Nuestras voces, nuestra salud: Latinas comparten sus historias / Our

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Nuestras voces, nuestra salud: Latinas comparten sus historias / Our
Nuestras voces, nuestra salud:
Latinas comparten sus historias
Ipas trabaja a nivel mundial para aumentar la capacidad de las mujeres de ejercer sus
derechos sexuales y reproductivos, y reducir las muertes y lesiones relacionadas con el
aborto. Nos esforzamos por ampliar la disponibilidad, calidad y sostenibilidad de los
servicios de aborto y de otros servicios de salud reproductiva relacionados, así como por
mejorar el ambiente político para defender los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres. En Ipas, creemos que ninguna mujer debería verse obligada a arriesgar su vida o
su salud por carecer de opciones seguras de salud reproductiva.
Ipas es una organización sin fines de lucro registrada 501(c)(3). Toda contribución a Ipas es
desgravable al máximo grado permitido por la ley.
Para obtener más información:
Ipas • P.O. Box 5027 • Chapel Hill, NC 27514 USA
1.919.967.7052 • ipas@ipas.org • www.ipas.org
©2008 Ipas.
Catalog Number: voices-x08
ISBN: 1-933095-24-5
Cita sugerida: Connaughton-Espino, Tania, and Sara Gómez. 2008. Nuestras voces,
nuestra salud: Latinas comparten sus historias. Chapel Hill, Ipas.
Diseño gráfico: Andrea Goetschius
Fotografías: Sara Gómez
Revisión editorial: Jennifer Daw Holloway
Traducción: Lisette Silva
Producido en Estados Unidos.
Nuestras voces, nuestra salud:
Latinas comparten sus historias
Tania Connaughton-Espino
Sara Gómez
Los nombres de las mujeres en las siguientes historias fueron cambiados, y
las mujeres en las fotografías son modelos, que aceptaron aparecer en esta
publicación. Las fotografías son para fines ilustrativos únicamente; no implican
ningún comportamiento o acción específica por parte de las modelos.
Introducción
Tomar decisiones sobre la salud reproductiva implica tener información, acceso y opciones
para tomar esa decisión. Desafortunadamente, para muchas mujeres, estos conceptos no
son parte de su realidad diaria. Nuestras voces, nuestra salud: Latinas comparten sus historias nace de los esfuerzos de Ipas por promover los derechos sexuales y reproductivos de las
latinas en Carolina del Norte incluyendo: el derecho a la información y educación; el derecho a la atención médica y a la protección de la salud; el derecho de decidir si tener o no
hijos, cuándo tenerlos y tener la información y los medios para ello. Nuestras voces, nuestra
salud: Latinas comparten sus historias presenta las realidades que dificultan que las latinas
ejerzan sus derechos.
En el año 2005, Ipas publicó La salud sexual y reproductiva de las mujeres latinas en Carolina
del Norte: Una evaluación de necesidades en cinco condados. Esta evaluación documentó
cómo las latinas resuelven sus necesidades de salud reproductiva y las barreras que afrontan
para hacerlo, desde la perspectiva de prestadores de servicios de salud, personal de organizaciones comunitarias y educadores en salud. Nuestras voces, nuestra salud: Latinas comparten sus historias completa el cuadro al presentar las experiencias reales de las latinas.
Las voces que escuchamos son de mujeres mexicanas y centroamericanas que respondieron
a volantes repartidos en clínicas, centros de salud comunitarios y en otras organizaciones
comunitarias. Como inmigrantes, se enfrentan con muchos obstáculos: falta de transporte,
falta de seguro médico, el problema del idioma y aislamiento. Como mujeres de América Latina, también se enfrentan con obstáculos creados por los roles de género establecidos por
la cultura, expectativas y tabúes sociales que dificultan la discusión sobre problemas relacionados con la salud reproductiva y que fomentan sentimientos de culpa y vergüenza.
Las mujeres que nos dieron el privilegio de hablar con ellas y escuchar sus historias nos dan
un vistazo conciso a las complejidades que enfrentan las latinas para tomar decisiones sobre
la salud reproductiva. En esta publicación se hace hincapié en cuatro temas: planificación
familiar, decisiones difíciles, cómo lidiar con depresión y aislamiento; y cómo afrontar la violencia intrafamiliar. Esperamos que brinde un mejor entendimiento de la vida de las latinas
y que ayude a promover la implementación de programas sensibles a la cultura que den a
las latinas el derecho de tomar decisiones sobre su salud reproductiva.
Planeando nuestras familias
Las latinas tienen el mismo deseo de limitar y espaciar sus embarazos que cualquier otra
mujer. Muchas de las razones por lo cual es difícil criar a un hijo — pobreza, falta de apoyo
de una pareja, falta de acceso a seguro médico o a servicios de salud — también dificultan
que las latinas controlen su fertilidad. Las altas tasas de nacimiento de las latinas, comparadas con otros grupos étnicos, también pueden ser explicadas por la falta de acceso a información y recursos completos, roles de género y normas culturales.
Es difícil obtener servicios reproductivos porque en muchas familias latinas no se suele
hablar sobre estos temas. Muchas de las latinas que emigran a Carolina del Norte provienen
de zonas muy conservadoras y rurales de su país. Muchas llegan aquí con poca información
relacionada con su salud reproductiva, y les gustaría tener más conocimientos. Al igual que
las mujeres de otras culturas, las latinas a menudo llevan la carga de la responsabilidad, así
como de la culpa, en lo que concierne el control de su fertilidad.
Adriana
Adriana llegó a Carolina del Norte de Michoacán, México, cuando tenía
19 años. Vino para encontrarse con su esposo que ya tenía un año viviendo aquí. “Mi esposo se vino [a Carolina del Norte] y ya luego me dijo que
ya me tenía que venir pa’ca.” Poco tiempo después de llegar a Estados
Unidos quedó embarazada.
Adriana no se sentía preparada para este cambio ya que recién acababa de llegar, no conocía sus alrededores y tenía poca información
acerca del sexo y el embarazo.
“Yo no sabía cómo cuidarme [para no quedar embarazada], cómo iba a nacer el niño. Todo eso no sabía porque…
bueno, con decirle que yo no sabía que me iba a bajar [la
regla] cada mes, porque mi mamá nunca me dijo…Cuando me pasó eso yo sí me espantaba.”
Adriana quedó embarazada otra vez en los primeros dos meses
después que nació su primer hijo. La combinación de la barrera
idiomática y la falta de conocimiento sobre su propio cuerpo impidió que obtuviera información sobre la planificación familiar en
el hospital, cuando dio a luz a su bebé.
“Como la señora que me había traducido no hablaba bien el español, yo no le entendí lo que me dijo. Como yo no sabía tampoco
que se tenía uno que cuidar [para no quedar embarazada].”
Las mujeres inmigran a Carolina del Norte de varias partes de América
Latina por muchas razones, como la presión económica en sus propios
países, para reencontrase con esposos u otros familiares que ya viven en
Estados Unidos, o por oportunidades educativas para sus hijos. Aunque
muchas llegan con ideas del “Sueño Americano”, muchas encuentran
pobreza, aislamiento y falta de apoyo.
Adriana tenía una mezcla de sentimientos sobre este embarazo
y se preguntaba cómo cuidaría a dos bebés. Ya tenía dificultades
manteniendo uno: “Dije, ‘está muy chiquito’, ¿cómo es posible
que ya voy a tener otro?’”.
Era invierno y su esposo, quien tenía trabajos temporales, recibía
pocos ingresos en ese momento. Adriana trabajaba en un restaurante pero frecuentemente la estafaban de su sueldo y finalmente
decidió renunciar. En momentos vivían sin electricidad y agua.
Cuando comenzó a ir a sus citas de atención prenatal para el segundo
embarazo, tenía que caminar a la clínica. “Estaba retiradito. Me iba caminando, y así mismo me regresaba.”
Más del 40 por ciento de embarazos entre latinas que
resultan en nacimientos, no son planeados. El porcentaje
de embarazos no planeados puede ser más alto.
Adriana se sentía aislada y tenía dificultad en encontrar la información y
el apoyo que necesitaba para manejar esta situación difícil. “Ni hablaba
casi con nadie y casi ni había hispanos con quien preguntar.”
Tres años después, se dio cuenta de que estaba embarazada por tercera
vez. Cuando supo que estaba embarazada pensó ‘¡yo no puedo tener tres!’
Batallaba para cuidar a sus dos hijos pequeños en casa y se sentía completamente abrumada. En la clínica donde hizo su prueba de embarazo
le hablaron de sus opciones: podía tener al bebé, dar al bebé en adopción,
o tener un aborto. No podía imaginar tener otro bebé en ese momento.
Se preguntaba si debería considerar un aborto, pero pensó que ya tenía
mucho tiempo de embarazo. Tampoco se imaginaba dar al bebé en adopción. Pensó, “Si voy a sufrir pa’ tenerlo entonces mejor me lo dejo.”
“Ahí mismo en el hospital les dije que me pusieran la inyección [Depo
Provera]. Pues con la inyección, me engorda, pero prefiero estar gorda y
no tener niños.”
Adriana se siente feliz con el tamaño de su familia, pero le hubiera gustado tener suficiente información para poder planear su familia, “porque
así, no hubiera tenido a los niños tan seguidos.”
Jessica de Valle, Honduras, lleva casi 10 años en
Estados Unidos. Habla de las dificultades que
tuvo en obtener el método anticonceptivo que
en realidad quería — esterilización — después
del nacimiento de su segundo bebé.
“Cuando tuve a mi niña quería operarme pero
no quisieron operarme. Como no fue por cesárea…para que lo operen a uno es por cesárea, si
no hay que pagar $1,000… Ya no quiero tener
más niños.”
La esterilización es un método polémico en la
comunidad latina porque existe una historia de
abuso a causa de políticas de población en Estados Unidos y América Latina. Ha habido mujeres
esterilizadas sin su consentimiento después de
dar a luz y sin saber que era permanente. Sin
embargo, ahora en Carolina del Norte, para las
mujeres latinas que escogen este método, la
esterilización frecuentemente está fuera de su
alcance si no tienen seguro médico o Medicaid.
Lo que usted puede hacer como prestador de
servicios de salud
Las latinas, por lo general, necesitan recibir mucha información en
las citas y en el hospital. Después del nacimiento de un hijo, el uso
de los métodos anticonceptivos quizás no sea su mayor preocupación en ese momento. Amamantar y cuidar a un niño sola, regresar
a las obligaciones familiares y trabajar suelen tener prioridad.
• Evite enviar a una mujer a su hogar con tan sólo una receta. Es
posible que ella tenga acceso limitado a transporte, tiempo libre
del trabajo, y es mucho más fácil perder una hoja de papel que
un paquete de píldoras.
• Proporcione información sobre todo tipo de control de la natalidad y brinde a las mujeres las herramientas que necesitan para
tomar una decisión informada. Mediante conversaciones abiertas
se puede sacar a relucir temores anteriores e ideas erróneas.
• No suponga que las mujeres tienen conocimiento anterior del
control de la natalidad y cómo practicarlo.
• Facilite que las mujeres puedan obtener nuevos métodos anticonceptivos, cambiar de método o determinar cuáles son los problemas con su método actual.
• Asegúrese de que usted y su personal sean sensibles a las necesidades de todas las mujeres y de tener listas referencias a otros
recursos comunitarios.
• Tenga paciencia y dé seguimiento a sus clientas. Es más probable
que se gane la confianza de las mujeres de esta forma.
• Hable rutinariamente sobre la anticoncepción de emergencia.
Lo que usted puede hacer como parte de un grupo comunitario o
por su cuenta
• Abogue por financiamiento para que todas las formas de control de la natalidad, incluida la esterilización, sean gratis o puedan adquirirse a costos reducidos por latinas que no
reúnen las condiciones necesarias para recibir Medicaid.
• Empodere a las latinas para tomar decisiones en su vida mediante:
Esfuerzos comunitarios para lograr que tengan independencia financiera (enseñar un
oficio, aptitudes laborales, GED)
n
Educación sobre su salud y derechos reproductivos
n
• Proporcione educación sexual como parte de los grupos de mujeres, clases de parto y
otros lugares de reunión donde las latinas se congreguen con regularidad.
Erika, de Puebla, México, describe las dificultades en obtener ayuda
cuando sufría efectos de la pastilla:
“Yo lo que quería es me que me vieran a mí [en la clínica]. Eran vómitos… ¿no me pueden consultar, sacarme análisis? Me dijeron que no, que
me daban la cita por mayo, eso fue en marzo. Dije ‘yo no puedo estar así
tanto tiempo’, y me dice ‘no hay citas”
Más del 60 por ciento de las latinas en Carolina del Norte
mayores de 18 años no tiene seguro médico. Aproximadamente una cuarta parte de las latinas en Carolina del
Norte viven por debajo del nivel de pobreza.
Tomando decisiones difíciles: aborto
La mayoría de las latinas provienen de países donde el aborto es totalmente ilegal o permitido únicamente en determinados casos, como violación o cuando la vida de la madre
corre peligro. Muchas fueron criadas de acuerdo con la tradición católica, que considera al
aborto inaceptable, sin importar las circunstancias. Sin embargo, las latinas sí tienen abortos porque tienen embarazos no deseados, y desean planificar su familia y decidir cuántos
hijos tener y cuándo.
Debido al estigma asociado con el aborto, algunas latinas se sienten avergonzadas y culpables por querer interrumpir un embarazo. Algunas, como las mujeres en estas historias,
tendrán el valor para hablar con un prestador de servicios de salud y obtener acceso a un
aborto seguro. Otras quizás no puedan obtener la información correcta de manera oportuna o no tengan los medios para obtener un aborto seguro y, por consiguiente, terminen
teniendo un aborto inseguro.
Debido a las normas de la sociedad, las expectativas de que la mujer permanezca en un matrimonio difícil y/o el estigma asociado con el aborto, puede ser imposible para una mujer
compartir esta importante decisión con otros por temor, por lo cual las mujeres tienen que
tomar esta decisión solas.
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María Teresa
María Teresa, quien emigró de México, es la más pequeña de una familia de seis. Recuerda
intentar hablar con su mamá sobre muchachos, sobre relaciones — tenía tantas preguntas — pero su mamá nunca quería hablar con ella sobre esas cosas. Decía “yo estoy en
edad más grande para entenderte a ti” y “ya no estoy en su época de ustedes”. No recibió
consejos sobre el sexo, embarazos, y relaciones, “Mi mamá siempre fue una persona que
nunca habló con nosotros, ni de nuestros periodos, es una persona muy penosa”.
A la edad de 25 años, tiene dos hijos y piensa sobre el tipo de vida que quiere para
sus niños y el tipo de madre que espera ser. Maria Teresa quiere tener suficiente
tiempo para cada uno de sus hijos, poder tener comunicación abierta con ellos
sobre la vida y relaciones. “Por mis hijos, yo siempre decidí tener a mis hijos
joven, para entenderlos.”
Recientemente se separó del padre de sus hijos y cuida a sus hijos con poco apoyo
de él. Los problemas en su relación se hicieron más obvios después del nacimiento
de su segundo bebé. Pensó en usar un método, algo más que condones, pero tenía
miedo. Había oído hablar de los efectos secundarios de las píldoras — las náuseas y los
cambios a la regla — y decidió que prefería usar condones.
Cuando quedó embarazada otra vez, fue completamente inesperado.
“No sé cómo quedé embaraza, porque nosotros estábamos usando condones”.
Sabía que si tenía otro bebé, lo cuidaría ella sola. Los problemas en su matrimonio
no habían mejorado. María Teresa ya se sentía como mamá soltera:
“Para mí la responsabilidad [de mi esposo] también es que tiene que ayudarle a
uno con los niños, en la casa. Porque uno, aparte de que desde la
mañana empieza a trabajar con los niños, se va al trabajo y llega a
Las mujeres a veces tienen miedo de usar métrabajar a la casa, haciendo de comer, limpiando y lidiando con los
todos hormonales o de larga duración por las
niños…Y yo siempre le he dicho eso a él, yo he trabajado como si
experiencias que escuchan de parientes o amigas
fuera un deber también mio… yo todo el tiempo pago del cuidado
sobre los efectos secundarios y el tipo de atención
del niño, todo el tiempo. Por ejemplo, ahora pago por los dos. Yo
que han recibido cuando tratan de obtener o
cambiar un método anticonceptivo.
creo que él no se pone a pensar. Si hay que pagar lo del carro que yo
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traigo, yo lo pago, yo le pongo gasolina. Si hay algo de los niños… si hay que dejar una cooperación,
yo la hago. Yo hago todo. Yo le digo, ¿entonces, dónde está tu responsabilidad? Entonces, yo decía,
otro niño más de él, ¡Ya no!”
María Teresa quiere que sus hijos tengan una mejor vida y más oportunidades de las que ella tuvo.
Ha batallado para que así sea.
“Por lo menos ellos que estudien y hagan algo. Yo no quiero que estén trabajando como
uno, todo el tiempo. Todo el tiempo limpiando baños. No, yo no quiero eso para ellos.”
No tomó la decisión de hacerse un aborto a la ligera.
“Pero yo digo que uno tiene que estar bien seguro para hacerlo, y tener razones muy fuertes para
hacerlo…No, no es fácil [la decisión de tener un aborto]. Y que se le hace a uno difícil saber con
quién lo puedo platicar. Porque a uno, con su familia, lo primero que uno escucha son reproches…Para mí…fue algo muy fuerte, fue algo…una decisión
muy difícil de tomar.”
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Las mujeres tienen diferentes razones para
tener un aborto. Algunas de las razones más
comunes incluyen:
• Falta de recursos para tener otro bebé en
ese momento
• Problemas en su relación con la pareja
• No tener una pareja en ese momento que
ayude a criar al bebé
• Deseo y/o necesidad de seguir trabajando
• Deseo y/o necesidad de terminar los estudios
• Ya tiene todos los hijos que desea
• El embarazo es producto de una violación
• El embarazo amenaza la salud de la mujer
• El feto tiene malformaciones
• Dificultad en obtener métodos anticonceptivos
Lo que usted puede hacer como prestador de
servicios de salud, como parte de un grupo
comunitario o por su cuenta para reducir el
estigma en torno al aborto
• Informar a las mujeres sobre todas sus opciones cuando se enfrentan con un embarazo no planeado y brindarles las herramientas que necesitan para poder tomar una decisión.
• Normalizar la opción de aborto, reconociendo que es una decisión
difícil y que sólo la mujer (y en algunos casos ella junto con su
pareja) puede tomar la decisión que sea la más indicada para ella.
• Empoderar a las mujeres para sentirse seguras de su decisión, sin
influir en la decisión que tomen.
• Respetar la decisión final de las mujeres
• Remitir a las mujeres a líneas telefónicas que funcionan las 24
horas del día para que reciban apoyo y consejería, por ejemplo:
Uno de cada cuatro embarazos entre latinas termina
en aborto. Las mismas barreras que dificultan que las
latinas obtengan anticonceptivos, también hace más
probable que tengan un embarazo no planeado.
Backline (consejería antes y después de un aborto):
n
1.888.493.0092
Exhale (consejería después de tener un aborto): 1.866.439.4253
n
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Lidiando con depresión y aislamiento
Las latinas por lo general no revelan depresión o buscan ayuda para ésta; aunque eso no
significa que menos latinas sufren de depresión. Existen muchos factores como el temor y
el estigma que pueden impedir que las mujeres busquen ayuda para problemas de salud
mental como la depresión.
La evidencia indica que las inmigrantes latinas posiblemente se preocupen más por el estigma
de la depresión y la atención relacionada con la depresión que las mujeres en Estados Unidos.
Además, los temores basados en malos entendidos del sistema y las vulnerabilidades debido a
su situación legal inhiben a las inmigrantes latinas a la hora de buscar atención médica.
Muchos de los retos socioeconómicos que afrontan las inmigrantes latinas — niveles más
bajos de escolaridad, ingresos y cobertura de seguro médico — han sido asociados con
niveles más altos de depresión. El apoyo que puede brindar una pareja es un factor aun más
importante para las inmigrantes recientes, que han sido separadas de sus redes sociales y
familiares. Es más, las latinas con capacidad limitada de hablar inglés posiblemente corran
un riesgo más alto de tener depresión posparto porque tienen sistemas de apoyo limitado.
Las latinas casi analfabetas en español corren mayor riesgo porque su nivel de aislamiento
puede ser muy agudo.
Aun cuando las latinas deciden buscar ayuda para la depresión, hay muy pocos prestadores
de servicios de salud mental que son latinos y/o que proporcionan servicios centrados en las
necesidades de clientes latinos.
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Mariana
Mariana llegó a Carolina del Norte de Honduras a la edad de 19 años.
Vino a Estados Unidos a trabajar para ayudar a su madre, quien por años
batallaba sola para criar a Mariana y sus cuatros hermanos.
Mariana también dejó Honduras para escapar una situación de abuso.
Cuando ella tenía 13 años, su padrastro trató de violarla. Su madre no le
creyó y la golpeó. Dejó la casa de su madre para irse a vivir con un hombre que ella pensó no abusaría de ella, pero sí lo hizo.
Fue solo emigrando a Estados Unidos que pudo escapar el
abuso. Un año después de llegar, conoció a su pareja. Durante
su primer embarazo, descubrió algunas de las trágicas consecuencias del abuso que sufrió:
“Hemos tenido situaciones muy duras. Antes de tener a mi
hija, la de 5 años, perdí dos bebés. Se me morían en el vientre….cuando me llevaron para sacarme el primer bebé, me
dijeron que lo que pasa es que yo tenía moretes en la matriz y
que eso eran moretes que se tardaban para curarse.”
Después de dos pérdidas (abortos espontáneos), Mariana tuvo dos hijos. Ambos nacieron con graves problemas
crónicos de salud. Su segundo embarazo se consideró de alto
riesgo y no la atendieron en la clínica local. Mariana tenía
que viajar al hospital más cercano para su cuidado prenatal.
“Mi esposo [me llevaba]… él trabajaba de noche, siempre
se la pasaba conmigo…él no dormía [después de las citas],
tenía que regresar al trabajo y se desvelaba. Y a veces
teníamos que estar todo el día.”
Al nacer, su hijo estuvo hospitalizado por tres meses.
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Aunque la familia de su pareja vive en Carolina del Norte, no brindaban mucho apoyo. Mariana
sufría con períodos de depresión que se agravaban sólo durante los meses de embarazo. Tres años
después que nació su hijo, quedó embarazada otra vez.
“Siempre me ha dado depresión con los embarazos. Un embarazo más podía provocarme que yo cometiera tonterías…Sé que me hacen daño los embarazos. Siempre que
estoy embarazada me agarra eso [depresión], de que estoy llorando o que incluso me
he querido quitar la vida, dos veces.”
Para complicar las cosas, semanas antes de enterarse de que estaba embarazada, su camioneta y
tráiler fueron destruidos en un incendio.
“La niña se me quedó sin hablar, ella no hablaba. Se quedó muda toda la noche. Sólo
lloraba y lloraba.”
Mariana trató de imaginarse cómo criaría a otro niño dado
todo lo que estaba sucediendo en su vida. ¿Cómo podrían
pagar las cuentas del hospital para otro niño con graves
problemas de salud? ¿Qué se haría a sí misma si su depresión empeorara? ¿Cómo cuidaría a sus dos hijos? Después
de mucho pensar, decidió hacerse un aborto. Obtuvo
consejería en la clínica:
“Antes del aborto…me preguntaron si era obligado o me
estaban obligando o si era algo que yo quería. Yo les contesté a ellos que era una necesidad que tenía. O sea, prácticamente no lo quería hacer, pero necesitaba hacerlo. Yo no
quiero que mis hijos sufran.”
La lucha de Mariana contra la depresión impedía que
se sintiera en control de su vida y su salud reproductiva. Cuatro de las nueve mujeres entrevistadas para esta
publicación compartieron que también han lidiado
con depresión.
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El 16 por ciento de las madres latinas con recién
nacidos en Carolina del Norte informan estar moderadamente o muy deprimidas en los meses después del
parto. Este porcentaje aumentó del 11 por ciento entre
2001 y 2005, causando que se le diera a este indicador
la calificación de F en la boleta de salud de mujeres de
Carolina del Norte 2007.
Lo que usted puede hacer como prestador
de servicios de salud
• Realizar con frecuencia la detección sistemática de casos de depresión, incluso
durante las consultas de atención prenatal y atención pediátrica. No suponga
que las madres latinas le van a decir si están deprimidas.
• Dar seguimiento a las latinas que usted sospeche estén lidiando con depresión. No suponga que si una mujer fue remitida a una trabajadora social o a
un grupo de apoyo, que ella ha ido. La falta de transporte y alguien que le
cuide los hijos, así como vergüenza, podría impedirle ir a esa cita.
• Proporcionar servicios de salud mental en español es importante. Emplear
intérpretes es un paso, pero si hay otra persona presente durante la conversación, puede que sea más difícil para las latinas ser completamente francas.
• Indagar sobre el uso de métodos alternativos. La combinación de medicina
occidental y curación tradicional no está fuera de lo común para las latinas.
Fernanda, de Guerrero, México, cuenta que tuvo
miedo de buscar ayuda para su depresión cuando fue a la clínica para recibir atención prenatal.
“Me dijeron: ¿estás deprimida, necesitas ayuda?
Y yo les decía que no…Aquí, cuando uno llega,
luego le meten cosas a la cabeza, que si tratas
mal a un bebé que si le haces daño a un bebé,
te vas a ir a la cárcel, que te lo van a quitar. Y
yo no les decía, porque digo, yo no sé, a veces,
después de que el bebé nazca, si se me cae, si le
pasa algo… y luego me van a decir que yo le
hice algo, no sé, así uno empieza a tener ideas,
por eso nunca fui.”
Lo que usted puede hacer como parte de un grupo
comunitario o por su cuenta
• Abogar por servicios de salud mental que sean culturalmente competentes (consejeros hispanos que hablen español).
• Trabajar con prestadores de servicios de salud mental para ofrecer charlas informales en los centros comunitarios. Esto puede ayudar a disipar
mitos o información errónea sobre los servicios de salud mental.
• Organizar eventos sociales y educativos para las mujeres y sus familias,
a fin de ayudar a las mujeres a salir del aislamiento.
• Familiarizarse con los recursos de servicios de salud mental en español
y culturalmente competentes en la región, y tenerlos a disposición. Si
está trabajando con personas en la comunidad latina y entablando
relaciones de confianza con ellas, posiblemente lo vean como alguien a
quien acudir cuando necesitan ayuda con diferentes asuntos.
• Ofrecer oportunidades para que las mujeres hablen, aunque usted no
sea prestador de servicios de salud mental. El simple hecho de que
alguien la escuche podría hacer que la mujer no se sienta tan sola.
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Afrontando la violencia en el hogar
Las mujeres latinas y las que no son latinas son maltratadas por parejas íntimas aproximadamente al mismo ritmo. No obstante, en Carolina del Norte, más mujeres latinas informan
maltrato físico en los 12 meses anteriores al embarazo que mujeres blancas o afro-americanas. Es más, la violencia intrafamiliar fue identificada como uno de los problemas más
alarmantes de salud reproductiva en La salud sexual y reproductiva de las mujeres latinas en
Carolina del Norte: Una evaluación de necesidades en cinco condados, en el año 2005.
La salud reproductiva implica ser libre de violencia y maltrato, pero el ciclo de violencia suele ser difícil de romper. Mientras que todas las mujeres afrontan barreras para denunciar los
actos de violencia intrafamiliar y abuso sexual, las mujeres latinas se enfrentan con obstáculos adicionales impuestos por la barrera idiomática y su situación legal. Sólo un poco más
de una cuarta parte de los refugios para víctimas de violencia intrafamiliar en Carolina del
Norte cuentan con personal bilingüe. Las latinas indocumentadas, por lo general, desconocen las leyes que protegen a cónyuges e hijos maltratados de ser deportados, y las parejas
íntimas a veces las amenazan con denunciarlas a las autoridades de Inmigración y Control
de Aduanas. Algunas mujeres dependen del agresor para sus ingresos y posiblemente no
conozcan los recursos que pueden ayudarlas.
Por último, muchas mujeres tienen dificultad informando a los miembros de su familia que
se encuentran en una relación de malos tratos. Algunos familiares les brindarán apoyo.
Otros quizás digan que la mujer hizo algo para merecerse el maltrato y le recordarán a la
mujer que es su deber mantener a la familia unida. La presión de la familia y la combinación
de su pareja “arrepintiéndose” son factores importantes que deben tomarse en consideración cuando una mujer permanece en una relación violenta.
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Verónica
Verónica tenía 18 años cuando llegó a Estados Unidos de El Salvador para encontrarse con
su hermana. En los siguientes años, sus hermanos vinieron a unirse a ella, y entonces, más
recientemente su mamá. Verónica contó de un evento que preferiría olvidar. Estaba abrumada en ese momento, cuidando de sus cuatro hijos. El más chico tenía casi cuatro años.
Ella lidiaba con depresión y problemas con su pareja.
“Tuve una depresión muy grande…yo no comía, no me levantaba en todo el
día, sólo me la pasaba dormida todo el día, yo no quería hablar con
nadie…y mi pareja, bueno me violó…y yo supe que me embarazó en el momento que me violó…yo supe que me embarazó. ¿Me
entiende? Yo le conté a esta amiga que había pasado esto y
me dijo que fuera a comprar esa pastilla [anticonceptivo de
emergencia], pero yo estaba hundida en esta depresión, solo
acostada la pasaba en el sofá o en la cama…pero yo no fui a
la farmacia porque no podía ir, ni a la tienda podía ir.”
Con el tiempo, Verónica buscó la ayuda de una consejera y decidió
hacerse un aborto. Cuando platica su historia, explica la mezcla de
emociones que tenía sobre el aborto: culpa, tristeza y desesperación
con su situación. También cuenta que sintió alivio después del aborto.
“Pues…me sentía normal de vuelta. Embarazada yo ya sabía que no
podía trabajar. Si estaba deprimida y con el embarazo era peor, porque me sentía sin fuerza, más peor, más peor. Ya que tuve la cosa esa
[el aborto] ya me sentí más tranquila.”
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A diferencia de muchas mujeres que sufren de abuso sexual y violación,
Verónica decidió ir a la policía y denunciar el crimen:
Alivio es el sentimiento emocional más común en mujeres que tienen un aborto en
el primer trimestre. Pocas mujeres relatan
tener sentimientos sumamente negativos
después de un aborto y la mayoría dice
sentirse más estresada antes que después
de un aborto. Las mujeres que informan
tener sentimientos negativos, frecuentemente cuentan que el estigma y la falta
de apoyo son factores contribuyentes a
estos sentimientos.
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“No lo quería hacer porque le tenía yo como lástima. Pero siguió que él
quería hacer lo mismo, y lo mismo. No se iba de la casa y yo lo corría, y
lo corría. Entonces, otra vez que despuecito eso lo quiso hacer otra vez, el
teléfono estaba cerquita, yo marqué a la policía. La policía vino, pero el
policía dijo que no podía hacer nada, porque era su casa y que yo era su
mujer. Que no lo podían sacar ni nada. Que él tenía derecho a estar aquí.
Que la única forma era que yo fuera a la corte [por una orden de restricción]. Fue un domingo, no podía ir a la corte ese día. El lunes fui a la corte
y fui a levantar la demanda. Así fue…”
Lo que usted puede hacer como prestador
de servicios de salud respecto a la violencia
intrafamiliar y la violencia sexual
• Trabajar con diferentes organizaciones que atienden a las mujeres para proporcionar información sobre las leyes locales, que
protegen (o no protegen) a las víctimas de crímenes violentos
que están indocumentadas.
• Tener información disponible en español sobre la violencia y el
maltrato, así como servicios en español para referencias.
Lo que usted puede hacer como parte de un
grupo comunitario o por su cuenta respecto
a la violencia
• Las organizaciones que atienden a las víctimas de violencia sexual
deben tener el mayor número posible de recursos y servicios
disponibles en español. Por ejemplo, tome tiempo para encontrar
a un hispanohablante o intérprete en el hospital o en la corte.
Brinde información a las mujeres respecto a lo que están a punto
de experimentar, por ejemplo, información sobre un kit para
casos de violación.
• Realice una detección sistemática de depresión y hable con la
mujer al respecto. La violencia y la depresión a menudo van de la
mano. Proporcione grupos de apoyo para las víctimas de violencia y motive a las comunidades e individuos a hablar sobre la
violencia y el maltrato.
Mariana, de Honduras, describe su experiencia con una pareja que la maltrataba, de quien
con el tiempo logró escapar cuando se mudó a
Estados Unidos:
“Según yo porque quería dejar de sufrir, pero
me fue peor. Él era mayor y me golpeaba de
gusto. Me golpeaba y me maltrataba. Siempre
me anduvo golpeando. Me pateaba siempre el
vientre y así. Y con él duré 4 años. Siempre lo
dejaba. Me iba para el trabajo, me iba para
mi casa, lo dejaba y no volvía. Pero luego él me
[vigilaba] donde yo estaba, como él tenía carro,
donde me encontraba me agarraba del pelo y
me metía a la fuerza a su carro. Llegando a la
casa de él me pegaba y me encerraba con candado. El día que lo dejé…él me había amenazado
con la pistola, y esa vez él hizo 2 tiros en el piso.
Y me dijo que me iba a matar o dejar inválida.
Yo hablé con mi hermana en la noche, y yo le
dije ‘ayúdame a irme, yo me quiero ir’.
Un poco más del 12 por ciento de las latinas, el índice
más alto de los grupos encuestados, en Carolina del
Norte, informaron sufrir maltrato físico en los 12 meses
antes del embarazo.
21
Conclusión
Las latinas que compartieron sus historias con nosotras expresaron las mismas necesidades
y deseos que otras mujeres respecto a su salud reproductiva. Ellas desean recibir más información y tener más control de sus decisiones referentes a su cuerpo y salud. Desean ser
tratadas con respeto. También quieren que los prestadores de servicios de salud se tomen
el tiempo necesario para entenderlas y proporcionarles la información que necesitan para
tomar decisiones que sean las más indicadas para ellas.
Cuando se le pidió su recomendación para mejorar los servicios de salud, Guadalupe, quien
emigró a Carolina del Norte de la Ciudad de México, expresó:
“Que nos dieran la información de todo, pero que dejaran que uno mismo escogiera lo que
uno quiere, lo que más o menos siente quiere que le caiga bien a su cuerpo, y que están
seguras que está bien, pero que dejaran que uno escogiera, no lo que ellos quieran, porque
al fin y al cabo, el cuerpo es de nosotros no es de ellos.”
Como comunidad necesitamos trabajar de manera conjunta para superar los retos y las
barreras de manera que las latinas (y todas las mujeres) puedan alcanzar el nivel más alto de
salud sexual y reproductiva, aquí en Carolina del Norte y en toda la extensión del territorio
nacional de Estados Unidos.
Estamos sumamente agradecidos a las latinas que compartieron sus historias con nosotros y
esperamos que sus experiencias informen mejor a los prestadores de servicios de salud, organizaciones comunitarias y defensores, así como a otras latinas. Garantizar el acceso a servicios de alta calidad de salud reproductiva y la toma de decisiones al respecto no es sólo una
mejor práctica, sino un derecho humano fundamental que toda mujer debería poder ejercer.
22
Derechos Sexuales y Reproductivos
Las mujeres tienen el Derecho
a la igualdad
Las mujeres tienen el Derecho a
los beneficios del progreso científico
y libertad frente a todas las formas de discriminación, a acceso a servicios relacionados
con la atención de salud sexual y reproductiva, y el derecho a libertad frente a la discriminación cuando están obteniendo esos servicios.
Significa el derecho de obtener acceso a todos los métodos anticonceptivos disponibles,
incluidas las nuevas tecnologías.
y respetuosa. Esto incluye información y acceso a servicios completos de planificación
familiar y aborto.
Ambos de estos derechos significan que las mujeres tienen derecho de ser libres de
abuso sexual, intrafamiliar y otras formas de violencia y abuso.
Las mujeres tienen el Derecho
a la información y educación.
Las mujeres tienen el Derecho
a la privacidad
Las mujeres tienen el Derecho a la liberLas mujeres tienen el Derecho a la
y seguridad de la persona y el Derecho
atención médica y protección de la salud, tad
a ser libre de tortura y tratos inhumanos.
el derecho a la más alta calidad de cuidados de salud reproductiva, que sea accesible
Incluye el derecho a información objetiva y completa acerca de su salud sexual y reproductiva, incluida la información sobre la planificación familiar y el aborto, para que las
mujeres puedan tomar sus propias decisiones.
para obtener servicios confidenciales y tomar decisiones libres de coerción.
Las mujeres tienen el Derecho de decidir si
tener o no tener hij@s y cuándo tenerl@s.
Significa el derecho de tener acceso a toda la información necesaria para tomar decisiones
sobre maternidad segura, métodos anticonceptivos y aborto, y que los servicios que las
mujeres escojan sean seguros, eficaces y aceptados por ellas. Las mujeres deben recibir
información objetiva sobre todas las formas de planificación familiar para tomar decisiones
sobre el espaciamiento de embarazos y la prevención de embarazos no deseados.
23
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stigma keep poor young immigrant and U.S.-born Black and Latina women from
seeking mental health care? Psychiatric Services, 58(12):1547-54.
Agradecimientos
Esta publicación no sería posible sin el apoyo de todas las personas en clínicas, centros de salud y organizaciones comunitarias que
brindaron su ayuda distribuyendo los volantes y dando el proyecto
a conocer entre sus clientes. A todas las mujeres que tuvieron la
confianza de relatar sus historias personales, agradecemos que nos
dejaran compartir sus experiencias. ¡MUCHAS GRACIAS!
This publication would not be possible without the support and
help of all the individuals in the clinics, health centers and community organizations who distributed flyers and informed their clients
about this project. And to all the women who shared with us their
very personal stories, we thank you for allowing us to share your
experiences. ¡MUCHAS GRACIAS!
Acknowledgments
Sexual and Reproductive Rights
Women have the Right to Equality
Women have the Right to
the Benefits of Scientific Progress
Women have the Right to Liberty and
Security of Person and the Right to be
Free from Torture and Ill Treatment
and to accessible, respectful, and highest quality care relating to reproductive health. This
includes information and access to comprehensive family planning services and abortion.
Implied is the right to have access to all available methods of birth control, including the
newest technologies.
and to be free from all forms of discrimination, to equal access to health-care services
related to sexual and reproductive health, and the right to freedom from discrimination
in receiving those services.
Women have the Right to
Health Care and Health Protection
Women have the Right to
Information and Education
Implied is the right to objective and comprehensive information about reproductive
health and sexuality, including information about family planning and abortion so that
women can make informed decisions.
Both of these rights imply that women have the right to be free from sexual, domestic
and other forms of violence and abuse.
Women have the Right to Privacy,
to obtain confidential services and to make independent decisions without coercion.
Women have the Right to Decide
whether or when to have Children
Implied is the right to have access to all the information that women need in order to
make decisions regarding safe motherhood, methods of birth control and abortion and
that the services women choose be safe, effective and acceptable to them. Women must
be provided with objective information regarding the full range of family-planning options so that they are able to make informed decisions about spacing and/or preventing
unwanted pregnancy.
23
Conclusion
The Latinas who shared their stories with us express the same needs and desires as other
women regarding their reproductive health. They want more information and control over
choices regarding their bodies and health. They want to be treated with respect. They also
want health-care providers to take the time to understand them and give them the information they need to make choices that are best for them.
When asked for her recommendation to improve health-care services, Guadalupe, who
came to North Carolina from Mexico City, expressed:
“That they give us the information about everything, but they let us choose for ourselves
what we want, what we feel more or less that our body will like, and that they are sure that
it is ok, but that they let us choose, not what they want, because in the end, our bodies are
ours, not theirs.”
As a community we need to work together to overcome the challenges and barriers that
make it possible for Latinas and all women to achieve the highest standard of sexual and
reproductive health, here in North Carolina and throughout the United States.
We are deeply grateful to the Latinas who shared their stories with us and hope that their
experiences will better inform health-care providers, community organizations and advocates, as well as other Latinas. Ensuring access to high-quality reproductive health care and
decision making is not just best practice, but a basic human right that every woman should
be able to exercise.
22
What you can do as a health-care provider
about domestic and sexual violence
• Work with different organizations who serve women to provide
information regarding local laws that protect (or fail to protect)
victims of violent crimes who are undocumented.
• Have information in Spanish about violence and abuse and Spanish-speaking services for referrals.
What you can do as a community group or
individual about violence
• Organizations that deal with victims of sexual violence need to
have as many resources and services as possible available in Spanish. For example, take time to find a Spanish speaker or interpreter
at the hospital or court. Give women information regarding what
they are about to experience, such as information on a rape kit.
• Screen for and discuss depression. Violence and depression often
go hand in hand. Provide support groups for violence victims
and encourage communities and individuals to speak out about
violence and abuse.
Mariana from Honduras describes her experience with an abusive partner, who she eventually escaped when she moved to the United States:
“He was older and would hit me for fun. He
would always kick my abdomen…and it lasted
four years. I always left him. I would go to work,
I would go home, I would leave and not come
back. But then he would [keep an eye on] where I
went, and since he had a car, wherever he found
me he would grab me by the hair and would force
me into his car. When we got home he would hit
me and lock me in. The day that I left him…he
threatened me with a gun, he shot twice at the
floor. He told me he was going to kill me or leave
me crippled. That night I talked to my sister and
told her ‘help me leave, I want to leave.’”
Slightly more than 12 percent of Latinas, the highest
rate of groups polled, in North Carolina reported physical abuse in the 12 months preceding pregnancy.
21
Relief is one of the most common emotional responses in women after a first-trimester abortion. Few women report having extreme negative emotional responses
to abortion, and most describe feeling
more stressed before than after an abortion. Women who report negative emotional responses often cite stigma and lack
of support as major factors contributing to
those feelings.
Unlike most women who suffer sexual abuse and rape, Veronica decided
to go to the police and report the crime:
“I didn’t want to do it because I felt kind of bad for him. But he kept
wanting to do the same thing, over and over again. He wouldn’t leave the
house and I would kick him out, and kick him out. So then when he tried
to do it again, the phone was really close by and I called the police. The
police came, but the police said they couldn’t do anything because it was
his house and I was his wife. The only way [to do anything] was for me
to go to court [get a restraining order]. It was a Sunday and I couldn’t go
to court that day. Monday I went to court and I pressed charges. That’s
what happened.”
20
Veronica
Veronica was 18 years old when she came to the United States from El Salvador to meet up
with her sister. In the years after she arrived, her brothers came to join her and then, most
recently, her mother. Veronica recounts an event that she prefers to forget. She was overwhelmed at the time, taking care of her four children. Her youngest was almost four years
old. She was struggling with depression and having problems with her partner.
“I had a really serious depression…I didn’t eat, I didn’t get out of bed all
day, I spent the whole day just sleeping, I didn’t want to talk to
anyone… and my partner…well he raped me… And I knew I had
gotten pregnant the moment he raped me. I knew he had gotten
me pregnant, you know? I told a friend what had happened
and she told me to go get that pill [emergency contraception], but I was deeply depressed, I was just laying down on the
couch or the bed…but I didn’t go to the pharmacy because I
couldn’t go, I couldn’t go to the store either.”
Veronica eventually sought the help of a counselor and decided to get
an abortion. As she tells her story, she explains the mixed feelings she
had about abortion, guilt, sadness and desperation with her situation.
She also talks about feeling relieved after the abortion;
“Well…I felt normal again. I already knew I couldn’t work pregnant.
I was depressed and with the pregnancy it was worse, because I felt
weak, worse and worse. Once I had that thing [abortion], I already
felt calmer.”
19
Confronting violence in our homes
Latina and non-Latina women are abused by intimate partners at roughly the same rate.
Nevertheless, in North Carolina more Latina women report physical abuse in the 12 months
preceding pregnancy than White or African-American women. Indeed, domestic violence
was identified as one of the most pressing reproductive health issues in The Sexual and Reproductive Health of Latinas: a Five County Needs Assessment in 2005.
Reproductive health includes being free from violence and abuse, but the cycle of violence
is often hard to break. While all women face barriers to reporting domestic violence and
sexual abuse, Latina women face additional barriers posed by language and legal status.
Only slightly more than one-quarter of domestic violence shelters in North Carolina have
bilingual staff. Undocumented Latinas are often unaware of laws that protect battered
spouses and children from being deported, and intimate partners sometimes threaten to
report them to Immigration and Customs Enforcement. Some women may depend on the
abuser for their income and may not know of resources that can help them.
Finally, many women struggle with telling family members that they are in an abusive relationship; some will be supportive but others might say that the woman did something to
deserve the abuse and will remind the woman that it is her duty to keep the family together. Family pressure and the combination of her partner “repenting” are important factors to
consider when a woman stays in a violent relationship.
18
What you can do as a health-care provider
• Screen for depression often, including during prenatal and well-child
visits. Do not assume that Latina mothers are going to tell you if they
are depressed.
• Follow up with Latinas who you suspect are dealing with depression. Do
not assume that if a woman was referred to a social worker or a support
group that she has gone. Lack of transportation and childcare, as well as
shame, may prevent her from going.
• Providing mental health services in Spanish is important. Using interpreters is a step, but an additional person in a conversation can make it hard
for Latinas to be completely open.
• Inquire about a woman’s use of alternative healing methods. A
combination of Western medicine and traditional healing is not
unusual for Latinas.
Fernanda, from Guerrero, Mexico, talks about
being afraid to seek help for her depression
when she went to the clinic for prenatal care.
“They asked me ‘Are you depressed? Do you
need help?’ And I told them no…well, here after
you arrive, they put ideas into your head, that
if you mistreat a baby, that if you hurt a baby,
you’re going to go to jail, that they’ll take it
away from you. And I didn’t tell them, because
I say, I don’t know, sometimes, after the baby
is born, what if I drop him, if something happens… and later they’re going to tell me that
I did something to [the baby], I don’t know.
In that way, you start to get these ideas, and
because of that, I never went.”
What you can do as a community group
or individual
• Advocate for culturally competent (Spanish-language, Hispanic counselors) mental health services.
• Work with mental health providers to offer informal talks at community centers. This can help dispel myths or misinformation regarding
mental health services.
• Organize social and educational events for women and their families to help women break away from isolation.
• Learn about and have resources available about Spanish-speaking
and culturally competent mental health services in the
area. If you are working with and developing trusting
relationships with individuals in the Latino community,
you may be seen as someone to come to for help with
various issues.
• Offer opportunities for women to talk, even if you are
not a mental health provider. Just having someone who
will listen may make a woman feel less alone.
Sixteen percent of new Latina mothers in NC reported
being moderately or very depressed in the months after
the delivery. This percentage increased from 11 percent
between 2001 and 2005, giving this indicator of Latina
health an F in the 2007 North Carolina Women’s
Health Report Card.
17
After her son was born he was hospitalized for three months.
Although her partner’s family lives in North Carolina, they did not provide much support. Mariana struggled on and off with bouts of depression, which became more severe in the months after
pregnancy. Three years after the birth of her son, she became pregnant again.
“I have always gotten depressed during pregnancies. One more depression and it could
make me do silly things. I know that pregnancies harm me. Every time I’m pregnant
that [depression] takes over me, I cry, and I have even wanted to kill myself twice…”
To make things worse, just weeks before finding out she was pregnant again, both
their van and their trailer home were destroyed in a fire.
“My daughter…she didn’t speak. She was mute all night long. All she did
was cry and cry.”
Mariana tried to imagine how she could raise another
child given everything that was happening in her
life. How would they be able to pay hospital bills for
another child born with serious health problems?
What might she do to herself if her depression were
to get worse? How could she care for her two children? After much deliberation she decided to have
an abortion. She received counseling at the clinic.
“Before the abortion…they asked me if it was something that I wanted. I told them it was something I
needed. I mean I practically didn’t want to do it, but
I needed to do it. I don’t want my children to suffer.”
Mariana’s struggle with depression prevented
her from feeling in control of her life, including
her reproductive health. Four of the nine women
interviewed for this publication shared that they
also struggled with depression.
16
Mariana
Mariana arrived in North Carolina from Honduras at the age of 19. She
came to the United States to work so she could help support her mother
who had been struggling for years to raise Mariana and her four other
siblings alone.
Mariana also left Honduras to escape abuse. When she was 13 years old,
her stepfather tried to rape her; her mother did not believe her and beat
her. She then left her mother’s home to live with a man she
thought would not abuse her, but he did.
It was only by immigrating to the United States that she was
able to escape abuse. Within a year of arriving, she met her
current partner. During her first pregnancy, she discovered
some of the tragic results of her prior abuse:
“We have had very difficult situations. Before I had my
daughter, the one who’s five, I lost two babies. They would die
in my abdomen…. When I came here and lost the first baby,
they told me that what was wrong was that I had bruises
on my uterus and that they were bruises that took a long
time to heal.”
After two miscarriages, Mariana had two children, both of
whom were born with serious and chronic health problems. Her second pregnancy was considered high risk
and she could not be seen at her local health-care clinic.
Mariana had to travel to the nearest hospital to receive
prenatal care.
“My husband [took me]…he worked at night, but
he always came with me…he didn’t sleep, [after the
appointments] he had to return to work and he had
to stay awake…sometimes we had to be [at the
hospital] all day.”
15
Coping with depression and isolation
Latinas don’t often reveal depression or seek help for it, although that doesn’t mean that
Latinas don’t suffer from depression. There are many factors, including fear and stigma,
that can prevent women from seeking help for mental health issues such as depression.
Evidence suggests that Latina immigrants may be more concerned with the stigma of depression and depression-related care than their counterparts in the United States. Also, fears
based on misunderstandings of the system and vulnerabilities due to legal status inhibit
Latina immigrants from seeking care.
Many of the socioeconomic challenges faced by Latina immigrants — lower levels of education, income and health insurance coverage — have all been linked with higher levels of depression. The support that a partner can give is even more of a factor for recent immigrants
who have been separated from social and family networks And Latinas who have limited
English-speaking ability may be at higher risk for postpartum depression because they have
limited support systems. Latinas who have limited literacy in Spanish are most at risk because their level of isolation can be so acute.
Even if Latinas do decide to seek help for depression, there are very few mental health providers who are Latinos themselves and/or provide services that are focused on the needs of
Latino clients.
14
Women usually have many reasons for having an abortion. Some of the more common
reasons include:
• lack of resources to have a child at the time
• problems within a relationship
• not having a partner at the time who will
help raise a child
• a desire to continue to work
• need/wish to finish schooling
• already have all the children they want
• pregnancy is a result of rape
• pregnancy threatens the woman’s health
• fetus has birth defects
• difficulty obtaining contraceptive methods
What you can do as a health-care provider,
community group or individual to reduce
stigma about abortion
• Inform women about all of their options when faced with an
unplanned pregnancy, and provide them with the tools to help
them make a decision.
• Normalize the option of abortion, recognizing that it is a difficult
choice and only the woman (and in some cases together with her
partner) can make the decision that is best for her.
• Empower women to trust themselves in their decision, without
influencing their choice.
• Respect women’s final choice.
• Refer women for support and counseling to hotlines such as:
n Backline (counseling before and after an abortion):
One out of every four pregnancies among Latinas ends
in abortion. The same barriers that make it hard for
Latinas to access contraceptives can also make them
more likely to have an unwanted pregnancy.
1.888.493.0092
Exhale (counseling after an abortion): 1.866.439.4253
n
13
thinks about it. If we have to pay for my car, I pay for it, I put gas in it. If there’s something for the
kids…if we have to leave a contribution, I do it. I do it all. So where’s [his] responsibility? It’s going
to continue to be like that…And so I said, another child by him, no way!”
Maria Teresa wanted her children to have a more comfortable life and opportunities that she never
had. She struggled to raise them so that they would.
“At least let’s let them study and make something for themselves. I don’t want them
to work like us, all the time, cleaning bathrooms. No, I don’t want that for them.”
Her decision to have an abortion was not something she took lightly.
“I say that one has to be very sure to do it and have very strong reasons to do it…It’s
not easy [to decide to have an abortion] and it’s hard to know who to talk to. Because, with family, the first thing one hears is criticism. For me…it was something very hard…a decision that
was very difficult to make.”
12
Maria Teresa
Maria Teresa, who emigrated from Mexico, grew up as the youngest in a family of six. She
remembers trying to talk to her mom about boys, about relationships — she had so many
questions — but her mom never wanted to talk to her about those things. She would say
“I’m too old to understand you,” and “I’m not in the same generation as you.” Maria Teresa
got little advice from her mother about sex, pregnancy and relationships; “My mom was
always the type of person who didn’t ever talk to us, not about our periods, she’s a very
reserved person.”
At the age of 25, she has two children and she thinks about the life she wants for
her children and the type of mother she hopes to be. Maria Teresa wants to have
enough time for each and every one of her children, to be able to have open
communication with them about life and about relationships. “I always decided
to have my kids young so that I could still understand them.”
She recently separated from their father and takes care of the children with little
support from him. The troubles in their relationship only became worse after her
second child was born. She had thought about using a method other than condoms,
but was afraid. She had heard about side effects of pills — the nausea and the changes
it could cause with one’s period — and decided that she preferred to use condoms.
When she got pregnant again, it was completely unexpected.
“I don’t know how I got pregnant because we were using condoms.”
She knew that if she had another child, she would be taking care of it on her own.
The problems in their marriage had not improved. Maria Teresa already felt like a
single mother:
“For me, the responsibility [of my husband] is that he has to help
[me] with the children at home. Because I, apart from the fact
that I start to work with the kids in the morning, I go to work and
come home to work at home, making food, cleaning and dealing
with the kids… And I have always told him that I have worked as
if it was also my duty…I always pay the childcare, all the time. For
example, now I pay for both of them. I don’t think he [my husband]
Women are often afraid to use hormonal or other longer-term contraceptive methods because
of the experiences related by family members or
friends regarding side effects and the type of service received when getting the method or trying
to change a method.
11
Making Difficult Decisions: Abortion
Most Latinas come from countries where abortion is either completely illegal or only available in certain circumstances, such as rape or when the life of the mother is at risk. Many
have been raised in the Catholic tradition that considers abortion unacceptable, regardless
of the circumstances. Yet, Latinas do have abortions because Latinas do have unwanted
pregnancies, and they do want to plan their families and decide when and how many children to have.
Because of the stigma attached to abortion, some Latinas may feel ashamed and guilty for
wanting to end a pregnancy. Some, like the women in these stories, will have the courage
to talk to a health-care provider and obtain access to a safe abortion. Others may not be
able to get the correct information in a timely manner or have the resources to obtain a
safe abortion, which can result in having an unsafe abortion.
Societal norms, expectations that she remain in a difficult marriage, and the stigma attached to abortion can make it impossible for a woman to share this important decision
with others due to fear, resulting in women having to make this decision alone.
10
What you can do as a community group or individual
• Advocate for funding to make all forms of birth control, including sterilization, free or
reduced cost for Latinas who do not qualify for Medicaid.
• Empower Latinas to make decisions in their lives through:
Community efforts to make them financially independent (teach trade, job skills, GED)
n
Education on their reproductive health and rights
n
• Provide sexuality education as part of women’s groups, childbirth classes and other
gatherings where Latinas come together regularly.
Erika, from Puebla, Mexico, describes her difficulties in getting help
when she was experiencing side effects from the pill:
“What I wanted was for them to see me [at the clinic]. I was vomiting…couldn’t they give me an appointment, do lab tests? They told me
no, that they could give me an appointment around May; that was in
March. I said ‘I can’t be like this for so long’ and they told me ‘there are
no appointments.’”
More than 60 percent of Latina women in NC over the
age of 18 have no health insurance. About one quarter of
Latina women in NC live below the poverty level.
Jessica, from Valle, Honduras, has been in the
United States for almost 10 years. She talks
about difficulties in getting the birth control
method she really wanted — sterilization —
after she had her second child.
“When I had my daughter I wanted to get operated but they didn’t want to do the operation.
Since it wasn’t a Cesarean…in order for them to
do the [sterilization] operation you have to have
a Cesarean, otherwise you have to pay $1000. I
don’t want any more kids.”
Sterilization is a controversial method in the Latina
community because of the history of abuse as part
of population policies in the United States and
in Latin America. Women were often sterilized
after delivery without their knowledge or without
knowing that the method was permanent. Yet
today in NC, for those Latinas who choose this
method, sterilization is often unattainable without insurance or Medicaid.
What you can do as a health-care provider
Latinas often need to take in a large amount of information at
appointments and at the hospital. After the birth of a child, how
to use birth control may not be their primary concern at the time;
breastfeeding, caring for a child alone, returning to family obligations and work often take priority.
• Avoid sending a woman home with just a prescription. She may
have limited access to transportation, or be unable to take time
off from work, and it is much easier to lose a piece of paper than
a packet of pills.
• Provide information about all types of birth control and give
women the tools to make an informed decision. Open conversations can draw out prior fears and misconceptions so that you can
discuss them.
• Do not assume that women have any prior knowledge regarding
birth control and how to use it.
• Make it easy for women to get new birth control, change methods or troubleshoot existing methods.
• Be sure that you and your staff are sensitive to all women’s needs
and have referrals to other community resources ready.
• Be patient and follow up with clients. You’re more likely to gain
women’s trust this way.
• Routinely discuss emergency contraception.
Adriana had mixed feelings about this pregnancy and she wondered how she could take care of two infants. She was already
having a tough time supporting one; “I said ‘He is too little how
can I have another one already?’”
It was winter and her husband, who worked seasonal jobs, had little
income at the time. Adriana worked at a restaurant but often found
herself cheated out of her wages and eventually decided to quit.
There were times when they lived without electricity or water.
When she started to go to prenatal-care appointments for her
second pregnancy, she had to walk to the clinic. “It was far away.
I got there by walking and came back the same way.”
Among Latinas, more than 40 percent of pregnancies
that result in a birth are unplanned. The percentage of
unplanned pregnancies may actually be higher.
Adriana felt isolated and had difficulties in finding the information and
support that she needed to handle this difficult situation. “I barely talked
to anyone and there were hardly any Hispanics to ask.”
Three years later, Adriana learned she was pregnant a third time. When
she found out, she thought, “I can’t have three!” She was struggling to
take care of her two toddlers at home and was completely overwhelmed.
At the clinic where she had her pregnancy test; they talked to her about
her options— that she could have the baby, put it up for adoption or
have an abortion. She could not imagine having another child at that
time. She wondered if she should consider an abortion, but she thought
she was too far along in the pregnancy. She could not imagine putting up
a child for adoption either. She thought, “If I’m going to suffer in order to
have it, I might as well keep it.”
“In the hospital I asked them to give me the injection [depo provera]. The
shot makes me gain weight, but I would rather be fat and not have kids.”
Adriana is happy with the size of her family but wishes she had had
enough information on family planning earlier “because that way I
would not have had the kids so close together.”
Adriana
Adriana came to North Carolina from Michoacán, Mexico when she was
19 years old to join her husband who had already been living here for a
year. “My husband came [to NC] and later said that I had to come here.”
Not long after arriving in the United States, she became pregnant.
Adriana felt unprepared for this change since she was a new immigrant, didn’t know her surroundings and had little information
about sex and pregnancy.
“I didn’t know how to protect myself [from getting pregnant], how the child would be born. I didn’t know any of
that because …well, let’s just say that I didn’t know that I
would get it [menstruation] every month because my mom
never told me…When it happened, I was scared.”
After the birth of her first child, Adriana became pregnant again
within two months. A combination of the language barrier and
lack of knowledge about her own body inhibited her from getting
information about family planning at the hospital when she had
her baby.
“Since the woman who had translated for me didn’t speak Spanish
very well, I didn’t understand what she told me. I also didn’t know
that I had to protect myself [from pregnancy].”
Women immigrate to North Carolina from all over Latin America for
many reasons, including economic hardship in their own country, to
meet up with a husband or family member who is already living in
the United States or for educational opportunities for their children.
Instead of the American dream, many encounter poverty, isolation and
lack of support.
Planning our families
Latinas have just as much of a desire to limit and space pregnancies as any other women
do. Many of the very reasons that make it difficult to raise a child — poverty, lack of support from a partner, lack of access to health insurance and health care — also make it difficult for Latinas to control their fertility. Latinas’ high birth rate compared to other ethnic
groups can also be explained by a lack of access to complete information and resources,
gender roles and cultural norms.
Obtaining reproductive services is difficult because in many Latina families, talking about
these topics is not encouraged. Many of the Latinas who immigrate to North Carolina come
from very conservative and rural areas of their countries. Many arrive with little information
related to their reproductive health and wish they knew more. And just like women from
many cultures, Latinas often carry the burden of responsibility, as well as blame, when it
comes to controlling their fertility.
Introduction
Making decisions about reproductive health involves having information, access and choice.
For many women, unfortunately, these concepts are not part of their everyday reality. Our
Voices, Our Health: Latinas Share their Stories grew out of Ipas’s efforts to promote the sexual and reproductive rights of Latinas in North Carolina, including: the right to information
and education; the right to health care and health protection; the right to decide whether
or when to have children and have the information and means to do so. Our Voices, Our
Health: Latinas Share their Stories illustrates the realities that make it challenging for Latinas to exercise these rights.
In 2005, Ipas published The Sexual and Reproductive Health of Latinas in North Carolina: A
Five County Needs Assessment which documented the ways Latinas care for their reproductive health and the barriers they face, from the perspective of health-care providers, staff of
community organizations and health educators. Our Voices, Our Health: Latinas Share their
Stories completes the picture by presenting the real-life experiences of Latinas.
The voices we hear are from Mexican and Central American women who responded to
flyers that were posted or handed out at clinics, community health centers and communitybased organizations. As immigrants, they face many barriers: lack of transportation, lack of
health insurance, language barriers and isolation. As women from Latin America, they also
face the barriers created by culturally-based gender roles, societal expectations and taboos
that make it harder to discuss reproductive health-related issues, and encourage feelings of
guilt and blame.
The women who gave us the privilege to listen to their stories provide a glimpse into the
complexities Latinas face in making reproductive health-care decisions. Four major themes
are highlighted in this publication: family planning, difficult decisions, coping with depression and isolation, and confronting domestic violence. We hope it provides a better understanding of Latinas’ lives and helps promote the implementation of culturally sensitive
programs that provide Latinas the right to reproductive health decisionmaking.
The names of the women in the following stories have been changed, and the
women in the photographs are models who agreed to appear in this publication.
The photographs are for illustrative purposes only; they do not imply any
particular behaviors or actions on the part of the models themselves.
Our Voices, Our Health:
Latinas Share their Stories
Tania Connaughton-Espino
Sara Gómez
Ipas works globally to increase women’s ability to exercise their sexual and reproductive
rights and to reduce abortion-related deaths and injuries. We seek to expand the availability, quality and sustainability of abortion and related reproductive health services, as well
as to improve the enabling environment. Ipas believes that no woman should have to risk
her life or health because she lacks safe reproductive health choices.
Ipas is a registered 501(c)(3) nonprofit organization. All contributions to Ipas are tax
deductible to the full extent allowed by law.
For more information or to donate to Ipas:
Ipas • P.O. Box 5027 • Chapel Hill, NC 27514 USA
1.919.967.7052 • ipas@ipas.org • www.ipas.org
©2008 Ipas.
Catalog Number: voices-x08
ISBN: 1-933095-24-5
Suggested citation: Connaughton-Espino, Tania, and Sara Gómez. 2008. Our voices, our
health: Latinas share their stories. Chapel Hill, Ipas.
Graphic Design: Andrea Goetschius
Photographs: Sara Gómez
Editor: Jennifer Daw Holloway
Translation: Lisette Silva
Produced in the United States of America.
Our Voices, Our Health:
Latinas Share their Stories