usó por vez primera? Estrés
Guzmán Urrero Peña
Masculino genérico
Álvaro García Meseguer
Antiradicalar
Bertha M. Gutiérrez Rodilla
La palidez «del tejido conjuntivo» de Nietzsche
Gustavo A. Silva
El cupping de Gwyneth Paltrow
Fernando A. Navarro
Manifiesto de apoyo al proyectado diccionario de la RANM
Real Academia Nacional de Medicina
Lost in translation?
Aníbal J. Morillo
Una medtradera guanya el IX Premi
de Literatura Científica
Agència EFE
«Salud y traducción» en Hieronymus
Redacción de Panace@
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III
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Panace@ agradece el apoyo económico recibido de los siguientes particulares y empresas patrocinadoras,
a través de la Asociación Pro MedTrad y Panacea:
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Comunicación
Multilingüe, S.L.
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Andrade, Cristina
Busch, Marta
Caruso, Gabriela
Castañeda Macchiavello, Guido
De Rafael Nerpell, Luis
Fernández Berjón, Esther
Fernández Castillo, Carlos J.
Galiano, Betty
Giambiagi, Nora
Giordano, Ana María
Gutiérrez Rodilla, Bertha M.
Hernández, Francisco
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López Ramírez, Gloria
Márquez Arroyo, Cristina
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Minsky, Gabriela
Mitchell, Claudia
Morales, Egla
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Navarrete, Carmen
Navarro González, Fernando
Nevado, Alfonso
Picazo Guadarrama, Emilia
Quiñones Tapia, Héctor
Romero Portilla, Federico
Rondinone, Silvia
Saladrigas, Verónica
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Segura, Joaquín
Serrahima Formosa, Lorenzo
Shapiro, Barbara
Shashok, Karen
Silva, Gustavo A.
Vázquez, Damián
Wolf, Silvia
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IV
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Editorial
<www.medtrad.org/panacea.html>
MedTrad, una ilusión compartida
Gustavo A. Silva*
Introducción
Si hace cinco años el lector, con ayuda de un motor de búsqueda, hubiese buscado la sigla «medtrad» en Internet, se habría
encontrado con un puñado de páginas web y documentos
vinculados exclusivamente con la medicina tradicional; un
año después, la misma operación habría arrojado, además,
unas cuantas referencias a MedTrad. Hoy en día, si valiéndose de Google repite la operación, el buscador le devolverá
centenares de páginas web y documentos relacionados casi
en su totalidad con nuestro grupo. Éste es tan solo uno de los
indicios de la importancia que ha cobrado MedTrad, pero me
parece muy revelador y elocuente, porque proviene del mundo
cibernético, que es precisamente donde nos movemos y donde
hemos abierto brecha.
En apenas un lustro, MedTrad se ha convertido en un
punto de referencia obligado en el medio de la traducción y la
redacción de medicina y ciencias afines. Su influencia se extiende a la esfera del lenguaje científico en general y rebasa las
fronteras del castellano. En este número de aniversario, varios
autores hacen un recuento de los logros del grupo en los cinco
años que lleva de vida. Por mi parte, intentaré en lo que sigue
plasmar unas reflexiones que podrían interesar no solo a los
colegas de MedTrad, sino también a otros que pudieran verse
tentados a seguir nuestro ejemplo. Me centraré en los atributos
del grupo y en los factores que probablemente hayan contribuido a su crecimiento, fortalecimiento y proyección.
Fundador por accidente
Soy de carácter reservado, más bien tímido y solitario.
¿Cómo se explica, entonces, que haya fundado MedTrad y
haya sido su primer coordinador, por cuatro años? El factor
decisivo, sin lugar a dudas, es la enorme ilusión que el proyecto despertó en mí y en los colegas que me ayudaron a
lanzarlo. Habría que ver el gozo y el asombro de los primeros
días, cuando cada mañana abríamos el correo electrónico con
la emoción de quien abre un regalo largamente esperado. Algunos no dábamos crédito a lo bien que funcionaba nuestra flamante lista, y nos preguntábamos cómo era posible que a nadie
se le hubiese ocurrido antes crear algo así. Aquello parecía un
sueño hecho realidad, y comprobarlo nos llenaba de alegría y
renovaba la ilusión. Por eso, en alguna oportunidad he dicho
que a los miembros fundadores de MedTrad nos une el lazo
indisoluble que comparten las personas que han trabajado con
ahínco para hacer realidad un sueño común.
Debo confesar que si antes de dar los primeros pasos que
condujeron al nacimiento de MedTrad hubiese tenido una idea
aproximada de las enormes dosis de tiempo y dedicación que
el grupo nos iba a exigir —con los ineludibles quebraderos
de cabeza—, con toda probabilidad no habría dado un solo
paso. Con todo, reconozco que lo mejor en ese momento fue
no detenerse a reflexionar. Hoy, en cambio, lo que se impone
es precisamente la reflexión, basada en la perspectiva que dan
los años transcurridos.
¿Médicos traductores o traductores médicos?
Mi impulso inicial, como médico que dejó la profesión
para convertirse en traductor y redactor, fue convocar a profesionales con esas mismas características, porque tenía contacto
con cierto número de ellos en México, Estados Unidos y España. Además, siempre me ha llamado la atención el gran número de médicos que alternan el ejercicio de su profesión con la
escritura en alguna de sus formas (incluida la literatura), o que
abandonan aquél en favor de ésta. No obstante, los miembros
fundadores pronto me convencieron de que debíamos ampliar
el espectro e incorporar a traductores y redactores médicos
y de disciplinas afines, cosa que hicimos y resultó uno de
nuestros primeros aciertos. Si hubiésemos seguido con la idea
inicial, hoy seríamos un grupo muy reducido, y no creo que
nuestra labor hubiese tenido una repercusión tan amplia como
la que hemos logrado.
La fuerza de los números
No cabe duda de que la nómina de MedTrad es grande
y no cesa de crecer. Y nuestra fuerza e influencia radican
en parte en los números. Al principio, nunca me imaginé
que llegaríamos a ser tantos; pero, pensándolo bien, era de
esperar y no debería sorprender. En cualquier sociedad contemporánea, la salud es asunto de capital importancia; como
resultado, el sector médico-sanitario es proporcionalmente
grande en casi todas ellas. Por lo tanto, la necesidad de información médica y sanitaria —sea de carácter científico y
técnico o de divulgación— suele ser considerable, y, en consecuencia, debe haber un número correlativamente grande
de profesionales de la comunicación capaces de satisfacer
esa demanda.
En otras palabras, los traductores y redactores de medicina
constituyen una especie numerosa. Así pues, al formarse un
grupo profesional que los podía ayudar a hacer mejor su trabajo, era natural que muchos vinieran a tocar a nuestra puerta.
Si fuésemos traductores de física nuclear o de ingeniería aeronáutica, pongamos por caso, con toda seguridad formaríamos
un grupo relativamente minúsculo.
Otro factor que explica las dimensiones del grupo es obvio:
la lengua de trabajo de la mayoría de los medtraderos es el
español, hoy por hoy una de las más importantes del mundo y
probablemente a la que más se traduce.
* Servicio de Traducción de la Organización Panamericana de la Salud. Washington, D. C. (Estados Unidos).
Dirección para correspondencia: 1silvagu@paho.org.
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Editorial
La afiliación selectiva, una de las claves
Desde el comienzo me propuse que la afiliación fuese
selectiva y, por fortuna, los colegas me apoyaron. Como
mencioné líneas arriba, el tema de la salud y la medicina es
intrínsecamente interesante para casi todo el mundo, de modo
que la afiliación abierta hubiese atraído como moscas a la miel
a muchísimos aficionados e inexpertos que no tendrían nada
que aportar, meterían mucho ruido en la comunicación y casi
seguramente no entenderían gran parte del diálogo entre profesionales. El riesgo que se corre con ello es que esos elementos
se adueñen del foro y no dejen espacio para los profesionales,
con lo cual éstos empiezan a hacer mutis y desaparecen del
escenario.
No creo, pues, que en un grupo de composición abierta hubiésemos podido crear el clima de profesionalismo que priva
en nuestros intercambios cotidianos y que propicia un debate
de altura. Ello explica asimismo la calidad de los debates que
sostenemos en la lista de discusión y, como consecuencia, de
los productos que elaboramos.
Por lo demás, los requisitos mínimos de admisión que imponemos son razonables. Se podría argumentar que MedTrad
es un grupo exclusivo, y es verdad; pero lo es por necesidad,
no por esnobismo. Somos exigentes porque la calidad es uno
de nuestros objetivos capitales; esto se sabe y se comenta positivamente en el mundillo de la traducción. Una de nuestras
funciones es coadyuvar al mejoramiento y la formación de los
miembros, pero queremos hacerlo en un nivel superior: dentro
de una facultad de traducción, MedTrad vendría a ser la parte
encargada de la formación especializada en el nivel de maestría y doctorado.
En suma, somos muchos, es cierto; y aún podemos ser más.
Pero debemos seguir pugnando por que el crecimiento siempre
sea, sobre todo, cualitativo.
La ayuda mutua, factor fundamental
El traductor de hoy sabe que ya no está solo. Este hecho de
escueta enunciación pero de tremendas consecuencias llamaba
mucho la atención en los comienzos de MedTrad y se comentaba gozosamente; era uno de los elementos que alimentaron
la ilusión común y aún la siguen avivando. A ello contribuyó
muchísimo el hecho de que desde el principio decidimos que
la función esencial del grupo sería la ayuda mutua.
El traductor —«dudador profesional», como dice una
amiga medtradera— sabe ahora que tiene a su alcance un
medio poderoso para resolver casi todas las dudas que puedan
asaltarlo en su tarea. Poder plantear dificultades de traducción
o lenguaje a colegas expertos es algo que no se podría hacer ni
con el mejor diccionario.
No se puede negar que la tecnología moderna ha venido a
hacer trizas el aislamiento secular de los traductores. Pero el
solo adelanto tecnológico no hubiese bastado para lograr este
cambio si no se hubiese sustentado en otro elemento importantísimo: el espíritu de solidaridad. La creación de MedTrad vino
a demostrar palmariamente que la mayoría de los profesionales
de la traducción y la redacción son gente generosa y solidaria
que de buena gana comparte su capital intelectual y su tiempo
para ayudar a un colega. Lo bueno de esta actitud, me parece,
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es que quien pregunta y quien contesta salen ganando. Como
se sabe, el buen profesor aprende más cuando enseña, pues
por una parte ha de profundizar en su materia para entenderla
a cabalidad y poder explicarla a terceros, y por otra parte, éstos
no sólo aprenden sino que, al examinar el tema desde muchos
puntos de vista, obligan también a aquél a ampliar su perspectiva y enriquecer su dominio de la materia. Algo muy parecido
sucede en MedTrad, con la particularidad de que los papeles
a menudo se intercambian: quien hoy pregunta mañana puede
despejar una duda de otro.
En el seno de nuestra lista de discusión se da un intercambio enriquecedor permanente; todos aprendemos de todos, y
hoy somos mejores traductores que ayer y mañana podremos
seguir mejorando. La conclusión es ineludible: desde que surgieron los grupos internéticos como el nuestro, los traductores
empezaron a entregar cada vez mejores traducciones. Y el
mejoramiento de las traducciones contribuye directamente a
mejorar nuestra profesión y a fortalecer la lengua en general.
Más allá de la ayuda mutua, en MedTrad hemos sabido
imprimirle un giro más a la solidaridad entre profesionales al
no ponerle un precio a lo que compartimos. Por un lado, la
afiliación al grupo es gratuita; por el otro, todos los productos
de gran calidad que ofrecemos (la revista Panace@, el Medtradiario y El Escaparate de MedTrad) son gratuitos. A precios
del mercado, el tiempo y el trabajo de todos los que hacen posible el funcionamiento cotidiano de MedTrad y sus productos
sumarían a estas alturas decenas de millares de euros.
Lo anterior me lleva directamente a otro de los atributos
que explican el desarrollo logrado por MedTrad: el trabajo
voluntario. En efecto, un puñado de miembros ha asumido un
papel muy activo y ha tomado a su cargo las múltiples tareas
necesarias para que el grupo funcione tan bien como lo hace.
Con gran desprendimiento, estos profesionales han robado
incontables horas al empleo remunerado y al descanso para
recopilar el Medtradiario, atender a la dirección y administración del grupo, prestar apoyo técnico en cuestiones informáticas, publicar Panace@, diseñar y mantener El Escaparate
de MedTrad y un largo etcétera. En varias ocasiones, también
han llegado a poner dinero de su bolsillo para ayudar a que las
cosas se hagan con prontitud y a tiempo. Huelga decir que sin
este componente de dedicación y entrega a la causa tampoco
habríamos llegado muy lejos.
La riqueza de la diversidad
MedTrad tiene un gran capital en la heterogeneidad de sus
miembros. Nuestra pluralidad en cuanto a formación, experiencia, ocupación, enfoque, campo de ejercicio profesional e
incluso nacionalidad y dispersión geográfica abona el terreno
para el intercambio fructífero de conocimientos. Colectivamente, si no lo sabemos todo, estamos muy cerca de lograrlo.
Nuestros saberes compartidos constituyen una rica cantera
que cada miembro puede explotar sin límites; de ella nacen,
además, los diversos productos que ponemos al alcance de la
comunidad de traductores profesionales.
Además, el contraste de distintos puntos de vista y pareceres con respecto al fenómeno lingüístico y a las manifestaciones que éste despliega en el vasto territorio hispanohablante
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Editorial
<www.medtrad.org/panacea.html>
resulta sumamente instructivo y enriquecedor. Por un lado,
comprobamos la diversidad que nuestra lengua alcanza en
el mundo; por el otro, salta a la vista la conveniencia de uniformar en lo posible el lenguaje científico, especialmente, el
componente léxico.
En efecto, el cambio tecnológico nos brinda la oportunidad histórica, que ninguna generación ha tenido jamás, de
intercambiar ideas casi instantáneamente y desde lugares muy
apartados para ponernos de acuerdo en muchos aspectos y hallar soluciones comunes a problemas compartidos. Y de elegir
un código uniforme que facilite la comunicación en ciertas
parcelas del conocimiento donde ello no sólo es factible, sino
también aconsejable. Poco a poco, los miembros de MedTrad
nos hemos ido percatando de la conveniencia de sustituir un
regionalismo o localismo de distribución limitada o poco claro
por un término de más fácil comprensión para un público más
amplio. Y a la inversa, cuando preparamos un texto destinado a
un público muy específico, podemos evitar algunas formas de
decir que no son corrientes, que se prestan a confusión o que
incluso podrían herir la susceptibilidad de los lectores. Este es
otro factor que empieza a cobrar fuerza y que, de continuar,
transformará radicalmente no sólo la manera de traducir, sino
también el propio lenguaje.
Conclusiones
MedTrad es un grupo internético de carácter pionero que
ha logrado situarse en una posición profesional envidiable.
Los medios de que se vale y el ámbito en que se desenvuelve
pueden ser todo lo adelantados y tecnológicamente complejos
que se quiera, pero su espíritu, su esencia y la fuerza motriz
que lo anima son esencialmente humanos. La ilusión, la ayuda
mutua, la solidaridad, el afán de calidad, el trabajo intenso y
desinteresado, la dedicación, los sueños, la audacia de pensar
en grande e intentar cosas nuevas son todos atributos intangibles que siempre se han conjugado en las empresas humanas
coronadas por el éxito. Intangibles son también (¿acaso no se
les llama «virtuales»?) la Internet, el correo electrónico y el
espacio cibernético. Por paradójico que parezca, de esa mezcla
de elementos intangibles surgen a diario frutos muy concretos de los que todos los medtraderos podemos dar testimonio
fehaciente y entusiasmado.
Etimología infantil
Aníbal J. Morillo
Médico, radiólogo, verbófilo. Bogotá (Colombia)
Una reciente tarde cualquiera, mi esposa fue a recoger a María José, nuestra hija mayor, al finalizar su jornada preescolar.
Caminaban junto con nuestra mascota, una vivaz ejemplar de la raza beagle que responde al nombre de Anna Bertha, nombre
escogido por el radiólogo de la casa en remembranza de la esposa del descubridor de los rayos X.1
Les faltaba poco para llegar, cuando una vecina del barrio las detuvo, demostrando gran interés por la perrita. Elogió sus
atributos físicos, evidentemente heredados de su padre, un bello ejemplar argentino, campeón de la raza. Insistió en su interés
por adquirir alguno de los descendientes de Anna Bertha y en que debían avisarla cuando se tomara la decisión de cruzarla.
Quizá olvidando que los beagle vienen en tamaños de trece y quince pulgadas,2 y probablemente con la intención de
impresionar acerca de sus conocimientos de la raza, antes de despedirse, la vecina quiso saber si nuestra mascota era un
ejemplar de los de «siete pulgadas».
Unos pasos más adelante, María José, que había prestado más atención a la conversación de lo que hubiéramos anticipado, demostrando un prematuro y enorgullecedor interés por las palabras y su significado, e inocente de las controversias
históricas generadas alrededor del uso —o desuso— del sistema métrico, quiso aclarar una duda etimológica, que consideramos muy apropiada para sus casi seis años de edad:
—Mamá —preguntó—, siete pulgadas son… ¿siete días de pulgas?
Notas
1. Mould RF. Invited review: Röntgen and the discovery of X-rays. Br J Radiol 1995; 68: 1145-1176.
2. Pisano B. El beagle. Barcelona: Hispano Europea; 1999.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
Notas galénicas: el acondicionamiento de los
medicamentos
Francisco Hernández* e Ignacio Navascués**
Después de haber comentado diversos aspectos parciales del
acondicionamiento (packaging) de los medicamentos (medicinal products) en las «Notas galénicas» de los números 1, 2 y 4
de Panace@, en el presente número presentaremos un cuadro
general del tema.
Partes del acondicionamiento
El acondicionamiento está constituido por:
a)
b)
c)
El acondicionamiento secundario (secondary packaging) o embalaje externo (outer package). Básicamente es el estuche o caja de cartón (carton box) que
contiene el envase (container) o acondicionamiento
primario (primary packaging) y el prospecto (package insert, leaflet).
El acondicionamiento primario o envase. Es el recipiente en contacto directo con el medicamento.
El prospecto. Se llama así a la información que acompaña al medicamento y va dirigida al usuario (paciente o personal sanitario [healthcare-giver]).
Algunos preparados farmacéuticos (drug preparations)
requieren un acondicionamiento especial. Tal es el caso, por
ejemplo, de los radiofármacos (radiopharmaceuticals), que
han de presentarse en un envase hermético (airtight container)
dentro de un contenedor de plomo (lead container) como protección contra la radiación (radiation).
Envases
Los envases, o acondicionamiento primario, pueden clasificarse de diversas maneras. La Real Farmacopea Española
(que contiene la versión española de la Farmacopea Europea)
los clasifica de la manera siguiente:
a)
b)
c)
d)
e)
Fines del acondicionamiento
El acondicionamiento tiene dos funciones fundamentales:
proteger e informar. En primer lugar, debe proteger física, química y biológicamente al medicamento. Los golpes, las caídas
(protección física), la humedad (moisture), la temperatura,
la luz, los gases (protección química) o los insectos, hongos
y bacterias (protección biológica) constituyen ejemplos de
riesgos posibles (potential hazards). Y, en segundo lugar, el
acondicionamiento debe permitir la correcta identificación del
medicamento y proporcionar la información necesaria sobre
el mismo para un uso adecuado (suitable use). Esta función
informativa la cumple el acondicionamiento aportando datos
como: denominación (name) del medicamento; principio activo (active substance) y excipientes (inactive components,
excipients); forma farmacéutica (dosage form) y dosificación
(strength); forma y vía de administración (method and route of
administration); condiciones de conservación (storage conditions), etcétera.
f)
g)
h)
Envase unidosis (single-dose container). Un envase
unidosis es un envase que contiene una cantidad de
preparación destinada a ser utilizada una única vez
(single administration), en su totalidad o en parte.
Envase multidosis (multidose container). Un envase
multidosis contiene una cantidad de la preparación
suficiente para suministrar al menos dos dosis de la
misma.
Envase bien cerrado (well-closed container). Un envase bien cerrado protege de la contaminación de su
contenido por materias extrañas sólidas o líquidas,
así como de la pérdida de contenido en condiciones
normales de manejo (handling), conservación y almacenamiento (storage) y transporte.
Envase hermético (airtight container). Un envase
hermético es impermeable a los sólidos, a los líquidos
y a los gases en condiciones normales de manejo,
conservación, almacenamiento y transporte. Si está
destinado a ser abierto más de una vez, debe diseñarse
de manera que recupere su hermeticidad cada vez que
se vuelva a cerrar.
Envase sellado (sealed container). Un envase sellado
es un envase cerrado por fusión (fusion) del material
que lo constituye.
Envase con cierre inviolable (tamper-proof container). Un envase con cierre inviolable es un envase
cerrado provisto de un dispositivo (device) especial
que revela inequívocamente que ha sido abierto.
Envase con cierre a prueba de niños (child-proof container). Es un envase provisto de un cierre (closure)
que impide que sea abierto por los niños.
Envases para sangre humana y hemoderivados (containers for human blood and blood components). Son
envases cilíndricos, de paredes más o menos gruesas,
de vidrio neutro, transparente e incoloro (colourless
and transparent neutral glass) y de una capacidad
variable.
Más frecuente es, sin embargo, una clasificación que atiende tanto al contenido del medicamento envasado (filled) como
* Servicio de Traducción. RoNexus Services AG, Basilea (Suiza).
** Médico traductor. Madrid (España). Dirección para correspondencia: ignacio.navascues@traducciones.tiscalibiz.com.
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
al material y la forma del envase. Desde este punto de vista,
cabe distinguir los envases siguientes:
1. Para líquidos
a) ampollas (ampoules) (v. «Notas galénicas», Panace@, vol.1, 1: <www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n1_NotasGalenicas.pdf>)
b) viales (vials)
c)
frascos para infusión (bottles)
d) jeringas precargadas (prefilled syringes) (v. «Terminología galénica», Panace@, vol. 1, 2: <www.
medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n2_TermGalenicaNavascues.pdf>)
e)
cartuchos (cartridges)
f)
bolsas (bags)
g) envases para sangre y hemoderivados.
2. Para semisólidos
a) tubos de metal (metal tubes)
b) tubos de plástico (plastic tubes)
c)
láminas selladas (sealed foils) —de plástico o aluminio— para supositorios (suppositories).
3. Para sólidos
a) blísteres (blisters)
b) tiras (strips)
c)
sobres (sachets).
Cierres de los envases
(V. «Notas galénicas», Panace@, vol. 2, 4: <www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n4_NotasGalenicas.pdf>.)
Materiales de los envases
1. Vidrio
Puede ser de diferentes calidades: incoloro (colourless),
coloreado (coloured), neutro (neutral) o borosilicatado (borosilicate glass) y de silicato de sodio (soda-lime-silica glass).
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
La resistencia hidrolítica (hydrolytic resistance) expresa la
estabilidad química de los envases de vidrio. Según esta propiedad, se distingue, de mayor a menor resistencia, entre vidrio
de tipo I, II, III y IV.
2. Plástico
Los materiales plásticos más utilizados son el polietileno
(polyethylene), el polipropileno (polypropylene), el policloruro
de vinilo (polyvinyl chloride), el politereftalato de etileno (polyethylene terephthalate) y el polietileno-acetato de vinilo
(polyethylene-vinyl acetate).
El plástico seleccionado debe reunir las dos características
siguientes:
a)
b)
los componentes (ingredients) del medicamento no
deben adsorberse (adsorb) sobre la superficie del
material plástico ni migrar (migrate) en grado significativo al interior de la pared (wall) del envase o a
través de la misma;
el material plástico no debe ceder (release) al medicamento contenido en el envase ninguna sustancia en
cantidad suficiente para afectar a su estabilidad o que
constituya un riesgo de toxicidad.
3. Metal
El aluminio (aluminium) para envases y el estaño (tin)
como recubrimiento (coating) de la hojalata (tinplate) de acondicionamientos a granel (bulk packaging) son los dos metales
de uso farmacéutico más frecuente.
Bibliografía
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187
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
Fichas de MedTrad (n.° 13): eficacia, efectividad
y eficiencia en la investigación de fármacos*
María Verónica Saladrigas** y José Antonio Sacristán del Castillo***
Hemos leído con interés el análisis de Ferro García y Vives Montero1 sobre los conceptos de eficacia, efectividad y
eficiencia en psicología, por cuanto cada uno de estos términos dispone de un homógrafo específico en el ámbito de
la investigación de fármacos, como veremos sucintamente a
continuación.
En el lenguaje farmacéutico, se entienden por eficacia
(efficacy) los efectos2,3 o los beneficios4 (beneficial effects,5
performance6) que proporciona un tratamiento farmacológico
dado en circunstancias ideales de uso, tales como las de los
ensayos clínicos controlados y aleatorizados7 de fase II y III
(ECA de fase II y III).6,8-11 Estos ensayos son imprescindibles
para autorizar la comercialización de un medicamento.8
En realidad, los ensayos clínicos de eficacia están diseñados para evaluar no sólo la eficacia de un determinado
fármaco, sino también su toxicidad o ‘seguridad’ (safety) con
respecto al placebo o a un fármaco de referencia (active comparator). Estos estudios suelen realizarse en condiciones muy
controladas, lo que puede afectar a la generalización de sus resultados, pues ni los médicos ni los pacientes constituyen una
muestra representativa de las personas que luego prescribirán
y recibirán el medicamento, los ensayos se realizan en centros
sanitarios muy especializados, dotados de métodos y equipos
punteros de diagnóstico, los pacientes se seleccionan sobre la
base de criterios de inclusión muy estrictos y el cumplimiento
del tratamiento suele ser elevado. Con frecuencia son de corta
duración y se centran en el estudio de variables intermedias
(surrogate end-points) tales como la tensión arterial en los
ensayos con antihipertensivos y la carga vírica en los ensayos
con antirretrovíricos.6,8
Los estudios de eficacia, debido al gran rigor científico con que se
realizan, prestan una estricta atención a la validez interna (la precisión
de las conclusiones), a costa de la validez externa de los resultados (es
decir, de la generalización de los resultados a la práctica clínica).6
La información que proporcionan los ensayos clínicos de
eficacia presenta limitaciones a la hora de tomar decisiones
terapéuticas en el mundo real (como pueden ser la fijación del
precio de un medicamento, su incorporación a los formularios
de los hospitales y a los boletines terapéuticos o su inclusión
en guías de práctica clínica y protocolos), pues la eficacia evaluada en los ensayos clínicos puede no ser la misma fuera de
las condiciones controladas del ensayo.6,9 Hoy más que nunca,
dada la atención creciente que se está prestando a la calidad
de la asistencia sanitaria, a la maximización de los beneficios
en relación con los recursos económicos disponibles y al uso
racional de los medicamentos, los sistemas nacionales de salud
y los profesionales sanitarios necesitan conocer con exactitud
las reacciones adversas de los fármacos, así como las repercusiones económicas (economic outcomes) y los efectos clínicos
(clinical outcomes) de su utilización en el mundo real.3,6,9
Precisamente, los efectos de un tratamiento en la práctica
clínica, es decir, en condiciones reales de uso, es lo que se
denomina efectividad (effectiveness).3,5,7,12 Los datos sobre
la efectividad de un medicamento (que depende de factores
múltiples, desde la complejidad del régimen terapéutico hasta
el grado de aceptación que tiene entre los pacientes), pueden
obtenerse mediante la realización de ensayos clínicos controlados y aleatorizados más ‘pragmáticos’ o naturales, es decir,
más próximos a la realidad (con criterios de inclusión laxos,
realizados en establecimientos sanitarios de segundo y tercer
nivel o en centros de atención primaria; con períodos de seguimiento prolongados y en los que la asignación de tratamientos
sigue siendo aleatoria, pero no siempre es necesario el enmascaramiento), pero casi siempre se obtienen de estudios de
carácter observacional (observational studies), como veremos
más adelante.6,8
Los ensayos clínicos pueden diseñarse para recabar de forma
prospectiva tanto información clínica como económica de las opciones terapéuticas comparadas si se incluye una evaluación económica
dentro del ensayo mismo, sea éste de carácter explicativo o pragmático.8 Los ensayos clínicos que incorporan una evaluación económica
se denominan en inglés piggy-back clinical trials.3,6,8 Los datos
referentes a la utilización de recursos a efectos de la evaluación económica en el marco de un ECA se recogen con relativa facilidad; para
ello basta con incluir, junto con el cuaderno de recogida de datos (case
report form), un cuaderno de utilización de recursos, donde el investigador pueda dejar constancia de los recursos o costes asociados a
dicha intervención (dosis, número de visitas, días de hospitalización,
pruebas diagnósticas, pérdida de productividad, etc.).3,8
Dichos ECA pragmáticos (pragmatic trials) se conocen en
la literatura específica con distintos nombres, a saber: «ensayos de efectividad» (effectiveness trials), «ensayos del mundo
* La presente ficha contiene texto en dos colores y cuerpos de letra. El texto en cuerpo mayor ofrece información fundamental y puede leerse
prescindiendo de los fragmentos en cuerpo menor y color azul, que aportan información suplementaria.
** Doctora en Ciencias Biológicas. Traductora y revisora. Novartis Pharma AG, Basilea (Suiza). Dirección para correspondencia:
mariaveronica@freesurf.ch.
*** Doctor en Medicina. Especialista en Farmacología Clínica. Gerente de Investigación de Resultados Sanitarios. Laboratorios Lilly, Madrid (España).
188
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
real» (real world trials) o «ensayos naturalistas» (naturalistic
clinical trials), por citar algunos.3,5,6,8,9,13,14
Reina la confusión con respecto a la denominación de estos ensayos. Según Vallvé, «el término ‘pragmático’ debería reservarse para
los ensayos que siguen de forma precisa la metodología propuesta
por Schwartz y cols. y que se valoran de acuerdo con la teoría de las
decisiones».9,14 En efecto, los primeros en establecer una distinción
entre un ensayo clínico ‘pragmático’ y un ensayo clínico ‘explicativo’ fueron Schwartz y Lellouch hace más de treinta años.6,14,15,16 En
1970, dichos autores desarrollaron estos conceptos, junto con Robert
Flamant, en un libro titulado L’essai thérapeutique chez l’homme,
traducido al inglés por Michael Healy diez años después.14,16 Según
Schwartz, Lellouch y Flamant, un ensayo ‘explicativo’ busca comprobar una hipótesis (por ejemplo, si el fármaco ejerce el efecto deseado),
pretende definir con toda precisión la eficacia relativa de dos o más
tratamientos cuando se administran en condiciones ideales y exige
una comparación con un placebo o con un fármaco de eficacia conocida; en cambio, un ensayo ‘pragmático’ busca una decisión terapéutica; es decir, los tratamientos se comparan (dos tratamientos entre sí
o un grupo tratado con un grupo sin tratar) en condiciones semejantes
a las de la práctica clínica, con el propósito de llegar a una decisión
terapéutica, esto es, decidir cuál es el tratamiento que proporciona
más beneficios. Los pacientes que participan en este tipo de ensayo
son representativos de los de la práctica clínica en general.14,16
Los datos de efectividad no suelen recabarse hasta que
los ECA de eficacia han proporcionado pruebas suficientes
de que el nuevo medicamento presenta una eficacia y un
perfil de reacciones adversas aceptables. Casi siempre se
obtienen de estudios de fase IV de carácter observacional,
que se llevan a cabo con posterioridad a la comercialización
del medicamento.6,9,14,16 En los últimos años, estos estudios se
han venido utilizando cada vez más para evaluar las repercusiones farmacoeconómicas (pharmacoeconomic outcomes) y
determinar la relación coste-efectividad (cost-effectiveness)
de un nuevo tratamiento farmacológico en la práctica clínica
habitual. Presentan algunas ventajas con respecto a los ECA,
pues suelen tener un período de observación mucho mayor;
las cohortes de pacientes son más representativas de la población general y se pueden conseguir tamaños muestrales
prácticamente imposibles de lograr en el marco de un ECA.
En cambio, tienen menor validez interna que un ECA debido a
la ausencia de asignación aleatoria, a la frecuente mala calidad
de la información (los diagnósticos no siempre son fiables), a
la ausencia de datos sobre los efectos de un determinado tratamiento y a que los datos están incompletos o mal codificados,
o son erróneos.8 Los estudios observacionales que se utilizan
con mayor frecuencia para efectuar análisis farmacoeconómicos de las intervenciones sanitarias son los estudios de cohortes (cohort studies) y los estudios de casos y controles (case
control studies).5,7,8
Por eficiencia (efficiency) de una intervención sanitaria
se entiende la relación entre los costes o recursos consumidos (inputs: resources) y los beneficios o resultados clínicos
obtenidos (outputs: benefits or outcomes) con dichos costes o
recursos.4,7,9,12,17,18,19,20
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
The essential difference between the terms effectiveness and
efficiency is that effectiveness is related to the results achieved
(or planned to be achieved) and efficiency to the cost, in terms
of resources, of achieving those results. The latter term approaches the meaning of the technical term cost-effectiveness.19
Efficiency relates the benefits of alternative interventions to the
resources incurred in their production.20
[La eficiencia es el] grado en que una intervención produce un
resultado beneficioso en relación al esfuerzo empleado en términos de recursos humanos, materiales y costes. En general se
refiere a la utilización de los recursos estrictamente necesarios
que produzcan la máxima efectividad.12
La evaluación de la eficiencia de un tratamiento farmacológico es el objetivo final de los análisis farmacoeconómicos.
La expresión matemática de la eficiencia es el cociente entre
los costes (numerador) y los resultados clínicos (denominador)
de dicha intervención.4,7,9,17-19,21
Los costes se miden en unidades monetarias y pueden ser
directos o indirectos y de carácter sanitario o no sanitario; los
resultados se valoran en unidades monetarias o no monetarias.
Según la forma de medir los resultados sanitarios destacan
cuatro tipos de análisis económicos fundamentales: el análisis de
coste-efectividad o ACE (cost-effectiveness analysis), el análisis de coste-beneficio o ACB (cost-benefit analysis), el análisis
de coste-utilidad o ACU (cost-utility analysis) o el análisis de
minimización o de comparación de costes (cost-minimisation
analysis).3,4,7,22,23
El análisis de coste-efectividad es la evaluación económica empleada con mayor frecuencia.23 Tiene por objetivo relacionar el coste
de una estrategia con uno o varios indicadores de su eficacia práctica
o efectividad expresados en términos físicos y no monetarios (por
ejemplo, la reducción de la carga vírica, el número de fracturas evitadas, la reducción de la mortalidad, etc.).18,21
El ACU es idéntico al ACE desde el punto de vista de la determinación de los costes, pero no desde el de los resultados o de los beneficios farmacoeconómicos, pues a diferencia del ACE, el ACU permite
integrar la calidad y la cantidad de años de vida a través de una medida
de resultado compuesta por ambos factores: el año de vida ajustado por
calidad (AVAC), del inglés quality adjusted life year (QALY).22,24 Los
AVAC se expresan en unidades de «años vividos en perfecta salud» o,
dicho de otro modo, en «años de vida ajustados por calidad».4,22,23
En un ACB, el beneficio (medida de resultado) y el coste se valoran en unidades monetarias.4,22,23 Se trata del tipo de análisis económico más genuino y el preferido por muchos economistas de la salud.
Su principal problema radica en la dificultad de expresar en unidades
monetarias las ganancias en materia de salud.23
Los análisis de minimización de costes se realizan cuando dos
intervenciones producen resultados idénticos, con lo cual sólo se
comparan sus respectivos costes.22,23
En el ámbito farmacoeconómico, pues, se dice que «un
fármaco será más eficiente cuanto mejores resultados clínicos
proporcione con el menor coste posible».25
189
Traducción y terminología
En dicho ámbito, el adjetivo eficiente (efficient20) viene
a significar lo mismo que cost-effective, que el Clinical Trials Dictionary de Meinert define así: «economical in terms
of benefits, especially tangible benefits, produced relative to
monetary costs (or a broader measure of cost) incurred».5
Abundando en el análisis de la expresión cost-effective,
Doubilet, Weinstein y McNeil26 resumen su significado en una
frase: «having an additional benefit worth the additional cost».
Así pues, para estos autores, una estrategia es más eficiente
(cost-effective) que otra si: a) es menos costosa (less costly) y
al menos igual de eficaz (at least as effective); b) es más eficaz
y más costosa, pero el beneficio adicional que proporciona justifica su mayor precio, o c) es menos eficaz y menos costosa,
pero el beneficio adicional de la otra estrategia no justifica el
mayor precio de esta última.
No obstante, se debe tener cuidado a la hora de traducir el
adjetivo cost-effective, pues, como señalan Doubilet y cols.,
desde hace años se viene utilizando de manera muy poco ortodoxa en la literatura médica debido a su popularización no sólo
con el significado que acabamos de ver, sino también como
sinónimo de económico, barato o ahorrativo (cost-saving) y
de eficaz o efectivo (effective).26 Según el primer criterio, una
estrategia es cost-effective sólo si ahorra dinero, y si se dispone
de varias estrategias, la más cost-effective será la que se asocie
con el menor costo.26 Según el segundo, el autor declara una
estrategia más cost-effective que otra tras aportar pruebas de su
eficacia sin considerar en ningún momento su coste monetario.26 Doubilet, Weinstein y McNeil insisten en que el término
debería emplearse con menor frecuencia y mayor exactitud en
la literatura específica.26
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
Minidiccionario crítico de dudas
Fernando A. Navarro*
En el primer número de Panace@, allá por septiembre del
2000, di comienzo con ankylosis a este «Minidiccionario
crítico de dudas», en el que me proponía analizar, con cierto
detalle, tecnicismos médicos y expresiones especializadas de
traducción difícil, compleja o engañosa. Cuatro años después,
esta serie llega ahora a su fin con la presente entrega, en la
que comento, de analeptic a transplant patient, tres docenas
de expresiones y vocablos ingleses de interés para el traductor médico. Han sido, en total, quince entregas con cerca de
trescientas entradas; a partir de ellas, el lector habrá podido ir
haciéndose una idea aproximada de lo que podrá encontrar en
la segunda edición de mi Diccionario crítico de dudas inglésespañol de medicina, que espero ver publicada, si Dios quiere,
en la primavera que viene.
analeptic. [Farm.] Antiguamente, se dio el nombre de ‘analépticos’ a los remedios y medicamentos de acción restauradora,
fortalecedora o estimulante que se recetaban a los convalecientes, como era el caso de los antiguos tónicos y cordiales.
Todavía en la 22.ª edición del diccionario de la RAE (2001),
‘analéptico’ aparece definido como «dicho de un régimen
alimenticio: que tiene por objeto restablecer las fuerzas».
En los textos modernos, no obstante, ‘analéptico’ se
usa prácticamente siempre en referencia a los estimulantes del sistema nervioso central, como la cafeína, las
anfetaminas o el pentetrazol. En enero del 2004, la RAE
ha admitido, por fin, una enmienda para actualizar la
definición de ‘analéptico’, que en la próxima edición de
su diccionario aparecerá así: «dicho de un producto: que
estimula el sistema nervioso central».
blasto. [Micr.] No es ‘blasto’ (blast), sino la forma abreviada
jergal de blastomycosis (blastomicosis).
body mass index (BMI). Este índice, que en español llamamos
‘índice de masa corporal’ (IMC) o ‘índice de Quételet’, se
calcula diviendo el peso de una persona (en kilogramos)
por su talla (en metros) elevada al cuadrado. En la actualidad se usa muchísimo como indicador rápido y fiable
del grado de obesidad de una persona; suelen distinguirse
seis categorías:
a) Si el IMC es inferior a 19,0, en inglés hablan de
underweight; en español, yo diría ‘peso insuficiente’ o
‘delgadez’.
b) Si el IMC es de 19,0 a 24,9, en inglés hablan de
normal weight; en español, yo diría ‘peso normal’ o ‘normopeso’.
c) Si el IMC es de 25,0 a 29,9, en inglés hablan de
overweight; en español, se usa cada vez más ‘sobrepeso’
(véase la entrada overweight en esta misma entrega del
«Minidiccionario»), pero yo diría ‘preobesidad’ (si, por el
motivo que fuere, interesase evitar el estigma social que
comporta en nuestros días la obesidad) u ‘obesidad ligera’
(si, por el contrario, interesase concienciar a los afectados
sobre la importancia que el peso tiene para la salud). Algunos autores distinguen incluso entre grade I overweight
(IMC = 25,0-26,9) y grade II overweight (IMC = 27,029,9), mientras que otros llaman grade I overweight al
grupo completo con IMC de 25,0 a 29,9 (para distinguirlo
de grade II overweight, que sería la obesidad franca con
IMC de 30,0 a 39,9, y de grade III overweight, que sería la
obesidad patológica con IMC superior a 40,0; véase más
adelante la primera acepción de la entrada overweight).
d) Si el IMC es de 30,0 a 34,9, en inglés hablan de
obesity u obesity class I; en español, yo diría ‘obesidad
moderada’.
e) Si el IMC es de 35,0 a 39,9, en inglés hablan de
severe obesity u obesity class II; en español, yo diría ‘obesidad importante’. Algunos autores engloban los grupos d)
y e) bajo el término conjunto de grade II overweight.
f) Si el IMC es igual o superior a 40,0, en inglés hablan
de morbid obesity u obesity class III; en español, se ve
cada vez más «obesidad mórbida» (¡sin tener en cuenta
que el español ‘mórbido’ no significa lo mismo que el
inglés morbid!; v. MORBID**), pero yo diría ‘obesidad
patológica’ u ‘obesidad morbosa’. Algunos autores distinguen incluso una categoría más dentro de la obesidad
patológica: si el IMC es superior a 50, hablan de super
morbid obesity, malignant obesity u obesity class IV (que
en español yo llamaría ‘obesidad extrema’ u ‘obesidad
patológica extrema’).
chorioretinitis. [Oft.] En medicina, suele distinguirse claramente entre el prefijo chorio- (‘corio-’), para expresar relación
con el corion (como en chorioadenoma, ‘corioadenoma’;
choriocarcinoma, ‘coriocarcinoma’; o chorioplacental,
‘corioplacentario’), y el prefijo choroido- (‘coroido-’),
para expresar relación con la coroides (como en choroidoiritis, ‘coroidoiritis’; o choroidocyclitis, ‘coroidociclitis’).
Según eso, y aunque tanto en inglés como en español
son hoy mucho más frecuentes las formas chorioretinitis
(coriorretinitis; ¡nunca «corioretinitis»!; v. POLYRADICULITIS **) y chorioretinopathy (coriorretinopatía; ¡nunca
«corioretinopatía»!; v. POLYRADICULITIS**), considero que
convendría dar preferencia, por motivos de claridad y
coherencia, a las formas sinónimas choroidoretinitis (‘co-
* Traductor médico, Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: fernando.a.navarro@telefonica.net.
** Todas las remisiones destacadas en versalitas hacen referencia a las entradas correspondientes de la siguiente obra: Navarro FA. Diccionario
crítico de dudas inglés-español de medicina. Madrid: McGraw-Hill·Interamericana, 2000.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
191
Traducción y terminología
roidorretinitis’: inflamación conjunta de la coroides y de
la retina) y choroidoretinopathy (‘coroidorretinopatía’: enfermedad de la coroides y de la retina), respectivamente.
coronary. Puede tener tres significados:
[a.] 1 [Anat.] Coronario: que rodea a una estructura anatómica
a modo de corona. Ejs.: coronary artery (arteria coronaria), coronary ligament of liver (ligamento coronario del
hígado), coronary sinus (seno coronario), coronary veins
(venas coronarias).
2 [Anat.] Otras acepciones: coronary ligament of radius
(ligamento anular del radio), coronary valve (válvula del
seno coronario, válvula de Tebesio), v. LEFT CORONARY
ARTERY** (arteria coronaria estomáquica, arteria gástrica
izquierda), v. RIGHT CORONARY ARTERY** (arteria pilórica,
arteria gástrica derecha).
[s.] 3 [Card.] Arteria coronaria (forma abreviada de coronary
artery). Ej.: If coronaries are narrowed, the heart muscle
does not get enough oxygen (si las arterias coronarias
están estenosadas, el miocardio no recibe oxígeno suficiente). También en español es muy frecuente, tanto en
el lenguaje médico como en el general, abreviar ‘arterias
coronarias’ a ‘coronarias’, y usar el adjetivo ‘coronario’
para expresar relación con las arterias coronarias (p. ej.:
‘gammagrafía coronaria’, ‘endoprótesis coronaria’, ‘insuficiencia coronaria’, etc.).
4 [Card.] Trombosis coronaria, cardiopatía isquémica,
angina de pecho o infarto agudo de miocardio (forma
abreviada de coronary thrombosis o de coronary heart
disease). Ejs.: I nearly had a coronary when he told me
(cuando me lo dijo casi me da un infarto); véase también
la entrada café coronary en la séptima entrega del «Minidiccionario» (Panace@, vol. III, n.º 7, pág. 6: <www.
medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n7_Minidiccionario7.
pdf>). Fuera de las traducciones chapuceras del inglés, en
español no se usa nunca «coronaria» en este sentido.
doula. 1 [Gine.] Neologismo acuñado en inglés hacia el año
2000, a partir del griego δούλη (sierva, esclava), para
referirse a la persona —generalmente una mujer— que,
sin formación específica en medicina ni en enfermería,
ofrece de forma profesional ayuda y apoyo durante el embarazo, el parto y el puerperio, por lo general en el marco
de las corrientes de fomento del parto natural. Una buena
traducción al español, clara y fácilmente comprensible,
puede ser ‘monitora perinatal’. Sinónimos en inglés: birth
assistant, birth companion, childbirth assistant y labor
support professional.
2 [Med.] Desde el campo de la obstetricia, el término doula
ha pasado también, más recientemente, al ámbito de los
cuidados paliativos para dar nombre a la persona que, sin
ser familiar, profesional sanitario ni religioso, ofrece apoyo y ayuda a un enfermo desahuciado o moribundo, por
lo general de forma voluntaria y no remunerada.
echographia. Obsérvese que en inglés distinguen claramente
entre echography (obtención de imágenes diagnósticas
mediante análisis del eco de las ondas ultrasónicas) y
echographia (disgrafía del paciente que puede copiar un
texto o escribir al dictado, pero es incapaz de escribir
192
<www.medtrad.org/panacea.html>
espontáneamente sus propias ideas), mientras que en español usamos una misma palabra, ‘ecografía’, para ambos
conceptos.
El riesgo teórico de confusión se ha resuelto en inglés
mediante sustitución de echography (que apenas se usa en
la práctica) por sus sinónimos ultrasonography o sonography. En español, en cambio, ‘ecografía’ es el término
habitual para la técnica de diagnóstico con ultrasonidos
(incluso en el lenguaje coloquial), de modo que sería
preferible evitar el riesgo de confusión buscando otro
nombre para el trastorno disgráfico (p. ej.: ‘grafía ecoica’
o ‘seudoagrafía ecoica’).
ecthyma. [Derm.] Los médicos de habla hispana dudan con
frecuencia a la hora de adjudicar el género gramatical a
la palabra de origen griego ‘ectima’: la RAE le otorga
género femenino, pero el uso culto entre los médicos da
preferencia al género masculino, que es el que etimológicamente le corresponde, y también el que yo aconsejo.
Escríbase, pues, ‘el ectima’ en lugar de «la ectima»; ejs.:
contagious ecthyma (ectima contagioso), ecthyma gangrenosum (ectima gangrenoso).
erector set. [US] No es un «set erector», sino el juguete infantil
que nosotros llamamos ‘mecano’ o ‘juego de construcciones’. Obsérvese que Erector (como Meccano) fue inicialmente una marca comercial, pero hoy se usa ya en inglés
a menudo como sustantivo común.
family physician (también familiy doctor o family practitioner).
El calco ‘médico de familia’ ha adquirido carácter oficial
en España y en otros países para la figura central del
moderno sistema sanitario de atención primaria. Tan acostumbrados estamos ya a usarlo en todos los ámbitos que
raro es el hablante que cae en la cuenta de lo inapropiado
de su uso. A mí, personalmente, la expresión ‘médico
de familia’ me resulta chocante por dos motivos: a) este
médico rara vez atiende a familias completas (no es nada
infrecuente que los hijos de una familia estén asignados
a un pediatra, el padre tenga su médico de cabecera en
el centro de salud más próximo al domicilio familiar y la
madre tenga su médico de cabecera en el centro de salud
más próximo a su lugar de trabajo, o viceversa); b) este
médico atiende también a personas solteras sin hijos, que
no forman una familia.
De no haber mediado la expresión inglesa, lo más
probable es que a los ‘médicos de familia’ los llamáramos
hoy ‘médicos de cabecera’, ‘médicos generales’, ‘generalistas’, ‘médicos especialistas en medicina general’,
‘médicos especialistas en atención primaria’ o incluso
‘primaristas’. La RAE, de hecho, admitió en el 2001 la expresión ‘médico de familia’, pero como sinónimo estricto
de ‘médico de cabecera’, a la que remite como opción
preferente. La expresión ‘médico de familia’ parece más
adecuada, en propiedad, para los médicos, nada infrecuentes antaño, que ejercían como médico de cabecera de
una familia completa, conocían bien la historia clínica de
todos sus miembros y acudían a visitarlos junto al lecho
cuando cualquiera de ellos caía enfermo.
Parecidas consideraciones cabe hacer, por supuesto, en
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
relación con la sustitución creciente de ‘medicina general’
por ‘medicina de familia’ (calco del inglés family medicine).
fast camera. Todo el mundo sabe que, en cinematografía, para
ver las imágenes de forma más lenta es preciso grabarlas
con una cámara que funcione más rápidamente (de tal
manera que al proyectarlas luego a velocidad normal nos
den el efecto de lentitud), y viceversa: para ver las imágenes de forma más rápida es preciso grabarlas con una
cámara que funcione más lentamente (de tal manera que
al proyectarlas luego a velocidad normal nos den el efecto
de velocidad).
Por eso, no me extraña nada que a los anglohablantes
les resulte increíble que en español llamemos ‘cámara
lenta’ o ‘imágenes en cámara lenta’ (slow motion) a las
obtenidas con fast camera speed; y ‘cámara rápida’ o
‘imágenes en cámara rápida’ (cue play) a las obtenidas
con slow camera speed. Es completamente ilógico, lo sé,
pero el uso es así.
fingerprint. Puede tener dos significados, que conviene distinguir claramente:
1 [Com.] En español no decimos «impresión de dedo» ni
nada por el estilo, sino ‘huella dactilar’.
2 [Gen.] Por motivos de claridad, precisión y lógica, recomiendo reservar en español el término ‘huella dactilar’ en
su sentido estricto tradicional. De hecho, tanto el adjetivo
español ‘dactilar’ como la partícula inglesa finger indican
claramente la relación directa con los dedos. En los últimos tiempos, fingerprint se usa más de forma impropia en
sentido metafórico como forma abreviada de DNA fingerprint o genetic fingerprint (también llamado DNA profile
o genetic profile), que aconsejo traducir como ‘huella molecular’ o ‘huella genética’ en lugar de los calcos «huella
digital», «huella dactilar» o «huella dactilar de ADN»,
que se prestan a confusión.
Parecidas consideraciones cabe hacer en relación con
la técnica de identificación genética a partir del cotejo de
secuencias oligonucleotídicas de ADN, que, pese a no tener
nada que ver con los dedos, en inglés llaman DNA fingerprinting o genetic fingerprinting (también DNA profiling,
genetic profiling, nucleotide mapping, peptide mapping),
y que recomiendo traducir por ‘identificación genética’.
globesity. Acrónimo neológico formado por contracción de
global epidemic of obesity para referirse a lo que aconsejo
seguir llamando en español, de forma mucho más clara,
‘pandemia de obesidad’ u ‘obesidad pandémica’.
Government. Para quienes hablamos español, es muy clara la
diferencia existente entre los conceptos de ‘Estado’ (de
carácter permanente y apolítico) y ‘gobierno’ (de carácter
transitorio y marcadamente político). En el caso de España,
por ejemplo, distinguimos claramente entre el ‘Estado español’, con el rey como jefe del Estado, y el ‘gobierno
español’, generalmente formado por miembros del partido más votado y dirigido por el ‘presidente del gobierno’
(cargo equivalente en inglés no a president, sino a prime
minister).
En inglés, en cambio, los conceptos de ‘gobierno’ y
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
‘Estado’ se confunden. Hablan, por ejemplo, de the three
branches of Government donde nosotros diríamos ‘los tres
poderes del Estado’. Esta confusión es aún mayor en los
Estados Unidos, donde el término State suele reservarse
para las entidades autónomas federadas (p. ej.: California,
Oregón, Tejas, Nevada, Vermont, etc.) y donde, además,
el President (que no tiene nada que ver con el ‘presidente’
español) es a la vez jefe del Estado y jefe del gobierno. Así
las cosas, en los Estados Unidos suelen llamar Government
a lo que para nosotros es ‘el Estado’ (y Administration a
lo que para nosotros es ‘el gobierno’), y suelen utilizar los
adjetivos government y governmental para lo que nosotros
llamaríamos ‘público’, ‘estatal’ u ‘oficial’: government agency o government body (ente público, organismo público,
organismo estatal), government bonds (bonos del Estado, bonos del Tesoro), government corporation (empresa
pública), government debt (deuda pública), government
expenditure (gasto público), government funds (erario
público, tesoro público [obsérvese que, para un español, el
dinero no es del gobierno, sino del Estado]), government
machinery (aparato estatal), government official (funcionario público, funcionario del Estado), government spending
(gasto público). Véase también, más adelante, la entrada
non-governmental organization.
hermaphroditism. La mayor parte de la población general, y
también muchos médicos, confunden entre sí los términos
hermaphroditism, pseudohermaphroditism, androgyny,
gynandry, bisexuality, intersexuality, feminization, effemination, masculinization y virilization, que suelen usar
como si fueran sinónimos o intercambiables, pero que
conviene distinguir claramente en los textos médicos.
En sentido estricto, hermaphroditism o hermaphrodism (‘hermafroditismo’) hace referencia a la presencia de
tejido gonadal masculino y femenino en un mismo individuo. No debe confundirse con el concepto de pseudohermaphroditism, false hermaphroditism o spurious hermaphroditism (‘seudohermafroditismo’), que hace referencia
a la presencia de caracteres sexuales del sexo opuesto en
un individuo con sexos genético y gonadal idénticos; si se
trata de un individuo con sexo genético masculino y testículos, pero con caracteres sexuales femeninos, se habla
de male pseudohermaphroditism (‘seudohermafroditismo
masculino’, también llamado androgynism o androgyny,
‘androginia’); si se trata de un individuo con ovarios y
sexo genético femenino, pero con caracteres sexuales
masculinos, se habla de female pseudohermaphroditism
(‘seudohermafroditismo femenino’; también llamado gynandrism o gynandry, ‘ginandria’). En cuanto a bisexuality (‘bisexualidad’), hace referencia a la atracción sexual
—psíquica— por personas de ambos sexos.
Algunos autores distinguen claramente entre feminization (‘feminización’: aparición normal de caracteres
sexuales femeninos en una niña) y effemination (‘afeminación’: aparición patológica o yatrógena de caracteres
sexuales femeninos en un varón), así como entre masculinization (‘masculinización’: aparición normal de caracteres sexuales masculinos en un niño varón) y virilization
193
Traducción y terminología
(‘virilización’: aparición patológica o yatrógena de caracteres sexuales masculinos en una mujer).
Intersex e intersexuality, por último, son términos mal
definidos que uno puede encontrar aplicados tanto al
hermafroditismo como al seudohermafroditismo o a la
bisexualidad.
En cualquier caso, los médicos de habla inglesa, al
igual que los de habla española, confunden con frecuencia
todos estos conceptos, de modo que, en la práctica, no es
infrecuente encontrar el término hermaphroditism en el
sentido de ‘seudohermafroditismo’; el término bisexuality
en el de ‘hermafroditismo’; el término androgyny en el de
‘seudohermafroditismo femenino’; el término gynandry en
el de ‘masculinización’, y el término masculinization en el
de ‘virilización’. Un verdadero caos, vamos.
incontinent, to be (o to become incontinent). En español no
decimos «ser incontinente» ni «volverse incontinente»,
sino ‘padecer incontinencia’. Puede tratarse tanto de incontinencia urinaria (to be incontinent of urine) como de
incontinencia fecal (to be incontinent of stool), pero si no
se especifica suele hacer referencia a la primera: 5 to 19
percent of men become incontinent as the result of prostate removal (entre el 5% y el 19% de los varones padecen
incontinencia urinaria como resultado de la extirpación de
la próstata [o como consecuencia de la prostatectomía]).
jumping gene. [Gen.] Recomiendo evitar los calcos del tipo de
«gen saltarín» para traducir esta expresión jergal inglesa
que corresponde a lo que en el lenguaje especializado de
la genética se conoce como ‘transposón’.
me-too drug. [Farm.] Expresión jergal, con cierta connotación
peyorativa, para referirse a los medicamentos del mismo
grupo farmacológico y las mismas indicaciones que otro
previo de gran éxito (un antiulceroso, un antagonista del
calcio, un AINE, un IECA, etc.) que hubo de pasar por
un programa completo de investigación clínica antes de
recibir la autorización de comercialización. Estos me-too
drugs presentan sólo pequeñas diferencias estructurales
con respecto a su modelo y apenas aportan mejoras claras,
pero obtienen la autorización oficial de forma automática
con sólo demostrar su bioequivalencia con el fármaco
original. Puede traducirse al español como ‘fármaco de
imitación’.
Muy relacionado con el concepto de ‘fármaco de imitación’ está también el concepto de me-again drug, que
es el fármaco de imitación de otro ya comercializado por
el mismo laboratorio farmacéutico; en español podríamos
muy bien llamarlo ‘fármaco de autoimitación’.
membership. 1 Término inglés que tanto puede significar ‘calidad de miembro’ (o ‘calidad de socio’ [v. MEMBER**])
como ‘conjunto de miembros’ (o ‘conjunto de socios’).
Tradicionalmente, carecía de equivalente en español, idioma en el que optábamos por otras formas de expresar esos
dos conceptos: Did you apply for membership to the International Diabetes Federation? (¿solicitaste el ingreso en
la Federación Internacional de la Diabetes?); Membership
of the union is compulsory (es obligatorio afiliarse al sindicato); The entire membership voted against (todos los
194
<www.medtrad.org/panacea.html>
socios votaron en contra); I have paid for a year’s membership (he pagado la cuota anual [de socio, se sobrentiende]); Membership in the EU has brought many benefits
to us (la pertenencia a la UE nos ha reportado muchos beneficios); The Alumni Association has a membership of more
than 500 (la asociación de antiguos alumnos tiene más de
500 socios); Membership of MedTrad is restricted to medical
translators (sólo los traductores médicos pueden ingresar
en MedTrad); Is he eligible for membership? (¿cumple los
requisitos para ser socio?); membership card (carné de socio
o carné de afiliado, según el contexto), membership fee (cuota
[de socio]), membership list o membership roll (relación
de socios, lista de afiliados o lista de miembros, según el
contexto), union membership (afiliación sindical).
2 Puestos a crear un neologismo a partir de ‘miembro’,
lo lógico hubiera sido acuñar ‘membría’ (igual que de
‘ciudadano’ se formó ‘ciudadanía’, de ‘feligrés’ se formó
‘feligresía’, de ‘burgués’ se formó ‘burguesía’ o de ‘cofrade’ se formó ‘cofradía’). En la práctica, no obstante,
se utilizan mucho más, por presión del inglés, las formas
‘membrecía’ y ‘membresía’ (esta última ya admitida por
la RAE en el 2001).
morning-after pill (también day-after pill, next-day pill, emergency contraceptive pill o emergency pill). [Gine.] Desde
los trabajos del ginecólogo canadiense Albert A. Yuzpe,
en 1977, se sabe que dos dosis fuertes de cualquier anticonceptivo combinado tradicional, separadas por 12 horas,
permiten evitar los embarazos indeseados tras una relación sexual sin protección anticonceptiva. Había nacido
así the morning-after pill, que plantea varios problemas
al traductor:
1 Dejando a un lado el hecho de que pill no se usa aquí
en el sentido galénico tradicional de ‘píldora’ en español
(v. PILL**), en inglés es muchísimo más frecuente the
morning-after pill que the next-day pill, mientras que en
español sucede justamente al revés: es muchísimo más
frecuente «la píldora del día después» o ‘la píldora del día
siguiente’ (ésta última más correcta; v. DAY AFTER**), que
«la píldora de la mañana siguiente» (que apenas se ve en
español, fuera de alguna que otra traducción descuidada
del inglés).
2 En realidad, tanto morning-after como next-day son
descripciones coloquiales totalmente impropias, puesto
que estos tratamientos son eficaces —y de hecho están
oficialmente autorizados— durante un plazo de 72 horas
tras el coito. No es nada raro el caso de un embarazo
indeseado en una mujer que no se preocupó de tomar el
levonorgestrel por pensar, con toda lógica, que una morning-after pill ya no serviría de nada 48 horas después del
coito (¡o incluso a la tarde siguiente, menos de 24 horas
después del coito, por eso de morning!). Dado que lo que
estos tratamientos tienen en común es que se administran
siempre tras el coito, recomiendo dar preferencia al calificativo ‘poscoital’ en lugar de «del día siguiente» o «del
día después». En español, de hecho, se ve cada vez más la
forma ‘píldora poscoital’, incluso en textos de divulgación.
3 Resulta difícil admitir el carácter anticonceptivo de esta
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
emergency contraception (también llamada postcoital
contraception o emergency birth control), por mucho que
la OMS catalogue a las morning-after pills como medicamentos anticonceptivos.
Desde el punto de vista médico, estos medicamentos
hormonales ejercen su acción a través de tres mecanismos: a) inhiben o retrasan la ovulación; b) frenan el
transporte intratubárico del óvulo y los espermatozoides,
con lo que dificultan la fecundación, y c) impiden la anidación del cigoto si el óvulo ya estuviese fecundado. En
el caso de la mifeprostona, que se ha usado también como
morning-after pill, existe, además, un cuarto mecanismo
claramente abortivo, por expulsión precoz del embrión ya
implantado.
Aun cuando los dos primeros mecanismos de acción
son claramente anticonceptivos, no cabe duda de que el
objetivo primordial de la hormonoterapia poscoital es
impedir la implantación uterina del cigoto a través del
tercer mecanismo de acción (semejante a la acción de un
DIU). No parece correcto hablar, pues, de ‘anticoncepción’, puesto que la fecundación ya se ha producido, pero
tampoco de ‘aborto’, puesto que el cigoto aún no se ha
implantado y, desde el punto de vista médico, no existe
aún embarazo.
Recomiendo acuñar un nuevo término para referirnos
a este nuevo mecanismo de limitación de la natalidad: por
ejemplo, ‘antimplantación’ (que transmite claramente la
idea de impedir la implantación del cigoto) o ‘intercepción’ (que transmite claramente la idea de interceptar o interrumpir el proceso natural de la reproducción, al tiempo
que conserva la terminación propia de ‘anticoncepción’).
Según eso, podríamos llamar ‘antimplantivos’ o ‘interceptivos poscoitales’ a las morning-after pills.
4 El término morning-after pill (y sus sinónimos) se utiliza a veces en sentido genérico para referirse a cualquier
método antimplantivo, pero también en sentido más restringido para referirse sólo a uno de los dos interceptivos
poscoitales más utilizados en la actualidad:
a) Durante algunos años, el interceptivo poscoital
más usado en los Estados Unidos fue la marca comercial
Preven (que contiene un estrógeno, el etinilestradiol, y
un gestágeno, el levonorgestrel). La hormonoterapia poscoital combinada (ya sea con norgestrel o levonorgestrel
como gestágeno) se conoce también en inglés como Yuzpe
regimen.
b) En la actualidad, cada vez se usa más la monoterapia con levonorgestrel en dosis fuertes. No es raro, pues,
encontrarse con la expresión morning-after pill referida
no a cualquier interceptivo poscoital, sino en el sentido
más restringido de ‘levonorgestrel’ (que en los Estados
Unidos se comercializa con la marca Plan B).
c) Para terminar de complicar las cosas, hay incluso
quienes usan morning-after pill para referirse al abortivo
RU-486 (mifeprostona).
mucosal. Obsérvese que en inglés distinguen claramente entre
mucous (relativo o parecido al moco; p. ej.: ‘secreción
mucosa’) y mucosal (relativo a una mucosa; p. ej.: ‘afectaPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
ción mucosa’), mientras que en español disponemos de un
mismo adjetivo, ‘mucoso’, para expresar ambos conceptos. Los traductores o redactores científicos deben prestar
atención para que al lector le quede claro siempre en qué
sentido se está usando en español el adjetivo ‘mucoso’.
Idénticas consideraciones cabe hacer en relación con
serous (‘seroso’: relativo o parecido al suero) y serosal (‘seroso’: relativo a una serosa).
non-governmental organization (NGO). En la práctica, desde
luego, se han impuesto ya en español tanto el calco «organización no gubernamental» como su sigla «ONG» (que
suele formar el plural a la inglesa: «ONGs» [pronunciado
/oenegés/]). Desde el punto de vista traductoril, no obstante, parece casi imposible sumar más disparates con menos
palabras. Incluso dejando a un lado el uso impropio del
adverbio ‘no’ ante un adjetivo (v. NON-**), llaman la atención al menos tres problemas importantes de traducción:
a) Que yo sepa, ni la Universidad de Salamanca, ni
la OMS ni el Comité Olímpico Internacional son para un
hispanohablante instituciones ‘gubernamentales’, y sin
embargo nadie en su sano juicio las consideraría ONG.
Es obvio, me parece, que governmental se está usando en
inglés en el sentido de ‘público’ o ‘estatal’, según lo comentado en la entrada Government de esta misma entrega
del «Minidiccionario»; y, en consecuencia, non-governmental correspondería más bien a ‘privado’ o ‘particular’.
[No entraré a debatir si las ONG son realmente tan nongovernmental como aparentan, pues es bien sabido que,
en los países desarrollados, muy pocas ONG funcionan
sin el apoyo de fondos de procedencia estatal o municipal.
Según un estudio reciente, por ejemplo, sólo el 19% de las
ONG españolas no reciben ningún tipo de ayuda pública,
un 9% se financian en parte con fondos públicos y nada
menos que el 72% se nutren exclusivamente de fondos
públicos.]
b) Por otro lado, empresas como Coca-Cola, Lilly
o Toyota son perfectamente privadas y en absoluto públicas o estatales (¡y mucho menos gubernamentales!),
pero nadie en su sano juicio las consideraría tampoco
ONG. Es obvio, me parece, que en la denominación de
las ONG falta indicar de forma clara que se trata de instituciones caritativas, benéficas o sin ánimo de lucro.
c) Si a todo ello unimos lo que comento más adelante,
en el segundo punto de la entrada organization, llegaremos a la conclusión de que una traducción como ‘entidades privadas sin ánimo de lucro’ o ‘instituciones benéficas
privadas’ hubiera transmitido mucho mejor la idea de lo
que es una non-governmental organization, pero, como
dije al principio, ya parece tarea imposible desterrar del
uso el calco «organización no gubernamental» (a menos
que decidan cambiar el nombre también en inglés, pues en
tal caso estoy seguro de que a todo el mundo le parecería
urgentísimo y absolutamente necesario cambiarlo también
en español).
-ome. 1 [Gen.] Sufijo neológico tomado de genome (‘genoma’:
conjunto de toda la información genética de un organismo) para crear otros términos afines, como proteome
195
Traducción y terminología
(‘proteinoma’, mejor que «proteoma»: conjunto de todas
las proteínas expresadas por la información contenida en
el genoma), transcriptome (‘transcriptoma’: conjunto de
los ARNm transcritos a partir del genoma), chondriome
o mitochondriome (‘mitocondrioma’: conjunto de las mitocondrias de una célula o conjunto de los determinantes
hereditarios localizados en las mitocondrias), phenome
(‘fenoma’: conjunto de las características fenotípicas cualitativas de origen genético de un organismo), plastidome
(‘plastidoma’: conjunto de los plástidos de una célula),
plastome (‘plastoma’: conjunto de los plastógenos de
una célula), e incluso envirome (‘ambientoma’: conjunto
de los factores ambientales que intervienen, junto a los
factores genéticos del genoma, en el desarrollo de un
individuo).
Son tantos los términos acuñados recientemente con
este sufijo -ome, que la terminología se ha vuelto enormemente confusa; además de los neologismos anteriormente mencionados, tengo anotados, sin ánimo alguno
de exhaustividad, los siguientes: cellome (‘celuloma’,
dotación molecular de una célula), fluxome (‘flujoma’,
conjunto de flujos), foldome (‘plegoma’, conjunto de productos génicos clasificados según su estructura terciaria),
functome (‘funcionoma’, conjunto de productos génicos clasificados según su función), glycome (‘glucidoma’, conjunto de
glúcidos [mejor que «glicoma» o «glucoma»]), interactome
(‘interactoma’, conjunto de interacciones), metabolome (‘metaboloma’, conjunto de moléculas metabólicas), morphome
(‘morfoma’, conjunto de estructuras y moléculas morfológicas), operome (‘operoma’, caracterización de proteínas
de función biológica desconocida), orfeome (‘orfoma’,
conjunto de marcos abiertos de lectura en el genoma [a
partir de la sigla inglesa ORF, de open reading frame]),
physiome (‘fisioma’, conjunto de funciones fisiológicas),
pseudome (‘seudogenoma’, conjunto de seudogenes), regulome (‘reguloma’, red reguladora genómica), ribonome
(‘ribonoma’, conjunto del ARN expresado por la información contenida en el genoma), secretome (‘secrecioma’,
conjunto de sustancias segregadas), translatome (‘traductoma’, a veces usado como sinónimo de ‘transcriptoma’),
transportome (‘transportoma’, conjunto de sustancias
transportadas), unknome (‘desconocioma’, conjunto de
genes de función desconocida).
El desarrollo de las investigaciones sobre el genoma dio
nacimiento a una nueva ciencia, llamada genomics (genómica), y al uso del sufijo -omics (en español, ‘-ómica’) para
bautizar muchas otras disciplinas a partir de los vocablos
comentados en los párrafos anteriores: proteomics (proteinómica), transcriptomics (transcriptómica), chondriomics
o mitochondriomics (mitocondriómica), phenomics (fenómica), plastidomics (plastidómica), plastomics (plastómica), enviromics (ambientómica), etcétera.
2 Obsérvese que en inglés distinguen claramente entre
este sufijo neológico -ome acuñado en genética y otros
dos sufijos clásicos muy utilizados en el lenguaje médico:
-oma, que significa ‘tumor’ o ‘neoplasia’ (p. ej.: lipoma,
carcinoma, sarcoma, adenoma, ameloblastoma, chordo196
<www.medtrad.org/panacea.html>
ma, epithelioma, histiocytoma, pheochromocytoma, etc.),
y –some, que significa ‘cuerpo’ (p. ej.: chromosome, lysosome, liposome, microsome, melanosome, desmosome,
peroxisome, etc.). En español el riesgo de confusión es
mayor, pues estos tres sufijos adoptan en nuestro idioma
idéntica terminación en ‘-oma’.
organization (u organisation). 1 Por lo general, organization se
usa mucho más en inglés que ‘organización’ en español.
Recomiendo precaución, pues, con su traducción acrítica
por ‘organización’, ya que con relativa frecuencia es preferible recurrir a alguno de sus sinónimos: ‘asociación’,
‘unión’, ‘organismo’, ‘sociedad’, ‘corporación’, ‘agrupación’, ‘institución’, ‘comunidad’, etcétera.
Véase también la entrada non-governmental organization en esta misma entrega del «Minidiccionario».
2 En español es frecuente la distinción entre ‘organismo’
(para los de carácter gubernamental o internacional) y ‘organización’ (para las de carácter particular): International
and non-governmental organizations (los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales).
Obsérvese, no obstante, que muchos organismos internacionales llevan en su nombre oficial el vocablo ‘Organización’, como sucede con la Organización Mundial de
la Salud (OMS) o la Organización de los Estados Americanos (OEA).
3 En inglés es muy frecuente, además, el uso de organization para referirse a una empresa privada; ej.: contract
research organization o CRO (empresa de investigación
por contrato).
overweight. Es cada vez más frecuente en español encontrar el
calco ‘sobrepeso’ como traducción del inglés overweight
en todos los contextos, sin tener en cuenta que este sustantivo inglés tiene al menos tres significados frecuentes
bien distintos:
1 En la mayor parte de los casos, overweight se usa como
sinónimo eufemístico de obesity (término éste que en
inglés se considera cultismo y se usa mucho menos que
‘obesidad’ en español); ‘obesidad’, de hecho, suele ser la
mejor traducción de overweight en la mayor parte de los
textos médicos: Overweight women have triple the normal risk of lung embolism (el riesgo de embolia pulmonar
es tres veces mayor en las mujeres obesas); Hypertension,
overweight and osteoarthritis are frequent comorbidities
(la hipertensión arterial, la obesidad y la artrosis son con
frecuencia enfermedades concomitantes); overweight individual (obeso). Véase otro ejemplo de uso de overweight
con el sentido de ‘obesidad’ al final del apartado c) de la
entrada body mass index, en esta misma entrega del «Minidiccionario».
2 En el ámbito de la obesidad, es frecuente llamar overweight al grado más reducido de obesidad (índice de masa
corporal de 25,0 a 29,9), que se distingue claramente tanto
del peso normal (índice de masa corporal de 19,0 a 24,9)
como de la obesidad franca (índice de masa corporal igual
o superior a 30,0). En esta acepción, la mejor traducción
de overweight sería ‘preobesidad’ (si, por el motivo que
fuere, interesa evitar el estigma social que comporta en
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
nuestros días la obesidad) u ‘obesidad ligera’ (si, por el
contrario, lo que interesa es concienciar a los afectados
sobre la importancia que el peso tiene para la salud).
3 No es raro, por último, y también en el ámbito de la
obesidad, distinguir claramente entre obesity (referido al
exceso de peso corporal por exceso de grasa) y overweight
(referido al exceso de peso corporal sin exceso de grasa,
como es el caso de algunos deportistas con peso superior
a lo normal debido a la hipertrofia muscular). En esta
acepción, la mejor traducción de overweight es sin duda
‘corpulencia’.
perineum. [Anat.] 1 Recomiendo dar preferencia en español
a la grafía etimológica ‘perineo’, que sólo a duras penas
comienza a imponerse en la práctica al galicismo «periné»
(por influencia del francés perinée). La RAE admite ambas variantes, pero, por desgracia, sigue dando preferencia
a la forma galicada.
2 El plural de perineum es perinea en inglés, pero ‘perineos’ en español (si bien, según lo comentado en el párrafo anterior, se ve todavía más el galicismo «perinés»).
3 El concepto de perineum o ‘perineo’ varía mucho de
unos médicos a otros. Para la terminología anatómica
internacional, perineum es todo el suelo de la cavidad
abdominal; es decir, toda la región que va desde la sínfisis
del pubis hasta el cóccix (dividida en un espacio perineal
superficial y un espacio perineal profundo), con inclusión de los genitales externos masculinos o femeninos.
Algunos autores excluyen los órganos genitales externos;
otros consideran que el concepto de perineum abarca
exclusivamente las estructuras superficiales contenidas
en los triángulos anal y urogenital. La mayor parte de los
médicos clínicos, por último, utilizan el término perineum
en un sentido más restringido, para referirse únicamente a
la masa de tejido fibroso situada en el centro de unión entre los músculos del perineo (desde la comisura posterior
de los labios menores hasta el ano en las mujeres; desde
la uretra hasta el ano en los hombres); es decir, lo que los
anatomistas llaman ‘centro tendinoso del perineo’. Este
uso restringido de perineum es especialmente frecuente
entre los ginecólogos (y obstetras), quienes, como es lógico, lo restringen más aún para referirse exclusivamente al
centro tendinoso del perineo femenino.
Los autores más cuidadosos se preocupan por distinguir en sus escritos claramente entre anatomical perineum
(perineo anatómico), para la acepción más amplia del término, y clinical perineum (perineo clínico) u obstetrical
perineum (perineo obstétrico), para la más restringida;
pero la mayor parte de los médicos de habla inglesa
escriben siempre perineum a secas y confían en que el
lector adivine en qué sentido están usando en cada caso el
término.
point of view. El traductor debe estar atento al abuso de esta
expresión. Es correcto hablar de ‘punto de vista’ para expresar una forma de ver o contemplar una cuestión, pero
por esa misma razón conviene restringir el uso de esta
expresión a los casos en que se aplica a personas y animales. Me explicaré mejor, creo, con un par de ejemplos: no
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
tengo nada que objetar a una frase como “el punto de vista
del cirujano no siempre coincide con el del pediatra”, pero
la expresión ‘punto de vista’ me suena rarísima en una
frase como «desde el punto de vista del tratamiento, es
mejor comenzar administrando diuréticos» (yo diría más
bien “en cuanto al tratamiento, es mejor comenzar administrando diuréticos”, “en relación con el tratamiento, es
mejor comenzar con diuréticos” o algo por el estilo).
psychological moment, the. En la mayor parte de los casos no
significa ‘el momento psicológico’, sino ‘el momento
ideal’ o ‘el momento oportuno’.
quinoid. [Quím.] En inglés utilizan con frecuencia los términos quinoid y quinonoid como si fueran sinónimos. En
español, en cambio, conviene distinguir claramente entre
‘quinoide’ (parecido a la quina) y ‘quinonoide’ (parecido
a la quinona). Obsérvese que en inglés llaman cinchona a
la quina, por lo que para ellos el riesgo de confusión con
quinone es mucho menor.
real time. [Inf.] Por increíble que pueda parecer, el uso se está
encargando de naturalizar en español el disparatado calco
«tiempo real» —¿hay acaso algún tiempo que no sea
real?— con el sentido de ‘en el acto’, ‘a la vez’, ‘simultáneamente’, ‘al mismo tiempo’, ‘en directo’, ‘al instante’,
‘inmediato’, ‘ultrarrápido’ o ‘sincronizado’.
recommend, to. Este verbo inglés no plantea mayores problemas en las frases afirmativas, pero sí en las negativas. En
español, no recomendar algo equivale a desaconsejarlo
(“no te recomiendo que vayas”, por ejemplo, significa
“te desaconsejo que vayas” o “te aconsejo que no vayas”
y no, como la lógica podría hacer pensar, “yo no digo ni
que vayas ni que no vayas” o “no tengo especial interés
en que vayas”). Pero en inglés se usa con frecuencia
not to recommend para indicar sencillamente que no se
considera necesario recomendar algo expresamente, de
modo que la decisión queda al criterio de cada uno. Ej.:
This drug interaction has no clinical significance, so dose
adjustment is not recommended (dado que esta interacción farmacológica carece de trascendencia clínica, no
se considera necesario ajustar la dosis [obsérvese qué
distinto sería decir en español «no se recomienda ajustar
la dosis»]).
ricin. No es ‘ricino’ (castor-oil plant), sino ‘ricina’, potente
toxina obtenida del ricino y 1 500 veces más letal que
el cianuro (se dice que un solo gramo de ricina bastaría
para matar a 36 000 personas). No debe confundirse con
el alcaloide ricinine (ricinina), también tóxico y extraído
asimismo del ricino.
select for, to. [Gen.] Verbo muy utilizado en referencia a la
selección de mutaciones asociadas a resistencia vírica
o bacteriana frente a los antimicrobianos. En español no
decimos «seleccionar para», sino ‘seleccionar’ a secas.
Ej.: Tenofovir selects for the K65R mutation in HIV RT (el
tenofovir selecciona la mutación K65R en la retrotranscriptasa del VIH).
spina tibiae (también spine of tibia o tibial spine). [Anat.] No
es lo que nosotros llamamos ‘espina tibial’ o ‘espina de la
tibia’ (que corresponde a la eminentia intercondylaris de
197
Traducción y terminología
la terminología anatómica internacional, y en inglés puede
verse también con los nombres spina intercondyloidea,
intercondylar eminence, intercondylar process, intercondylar tubercle, intercondyloid spine, intermediate eminence y tuberculum intercondyloideum), sino lo que nosotros
llamamos ‘tuberosidad tibial’ o ‘tuberosidad de la tibia’
(que corresponde a la tuberositas tibiae de la terminología
anatómica internacional).
stipatosis. [Resp.] Para dar nombre a la alveolitis alérgica extrínseca causada por el esparto (Stipa tenacissima), parece
más claro e informativo hablar en español de ‘espartosis’
que recurrir al cultismo latino ‘estipatosis’, impecablemente formado, pero nada informativo para la mayor
parte de los médicos de habla hispana.
symbiosis. Tanto en inglés como en español, el término symbiosis (simbiosis) se está utilizando en la actualidad con dos
sentidos que conviene distinguir claramente:
1 Asociación física entre dos o más organismos (generalmente de diferentes especies), según la definición original
del naturalista alemán Heinrich Anton de Bary en 1869.
2 Asociación física entre dos organismos que resulta provechosa para ambos.
Por motivos de precisión y claridad, recomiendo reservar
el término symbiosis (simbiosis) para la primera acepción, y
utilizar para la segunda el término mutualism (mutualismo).
Así pues, el término general symbiosis (simbiosis)
engloba tres variantes: a) mutualism (mutualismo), si
la asociación es ventajosa —o incluso necesaria— para
uno o ambos organismos y no es dañina para ninguno de
los dos; b) parasitism (parasitismo), si la asociación es
desventajosa —o incluso letal— para alguno de los miembros, y c) commensalism (comensalismo), si un miembro
de la asociación se beneficia mientras que el otro no se ve
afectado.
teno-. Tanto en inglés como en español, los médicos dudan entre el prefijo tendo- (del latín tendo, tendinis) y el prefijo
teno- (del griego τένων, τένοντος) a la hora de formar
los tecnicismos médicos que expresan relación con los
tendones. Por motivos de uniformidad, recomiendo dar
preferencia al formante de origen griego(‘teno-’) siempre
que este prefijo se una a otro formante de origen griego.
Así, prefiero tenoplasty (tenoplastia) a tendoplasty o tendinoplasty; tenodesis (tenodesis), a tendodesis; tenolysis
(tenólisis), a tendolysis; tenonectomy (tenonectomía), a
tendonectomy; tenosynovitis (tenosinovitis), a tendosynovitis; tenotome (tenótomo) y tenotomy (tenotomía), a
tendotome y tendotomy.
198
<www.medtrad.org/panacea.html>
Como excepción a esta norma general cabe mencionar
el caso atípico de TENONITIS2** (tendinitis).
Caso aparte consituyen, por supuesto, las ocasiones
en las que el prefijo se une a formantes de origen latino,
como tendosuture (sinónimo latino del vocablo de origen
griego tenorrhaphy) o tendovaginitis (sinónimo latino del
vocablo de origen griego tenosynovitis). Aun así, conviene
saber que en español es más frecuente ‘tenorrafia’ o ‘sutura tendinosa’ que ‘tendosutura’ (¡nunca «tendorrafia»!).
Y en cuanto a la pareja ‘tenosinovitis’ y ‘tendovaginitis’
(¡nunca «tenovaginitis» ni «tendosinovitis»!), ambas formas son muy frecuentes en la práctica para referirse a las
inflamaciones de las vainas tendinosas, pero recomiendo
la primera de ellas por dos motivos: a) es la única que
aúna tres formantes del mismo origen etimológico (griegos los tres), y b) permite evitar toda confusión con las
vaginitis (que es el nombre que damos habitualmente en
español a las colpitis o inflamaciones vaginales).
transplant patient (o transplanted patient). [Cir.] Por increíble
que pueda parecer, la RAE admitió en el 2001 el uso
erróneo, frecuente entre médicos, de «trasplantado» en referencia a la «persona que ha sufrido un trasplante». Viene
a ser, me parece, como escribir «atracador disparado por
la policía» cuando lo que uno quiere decir es «atracador
abatido a tiros por la policía» (a menos, claro está, que el
tal atracador sea el hombre bala del circo).
Si ‘trasplantar’, en medicina, es trasladar un órgano
desde un organismo donante hasta otro receptor, parece
evidente que ‘trasplantado’ sólo puede ser el órgano
(‘riñón trasplantado’, ‘hígado trasplantado’, ‘corazón trasplantado’), pero nunca la persona que lo recibe. Para traducir el inglés transplant patients o transplanted people,
es siempre preferible, creo, hablar de ‘personas sometidas
a trasplante’, ‘personas que han recibido un trasplante’,
‘personas receptoras de un trasplante’ o ‘receptores de un
trasplante’.
Idénticas consideraciones cabe hacer en relación con
el adjetivo implanted: en español, podemos hablar sin
dificultad de ‘prótesis implantada’, pero no de una «rata
implantada» (a menos, claro está, que estemos hablando
de implantar una rata en el cuerpo de una persona, por
ejemplo). Ejs.: cochlear implanted patients (personas receptoras de un implante coclear, personas con un implante
coclear), implanted rats (ratas receptoras de un implante,
ratas con implante), silicone breast implant patients (mujeres con prótesis mamarias de silicona).
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
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Cómo 11 de Septiembre no significa September 11
Fernando Sorrentino
Escritor y traductor. Buenos Aires (Argentina)
Al noreste de la ciudad de Buenos Aires se alza el barrio de Belgrano. En él, entre otras muchas calles, corren dos, paralelas y
casi gemelas, cuyos nombres recuerdan fechas de batallas de las guerras civiles argentinas: 3 de Febrero y 11 de Septiembre.
Estas calles y sus nombres existen, digamos, desde siempre: son anteriores a mi nacimiento y, si algún funcionario imbécil
no las rebautiza, me sobrevivirán tal cual.
Cierta vez escribí un cuento titulado «La corrección de los corderos». En tal ficción, un escarnecido traductor es vengado,
gracias a los buenos oficios de cincuenta corderos carnívoros, de los abusos cometidos por un desconsiderado editor, que no
le paga en tiempo y forma las traducciones que aquél había realizado. El editor carga con el nombre de Nefario y vive en la
calle 11 de Septiembre; los cincuenta corderos lo asesinan y lo devoran, y el protagonista —no por trujamán menos rencoroso— se siente vindicto, satisfecho, reconfortado y agradecido a los corderos. Aquí termina el cuento.
Traducido al inglés por Gustavo Artiles y Alex Patterson con el título de «Chastisement by the Lambs», fue publicado en
la revista virtual londinense East of the Web (<www.eastoftheweb.com>).
En el costado izquierdo del texto es posible abrir una ventana que registra los anónimos comments de los no menos anónimos lectores. Yo la he abierto, y trataré de poner en español unos pocos pasajes de los que allí aparecen en inglés.
Las glosas se desencadenan cuando, el 13 de marzo de 2003, un lector formula la hamletiana pregunta
Why September 11 Street?
Sin que transcurriese ni siquiera un día, obtuvo esta respuesta:
Creo que el nombre de la calle donde vive Nefario se llama 11 de Septiembre por una razón. Si se observa con cuidado
el simbolismo de los personajes del cuento, esto encaja bien. Lo que quiero decir es que yo pienso que el cuento fue
escrito con el mensaje de que George W. Bush y los Estados Unidos recibieron lo que merecían con los ataques terroristas. Nefario representa a Bush, o simplemente a cualquier norteamericano ignorante, pagado de sí mismo y rico, y
su mujer simboliza a los países que apoyan a Bush en su declaración de guerra al terrorismo, principalmente el Reino
Unido y/o Tony Blair. Los corderos representan los ataques, pero no los terroristas. En tal sentido, ellos son neutrales;
ni buenos ni malos, son simplemente el destino que le espera a toda la gente codiciosa. Y el narrador representa todos
los países pequeños que han sido castigados por la mano de Bush. Si el cuento no fue escrito con esta intención, lo
encuentro, en tal caso, en extremo coincidente [...].
Pero los escolios no concluyen aquí, pues el 6 de abril llega este nuevo aporte:
Sólo quería agregar algo al comentario anterior de que Nefario simboliza a Bush, al gobierno de Estados Unidos, etc.
Observo que el cuento específicamente dice que los corderos que participan en el castigo son cincuenta, número que,
por supuesto, es el mismo de los Estados Unidos. Entonces, si quisiéramos interpretar esto como un mensaje antiBush, yo propondría que el mensaje no consiste en que nosotros seremos atacados por el resto del mundo, sino que
los norteamericanos tolerarán la codicia, las mentiras y la desinformación de su gobierno/presidente por sólo cierto
tiempo. [...] Pero yo diría que [el cuento] es una buena pieza, especialmente en el contexto de la interpretación del 11
de septiembre.
Según parece, los atentados terroristas ocurrieron el 11 de septiembre de 2001. Y, si yo no escribo bajo los efectos de algún alucinógeno, puedo afirmar que «La corrección de los corderos» se publicó por primera vez el domingo 30 de septiembre
de 1979 en el suplemento cultural del diario La Nación, de Buenos Aires, y fue luego incluido en el volumen En defensa
propia (Buenos Aires: Editorial de Belgrano; 1982, págs. 59-65). Es decir, con una antelación de casi un cuarto de siglo.
De manera que, al traducir erróneamente cierto 11 de Septiembre por otro cierto September 11 que ninguna relación tiene
con aquél, ambos exegetas anglófonos han logrado la hazaña de leer lo que no está escrito en ninguna parte.
Reproducido con autorización de Rinconete,
del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>)
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
199
Traducción y terminología
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El Sistema Internacional de unidades: aspectos
prácticos para la escritura de textos en el ámbito
de las ciencias de la salud
Javier Hellín del Castillo*
Resumen: El Sistema Internacional de unidades, que deriva del sistema métrico internacional, ha sido aceptado en la mayoría de los países del mundo como sistema legal de unidades de medida y es unánimemente recomendado por las sociedades
científicas y organizaciones de normalización. El Sistema Internacional no sólo establece y define el conjunto de unidades
a utilizar y las relaciones entre ellas, sino que también da reglas fijas acerca de cómo deben escribirse los resultados de las
mediciones. En el ámbito de las Ciencias de la Salud, la OMS recomienda vivamente el uso del Sistema Internacional desde
hace algunas decenas de años. No obstante esto, en los textos científicos y médicos en español no es infrecuente encontrar
numerosos errores y vacilaciones en la escritura de las unidades de medida, en parte explicables porque no abundan las publicaciones en esta lengua donde se recopilen las normas del Sistema Internacional de una manera sistemática y práctica. En
el presente artículo he pretendido recoger esas normas, relativas a la escritura correcta de las mediciones, tanto en su parte
numérica, como en lo que se refiere a los símbolos y nombres de las unidades.
The Système International d’Unités: practical considerations for writing texts in the health sciences
Abstract: The International System of Units (Système International d’Unités, SI), derived from the international metric system,
has been accepted in most countries of the world as the legal system of units and measures, and is unanimously recommended by
scientific societies and standardization organizations. The SI not only establishes and defines a set of units and the relationships
between them, but also provides rules about how the results of measurements should be written. In the area of the health sciences,
WHO has strongly recommended use of the SI for several decades. However, in scientific and medical texts in Spanish it is
not infrequent to find numerous errors and inconsistencies in how units of measure appear in print. This is explainable in part
because of the scarcity of publications in Spanish that compile the rules of the SI in a manner that is systematic and practical.
In this article I have tried to bring together those rules relating to the correct way to write measurements as regards both their
numerical element and the symbols and names of units.
Palabras clave: Sistema Internacional, SI, unidades de medida, símbolos internacionales, escritura de cifras. Key words:
International System of Units, SI, units of measure, international symbols, numbers.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 200-207.
Introducción
Antes de exponer brevemente la historia del Sistema Internacional de unidades, se puede aportar alguna luz sobre su
aceptación internacional comentando el camino seguido por su
antecesor, el sistema métrico.
La Ilustración, como parte de su ideario a favor de la Razón y contra el Antiguo Régimen, se enfrentó al caos medieval
de unidades de pesos y medidas y le opuso un sistema métrico racional. Ya en los primeros momentos de la Revolución
Francesa, Delambre y Méchain iniciaron los trabajos para la
elaboración del sistema métrico decimal midiendo el arco de
meridiano entre Dunkerque y Barcelona.1
El paso al sistema métrico no fue fácil, ni siquiera en la
Francia revolucionaria, porque el precio de las cosas se expresa por unidades de medida, y es sabido que, en temas
económicos, no es raro que los humanos se muestren muy
conservadores.
La adopción del sistema métrico de unidades, durante el siglo XIX y el inicio del XX, por la mayoría de los países del mundo fue en gran parte debida a sus indudables ventajas en términos de unicidad, coherencia y facilidad respecto a los caóticos
sistemas anteriores, que variaban no sólo de país a país, sino
entre regiones e incluso ciudades.1 Aunque no se puede ignorar
que, en muchos casos, esa adopción tuvo un componente político e ilustrado, lo cierto es que el sistema métrico llegó hasta
donde nunca llegaron las tropas napoleónicas.
En el Imperio británico hubo, por el contrario, empecinada resistencia al metro y sus derivados. No así, inicialmente, en los Estados Unidos de América, que, como era lógico dada su sintonía
política con los ideales de la Revolución Francesa, se mostraron
muy tempranamente favorables al sistema métrico. Sin embargo,
no llegó a desarrollarse esta predisposición, y los estadounidenses
siguieron usando las medidas británicas, incluso algunas en versiones más antiguas que las oficiales en el Reino Unido.1,2
* Licenciado en Bioquímica y Biología Molecular. Gerente de Calidad, Abbott Científica S. A., Madrid (España). Dirección para correspondencia:
javier.hellin@abbott.com.
200
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
El sistema métrico original sólo se ocupaba de las unidades de longitud, masa, superficie y volumen, así que había que
complementarlo con otras unidades para otras magnitudes distintas de éstas, y así surgieron en la primera mitad del siglo XX
diversos sistemas, como el MKS (metro, kilogramo, segundo)
y el CGS (centímetro, gramo, segundo), según cuáles fueran
las unidades seleccionadas.
Con un propósito unificador y normalizador, la XI Conférence Genérale des Poids et Mesures (CGPM) adoptó en 1960
una extensión del sistema métrico decimal a seis unidades
fundamentales —más tarde serían siete— y otras derivadas de
éstas, a la que denóminó Système International d’Unités, que
se abrevia como «SI» en todos los idiomas.3
La resolución WHA 30.39, adoptada en mayo de 1977
por la XXX Asamblea Mundial de la Salud, órgano de
máxima autoridad de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), recomendó a la comunidad científica y a los médicos de todo el mundo que adoptaran el SI. La OMS ha
publicado guías sobre la aplicación del SI a las ciencias de
la salud.4
Actualmente, tanto en el Reino Unido como en los EE. UU.
la mayoría de los científicos usan el Sistema Internacional de
unidades, pese a que las unidades tradicionales siguen en activo para la vida cotidiana.
En lo que respecta a las disposiciones legales sobre las
unidades de medida, describo seguidamente la situación en la
Unión Europea y en España. Al final del presente artículo el
lector podrá encontrar más detalles sobre lo legislado sobre
estos temas.
En 1971, el Consejo de las Comunidades Europeas adoptó
el SI en el ámbito comunitario.5 La Directiva 80/181/CEE es
la disposición legal que unifica las disposiciones comunitarias
sobre las unidades de medida legales en la CEE, que son las
del SI más algunas que no son de este sistema y que se admiten
transitoriamente.6
En España, el Sistema Internacional de unidades es de uso
legal desde 1967 (Ley 88/1967 de 8 de noviembre). El Real
Decreto 1317/1989, de 27 de octubre, establece con detalle
las definiciones de las unidades legales de medida del SI, los
símbolos y prefijos y sus normas de uso.7
En el ámbito de la normalización, la ISO (Organización
Internacional de Normalización) ha emitido la Norma Internacional ISO 1000: 1992, cuya versión en español es la
UNE 82103, publicada por AENOR (Asociación Española de
Normalización y Certificación). Esta norma describe el SI y
recomienda su uso.8 En el «Anexo» final detallo las versiones
españolas —vigentes y obsoletas— de las normas internacionales relacionadas con este tema.
La mayoría de las sociedades científicas internacionales
del campo de las ciencias de la salud se han definido claramente a favor del uso del SI. Podemos citar, entre otras, las
siguientes:
•
•
Comité Internacional de Normalización en Hematología (de la Sociedad Internacional de Hematología);
Federación Internacional de Química Clínica (IFCC,
International Federation of Clinical Chemistry);
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
•
UIQPA, Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, International Union of Pure and Applied
Chemistry).4
Y en los países anglosajones no faltan tampoco las sociedades científicas nacionales que lo recomiendan; por ejemplo,
la American Medical Association.9
Como conclusión, no hay duda de que en el entorno científico internacional la recomendación unánime es a favor del uso
del SI. Adicionalmente, en la mayoría de los países del mundo
constituye el conjunto legal de unidades. Lo que no obsta para
que en la práctica todavía haya muchos que no hacen un uso
correcto del SI o no siguen todas sus normas.
Es de interés para el traductor de textos científicos saber
que el SI no sólo se ocupa de las definiciones de las unidades y
de precisar los símbolos de éstas y sus prefijos, sino que detalla
también las reglas a seguir para la escritura de los símbolos y
de las cantidades. Reglas que habrán de tenerse en cuenta en
la redacción de un texto científico, para producir un texto final
acorde con las recomendaciones del SI.
Estas reglas de escritura tienen, en muchos casos, un sólido
fundamento matemático y lógico, como es el caso de la poderosa herramienta del análisis dimensional, que facilita sobremanera los cálculos, así como las conversiones de unidades, y
evita los errores.
Al traducir un texto científico que no use las unidades del
SI o las reglas de escritura de este sistema, habrá que considerar la necesidad de transformar las unidades del original a unidades del SI, así como aplicar las reglas de escritura de éste. Es
una tarea delicada, pero no hacerla originará un texto final que
podría ser inadmisible o incomprensible para el lector. Cierto
grado de flexibilidad es, no obstante, posible, ya que, como se
verá, se admiten oficialmente una serie de desviaciones a las
normas, siguiendo el criterio de facilitar las cosas y respetar
ciertos usos arraigados.
A continuación expongo los aspectos del SI que pueden
tener interés en el ámbito de la traducción médica, especialmente en lo que se refiere a la escritura de unidades, unidades
derivadas, símbolos, prefijos y cantidades numéricas, sin entrar en aspectos más físicos como pueden ser la definición de
las unidades o las equivalencias entre ellas. Para este resumen
he utilizado principalmente la más reciente edición del SI, la
7.ª, de 1998, con correcciones del 2000.3
Las unidades del sistema internacional
Las unidades básicas y sus símbolos
Las unidades básicas son el metro (m), el kilogramo (kg),
el segundo (s), el amperio (A), el kelvin (K) —que no se llama
«grado kelvin»—, el mol (mol) y la candela (cd).
Resulta curioso que el nombre internacional de la candela se escriba así, en español. En 1948 la CGPM hubo de
buscar un nombre sencillo para la nueva unidad de intensidad lumínica, que se llamaba en ese momento new candle,
y se propuso y aceptó el nombre español «candela» para esa
unidad.3
Como veremos más adelante, los múltiplos y submúltiplos
de las unidades se forman añadiendo unos determinados pre201
Traducción y terminología
fijos al nombre de la unidad o a su símbolo. En el caso de la
unidad de masa, el kg, los prefijos se añaden al símbolo del
gramo (g) o a su nombre, y no al del kilogramo.
Ej.: 10-6 kg = 0,001 g = 1 mg (un miligramo),
pero no es correcto expresarlo como 1 µkg (un microkilogramo).
La explicación de esta singularidad de la unidad de masa
tiene que ver con la historia del sistema métrico. En un principio, la unidad de masa del sistema métrico era el gramo pero,
a la hora de fabricar un patrón, éste resultaba una cantidad
demasiado pequeña para su realización física con precisión
suficiente. Lo que sí podían era fabricar una pesa patrón de un
kilogramo; así lo hicieron y esta pesa patrón acompañó a la barra patrón del metro y al recipiente patrón del litro. Finalmente,
fue el kilogramo, y no el gramo, la unidad de masa escogida
para el sistema métrico.
Unidades derivadas
Las unidades derivadas se definen como potencias, multiplicaciones y cocientes de las unidades básicas. Algunas de
ellas han recibido un nombre especial y un símbolo particular.
Son las siguientes (aquí escritas utilizando su nombre internacional: hertz (Hz), newton (N), pascal (Pa), joule (J), watt (W),
coulomb (C), volt (V), farad (F), ohm (Ω), siemens (S), weber
(Wb), tesla (T), henry (H), lumen (lm), lux (lx), becquerel
(Bq), gray (Gy), sievert (Sv) y katal (kat).
Escritura y nomenclatura de las unidades del Sistema
Internacional
El CIPM (Comité International des Poids et Mesures),
organización internacional siguiente a la CGPM en la escala
jerárquica metrológica, considera que la ortografía de los
nombres de las unidades SI que derivan de nombres de personas debe ser la internacional, manteniéndose invariable en los
diversos idiomas.4
Sin embargo, en español es muy frecuente castellanizar
los nombres de las unidades —aunque eso nos aparta de lo
preconizado por el CIPM—. Legalmente, en España es posible hacerlo, ya que el Decreto 1317/1989 permite usar las
denominaciones castellanizadas —además de las internacionales—, siempre que estén reconocidas por la Real Academia
Española.7
Como indica José Martínez de Sousa, el último diccionario
de la Real Academia Española (DRAE) no incluye versión
españolizada para todas las unidades. En efecto, en la edición
de 1992 del DRAE figuraban opciones como, por ejemplo, el
kelvinio y el weberio, ahora sustituidas, en la edición del 2001,
por kelvin y weber, que que se corresponden con las denominaciones del SI. Partiendo de esta situación, Martínez de Sousa
concluye que, en textos científicos, lo más apropiado sería usar
la denominación internacional. 10
Lo que ha ocurrido es que la edición del 2001 del DRAE
se ha alineado con la Norma Española UNE 82103:1996,8 versión preparada por la AENOR de la Norma Internacional ISO
1000: 1992, renunciando a versiones españolizadas como kel202
<www.medtrad.org/panacea.html>
vinio, weberio, etc., que la UNE 82103 no recogía, pero manteniendo otras adaptaciones, como hercio, voltio, vatio, etc., que
si incluía esta norma. Algunos nombres de unidades no varían
—ni en el DRAE del 2001 ni en la UNE 82103— respecto al
nombre internacional, como es caso del kelvin, el newton, el
pascal, etcétera.
En todo caso, los nombres de las unidades básicas del
sistema métrico (metro, kilogramo, segundo), y de otras
como el litro, siempre se han usado en su forma española
en textos escritos en español, y lo mismo pasa en otras
lenguas.
Según se opte por usar los nombres internacionales de las
unidades derivadas o las versiones españolas, podríamos tener
textos alternativos, como los siguientes:
Un watt equivale a un joule por segundo.
Un vatio equivale a un julio por segundo.
En mi opinión, es preferible utilizar las versiones españolas de los nombres de las unidades —los que figuran en el
DRAE, edición del 2001, y en la UNE 82103—, incluso en
textos científicos, puesto que la coherencia del texto final será
mayor. Las unidades básicas siempre van a estar en versión
españolizada (metro, kilogramo, segundo, litro), y no parece
consecuente que, por el contrario, las unidades derivadas no
lo estén.
Como indica José Martínez de Sousa, en ciertos casos en
los que la Academia ha mantenido la grafía internacional no
se ha añadido la tilde que en español deben llevar.10 Lo mismo
ocurre en la norma UNE 82103. Sería el caso del siémens, del
wéber y del siévert. Lo lógico, por tanto, es utilizar la versión
correctamente tildada de estas unidades.
En la página siguiente incluyo una tabla con los nombres
internacionales de las unidades y las versiones en español,
según la Real Academia y según la UNE 82103.
Los nombres de las unidades no se escriben con mayúscula
inicial, aunque deriven de nombres de personas, excepto cuando sean la primera palabra de una frase.
En español, el plural de los nombres de las unidades que
derivan de nombres de personas se forma añadiendo una -s,
excepto si acaban en -s, -x o -z.10
Ej.: vatios, newtons, pascals, siemens, kelvins…
En el caso de la unidad de flujo luminoso, el lumen, que
no deriva de ningún nombre propio, el plural en español sería
lúmenes.10 De igual manera, el plural de la unidad de actividad
catalítica, el katal, sería katales.
Símbolos de las unidades
Las iniciales de los símbolos de las unidades son letras
mayúsculas cuando derivan de nombres de personas: A, K, Hz,
N, Pa, J, W, C, V, S, F, S, Wb, T, H, Bq, Gy, Sv.
Un caso especial es el del ohmio, cuyo símbolo es Ω.
Los símbolos de las unidades que no derivan su nombre de
nombres propios se escriben en minúscula: m, kg, s, mol, cd,
lm, lx, kat.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
Símbolo
Nombre oficial del
SI3
Nombre en el DRAE
200110
Nombre en la UNE
821038
Unidades básicas
metro
kilogramo
segundo
m
kg
s
mètre
kilogramme
seconde
metro
kilogramo
segundo
A
ampère
amperio
K
mol
cd
kelvin
mole
candela
kelvin
mol
candela
rad
sr
Hz
N
Pa
J
W
C
V
F
Ω
S
Wb
T
H
ºC
lm
lx
Bq
Gy
Sv
kat
radian
stéradian
hertz
newton
pascal
joule
watt
coulomb
volt
farad
ohm
siemens
weber
tesla
henry
degré Celsius
lumen
lux
becquerel
gray
sievert
katal
min
h
d
º
´
´´
l, L
t
minute
heure
jour
degré
minute
seconde
litre
tonne
kelvin
mol
candela
Unidades derivadas
radián
radián
estereorradián
estereorradián
hercio
hercio
newton
newton
pascal
pascal
julio
julio
vatio
vatio
culombio
culombio
voltio
voltio
faradio
faradio
ohmio
ohmio
siemens*
siemens*
weber*
weber*
tesla
tesla
henrio
henry, henrio
grado Celsius
grado Celsius
lumen
lumen
lux
lux
becquerel
becquerel
gray
gray
sievert*
sievert*
(no figura)
(no figura)
Unidades aceptadas para su uso con el SI
minuto
minuto
hora
hora
día
día
grado
grado
minuto
minuto
segundo
segundo
litro
litro
tonelada
tonelada
Np
neper
(no figura)
(no figura)
B
bel
belio
bel, belio
eV
électronvolt
electronvoltio
u
ua
unité de masse
atomique unifiée
unité astronomique
-------------
ampere, amperio
electronvolt,
electronvoltio
unidad de masa
atómica unificada
(no figura)
Magnitud
longitud
masa
tiempo
corriente eléctrica
temperatura termodinámica
cantidad de substancia
intensidad lumínica
ángulo plano
ángulo sólido
frecuencia
fuerza
presión
energía, trabajo
potencia, flujo radiante
carga eléctrica
diferencia de potencial
capacidad
resistencia eléctrica
conductancia eléctrica
flujo magnético
densidad de flujo magnético
inductancia
temperatura Celsius
flujo lumínico
iluminancia
actividad de la radiación
dosis absorbida
dosis equivalente
actividad catalítica
tiempo
tiempo
tiempo
ángulo plano
ángulo plano
ángulo plano
volumen
masa
cantidades en logaritmos neperianos,
presión sonora
cantidades en logaritmos base decimal,
presión sonora, atenuación
energía
masa
longitud
* Estas unidades, en español, deberían llevar tilde: siémens, wéber y siévert.10
Nota: aunque existe una versión del SI en inglés, la versión oficial es la francesa, de donde he tomado el nombre internacional de las
unidades.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
203
Traducción y terminología
Los símbolos de las unidades se escriben en caracteres
redondos. No se deben poner en cursiva o negritas aunque el
texto que los rodee vaya así escrito.
Los símbolos de las unidades no se rematan con un punto,
ya que no son abreviaturas, sino símbolos.
Los símbolos no cambian en el plural y, por ello, no se les
debe añadir una -s al final.
Por ejemplo: cinco metros se escribe también 5 m,
pero no 5 ms, que corresponde en realidad a cinco milisegundos.
Al describir una magnitud no se deben mezclar los nombres de unas unidades con los símbolos de otras; o bien se usan
solo símbolos o bien los nombres completos.
Ej.: no es correcto escribir gramos/ml, ni g/mililitro,
pero sí es correcto g/ml o gramos/mililitro.
Otras unidades
Unidades no pertenecientes al SI cuyo uso se admite
Se admiten plenamente algunas unidades, aunque no pertenezcan al SI, tales como el minuto (min), la hora (h), el día (d),
el litro (l, L), la tonelada (t), el bel o belio (B), etcétera.
Unidades no pertenecientes al SI cuyo uso se acepta,
pero no se recomienda
Se admiten algunas unidades en ciertos campos debido a lo
extendido de su uso. Son, entre otras, las siguientes: la milla
náutica (sin símbolo), el nudo (sin símbolo), el bar (bar), el
ångstrom (Å), la hectárea (ha), el área (a), etcétera.
Unidades que se recomienda dejar de utilizar
Pueden aparecer en textos antiguos, pero no se deberían
usar: la micra (µ), el ergio (erg), el gauss (G), el oersted (Oe),
el maxwell (Mx), el curio (Ci), el roentgen (R), el rad (rad), el
rem (rem), la atmósfera (atm), la caloría (cal), etcétera.
Unidades que el SI desaconseja, pero que son legales
en la Unión Europea
Aparte de que el SI explícitamente recomiende no usarlas
—por ejemplo, el curio— o simplemente no las mencione —el
milímetro de mercurio—, hay algunas unidades que son legales en la Unión Europea, puesto que la Directiva 80/181/CEE,
modificada por la Directiva 89/617/CEE, las ha admitido, adicionalmente a las del SI, de manera temporal, hasta que cada
Estado miembro decida dejar de autorizarlas.6, 16 Por ejemplo:
la dioptría, el milímetro de mercurio (mm Hg), el curio (Ci), el
roentgen (R), el rad (rad), el rem (rem), etcétera.
Unidades de temperatura: el grado Celsius
El grado Celsius (ºC) es una unidad admitida en el SI, igual
en magnitud al kelvin. No se llama grado centígrado, sino
grado Celsius. Es una excepción a la regla de que los nombres
de las unidades se escriben en minúsculas, ya que «grado Celsius» se escribe con la C inicial de Celsius mayúscula.
Esta unidad puede utilizarse para expresar un intervalo o
204
<www.medtrad.org/panacea.html>
diferencia de temperaturas. El símbolo del grado Celsius es
ºC, un símbolo unitario que se representa siempre junto, sin
disociar sus dos componentes. Al escribirlo, se debe dejar un
pequeño espacio entre el número y el símbolo, como ocurre
en otras unidades, pero no se deja espacio entre el º y la C. El
símbolo de grado Celsius no debe interpretarse como si fuera
un signo de grado (geográfico o geométrico, que se escribe
pegado a la cifra) y luego una C separada.
Ej.: 27 ºC es correcto,
y no lo es 27ºC, ni tampoco 27º C.
Unidades de volumen: el litro
Según la Conférence Genérale des Poids et Mesures
(CGPM), el litro debe considerarse en realidad un nombre
especial del decímetro cúbico.3
En EE. UU. y en algún otro país se ha preferido la ele mayúscula (L) como símbolo del litro, en vez de la ele minúscula
(l), que era el símbolo internacional desde 1879.12 A raíz de
esto, la CGPM aprobó en 1979 una excepción a las normas
del SI, y decidió que los dos símbolos, L y l, podían utilizarse
como símbolo del litro. La justificación ofrecida en la resolución aprobada fue que en muchas tipografías el símbolo de
litro escrito con ele minúscula (l) se confunde con el número 1,
confusión que se evitaba con el uso de la ele mayúscula (L).3
Ej.: 1 l (un litro), en ciertos tipos de letra, podría confundirse con 11 (once),
La justificación de esta excepción por la posibilidad de ese
tipo de confusión es bastante discutible. En el ejemplo anterior
podemos ver que, aunque el tipo de letra usado no distinga la ele
minúscula del uno, la posibilidad de error en la interpretación es
baja, ya que por un lado la falta de la unidad de medida tras el once
alertaría al lector de que algo falla, y por otro lado hay que tener en
cuenta que el espaciado no es el mismo entre dos números que van
seguidos y entre un número y el símbolo de una unidad, que deben
llevar un espacio intermedio.
Esta posibilidad de confusión quizá podía plantearse en 1979,
época en la que se usaban las máquinas de escribir mecánicas.
Actualmente, los tipos de letra disponibles en los ordenadores
personales están diseñados en su mayoría para diferenciar el uno
de la ele minúscula.
En 1990, el CIPM revisó de nuevo la situación, pero decidió que todavía no era posible decantarse por uno de los dos
símbolos, que siguen, por tanto, siendo ambos oficiales.3
Teniendo en cuenta la pobre justificación que hemos visto
tiene el uso de la ele mayúscula y el hecho de que, en español, lo
tradicional durante años ha sido usar el símbolo internacional de la
ele minúscula (l), resulta desaconsejable utilizar la ele mayúscula
(L) como símbolo del litro en textos escritos en español.
En todo caso, la CGPM prefiere que, allí donde sea posible, se
usen las unidades de medida de volumen del SI, es decir múltiplos
y submúltiplos del m3, y se evite el litro, especialmente si se ha de
combinar con otras unidades del SI.12
El CIPM (Comité International des Poids et Mesures)
recomienda no utilizar el litro ni sus múltiplos o submúltiplos
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
para medidas precisas de volumen.3 A diferencia de lo habitual en las ciencias de la salud, en las que está muy extendido
el uso de los submúltiplos del litro mililitro (ml) y microlitro
(µl), en otros campos científicos se prefiere expresar el volumen en unidades del SI. En efecto, en física, fisica química,
etc., se prefiere el cm3 al ml y el mm3 al µl.
Unidades de concentración
No se debería utilizar el término «molaridad» y su símbolo,
M, sino las unidades equivalentes del SI,4 es decir, el mol partido por la unidad de volumen, que se puede expresar de cualquiera de estas formas: mol l-1, mol/l, mol dm-3 y mol/dm3.
Unidades de presión: medidas de la tensión arterial
La OMS recomendó en 1980 que la tensión arterial se
indicara, durante un período transitorio de varios años, tanto
en kilopascals como en milímetros de mercurio (mm Hg),
y que, pasado un tiempo —no precisado— de coexistencia
y adaptación, se acabaran abandonando los milímetros de
mercurio.4
Casi 25 años después, puede constatarse que la recomendación de la OMS no ha tenido mucho éxito y que en los
informes se siguen expresando las medidas de tensión arterial
en milímetros de mercurio.
Unidades de energía: nutrición
Con optimismo, la OMS vaticinó en 1980 que la unidad
de energía del SI, el julio o joule, acabaría reemplazando a la
confusa unidad llamada caloría (los valores de energía que se
daban en calorías frecuentemente eran en realidad kilocalorías).4 Parece esto que todavía no ha ocurrido, y la kilocaloría
sigue utilizándose. Actualmente, en la Unión Europea, en el
etiquetado de los productos dietéticos o alimenticios coexisten
las kilocalorías con los kilojulios.
Sobre los prefijos y su escritura
Los prefijos del SI, que indican múltiplos y submúltiplos
de las unidades, se anteponen directamente al nombre de la
unidad, sin signo de puntuación entre ellos y la unidad. Los
prefijos, además de su nombre, también tienen su correspondiente símbolo, que se usa con el símbolo de la unidad.
Kilo- (factor multiplicador por 103) y los prefijos con factores multiplicativos inferiores al kilo-, se escriben en minúscula,
tanto el nombre como el símbolo: kilo- (k); hecto- (h), múltiplo
de factor 102; deca- (da), múltiplo de factor 10; deci- (d), divisor
por 10; centi- (c), divisor por 102; mili- (m), divisor por 103; micro- (µ), divisor por 106; nano- (n), divisor por 109, etcétera.
En cambio, en los prefijos superiores a kilo-, el nombre del
prefijo se escribe en minúsculas, pero el símbolo es una mayúscula: mega- (M), factor multiplicativo por 106; giga- (G),
por 109; tera- (T), por 1012; etcétera.
Son incorrectas, por estos motivos y los anteriormente explicados sobre los símbolos de las unidades, expresiones como
las siguientes (por cierto, de aparición bastante frecuente):
Km (por km), Kg (por kg),
Kw, KW o kw (por kW)...
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
También podemos encontrar textos con símbolos incorrectos como los siguientes:11
Kº por K (kelvin), cc por cm3,
H por h (hora), Hg por hg (hectogramo)...
No se deja espacio entre el prefijo y el símbolo de la unidad. Un espacio como ese se presta a confusión, ya que podría
pensarse que indica la multiplicación de dos unidades de una
magnitud diferente.
Ej.: el milisegundo (ms); si dejáramos un espacio tras el
prefijo, podría confundirse con el metro-segundo (m s).
No deben usarse prefijos compuestos por la yuxtaposición
de dos o más prefijos. Se debe escoger el prefijo más adecuado
a la cantidad en cuestión.
Ej.: 1 nm (un nanómetro) es correcto,
y no lo es 1 mµm (un milimicrometro).
Escritura de las magnitudes: cifras, prefijos y unidades
Cómo expresar la multiplicación de una o más unidades
Para denotar el producto se admiten el punto bajo u ordinario (.), el punto alto (·) o un pequeño espacio entre los
símbolos, dando preferencia al punto alto.3, 7,13
Ej.: N.m = N · m = N m.
Al nombrar en voz alta dos unidades que se están multiplicando, se recomienda simplemente nombrarlas una tras otra,
evitando la preposición «por», que también puede significar división.14 Así, por ejemplo, N · m no debe leerse «newton por metro», ya que eso podría confundirse con N/m, sino «newton
metro».
Al escribir el nombre completo, sin abreviar, de las unidades que se están multiplicando, se recomienda usar un guión
para enlazar las unidades integrantes.14 De esta manera, por
ejemplo, kW · h debería escribirse «kilovatio-hora» y no «kilovatio hora».
Entre científicos, estas confusiones son improbables, ya
que usan y leen frecuentemente estas expresiones mediante
potencias negativas.14 Por ejemplo, g/cm3 puede leerse «gramos por centímetro cúbico» y podría confundirse con g · cm3,
pero será leído por un científico como «gramos centímetro a la
menos tres» (g cm-3).
El plural de las unidades derivadas se forma con el plural
de la primera unidad integrante del producto o con la del numerador del cociente.14
Ej.: cinco litros-minuto (5 l · min).
23 miligramos por centímetro cúbico (23 mg/cm3).
Escritura de cifras
Se recomienda usar la coma como separador de decimales;7,13 sin embargo, en ciertos países, y en los textos en inglés,
se usa el punto ordinario (bajo) como punto decimal. El SI
acepta ambos para separar la parte entera de la decimal.3
205
Traducción y terminología
Así, el SI acepta tanto escribir 138,45 como 138.45.
En los países que emplean la coma decimal es costumbre usar
el punto bajo como separador de unidades de mil. Y en los que
usan el punto decimal no es infrecuente utilizar la coma como
separador de grupos de mil. Por ejemplo, en España, tres mil doscientos con quince se escribe tradicionalmente 3.200,15, mientras
que la misma cifra puede escribirse en EE. UU. 3,200.15.
Para una persona de un país en que se use la coma, que no
frecuente la lectura de textos en inglés y que no conozca las
normas del SI, el problema que plantea el uso del punto como
separador de decimales es que puede confundirse con el separador de unidades de mil.
Por ejemplo, si dos con trescientos cincuenta y cuatro
milésimos (2,354) se escribe con punto decimal (2.354), una
persona de un país donde se usa la coma decimal podría confundirlo con dos mil trescientos cincuenta y cuatro.
Por otro lado, para una persona de un país en que se use
el punto decimal, ciertas cifras donde se haya usado el punto
como separador de miles podrían mover a confusión. Por
ejemplo, tres mil cuatrocientos cincuenta y ocho escrito 3.458
podría confundirse con tres con cuatrocientos cincuenta y ocho
milésimos (3,458).
Como separador de miles, el SI recomienda dejar un pequeño espacio entre grupos de tres cifras,3,7,13 y prohíbe usar la
coma o el punto como separador de grupos de cifras, reservándolos para separar la parte decimal.
Es decir: 12368 se debe escribir 12 368 y no 12.368.
3425082,04 se debe escribir 3 425 082,04
y no 3.425.082,04.
Fernando Navarro,15 tras consultar las versiones digitales
de las páginas de economía de los diarios más prestigiosos de los
países hispanoamericanos, indica que el uso del punto como
separador decimal, además de en los anglosajones, parecte estar extendido en los países hispanohablantes de Norteamérica
y Centroamérica (con la excepción de Costa Rica), mientras
que en Sudamérica (con alguna duda respecto al Perú) y en
España el uso de la coma como separador decimal tiende a ser
más frecuente. En Puerto Rico parece que se usa el punto, y
en Cuba, la coma.
Teniendo en cuenta que el SI lo permite, lo lógico es usar ya
sea el punto, ya la coma decimales según lo acostumbrado en cada
país y, en ambos casos, separar los grupos de tres cifras sólo con
un espacio pequeño y nunca con coma o punto.
Por otro lado, los años deben escribirse con cifras seguidas,
sin separación de las unidades de mil mediante un espacio o
un punto.7,13
Ej.: el año 1989 no se debe escribir 1.989
ni tampoco 1 989.
Potencias
Cuando el símbolo de un múltiplo de una unidad lleva un
exponente, éste afecta no solamente a la parte del símbolo que
designa la unidad, sino al conjunto de prefijo y unidad.3 Por
ejemplo, 1 km2 = 1 (km)2, es decir, equivale a (1 000 m)2 =
206
<www.medtrad.org/panacea.html>
1 000 000 m2 (área de un cuadrado de 1 km de lado), y no es
lo mismo que 1 k(m2) que equivaldría a 1 000 m2.
Cocientes
Cuando una unidad sea el cociente de otras dos, se puede utilizar la barra oblicua (/) o, mejor aún, potencias negativas. Nunca se introducirá más de una barra oblicua en una misma línea, a
menos que se añadan paréntesis, para evitar ambigüedades.3,7
Ej.: se escribirá m/s2, o bien m s-2 o m · s-2,
pero nunca m/s/s.
Otro ejemplo: expresar las unidades de una dosis como
mg/kg/día puede interpretarse matemáticamente de dos maneras muy distintas: como (mg/kg)/día o como mg/(kg · día)
—que es lo correcto—, y debería escribirse mg kg-1 día-1 o
mg/(kg · día) para evitar cualquier error en la interpretación.
Disposiciones legales europeas y españolas
El Consejo de las Comunidades Europeas aprobó el 18 de
octubre de 1971 la Directiva 71/354/CEE, por la que se adoptaba
el SI en el ámbito comunitario.4
El 20 de diciembre de 1979, la Directiva 80/181/CEE derogó
a la 71/354/CEE. Esta directiva mantiene las unidades del SI
como unidades de medida legales, unifica todas las disposiciones
comunitarias sobre las unidades de medida, las define y detalla sus
símbolos y escritura.5
Posteriormente, la Directiva 89/617/CEE modificó la
80/181/CEE, estableciendo unos plazos transitorios durante
los cuales se permitía el uso de ciertas unidades tradicionales
en algunos Estados miembros de la Comunidad.16
En España, la Ley 88/1967, de 8 de noviembre de 1967, estableció el Sistema Internacional de unidades como el sistema
de unidades de medida de uso legal.
Acompañando a la entrada de España en la Comunidad
Económica Europea (CEE), y para armonizar la legislación
española con la comunitaria, se promulgó el Real Decreto Legislativo 1296/1986, de 28 de junio, que ratificaba que las unidades legales de medida en España eran las unidades del SI.
Desarrollando el Real Decreto Legislativo 1296/1986, se
promulgó el Real Decreto 1317/1989, de 27 de octubre, que
establece con detalle las definiciones de las unidades legales
de medida —que son las del SI—, los símbolos y prefijos y sus
normas de uso. También requiere que los aparatos de medida
lleven sus indicaciones en una unidad de medida legal a partir
del 31 de diciembre de 1990.7
En el Boletín Oficial del Estado (BOE) se publicó el 24
de enero de 1990 la corrección de errores del Real Decreto
1317/1989.
El Real Decreto 1737/1997,17 del 20 de noviembre, modifica algunos detalles del Real Decreto 1317/1989.
Agradecimientos
Los acertados comentarios y sugerencias de M.ª Verónica Saladrigas me han sido de mucha utilidad para la redacción de
este artículo.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
ANEXO
Versiones en español de normas internacionales que
hacen referencia al Sistema Internacional de unidades
y a la escritura de símbolos matemáticos
UNE 82103:1996. Unidades SI y recomendaciones para el empleo de
sus múltiplos y submúltiplos y de algunas otras unidades. Totalmente
equivalente a la Norma Internacional ISO 1000:1992. Anula y sustituye a la UNE 5002:1984, que anula a su vez a: UNE 5001:1973,
UNE 5002-1:1975, UNE 5002-2:1975, UNE 5028:1955, UNE
5029:1970 y UNE 5030:1971.
UNE 82100-0:1996. Magnitudes y unidades. Parte 0: Principios generales. Equivalente a la Norma Internacional ISO 31:1992.
UNE 82100-11:1996. Magnitudes y unidades. Parte 11: Signos y símbolos matemáticos para su uso en las ciencias físicas y en tecnología.
Totalmente equivalente a la Norma Internacional ISO 31-11:1992.
Anula y sustituye a UNE 5100-11:1987, que, a su vez, anula a:
UNE 5100-11:1985 EX, que anula a la UNE 5010:1953.
Siglas utilizadas
AENOR: Asociación Española de Normalización y Certificación
BOE: Boletín Oficial del Estado
CEE: Comunidad Económica Europea
CGPM: Conférence Générale des Poids et Mesures
CGS: Centímetro, gramo, segundo
CIPM: Comité International des Poids et Mesures
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
IFCC: International Federation of Clinical Chemistry (Federación Internacional de Química Clínica)
ISO: International Standardization Organization (Organización Internacional de Normalización)
IUPAC: International Union of Pure and Applied Chemistry (Unión Internacional de Química Pura y Aplicada)
MKS: Metro, kilogramo, segundo
OMS: Organización Mundial de la Salud
SI: Système International d’Unités
Bibliografía
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2. Chisholm LJ. The English and U.S. customary weights and
measures systems. Encyclopaedia Britannica 2003 [CD-ROM].
Encyclopaedia Britannica Inc.; 2003. <www.britannica.com/eb/
article?tocId=13617> [consulta: 10.6.2004].
3. Bureau International des Poids et Mesures (BIPM). Le Système
international d’unités (SI). 7.ª ed. BIPM; 1998. <www.bipm.org/
en/si/si_brochure/> [consulta: 10.5.2004].
4. Organización Mundial de la Salud. Las unidades SI para las profesiones de la salud. Ginebra: OMS; 1980.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
5. Directiva 71/354/CEE, de 18 de octubre de 1971, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre las
unidades de medida (Diario oficial de las Comunidades europeas
n.º L 243, 10.29.1971. p. 29). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc
?smartapi!celexapi!prod!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=3197
1L0354&model=guichett> [consulta: 10.6.2004].
6. Directiva 80/181/CEE, de 20 de diciembre de 1979, relativa a la
aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre
las unidades de medida, de derogación de la Directiva 71/354/CEE.
(Diario oficial de las Comunidades europeas, n.º L 39, 2.15.1980.
p. 40U). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc?smartapi!celexapi!pr
od!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=31980L0181&model=guich
ett> [consulta: 10.6.2004].
7. Real Decreto 1317/1989, de 27 de octubre (BOE del 3.11.1989).
8. Asociación Española de Normalización y Certificación. Unidades
SI y recomendaciones para el empleo de su múltiplos y submúltiplos y de algunas otras unidades. Norma española UNE 82103.
Madrid: AENOR; 1996.
9. Young DS. Implementation of SI units for Clinical Laboratory
Data. Ann Inter Med 1987; 106: 114-129.
10. Martínez de Sousa J. Ortografía y ortotipografía del español actual.
Gijón: Trea; 2004.
11. Martínez de Sousa J. Diccionario de ortografía técnica. Madrid:
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Pirámide; 1987.
12. Burtis CA, Ashwood ER. Tietz Textbook of Clinical Chemistry. 2.ª
ed. Filadelfia: Saunders; 1994.
13. Real Academia Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa; 1999.
14. Tapia Granados JA. Kilómetro por hora, años-persona, ji cuadrado:
temas dimensionales, métricos y algebraicos en la redacción y
traducción de textos científicos. Puntoycoma 2204; 87. <europa.
eu.int/comm/translation/bulletins/puntoycoma/87/pyc876_es.htm>
[consulta: 10.6.2004].
15. Navarro F. (¿Y el punto decimal?). En MedTrad (grupo electrónico
de discusión) [en línea], 16.6.2004. Mensaje 012533, archivado en
<listserv.rediris.es/archives/MedTrad.html>.
16. Directiva 89/617/CEE, de 27 de noviembre de 1989, por la que se
modifica la Directiva 80/181/CEE relativa a la aproximación de
las legislaciones de los Estados miembros sobre las unidades de
medida (Diario oficial de las Comunidades europeas, n.º L 357,
7.12.1989. p. 28). <europa.eu.int/smartapi/cgi/sga_doc?smartapi!
celexapi!prod!CELEXnumdoc&lg=ES&numdoc=31989L0617&m
odel=guichett> [consulta: 10.6.2004].
17. Real Decreto 1737/1997, de 20 de noviembre (BOE del 3.11.1997).
<www.boe.es/g/es/boe/dias/1997-12-03/seccion1.php#00001eevvv>
[consulta: 10.6.2004].
207
Traducción y terminología
<www.medtrad.org/panacea.html>
Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga:
temas dimensionales, métricos y algebraicos
en las tareas de redacción, edición y traducción*
José A. Tapia Granados**
Resumen: Este trabajo comenta algunos aspectos básicos de teoría métrica, análisis dimensional y álgebra relativos a las magnitudes y cantidades de uso habitual en la vida cotidiana y en todos los campos de las ciencias naturales y sociales. Se trata de
aspectos muy generales, cuyo conocimiento parece necesario para todos los implicados en la redacción de textos en castellano.
El artículo presta especial atención a algunos problemas que surgen al traducir del inglés, explica las ambigüedades matemáticas a las que da lugar la preposición «por» y discute la forma de expresar la precisión de las mediciones y los conceptos de
medición, recuento, magnitud, cantidad, dimensión, cantidades adimensionales, unidades básicas y unidades derivadas, etc. Se
discute con detalle la formación de magnitudes derivadas obtenidas por multiplicación o división de magnitudes y se proponen
cuatro reglas para formar y nombrar correctamente las unidades de las magnitudes derivadas por multiplicación de magnitudes.
Se discute la expresión «ji cuadrado», equivalente a la frase inglesa chi square, a menudo incorrectamente traducida como «chi
cuadrado».
“Kilómetro por hora, ji cuadrado, días-hormiga”: dimensional, metric and algebraic issues in writing, editing
and translating into Spanish
Summary: This paper develops some basic ideas on metric theory, dimensional analysis, and algebra in connection with the
quantities and magnitudes commonly used in everyday life and in all the natural and social sciences. Knowledge of these general issues is important for anyone writing in Spanish. Besides specifically addressing some of the problems that arise when
translating from English to Spanish, the text explains the mathematical ambiguities created in Spanish by the preposition por
and discusses how to express the precision of measurements and the concepts of measurement, count, quantity, magnitude,
dimension, dimensionless magnitudes, basic units and derived units, etc. There is also a detailed discussion of how to form
magnitudes derived by multiplying or dividing magnitudes. In addition, four rules are given for correctly forming and naming
in Spanish the units for magnitudes derived by multipliying magnitudes. The expression ji cuadrado (“chi square” in English),
which is often incorrectly translated into Spanish as chi cuadrado, is also discussed.
Palabras clave: lenguaje científico, fórmulas dimensionales, unidades derivadas. Key words: scientific writing (in spanish),
dimensional formula, derived units.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 208-216.
Para M. L. B.
Dice Jesús Mosterín que la profusa variedad de conceptos
científicos se puede reducir a tres tipos de conceptos: clasificatorios, comparativos y métricos. Los conceptos clasificatorios
vienen dados por los sustantivos y adjetivos del lenguaje ordinario y corresponden a lo cualitativo (dureza, mamífero, masa,
conmutativo, anticiclónico), mientras que los conceptos métricos corresponden a lo cuantitativo (nanómetro, ohmio, pH) y
los conceptos comparativos o topológicos (menor, izquierda,
lateral), a un tipo intermedio. Ahora bien, según Mosterín, «los
conceptos métricos, también llamados conceptos cuantitativos o
magnitudes, no tienen correspondencia en el lenguaje ordinario.
Son una creación original del lenguaje científico». Quizá sea
esa la razón por la que algunas personas con muy buena capacidad verbal tienen enormes dificultades con lo cuantitativo y
temen a las matemáticas y a los números como a una especie
de misterio.
Este trabajo explica algunos aspectos básicos relativos a las
magnitudes y cantidades de uso habitual en la vida cotidiana
y en todos los campos de las ciencias naturales y sociales.
Me decidí a escribirlo tras comprobar por diversas lecturas y
* Esta es una versión algo modificada de la comunicación titulada «Kilómetro por hora, años-persona, ji cuadrado: temas dimensionales, métricos
y algebraicos en la redacción y traducción de textos científicos» que el autor presentó ante el II Congreso Internacional «El español, lengua de
traducción», celebrado en Toledo del 19 al 22 de mayo del 2004 (<www.toledo2004.net/index.php>).
** Institute of Labour and Industrial Relations, Universidad de Michigan, Ann Arbor (Michigan, Estados Unidos). Dirección para correspondencia: jatapia@umich.edu.
208
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
discusiones que muchas personas cultas tienen ideas imprecisas o abiertamente equivocadas sobre estos temas, lo que a
mi juicio es fruto casi siempre de la falta de familiaridad con
los conceptos básicos de la teoría de la medición, el análisis
dimensional y el álgebra. Pero esos campos se refieren a aspectos muy generales conectados con todas las ciencias básicas
y aplicadas, y en la redacción, edición y traducción de textos
científicos —y muchas veces también en textos generales o
literarios— surgen continuamente problemas relacionados con
estos ámbitos. Así, por ejemplo, para traducir correctamente
del inglés al castellano una frase como pooled person-time
added up to 988.0 woman-years, aunque sea inconscientemente habrá que resolver problemas de teoría de la medición y de
análisis dimensional (más adelante volveré a esta frase). Todos
los implicados en la labor científica o en la labor editorial o de
traducción deberían conocer al menos los fundamentos de la
teoría métrica y del análisis dimensional.
Un físico español que contribuyó considerablemente al
desarrollo del análisis dimensional fue Julio Palacios, miembro de la Real Academia Española, presidente de la Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y, también,
autor del libro Análisis dimensional, obra que tuvo suficiente
repercusión en el mundo científico como para que fuera traducida al inglés y publicada por la editorial británica Macmillan
(lamentablemente, para preparar este texto solo he tenido a mi
alcance esa versión traducida y no la versión original en castellano). Que Julio Palacios se preocupaba por las cuestiones
de terminología y traducción queda claro, por ejemplo, por los
comentarios sobre correspondencias inglés-español que aparecen en el prefacio a la edición inglesa de su libro:
To achieve a good English translation has proved
to be a difficult task. One of the problems has been to
find the proper words for the Spanish terms magnitud
(abstract concept) and cantidad (each of the particular
states of a magnitud). At first sight, one would think that
these words ought to be translated by ‘magnitude’ and
‘quantity’ respectively, but it seems that they have the
transposed meaning, because magnitude has in English
the same meaning as ‘amount’ which would be translated
in Spanish by cantidad, whilst the Spanish version of the
phrase [...] ‘dimensions of physical quantities’ would be
‘dimensiones de las magnitudes físicas’.
On the other hand, one finds in the books that to the
statement:
cantidad = medida × unidad
corresponds:
quantity = measure × unit
which shows that in this case ‘quantity’ is the English
word for cantidad. Hence, the term ‘quantity’ is used in
both senses.
[...] I have discussed this subject with some English
physicists and we have decided to use ‘quantity’ for magPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
nitud and ‘amount’ for cantidad. Of course, this must
be considered as a provisional compromise which may
serve as a first step towards a better solution.
Como tantas veces ocurre en asuntos de traducción y
terminología, ni las soluciones de un autor son tenidas en
cuenta por otros ni se resuelven los problemas de ambigüedad
y falta de precisión terminológica. Actualmente, ni en castellano ni en inglés hay definiciones claras del significado científico exacto de términos como «cantidad», «magnitud», quantity,
magnitude o amount. Para evitar las ambigüedades, cuando
más adelante presente ciertos conceptos básicos del análisis
dimensional, daré algunas definiciones operativas.
Times, per, by y for, cuatro preposiciones inglesas
para el «por» castellano
Bentham decía que nunca es tan difícil destruir el error
como cuando éste tiene sus raíces en el lenguaje. A menudo
las disonancias entre el habla, o incluso la lengua escrita, y
los formalismos matemáticos plasmados en fórmulas y ecuaciones embarullan el análisis de los conceptos científicos. En
el mundo de habla hispana un factor que contribuye a crear
confusión en las cuestiones dimensionales es el significado,
consagrado por millones de usos coloquiales y técnicos —y,
en ese sentido, imposible de evitar—, de la preposición «por»
para indicar dos operaciones matemáticas exactamente contrarias, la multiplicación (o producto) y la división. Así, cuando
decimos «cuatro por siete, veintiocho» (4 × 7 = 28) o que
una mesa tiene una superficie de dos metros por tres metros,
estamos indicando multiplicaciones (2 m × 3 m, o sea, 6 m2).
Por el contrario, cuando decimos que en una escuela hay 300
alumnos y 20 maestros y por tanto hay 15 alumnos por (cada)
maestro (15 alumnos/maestro), ese por expresa una división.
Igualmente expresan división el por de «120 kilómetros por
hora», con el que indicamos una velocidad, o el de «2,3 casos
por 1000 personas», que se refiere a la frecuencia de una enfermedad en una población. Que este por que expresa división
da lugar a confusión más de una vez resulta evidente cuando
se ve, por ejemplo, expresada la frecuencia de una enfermedad
en «casos × 1000», o una tasa de mortalidad en «defunciones
× 100 000», lo cual es claramente incorrecto (lo correcto sería
«casos/1000» o «defunciones/100 000»).
La ambigüedad matemática de las denotaciones de por en
español no tiene una correspondencia clara en inglés, donde
los dos significados matemáticos de nuestro por corresponden
a times (para la multiplicación) y per (para la división). Así
«dos por cuatro, ocho» es two times four is eight, mientras
que «milla por hora» es mile per hour y «casos por millón» es
cases per million.
Sin embargo, en inglés también existen las preposiciones by
y for, que pueden verterse como «por» al castellano y que a menudo dan lugar a problemas. En frases como a room 7 feet by 10
feet el by inglés indica multiplicación, y «multiplicar por» sería
en inglés to multiply by. Pero «dividir por» es en inglés to divide
by, y así podemos decir, por ejemplo, «6x2 divided by 3x is 2x».
De esta forma, la ambigüedad matemática del por en castellano
encuentra cierto paralelismo en los usos del by inglés. Por si
209
Traducción y terminología
fueran pocas esas ambigüedades, hay una confusión entre el by
y el for que muchas veces da lugar a error en traducciones al
español hechas por personas que no saben mucho inglés. Así,
por ejemplo, en la jerga de los economistas to substitute capital for labor significa «sustituir trabajo por capital», mientras
que to substitute labor for capital significa lo mismo que to
substitute capital by labor, es decir, exactamente lo contrario,
«sustituir capital por trabajo». Igualmente, to replace aspirin
for morphine significa sustituir la morfina por aspirina, mientras que to replace aspirin by morphine es sustituir la aspirina
por morfina. En traducciones al español de textos en inglés
no es infrecuente encontrar frases mal traducidas en las que,
por ejemplo, se habla de sustituir máquinas por mano de obra
cuando lo que decía el original inglés, substitute machinery for
labor power, era exactamente lo contrario.
Cantidades, unidades y precisión de la medición
Las cantidades que se manejan habitualmente en la vida
cotidiana y en las ciencias naturales o sociales suelen ser de
dos tipos, recuentos y mediciones (en inglés, counts y measurements, respectivamente). Los recuentos son resultado de
contar las unidades naturales de algo (en jerga matemática,
expresan la cardinalidad de un conjunto) y, forzosamente, son
un número natural, es decir, un entero positivo. Ejemplos de
recuentos son la población de una villa, el número de tonterías
que dice una persona en una conversación (suponiendo que
no pueda decirse ni media tontería ni un tercio de tontería),
el número total de orejas de los estudiantes de una clase, el
aforo de un teatro (o sea, el total de asientos) o los automóviles
salidos de una fábrica en un año. Las mediciones o medidas
son en cambio el resultado de comparar una cantidad con una
cantidad arbitraria llamada unidad métrica, unidad de medición
o medida. El resultado de dicha comparación indica cuántas veces está contenida en la cantidad medida la unidad de medición.
El resultado de la medición depende así no solo de la unidad de
medida, sino de la precisión con la que estimemos la magnitud. La altura de una persona puede medirse en metros, en
centímetros, en milimicras o en pulgadas, y así la estatura de
Fulano puede expresarse como 1,8 m, o bien 180 cm. Según
la teoría de la medición, si esas medidas están adecuadamente
expresadas, al decir que Fulano mide 1,8 m lo que realmente
indicamos es que fue medido con un dispositivo métrico cuya
exactitud llegaba a la décima de metro y que la altura medida fue más cercana a la marca de 1,8 que a las de 1,7 o 1,9.
Por lo tanto, su altura estaba en un intervalo entre 1,75 m y
1,85 m. En cambio, si la estatura se expresa como 180 cm,
lo que realmente se indica es que el resultado de la medición
estuvo entre 179,5 cm y 180,5 cm. Así, a pesar de que estaturas
expresadas como 1,8 m o como 180 cm son aparentemente lo
mismo, realmente la medida expresada en centímetros refleja
una estimación estatural mucho más precisa. De lo dicho se
deduce inmediatamente que 1,80 m sí es equivalente a 180 cm.
Por lo tanto, si las cifras están utilizadas correctamente, el cero
después de la coma decimal en «1,80 cm» tiene una función
métrica importante y no debe eliminarse sin más, como hacen
a veces editores, redactores o traductores que no están al tanto
de estos asuntos.
210
<www.medtrad.org/panacea.html>
Contar y medir
Los físicos denominan magnitud a una propiedad física que
puede medirse. El resultado de la medición de una magnitud,
dado por un número y una unidad, es una cantidad. Tanto las
cantidades como los recuentos tienen unidades. Así, si medimos una distancia, las unidades serán kilómetros, yardas o
leguas; la capacidad de una cuba será una cantidad en litros,
galones, fanegas o metros cúbicos; la temperatura de un paciente vendrá expresada en grados Celsius o centígrados en
la mayor parte de los países, pero serán grados Fahrenheit en
Nueva York o en Chicago. En cambio, si contamos las partículas de la corteza atómica, tendremos un recuento de electrones;
si contamos una piara, las unidades serán cerdos; si contamos
el contenido de una canasta de frutas, las unidades serán naranjas, manzanas… lo que corresponda. Como ya se dijo, las
unidades en las que se expresa un recuento están dadas por la
naturaleza misma de lo que se cuenta. Claro que al contar se
abstraen las características concretas de las unidades contadas
y si contamos un racimo de uvas y el resultado es 25, en esas
25 uvas puede haber uvas grandes y pequeñas, y uvas verdes,
uvas maduras y uvas podridas. Para contar una población humana en la que hay varones y mujeres podemos contar independientemente unos y otras, o bien abstraer dicha diferencia
y contar «personas». De la misma manera, si abstraemos la
naturaleza concreta de las frutas, podremos contar cuántas
«piezas» o «frutas» hay en un canasto en el que hay peras y
manzanas, pero obviamente, como nos enseñaron en el colegio, no podemos sumar directamente peras con manzanas.
En las cantidades resultado de una medición, la unidad
elegida, que llamaré en adelante unidad métrica, es arbitraria
y no viene dada, como en los recuentos, por la naturaleza concreta de lo que se quiere cuantificar. Así, la distancia entre dos
ciudades puede medirse en kilómetros, millas terrestres, millas
marinas y, por qué no, también en pulgadas o años-luz. Pero,
sea cual sea la unidad métrica en la que damos una distancia,
la dimensión de dicha magnitud es siempre la misma.
Cuando en el ámbito de las ciencias naturales básicas —la
física y la química— se desarrolló la teoría de la medición,
hace ya un par de siglos, se creó un campo científico denominado «análisis dimensional», que es el que se encarga de
analizar las unidades y las dimensiones correspondientes a diversas magnitudes y cantidades. Un aspecto básico del análisis
dimensional es que las cantidades que se usan en la ciencia
y en la vida cotidiana son realmente productos matemáticos.
Cuando decimos por ejemplo «30 metros», realmente estamos expresando el resultado de acumular 30 veces la unidad
«metro». Así, 30 metros son realmente 30 × m, siendo «m» el
símbolo de «metro». Igualmente, lo que en el habla habitual
expresamos al decir «cuatro melocotones» matemáticamente
se refiere al producto del número abstracto «4» por la unidad
«melocotón», y si, por ejemplo, para hacer uso del alfabeto
griego denominamos con la letra µ al melocotón abstracto,
esos cuatro melocotones son 4 × µ (o, simplemente, 4µ).
El análisis dimensional enseña que los recuentos tienen
unidades, pero no dimensiones. Mientras que los recuentos son
magnitudes adimensionales, las mediciones tienen tanto unidades como dimensiones. Pero ¿qué se entiende por dimensión?
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Podríamos considerar la dimensión de una magnitud como
aquello que resulta de abstraer las particularidades de todas las
unidades en que puede medirse. Así, la dimensión «longitud»
sería lo que tienen en común el metro, la yarda, la pulgada, el
año-luz, la versta rusa, el li chino, la milla terrestre, la milla
marina... La dimensión tiempo es lo que tienen en común
el milisegundo, el minuto, la semana, el lustro y el siglo. Los
físicos dicen que una magnitud es una propiedad física que
se puede medir. Entonces, podemos concebir la dimensión de
una magnitud como el aspecto común a todas las propiedades
que se pueden medir en unidades similares (convertibles). La
longitud de onda de una vibración sonora, las distancias interatómicas en una molécula, los diámetros de los orgánulos celulares o el espacio recorrido por un móvil en un segundo son
todas ellas «longitudes». Lo que tarda un péndulo en hacer su
recorrido, el lapso que transcurre desde el orto hasta el ocaso,
el periodo en que se desintegran la mitad de los átomos de una
sustancia radiactiva... son todos ellos «tiempos». En ciencias
sociales el análisis dimensional está mucho menos desarrollado, pero podemos considerar que las cantidades en euros,
yenes japoneses, dólares estadounidenses o reales brasileños
expresan todas ellas la dimensión «dinero».
Traducción y terminología
Pero como la unidad resultante de dividir una milla por una
hora o, dicho en términos coloquiales, la milla por hora, tiene
un nombre especial, «nudo», se usa ese nombre especial y se
dice así que el barco navega a una velocidad de 20 nudos.
El nudo es un caso particular, porque buena parte de
las cantidades que se investigan en la ciencia se expresan en
unidades derivadas que no tienen nombre especial y que se
obtienen simplemente por división o multiplicación de unidades básicas. Así, la velocidad suele expresarse en kilómetros
(divididos) por hora (km/h) o en metros (divididos) por segundo (m/s). La fórmula dimensional de la velocidad es así L/T,
o sea, longitud dividida por tiempo. Pero dividir una cosa por
otra es lo mismo que multiplicar la primera por la inversa de la
segunda, y la inversa de una cantidad puede expresarse como
esa cantidad elevada a –1. Por lo tanto:
Dimensiones básicas y dimensiones derivadas
Las dimensiones de una magnitud se expresan mediante su
fórmula dimensional, que es el producto de potencias de las
cantidades o dimensiones fundamentales con las que se define
una magnitud física. Aunque esta definición parece difícil de
entender para los no versados en matemáticas, los ejemplos la
aclararán.
Como las unidades de longitud, de masa o de tiempo expresan aspectos definidos, delimitados e irreducibles a otras magnitudes, los físicos comenzaron a considerar estas tres magnitudes
o cantidades como magnitudes o cantidades fundamentales y
para expresar la dimensión de cada una de ellas escogieron
simplemente la letra inicial, generalmente mayúscula (aunque,
por ejemplo, Emiliani usa minúsculas). Así la fórmula dimensional de la longitud es L, la de la masa, M y la del tiempo, T.
En cambio, las unidades en las que se expresan otras cantidades son claramente definibles como unidades derivadas
de las unidades de longitud, masa o tiempo. Si para hallar la
superficie de un rectángulo multiplicamos su base, 3 metros
(es decir, 3 × m), por su altura, 7 metros (o sea, 7 × m), el resultado será (3 × m) × (7 × m). Y como el orden de los factores
no altera el producto, (3 × m) × (7 × m) = (3 × 7) × (m × m) =
21 × m2, es decir, 21 m2. El ejemplo muestra cómo la unidad
de superficie que denominamos «metro cuadrado» es simplemente el resultado de multiplicar un metro por sí mismo, es
decir, elevarlo al cuadrado. Como, sea cual sea la unidad en
que se mide la longitud, al multiplicar esa unidad por sí misma
para obtener una superficie obtendremos esa unidad al cuadrado, todas las superficies tendrán la dimensión L2, ya que toda
unidad de superficie es una longitud elevada al cuadrado.
La velocidad se define como el resultado de dividir el espacio recorrido por el tiempo invertido en recorrerlo, de forma que
si un barco navega 40 millas en dos horas, su velocidad será
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Eliminando el punto que indica el producto —como se
hace casi siempre en álgebra superior—, la fórmula dimensional de la velocidad resulta LT-1. Las dimensiones de la velocidad quedan expresadas como el producto de la longitud elevada a la primera potencia (L = L1) y el tiempo elevado a -1.
La aceleración es el cambio de la velocidad por cada unidad de tiempo, de forma que si la velocidad disminuye 10 m/s
cada 5 segundos, la aceleración es
Eso significa que en cada segundo la velocidad disminuye
2 m/s, lo que se expresa diciendo que la aceleración es de
–2 m/s2, o bien 2 ms-2. La lectura de expresiones como ésta a
menudo da lugar a ambigüedad, porque si, por ejemplo, leemos m/s2 como «metro por segundo al cuadrado», sería posible
interpretar que lo que queremos decir es «(m · s)2», es decir,
«m2 · s2», o bien «m · s2», o incluso «(m/s)2», es decir, «m2/s2».
Todo esto es muy peligroso, porque obviamente (m · s)2 no es
lo mismo que (m/s)2 (que equivale a m2/s2). En general, los físicos prefieren escribir esa unidad de aceleración como m · s–2,
y leen «metro segundo a la menos dos», expresión que, siendo
muy poco elegante, resuelve en cambio las ambigüedades que
introduce nuestra querida preposición «por». Por lo tanto,
como la aceleración es siempre el resultado de dividir una
velocidad por un tiempo, su fórmula dimensional es (LT -1)/T
= LT -1 · (1/T) = LT -2.
La fuerza se define en física como la masa multiplicada por
la aceleración, y como la masa es magnitud fundamental con
fórmula dimensional M, la fórmula dimensional de la fuerza
211
Traducción y terminología
es M · LT -2, es decir, MLT -2. Una de las unidades de fuerza
más usadas es el producto de multiplicar el kg masa por la
aceleración en m/s2, o sea,
El resultado se denomina «newton» y se abrevia N. Por lo
tanto, un newton es simplemente el resultado de multiplicar
un kilogramo por un metro y dividirlo por un segundo cuadrado. Esto puede parecer extraño para quien piense que solo
se pueden multiplicar números y que es absurdo multiplicar
kilogramos por metros o excavadoras por horas. Sin embargo,
gracias a esas multiplicaciones «absurdas» obtenemos unidades que nos permiten medir cantidades que son importantes a
efectos prácticos.
Por ejemplo, supongamos que queremos comparar la cantidad de trabajo necesario para excavar dos túneles. En uno trabajaron 10 excavadoras, 200 horas cada una; en otro trabajaron
3 excavadoras durante 600 horas cada una. Si definimos la cantidad de trabajo como el producto del número de excavadoras
por las horas trabajadas por cada excavadora, en el primer caso
la cantidad de trabajo son 10 excavadoras × 200 horas, o sea,
(10 × excavadora) × (200 × hora) = 2000 excavadora × hora.
En el segundo túnel el trabajo invertido fueron (3 × excavadora) × (600 × hora) = 1800 excavadora × hora. De forma que,
usando como unidad de trabajo la «excavadora multiplicada
por hora» (unidad que presupone que la cantidad de trabajo
invertida cuando una excavadora trabaja 10 horas es igual a
la invertida cuando 10 excavadoras trabajan una hora), en el
primer túnel se invirtieron 2000 unidades de trabajo y en el segundo solamente 1800. En un caso como este, lo habitual al referirse a esa cantidad de trabajo es decir que se gastaron tantas
«horas-excavadora». Pero como el producto de los factores no
altera el producto, «excavadoras-hora» también parece admisible. En cambio, a pesar de que estamos hablando del producto
de una excavadora por una hora, ni «horas por excavadora(s)»
ni «excavadoras por hora(s)» son buenas denominaciones para
esa unidad, como se verá más adelante.
Resulta, pues, que cualquier unidad de velocidad es una
unidad de longitud dividida por una unidad de tiempo, y aunque km/h es un kilómetro dividido por una hora, se lee generalmente «kilómetros por hora». De la misma manera, si en el
banco nos cambian 35 libras esterlinas por 70 dólares estadounidenses, el tipo de cambio es (35£)/(70$), o sea, 2 $/£, lo que
se leería generalmente «dos dólares por libra». Igualmente, la
presión que ejerce un cilindro que pesa 100 kg sobre su base de
20 cm2 es (100 kg)/(20 cm2) = 5 kg/cm2, lo que podría leerse,
por ejemplo, como «cinco kilogramos por centímetro cuadrado». Aunque a veces se oye decir que Fulano iba como loco a
no sé cuántos «kilómetros hora» o que es una vergüenza que
la tarifa de abastecimiento de agua haya subido a tantos «euros
metro cúbico», la omisión del «por» en estas expresiones
suena vulgar y puede ser admisible en el habla coloquial, pero
212
<www.medtrad.org/panacea.html>
no en un texto escrito o en el lenguaje culto. En castellano, al
leerse unidades derivadas formadas por división de una unidad
por otra, se usa yo diría que constantemente la preposición
«por»: ciclos por segundo, toneladas por centímetro cuadrado,
pasajeros por vagón. Eso crea problemas cuando de lo que se
trata es de una unidad derivada formada no por división, sino
por multiplicación. Así, en electricidad una unidad de energía
(o «trabajo», como dicen a menudo los físicos) muy utilizada
es la que resulta de multiplicar un kilovatio (kW) por una hora
(h). Si un calentador eléctrico tiene una potencia de 50 kW y lo
mantenemos funcionando 3 horas, la energía consumida serán
50 kW × 3 h = 150 kW × h. En términos matemáticos, kW × h
(muchas veces escrito kW·h), expresa claramente que se trata
del producto de un kilovatio por una hora, pero si decimos «kilovatio por hora», como se ve a veces, parece que se trata justamente de un kilovatio dividido por una hora (kW/h). Por eso
lo mejor y lo más aceptado es decir o escribir «kilovatio-hora»
para describir con palabras esa unidad de consumo eléctrico.
En general, entonces, las unidades derivadas formadas
mediante división se nombran usando la preposición «por»,
y si se quiere formar el plural de dicha unidad, se pluraliza
la unidad que está en el numerador. Así, g/cm2 suele leerse
«gramo(s) por milímetro cuadrado»; kg/m3 es «kilogramo(s)
por metro cúbico»; la frecuencia cardíaca se expresa en un
«latidos (divididos) por minuto», y la velocidad angular, en
«radianes (divididos) por segundo». Por el contrario, para
denominar las unidades derivadas formadas mediante multiplicación simplemente se nombran las unidades una tras
otra, y generalmente se escriben unidas por un guión. Así, por
ejemplo, «kilovatios-hora» (para expresar energía eléctrica),
«horas-trabajador» (para expresar cantidad de trabajo) o «toneladas-kilómetro» (para expresar la cantidad de transporte que
tuvo lugar durante un año). De todo lo anterior deduzco las
reglas que enunciaré a continuación, que nunca he visto escritas, pero que creo responden a la práctica científico-técnica en
nuestro medio lingüístico y sirven para evitar ambigüedades y
errores. Son las siguientes:
1.
2.
3.
En castellano las unidades derivadas formadas por la
multiplicación de otras dos unidades deben nombrarse
mediante aposición de las dos unidades que se multiplican. No es correcto es estos casos expresar el producto
mediante la preposición «por».
Al escribir dichas unidades con el nombre completo, sin
abreviar las unidades originarias, debe usarse un guión
para enlazar las unidades integrantes.
Para formar el plural de dicha unidad derivada basta pluralizar la primera unidad integrante del producto.
Ejemplos: «kilovatio-hora»; plural: «kilovatios-hora».
Formas incorrectas: «kilovatio por hora», «kilovatio hora».
En diversos campos de la ciencia a menudo se desea cuantificar la cantidad de observación a que se somete un grupo. Por
ejemplo, en estudios comparativos de la eficacia de distintos tratamientos a menudo se usan unidades formadas multiplicando la
unidad biológica observada por la unidad de tiempo pertinente.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
De este modo, si se observan personas tratadas con un fármaco
para ver cuán a menudo ocurre cierto efecto adverso, la unidad
puede ser, por ejemplo, la persona-día, y así, si observamos a
10 personas durante una semana y a 4 personas durante 5 días,
obtendremos un total de 90 unidades de observación —o sea,
(10 × 7) + 4 × 5 = 70 + 20— que podemos denominar personas-día o días-persona, indistintamente. También podríamos
usar como unidad de tiempo la semana y entonces tendríamos
90/7 = 12,86 (aproximadamente 13) semanas-persona o personas-semana de observación. Ahora bien, tanto el día como la
semana son unidades métricas, de tiempo (por eso podemos usar
decimales), mientras que las personas son unidades de recuento
(no podemos tener 0,3 personas) y, por tanto, parece preferible
decir semanas-persona en vez de personas-semana. Igualmente,
para determinar la probabilidad de accidente en una central nuclear por año de funcionamiento puede dividirse el total de accidentes observados por el total de años de observación de centrales en funcionamiento. En el denominador habrá que poner,
pues, una cantidad cuyas unidades son los «años-central» (mejor
que «centrales-año»). El total de transporte de contenedores en
un país puede cuantificarse, por ejemplo, en «kilómetros-contenedor» (mejor que «contenedores-kilómetro»). En estos casos el
supuesto que se establece es que una persona observada durante
x horas produce igual «cantidad de observación» que x personas
observadas durante una hora e, igualmente, n centrales nucleares
observadas durante un año generarán una cantidad de observación equivalente a la obtenida de una sola central observada n
años (estas equivalencias son tanto menos creíbles a medida
que los plazos considerados se diferencian más). En el caso de
la cantidad de transporte, el de 500 contenedores transportados
cada uno un kilómetro se considera equivalente al de un solo
contenedor transportado 500 km.
Si se observa la lógica de la formación de las unidades derivadas en estos casos, se puede deducir una cuarta regla que
habría que añadir a las tres anteriores:
4.
Cuando la unidad derivada está formada por el producto
de una unidad métrica (una unidad de medida propiamente dicha) y una unidad de recuento, la unidad métrica
debe anteponerse a la unidad de recuento, y el plural se
formará pluralizando solamente la unidad métrica. Ejemplos: «horas-trabajador» (para medir la cantidad de trabajo insumido), «kilómetros-pasajero» (para cuantificar
el transporte de personas en una red ferroviaria), «horasespectador» (para cuantificar el consumo de espectáculos
deportivos), «meses-mujer» (para cuantificar el uso de
píldoras anticonceptivas).
Una persona familiarizada con estos conceptos que en un
texto referido a un estudio de supervivencia de cáncer de mama
encuentre la expresión pooled person-time added up to 988.0
woman-years producirá de una forma perfectamente lógica
una traducción como «el total acumulado de personas-tiempo
fue de 988,0 años-mujer». Obviamente, «el total acumulado de
tiempo-personas...» también sería una traducción adecuada de
pooled person-time.
Como los recuentos no tienen dimensiones, la fórmula
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Traducción y terminología
dimensional de una cantidad de observación medida en horaspersona y una cantidad de transporte medida en horas-pasajero
es exactamente la misma, T. Estas cantidades tienen como única dimensión el tiempo. Pero eso no significa que tengan las
mismas unidades, como a veces se arguye incorrectamente.
Números adimensionales y sin unidades
El análisis dimensional enseña también que hay magnitudes
que no tienen ni dimensiones ni unidades (en inglés, unitless
numbers). Tomados como tales, números reales como π (cuyo
valor aproximado es 3,1416), el número e (aproximadamente =
2,7183) o la raíz cuadrada positiva de 16, que, como sabemos,
es 4, son entes sin dimensiones y sin unidades. Pero ¿por
qué es π adimensional, por qué no tiene unidades intrínsecas? De la escuela secundaria debemos de recordar que la
longitud l de una circunferencia es l = 2πr, lo que significa que
para calcular la longitud de la circunferencia multiplicamos el
número π por el doble del radio, es decir, por el diámetro. De
forma que, llamando d al diámetro, l = π d. Si despejamos π de
esta fórmula, resulta π = l/d, que significa exactamente que si
dividimos la longitud de una circunferencia por el doble de
su radio —es decir, su diámetro— obtenemos π. Los matemáticos de la antigüedad descubrieron que el cociente entre
la longitud de una circunferencia y su diámetro es un número
constante, y ese número es lo que llamamos π. Si, por ejemplo,
medimos la circunferencia y el diámetro en pulgadas, al dividir
una por el otro resultará algo así como:
El resultado de dividir cualquier cosa por sí misma es el
número adimensional 1, por lo tanto el resultado x/y no tiene
unidades, es adimensional. Igualmente son adimensionales y sin
unidades todas las magnitudes resultado de dividir una magnitud
por otra magnitud similar. Si 7,9% expresa el desempleo en una
región como tanto por ciento de desempleados respecto de la población económicamente activa (PEA), 7,9%, que es lo mismo
que 7,9/100, o sea 0,079, es el resultado de dividir un número
de personas (los desempleados) por otro número de personas, la
PEA. Por ello es un número adimensional y sin unidades. Cualquier cociente entre dos cantidades expresadas en las mismas
unidades es un número sin unidades y adimensional.
El análisis dimensional ayuda a hacer cómputos sin cometer
errores en las unidades. Supongamos por ejemplo que una libra
esterlina (1 ₤) se cambia en el mercado de divisas por un dólar
con ochenta y cinco centavos (1,85 $). Entonces, 1 ₤ = 1,85 $, y
si llamamos t₤/$ al tipo de cambio de libras esterlinas a dólares
y t₤/$ = 1,85 $/₤, el tipo de cambio de dólares a libras será t$/₤ =
1 ₤ / 1,85 $, es decir, t$/₤ = 0,54 ₤/$. Al multiplicar una cantidad
en libras por el tipo de cambio de libras a dólares obtenemos la
cantidad en dólares, como puede comprobarse: 20 ₤ × 1,85 $/₤
= (20 × 1,85) × (₤ × $/₤). Como en el segundo paréntesis la libra
esterlina está tanto multiplicando como dividiendo, se elimina
del numerador y del denominador, y el resultado son 37 $.
213
Traducción y terminología
De formalismos matemáticos y de cómo leer expresiones
algebraicas
En aritmética nos enseñaron que la multiplicación se expresa con el aspa (×) o con el punto elevado (·) cuando se trata
de números (3 × 4 = 3 · 4 = 12) y se lee mediante la preposición «por» («tres multiplicado por cuatro» o, simplemente,
«tres por cuatro, doce»). La división se expresa mediante los
dos puntos (:) o la barra de quebrado (/) y, como vimos, en la
práctica se lee unas veces con la preposición entre y otras con
la preposición por. Así, «7 : 3» (o bien «7/3») se lee «siete
[dividido] entre tres» o «siete dividido por tres»). Sin embargo, como ya hemos visto, cuando la división no se refiere a
números, sino a unidades, prácticamente siempre se lee con la
preposición por; así, «metro por segundo» (m/s), «kilómetro
por hora» (km/h), «amperio por segundo» (A/s).
La matemática se basa en un lenguaje escrito altamente
formalizado, repleto de normas que evitan la ambigüedad,
mientras que el habla está llena de posibilidades de ambigüedad y polisemia. Si, por ejemplo, alguien dice «pi más equis al
cuadrado», no queda claro si a lo que se refiere es a
π + x2,
o bien a
(π + x)2.
Mientras que la expresión «pi más equis al cuadrado» contiene 20 caracteres tipográficos y es una expresión ambigua,
cualquiera de las dos expresiones algebraicas anteriores, π + x2
o bien (π + x)2, que contienen respectivamente 4 y 6 caracteres tipográficos (contando los paréntesis), es absolutamente
precisa. Además, las expresiones algebraicas son comunes a
todos los idiomas, y probablemente cualquier persona culta,
sea brasileña, rusa o canadiense, entiende lo que significa
(π + x)2 y sabe también que πr2 representa el área de un círculo
de radio r. Por el contrario, cuando estas expresiones se ponen
en palabras, cada idioma generará su propia lectura y se habrá
acabado la posibilidad de comprensión mutua.
En otros tiempos, los polinomios y los monomios se enseñaban en el álgebra de la enseñanza secundaria. Ignoro si
esas cosas se siguen enseñando en España y en otros países.
Lamentablemente, en los Estados Unidos muchos estudiantes
llegan a la universidad sin saber casi nada de ellos. Pero no nos
vayamos por las ramas y recordemos que un polinomio es una
expresión algebraica como π + x2 o como 8x3 - 9x2 + 4x - 5, en
la que varios monomios están unidos por la adición o suma (la
substracción es la suma de un elemento con signo menos). En
cada monomio solamente hay coeficientes numéricos y variables unidos por productos. Así, 8x3 es realmente el producto
8 · x · x · x. También es un polinomio la expresión ax2 - bx,
en la que a y b son coeficientes de valor desconocido. Como
en ax2 - bx hay solamente dos monomios, este polinomio se
denomina «binomio».
Para leer un polinomio, se lee cada uno de los monomios
que lo integran, intercalando los «más» o «menos» que los
unen. Como el monomio ax2 representa el producto del co214
<www.medtrad.org/panacea.html>
eficiente a por el valor de x elevado al cuadrado, para leerlo
podríamos decir, por ejemplo, «a multiplicado por equis elevado al cuadrado». Sin embargo, hay mucha palabrería en eso,
y los matemáticos siempre buscan la concisión. Así, a pesar de
que las fórmulas matemáticas están llenas de productos, casi
siempre se obvian los signos de multiplicación, aunque a veces
—raramente— se usa el punto elevado (·). El producto de dos
variables x e y puede verse escrito alguna vez como x · y, pero
lo habitual es escribir simplemente xy. El aspa (×) con la que
se representa la multiplicación en aritmética no se usa casi
nunca en álgebra para indicar el producto, por la muy posible
confusión de ese símbolo con la letra x, que tanto se utiliza
para indicar una variable. Y si se obvia el signo para indicar
la multiplicación, casi siempre se obvia también la indicación
verbal —el «por»— para indicar el producto. Muy raro será
oír a alguien versado en matemáticas leer πx como «pi por
equis», o 3z como «tres por zeta». Lo habitual será «pi equis»
o «tres zeta».
Pero volvamos a la lectura de ax2. El exponente 2 indica
que la x está elevada al cuadrado, y por ello se puede leer ese
monomio «a por equis elevado al cuadrado» como antes se
dijo, pero como lo habitual es suprimir el «por», alguien podría
pensar que esto se podría leer «a equis elevado al cuadrado».
Lo malo de tal expresión es que puede entenderse como el
producto ax elevado al cuadrado, es decir (ax)2, lo que es igual
a a2x2. Y, ciertamente, ax2 no es igual a a2x2.
Para evitar ese problema, al leer algo como a2x2 lo habitual
es eliminar también todos los «elevado al» y seguir la convención matemática de expresar las potenciaciones leyendo el
exponente 2 como «cuadrado» y el exponente 3 como «cubo».
De esta manera, a2x2 es simplemente «a cuadrado equis cuadrado» y 6z3 es «seis zeta cubo».
Los matemáticos se fijan sobre todo en sus fórmulas escritas y dan poco valor a cómo se leen dichas fórmulas, ya
que lo importante es lo que está escrito. Por ello una misma
expresión matemática será leída unas veces de una manera y
otras de otra, ya que hay considerable laxitud en cuanto a la
lectura de las fórmulas matemáticas, particularmente cuando
hay paréntesis, fracciones, etc., en cuyo caso el dictado de una
fórmula se aditamenta con todas las cláusulas necesarias para
que la fórmula se escriba de la forma correcta. Un caso donde
hay mucha ambigüedad es el de los exponentes de potencias
más allá del cubo, que en general se leen como «a la cuarta»,
«a la quinta», etc., pero no es raro oír dichos exponentes leídos
directamente. Un monomio como a4x2 se leerá muchas veces
como «a cuatro equis dos» y todos lo entenderán, igual que
se entenderá también a quien lo lea —con mucha más verbosidad— como «a (a la) cuarta (por) equis (al) cuadrado», o
todas las variantes resultantes de eliminar una, varias o todas
las partículas puestas entre paréntesis en la expresión anterior.
Como las expresiones algebraicas que más se usan son los
polinomios de primero, segundo o tercer grado (es decir, con la
variable elevada a la primera, segunda o tercera potencia),
la jerga desarrollada por los matemáticos para leerlos está más
formalizada. Por lo general, al leer uno de esos polinomios se
omiten todas las indicaciones de multiplicación y todos los
«elevado a», el exponente 3 se lee «cubo» y el exponente 2 se
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Traducción y terminología
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lee «cuadrado». Así, por ejemplo, lo habitual es que a2x3 - bx2
se lea simplemente «a cuadrado equis cubo menos be equis
cuadrado». Igualmente la fórmula que da la longitud del círculo,
2πr, se lee generalmente «dos pi erre» y su área, πr2, «pi erre
cuadrado», mientras que el volumen de una esfera,
es «cuatro tercios de pi erre cubo».
Lo imprecisa que es la lectura de las ecuaciones matemáticas puede desconcertar a la gente de letras, pero tiene poca
importancia para los matemáticos, que saben que lo importante, que es lo que está escrito, no es ambiguo. En cambio, como
las expresiones matemáticas son —si están bien escritas— totalmente precisas, ya que existen convenciones que eliminan
cualquier ambigüedad, los que no están muy versados en dichas expresiones a veces creen escribir una cosa cuando están
escribiendo otra. Así, la mitad de la suma de dos números a y
b puede escribirse
letras. Esto no es correcto, pues, como hemos visto, expresiones como «equis cuadrado» (x2) o «erre cuadrado» (r2) son de
uso muy frecuente en matemáticas y de ninguna manera deben
considerarse incorrectas.
La expresión χ2 es muy frecuente por referirse a una prueba
estadística a la que se alude en inglés con chi square unas veces, con chi squared otras (y a veces uniendo ambos términos
con un guión, en chi-squared test). Dicha expresión puede
traducirse correctamente al castellano como «ji cuadrado» o
«ji al cuadrado». Hay quienes mantienen que «ji cuadrado»
es una expresión incorrecta, opinión que a mi juicio no tiene
fundamento ni matemático ni gramatical. De hecho, para la
gente versada en matemáticas «ji cuadrado» es más breve que
«ji al cuadrado» y, por tanto, preferible. Por lo demás, quizá no
esté de más decir aquí que desde hace siglos la letra griega χ
se llama chi en inglés (pronunciado «cai», no «chi») y ji en
castellano. Por ello los que hablan en español de «la prueba de
chi cuadrado» (o, peor, del «test de chi cuadrado») revelan que
están expresándose en espanglish, probablemente sin saberlo.
Epílogo: días-hormiga
pero si la barra horizontal del fracción se cambia a barra oblicua y se escribe a + b/2, lo que se está indicando es siempre la
suma de a con la mitad de b, o sea
Para expresar la mitad de la suma a + b usando la barra
oblicua de fracción hay varias posibilidades, como escribir
(a + b)/2, o bien ½ (a + b), o incluso a/2 + b/2. Pero, a no ser
que a sea cero, a + b/2 no es lo mismo que
¿Metro al cubo o metro cúbico? ¿Ji al cuadrado o ji
cuadrado?
Toda persona culta sabe que, en castellano, m2 se lee «metro
cuadrado», y m3, «metro cúbico». Pero según las nociones de
análisis dimensional expuestas anteriormente el metro cúbico
es una unidad de volumen con dimensión L3, es decir, consecuencia de multiplicar una longitud por sí misma tres veces, de
la misma forma que el metro cuadrado es una unidad de superficie con dimensión L2. Esto significa que, en efecto, «metro
cúbico» y «metro al cubo» son exactamente lo mismo, igual
que son exactamente lo mismo «metro cuadrado» y «metro al
cuadrado». Que se diga que la superficie de un espejo es «un
metro cuadrado» y que casi nunca digamos que es «un metro al
cuadrado» no significa que esta última expresión sea incorrecta
desde el punto de vista matemático.
Sin embargo, hay quienes mantienen que el exponente 2 se
lee como «cuadrado» cuando afecta a una unidad de medida,
pero que ha de leerse «al cuadrado» cuando afecta a cifras o a
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Primo Levi no cesa de ganar prestigio como uno de los
escritores más interesantes del pasado siglo. Conocido sobre
todo por su trilogía sobre su experiencia en Auschwitz —Si
esto es un hombre, Los hundidos y los salvados y La tregua—
y por esa fascinante combinación de química y literatura que
es El sistema periódico, en la producción de Levi hay también
obras difícilmente clasificables, como esa breve «entrevista»,
titulada «Las bodas de la hormiga», que comienza así:
PERIODISTA: Señora, la veo muy ocupada. Espero no
importunarla: para alguien como yo ésta es una ocasión
única.
REINA: Es eso que llaman ustedes una «exclusiva»,
¿no? Bien, en primer lugar quítese de ahí. Quiero decir:
quite los pies. Está arruinando la cúpula: al menos trescientos días-hormiga solo para reparar los desperfectos
que ya ha causado. Nuestras cúpulas: o perfectas o nada.
Nosotras, y yo especialmente, somos así.
Obviamente, con eso de «trescientos días-hormiga» la hormiga reina se refiere al trabajo de 300 hormigas durante un día,
o de 150 hormigas durante 2 días, o de 50 hormigas durante
6 días.... En italiano Levi escribió almeno trecento giorni-formica solo per riparari il danno... Y Miquel Izquierdo tradujo
«días-hormiga». Las unidades parecen ser las apropiadas...
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¿Quién lo usó por vez primera?
Estrés
Arturo Montenegro [seudónimo de Guzmán Urrero Peña]
Crítico y periodista (España)
A buen seguro, una mayoría de hispanohablantes conoce el origen de la palabra estrés, derivada de un vocablo inglés muy
eufónico, stress. Es probable que, por otro lado, se trate de una de las voces más recurrentes a la hora de comentar el estado
de ánimo propio de las sociedades contemporáneas. La cosa llega a tales extremos que cabría establecer un reto cordial: ¿hay
alguien en nuestro entorno de trabajo que no se lamente alguna vez por sufrir esta dolencia nerviosa? Probablemente no,
aunque muchas veces acabe confundiéndose el estrés con el cansancio, el desasosiego, la simple excitación o el hartazgo.
Para aclarar el asunto, dice el Diccionario de la Real Academia Española de 1984 que ésta es la «situación de un individuo
vivo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que por exigir de ellos un rendimiento muy superior al normal, los pone en riesgo
próximo de enfermar». Añade un adjetivo, estresante: «que produce estrés». En todo caso, cabría objetar que ya contábamos
con un sustantivo, ansiedad, con el cual puede diagnosticarse la misma o muy similar patología.
El responsable de acuñar este neologismo tiene nombre y apellido. Se trata de Hans Selye (1907-1982), un fisiólogo y
médico vienés que, en la deriva de su actividad académica, decidió nacionalizarse canadiense. Figura en su currículo que
ejerció como director del Instituto de Medicina y Cirugía Experimental de la Universidad Francófona de Montreal. En 1950
publicó su investigación más famosa, Stress, un estudio sobre la ansiedad que pronto pasó a figurar en los anaqueles de
todas las bibliotecas de psiquiatría del mundo. A partir de la tesis de Selye, el estrés o síndrome general de adaptación pasó
a resumir todo un conjunto de síntomas psicofisiológicos. En definitiva, es éste un síndrome desencadenado ante estímulos
que por fuerza han de afrontarse. Cuando ese impulso adaptativo fracasa, el agotamiento del individuo es un hecho que suele
originar más de un trastorno psicosomático.
Pero soslayemos los rigores de esta sintomatología para leer las propias palabras de Selye en torno al origen de la voz que
aquí nos interesa, pues en ellas queda resumido, y muy bien por cierto, el proceso que condujo a su difusión internacional:
En 1946 el Collège de France me hizo el honor de pedir una serie de conferencias sobre el SGA (síndrome general de
adaptación) [...] Como representaba a una universidad francocanadiense, hice un esfuerzo para expresarme en francés
[...] No obstante no supe cómo traducir un anglicismo, la palabra stress, porque no podía encontrar un sustituto conveniente. Después de mi conferencia hubo un coloquio muy animado en el cual se planteó encontrar para la palabra stress
una traducción correcta. Se discutieron una serie de términos y, al fin, los participantes en el debate decidieron por
unanimidad que la palabra no tenía un equivalente exacto y que era necesario buscarlo. Sopesaron los pros y los contras y se decidió adoptar esta misma palabra, que sería del género masculino. Y así nació una nueva palabra francesa.
[Citado por Néstor Luján en «Estrés», Cuento de cuentos: origen y aventura de ciertas palabras y frases proverbiales.
Barcelona: Folio; 1994; 81-82.]
Reproducido con autorización de Rinconete,
del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>)
216
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
Apuntes para la historia de MedTrad
Resumen: En tan sólo cinco años, MedTrad se ha labrado un sólido prestigio en el campo de la traducción y la redacción especializadas en medicina, biología y disciplinas afines. En este artículo se pasa revista a los acontecimientos principales de la
historia del grupo desde el punto de vista de las personas que lo han dirigido hasta la fecha. Las dos primeras partes abordan el
pasado, mientras que la tercera se centra en el presente y el futuro inmediato.
Los buenos resultados obtenidos por MedTrad demuestran fehacientemente que los grupos internéticos de este tipo son
un instrumento novedoso de gran utilidad para impulsar el mejoramiento profesional de traductores, redactores, correctores
de estilo y otros profesionales vinculados con el lenguaje científico. Por ello, sería de desear que el modelo medtradero se
reprodujese en otras esferas especializadas de la traducción y la redacción técnicas. Estos apuntes podrían resultar útiles a
quienes decidan acometer una empresa de tal naturaleza.
Notes for the history of MedTrad
Abstract: Over a span of only five years, MedTrad has earned a prestigious reputation in the field of translation and writing
in the specialty areas of medicine, biology, and related disciplines. This article presents an overview of the main events in the
history of the group from the perspective of those individuals who have served as its directors so far. The first two parts deal
with the past, while the third focuses on the present and on the immediate future.
MedTrad’s success provides ample evidence that Internet-based groups of this type are novel, highly useful instruments
for the professional enhancement of translators, writers, copyeditors, and others who deal with scientific language in the
course of their work. Thus, MedTrad serves as a model whose application in other specialty areas of technical translation and
writing is highly desirable. These notes can prove useful to anyone wishing to undertake a task of this sort.
Palabras clave: MedTrad, Medtradiario, traducción médica, lenguaje médico, listas de correo. Key words: MedTrad, Medtradiario, medical translation, medical language, mailing lists.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 217-225.
I. Los comienzos: 1999-2003
Gustavo A. Silva*
La prehistoria
En el verano de 1999 llevaba yo un par de años participando en
Translist, la lista de distribución para traductores creada por Harold Williams y Julio Juncal (v. recuadro), cuando me decidí a
trasladar ese modelo, modificado, al campo de la traducción y la
redacción médicas. Por aquel entonces conocía a varios médicos
traductores y redactores e intuía que otros estarían interesados
en el proyecto, de modo que empecé a tantear el terreno.
En septiembre de ese año, propuse a una docena de colegas
que formáramos una lista de ayuda mutua por correo electrónico
y, tras su aceptación entusiasta e inmediata, comenzamos a intercambiar consultas en forma directa mediante el sencillo recurso de
copiar la lista de destinatarios en cada mensaje. A los pocos días,
inscribí la lista en eGroups, empresa posteriormente absorbida por
Yahoogroups. De esta manera, MedTrad nació formalmente como
un grupo internético el 13 de septiembre de 1999.
Translist
Translist comenzó con una idea de Harold Williams, en la forma de una lista de direcciones de correo electrónico que los
«suscriptores» almacenaban en su libro de direcciones. En 1998, Julio Juncal la trasladó a la Internet con el nombre de Translist y bajo los auspicios de eGroups, una empresa luego adquirida por Yahoo! De 49 mensajes en agosto de 1998, Translist
ha llegado a 794 mensajes en el mes de junio de 2004, con 629 suscriptores en diversos husos horarios. Aunque el tráfico de
mensajes es intenso, hay casi siempre un «elenco estable» de suscriptores que preguntan y responden.
Translist tiene tres moderadores: Hal Williams, Daryl Collard y Julio Juncal. Como Translist está dedicada exclusivamente a las preguntas sobre problemas lingüísticos de la traducción castellano ↔ inglés, Daryl Collard creó una lista com-
* Fundador y primer coordinador de MedTrad. Washington, D. C. (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: 1silvagu@paho.org.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
217
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
plementaria, Transtopics, para discutir temas de interés general para los profesionales de la traducción. Por su parte, Julio
Juncal administra otras listas complementarias: Termxchange y Termxchange2, donde se recoge material terminológico, y
Transnotes, que recibe los textos publicados en dos weblogs: ntun.blogspot.com y transnotes.blogspot.com. Estos dos blogs,
administrados por Julio Juncal, se usan para publicar las notas terminológicas del Servicio de Traducción al Español de las
Naciones Unidas (Nueva York) y otras notas de interés para traductores, respectivamente.
Translist aplica el criterio de que el traductor traduce a su lengua materna, y ello ha mantenido una cierta disciplina.
Además, los suscriptores que se apartan de la etiqueta de la lista reciben un mensaje diplomático de Daryl Collard o, a veces,
de Julio Juncal. Se han evitado las polémicas, en ocasiones vitriólicas, que son características de algunas listas de discusión.
Todo ello en beneficio del servicio de consultas entre colegas, que fue la idea original de Hal Williams.
Julio A. Juncal
Nueva York (Estados Unidos)
<www.yahoogroups.com/group/translist>
<www.yahoogroups.com/group/termxchange>
<www.yahoogroups.com/group/termxchange2>
<www.yahoogroups.com/group/transnotes>
<transnotes.blogspot.com>
<ntun.blogspot.com>
La importancia de llamarse MedTrad
Cabe mencionar que el grupo nació con un nombre distinto
(«Médicos traductores»), de ahí el acrónimo que nos distingue.
Sucede que en el momento de rellenar el formulario electrónico de inscripción, como había yo indicado que el grupo sería
de «médicos traductores», el sistema propuso esta frase como
nombre y, basándose en éste, el acrónimo «MedTrad» como
la abreviación que se usaría con fines administrativos (por
ejemplo, para formar la dirección de correo electrónico) y los
acepté. Si hubiese tenido experiencia en estos menesteres, tal
vez me hubiera detenido a reflexionar para escoger mejor.
Sea como fuere, la voz se corrió en seguida, y nuestras filas
empezaron a engrosarse rápidamente. Casi de inmediato, Fernando Navarro me convenció de que el grupo debía ampliar su
alcance para incluir no sólo a médicos traductores y redactores,
sino a traductores y redactores de medicina y ciencias afines.
Fue así como decidimos cambiar el nombre a «Grupo de Medicina y Traducción» (aunque conservamos el acrónimo) en la página de bienvenida del local internético que nos asignó eGroups.
Llevábamos algún tiempo funcionando bajo la nueva estructura
cuando surgió de pronto un gran debate en torno al nombre
completo del grupo y al acrónimo; al primero se lo tildaba (con
razón) de poco informativo y demasiado amplio, mientras que
al segundo se le reprochaba una presunta dificultad prosódica.
Mucha tinta virtual corrió antes de que se decidiera seguir como
habíamos empezado, al comprobar que no era posible cambiar
el nombre ni el acrónimo originales sin tener que volver a fundar
el grupo. Y aquí estamos, cinco años después.
A todas estas, como yo había lanzado la iniciativa y hecho
todas las gestiones, amén de ser el propietario y administrador
del grupo ante la empresa eGroups, me fui convirtiendo en
su cabeza visible sin que mediaran nombramiento ni elección
algunos. Se puede decir que de manera natural me convertí en
el coordinador de MedTrad, cargo informal que desempeñé con
toda formalidad hasta el 29 de septiembre de 2003.
218
Debut en sociedad y derecho de admisión
Volviendo a 1999, en octubre de ese año viajé a Madrid
para asistir a las jornadas-taller sobre Problemas Terminológicos en Medicina, organizadas por la Asociación Española
de Terminología (AETER) y a las que concurrieron varios
medtraderos. Tres de ellos fueron también ponentes: Fernando
Navarro, Ignacio Navascués y Joaquín Segura, y en sus intervenciones mencionaron con entusiasmo la reciente creación de
MedTrad. Ignacio presentó incluso una diapositiva profética
en la que aparecía la imagen de un cohete espacial en trance de
despegue, rotulado con la inscripción «MedTrad».
El interés que despertó la mención elogiosa de MedTrad
por nuestros compañeros movió a Fernando Pardos, organizador
de la reunión, a pedirme en cierto momento que me dirigiera
al público para dar más detalles del proyecto y, sobre todo,
explicar cómo podían afiliarse las personas interesadas. En las
conclusiones, Fernando destacó que MedTrad era un nuevo
recurso que debía tenerse en cuenta para el trabajo terminológico en medicna y ciencias afines. Al finalizar la reunión,
llevaba yo en mi cartera una lista más o menos larga de nuevos
miembros y el espaldarazo dado al grupo por AETER en las
personas del desaparecido Ángel Martín Municio y, desde luego, de Fernando. Retrospectivamente, me doy cuenta de que
aquella fue nuestra presentación en sociedad y nos salió que
ni mandada hacer.
Desde el comienzo convinimos en que la afiliación al
grupo no sería abierta, sino que nos reservaríamos el derecho
de admisión. Empezamos incorporando nuevos miembros
por invitación, y andando el tiempo decidimos imponer
unos requisitos mínimos de formación, dedicación e interés
profesional para poder ingresar. La finalidad era doble: por
un lado, procurar que el debate mantuviese siempre un buen
nivel de calidad; por el otro, cerciorarnos de que los nuevos
afiliados estuvieran en condiciones de entender los debates y
participar en ellos. Como coordinador, me correspondió por
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
algún tiempo decidir sobre la aceptación o el rechazo de los
aspirantes, pero llegó un momento en que decidimos crear
una comisión de afiliaciones, que desde entonces desempeña
esta función.
Gestación y nacimiento del primer vástago
Bastaron pocos meses para darnos cuenta de que la lista no
sólo cumplía con creces su objetivo inicial de ayuda mutua,
sino que además se abordaban temas de gran importancia y
trascendencia que merecían una difusión más amplia. Fue
entonces cuando surgió la idea de publicar un boletín sobre los
temas de interés del grupo. A mediados de 2000, Francisco Hernández, Fernando Navarro y Verónica Saladrigas, todos ellos
vecinos de Basilea, se habían reunido en varias ocasiones para
intercambiar ideas sobre cómo sería el boletín. Otros aportaron
sugerencias por correo electrónico. En junio de 2000, Verónica
viajó a Washington, D. C. para conversar conmigo y con otros
medtraderos locales (María Luisa Clark, Martha Daza y Luis
Pestana), a fin de plantearnos las ideas del grupo basiliense e
intercambiar puntos de vista. En esa ocasión, Verónica nos dio
a conocer también la idea de crear el Medtradiario, proyecto al
que opuse dos reparos principales. El primero era que no me
parecía bien recopilar para divulgación los mensajes que reflejaban ideas erróneas o mal expresadas (entonces no teníamos
claro hasta qué punto se iban a pulir las entradas); el segundo,
que la tarea era colosal (el promedio mensual de mensajes ya
era bastante elevado por esas fechas), y para realizarla no iba
a bastar con la ayuda voluntaria. El primer reparo resultó infundado; el segundo se ha comprobado en la realidad, pero el
producto resultante ha sido tan bueno que estamos intentando
encontrar alguna forma de resolver el rezago en la confección
del Medtradiario, y creo que lo conseguiremos.
la fecha señalada. Desde entonces, la revista no ha hecho sino
mejorar número tras número.
Nuestra primera casa
Al principio, Panace@ se colocaba en la sección de
archivos de MedTrad en Yahoogroups y en el sitio web de
la AETER; también se enviaba por correo electrónico a los
medtraderos que lo solicitaban. La distribución de esta manera
era difícil y un tanto aleatoria; por este motivo, empezamos a
pensar en la conveniencia de tener nuestro propio sitio web.
De acuerdo con Cristina Márquez, decidí alquilar el servicio,
y en mayo de 2001 inauguramos nuestro propio sitio web con
el nombre de El escaparate de MedTrad. Por fin teníamos un
punto de distribución para Panace@ y el Medtradiario, y una
ventana abierta al mundo. A partir de entonces, el grupo empezó a ser conocido cada vez más ampliamente (v. recuadro).
En octubre de 2000, muchos medtraderos volvimos a reunirnos en Madrid con motivo de otras jornadas-taller de la
AETER («Lenguaje científico y lexicografía»). En esa ocasión, Fernando Pardos —quien vestía la camiseta medtradera
desde que nos habíamos conocido, en octubre de 1999— puso
a nuestra disposición el local de la Real Academia de Ciencias
para que los medtraderos nos reuniéramos a intercambiar
puntos de vista. Además, varios de nosotros conversamos con
Antonio Campos, a la sazón director del Instituto de Salud
Carlos III, sobre la posibilidad de que MedTrad apoyase algunas iniciativas suyas para mejorar la terminología científica en
el campo de la salud. Es decir, el grupo ya estaba despertando
interés en un ámbito más amplio.
Una de las ideas que Antonio quería llevar a la práctica era
la de crear un servicio de neología que, frente al surgimiento
incesante de nuevos términos en inglés u otras lenguas, pudiese recomendar oportunamente equivalentes en español bien
formados y castizos. Intercambiamos ideas interesantes, pero
no pudimos llegar a nada concreto porque MedTrad no tenía
entidad alguna. No podía, por tanto, firmar convenios, contratos ni instrumentos similares en ningún caso. Fue entonces
cuando muchos reparamos en la necesidad de transformar el
grupo en una entidad con personalidad jurídica, cosa que hasta
el día de hoy no hemos podido conseguir.
Septiembre negro y terremoto interno
Portada del número 1 de Panace@
Sea como fuere, durante la visita histórica de Verónica a
Washington concretamos ideas, nos repartimos tareas y ella
volvió a Suiza con un proyecto más perfilado y la decisión
renovada de seguir adelante; se fijó la meta de que el primer
número del boletín apareciera el 13 de septiembre de 2000, al
cumplirse el primer año de la fundación de MedTrad. Al cabo
de varios meses de intenso trabajo, Panace@ salió a la luz en
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
El grupo siguió creciendo y fortaleciéndose en forma
sostenida. Así, cumplimos dos años; pero esta vez, el 13 de
septiembre de 2001, no hubo lugar, no podía haberlo, para
celebraciones. Frente a la enorme tragedia causada por los ataques contra Nueva York y Washington dos días antes, el foro
manifestó su consternación, indignación, repudio y, sobre todo,
su solidaridad al interesarse por el bienestar de los medtraderos
que vivimos en estas dos ciudades. Por desgracia, no sería esta
la única tragedia de este tipo que habría de afectarnos, pues en
2004 también se nos enlutaría marzo, esta vez en Madrid.
En un momento dado, los acontecimientos políticos del
mundo se infiltraron profundamente en los debates del grupo
hasta el punto de generar una gran crisis en su seno. A comienzos de abril de 2002, el conflicto entre judíos y palestinos
pasaba por uno de sus innumerables recrudecimientos. De
219
Tribuna
pronto, al tocarse el tema en la lista de distribución, los ánimos
se desbordaron y se desató un intercambio de mensajes exaltados y algunos fuera de toda razón. Con anterioridad, cuando
se abordaban temas esencialmente ajenos a los objetivos del
grupo, pero sobre todo de índole política o religiosa, yo había intentado hacer valer mi autoridad virtual de coordinador
pidiendo que se evitaran esos desvíos y nos concretásemos a
los temas de interés profesional. Esta vez, sin embargo, mis
llamados en ese sentido cayeron en saco roto.
El clima se enrareció horriblemente; algunas de las acusaciones lanzadas tenían un carácter grave en sí mismas, iban en
contra de las normas mínimas de convivencia y respeto por los
demás y, por si fuera poco, quebrantaban las reglas impuestas
por Yahoo a los miembros de los grupos que patrocinaba.
Cuando en alguno de los mensajes se mencionó cómo se
podían sancionar algunas de esas acusaciones en un país tan
propenso a los pleitos judiciales como Estados Unidos, me
eché a temblar. Un juicio no sólo hubiese destruido a MedTrad,
sino que probablemente también me hubiese acarreado graves
consecuencias personales, pues yo era el único miembro que
había contraído un compromiso formal al crear el grupo en el
local cibernético de la empresa mencionada.
Hay que haber vivido en este país para comprender la
pasmosa facilidad con que a uno lo pueden demandar por
quítame allá estas pajas. Por ello, pasé muchos días con sus
noches de enorme angustia, en los que la tentación de renunciar
o de desbandar el grupo fue abrumadora. Agobiado por el peso
de la responsabilidad, se me ocurrió comunicar mis temores a
varios medtraderos que trabajaban mucho en favor del grupo y
les pedí ayuda. Ellos se movilizaron, mandaron un mensaje en
el que criticaron enérgicamente a quienes se habían propasado,
exigieron retractaciones, me dieron su respaldo e hicieron ver
el riesgo que una demanda judicial entrañaba para el grupo y
para mí. Al final, las aguas volvieron a su cauce y seguimos
adelante. Pero el lamentable episodio dejó cicatrices profundas
<www.medtrad.org/panacea.html>
que a veces duelen todavía.
De aquel incidente surgió algo positivo, pues a partir de entonces decidí seguir apoyándome en los colegas que me habían
ayudado. Se constituyó así un cuerpo informal (empezamos
llamándolo «gruppeto» y al final quedó en «grupete») que me
asesoró y me ayudó muchísimo a coordinar MedTrad hasta
que dejé el cargo. Uno de los frutos palpables de la actuación
del grupete fue la redacción de los estatutos vigentes.
El reconocimiento de MedTrad sigue aumentando
En mayo de 2002, sucedió otro hito en la historia del grupo; esta vez, el escenario fue Almagro (España). El I Congreso
Internacional «El español, lengua de traducción» le dio relieve
a MedTrad de varias maneras. Los organizadores (en especial,
Luis González, gran valedor nuestro) invitaron a Fernando
Navarro como ponente, y en el CD-ROM con las ponencias
del congreso incluyeron todos los números de Panace@ y el
Medtradiario publicados hasta la fecha. También yo participé a
última hora como moderador de una mesa redonda —la misma
en que Fernando fue ponente— e intervine en la demostración
del sistema de traducción automática de la Organización Panamericana de la Salud, la institución para la que trabajo.
En Almagro nos dimos cita una veintena de medtraderos,
que llamábamos mucho la atención no sólo porque nuestro
grupo se mencionaba muy positivamente en las ponencias
y nuestros productos estaban incluidos en el CD-ROM del
congreso, sino además porque llevábamos las camisetas con el
logotipo de MedTrad que habían mandado hacer Karen Shashok y Laura Munoa. En el inolvidable traslado en tren de ida
y vuelta, durante el congreso mismo y, finalmente, en Madrid,
tuvimos mucho tiempo para intercambiar puntos de vista sobre
el presente y el futuro del grupo. En particular, la redacción
de Panace@ me invitó a participar en una reunión de trabajo
para tratar de resolver las dificultades que afrontaba la revista
a causa de la falta de recursos económicos. En esa reunión se
El primer número de Panace@ incluía la revista y el Medtradiario, se preparó con el programa Word y no tenía portada.
Los textos correspondientes a la revista estaban en formato carta, mientras que el Medtradiario se incluyó en formato apaisado, para evitar el desborde del texto a tres columnas. Esto representaba un problema de impresión, y Verónica Saladrigas
decidió separar las dos publicaciones. Fue entonces cuando Luis Pestana, médico traductor de la OPS que en ese momento
residía en Washington, se ofreció a maquetar la revista usando el programa PageMaker. El número 1 del volumen I se publicó entonces en dos formatos distintos, el segundo de los cuales aún se puede ver en <www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Septiembre2000.htm>. Este primer número se publicó internéticamente en el sitio de AETER. A fines de ese año
2000, Cristina Márquez, medtradera con formación informática que había comenzado a maquetar el segundo número de la
revista junto con Luis Pestana, se ofreció a crear un sitio propio en la red donde pudiéramos publicarla. Y así, en mayo del 2001,
nació El escaparate de MedTrad, con un modesto diseño que incluía una breve descripción del foro, un enlace desde donde
descargar el archivo PDF de Panace@, otro para descargar el archivo Word del Medtradiario y algunos enlaces a sitios de
interés para la profesión. De a poco, surgieron nuevas ideas, y este nuevo componente de MedTrad comenzó a tomar vida
propia con la estrecha colaboración de Gustavo A. Silva y Cristina Márquez.
Redacción de Panace@
220
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
decidió crear la Asociación Pro MedTrad y Panacea, con la finalidad de recaudar fondos para sostener la revista y los demás
proyectos del grupo. Ese proyecto cristalizó y ha cumplido su
cometido; incluso, de momento nos permite firmar convenios
de colaboración a falta de la tan necesaria entidad jurídica de
MedTrad.
Diseño para las camisetas de MedTrad
en el congreso de Almagro
Casa, normas de convivencia y autoridades nuevas
El servicio gratuito que habíamos venido recibiendo de la
empresa Yahoogroups dejaba mucho que desear, entre otras
razones por las dificultades de acceso para muchos colegas,
una capacidad limitada para hacer búsquedas en los mensajes
archivados, una gran cantidad de anuncios comerciales y el
nulo apoyo técnico que brindaba el proveedor. Por añadidura,
a muchos nos seguía poniendo nerviosos la posibilidad de
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
que se llegasen a abordar en la lista temas potencialmente
impropios para un grupo con sede formal en Estados Unidos,
donde, por ejemplo, está prohibido que los traductores aborden
colectivamente y en público el tema de las tarifas, porque se
considera que ello puede constituir una práctica monopólica.
Además, como ya dije antes, existe una propensión excesiva
a los pleitos ante los tribunales, que cierto autor ha calificado
acertadamente de «jurismanía».
Por tales motivos, en 2003 solicitamos la inscripción a
RedIRIS, la red informática que vincula a universidades y
centros de investigación en España. Nuestra solicitud fue
aprobada, lo cual nos parece un indicio más de la importancia
que se le concede a MedTrad por parte de instituciones académicas y profesionales. Así, el 13 de abril de 2003 la lista de
correo electrónico de MedTrad se trasladó a su sede actual,
donde contamos con mejores servicios de comunicación y
búsqueda de los mensajes archivados. Además, formamos
parte de una comunidad académica y de investigación, lo cual
le da mayor realce al grupo. Y algo muy importante es que
podemos debatir con libertad, sin temor a la censura ni a la
autocensura, aunque siempre en un marco de respeto mutuo
y cordialidad.
Otro logro importante de MedTrad en 2003 fue la redacción de nuestros primeros estatutos, que entraron en vigor el
16 de junio. Aunque de alcance limitado y dotados más que
nada de un valor moral, por carecer el grupo de personalidad
jurídica, creo que han sido muy importantes como punto de
partida para reglamentar el funcionamiento del grupo.
El traslado a RedIRIS y la aprobación de los estatutos eran
las dos metas que me había trazado antes de dar por terminado
mi mandato como coordinador. Al concretarse ambas, decidí
que ya era hora de dejar la coordinación de MedTrad en otras
manos. Así, pues, convoqué las elecciones, y el 30 de septiembre de 2003 empezaron su mandato como codirectoras María
José Hernández Weigand y Cristina Márquez Arroyo.
221
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
II. La etapa de consolidación: 2003-2004
M.ª José Hernández Weigand y Cristina Márquez Arroyo*
En agosto de 2003, asumimos la dirección del grupo, tarea
que se sumó a las que ya desempeñábamos en el Medtradiario
(María José Hernández) y El Escaparate (Cristina Márquez).
Sin embargo, el tiempo necesario para llevar a cabo todas
las tareas inherentes a la dirección del foro y a dichos proyectos resultó incompatible con nuestro trabajo individual
como traductoras independientes. Fue así como en junio del
presente año decidimos abandonar la dirección para volver
a concentrar nuestra colaboración exclusivamente en esos
dos proyectos que habíamos prácticamente acunado desde su
nacimiento. Durante nuestra gestión, nos ocupamos en primer
lugar de organizar las comisiones establecidas por los estatutos, así como de delinear los métodos de trabajo básicos para
el desempeño de las tareas de administración, afiliaciones y
—la menos grata— aplicación de normas disciplinarias para
evitar situaciones que pusieran en peligro la convivencia y la
estabilidad del foro.
Los estatutos habían establecido los cuatro componentes
formales de MedTrad: el Foro, con la dirección y sus correspondientes comisiones (Administración, Afiliaciones y Disciplina), Panace@, Medtradiario y El Escaparate. Había llegado
el momento de consolidar los medios para que todos pudieran
funcionar. Por ese motivo, organizamos los grupos de trabajo
necesarios para mantener y actualizar los dos proyectos que teníamos a cargo además de la dirección. Reactivamos en primer
lugar la elaboración del Medtradiario, proyecto que resultó ser
la tarea colosal que había imaginado nuestro fundador y por
ello había quedado rezagado, y también actualizamos El Escaparate, tanto en contenido como en diseño (véanse detalles en
la carta de Gabriela Caruso «El escaparate de MedTrad: todo
un caudal de información para los traductores médicos», que
aparece en en este mismo número de Panace@).
Para todo esto pedimos la colaboración del grupo, que no
se hizo esperar. Así se creó el nuevo equipo de recopiladoras,
formado por María Luisa Clark, Adriana Cruz, Martha Daza,
Ana María Giordano, Paz Gómez-Polledo, Consuelo Pascau,
Mirta Pryluka Schvartz y Cristina Pruna, con las cuales se publicó la última actualización del Medtradiario, el 11 de agosto de
2004. Cabe destacar que todos los proyectos de MedTrad tendientes a beneficiar a los traductores biomédicos y a aumentar
la calidad de la traducción en estos campos se han concretado
con trabajo totalmente voluntario. Y lo más importante: que
esa información es de dominio público y está disponible en
forma gratuita para quien quiera consultarla.
El traslado a RedIRIS había aumentado notablemente la
visibilidad de MedTrad en la comunidad universitaria española. Como consecuencia, no sólo aumentaron los pedidos
de admisión, sino también la proyección hacia el exterior. Se
iniciaron entonces otros contactos con miras a la realización
de proyectos que promovieran el crecimiento del grupo.
Entre los más importantes está el proyecto de acuerdo que
se concretó con el Instituto de Salud Carlos III, de Madrid, a
través de la Asociación Pro MedTrad y Panacea, que permitiría a MedTrad proveer servicios terminológicos y de asesoramiento lingüístico a dicha institución. El proyecto quedó en
suspenso tras el cambio en la dirección del Instituto Carlos
III, a raíz de las últimas elecciones generales en España.
MedTrad comenzó también a compartir en la red materiales de interés a través del servicio de repositorio de ficheros
(BSCW) habilitado por RedIRIS, una verdadera biblioteca
pública no restringida a los miembros del foro, sino al servicio de todos los internautas. El archivo de MedTrad <cvu.
rediris.es/pub/bscw.cgi/0/338857> consta de siete apartados:
«Artículos», «Diccionarios», «Glosarios, léxicos y tesauros», «Libros», «Monografías de la Fundación Dr. Esteve»,
Panace@, «Medtradiario» y un «Cajón de sastre». Fruto de
la comunicación establecida en el seno de la red académica
española, cuenta con un enlace al archivo de ficheros de
Traducción, una de las listas de más solera en RedIRIS, de
modo que quienes visitan el archivo especializado de MedTrad puedan acceder también a los contenidos más amplios y
generalizados del archivo de Traducción.
También se gestionó y se logró la participación en SARAC, el Servicio de Acceso a Recursos de Alta Calidad, un
proyecto diseñado para crear un nexo entre documentalistas,
expertos temáticos y el equipo de RedIRIS a fin de producir
un catálogo de recursos de alta calidad para la comunidad universitaria y científica española.
Durante esta etapa de consolidación se inició también
el análisis de las posibles opciones para dotar a MedTrad
de una entidad jurídica como organización internacional
sin fines de lucro. Dado que las directoras residíamos en
Madrid y Nueva York, se estudiaron las posibilidades de
crearla en Estados Unidos y en España. Para ello, realizamos consultas con letrados de los dos países y creamos una
lista en Yahoo, Medtradorg, reservado exclusivamente para
debatir el tema de la organización jurídica de MedTrad. La
lista se abrió a todos los miembros que desearan participar
en los debates relativos a la futura asociación, considerando que todos debían tener participación activa en la toma de
las importantes decisiones que, llegado el momento, darían
como resultado el acta constitutiva y los estatutos de esa
futura asociación.
Al abandonar la dirección para dedicarnos en forma exclusiva al Escaparate, nuestra última tarea consistió en organizar las primeras elecciones con voto secreto de MedTrad,
en las que se presentó como candidata Ana María Giordano,
quien se hizo cargo de la dirección el pasado 5 de julio.
* Ex directoras de MedTrad. Madrid (España) y Nueva York (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: biblioteca@medtrad.org.
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
III. El presente y el futuro inmediato: 2004-2006
Ana María Giordano*
En el presente, vemos un MedTrad novedoso, que abre caminos, y con un pasado suficiente como para permitirnos vislumbrar un futuro venturoso. Se han hecho ya muchas cosas, como
han dicho quienes me precedieron. Hemos pasado la época de
la incertidumbre respecto de quiénes somos, ahora lo sabemos. Hemos abierto rumbos en esto de la traducción médica
y estamos conscientes de ello. Contamos con personalidades
destacadas del mundo de las letras y también con profesionales y especialistas en diversas ramas del quehacer médico, tan
prolífico y diverso. Una de las principales preocupaciones de
la dirección de MedTrad es y será mantener el elevado nivel
actual de los intercambios. Esto se logrará a través de la selección cuidadosa de los futuros miembros. También cuenta MedTrad con otros miembros que calladamente hacen su trabajo
en el más estricto anonimato, pero sin cuyo concurso MedTrad
no sería lo que es. Detrás de lo que se «ve» en la lista de distribución y en los productos asociados hay un trabajo diario
de varias horas, hecho ad honorem por varios miembros del
foro que no siempre son los que muestran mayor exposición.
El foro está integrado mayormente por traductores profesionales, que hacen de la traducción médica su modo de vida.
Precisamente, a los aspirantes a ingresar al foro se les pide,
si no dedicación exclusiva, sí que la mayor parte de su tarea
laboral esté relacionada con la traducción médica. También se
les solicita que expresen cuál sería su contribución al foro y los
motivos por los que solicitan el ingreso. Las personas con un
entrenamiento sobresaliente en nuestra lengua nos benefician
con su sabiduría cuando las cuestiones idiomáticas requieren
análisis. Pero la mayor parte del tiempo el foro abunda en
preguntas de todos los grados de dificultad relacionadas con la
medicina actual. Y aún a veces tenemos que aguzar el ingenio
para tratar de comprender el trasfondo de una pregunta, en ocasiones poco relacionado con la traducción médica, de manera
que también se mezclan las artes adivinatorias, que en general
requieren el concurso de quienes tienen mayor experiencia en
la profesión. Es decir, que no solo intercambiamos y compartimos información, sino también otros tipos de capacidades y
habilidades que nos permiten decir que, para traducir medicina
el día de hoy, nada mejor que MedTrad.
Promoción internacional
En mi opinión, MedTrad, en cuanto gestor de lenguaje médico para uso internacional, no debe quedar fuera de lo que se
intenta hacer con nuestro idioma a escala mundial.
Para cuando este artículo se haya publicado, ya se habrá
realizado el III Congreso Internacional de la Lengua Española
en la ciudad de Rosario (Argentina), cuyo lema es «Identidad
lingüística y globalización». Reafirmar la identidad a partir de
la lengua es el propósito general, y el hecho de ser internacional garantiza que el pluralismo ideológico y cultural se vea
representado. ¿Y qué tiene que ver todo esto con MedTrad?,
se preguntará más de un lector a estas alturas. Pues aun cuando
el lenguaje médico es infinitamente más restringido, también
afloran en ocasiones palabras cuyo uso es diferente a un lado
y a otro del océano. Los integrantes de MedTrad estamos encantados de ver que la colaboración no solo se hace respecto
de los términos estrictamente médicos, sino que también se
relaciona, necesariamente, con el modo de hablar y las costumbres de cada una de las múltiples regiones de habla hispana,
con sus matices, sus giros propios y su gracia. Entonces veo
que no solo estamos emparentados a través del lenguaje médico, sino con cuestiones culturales, que vuelven menos árido
el lenguaje de la ciencia y lo adecuan al público general. No
pocas veces, aun para los traductores avezados, es más difícil
dar con el término justo para que lo entienda un lego que traducir para el especialista. Y precisamente ahí es donde MedTrad
resplandece. Algo que en otras épocas hubiera tomado mucho
tiempo resolver o no se hubiera podido resolver en absoluto,
tiene ahora, a un clic de distancia, la respuesta invalorable de
quien vive en el lugar y en consecuencia sabe, porque lo escucha a diario, cómo se dice una cosa en ese lugar. Estas son
las cuestiones culturales que tanta importancia cobran en ocasiones en la vida de todos los traductores, y en especial de los
traductores médicos, que tienen la responsabilidad de hacerse
entender en cuestiones que a veces se ubican entre la vida y la
muerte de las personas a quienes van dirigidas las traducciones o que pueden tener consecuencias graves para la salud en
caso de no ser bien comprendidas. Es infinitamente importante
hacerse entender en el idioma del destinatario. Ese es un gran
capítulo donde aún hay muchas cosas por hacer. Evidentemente, cada país, cada región, cada comunidad tiene sus propios
códigos lingüísticos, que remiten a una historia, a vivencias, a
un imaginario común que luego aflora en la lengua y nos hace
sentir próximos. MedTrad tiene la obligación de considerar
estas cuestiones centrales, dado que la traducción médica es
no pocas veces un servicio social. Las palabras pueden curar y
también enfermar. Celebro, en consecuencia, que el Congreso
dé cabida a la problemática de las lenguas indígenas, es decir,
que estén representadas las minorías.
Y ahora, henos aquí después de cinco años, que han pasado
sin darnos cuenta, juntos todavía. MedTrad es el lugar para
aprender todos los días algo nuevo, para encontrase o reencontrarse con amigos que uno nunca hubiera imaginado tener a
tantos kilómetros de distancia. Es la magia de Internet. Muchos
traductores veteranos nos miramos ahora y nos preguntamos
cómo hacíamos antes para traducir sin poder comunicarnos
como lo hacemos ahora, diariamente y al instante. Se formula
una pregunta y en pocos minutos llegan varias respuestas en
ayuda del solicitante. Hoy somos ya 230 personas, pero pronto
seremos muchas más. MedTrad se irá haciendo más grande, y
* Directora de MedTrad. Buenos Aires (Argentina). Dirección para correspondencia: giordano@fibertel.com.ar.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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Tribuna
con ello será mayor el grado de complejidad de las tareas que
hoy abordamos con mayor o menor dificultad. Imagino que en
muy poco tiempo crecerá asimismo el número de preguntas
y el de las respuestas, y eso significará que tendremos que
encarar una solución menos «casera» para satisfacer nuestras
necesidades de un modo más organizado.
Aun con el intercambio actual, tenemos retraso en la compilación de los mensajes. Justo es decir que esto es así porque
la compilación se hace muy a conciencia, y cada entrada del
Medtradiario es revisada por varios pares de ojos de manera
muy exhaustiva. En esto se diferencia, y mucho, de los glosarios que abundan en Internet. Muchas veces se vuelve una y
otra vez sobre términos de traducción difícil, lo cual implica
tener que revisar las entradas ya hechas, actualizarlas, colocar
referencias cruzadas, etc. Todo esto, naturalmente, significa un
enorme esfuerzo, y sobre todo muchísimas horas de trabajo,
uno de los bienes más escasos entre los traductores.
Otro tanto puede decirse respecto de Panace@ y El Escaparate, que junto con el Medtradiario constituyen la trilogía
de productos de MedTrad. En vista de todo esto, es necesario
idear algún modo de proveer de una estructura formal a lo que
comenzó siendo solo un grupo de amigos.
Asociación
El hecho de contar con una estructura más firme, con respaldo legal, es uno de los viejos anhelos de varios miembros
de MedTrad, que aún no ha podido cumplirse y que esperamos
poder concretar a la brevedad. Los que creemos que su creación nos beneficiaría a todos lo hacemos por distintas razones:
a algunos nos encanta la idea de tener un lugar de pertenencia,
que ya existe en realidad, pero con lazos algo más firmes que
los del foro internético actual. A medida que las personas se
conocen y comienzan a realizar proyectos en común, tienden
a querer hacer más sólidos sus vínculos, que adquieren un
mayor grado de compromiso. Lógicamente, esto nos posibilitará relacionarnos más fluidamente con otras instituciones ya
formadas para realizar proyectos en colaboración, además de
permitirnos contar con patrocinios que difícilmente vendrían
sin dicha estructura y proyectar con algún viso de realidad
cosas de mayor envergadura, como podría ser colaborar con
la enseñanza de nuestra especialidad (la traducción médica) en
los ámbitos académicos adecuados de modo colectivo. Hasta
ahora los traductores médicos fuimos por fuerza autodidactas,
pero esto no tiene necesariamente que seguir siendo así, y de
hecho están empezando a dictarse cursos de especialización en
forma creciente.
Por otra parte, y dado que los miembros de MedTrad vivimos en países con realidades socioeconómicas muy diferentes,
sería muy beneficioso y demostraría un alto grado de sensibilidad social y de deseos de colaboración que se formaran grupos
de compras, por ejemplo, para la adquisición de software o
hardware a precios reducidos por cantidad. Algunos de los
miembros que pertenecen a otras asociaciones ya gozan de
estos beneficios, pero en muchos otros casos esto no es así.
También nos sería posible más adelante editar textos relacionados con la profesión que den cabida al inmenso caudal de
conocimientos que transcurre diariamente por el foro. Estos
224
<www.medtrad.org/panacea.html>
son solo algunos aspectos de lo que se lograría conformando
la asociación de traductores médicos, una actividad cada vez
más requerida en este mundo globalizado.
Uso del idioma
El modo de traducir ha cambiado radicalmente desde el
advenimiento de la red de redes y la posibilidad, antes impensada, de comunicación a todo lo ancho y largo del orbe.
Nuestro idioma se ve fortalecido, y su presencia es cada día
mayor en la red. El problema es la calidad, muchas veces deficiente, del castellano empleado en Internet. MedTrad pondrá
su granito de arena, ocupándose en la medida de lo posible de
difundir el buen uso del idioma en todos los ámbitos que estén
a su alcance.
Medtradiario
El material que observamos en la pantalla de la computadora a diario es riquísimo, y compilarlo significa enriquecer la
profesión del traductor médico de un modo que pocos hubieran
podido imaginar hace muy poco tiempo. La tarea del traductor
se enriquece y simplifica en la medida en que tiene a mano
recursos en forma inmediata, pero también se hace más compleja en la medida en que la globalización termina por barrer
las fronteras y nos enfrenta con el problema de traducir para
destinatarios remotos. Además, nadie tiene tiempo que perder,
pues cada día nuestro trabajo tiene márgenes más escasos. El
Medtradiario es el «aquí y ahora» de la traducción médica, una
herramienta de gran valor en la que merece la pena invertir
tiempo y dinero.
Por este motivo, la dirección actual de MedTrad tiene
otro objetivo importante, que es la agilización de las tareas
relacionadas con el Medtradiario, una obra que nació a partir
de la discusión de cada término lanzado en forma de pregunta
al foro. Este valiosísimo material es recogido primero «en
bruto», pero lo que aparece luego en el texto internético es
algo muy distinto: pasa por dos filtros exigentes. El primero
es el de quien compila, que elige cuáles son los «hilos» útiles
para los fines del Medtradiario y cuáles no, sobre la base de la
adecuación de las respuestas y de algunos principios básicos
relacionados con el formato y con la manera de volcar los contenidos, que fueron redactados por su iniciadora y alma mater,
Verónica Saladrigas. En muchas ocasiones es preciso colocar
en la tercera columna, bajo el epígrafe «Comentarios» (en la
primera columna se introduce el término en idioma extranjero y en la segunda la o las traducciones posibles), una
parte muy importante, que es la mención de las fuentes
que permiten fundamentar la decisión. Es un trabajo inmenso, que
actualmente se hace con el esfuerzo de muy pocas personas.
Desde la dirección de MedTrad se tratará de agilizar lo más
posible este trabajo, que lleva por el momento una demora de
aproximadamente dos años. El principal escollo es que tanto
la compilación como la edición llevan muchísimo tiempo,
tiempo que quienes se ocupan de hacerlas restan a su trabajo,
con resultados negativos para sus finanzas. Se comprende entonces que para proseguir con esta obra, que está al alcance de
todos en <www.medtrad.org> y que será cada vez más útil en
la medida en que se enriquezcan sus arcas terminológicas, se
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
necesitan fondos. La dirección actual de MedTrad tiene la intención de hacer conocer lo más posible esta obra y conseguir
subvenciones para la puesta en marcha de una compilación y
edición más ágiles.
Especialistas
Desde siempre, hemos visto en el foro la necesidad de contar
con especialistas de las innumerables especialidades que pueden
rozar las traducciones que nos llegan de todas partes del mundo.
Eso implica la necesidad de vincularnos con ellos, no ya de
un modo informal como se ha hecho hasta ahora, sino sobre
bases más firmes y predecibles; por ejemplo, creando vínculos
con agrupaciones, foros, asociaciones u otras modalidades de
intercambio con especialistas de las más diversas disciplinas
médicas. Deberemos encontrar la forma de hacerlo, y no solo
en España, sino también en el resto de los países representados
en la lista, para unificar cuanto se pueda el modo de expresar el
lenguaje de la medicina en castellano y también para tomar en
cuenta las inevitables diferencias en las distintas regiones del
ámbito de habla hispana. No son demasiadas, pero existen y
deben ser tomadas en consideración.
La colaboración entre MedTrad y los grupos de especialistas
tendría, a juicio de la dirección actual de MedTrad, una ventaja
doble: que los traductores médicos puedan nutrirse con los conocimientos de los especialistas, tan necesarios para su tarea, y a
su vez, que los médicos especialistas, que muchas veces son los
que difunden aciertos o errores al escribir los trabajos que luego
se publican, tengan fácil acceso a los conocimientos lingüísticos
que este extraordinario foro puede ofrecerles, puedan conocer
de primera mano el cómo y el por qué de decir tal o cual cosa de
una manera u otra. Después de todo, son ellos quienes muchas veces deben nombrar lo nuevo, y será bueno que tengan la
oportunidad de contrastar sus propuestas de traducción con personas con un gran conocimiento de la lengua como las que hay
en MedTrad. Seguramente va a llevar tiempo; también es muy
posible que haya que sortear escollos del tipo de la desconfianza
que genera quien asume el «saber» (tanto de un lado como del
otro), pero todo es cuestión de empezar, y espero que podremos
ir creando entre todos un clima que nos permita completar nuestros propios puntos de vista con los de otros, planteados desde
perspectivas diferentes. Una actitud equilibrada de todos nos
allanará el camino como hispanohablantes hacia el buen uso de
este maravilloso medio de comunicación de nuestra cultura.
En este sentido, los especialistas encargados de la redacción
de los trabajos para ser publicados podrán actuar como vectores
del buen decir médico en nuestra lengua. La idea es la de una
piedra que, tirada al agua, produce ondas que se esparcen en
un radio muy amplio. MedTrad será (y en parte lo es ya) esa
piedra.
Masculino genérico
Álvaro García Meseguer
CSIC, Madrid (España)
Tomo de la prensa diaria los tres párrafos siguientes:
[1] Yo era de los que se vanagloriaban de no dejarse influir más que por el propio instinto [...].
[2] Es seguramente el poeta vivo que más libros vende, dentro de las limitaciones comerciales de este género, y el único
que puede vivir —o casi— de sus escritos. Ahora, a los 34 años, cuando muchos intentan publicar su primer poemario,
ha reunido su obra completa en un tomo, El sueño oscuro (Hiperión).
[3] Soy un sufrido obligado cliente bancario [...].
En 1 y 3 se habla en primera persona, mientras que en 2 se habla de una tercera persona. ¿Es capaz el lector de adivinar
el sexo de quien habla (casos 1 y 3) y el de la persona de quien se habla (caso 2)?
La frase 1 pertenece al artículo «Raza», publicado en El País el 19 de junio de 1991 por Maruja Torres. La frase 3 pertenece a una carta al director publicada en ese mismo diario en julio de 1991 (siento no recordar el día) y firmada por Ana
Cobos. En fin, el párrafo 2 pertenece a un artículo de J. M. Plaza publicado en El Mundo el 24 de abril de 1994 bajo el título
«Juan Benet me rescató del suicidio», artículo en el cual se glosa la aparición de un libro de poesías titulado El sueño oscuro,
cuya autora es Blanca Andreu, viuda de Benet.
¿Por qué en los tres casos se ha utilizado el género gramatical masculino y no el femenino? La respuesta es sencilla. En 1
y 3, porque las autoras han querido presentarse como un miembro de la sociedad en general y no solamente como una mujer
miembro de la sociedad de mujeres. Y en 2, porque el autor ha querido comparar a la poetisa con todo el conjunto de poetas
y no solamente con el subconjunto de mujeres poetas (lo que habría rebajado el valor de las afirmaciones «el que más libros
vende» y «el único que puede vivir o casi de sus escritos»).
Reproducido con autorización de Rinconete,
del Centro Virtual Cervantes (cvc.cervantes.es/el_rinconete/)
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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Tribuna
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Antiradicalar
Bertha M. Gutiérrez Rodilla
Universidad de Salamanca (España)
Espero que en estos momentos todos ustedes estén sorprendidos preguntándose acerca de la palabra que he utilizado como
título, tanto sobre su posible significado como sobre su categoría gramatical: ¿será un adjetivo, un sustantivo o nos encontramos ante un nuevo verbo? Al menos, eso es lo que me sucedió a mí el otro día cuando me compré una crema para la cara que
era antiradicalar o podía antiradicalar. A primera vista resultaba imposible saberlo porque, debajo del nombre de la crema,
sólo estaba escrita esa mágica palabra.
Parte de mi intriga se disipó cuando supe, gracias a la atenta lectura del prospecto que la acompañaba, que mi crema incluía en su
«universo de acciones cosméticas» la antiradicalar, junto a otras más conocidas como la regeneradora, la hidratante o la protectora.
Esto me tranquilizó bastante, pues me hizo pensar que me encontraba ante un adjetivo y no, por ejemplo, ante un adverbio, porque,
con los tiempos que corren, nunca se sabe. Aunque, la verdad, me parecía que para ser un adjetivo tenía un aspecto un poco extraño.
Por eso, como el folleto informativo estaba redactado en varios idiomas, miré a ver cuál era en los otros el equivalente de esta palabra
tan intrigante: anti-radicaux libres, anti-radicals, gegen freie radikale, antiradicali liberi y, en portugués, anti-radicalar.
El asunto se iba aclarando, pero nuevas dudas me surgían: del mismo modo que tenemos moral, moralizadora y moralizante,
¿no estarían más de acuerdo con nuestras posibilidades derivativas acción radical o antirradical, radicalizante o antirradicalizante,
radicalizadora o antirradicalizadora, que esa antiradicalar? (confieso, sin embargo, que para este caso yo hubiera preferido una
sencilla «acción ejercida contra los radicales libres»). Por otro lado, ¿por qué quienes lo han traducido al español y al portugués se
han inclinado por opciones claramente distintas a las de las otras lenguas europeas importantes presentes en el prospecto? Y ya, como
guinda de este incomestible pastel, ¿por qué escriben en español el fonema r vibrante múltiple con una sola erre en vez de hacerlo con
dos, que es como debe escribirse? ¿Será, como siempre, por culpa del inglés, o esta vez la razón se encuentra en una mala traducción
automática? ¿O será, más bien que, de nuevo, estos dos monstruos de mil cabezas han logrado imponerse a la falta de conocimientos
y de sentido común de quien debería revisar las hojas informativas que acompañan a los productos?
Ahora, alguno estará pensando que no es raro que yo necesite cremas faciales antiradicalares, dadas las disquisiciones
lingüísticas por entre las que me pierdo —que a nadie preocupan—, cuando lo realmente importante sería saber qué son los
radicales libres y, sobre todo, por qué le viene bien a la piel de la cara ir contra ellos. Bueno, pues esas preguntas yo no me
las hago, porque son muy impertinentes y los consumidores normales no se las deben plantear. Si no, ¿de qué iba a abusar la
publicidad como lo hace del fascinante lenguaje científico, atribuyéndole a cada producto increíbles y benéficas propiedades
—muchas inventadas— que el pobre comprador desconoce, pero ingenuamente interpreta que son ciertas y son buenas? Por
favor, no abramos la caja de Pandora y sigamos comprando.
Reproducido con autorización del Rinconete,
del Centro Virtual Cervantes (<cvc.cervantes.es/el_rinconete/>)
226
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
Notes pour une (petite) histoire de Français médical
Serge Quérin*
Resumé: Français médical est né en 1997, dans le but de permettre des discussions animées et parfois passionnées sur le
passé, le présent et l’avenir de la langue française en médecine. Ayant d’abord été un forum destiné à des médecins, la liste
est maintenant ouverte à tous ceux qui s’intéressent au français médical, qu’ils soient étudiants ou professionnels de la santé
ou de la langue.
Apuntes para una (pequeña) historia de Français médical
Resumen: Français médical nació en 1997 con el objetivo de permitir debates animados, y en ocasiones apasionados, sobre
el pasado, el presente y el futuro de la lengua francesa en medicina. Destinada en un principio exclusivamente a los médicos,
la lista de debate está en la actualidad abierta a toda persona interesada por el francés médico, ya se trate de estudiantes, de
profesionales sanitarios o de profesionales de la lengua.
Notes for a (little) history of Français médical
Abstract: Français médical was born in 1997, with the goal of allowing lively and sometimes heated discussions on the past,
present and future of the French language in medicine. Originally a forum intended for physicians, the mailing list is now open
to all those who are interested in medical French, whether they are health care or language professional or students.
Palabras clave: francés, médico, traducción, lista de distribución, foro de debate. Mots clés: français, médical, traduction, liste de
diffusion. Key words: French, medical, translation, mailing list, discussion forum.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 227-228.
En 1996, l’idée d’un forum de discussion sur le français médical fut lancée sur le babillard électronique Horus médical
www.horus-medical.fr par l’auteur de ces lignes, alors en
pleine rédaction d’un Dictionnaire des difficultés du français
médical (Edisem/Maloine, 1998). Bien que cette proposition
n’eut d’écho qu’un an plus tard, dès lors le projet pris forme très
rapidement. C’est ainsi qu’en 1997 naquit sur Horus la « conférence » Français médical, parmi d’autres forums de discussion
réservés à diverses spécialités médicales ou à d’autres sujets
d’intérêt pour la profession médicale, l’informatique par
exemple.
Cette première mouture de Français médical était réservée
à des médecins, abonnés (payants) de Horus, intéressés et souvent passionnés par la langue française. Nous fûmes rapidement une trentaine à échanger, presque quotidiennement, sur la
langue médicale surtout, mais aussi sur la langue française en
général. De tels « dérapages » plus ou moins contrôlés étaient
parfois tolérés (sinon alimentés) par l’animateur de la liste
(qui n’a jamais été à proprement parler un modérateur), mais
plus souvent gentiment désapprouvés post hoc. Cette politique
avait pour but de conserver au forum sa spécificité, à côté
de listes de diffusion traitant du français en général, comme
france_langue (accessible, elle, au grand public par Internet),
ou consacrées à d’autres langues de spécialités.
Dès les débuts de Français médical, les échanges portèrent
très souvent, comme il fallait s’y attendre, sur l’identification,
la correction et, dans la mesure du possible, la compréhension
de la « pathogenèse » des anglicismes médicaux. Mais très tôt,
les curiosités étymologiques, les barbarismes, les glissements
de sens, les hypallages et autres difficultés ont fait l’objet de discussions. De plus, étant animée par un Québécois mais fréquentée
surtout par des Français (sans oublier quelques amis belges), la
liste a vite mis au jour des différences d’usage de part et d’autre
de l’Atlantique. Archaïsmes ou néologismes, de forme ou de
sens, propres à un coin de la Francophonie, ces régionalismes
ont toujours eu l’heur d’intéresser, d’étonner ou d’amuser
les participants aux discussions. La féminisation des titres de
professions du domaine médical a aussi fait l’objet de débats
passionnés.
En raison de la spécialité médicale de l’animateur, et par
la participation et l’entremise de confrères et amis, la liste a
toujours compté plus que sa part de néphrologues parmi ses
abonnés, sans que cela n’influence d’ailleurs outre mesure les
sujets de discussion. En 2000, mon ami Christian Verger proposa
de faire de Français médical une véritable liste de diffusion,
hébergée sur le serveur du Registre de dialyse péritonéale de
langue française (RDPLF), dont il assume toujours la direction avec ardeur et conviction. Ce transfert offrait de nombreux
avantages. Il permettait de quitter un serveur à accès payant
pour l’Internet grand public, d’accroître notre visibilité et le recrutement de nos abonnés et, surtout, d’ouvrir les débats à des
non-médecins : traducteurs et professeurs de traduction dans le
* Université de Montréal (Québec, Canada). Adresse pour correspondance: querins@videotron.ca.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
227
Tribuna
domaine médico-pharmaceutique, terminologues, journalistes
médicaux, étudiants en médecine ou en traduction allaient
pouvoir joindre et enrichir nos discussions. Nous attendions
et avons, de fait, obtenu beaucoup depuis à échanger entre
professionnels de la santé et experts de la langue. D’autres ont
souligné l’intérêt d’une telle interaction.1
La liste Français médical a donc depuis quatre ans « pignon sur Internet », ses objectifs étant présentés à l’intention
de tous les internautes dans une page d’accueil sur le site du
RDPLF <www.rdplf.org/fm/pagefm.html>, aisément repérée
par les moteurs et portails de recherche. Les intéressés peuvent
s’inscrire librement à condition de remplir et de retourner une
petite fiche précisant leur profession et la façon dont ils ont
appris l’existence de la liste. Celle-ci compte à l’heure actuelle
environ quatre-vingts abonnés, surtout de France, mais aussi
de Belgique, du Québec et d’ailleurs dans le monde. Quelquesuns, traducteurs dont une des langues de travail est le français
et autres francophiles, sont nés ou se sont établis dans d’autres
pays. Encore aujourd’hui, la majorité des abonnés sont mé-
228
<www.medtrad.org/panacea.html>
decins, mais les autres professions que nous espérions attirer
sont aussi représentées, à l’exception notable et déplorée des
infirmières.
Quel est l’avenir de Français médical, familièrement appelée francmed? Force est d’admettre que la liste est beaucoup
plus calme aujourd’hui qu’à ses débuts. Cela n’est peutêtre pas étranger au fait qu’elle n’a jamais vraiment eu de
fonction utilitaire : la vocation première de francmed, celle
qui l’anime encore, a toujours été de débattre librement du
français médical, plutôt que d’apporter efficacement des solutions à des problèmes langagiers ponctuels, comme le font
quotidiennement d’autres listes destinées spécifiquement
aux traducteurs. Le noyau d’abonnés de la première heure
a peut-être un peu l’impression que l’on a fait « le tour du
jardin » des débats possibles : je ne suis pas encore, cependant, prêt à me ranger à cette conclusion. Je préfère croire
que la flamme de francmed ne demande qu’à être ravivée,
éventuellement par l’arrivée de nouveaux abonnés : avis aux
intéressés!
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Tribuna
Estudio descriptivo inglés-español de las metáforas
en el lenguaje del radiodiagnóstico médico*
Beatriz Méndez Cendón**
Resumen: La metaforización es uno de los mecanismos más útiles a los que se recurre en el lenguaje médico ante la necesidad de designar los nuevos conceptos que constantemente surgen con el desarrollo científico y tecnológico. Se suele apuntar que con el empleo
de las metáforas en el discurso médico se evita la utilización de términos oscuros y complicados y se facilita la identificación de los
conceptos, al utilizar asociaciones presentes en la lengua común y conocidas por todos. Sin embargo, en este artículo demostramos que
con el uso de las metáforas no siempre se cumple este ideal de transparencia en el lenguaje, sino más bien se dificulta la comprensión
del significado.
En nuestro artículo identificamos y describimos las metáforas utilizadas en el campo del radiodiagnóstico para denominar
distintos signos radiológicos visualizados en la imagen. Para tal fin, utilizamos un corpus electrónico compuesto por artículos
médicos en inglés y en castellano publicados en dos prestigiosas revistas de radiología, una norteamericana y otra española.
Clasificamos las metáforas identificadas desde un punto de vista temático y las analizamos desde un punto de vista conceptual. El fin último de nuestro estudio es contribuir a una mejor comprensión del uso metafórico en medicina para, así, poder
proporcionar una serie de pautas que puedan aplicarse a su traducción.
An English-Spanish descriptive study of metaphors in the language of medical diagnostic imaging
Abstract: Creating metaphors is a very useful process for designating the new concepts that are constantly emerging in medicine due
to technical and scientific progress. It is generally said that the use of metaphors in medical language helps avoid terms that are obscure and complicated and contributes to intelligibility and transparency in language, since metaphors draw on common associations
everyone is familiar with. However, we demonstrate that metaphorical terms don’t always lead to linguistic transparency and can, in
fact, make understanding more difficult.
In this study we identify and describe the metaphors used in the field of diagnostic imaging to designate different radiographic signs seen in the images. For this purpose we compiled a million-word electronic corpus of medical papers written
in English and Spanish and published in two prestigious journals, one from the United States and the other from Spain, in
order to extract a list of metaphorical designations for these signs in both languages. The metaphors are classified thematically
and described conceptually. The fundamental premise behind this research is to help better understand metaphorical uses in
medical language in order to establish some useful guidelines for translating these metaphorical terms.
Palabras clave: metáforas, lenguaje médico del radiodiagnóstico, traducción, corpus electrónico comparable. Key words: metaphors, diagnostic imaging language, translation, comparable electronic corpus.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 229-231.
1. Introducción
La metáfora es un recurso de formación de términos en el
lenguaje médico que establece una analogía entre el concepto
designado y un objeto familiar perteneciente a la realidad del
hablante. De hecho, la metaforización es uno de los procesos
más importantes, útiles y productivos a los que se recurre
en los lenguajes científico-técnicos ante la necesidad de dar
nombre a los nuevos conceptos. En estos lenguajes las metáforas se forman mediante el procedimiento de la «terminologización», técnica que consiste en que una unidad léxica ya
conocida, a menudo perteneciente a la lengua común, recibe
un significado suplementario, así como otras características
como la tecnicidad y la pertenencia a un sistema terminológico.
Por ejemplo, en «la memoria de un ordenador» se transfieren
actividades y propiedades que sólo se atribuyen al hombre;
esta adaptación se fundamenta en un uso metafórico de la
palabra memoria dentro del campo de la informática.
En el campo médico las asociaciones indirectas o metafóricas son, de hecho, muy antiguas. López Piñero y Terrada
Ferrandis (1990: 17) nos presentan algunos ejemplos en su
libro, como las raíces carcin- y cancer- que proceden del griego
y del latín respectivamente y significan «cangrejo». Se basa-
* Este estudio resume y amplía algunos planteamientos recogidos en mi tesis doctoral, titulada «Estrategias fraseológicas en el género discursivo
de los artículos científicos médicos en lengua inglesa», dirigida y supervisada por Purificación Fernández Nistal.
** Instituto de Terminología Bilingüe y Traducción Especializada (ITBYTE), Universidad de Valladolid (España). Dirección para correspondencia: cendon@lia.uva.es.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
229
Tribuna
ban en el supuesto parecido de algunos cánceres de mama con
este animal.
En el lenguaje médico existen muchos términos metafóricos creados a partir de la metaforización de uno de sus elementos. Estos términos metafóricos aparecen por la necesidad
de denominar y entender nuevos conceptos y de transmitir el
mensaje de una forma más efectiva. Podría incluso afirmarse
que las metáforas contribuyen a facilitar la comunicación entre
los expertos médicos.
La mayoría de las denominaciones metafóricas en medicina se establecen por su semejanza con algún tipo de objeto
existente en la realidad. Así, por ejemplo, en el campo del radiodiagnóstico encontramos numerosas metáforas empleadas
para denominar una serie de signos radiológicos que presentan
los pacientes sometidos a diversas técnicas diagnósticas.1 En el
siguiente apartado nos centramos en el proceso de formación
de estas metáforas y en su posible clasificación.
2. Métodos
Las metáforas que analizamos a continuación se han extraído de un corpus electrónico comparable inglés-español
que hemos compilado para tal fin.2 Dicho corpus, que consta
aproximadamente de 1 000 000 de palabras, se compone de
artículos de investigación médica publicados en dos revistas
muy populares en el campo del radiodiagnóstico: Radiology
y Radiología. La primera es la revista oficial de la RSNA
(Sociedad Radiológica de Norteamérica); la segunda es la revista oficial de la SERAM (Sociedad Española de Radiología
Médica).
En una investigación anterior apuntamos que muchos términos metafóricos de este campo designaban distintos signos
médicos visualizados por imagen. De forma más específica, en
el lenguaje de esta parcela médica se utilizan dos métodos fundamentales para la designación de estos signos: uno de ellos
consta de la denominación del signo por medio del órgano en
el que está localizado, por ejemplo, los términos ingleses colon
cut-off sign y bladder sign; el otro procedimiento se basa en
el establecimiento de una analogía entre la forma que adquiere
el signo en la imagen y la de un objeto familiar perteneciente
a la realidad cotidiana del hablante. Este último procedimiento
da lugar a una gran cantidad de metáforas en el discurso del
radiodiagnóstico médico.
3. Resultados
Para realizar el análisis y clasificación de estas metáforas
hemos procedido en primer lugar a su identificación en el
corpus empleando el programa de concordancias KWIC3 de
WordSmith Tools, paquete informático creado por Mike Scott,
de la Universidad de Liverpool (Reino Unido).4
Los datos extraídos de las concordancias KWIC apuntan
que la mayoría de estas metáforas son morfológicas, por establecer una comparación con formas y estructuras conocidas de
la vida diaria.5 Basándonos en la clasificación de Salager-Meyer (1990: 151), las metáforas identificadas en nuestro corpus
pueden agruparse en cinco categorías, atendiendo al tipo de
comparación establecida:
a) Metáforas arquitectónicas, por ejemplo cupola sign
230
<www.medtrad.org/panacea.html>
b)
c)
d)
e)
y double wall sign en inglés; «signo del doble arco»
y «signo de la doble pared» en español.
Metáforas geomórficas: en inglés tip of the iceberg
sign y double channel sign; en español «signo de la
noche estrellada» y «signo de la media luna».
Metáforas fitomórficas, tal es el caso de water lily
sign y apple core sign en inglés; «signo de la nuez
cascada» y «signo del pedículo» en español.
Metáforas anatómicas, por ejemplo, kissing liver
and spleen sign y shoulder sign en inglés; «signo
en huella de dedo» y «signo del pezón pilórico» en
español.
Metáforas zoomórficas, como dog’s ears sign y spider web sign en inglés; «signo del pico de pájaro» y
«signo de la cobra» en español.
Además, podríamos añadir tres categorías adicionales a esta
clasificación, según los datos obtenidos del corpus:
f)
Metáforas alfanuméricas; tal es el caso de inverted-3
sign e inverted-V sign en inglés; «signo de la U invertida» y «signo de la doble uve y del infinito» en
español.
g) Metáforas geométricas. Por ejemplo, ellipse sign y
triangle sign en inglés; «signo de la espiral» y «signo del cono invertido» en español.
h) Metáforas de la cultura material. Un alto porcentaje
de las metáforas encontradas en las dos lenguas pertenecen a la denominada «cultura material» (material
culture), que abarca un amplio espectro de objetos
manufacturados. Los signos metafóricos englobados
en esta categoría son de tres tipos: 1) los que se
refieren a objetos ideados por el hombre: hay fork
sign, flashlight sign y spokewheel sign, y en español
«signo de la hoz» y «signo de la bombilla»; 2) los
que aluden a deportes y objetos utilizados en los
mismos, como football sign y tennis racquet sign,
o en español «signo del bumerán» y «signo de la
diana»; 3) y, finalmente, los que establecen una analogía con alimentos, como sandwich sign y Danish
pastry sign en inglés; «signo del caramelo de feria»
y «signo del espagueti» en español.
4. Comentarios
En este estudio hemos identificado ocho grupos de metáforas en el lenguaje del radiodiagnóstico médico compuestas
por un núcleo no metafórico sign/signo y por un modificador
metafórico. Por tanto, desde un punto de vista estructural, los
signos identificados en los textos pueden calificarse como
«parcialmente metafóricos».6
Asimismo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que se
trata de metáforas transparentes, porque establecen una comparación con objetos de la realidad cotidiana familiares para los
médicos. Esta transparencia, sin embargo, queda en entredicho
cuando se intenta deducir el significado del signo radiológico
a partir de su denominación. En este sentido, la denominación
no clarifica el tipo de enfermedad que se detecta por medio
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
del signo. Por ejemplo, el «signo de la cabeza de cobra» es un
indicio de una enfermedad del uréter denominada ureterocele
(dilatación quística del extremo inferior del uréter); no obstante, la denominación propia del signo tan solo hace referencia a
un tipo de imagen densa de configuración oval.
Por lo tanto, observamos que las metáforas que denominan
signos radiológicos han perdido su referente original y se han
lexicalizado. Por esta razón, los médicos utilizan estas metáforas
hoy en día sin ser conscientes del contenido encerrado en su
imagen, aunque lo entienden perfectamente. Por otra parte, para
un lego estas metáforas lexicalizadas se reconocen sólo en su forma lingüística, pero no en su forma conceptual. Por lo tanto, en
las metáforas que designan signos radiológicos no se cumple el
ideal de claridad y transparencia que se refleja en otros términos
médicos de procedencia grecolatina. Son metáforas lexicalizadas
dentro de su dominio, y su interpretación implica discernimiento
por parte del lector no experto.
En otro orden de cosas, desde un punto de vista traductológico, el análisis de los signos radiológicos equivalentes en las dos
lenguas proporcionados por las concordancias KWIC muestra
que la mayor parte de los signos metafóricos del español son
traducciones literales del inglés y, por tanto, predecibles. Algunos
ejemplos son: halo sign → «signo del halo»; dog’s ears sign →
«signo de las orejas de perro»; inverted V sign → «signo de la V
invertida»; spaghetti sign → «signo del espagueti», y arrowhead
sign → «signo de la punta de flecha». No obstante, en ciertas
ocasiones el signo radiológico en español no se corresponde con
su equivalente detectado en inglés; tal es el caso del «signo del
ojo de buey», cuyo equivalente en inglés es bull’s eye sign. Este
signo hace referencia a un tipo de lesión producida en el intestino que da lugar a la enfermedad de Crohn y que aparece en la
imagen radiográfica en forma de ojo de toro para el especialista
anglófono. Para el español, por el contrario, se asemeja a un ojo
de buey, de ahí su denominación. Esto es, el prototipo del objeto
evocado en el signo varía dependiendo de la percepción que de
ese objeto tengan la comunidad médica anglófona y la hispana.
En definitiva, por lo que acabamos de exponer y por la
consulta con algunos radiólogos, nuestra impresión es que los
especialistas españoles suelen traducir literalmente del inglés los
signos radiológicos metafóricos en los escritos, y este uso hace
que, además, se incorporen a su jerga médica cotidiana.
Nos gustaría concluir nuestro estudio apuntando que sería
interesante abrir nuevas líneas de investigación en la traducción
de las metáforas médicas: por ejemplo, si se usan distintas metáforas en el español médico peninsular y en el iberoamericano
para designar el mismo concepto o si el uso de una denominación
metafórica varía de un registro médico a otro. De todos modos,
esperamos que con este estudio hayamos contribuido a una mejor
comprensión de la terminología metafórica utilizada en un campo médico tan puntero como es el del diagnóstico por imagen.
Notas
1
Según Gonzalo Sanz (1999: 1106) el signo es la manifestación de una
enfermedad perceptible por el observador, que una vez evaluada será
un factor de diagnóstico.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Los corpus comparables contienen textos de temática muy similar
y redactados originalmente en dos o más lenguas. Además, en los
corpus comparables, los textos en las distintas lenguas presentan
numerosas semejanzas para que puedan equipararse en el plano
interlingüístico.
3
Una concordancia KWIC nos proporciona todas las ocurrencias, o
apariciones, de un término clave, o de búsqueda, en el corpus electrónico. El término clave aparece en el centro de la pantalla, y a su
izquierda y derecha aparece su contexto lingüístico. Además, dicho
contexto puede ordenarse alfabéticamente, lo que facilita la identificación de rasgos combinatorios interesantes.
4
Para más información sobre este programa y para obtener una versión demo, consúltese <www1.oup.co.uk/elt/catalogue/Multimedia/
WordSmithTools3.0/download.html>.
5
Seguimos la terminología empleada por Salager-Meyer en su artículo
(1990).
6
Gréciano (1997: 40) también llegó a esta conclusión al analizar una
serie de metáforas empleadas en el discurso médico francés de la
electrocardiografía: «La metáphore langagière, figée dans le formatif
général, est plus souvent collocataire : pointe, axe, dôme, cupule,
dents de scie, petits / gros grains, larges mailles que collocateur:
bruit, salve, rafale».
2
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231
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
El zigzag retórico en el artículo biomédico inglés:
evasiones, acometidas y contraataques*
Gustavo Mendiluce Cabrera y Ana I. Hernández Bartolomé**
Resumen: En este artículo presentamos una aproximación al discurso médico escrito, poco habitual en la investigación lingüística en español. Nuestro objeto de estudio es el nivel retórico de las Discusiones de los artículos biomédicos. Más concretamente, nuestra atención se centra en lo que hemos denominado el «zigzag retórico», una estrategia argumentativa que consiste en
lograr un difícil equilibrio dinámico entre a) el respeto a los logros de otros investigadores miembros de la comunidad biomédica y b) la reivindicación de los méritos de la propia investigación. Para ello, los autores científicos recurren a determinadas
expresiones atenuantes e intensificadoras, que combinan hábilmente con marcadores discursivos de oposición y consecuencia.
Nuestra intención es, pues, analizar ejemplos reales de estos tres elementos a fin de que el lector sea consciente de su importancia, aprenda a identificarlos y sepa usarlos de un modo eficaz en inglés.
Rhetorical zigzag in English biomedical research articles: escapes, assaults and counterattacks
Abstract: In this article, we present an approach to medical written discourse that is uncommon in Spanish linguistic research.
We are concerned with the rhetorical level in the Discussion sections of biomedical research articles. More particularly, we
focus on “rhetorical zigzag”, an argumentative strategy that seeks a dynamic balance between (a) a respectful attitude towards
the findings of other members of the biomedical community and (b) positive claims regarding the value of one’s own research
findings. In order to achieve this difficult balance, biomedical writers employ certain expressions that either soften or intensify
and that are also skilfully combined with discourse markers of contrast and consequence. Thus, our aim is to analyse authentic
examples of those three elements so that the reader may become aware of their importance, learn how to identify them, and use
them effectively in English biomedical writing.
Palabras clave: artículo biomédico, zigzag retórico, atenuantes, intensificadores, conectores. Key words: biomedical research paper,
rethorical zigzag, hedges, boosters, discourse makers.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 232-243.
1. Introducción
Puede chocar al lector la terminología bélica del título, a primera vista extraña en una publicación de medicina y traducción; pero nos ha parecido sugerente emplear la metáfora para
plantear el artículo biomédico como una batalla dialéctica.
Conscientes de que podemos estar acreciendo la sorpresa inicial al referirnos en tales términos argumentativos a un género
del lenguaje científico, considerado puramente informativo
por antonomasia, procederemos a justificar una concepción de
la ciencia menos objetiva y más persuasiva.
La ciencia es una explicación racional de la realidad cuyo
objetivo es la búsqueda de la verdad; no obstante, no puede
escapar de un cierto grado de subjetividad al menos por
dos razones: 1) la ciencia parte de la realidad aprehendida,
que no es la misma para todo el mundo, y 2) la ciencia, en
cuanto explicación, es interpretación. En palabras del manual de estilo de Medicina Clínica: «La verdad explicativa,
la propia de la ciencia, está construida por el sujeto, y por
eso no es nunca absoluta, es siempre, de algún modo, rela-
tiva».1 En esta misma visión coinciden destacados estudios
de la sociología de la ciencia y la retórica de la ciencia2,3
que han demostrado que el discurso científico no es un
mero reflejo objetivo de la actividad científica, sino que,
por el contrario, el conocimiento científico depende en gran
medida de la argumentación, ya que se trata de persuadir al
resto de la comunidad científica de la validez de la hipótesis
presentada. Para lograr este objetivo se buscan la máxima
precisión, objetividad y claridad, como es lógico, pero
también se busca presentar los resultados de la manera más
convincente posible. Se trata, en suma, de convencer a la
comunidad científica internacional de la validez universal
de una hipótesis. De ahí que el artículo biomédico, al igual
que cualquier otro artículo de investigación, no sea un género exclusivamente informativo. Dwight Atkinson se expresa
con esta claridad al respecto:4
The research report, far from being the mere transcription
of empirical events, may best be viewed as an on-going,
* Instituto de Terminología Bilingüe y Traducción Especializada (ITBYTE), Universidad de Valladolid (España). Dirección para correspondencia:
gustavom@itbyte.uva.es.
** Departamento de Filología Inglesa. Universidad de Valladolid (España).
232
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
developing solution to a rhetorical problem —how to
convince those not directly privy to the events and the
study that one’s findings are accurate and meaningful.
Por lo tanto, el investigador debe ser siempre consciente de
que su artículo ha de cumplir una doble función, informativa y
persuasiva, siguiendo para ello una serie de normas y convenciones que constituyen al mismo tiempo una guía y un corsé.
Tales dificultades son progresivamente más fáciles de superar
en la medida en que el autor participe más a menudo en su comunidad discursiva, ya que esta práctica le hará familiarizarse
con «las reglas del juego»; es decir, cuantos más artículos lea
y redacte, más efectiva será su producción escrita.
2. Objetivo
El objetivo principal del presente artículo es llamar la atención sobre una serie de estrategias retóricas muchas veces
relegadas a un segundo plano en favor de la terminología o
de aspectos sintácticos. Desde hace décadas, el análisis de los
lenguajes especializados, como lo es el médico, se ha centrado
en cuestiones puramente formales. Buenas muestras de esta
tendencia son la abundancia de los estudios léxicos, la mayoría
sobre los anglicismos5,6 y la influencia de prefijos grecolatinos,7,8 y de los trabajos que abordan elementos morfosintácticos, como la voz pasiva.9,10
Sin embargo, como señala Bhatia,11 en los últimos años
ha ido creciendo paulatinamente el número de estudios pragmáticos que adoptan una postura funcionalista y global del
discurso especializado. Dicho de otro modo, esta concepción
actual no toma como unidad de análisis la oración, sino el
discurso, al que se enfrenta partiendo no de las formas, sino
de las funciones que en él desempeñan determinados elementos lingüísticos. John Swales y Vijay Bhatia son los representantes clásicos de esta línea teórica aplicada a los géneros
discursivos en lengua inglesa, que ha producido frutos muy
importantes desde principios de la década de 1990.11,12 Por
el contrario, salvo la prolífica y destacada obra de SalagerMeyer,13-16 apenas hay trabajos contrastivos inglés-español
que adopten esta postura para analizar el discurso médico
escrito.17,18
En consecuencia, el presente artículo nace con la finalidad
de acercar al lector a diversos elementos pragmáticos de considerable importancia en la redacción o traducción de artículos
biomédicos. Más concretamente, pretendemos que el lector
conozca y comprenda cómo funciona lo que hemos denominado el ‘zigzag retórico’.19 Como su propio nombre indica,
esta estrategia argumentativa consiste en introducir en el hilo
discursivo continuos puntos de inflexión, que los autores del
artículo han de lograr mantener hábilmente en un equilibrio
dinámico que oscila entre dos puntos distantes, cuando no
opuestos. Esta tensión discursiva se debe a que los científicos
han de tratar de equilibrar la reivindicación de los hallazgos
de su investigación personal con el respeto a la investigación
de sus colegas, miembros de la comunidad biomédica. Este
toma y daca argumentativo, vaivén discursivo o zigzag retórico obliga a los autores a realizar movimientos «ofensivos» y
«defensivos», de ahí que en el título hablemos de evasiones,
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
acometidas y contraataques. A veces los autores consideran
que lo mejor es reducir su grado de compromiso con alguna
afirmación de su artículo y procuran evadirse mediante el uso
de expresiones atenuantes (en inglés, hedges). En cambio, en
otras ocasiones pretenden exhibir ante la comunidad biomédica el valor de algún resultado o la seguridad de determinados
asertos; es entonces cuando acometen, por así decirlo, con el
uso de expresiones intensificadoras (en inglés, boosters), que
agitan orgullosos en la batalla dialéctica cual estandartes de
caballeros medievales dispuestos a entrar en combate. Pero el
eje de evasiones y embestidas, el engranaje que permite buena
parte de esas piruetas argumentativas que conforman el zigzag
retórico son los conectores contrastivos y consecutivos. A la
ejemplificación y comentario contextual de estas unidades
lingüísticas —atenuantes, intensificadores y conectores contrastivos y consecutivos— es a lo que dedicamos el análisis
de este artículo.
3. Metodología
Para alcanzar dicho objetivo hemos compilado un corpus
de textos médicos. Se trata de un corpus pequeño, integrado
por 12 «Discusiones»a extraídas de sus respectivos artículos
biomédicos. Puesto que la finalidad no es realizar un estudio
estadístico de frecuencias, sino ofrecer una aproximación a
diversas estrategias retóricas y argumentativas, no se requiere
un corpus de gran tamaño. Por otra parte, nuestros parámetros
de análisis, esto es, los elementos lingüísticos en que vamos a
centrar nuestra atención, son muy específicos, pues están muy
definidos: desde el género o subgénero discursivo (la Discusión de artículos biomédicos originales), hasta la temática
(medicina), pasando por el emisor y el receptor (miembros de
la comunidad biomédica y, por tanto, expertos en la materia).
Como es natural, un corpus que se construye con estos criterios tan específicos no puede ser igual que el diseñado para
estudiar, pongamos por caso, palabras de la llamada ‘lengua
general’.21
De todos modos, para aumentar las probabilidades de que
los ejemplos comentados en este artículo puedan ser de interés
para el lector, en nuestra selección de publicaciones hemos
combinado números actuales de revistas de medicina general,
interna y de especialidades, todas ellas con un alto factor de
impacto en su categoría. Aunque al final del artículo recogemos la referencia completa de los doce artículos, listamos a
continuación las fuentes textuales utilizadas, ordenadas alfabéticamente y con su factor de impacto entre paréntesis (según
la edición del 2003 del Journal Citation Reports):
•
•
•
•
Circulation (11,164), revista semanal sobre el sistema circulatorio;
Lancet (18,316), semanario de medicina general e
interna;
New England Journal of Medicine (34,833), revista
de medicina general e interna con periodicidad semanal;
Journal of Clinical Oncology (10,864), publicación
de carácter quincenal sobre oncología.
233
Tribuna
De estas cuatro revistas seleccionamos algunos fragmentos
de interés que analizamos en el siguiente apartado. Para facilitar la identificación de los distintos elementos que integran
la estrategia retórica, empleamos un código de colores: las palabras o expresiones que funcionan como intensificadores las
marcamos en rojo; en azul, los atenuantes; en verde oscuro,
los conectores contrastivos, y en verde claro, los conectores
consecutivos.
Finalmente, el orden en que presentamos los ejemplos responde a la disposición habitual de diversas funciones retóricas
existentes en la Discusión del artículo biomédico original. A
pesar de que las funciones de la Discusión varían en términos
cualitativos y cuantitativos según los estudiosos,24,25 nosotros
hemos identificado las siguientes: 1) introducción general,
2) comparación informativa, 3) hipótesis explicativas, 4) importancia de la investigación, 5) limitaciones de investigación, 6)
conclusiones y 7) futuras líneas de investigación. Naturalmente,
ni su presencia es obligatoria ni su disposición es necesariamente la misma en todos los artículos que aquí recogemos.
No obstante, creemos que esta lista puede aceptarse como un
razonable punto de partida.
4. Análisis
4.a. Introducción general
Pese a que la Discusión siempre tiene la misma función,
la forma en que se presenta la información no siempre es la
misma. Este hecho se refleja en ocasiones ya desde el principio de la sección. Una forma de empezar este apartado es a
modo de Introducción. De esta manera, la carga significativa
se presenta partiendo de lo más general hasta terminar con lo
más particular:
[1] During the last two decades, the use of preoperative
chemotherapy has steadily increased for those with
locally advanced or inflammatory breast cancers that were
believed to be inoperable. However, now that numerous
studies have demonstrated the association between
response to preoperative chemotherapy and survival, it is
reasonable to consider primary chemotherapy for earlier
stage breast cancer patients. Preoperative chemotherapy
not only provides this important prognostic information
but also allows assessment of the tumor’s sensitivity
to chemotherapeutic agents and can increase the rate
of breast preservation. This study was undertaken
to determine whether the use of an alternate noncross-resistant chemotherapy regimen, on the basis of
pathologic response to the initial preoperative regimen,
would positively impact survival [I10].
En este ejemplo, la información se expone en cuatro pasos,
que coinciden con el nivel oracional. La primera oración presenta la situación general de la investigación en ese campo
de modo objetivo. Inmediatamente después, se indica la laguna de dicha investigación. Como el tema ya no es el mismo,
el autor lo hace notar introduciendo un marcador contrastivo
(however) para mostrar que no todo está investigado en ese
campo, sino que aún hay vacíos por llenar. La primera parte de
234
<www.medtrad.org/panacea.html>
dicha frase destaca la importancia de los resultados logrados
por medio del adjetivo numerous y un verbo de objetividad
científica (demonstrated); la segunda parte señala las futuras
líneas a seguir, lo que se convierte en hipótesis de su propio
estudio. Una vez definido el tema concreto a estudiar, la tercera frase subraya la relevancia de la investigación enfatizando
las dos ventajas principales del estudio (not only... but also);
es decir, acomete en el campo que le es favorable. Finalmente,
se expone el objetivo de la investigación propia en pasado,
puesto que ya se ha llevado a cabo. Dicho objetivo se presenta
mediante un verbo típico del discurso científico (determine),
seguido de una oración hipotética en la que encontramos dos
atenuantes que potencian dicho tono especulativo, como son la
conjunción whether y el auxiliar modal would.
En definitiva, la Discusión resume lo expuesto en la «Introducción» del artículo y recurre al contraste para destacar el
vacío cognitivo que el científico va a investigar, a los intensificadores para destacar la importancia de ese vacío y a los
intensificadores combinados con atenuantes para formular el
objetivo de su propio estudio (importante pero hipotético al
mismo tiempo).
Sin embargo, es más frecuente que la Discusión comience
destacando los resultados principales obtenidos en el estudio,
que en el ejemplo llaman conclusions, aunque más comúnmente suelen denominarse findings o results.
[2] The main conclusions from this report detailing the
12-month TAXUS-IV results are as follows: (1) The
relative benefits of the polymer-based, slow-release, paclitaxel-eluting stent in reducing TLR, TVR, and major
adverse cardiac events previously reported at 9 months
are preserved and continue to increase at 1 year. (2) Between 9 and 12 months, not only were further reductions
apparent in the rates of repeat revascularization procedures in patients treated with the TAXUS stent compared
with the bare-metal control stent, but as a result, there
were also significantly fewer myocardial infarctions. (3)
TLR rates were reduced significantly with the TAXUS
stent across a broad spectrum of complex patient and
lesion types, including large and small vessels, short and
long lesions, and in patients with and without diabetes.
(4) No safety concerns became apparent in patients treated with the paclitaxel-eluting stent during this extended
follow-up period. [I02].
Así pues, la Discusión empieza resaltando los hallazgos
con el adjetivo main, y seguidamente los expone de manera
clara y ordenada, recurriendo a la numeración de cada uno de
ellos. ¿Cómo se exponen estos resultados? En función de la
importancia que los autores les quieran conferir. En el primero
son precavidos y se muestran cautos con relative benefits,
mientras que en el segundo acometen con la fuerza correlativa
de not only... but [...] also, expresión reforzada, a su vez, por
el conector consecutivo as a result. Queda claro, pues, que los
autores consideran dicho punto de máxima importancia. En el tercero, el énfasis se encuentra en including, que especifica el
broad spectrum de pacientes y lesiones. Finalmente, el cuarto
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
punto no presenta intensificación alguna, ya que en este contexto el adjetivo apparent ha de interpretarse como ‘visible’ y
no como ‘evidente’.20
Por tanto, los autores atacan con toda la artillería pesada allá
donde quieren que se fije el lector —en los resultados que les
son favorables y dan valor a su investigación—, mientras que
pasan de puntillas por aquellos aspectos menos reseñables.
La libertad en la exposición de los datos se manifiesta en
la redacción de los autores: éstos siempre seleccionarán el
formato que les resulte más favorable y otorgue mayor preeminencia a los resultados de su propio estudio, como vemos
a continuación:
[3] Allografts can substantially improve the quality of
life. Our investigation, however, demonstrates that infection acquired through bacterial contamination of allografts may result in substantial complications or death.
Furthermore, our findings suggest that current federal
regulations and industry standards for processing and
testing allograft tissue need to be enhanced to prevent
allograft-associated infections [I08].
La sección empieza ensalzando la valía de los aloinjertos
con el adverbio substantially. Sin embargo, los autores dan
un giro a la argumentación y ponen en tela de juicio sus beneficios. ¿Cómo? Introducen el contraste con however, que
supone un zigzagueo en su exposición. Destacan su autoría
del estudio y le otorgan validez científica mediante la forma
verbal demonstrates. Para no mostrarse arrogantes, atenúan
su aseveración con el modal may, pero acto seguido vuelven
a acometer con el adjetivo substantial. No es casualidad que
este adjetivo pertenezca a la misma familia léxica que el
adverbio con el que se abre la Discusión. Esto quiere decir
que el factor positivo que esta palabra transfería al primer
enunciado («substantially improve the quality of life») se
convierte en negativo en el segundo («substantial complications or death»).
Ganada esa primera batalla discursiva, los autores siguen
arremetiendo con la fuerza de su pluma a favor de su legado
científico. El zigzagueo se muestra favorable, y lo refuerzan
con un marcador aditivo (furthermore). Aún tienen más argumentos. Recalcan una vez más su autoría con el posesivo y,
para evitar ser pedantes, modulan un poco la fuerza asertiva
por medio del verbo suggest. No obstante, no dan tregua al
lector y antes de finalizar la oración insertan el modal need
to para demostrar la necesidad de inaugurar líneas futuras
partiendo de su estudio.
El párrafo en su conjunto es un claro ejemplo de cómo los
autores pueden dan un giro de 180º a su argumentación para
convencernos de la valía de su estudio.
4.b. Comparación informativa
Las comparaciones informativas ofrecen un terreno adecuado para plasmar la metáfora bélica que hemos propuesto
en el título. Además, resultan decisivas en la argumentación
académica: son casos muy evidentes de confrontación donde
los autores deben respetar los conocimientos establecidos y
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
los hallazgos de sus colegas, a la vez que han de defender la
valía de sus propias aportaciones. Por ello, han de ser muy
cautos tanto en sus juicios y postulados como en la forma
expositiva de su prosa.
La comparación se puede establecer a distintos niveles,
como vamos a ver en este apartado. Los casos más frecuentes
son los de oposición de la investigación ajena y la propia,
como en el siguiente ejemplo:
[4] Dual-gating techniques from a number of centers
have conclusively proven Doppler ultrasound to be capable of differentiating emboli from artifacts, whereas
a prospective cohort study from our unit demonstrated
that post-CEA emboli are exclusively particulate [I01].
En primer lugar, se muestra la ajena como argumento establecido y definitivo con conclusively y proven para, a renglón
seguido, rebatir el argumento. El zigzagueo contrapone la investigación propia con el marcador contrastivo whereas. Este
punto de inflexión marca el paso a la defensa de su investigación destacándola con un posesivo e intensificándola de igual
modo que la anterior: demonstrated, al igual que proven, es un
verbo de empirismo científico, esto es, un verbo que transmite
la idea de que las afirmaciones están basadas en pruebas rigurosamente científicas; por su parte, exclusively es un adverbio
enfático en ambos ejemplos. El resultado final es que la oración presenta dos proposiciones argumentadas de manera muy
similar y diferenciadas por un elemento contrastivo.
Dependiendo de los resultados obtenidos, la comparación
de la investigación propia y la ajena se puede plantear desde
otro punto de vista, de forma que los autores recurran a los
conocimientos preestablecidos para desarrollar la argumentación.
[5] Although we cannot assign a mechanism for the improved outcome with increased node count, other studies
suggest that variations in the number of nodes identified
per specimen are not related specifically to pathologic
examination but to variations in the extent of the lymphadenectomy [I12].
En esta ocasión, ante la limitación del estudio propio, se
recurre a otros estudios para defender una idea en su artículo.
Así pues, la oración comienza con el elemento de contraste
(although), que plantea la limitación propia para pasar a defender la idea de otros estudios. El contraste es menos marcado
que en el ejemplo anterior, por lo que el acento recae sobre la
valía de los demás estudios en detrimento de las limitaciones
de la investigación propia. Como los autores no lo pueden
constatar, el enunciado referente a los otros estudios se realiza
con el verbo suggest; esto indica que se lavan las manos y eluden
el compromiso de la afirmación. Dentro de ella, podemos encontrar cómo el énfasis de specifically se contrapone al matiz
adversativo de but.
Por lo tanto, la comparación entre la investigación propia
y la ajena se puede llevar a cabo bien para resaltar los logros
propios, donde abunda la intensificación y el contraste es evidente,
235
Tribuna
bien para salvar las limitaciones propias, donde se disimula
el contratiempo y se afirma con mucha cautela las aserciones
ajenas.
No obstante, la comparación también puede establecerse
en un plano más reducido y así oponer los resultados del propio estudio:
[6] Of note, whereas the difference in absolute TLR
event rates between treatment arms continued to grow
from 9 to 12 months (from 8.4% to 10.7%, as seen in
Figure 2), the relative TLR risk reduction for the paclitaxel-eluting stent versus the control stent remained
constant (from 77% at 9 months to 75% at 12 months)
[I02].
En el ejemplo vemos cómo los autores han querido destacar
de manera muy evidente los resultados, por lo que comienzan
la frase con una llamada de atención al lector (of note), bien
diferenciada del resto de la oración. Es como si los autores
enarbolaran su estandarte para, en cierto modo, arremeter con
unos datos muy relevantes para la investigación. Seguidamente, el conector contrastivo separa los datos que los autores han
destacado. Resulta interesante comentar que los adjetivos de
absolute TLR event rates y relative TLR risk reduction no se
han tenido en cuenta como parte de la batalla dialéctica por su
condición de fraseología propia del lenguaje especializado.
Por otra parte, los resultados propios se pueden contraponer de manera más evidente, pero igualmente efectiva:
[7] Our estimates, based on a very large sample, demonstrate that in the current era, matching at the HLAB locus has only a minor and nonsignificant effect on
graft outcome. By contrast, our results also confirm
that better matching at the HLA-DR locus results in a
significant improvement in graft outcome [I07].
El posesivo marca en ambas oraciones la autoría de los
datos, en los que hacen hincapié los verbos demonstrate y
confirm, respectivamente. El primer dato, a su vez, se destaca
de manera significativa con los adverbios very y only. El contraste con el otro dato, no menos importante, se realiza con el
conector by contrast, que es muy gráfico, tanto en significado
como en la ubicación en el párrafo. De hecho, la oposición
se refuerza con la repetición léxica y sintáctica de las dos
proposiciones. También es destacable el caso de significant
y nonsignificant, que no se han tenido en consideración por
ser tecnicismos: en la investigación científica los valores de
relevancia estadística de un estudio vienen determinados por
unos intervalos numéricos muy concretos y consensuados
por toda la comunidad científica, por lo que el empleo de
(non)significant está exento de valoraciones personales.
En definitiva, la oposición de resultados de la investigación
propia se puede realizar llamando la atención al principio de
la frase sobre el contraste que se va a llevar a cabo, o bien
destacando un resultado por medio de la intensificación y contraponiéndolo de modo evidente a otro resultado igualmente
intensificado y de estructura paralela.
236
<www.medtrad.org/panacea.html>
Por último, la comparación se puede establecer entre los
resultados de otros estudios:
[8] The Cancer and Leukemia Group B 9344 is the
only one of the three that demonstrated a significant
disease-free survival and OS advantage to the addition
of paclitaxel, whereas the MDACC study showed a nonsignificant trend toward improved disease-free survival
with paclitaxel [I10].
Una vez más, la división entre uno y otro viene marcada
por el conector whereas, que contrasta dos enunciados. Ambos
están intensificados por el verbo con carga léxica (demonstrated y showed), y el primero, además, está reforzado por el
enfatizador only. Ambos verbos vienen determinados por el
contexto, ya que pueden manifestar otras acepciones que no
tendrían carga intensificadora, como pueden ser ‘presentar’ o
‘mostrar’.20
En resumidas cuentas, la expresión de la comparación de
datos se puede llevar a cabo de diversas formas, dependiendo
de la intención de los autores. Así pues, el contraste puede ser:
1) evidente, para subrayar ciertos datos, es decir, para contraatacar y a la vez acometer con la importancia de los datos
propios; o bien 2) sutil, para encubrir y evadir posibles limitaciones de la propia investigación, de forma que los resultados
ajenos se exponen con cautela, pero sin infravalorarlos.
4.c. Hipótesis explicativas
Como su propio nombre indica, la sección de la Discusión
es analítica y evaluadora por naturaleza. Ya señalamos en
la introducción de este artículo la importancia del elemento
interpretativo en la ciencia. Pero como es natural, dicha interpretación debe partir de una idea original o ‘esbozo’, que se
sustenta en la combinación de tres factores: la aprehensión, la
imaginación y la experiencia; dicho de otro modo, la interpretación científica parte de una hipótesis.1 Dada su extraordinaria importancia en la construcción del conocimiento científico,
en este apartado ofrecemos diversos ejemplos que ilustran
algunas estrategias retóricas frecuentemente empleadas en inglés para formular hipótesis explicativas de los resultados que
se comentan. Vayamos con la primera:
[9] Such surveillance will also allow us to see whether
the assumption holds up for brothers and sisters, and
whether misclassification of poverty status is unrelated
to maternal mortality, since this will imply that the
estimates of association shown here are conservative
[I04].
En este caso, la clave está en dos palabras. La primera,
assumption, es un sustantivo cuyo significado es próximo al
de suposición o conjetura, por lo que indica que algo se admite
basándose en indicios, sin que necesariamente existan pruebas
empíricas de ello. Se trata, pues, de algo hipotético. Lo mismo
sucede con la segunda palabra, whether, una conjunción que
presenta una alternativa, esto es, introduce la posibilidad de
dos opciones. Concretamente, en la oración que estamos coPanace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
mentando, el control permitirá resolver dos incógnitas: a) si
la suposición es válida para ambos sexos, y b) si los errores
de clasificación del grado de pobreza están relacionados o no con
la mortalidad materna. Por lo demás, en este fragmento no
encontramos más unidades lingüísticas hipotéticas reseñables,
ya que los tiempos verbales elegidos —presente (holds up,
is) y futuro (will allow/imply)— no añaden incertidumbre al
discurso.
Sin embargo, en el siguiente ejemplo sí observamos cómo, a
pesar de aparecer también un sustantivo, son los verbos los elementos que marcan el tono especulativo de un modo más claro:
[10] The improved survival rates seen with the addition
of VbMF to VACP, although not statistically significant,
suggest that the use of newer, potentially more effective
alternate regimens might be able to improve the OS
of women with breast cancer. Longer follow-up of the
previously mentioned taxane trials is awaited to evaluate
this hypothesis. The hormone receptor status also might
have influenced response to chemotherapy [I10].
El sustantivo hypothesis nomina perfectamente lo que
habían anunciado el adverbio y los verbos anteriores: los autores no hablan sino de hipótesis. En estos dos ejemplos observamos una relación directa entre sustantivos (assumption,
hypothesis), adverbios (potentially), verbos (suggest, might)
y conjunciones (whether), lo que deja bien claro que los autores
tienen a su disposición diversos recursos lingüísticos para
verbalizar las hipótesis en que basan su evaluación o interpretación de los resultados. Es más, los autores pueden matizar el grado de incertidumbre o seguridad de las conjeturas
expuestas a fin de que los lectores puedan conocer mejor la
probabilidad de que éstas sean válidas o no. En esta labor
desempeñan un papel fundamental los auxiliares modales,
que indican un mayor o menor grado dentro de la escala de
posibilidades. Así, might’es el que muestra la posibilidad más
remota. Esto implica que en el ejemplo que comentamos los
autores se afanan por presentar la hipótesis con muchas reservas: primero, porque la introducen con suggest, un verbo muy
frecuente en este tipo de contextos; segundo, porque utilizan
potentially para resaltar que se trata de una supuesta efectividad, y tercero, porque en las dos frases eligen might, lo que
confiere al enunciado el tono más hipotético posible.
En cambio, en otros casos los autores no quieren presentar
una hipótesis excesivamente remota y recurren a combinar
suggest con would, un auxiliar de valor menos especulativo
que might:
[11] Our results suggest that modifying the policies regarding kidney allocation to eliminate the priority given
to matching at the HLA-B locus would have little adverse effect in terms of graft loss. Such a change would reduce the tension inherent in the current allocation policy
by improving equity without sacrificing utility [I07].
Al lector que no esté familiarizado con las Discusiones de
los artículos biomédicos quizá le sorprenda este empleo del
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
verbo suggest, que no tiene un sujeto personal, sino inanimado, ya que son los resultados o los datos de la investigación
los que «sugieren» algo. No obstante, los autores de lengua
inglesa «usan hasta la saciedad este verbo», a veces reforzado
por adverbios como strongly o highly; esta práctica también
está muy extendida en español, donde muchas veces sería
más apropiado utilizar ‘apuntar a’, ‘indicar’, ‘recomendar’,
‘aconsejar’ o ‘proponer’, según el contexto.20 En un próximo
artículo, dedicado a las estrategias retóricas del español, abundaremos en este «sugerente abuso».
Sin embargo, hay ocasiones en que la exposición de hipótesis explicativas es algo más compleja que una mera suma
de sustantivos o verbos relacionados con la especulación y la
conjetura:
[12] Certainly, cytomegalovirus is found frequently at
autopsy of AIDS patients and could be the determinant
of death. Alternatively, reactivation of cytomegalovirus
replication could be due to impaired CD4-cell function,
so the appearance of cytomegalovirus viraemia in patients with apparently good responses to HAART might reflect defects in functional immune reconstitution
[I05].
El fragmento anterior ejemplifica muy bien cómo se imbrican perfectamente en el discurso elementos que transmiten
certeza e incertidumbre. Los autores parten de una afirmación
en la que no hay lugar para vacilaciones, como muestra desde
el principio la presencia del adverbio certainly. En cambio, en
la frase siguiente ya aparece una sombra de duda, representada
por el auxiliar modal; could introduce una posibilidad que, sin
ser remota, no es única. De hecho, justo detrás aparece otra
opción, de igual probabilidad, a juzgar por el modal que los
autores han elegido para presentarla: otra vez could. Admitida esta posibilidad, se desprende una consecuencia lógica y
racional, como es típico del razonamiento científico, marcada
en el texto por medio de so. Sin embargo, dada la inseguridad
de los autores, el verbo principal de la oración consecutiva
va precedido de might, lo que confiere al enunciado el mayor
grado de duda posible en el sistema verbal de la lengua inglesa.
La elección de este verbo se suma, además, a la de apparently.
Curiosamente, según el contexto, este adverbio puede indicar
seguridad o duda; es por ello por lo que se puede traducir como
«evidentemente, obviamente, claramente» o «aparentemente
(cosa que parece y no es); es decir, al parecer, por lo visto o
según parece».20 En este caso, nos inclinamos por la segunda opción, pues creemos que se trata de otro mecanismo de
evasión para los autores, en tanto que les permite limitar su
compromiso con la consecuencia expresada.
En consecuencia, la formulación de hipótesis explicativas
suele ser un foco de atenuantes, ya que los autores están especulando y no quieren arriesgarse a afirmar algo con rotundidad, bien sea porque carecen de los datos necesarios, bien
porque quieren dejar una puerta abierta al debate para no aparecer como unos presuntuosos ante los demás miembros de su
comunidad biomédica. No obstante, la expresión de hipótesis
puede ser algo más compleja, y por eso en algunas ocasiones
237
Tribuna
conlleva la combinación equilibrada de elementos asertivos
que transmiten duda e indeterminación, seguridad y certeza.
4.d. Importancia de la investigación
Parte de la negociación académica consiste en destacar
los resultados del propio estudio. Esta función no tiene en
consideración otras investigaciones, sino el nuevo paso que el
estudio supone para el avance de la ciencia. En definitiva, la
metáfora bélica no será tanto de batalla (evasiones, acometidas
y contraataques), sino que estará relacionada más bien con una
avanzadilla en un período de paz existente entre batallas; es
decir, el científico procurará que su investigación parezca relevante e incluso crucial para su campo de estudio, que ocupe un
lugar destacado y resulte necesaria para futuras investigaciones, y que sus resultados se conviertan en referencias a tener
en cuenta. De este modo, el autor buscará resaltar sus propios
datos, por lo que el uso de los intensificadores será clave en
esta función. No obstante, podemos encontrar varias formas de
expresar la importancia:
[13] It is important to apply the findings of this study
not only to the surveillance of small aneurysms, but also
postoperative follow-up, particularly after endovascular
repair [I03].
En este caso, observamos que la «avanzadilla» se lleva
a cabo por medio de tres intensificadores, cada uno de ellos
con una misión especial y complementaria. En primer lugar, y
encabezando la oración, nos encontramos con el adjetivo important, que añade un factor de relevancia a todo el enunciado
y advierte al lector de la crucialidad de lo que se va a exponer.
También encontramos un enfatizador correlativo como es not
only... but also, que subraya las dos posibles aplicaciones del
descubrimiento del estudio. Por último, particularly vuelve a
enfatizar la situación específica en que estos hallazgos pueden
ser importantes. Es decir, que en una sola frase se comienza
llamando la atención, se focalizan dos alternativas y se destaca como definitivo un caso concreto. Pero no es ésta la única
forma de dar importancia a la investigación propia.
[14] A long-term increase in prevalence of HPV is presumably the main reason for the rapid increase in cervical cancer death rate in young women from the 1960s
to the 1980s, but changes in several other factors could
also be relevant. These include age at first intercourse,
number of sexual partners, prevalence of other sexually
transmitted diseases, smoking, oral contraceptive use,
and parity [I06].
Otra forma de llevar a cabo esta función es de manera más
sutil. La fuerza intensificadora se conjuga con la atenuación,
ambas enfocadas a destacar la importancia del estudio. El
descubrimiento del estudio es «the main reason for...», esto
es, se intensifica en grado máximo el resultado; sin embargo,
para evitar la rotundidad del enunciado y respetar al resto de la
comunidad discursiva, el intensificador va precedido del atenuante presumably, adverbio que matiza la aseveración. Con
238
<www.medtrad.org/panacea.html>
este mismo fin se presenta la oración subordinada encabezada
por but. Este marcador contrastivo presenta otra alternativa a
dicha main reason por medio de un intensificador de importancia, como es relevant, atenuado, a su vez, por el modal could.
Esta combinación presenta la importancia de otros posibles
factores junto a la expresión epistémica e hipotética de que
esto pueda ser cierto. Cabría pensar que several fuese un atenuante indeterminado, pero el contexto no permite esta opción,
dado que los factores son enumerados en la siguiente oración.
De ahí que este tipo de análisis no se pueda descontextualizar
ni limitar a una lista de palabras predeterminada. En definitiva,
la rotundidad inicial del enunciado se matiza por medio de un
atenuante y una oración adversativa.
Como cierre de esta sección podemos afirmar que la expresión de la importancia de la investigación propia no se realiza
solamente de una única forma, sino que el científico podrá
emplear la rotundidad de los intensificadores (de importancia,
de grado alto, de grado máximo, enfatizadores) o bien matizar
dicha rotundidad mediante atenuantes e incluso marcadores
contrastivos.
4.e. Limitaciones de investigación
Parte esencial de cualquier Discusión es informar al lector
de cualesquiera limitaciones que tenga el estudio. Por sorprendente que parezca, es obligatorio —y no hacerlo supondría una
deficiencia grave— exponer con claridad todas las limitaciones de la investigación que se presenta. Sólo así los miembros
de la comunidad discursiva biomédica pueden interpretar adecuadamente los resultados obtenidos y ponderar su relevancia
y pertinencia. Así pues, desde el punto de vista de nuestro
análisis retórico-argumentativo, la exposición de limitaciones
es una de las funciones más importantes de una Discusión, ya
que concentra un buen número de conectores y matizadores,
especialmente de atenuantes, que reducen y relativizan el valor
de los hallazgos de la investigación. En el primer ejemplo vemos cómo los autores limitan la fiabilidad de las conclusiones
de estudios anteriores debido a su reducida magnitud:
[15] Previous studies have identified that AAAs appear
to expand faster in current smokers, but most of these
studies have been too small to quantify the effect reliably [I03].
De nuevo, el zigzag: aunque con cierta indeterminación
(appear), los autores presentan lo que han demostrado otros
estudios; sin embargo, inmediatamente después, introducen un
‘pero’ (but) importante tanto en términos cuantitativos, en cuanto que afecta a casi toda la literatura anterior, como en términos
cualitativos, en cuanto que la información deja de ser fiable.
Con una sola frase, los autores han invertido la importancia de
los datos de los trabajos previos al suyo. Cuando parecía que los
autores contaban con una tendencia con la que contrastar sus
resultados, la utilidad de dicha información queda en entredicho
mediante el empleo de diversas estrategias retóricas:
a) La verdadera limitación viene expresada por la construcción comparativa de valor consecutivo26 «too
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
small to quantify», que niega la reliability de la
cuantificación. Dicha limitación viene reforzada por
dos elementos discursivos más.
b) la conjunción adversativa but, señal lingüística que
nos advierte de que los autores van a poner en cuestión el enunciado anterior;
c) el intensificador most, por el cual el ámbito de la limitación se extiende hasta afectar a la validez de casi
todos los estudios. De este modo, y a pesar de que el
significado de esta palabra está más relacionado con
la expresión de un grado alto dentro de una escala
que con la expresión de importancia, los autores
consiguen reducir al máximo la relevancia informativa de la oración anterior.
Comentadas las limitaciones de la investigación ajena,
procederemos a continuación a explicar las correspondientes
de la investigación propia, mucho más frecuentes. El siguiente
fragmento es una buena muestra del abundante número de
atenuantes asociados a esta función:
[16] We did not find that a longer period of dialysis
before transplantation was detrimental to survival after
transplantation. However, there was limited statistical
power in the present study for this comparison. Although
we looked at survival only among children who survived
longer than two years after the onset of end-stage renal
disease, some residual survival bias may account for
this lack of difference; the ANZDATA Registry does not
collect enough details about coexisting conditions for us
to adjust fully for this potential effect [I09].
Se trata de una exposición de limitaciones al hilo de la
presentación de un resultado. Por tanto, no estamos ante el
típico apartado de limitaciones que suele aparecer en las
Discusiones poco antes de la formulación de conclusiones y
futuras líneas de investigación. Pese a ello, la organización
informativa es de extraordinario interés, pues ilustra maravillosamente cómo funciona el zigzag retórico. La estructura del
fragmento podría esquematizarse así:
La interpretación de las cuatro fases del gráfico sería la
siguiente: los autores exponen unos resultados (R), a los que
a renglón seguido oponen una limitación (L), que, a pesar de
intentar superar (S), ha sido imposible eliminar (L). En medio de este zigzag retórico están los conectores de oposición
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
(however y although), que facilitan al lector seguir esta continua alternancia argumentativa.
A nuestro juicio, en ese toma y daca es donde reside gran
parte de la esencia retórica de la Discusión del artículo biomédico. Por lo tanto, en este tipo de análisis hay que procurar no
quedarse en un mero recuento de unidades lingüísticas descontextualizadas. A nuestro entender, sólo con esta idea en mente
es posible comprender que en ciertas secciones del artículo
predominen unos u otros tipos de atenuantes. Concretamente,
la exposición de limitaciones se caracteriza por una enorme
variedad morfosintáctica en lo que a atenuantes se refiere, ya
que existen muy diversas clases de limitaciones: unas tienen
que ver con el tamaño de la muestra; otras, con el tipo de estudio; otras, con la disponibilidad de datos; otras, con una cantidad; otras, con un sesgo; otras, con el potencial estadístico...
Así, en el ejemplo que estamos comentando encontramos palabras directamente relacionadas con las limitaciones, como son
limited, not enough y bias. Pero también hay otros atenuantes
cuya misión es relativizar la importancia de dichas limitaciones, como ocurre con may, some o potential, que aumentan la
carga hipotética e indeterminada del discurso.
En cuanto al comportamiento de los dos intensificadores
presentes en el fragmento, es muy distinto. Mientras uno, only,
enfatiza el grado de restricción seguido en el procedimiento de
investigación, el otro, fully, aparece negado.
Parecen existir, pues, dos tipos de zigzag retórico: uno
muy evidente, marcado por los conectores contrastivos; y otro,
urdido por atenuantes e intensificadores, algo más sutil, pero
complementario.
El siguiente ejemplo está extraído del apartado de limitaciones y reúne varios elementos de interés, en cuanto que son
propios de la estructura que suele adoptar este apartado en las
Discusiones de lengua inglesa:
[17] The limitations of our study should be addressed.
First, patients were recruited from general medicine
clinics at one VA hospital. However, the VA healthcare
system is an equal access healthcare system and the
largest integrated delivery system in the country.
Second, the refusal rate for this study was 26%. Veterans
who refused to participate in this study were older
than those who agreed to participate (mean of 72 v 67
years; P < .001) but were similar with respect to race.
[...] Fourth, we did not measure the income levels of
the study participants. Over half of all VA users have
reported annual incomes below $20,000. However, it is
not known if, among veterans, there are income-related
differences in knowledge, attitudes, or beliefs toward
colorectal cancer screening [I11].
Destaca, en primer lugar, la frase introductoria. Es una
oración corta que sirve de presentación general a las limitaciones que a continuación se enumeran. Los autores dejan
claro que se van a ocupar de las limitations de su estudio y
utilizan should, un auxiliar modal que combina los matices de
intensificación y atenuación. Tras esta frase, aparece la exposición y comentario de las distintas limitaciones, encabezadas
239
Tribuna
por marcadores secuenciales (first, second...), que facilitan
al lector seguir el hilo discursivo. Este recurso, igualmente
posible y adecuado en español, es más frecuente en inglés, por
paradójica que pueda resultar esta diferencia. La razón reside
en que ambas lenguas representan dos tipos de retórica: como
han demostrado varios estudiosos,27,28 el español tiende más a
lo implícito, mientras que el inglés sigue un modelo más explícito. ¿Qué significa esto? Que la lengua inglesa, a diferencia
de las romances, prefiere un discurso más lineal, con menos
digresiones, con una estructura claramente definida, en la que
abundan los marcadores (con la excepción de los reformuladores, más numerosos en español28), con el fin de el lector siga el
texto con más comodidad.
Pero quizá lo más interesante del párrafo es la estructuración informativa que sigue, esquematizada en el siguiente
gráfico:
I
1, L → OPOS, S
2, L → OPOS, S
4, L → S, OPOS
Tras la primera frase, a modo de introducción (I), se exponen las limitaciones (L), todas ellas precedidas de un secuenciador que indica su orden (1, 2, 4). Admitida la limitación,
los autores tratan de aportar un contrapunto que minimice la
importancia de aquella, y la presentan como casi superada (S).
Este punto de inflexión va marcado en el discurso por medio
de un conector contrastivo o de oposición (OPOS), que normalmente inicia la frase, seguido de una coma.
Así, en el primer caso, however permite oponer la atenuante one al intensificador the largest: los pacientes proceden de
un único hospital, pero su sistema asistencial integrado es el
mayor del país. En el segundo caso, la tasa de rechazo es alta
(26%) y hubo diferencias de edad, mas no de raza. Esta vez la
oposición la marca solamente but. En ambos casos, los investigadores reconocen las limitaciones, pero se afanan por intentar
compensarlas, superarlas o minimizarlas.
Curiosamente, en la cuarta limitación, los autores argumentan de modo inverso a los casos anteriores. Reconocen
que no tuvieron en cuenta los ingresos de los pacientes y
tratan de compensar esa laguna con los ingresos medios de
la mayoría de los usuarios del hospital; finalmente, dan otro
giro al discurso para acabar admitiendo su desconocimiento.
De nuevo el zigzag, aunque ahora en contra de los autores del
artículo. Sin embargo, es interesante comprobar que esta vez el
reconocimiento de la laguna ha supuesto la evasión del sujeto
personal we, escamoteado o más bien diluido en una construcción impersonal como es it is not known.
Por último, veamos un extenso apartado de limitaciones al
completo:
[18] There were several limitations to our investigation.
First, we identified a relatively small number of cases. To
meet the case definition, cases had to be culture-positive.
However, according to a recent survey of U.S. infectiousdisease specialists, only 22 percent of respondents always
240
<www.medtrad.org/panacea.html>
cultured joint aspirates for anaerobic microorganisms; 39
percent rarely or never did. Second, determination of the
true rate of clostridium infection is challenging, because
patients who become symptomatic may not present to the
institution (often ambulatory surgical centers) where the
surgery was performed. Furthermore, because clinicians
presume that allografts are sterile, allografts are not usually considered a potential source of infection.
Third, most clostridium isolates obtained at the
time of tissue recovery, before processing, packaging,
or implantation, were not available to confirm species
identification. This may partially explain the discrepancy between the clostridium species isolated from blood
or surgical sites and culture results of tissues obtained
before implantation. However, the most likely reason
for this discrepancy is that agonal or postmortem bacteremia is frequently polymicrobial, and tissue contamination is not uniform.
Fourth, there are no reliable data on the number
of specific types of tissue distributed by all U.S. tissue
banks for use in estimating the incidence of clostridium
infections. We used data collected by New York State,
which licensed 17 of the largest U.S. tissue banks that
processed musculoskeletal tissue in 2001, including
Tissue Bank A. Thus, we may have overestimated
the market share of Tissue Bank A and consequently
underestimated the risk ratio of clostridium infections
associated with this tissue bank [I08].
La estructura es muy similar a la anterior: frase introductoria, secuenciador, limitación, conector contrastivo, limitación minimizada. Así ocurre al señalar el número de casos,
inicialmente small, aunque solo relatively, pero luego ya no
parece inadecuado, según un recent survey, fuente en la que
los investigadores se parapetan. Análogamente, en el tercer
caso la inaccesibilidad (not available) de la mayoría (most) de
cepas clínicas sirve para formular una hipótesis (may) acerca
de algunas divergencias en la investigación. Justo entonces los
autores oponen (however) otro argumento especulativo (likely), pero de mayor peso (the most), y que margina la influencia
de la limitación antes citada.
El segundo y el cuarto caso difieren ligeramente de los
anteriores. La segunda limitación es de índole más general, no
tanto de la presente investigación. Finalmente, en la cuarta limitación, también más general que específica del estudio, destacan varios factores: a) no aparecen conectores contrastivos,
por lo que no se da una oposición de ese tipo; b) sí existe una
oposición de matizadores, representada por el contraste entre
‘no reliable’ y ‘the largest’, por el que la fiabilidad de los datos
se intenta compensar con la magnitud de los bancos de tejidos;
y c) los investigadores usan conectores consecutivos para explicar de forma lógica y racional la causa de la limitación.
Aunque hemos insistido en un patrón típico de redacción
de las limitaciones en inglés, queremos dejar claro que no se
trata de una estructura obligatoria y encorsetadora, sino de un
modelo habitual pero que, naturalmente, está sujeto a variaciones por las peculiaridades de cada estudio.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
4.f. Conclusión
Como es lógico, en toda investigación deben extraerse
una serie de conclusiones a partir de los resultados obtenidos. Normalmente, las conclusiones principales se recogen
al final del artículo, después de las limitaciones. Dependiendo de la publicación, pueden constituir o no un apartado independiente de la Discusión; no obstante, lo más
frecuente es que las conclusiones estén integradas en la
Discusión, y hoy día casi todo el mundo las considera parte de ella. Sin embargo, el primer ejemplo que ofrecemos
ilustra cómo también es posible exponer una conclusión
parcial casi al principio de la Discusión:
[19] Thus, mortality from cervical cancer in later generations might have been even higher than in women born in
the early 1950s if screening had not improved [I06].
Creemos que este ejemplo es interesante por varios motivos. Además de la propia retórica explícita del inglés, la
especial ubicación en el texto de este fragmento hace que los
autores consideren apropiado incluir un conector consecutivo
(thus), cuya función es indicar al lector que está a punto de leer
una consecuencia o una conclusión derivada de las ideas antes
desarrolladas. El otro elemento de interés que encontramos
en este ejemplo es la extrema cautela con que se enuncia la
conclusión mediante el uso de might. En parte esta elección se
debe a que los autores exponen una deducción hipotética que
resulta extraordinariamente difícil demostrar. No pasemos por
alto que nos encontramos ante un hecho irreversible porque ya
sucedió, como pone de manifiesto la condicional de tercer tipo
que introduce la secuencia if + sujeto + past perfect. Existían
varias posibilidades para la coordinación condicional entre la
apódosis y la prótasis, ya que el past perfect podía haber ido
seguido de would o de could; empero, los investigadores han
preferido transmitir sus dudas eligiendo past perfect... might.
El siguiente fragmento responde más a la imagen que todos
tenemos de lo que son las conclusiones de un artículo:
[20] Our study shows that improved postcystectomy
survival and reduced local recurrence are associated
with negative surgical margins and more lymph nodes
removed. Surgical variables influence bladder cancer
outcomes, with or without neoadjuvant chemotherapy,
emphasizing that quality assurance of RC and pelvic
lymphadenectomy should be factored in combined-modality clinical trials of invasive bladder cancer [I12].
Aquí, en cambio, los autores muestran una actitud radicalmente
distinta, como se refleja en el uso de tres intensificadores. Especialmente curioso puede resultar la combinación del primero, shows,
con un sujeto inanimado como es our study. Indudablemente, al
lector poco asiduo a la prosa científica le chocará que our study sea
el sujeto gramatical de shows, pues supone la atribución de raciocinio o de argumentación a un sujeto inanimado. Si analizamos esta
construcción, vemos que hay un verbo de uso típicamente científico, en cuanto que aúna la racionalidad con la objetividad: en este
contexto, to show no significa to make visible —como en «Table
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
2 shows...»—, sino to prove, to demonstrate by reasoning or argument. Esta es una frecuentísima estrategia evasiva de las múltiples
con las que cuentan los autores científicos. Su finalidad no es otra
que potenciar el grado de objetividad de las afirmaciones que siguen. Es el estudio el que demuestra algo, no los investigadores.
De este modo, se borra el elemento personal y se limpia cualquier
huella subjetiva que pudiera implicar la presencia humana del
científico. ¡Zas! Y desaparece como por ensalmo cualquier posible
sombra de interpretación, manipulación u opinión personal acerca
de los hechos. Tal parece ser la mentalidad que guía la despersonificación científica. Los hechos son los que son, y el investigador ha
de rendirse ante ellos; es más, el debe ocultarse tras ellos, o, por utilizar la bella metáfora de Salager-Meyer,14 escudarse en ellos. Sin
embargo, al guiarse por ese principio, quizá no se percatan de que,
en su afán de «objetivar» —jerga muy típica de este género— la
investigación científica, lo que están haciendo es utilizar un recurso
literario, como es la prosopopeya o personificación. Con la meta de
despersonificar el discurso eliminando al auténtico agente, al personal,29 personifican al agente impersonal, es decir, el estudio o los
datos. Este recurso está muy extendido, aunque también es posible,
especialmente al comienzo de la Discusión, encontrar ejemplos
del tipo «we demonstrated...», «we clearly showed...», donde los
autores acometen a pecho descubierto, sin escudo en mano.
Pero continuemos con el resto de intensificadores. Por su
parte, emphasizing, a modo de zoom, focaliza y encuadra un
aspecto muy concreto de la conclusión general. Lo que hace
should es indicar una recomendación para obtener mejores
resultados en el futuro. A nuestro juicio, este verbo cumple una
doble función matizadora: por un lado, expresa una necesidad
de investigación, una tarea que hay que llevar a cabo; por
otro lado, a diferencia de must o have to, should no impone
la realización de esa tarea, sino que más bien la propone. Esta
ambivalencia de should permite a los investigadores combinar
la certeza sobre determinados aspectos de su estudio con una
falta de rotundidad o contundencia, lo que confiere al pasaje
una voz autorizada y firme, pero al mismo tiempo cortés y
respetuosa para con el resto de miembros de la comunidad discursiva biomédica. De ahí que este auxiliar se emplee de forma
habitual en las conclusiones y futuras líneas de investigación,
apartado este último que pasamos a comentar a continuación.
4.g. Futuras líneas de investigación
Normalmente, este apartado se localiza al final del artículo,
después de las conclusiones. En él los autores proponen nuevas
vías de investigación motivadas por los hallazgos del presente
estudio. La investigación científica necesita seguir formulando
preguntas para poder avanzar; de hecho, las preguntas pueden
llegar a ser más importantes que las respuestas, en tanto que
muestran posibles caminos por los que encauzar conjuntamente
los esfuerzos de la comunidad científica. Sin esta conciencia de
comunidad, sin esta unidad intelectual que —no obstante los
múltiples y gravísimos efectos que entraña el monolingüismo
anglófono30— permite un idioma común, el progreso sería mucho más lento y costoso, pues se estudiaría un mismo fenómeno
varias veces y por separado en diversas partes del mundo.
El siguiente ejemplo muestra la permisividad del inglés
con la repetición léxica y sintáctica:
241
Tribuna
[21] To determine whether the reduction in postoperative embolization translates into a reduction in stroke
would require a multicenter randomized trial of patients
on aspirin randomized to either placebo or clopidogrel.
If successful, TCD monitoring and the use of a trained
technician may no longer be required, offering a strategy
that could be used by all vascular units irrespective of
size and monitoring facilities. First, however, further
work needs to be undertaken to determine whether an
even lower dose of clopidogrel would confer a similar
reduction in embolization while reducing the time to
achieve hemostasis [I01].
El tono hipotético que supone lo desconocido se ha verbalizado en la estructura to determine whether... would + infinitive.
Salta a la vista cómo se contraponen la conjunción condicional
whether con el verbo empírico determine para reflejar esa lucha, esa oposición entre la necesidad de conocimiento objetivo
y racional y la especulación con que se disimula el vacío cognitivo actual. En la investigación científica existen no pocos
condicionantes; prueba de ello es la oración condicional que
introduce if y que contiene dos verbos que expresan distintos
grados de modalidad epistémica, esto es, de probabilidad,
como son may y could. Tras ella surge la vuelta de tuerca que
le da al discurso however, al imponer una prioridad ineludible
mediante otro verbo modal (needs to).
El siguiente fragmento es más especulativo, pues los autores procuran evadir cualquier tipo de compromiso que implique un grado de rotundidad:
[22] We suggest that a randomised controlled trial of preemptive therapy for cytomegalovirus viraemia in patients
receiving HAART could now be justified, with mortality
as the primary endpoint, to differentiate between the
possibilities that cytomegalovirus is a cause of disease
progression and death or a marker of incomplete functional immune reconstitution [I05].
Para que luego digan algunos que en inglés no hay frases
largas. A pesar del we, sujeto personal, comprometido —o
quizá precisamente por su presencia—, los investigadores recurren a la sutileza y cortesía de suggest. El mismo tono sutil y
atenuante continúa patente a lo largo de la oración, que insinúa
un dilema sin resolver: existen dos possibilities que por el momento no se pueden distinguir.
5. Reflexiones finales
Concluimos este artículo con la esperanza de haber inspirado
cierta conciencia de la importancia del zigzag retórico como estrategia argumentativa en la Discusión en lengua inglesa. Como se
ha podido comprobar a lo largo del trabajo, en ningún momento
ha sido nuestra intención poner en entredicho la valía de los resultados científicos, sino que hemos pretendido destacar algunas
formas de argumentación que son habituales y eficaces en lengua
inglesa. «La mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino
también parecerlo.» Podemos aplicar este aforismo a la prosa
científica: los hallazgos no sólo tienen que ser relevantes, sino
242
<www.medtrad.org/panacea.html>
también parecerlo. De poco vale que los resultados alcanzados
sean cruciales si los autores no son capaces de persuadir y convencer de ello al resto de su comunidad discursiva. Por esta razón
es fundamental saber justificar las propias ideas ante los demás.
La redacción o traducción del artículo biomédico entraña una
serie de dificultades que son progresivamente más fáciles de superar en la medida en que el autor participe más a menudo en su
comunidad discursiva, ya que esta práctica le hará familiarizarse
con las «reglas del juego»; es decir, cuantos más artículos lea y
redacte, más efectiva será su producción escrita. Esto es especialmente conspicuo cuando se trata de la traducción o redacción en
una lengua extranjera. Por ello, nosotros hemos tratado de aportar
nuestro granito de arena llamando la atención sobre determinados
recursos argumentativos. Hemos puesto de manifiesto siete funciones frecuentes —que no únicas— en las Discusiones en lengua
inglesa, cada una de ellas desarrollada en al menos dos ejemplos.
De esta forma pretendemos evidenciar que no hay una forma
única e inviolable para llevar a cabo la defensa de los argumentos,
sino que lo importante es tomar conciencia de las posibles estrategias a aplicar, tanto en la forma de exponer las ideas como en la
sutileza o fuerza discursiva que se desee emplear. Creemos que la
identificación de dichas estrategias en su contexto, acompañada
de comentarios explicativos, puede ser de utilidad para traductores y autores científicos. Sólo siendo conscientes de las posibles
estrategias para llevar a cabo evasiones, acometidas y contraataques eficaces el autor podrá ponerlas en práctica en su propia
redacción y ampliar de esta forma su repertorio particular en los
casos de negociación académica. Así pues, los intensificadores
no siempre sirven para destacar un enunciado como algo crucial,
sino que, debidamente combinados, pueden acrecentar la cautela
expuesta por los atenuantes. Y viceversa, claro está. Por su parte,
los marcadores son los que van guiando el rumbo del artículo,
cual timón de navío, hacia donde su capitán se proponga arribar.
Por último, también consideramos revelador el contraste entre
las formas y funciones del zigzag retórico en inglés y español.
De ahí nuestra intención de ofrecer al lector una segunda parte
de esta aproximación argumentativa, dedicada a las Discusiones
en español.
Notas
a
Queremos dejar constancia de que el término ‘Discusión’ no es una
adecuada traducción del inglés ‘Discussion’, puesto que la finalidad
de dicha sección es comentar o debatir los resultados, no discutir. Esa
idea la refleja perfectamente el falso amigo ‘to discuss’ —que simplemente significa «to talk or write about something»—, mas no así
nuestro verbo ‘discutir’, que suele implicar una oposición de ideas
más cercana en inglés a ‘to argue’. A pesar de ello, el término ‘Discusión’ lleva años siendo el epígrafe clásico en el artículo médico
español,20 por lo que hemos optado por respetarlo. Y es que el uso
es más poderoso que los césares. El uso de la mayúscula inicial para
el nombre de las secciones del artículo de investigación, habitual en
inglés desde hace años –véase, por ejemplo, Swales (1990, 12)–, bien
podría sorprender al lector español. Sin embargo, nos hemos decidido por su empleo siguiendo el ejemplo de algunas obras destacadas
en el campo de la redacción científica, como son el manual de estilo
de Hernández Vaquero (1992, 21), el de la revista Medicina Clínica
(1993, 1) y el libro coordinado por Fortanet Gómez (2002, 22).
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
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I04 The familial technique for linking maternal death with poverty. Lancet
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I05 Importance of cytomegalovirus viraemia in risk of disease progression
and death in HIV-infected patients receiving highly active antiretroviral therapy. Lancet 2004, 363 (9427): 2116-2121.
I06 The cervical cancer epidemic that screening has prevented in the UK.
Lancet 2004, 364 (9430): 249-256.
I07 The effect of changing the priority for HLA matching on the rates and
outcomes of kidney transplantation in minority groups. New England
Journal of Medicine 2004, 350 (6): 545-551.
I08 Clostridium infections associated with musculoskeletal-tissue allografts. New England Journal of Medicine 2004, 350 (25): 2564-2571.
I09 Long-term survival of children with end-stage renal disease. New
England Journal of Medicine 2004, 350 (26): 2654-2662.
I10 The use of alternate, non-cross-resistant adjuvant chemotherapy on
the basis of pathologic response to a neoadjuvant doxorubicin-based
regimen in women with operable breast cancer: long-term results from
a prospective randomized trial. Journal of Clinical Oncology 2004, 22
(12): 2294-2302.
I11 Colorectal cancer screening knowledge, attitudes, and beliefs among
veterans: Does literacy make a difference? Journal of Clinical Oncology 2004, 22 (13): 2617-2622.
I12 Surgical factors influence bladder cancer outcomes: a cooperative
group report. Journal of Clinical Oncology 2004, 22 (14): 2781-2789.
243
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
La taxonomía biológica: problemas lexicográficos
y de traducción*
Fernando Pardos**
Resumen: La taxonomía biológica, ciencia de los taxones, incluye a la nomenclatura, que les asigna nombres y se rige por los
códigos de nomenclatura. En tales códigos se encuentran las disposiciones y reglas para la correcta formación de los nombres
científicos, su ortografía y su uso en la literatura. Los nombres comunes presentan problemas de traducción derivados de la
frecuente inexistencia de equivalentes en español. En el artículo se analizan estos problemas y se ofrecen posibles soluciones y
criterios de estudio, como la existencia de listas patrón de nombres comunes elaborada por especialistas. Por último se aborda
la presencia de los términos taxonómicos en los diccionarios, tanto en su macroestructura como en su microestructura.
Biological taxonomy: problems in lexicography and translation
Abstract: Biological taxonomy, or the science of taxons, includes nomenclature, which assigns names to taxonomic groups in
accordance with nomenclature codes. Such codes comprise specifications and rules on how to correctly form and spell scientific names and on how to use them in published texts. Common names pose translation problems because there is often no
equivalent in Spanish. This article examines these problems and offers potential solutions and study criteria, such as having
model lists of common names drawn up by specialists. Finally, it looks at the taxonomic terms in dictionaries, both macro- and
microstructurally.
Palabras clave: Taxonomía biológica, nombres científicos, Código de Nomenclatura. Key words: biological taxonomy,
scientific names, nomenclature code.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 244-247.
En un principio pensé en otro título para este artículo, quizá
para despistar, algo así como «Who’s Drosophila melanogaster?» o «De moscas y familias». Pero prefiero que no se
hagan ilusiones: voy a hablarles de taxonomía, que es algo
así como hablar de las arañas; producen un cierto rechazo
instintivo al principio, pero una vez vencido, resultan unos
animalejos bastante interesantes, y, lo que es más sorprendente, como en el caso de la taxonomía, hay a quien le pagan
por estudiarlas.
Es muy frecuente encontrar textos, traducidos o no, en los
que al hacer referencia a un ser vivo, animal o planta, este se
cita de forma errónea. Me serviré de la mosca de marras para
abrir boca con unos ejemplos:
•
•
•
•
•
•
•
drosofila melanogaster
Drosophila Melanogaster
la Drosophila spp.
“Drosophila melanogaster”
Droso. melanogaster
mosca de la fruta
Mosca del Vinagre.
O las innumerables combinaciones a que pueden dar lugar.
Todos y cada uno de estos errores dicen muy poco del rigor
del autor o, en su caso, del traductor. Pero empecemos con los
conceptos generales. La Nomenclatura biológica es la ciencia
de los nombres de la diversidad biológica. La comunidad científica ha adoptado un convenio, internacionalmente aceptado,
para designar y nombrar a los seres vivos. Este convenio está
regido por un conjunto de reglas, disposiciones y recomendaciones contenidas en los Códigos Internacionales de Nomenclatura Zoológica (ICZN) y Botánica (ICBN). La Nomenclatura es parte de la Taxonomía o ciencia de los taxones, que
estudia la distribución de los organismos en grupos o taxones
jerarquizados. Y a su vez, la Taxonomía es parte de la Sistemática, ciencia biológica que intenta construir clasificaciones
de los seres vivos que reflejen sus orígenes, su evolución y su
parentesco. A menudo estas tres disciplinas —Nomenclatura,
Taxonomía y Sistemática— se confunden o se citan indistintamente, pero eso es otro problema.
Lo que nos importa ahora es qué puede o debe hacer un traductor o un lexicógrafo cuando se enfrenta a la nomenclatura
biológica. Como veremos luego, hay muchos condicionantes y
circunstancias que pueden determinar el camino a seguir o la
opción a tomar. Pero, sea cual fuere, lo que no es optativo es
el respeto estricto al Código, que para eso está. Por ello, antes
de hablar de problemas y soluciones, voy a pasar revista muy
superficialmente a las directrices que contiene.
* Ponencia presentada ante el II Congreso Internacional «El español, lengua de traducción», celebrado en Toledo del 19 al 22 de mayo del 2004
(<www.toledo2004.net/index.php>).
** Departamento de Zoología de la Universidad Complutense de Madrid e Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española, Madrid (España). Dirección para correspondencia: fernando@rae.es.
244
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
El Código de Nomenclatura emana de la obra cumbre de
Linneo, el Systema Naturae, en su décima edición, de 1758, a
través del llamado «Código Strickland», de 1842, redactado por
una comisión de la Asociación Británica para el Progreso de la
Ciencia, en la que figuraban personajes de la talla de Charles
Darwin. Actualmente está en su cuarta edición, tras una serie de
avatares históricos que no vienen al caso aquí. De la segunda
edición existe una versión española, traducida por los profesores Alvarado e Izco, y la cuarta ha visto la luz en esàñol con
la traducción del investigador del Museo Nacional de Ciencias
Naturales Miguel Ángel Alonso Zarazaga. La tercera quedó
en barbecho, sin edición castellana, aunque la doble edición en
francés e inglés estaba muy cuidada.
Linneo configuró la nomenclatura binominal (no binomial,
que este es uno de los pocos campos en los que Newton no
tuvo que ver). Según este sistema, cada especie tiene un nombre científico o binomen, con dos partes: el nombre genérico
(Drosophila) y el epíteto específico (melanogaster). El nombre
genérico corresponde al taxón de nivel género y puede citarse
solo, pero el epíteto específico nunca se cita aislado. De forma
que el nombre específico, o nombre de la especie, es siempre
Drosophila melanogaster, y escrito así: el género con inicial
mayúscula y el epíteto con inicial minúscula. Y ambos en letra
cursiva, o subrayados si están manuscritos.
El código establece que los nombres de los taxones son
palabras latinas o latinizadas, independientemente de su origen.
Los de los organismos más comunes, en su mayoría debidos a
Linneo, sencillamente son su denominación latina: Felis leo, Canis lupus, Bos taurus, Gallus gallus. Por cierto, que la repetición
de palabras en los nombres solo tiene un significado jerárquico.
Homo sapiens sapiens únicamente designa a la subespecie o variedad tipo, o típica, de la especie H. sapiens. Pero no tiene nada
que ver con interpretaciones peregrinas al estilo de «el hombre
que sabe que sabe», como lo he visto «traducido» alguna vez con
grandes alharacas de hallazgo de implicaciones filosóficas y antropológicas, pero que dejan entrever un latín más bien escaso.
Los nombres suelen ser descriptivos, como Drosophila melanogaster. Muy pocos estudiantes o biólogos se dan cuenta de
la «chuleta» que tienen delante. Este tipo de nombres puede dar
lugar a combinaciones más o menos afortunadas, incluso poéticas.
¿Se han dado cuenta ustedes de que Drosophila melanogaster significa «la amante del rocío, de vientre oscuro»? Realmente evocador, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una mosca.
Los nombres también pueden ser la dedicatoria de su descubridor a alguien, generalmente un colega: Rana perezi, Dendrobaena alvaradoi, Echinoderes higginsi. Pero también hay
un pez llamado Zappa confluentus, en honor a Frank Zappa. A
veces la intención no es precisamente de homenaje. Sabida es la
enemistad que se tenían Linneo y Buffon. Pues bien, el primero
aprovechó que en latín «sapo» se decía bufo y le puso este nombre científico, Bufo bufo, al batracio en cuestión so pretexto del
apellido del segundo, que tuvo que cargar con el dudoso honor
de tener dedicado un animalejo tenido por asqueroso y desagradable y cuyo nombre es casi un insulto. Con amigos así...
También pueden hacer referencia a la región o país en
que viva el organismo en cuestión: Olea europaea es el olivo,
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
Loxodonta africana, el elefante de África, y Rhea americana, el
ñandú. En este sentido, se pueden considerar más elegantes los
epítetos específicos que utilizan el nombre romano de una localidad que los que usan la denominación actual. Es decir, queda
mejor X caesaraugustae que X zaragozana. Lo que no significa
que este último esté prohibido, ni mucho menos.
Evidentemente, la utilización del latín deriva del uso generalizado de esta lengua como vehículo de comunicación del mundo culto de la época de Linneo y anterior. Por desgracia, y a pesar del generalizado cuidado de muchos biólogos, no siempre se
hace caso. Así, hay un género de invertebrados marinos llamado
Cateria porque a su descubridor, yanqui él, le encantaban los
gatos. Y otro género de gusanos se llama Golfingia en recuerdo
de una memorable tarde de golf. Y hay un género de peces que
atiende por Batman. Casos como estos hicieron exclamar al gran
zoólogo Agassiz, ya en 1846: «O barbariem!»
El Código nace y existe con el doble objetivo de que cada
taxón tenga un único nombre y que no haya dos organismos con
el mismo nombre. Evidentemente, conflictos hay, y la aplicación práctica del Código produce homonimias y sinonimias que,
sin embargo, y esta es la buena noticia, tienen solución prevista
en el propio Código. Fundamentalmente por aplicación de la
llamada «ley de prioridad»: quien primero publica un nombre
tiene la autoría oficial del nombre válido a menos que exista una
enmienda posterior o una reorganización sistemática, en cuyo
caso también el Código contiene detalladas instrucciones y reglamentaciones. Muchas veces este tipo de avatares queda plasmado en el propio nombre científico. Es frecuente que aparezca
un nombre de persona, o una inicial tras un nombre científico, a
veces incluso con una fecha. Esto no es superfluo. En realidad
es una cita bibliográfica abreviada, de la publicación original,
y por tanto, una referencia relevante. El autor debe seguir al
nombre sin signo diacrítico alguno, y la fecha debe seguir al
autor con una coma entre ambos. Si el nombre del autor aparece
entre paréntesis, significa que el autor adscribió la especie originalmente a otro género y ha sido «reubicada» con posterioridad.
Con todos estos detalles, que contienen información importante,
debe ponerse especial cuidado al traducir, respetando escrupulosamente las grafías originales.
Lo mismo vale para otros aspectos gráficos y ortográficos: un
nombre científico no admite letras de alfabetos no latinos, como
Ø, ß o Þ. Pero sí reconoce otras letras extrañas para los romanos,
como la k o la w, y lo hace para respetar grafías de nombres propios. Tampoco se admiten signos diacríticos: ni guiones ni tildes.
Y eso incluye la tilde de nuestra ñ. Si alguien quiere dedicarle
una especie a un tal Núñez, deberá hacerlo como X nunezi.
No es este el lugar para hacer una descripción más prolija
de las disposiciones del Código de Nomenclatura. Sirva lo anterior sencillamente como demostración de su minuciosidad y
precisión. Y de su complejidad, que hace recomendable, yo diría
imprescindible, la consulta a un especialista ante una duda que
afecte a asuntos de su competencia. O mejor aún, ¿por qué no?,
consultar el propio Código, que es un librito asequible.
Todo esto estaría muy bien si un traductor no encontrara
más que nombres científicos de especies en su trabajo. El
problema, o mejor, los problemas comienzan con frases como
245
Tribuna
esta: «The Apicomplexa are parasites of...», o peor aún, «the
apicomplexan parasites show...»; ¿y qué hacer con los «gnathostomulids» o «Cicliophorans have been found in lobster’s
mouth pieces», o «Ctenophorans, or comb jellies...»? El terreno es especialmente gelatinoso. Intentemos poner orden.
La traducción de nombres de taxones supraespecíficos plantea varios problemas, a menudo derivados de la proclividad de
ciertos idiomas, particularmente el inglés, a «vulgarizar» todo.
No es que en español no se haga o no pueda hacerse. Es que
los mecanismos son distintos. Y no hay recetas universales
o fiables. El bálsamo de Fierabrás hace tiempo que caducó.
Primer problema: ¿en latín o castellanizados? La solución de
ceñirse al original no siempre es viable: el inglés muchas veces
hace común un nombre sin alterar su grafía, pero el español
translitera, y a veces no es fácil. Veamos un ejemplo: el filo
Kinorhyncha. He encontrado diferentes versiones:
el filo Kinorhyncha
los kinorhyncha
los Kinorrincos
los kinorrincos
los Quinorrincos
los quinorrincos
los Quinorrinchos
los Cinorrincos.
De la más conservadora a la más «vulgarizada». A la hora
de analizar posibles soluciones, déjenme hacer una puntualización conceptual o teórica. Un nombre en latín con arreglo al
Código de Nomenclatura es el nombre de un taxón, es decir, de
un objeto o unidad de la Sistemática biológica, no un nombre
colectivo o un simple plural del nombre de un animal o planta.
Y como tal es un nombre propio, como Antonio y Manuela,
que no admite, por cierto, flexión de género y número. Con
este criterio por bandera, puedo eliminar de los ejemplos anteriores «los Kinorhyncha» y concluir que, para que un nombre de un taxón aparezca en latín deberá hacerlo con inicial
mayúscula y precedido de su categoría taxonómica, que nos
indica el rango jerárquico que ocupa en la clasificación. En
la práctica esto se reduce a utilizar el cliché «el filo X», «la
clase Y», «el orden Z», «la familia W», donde X, Y, Z y W son
los nombres taxonómicos latinos. Obsérvese que la categoría
taxonómica, la clase, el orden o la familia, no llevan inicial
mayúscula. Como no la llevan la p de «el presidente Kennedy»
o la s de «el sargento Romerales».
Veamos ahora las otras formas, castellanizadas en distintos
grados. Un mínimo de sentido común etimológico resuelve la
mayoría de los casos. Por suerte, nuestra maravillosa lengua
románica tiene casi siempre ejemplos de palabras actuales derivadas de la raíz griega o latina que nos ocupe. Pero a veces
hay una especie de gradiente. En nuestro ejemplo, del griego
kino a «cino», pasando por «kino» y «quino»:
Kinorrincos
Quinorrincos
Cinorrincos
246
<www.medtrad.org/panacea.html>
Uno intenta preservar la etimología, el otro atiende más a
razones fonéticas y el último se escuda en el paralelismo con
derivados de la misma raíz, como «cinematografía» y «cinético». Personalmente prefiero la primera de las soluciones. Si
bien la última parece estar más acorde con los tiempos y con
la lengua actual, opino que estamos tratando con terminología
muy especializada, de nueva creación, que no ha sufrido una
evolución lingüística de siglos, del griego al latín y luego al
castellano. No queramos convertir el mosto en un gran reserva
con solo ponerle una etiqueta que no le corresponde.
En cuanto a las restantes, la de la ch («Kinorrinchos») es solo
ignorancia —¡ay, el latín del bachillerato...!— y la otra es casi
políticamente incorrecta. ¿Qué la pasa a la k? ¿Por qué ese odio
a la k? Es una letra como otra cualquiera. Afortunadamente,
poco a poco va saliendo del armario... ¿Alguien escribe a estas
alturas «kilómetro» con q? Como hemos visto en este ejemplo,
el resultado final, «kinorrincos», es una mezcla de documentación, sensibilidad lingüística, sentido común y conocimiento
especializado.
Otro problema. Supongamos que hemos castellanizado
satisfactoriamente un nombre de taxón; por ejemplo, del inglés
«Gnathostomulids» llegamos al español «Gnatostomúlidos».
¿Pero debemos seguir el modelo inglés y escribirlo con inicial
mayúscula o tratarlo como un nombre común en español y escribir por tanto «gnatostomúlidos»? Si aplicamos lo que se dijo
en el caso de los kinorrincos, el uso de la mayúscula está claro
si se hace mención de la categoría taxonómica: «el filo Gnatostomúlidos». También si en el contexto de la frase se sobreentiende su cualidad de unidad taxonómica: «los Gnatostomúlidos
comprenden los géneros Haplognathia y Gnathostomula». En
el resto de los casos utilizaremos la inicial minúscula, tenga el
término valor sustantivo («los roedores de la Pampa») o adjetivo
(«los animales roedores tienen grandes incisivos») y siempre
que se use en singular («el gato atrapó al roedor»). Para evitar
casos dudosos yo aconsejaría prescindir de una construcción
que ha gozado de cierta popularidad y que deriva de un uso
adjetivo sustantivado por elipsis: «la familia de las Labiadas» (=
«la familia de las plantas labiadas»). Se da así la contradicción
de un nombre taxonómico, con su categoría correspondiente y
en minúscula, porque la variante «plantas Labiadas» hace daño
a la vista. Es definitivamente mejor «la familia Labiadas», «las
Labiadas» o «las labiadas», según hemos visto antes. Por cierto
que esa construcción se utiliza profusamente en el Diccionario
de la Real Academia Española. En casa del herrero...
Una última —por ahora— fuente de quebraderos de cabeza
son los nombres comunes de los taxones. Casi todo el problema reside en la abrumadora ventaja que nos lleva el inglés en
cuanto a los llamados nombres vulgares. Pero un análisis más
detallado nos muestra que la diferencia no es solo cuantitativa
—hay más animales con nombre común inglés que español—,
también es cualitativa. En español el caos es considerablemente mayor, con gran cantidad de sinónimos y homónimos de
distribución diatópica. Por no hablar de los organismos que,
por no existir en zonas de habla española, no tienen nombre
en nuestro idioma. Claro que no hay problema para traducir
mussel por «mejillón» y mammal por «mamífero». Pero cuando uno se encuentra con comb jelly, sea gooseberry, bamboo
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
worm o mud puppy, a veces dan ganas de tirar la toalla y salir
del paso con un simple «bicho». En estos casos difíciles hay
que estar muy familiarizado con los animales en cuestión, o
engañar a alguien que lo esté. Generalmente prefiero la consulta al especialista antes que una búsqueda más o menos indiscriminada en Internet. Ya sé que la Red no duerme nunca y
rara vez dice «no» o «no sé», pero tampoco se pone colorada si
te engaña, cosa que ocurre con harta frecuencia. Yo propondría
una solución mixta, porque no siempre se tiene un especialista
«de guardia» o a mano: pidámosle un favor al especialista,
pero solo uno. No que nos diga este o aquel nombre, sino que
nos proporcione una lista de sitios web fiables y de acrisolada
solvencia, adonde acudir con asiduidad.
Hay que resistir en lo posible la traducción literal o el calco, porque muchas veces no funciona o no es correcto. Como
prueba se puede intentar con el mud puppy de marras... que resulta ser una salamandra norteamericana del género Necturus.
Si tras una pesquisa lo suficientemente intensa no se obtienen
resultados, hay que recurrir a subterfugios más o menos velados. Buscar un organismo lo más parecido posible y utilizar el
socorrido «una especie de...», «un molusco semejante a...» o
cosas así. No es para tirar cohetes, y menos si la traducción es
de un texto especializado. Siempre se puede recurrir al nombre
científico con una nota del traductor explicando la inexistencia
de equivalente castellano. Estas notas al pie son especialmente
útiles y opino que dicen mucho a favor del rigor y la profesionalidad del traductor. No obstante, tampoco conviene abusar.
Todos conocemos textos en los que el volumen de las notas es
superior al del cuerpo principal. Son notas con texto, más que
texto con notas. Parece como si diera miedo mostrar la propia
erudición en un cuerpo de letra normal.
Volviendo al hilo de nuestros nombres, podemos, claro,
«inventar» un nombre común cuando comprobamos fehacientemente que no existe en castellano. Pero hay que palparse la ropa
antes de hacerlo y, desde luego, ser conscientes de lo artificioso
de nuestro invento: nada que ver con los nombres comunes
arraigados en la lengua general. Basta comparar «gorrión» con
«amazilia bronceada coliazul». Conviene resaltar aquí la existencia de nombres comunes «oficiales», caso particular que refleja un intento de los científicos de poner orden en la nomenclatura vernácula. Estos loables esfuerzos, conocidos como «listas
patrón», van por barrios: están bien establecidas para las aves,
o mejor, para las aves de España, porque los pájaros de Guatemala los ha estudiado un norteamericano y están en inglés o
traducidos a mocosuena. Ciertamente tienen la doble ventaja de
ser generalmente listas exhaustivas, porque los ornitólogos no
coleccionan nombres, sino que se los adjudican a sus inventarios
faunísticos (aquello de la semasiología y la onomasiología), y de
tratarse, por otra parte, de terminología acuñada y aceptada por
los especialistas. Con lo que personalmente no estoy de acuerdo,
en contra de lo pretendido por algunos de ellos, es en tratar estas
denominaciones pseudocultas o pseudocomunes como si fueran
nombres científicos, a los que se deben aplicar las normas que
he expuesto más arriba. Me resisto a escribir obligatoriamente
«volverán las oscuras Golondrinas...».
El traductor, por último, debe tener en cuenta otro aspecto,
que determinará en muchas ocasiones la decisión a tomar. Y no
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
voy a decir nada nuevo. Ha de tener en mente el destinatario de
su traducción, el perfil del lector. No sería precisamente ameno
llenar una obra de divulgación o un artículo periodístico, o un
cuento para niños, con profusión de nombres científicos o con
sesudas notas al pie.
No puedo terminar sin hacer algunas consideraciones
referidas a la vertiente lexicográfica que reza en el título. El
lexicógrafo puede aplicarse todo lo dicho hasta ahora para el
traductor, pero el primero tiene otros condicionantes, derivados de las peculiares características de su objeto de estudio: los
diccionarios. Aunque ya lo he tratado en otras ocasiones, me
referiré aquí a algunos problemas relacionados con la macroestructura y la microestructura de los diccionarios. ¿Debe incluirse la taxonomía biológica en los diccionarios? Mi opinión es
que no en su forma digamos «cruda» o latina, a menos que se
trate de un diccionario taxonómico (¿existe tal cosa?). Sí como
denominaciones comunes, que suelen tomar formas adjetivas
más o menos sustantivadas. Una consecuencia lógica de esto
es que no podemos esperar un inventario completo. Para empezar, porque tal inventario sobrepasaría todos los límites. Se
suele cifrar en un millón el número de especies animales conocidas. Pero ese es el dato que ya se citaba hace veinte o treinta
años. Hoy por hoy el número está en 1 700 000, de las que un
millón son insectos, y de estos, 350 000 solo escarabajos. Y
no hemos hablado de las plantas, unas 600 000 especies más.
Ante estas cifras, las 88 400 entradas del DRAE se quedan casi
ridículas. Pero está claro que un diccionario no es una guía de
campo, ni aunque se trate de uno enciclopédico.
Otra cosa es la conveniencia de registrar los nombres científicos de las especies o los taxones en la microestructura del diccionario, en las definiciones. De esto sí soy ferviente partidario. No
por aportar un toque de erudición, sino por prestar un servicio al
consultante, que no lector, del diccionario. Si, como hemos visto,
un diccionario de lengua general no puede ser todo lo exhaustivo
o meticuloso que alguien pueda necesitar en un momento determinado, sí al menos debería aportar la información suficiente,
los datos que sirvan de pista, de nexo o de enlace para extender
la búsqueda en ámbitos más especializados. Esa es la función
de los nombres científicos y de la taxonomía en un diccionario.
Las fórmulas de inclusión pueden ser muy variadas y a gusto del
consumidor, y en gran parte dependen de la planta organizativa
de cada obra. No obstante, la práctica y la experiencia me hacen preferir que un nombre científico quede de alguna manera
aislado del resto de la definición, al principio o al final, con paréntesis, corchetes o alguna solución similar. Así se facilitan, por
ejemplo, los tratamientos informáticos a la hora de trabajar en y
con el diccionario. Y también se evita la inclusión de un latinajo,
muchas veces infumable, en el discurso definitorio.
Me resisto a finalizar sin establecer un paralelismo entre
lexicografía y taxonomía. Todos hemos oído o leído del concepto clásico, escolástico, de deficición, nacido con Aristóteles
y adoptado hasta mucho más allá de Descartes, que se puede
resumir en los famosos «género próximo y diferencia específica». ¿De dónde creen que sacó Linneo sus dos categorías
taxonómicas fundamentales, el género y la especie? Claro que,
como él decía, «Classis et Ordo est sapientia; Genus et Spes,
opera naturae.»
247
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
e-revist@s. Plataforma digital de revistas científicas
electrónicas españolas y latinoamericanas
Elena Fernández,* Clara Giner** y Juan Francisco Heras*
Resumen: Entre las iniciativas surgidas en todo el mundo y enmarcadas dentro del movimiento llamado acceso libre (Open Access), cuyo objetivo final es posibilitar el acceso gratuito a los contenidos de las revistas científicas electrónicas, se presenta por
vez primera en España e-revist@s, una plataforma electrónica residente en el portal Tecnociencia en la que se recogerán, seleccionarán y alojarán las revistas científicas electrónicas españolas y latinoamericanas existentes o de nueva creación que cumplan
unos requisitos de calidad rigurosos. El acceso a las revistas será gratuito, sin que ello menoscabe los principios de calidad que
deben regir los textos de las publicaciones integradas en el proyecto. Además, e-revist@s contará con otros recursos de valor
añadido relacionados con la edición electrónica y un espacio de acceso restringido para todos los editores que deseen participar
en esta iniciativa.
e-revist@s. Digital platform for Spanish and Latin American electronic science journals
Abstract: The Open Access movement, whose final goal is to facilitate free access to the contents of scientific e-journals, is giving
rise to a number of initiatives around the world. Among these initiatives can be found the creation of e-revist@s, an electronic
platform for the first time in Spain within the portal Tecnociencia. In this platform, those Spanish and Latin-American e-journals
that already exist or have been recently created, and that meet strict quality requirements will be gathered, selected and hosted.
Access to these journals will be free of charge, without lessening the quality principles that must prevail in the publications included in the project. e-revist@s will also include other added value resources related to electronic publishing, and a restricted
area for all those publishers wishing to participate in this initiative.
Palabras clave: revistas científicas electrónicas, Internet, acceso libre. Key words: scientific e-journals, Internet, Open Access.
Panace@ 2004; 5 (17-18): 248-251.
1. El estado de la cuestión
Desde que Denis de Sallo, consejero del Parlamento de París,
creara la primera revista científica considerada como tal, Le
Journal des Sçavans, en el año 1665, los científicos de todo
el mundo han utilizado este medio como el principal vehículo
para transmitir sus conocimientos, dirigidos fundamentalmente a la comunidad científica.
Con el aumento del número de revistas, su gestión pasó a
manos de editoriales que, en el esquema tradicional, se encargan
de seleccionar, revisar y editar los artículos enviados por los
investigadores y de comercializar posteriormente las publicaciones a través de las bibliotecas de las instituciones académicas,
para que puedan ser consultadas por la comunidad científica.
Esta forma de funcionamiento ha sido aceptada por toda la comunidad científica hasta hace relativamente poco tiempo.
Por su parte, las organizaciones académicas o empresariales han realizado una labor no menos importante al recoger,
analizar y clasificar las revistas científicas, y al crear bases
de datos en diferentes áreas del conocimiento, las cuales
constituyen una herramienta imprescindible para científicos o
cualquier tipo de usuarios que deseen encontrar información
sobre un tema específico.
*
**
Los datos actuales revelan que en el mundo se publican
unas 24 000 revistas científicas, que a su vez recogen unos
dos millones y medio de artículos al año. Teniendo en cuenta que el precio medio por revista es de 1500 euros al año,
estamos hablando de un negocio que reporta unos diez mil
millones de euros anuales y al que se le calculan márgenes
de beneficio cercanos al treinta por ciento. Elsevier, el mayor
grupo editorial, tiene en su catálogo unas 2000 revistas, lo
que le supone unos beneficios anuales de hasta 600 millones
de euros. Las cifras son significativas porque incluso las instituciones ricas tienen problemas para afrontar estos gastos.
La Universidad de California, por ejemplo, paga por suscripciones 30 millones de euros (de los que el 15% corresponde
a Elsevier).***
Sin embargo, desde hace escasamente ocho años han surgido nuevos factores que están poniendo en tela de juicio el
sistema tradicional de publicación científica y cuestionando
muy seriamente el sistema vigente hasta ahora.
En primer lugar, la implantación de Internet en toda la sociedad ha modificado de forma rotunda la manera de acceder a la
información. De hecho, en lo relacionado con las revistas científicas, además de surgir el concepto de revista electrónica pura,
Centro Nacional de Información y Documentación Científica CINDOC-CSIC. Dirección para correspondencia: elenaf@cindoc.csic.es.
Centro Técnico de Informática CTI-CSIC.
***
Fuente : <www.tecnociencia.es>.
248
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
todas las editoriales han reconvertido en electrónicas sus revistas editadas en papel y las comercializan en ambos formatos.
El segundo factor es el alto coste económico de las revistas
científicas en cualquiera de las versiones distribuidas por las
editoriales. Este hecho es el causante de que muchas instituciones estén reduciendo drásticamente el número de suscripciones
por no poder asumir unos gastos tan elevados. Y así se da la
paradoja de que científicos que están publicando, y por tanto
«alimentando» a las revistas, no pueden acceder a los contenidos de éstas porque sus instituciones carecen de fondos.
Por último hay que destacar la preocupación de los gestores de política científica por lograr que los resultados de la
investigación, financiada básicamente con fondos públicos,
trascienda a todas las capas de la sociedad, ya que es ésta quien
en última instancia la está sosteniendo. Este hecho obvio no se
había plasmado hasta ahora con tanta claridad como en el VI
Programa Marco de Investigación de la Unión Europea (20032007), el Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo
e Innovación Tecnológica 2004-2007, del Ministerio de Educación y Ciencia de España, y las iniciativas de otros organismos
gestores de investigación. La sociedad en su conjunto debe
conocer las parcelas en las que se investiga y acceder a ellas,
ya que su competitividad depende del conocimiento científico,
hasta ahora difundido casi exclusivamente entre la comunidad
científica y por tanto con escasa trascendencia en la pequeña
empresa y la ciudadanía en general. Este nuevo planteamiento
ha sido posible gracias a la cultura creada por la «sociedad de la información», que promueve y facilita la interconexión de redes
y el intercambio de información y servicios entre instituciones,
empresas y ciudadanos.
En resumen, existe entre los científicos un sentimiento de
frustración por el hecho de que el precio les impida acceder a
las revistas que ellos mismos generan, y quienes gestionan
la política científica demandan que se facilite y se posibilite la
transferencia del conocimiento científico-tecnológico a todos
los sectores de la sociedad.
Estos son, en esencia, los motivos que han llevado al
surgimiento de gran número de iniciativas, apoyadas por los
propios investigadores y por organizaciones de prestigio que
quieren que la situación cambie y que la información generada
por la comunidad científica sea accesible a todos, incluso de
forma gratuita. Estas iniciativas se encuadran dentro del movimiento llamado Open Access, que se concibe como un directorio de revistas cuyo modelo de financiación permite el acceso
sin coste alguno tanto para los lectores como para las instituciones. Además, es requisito obligatorio para que una revista
se pueda incorporar a este directorio que los usuarios tengan
derecho a leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar y
crear enlaces con los textos completos de estos artículos.
El Centro de Información y Documentación Científica
(CINDOC), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), viene desarrollando
una labor muy importante en el ámbito de las publicaciones
científicas. Ha abordado la evaluación de revistas científicas en la obra La edición de revistas científicas. Guía de
buenos usos (2001), así como la recopilación de toda la
literatura científica en forma de bases de datos sobre ciencia
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
y tecnología (ICYT), ciencias sociales y humanas (ISOC) y
biomedicina (IME). Concretamente en el campo de las revistas electrónicas, el CINDOC ha promovido iniciativas que
en su momento fueron pioneras, pero no cuajaron, tal vez
por resultar demasiado innovadoras, e interviene en otros
proyectos encaminados a promover las revistas científicas
electrónicas, como el titulado «Geocrítica. Sistema de evaluación de la innovación y la difusión de las tecnologías de la
información y el conocimiento en el ámbito socieconómico»,
en colaboración con la Universidad de Barcelona (<www.
ub.es/geocrit/menu.htm>), y la iniciativa e-revist@s, objeto
del presente artículo.
Página de entrada a e-revist@s
2. Objetivos y visión global del proyecto e-revist@s
El objetivo global del proyecto e-revist@s (<www.tecnociencia.es/e-revist@s/index.jsp>) es la creación de una
plataforma digital dentro del portal Tecnociencia (<www.tecnociencia.es>) donde se recojan, seleccionen y alojen las revistas
científicas electrónicas españolas y latinoamericanas existentes
o de nueva creación que cumplan unos requisitos de calidad
rigurosos. El acceso a las revistas será gratuito, sin que ello
menoscabe los principios de calidad que deben regir los textos
de las publicaciones integradas en el proyecto, cuyas metas
cabe resumir en los puntos siguientes:
• Establecer un sistema de calidad normalizado y validado
para las revistas electrónicas. Las publicaciones interesadas en atenerse a estos criterios de calidad certificarán que
cumplen determinados requisitos, que se convertirán en un
marchamo de calidad para tales revistas.
• Crear una plataforma que aglutine a todas las publicaciones
electrónicas que quieran formar parte de la misma y cumplan los requisitos de calidad establecidos. Esta plataforma
residirá en el portal Tecnociencia y permitirá el acceso
gratuito de todos los usuarios a las revistas. Dicho acceso
se realizará a través de bases de datos y por directorios. Tal
y como está diseñada la plataforma, permitirá, además de
consultar las revistas, crear un repositorio de todas aquellas
que deseen formar parte del portal.
249
Tribuna
• Crear una interfaz OAI-PMH (Open Archives Initiative
- Protocol for Metadata Harvesting) que permita que
los contenidos del portal de revistas estén disponibles en
múltiples bases de datos y catálogos internacionales.
• Aportar servicios de valor añadido relacionados con los
documentos, como un sistema de alertas, acceso personalizado a las colecciones, estadísticas de uso o mediciones del impacto.
• Difundir el movimiento en pro del acceso abierto entre la
comunidad científica nacional.
• Asesorar técnicamente para la creación de nuevas revistas electrónicas de acceso abierto.
• Proporcionar servicios opcionales de hospedaje de revistas electrónicas de libre acceso.
• Difundir ampliamente el proyecto entre instituciones
académicas para su conocimiento y el uso de los recursos
generados.
Estos objetivos se recogen en la estructura del Plan Nacional de Investigación 2004-2007, donde se dice textualmente,
en el apartado correspondiente al fomento de la cultura científica y tecnológica: «El Programa Nacional de Fomento de
la Cultura Científica y Tecnológica pretende desarrollar los
mecanismos y las estructuras necesarias para generar información de calidad sobre la ciencia y tecnología, preparar esta
información para que sea útil y comprensible, ayudar a que se
difunda ampliamente en la sociedad y, finalmente, monitorizar
sus efectos en la propia sociedad».
3. Agentes involucrados en el proyecto
a)
b)
c)
Gestión y coordinación del proyecto: El proyecto erevist@s está financiado por la Fundación Española
para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), perteneciente al Ministerio de Educación y Ciencia. La
coordinación documental y la gestión con los editores
es responsabilidad del Centro de Información y Documentación Científica (CINDOC-CSIC). La coordinación del desarrollo de software corresponde al Centro
Técnico de Informática (CTI-CSIC).
Grupo de trabajo: Se ha constituido un grupo de
trabajo donde colaboran, además del CINDOC y el
CTI, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de
Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (IATA-CSIC), el Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad
Complutense de Madrid y la Fundación Española
para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
Editores de las revistas: Todos los editores que deseen formar parte del proyecto. Desde su inicio, en
enero del 2004, se han sumado 43 editores, entre
ellos el grupo MedTrad, con la revista Panace@.
4. Selección y criterios de calidad de las revistas
que se incorporen al proyecto
Las revistas que deseen incorporarse al proyecto deben
cumplir dos condiciones fundamentales:
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<www.medtrad.org/panacea.html>
1. Ofrecer artículos en texto completo.
2. Permitir acceso gratuito a dichos artículos.
Además, y con objeto de establecer un sistema de calidad
acreditado, las revistas deben atenerse a unos criterios de calidad indispensables, que se han extraído de los publicados por
Latindex (<www.latindex.org>) para las revistas electrónicas.
El portal Tecnociencia ofrece la descripción detallada de dichos criterios en <www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/
proyecto4.jsp>.
5. Arquitectura para la plataforma de e-revist@s
Se propone una arquitectura abierta, basada en tecnologías
estandarizadas y de amplia aceptación en el ámbito de desarrollo de esta iniciativa. La arquitectura lógica esta basada en
la arquitectura UPS (Universal Preprint Service) y en su derivación propuesta por la iniciativa OAI (Open Archives Initiative). El lector interesado hallará una detallada descripción en
<www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto7.jsp>.
6. Tipo de relación entre el editor y e-revist@s
En función de la infraestructura informática y las posibilidades del editor, e-revist@s contempla tres casos:
1. Que el editor publique la revista electrónica y posea su
propio proveedor de datos.
2. Que el editor publique la revista electrónica y no posea
su propio proveedor de datos.
3. Que el editor no disponga de la versión electrónica y no posea un gestor de revistas ni un proveedor de datos propios
y quiera alojar la revista en el servidor de Tecnociencia.
En la página <www.tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto8.jsp> se exponen detenidamente los tres tipos de
relación entre el editor y e-revist@s, así como los pormenores
relativos a los formularios de metadatos con los que se elaboran las fichas de cada artículo. El portal informa asimismo
sobre el área de acceso restringido a los editores de revistas y
los recursos de valor añadido que ofrecerá e-revist@s (<www.
tecnociencia.es/e-revist@s/proyecto/proyecto6.jsp>), clasificados en las categorías siguientes:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Proyectos e iniciativas
Manuales y documentos
Software de gestión
Eventos
Normalización
Bibliotecas digitales y directorios de revistas
Editoriales
Foros
Bases de datos
Monográficos sobre distintos aspectos de la edición
electrónica
Conclusiones
La plataforma e-revist@s es una iniciativa para promover
la presencia en Internet de revistas científicas publicadas en
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Tribuna
<www.medtrad.org/panacea.html>
España y Latinoamérica, con el fin de que los documentos de
calidad editados —principalmente— en español se difundan
por todo el mundo, haciendo especial hincapié en los países
de habla hispana. Además, consideramos que el sistema de
calidad exigido y el análisis documental realizado por el
CINDOC, organismo con amplia experiencia en todo lo relacionado con las revistas científicas, permiten garantizar la
calidad de las publicaciones electrónicas. A nuestro juicio, es
éste un aspecto de gran importancia, ya que muchos autores
consideran como de segundo orden a las revistas electrónicas
y prefieren publicar en los medios convencionales.
Otro logro que el proyecto e-revist@s pretende alcanzar
es evitar el fenómeno conocido como «ciencia perdida»; para
ello, impulsará la visibilidad de la literatura científica no publicada en revistas de gran impacto y garantizará su accesibilidad
universal. En este sentido, el proyecto prevé abordar en una
segunda fase un sistema de medición del impacto de las publicaciones contenidas en el portal más ajustado a la realidad española e hispanoamericana que los existentes en la actualidad.
Finalmente, el proyecto, tal y como esta articulado, presenta una serie de recursos relacionados con las revistas científi-
cas y el mundo editorial y ofrece información adicional para
todos los interesados en el campo de la edición electrónica de
revistas científicas.
Para el equipo que trabaja en el desarrollo e-revist@s, el
éxito consistiría en conseguir que en los próximos años, y a
través de esta plataforma, que la información científica generada localmente sea rápidamente visible y accesible y contribuya a aumentar el uso de la información científica y técnica
en nuestra sociedad, premisa fundamental para el proceso de
toma de decisiones a todos los niveles.
Bibliografía
Budapest Open Access Initiative. <www.soros.org/openaccess/read.
shtml>.
Capel, H. Libelo contra el inglés. Biblio3W, 9 (490). <www.ub.es/geocrit/b3w-490.htm>.
Directory of Open Access Journals (DOAJ). <www.doaj.org>.
Dublin Core Metadata Element Set, Version 1.1. <www.dublincore.
org/documents/dces>.
Scientific Electronic Library Online (SciELO). <www.scielo.org>.
Perlas de la traducción
La palidez «del tejido conjuntivo» de Nietzsche
Gustavo A. Silva
Washington (EE. UU.)
El día que Nietzsche lloró1 es una novela escrita por un psiquiatra estadounidense cuya trama transcurre en la Viena del siglo
XIX y tiene como personajes, entre otros, a Friedrich Nietzsche, Lou Salomé, Josef Breuer y Sigmund Freud. La obra contiene
muchos conceptos y terminología médicos que, por desgracia, están muy mal traducidos, al punto de que algunos son errores
crasos. Por ejemplo, en algún momento de la narración, Josef Breuer somete a Nietzsche a una exploración física minuciosa,
de pies a cabeza como mandan los cánones. Al terminar el examen, el autor escribe:
A pesar de los numerosos síntomas del paciente, Breuer no encontró ninguna anormalidad física, a excepción de [...]
algunos síntomas de anemia, como palidez del tejido conjuntivo y de los labios y arrugas en las palmas de las manos.
[La cursiva es mía.]
El original2 dice:
Despite his patient’s abundance of symptoms, Breuer found no physical abnormalities aside from [...] some signs of
anemia: pale lips, conjunctiva, and creases of the palm.
Como todo médico sabe, la anemia se caracteriza por palidez mucocutánea, que en la exploración física se observa sobre
todo en la conjuntiva (mucosa palpebral), los labios y las palmas, especialmente en las líneas palmares. No hay tal cosa como
«palidez del tejido conjuntivo» ni «arrugas en las palmas de las manos».
Es evidente que conjunctiva debió traducirse como la conjuntiva (el tejido conjuntivo se llama en inglés connective tissue). Por otro lado, el adjetivo pale califica a los tres sustantivos. De manera que la traducción debió ser algo como:
[...] algunos signos de anemia, como palidez de la conjuntiva, de los labios y de las líneas palmares.
Notas
1. El día que Nietzsche lloró, de Irvin D. Yalom; traducción de Rolando Costa Picazo. Buenos Aires: Emecé; 1995. ISBN 950-04-1549-6.
2. When Nietzsche Wept, by Irvin D. Yalom. Nueva York: Harper Collins; 1993. ISBN 0-06-097550-4.
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Tribuna
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El cupping de Gwyneth Paltrow
Fernando A. Navarro
Cabrerizos (Salamanca, España)
El pasado 18 de julio, el diario El Mundo publicaba una noticia titulada «Gwyneth Paltrow:
marcada por el cupping» (pág. 14 del suplemento dominical «Crónica»), ilustrada con una
foto muy parecida a la que reproduzco junto a estas líneas, en la que el generoso escote posterior deja al descubierto unos extraños círculos oscuros en la espalda de la famosa actriz. Y
comenta el corresponsal de El Mundo en Los Ángeles, que firma la noticia:
Las marcas que Paltrow, simpatizante de las técnicas alternativas, mostraba eran el
resultado de una sesión de cupping. […] El cupping, práctica milenaria que incluye
la utilización de unos vasos pequeños generalmente hechos de cristal, se utiliza como
alternativa a la acupuntura, otra de las técnicas predilectas de la actriz norteamericana.
[…] Dichos vasitos se calientan brevemente en su interior con una llama y a continuación se aplican contra la piel en los puntos deseados. El fuego quema el oxígeno con
lo que al situar el vaso boca abajo sobre el cuerpo se crea un vacío. Entonces la piel es
estirada hacia el interior del vaso y de ahí que tras la sesión la estrella hollywoodiense
luciera esas llamativas marcas circulares.
¿No resulta chocante que una práctica milenaria carezca de nombre en nuestro idioma? Porque milenaria lo es, en efecto.
Como bien sabe todo médico, uno de los principales procedimientos terapéuticos —tanto en la medicina oriental como en la
occidental basada en la doctrina humoral— fue desde antiguo el tratamiento evacuador para eliminar los humores corrompidos o sobrantes, que actúan como materia peccans. Y ello mediante administración de laxantes, lavativas y vomitivos, sí,
pero también mediante aplicación de sangrías, escarificaciones, sanguijuelas y ventosas. Ventosas es, de hecho, el nombre
que estos vasitos milenarios recibieron en nuestro idioma desde siempre. Puede demostrarse fácilmente acudiendo a textos
de distintas épocas históricas:
En el Tratado de cirugía de Guido de Cauliaco, del siglo XV, puede leerse, por ejemplo, que «el ventosamiento es aponimiento de las ventosas por el qual la materia de entre cuero e la carne es evacuada». En el siglo XVIII, Esteban de Terreros
define así la ventosa en su Diccionario castellano con las voces de las ciencias y las artes: «vaso que se aplica por medio
del fuego á la carne para atraher la sangre, ó humor hacia afuera». Y ya en pleno siglo XXI, la RAE nos ofrece en la última
edición de su Diccionario de la lengua española la siguiente definición de ventosa: «vaso o campana, comúnmente de
vidrio, que se aplica sobre una parte cualquiera de los tegumentos, enrareciendo el aire en su interior al quemar una cerilla,
una estopa, etc.».
Cabe la posibilidad de aducir que el vocablo ventosa se conoce, sí, en español, pero que lo que no es bien conocido es la
equivalencia entre el inglés cupping y el español ventosa. Posible tal vez, pero lo considero poco probable si tenemos en cuenta
que ya John Minsheu, en 1617, incluyó en su Vocabulario español-inglés la siguiente entrada: «ventosa: a cupping glasse».
¿A que viene, pues, el llamar ahora cupping a las ventosas? Suponiendo que la cosa no obedezca a ignorancia pura y dura
—que podría ser—, todo apunta al prestigio de que gozan entre nosotros los vocablos que incorporan el sufijo -ing: en un
mundo de bullying, catering, clapping, jogging, lifting, mobbing, peeling, piercing, strapping, stretching, training y trekking
(¡y hasta de consulting, footing y puenting, que son ya el colmo del esnobismo lingüístico!), aplicarse ventosas parece una
ordinariez indigna de una actriz de Hollywood. Eso del cupping, en cambio, suena infinitamente más in e infinitamente más
fashion… ¡dónde va uno a comparar!
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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Revisión y estilo
Versión actualizada de las «normas de Vancouver»
en traducción al español
María Luisa Clark*
Las primeras revistas científicas del mundo occidental aparecieron en Europa hace alrededor de 300 años, pero no fue hasta
el siglo XX, momento en el que la publicación científica sufrió
un incremento exponencial, cuando se hizo evidente la necesidad de elaborar pautas generales para uniformar la estructura
y ciertos aspectos del contenido de los trabajos presentados a
las revistas. La tarea fue emprendida en 1978 por un puñado de
directores de revistas médicas en lengua inglesa que se reunió
informalmente con ese propósito en la ciudad de Vancouver
(Canadá). Un año más tarde, el llamado «grupo de Vancouver»
publicó las normas elaboradas en esa primera reunión con el
título de «Uniform requirements for manuscripts submitted to
biomedical journals». Con el tiempo, el grupo creció y adquirió carácter oficial, hasta convertirse en el actual Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas (CIDRM), que
se reúne cada año para modificar las normas en consonancia
con las tendencias e inquietudes del momento en materia de
publicación científica.
Aunque en un principio las normas de Vancouver versaban
casi por entero sobre la organización y el contenido del artículo científico y el estilo de las referencias, en distintos momentos el CIDRM ha considerado necesario pronunciarse acerca
de otros temas. Un incidente que tuvo lugar a principios de los
años ochenta1 llevó al CIDRM a establecer criterios de autoría
en 1985, y así fueron surgiendo declaraciones sucesivas sobre
política editorial y los aspectos éticos, prácticos y legales de
la publicación científica. Asimismo, los nexos cada vez más
estrechos entre la comunidad investigadora y las empresas
comerciales, que muchas veces aportan los fondos para
los ensayos clínicos, han llevado al CIDRM a abundar en
el tema de los conflictos de intereses. Anteriormente, las
declaraciones separadas se publicaban en forma de anexos
al texto principal; pero en la actualidad todas se encuentran
incorporadas a la versión más reciente de los «Requisitos
uniformes». Algunas revistas clínicas de prestigio se han
inspirado en las declaraciones del CIDRM para dar a conocer
sus propios criterios sobre cuestiones éticas.2
Los requisitos uniformes publicados en 1979 han sufrido
numerosas revisiones; la quinta y la más extensa de ellas ocurrió en 1997, y ciertas secciones —particularmente las relacionadas con los derechos de autor y los conflictos de intereses— se
actualizaron en mayo de 1999, 2000 y 2001. En noviembre de
2003, el documento volvió a sufrir una revisión y reorganización a fondo; esta vez, profundiza más en algunos aspectos
de la publicación en medios electrónicos y en los problemas
éticos vinculados con la publicación científica.
En resumen, las normas de Vancouver se idearon para
ayudar a los investigadores del ámbito biomédico en cualquier
parte del mundo a presentar sus trabajos de investigación a
revistas científicas de manera clara, completa y coherente, y
posteriormente se agregaron componentes sobre otros aspectos de la publicación. La finalidad fundamental de las normas
sigue siendo facilitar la comprensión y lectura del artículo
científico y uniformar el estilo de las referencias citadas3 para
permitir su búsqueda en las bases de datos internacionales,
todo con objeto de agilizar la comunicación entre científicos.
Si un manuscrito acata las normas, no será devuelto a los
autores por problemas de presentación; además, la revisión y
edición del texto serán mucho más fáciles. Pero la utilidad de
las normas rebasa con mucho estos límites, ya que también
explican las funciones, responsabilidades y derechos de autores, árbitros, editores, directores y propietarios de revistas,
y de las entidades patrocinadoras de la investigación, a la vez
que sirven de guía sobre el manejo de situaciones conflictivas
(casos de fraude o de publicación duplicada, violaciones de la
confidencialidad, autoría injustificada, etc.).
Por último, cabe aclarar que las normas de Vancouver no
son un conjunto de pautas estilísticas para autores y redactores o correctores de estilo, sino una guía de presentación de
manuscritos. Cada revista tiene normas editoriales propias
que definen su repertorio temático, los tipos de manuscritos que
recibe y el idioma en que pueden presentarse, así como aspectos estilísticos más puntuales. No obstante, muchas se ciñen a
los «Requisitos uniformes» para el formato de las referencias
bibliográficas y otros elementos de estilo. De hecho, hoy en
día centenares de revistas biomédicas en distintos idiomas remiten a las normas de Vancouver en las instrucciones para sus
autores. Sin embargo, sigue habiendo autores que desconocen
las normas o su utilidad, problema que se ve agravado en países de habla española por la escasez de buenas traducciones
al castellano de las principales fuentes autorizadas en materia
de publicación científica procedentes del mundo anglosajón.
Con el fin de poner los «Requisitos uniformes» al alcance de
un mayor número de autores hispanoparlantes, la Revista Panamericana de Salud Pública, perteneciente a la Organización
Panamericana de la Salud, con sede en Washington, D.C. (EE.
UU.) publicó en enero de 2004 la traducción al español de la
versión más reciente de las normas,4 que ahora se coloca en El
Escaparate de MedTrad (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/vancouver.html>). Para quienes deseen consultarla, la
* Jefa de Redacción de la Revista Panamericana de Salud Pública. Organización Panamericana de la Salud, Washington (Estados Unidos).
Dirección para correspondencia: clarkmar@paho.org.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
253
Revisión y estilo
versión oficial en inglés se encuentra en Internet, en la dirección <www.icmje.org>; se ha abandonado la práctica de años
anteriores de publicarla en formato impreso.5
Notas
1. Se trata del caso de John Darsee, investigador de las universidades de
Emory y Harvard, en Estados Unidos de América, cuyo fraude arrastró al desprestigio a colegas que figuraban como autores sin haber
tenido parte en los trabajos (Lock S. Research misconduct: a resume
of recent events. En: Lock S, Wells F. Eds. Fraud and misconduct in
medical research. Londres: BMJ Publishing Group; 1994. p. 5-24).
2. British Medical Journal (<bmj.com/cgi/content/full/317/7154/291/
DC1>), JAMA (<jama.ama-assn.org/misc/auinst_crit.pdf>), New
<www.medtrad.org/panacea.html>
England Journal of Medicine (<www.nejm.org/hfa/pdf/NEJDiscl.
pdf>), o The Lancet.
3. La versión más reciente de las normas remite a los lectores al sitio
de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos de
América, <www.nlm.nih.gov/bsd/uniform_requirements.html>, en
lo que respecta al estilo de las referencias bibliográficas, que se basa
en el formato ANSI.
4. Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas. Requisitos
uniformes para preparar los manuscritos que se presentan a las
revistas biomédicas: redacción y edición de las publicaciones
biomédicas. Rev Panam Salud Publica 2004; 15 (1): 41-57.
5. Uniform requirements for manuscripts submitted to biomedical
journals. Ann Intern Med 1997; 126: 36-47.
Manifiesto de apoyo al proyectado diccionario de la RANM
Real Academia Nacional de Medicina
Madrid (España)
En la sede de la Real Academia Nacional de Medicina, y en el marco del simposio «La Terminología Médica en los Profesionales y en los Medios de Comunicación» (celebrado en Madrid los días 15 y 16 de abril del 2004), los representantes de las
instituciones, organismos y asociaciones abajo citados manifiestan su voluntad de cooperar en el ámbito de sus competencias
con la Real Academia Nacional de Medicina en la elaboración del Diccionario de Terminología Médica, que esta última
institución tiene encomendado según Decreto 3150 de 7 de diciembre de 1967 y reformado por el Real Decreto 1653 de 24
de julio de 1998 que regulan los fines de la mencionada Real Academia.
Firmado en Madrid, el 15 de abril del 2004, por: Amador Schüller Pérez (presidente de la Real Academia Nacional de
Medicina), Hipólito Durán Sacristán (director del diccionario de la Real Academia Nacional de Medicina), Manuel DíazRubio García (Real Academia Nacional de Medicina), Antonio Campos Muñoz (director del Instituto de Salud Carlos III),
M.ª Carmen Rodríguez Menéndez (presidente del Colegio de Médicos del Principado de Asturias, en representación de la
Organización Médica Colegial - OMC), Joaquín Fernández Cruz (presidente de la Federación de Asociaciones Científico
Médicas Españolas - FACME), Ignacio Paz Bouza (presidente de la Conferencia Nacional de Decanos), Javier López
Iglesias (presidente de la Asociación Nacional de Informadores Sanitarios - ANIS), Fernando A. Navarro (director de Panace@), Arcadi Gual Sala (secretario de la Sociedad Española de Educación Médica) y Ricardo Guerrero (vicepresidente
de la European Association of Science Editors - EASE).
A este protocolo de colaboración podrán adherirse cuantas instituciones y organismos públicos y privados estén interesados en promover el buen uso de la terminología médica en España e Hispanoamérica. Hasta finales de abril del 2004 se
habían sumado las siguientes adhesiones: Gustavo A. Silva (jefe del Servicio de Traducciones de la Organización Panamericana de la Salud - OPS, Washington [Estados Unidos]), Carlos Oppenheimer (jefe del Servicio de Traducción de la
Organización Mundial de la Salud - OMS, Ginebra (Suiza), Miguel Paredes Larrucea (jefe de la División de Traducción
de Lengua Española, Comité Económico y Social Europeo y Comité de las Regiones, Bruselas [Bélgica]), María Elena
Fernández Miranda (jefe del Departamento de Lengua Española, Dirección General de Traducción de la Comisión Europea, Bruselas [Bélgica]), Cristina Márquez Arroyo y M.ª José Hernández Weigand (codirectoras de MedTrad: Grupo de
Medicina y Traducción).
254
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Revisión y estilo
<www.medtrad.org/panacea.html>
La citación en el artículo de divulgación médica
(inglés-español) y su importancia en la formación
de traductores
M.ª Blanca Mayor Serrano*
Introducción
Son numerosos los autores que advierten de los problemas
que presenta la traducción médica en cuanto a, por ejemplo,
nomenclaturas normalizadas,1-5 epónimos,6,7 neologismos,1,2,7
siglas,2-4,6,8 anglicismos y su abuso.2,9-13 Muy pocos5,14-17 los
que previenen de las dificultades de la traducción de la citación, o referencias a otros investigadores, en los artículos de
divulgación médica, a pesar de:
a) las diferencias notorias en ambas lenguas en cuanto al
tipo de información sobre terceros y los científicos que
firman los artículos;
b) la constante mención de categorías profesionales y académicas e instituciones en estos textos;
c) los problemas que presenta la traducción de las categorías profesionales y académicas e instituciones. Éstos no
sólo se derivan del desconocimiento y la dificultad en la
búsqueda de las posibles equivalencias en lengua española, sino también de las diferencias de significado a uno
y otro lado del Atlántico y de las diferencias ortográficas y
culturales.
La citación, no obstante, ha sido objeto de atención por
parte de algunos autores. Pero sus investigaciones se han
centrado básicamente en el estudio de este fenómeno ya en el
artículo de investigación,18-22 ya en el estudio contrastivo de
dos clases de texto: «manual»/«artículo de investigación»,23
«artículo de divulgación»/«artículo de investigación», llevado
a cabo en este último caso por F. J. Fernández Polo.15 Dicho
autor se centra en el estudio de la citación en el artículo de
divulgación, y los resultados de su análisis son sumamente
interesantes. Ahora bien, su corpus, que abarca cinco artículos
de Scientific American con sus correspondientes traducciones
y otros cinco de Investigación y Ciencia referidos a diversos
campos del saber, no es lo suficientemente amplio como para
permitirnos saber con certeza si los resultados que arrojó el
estudio son producto de la casualidad o más bien de las convenciones de la clase de texto «artículo de divulgación».
Convencidos de que la citación, causante de no pocos
problemas de traducción, viene determinada por la función
comunicativa de los textos y de que su estudio contribuye a la
caracterización de las clases de texto, así como a la determinación de su grado de especialización, hemos efectuado un estudio contrastivo de dicho fenómeno con objeto de responder a
las siguientes preguntas:
a) ¿Qué motivos impelen a los productores de los artículos
de divulgación médica a hacer uso de la citación en sus
escritos?
b) ¿Se formulan las citaciones del mismo modo en los artículos de divulgación o su estructura y número depende
del grado de especialización del texto en cuestión?
c) ¿Existen diferencias interlingüísticas a la hora de citar
otras fuentes?
Los resultados del análisis contrastivo no solo nos posibilitarán confirmar nuestras suposiciones, sino también comprender las dificultades que el tratamiento de la citación entraña para
el traductor no iniciado.
Material y métodos
Con objeto de responder a las preguntas formuladas en
líneas superiores, el corpus de textos del que nos hemos valido
viene configurado por 60 artículos de revistas divulgativas con
distinto grado de especialización: 30 en español (Muy Interesante, Medicina y Ciencia, DSalud, Muy Saludable, Muface,
Investigación y Ciencia) y 30 en inglés (Odyssey, Scientific
American, Natural Health y Zest).a
A la hora de estudiar la citación, resulta imprescindible
recordar la distinción que J. M. Swales realiza entre las formas
de citación que ha venido en llamar «integrales» y «no integrales», y que define del siguiente modo:
An integral citation is one in which the name of the researcher occurs in the actual citing sentence as some sentence-element; in a non-integral citation, the researcher
occurs either in parenthesis or is referred to elsewhere by
a superscript number or via some other device.18
Los principales tipos que adoptan ambas formas de citación los ilustra mediante los ejemplos que reproducimos a
continuación:
Integral
Ia
Brie (1988) showed that the moon is made of cheese.
Ib
The moon’s cheesy composition was established by Brie
(1988).
Ic
Brie’s theory (1988) claims that the moon is made of cheese.
*Traductora. Granada (España). Dirección para correspondencia: blancamayor@yahoo.es.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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Revisión y estilo
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Id
Brie’s (1988) theory of lunar composition has general support.
Ie
According to Brie (1988), the moon is made of cheese.
Non-integral
Na
Previous research has shown that the moon is made of cheese
(Brie, 1988).
Nb
It has been shown that the moon is made of cheese (Brie,
1988).
Nc
Nd
It has been established that the moon is made of cheese. 1-3
The moon is probably made of cheese (Brie, 1988).
Ne
The moon may be made of cheese.1-3
Nf
The moon may be made of cheese (but cf. Rock, 1989).
Formas de citación integrales y no integrales18
Formas de citación integrales y no integrales18
Como demostraremos más adelante, los autores de los artículos de divulgación prescinden de las formas de citación no integrales, es decir, aquellas en las que el nombre del científico no
forma parte de ningún elemento de la oración que constituye la
cita, sino que aparece entre paréntesis, en notas o mediante otros
mecanismos. Circunstancia que viene motivada precisamente
por la función comunicativa de la clase de texto objeto de estudio. Por lo tanto, cuando aludimos a la citación, nos referimos
exclusivamente a las formas de citación integrales.
La citación en el artículo de divulgación médica (inglésespañol)
El artículo de divulgación, tanto en inglés como en español, se halla «plagado» de citaciones.
Como adelantábamos en líneas superiores, en esta clase
de texto no tienen lugar las citas no integrales, demasiado
impersonales y propias de los textos profesionales, debido a
la función comunicativa de la clase de texto objeto de estudio: poner al alcance de las personas ajenas al campo al que
corresponden los conocimientos y los descubrimientos generados por las diversas ramas de la ciencia médica lo que está
reservado a una minoría. Es decir, se trata de la transmisión de
un mensaje preexistente a un grupo de destinatarios distinto
del originalmente previsto, con el objetivo de dar cuenta de
manera comprensible, accesible y amena de lo que ya está
establecido en la ciencia de la medicina. La información que
se transmite debe ser, pues, inteligible, asequible, entretenida,
como sugería el profesor Arturo Fernández Cruz,b quien, en
uno de sus artículos, defendía
[...] la necesidad de una divulgación rigurosa y amena de
esta temática, que además incitara a los lectores a continuar leyendo libros y formándose para poder entender
—culturalmente hablando— el mundo que iba surgiendo
a partir de la nueva biología y sus aplicaciones médicas.
La referencia explícita a otros científicos en el artículo de
divulgación es una estrategia destinada a facilitar la interac256
ción de los destinatarios con esta clase de texto; o, en palabras
de F. J. Fernández Polo,
[...] las referencias explícitas a los científicos constituyen
una estrategia destinada a «implicar» a los lectores de
los textos de divulgación, y dicha implicación persigue
facilitar la comprensión de la información propiamente
científica que aparece en ellos [...].15
Estrategia muy distinta a la perseguida en los artículos profesionales, en los que la citación se emplea como
[...] part of the writer’s rhetorical armoury in securing
ratification of new knowledge claims by establishing a
research niche, providing persuasive support for arguments and demostrating the novelty of assertations.23
Aún más: no solo las referencias a las opiniones de otros
científicos constituye una constante en los textos objeto de análisis, sino también la evocación de publicaciones anteriores:
Pero el informe que Morrison y sus colegas han publicado en la revista científica Nature del pasado mes de
enero revela cómo [...].25
El 17 de enero de 1999, el diario El Mundo titulaba así
un reportaje en sus páginas de salud [...].26
La evocación de publicaciones anteriores la explica B. M.
Gutiérrez Rodilla de la siguiente manera: «[...] se busca legitimar
el trabajo de divulgación presente; las referencias a la actualidad
tratarán de realzar la importancia de los descubrimientos más recientes llevados a cabo».2
En los artículos de divulgación analizados hemos observado, pues, abundantes referencias a otros científicos. Además de
los motivos aducidos anteriormente, F. J. Fernández Polo atribuye dichas referencias a la «relevancia que éstos poseen para
las investigaciones del autor o autores del artículo o en general
para el campo de investigación en el que se insertan»,15 si bien
cabe matizar que las referencias a otros científicos suelen ser
mucho más frecuentes en los artículos escritos por periodistas
especializados que en aquellos cuyos emisores son los propios
científicos.
El tipo de información suministrada por los productores de
un texto acerca de otros investigadores varía en ambas lenguas.
En español, si el emisor del artículo de divulgación es el propio científico, las referencias a otros investigadores tienden a
limitarse prácticamente a la mención de sus nombres; cuando el
autor del texto es un periodista especializado, éste, aparte de la
mención de los nombres, aporta información acerca de las categorías profesionales y del lugar del trabajo de los investigadores
citados. Los textos ingleses escritos por periodistas especializados aportan, por el contrario, una información más detallada,
dándonos a conocer algunos de los avatares profesionales de los
investigadores a los que hacen referencia:
[...] says Dr Gregory J. Downing. He is a senior policy
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
adviser at the National Institutes of Health (NIH) and
chaired planning of the watershed conference ‘Biomarkers and Surrogate Endpoints: Advancing Clinical
Research and Applications’, which was held on the NIH
campus in April 1999.27
[...] says Dr. Sheryl Lard. She is an immunologist with the United States’ Food and Drug Administration (FDA) and formerly
chaired the committee on HIV of the Clinical Immunology
Society. 27
[...] says Dennis Avery, director of the Center for Global Food
Issues at the Hudson Institute, a research group in Indianapolis,
Ind., and author of Saving the Planet with Pesticides and Plastic
(Hudson Institute, 1995).28
[...] asegura el doctor Fernando Duce, del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Zaragoza y miembro de la
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.29
Recientemente, el doctor Mark C. Horowitz, del Departamento de Ortopedia y Rehabilitación de la Universidad
de Yale, en EE UU, ha destacado [...].25
Como explica el doctor Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz [...].30
[...] asegura el doctor José Ramón González-Escalada,
responsable de la Unidad del Dolor del Hospital Ramón
y Cajal.31
El inglés, asimismo, muestra mucha más variedad a la hora
de referirse a los «actores» de la comunidad científica que el
español, según se desprende de los textos analizados:c
scientists
investigators
researchers
physicians
doctors
experts
workers
clinicians
los especialistas
los investigadores
los expertos
los científicos
Incluso en los recuadros de los artículos de Scientific
American e Investigación y Ciencia, donde se proporciona
información acerca de los científicos que firman los trabajos,
ésta suele ser mucho más rica en los artículos ingleses que
en los españoles. Así, en los primeros, además de la mención
del nombre y del lugar de trabajo, se halla información relativa a la vida académica e incluso personal de los científicos.
Curiosamente, los traductores de los originales en inglés
suelen demostrar una marcada tendencia a suprimir parte de
la información relativa a los investigadores que aparece en
los originales, actitud que, como apunta F. J. Fernández Polo,
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Revisión y estilo
probablemente obedece «a un intento por adaptar los artículos
traducidos a las pautas habituales en este ámbito en los originales en español».15
STUART B. LEVY is professor of molecular biology
and microbiology, professor of medicine and director of
the Center for Adaptation Genetics and Drug Resistance
at the Tufts University School of Medicine. He is also
president of the Alliance for the Prudent Use of Antibiotics and president-elect of the American Society for
Microbiology.32
STUART B. LEVY, profesor de biología molecular y microbiología, dirige el centro de genética de la adaptación
y resistencia farmacológica de la facultad de medicina de
la Universidad Tufts. Es presidente electo de la Sociedad
Americana de Microbiología.33
Al principio del presente trabajo nos preguntamos si la citación se formula del mismo modo en los artículos de divulgación o si su estructura y número depende del grado de especialización del texto en cuestión. Pues bien, el análisis contrastivo
nos permite concluir que en la divulgación llevada a cabo por
periodistas la citación suele ser más rica en información y
más frecuente que en la divulgación realizada por los propios
científicos, mucho más próxima a los artículos profesionales
que les sirven de base.
A la hora de citar las opiniones o trabajos de otros investigadores existen evidentes diferencias interlingüísticas, como
hemos mostrado a lo largo de nuestra exposición. Así, la citación en inglés es mucho más rica en información acerca de los
investigadores que en los artículos españoles. Centrándonos,
más concretamente, en los artículos escritos por científicos,
cabe incluso afirmar la existencia de comportamientos muy
similares entre los autores de los originales en español y los
traductores, y discrepancias entre ambos y los autores de los
artículos ingleses, lo que viene a corroborar los resultados del
análisis llevado a cabo por F. J. Fernández Polo. Como ejemplo ilustrativo, sirvan los siguientes párrafos tomados de un
original en inglés y su traducción, donde se aprecia con claridad cómo el traductor se limita a la mención de los nombres de
los investigadores sin aportar ningún otro tipo de información
acerca de los mismos.
Those groups included teams led by Stephen A. Johnston of
the University of Texas Southwestern Medical Center in Dallas; by Philip Felgner of Vical in San Diego and Margaret
Liu, then at Merck in West Point, Pa.; by Harriet L. Robinson, then at the University of Massachusetts; and by one of
us (Weiner) at the University of Pennsylvania.34
Esos grupos estuvieron dirigidos por Stephen A. Johnston,
por Philip Felgner y Margaret Liu, por Harriet L. Robinson
y por Weiner, uno de los autores.35
257
Revisión y estilo
La citación, o referencia a las opiniones o trabajos de otros
investigadores, es, por tanto, un aspecto digno de ser tenido
en cuenta en el aula por las diferencias notorias entre ambas
lenguas, así como por la constante mención de categorías profesionales y académicas e instituciones.
Los problemas que presenta la traducción de este fenómeno
no sólo se derivan del desconocimiento y la dificultad en la
búsqueda de las posibles equivalencias en lengua española,
sino también:
<www.medtrad.org/panacea.html>
physician, practitioner, primary physician, registrar, resident,
scholar, senior, specialist, surgeon, Surgeon General.
Creemos, pues, en la importancia de abordar y trabajar en
torno a este asunto en el aula lo antes posible e instruir al alumnado sobre cuándo y cómo se han de traducir las categorías
profesionales y académicas y las instituciones, cuya mención
es habitual en un buen número de textos médicos.
Notas
Debido a la extensión del corpus utilizado, solo aparecen en la bibliografía los textos referidos en el presente artículo.
b
El profesor Arturo Fernández Cruz coordinaba y colaboraba en la
sección de «Biología y Medicina» de La Vanguardia, creada en 1962.
El artículo citado figura bajo el título «Contribución a una noble empresa cultural» en La Vanguardia del sábado 7 de abril de 1962.24
c
Mostramos las referencias a los mismos por su frecuencia de aparición
en los textos.
a
a)
de las diferencias de significado a uno y otro lado del
Atlántico, como apunta F. A. Navarro:
[...] el consultant británico equivale al attending physician
estadounidense (médico adjunto) y no tiene nada que ver
con un consultant estadounidense (asesor, médico llamado
a consulta); el Surgeon General es en los Estados Unidos
el director de los servicios estatales de salud pública o el
jefe del cuerpo de sanidad de cualquiera de los tres ejércitos, mientras que en Inglaterra recibe este nombre sólo el
jefe del cuerpo de sanidad de la armada.5
b)
de las diferencias ortográficas existentes entre el inglés
británico y el norteamericano, que, si bien en principio
parecen una nimiedad, pueden ser causantes de no pocos
problemas de traducción:
El anaesthetist británico, por ejemplo, corresponde a
nuestro anestesista (es decir, un médico especializado en
anestesia), mientras que el anesthetist norteamericano
es un técnico autorizado a administrar la anestesia a los
pacientes, pero que no posee el título de médico (si fuera
un médico especialista, se llamaría anesthesiologist).5
c)
de las diferencias culturales:
Otro punto engañoso en los Estados Unidos es la diferencia entre doctor y physician. En la conversación diaria
son apelativos intercambiables. En términos legales estadounidenses, sin embargo, existe una distinción simple
pero estricta. El doctor (of medicine) alude solamente al
título, mientras que physician se refiere específicamente
al doctor autorizado a ejercer, al que se le ha otorgado una
licencia. Cuando surge alguna irregularidad en el ejercicio profesional de un colega, lo primero que se cuestiona
es su estatus jurídico: Is he a licensed physician? (¿Es
un médico con licencia?). En muchos países, el título de
médico es suficiente para ejercer la profesión.36
Cabe destacar que en el Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina,12 de F. A. Navarro, se comentan con
detalle los problemas de traducción planteados por multitud de
términos ingleses relativos a categorías profesionales y académicas e instituciones, como assistant, associate, bachelor,
chairman, chemical pathologist, chemist, college, consultant,
department, doctor, house physician, intern, junior, lecturer,
matron, MB, MD, Medex, Mr., officer, pathologist, PhD,
258
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259
Cartas a Panace@
<www.medtrad.org/panacea.html>
Cinco años de MedTrad
MedTrad como fuente de información para la resolución de problemas
de traducción
Gabriela Caruso*
Años atrás, a fin de resolver problemas de tipo terminológico,
el traductor se veía obligado a recorrer varias bibliotecas para
consultar distintas fuentes que le permitieran dar una solución
satisfactoria a dichos problemas. Esto se debía a que las obras
que podía consultar en la comodidad de su hogar, por numerosas que fueran, siempre resultaban limitadas. Con la llegada
de Internet esta situación cambió en forma radical. Ahora sí
es posible tener todas las fuentes de consulta al alcance de la
mano con solo sentarse frente a la pantalla de la computadora.
Pareciera ser un sueño hecho realidad.
La globalización que viene de la mano de Internet permite que tengamos al mundo entero en nuestras manos. Sin
embargo, es necesario que usemos esta nueva herramienta
de trabajo con mucha cautela y sentido común. Pues, si bien
todo lo dicho es fácilmente comprobable, también es cierto
que el sueño puede convertirse en pesadilla y el nuevo invento
transformarse en un monstruo que se vuelva en nuestra contra
y nos haga trizas.
No todo lo que circula por Internet es información confiable, legítima y fidedigna. Esto nos obliga entonces a desarrollar mecanismos que nos permitan discernir qué datos
podemos recoger confiadamente y cuáles debemos descartar,
separando así la maleza del trigo.
En primer lugar, resulta fundamental que podamos evaluar si el sitio de consulta es confiable. Un buen parámetro de
evaluación podría consistir en investigar si se trata de un sitio
oficial con el aval de algún organismo nacional o internacional
que corresponda a una entidad autorizada en la materia que
nos ocupa. En segundo lugar, podríamos realizar un análisis
estadístico que nos permita estimar la frecuencia de uso del
término que originó nuestra consulta. Una búsqueda rápida
utilizando un metabuscador nos permite saber, tan solo en
minutos, la cantidad de veces que figura ese término en la red.
Profundizando aún más la búsqueda, deberíamos interesarnos
por el carácter regional del término en cuestión. Así como
pudimos determinar la frecuencia de uso del término, también
podemos establecer el país de origen de las distintas páginas,
sitios o portales en los que aparece usado ese término. Este
dato es de especial importancia para el traductor. Pues el color local del término le permitirá decidir si lo elige o no para
incluirlo en su traducción, teniendo en cuenta al destinatario,
potencial o real, del texto meta.
Otro recurso que siempre ha utilizado el traductor para
esclarecer y resolver problemas de traducción, en especial
aquellos de índole técnica, es la consulta con especialistas.
Esta situación también cambió con la llegada de Internet. La
modalidad de consulta antes implicaba reunirse con el experto
en la materia o hacerle consultas telefónicas para disipar dudas
y —por qué no decirlo— importunarlo y molestarlo hasta el
hastío, llevándolo al borde de la locura y obligándolo a escabullirse ante la posibilidad de una nueva pregunta de nuestra
parte. Esta situación ahora se ha simplificado enormemente
gracias a la creación de foros de discusión en los que esos mismos especialistas que antes consultábamos en persona o por
teléfono y muchos otros de gran prestigio, ya no solo del plano
local, sino también del internacional, están más que dispuestos
a mostrar con merecido orgullo cuánto saben acerca del trabajo que desarrollan o de su área de estudio o investigación, lo
cual obviamente redunda en nuestro beneficio. Una vez más
podemos llegar a la solución perfecta a nuestro problema y sin
movernos de nuestra casa.
Sin embargo, también este recurso constituye un arma de
doble filo, y por eso resulta imperioso resaltar la necesidad
de nuestro espíritu crítico para poder evaluar si el aporte del
especialista es bueno o no. Ya lo decía Platón en sus Diálogos
socráticos al referirse al criterio de autoridad. Cuando sus
alumnos argumentaban que una declaración era verdadera
porque la había hecho Sócrates, él respondía que el mero hecho de que la declaración fuera de Sócrates no la hacía necesariamente cierta. Esta enseñanza de Platón nos lleva a tomar
conciencia de cuán importante es que podamos fundamentar
en forma fehaciente cada una de las soluciones que proponemos al realizar nuestro trabajo. El criterio de autoridad por sí
solo no basta para sustentar nuestras decisiones. Hoy más que
antes debemos tener en cuenta que el especialista, al igual que
nosotros, ahora también se sienta frente a su computadora y, ya
sin traje ni corbata, sino en piyamas, responde a las consultas
desde la comodidad de su casa. Resulta fundamental entonces
que exacerbemos nuestro espíritu crítico y, con rigor digno de
un buen científico, podamos distinguir cuándo el especialista
está haciendo un verdadero aporte epistemológico y cuándo
está dando una mera opinión.
No obstante, aunque seamos conscientes de que debemos
descartar muchas de las respuestas que obtenemos a nuestros
interrogantes, es necesario reconocer que la posibilidad de
contar con el intercambio de ideas que se produce en estos
foros de discusión es de una riqueza inigualable. MedTrad,
lista de gran prestigio internacional integrada por profesio-
* Traductora científico-médica. Buenos Aires (Argentina). Dirección para correspondencia: english4u@vianetworks.com.ar.
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Cartas a Panace@
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nales de la salud y de la lengua que intercambian a diario sus
conocimientos e ideas con el propósito de descifrar enigmas
terminológicos, debatir acerca de peculiaridades idiomáticas o
esclarecer dudas de traducción, constituye un verdadero ejemplo de esa riqueza.
Una cualidad que diferencia a MedTrad de otras listas de
correo radica en que una de las consignas del grupo es que no
se realicen consultas antes de haber agotado otros recursos,
lo cual lleva a que el interrogante se formule solo después
de haber investigado por otros medios y a que los planteos
sean de un elevado nivel académico. Estamos, a mi modo
de ver, ante una herramienta indispensable para el traductor
especializado en el área de la medicina, pues el intercambio de ideas que se suscita a partir de la realización de una
consulta permite al traductor que encuentre la palabra justa,
con un valor agregado: lograr tamaño objetivo en cuestión
de minutos. Por lo general, a poco de formular la consulta,
ya se obtiene algún indicio que permite orientar la búsqueda,
cuando no la respuesta correcta. Muchas veces, con el correr
de las horas, las respuestas mismas que se van acumulando
en la casilla de correo electrónico permiten constatar si la
decisión tomada en relación con la opción léxica es acertada
o no, mientras uno sigue trabajando en la traducción. Además
de contar con el aval de profesionales de primera línea que
fundamentan cada uno de sus aportes cuando lo consideran
necesario, el traductor ahorra tiempo, tiene la posibilidad
de verificar las soluciones propuestas y decidir con mayor
amplitud de criterio.
Si uno se toma el trabajo de seguir el hilo de los mensajes
que se envían sobre un asunto y los analiza con detenimiento,
es fácil comprobar que absolutamente todos los aportes realizados, los más y los menos acertados, llevan a que uno se
acerque cada vez más a la verdad hasta llegar a la solución al
problema planteado. Incluso las sugerencias erróneas motivan
a otros miembros del grupo a solidarizarse y proponer una alternativa más acertada para corregir el error.
No obstante el elogio realizado hasta ahora, presentar a
MedTrad como un mero foro virtual no es hacerle plena justicia, puesto que es mucho más que eso. El archivo en el que
se guardan todos los mensajes desde el nacimiento del foro,
allá por septiembre de 1999, constituye una base de datos en sí
misma que también sirve como fuente de consulta, al igual que
los mensajes recopilados por temas y las fichas terminológicas
que comparan términos afines.
El hecho de que exista una nueva forma de encarar nuestro
trabajo con mayor acceso a la información, mayor contacto
con profesionales idóneos y la posibilidad de resolver problemas con mayor rapidez lleva a su vez a que tomemos conciencia de la necesidad de generar un mayor compromiso personal
y profesional por nuestra parte con la tarea realizada.
MedTrad para una historiadora del lenguaje médico
Bertha M. Gutiérrez Rodilla*
Se cumple ahora el quinto aniversario del nacimiento de MedTrad —lista de correo a la que tengo el honor de pertenecer
desde poquitos meses después de su fundación—, y no quiero
dejar pasar de largo la oportunidad de hacer llegar mi enhorabuena a quienes tuvieron la feliz idea de concebirla, gestarla y
hacer todo lo posible para que se produjera su alumbramiento,
valga la metáfora. En sus cinco años de vida, no sólo ha ido
aumentando el número de participantes en la misma, es decir,
no sólo ha progresado en cantidad, sino que, sobre todo, ha
conseguido un nivel de calidad que me atrevo a calificar de
«única». Una calidad que, además de tener que ver con que la
pertenencia a la lista está sujeta a un proceso previo de selección, se relaciona con el nivel de autoexigencia y superación
de sus componentes, como se muestra de forma cotidiana en
sus intervenciones y discusiones.
Resulta obvia la utilidad que para un traductor médico
puede tener un «foro de medicina y traducción». Pero quizá
no sea tan evidente la que puede tener para una historiadora
de la medicina —por tanto, de su lenguaje también—, como
soy yo. Y sin embargo, la tiene. En primer lugar, porque mi
área de conocimiento tiene a su cargo, de acuerdo con la
normativa vigente en España, la formación terminológica de
los alumnos de Medicina. En el caso concreto de mi facultad,
mis compañeros de área han delegado en mí esa formación,
lo que justifica que asista interesada a los debates terminológicos que se producen en la lista, pues eso me asegura el
mantenerme fresca respecto de los avatares que sufre cada
día el lenguaje de la medicina. En segundo lugar, y más
importante aún, porque, como es sabido y como ocurre en
muchas otras áreas, los problemas que tiene planteados el
lenguaje médico actual arrancan de situaciones acaecidas
siglos atrás. Y las mismas discusiones que esos problemas
provocan hoy ya se mantuvieron —salvando todas las distancias que haya que salvar, claro está— en otros momentos
del pasado; se repiten los argumentos, se justifican del mismo
modo los «posicionamientos»… Pertenecer a esta lista me da
la posibilidad de contemplar todo eso desde un puesto privilegiado, para después hacer las transpolaciones necesarias
que me ayuden a comprender mejor lo que sucedió en otros
momentos históricos. MedTrad, en su día a día, me proporciona infinidad de ejemplos con que ilustrar todas y cada una
de las escenas de ese pasado.
* Universidad de Salamanca (España). Dirección para correspondencia: bertha@usal.es.
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Cartas a Panace@
La modesta contribución que yo debería hacer al grupo, por
si alguien se lo está preguntando, tendría que ir en esa misma
dirección, pero en sentido contrario: la historia no sólo tiene
respuestas para muchas de las preguntas que nos hacemos hoy,
sino que nos enseña siempre a relativizar el presente, a dulcificar nuestra vehemencia, a suavizar nuestra terquedad… Nos
ayuda a comprender que con la misma condescendencia que
nosotros miramos a nuestros antepasados nos mirarán a nosotros los que vengan después, por más que nos creamos semidioses en posesión de la piedra filosofal. Mi misión debería ser
transmitir lo anterior, tanto a mis alumnos de Medicina, como
a mis contertulios de MedTrad; pero se trata de una misión
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difícil, porque la rapidez y la inmediatez con que malvivimos
hoy nos dejan poco tiempo para los excursos históricos… De
ahí que mi participación en MedTrad sea pequeña y limitada
a las escasas preguntas que tienen trasfondo histórico. Y eso,
si no se me adelanta alguien, porque en esta lista siempre hay
medtraderos de guardia, con unos conocimientos que harían
palidecer a muchos profesores universitarios, dispuestos a
solucionar las dudas de los compañeros.
Mi felicitación a los fundadores de MedTrad, de nuevo;
mi reconocimiento a todos sus integrantes, por lo mucho que
me aportan.
MedTrad para una correctora de textos médicos
Mónica Noguerol*
Mi primer contacto con el mundo de la corrección de textos
se dio a finales de los noventa. Por entonces, ni siquiera sabía
en qué consistía la labor de un corrector. Un amigo me puso
en contacto con un colega editor que buscaba un corrector de
galeradas, y para allí fui yo, con mucha inseguridad por el desconocimiento, pero también con enorme curiosidad. Las primeras tareas, que se prolongaron durante algunos años, se centraron en la corrección de artículos médicos, concretamente en
la rama de la neurología, y en el envío de galeradas al autor. Al
principio me acerqué con mucha cautela a los textos, tratando
de cazar cuanta errata se me pusiera por delante. Poco a poco
fui aprendiendo e interviniendo con mayor convicción; no en
vano aquellos artículos podían, sin lugar a dudas, mejorarse:
extranjerismos léxicos, pero sobre todo sintácticos, chirriaban
en mis oídos; multitud de términos cuyo significado no lograba
encontrar en los diccionarios médicos; errores gramaticales,
pobreza léxica, muchas construcciones en pasiva, muchos
gerundios... Para mayor dificultad, no soy médico. Afortunadamente, mi contacto con los autores me fue de gran ayuda;
al poco tiempo comprendí que aquello era, simplemente, una
jerga, y lo que a mí me resultaba tan extraño a los oídos para
ellos era normal. El intercambio fue enriquecedor, pero aun
así me vi necesitada de la ayuda de profesionales de la lengua
más acostumbrados a estas lides, y de este modo fue como
empecé a intervenir en diversos foros de español. Mis consultas siempre se orientaban a la terminología médica y tuve
asimismo la oportunidad de compartir inquietudes sobre esta
profesión, pues siempre rondaba la duda de hasta qué punto
podía y debía intervenir en tantos términos y expresiones que
ya estaban sancionados por la costumbre. Gracias al foro del
Instituto Cervantes conocí a Fernando Navarro, a quien debo
prácticamente todo lo aprendido en este campo, habida cuenta
de las numerosas ocasiones en que me ayudó, y fue él quien
por primera vez me habló de MedTrad, una lista de correo es-
pecializada en terminología médica. En aquellos momentos ya
no me temblaba el pulso al corregir severo por grave o intenso;
screening por cribado; estadío por estadio; rash por exantema;
randomización por aleatorización o distribución aleatoria..., y
justificaba todos aquellos cambios cuando, no pocas veces, los
autores los rechazaban amparándose en «el uso». MedTrad ha
significado para mí una tabla de salvación, una compañía solidaria, un rincón lleno de sabiduría donde he podido expresar
todas mis dudas terminológicas y gramaticales, pero también
de concepto. Quisiera exponer algunos ejemplos para ilustrar
mucho mejor a qué me refiero:
1) Ahora sé que los términos dipper y non-dipper, tan utilizados en algunas publicaciones de la especialidad, equivalen a
pacientes con descenso y sin descenso de la presión arterial.
2) Ante la duda de unificar una monografía en la que se
utilizaban indistintamente r-TPA y rt-PA, pude conocer diversas opiniones y decantarme por la que me pareció la mejor
solución.
3) Tras consultar la validez de la frase
Fue enviada al servicio de otorrinolaringología para
descartar una parálisis facial, relacionando la desviación
de comisura bucal a la intensa inflamación, tratando con
antihistamínicos como posible angioedema, evidenciándose en las radiografias de senos mucocele y quiste de
retención,
un medtradero me sugirió la siguiente posibilidad, que superaba a la anterior en rigor y elegancia:
Fue enviada al servicio de otorrinolaringología para descartar una parálisis facial, pues se consideró que la desviación
de la comisura bucal se debía a la intensa inflamación; dada
la posibilidad de un angioedema, recibió un tratamiento
* Correctora autónoma. El Masnou (Barcelona, España). Dirección para correspondencia: m_noguerol@wanadoo.es.
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Cartas a Panace@
antihistamínico y las radiografías de senos pusieron de
manifiesto un mucocele y un quiste de retención.
señal débil, y un T2 muy largo de color blanco, que denota una alta intensidad de señal.
4) Y, sin dilación, me solucionaron la papeleta en casos de
descontrol como éste:
6) O, sin dejar el campo de la radiología, siempre puedes
recibir la ayuda de algún experto que te informa de que la expresión Spin Echo puede sustituirse sin problemas por eco de
espín; o Gradient Echo, por gradiente de eco, entre otras.
El estudio contribuye en gran medida a dibujar la situación de control de la población hipertensa española.
Hasta ahora se sabía que el control se situaba en torno
al 20-30%, así como que existen diversos factores que
influyen en el mal control de la HTA, como el control de
la PA si no se utiliza la metodología correcta [...],
que quedó así:
El estudio contribuye en gran medida a dibujar la situación del seguimiento de la población hipertensa española.
Hasta ahora se sabía que éste se aproximaba al 20-30%,
así como que existen diversos factores que influyen en
el mal control de la HTA, como la determinación de la
PA si no se utiliza la metodología correcta [...].
5) En el caso de que uno no tenga nada claro de qué se está
hablando cuando lee
El agua tiene un T1 largo, se ve negra o hipointensa, y un
T2 muy largo que se ve blanca o hiperintensa,
puede encontrar a alguien que le resuelva la duda:
El agua posee un T1 largo de color negro, debido a una
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7) En casos de traducciones automáticas, o que al menos lo
parecen, como ésta:
Eran los niños con asma los padres habían aportado el
diagnóstico, así como cuando se les administraba inhalantes, tenían procesos disneicos o crisis en el año previo,
y limitaciones de sus actividades por el asma. Se aplicó
estudio estadístico correcto,
un compañero me tradujo nuevamente del inglés:
Los niños asmáticos tomaban inhaladores prescritos por
un médico, habían presentado sibilancias o una crisis el
año anterior, o sufrían una limitación de sus actividades
a causa del asma; fueron los padres quienes comunicaron
el diagnóstico de estos pacientes. Se utilizó un modelo de
regresión logística múltiple.
La relación sería interminable, pero no quisiera acabar sin
mencionar el enriquecimiento personal que ha supuesto para
mí el haber podido conocer a gente tan encantadora a través de
la lista. Gracias de todo corazón, MedTrad.
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Cartas a Panace@
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MedTrad y el «libro rojo»
Fernando A. Navarro*
Cuando, a mediados de septiembre de 1999, MedTrad inició su
andadura, no sospechaba yo lo útil que iba a llegar a serme en
una labor que había emprendido tres años antes.
A finales de 1996, en efecto, tomé la decisión de reunir los
tres artículos sobre palabras de traducción engañosa en el inglés
médico que había publicado en la revista Medicina Clínica de
Barcelona y, junto a otras muchas anotaciones inéditas que guardaba en el disco duro de mi ordenador, utilizarlos como punto de
partida para elaborar un diccionario bilingüe de dudas para médicos y traductores especializados, que nos estaba haciendo mucha
falta. La elaboración de este Diccionario crítico de dudas inglésespañol de medicina fue una tarea mucho más ardua de lo que
en un principio había imaginado, pero al crearse MedTrad tenía
ya el diccionario prácticamente terminado y había acordado con
los editores la entrega del texto definitivo a la imprenta antes del
31 de diciembre de 1999. Para entonces, MedTrad contaba apenas con dos meses y medio de existencia, y en la lista habíamos
cruzado poco más de 800 mensajes, pero era ya evidente que un
foro profesional de debate sobre traducción médica constituye,
sin ningún género de dudas, la ayuda más valiosa con que puede
contar el autor de un diccionario bilingüe de dudas. No hubo
tiempo, con todo, más que para que la huella de MedTrad en la
primera edición del diccionario fuera apreciable tan sólo en un
puñado de entradas.
Muy distinto será el caso con la segunda edición del Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, que espero
ver publicada en breve. Cinco años después, MedTrad y los
45 000 mensajes que atesora en sus archivos —reconozco con
orgullo haberlos leído todos— se han convertido, con mucho,
en mi fuente de información más valiosa. Jamás antes de ahora contó un lexicógrafo con el apoyo directo y constante, las
veinticuatro horas del día, de más doscientos profesionales del
lenguaje médico y de la traducción científica. Y es lógico que
ello repercuta en el resultado final de la obra. No sería concebible
que, en la era de Internet —máxima biblioteca multilingüe de la
historia— y de las listas especializadas de debate a través del
correo electrónico, los diccionarios bilingües de medicina fueran
indistinguibles de los de planta decimonónica.
Se me hace difícil resumir en unas líneas la aportación de
MedTrad a la segunda edición del «libro rojo», pues las aportaciones del foro afectan prácticamente a todos los aspectos de la
elaboración del diccionario, hasta el punto de que nuestra lista
puede asumir, sin exageración ninguna, la coautoría colectiva
de la obra. Resulta obvio que un grupo de ayuda mutua en cuestiones de traducción y lenguaje médicos que, como el nuestro,
se centra en el envío y la resolución de dudas especializadas,
es de la máxima utilidad para la ampliación y la mejora de un
diccionario bilingüe de dudas de traducción en medicina. Me
sirvo del foro para incorporar nuevas entradas al diccionario a
partir de las dudas planteadas que desconocía o había pasado por
alto; para corregir errores, omisiones o pasajes dudosos, a partir
de los debates sostenidos en el seno del grupo, en las entradas ya
redactadas; para evacuar consultas o solicitar comentarios y sugerencias a los miembros más destacados en especialidades que
no domino; para presentar a mis colegas algunas de las nuevas
entradas en borrador y recabar su opinión, utilizando a MedTrad
como privilegiado banco de pruebas de la nueva edición.
Uno de los aspectos para los que la pertenencia a MedTrad
me ha sido más útil es el relativo al español de América. Si en
el prólogo a la primera edición del «libro rojo» escribí «Nacido
y criado en España, formado como médico en la Universidad de
Salamanca y en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander,
es lógico que en mi diccionario se refleje fundamentalmente el
lenguaje médico que se habla en las facultades, hospitales y consultorios españoles, el lenguaje médico que se escribe en nuestras
revistas científicas y en nuestros libros de texto», este aspecto
cambiará notablemente en la segunda edición. Para el lector seguirá siendo obvio, por supuesto, que el diccionario está escrito
en España y desde la perspectiva de quien tiene el español europeo como lengua materna y contempla la comunidad médica hispanohablante como un todo. Pero los peach-flavored tablets, por
ejemplo, no serán ya sólo comprimidos con sabor a melocotón,
sino también con sabor a durazno; y la otitis de las piscinas llevará expresiones sinónimas como otitis de las piletas y otitis de
las albercas. El animalario compartirá lugar con el bioterio; las
placas de Petri, con las cajas de Petri; el frigorífico, con la refrigeradora y la heladera; los datos fiables, con los datos confiables;
el biberón, con la mamadera; el hormigón, con el concreto, y los
accidentes de tráfico, con los accidentes de tránsito. Socorrista y
salvavidas, beber y tomar, conducir y manejar, recuento y conteo,
inversor e inversionista, mantequilla de cacahuete y manteca de
maní darán fe de que es plenamente compatible la unidad básica
del idioma con el reconocimiento de sus variedades internas. En
ocasiones, incluso, si lo aconsejan los criterios de corrección y
unidad lingüística, no se me caerán los anillos por recomendar
la forma ‘sincicio’, predominante en el Cono Sur, sobre la forma
‘sincitio’ habitual en mi país para traducir el inglés syncytium,
o por dar preferencia a ‘costos’ sobre ‘costes’ para traducir el
inglés costs. Y a ello han contribuido de modo muy especial mis
colegas de MedTrad y la posibilidad que me ofrece Google de
efectuar búsquedas con limitación geográfica.
Como puede verse, yo —como todos— he obtenido del foro
mucho, muchísimo más de lo que he aportado a él durante estos
cinco años. He ahí lo hermoso de MedTrad y de otras iniciativas
de globalización del altruismo que ha traído consigo —junto a
otras muchas cosas buenas y nada buenas— la revolución internética. Frente al miedo a dar que muchos sienten por temor a
perder la ventaja competitiva, son cada vez más los convencidos,
gracias a foros como el nuestro, de que por cada uno que damos,
recibimos ciento.
* Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: fernando.a.navarro@telefonica.net.
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Cartas a Panace@
MedTrad y el ILEX
Fernando Pardos*
Real Academia Española, 7:30 de la mañana. Comienza la
jornada en el Instituto de Lexicografía (ILEX). Pero no sin
MedTrad. Mi ordenador sabe que lo primero es lo primero, y
hay que leer los mensajes del día. Bien, hoy «solo» hay unos
cuarenta. Voy pasando por tal o cual catéter, tal o cual técnica,
tal o cual bacteria. Y... ¡aquí está! alguien pregunta por el
¿maldito? screening y se entabla el debate, el intercambio, la
apostilla, el comentario erudito, la referencia adecuada. Todo
con rigor, todo con precisión. Y ya tengo la respuesta al mensaje
electrónico que llegó ayer al «Servicio de consultas del DRAE»
y que me lleva dando la lata desde entonces.
Tengo que preparar ahora el material léxico para que sea
revisado por los académicos en una de las sesiones habituales de
la Comisión de Vocabulario Técnico. ¿Glucolisis?, ¿glucólisis?,
¿glicolisis? Esto lo sabe Gonzalo. O Verónica. O alguien, allá
en Cuba. Y la respuesta, las respuestas, llegan antes de lo que se
tarda en decir esternocleidomastoideo.
Alguien llega a mi mesa con un problema: Hay que incorporar el símbolo de la unidad de presión arterial a una lista
de abreviaturas, pero ¿cómo se escribe su símbolo? Ajá, esto
está en MedTrad. Gran debate, vive Dios. Una búsqueda
en el Medtradiario y voilà! En el peor de los casos, si no
respuestas, o «la» respuesta, siempre tengo los argumentos, todos
los argumentos, los pros, los contras, las fuentes y las opiniones
autorizadas.
Hay que revisar la química del DRAE. La experiencia
dice, con buen tino, que no se trata tanto de saber como de
saber buscar. Y para eso sirven todos esos enlaces internéticos
que voy guardando a diario, confiado a pies juntillas en su
calidad y fiabilidad, porque han sido recomendados o sugeridos
por medtraderos. Medtraderos conocidos, desconocidos, viejos,
noveles, cargados de saberes y buen hacer. Pero nunca anónimos.
Al leer los mensajes voy recordando imágenes, generalmente
con Laura al fondo, «deliciosamente» encargada de poner cara
a nuestras firmas.
Pero ya han pasado dos horas. Hay más mensajes, más temas,
más discusiones. ¡Ah, caramba!, se pregunta por la opinión
académica de... Es mi turno de indagar, de consultar corpus, de
recabar información en bibliografía escondida, o, simplemente,
de transmitir, en lo posible, la posición de la Academia sobre el
particular, «con la razón o sin ella», que en eso no entro.
Los académicos, la Academia, conocen MedTrad. Saben,
como dicen los modernos, que «aquí hay nivel, Maribel».
Algo a lo que no es ajeno, ni mucho menos, nuestro entrañable
Joaquín Segura. O nuestro primus inter pares, Fernando Navarro,
o mi ninfa aegeria particular, Navascués dilecto.
Ya toca cerrar el quiosco. Una última mirada a los mensajes
nuevos y, como siempre, la firma de Gonzalo Claros pone una
sonrisa en el dedo que apaga el ordenador. Será hasta mañana.
Real Academia Española, Instituto de Lexicografía, 7:30 de la
mañana
Lost in translation?
Aníbal J. Morillo
Radiologist, Bogotá (Colombia)
The following anecdote occurred during the 25th Congress of the Colombian Association of Radiology, held at our beautiful
Caribbean city of Cartagena:
A Colombian radiologist was trying to have a conversation with one of our more than twenty foreign lecturers, a worldrenowned Belgian-American ultrasonographer.
Even though both had strong accents, they managed to communicate in English and enjoy together the dinner to which
all the lecturers were invited by our organization.
Feeling proud of his own command of the English language, the Colombian radiologist was glad to understand that the
professor’s wife was the owner of a pet center at her home town in the United States. He chose to follow this line of small
talk, so he remarked that he also owned a pet, a lovely Miniature Schnauzer dog named Magic. The Belgian-American professor could not help bursting into hysterical laughter, and was soon joined by the rest of us, when we found out that he was
not talking about a shop where one can buy a turtle, a canary or a dog, but about a PET (Positron Emission Tomography)
diagnostic center!
(The names of the characters have been omitted to protect them from derision.)
* Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Madrid (España). Dirección para correspondencia: fernando@rae.es
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El lápiz de Esculapio
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Poemas y ripios en MedTrad
Redacción de Panace@*
En apenas cinco años, MedTrad se ha convertido en referencia
obligada para todo lo relativo a la traducción científica y al
lenguaje médico en español. Entre los más de 43 000 mensajes cruzados en la lista durante estos cinco años encontramos,
claro está, profundos debates teóricos y prácticos sobre los
más diversos aspectos de la medicina, el lenguaje científico y el
arte de traducir. Pero hallamos también, de vez en cuando y
semiescondidos entre los millares de mensajes especializados,
destellos poético-ripiosos que pocos esperarían encontrar en
una lista de debate científico como MedTrad. Como botón de
muestra de estas perlas ocultas, he aquí varios poemas remitidos a la lsita o intercambiados entre sus miembros en cuatro
momentos históricos bien distintos:
Martes, 11 de julio del 2000
En el antiguo archivo de MedTrad, en YahooGroups (<mx.
groups.yahoo.com/group/MedTrad>), figura con el número
3074 el mensaje titulado «Marchando una de anchoas para empezar el veraneo», que Fernando Navarro enviaba a su tocayo
Pardos, profesor universitario de zoología, y en el que le hacía
la siguiente pregunta:
No es que sea un asunto propiamente médico (así, a bote
pronto, no consigo recordar en el lenguaje médico más
que el «pus en pasta de anchoas» característico de los
abscesos amebianos), [pero] ¿podrías, Fernando, explicar
sucintamente las diferencias entre boquerón y anchoa?.
Apenas dos horas después, su tocayo Pardos nos explicaba
a la perfección, por medio de un soneto lopesco, la diferencia
existente entre boquerón y anchoa en el mensaje número 3080:
Un soneto me manda hacer Navarro
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
anchoa o boquerón, pregunta inquieto;
burla burlando pienso a bocajarro:
que son iguales digo, y no desbarro;
que son el mismo pez, digo en efeto;
parientes los dos, aunque no nietos,
de mil arenques, sardinas y chicharros.
No os engañéis, dejad al tal pez quieto;
no es problema de nombres ni epitetos,
sino asunto de sartenes y cacharros.
Ni asado, ni cocido ni en espeto;
boquerón en anchoa yo convierto
con ponerle salmuera y en un tarro.
Miércoles, 27 de agosto del 2003
El domingo 24 de agosto del 2003, el semanario español
La Estrella reprodujo una entrevista de David Ewing Duncan
con el famoso biólogo James Watson, publicada originalmente
en Discover (en inglés, se supone). Casi al comienzo de la
misma, podía leerse:
— [...] ¿qué hay de ese inexplicable misterio sobre lo que
hace que seamos humanos, de dónde sacamos nuestras
pasiones, nuestra poesía o nuestra alma, si prefiere?
—La cosa más afortunada que me ha pasado nunca es
que mi padre no creía en Dios, así que no tenía problemas en cuanto al alma y cosas así. Yo nos veo como
productos de la evolución, que es otro gran misterio.
A partir del lunes 25 de agosto, se suscitó en el foro —ya en
la nueva sede de RedIRIS <www.rediris.es/list/info/MedTrad.
es.html>— un intenso y apasionado debate sobre la propiedad o
impropiedad de la construcción «yo nos veo», con intercambio de
más de treinta mensajes en menos de 72 horas. El miércoles, Lorenzo Serrahima expresaba su estupor con estos pistonudos versos:
Se sorprendió don Fernando
con un «nos veo» presuntamente forzado.
Y con gran simpatía y buen sentido
preguntó su opinión al tendido.
Seguro que no esperaba el resultado
tan abundante, y prolijo que se está dando.
Que si «es muy natural» decir nos veo;
que si «es forzar la gramática»;
que si «es traducción excesiva».
Y venga a consultar la normativa,
a repasar abundante temática
y a dar abundantes rodeos.
Y aunque parecía un tema banal
si el «yo nos veo» es correcto
o si de un craso error se trata,
le hemos dedicado a la posible errata
más esfuerzo, tiempo e intelecto,
que a aquel famoso «posreceptoral».
Que fuimos muchos los que con gran esmero
con ilusión, esfuerzo, entrega y pundonor
participamos en tan enriquecedor debate,
procurando evitar cualquier dislate
para que brillase siempre con gran fulgor
el más puro espíritu medtradero.
Y María Luisa Balseiro, ese mismo día, apostillaba con
quintilla:
* Con versos de Fernando Pardos, Lorenzo Serrahima, María Luisa Balseiro, Luis Pestana y Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio.
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Lorenzo escribe sextinas
de lo que pasa en el foro.
¡Bien por el verso sonoro
que cierra con broche de oro
discusiones bizantinas!
A lo cual, el gongorino Lorenzo no tardó en ripiar de nuevo:
Llegue hasta vos mi reconocimiento
a vuestra elegante respuesta, Señora
de intelecto y verbo bendecido.
Que de este poetilla agradecido
no se diga nunca que ignora
tan artístico cumplimiento.
Martes, 8 de junio del 2004
En pleno debate tenso y enardecido sobre el futuro de MedTrad, Luis Pestana, que había enviado un acerado mensaje en
clave humorística, recibió del mexicano Marco A. Contreras
una respuesta en la que éste le decía: «Podrías hacer reír a
una corte». A lo que el hispanoluso traductor de la OMS, escudado en el seudónimo del más famoso bufón cortesano de
la historia, le respondió en clave antimonárquica y, por ende,
republicana:
Siendo errata por cohorte,
muy halagado me siento,
mas tratándose de corte,
tal ofensa no consiento.
Firmado: Francesillo de Zúñiga
Domingo, 24 de octubre del 2004
Como colofón, ya con fecha rayana al cierre de este número, un misterioso medtradero que firma con el nombre
de Félix Lope de Sabandegas y Telodijenscarpio, al venir en
conocimiento de que el número novembrino de Panace@ estaría dedicado a conmemorar el lustro de existencia de nuestro
querido MedTrad, nos ha hecho llegar por la vía privada un soneto con el que rinde homenaje a su creador, Gustavo A. Silva.
Según nos cuenta el susodicho don Félix, Gustavo revolucionó
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
El lápiz de Esculapio
por completo su sosegada vida de traductor solitario allá por
septiembre de 1999, cuando un día a su buzón llegó un emilio
formal en el que el Gus lo invitaba a unirse a un nuevo grupo
de debate de temas médicos que acababa de crear y que más
tarde se transformaría en MedTrad:
SONETO A NUESTRO SEÑOR GUSTAVO
¿Qué tengo, Gus, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, amigo mío,
que a mi buzón acudes el otoño frío,
y un nuevo foro llenas de criaturas?
¡Oh, cuán livianas fueron mis censuras
cuando te leí, qué extraño desvarío!
¿MedTrad le dices? ¡Vaya nombre impío,
dolor despierta en mis meninges duras!
¡Cuántas veces Fernando me decía:
«Anda, asómate ahora a su ventana,
verás que hay mucho ardor y algarabía.
Responden las preguntas sin galbana,
que es gente seria la medtradería,
para lo mismo responder mañana!
Tras la recepción del mensaje, nos vemos en la obligación
de aclarar que no nos ha sido posible descubrir la identidad del
febril versificador, cuyo soneto parece escrito en un momento
en que, sin duda alguna, era presa de una profunda crisis de
medtradicción (esa tendencia morbosa a no despegarse del
ordenador para poder leer los mensajes de MedTrad no bien
se escucha el característico bip que anuncia su llegada y que
es uno de los pródromos típicos de la medtraditis emilial diseminada).
Para terminar, la redacción de Panace@ desea sumarse al
contento general de la medtradería y hace votos por que MedTrad nos depare gratísimas sorpresas como éstas y muchas
más en el futuro.
¡Feliz cumpleaños, MedTrad!
267
El lápiz de Esculapio
<www.medtrad.org/panacea.html>
Soneto tartajoso a las listas de correo
María Barbero*
Apuntes, Traductores, Translist, Trad
son listas sobre aspectos generales;
los de alemán bebemos en Tradales,
en U-Forum, Trandespa y PartnerTrans.
Para los traductores especiales
hay MedicalTranslation, Tecnotrad
y la sin par Spanglish. Y MedTrad,
con sus miembros tan sabios y cabales.
Son Lenguaraz, y Trïac y Asetrad
listas de asociación, profesionales;
Termilat, Tradumática, industriales.
GlossPost y Termxchange, ¡qué autoridad!
Unos escriben «sé», y otros «yo creo».
Aciertas una vez, otra no encestas,
otras nadie responde (¡vaya feo!).
Múltiples listas hay, no sólo éstas;
y aunque en los foros quepa algún mosqueo,
no olvidéis que también generan fiestas.
Para nosotros, las listas de correo,
torrentes de preguntas y respuestas,
foros son de sapiencia y cachondeo.
* Traductora de alemán. Valls, (Tarragona, España). Dirección para correspondencia: belarmino@emepunto.com.
268
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
El lápiz de Esculapio
<www.medtrad.org/panacea.html>
Cinco años solo
Lorenzo Serrahima*
La imagen era tan nítida como siempre: entraba en su despacho poco antes de las ocho de la mañana, como solía hacer. Su
jefe siempre llegaba un poco antes que él, y él a su vez llegaba
antes que los demás empleados. Aquello, que empezaba a ser
una rutina agradable desde que había conseguido su flamante
puesto de subdirector de ese laboratorio, hacía siete meses,
estaba a punto de estallar. Sobre su mesa había una carta, un
folio blanco con un corto texto escrito a máquina y una firma.
Aquel folio blanco, casi inmaculado, creció hasta convertirse
en un enorme fantasma blanco, de gesto muy burlón y amenazador, con una sola frase escrita con letras enormes: Estás
despedido. Firmado: el jefe. El jefe, aquella especie de gallito
pendenciero, un vendedor adulador que había llegado a director general a base de vender cualquier cosa (legal o ilegal) y
adular al dueño del laboratorio. Que no tenía más cultura que
el pateo de la calle, la discusión y el engaño comercial. Y que
en el proceso de selección le había escogido a él «porque sabes
idiomas y tienes la formación empresarial y en ciencias de la
salud que esta empresa necesita». Apenas había tardado siete
meses en darse cuenta que toda esa formación se podía volver
contra él, que ese recién llegado con formación podía llegar a
quitarle el puesto. Y no estaba dispuesto a perder el poder. Así
que lo ejerció en forma de carta firmada.
Se llevó una sorpresa cuando no sintió nada. Esperaba
sentir rabia, pánico, temblores, un sudor frío, en fin, lo que
ya había sentido otras veces. Pero no sintió nada. Se quedó
mirando al fantasma a los ojos, impertérrito. Y entonces vio
cómo el fantasma iba perdiendo la sonrisa, retrocedía e iba
reduciendo su tamaño hasta recuperar su apariencia original:
una inofensiva hoja de papel sobre la mesa.
Se despertó sin sentirse bañado en sudor, sin la agitación
que había sentido en otras ocasiones en que había soñado esa
misma pesadilla. Incluso esta vez podía recordarla sin tener
aquella sensación tan desagradable de rabia e impotencia
que había sentido otras veces. Hacía seis años que aquello
le había sucedido realmente. Aquella carta le había mandado
violentamente al paro, de forma imprevista y sin que hasta
ese momento él sospechara nada. Recordaba haber pasado
un año horroroso, sintiéndose ora al borde del abismo de la
depresión, ora esperanzado tras haber enviado cada uno de
los cientos de currículos a los que nadie respondió. Y también
recordaba la frase que se le ocurrió una vez y que a la postre
había cambiado su vida: «Tengo 40 años, y la gente se jubila a
los 65, así que como mínimo me quedan 25 años de vida útil.
Si no soy capaz de hacer nada en estos 25 años, realmente no
merecía aquel puesto». Empezó a plantearse qué sabía hacer y
qué podría hacer para ganarse la vida en estos 25 años que le
quedaban. Él sabía idiomas y además conocía bien el mundo
empresarial y el lenguaje médico. Dejó de mandar currículos
y empezó a ofrecer sus servicios como traductor médico.
Recordaba bien la fecha en que le encargaron su primera traducción profesional. De hecho, hoy hacía exactamente cinco
años de eso, y desde entonces no había dejado de trabajar. Y
hoy, como si el destino quisiese hacerle un regalo de aniversario, había sido capaz de soñar tranquilamente su pesadilla,
sin molestarse. Y de repente sintió una gran excitación: si con
cinco años de trabajo había vencido al fantasma él sólo, ¿hasta
dónde sería capaz de llegar con 10? ¿Y siguiendo así, dónde
estaría al cabo de 25?
Cinco años en compañía
Aquella mañana entraba por la puerta principal del hospital
como todas las mañanas. Ya abundaban los visitantes, unos
esperando a algún familiar para ir juntos a ver a un enfermo,
otros entrando en la floristería para llevar ramos de flores a un
paciente ingresado, otros en el quiosco comprando una revista… todos ellos unidos por el denominador común de tener a
alguien cercano ingresado en una planta. Al pasar saludó a Miguel, el celador de la puerta principal, y a María, la enfermera
de neonatos que salía de su turno de noche.
Como de costumbre, fue hacia los ascensores para subir a
la planta cuarta.
Allá ya le estaría esperando Rosa, la enfermera de planta,
*
con el encargo de todos los días. Ese martes iba reflexionando
sobre su peculiar relación con el hospital. Es verdad que él era
enfermero, pero no formaba parte de la nómina del hospital.
Él ya estaba jubilado, había trabajado casi treinta años de enfermero (después les llamaron ATS y ahora ya no sabía cómo
les llamaban, pero él era enfermero). Trabajó en el consultorio
de la SEAT de la Zona Franca, y se había jubilado hacía cinco
años. Era viudo y sus hijos, ya mayores, tenían su vida organizada, así que no tenía nada que hacer en casa. El día en que se
jubiló fue a ver al hijo de una prima al que habían operado de
amígdalas. Nada serio, pero fue a hacerle compañía. El chico
compartía la habitación con un hombre de avanzada edad al
Traductor médico, Barcelona (España). Dirección para correspondencia: analogia@ya.com.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
269
El lápiz de Esculapio
que nadie iba a ver. Se compadeció de él y empezó a darle
un poco de conversación. Se dio cuenta de que al hombre le
sentaba bien la compañía, y que él mismo también se sentía
mejor. Tanto que al día siguiente, aunque a su sobrino ya le
habían dado de alta, volvió al hospital para visitar al hombre.
Y así todos los días, hasta que un día llegó y se encontró la
habitación vacía. No supo qué hacer y buscó a la enfermera
de planta para preguntar por él. La enfermera le comentó que
aquel hombre había estado ingresado seis semanas, que durante las cuatro primeras no lo había ido a ver nadie y que, sin
embargo, durante las dos últimas en las que él lo había ido a
ver todos los días había mejorado espectacularmente. Nadie lo
había venido a buscar, se había ido sólo, pero se fue con una
sonrisa en los labios.
El ascensor abrió sus puertas delante de él, y se metió dentro mecánicamente, sin perder el hilo de sus pensamientos.
Recordaba cómo aquellas palabras de Rosa le habían
abierto los ojos y cómo en ese mismo momento había decidido
que todos los días iría al hospital a hacer compañía a quien no
tuviese otras visitas. Después, con el tiempo y con la complicidad de Rosa, refinó aún más su asistencia voluntaria. Las
enfermeras recogían las flores que los enfermos dados de alta
se dejaban en las habitaciones. Cuando él llegaba por la mañana, se las encontraba en el vestuario de los ATS. Él montaba
dos o tres ramos y se iba a ver algún paciente desconocido para
llevarle un ramo y hacerle un rato de compañía.
Iba pensando en todo eso porque precisamente hoy hacía
exactamente cinco años que se había jubilado. Hoy hacía cinco
años que había empezado con estas visitas a desconocidos.
Las puertas del ascensor se volvieron a abrir en la planta
cuarta, y automáticamente dirigió sus pasos hacia el vestuario.
Suponía que aquello que él hacía tenía alguna utilidad,
aunque algunas veces dudaba. Para él mismo era muy gratificante, pero cuando los pacientes eran dados de alta él dejaba
de tener contacto con ellos, así que en realidad no sabía si les
había ido muy bien o no.
Cuando entró en el vestuario no encontró el montón de
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<www.medtrad.org/panacea.html>
flores que habitualmente dejaban sobre el cesto de la ropa, sino
una nota. En ella la enfermera jefe le pedía que esa mañana
bajase a la Planta 1, a la sala 118, a buscar a un enfermo en una
camilla. Andaban más justos de personal que de costumbre, y
por ello le pedía ese favor. Alguna otra vez a lo largo de estos
cinco años ya le habían pedido que echase una mano, aunque
muy excepcionalmente, y desde luego nunca lo habían hecho
mediante una nota escrita. Supuso que la enfermera andaría
muy apurada y por eso no lo había esperado para decírselo
personalmente.
Volvió a coger el ascensor para bajar a la Planta 1 e ir a la
sala que indicaba la nota. Nunca había estado en esa planta y no
sabía qué sala era. Supuso que debía ser la de reanimación, o
fisioterapia, o algo así. Salió del ascensor, y siguiendo las indicaciones que vio por el pasillo llegó a la sala en cuestión. Llamó
a la puerta, y cuando oyó la voz de la enfermera jefe al otro
lado, invitándole a pasar, entró. Vio a Rosa al lado de la puerta,
sonriendo junto a una camilla, si bien le dio la sensación de que
la sala era muy grande. No le dio tiempo a preguntar adónde
quería que llevase al enfermo, porque enseguida se encendieron
más luces y vio que estaba en una gran sala de reuniones llena
de gente. Había personas vestidas con ropa de calle, personal
sanitario y pacientes con bata del hospital, cada uno de ellos
con una flor en la mano. Todos le miraban y le sonreían. Y
tuvo la sensación de que los conocía a todos, aunque no recordaba todos sus nombres. Se quedó sin habla, y no supo qué
decir mientras uno por uno se iban acercando, le iban dando
las gracias junto con la flor que llevaban en la mano. A final,
cuando tenía las manos llenas de flores, las mejillas llenas de
besos, la espalda llena de abrazos, los ojos llenos de lágrimas,
el corazón lleno de felicidad y la garganta llena de mudez,
Gustavo, que así se llamaba nuestro protagonista, oyó la voz
de la enfermera que le decía: «… y todos dijeron que estaban
dispuestos a venir para darte las gracias por el tiempo que
les habías dedicado, pero hay algunos que ahora viven en el
extranjero. Saben que los médicos les han curado, y que ellos
mismos también han tenido que poner mucho de su parte para
superar sus enfermedades. Pero todos ellos querían decirte
cuán útil les ha sido tu dedicación desinteresada. Estos cinco
años no han sido en balde, Gustavo».
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
El lápiz de Esculapio
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La fuerza de la costumbre
Manuel Talens*
Ante la pileta que está en la antesala del quirófano el doctor
Antonio Ortiz se frota parsimoniosamente las manos con el cepillo. Lleva puestos el gorro y la mascarilla de papel. Hace unos
minutos el pitido del busca lo arrancó del sopor. La voz que salía
del aparato, junto a su oído, le pareció extraña. Doctor Ortiz,
tiene un caso de ruptura de aneurisma de la aorta abdominal, es
muy urgente. Ahora, el cirujano se está preparando para la intervención. Un hombre de su misma edad lo aguarda indefenso
sobre la mesa de operaciones. El informe de la ecografía y las
notas clínicas redactadas por el médico de urgencia no dejan
lugar a dudas sobre la extrema gravedad de su estado. El doctor
Ortiz termina de lavarse las manos, se enjuaga y luego entra en
el quirófano, donde la enfermera le tiende un paño estéril, con
el que procede a secarse. Es la rutina cotidiana, el color verde,
los guantes de látex del siete y medio, el paisaje hospitalario de
su vida. Observa la escena, tan familiar: el anestesista, su amigo
Juan, acaba de inyectar una embolada en la vena del hombre al
que van a operar. El doctor Ortiz se relaja entonces, dulce sosiego. Juan intuba al paciente. El cirujano carraspea, trata de toser,
se ahoga un poco. Termina de colocar los campos operatorios,
que sólo dejan ver un rectángulo pintado de amarillo. Juan le da
la señal. Empuña el bisturí y traza sobre la piel una línea recta,
que expone a la luz el tejido graso subcutáneo. Cauteriza las
pequeñas manchas de sangre que han empezado a brotar, sigue
cortando y entra a la cavidad peritoneal, enrojecida por un mar
pulsátil, en erupción. A lo lejos, desde la distancia del abismo,
escucha la voz angustiada de Juan, rápido, el desfibrilador, por
Dios, no te me mueras, Antonio.
* Escritor y traductor. Dirección para correspondencia: cartas@manueltalens.com.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
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El lápiz de Esculapio
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Palabras, estratos
María de Miguel y Gallo*
A Gustavo A. Silva
En términos geológicos, lo que estáis viendo se conoce como
«flysch» costero. Deberíais saberlo: una secuencia repetida de
capas areniscas y margosas. Santiago iba sacando su tabaco
prensado y comenzaba a desmenuzarlo mientras los chavales
se rifaban las ceras para dibujar los estratos que circundaban el
Monte Urgull. El gran centinela verde, lo llamaban. Poco provecho sacarían a sus nociones sobre la Era Terciaria si no eran
capaces de distinguir las vetas que escondía su propia ciudad.
Santiago llenó el fondo de la pipa sin apenas presionar el
tabaco. He aquí un gran monoclinal, o lo que es lo mismo,
sedimentos paralelos inclinados en igual dirección, interrumpidos de vez en cuando por... trastocamientos tectónicos. Los
chavales indicaban con una flecha el nuevo nombre y observaban con asombro la zona de ruptura; articulaban por lo bajini el
juego de sílabas para registrarlo en su propio diccionario, que,
por imaginario y provisional, era toda una leonera. Santiago
añadió la segunda capa, con el tabaco más apelmazado. Mirad
cómo se han originado dos laderas contrapuestas; una de ellas
siguiendo la pendiente y la otra, más abrupta, cortando la estratificación. Por algo los depósitos arcillosos tienden más a
la erosión que los areniscos. Cierto. Algunos saberes cederían
a la lija de la vida, pero en la mente de un niño bien podía una
palabra equipararse a un tsunami. Santiago acabó de llenar la
cazoleta y ―esta vez sí― prensó la tercera capa de aquel tabaco con aroma a campo. El gradiente estaba asegurado.
Si algo impresiona de este acantilado, es el pulso entre olas
y estratos: se ha recortado a conciencia. Los chavales abandonaron los lápices para correr hacia esa barandilla marcada por
la sal; una hilera de palabras, recién salidas del monte Urgull,
se extendió hacia ellos a modo de tenderete. Trastocamiento,
arcilla, arenisca, monoclinal; al contacto con el sirimiri, adquirieron consistencia de calcamonía, volaron entre el alboroto
de la cuadrilla y terminaron por adherirse a la capucha del que
más trotaba, Gus, al que los años convertirían en geólogo de
pro. Cerca, Santiago encendió su pipa y la aspiró contemplando la pleamar que en esos momentos mordía la roca.
Una medtradera guanya el IX Premi de Literatura Científica
Agència EFE
Barcelona (Espanya)
La biòloga i vicepresidenta de l’Associació Catalana de Comunicació Científica Mercè Piqueras ha rebut el IX Premi de
Literatura Científica de la Fundació Catalana per a la Recerca (FCR), dotat amb 6 500 euros, per la seva obra Cròniques de
l´altra veritat, una reflexió en clau de ficció sobre l’allunyament i incomprensió entre societat i ciència.
La novel·la guanyadora recrea un context en què la Generalitat de Catalunya, alarmada per la falta d’investigadors,
publica un decret que insta les escoles a dedicar temps de l’horari escolar per familiaritzar els alumnes de secundària amb
l’activitat científica.
Es llavors quan els alumnes de l’institut descobreixen que la ciència és quelcom més que una llista de conceptes
d’aquelles assignatures que tant «pal» els fa estudiar.
No obstant això, la novel·la, a més a més de revelar els esforços, injustícies i abnegació que hi ha darrere de cada descobriment científic, deixa entreveure les contradiccions de la ciència que propicien que aquesta tingui una cara oculta «inaccessible des de la nostra limitació quotidiana», segons l’autora.
«Vaig escriure aquesta obra fa dos anys i sabia que havia de madurar-la, i això és el que he fet aquest últim any, sobretot
aquest estiu, que m’he quedat sense vacances», ha explicat emocionada la guanyadora, que amb la seva novel·la pretén «fomentar el gust per la ciència entre els joves».
Mercè Piqueras és biòloga i divulgadora científica i actualment treballa com a editora de la revista International Microbiology, revista oficial de la Societat Espanyola de Microbiologia. També és vicepresidenta de l’Associació Catalana
de Comunicació Científica (ACCC) i membre del Consell Directiu de la Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la
Tècnica.
PIQUERAS, Mercè: Cròniques de l’altra veritat. Barcelona: Rubes; 2004. 176 pàgines. ISBN: 84-497-0145-7. Preu: 15 euros.
<www.rubes.es/editorial/996.htm>
* Inmunóloga y traductora. Madrid (España). Dirección para correspondencia: mmiguel4@yahoo.es.
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Semblanzas
Entrevista a Jacques Vissoky, médico-tradutor
brasileiro*
Rosário Durão**
Jacques Vissoky é médico e tradutor. Foi laureado com o Prêmio União Latina de Tradução Científica e Técnica 2003, em
parceria com a CBL-Câmara Brasileira do Livro, pela versão da
obra Princípios AO do Tratamento de Fraturas, de Thomas W.
Rüedi e W. M. Murphy.
Rosário Durão: O Jacques foi galardoado com o Prémio
de Tradução Científica e Técnica. Esperava receber o prémio?
Como surgiu a tradução dessa obra?, foi uma iniciativa sua ou
uma proposta da editora? Quanto tempo demorou a traduzir
obra? Que método adoptou para a sua tradução?
Jacques Vissoky: O Manual AO, que me rendeu a premiação inédita nos círculos literários nacionais, foi entregue
durante a II Bienal do Livro no Rio de Janeiro, em maio de
2003. A obra me foi oferecida pela Editora Artmed, solicitando
a tradução e a revisão técnica em torno de quatro a cinco meses
para ser completada.
A notícia da premiação foi uma surpresa muito agradável,
porque o trabalho de tradução médica no Brasil ainda é incipiente, exercido de forma bissexta e descontinuada por muitas pessoas. Como todo trabalho de cunho intelectual, o respectivo
pagamento também deixa algo a desejar.
O método de trabalho, então, baseava-se simplesmente em
abrir o livro (ou sua cópia) ao lado do monitor (ecrã) do computador, e digitar o texto.
R. D.: Que funções desempenha no hospital? Que outras
actividades médicas exerce?
J. V.: Por causa das inúmeras atividades exercidas, tive que
me afastar do hospital... na verdade, alguma coisa devia ser
cortada no dia-a-dia, e a escolha recaiu sobre o trabalho hospitalar e as cirurgias. Mas minhas atividades médicas na urgência
de traumatologia já exigem bastantes horas, com uma média
aproximada de 150 pacientes de trauma musculoesquelético
por semana.
me aposentar do serviço público, possa me dedicar somente às
traduções.
R. D.: Quando escolhe os textos para traduzir, selecciona
apenas os que se encontram no seu âmbito de especialidade?
Porquê?
J. V.: Embora eu seja mais conhecido nessas especialidades, também traduzo e faço versões de textos de outras áreas
da medicina.
R. D.: Alguma vez recebeu traduções do hospital onde trabalha? Há algumas diferenças entre os textos «para consumo
interno» e os restantes?
J. V.: Algumas vezes, tive que fazer traduções «para ontem», para apresentações entre os residentes. Isso, obviamente,
era feito de forma mais rápida, sem o cuidado com o rigor ortográfico e semântico necessários a um trabalho mais elaborado.
R. D.: Já pensou em traduzir textos para português europeu? Por que motivo?
J. V.: Por causa das particularidades e diferenças entre o
português europeu e o brasileiro, prefiro abster-me de traduzir
textos exclusivamente para o português europeu.
R. D.: Quem são os principais clientes dos médicos tradutores/tradutores de medicina? Quais são as principais línguas
de partida? Quais são os critérios das editoras para a tradução
de obras de medicina?
R. D.: Conta com várias traduções no seu currículo. Como
é que a tradução surgiu no seu percurso de médico? Alguma
vez pensou em ser tradutor a tempo inteiro?
J. V.: Os principais clientes são as próprias editoras, que
representam um fluxo contínuo de trabalhos, principalmente do
inglês para o português.
Eu também leio em espanhol e francês, mas não tenho tempo (nem vontade) de traduzir nesses idiomas.
Os principais critérios das editoras são a rentabilidade da
obra, obviamente, e a possibilidade de seu uso multidisciplinar
(por exemplo, livros que possam ser usados em medicina, fisioterapia, terapia ocupacional, etc.).
J. V.: Como já mencionei, as traduções já ocupam, no mínimo, 50% do tempo que dedico ao trabalho. Talvez, quando
R. D.: O que prefere traduzir: obras científicas ou textos
para os doentes? Que cuidados tem/teria neste caso?
* Este artigo é publicado simultaneamente nas revistas Panace@: Boletín de Medicina y Traducción (<www.medtrad.org/panacea.html>) e Confluências: Revista de Tradução Científica e Técnica (<www.unilat.org/dtil/confluencias/index.htm>), por acordo entre ambas as publicações.
** Directora de Confluências: Revista de Tradução Científica e Técnica. Universidade Aberta, Lisboa (Portugal). Endereço para correspondência:
confluencias@confluencias.net.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
273
Semblanzas
<www.medtrad.org/panacea.html>
J. V.: Tenho mais intimidade com as obras científicas. Os
textos para os doentes, atualmente, podem ser traduzidos até
com tradutores automáticos.
R. D.: Quando lê uma tradução, o que é para si mais importante, a precisão terminológica ou a correcção linguística?
Ou considera ambas igualmente importantes?
R. D.: As traduções que circulam nos hospitais são satisfatórias?
J. V.: A tradução é o discurso do autor. O tênue limite entre
o conhecimento técnico e a adequação ortográfica e lingüística
é uma espada de Dâmocles que está sempre a pairar sobre a
cabeça do tradutor...
J. V.: Em geral, as traduções que ficam «no bolso» são mais
precárias. Ainda assim, eventualmente, podem-se encontrar
traduções de melhor qualidade.
R. D.: Que problemas levanta a tradução de textos de medicina? Costuma escrever sobre tradução?
R. D.: Alguma vez pensou em dar aulas de tradução? Como
desenharia uma cadeira de tradução de medicina e por que
razão?
J. V.: Talvez o principal problema seja que muitas vezes o
profissional da área médica é extremamente competente como
médico, mas tem dificuldades importantes nas técnicas de redação e na seleção semântica, o que torna o trabalho do tradutor
mais difícil e faz, muitas vezes, com que o tradutor se sinta um
«traidor» em nome da clareza.
J. V.: Eu me sentiria muito honrado em dar aulas de
tradução. Infelizmente, ainda não fui convidado para tal. O
desenho curricular de uma cadeira de tradução de medicina certamente teria que incluir uma introdução às temáticas básicas
da área de biociências, oportunizando a intimidade necessária
com os termos biomédicos que têm, muitas vezes, mais de um
sentido.
R. D.: O que é para si um médico-tradutor? Que conhecimentos e competências deve ele, ou ela, ter? Deve procurar
formação complementar para além da medicina?
R. D.: Que peso tem a tradução no universo editorial de
medicina em língua portuguesa em geral, e na vertente brasileira em particular?
J. V.: O arcabouço cultural é básico. É impossível traduzir ou
fazer a versão sem que o profissional tenha já uma «milhagem»
literária como leitor. Além disso, é imprescindível que o tradutor
faça cursos regulares de atualização na sua língua materna.
J. V.: Além de fazer, de forma contínua, as traduções para
a editora, já há algum tempo sou responsável pela versão inglesa da Revista Brasileira de Ortopedia, além de ser o tradutor
oficial do Journal of American Academy of the Orthopaedic
Surgeons. Embora se exija muito do médico em termos de conhecimentos técnicos, há uma enorme carência de médicos que
sejam efetivamente bi- ou trilíngües. Assim, o mercado para
livros traduzidos em português é muito amplo.
R. D.: Curiosamente, os prémios de tradução científica e
técnica costumam ser atribuídos a especialistas. Concorda que
só os médicos podem ser bons tradutores de medicina?
J. V.: Absolutamente não. O que acontece, é que os melhores tradutores de poesia são os poetas; logo, talvez os especialistas-tradutores tenham mais facilidade de lidar com os
meandros do conhecimento técnico.
R. D.: Que formação deve ter um tradutor que se queira
dedicar à tradução na área da medicina? Há programas de
formação neste campo no Brasil?
J. V.: Que eu saiba, não há nenhum programa oficial de formação de tradutores médicos no Brasil. Não é imprescindível,
mas a formação na área biomédica ajuda muito, em função do
jargão técnico específico.
R. D.: Quais são as vantagens e desvantagens dos médicostradutores e dos tradutores de medicina?
J. V.: Como são muito poucos os médicos-tradutores que se
dedicam de forma (quase) integral a tal tarefa, há pouco intercâmbio. Por outro lado, aos tradutores não médicos das ciências
de saúde tampouco lhe são oferecidos cursos de atualização ou
até de formação específica.
274
R. D.: Considera que o Brasil tem uma política para a
tradução científica e técnica, e sobretudo de medicina? Há
alguma coisa que lhe parece urgente fazer?
J. V.: Não há nenhuma política oficial voltada para o setor de tradução científica e técnica, sobretudo na medicina.
Isso é confirmado pela ausência de padronização dos termos.
Uma exceção seria a terminologia anatômica, que já tem uma
espécie de «jurisprudência» firmada entre as editoras. O mais
urgente, definitivamente, seria a uniformização das terminologias.
R. D.: Como estamos de ferramentas, em papel e formato
electrónico, para a tradução de medicina para português?
Poderia mencionar algumas?
J. V.: Decididamente, as coisas estão muito melhores do
que há dez anos atrás. Há programas de auxílio ao tradutor
— exemplo, o Trados e o Wordfast, que segmentam o texto,
facilitando o trabalho, bem como tradutores eletrônicos como o
Delta Translator, na minha opinião, o melhor tradutor eletrônico atual, além de dicionários eletrônicos.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Semblanzas
<www.medtrad.org/panacea.html>
R. D.: Que conselhos daria aos jovens e menos jovens tradutores desta área?
J. V.: Persistência, leitura e muito estudo. A dedicação é
fundamental, assim como o amor pela arte das palavras.
R. D.: Gostaria de acrescentar mais alguma coisa?
J. V.: Não existe tradutor que não seja escritor já que,
muitas vezes, os tradutores têm que reescrever um texto. E a
tradução é uma forma menos compromissada de escrever, sob
o manto do autor original, isentando-se em parte da responsabilidade pelo conteúdo...
R. D.: Muito obrigada, Jacques.
Jacques Vissoky: breves notas autobiográficas
Eu nasci no dia 1° de agosto de 1961, em Porto Alegre, capital do Rio Grande do Sul, o estado mais
meridional do Brasil. Como meu pai era médico, e minha mãe professora e jornalista, desde cedo
me interessei pelo estudo de línguas estrangeiras e pelas leituras. A proximidade com o Uruguai e a
Argentina proporcionou-me a oportunidade de visitar esses países ainda criança, desenvolvendo o
gosto pela língua e pela cultura estrangeiras, o que também me despertou a vontade de saber novos
idiomas.
Adolescente, fui estudar por quase um ano nos Estados Unidos. Naquela época, não havia Internet nem globalização e uma ligação telefônica somente se dava por intermédio de uma telefonista,
com um retardo de vários minutos. Morei no estado de Minnesota, onde fiz a última série do Ensino
Médio (High School).
Jacques Vissoky
Ao regressar ao Brasil, retomei os estudos para, no ano seguinte, ingressar na Faculdade de Medicina. Já naquela época, traduzia as minhas músicas favoritas do inglês para o português, para o deleite da minha turma.
Formei-me em 1985 e ingressei na Residência Médica em Ortopedia e Traumatologia. No segundo ano de residência (nessa
especialidade, são três anos), tive a oportunidade de ir para a Inglaterra, para um estágio de dois meses. Ao final desses dois
meses, retornei ao Brasil e, para minha surpresa, fui contactado pela então Editora Artes Médicas (atualmente Editora Artmed)
para iniciar um trabalho como free-lancer de tradutor de livros na área.
O começo foi tímido e tecnicamente demandante (escrevendo ou datilografando laudas, errando, datilografando novamente,
errando novamente, usando corretor). Entretanto, o primeiro livro ficou pronto. Depois, o segundo. Voltei, então (já casado, mas
sem filhos ainda), para a Inglaterra, acompanhado de Ana Maria, minha esposa, lá permanecendo por aproximadamente dois
anos, onde cursei o equivalente a um mestrado.
Novamente no Brasil, em 1992, enquanto prestava serviço militar como oficial médico, fui novamente contactado pela
Editora Artes Médicas para reiniciar os trabalhos de tradução e revisão técnica.
Nesse momento, já «alfabetizado» em informática, recomecei a trabalhar com uma «magnífica» máquina com processador
286, 2 MB de memória, e um «cavernoso» HD de 45 MB, que rodava — sem travamentos — o saudoso sistema operacional
DOS 5.0.
O computador foi evoluindo, e a demanda de trabalhos também. Assim, fui progressivamente sendo absorvido pela carga
de trabalho de tradução, onde fui me firmando como um nome de destaque da área. Das dezenas de livros já traduzidos e/ou
revisados, eu destacaria o Atlas de Anatomia de Netter, um clássico mundial da literatura médica em ciência básica.
Um outro marco na minha carreira foi a tradução oficial, comissionada pelo Centers for Disease Control and Prevention,
de Atlanta, nos Estados Unidos, do software EPIINFO, o programa de cópia livre na área de epidemiologia mais difundido no
mundo.
Paralelamente às traduções, ainda tive tempo de aproveitar um curso de extensão que me foi oferecido, em 2002, pelo Center
for AIDS Prevention Studies da University of California at San Francisco na área de Métodos de Pesquisa Clínica, tornando-me
um orientador e multiplicador brasileiro dos cursos da área.
Atualmente, trabalho meio-período em um serviço público de atendimento traumatológico de urgência. O resto do tempo é
dedicado a traduções, aulas de metodologia de pesquisa clínica, e perícias judiciais na área de ortopedia e traumatologia. Mesmo
assim, acho que ainda consigo ser um pai atuante para o Alexandre, que tem 11 anos, e o Leonardo de 8 anos que, com Ana
Maria, ainda têm a chance de degustar os jantares que eu mesmo preparo, quando me transformo em chef. Além disso, ainda
encontro tempo para passear com o Sammy, nosso poodle, e fazer afagos no Max, um gato da raça sagrada da Birmânia.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
275
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
El Escaparate de MedTrad: todo un caudal
de información para los traductores médicos
Ángela Ciocca, María José Hernández y Cristina Márquez*
MEDTRAD, GRUPO DE MEDICINA Y TRADUCCIÓN: El Escaparate de MedTrad. <www.medtrad.org>. Portal internético en español de recursos especializados para traductores
científico-médicos.
El Escaparate de MedTrad es el portal internético del grupo
MedTrad, cuya lista de distribución está alojada en RedIRIS
(Red Académica Española (<www.rediris.es/list/>), donde ha
sido clasificado como un portal científico con un gran componente de servicio de valor añadido. Se considera un portal
científico de carácter vertical porque se dedica a la traducción
y dentro de este ámbito se especializa en las ciencias médicas,
a diferencia de los portales horizontales, que abarcan diversas
áreas temáticas.
Además, cumple dos de las condiciones necesarias para esa
denominación: su contenido se nutre parcialmente de los
conocimientos de una comunidad dedicada específicamente
a la temática del portal y se comunica a través de una lista
de correo, y más concretamente del extracto de sus debates,
denominado «Medtradiario»; y esa comunidad suministra
información al portal para apoyarlo, respaldarlo y, lo más importante, para mantener un flujo constante de actualizaciones
de los contenidos.
Nació de manera casual y espontánea, como todos los
proyectos de MedTrad. Lo curioso es que se gestó durante una
reunión de trabajo celebrada en un café de Buenos Aires, entre
un granadino residente en Salamanca y una porteña residente
en Nueva York. Claro que no cualquier café, sino el café más
antiguo y típico de Buenos Aires, el entrañable Tortoni.
Fue en abril del 2001, durante el II Congreso Latinoamericano de Interpretación y Traducción, organizado por el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires,
en el que participaron Cristina Márquez y Fernando Navarro.
Aparte del congreso, ambos habían acordado reunirse para
delinear algunas normas de publicación y diseño de Panace@,
cuya maquetación estaba entonces a cargo de Cristina y Luis
Pestana y que se publicaba electrónicamente en el sitio de
AETER.
Porteña de alma, Cristina pensó que, estando a tan corta distancia del Tortoni, ¿qué mejor sitio para una reunión de trabajo
con Fernando Navarro que ése, donde aún se puede respirar el
aire de aquel otro granadino famoso? ¡Si en uno de sus rincones
hasta se puede ver el diagrama del café que dejó esbozado el
gran Federico! Y ahí se encontraron, en la sala Alfonsina (fig.
1). Y ahí fue donde Cristina comentó, sin pensarlo demasiado,
que sería muy práctico disponer de un sitio web propio para
publicar la revista y así poder corregir los inevitables errores de
maquetación sin necesidad de depender de terceros.
Figura 1. Entrada a la sala Alfonsina del café Tortoni
La respuesta entusiasta de Fernando no se hizo esperar, y
antes de salir del Tortoni Cristina estaba convencida de que
si se animaba a hacerlo, todo lo que hacía falta era empezar.
Volvió así a Nueva York con la idea de convencer a Gustavo A.
Silva, creador y coordinador del foro, que reside en Washington, de la necesidad de disponer de un sitio web propio donde
se pudiera publicar Panace@. Gustavo también se entusiasmó
con la idea, y le brindó su más firme respaldo como lo había
hecho anteriormente con los otros dos proyectos que habían
nacido del grupo: Panace@ y el Medtradiario.
Las primeras tareas se repartieron fácilmente: Gustavo se
ocuparía de conseguir un proveedor de servicios adecuado
desde el punto de vista del coste y las prestaciones técnicas,
y Cristina, del diseño y la preparación de la página. En poco
tiempo, ambos habían completado su misión, y el Escaparate
vio la luz internética a fines de mayo del 2001 (fig. 2a).
Con gran visión de futuro, Gustavo lo bautizó El Escaparate, nombre muy acertado, porque con el tiempo el sitio se
convertiría en una vidriera de recursos y conocimientos para
el traductor médico. En él se muestran las actividades de un
grupo de traductores-médicos y médicos-traductores que se
ayudan mutuamente para perfeccionar su propio trabajo y al
mismo tiempo elevar el nivel de la profesión. Desde el Medtradiario, un extracto corregido y aumentado de los debates
de la lista, hasta la publicación de glosarios especializados
con interfaces interactivas, el sitio comprende un conjunto de
recursos internéticos en constante actualización, para beneficio
de los miembros del grupo y el público en general.
* Responsables de El Escaparate de MedTrad. Buenos Aires (Argentina), Madrid (España) y Nueva York (Estados Unidos). Dirección para correspondencia: webmaster@medtrad.org.
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Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
Los comienzos fueron muy modestos: el sitio sólo tenía
una descripción general del grupo, las instrucciones para
solicitar la afiliación y un enlace al archivo en PDF de la revista. Sin embargo, pronto surgió el deseo de ofrecer algunos
recursos adicionales a los traductores que nos visitaban, cuya
cantidad aumentaba día a día. Se añadieron así dos secciones
de información general, «Biblioteca» y «Recursos».
Una de las quejas más frecuentes sobre el sitio era la dificultad para descargar los archivos de gran tamaño de la revista y
el Medtradiario. Se decidió entonces cambiar la presentación de
Panace@ y publicar sus artículos en forma individual. Al mismo tiempo, se renovó la fachada (fig. 2b) y se mejoró también
la publicación del Medtradiario, el producto más elaborado del
foro, que refleja el contenido de debates especialmente interesantes por la dificultad de traducción de los términos tratados.
La intención fue, y sigue siendo, ofrecer un sitio que facilite la labor de los traductores dedicados al campo de las
ciencias biomédicas mediante recursos fiables y actualizados
relacionados con los distintos aspectos de su profesión. No hay
duda de que la difusión de tales recursos puede contribuir a
mejorar el nivel general de las traducciones en este campo. En
ese sentido, se puede afirmar que en el ámbito de la traducción
médica existe un antes y un después de MedTrad.
El Escaparate siguió creciendo con la activa colaboración
de Gustavo, y en el año 2003 le volvimos a lavar la cara, esta
vez con una renovación completa (fig. 2c). Actualmente incluye seis secciones que abarcan una amplia gama de temas, desde sugerencias de ergonomía para atenuar las consecuencias de
las largas horas de labor frente a una computadora requeridas
por la tarea de traducir hasta glosarios altamente especializados en disciplinas nuevas o de permanente actualización, como
la genética y la biología molecular.
La portada brinda un panorama general y describe las
distintas secciones del sitio, incluido el Foro de MedTrad en
el panel central. Mediante un enlace a RedIRIS, se accede a la
Red Académica Española, donde se encuentra la sede de los
debates, independiente de la sede del Escaparate. El portal
cuenta también con originales ilustraciones creadas especialmente para MedTrad por Carlos Baonza, renombrado diseñador madrileño que, con notable creatividad y generosidad,
nos permite añadir un toque de color y modernismo. Cada uno
de los gráficos representa visualmente la sección e incluye un
enlace para llegar a ella.
Además, la portada incluye un «Mapa del sitio», una característica distintiva del Escaparate. Este enlace, que se encuentra
también en la parte inferior de todas las páginas, conduce a un
verdadero mapa interactivo del sitio, donde el visitante puede
ver en una sola pantalla todo su contenido y además acceder a
cada una de las secciones con sólo pulsar sobre su nombre.
Recomendamos a todos los lectores que se decidan a visitar
el sitio por primera vez que utilicen este mapa para recorrer el
sitio y descubrir todo lo que tiene para ofrecerles.
Hagamos un recorrido por El Escaparate, deteniéndonos brevemente en cada sección para que los lectores de Panace@ sepan
qué es lo que encontrarán al visitar <www.medtrad.org>.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Figura 2. Evolución del diseño de la página de entrada al
Escaparate de MedTrad. De arriba abajo: a) mayo del 2001; b)
agosto del 2002; c) portada actual (desde febrero del 2003)
Figura 3. Mapa del Escaparate
277
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
1. Panel de acceso a las secciones
Disponible desde cualquier punto del Escaparate, este panel
ubicado a la izquierda de la pantalla incluye el acceso a todas
las secciones del sitio, que aparecen en orden alfabético: «Agenda», «Biblioteca», «Búsquedas», «Ciberguía», «El Practicón» y
«Medtradiario». Ofrece una función de búsqueda, el «Medtrabuscador», muy útil para encontrar cadenas de texto en todo el
Escaparate. Veamos ahora el contenido de cada sección.
2. Agenda
Esta sección incluye cursos, congresos, conferencias y
todo tipo de actividades relacionadas con la profesión, con los
enlaces correspondientes a los sitios internéticos que ofrecen
la información completa sobre ellos.
3. Biblioteca
La «Biblioteca» incluye cuatro secciones —o estantes—
que contienen hiperenlaces a revistas científicas, material de
referencia, recursos para el traductor médico y publicaciones
de los miembros de MedTrad.
propia.htm>), y 4) diccionarios y tesauros de uso general en
línea (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/dicc_tesaurus.
htm>).
Los glosarios de cosecha propia incluyen verdaderas joyas, producto del trabajo desinteresado y los excepcionales
conocimientos de algunos medtraderos, como Josep-Eladi
Baños, María Luisa Clark, Gonzalo Claros, Adriana Cruz,
Miguel Delgado-Rodríguez, Paz Gómez-Polledo, Diego González Halphen, Francisco Hernández, Claudio Puente Fonseca,
Fernando Navarro, Ignacio Navascués, Verónica Saladrigas y
Mariano Zomeño.
Algunos de ellos tienen un valor extraordinario por su exclusividad, como el Minidiccionario crítico de dudas, ni más
ni menos que un adelanto de la segunda edición del famoso
Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, de
Navarro; el glosario de Genomic imprinting, de Saladrigas, verdaderamente único en su género, o el Glosario de bioquímica y
biología molecular, también de Saladrigas en colaboración con
Gonzalo Claros y Diego González Halphen, que además cuenta con una interfaz que permite consultarlo en línea gracias a
la generosa contribución de Gonzalo.
3.3. Recursos
Incluye cuatro secciones que conducen a distintos organismos y asociaciones que pueden ser una fuente de información
fiable a la hora de resolver dudas específicas:
Figura 4. «Biblioteca» de MedTrad
3.1. Revistas científicas
Este enlace se abre a una página que contiene un buscador
de InfoDoctor para localizar revistas médicas de distintos tipos,
varios paneles con las revistas más prestigiosas del ámbito
biomédico presentes en la Malla Mundial —The Lancet, The
New England Journal of Medicine, Bulletin of the World Health
Organization, Revista Española de Medicina Legal, la Revista
Panamericana de Salud Pública, de la OPS— y otros paneles
con acceso bibliotecas virtuales de revistas y grupos editoriales,
como BINASS (Biblioteca Virtual en Salud, de Costa Rica),
Kluwer Academic Press, Elsevier, Highwire, Springer, Directory of Open Access Journal, Academic Press Ideal Journals,
BioMed Central, Wiley InterScience, PubMed Central y PLOS.
3.2. Referencia
Nos lleva a cinco secciones: 1) diccionarios y glosarios especializados en línea (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/
diccionarios.html>); 2) publicaciones internéticas relacionadas
con la medicina (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/publimed.html>); 3) glosarios de cosecha propia publicados en
Panace@ (<www.medtrad.org/biblioteca/referencia/cosecha_
278
a) «Instituciones» (<www.medtrad.org/biblioteca/recursos/instituciones.html>) relacionadas con la medicina, la salud pública y la industria farmacéutica.
b) «Lingüística y traducción» (<www.medtrad.org/biblioteca/recursos/traduccion.htm>); incluye centros
y organizaciones relacionadas con la lengua española y la traducción.
c) «Listas de correo» (<www.medtrad.org/biblioteca/
recursos/e-listas.htm>); conduce a foros de discusión sobre la medicina y la traducción.
d) «Nuestro Archivo en RedIRIS», con un enlace que
conduce directamente al servidor de ficheros de MedTrad, alojado en la Red Académica Española; desde
ahí se puede acceder a los documentos públicos
generados en algunas de las listas de distribución
administradas desde ese servidor, como Traducción,
una de las principales listas en español.
Figura 5. Archivo de MedTrad en RedIRIS
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Reseñas
3.4. Publicaciones de los miembros de MedTrad
Listado de publicaciones de algunos medtraderos, entre ellos
Bertha M. Gutiérrez Rodilla, Juan Manuel Igea, Ernesto
Martín-Jacod, Aníbal J. Morillo, Fernando Navarro, Claudio J.
Puente Fonseca, Bárbara Shapiro y José A. Tapia Granados. Se
incluye también un enlace a los escritos en línea del lexicógrafo y bibliólogo José Martínez de Sousa, antiguo miembro de
MedTrad, publicados en su propia página web.
4. Búsquedas
Esta sección incluye tres enlaces: 1) «Buscadores especializados» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_especializados.htm>), como HubMed, PubMed, Medline Plus
Health Information, ISI Web of Science e ISI Journal Citation;
2) «Buscadores generales» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_generales.htm>), entre los que se incluyen
Google, AllTheWeb y MetaCrawler, y otros con particularidades específicas, como Kartoo, un metabuscador que presenta
sus resultados en forma de mapas, y 3) «Otros» (<www.medtrad.org/medtrabusquedas/buscadores_otros.htm>), donde
se pueden realizar búsquedas especiales, como texto en los
archivos PDF actualmente en línea que ofrece Adobe o imágenes y gráficos de enfermedades y temas médicos a través del
buscador de Hardin MD.
Figura 6. Página de «Buscadores especializados»
La interfaz de la sección «Buscadores especializados» fue
creada y generosamente cedida por Gonzalo Claros, profesor
de Biología de la Universidad de Málaga, que desempeña tareas de webmaster en esa institución y colabora asiduamente
con El Escaparate.
5. Ciberguía
Esta extraordinaria herramienta de ayuda para la navegación en la red de información conocida como World Wide Web
(WWW) es el resultado del cuidadoso análisis e investigación
realizados por dos medtraderas de pro: Verónica Saladrigas y
María José Hernández. El texto es la adaptación al formato
HTML del artículo que ambas publicaron en el número 9-10
del volumen 3 de Panace@, titulado «De traductor médico a
aprendiz de cibernauta» (<www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/Pana9_tribuna_ciberguiaTotal.pdf>).
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Figura 7. Página de entrada a la «Ciberguía» de MedTrad
Incluye también la sección «Enlaces» (<www.medtrad.
org/ciberguia/enlaces.html>), con que las autoras completaron
su artículo, compuesta por vínculos a publicaciones, instituciones, glosarios y otras fuentes relacionadas con la traducción
médica y científica y que nos facilita «un venturoso viaje a
través del ciberespacio y un feliz arribo a buen puerto». «Enlaces» está a su vez dividida en 34 campos especializados, a
los que se llega desde un cuadro descriptivo general en la parte
superior de la página. Dichos campos incluyen desde alergología hasta urología, pasando por diccionarios de idiomas,
diccionarios médicos y bases de datos terminológicas.
6. El Practicón
Esta sección, que como su nombre indica fue diseñada para
brindar consejos prácticos para el desempeño de la profesión,
está en constante proceso de actualización debido a que parte
de su contenido se relaciona con una disciplina en la que se
producen avances en forma permanente. Nos referimos concretamente al apartado «Informática» (<www.medtrad.org/
practicon/informatica.htm>), coordinado por Cristina Márquez y Manuel Mata Pastor, profesor de Informática Aplicada
a la Traducción de la Licenciatura en Traducción e Interpretación del Centro de Estudios Superiores Felipe II (Aranjuez,
Madrid) de la Universidad Complutense, quien colabora con
esta sección del Escaparate ad honórem.
La traducción requiere actualmente gran cantidad de
conocimientos informáticos y presenta verdaderos desafíos
al profesional, que debe trabajar en documentos de diversos
formatos, convertir archivos, utilizar distintos programas de
traducción asistida por computadora, gestionar memorias para
maximizar su rendimiento, crear bases terminológicas con
distintas aplicaciones, «localizar» los programas de material
médico y quirúrgico, etc. Por ello, la sección incluye dos
apartados, uno dedicado a la «Ofimática» y otro a la «Tradumática». Esta sección es reciente y se irá completando con
herramientas, artículos informativos, consejos prácticos y, en
el futuro, hasta con la posibilidad de enviar consultas sobre
problemas relacionados con esas dos disciplinas intrínsecamente ligadas a las tareas del traductor.
«El practicón» también incluye una sección sobre «Ergonomía» (<www.medtrad.org/practicon/ergonomia.htm>) y otra
279
Reseñas
llamada «Librerías», que contiene un enlace a la lista general de
librerías españolas disponibles en Internet (<www.medtrad.org/
practicon/librerias.htm>) y otros a las librerías especializadas
que ofrecen descuento a los miembros de MedTrad.
7. Medtradiario
Este trabajo, único en su género, es un compendio de las discusiones terminológicas de la lista de distribución MedTrad.
Y si decimos único en su género, es porque, como bien se
explica en el portal, «los traductores médicos de este foro han
puesto empeño en documentar sus propuestas, adentrándose
en el intríngulis temático en cuestión siempre que han podido
hacerlo». Esto permite ofrecer una base de conocimiento sólida, con propuestas de traducción concretas y fundadas. La información se encuentra en tres columnas: 1) «Voz extranjera»,
2) «Traducción» y 3) «Observaciones». Esta última columna
incluye la bibliografía consultada y cualquier otra información
que arroje luz sobre el asunto tratado. La interfaz permite consultar interactivamente cada término desde un índice general
(<www.medtrad.org/medtradiario/index.htm>) que incluye
los 911 términos que actualmente componen el Medtradiario.
Figura 8. Índice general del Medtradiario
Es importante destacar que las estadísticas de uso del Escaparate indican que esta página es una de las dos más consultadas, con un promedio mensual de 4982 visitas durante el
último año.
8. Panace@, Boletín de Medicina y Traducción
Es la sede oficial de la revista y en ella se encuentran todos los números publicados hasta la fecha. La página inicial
(<www.medtrad.org/panacea.html>) ofrece distintas opciones para acceder a cualquiera de los artículos publicados en
esos números, que se pueden buscar en un «Índice general»
(<www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral.htm>), un «Índice por secciones» (<www.medtrad.org/panacea/IndiceSecciones.htm>), a través de «Números anteriores» (www.medtrad.
org/panacea/PanaceaAnteriores.htm), la sección que incluye
los números completos para su descarga en formato PDF y
comprimidos, o yendo al «Número actual» (<www.medtrad.
org/panacea/PanaceaActual.htm>).
Todos los artículos y números pueden leerse en línea o
280
<www.medtrad.org/panacea.html>
transferirse como archivo PDF o PDF comprimido. La revista,
que a su manera es responsable de la creación del sitio web,
comparte con el Medtradiario, comparte el primer lugar en las
estadísticas de uso del Escaparate durante los últimos doce
meses, con un promedio mensual de 5067 visitas durante el
último año.
9. Patrocinadores
Por último, aunque no por eso menos importante, hay
que mencionar la sección de «Patrocinadores», es decir, las
empresas y los particulares que contribuyen económicamente
a sostener algunos de los recursos necesarios para llevar adelante este proyecto. Si bien el trabajo de los colaboradores es
totalmente voluntario, hay algunos costes inevitables, como
los derivados del alojamiento en la WWW.
La página incluye la información necesaria para enviar
las contribuciones económicas. En el caso de las empresas,
esa contribución no sólo conlleva la publicación del nombre,
sino también la de su logotipo, con el enlace correspondiente
a su página web, en la portada del Escaparate o en la página
de «Patrocinadores», según la cuantía de la aportación. Dado
que durante los últimos doce meses hemos completado un
promedio mensual próximo a las 20 000 visitas, es interesante
destacar que el Escaparate resulta un estupendo medio para
la promoción de proveedores de traducciones y ediciones de
temas biomédicos y de otro tipo de empresas que deseen llegar
a los usuarios de servicios relacionados con dichos temas.
Son muchos los testimonios de nuestros usuarios y patrocinadores que nos alientan a seguir por el camino trazado,
tratando de superarnos constantemente para mantener el nivel
de calidad y fiabilidad que esperan del Escaparate. Entre ellos,
destacamos el de Andrés López Ciruelos, director del servicio
de localización de Siemens Ultrasound, quien nos dice: «Solamente quiero felicitaros una vez más por vuestra página.
Creo que habéis alcanzado el nivel de ‘referencia obligada’.
Desde luego, aquí, en nuestro equipo, ya os necesitamos casi
diariamente. Muchas gracias». Y el de Juan José Arevalillo,
director del servicio de traducción de Hermes, quien afirma
que «El Escaparate supone una ayuda fundamental para los
traductores de nuestra empresa como lugar de consulta, referencia y recurso terminológico. En especial, el Medtradiario ha
solucionado multitud de dudas a nuestro equipo».
No podemos terminar este artículo sin expresar nuestro
más sincero agradecimiento a todos los que han colaborado
para permitir que el Escaparate sea el sitio internético de
referencia para la traducción médica. En forma especial, quisiéramos agradecer el incondicional respaldo y el trabajo de
Gustavo A. Silva, que fue uno de los artífices del proyecto;
la lectura crítica de la primera versión completa del sitio a
cargo de José Martínez de Sousa; la revisión técnica inicial
de Carmen Ugarte García para verificar la compatibilidad del
sitio con los distintos navegadores del mercado, y la ayuda incondicional de Gonzalo Claros, siempre dispuesto a cedernos
no sólo su tiempo sino hasta su propio trabajo. Sin ellos, este
proyecto no sería lo que es.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
Medicina e farmácia em 11 línguas
Jorge Cruz*
DICIONÁRIO COMPACTO: Medicina e farmácia em 11 línguas. Lisboa: Estampa; 2003. 1135 páginas. ISBN: 97233-1915-2 (cartonado). Preço aprox.: 31,5 euros.
Foi publicado no final do ano passado, com a chancela da Editorial Estampa, o livro Medicina e farmácia
em 11 línguas. A versão original,
em alemão, tinha sido editada em
Setembroz Verlag München. Este livro pretende ser um dicionário para
consulta de palavras na área da saúde nas 11 línguas europeias consideradas mais importantes: inglês,
francês, alemão, italiano, espanhol,
português, holandês, sueco, polaco,
checo e húngaro. Apesar de anunciar
conter «mais de 20 000 entradas, a que correspondem mais de
200 000 vocábulos», este dicionário de 1135 páginas apresenta
apenas pouco mais de 2000 vocábulos em cada língua, um
número que se nos afigura bastante reduzido.
As entradas das palavras podem ser pesquisadas por ordem
alfabética de todas as línguas, consecutivamente, o que torna
este dicionário pouco prático e dá origem a inevitáveis repetições. Uma obra deste tipo, vocacionada para uma consulta
rápida, fazia mais sentido em ser produzida, ou pelo menos
acompanhada, em suporte multimédia (CD-ROM).
Apesar do limitado número de vocábulos em cada língua,
que torna esta obra muito básica e pouco útil para profissionais
da tradução, bem como para o público em geral, existem ainda
algumas incorrecções, de que darei apenas dois exemplos no
que diz respeito à língua portuguesa. A palavra aterosclerose, existente em português, foi sistematicamente substituída
por arteriosclerose, de significado diferente. Por sua vez, o
vocábulo stroke, que deveria aparecer em língua portuguesa
como acidente vascular cerebral (AVC), foi traduzido como
apoplexia. Por outro lado, a pesar da referência à medicina
e à farmácia no título do livro, apenas são incluídos termos
genéricos da área da saúde e menos de uma dezena do foro
farmacológico.
Por último, não se compreende qual foi o critério de escolha dos vocábulos incluídos neste dicionário, pois embora alguns sejam bastante comuns, outros são utilizados com pouca
frequência. Em relação a outras palavras encontradas, como
xenofobia, não se percebe qual a sua relação com a medicina
ou a farmácia.
Em resumo, consideramos que esta publicação não oferece
nada de novo no panorama editorial nacional que possa ser recomendado aos que se dedicam à tradução científica e técnica,
principalmente no campo da saúde.
«Salud y traducción» en la revista Hieronymus
Redacción de Panace@
El pasado mes de junio, el número 2/2004 de la revista trimestral Hieronymus, órgano oficial de la Asociación Suiza de
Traductores, Terminólogos e Intérpretes (ASTTI; <www.astti.ch>), abordó como tema central la traducción médica. Bajo el
título genérico de «Santé et traduction, Gesundheit und Übersetzung, Salute e traduzione», publicó ocho artículos que pueden
ser de interés para los lectores de Panace@:
En alemán
• Hannelore Lee-Jahnke: «Medizinische Übersetzung, leicht gemacht?».
• Christa Baan: «Die Sprache des Akupunkteurs».
• Letizia B. Fuchs Vidotto: «Fachwörterbuch der Medizin Italienisch-Deutsch, Deutsch-Italienisch».
• Rüdiger Tillman: «Interview mit Andreas Bendig, geschäftsführender Gesellschafter von mt-g medical translation
gmbh (<www.mt-g.com>)».
En francés
• Marine Hutter: «L’interprète médical, un acteur essentiel dans le couple santé et traduction».
En italiano
• Paolo Valenti: «Differenze… Minimo dizionario medico svizzero italiano-italiano».
• Lorenzo Cassani y Lucia Pettinati: «Traduzione medica: esperienze…».
• Carmela Tedaldi: «Traduttori ed interpreti al servizio dei pazienti».
*
Médico especialista em angiologia e cirurgia vascular. Porto (Portugal). Endereço para correspondência: jorge.cruz@sapo.pt.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
281
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
Veintiún médicos catalanes que dejaron huella en el
lenguaje médico internacional
Fernando A. Navarro*
GUARDIOLA, Elena, y BAÑOS, Josep-Eladi: Eponímia mèdica catalana. Quaderns de la Fundació Dr. Antoni
Esteve, n.º 1. Barcelona: Fundació Dr. Antoni Esteve; 2004.
109 páginas. ISBN: 84-8124-210-1.
La Fundación Dr. Antonio Esteve (fundacion@esteve.
org) distribuye el libro de forma gratuita entre los interesados. Una versión electrónica íntegra en formato
PDF puede descargarse asimismo gratuitamente desde
Internet (<www.esteve.org/FEsteve/content/publicaciones/1075713967.6/pub.pdf>).
Enfermedad de Parkinson, aparato de
Golgi, borreliosis de Lyme, reacción
de Mitsuda, síndrome de Wolff-Parkinson-White, mechero de Bunsen,
demencia de Alzheimer, signo de
Babiński, posición de Trendelenburg, enfermedad de Behçet, bacilo
de Koch, índice de Quételet, cuchillete de Von Graefe, enfermedad
de Crohn. La antroponimomanía (o
eponimomanía) es, desde luego, junto con la anglomanía y la siglomanía, una de las características
más llamativas del lenguaje médico moderno. Repasando
estos antropónimos que salpican cualquier texto de medicina
—Hirschsprung, Abrikósov, Ehlers, Paget, Raynaud, Von
Recklinghausen, Pacini, Calvé, Creutzfeldt, Waldenström,
Pott, Sjögren, Kaposi—, uno tiene a veces la sensación de que
los países de habla hispana han estado al margen del discurrir
histórico de nuestro lenguaje especializado.
Y en cierto modo, así es. Tres son los principales requisitos
necesarios para que un antropónimo se imponga a nivel internacional, y en ninguno de ellos han destacado precisamente
nuestros países:
a) Es preciso, en primer lugar, que la medicina o la ciencia de un país esté en primera línea de vanguardia. Y es bien
sabido que, con posterioridad al siglo XVI y a excepción de
algunos fulgores pasajeros (como la escuela neurohistológica
de Ramón y Cajal, a principios del siglo XX), la medicina española e hispanoamericana ha ido a remolque de la que se hacía
fuera de nuestros países.
b) Es preciso, además, que el colectivo nacional de médicos se muestre activo y dinámico en la creación de nombres
para los nuevos conceptos y en la adopción masiva de los
neologismos acuñados en nuestro idioma, en lugar de tomar
dócilmente los que le llegan de fuera. Las disputas chovinistas,
como las sostenidas durante cien años por malattia di Flajani
con Graves disease y con Morbus Basedow (o BasedowKrankheit), fueron siempre en nuestro idioma batallas perdidas
de antemano. De otro modo, no se explica que llamemos hoy
síndrome de Forbes-Albright al síndrome de amenorrea y galactorrea descrito por los argentinos Ahumada y Del Castillo; o
que llamemos hoy pelagra (según el término italiano utilizado
por Francesco Frapolli en 1771) al mal de la rosa descrito por
el español Gaspar Casal siete lustros antes que Frapolli; o que
la RAE haya pasado a recomendar, desde el año 2001, la grafía
wolframio (con w) para dar nombre al único elemento químico
bautizado por españoles, que sus descubridores, los hermanos
De Elhúyar, llamaron volframio (con v) en 1783; o que varios
siglos después de que el garrotillo fuera bien descrito en España, a partir de finales del siglo XVIII entrara en nuestro idioma
con fuerza arrolladora el anglicismo croup.
c) Y sería preciso, por último, recopilar, elaborar y publicar
glosarios y diccionarios de antropónimos para difundir entre
nuestros médicos de hoy las aportaciones de quienes los precedieron, de tal manera que todo galeno de habla hispana supiera
que el mal de altura puede llamarse también enfermedad de
Acosta, que células de Del Río Hortega es otro nombre de los
microgliocitos o que el huesecillo del estribo, en el oído, fue
descubierto por anatomistas españoles. Tampoco aquí parece
que nuestros países hayan estado a la altura de los de nuestro
entorno. Prácticamente todos los glosarios y diccionarios de
antropónimos médicos publicados en español son o bien traducciones de obras extranjeras, o bien recopilaciones realizadas a
partir de glosarios y diccionarios foráneos, donde la presencia
de nombres españoles e hispanoamericanos es insignificante,
menor incluso de lo que cabría esperar de la ya de por sí escasa
aportación de nuestros países a la historia de la medicina.
Eponímia mèdica catalana constituye, hasta donde yo sé,
el primer intento de acabar con esta tercera carencia para el
ámbito geográfico de la medicina catalana. Sólo por ello, la
obra de Elena Guardiola y Josep Baños vale ya la pena y es
digna de elogio.
Como es frecuente en medicina, los autores no son historiadores profesionales de la ciencia, sino historiadores aficionados —apasionados, más bien— con interés bien conocido por
el lenguaje médico y su historia. Como ya hicieran para otra
publicación conjunta previa —El dolor del lenguaje, reseñada
por Miguel Turrión en el número 9-10 de Panace@ (pág. 104:
(<www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Panacea9-10_Diciembre2002.pdf>)—, Guardiola y Baños, farmacólogos en
ejercicio ambos, han optado también en esta ocasión por el
formato que mejor se adecua a las posibilidades de trabajo del
historiador aficionado: la recopilación de artículos indepen-
* Cabrerizos (Salamanca, España). Dirección para correspondencia: fernando.a.navarro@telefonica.net.
282
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Reseñas
<www.medtrad.org/panacea.html>
dientes. En este caso, Eponímia mèdica catalana recopila una
veintena de artículos publicados desde mediados de 1999 hasta
julio del 2003 en la sección «Sense amnèsia» de la revista
catalana Annals de Medicina (<www.acmcb.es/pages/academ/
vidaacad/publica/annals/annals_w.htm>).
La mejor forma de que el lector se haga una idea del contenido de esta obra es, me parece, reproducir directamente el
índice, donde aparecen ordenados alfabéticamente 21 médicos
catalanes que han dejado huella en el lenguaje médico a través
de 35 expresiones antroponímicas:
• Hermenegild Arruga i Liró: les operacions d’Arruga i
altres epònims
• Els Barraquer: una nissaga rica en epònims
– Ignasi Barraquer i Barraquer: el mètode o operació
de Barraquer (la facoèrisi)
– Lluís Barraquer i Bordas: els signes de Barraquer i
Bordas
– Joaquim Barraquer i Moner: la tècnica d’extracció
de la cataracta de Barraquer (la zonulòlisi enzimática)
– Josep Ignasi Barraquer i Moner: les tècniques de Barraquer en queratoplàstia refractiva (la queratofàquia
i la queratomileusi)
– Lluís Barraquer i Roviralta: la lipodistròfia progressiva de Barraquer-Simons
• Francesc Duran i Reynals: el factor de difusió de Duran
Reynals
• Jaume Ferran i Clua: el vaccí de Ferran
• Salvador Gil i Vernet: l’anestèsia extradural de Gil Vernet
• Josep Maria Gil-Vernet i Vila: les operacions de Gil-Vernet
• Antoni de Gimbernat i Arboç: el lligament de Gimbernat
• Fernando Martorell i Otzet: els epònims de Martorell
• Agustí Pedro i Pons: els epònims de Pedro Pons
• Pere Piulachs i Oliva: els epònims de Piulachs
• Antoni Puigvert i Gorro: els epònims de Puigvert
• Emili Roviralta i Astoul: els epònims de Roviralt
• Lluís Sayé i Sempere: la síndrome de Burnand-Sayé
• Eduard Tolosa i Colomer: la síndrome de Tolosa-Hunt
• Josep Trueta i Raspall: el mètode Trueta
• Xavier Vilanova i Montiu, Joaquim Piñol i Aguadé: la
hipodermitis nodular subaguda migràtoria o síndrome de
Vilanova-Piñol.
El libro se completa con dos índices de gran utilidad:
uno onomástico (aprox. 220 artículos) y otro temático
(aprox. 530 artículos). No hay un apartado bibliográfico
final común, por cuanto cada capítulo —originalmente artículos independientes— incorpora su propia bibliografía.
El origen del libro a partir de recopilación de artículos de revista explica asimismo que los veinte capítulos
tengan todos aproximadamente la misma extensión, con
independencia de la importancia que el correspondiente
antropónimo tenga para el médico actual (véase el cuadro
adjunto). Así, el capítulo dedicado al factor de Duran Reynals es incluso ligeramente más amplio que el dedicado al
ligamento de Gimbernat; o el dedicado al signo de Piulachs
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
ocupa más espacio que el correspondiente al síndrome de
Tolosa-Hunt.
Frecuencia de uso de las expresiones antroponímicas
comentadas en Eponímia mèdica catalana, según el número
de apariciones registradas en Google el día 1 de octubre
del 2004, con restricción de la búsqueda a las páginas
en español (para las expresiones indicadas; p. ej.: pinza
de Arruga o pinzas de Arruga) y en inglés (para los equivalentes
ingleses; p. ej.: Arruga forceps o Arruga’s forceps).
Expresión
En español
En inglés
síndrome de Tolosa-Hunt
105
1820
síndrome de Martorell
14
209
síndrome (o lipodistrofia progresiva)
de Barraquer-Simons
16
186
ligamento de Gimbernat
29
146
úlcera de Martorell
11
69
método (o técnica o procedimiento u
operación) de Barraquer*
21
49
pinza(s) de Arruga
1
18
operación de Gil-Vernet
1
45
factor (de difusión) de Duran
Reynals
–
43
método (o técnica) (de) Trueta
11
14
signo de Pedro Pons
13
2
enfermedad de Puigvert
6
1
vacuna (anticolérica) de Ferrán
5
3
signo de Martorell
3
4
síndrome de Roviralta
1
5
operación de Arruga
2
3
signo de Barraquer Bordas
2
–
síndrome de Burnand-Sayé
2
–
operación (o intervención) de
Puigvert
1
1
síndrome de Vilanova-Piñol
1
–
síndrome de Piulachs-Hederich
–
1
técnica de Duhamel-Roviralta
(-Casasa)
–
1
anestesia (extradural) de Gil Vernet
–
–
prueba (flebográfica) de Martorell
–
–
esplenomegalia gastrorrágica
hemocitopénica de Pedro Pons
–
–
signo (del pinzamiento del flanco)
de Piulachs
–
–
ectopia gástrica (parcial) de
Roviralta
–
–
* Hay al menos tres técnicas diferentes, correspondientes a tres médicos distintos del mismo apellido, que comparten estos nombres
La estructura interna de los capítulos es sumamente homogénea en toda la obra. Cada capítulo se inicia con una lista de
expresiones antroponímicas documentadas con el apellido del
autor correspondiente y su definición en los principales diccionarios consultados (Diccionari enciclopèdic de medicina,
283
Reseñas
Diccionario terminológico de ciencias médicas, Dorland’s
illustrated medical dictionary, Stedman’s medical eponyms y
Dictionary of medical syndromes, entre otros). A continuación,
el cuerpo del artículo suele estar dividido en tres partes bien
diferenciadas: el hombre, la obra y el antropónimo. Tras una
breve semblanza biográfica, Guardiola y Baños comentan
las principales aportaciones del autor a la medicina o a la especialidad correspondiente, para detenerse por último en la
publicación que dio origen a la expresión antroponímica que
ha pasado a los diccionarios especializados. La inclusión de la
referencia bibliográfica concreta en el origen de un antropónimo dado me permite analizar el idioma en el que los veintiún
médicos catalanes considerados presentaron a la comunidad
médica internacional su aportación más destacada. Si tenemos
en cuenta que Vilanova y Piñol deben contabilizarse como uno
solo por cuanto firmaron juntos el artículo donde describieron
la hipodermitis nodular subaguda migratoria, y que en dos
casos no se aportan en la obra datos suficientes para determinar con certeza el idioma de publicación original, obtenemos
los siguientes resultados: de los 18 médicos para los que hay
datos fiables, 11 publicaron su obra original —artículo, monografía o libro de texto— en español, 4 lo hicieron en francés,
2 en inglés y 1 en alemán. Pese a estar escrita íntegramente
en catalán, pues, Eponímia mèdica catalana es una obra que
puede adscribirse claramente a la historia del lenguaje médico en lengua española. Es de destacar, por cierto, que el más
citado en la actualidad de todos los antropónimos analizados,
el síndrome de Tolosa-Hunt, tiene su origen en el artículo que
Eduardo Tolosa publicó, en inglés, en el Journal of Neurology,
Neurosurgery and Psychiatry; no parece que sea casualidad.
En la mayor parte de los capítulos, Guardiola y Baños
incorporan alguna figura con la reproducción facsímil, en formato muy reducido, de la primera página del artículo —o la
portada del libro— donde el autor correspondiente realizó la
descripción inicial del síndrome, del signo, de la intervención
o de la técnica quirúrgica que hoy llevan su nombre. Para la
muy probable segunda edición de esta obra, tal vez podría ser
buena idea reproducir, a modo de anexo final o en cada capítulo, no sólo la portada, sino el artículo original completo —o
el capítulo o pasaje completo, en el caso de libros y monografías—. El proceso de recabar permisos de reproducción no sería mucho más complicado que el ya realizado para reproducir
las portadas, y a buen seguro muchos lectores agradecerían la
284
<www.medtrad.org/panacea.html>
información añadida y el acceso directo a la fuente primaria.
Eponímia mèdica catalana es, en definitiva, una obra muy
recomendable para el lector de Panace@. Felicito a los autores por la paciente labor de documentación, por la claridad
de exposición y por la estupenda presentación de los datos. Y
hago extensiva mi enhorabuena a la Fundación Esteve (véase
Panace@, vol. 4, n.º 12, pág. 202: (<www.medtrad.org/panacea/PanaceaPDFs/Panacea12_junio2003.pdf>) por esta nueva
aportación al conocimiento del lenguaje médico, que ponen
una vez más gratuitamente a diposición de toda persona interesada.
Para quien espere de una reseña crítica en Panace@ algo
más que felicitaciones, enhorabuenas y parabienes, diré que,
si algo echo de menos en esta obra, es la presencia de más
capítulos y más nombres. Llama muy especialmente la atención, por ejemplo, que en una obra sobre eponimia médica
catalana no se diga una sola palabra de los hermanos Brugada
—Josep, Ramon y Pere—, cuyo apellido constituye hoy, con
mucho, el antropónimo médico catalán más universal. Baste
para demostrarlo el hecho de que Google recupere 511 páginas
en español con síndrome de Brugada y 6700 páginas en inglés
con Brugada syndrome (o Brugada’s syndrome): ¡casi tres
veces más que todos los antropónimos incluidos en Eponímia
mèdica catalana juntos! A la vista de la ilusión que demuestran
los autores por el asunto, no obstante, doy por sentado que esta
ampliación del contenido es algo que llegará por sí solo con
el tiempo. Los propios Guardiola y Baños, de hecho, siguen
adelante con la serie en Annals de Medicina, donde en los últimos meses han publicado tres nuevas entregas no recogidas en
la obra que reseño: «La malaltia de Forestier-Rotés Querol»,
«La malaltia de Nubiola» y «La prova d’Azoy». Supongo que
no cesarán en el empeño hasta haber completado la aportación
catalana al lenguaje médico.
Ya puestos, bien podrían Guardiola y Baños continuar con
el resto de los antropónimos españoles e hispanoamericanos.
Imagine el lector una obra que, siguiendo el mismo formato de
Eponímia mèdica catalana, diera cabida a Daniel Carrión y a
Enrique del Castillo, a Moisés Chédiak y a Jorge Víctor Pérez,
a Juan Manuel Rivero Carballo y a Genaro Sisto, a Fernando
Pérez y a Gregorio Marañón, a Alberto Barton y a Juan Fernández Sotos, a Maximiliano Ruiz Castañeda y a Antonio García Tapia. Muchos, desde luego, lo agradeceríamos de veras.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
<www.medtrad.org/panacea.html>
Reseñas
Documentación y terminología para la traducción
especializada
José Gallego Pelegrín*
GONZALO GARCÍA, Consuelo; GARCÍA YEBRA, Valentín (coords.): Manual de documentación y terminología
para la traducción especializada. Madrid: Arco/Libros;
2004. 557 páginas. ISBN: 84-7635-578-5. Precio aprox.:
21,5 euros.
Formando parte de la Colección Instrumenta Bibliologica, que publica la
editorial Arco/Libros, aparece ahora
este Manual de documentación
y terminología para la traducción
especializada, fruto del Cuarto Seminario sobre Documentación, Terminología y Traducción, dirigido por el
académico de la RAE Valentín García
Yebra, coordinado por la profesora
de la Universidad de Valladolid Consuelo Gonzalo y organizado por la Fundación Duques de Soria
y la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria. A los trabajos presentados en aquel seminario, los editores han añadido
otras contribuciones de destacados especialistas en los campos
de la documentación y la terminología desde la perspectiva de
la actividad traductora.
Se trata de un ambicioso y exhaustivo manual que, partiendo de los fundamentos teóricos expuestos en el primer
bloque, termina su recorrido con el análisis y evaluación de
los principales programas informáticos de ayuda a la traducción especializada, tras abordar desde perspectivas diferentes la
competencia documental y terminológica que debe poseer el
traductor especializado y las tecnologías de la información y
comunicación a su disposición.
En la primera parte se nos presenta el armazón teórico en
el que sostener las aportaciones posteriores. Valentín García
Yebra constata las anomalías producidas en la formación
de nuestros términos técnicos por la imitación prosódica y
morfológica del francés, alejándose de la norma latina, que
es la norma prosódica del castellano. Le siguen dos visiones
paralelas sobre la necesaria especialización del traductor: una
desde la perspectiva del traductor técnico, presentada por el
traductor de la Comisión Europea Josep Bonet, y otra desde
la óptica del traductor jurídico, en la que Roberto Mayoral
reflexiona sobre la función del texto jurídico, su taxonomía en
géneros y los problemas de traducción que plantea. El recorrido continúa con dos aportaciones en las que se reflexiona
sobre la importancia de la documentación y la terminología
*
para la traducción especializada: la primera de la mano de M.ª
José Recoder y Pilar Cid, y la segunda desde la perspectiva de
M.ª Teresa Cabré. Ante las pocas precisiones que la bibliografía existente aporta sobre las relaciones entre la terminología
y la traducción, la profesora de la Universidad Pompeu i
Fabra reflexiona sobre tales relaciones, analiza sus características y establece sus restricciones. Frente a la creciente
polivalencia que el mercado laboral exige a los traductores,
es preciso favorecer las relaciones entre estas dos disciplinas,
respetando la especificidad de cada una e introduciendo a los
especialistas de un campo en el conocimiento del otro.
Culminan estos presupuestos teóricos con un sugerente
análisis de José A. Cordón sobre la visibilidad en edición y
traducción especializada.
El segundo bloque se centra en diversos aspectos relacionados con la competencia documental y terminológica que
ha de poseer el traductor especializado. En su análisis de la
lexicografía especializada, José Martínez de Sousa constata
que ésta se caracteriza en español más por la cantidad que por
la calidad. Define conceptualmente la disciplina, describe su
utilidad y clasifica los tipos de obras especializadas atendiendo
a su presentación (diccionarios especializados: terminológicos,
enciclopédicos, visuales; enciclopedias especializadas: temáticas, alfabéticas; vocabularios y glosarios), a la ordenación de
sus contenidos (alfabética, sistemática, analógica), a su extensión (variadísima), al autor y editor (individual, colectivo, institucional), al número de lenguas utilizado y al tipo de soporte.
El lexicógrafo considera conveniente propagar la necesidad de
que los especialistas y expertos españoles escriban diccionarios modernos y actualizados sobre sus respectivas materias,
de que los editores trabajen con mayor rigor a la hora de elegir,
corregir y editar las obras y de que hagan más reediciones y
primeras impresiones y menos reimpresiones.
Fernando A. Navarro aborda con chispa la cuestión de
las nomenclaturas normalizadas en medicina y farmacología.
Inmediatamente nos saca de esa creencia generalizada de que
el lenguaje médico se caracteriza fundamentalmente por su internacionalidad y precisión. Lejos de estas dos características,
vemos a través de numerosos ejemplos que peca de hipersinonimia y polisemia. Ambos fenómenos son consecuencia de la
nefasta proliferación de comités de nomenclatura que añaden
un nuevo sinónimo a los ya existentes, o se multiplican ellos
mismos generando multitud de sinónimos, o acuñan nuevos
términos donde ya había otro que servía. Para poner remedio
a esta situación propone su «decálogo de Soria»: crear un comité de nomenclatura internacional único por especialidad;
decantarse por uno de los términos que ya se utilizan; dejar
Dirección General de Traducción, Comisión Europea. Luxemburgo. Dirección para correspondencia: Jose.Gallego-Pelegrin@cec.eu.int.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
285
Reseñas
el asunto pendiente y no recomendar ningún término concreto
si no se sabe qué es lo más adecuado; no modificar términos
ampliamente aceptados; establecer una lista de equivalentes
en cada lengua; evitar que el idioma de referencia sea una lengua viva; adaptar la forma internacional a cada lengua; evitar
confundir los símbolos con sus denominaciones, y disponer
de un único comité superior de terminología, integrado por
científicos, terminólogos, traductores y lingüistas de España e
Hispanoamérica y encargado de adaptar a nuestra lengua todas
las nomenclaturas científicas internacionales.
La traducción inversa es una realidad social y de mercado
cada vez más frecuente. La explotación de corpus especializados es una herramienta pedagógica de gran utilidad para preparar al traductor. Gloria Corpas, profesora de la Universidad
de Málaga, acude a Internet para localizar recursos y compilar
corpus para la traducción médica especializada. Por su parte,
Ana María Monterde, de la Universidad de Las Palmas, analiza la importancia de la ilustración para la traducción técnica
en el campo de la aeronáutica.
Las cuatro últimas contribuciones del segundo bloque
se centran en el proceso de documentación del traductor especializado. Consuelo Gonzalo García nos ilustra sobre las
fuentes de información en línea y José A. Merlo Vega explica
cómo ha de documentarse el traductor especializado; de nuevo,
Consuelo Gonzalo, esta vez en colaboración con Esther Fraile,
selecciona y evalúa distintos recursos lingüísticos en Internet
(de vital importancia para los profesionales, que no suelen
tener el tiempo necesario para llevar a cabo este tipo de actividades); finalmente, Pilar Elena y Carmen Gómez seleccionan
para nosotros una buena muestra de fuentes de información en
Internet para la traducción de textos biosanitarios.
En su doble vertiente de documentación y terminología,
la sección consagrada a las tecnologías de la información
y de las comunicaciones nos ofrece las metódicas explicaciones de Josep Bonet sobre la utilización de las nuevas
herramientas lingüísticas y tecnológicas en una organización in-
286
<www.medtrad.org/panacea.html>
ternacional como la Comisión Europea. Xosé Castro, a partir de
su experiencia como teletraductor, describe cómo Internet ha
cambiado la comunicación humana y alterado profundamente
el trabajo del traductor. Ernest Abadal, de la Universidad de
Barcelona, se encarga de realizar un análisis sobre el control
terminológico en la recuperación de la información e incluye
su recomendación de que los terminólogos y documentalistas
trabajen juntos en la elaboración de redes semánticas aplicadas a la recuperación de la información y en el diseño de
sistemas de recuperación. Por último, se nos ofrece el revelador análisis de Juan José Arevalillo sobre la gestión de la
documentación en la traducción de programas informáticos,
precedido del de Pedro Díez Orzas a propósito de la integración de recursos léxicos en sistemas de representación del
conocimiento orientados al lenguaje.
No olvida el manual dar un repaso a los principales recursos tecnológicos de ayuda a la traducción. Los editores han
tenido el acierto de confiar la evaluación de programas tales
como Trados, Transit, Déjà Vu, Catalyst y Passolo a profesionales de reconocido prestigio, en una sección que puede
resultar de especial interés para aquellos traductores que se
estén planteando actualmente la adquisición de alguna de estas
herramientas de rentabilización de su trabajo diario.
En conclusión, el manual ofrece una visión integradora
y muy actual de disciplinas complementarias que inciden
en la labor del traductor especializado. En ella los aspectos
prácticos, aun primando sobre los teóricos, surgen siempre
como aplicación de los primeros. Todos los capítulos muestran una estructura unificada que culmina en un apartado de
conclusiones, mérito sin duda de la labor de coordinación
de los editores.
Los docentes e investigadores universitarios encontrarán
en la obra ideas y sugerencias que llevar a la práctica en su
actividad diaria, mientras que los traductores hallarán numerosísimas pistas para documentarse y asomarse al campo de la
terminología, imprescindible para realizar su tarea con rigor.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
Reseñas
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El plumero
La Clavis sanationis, de Simón de Cordo (siglo
XIII)
Bertha M. Gutiérrez Rodilla*
SIMON JANUENSIS: Clavis sanationis sive Synonyma medicinae. Venetiis: G. de Tridino; 1486. Puede consultarse un
ejemplar en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la
Universidad Complutense de Madrid.
A lo largo del periodo medieval se
fueron desarrollando en el ámbito médico diversos repertorios, cuyo objeto
de atención eran las palabras, los
términos. Su finalidad era permitir
el acceso a aquellos textos que planteaban dificultades de comprensión
lingüística, ya fuera porque contenían
términos muy técnicos, ya porque
se habían escrito en lenguas poco
conocidas. Su aparición estuvo muy
relacionada —en principio, aunque
no exclusivamente— con las labores de traducción de las
principales obras médicas —especialmente, del griego o del
árabe al latín— y con las lenguas consideradas como aptas
para la transmisión del conocimiento especializado. Nos referimos a los glossaria, los hermeneumata y los synonyma,
precedentes de otros glosarios monolingües y plurilingües
posteriores, así como de los vocabularios y los diccionarios
terminológicos tan típicos de los siglos XIX y XX.
La obra a la que hoy quitamos el polvo con el plumero,
la Clavis sanationis sive synonyma medicinae, redactada a
finales del siglo XIII por Simón de Cordo, constituye, sin duda
ninguna, la culminación de todos esos inventarios medievales. A pesar de lo que nos podría hacer pensar el subtítulo por
el que suele conocerse, Synonyma medicinae, esta obra va
mucho más allá de ser un mero synonyma, es decir, un simple
glosario de equivalentes de un término en varias lenguas. Es,
más bien, un repertorio de transición entre el glosario y el
diccionario, o incluso un auténtico diccionario médico, quizá
el primero de la historia. Un diccionario en el que el orden
alfabético es completo, no limitado únicamente a las primeras letras, como era lo normal en el medievo; y que incluye,
como decimos, no sólo equivalentes de las entradas, sino definiciones, citas de autores, información filológica del tipo de
las características principales de los alfabetos griego y árabe,
así como reflexiones personales y comentarios del autor. Los
ejemplos siguientes nos ilustran, además de sobre la variedad
de temas que se tratan en la «Llave», sobre la disparidad
en la estructura entre unas entradas y otras, lo que prueba
*
esa transición que señalábamos; disparidad que va desde el
simple sinónimo latino para un término griego o árabe hasta
la confrontación de la opinión de varias autoridades respecto
de un determinado asunto, pasando por la definición más o
menos escueta:
balanus repsico D. est semen arboris similis mirice et
est fructus sicut nucis habentis intus medullam quae
exprimitur
ippopios vel ypopia secundum Pau. est sanies collecta
sub cornea oculi
leucoma, grece albugo
nascale est quod matrici imponitur simile suppositorio:
pessarium vero proprie est simile clisteri, quamvis pro
nascali pessarium in libris antiquis sepe invenitu
peritoneon Iohannes Serapio capitulo de hernia eius
inquit intentio est extensus super ventrem et est siphac
et iuvamentum eius est quod occultat et tegit viscera
intrinseca et cetera. Item idem capitulo de idropisi et velamine quod est inter membrana et inferiora et superiora
et intestina. Alexander capitulo de asclite et thimpanite
uteris inquit adiutorio quod possit viscera malaxare et
digerere omnes qui in alto id est in epiplo et peritoneon
continentur humores Cornelius Celsus abdomen quem
greci peritoneon vocant
radius vocatur instrumentum cirurgicorum stilus tenta et
id quo medicine in oculis ponuntur
ros siriacus exposuerunt quidam quod est flos orni et non
dicunt quod ornus est. Sed ros siriacus est sumach. Vide
quod ubicunque in libris de greco translatis habetur ros
syriacus in arabicis eisdem locis et in casibus habetur sumach, nam apud Dya. ca. de origano ubi est ros syriacus
in Sera. eodem loco ex verbo Dya est simach
steganosis, g. consolidatio dessicativa
sirupus est ab arabico sirab quod est potio
scrophule a scropha dicte eo quod ut a scropha multi
porcelli ita ab una multe pullulant, similiter etiam Greci
chiridas a chira i. porci vocant
Universidad de Salamanca (España). Dirección para correspondencia: bertha@usal.es.
Panace@. Vol. V, n.o 17-18. Septiembre-diciembre, 2004
287
Reseñas
viscidum grece mordicativum, pungens linguam, acuti
saporis
ydrokephalos, grece dicunt habentes aquam in capite
zucoraria in antidotario universali in confectione mitridati exponitur est flos agni casti.
Médico del papa Nicolás IV y capellán de Bonifacio VIII,
Simón de Cordo —conocido también como Simón de Génova
(Simon Januensis, fl. 1288-1303)—, tradujo, en colaboración
con Abraham ben Shem Tob de Tortosa (Abraham Iudaeus
Tortuosiensis), dos obras de farmacopea del árabe —o, quizá,
del hebreo— al latín: el Liber servitoris de preparatione medicinarum simplicium, que es el tratado 28 de los 30 que integran la magna enciclopedia Al-Tasrif, de Abulcasis, y el Liber
aggregatus in medicinis simplicibus, generalmente atribuido a
Serapion, pero que podría tratarse en realidad de la traducción
del Kitab al-adwiya al-mufrada, de Ibn Wafid. Esta tarea le
puso en contacto directo con una realidad caótica, que era la
del lenguaje de la medicina, porque, debido a la gran cantidad
de traducciones que se habían llevado a cabo y el hecho de
estar además involucradas en ellas muy diferentes lenguas,
coexistía en dicho lenguaje una multitud de sinónimos y
pseudosinónimos que le conferían una absoluta imprecisión
y confusión. Por tal motivo, Simón Genovés concibió un ambicioso proyecto —en el que se empleó durante treinta años,
según sus propias palabras—, con la intención de clarificar
ese lenguaje, especialmente en el dominio de la farmacopea,
y contribuir así a la armonización del mismo, fijando la grafía
que consideraba la más correcta y el significado de las palabras
de origen griego o árabe, así como los términos técnicos latinos. Palabras y términos que obtuvo no sólo de su experiencia
como herborizador, sino llevando además a cabo un intenso
trabajo lexicográfico a partir de las obras de los principales
autores clásicos y árabes: Celso, Dioscórides, Plinio, Galeno,
Oribasio, Teodoro Prisciano, Pablo de Egina, Razes, Avicena,
Abulcasis, etc.; y consultando también obras anteriores de tipo
lexicográfico, como, por ejemplo, los Synonyma Stephani y
el Alphita, según él mismo nos informa en el prefacio de la
Clavis sanationis.
A pesar de sus esfuerzos filológicos, los alrededor de 6000
artículos de su diccionario quedaron registrados con la grafía
que tenían en las obras médicas consultadas; es decir, con todas
las confusiones debidas a su transmisión latina. Y, como no podía ser de otro modo, a pesar de sus propósitos iniciales, no fue
capaz de llevar a cabo ningún tipo de normalización terminológica y mantuvo la sinonimia propia del lenguaje médico del
momento, quizá porque comprendiera que para que su libro tuviera alguna utilidad debía mantener las palabras tal y como se
encontraban habitualmente en los textos, pues cada hipotético
«sinónimo» correspondía en realidad a un contexto y un área
cultural distintos que lo modificaban y le daban su sentido pre-
288
<www.medtrad.org/panacea.html>
ciso. Sólo llevando a cabo una revisión conceptual muy amplia
se podría haber afrontado la homogeneización del lenguaje,
pero tal revisión se escapaba de las posibilidades de Simón de
Génova —y aun de la época en que compuso su obra—. Algo
que no impidió que ésta alcanzara una gran difusión —tanto
en su forma original como en la versión abreviada con adiciones que Julio Mondino de Foro realizó en el siglo XIV—. Lo
demuestra de forma paladina el gran número de manuscritos e
impresos que existen. Se imprime tempranamente en Ferrara,
en 1471, y a esa edición siguen otras tres todavía en el siglo XV
—Milán (1473), Padua (1474) y Venecia (1486)— y todas las
de los siglos posteriores, con un título que, aunque variable, es
más o menos: Simonis Ianuensis opusculum cui nomine clavis
sanationis simplicia medicinalia latina, graeca et arabica
ordine alphabetico mirifice elucidans recognitum ac mendis
purgatum... Su presencia es prácticamente constante entre los
libros de las principales bibliotecas de los siglos XV y XVI, pero
también debió de ser muy frecuente en las bibliotecas de particulares, médicos y no médicos, como lo ponen de manifiesto
diversos inventarios notariales.
Todo lo anterior nos habla de la necesidad que había entonces —en el XIII, en que se compone la obra, pero también en
el XVI, cuando se sigue imprimiendo— de un instrumento que
ayudara a franquear los escollos del lenguaje médico. Una necesidad que recuerda mucho a la nuestra y que nos ayuda, además, a relativizarla, pues tendemos a sentir nuestros problemas
como los más graves del universo y a creer que nunca antes los
hubo peores. Si Simón de Cordo dedicó treinta años de su vida
—sin imprenta y sin informática, no haría falta señalarlo— a
la quimérica empresa de normalizar el lenguaje médico, es que
sintió el problema con la misma agudeza con que lo sentimos
nosotros. Y si se empeñó tanto en intentar resolverlo, es porque
estaba convencido de que podía conseguirlo.
No lo logró, es cierto, porque ocho siglos después seguimos en las mismas. Pero, igualmente, su gran obra merece toda
nuestra admiración. Agradezcámosle además que, con ella, nos
haya devuelto la perspectiva correcta con que contemplar la
situación actual. Sirvan la preocupación y entrega de este quijote genovés —que, de haber sido santo, bien podría haberse
convertido en el patrón de los lexicógrafos médicos— como
acicate para todos nosotros, que aun contando con infinitos
medios para desarrollar nuestro trabajo, con frecuencia flaqueamos y nos vemos incapaces de llevarlo a cabo.
Bibliografía
1. Jacquart D. La coexistence du grec et de l’arabe dans le vocabularie
médical du latin médiéval: l’effort linguistique de Simon de Gênes.
En: Louis P, Roger J. (Dirs.) Transfert de vocabulaire dans les
sciences, París: CNRS; 1988. p. 277-290.
2. Steinschneider M. Zur Literatur der Synonyma. En: Pagel JL. Die
Chirurgie des Heinrich von Mondeville (2 vols.). Berlín: Hirschwald; 1892. Vol. 2, p. 582-595.
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Agenda
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Agenda
Laura Munoa*
Reuniones
V Simposio sobre la Traducción, la Terminología
y la Interpretación en Cuba y Canadá: «La política
lingüística y las profesiones de la lengua»
Organizado por: Asociación Cubana de Traductores e Intérpretes (ACTI) y Conseil des traducteurs et interprètes du
Canada (CTIC).
Lugar: La Habana (Cuba).
Fechas: 7 y 8 de diciembre del 2004.
Información e inscripciones: Gastón Jordán
(g.jordan@aiic.net).
Congreso de la Asociación Ibérica de Estudios
de Traducción e Interpretación (AIETI)
Organizado por: AIETI y Universidad Pontificia de Comillas.
Lugar: Madrid (España).
Fechas: 9-11 de febrero del 2005.
Información e inscripciones: <www.upco.es/aieti>.
XXIII Congreso de la Asociación Española de Lingüística
Aplicada (AESLA)
Organizado por: Asociación Española de Lingüística Aplicada.
Lugar: Palma de Mallorca (España).
Fechas: 10-12 de marzo del 2005.
Información e inscripciones: <www.aesla.uji.es>.
I Congreso Internacional «El español, lengua de futuro»
Organizado por: Federación Internacional de Asociaciones
de Profesores de Español.
Lugar: Toledo (España).
Fecha: 20-23 de marzo del 2005.
Información: <www.ub.uio.no/uhs/sok/fag/RomSpr/
fiape1congreso/index.html>.
50e anniversaire de META: « Pour une traductologie
proactive - For a proactive translatology
- Por una traductología proactiva »
Organizado por: Revista META y Universidad de Montreal.
Lugar: Montreal (Canadá).
Fecha: 7-9 de abril del 2005.
Información: <www.pum.umontreal.ca/meta50/>.
VI Encuentros Internacionales de Traducción
y II Congreso Internacional de Traducción en
Interpretación en los Servicios Públicos
Organizado por: Universidad de Alcalá (España).
Lugar: Alcalá de Henares (España).
Fechas: 28 y 29 de abril del 2005.
Información e inscripciones: Carmen Valero (mcarmen.
valero@uah.es) o <www.uah.es/otrosweb/traduccion/>.
Maastricht Session of the 4th International MaastrichtLódz Duo Colloquium on “Translation and Meaning”
Organizado por: Department of Translation and Interpreting
of the Maastricht School of International Communication of
Hogeschool Zuyd.
Lugar: Maastricht (Países Bajos).
Fechas: 18-21 de mayo del 2005.
Información e inscripciones: m.m.g.j.thelen@hszuyd.nl;
<www.hszuyd.msti.translation-and-meaning.nedweb.com>.
XVIIth World Congress of FIT
Organizado por: Fédération Internationale des Traducteurs.
Lugar: Tampere (Finlandia).
Fechas: 2-7 de agosto del 2005.
Información e inscripciones: <www.fit2005.org>.
Journées LTT2005: «Mots, termes et contextes»
Organizado por: Réseau Lexicologie Terminologie Traduction de l’AUF.
Lugar: Bruselas (Bélgica).
Fechas: 6-10 de septiembre del 2005.
Información e inscripciones: info@ltt.auf.org; <www.ltt.auf.
org/brux.html>.
Lódz Session of the 4th International Maastricht-Lódz
Duo Colloquium on “Translation and Meaning”
Organizado por: Department of English Language of the
University of Lódz.
Lugar: Lódz (Polonia).
Fechas: 23-25 de septiembre del 2005.
Información e inscripciones: duoduo@krysia.uni.lodz.pl;
<www.hszuyd.msti.translation-and-meaning.nedweb.com>.
XIV Congreso Internacional de ALFAL
Organizado por: Asociación de Lingüística y Filología de
América Latina (ALFAL).
Lugar: Monterrey (México).
Fecha: 17-21 de octubre del 2005.
Información: <www.alfal.org/congresos.htm>.
* Traductora médica, Madrid (España). Dirección para correspondencia: laura@munoa.jazztel.es.
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Actividades docentes
ATA Annual Conference 2005
Organizado por: American Translators’ Association (ATA).
Lugar: Seattle (Washington, EE. UU.).
Fecha: 9-12 de noviembre del 2005.
Información: <www.atanet.org>.
Curso de postgrado en traducción de textos médicos
Organizado por: Universidad Jaime I.
Lugar: Castellón (España).
Fecha: De noviembre del 2004 a mayo del 2005.
Información: <www.tradmed.uji.es>.
El traductor frente a los avances tecnológicos
Organizado por: MF Business English.
Lugar: Buenos Aires (Argentina).
Fecha: 11 de diciembre del 2004.
Información e inscripciones: mfbuseng@arnet.com.ar.
Diploma de postgrado online, nivel intermedio I:
Terminología y necesidades profesionales
Organizado por: Instituto Universitario de Lingüística
Aplicada, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España).
Fechas: del 19 de enero al 23 de marzo del 2005.
Información e inscripciones: <www.iula.upf.es/teronl2es.htm>.
Seminario de formación: «Cómo redactar un artículo
científico»
Organizado por: Fundación Dr. Antonio Esteve.
Lugares y fechas: Universidad de Málaga, Málaga, 26-27 de
enero del 2005; Universidad del País Vasco, Bilbao, 8-9 de
junio del 2005.
Información e inscripciones: <www.esteve.org>.
Cursos virtuales de SIC, S. L. (primer trimestre del 2005):
Técnicas de traducción asistida – Trados
290
Fechas: del 10 de enero al 17 de marzo del 2005.
Duración estimada: 90 horas.
Terminología - Obtención y gestión
Fechas: del 14 de enero al 22 de marzo del 2005.
Duración estimada: 90 horas.
Buscar recursos lingüísticos en Internet
Fechas: del 17 de enero al 17 de febrero del 2005.
Duración estimada: 20 horas.
Técnicas de traducción y corrección de páginas
y sitios web
Fechas: del 22 de enero al 23 de marzo del 2005.
Duración estimada: 80 horas.
Fiscalidad para traductores, correctores y autores
Fechas: del 1 de febrero al 1 de marzo del 2005.
Duración estimada: 20 horas.
Más información en <www.torsimany.com>.
Training seminar on translation and interpretation
in hospitals and health centers
Organizado por: Departamento de Filología Moderna de la
Universidad de Alcalá (España).
Lugar: Alcalá de Henares (Madrid, España).
Fechas: 7-31 de marzo del 2005.
Información e inscripciones: <www2.uah.es/traduccion/
sem052.htm>.
Online postgraduate certificate in editing and revising
technical texts in English
Organizado por: Universidad Rovira i Virgili de Tarragona
(España).
Lugar: Curso a distancia (8 semanas).
Fecha: De abril a junio del 2005.
Información: <www.ice.urv.es/trans/future/courses/editing.
html>.
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