1. INTRODUccIóN: ASIRIOS EN EL MEDIO ÉUFRATES

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1. INTRODUccIóN: ASIRIOS EN EL MEDIO ÉUFRATES
Edita:
Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio (PAMES-UDC) y Sociedade Luso-Galega de Estudos
Mesopotámicos
Colección:
Cuadernos Mesopotámicos nº 5
Directores:
Pascal Butterlin (Université Paris I)
Juan-Luis Montero Fenollós (Universidade da Coruña)
Diseño y maquetación:
Estudio 108
Portada:
Cuenco carenado medioasirio de Tell Qabr Abu al-‘Atiq. Fotografía de Eloy Taboada
ISBN: 978-84-606-5543-5
Depósito legal: C 140-2015
© Los autores
Ferrol (A Coruña), enero 2015
ASIRIOS EN EL MEDIO ÉUFRATES
La cerámica medioasiria de Tell Qabr Abu al-‘Atiq
en su contexto histórico-arqueológico
Juan-Luis Montero Fenollós
con la colaboración de
Francisco Caramelo, Ignacio Márquez Rowe y Jorge Sanjurjo Sánchez
Ferrol, 2015
Índice
1. Introducción: asirios en el Medio Éufrates ..........................................................................7
Juan-Luis Montero Fenollós
2. Contexto geográfico: Khanuqa y el Medio Éufrates ..........................................................8
Juan-Luis Montero Fenollós
3. Contexto arqueológico ............................................................................................................10
Juan-Luis Montero Fenollós
3.1. Khanuqa y su región: la ocupación humana ...............................................................................10
3.2. Asirios en el Medio Éufrates ......................................................................................................12
3.2.1. La región de la presa de Tišrin
3.2.2. Del lago al-Asad a la desembocadura del Balikh
3.2.3. La región entre Deir ez-Zor y Abu Kemal
4. Contexto histórico. La presencia medioasiria en el Éufrates Medio: la construcción
de una frontera ..............................................................................................................................15
Francisco Caramelo
4.1. Una nueva organización geopolítica ...........................................................................................15
4.2. Un nuevo paradigma ideológico ................................................................................................16
4.3. El territorio y la frontera: eje estructurante en la ideología real .................................................19
4.4. La frontera del Éufrates ..............................................................................................................21
4.5. La expansión y la organización del imperio ..............................................................................23
5. Tell Qabr Abu al-‘Atiq II: ocupación y cerámica del período medioasirio
Juan-Luis Montero Fenollós
5.1. Descripción del yacimiento ........................................................................................................24
5.2. Trabajos e investigaciones precedentes: Khanuqa y Tell Qabr Abu al-‘Atiq ..............................26
5.3. Investigaciones del Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio .............................................29
5.3.1. Campaña de 2008
5.3.2. Campaña de 2009
5.3.3. Campaña de 2010
5.3.4. El edificio medioasirio: balance de tres campañas arqueológicas
5.4. La cerámica “administrativa” medioasiria: estudio preliminar ..................................................35
5.4.1. Sala 1 (UE.110)
5.4.2. Sala 3 (UE.127)
5.4.3. Sala 4 (UE.127)
5.4.4. Clasificación tipológica: un primer ensayo
5
5.5. Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fase II): datación a la luz de los datos radiocarbónicos, arqueológicos
y textuales .........................................................................................................................................48
Juan-Luis Montero Fenollós, Jorge Sanjurjo Sánchez e Ignacio Márquez Rowe
5.5.1. Datación absoluta
5.5.2. Datación relativa de la cerámica
5.5.3. Datación de las tablillas cuneiformes
5.5.4. Comparación de datos
5.5.5. Conclusión: propuesta de datación
6. Conclusiones ..............................................................................................................................57
Juan-Luis Montero Fenollós
7. Bibliografía ................................................................................................................................60
8. Documentación gráfica: planos, dibujos y fotografías......................................................67
Ana Bermejo
Francisco Bescós
Eva Celdrán
Ana García
Patricia Mora
Víctor Rivera
Eloy Taboada
Jon Uranga
6
1. Introducción: asirios en el Medio Éufrates
El Bronce Reciente es desde el punto de vista histórico un período de gran complejidad en el área
sirio-mesopotámica, ya que la región se convertirá en la arena en la que entrarán en conflicto una
serie de estados pujantes. Egipcios, mitannios, hititas, asirios y kasitas se disputarán su control
territorial y político. Es la llamada era de los internacionalismos. Este nuevo período (1340-1180
a.C.), denominado Q en el Atlas of Preclassical Upper Mesopotamia1, está marcado, en particular
durante el siglo XIII a.C., por la fuerte rivalidad entre los monarcas de Hattuša y Aššur con motivo
del control de la arteria vital que conformaba el valle del Éufrates a su paso por la actual Siria.
El desarrollo que, en los últimos cuarenta años, ha conocido la investigación arqueológica
en el valle medio del Éufrates ha contribuido a mejorar nuestro conocimiento sobre la Edad del
Bronce. Tanto la puesta en marcha de dos campañas internacionales de salvamento, con motivo
de la construcción de las presas de Tabqa y de Tišrin, como la realización de varias prospecciones
han aportado nuevos datos para avanzar en el estudio del Bronce Reciente en la región. A día
de hoy, falta, sin embargo, un estudio de síntesis de estos hallazgos arqueológicos, donde se haya
intentado poner en relación dichos restos materiales con la problemática histórica que conoció la
zona en los últimos siglos del II milenio a.C.2. Se trata de una época en la que Siria estará bajo el
dominio de reinos indígenas, como los de Ugarit o Mitanni, que rivalizarán territorialmente con otras
potencias extranjeras emergentes, caso de hititas, asirios y kasitas. Esta rivalidad territorial se hará
especialmente manifiesta a lo largo del siglo XIII a.C. en el valle del Éufrates sirio.
Dentro de este complejo proceso de expansión territorial, se hace difícil establecer las fronteras
precisas (si es que las hubo en algún momento) entre las potencias litigantes de la época. Resulta
complicado reconstruir los límites fronterizos, esto es, hasta donde llegaban el dominio territorial y
la autoridad política de los distintos estados “internacionales” asentados en la cuenca del Éufrates.
Sólo el estudio comparativo de la documentación cuneiforme y arqueológica puede arrojar alguna
luz sobre cuál era la esfera de influencia de los distintos imperios. Dada la fuerte simbiosis cultural
que conocerán algunas zonas del Medio Éufrates sirio, tenemos que evitar el error de simplificar la
cuestión. Un buen ejemplo es el caso de la ciudad de Emar, donde los textos revelan una población
de habla semítica, por un lado, y la arqueología descubre una cultura material de carácter local con
algunas influencias de origen mesopotámico y una arquitectura de procedencia anatólica, por otro. Y,
todo ello, bajo el control político de un virrey hitita con sede en la ciudad de Karkemiš, en la actual
frontera sirio-turca3.
La época medioasiria es bien conocida en los valles de los ríos Balikh (en Tell Sabi Abyad,
Tell Khuera, Khirbet eš-Šenef, etc.)4 y Khabur (en Tell Šeikh Hamad, Tell Barri, Tell Taban, Tell
el-Hamidiye, Tell Fekheriye, etc.)5, en Siria. Por el contrario, la presencia de los asirios en el valle
medio del río Éufrates, mencionada en varias inscripciones cuneiformes por los reyes Adad-nirari
I, Salamanasar I y Tukulti-Ninurta I6, está apenas avalada por la arqueología. La documentación
arqueológica sobre la expansión del imperio medioasirio en el valle del Éufrates es aún fragmentaria
y, en gran medida, incompleta. Entre otros aspectos, llama la atención la laguna existente entre los
hallazgos localizados en la zona de Tišrin7, en el norte, y en la región de Mari, en el sur. Resulta
1 Anastasio et al. 2004, p. 18.
2 Un tímido intento de síntesis fue realizado por Akkermans y Schwartz 2003, pp. 327-359 en su obra sobre
arqueología de Siria. Otro ensayo es el de Venturi 2007, pp.23-119.
3 Akkermans y Schwartz 2003, p. 346 y Margueron 1980, p. 312.
4 Bartl 1990, pp. 10-32; Akkermans 2006, pp. 201-211; Orthmann et al., 1995, pp. 185ss.
5 Kühne 1997, pp. 25-26; Pecorella 1990, pp. 259-275; Pecorella ed. 1998, pp.135ss.; Eichler, Wäfler y Warburtom
1990, pp. 251-255; Numoto y Ohnuma 2003-2004, pp. 18-20.
6 Grayson 1987, A.0.76.3: 41; A.0.77.1: 85 y A.0.78.23: 29.
7 Una síntesis sobre la presencia asiria durante el Bronce Reciente e inicios de la Edad del Hierro en la región del
pantano de Tišrin puede verse en Tenu 2006, pp. 167-173.
7
extraño que en el sector eufrático situado entre la presa de Tabqa y la ciudad de Deir ez-Zor no se tenga
constancia arqueológica de la presencia medioasiria, a pesar de las prospecciones y excavaciones
realizadas en yacimientos del Bronce Reciente como Tell Tadayain y Tell Bi’a8.
Los recientes trabajos de prospección y de excavación realizados por el equipo del Proyecto
Arqueológico Medio Éufrates Sirio (PAMES) en la garganta de Khanuqa han proporcionado
importantes novedades sobre la expansión territorial medioasiria en el valle medio del Éufrates9
(fig. 1). Las tres campañas de excavación en Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fig. 2), realizadas entre 2008 y
2010, han abierto nuevas perspectivas sobre el estudio de la frontera occidental del imperio asirio y
su cultura material durante el Bronce Reciente II10.
El sistema imperial medioasirio estaba orientado a ejercer un control directo del territorio, mediante
una reorganización del modelo de asentamiento y la exportación de un nuevo tipo de cultura. Asiria
imponía en los lugares conquistados una cultura material única, esto es, una “cultura de imperio”.
Este es el caso de la denominada cerámica “administrativa” medioasiria (también llamada cerámica
“oficial” o “estándar”). Esta cerámica es el resultado de una producción en masa estandarizada, por
lo que su principal característica es, obviamente, su gran homogeneidad formal y tecnológica11. Esta
actividad alfarera fue bien sistematizada a partir de los hallazgos del edificio P de Tell Šeikh Hamad,
en el valle del Khabur12. Se trata de una cerámica caracterizada por una manufactura poco cuidada,
consecuencia directa de su rápida fabricación, y una tipología estandarizada. Los análisis químicos
realizados a la cerámica de la antigua Dur Katlimmu demuestran que la arcilla utilizada era local y
que, por tanto, no era una cerámica importada13. Dada la gran uniformidad de la cerámica “oficial”
medioasiria, es posible pensar que artesanos de Aššur fueron enviados a las provincias para producir
esta “cultura de imperio”.
Debido a la relevancia histórica de los hallazgos realizados por el equipo sirio-español entre 2008
y 2010 en la excavación de la fase de ocupación del Bronce Reciente presente en la colina principal de
Tell Qabr Abu al-‘Atiq, nos ha parecido oportuno realizar la presente publicación preliminar sobre la
cerámica “administrativa” medioasiria de este enclave eufrático14. El objetivo es poner a disposición
de los investigadores una documentación arqueológica inédita sobre la expansión occidental del
imperio medioasirio, en la sección meridional del Medio Éufrates, antes de su publicación definitiva
dentro de las memorias científicas del proyecto15.
2. Contexto geográfico: Khanuqa y el Medio Éufrates
Tanto la naturaleza geológica de la colada de basalto, que dio origen a la garganta de Khanuqa y a
su paisaje agreste, como el carácter imponente de las murallas de piedra de las fortalezas bizantinas
de Halabiya y Zalabiya, fueron los principales aspectos que atrajeron la atención de los primeros
viajeros y exploradores europeos que visitaron esta zona del valle medio del Éufrates. Pese a las
8 Kohlmeyer 1984, p. 112; Kohlmeyer 2012, p. 396.
9 Montero, Márquez y Caramelo 2008.
10 La presencia de cerámica medioasiria en este enclave ya fue indicada por Einwag, Kohlmeyer y Otto 1995,
p. 102.
11 Pfälzner 2007, pp. 250-254 y 258.
12 Pfälzner 1995.
13 Pfälzner 1997, p. 339.
14 Un primer estudio de este material fue presentado por Miguel Valério como tesis de máster en la Universidade
Nova de Lisboa, en 2011, bajo el título A presença meso-assíria no Médio Eufrates: o contributo da cerâmica de Tall
Qabr Abu al-‘Atiq (Deir ez-Zor, Siria).
15 Está prevista la publicación de una monografía de carácter interdisciplinar sobre los niveles del Bronce Antiguo
y Bronce Reciente de Tell Qabr Abu al-‘Atiq en Memorias del Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio, volumen
III.
8
confusiones iniciales, hoy el uso del topónimo árabe Khanuqa está reservado a la garganta en sentido
estricto, es decir, al estrangulamiento que sufre el río al atravesar la meseta de basalto volcánico a
la que la población local denomina Qleb al-Hemma aš-Šamiah, a la situada al oeste del Éufrates, y
Qleb al-Hemma al-Yazira, a la situada al este del río. Al-Hemma en árabe significa “lava volcánica”.
La garganta de Khanuqa, localizada en la sección meridional del Medio Éufrates sirio16 (provincia
de Deir ez-Zor), constituye un impresionante accidente geológico definido por dos plataformas de
basalto que son consecuencia del vulcanismo del Cenozoico reciente17 (fig. 3). La dureza de esta roca
volcánica ha dado lugar a que el valle del río Éufrates se haga más angosto a su paso por la zona. La
llanura aluvial por la que discurre el Éufrates presenta, como media, una anchura de 8 km, lo que
permite la formación de meandros y la existencia de un trazado sinuoso en el lecho del río18. Por el
contrario, la garganta de Khanuqa constituye un lugar singular, toda vez que las aguas del Éufrates,
estranguladas y encajadas entre dos masas basálticas, siguen un recorrido, sino fijo, poco variable.
De hecho, el topónimo Khanuqa es un sustantivo árabe que significa “estrangulador”. Este accidente
geográfico constituía por sí mismo un factor de diferenciación territorial.
En la Antigüedad preclásica, las fronteras eran elementos un tanto difusos. Correspondían
esencialmente a zonas de transición, de carácter flexible y variable, entre entidades políticas diferentes.
Con el objetivo de hacer reconocible una frontera, era habitual que esta estuviera materializada por
una serie de hitos. Estos podían ser de tipo artificial o natural. Entre los del primer tipo, el más común
era la estela de piedra conmemorativa, que era colocada en la frontera por orden del rey. La estela,
que porta su nombre y su efigie grabados sobre ella, actuaba como un sustituto de su presencia, es
decir, simbolizaba la dominación política que este ejercía sobre ese territorio. La frontera permanecía
“anclada” a esa estela19. Entre los hitos naturales, uno de los más frecuentes era el concepto de
“puerta”, esto es, canales de comunicación de fácil control, que servían de acceso a otros estados.
Estas “puertas” actuaban como una especie de filtro frente a las posibles amenazas que pudieran
llegar desde el exterior. Éste es el caso de la garganta de Khanuqa.
Las características geomorfológicas de la región hacen de ella una zona de valor desde el punto
de vista geoestratégico, ya que posibilitaba el dominio visual del valle y, por tanto, el control efectivo
del tráfico fluvial. Este marco geográfico excepcional, que de forma incomprensible había quedado
marginado por la investigación arqueológica, explica la existencia de una ocupación humana en la
región desde la Prehistoria. Los yacimientos arqueológicos se localizan, sobre todo, en la entrada y
la salida de Khanuqa.
El peso geoestratégico de la garganta es visible en la implantación de sistemas defensivos a uno
y otro lado del río. Una buena muestra son las fortalezas bizantinas de Halabiya (antigua Zenobia) y
Zalabiya. Pero este control militar de ambas riberas del Éufrates a su paso por Khanuqa se remonta,
a la luz de los nuevos datos arqueológicos, a tiempos preclásicos. La razón es clara. La garganta de
Khanuqa constituía una frontera natural excepcional, que funcionó como frontera política y territorial.
Su control era, por tanto, vital para los reinos e imperios sirio-mesopotámicos.
Las gargantas de Khanuqa, al norte, y de Baghuz, al sur, actuaron como fronteras geopolíticas,
que delimitaban una base territorial, y como puntos eficaces en el control de la circulación fluvial (de
pueblos, de ejércitos y de materias primas). Ambos accidentes funcionaron respectivamente como
los límites septentrional y meridional (lugares de contacto y de conflicto) del reino de Mari desde el
III milenio a.C.20.
La importancia de Khanuqa residía también en el hecho de que esta garganta formaba parte
16 Para una definición de Medio Éufrates y sus diferentes secciones véase Margueron et al. 2014, pp.5-6.
17 Sobre la datación y la naturaleza de la plataforma de basalto de Halabiya-Zalabiya véase Demir, T. et al. 2007.
18 Sanlaville y Besançon 1981, p. 8.
19 Liverani 2003, p. 66.
20 Margueron 2006, pp. 309-320.
9
de un complejo sistema de infraestructuras hidráulicas, que sirvió para organizar y articular las
regiones circundantes. La existencia de un canal de navegación, llamado nahr Semíramis (fig. 4),
que conectaba el Éufrates (a la salida de la garganta) con el Khabur, transformó Khanuqa no sólo en
una puerta de entrada y de salida, sino también en una pieza clave en el sistema de comunicaciones
que estructuraba el territorio de la región. La cohesión que tuvo la unidad territorial del Éufrates
Medio meridional (de 180 km de longitud aproximadamente), delimitada entre Khanuqa y Baghuz,
durante la época del reino de Mari se debió en gran medida al sistema de canales de navegación, que
conectaba la capital mariota con el sureste de Anatolia y la Siria del norte.
A lo largo del siglo XIII a.C., los reyes de Aššur pusieron en marcha un programa político de
expansión territorial hacia occidente, que les llevó a colonizar con enclaves de distinta envergadura
la región situada entre el Khabur y el Balikh. La siguiente etapa era, sin duda, la conquista del valle
medio del Éufrates, donde estaban progresando peligrosamente para los intereses de Asiria otras
potencias de la época, hititas y kasitas. En este contexto histórico, es evidente que la conquista de la
garganta de Khanuqa adquirió especial protagonismo, por su valor geoestratégico para el dominio
efectivo de la región. La fundación de la fortaleza de Tell Qabr Abu al-‘Atiq fue pensada por los
asirios con una doble función: como un puesto avanzado para su progreso territorial hacia el oeste y
como una barrera al avance hitita y kasita en la zona.
En resumen, Khanuqa fue un lugar donde la geografía contribuyó a condicionar la historia
desde los tiempos preclásicos. Esta garganta fue un factor de estructuración, que desempeñó su
función de frontera natural y política dentro de un sistema de organización coherente del territorio
en el valle del Medio Éufrates meridional. Tell Qabr Abu al-‘Atiq es un excelente ejemplo para el
Bronce Antiguo (Mari ciudad II) y el Bronce Reciente (período medioasirio)21.
3. Contexto arqueológico
3.1. Khanuqa y su región: la ocupación humana
Entre los años 2005 y 2009 la misión arqueológica sirio-española en Deir ez-Zor llevó a cabo una
prospección arqueológica en la garganta de Khanuqa y su área circundante22. Los resultados obtenidos
muestran que la región de la garganta (en particular en la entrada y en la salida de la misma) fue
habitada y controlada por el hombre a lo largo de diferentes fases históricas durante el período
preclásico, contrariamente a lo que se creía. Siete yacimientos (cuatro en la ribera izquierda y tres en
la ribera derecha) fueron documentados por nuestro equipo (fig. 2). Esta lista se debe completar con
las fortalezas bizantinas de Halabiya y Zalabiya, la capilla de idéntica datación de Wadi Abu Šams y
el canal llamado Semíramis, una infraestructura hidráulica de difícil datación.
La prospección de la región de Khanuqa realizada por la misión sirio-española corroboró el
interés histórico y arqueológico de este sector del Medio Eufrates sirio durante los períodos preclásico,
clásico e islámico. Khanuqa estuvo habitada y controlada por el hombre en distintas fases históricas
desde mediados del V milenio a.C., esto es, entre el período de Obeid y la dominación islámica.
Esta larga continuidad del hábitat muestra bien la importancia geopolítica y económica de la región
prospectada. Nuestro conocimiento sobre la ocupación de la garganta se ha visto completado por los
trabajos realizados por otras misiones arqueológicas en la región, que han demostrado que el hombre
habitó la zona desde el Paleolítico Medio.
En 2011, un equipo sirio realizó una prospección en la meseta basáltica de Halabiya, en la
ribera derecha, conocida en árabe como Qleb al-Hemma, donde han sido identificados una treintena
de estaciones y yacimientos, a datar entre el Paleolítico y el período contemporáneo23. Por último,
21 Montero Fenollós 2014, pp. 231-245.
22 Montero Fenollós et al. 2006, pp. 109-126; Montero Fenollós 2009, pp. 123-146.
23 al-Maqdissi e Ishaq, en prensa.
10
debemos hacer referencia a tres misiones más en la zona: la sirio-francesa en Halabiya-Zenobia
(2006-2010)24, la sirio-británica en Zalabiya (2010)25, y la sirio-francesa en la muralla oriental de
Halabiya (2011). Estos cuatro proyectos, actualmente paralizados por la guerra que vive Siria,
están encuadrados en el programa de salvamento lanzado por la Dirección General de Museos y
Antigüedades de Damasco con motivo del proyecto de construcción de la presa de Halabiya, que
dará lugar a un lago artificial que anegará o afectará a toda una serie de sitios arqueológicos del
entorno de la garganta de Khanuqa (fig. 5).
A continuación, presentamos una tabla recapitulativa de los principales yacimientos de la región
de Khanuqa26:
Sitio / Período
Qabr Abu al-‘Atiq
RI
Obeid
Uruk
Bronce
Antiguo
Bronce
Medio
Bronce
Reciente
Hierro
RomanoBizantino
Islámico
?
Humeida
RI
Qsubi
RD
et-Tibni2
RD
Abu Fahd
RI
Ma’adan al-‘Atiq
RD
Abu Makiya
RI
?
Halabiya
RD
Zalabiya
RI
Wadi Abu Šams
RI
Qleb al-Hemma
RD
?
(RD = ribera derecha; RI = ribera izquierda).
El estado de conservación de los yacimientos estudiados por el proyecto sirio-español en
Khanuqa es desigual. Cuatro yacimientos (Tell Qsubi, Tell et-Tibni, Tell Humeida y Tell Abu Makiya)
se encuentran hoy invadidos en gran medida por cementerios islámicos modernos. Tell Abu Fahd,
por su parte, está ocupado por una aldea moderna, lo que hace difícil un proyecto de excavación
24 Bletry 2009.
25 Loosley 2011.
26 Kohlmeyer 1986, p. 54 afirma haber encontrado cerámica del período Uruk Reciente en Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
En nuestra prospección (2005-2007) tan solo hemos documentado un fragmento de cuenco con borde biselado (BRB)
típicamente urukeo en el límite septentrional del tell. Según la prospección realizada por un equipo finlandés, Tell
et-Tibni ha proporcionado cerámicas datables en el período de Uruk Reciente, Bronce Antiguo, Medio y Reciente y
Edad del Hierro (Lönnqvist et al. 2011, pp. 218-220).
11
arqueológica. Finalmente, los sitios de Tell Qabr Abu al-‘Atiq y Tell Ma’adan al-‘Atiq son los únicos
que no han sufrido el efecto destructivo de la actividad humana.
Por su contexto geográfico, Tell Qabr Abu al-‘Atiq, situado cerca de un antiguo meandro del
Éufrates y de la entrada de la garganta basáltica, nos parecía un lugar clave para estudiar desde el punto
de vista arqueológico los procesos de dominación del territorio y el concepto de frontera entre el III y
el II milenio a.C., en particular la frontera septentrional del reino de Mari y la frontera occidental del
imperio medioasirio. Las campañas de excavación se desarrollaron entre 2008 y 2010.
3.2. Asirios en el Medio Éufrates
Las evidencias materiales sobre la presencia medioasiria en el valle del Éufrates Medio son escasas.
Recientemente, Aline Tenu ha publicado una excelente síntesis sobre la expansión medioasiria vista
a través de la arqueología27. Para el caso del Éufrates, la autora nos presenta un mapa (fig. 6) con
los yacimientos que han proporcionado material medioasirio (cerámica o tablillas)28. En el valle del
Medio Éufrates sitúa de norte a sur los siguientes enclaves: Tell Šiukh Fauqani, Tell Ahmar, Yurn
el-Kabir, Meskene-Emar, Tell Fray, Tell Qabr Abu al-‘Atiq, Tell Hariri-Mari, Khirbet ed-Diniyeh y
‘Anat. Es necesario precisar que de todos ellos, solo Šiukh Fauqani, Meskene, Fray, Qabr y Hariri
han dado materiales medioasirios datados en el siglo XIII a.C. El resto de sitios son posteriores, ya
que fueron ocupados durante el reinado de Tiglat-Pileser I o incluso en períodos más tardíos (caso
de Yurn el-Kabir)29.
Con el objetivo de organizar la documentación arqueológica medioasiria hallada a lo largo
de los 675 km que el río Éufrates recorre a su paso por Siria, presentamos de forma breve los
principales yacimientos que, hasta la fecha, han aportado vestigios materiales (en particular cerámica
“administrativa”) atribuidos con seguridad al periodo medioasirio de los siglos XIII y XII a.C.
3.2.1. La región de la presa de Tišrin
Las excavaciones y prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en los años noventa del pasado
siglo en la zona del Medio Éufrates septentrional, con motivo de la construcción de la presa de Tišrin,
sacaron a la luz algunos restos de escasa entidad sobre la presencia medioasiria en la zona.
Los trabajos de un equipo franco-italiano en Tell Šiyukh Fauqani pusieron en evidencia un
sector del yacimiento con restos de un posible murete de adobe (no se descarta la hipótesis de que
sean adobes a la espera de ser colocados en un muro), pequeñas alineaciones de piedras y una curiosa
plataforma rectangular, formada por una hilada de piedras. Estos restos estaban recubiertos por un
nivel de erosión que contenía fragmentos de cerámica medioasiria30. A pesar de la ausencia de material
hallado in situ, se piensa que este lote cerámico, que incluye el tradicional repertorio “administrativo”
medioasirio, se puede asociar a una fase de ocupación del tell en la que se realizaron trabajos que
fueron abandonados antes de que ser finalizados. Esta construcción inconclusa fue datada entre los
últimos años del siglo XIII y 1170 a.C.
Aguas abajo, se encuentra el yacimiento de Tell Ahmar, antigua Til Barsip, donde en las campañas
de excavaciones de 2001 y 2002 se encontraron varios suelos o superficies que proporcionaron
diversas formas cerámicas y un cilindro-sello de tipología medioasiria, que probablemente pertenecen
al período de transición Bronce Reciente-Edad del Hierro31.
27 28 29 30 31 Tenu 2009, pp. 187-210.
Tenu 2009, p. 348.
En los siglos XI-X a.C.; Eidem y Ackermann 1999, p. 314.
Capet 2005, pp. 379-400.
Bunnens 2003, p. 41.
12
Trabajos de prospección en la zona de la presa de Tišrin sirvieron para documentar otros dos
yacimientos en los que había cerámica medioasiria. Son los casos de Tell Baddaya, al norte de Tell
Ahmar, y Sandaliya Maqbara, frente a Tell Bazi32. En la región de Yerablus-Karkemiš, se realizaron
tareas de prospección que han sido útiles para verificar la existencia de cuatro yacimientos datados
en el Bronce Reciente que, a falta de un estudio más detallado y dada su situación geográfica, parece
coherente vincular con el control hitita de la zona33. Finalmente, al norte de la frontera sirio-turca, se
encuentra el antiguo asentamiento de Cısırın Hüyük, un pequeño enclave del Bronce Reciente, cuya
cerámica ha sido identificada como medioasiria (ss. XIII-XII a.C.) por comparación con el material
de esta época hallado en el valle del Tigris34.
3.2.2. Del lago al-Asad a la desembocadura del Balikh
La intensa actividad arqueológica desarrollada durante los años setenta en el Medio Éufrates, con
motivo de la construcción de la presa de Tabqa, puso en evidencia la existencia de importantes
yacimientos pertenecientes al Bronce Reciente en esta zona35. Tell Munbaqat, Tell Hadidi, Meskene,
Tell Faqus y Tell Fray no han proporcionado muestras de cerámica “administrativa” medioasiria36.
Tanto Meskene, la antigua ciudad de Emar, como Tell Faqus y Tell Fray se encontraban bajo el
control político del virrey hitita con trono en la ciudad de Karkemiš. En ambos casos, la mayoría de la
cerámica hallada responde a una tradición siria local o a importaciones hititas características del siglo
XIII a.C.37 Política y culturalmente, se trata de un territorio marcado por la presencia de la frontera
del sureste del reino de los hititas en la región eufrática, el llamado país de Aštata38.
Aguas abajo, en Tell Bi’a, la antigua Tuttul, las excavaciones arqueológicas alemanas
certificaron, por un lado, que este lugar fue abandonado a finales del siglo XIV a.C. y, por otro, la
ausencia de vestigios arqueológicos medioasirios. Los investigadores no excluyen que los niveles
medioasirios hayan desaparecido completamente a causa de la erosión o bien hayan sido destruidos
por ocupaciones posteriores39. En el estado actual de la investigación, se produce una contradicción
entre la documentación arqueológica y la textual, ya que el contenido de dos textos de Dur Katlimmu
sugerieren que la ciudad de Tuttul estaba bajo control medioasirio40.
3.2.3. La región entre Deir ez-Zor y Abu Kemal
Entre 1982 y 1990, un equipo francés vinculado a la misión arqueológica de Mari efectuó una
prospección arqueológica en valle del Éufrates sirio a lo largo del sector del valle de 130 km,
situado entre la ciudad de Deir ez-Zor y la frontera con Iraq. Además de los ya conocidos de Terqa y
Mari, solo ocho yacimientos de los más de doscientos catalogados, presentan una ocupación cierta
durante el Bronce Reciente41. Estos yacimientos han suministrado tanto cerámica medioasiria como
kasita. La cerámica de tradición mediobabilónica o kasita tiene como forma más característica
32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 Einwag, Kohlmeyer y Otto 1995, p. 105.
Wilkinson 2007 p. 216 y p. 230.
Algaze et al. 1994, p. 18.
Anastasio et al. 2004, y Margueron ed. 1980, pp. 203-312.
Tenu 2009, p. 207, nota 2958.
Matthiae 1980, p. 4; Caubet 1982, p. 74.
Margueron 1982, p. 62.
Lyon 2000, p. 100.
Cancik-Kirschbaum 1996, p. 95 y p. 100.
Geyer y Monchambert dir. 2003, p. 115 y p. 259.
13
un tipo de vaso o cubilete con la parte inferior troncocónica y una base ligeramente anular42. En
algunos yacimientos, la presencia de ambas tradiciones cerámicas es clara. Así, por ejemplo, entre
el material recogido en Yebel Maštala destacan los cubiletes típicamente kasitas, así como un tipo
de vaso cónico con apéndice en la base típico del período medioasirio43. Una situación similar, la
convivencia de cerámica medioasiria y kasita en un mismo asentamiento, es observable también en
Abu Harbub 144.
Sobre la presencia medioasiria en la zona meridional del Medio Éufrates sirio cabe destacar, por
último, las excavaciones en la antigua Mari. Fue en el transcurso de la tercera campaña (1935-1936)
cuando André Parrot llevó a cabo la exhumación de casi ciento cincuenta tumbas agrupadas entre
los patios 106 y 131 del Gran Palacio Real de Zimri-Lim45. En total se excavaron casi cuatrocientas
tumbas en fosa y en tinaja simple y doble, que ofrecieron un ajuar funerario muy diverso de época
medioasiria (brazaletes y anillos de bronce, cuentas de cornalina y lapislázuli, vasos de cerámica
esmaltada, flechas de hierro, etc.), a fechar entre finales del XIV y comienzos del siglo XIII a.C.46.
Parrot interpretó este hallazgo como el cementerio de una pequeña guarnición militar asiria instalada
sobre las ruinas de la Mari de época amorrea, Paradójicamente, sólo once tumbas (el 3 % del total)
contenían armas, por lo que resulta difícil reconocer la composición esencialmente militar de esta
necrópolis, como afirmaba el excavador francés47. La presencia de material medioasirio en las tumbas
de Mari es indiscutible, sin embargo algunos estudios recientes consideran que hay que ser prudente
a la hora de atribuir el calificativo de asirio al cementerio, debido a la presencia de objetos (sobre todo
cerámicas) de tradición babilónica. Por esta razón, se ha planteado la hipótesis de la coexistencia de
población asiria y kasita en Mari durante el Bronce Reciente48.
En 1987, las excavaciones en el sector E de Mari pusieron en evidencia, por primera vez, una
zona de hábitat del Bronce Reciente II49. La importancia de este descubrimiento reside en el hecho
de que se trata de una prueba de la existencia de una verdadera ocupación de época medioasiria,
más que en la naturaleza modesta de la instalación. Se trata de tres espacios de planta rectangular,
incompletos, y delimitados por muros de adobe de mala calidad. La presencia de dos hornos de pan y
de una canalización que conduce a un pequeño pozo parece apuntar que se trata de una construcción
de carácter doméstico. La cerámica encontrada tiene paralelos en la fase medioasiria de la ciudad
de Dur Katlimmu, aunque también hay algunas formas del repertorio kasita50. Por el momento, esta
instalación constituye un hallazgo aislado, pero es probable que este hecho obedezca a la acción
destructora de la erosión en el reborde oriental del tell de Hariri donde se localiza el sector E de Mari.
Finalmente, cabe señalar que en el llamado Tell Hariri Sagir, situado junto a la muralla exterior
de Mari, se identificó una imponente masa de arcilla de 8 m de alto, que ha sido interpretada como
una construcción artificial o plataforma trapezoidal (de 50 m de lado) utilizada como base de una
fortaleza. La ausencia de material arqueológico no permite datar esta construcción. Sin embargo, a
modo de simple hipótesis, es factible pensar que se trata del basamento del enclave fortificado (¿un
dunnu?) que justificaría la implantación medioasiria en Tell Hariri-Mari51.
Aguas arriba, en Terqa y su área de influencia (caso de los yacimientos de Maštale y Marwaniye),
42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 Geyer y Monchambert dir. 2003, p. 9 y pl. 69: 890.
Geyer y Monchambert dir. 2003, p. 54 y pp. 175-176.
Geyer y Monchambert dir. 2003, p. 88.
Parrot 1937, pp. 81-84.
Mallet 1975, pp. 23-36; Jean-Marie 2004, pp. 532-535; Montero Fenollós 2004, pp. 11-13.
Margueron 2004, p. 533.
Tenu 2009, pp. 188-189; Pons y Gasche 1996, p. 289.
Margueron 1993, pp. 17-20; Margueron 2004, pp. 530ss.
Pons y Gasche 1996, pp. 287-298.
Margueron 2004, p. 536.
14
se documentaron cerámicas asignadas al horizonte cultural denominado “kasita tardío” (ss. XIII-XII
a.C.), así como una tablilla cuneiforme administrativa datada en tiempos del rey Kadašman-Enlil (II).
Esto hace pensar que la presencia kasita en el sector meridional del Medio Éufrates era el resultado
de un proyecto bien organizado, con una estructura administrativa controlada por el rey de Babilonia
o que reconocía la autoridad babilónica52.
4. Contexto histórico. La presencia medioasiria
Medio: la construcción de una frontera
en el
Éufrates
4.1. Una nueva organización geopolítica53
La afirmación de Asiria en el contexto internacional de Mesopotamia comenzó en el siglo XIV a.C.,
después de liberarse de Hanigalbat, saliendo así de una cierta oscuridad que caracterizó los siglos
anteriores54. El reinado de Aššur-uballiṭ I (c. 1363-1328 a.C.)55 marca de forma clara esa transición
cuyo eje decisivo consiste en la restauración de la independencia del país. Ese medio siglo asiste a la
construcción de un nuevo equilibrio geo-político en el que Asiria pasará, sobre todo en los reinados
de Adad-nirari I, Salmanasar I y Tukulti-Ninurta I, de estado vasallo a potencia dominante en la
región entre el Tigris y el Éufrates.
En el marco del llamado sistema Amarna56, Aššur-uballiṭ busca emerger como un interlocutor de
Egipto. La iniciativa diplomática, reflejada en las cartas de Amarna EA 15 y EA 1657, traduce, por un
lado, la confirmación de que Asiria es ya un estado libre de la soberanía de Mitanni y, por otro, que tiene
la intención de afirmarse en el contexto internacional. La primera carta tiene una índole exploratoria. El
rey asirio intenta ser reconocido como interlocutor y busca establecer un diálogo político directo con
Egipto. La segunda carta refleja ya un estadio más avanzado en las relaciones políticas entre los dos
reinos. Aššur-uballiṭ interpela al faraón como “gran rey” (šarru rabû) y se atribuye idéntico epíteto a
sí mismo. Este reconocimiento mutuo muestra evidentemente los intereses que Egipto y Asiria tenían
en común. Asiria tenía como objetivo estratégico la consolidación de su posición, la eventual anexión
de los territorios derivados del colapso de Mitanni y Egipto no desdeñaría ciertamente la posibilidad
de que el estado mesopotámico pudiera apoyarlo en un frente común contra Hatti.
En realidad, Hatti no fue ajeno al rápido declive de Mitanni, permitiendo la consiguiente
liberación y ascensión de Asiria58. Los hititas no tenían interés en la alianza estratégica entre Mitanni y
Egipto59. Suppiluliuma I (1344-1322 a.C.) concretizó, a lo largo de su reinado, una serie de conflictos
con Mitanni, conduciéndolo inexorablemente a su ocaso en la escena política internacional. En una
primera fase, Aššur-uballiṭ, sobre todo como espectador, se beneficiará de los vientos favorables que
le llegaban de ese conflicto, viendo como se aliviaba de la presión de su señor. No obstante, en un
segundo momento, como demuestra EA 15, el rey asirio parece sentirse lo suficientemente seguro
para entablar contactos directos con el faraón. Egipto, por otro lado, percatado del declive imparable
de su aliado en otros tempos, acepta a Aššur-uballiṭ como su nuevo interlocutor, reconociendo el
estatuto de “gran rey” que este ambicionaba. En adelante, Mitanni permanecerá aislado y moribundo
entre sus dos enemigos, que repartieron entre si su territorio.
52 Rouault 2009, pp. 133-139.
53 Este texto reproduce la problemática ya tratada en Caramelo 2011, pp. 33-50.
54 Sobre esa “edad oscura” hay muy poca información, exceptuando algunas inscripciones fragmentarias y ciertas
referencias epistolares. Masetti-Rouault 2001, p.53.
55 Harrak 1987, p.7 y Tenu 2009, p.323.
56 Cohen y Westbrook 2000, pp.1-12.
57 Moran 2004.
58 Harrak 1987, p.15.
59 La carta EA 17 es ilustrativa del acuerdo político y militar entre los dos estados contra el adversario común.
15
La decadencia do Mitanni lleva a un nuevo equilibrio político y militar pero la lógica estratégica
de las grandes potencias se mantendrá inalterable. En realidad, Egipto continuará interesado en un
aliado transeufrático y Asiria parece, en este enfoque diplomático (EA 15 y EA 16), empeñada en
establecer relaciones políticas con el faraón, anticipando posiblemente la futura animosidad de Hatti,
una vez que la potencia mesopotámica tendería a sustituir a Mitanni60 en el equilibrio geopolítico
emergente, disputando con los hititas el territorio del agonizante país. En el fondo, se invertirán los
papeles. En esta geometría variable, se anulan las alianzas de otrora y se urden nuevos entendimientos.
El enemigo de antes, Mitanni, se transfigura en nuevo aliado de los hititas.
El resultado de los ataques hititas a Mitanni fue un escenario de disputas dinásticas y un vacío
político61 que se volverían incómodos para Suppiluliuma. El tratado entre Šattiwaza y Suppiluliuma62
es testimonio de la intervención hitita en los asuntos internos de Mitanni, apoyando a uno de los
pretendientes al trono en Waššukanni. Refleja, sin embargo, la evidente desigualdad de estatuto político
entre ambos. Suppiluliuma se vanagloria de haber acogido al príncipe, hijo de Tušratta, huido de su
propio país, y de haberlo entronizado, restableciendo el orden y salvando Mitanni63.
En esta nueva arquitectura geopolítica, Aššur-uballiṭ pasó de monarca sumiso y de vasallo de
Hanigalbat a “gran rey”, con reconocimiento entre las potencias de su tiempo. El declive de Mitanni,
que resultó de la presión hitita, tuvo como consecuencia el establecimiento de nuevas alianzas políticas
y militares. Se observa un proceso de regeneración del equilibrio geopolítico, con una geometría
diferente de la que se conocía anteriormente. La lógica estratégica, a pesar de esa geometría variable,
permanece idéntica, pues Egipto continúa deseando y necesitando de un aliado transeufrático y
Asiria emerge, en la secuencia de la decadencia de la potencia hurrita, como un buen candidato para
esa posición. La aproximación estratégica entre Asiria y Egipto, iniciativa de mutuo interés, tendría
efectos lógicos en el otro eje del sistema. Hatti buscará ahora regenerar Mitanni, intentando que este,
bajo su soberanía, funcionase como estado-tampón y permitiese equilibrar la relación con Egipto.
Finalmente, Asiria desequilibrará el sistema al desarrollar un proceso expansionista que le llevará a
buscar nuevas áreas de exploración económica en occidente, en la región del Éufrates. Se beneficiará
de la desintegración del estado hurrita y entrará en choque directo con Hatti, convirtiéndose en una
gran potencia.
4.2. Un nuevo paradigma ideológico
Entre los siglos XIV y XIII a.C., lanzadas las bases de una nueva arquitectura geopolítica, Asiria
alterará su paradigma ideológico. Parece, no obstante, confirmarse la idea de que la asunción de
nuevos programas ideológicos está necesariamente vinculada a una realidad política que los justifica
mínimamente. Queremos decir con esto que nuevas titulaturas, epítetos reales o formulaciones
innovadoras no aparecen, en principio, se no tuvieran un mínimo de sustentación. En realidad, en este
período, se registra la concordancia entre este paradigma ideológico reciente y un nuevo horizonte
político. Una Asiria expansionista justifica un paradigma ideológico más ambicioso64.
60 Esa sustitución se vuelve muy clara en EA 16, cuando el soberano asirio recuerda al faraón que tiene un estatus
igual al del rey de Hanigalbat. La semántica y el criterio usado en la elección de los títulos reales tiene, por otro lado,
un obvio significado político. El rey asirio se ve a sí mismo y parece ser reconocido en el contexto internacional como
“gran rey” y “rey del país de Aššur”; además interpela al faraón como “hermano”. Todos los títulos tienen una lectura
en la lógica político-diplomática y tienen en principio, algún fundamento.
61 Bryce 2005, p.184.
62 Chavalas 2006, pp.241-244. Šattiwaza se casa con una de las hijas de Suppiluliuma, estrechando así los lazos
políticos entre ambos y legitimando la anunciada intervención hitita, destinada a entronizar al yerno.
63 Chavalas 2006, p.243.
64 El programa de conquistas y de anexiones territoriales desarrollado a partir de Aššur-uballiṭ dio consistencia
mínima al nuevo paradigma ideológico asirio.
16
La primera ruptura con el pasado reciente consistió en la evolución definitiva desde un paradigma
político caracterizado por la ciudad-estado a un paradigma de estado-territorial65. Es evidente que esto
no significa que el proceso histórico haya sido brusco o que la ciudad-estado no tuviese, ella también,
una base territorial. Lo que acontece es que en el caso de la ciudad-estado prevalecía una lógica
urbana, confinada a un espacio más circunscrito, y esa realidad condicionaba la matriz ideológica y
la identidad política de Asiria. La ciudad-estado como organización política tenía su territorio, sin
embargo, su dimensión limitada, su proximidad y el hecho de que aquel coincidiera en gran medida
con la propia ciudad determinaban la cosmovisión urbana. La relación del poder e incluso de la
divinidad protectora con la ciudad eran estructurantes y eso definía necesariamente la ideología real.
La evolución progresiva de ese paradigma de la ciudad-estado hacia el paradigma de estadoterritorial condujo a la producción de una renovada semántica política en el poder real asirio, que
en varios aspectos retomaba epítetos ya usados en épocas anteriores. Después de Aššur-uballiṭ y
sobre todo en el siglo XIII a.C., el expansionismo asirio y la agresividad casi programática que
caracterizarán a Asiria en ese período tuvieron consecuencias en el lenguaje del poder. Es en las
inscripciones reales, en particular las que corresponden a los reinados de Adad-nirari I, de Salmanasar
I y de Tukulti-Ninurta I, donde mejor podemos observar la pluralidad de títulos reales y las tendencias
ideológicas y programáticas. Interpretamos, esos títulos o epítetos en dos lógicas distintas. Podríamos
decir que la primera presenta una índole nacional. Títulos como ŠID dAššur, esto es, o vice-regente
de Aššur, o šakni Enlil, esto es, nombrado por Enlil, no siendo originales, tienen sobre todo una
lógica religiosa-nacional, una vez que asocian el ejercicio del poder y su legitimidad a divinidades
tutelares y centrales en la identidad fundacional de Asiria66.
La lógica nacional tiene, todavía, otros componentes igualmente relevantes en la construcción
de una identidad asiria de base territorial. En este sentido, encontramos títulos como PA (waklu),
inspector, y LUGAL en títulos compuestos como LUGAL KUR dAš-šur o MAN KUR aš-šur, es
decir, rey de Asiria. Podemos observar en estos últimos dos casos una asociación del poder real
(LUGAL y MAN) a un referente más territorial (KUR). El concepto de territorio, aquí el país de
Aššur, es decisivo en este análisis. Efectivamente, y no será por casualidad, Aššur-uballiṭ usa por
primera vez el título de LUGAL KUR dAš-šur (šar māt Aššur). Lo usa tanto en auto-referencias
para consumo interno, principalmente en la utilización de su propio sello, como en las misivas que
envía al faraón y que ya mencionamos. De forma un tanto variable, Asiria fue construyendo una
identidad enraizada en un territorio de referencia67 que lleva a Aššur-uballiṭ a reflejar ese sentido de
la territorialidad en la innovación que introduce en la titulatura real.
La configuración político-territorial de Asiria después de Aššur-uballiṭ y la consiguiente
dimensión ideológica que le subyace concretizan la importancia del territorio y de su expresión
supra-urbana en la construcción de una renovada identidad nacional. La percepción de un territorio
que ultrapasa el horizonte de la urbe, resultado del programa expansionista iniciado en el siglo XIV
a.C., altera necesariamente el sentido de esa identidad, ya no exclusivamente centrada en la ciudad.
Esa conciencia de una nueva territorialidad no podía dejar de tener consecuencias en la expresión
ideológica y en la semántica del poder. El epíteto que Aššur-uballiṭ usa al interpelar al faraón, šarru
rabû (“gran rey”), es posible porque aquel se siente justificado por sus conquistas y por el territorio
que administra. Los otros epítetos ya evocados reflejan esa conciencia y esa realidad supra-urbana.
La verdadera innovación introducida por Aššur-uballiṭ es, efectivamente, la referencia al “país de
Aššur” como una realidad supra-urbana, reflejando de esa forma un sentido de la territorialidad que es
decisivo en la conciencia de la identidad y en la afirmación del nuevo programa político e ideológico.
Los otros títulos se manifiestan de forma recurrente en Mesopotamia. No son títulos originales ni
65 Harrak 1987, pp.42-43; Postgate 1992, p.247.
66 Este tipo de epítetos no es original de este período. En realidad, ya los encontramos con Šamšî-Adad I, en un
contexto en que el estado tiene igualmente una dimensión territorial vasta.
67 La historiografia anglosajona llama a ese territorio de referencia “Assyria proper”; Postgate lo define como el
territorio correspondiente inicialmente al “triángulo asirio” en la región de Nínive; Postgate 1992, p. 251.
17
específicamente asirios. Diríamos que son títulos que definen una identidad mesopotámica, no
exclusivamente Asiria. Esa asunción de una identidad cultural y política supra-asiria, que, en este
contexto, los asirios asumen e interiorizan, refleja, como en otras ocasiones y de forma recurrente, la
legitimación de una intención, de un programa y de una acción política y militar.
La recurrencia de estos títulos es inherente a lo que podríamos definir como un realismo mínimo68.
Efectivamente, en el contexto que nos ocupa, observamos que la evocación de epítetos y de títulos
de horizonte supra-asirio y mesopotámico vuelven a verificarse en el reinado de Aššur-uballiṭ, en una
época en que Asiria, después de liberarse de su antiguo señor, Hanigalbat, adquiere una dinámica
expansionista. Esa dinámica de conquista conduce a una segunda lógica, que podríamos definir
como una lógica supranacional. El rey asirio asume títulos recurrentes y ya usados en contextos
anteriores que expresan una ambición de dominación universal. Destacan epítetos reales como “rey
da totalidad”, šar kiššati, y “rey de las cuatro regiones”, šar kibrât arba’i. Como ya afirmamos, no es
la primera vez que estos títulos son usados en Mesopotamia y tampoco será la última. La conquista
de Mesopotamia septentrional permitió justificar aquello que designamos por realismo mínimo.
En el contexto expansionista de los siglos XIV y XIII a.C., Asiria vence a Mitanni, la antigua
potencia soberana, y se anexiona buena parte de su territorio, en la Mesopotamia septentrional.
Más tarde, derrota la Babilonia kasita, en el sur, y se expande para occidente, dominando la Yazira,
hasta las riberas del Khabur, del Balikh y del Éufrates. Es en este contexto en el que el rey asirio
se siente legitimado no solo para codearse con los principales y más prestigiosos soberanos de la
época sino también para usar títulos ambiciosos y patrocinar la producción de inscripciones que nos
parecen contaminadas de irrealismo. Sin embargo, tanto la titulatura como las inscripciones deben
ser comprendidas e interpretadas desde el punto de vista de su hermenéutica interna. En este sentido,
suponen un registro de intencionalidad y una declaración programática, ambos fundamentados por la
tendencia expansionista y por las conquistas efectuadas.
Otro título traduce de forma muy clara la importancia de una nueva percepción de la territorialidad
en la visión política de los asirios. La expresión, en forma de perífrasis, “aquel que expande los
territorios y las fronteras”, mu-ra-piš mì-iṣ-ri ù ku-du-ri69, refiriéndose al rey asirio, ilustra ya no una
intención, ya no un programa, sino que supone un registro histórico, un enunciado que traduce algo
ya realizado y la recurrencia y continuidad de ese hecho70. Tanto miṣru como kudurru corresponden a
la idea de frontera71, de delimitación del territorio, que el rey asirio no reconoce porque la expectativa
que existe sobre él es la de extender esos límites, llevando más allá su dominio.
La formulación traduce, por consiguiente, la consciencia de un territorio que es variable e
inconstante y la intención de expandirlo, que es concomitante a la realeza asiria y a su matriz ideológica.
Asiria, en los siglos XIV y XIII a.C., busca la expansión territorial y el poder real adquiere una
característica imperialista. Esta evolución política e ideológica anticipa el cuadro que conoceremos
en el período neoasirio72. El paradigma del estado territorial conquista así una dimensión imperialista
y este último enunciado, “aquel que expande el territorio y la frontera”, de forma contracta, expresa
la nueva actitud en la ideología y en la práctica política asiria durante este período.
68 Liverani defiende en general, y no solo en el caso de las titulaturas, a propósito de la retórica que observamos
en las inscripciones y en los anales, que hay siempre una relación entre esta fraseología exacerbada y la realidad;
Liverani 2003, p.57.
69 Encontramos esta perífrasis, por ejemplo, en la inscripción dedicada a Adad-nirari I (A.0.76.1), Grayson 1987,
pp. 131-132.
70 La forma participial, en el sistema D, de rapāšu(m) expresa en este caso la idea de continuidad, asegurada por
el agente de la acción que es el rey.
71 El primer término, miṣru, parece traducir principalmente la idea de línea que separa dos espacios; kudurru traduce
el marco, la piedra usada para señalar una propiedad o una frontera. La amplitud semántica de miṣru nos lleva un
poco más lejos, toda vez que el término puede también significar territorio. En ese sentido, se traduce generalmente
la asociación de los términos como dos conceptos distintos, aunque paralelos, esto es, territorio y frontera.
72 Pollock y Bernbeck 2005, p.23.
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4.3. El territorio y la frontera: eje estructurante en la ideología real
La historiografía sobre el período medioasirio discute con frecuencia el concepto de imperio. Larsen73
sintetiza en un interesante artículo sobre la tradición de imperio en Mesopotamia las seis ocasiones
en que tradicionalmente se reconoce la experiencia imperial. El período entre 1350 y 1200 a.C.
corresponde, en opinión del autor, a una de esas ocasiones. Efectivamente, Asiria adquiere, durante
ese período, una nueva configuración territorial, y de estado sometido a Mitanni pasa a ser la potencia
transeufrática más importante, consolidando su núcleo territorial esencial en torno a la Mesopotamia
septentrional.
Como ya afirmamos atrás, el núcleo esencial de esta nueva configuración del territorio es el país
de Aššur, māt Aššur. La experiencia imperial de este período medioasirio es realizada a partir de este
núcleo territorial, esencial en la persistencia de una identidad asiria y en su conciencia enraizada
que permanecerá en épocas posteriores, particularmente en el período neoasirio. Sin embargo, la
identidad asiria y su conciencia no dependen solo de la apropiación de un territorio y del sentido
implícito de la territorialidad; la dimensión histórica es fundamental en el proceso de construcción
y de afirmación de la identidad. En este sentido, las inscripciones reales ofrecen ejemplos de esa
conciencia histórica, que reflejan la apropiación y la sedimentación de la identidad asiria, acentuando
la continuidad y la permanencia.
Es el caso de la inscripción de Salmanasar I74, donde, a propósito del Ehursagkurkurra75, se recula
hasta el período paleoasirio para recordar que fue Ušpia quien lo edificó y que fue Šamšî-Adad I quien
lo restauró, muchos años después. La inscripción, que acentúa la relación entre Salmanasar I y los
reyes paleoasirios, presentándolos como sus ancestros76, busca justificar y legitimar la intervención
que el propio soberano medioasirio patrocinará sobre el templo. El tema central de la inscripción es
la intervención en el templo, que ya de por si se encuentra en el corazón de la identidad religiosa
asiria. El texto describe las obras realizadas pero añade, en el registro típicamente autobiográfico
que caracteriza este género literario, que Salmanasar I fue más lejos e hizo más que sus antepasados.
Estaba, no obstante, alcanzado el objetivo esencial, que consistía en establecer y reforzar la relación
directa entre el rey medioasirio y los soberanos del reino de la Alta Mesopotamia.
La segunda inscripción de Salmanasar I77 reincide sobre la misma idea. Esta vez, se trata de la
reconstrucción del templo de Ištar de Nínive. Šamšî-Adad I es de nuevo evocado, como el constructor
del templo; Aššur-uballiṭ I es también señalado, pero como el soberano que patrocinó su restauración,
siglos después. Ambos reyes son mencionados como antepasados78 de Salmanasar I.
Ambas inscripciones traducen la intención de construir y de preservar una identidad política y
cultural que pasa por la asociación con los soberanos del período paleoasirio, afirmando la memoria
y continuidad históricas. La evocación y la apropiación histórica de ese pasado lejano fundamentan
y contribuyen a la legitimación de este nuevo tiempo y de su vertiente expansionista. Si, por un lado,
verificamos que Asiria se esfuerza por conquistar nuevos espacios, extraños a su núcleo territorial
referencial (māt Aššur), por otro, no dejamos de observar en las inscripciones una constante y
recurrente indagación de un cierto sentido de identidad que sirve también para legitimar la conquista
de esos nuevos espacios y otro sentido de la territorialidad.
73 Larsen 1979, pp.75-103. Define imperio de esta forma: «I would suggest that an empire be defined as a
supernational system of political control, and such a system may have either a city-state or a territorial state as its
center» (Larsen 1979, p.91).
74 A.0.77.2. Grayson 1987, p.189.
75 Se trata del templo de Aššur, edificado en la ciudad de Aššur. 76 El término usado es abu, es decir, padre.
77 A.0.77.17. Grayson 1987, p.206.
78 En relación con Šamšî-Adad I, es usada una perífrasis: LUGAL a-lik pa-ni-ia. Podríamos traducir literalmente
por “el rey que caminó antes de mí”, pero el significado efectivo se refiere al “rey, mi antepasado”. Con Aššur-uballiṭ
I, es empleado el término abu, que ya habíamos encontrado antes.
19
Los nuevos territorios son frecuentemente descritos en las inscripciones reales como espacios
hostiles, presentando obstáculos naturales que dificultan la circulación y el paso. En una de esas
inscripciones79, alusiva a Salmanasar I, podemos leer lo siguiente: “ana KUR ha-ni-gal-bat DU-kuma ṭu-di šap-šá-qi né-re-be mar-ṣu-ti lu ap-te”. Proponemos la siguiente traducción: “Fui hasta el
país de Hanigalbat, dominé los caminos adversos y los accesos difíciles”. El otro, el país enemigo
es así entendido como un territorio casi inaccesible y que desafía el rey asirio, “heroicizado”80 en las
inscripciones. Someter esos nuevos y hostiles territorios forma parte de un proceso de domesticación
de la naturaleza hasta entonces indómita, cumpliéndose la misión civilizadora del rey asirio. Esta
es la interpretación y la visión que podemos observar en los registros literarios, las inscripciones y
los anales, que narran la conquista de esos nuevos territorios y la ampliación de las fronteras que
transforman el soberano asirio en un murappiš miṣri u kudurri, esto es, en “aquel que expande los
territorios y las fronteras”.
A la conquista sucede la integración en el orden asirio, aunque, las formas que el sistema
administrativo encontró para encuadrar los nuevos territorios presentan alguna versatilidad, que se
traduce en respuestas diferentes según los casos. Por otro lado, a pesar de la expansión territorial,
estos nuevos espacios no dejan de ser vistos como exteriores y excéntricos en relación con el núcleo
esencial de Asiria (māt Aššur). Una de las consecuencias de la conquista y de la expansión territorial
consiste en la expresión ideológica de un nuevo tipo de soberanía. Las inscripciones reales producidas
en este período expresan de forma muy asertiva una actitud de dominio absoluto y universal.
Después la narrativa de la conquista, realizada contra todas las adversidades y enfrentando todos
los enemigos, desde Mitanni a los hititas y a los ahlamu, Salmanasar I declara de forma categórica
su nueva soberanía: KUR.DIDLI-šu-nu a-bél81. Proponemos la siguiente traducción: “me convertí
en señor de todas las tierras”. Para el rey asirio, se trata indudablemente de un dominio universal,
característica fundamental de la soberanía en este período.
Tukulti-Ninurta I va aún más lejos en la expresión de esa soberanía universal. En una de las
inscripciones82 alusivas a su reinado, el soberano medioasirio reúne una constelación de títulos que
afirman esa soberanía: 1) [tukultī-dnin]-urta MAN KIŠ 2) [šarru dannu šar] KUR aš-šur 3) [šar
MAN].MEŠ EN EN.MEŠ 4) [šar kibrāt] ┌4(?)┐. Proponemos la siguiente traducción: “TukultiNinurta, rey del universo, rey poderoso, rey del país de Aššur, rey de reyes, señor de señores, rey
de las cuatro (regiones)”. La ideología real alcanza en este registro su exponente máximo. En este
plano ideológico, el rey es el señor de Asiria, del núcleo territorial que constituye su referencia
identitaria, no obstante, él es también el eje esencial de una soberanía universal. En esta formulación,
identificamos dos lógicas complementarias. Por un lado, una lógica territorial. El rey asirio conquista
y se convierte en señor de los nuevos territorios, dominando desde el país asirio hasta la totalidad
del mundo conocido. Hay, no obstante, una segunda lógica, que no choca con la primera. Se trata de
una lógica política. El rey asirio está en el vértice superior del triángulo del poder en una expresión
imperial. De forma superlativa, él es descrito como el rey de reyes y como señor de señores.
Esta nueva visión asiria del poder, que anticipa verdaderamente la realidad que reconoceremos de
forma más evidente algunos siglos más tarde, en el período neoasirio, manifiesta, por consiguiente, una
doble conciencia de la territorialidad. Se impone de forma estructurante una conciencia del espacio asirio
(māt Aššur), no obstante, emerge también una nueva percepción territorial, que deriva comprensiblemente
de la anexión y dominio sobre los nuevos territorios. Las titulaturas reales de los monarcas medioasirios
dejan percibir la coexistencia de esas dos percepciones de territorialidad. La primera, vinculada al
“país de Aššur”, acentúa el carácter nacional e “introspectivo” de Asiria; la segunda, expresión de las
conquistas territoriales, refleja el carácter dominador, inconstante y agresivo del país.
79 80 81 82 A.0.77.1. Grayson 1987, p.183.
Caramelo 2002, pp.85-92.
A.0.77.1. Grayson 1987, p.184.
A.0.78.3. Grayson 1987, p.241.
20
En las inscripciones reales, son frecuentes las referencias a las fronteras como límites más o
menos ambiguos83 del orden político asirio84. La enunciación de esas fronteras debe ser entendida
como una intención programática, no correspondiendo necesariamente a un control político y
territorial efectivo, material y permanente85. No solo el dominio político y militar sobre esas zonas
de contacto era flexible sino que el control sobre el territorio estaba condicionado por su naturaleza
geográfica. El dominio sobre las zonas de estepa, como la circulación de poblaciones nómadas, era
frecuentemente superficial.
Los textos son prolijos en enunciados, en ocasiones detallados, indicando los territorios
conquistados86 y haciendo la descripción geográfica, como la respectiva identificación política y
cultural. La narrativa traduce la apropiación ideológica y política del espacio, correspondiendo más
a una intención que a una realidad sustentada. El control territorial consiste en un dominio concreto
y efectivo do espacio, no obstante, ese dominio se revela frecuentemente difuso en lo que concierne
a sus límites y a sus fronteras. El espacio conquistado es descrito muchas veces como un espacio
difícil de atravesar y como un territorio indómito. El rey87 es significativamente descrito como ṣa-bit
KUR.KUR KÚR.MEŠ mu-re-piš mì-iṣ-ri, esto es, “aquel que conquista los territorios enemigos, el
que expande las fronteras2.
En otros contextos, se observa el uso de otro término para traducir el concepto de frontera, esto
es, pāṭu. Es el caso de Tukulti-Ninurta I88, que, en la inscripción, señala los límites de su poder justo
y legitimado por los dioses: a-di pa-[aṭ en laʾiri u pāṭ māt m]a-┌ka-an┐. Proponemos la siguiente
traducción: “hasta la frontera de Nairi y la frontera de Makan”. En un territorio tan vasto, estas
fronteras se presentan casi simbólicamente, como expresión de un dominio a pesar de todo algo
difuso. La noción de frontera debe ser, por consiguiente, considerada en este contexto histórico y
cultural. Estamos en las antípodas de una comprensión geométrica de este concepto. La frontera
corresponde esencialmente a una zona de transición, ciertamente difusa, entre dos entidades políticas
distintas. En este sentido, esta frontera consiste sobre todo en un espacio no cerrado y frecuentemente
de interacción cultural.
4.4. La frontera del Éufrates
Al oeste, el río Éufrates, en la secuencia de la hegemonía asiria alcanzada sobre el Khabur y el
Balikh, estará funcionando como una frontera natural y también simbólica. Siendo verdad que el río
83 En ocasiones, podían ser los elementos geográficos, principalmente los ríos, los que funcionaban como fronteras
entre las entidades político-administrativas. Es el caso del Éufrates, que, en las inscripciones reales de este período,
es recurrentemente mencionado como frontera.
84 Liverani sugiere la existencia de un equilibrio territorial y político, a pesar de la movilidad de las fronteras en
esta segunda mitad del II milenio a.C. (Liverani 2003, pp.81-87).
85 La cuestión de la frontera envuelve una dimensión semántica que no podemos ignorar. En inglés, se distingue
claramente entre “border”, “boundary” y “frontier”. Si el primer término parece apuntar sobre todo para una idea
de límite político y administrativo preciso, el segundo ya se revela más ambiguo, aunque también suponga esa
división entre entidades políticas, culturales o geográficas. El tercer término sugiere una zona de transición entre
dos entidades, que no están necesariamente en contacto directo (Parker 2002, p.6). Ver sobre esta cuestión el estudio
teórico de Prescott 1978, pp.13-32. Sagona, siguiendo a Prescott, establece tres conceptos fundamentales. Entiende
“boundary” como la línea que divide dos entidades políticas; “border” o “borderland” como el área contigua a esa
línea, de ambos lados; y “frontier” como una zona o territorio que se extiende más allá de esa línea o área y donde
se puede observar tanto el contacto y mezcla como el conflicto (Sagona 2004, p.15). En la realidad general que
conocemos en Mesopotamia, y particularmente en el caso del período medioasirio, este concepto de frontera, de
geometría variable, parece aplicarse bien.
86 Mencionados como KUR (mātu).
87 En este caso, es Tukulti-Ninurta I. A.0.78.2 en Grayson 1987, p. 240.
88 A.0.78.2. Grayson 1987, p. 240.
21
era sobre todo un factor de circulación y de comunicación, a lo largo de un eje longitudinal, constituía
también, en el plano latitudinal, un obstáculo y una frontera. Del punto de vista simbólico y mental, el
Éufrates se impone en esta época como un límite que, no siendo absoluto, confinaba los territorios de
las grandes potencias de la época. Mencionamos, de nuevo, el tratado entre Šattiwaza y Suppiluliuma
para ilustrar la importancia del Éufrates como frontera89. El río es recurrentemente mencionado como
la frontera entre Hatti y Mitanni, observándose constantes pillajes en las sus márgenes. Fue así entre
Hatti y Mitanni y se tornó así entre Hatti y Asiria, la nueva potencia transeufrática.
En el siglo XIII a.C., es probable que el Éufrates haya efectivamente funcionado como una
región de frontera, aunque no podemos estar seguros de su eficacia. En realidad, hasta hace poco
tiempo atrás, no había en la región del Medio Éufrates confirmación arqueológica de una frontera
efectiva, señalable a través de la existencia de sitios localizados en las riberas del río. La mayor parte
de los yacimientos arqueológicos identificados con una ocupación medioasiria se concentraban en
la región localizada entre el Khabur y el Balikh, que constituía el epicentro de la presencia asiria en
la Yazira. Sin embargo, los recientes trabajos del equipo sirio-español en Tell Qabr Abu al-ʽAtiq, en
la garganta de Khanuqa, confirman la idea de que, a pesar de los datos arqueológicos conocidos con
anterioridad, y en consonancia con las fuentes textuales, el Éufrates había funcionado, de facto, como
frontera occidental del imperio medioasirio.
Contrariamente al carácter lacónico de los dados de naturaleza arqueológica, las fuentes
textuales, en particular las inscripciones reales, son prolijas en referencias a la frontera del Éufrates90.
En una inscripción91 dedicada a Adad-nirari I, podemos leer: “a-di a-ah ÍD pu-ra-at-ti”. El enunciado,
“hasta los márgenes del Éufrates”, identifica uno de los límites del territorio controlado por el
monarca asirio. En otra inscripción92, más interesante, el rey Tukulti-Ninurta I se vanagloria de haber
atravesado el Éufrates y de haber hecho una incursión por las tierras controladas por Hatti, habiendo
capturado 28.800 enemigos, en una operación datada en el inicio de su reinado93. Podemos leer: “ištu e-ber-ti ÍD pu-rat-te as-su-ha-ma a-na la ŠÀ KUR-ia”. Proponemos la siguiente traducción: “los
conduje desde el otro lado94 del Éufrates hasta el interior de mi país.”. La formulación es interesante
porque presupone tres nociones distintas. Identifica el “otro lado del Éufrates” como el país enemigo,
el territorio donde el rey asirio vencerá a los hititas; refiere el “interior de mi país”, probablemente
queriendo aludir a māt Aššur, es decir, al “país de Aššur”; finalmente, y de forma subjetiva, identifica
el Éufrates como la frontera entre el imperio hitita y el imperio asirio.
Se entiende a través de la lectura de este enunciado que había conciencia de que el dominio asirio
sobre el territorio y su percepción de la territorialidad obedecen a una gradación, tanto en el plano
de la apropiación mental como en el plano de su control efectivo. Si el Éufrates constituía, por lo
menos de forma subjetiva, la frontera entre los dos imperios, la región transeufrática, y en particular
la Yazira, corresponden a dominio asirio. No obstante, la inscripción distingue subjetivamente entre
el dominio asirio y el “país de Aššur”, probablemente referido en este contexto como el “interior de
mi país”.
89 Chavalas 2006, pp. 241-244.
90 Los estudios efectuados sobre material de naturaleza epigráfica han prevalecido sobre los de tipo
arqueológico. Son los casos, entre otros, de Machinist 1982, centrado en el análisis de la administración
provincial mediosiria; de Harrak 1987, con su importante estudio sobre las relaciones entre Asiria y Hanigalbat,
en los ss. XIV y XIII a.C.; de Luciani 1999-2001, sobre la frontera asiria y el Medio Éufrates.
91 92 93 94 A.0.76.3. Grayson 1987, p. 136.
A.0.78.23. Grayson 1987, p. 272.
Freu 2003, p. 106.
El término ebertu(m) significa el otro lado o la otra orilla del río.
22
4.5. La expansión y organización del imperio
La expansión asiria en el s. XIII a.C. se estructura fundamentalmente en tres direcciones: a) norte y
noreste (Urartu); b) oeste y noroeste (regiones eufráticas); c) sur (Babilonia)95.Sin embargo, el eje
latitudinal, orientado a occidente, en dirección a la región del Éufrates, y en especial a los valles del
Balikh y del Khabur, se reveló estratégicamente preponderante en el proceso expansionista asirio
durante este período96. El concepto de imperio, con todas las reservas teóricas que su discusión puede
envolver, es aplicable a la época medioasiria97. Observamos en este contexto un sistema que busca
articular un centro con su periferia y que, de forma minimalista, es cierto, intenta organizar con una
lógica política, administrativa y socioeconómica los nuevos territorios, buscando así a integración
y la exploración económica dese espacio. La expansión asiria tiene obviamente una motivación
económica y sus límites en naturales inmediatos eran los valles de los ríos Balikh y Khabur, afluentes
del Éufrates. La localización geográfica de la capital, Aššur, situada en la ribera derecha del Tigris98,
favoreció e impulsó en la expansión asiria hacia occidente. La región que se extendía hasta el Khabur,
situado a 230 km aproximadamente al oeste de la capital, se transformaba así en el hinterland natural
de Aššur. Un territorio, el “país de Aššur”, con su centro instalado en la ribera occidental del río
Tigris, favorecía su expansión hacia el oeste, en dirección a las tierras irrigadas dos afluentes del
Éufrates99. Por otro lado, el valor económico de la región estaba incrementado por el hecho de que la
Yazira estuviera atravesada por rutas comerciales que conducían a Anatolia, a la costa mediterránea
y a Babilonia100.
La distancia considerable entre el centro político y administrativo del imperio y las regiones
agrícolas situadas al oeste constituía un problema. Era absolutamente necesario un sistema de
comunicaciones terrestres entre el centro y la periferia occidental. H. Kühne defiende la existencia
de una ruta que, atravesando la estepa, unía Aššur a Dur Katlimmu, argumentando diversos vestigios
arqueológicos para apoyar su tesis101. A pesar de las dudas que subsisten acerca de esta ruta, la verdad
es que era vital un sistema de comunicaciones terrestres capaz de estructurar y de articular el centro
político y administrativo del imperio con las regiones periféricas. No obstante, las fuentes textuales
son por el momento evasivas y poco han ayudado a la confirmación de esta hipótesis.
La conquista del territorio fue seguida del desplazamiento y de la emigración de las elites asirias,
dando origen a un proceso de colonización regional102. Lyon sugiere la hipótesis de que, en la zona del
Balikh, la instalación asiria estuvo antecedida por un fenómeno de progresivo abandono local103. Este
proceso alteró el modo de ocupación del territorio, en adelante menos disperso104, más concentrado en
sitios de menor dimensión. El dunnu, una especie de puesto administrativo y de gestión económica,
se convierte en el elemento estructurante de esa red asiria de apropiación y control del territorio.
Esta elite asiria valoriza a propiedad agraria. La posesión de tierra fue, además, instrumento
de una estrategia de afirmación del poder real por Aššur-uballiṭ I, en el s. XIV a.C. En esa época,
emerge una nueva categoría de propietarios, una nueva elite socio-económica, fenómeno que se debe
95 Machinist 1982, p. 13.
96 Luciani 1999-2001, p. 88.
97 Recordemos, una vez más, Larsen 1979, pp.75-103.
98 A contrario de otras capitales asirias, que se situaban en la ribera opuesta. Kühne 1995, p. 69 y Kühne 2000,
p. 272.
99 Se trata de una región donde la agricultura era viable al sur de la línea de los 200 mm de pluviosidad.
100 Lyon 2000, p. 91.
101 Kühne 1995, p. 71.
102 Maria Grazia Masetti-Rouault, en contrapartida, habla de la deportación de elites de proprietarios de tierras en
la Siria septentrional y también en la Yazira, lo que habría facilitado la colonización; Masetti-Rouault 1998, p. 223.
103 Lyon 2000, p. 104.
104 Tenu 2007, p. 226.
23
a la redistribución agraria. Estos dos fenómenos son concomitantes y reflejan una relación de interés
mutuo entre el monarca y esa elite emergente. La conjunción entre el poder real y esa elite se revelará
como estructurante en el sistema social y político asirio. A pesar del aparente poder arbitrario de la
realeza y del estado asirios, el sistema de redistribución de tierras era fundamental para la estabilidad
social, política y administrativa del imperio y esta elite, sobre todo en las provincias imperiales,
constituía la base de la administración local y el factor que hacía mover la economía agraria en esos
territorios.
La expansión asiria de los siglos XIV y XIII a.C. obedece así a una motivación esencialmente
económica. Aunque los textos evidencian naturalmente el imperativo ideológico y religioso de la
conquista, es el pragmatismo económico el que justifica la iniciativa asiria. En realidad, para los
asirios, las dos lógicas eran concomitantes. El rey entablaba una guerra por orden de los dioses y una
buena parte de los rendimientos resultantes eran destinados a los templos y a una aristocracia que se
beneficiaba de la redistribución de las tierras conquistadas. En este sentido, y en el contexto de este
equilibrio político, el rey asirio era más arbitral que arbitrario, al estar condicionado por los poderes
religiosos y por las elites políticas y administrativas. Esa aristocracia se asociará al emprendimiento
del estado, se beneficiará de él, siendo también factor fundamental en la organización económica y
administrativa de los nuevos territorios105.
Esta elite asiria, desplazada voluntariamente en la Yazira, se beneficiaría de la conquista y de la
redistribución de la tierra, pero también fue agente de la exploración económica y de la organización
administrativa del territorio, ocupará a lo largo del s. XIII a.C. el lugar y el papel desempeñados
hasta entonces por la clase de funcionarios de origen mitannio106. Con la fijación de esa elite, nacerá
y se desarrollará una red provincial que estructurará la colonización. El sistema de administración se
asentaba en pāhutu, provincias organizadas en torno a un centro urbano, que aglutinaba los dunnu, así
como sus tierras de cultivo y su explotación agraria107. Tell Qabr Abu al-ʽAtiq estaría integrado en una
organización de este tipo. La existencia de tierras agrícolas contiguas, en la proximidad del Éufrates108,
la localización estratégica del sitio, permitiendo el control de la entrada de la garganta de Khanuqa109,
constituyen factores que militan a favor de la identificación de este yacimiento del Bronce Reciente
como un dunnu medioasirio. Las dos tablillas cuneiformes encontradas, que permiten pensar en la
existencia de un archivo110 en Tell Qabr Abu al-‘Atiq, y la presencia de cerámica “administrativa”
sugieren la existencia de una elite, que formaría parte de la red administrativa regional medioasiria.
5.Tell Qabr Abu
al-‘Atiq
II:
ocupación y cerámica del período
medioasirio
5.1. Descripción del yacimiento
Coordenadas: N 35o 45’ 58’’ - E 39o 46’ 42’’. Altitud absoluta: 238.33 m.
Tell situado en la ribera izquierda del Éufrates, a 60 km al norte de Deir ez-Zor, y en la entrada de la
105 Masetti-Rouault 2001, p.58.
106 Masetti-Rouault 1998, p.227.
107 La explotación agrícola era la actividad más importante del dunnu y la entidad que lo administraba era quien
tenía la propriedad de la tierra (Wiggermann 2000, p.174).
108 Un paleomeandro del río existe justamente en la base del tell.
109 No se debe descuidar también la existencia del canal de Semíramis (Caramelo 2009, pp.147-165), algunos
kilómetros aguas abajo, y que, en caso estuviese activo en la época, podría haber tenido su papel en la circulación
fluvial y sobre todo en la articulación de la región con el Khabur, contribuyendo a la distyribución de la producción
agrícola local. Es, por el momento, apenas una hipótese especulativa.
110 Tal como acontece en otros casos que ilustran la actividad administrativa, económica e incluso militar, como
por ejemplo: Tell Bderi (Maul 1992), Tell Taban (Maul 2005), y Tell Seikh Hamad (Cancik-Kirschbaum 1996).
24
garganta de Khanuqa (fig. 2). El yacimiento ya aparece citado en la literatura de viajes, en 1883, con
el nombre de Gabr Abû ‘Atîč111. En algunas ocasiones el sitio aparece referenciado con el nombre de
una aldea cercana, llamada Yazaret Millage. En la actualidad, el acceso está indicado por un cartel
de color azul y texto en árabe con el nombre oficial del yacimiento, que señala la desviación a un
camino en mal estado que parte de la carretera que comunica Deir ez-Zor y Raqqa a su paso por la
aldea de Abu Šams.
El tell se encuentra a aproximadamente 8 km del viejo puente flotante de Halabiya y está
delimitado en la actualidad por los siguientes elementos:
- vía del ferrocarril de Alepo a Deir ez-Zor por el norte
- un antiguo meandro, hoy abandonado por el río Éufrates, por el sur112
- varias casas de la aldea de Abu Šams por el este
- un wadi por el oeste
El yacimiento ocupa actualmente una superficie aproximada de 6 hectáreas, distribuida en dos
sectores bien diferenciados (fig. 7). El primero es una pequeña colina o montículo (fig. 8 y 9) de
forma ligeramente rectangular (58 por 45 m, y más de 3 m de altura); el segundo, mucho más grande,
se extiende al oeste de la “colina principal”. Se trata de una gran superficie que podemos definir como
“ciudad baja”, cuya planta irregular (sobre todo en su flanco meridional) es debida a la fuerte erosión
a la que está sometida la terraza cuaternaria sobre la que fue construido el asentamiento del Bronce
Antiguo.
Desde la colina principal del yacimiento, que se eleva 26 m sobre el lecho del paleomeandro
(fig. 10), hay un excelente control visual sobre el río y, por tanto, sobre el acceso vía fluvial a la
garganta basáltica y a las tierras circundantes. Desde este lugar se puede visualizar, por ejemplo, el
sitio arqueológico del Bronce Antiguo de Tell Qsubi, situado en la ribera derecha.
Tell Qabr Abu al-‘Atiq presenta en general un buen estado de conservación113. Tan solo se han
identificado algunas fosas de pequeña y mediana dimensión, que se concentran en la colina principal
y en la zona central de la ciudad baja; en el límite oriental del tell hay cinco casas de adobe. Un
pequeño camino atraviesa el sitio en dirección este-oeste. Es importante destacar que la acción de
la erosión ha sido muy incisiva en los límites septentrional y suroccidental del tell, lo que hace que
la potencia del depósito arqueológico conservado en este sector sea modesta (inferior a 1 m). Por
último, otra amenaza a reseñar es el proyecto de construcción de una nueva presa en el Éufrates a la
altura de la fortaleza bizantina de Halabiya, cuyo lago artificial resultante afectará directamente a la
terraza sobre la que se encuentra el tell (fig. 5). Este proyecto está paralizado por la actual crisis que
afecta a Siria.
Sobre el nombre antiguo de Tell Qabr Abu al-‘Atiq, no poseemos por el momento ningún
dato que permita asociar con seguridad este yacimiento (fase Bronce Reciente) con alguno de
los topónimos, de localización aún incierta, atestiguados en los textos medioasirios de Tell Šeikh
Hamad-Dur Katlimmu114. La única hipótesis publicada hasta la fecha es la realizada por M. Astour,
que propone identificar Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fase Bronce Antiguo) con Mane, una ciudad del reino
111 Sachau 1883, p. 255.
112 Sobre la datación del paleomeandro véase Sanjurjo Sánchez y Montero Fenollós 2014.
113 Es importante señalar que esta descripción se basa en datos anteriores al inicio, en marzo de 2011, de la crisis
que en el momento presente asola Siria y, en particular, la provincia de Deir ez-Zor. Desconocemos cuál es el estado
actual del yacimiento y si se ha visto afectado por la ola de saqueos generalizados ocurridos en la región en estos
últimos años.
114 En el estudio de Röllig 1997, p. 281y ss. sobre la geografía histórica en el noreste de Siria en tiempos medio y
neoasirios no se plantea la posible vinculación de Tell Qabr Abu al-‘Atiq con alguno de los topónimos identificados
en las cartas de Dur Katlimmu. Tampoco Herles 2007, p. 442 en su trabajo sobre la presencia asiria en el Éufrates y
el Balikh hace propuesta alguna de identificación de Qabr Abu al-‘Atiq con un nombre antiguo de lugar.
25
de Ebla115. Sin embargo, con respecto a la ocupación medioasiria del yacimiento el autor afirma lo
siguiente: “Tukulti-Ninurta I’s army would have had to pass through the emplacement of Qabr Abu
‘Atiq. But, having been dispatched to seize land from the Hittites, it had no time to stop and build a
great fortified city.”116.
Por último, cabe indicar que Tell Qabr Abu al-‘Atiq ha sido ignorado sistemáticamente en la
reconstrucción de las principales rutas de comunicación de época medioasiria, que conectaban Dur
Katlimmu con Aššur y el occidente asirio117.
5.2. Trabajos e investigaciones precedentes: Khanuqa y Tell Qabr Abu al-‘Atiq
La garganta de Khanuqa y su entorno despertaron desde hace siglos el interés geográfico e histórico de
los viajeros europeos, que por diversas razones se desplazaron o pasaron por la zona camino de otro
destino en Oriente Próximo. La primera referencia conocida se la debemos al comerciante veneciano
Gasparo Balbi, que a finales del siglo XVI completó una larga ruta que le condujo desde su residencia
en Venecia hasta Alepo y finalmente hasta la India oriental. En su descenso del Éufrates, camino
de Babilonia, el comerciante veneciano pasó por la garganta de Khanuqa entre finales de enero y
principios de febrero del año 1580. Aquí identificó los lugares de Qsubi, así como las fortalezas
bizantinas de Halabiya y Zalabiya118.
El militar británico Francis Chesney realizó entre los años 1835 y 1837, a petición del gobierno
británico, una impresionante expedición por los ríos Tigris y Éufrates recogiendo todo tipo de noticias
de naturaleza geográfica e histórica referidas a esta vasta región. En uno de los cuatro volúmenes
sobre su viaje, publicados unos años más tarde, se hace referencia a las ruinas del enclave fortificado
de Halabiya, del que destaca sus murallas, sus templos, su palacio y su necrópolis. En su opinión,
la ciudad llevaba el nombre de Zenobia, la reina de Palmira, ya que esta había invertido un gran
esfuerzo en su construcción como lugar donde poder disfrutar de la brisa del Éufrates. El autor
británico publicó un grabado, no exento de cierta fantasía, sobre la garganta de Khanuqa, llamada por
error Zelebi, en la que se observa un paisaje montañoso precedido por el acantilado excavado por el
río Éufrates a su paso por la zona119.
En 1883, el viajero alemán Eduard Sachau es el primero en publicar un plano esquemático sobre
la garganta de Khanuqa a la que denomina “desfiladero de Hamme”, topónimo utilizado por las
poblaciones locales para referirse a esta meseta basáltica. El autor hace referencia a los principales
yacimientos de la zona, entre ellos a Tell Qabr Abu al-‘Atiq, que según él, eran los restos de una
antigua ciudad que los beduinos conocían por el nombre de Gabr Abû ‘Atîč o Gabr el-Abû Atîč. En
su descripción, el viajero alemán habla de la existencia de muros de bloques de basalto y de yeso, que
pertenecerían a casas y a la muralla de la ciudad, a datar en una época muy arcaica120.
Seis años más tarde, en 1889, el alemán Bernhard Moritz publicaba su trabajo sobre la antigua
topografía de la región de Palmira. En esta publicación, el autor hace alusión a las ruinas de Halabiya
y de Zalabiya, que identifica respectivamente con las antiguas ciudades de Zenobia y de Khanuqa. Al
igual que Sachau denomina desfiladero de Homme a la garganta de basalto, en cuya entrada localiza
los yacimientos de Tell Qabr Abu al-Atiq, Tell Qsubi y Tell Ma’adan121.
Los alemanes Friedrich Sarre y Ernest Herzfeld llevaron a cabo una nueva expedición, en este
115 116 117 118 119 120 121 Astour 2002, pp. 112-115.
Astour 2002, p. 114.
Röllig 1997, p. 293; Kühne 1995, p. 71; Cancik-Kirschbaum 1996, p. 34; Faist 2006, p. 149.
Pinto ed. 1962, p. 77.
Chesney 1850, p. 48 y pp. 417-418.
Sachau 1883, pp. 255-257.
Moritz 1889, pp. 39-40 y mapa.
26
caso de carácter científico, por el Éufrates y el Tigris entre los años 1907 y 1908. En el primer
volumen de su obra, publicada unos años más tarde, vuelven a llamar al-Hammah a la gran plancha
de basalto que dio forma al desfiladero donde se encuentran las ciudades de Halabiya y Zalabiya. Por
otro lado, nos describen los vestigios arqueológicos que visitaron en esta expedición y mencionan una
colina de ruinas con el mismo nombre que la garganta basáltica, es decir, Khanuqa. En su opinión,
Khanuqa era una ciudad antigua que debía ser identificada con la fortaleza bizantina de Annucas,
citada por Procopio (De Aedificiis, II, 6) 122. Una posible explicación a esta confusión, de acuerdo con
la descripción que ambos viajeros realizaron de estas ruinas, es que hayan transferido el nombre de
la garganta basáltica al yacimiento de Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
El historiador francés Victor Chapot en su libro sobre la frontera del Éufrates entre Pompeyo
y la llegada del islam, publicado en 1907, nos ofrece un nuevo plano esquemático de la garganta
de Khanuqa en el que incluye algunos de los principales yacimientos arqueológicos de la zona:
Tell Qabr Abu al-‘Atiq, Halabiya-Zenobia y Zalabiya (que propone como posible ubicación de la
antigua Annucas). El autor francés utilizó una nueva denominación para la gran meseta basáltica
que configuró la garganta. Así, la parte situada al oeste del Éufrates recibe el nombre de al-Hilu y
la localizada al este al-Hamme, topónimo que ya fue utilizado en el siglo XIX para referirse a la
totalidad de la colada de basalto de la región123.
La británica Gertrude Bell nos proporciona algunos datos interesantes sobre varios yacimientos
arqueológicos ubicados en el entorno de la garganta de Khanuqa en el relato del periplo que realizó a
lo largo del Éufrates en el año 1909. Entre ellos, describe Abu ‘Atîk, cuyas ruinas sitúa en una terraza
cercana a un antiguo meandro del Éufrates, como los vestigios de una ciudad de importancia. Según
su narración, el yacimiento estaba cubierto de muros de piedra y de adobe, algunos construidos
con grandes bloques tallados en basalto de la zona124. Ella es partidaria también de localizar la
antigua ciudad de Annucas no en Zalabiya si no en Qabr Abu ‘Atiq, donde las ruinas son de mayor
importancia y acordes con la descripción de Procopio. La visita del tell sirvió a Bell para hacer una
interesante reflexión cronológica; hace referencia a la existencia de dos fases: una correspondiente a
la ciudad bizantina de Annucas, y debajo de esta otra aún más antigua125. De la garganta de Khanuqa,
Bell afirmó lo siguiente: “The Euphrates, gathered into a single channel, flows very grandly through
the narrow gorge.”126.
Unos años más tarde, en mayo de 1915, el explorador checo Alois Musil visitó la zona de
Khanuqa siguiendo su itinerario topográfico por el valle medio del Éufrates. Este autor definió
la zona como una gran meseta llamada al-Hamme, como sus antecesores, mientras que utilizó el
topónimo Khanuqa para referirse a una serie de aldeas situadas en la ribera derecha del Éufrates,
al oeste de Tell Qabr Abu al-‘Atiq. Musil estableció que Khanuqa era un topónimo derivado de la
Annucas bizantina y del sustantivo acadio ḫinqu (“paso estrecho de un río”), al que hace alusión el
rey asirio Aššurnasirpal II (883-859 a.C.) al referirse a su descenso en barco por el Éufrates desde
la ciudad de Suru, en Bit-Halupe127. Además, sin ningún tipo de argumento concluyente, de acuerdo
con su interés por identificar los yacimientos con topónimos del mundo antiguo, situó en Halabiya
la ciudad-fortaleza asiria de Nebarti-Aššur y en Zalabiya la de Kar-Aššurnasirpal128, fundadas por
122 Sarre y Herzfeld 1911, p. 165.
123 Chapot 1907, pp. 292-293.
124 Bell 1924, p. 66.
125 Bell 1924, p. 68.
126 Bell 1924, p. 67.
127 Grayson 1991, A.0.101.iii.30, p. 214.
128 Recientemente, se ha propuesto localizar Kar-Aššurnasirpal en Tell Masaikh, en la ribera oriental del Éufrates,
una veintena de km aguas abajo de la desembocadura del Khabur. Véase Masetti-Rouault y Salmon 2010, pp. 285296. Para Nebarti-Aššur se ha sugerido una localización en Tell el-Graiye, frente a Masaikh. Véase Herles 2007, pp.
414 y 442.
27
Aššurnasirpal II una frente a otra en el Éufrates129.
En 1922, el lugarteniente francés Charles Hérault, acompañado de dieciséis hombres, llevó a
cabo una misión de reconocimiento del valle del Éufrates sirio embarcado en tres modestas naves que
le llevarían a descender el río desde la frontera turca hasta la iraquí. En la cartografía y la descripción
realizada por este militar de la Armada del Levante, la garganta de Khanuqa aparece referenciada
como la “gran mesa basáltica”, de la que afirma lo siguiente: “Les plateaux du défilé de Halebie,
par lequel l’Euphrate franchit l’imposante masse de gypse qui est le lieu le plus apparent entre la
Djezireh et le Chamyieh, sont couronnés de basalte.” 130.
El militar cita también los yacimientos de Tell Qsubi, Halabiya, Zalabiya y Tell et-Tibni, de los
que ofrece una brevísima descripción.
Entre los años 1925 y 1932, el padre Antoine Poidebard efectuó una investigación novedosa
sobre el limes romano en el desierto de Siria, a partir de un trabajo pionero de observaciones aéreas
(con el apoyo de la aviación francesa del Levante) y de verificaciones sobre el terreno. En el estudio
de la ruta entre las antiguas ciudades de Sura y Circesium, Poidebard se detuvo a estudiar el paso de
Halabiya. Allí visitó, en 1929, las ciudades bizantinas de Halabiya (fig. 11) y Zalabiya, así como Tell
et-Tibni, que identificó con la ciudad de Mambri, que Procopio (De Aedificiis II, 8) describe como
una de las fortificaciones construidas por Diocleciano131.
Jean Lauffray es sin duda el investigador europeo que exploró más a fondo la región de Khanuqa,
gracias al recorrido que realizó en 1944 para inspeccionar el estado de los monumentos del valle
del Éufrates sirio, concretamente el sector situado entre las antiguas ciudades de Barbalisos (actual
Meskene) y de Circesium (hoy Busaira). El arquitecto francés quedó tan impresionado por la garganta
de Khanuqa y, sobre todo, por las espectaculares ruinas de Halabiya-Zenobia, que pronto se convirtió
en el primero en llevar a cabo excavaciones arqueológicas en la garganta basáltica. Sus esfuerzos se
concentraron en el estudio de la antigua Zenobia, donde realizó dos campañas entre los años 1944
y 1945, que completó con un estudio sobre los principales yacimientos del entorno. Estos trabajos
de prospección le sirvieron para realizar la primera carta arqueológica de la garganta (fig. 12) en la
que sitúa, entre otros, el yacimiento de Tell Qabr Abu al-‘Atiq, cuyas ruinas arqueológicas habían
sido objeto de numerosas confusiones toponímicas con Khanuqa (ciudad citada por los geógrafos
árabes y el nombre de la propia garganta). Según Lauffray, el origen de la confusión puede residir en
el hecho de que los nómadas de la región denominaban Abu al-‘Atiq a la garganta. A diferencia de
otros autores, Lauffray tenía dudas sobre la identificación de Annucas con Qabr Abu al-‘Atiq, pues
para que esta identificación pudiera ser aceptada era necesario encontrar restos de una muralla del
mismo tipo que la existente en la ciudad bizantina de Halabiya-Zenobia. Sin embargo, él observó
únicamente muros de casas construidos con basalto, yeso y adobe, que no respondían a la técnica
constructiva bizantina típica de la región. Además, el arquitecto francés afirma no haber encontrado
objetos a datar en una época anterior a la dominación árabe, por lo que propone identificar Annucas
con Zalabiya, la ciudadela bizantina situada en la salida de la garganta de Khanuqa132.
Lauffray nos proporciona, además, la primera descripción sobre la naturaleza geológica del
accidente orográfico llamado Khanuqa, situado a medio camino entre los dos principales afluentes
del Éufrates, el Balih y el Khabur. El autor hace de nuevo alusión al uso del topónimo al-Hammat
con el que la población local denomina esta meseta basáltica. En su descripción nos indica que se
trata de una colada de basalto cuaternario, de 5-6 metros de espesor, que recubre y protege de la
erosión una gran formación de yeso. El río Éufrates a su paso por la zona excavó su lecho en el yeso
subyacente, mucho más blando, dando lugar a unos acantilados que llegan a alcanzar los 50 metros
de alto. Lauffray nos ofrece, finalmente, una sencilla pero elocuente descripción de esta plancha
129 130 131 132 Grayson 1991, A.0.101.iii.50, p. 216.
Hérault 1995, p. 85 y mapa XXXIII.
Poidebard 1934, pp. 86-87.
Lauffray 1983, pp.72-73 y 81.
28
basáltica, que cada primavera se cubre de una hierba tupida, aprovechada por los rebaños, para
después recuperar su aspecto de “planeta muerto”133. Precisamente sobre esa meseta basáltica, en
concreto en la correspondiente a Zalabiya, identificó el prehistoriador francés Maurice Pervès una
gran estación con industria lítica que él dató en la fase final del Paleolítico134.
Habrá que esperar hasta los trabajos realizados, entre 1983 y 1984, por el arqueólogo alemán Kay
Kohlmeyer para encontrarnos con estudios de carácter exclusivamente científico sobre el patrimonio
histórico de la garganta Khanuqa. Se trata de una prospección arqueológica llevada a cabo en el
tramo del valle del Éufrates situado entre la presa de Tabqa y la garganta basáltica objeto de nuestro
estudio. El autor denomina desfiladero de Halabiya-Zalabiya a este accidente geográfico, por las
dos principales ciudades antiguas que lo dominaban, y utiliza los topónimos Hammat aš-Šamiya y
Hammat al-Yazira para referirse a las planchas de basalto occidental y oriental que le dieron forma.
Kay Kohlmeyer es el primer investigador en fechar de forma correcta Tell Qabr Abu al-‘Atiq en el
período del Bronce Antiguo a partir de la prospección que realizó en la región en 1983 y 1984135.
En un estudio posterior, el arqueólogo alemán señala la presencia en la “ciudadela” de este sitio de
cerámica medioasiria, a la que no hizo referencia en el informe preliminar136.
En 1992, los franceses Yves Calvet y Bernard Geyer publicaron un artículo sobre el pantano
de Khanuqa y el canal de Semíramis, infraestructuras para las que sugieren una datación antigua
(Bronce Antiguo o Medio)137. El nahr Semíramis sería nuevamente estudiado por Bernard Geyer y
Jean Yves Monchambert en el marco de su prospección sobre el reino de Mari138. Finalmente, entre
los años 2003 y 2005, un equipo finlandés efectuó una prospección en la zona de Yebel Bišri hasta
alcanzar las riberas del Éufrates entre Halabiya y Deir ez-Zor. El objetivo de esta iniciativa ha sido
estudiar la siempre compleja cuestión del nomadismo en la región139.
5.3. Investigaciones del Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio
Entre los años 2008 y 2010, el Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio (PAMES) llevó a cabo
tres campañas de excavación en Tell Qabr Abu al-‘Atiq140. Este proyecto nace en el marco de un
convenio de cooperación científica entre la Universidade da Coruña y la Dirección General de
Antigüedades y Museos de Damasco para la creación de una misión arqueológica sirio-española en
Deir ez-Zor, que contó también con la colaboración de la Universidade Nova de Lisboa (CHAM) y
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ILC)141.
133 Lauffray 1951, pp.41-58
134 Pervès 1946-48, pp.115-116.
135 Kohlmeyer 1986, p. 54.
136 Einwag, Kohlmeyer y Otto 1995, p. 102.
137 Calvet y Geyer 1992, pp. 19-25.
138 Geyer y Monchambert dir. 2003, pp. 217-222. Es la Semiramidis Fossa citada par el autor clásico Isidoro de
Carax (véase Chaumont 1984, p. 71).
139 Lönnqvist 2011.
140 Sobre las campañas arqueológicas en Tell Qabr Abu al-‘Atiq véanse los siguientes informes preliminares:
Montero Fenollós et al. 2009, pp. 191-199; 2010a, pp. 73-84; 2010b, pp. 181-186; 2011, pp. 273-284; Montero
Fenollós, Caramelo y Márquez Rowe 2011, pp.219-230; Montero Fenollós, Márquez Rowe y Caramelo 2011, pp.
268-277.
141 Durante estos años, la misión estuvo dirigida por Juan-Luis Montero Fenollós, por la parte española, y por
Shakir al-Shbib y Yarob al-Abdallah, por la parte siria. Los autores desean agradecer al Dr. Michel al-Maqdissi,
Director del Servicio de Excavaciones Arqueológicas de la DGAM, y al Dr. Bassam Jamous, Director General de
Antigüedades y Museos de Siria, por su ayuda y apoyo a este proyecto hasta el inicio de la crisis de 2011. Queremos
agradecer también a la Fundación Osmane Aidi y, en particular, a Rawa Batbouta (Chamtour) el apoyo logístico en
Deir ez-Zor, que ha contribuido al éxito del proyecto. Las campañas se han beneficiado también de la financiación
recibida por parte de la Xunta de Galicia (Proyectos 07 PXIB 167 227 PR y 10 PXIB 167 197 PR), del Ministerio
29
5.3.1. Campaña de 2008142
Se realizaron tres operaciones, un sondeo estratigráfico de 7 por 3 m, llamado sondeo A, en el límite
occidental de la cima de la colina principal y otros dos sondeos de 4 por 7 m y de 5 por 7 m,
denominados B y C respectivamente, en la ciudad baja. Los trabajos llevados a cabo permitieron
distinguir tres períodos de ocupación y de utilización del sitio: fases I-III.
Fase I. Bronce Antiguo. La excavación puso en evidencia dos muros de orientación oeste-este
(UC.201 y 203) y otros tres de orientación norte-sur (UC.202, 204 y 205), construidos con adobe y
de aproximadamente 1 m de ancho; estos muros delimitan dos salas completas (fig. 13): la llamada
sala 1, de forma casi cuadrada (3,20 por 3,05 m), y la sala 2, de forma rectangular (3,13 por 1,90 m),
que posee en su parte septentrional una especie receptáculo de 1 m de largo (UC.219) delimitado por
un murete de adobe (UC.214). Las dos salas están comunicadas entre sí por una puerta (UC.216) de
0,60 m de ancho; por su parte, la sala 1 da acceso a través de otra puerta de similares dimensiones
(UC.215) a otro sector no excavado del edificio situado al sur. Los vestigios materiales encontrados
en estas salas, no muy abundantes, impiden por el momento definir la función de las salas y del
edificio al que pertenecían. Las dimensiones de este edificio, que se prolonga hacia el este (sala 3) y
el sur (posibles salas 4 y 5) de las salas 1 y 2, deberán definirse en próximas campañas. En cambio,
creemos haber definido el límite septentrional del edificio, pues el muro norte de las salas 1 y 2 está
delimitado por lo que parece ser una calle o zona exterior, formada por un relleno de cenizas y de
pequeñas piedras de carácter absorbente (UE.218). Los cimientos de los muros están formados por
dos hiladas de piedras de basalto, yeso y caliza unidas con tierra que se encuentran directamente
colocadas sobre la terraza geológica o suelo virgen. A juzgar por los datos de esta campaña, la ciudad
baja de Tell Qabr Abu al-‘Atiq conoció solamente una fase de ocupación, que se encuentra hoy
muy cerca de la superficie del yacimiento, debido a la fuerte erosión a la que está sometido el tell.
En efecto, el suelo virgen se localiza a 1,50 m de profundidad de la superficie en la zona estudiada,
pudiendo ser menor en otros sectores, dada la morfología irregular y la erosión diferencial del sitio.
Fase II. Bronce Reciente. En la colina principal del sitio, se han identificado las siguientes
unidades constructivas: UC.101 (muro de piedra), 102 (muro de adobe), 104 (muro de adobe), 105
(puerta), 107 (suelo endurecido). Estos elementos arquitectónicos delimitan parte de la sala de un
edificio de dimensiones desconocidas (fig. 14). De esta habitación, denominada sala 1, se excavó
esta campaña una superficie de 6,59 m2. El suelo estaba cubierto por un nivel (UE.110) formado por
tierra con elementos arquitectónicos, adobes y de restos de la techumbre (impresiones de esteras),
todos ellos enrojecidos por la acción de fuego que destruyó el edificio. Esta destrucción violenta es
constatable también por el hecho de que las vasijas de cerámica quedaron aplastadas in situ cuando
se produjo el hundimiento del edificio (fig. 15 y 16). Asociadas a este edificio se han excavado las
siguientes unidades estratigráficas: UE.101 (nivel superficial), 102 (nivel de adobes descompuestos),
103 (mancha de carbones), 107 (fosa), 110 (nivel de incendio con adobes enrojecidos situado
directamente sobre el suelo de la sala 1), 116 (fosa), y 117 (fosa).
Fase III. Cementerio Islámico. Se catalogaron ocho tumbas en fosa simple de rito islámico y de
cronología imprecisa: UE.104, 105, 108, 109, 111, 112, 113 y 115.
de Economía y Competitividad (HAR2010-15866), del Ministerio de Cultura (Dirección General de Bellas Artes y
Bienes Culturales), del Ayuntamiento de Ferrol, del CSIC (Madrid) y del Centro de História d’Aquém e d’AlémMar (Universidade Nova de Lisboa). Finalmente, nuestra gratitud se hace extensible a las Embajadas de España en
Damasco y de Siria en Madrid por su incondicional apoyo al proyecto.
142 La campaña tuvo lugar entre el 5 y el 26 de julio de 2008. El equipo estuvo formado por el Dr. Juan-Luis
Montero, Lic. Shakir al-Shbib, Dr. Ignacio Márquez, Dr. Francisco Caramelo, Lic. Yarob al-Abdallah, Lic.
Rima Zawawi, Lic. Ana García, Dipl. Ana Bermejo, Dipl. Jon Uranga, Lic. Sergio Cerra, y Dipl. Eloy Taboada.
30
5.3.2. Campaña de 2009143
Las tareas de excavación arqueológica durante esta campaña se centraron en la colina principal del
yacimiento, donde el año anterior (en el sondeo A) se documentó una ocupación correspondiente al
período medioasirio. Una vez concluido el plano topográfico del yacimiento, se implantó un sistema
coherente de cuadrículas de 10 por 10 m con el fin que organizar el proceso de excavación. Así, se
decidió abrir, en primer lugar, la cuadrícula X23, que se correspondía en parte con antiguo sondeo A,
y ampliar el área de excavación 5 metros al sur de la cuadrícula X23. Este sector se corresponde con
el cuadrante septentrional de la cuadrícula X24, donde los trabajos se concentraron sobre todo en el
sector noroeste (5 por 5 m) del mismo. Las labores de excavación efectuadas permitieron confirmar
la existencia, por el momento, de dos fases (II y III) de utilización en la colina principal.
Fase I. Bronce Antiguo. Esta fase no está documentada en la colina principal. Los trabajos
sobre esta fase consistieron en la realización de una prospección georradar en la ciudad baja, cuyos
resultados demuestran que la ocupación del Bronce Antiguo responde a una implantación urbana de
planta circular144.
Fase II. Bronce Reciente. Los trabajos realizados tuvieron como objetivo la delimitación de la
sala del edificio medioasirio identificada en parte en 2008, así como la localización de nuevas salas,
con el fin de conocer la naturaleza de esta construcción de adobe. La excavación permitió identificar
de manera segura cinco salas (fig. 17), aunque algunas solamente de manera parcial:
Sala 1. Está delimitada por los muros UC 102, 104, 110 y 111, que forman un espacio rectangular
de 2,85 m por 5,80 m (16, 53 m2). Directamente sobre el suelo de la sala delimitada por estos muros,
se encontró un amplio repertorio de cerámica de distintos tipos que apareció aplastado y quemado
por el incendio que destruyó esta sala (fig. 18). Este material está asociado a la UE.110, que está
formada por tierra enrojecida, fragmentos de ladrillos y restos del techo, así como por fragmentos de
enlucido de yeso mezclados con carbón vegetal. Se excava un hogar (UC.134), de forma cuadrada
(38 por 37 cm), delimitado por tres piedras en yeso. Este hogar se encuentra contra el muro UC 111
(fig. 19).
Sala 2. La puerta UC 105 da acceso de la sala 1 a la sala 2, que se excavó en 2008. Este espacio
(que tiene 3 m de longitud) está delimitado, por el momento, por tres muros (UC. 101, 104 y 102).
Sala 3. Espacio de tres metros de ancho, delimitado por el momento, por tres muros (UC.108,
109 y 102).
Sala 4. Esta sala está definida solamente por el muro UC.109, que se adentra en los perfiles
septentrional y oriental de la cuadrícula. Este muro está asociado a la UE.127, que está formada por
fragmentos de ladrillo y por numerosos carbones. La excavación permitió sacar a la luz una serie de
grandes jarras que estaban junto a los restos de tres fragmentos de viga carbonizada (fig. 20 y 21). En
este mismo contexto, se encontró un sello cilíndrico, posiblemente en basalto, con la representación
de cuatro divinidades, entre las que se pudo identificar al dios Adad. Los primeros estudios indican
que se trata de un objeto de época paleobabilónica.
En la cuadrícula X24, al sur de la sala 1, la excavación ha servido para documentar una zona muy
alterada por el cementerio islámico. En este sector, se alcanzó un suelo de tierra batida correspondiente
a un espacio probablemente abierto. Este espacio está dividido por una serie de piedras con dirección
noreste-suroeste, cuya función es poco clara. Podría tratarse de los cimientos de un muro de adobe
(UC.304), hoy desaparecido debido a las numerosas tumbas islámicas excavadas en este sector o al
143 La campaña tuvo lugar entre el 30 de junio y el 28 de julio de 2009. El equipo estuvo formado por el
Dr. Juan-Luis Montero, Lic. Shakir al-Shbib, Dr. Ignacio Márquez, Dr. Francisco Caramelo, Lic. Yarob alAbdallah, Lic. Ana García, Lic. María de los Ángeles Mulero, Lic. Victoria Pérez, Lic. Patricia Mora, Lic.
Brais Alonso, Dr. Alexandre Novo, Lic. Mercedes Solla, Dr. Daniel Fernández, Dr. Jorge Sanjurjo, Lic. Sawsan
Ashkar, Lic. Muhamed Fakhru y Lic. Sergio Cerra.
144 Novo et al. 2014.
31
efecto de la erosión en esta parte del tell (fig. 22). La interpretación como un espacio abierto está
apoyada por la presencia de un horno de pan o tannur (UE.322). La datación de este espacio en el
período medioasirio se debe al hallazgo de una jarra in situ de este período, que estaba insertada en
el suelo.
Fase III. Cementerio Islámico. Está formado por tumbas en fosa, señalizadas por piedras
alineadas en dirección este-oeste. Se identificaron más de veinte tumbas (UE.119, 121, 122, 123,
124, 125, 126, 128, 129, 130, 132, 303, 304, 306, 309, 311, 312, 313, 316, 317, 319, etc.). No se
obtuvieron datos sobre la datación de esta necrópolis, que ocupó gran parte de la colina principal. En
algunos casos, estas tumbas dañaron y perturbaron significativamente el depósito arqueológico. Es
el caso de la tumba 130, que cortaba el muro UC.110 hasta alcanzar el suelo de época medioasiria.
5.3.3. Campaña de 2010145
Los trabajos arqueológicos de esta campaña se centraron en dos sectores del yacimiento. En el límite
oriental de la ciudad baja se excavaron varias cuadrículas (BF 28, BG 28 y BH 28) en extensión en
una pequeña elevación del terreno. El objetivo era el de identificar y comprobar la localización de
la posible muralla que la prospección georradar, efectuada en 2009, y el análisis de la topografía del
terreno parecen ubicar en este lugar146. Por otro lado, se prosiguó con la excavación de la cuadrícula
X23 y se abrió el sector occidental de la cuadrícula Y23. Los principales resultados se exponen a
continación por fases.
Fase I. Bronce Antiguo. La operación realizada para localizar arqueológicamente la muralla
de la ciudad baja no dio resultados definitivos. Sin embargo, la identificación parcial de un muro
de grandes bloques de basalto con varias hiladas de adobe (UC.409), situado exactamente en el
lugar donde la prospección georradar sitúa una gran construcción de 6 m de espesor, deja abierta la
posibilidad de la localización de la muralla del Bronce Antiguo en este sector del yacimiento (fig.
23).
Fase II. Bronce Reciente. Las principales tareas se concentraon en la excavación íntegra de la
sala 3 y parcial de la sala 5 (fig. 24). Finalmente, se hicieron trabajos de verificación y de limpieza
en las salas 1 y 4:
Sala 1. Sala excavada en su casi totalidad en 2008 y 2009; la novedad este año fue la localización
junto al ángulo formado por los muros UC.102 y UC.111 de una zona de trabajo artesanal definida
por la presencia de un pequeño machacador de basalto, que conservaba en su superficie restos de
color rojo. Junto al él se localizó un fragmento de mineral del mismo color, lo que hace pensar que
en esta zona se practicó alguna actividad relacionada con la obtención de pigmentos a partir de la
trituración de mineral de óxido de hierro.
Sala 3. Espacio delimitado por los muros UC.108, 109, 102 y 111, que forman una habitación
de planta rectangular de 2,85 por 6,63 m (18,8 m2). Directamente sobre el suelo, se halló toda una
serie de vasos de cerámica (fig. 25) de tipología diversa (fig. 26 y 27); pero el hallazgo más relevante
fue el de dos tablillas cuneiformes medioasirias, localizadas sobre el suelo de la sala, muy cerca del
muro UC.108 (fig. 28). Estaban parcialmente cubiertas por un cuenco y por los restos de una viga
carbonizada. Todo este material arqueológico está asociado a un nivel (UE.127) caracterizado, como
en la sala 4, por la presencia masiva de carbón vegetal y de restos de adobes derrumbados. Este nivel
es el resultado del incendio que destruyó y colapsó el edificio.
Sala 4. Está definida por ahora por los muros UC.109 y 123. En el ángulo constituido por ambos
muros había una pequeña instalación formada por un adobe dispuesto de forma vertical y una piedra
145 La campaña tuvo lugar del 14 de mayo al 8 de junio de 2010. El equipo estuvo formado por el Dr. Juan-
Luis Montero, Lic. Yarob al-Abdallah, Dr. Francisco Caramelo, Dr. Ignacio Márquez, Dr. Béatrice Muller, Lic.
Eva Celdrán, Lic. María Quiñones, Lic. Miguel Valério, Dipl. Víctor Rivera y Dipl. Jon Uranga.
146 Novo et al. 2014.
32
plana en el suelo, que podría ser un hogar. Sin embargo, el hecho de que no haya huellas de fuego
hace pensar que podría haber servido como soporte para una jarra de almacenamiento.
Sala 5. Esta sala fue identificada de forma parcial, ya que, por el momento, está delimitada solo
por tres muros (UC.111b, 119 y 122). El espacio definido por estos muros estaba relleno con un
depósito arqueológico (UE.110) formado por de carbón vegetal y adobes caídos y enrojecidos por el
incendio que destruyó el edificio. Este nivel es de idénticas características al excavado en la sala 1
en 2008 y 2009.
Fase III. Islámico. Un total de diecinueve tumbas en fosa simple (UE. 135, 136, 137, 138, 140,
141, 142, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155 y 156), señaladas en la mayor parte
de los casos por varias piedras alineadas este-oeste, fueron documentadas. En tres de ellas (UE.142,
150 y 155), se encontraron algunos adornos (un anillo de hueso, un brazalete de vidrio y un pendiente
de bronce), cuyo estudio preliminar permite apuntar una datación en la fase inicial del Islam. En la
ciudad baja (cuadrículas BF y BG 28), se identificaron varios muros de piedra y una superficie o
suelo de adobe de mala calidad (UC.404), que corresponderían a una ocupación tardía (tal vez de
época islámica) de carácter modesto (fig. 23).
5.3.4. El edificio medioasirio: balance de tres campañas arqueológicas
Como ha quedado de manifiesto en el anterior apartado, el mayor esfuerzo de la misión sirio-española
durante las tres primeras campañas arqueológicas (2008-2010) llevadas a cabo en Tell Qabr Abu al‘Atiq se centró, sobre todo, en la excavación de la colina principal, es decir, de la fase II (Bronce
Reciente/Medioasirio) del yacimiento. Las excavaciones realizadas en esta parte del tell permitieron
sacar a la luz varias salas de un edificio de muros de adobe, que fue destruido por un incendio. Hasta
la fecha, se han excavado dos salas completas (salas 1 y 3) y tres de forma parcial (salas 2, 4 y 5). A
continuación, se presenta una descripción detallada de cada una de ellas (fig. 29).
Sala 1. Espacio rectangular (2,85 por 5,80 m) delimitado por los muros UC.102, 104, 110 y
147
111 .
Muro UC.102. Altura conservada: 1,20 m; ancho: 1,45 m; formato de los adobes: 37 por 37
cm y 18 por 18 cm; técnica constructiva: empleo de piedras en la base del muro y alternancia en las
hiladas de adobes completos y medios adobes. Este muro presenta un pequeño nicho de 30 cm de
profundidad y una pilastra de 80 cm de longitud, 17 cm de anchura y una altura conservada de 52
cm. La cara interna de este muro presenta rastros evidentes (enrojecimiento del adobe) del fuego que
destruyó la edificación.
Muro UC.104. Altura conservada: 45 cm; longitud excavada: 1,85 m; formato de los adobes: 40
por 40 cm. Esta parcialmente afectado por un alineamiento de piedras (UC.103) correspondiente con
toda probabilidad a la necrópolis islámica.
Muro UC.110. Altura conservada: 90 cm; ancho: 90 cm; técnica constructiva: la cara occidental
el muro está reforzada por cuatro hiladas de piedras de pequeño y gran formato. El muro de adobe
está dañado parcialmente por las fosas de dos tumbas islámicas.
Muro UC.111. Altura conservada: 95 cm; ancho: 1,20 m; formato de los adobes: 39 por 39 cm;
técnica constructiva: muro formado por de adobes cuadrados y piedras en su base.
Suelo UC.107. Suelo de tierra batida endurecida con una ligera pendiente entre el muro UC.111
y el muro UC.104 (hay 22 cm de diferencia de cota).
Puerta UC.105. 1 m de ancho, entre los muros UC. 104 y 102. Hogar UC.134. Pequeña instalación de forma cuadrada (38 por 37 cm), delimitada por 3 piedras
en yeso y situada contra el muro UC.111.
Sala 2. Fuertemente afectada por la erosión, esta sala está delimitada por los muros UC.101 y
147 Montero Fenollós et al. 2010a, pp. 75-76.
33
104 y comunicada con la sala por la puerta UC.105.
Muro UC.101. Ancho: 75-100 cm; técnica constructiva: piedras no talladas de yeso, basalto y
caliza. Este muro tiene la cara exterior de piedras de gran tamaño y la cara interior de piedras más
pequeñas. Esta técnica de construcción, así como el modesto grosor de este muro (inferior a 1 m),
hace pensar que se trata de un muro de aterrazamiento más que de un muro defensivo. No obstante,
su localización y prolongación en el actual límite occidental del tell hace que este muro se haya visto
seriamente afectado por la erosión.
Muro UC.104. Altura conservada 45 cm; longitud excavada: 1,85 m; formato de los adobes: 40
por 40 cm. Este muro es común con la sala 1 y paralelo al muro UC.101, del que dista 2,70 m.
Sala 3. Espacio delimitado por los muros UC.108, 109, 102 y 111, que definen un área rectangular
de 18.89 m2 (2,85 por 6,63 m).
Muro UC.108. Altura conservada de 47 cm; técnica constructiva: muro formado por piedras de
dimensiones medias en la base y alzado de adobe. Conserva restos del enlucido de yeso, sobre todo
en el ángulo con el muro UC.102. Se desconocen por ahora las dimensiones de este muro, ya que se
adentra en el perfil norte de la cuadrícula. Dado que los otros tres muros de la sala se conocen en su
totalidad, es lógico pensar que la puerta de esta sala se encuentre en este muro excavado parcialmente.
Muro UC.109. Altura conservada: 80 cm; ancho: 80 cm; formato de los adobes: 37 por 36 cm;
técnica constructiva: muro de adobe con piedras en la base.
Muro UC.102. Altura conservada: 1,24 cm; anchura: 1,45 m, aunque cerca del ángulo con el muro
UC.111 el muro se estrecha; formato de los adobes 37 por 37 y 18 por 37 cm; técnica constructiva:
empleo de piedras en la base del muro y alzado de adobe.
Muro UC.111. Altura conservada: 92 cm; ancho: 70 cm; formato de los adobes: 38 por 39 y 20
por 40 cm.
Suelo UC.116. Suelo de tierra batida endurecida sobre un nivel de gravilla. El suelo tiene una
ligera inclinación intencionada hacia el norte, pues existe una diferencia de 20 cm entre los muros
UC.111 y UC.108.
En el ángulo entre los muros UC.111 y UC.109 hay una sencilla instalación de piedras y adobes
encima, que podría ser un rebanco o pequeña plataforma. Cerca del ángulo entre los muros UC.102
y UC.111 se encontró un agujero circular (de 33 cm de diámetro) excavado en el suelo de la sala y
protegido en su base con varias piedras (UC.120). Es posible que se trate de un soporte para jarras
de almacenamiento.
Directamente sobre el suelo de la sala (UC.126) se hallaron una serie de vasos de cerámica de
tipología diversa. Pero el hallazgo más relevante fue el de dos tablillas cuneiformes muy cerca del
muro UC.108, que estaban cubiertas en parte por una viga carbonizada y dos vasos de cerámica (uno
con perforaciones y otro carenado). Todo el material arqueológico de esta sala está asociado a un
nivel (UE.127), que está caracterizado por la presencia masiva de carbón vegetal, de fragmentos de
arcilla con la impronta de vigas de la techumbre y de adobes fragmentados y derrumbados. Este nivel
es el resultado del incendio que puso fin al edifico.
Sala 4. Sala excavada parcialmente y delimitada por el momento por los muros UC.109 y 123.
Muro UC.123. Está destruido en parte por una tumba islámica (UE.149). Altura conservada: 60
cm; formato de los adobes: 38 por 37 cm. En el ángulo formado entre este muro y el UC.109 hay
una pequeña instalación (UC.114) formada por un adobe (38 por 38 por 9 cm) dispuesto en posición
vertical y una piedra plana en el suelo.
Sala 5. Esta sala fue excavada de forma parcial en extensión y profundidad (no se ha llegado aún
al suelo de la sala). Está delimitada por los muros UC.111b, UC.119 y UC.122.
Muro UC.111b. Parcialmente destruido por la tumba islámica UE.136. Conserva restos de
enlucido de yeso; altura excavada 52 cm; formato de los adobes 20 por 35 cm.
Muro UC.119. Está alterado por la tumba islámica UE.150. Altura excavada: 62 cm; formato del
34
adobe 38 por 37 cm y 20 por 38 cm.
Muro UC.122. Altura excavada: 30 cm; anchura: 2 m; formato de los adobes 40 por 40 cm.
La superficie delimitada por estos tres muros y el perfil sur de la cuadrícula está relleno de un
depósito arqueológico formado por carbón vegetal y adobes caídos y enrojecidos por el fuego del
incendio que provocó la destrucción del edificio (UE.110). Es un depósito muy similar al documentado
en la sala 1.
Aunque la superficie excavada del edificio medioasirio de Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fig. 30-31)
es reducida (no supera el 10 % aprox.), no podemos evitar hacer una comparación con el edificio P
descubierto en la pendiente occidental de la ciudadela de Tell Šeikh Hamad, que ha sido interpretado
como el palacio del šukkallu Aššur-iddin. Este edificio es datado por sus excavadores en el período
medioasirio I148. Un sector de la planta de esta construcción está formado por una serie de seis
habitaciones rectangulares (llamadas C, E, D, M, N y Q), que tienen las mismas dimensiones y
disposición que las salas 1 y 3 excavadas en Tell Qabr Abu al-‘Atiq149.
La destrucción y el posterior colapso del edificio contribuyeron a sellar y conservar sobre el
suelo de las salas excavadas todo el mobiliario, sobre todo de cerámica, utilizado por sus moradores.
Se trata de un material arqueológico de excepcional valor desde el punto de vista cronológico, ya que
es un conjunto cerrado y homogéneo precintado por un depósito con abundantes adobes y carbones
(UE.110 y 127) formado en el momento de la destrucción y del incendio, que puso fin a la vida del
edificio. El estudio tipológico de la cerámica, las dataciones de radiocarbono y los epónimos de las
tablillas cuneiformes halladas nos permiten ofrecer una datación coherente en el marco del Bronce
Reciente II, concretamente en el reinado del soberano Tukulti-Ninurta I.
5.4. La cerámica “administrativa” medioasiria: estudio preliminar
La excavación de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II proporcionó un amplio repertorio de cuencos, fuentes, vasos
y jarras propio de la denominada cerámica “administrativa” medioasiria. Su relevancia arqueológica
e histórica es evidente, pues se trata del primer conjunto cerámico de esta naturaleza hallado en la
región del Medio Éufrates. Su coherencia y homogeneidad tanto tipológica como cronológica son
incuestionables (fig. 32-33). Este tipo de cerámica era bien conocida en los valles del Khabur y del
Balikh150, pero no en la cuenca del Éufrates donde el único conjunto publicado hasta la fecha estaba
formado por diez fragmentos y dos cuencos carenados prodecentes de Tell Šiukh Fauqani151.
Los hallazgos arqueológicos de Tell Qabr Abu al-‘Atiq abren, por tanto, nuevas perspectivas
sobre la expansión de los asirios en el Éufrates a lo largo del siglo XIII a.C. Por esta razón, la
misión sirio-española en Deir ez-Zor ha decidido realizar la presente publicación preliminar sobre
la cerámica medioasiria de este estratégico enclave. Esta monografía no incluye la totalidad de la
cerámica hallada durante las campañas de 2008-2010, sino una cuidada selección de las formas
completas y de aquellas que permiten reconstruir íntegramente o casi su perfil. Todo este material
procede de las Unidades Estratigráficas UE.110 y UE.127, que se corresponden con el primer nivel
de destrucción y colapso causado por el incendio que puso fin al edificio medioasirio. Es decir, fueron
encontradas directamente sobre el suelo de las salas 1, 3 y 4.
A continuación, se presenta un catálogo descriptivo de las 52 piezas seleccionadas para
esta publicación, que han sido organizadas por salas152. Después de la descripción tipológica de
148 Kühne 2006-08, p. 550.
149 Pfälzner 1997, p. 110.
150 En particular en Šeikh Hamad y Tell Sabi Abyad. Véase Pfälzner 2007, pp. 250-253.
151 Capet 2005, pp. 381-383.
152 Abreviaturas utilizadas en la descripción de la cerámica: dbr. (diámetro del borde), dbs. (diámetro de la base),
alt. (altura de la pieza), int. (color interior), ext. (color exterior).
35
cada pieza, se recogen los principales paralelos a partir de los materiales de los dos enclaves
reconocidos como referente dentro de los estudios sobre cerámica del período medioasirio, por estar
bien contextualizados y datados: Tell Sabi Abyad (niveles 6 y 5), en el Balikh, y Tell Šeikh Hamad
(niveles mA I y mA II), en el Khabur153.
5.4.1. Sala 1 (UE.110)
Nº de inventario: TQA.08.A.67 (fig. 34).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 9,6 cm; dbs. 3,1 cm; alt. 4 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rosácea; int. rosáceo; ext. rosáceo.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.08.A.69 (fig. 34).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 9,7 cm; dbs. 3,1 cm; alt. 3,9 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.08.A.70 (fig. 34).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 9,8 cm; dbs. 5 cm; alt. 3,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.08.A.68 (fig. 35).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 16,3 cm; dbs. 5,1 cm; alt. 4,3 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
153 Duistermaat 2008; Pfälzner 1995. No obstante, es preciso tener presente que el material cerámico de Sabi
Abyad varía cuantitativamente según los niveles del yacimiento. Así, en el nivel 6 hay catalogados 2295 fragmentos,
mientras que el nivel 5 cuenta con 7614 fragmentos de cerámica medioasiria (Duistermaat 2008, p. 51). Esta
diferencia cuantitativa influye, como es lógico, en el número de paralelos formales asignados a nuestro material de
Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
36
Color: pasta rosácea; int. negro; ext. negro (la pieza presenta una fina capa de betún).
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.08.A.76 (fig. 35).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 23 cm; dbs. 8,4 cm; alt. 7 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta marrón; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.09.X23.110.02 (fig. 36).
Tipo: vaso acampanado.
Dimensiones: dbr. 8,5 cm; dbs. 2,2 cm; alt. 10,1 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 y 6 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.91). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner
1995, taf. 79).
Nº de inventario: TQA.09.X23.110.05 (fig. 36).
Tipo: vaso acampanado.
Dimensiones: dbr. 7,8 cm; dbs. 2,1 cm; alt. 9,4 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. negro; ext. negro.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 y 6 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.91). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner
1995, taf. 79).
Nº de inventario: TQA.08.A.65 (fig. 37).
Tipo: vaso cónico.
Dimensiones: dbr. 8,7 cm; alt. 10,3 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta rosácea; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.90). Šeikh Hamad mA IIa (Pfälzner
1995, taf. 114).
Nº de inventario: TQA.09.X23.110.01 (fig. 37).
Tipo: vaso cónico.
37
Dimensiones: dbr. 7,7 cm; alt. 9 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta rojiza; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.90). Šeikh Hamad mA IIa (Pfälzner
1995, taf. 114).
Nº de inventario: TQA.08.A.102 (fig. 38).
Tipo: colador.
Dimensiones: dbr. 15,2 cm; alt. 5,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta verdosa; int. verdosa; ext. verdosa.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.33, IV.91 y IV.110). Šeikh Hamad mA I
(Pfälzner 1995, taf. 94).
Nº de inventario: TQA.08.103 (fig. 39).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 31 cm; dbs. 10,7; alt. 11,8 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta marrón; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.18, IV.19, IV.51 y IV.52). Šeikh Hamad mA IIa/b
(Pfälzner 1995, taf. 99).
Nº de inventario: TQA.08.104 (fig. 40).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 32 cm; dbs. 9,5; alt. 11,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta marrón; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.18, IV.19, IV.51 y IV.52). Šeikh Hamad mA IIa/b
(Pfälzner 1995, taf. 99).
Nº de inventario: TQA.08.105 (fig. 41).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 41 cm; alt. conservada 19,3 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta marrón; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.19 y IV.50). Šeikh Hamad mA IIa (Pfälzner 1995,
taf. 110).
38
Nº de inventario: TQA.09.X23.SO.110.09 (fig. 42).
Tipo: soporte.
Dimensiones: dbs. 25 cm; alt. 16,3 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.34, IV.92, IV.93, IV.110 y IV.111). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf. 94 y 127).
Nº de inventario: TQA.08.A.90 (fig. 43).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 13,5 cm; dbs. 8,6 cm; alt. 54,8 cm; peso 8,4 kg.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta grisácea; int. marrón; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.80: n). Šeikh Hamad mA I (Pälzner 1995, taf. 96:
b y 97: c).
Nº de inventario: TQA.08.A.91 (fig. 44).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 14 cm; dbs. 8,3 cm; alt. 55,5 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. verdoso; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad (Duistermaat 2008, fig. IV.81: e, IV.88: b). Šeikh Hamad mA I (Pälzner 1995,
taf. 85: g).
Nº de inventario: TQA.08.A.92 (fig. 45).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 13 cm; dbs. 6,8 cm; alt. 62,5 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rosácea; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.30: b, IV.31: b y IV.83: k). Šeikh Hamad mA I y
IIa/b (Pfälzner 1995, taf. 85: g, 86, 87: b y d y 96: a, 129: g).
Nº de inventario: TQA.08.A.63 (fig. 46).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 10 cm; alt. conservada 12 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.28, IV.29 y IV.73). Šeikh Hamad mA I y IIb
39
(Pfälzner 1995, taf. 84, 92 y 123).
Nº de inventario: TQA.09.X23.110.16 (fig. 47).
Tipo: jarra con asas. Llamada tradicionalmente “jarra de peregrino”.
Dimensiones: dbr. 5 cm; alt. conservada 14,4 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta grisácea; int. grisáceo; ext. rojizo.
Acabado/decoración: engobe y espatulado.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.33 y IV.94).
5.4.2. Sala 3 (UE.127)
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.15 (fig. 48).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 8,2 cm; dbs. 3,5 cm; alt. 3,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.21 (fig. 48).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 9,4 cm; dbs. 4,1 cm; alt. 4,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.35 (fig. 48).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 8,8 cm; dbs. 4,1 cm; alt. 3,4 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.53 (fig. 48).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 8,4 cm; dbs. 3,7 cm; alt. 3,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
40
Color: pasta anaranjado; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.25 (fig. 49).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 15,3 cm; dbs. 5,2 cm; alt. 5,9 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.1 (fig. 49).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 14,6 cm; dbs. 6,1 cm; alt. 5,8 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.42 (fig. 49).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 13,9 cm; dbs. 4,8 cm; alt. 4,8 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. marrón; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.49 (fig. 50).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 19,1 cm; dbs. 8,4 cm; alt. 8,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. marrón; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.16 (fig. 51).
Tipo: vaso cónico.
41
Dimensiones: dbr. 10,3 cm; alt. 12,8 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.90). Šeikh Hamad mA IIa (Pfälzner
1995, taf. 114).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.18 (fig. 51).
Tipo: vaso acampanado.
Dimensiones: dbr. 8,7 cm; dbs. 3,5 cm; alt. 10 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 y 6 (Duistermaat 2008, fig. IV.33 y IV.91). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner
1995, taf. 79).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.5 (fig. 52).
Tipo: colador.
Dimensiones: dbr. 16,7 cm; alt. 5,7 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.33, IV.91 y IV.110). Šeikh Hamad mA I
(Pfälzner 1995, taf. 94).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.12 (fig. 53).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 39,9 cm; dbs. 7,6 cm; alt. 18,3 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.19, IV.50, IV.51 y IV.55). Šeikh Hamad mA IIa-c
(Pfälzner 1995, taf. 99 y 101).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.32 (fig. 54).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 35 cm; dbs. 10,3 cm; alt. 17,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rosácea; int. grisáceo; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe. Contiene restos de betún.
Paralelos: No tiene paralelos en Sabi Abyad y Šeikh Hamad.
42
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.60 (fig. 55).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 33,7 cm; alt. conservada 20,6 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.27, IV.54, IV.69 y IV.70). Šeikh Hamad mA I
y IIa (Pfälzner 1995, taf. 75, 76 y 111).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.37 (fig. 56).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 14,3 cm; dbs. 9 cm; alt. 61,9 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos:
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.38 (fig. 57).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 14 cm; dbs. 6,3 cm; alt. 62,8 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rosácea; int. rosáceo; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.30: b, IV.31: b y IV.83: k). Šeikh Hamad mA I y
IIa/b (Pfälzner 1995, taf. 85: g, 86, 87 y 96: a, 129: g).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.23 (fig. 58).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 13,8 cm; dbs. 6,1 cm; alt. 41,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.88: d). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner 1995, taf.
88: c).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.26 (fig. 59).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 12,4 cm; dbs. 9,4 cm; alt. 40,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.88: d). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner 1995, taf.
88: c).
43
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.54 (fig. 60).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 21 cm; dbs. 26 cm; alt. 55 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.82: e). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner 1995, taf.
85: e y g).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.19 (fig. 61).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 9,4 cm; dbs. 6,1 cm; alt. 22,7 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rosácea; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 5 (Duistermaat 2008, fig. 79). Šeikh Hamad mA I y mA IIb (Päfzner 1995,
taf. 91 y 122).
Nº de inventario: TQA.10.X23.127.28 (fig. 62).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 9,4 cm; alt. conservada 15,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. marrón; ext. marrón.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.28, IV.29 y IV.73). Šeikh Hamad mA I y IIb
(Pfälzner 1995, taf. 84, 92 y 123).
5.4.3. Sala 4 (UE.127)
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.07 (fig. 63).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr.10 cm; dbs. 4 cm; alt. 4 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.10 (fig. 63).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 10 cm; dbs. 4 cm; alt. 4 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
44
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.14 (fig. 63).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr. 10 cm; dbs. 3 cm; alt. 3,4 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.12, IV.13, IV.23, IV.27 y IV.99). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf.77 y 113).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.31 (fig. 64).
Tipo: cuenco carenado.
Dimensiones: dbr.16 cm; dbs. 7,2 cm; alt. 5.7 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. beige ; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, IV.14, IV.15, IV.39-42, IV.99 y IV.100). Šeikh
Hamad mA I-IIb (Pfälzner 1995, taf. 67, 68, 69, 70, 104, 105 y 106).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.53 (fig. 64).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 10 cm; alt. conservada 13,2 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.28, IV.29 y IV.73). Šeikh Hamad mA I y IIb
(Pfälzner 1995, taf. 84, 92 y 123).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.02 (fig. 65).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 13 cm; dbs. 8 cm; alt. 56,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.30: b, IV.31: b y IV.83: k). Šeikh Hamad mA I
(Pfälzner 1995, taf. 85: g, 86, 87 y 96: a).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.03 (fig. 66).
Tipo: jarra sin asas.
45
Dimensiones: dbr. 16 cm; dbs. 9 cm; alt. cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. rojizo; ext. rojizo.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.30: b, IV.31: b y IV.83: k). Šeikh Hamad mA I
(Pfälzner 1995, taf. 85: g, 86, 87 y 96: a).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.56 (fig. 67).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 16 cm; dbs. 7 cm; alt. 60,1 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.30: b, IV.31: b y IV.83: k). Šeikh Hamad mA I
(Pfälzner 1995, taf. 85: g, 86, 87 y 96: a).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.04 (fig. 68).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 11 cm; dbs. 7 cm; alt. 41 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, IV.31: b, IV.80: l, IV.81: g, IV.85: f). Šeikh Hamad
mA IIa (Pfälzner 1995, taf. 120: b).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.08 (fig. 69).
Tipo: jarra sin asas.
Dimensiones: dbr. 11 cm; dbs. 8 cm; alt. 40 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta rojiza; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 (Duistermaat 2008, fig. IV.32). Šeikh Hamad mA I (Pfälzner 1995, taf. 88: c).
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.52 (fig. 70).
Tipo: fuente.
Dimensiones: dbr. 29,5 cm; alt. conservada 22 cm.
Desgrasante: mineral y vegetal.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6 y 5 (Duistermaat 2008, fig. IV.27, IV.54, IV.69 y IV.70). Šeikh Hamad mA I
y IIa (Pfälzner 1995, taf. 75, 76 y 111).
46
Nº de inventario: TQA.09.X23.127.06 (fig. 71).
Tipo: soporte.
Dimensiones: dbr. 22 cm; dbs. 26 cm; alt. 15,7 cm.
Desgrasante: mineral.
Color: pasta beige; int. beige; ext. beige.
Acabado/decoración: engobe.
Paralelos: Sabi Abyad 6, 5 y 4 (Duistermaat 2008, fig. IV.34, IV.92, IV.93, IV.110 y IV.111). Šeikh
Hamad mA I y mA IIa (Pfälzner 1995, taf. 94 y 127).
5.4.4. Clasificación tipológica: primer ensayo
El análisis formal y comparativo de la cerámica medioasiria de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II permite
afirmar que se trata de un conjunto coherente del tipo denominado “administrativo, oficial o estándar”.
Dado que el presente estudio no se basa en la totalidad del material cerámico hallado, nos parece que
lo más prudente no es establecer una tipología cerrada y definitiva, si no avanzar de forma provisional
cuáles son los principales grupos tipológicos o formales identificados hasta la fecha (fig. 72).
-Grupo 1. Cuencos con pared carenada. En función de sus dimensiones se pueden distinguir
dos variantes dentro de este grupo: cuencos pequeños con diámetro del borde entre 8,2-9,6 cm y una
altura entre 3,1 y 4,1 cm (fig. 73); y cuencos con un diámetro del borde mayor, entre 13,9-23 cm, y
una altura que varía entre 4,3 y 7 (fig. 74).
-Grupo 2. Fuentes. Se pueden distinguir tres variantes en función de la forma de la pared: fuentes
con pared recta, diámetro del borde entre 31 y 39,9 cm y altura que oscila entre 11,1 y más de 19 cm
(fig. 75); fuente con pared carenada, de la que solo conocemos un ejemplar (diám. 35 y alt. de 17,1
cm), véase fig. 76; fuentes con paredes convexas, cuyo diámetro del borde varía entre 29,5 y 33,7 cm
y una altura superior a 22 cm (fig. 77).
-Grupo 3. Vasos de forma cónica con un pequeño apéndice inferior. El diámetro del borde oscila
entre 7,7 y 10,3 cm y la altura varía entre 9 y 12,3 cm (fig. 78).
-Grupo 4. Vasos de perfil acampanado o en “S”. El diámetro del borde oscila entre 7,8 y 8,5 cm
y la altura varía entre 9,5 y 10,1 cm (fig. 79).
-Grupo 5. Jarras sin asas. Se pueden diferenciar dos subgrupos de acuerdo con sus dimensiones:
jarras de pequeño tamaño, cuya altura es inferior a 22,7 cm (fig. 81); y grandes jarras con una altura
que varía entre 62,5 y 40,2 cm (fig. 82). El cuerpo es de forma globular, ovoide y ovoide alargado.
Sin duda, son jarras de almacenamiento, cuyo peso puede superar los 8 kilos.
-Grupo 6. Jarras con asas. Solo se ha documentado un ejemplar de jarra globular con un asa, que es
habitualmente conocido como “jarra de peregrino”. Este tipo no pertenece al grupo “administrativo”
medioasirio, sino a una tradición propia de la Siria occidental y costera (fig. 83).
-Grupo 7. Soportes. Pieza cilíndrica de pared ligeramente convexa. El diámetro de la base oscila
entre 22 y 25 cm y la altura varía entre 16,5 y 15,7 cm (fig. 80).
-Grupo 8. Coladores. Se trata de cuencos con múltiples perforaciones, cuyo diámetro del borde
oscila entre 15,2 y 16,7 cm y la altura varía entre 5,1 y 5,7 cm (fig. 84).
Esta clasificación preliminar de la cerámica medioasiria de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II concuerda
en líneas generales con las tipologías establecidas para los hallazgos de Tell Šeikh Hamad154 y de
Tell Sabi Abyad. Esta homogeneidad formal y tecnológica es el resultado de una producción en masa
estandarizada y controlada por una autoridad vinculada al estado. A excepción de los grupos 3 y 4
(vasos de paredes muy finas con desgrasante mineral), se trata de una cerámica de producción rápida,
tosca y poco cuidada, que presenta abundante desgrasante vegetal. Los análisis químicos realizados
154 Pfälzner 1997, abb.2 y 2007, pp. 251-253; Duistermaat 2008, pp. 473-488.
47
a la cerámica de Tell Šeikh Hamad demuestran que la arcilla utilizada por los alfareros era de origen
local y que, por tanto, no era una cerámica importada155.
Dada la gran uniformidad de la cerámica “administrativa” medioasiria, es posible pensar
que los artesanos asirios fueron enviados a los territorios incorporados a Aššur para producir una
“cultura de imperio” bajo la supervisión de un funcionario del estado. Es decir, la centralización de
la administración asiria se hace patente no sólo en la producción de documentación escrita (tablillas
cuneiformes en lengua asiria) sino también en la producción de cerámica (que hoy llamamos
“oficial”).
5.5. Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fase II): datación a la luz de los datos radiocarbónicos,
arqueológicos y textuales
La cronología de la segunda mitad del II milenio a.C. en Mesopotamia se fundamenta esencialmente
en las fuentes asirias, en particular en la denominada “Lista Real Asiria” (AKL), de la que se conservan
cinco ejemplares. Este texto nos proporciona un listado detallado con los nombres de los reyes, su
genealogía y la duración de sus reinados dentro de la historia de Asiria, desde sus inicios hasta el
llamado período neoasirio156. En opinión de J. Brinkman, no existe para la cronología mesopotámica
entre 1500 y 600 a.C. un documento tan importante y tan extensamente usado entre los historiadores
de Mesopotamia, aunque en ocasiones con escasa actitud crítica157. En el lugar número 78 de esta
lista aparece el rey Tukulti-Ninurta I, que es presentado como hijo y sucesor de Salmanasar I158. A
la hora de datar su reinado se han realizado varias propuestas. La tradicional es aquella que sitúa su
reinado de 37 años en 1243-1207 a.C.159, cronología que aún hoy es rebajada en 10 años por algunos
autores (1233-1197 a.C.)160. Otros investigadores, a partir de sincronismos con la realeza babilónica,
han establecido que Tukulti-Ninurta I fue contemporáneo de los reyes Kaštiliašu IV y Adad-šumausur y, tras rebajar la duración de su reinado a 36 años, han propuesto como fecha 1240-1205 a.C.161.
Con el objetivo de llegar a unas conclusiones cronológicas válidas sobre la ocupación medioasiria
de Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fase II), hemos realizado un estudio interdisciplinar en el que se ponen
en juego tres tipos de evidencias de diferente naturaleza: datación radiocarbónica (C14) de carbón
vegetal, termoluminiscencia (TL) de cerámicas y luminiscencia ópticamente estimulada (OSL)
de sedimentos arqueológicos; datación a partir del estudio tipológico y comparativo de la cultura
material, en particular de la cerámica; y datación a partir del año epónimo identificado en una de
las tablillas cuneiformes halladas en el yacimiento. La distribución de las evidencias en las salas del
edificio medioasirio excavado es la siguiente:
155 156 157 158 159 160 161 Sala
Datación absoluta
Cultura material
Tablillas cuneiformes
1
C14, TL, OSL
Cerámica
---
3
C14
Cerámica
Epónimo
4
C14
Cerámica
---
Pfälzner 1997, p. 339.
Grayson 1980-1983 101s.
Brinkman 1973, p. 310.
Grayson 1980-1983, p. 110.
Grayson 1980-1983, p. 134; Brinkman 2003, p. 325.
Cancik-Kirschbaum 2013, p. 854; Freydank 1991, p. 194.
Gasche et al. 1998, p. 63 y p. 66. Esta misma cronología es aceptada por Bloch 2010, p. 1.
48
5.5.1. Datación absoluta
Técnicas de datación para los yacimientos de la Edad del Bronce en el Éufrates Medio
La datación de yacimientos de la Edad del Bronce en el Éufrates Medio se presenta como un problema
a la hora de escoger una técnica para establecer la cronología (si no es posible utilizar varias) o de
combinar técnicas de datación absoluta (radiocarbono, luminiscencia, etc.), dado que su significado
también es diferente. Tradicionalmente, se ha utilizado la datación por radiocarbono de carbones,
fragmentos de madera u otros materiales orgánicos, para asignar la edad a yacimientos arqueológicos.
Sin embargo, su uso conlleva una serie de consideraciones y de limitaciones de tipo metodológico
y geoarqueológico, que generalmente se han obviado. Por una parte, la asignación de la edad a un
sedimento a partir de la datación de los materiales que contiene conlleva varios riesgos. Uno de ellos
es que esos materiales pueden moverse entre diferentes capas de sedimentos por procesos ligados al
agua (percolación, escorrentía y arrastre) o por procesos edáficos (bioturbación), que suelen afectar
a niveles sedimentarios de hasta varios metros de profundidad, dependiendo del tipo de sedimento,
vegetación y suelo. Otro problema es la selección de la muestra a datar. La datación de una materia
orgánica puede no corresponder al yacimiento ni a la formación del suelo donde se encontró la propia
muestra. La muestra ideal sería un material producido o formado durante la ocupación del yacimiento
y que no ha sido alterado desde entonces. Un ejemplo de esto son las semillas, considerado un material
ideal, aunque es poco frecuente encontrar suficiente cantidad in situ para utilizarlo como muestra.
Con mayor frecuencia se utilizan fragmentos de madera o carbón vegetal (madera carbonizada),
que pueden permanecer en la superficie, ser enterrados y luego erosionados (conjuntamente con el
sedimento) y transportados y redepositados por procesos relacionados con el agua (inundaciones o
grandes avenidas de agua relacionadas con lluvias fuertes o crecidas de ríos), o por la gravedad (por
movimientos de masas en laderas) en áreas cuyo substrato está formado por suelos o sedimentos con
una pendiente relativamente importante. Por otra parte, la madera procedente de un mismo árbol
puede llegar a ser de edades diferentes. La madera de la parte central del tronco principal de un
árbol puede tener una antigüedad mayor, de hasta varios centenares de años, si el árbol del cual
se ha obtenido esa madera es viejo (como puede ocurrir, por ejemplo, con un olivo). Esto hace
que la asignación de la edad de un yacimiento a partir de una o pocas dataciones de materiales
orgánicos, maderas o carbones tenga un riesgo de error importante. A todo esto, hay que añadir que
el resultado de la datación por radiocarbono varía en cuanto a su precisión si se hace por el método
convencional o por AMS (espectrometría de masas acoplada a acelerador de partículas). La técnica
de AMS comienza a aplicarse con cierta frecuencia a partir de los años 80, por su mayor precisión
cronológica162.
Otra técnica de datación utilizada con frecuencia en arqueología es la luminiscencia. Ésta
comprende en realidad un conjunto de técnicas de las cuales las más utilizadas son la termoluminiscencia
(TL) y la luminiscencia ópticamente estimulada (OSL). La primera de estas técnicas se aplica a
materiales que han sido calentados en el pasado, principalmente cerámicas; mientras que la segunda
se utiliza preferentemente para datar sedimentos. La luminiscencia determina el tiempo transcurrido
desde la última vez que un material compuesto total o parcialmente por minerales ha sido calentado
(en el caso de las cerámicas) o ha sido expuesto a la luz por última vez, antes de permanecer enterrado
(en el caso de los sedimentos). La datación de una cerámica proporciona la edad de su producción
o uso (si se ha utilizado para cocción de alimentos a temperaturas superiores a 300 ºC). La técnica
de TL debe ser utilizada sobre cerámicas completas halladas in situ (sobre el suelo de un edificio,
por ejemplo), ya que en Mesopotamia es muy frecuente la utilización de fragmentos de cerámica
(procedentes de la extracción de tierra de niveles arqueológicos más antiguos) en la fabricación de
adobes para la arquitectura163.
El error que proporciona la TL suele oscilar entre el 5 y el 15%. Esto supone que en yacimientos
162 Buck y Millard 2004.
163 Margueron 1995.
49
de hace 3000 años, el error será con frecuencia de entre 150 y 450 años, lo que supone un rango de
edades de entre 300 y 900 años. Este rango es superior al del radiocarbono.
Si el elemento a datar es el sedimento, la OSL es la técnica más adecuada. La datación de los
arqueosedimentos que constituyen un tell, supone datar el momento de destrucción del yacimiento
estudiado164, dado que estos sedimentos se producen cuando se destruyen los edificios de adobe
construidos en ese asentamiento. De este modo, si se combina la datación por OSL de sedimentos
con la datación por TL de cerámicas se obtiene información acerca de la edad de ocupación y de
destrucción del yacimiento.
La datación por radiocarbono por medio de AMS proporciona un error menor, a pesar de la
incertidumbre que siempre puede existir acerca de la correspondencia de la edad de la muestra con
la edad del yacimiento, por las razones expuestas anteriormente. Dadas estas circunstancias, que son
bastante frecuentes, pueden existir discrepancias importantes en las edades obtenidas por TL para
muestras de cerámica, OSL para sedimentos y radiocarbono para muestras orgánicas. Esto plantea la
problemática de descartar o aceptar unas u otras dataciones cuando no coinciden. En este caso, se han
realizado algunos planteamientos interesantes que permiten combinar la información arqueológica
y estratigráfica de las muestras con el valor de las dataciones obtenidas. La opción más aceptada es
utilizar la estadística Bayesiana.
En arqueología, los modelos Bayesianos permiten utilizar la información existente sobre un
yacimiento para ponderar e interpretar condicionalmente el resultado de su análisis individual. Es decir,
permite la incorporación de conocimientos relevantes a priori o ciertas sospechas del investigador
en el análisis cronológico a realizar a partir de las dataciones obtenidas. Esto implica combinar
el conocimiento que tienen varios especialistas (de arqueología, arqueometría, geocronología,
etc.) para llegar al mejor resultado posible. Además, estos modelos permiten obtener información
estadística sobre edades absolutas obtenidas, información previa sobre datos históricos, secuencias
estratigráficas, fases arqueológicas y la interrelación de fases, secuencias y datos. Se aplican para
obtener modelos cronológicos de un modo interactivo, de forma que se pueden experimentar varios
modelos posibles con poco esfuerzo para obtener el más viable o acorde con las observaciones de
todos los especialistas que participan en la interpretación cronológica del yacimiento. Permite así
mismo, actualizar la información del modelo obtenido con información procedente de excavaciones
posteriores del mismo yacimiento y yacimientos cercanos o relacionados165.
Modelo cronológico para Tell Qabr Abu al-‘Atiq II
Para establecer la cronología en Tell Qabr Abu al-‘Atiq (fase II) se recurrió a una combinación de
TL de muestras de cerámica y de OSL de muestras de sedimento recogidas durante la excavación
realizada en los años 2008 y 2009, y muestras de carbones recogidas durante las campañas de
2008 y 2010 datados por AMS. Las dataciones por TL y OSL se han realizado en el Laboratorio de
Luminiscencia de la Unidad de Geocronología de la Universidade da Coruña; y las dataciones por
AMS en el Ångström Laboratory de la Division of Ion Physics de la University of Uppsala.
Dado que el yacimiento consta de dos zonas diferentes de ocupación dentro de la Edad del
Bronce166 (fases TQA I y TQA II), se llevó a cabo un análisis bayesiano con las dataciones obtenidas
a partir de muestras procedentes de ambos sectores (sondeos A y B-C), obteniéndose una cronología
(en fechas calibradas) que sitúa la ocupación del yacimiento en la ciudad baja durante el período
que va de 2840 a 2340 a.C. (Bronce Antiguo) y la ocupación en la colina principal entre 1410 y 910
a.C. (Bronce Reciente). Después de la elaboración de este primer modelo cronológico, se obtuvieron
nuevos datos a partir de la datación por radiocarbono AMS de nuevas muestras de carbono de la
164 Sanjurjo Sánchez, Fernández Mosquera y Montero Fenollós 2008.
165 Buck et al. 1996; Buck y Millard 2004.
166 Sanjurjo-Sánchez y Montero Fenollós 2012.
50
campaña de 2010, así como de la lectura e interpretación de dos tablillas cuneiformes procedentes de
la fase II del yacimiento. Para establecer un nuevo modelo cronológico que incluyera estos nuevos
datos, se utilizó el software OxCal versión 4.1 y se construyó una secuencia geocronológica167.
En este caso, se utilizaron las dataciones por radiocarbono y la información proporcionada por las
tablillas cuneiformes para obtener un modelo más preciso y ajustado, una vez conocidos los primeros
intervalos de edades al combinar dataciones de TL, OSL y radiocarbono AMS.
Aunque los modelos bayesianos permiten correlacionar información a priori, como por ejemplo
información estratigráfica con las edades, en el caso del yacimiento estudiado, la profundidad en la
que se recogió cada muestra (de sedimento, cerámica o carbón) no puede considerarse representativa
al tratarse de un relleno sin capas definitivas, por lo que muestras tomadas a profundidades diferentes
son representativas del mismo período. En el análisis se obtiene un índice de concordancia (agreement
index, A), que proporciona una medida estadística del solapamiento entre edades estimadas
individualmente y considerando el modelo cronológico. Un A=60% se considera un nivel aceptable
de concordancia, de modo que los índices por encima del 60% indican coincidencia de edades.
En este trabajo hemos aplicado esta metodología a la fase II de Tell Qabr Abu al-‘Atiq, cuya
cronología absoluta se ha establecido entre 1410 y 910 a.C. (fechas calibradas). Esto supone un
rango de edades de 500 años, excesivo si se considera que se pretende obtener una edad de ocupación
aproximada razonable. Los datos de dataciones por luminiscencia, obtenidos en la segunda fase
del yacimiento, se exponen en la tabla 1. Como se puede observar, la baja resolución de las edades
obtenidas por TL no permite discriminar qué edades de radiocarbono podrían corresponder a outliers.
Las edades de OSL mejoran esa precisión y permiten saber que la destrucción de los muros de adobe
en la zona excavada se produjo varios siglos después de la ocupación del yacimiento.
Tipo de
muestra
UE
Sala
Técnica
TQA.08.A5-sed
Sedimento
110
1
OSL
Cuarzo
926±243
TQA.08.A6-sed
Sedimento
110
1
OSL
Cuarzo
715±197
TQA.08.A6-cer
Cerámica
110
1
TL
Feldespatos
1035±452
TQA.08.A1-cer
Cerámica
110
1
TL
Cuarzo
2505±850
TQA.09.1
Cerámica
131
--
TL
Polimineral
1853±606
Muestra
Mineral
utilizado
Edad BC
Tabla 1. Edades obtenidas por luminiscencia para Tell Qabr Abu al-‘Atiq II.
En la tabla 2 se exponen los resultados de las dataciones por radiocarbono AMS para las muestras
de carbones recogidas en la fase II del yacimiento. Las edades son el resultado de la calibración
independiente de cada una de ellas. Como se puede observar, no hay correspondencia entre todas
ellas; de haberla, la variación entre rangos es significativa. Sin embargo, todas las muestras datadas
corresponden a fragmentos de madera carbonizada pertenecientes al entramado vegetal de la
techumbre o piso superior del edificio excavado. Estas muestras fueron recogidas directamente sobre
el suelo de tres salas (1, 3 y 4) excavadas entre las campañas de 2008 y 2010.
167 Bronk Ramsey 1995 y 2011.
51
UE
Sala
Edad
C14 no
calibrada
BP
Rango edad
calibrada
BC (95 %)
Edad BC
cal. yr
Nº muestra
Tipo de muestra
TQA08.A2
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
110
1
2860±40
1190-910
1050±140
TQA08.A3
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
110
1
2950±40
1300-1020
1160±140
TQA08.A4
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
110
1
2945±40
1300-1010
1155±145
TQA09.C5
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
110
1
2991±30
1380-1120
1250±130
TQA09.C9
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
110
1
2953±30
1270-1050
1160±110
TQA09.C8
Carbón vegetal
(viga)
127
4
3001±30
1380-1120
1250±130
TQA09.C4
Carbón vegetal
(viga)
127
4
2953±30
1270-1050
1160±110
TQA10.M9
Carbón vegetal
(derrumbe techo)
127
(UC120)
3
3040±33
1410-1210
1310±100
TQA10.M10
Carbón vegetal
(viga)
127
(UC116)
3
3039±32
1410-1210
1310±100
Tabla 2. Edades obtenidas por radiocarbono AMS para Tell Qabr Abu al-‘Atiq II.
Al aplicar un nuevo modelo Bayesiano a estas fechas de radiocarbono obtenemos un resultado
ligeramente diferente. Aplicamos el modelo en dos pasos. En primer lugar, se tienen en cuenta
solamente las dataciones por radiocarbono, y se considera un intervalo de confianza del 68% para la
calibración. Se observa que el rango de edad obtenido para la muestra TQA.08.A2 apenas coincide
con la muestra TQA.08.A4, aunque no podemos considerarlo como un outlier en sentido estricto.
Debe tenerse en cuenta que este tipo de modelos proporciona una edad calibrada diferente para
cada muestra (tabla 3) de la que se obtiene de una calibración individual (tabla 2). Dado que la edad
de esta muestra es más reciente de lo esperado, es muy probable que proceda de carbones que no
estaban en posición original y experimentasen algún proceso postdeposicional. El resto de muestras,
aunque comprende un rango variable de edades, permiten situar la ocupación del yacimiento entre
1379 y 1059 BC, lo que reduce el rango de edades para la ocupación de la fase II en 320 años
(reducción del rango de edades en un 35%). Este período sigue siendo coherente con la datación
que permite establecer la tipología de la cerámica, que corresponde al período medioasirio en la Alta
Mesopotamia.
52
Gráfico 1. Modelo de edades calibradas considerando edades de radiocarbono de Tell Qabr Abu al‘Atiq II.
5.5.2. Datación relativa de la cerámica
Los trabajos de P. Pfälzner y K. Duistermaat sobre yacimientos de las regiones del Khabur y del
Balikh, en particular sobre Tell Šeikh Hamad y Tell Sabi Abyad, han sido los estudios de referencia
utilizados para el presente análisis tipo-cronológico de la cerámica hallada en Tell Qabr Abu al-‘Atiq
II168. La tabla tipológica de la denominada “cerámica administrativa u oficial” medioasiria, elaborada
por Pfälzner a partir de la cerámica encontrada en el edificio P de Šeikh Hamad, está formada por
siete grupos distintos de vasos, de lo que tres pertenecían a una producción en masa estandarizada:
“Standard-Knickwandschalen”, “Standard-Knickwandnäpfe” y “Standard-Flaschen”169. Todos estos
tipos están bien representados en yacimientos del Balikh y del Khabur170, como Tell Sabi Abyad,
Khirbet eš-Šenef, Tell Šeikh Hamad, Tell Barri y Tell Fekheriye171, entre otros sitios. Como hemos
visto, en el Medio Éufrates meridional esta tipología está bien documentada en Tell Qabr Abu al-Atiq.
Este conjunto de formas, que constituye la llamada región de cerámica medioasiria (“mittelassyrische
Keramikregion”) de la Yazira172, se corresponde desde el punto de vista cronológico con el período
denominado Yazira Medio IIA et IIB173. La primera fase es datada en los reinados de Salmanasar I
y Tukulti-Ninurta I, a partir de la documentación epigráfica hallada en Šeikh Hamad (fase mA I) y
Tell Khuera (fase IIB-3). La segunda fase es datada por la secuencia estratigráfica de Šeikh Hamad
(fases mA IIa, IIb et IIc) entre el final del reinado de Tukulti-Ninurta I y Ninurta-tukulti-Aššur, y
por las tablillas de Tell Sabi Abyad (niveles 6 y 5) entre los reinados de Tukulti-Ninurta I y Enlilkudurri-usur174. Finalmente, cabe hacer referencia a los paralelos con la cerámica del nivel A1 de Tell
168 Pfälzner 1995, 1997 y 2007; Duistermaat 2008.
169 Pfälzner 1997, abb. 2.
170 Anastasio 2007, pp. 118-124.
171 Duistermaat 2008; Bartl 1990; Pfälzner 1995; Pecorella ed. 1998; Pruss y Bagdo 2002.
172 La extensión hacia el oeste de esta región necesita ser revisada a la luz de los nuevos datos de Tell Qabr Abu
al-‘Atiq.
173 Pfälzner 2007, p. 236.
174 Duistermaat 2008, p. 95; Pfälzner 1995, p. 238.
53
er-Rimah, 60 km al oeste de Mosul, cuyo final es datado por textos cuneiformes en tiempos del rey
Tukulti-Ninurta I175.
A la luz de estos datos, el estudio preliminar de la cerámica de Tell Qabr Abu al-‘Atiq demuestra
que la mayor parte de las formas halladas en este sitio del Medio Éufrates meridional están bien
representadas en niveles datados en el reinado de Tukulti-Ninurta I de otros yacimientos situados
más al norte (Šeikh Hamad mA I-IIb y Sabi Abyad 6-5 en particular). Esta conclusión está avalada
también por el hecho de que en Tell er-Rimah no hay niveles de ocupación posterior a este monarca
asirio y, sobre todo, por el hallazgo en la sala 3 del edificio de Tell Qabr Abu al-‘Atiq de dos tablillas
cuneiformes datadas, como veremos, en época del monarca Tukulti-Ninurta I (11º año de su reinado).
5.5.3. Datación de las tablillas cuneiformes
Las listas de epónimos asirios
Es bien sabido que babilonios y asirios emplearon sistemas de datación distintos. En Babilonia,
ya en la segunda mitad del III milenio a.C., los años llevaban nombres (sumerios) que aludían a
acontecimientos concretos, a saber, hitos o hazañas importantes realizadas por el monarca entonces
reinante (triunfos militares, inauguración de obras de arquitectura o ingeniería, etc.); en ocasiones
se podían numerar los años, agrupándolos por reinado. En Asiria, en cambio, prevaleció siempre un
sistema particular, el de los epónimos: cada año llevaba el nombre de un alto cargo del gobierno asirio
en funciones, llamado līmu (o limmu), que se traduce como “año epónimo”. El orden seguía, por lo
general, el rango de los grandes de Asiria, comenzando por el propio monarca. Tras los grandes de la
capital de Aššur, entre los cuales se cuentan el teniente general, el heraldo o el gran chambelán, daban
el nombre a los años asirios los gobernadores de las provincias; en ocasiones un mismo oficial podía
dar su nombre a más de un año. Escribas y secretarios asirios confeccionaron con el paso del tiempo
listas de epónimos con vistas probablemente a ordenar cronológicamente su historia documentada. Así
se conservan hoy en mejor o peor estado listas de epónimos paleoasirios, medioasirios y neoasirios. Sin
embargo, ninguna de las listas medioasirias conocidas hasta la fecha cubre los reinados de Salmanasar
I y Tukulti-Ninurta I, lo que correspondería al siglo XIII a.C. La secuencia de los años de ambos
reinados ha tenido que elaborarse sobre la base del análisis interno de la documentación generada por
su administración, hoy conservada y publicada. En efecto, era costumbre, ayer como hoy, fechar la
documentación administrativa, por lo general mediante el día, el mes y el año (epónimo).
Ha contribuido notablemente a reconstruir la secuencia de los años de los reinados de Salmanasar
I y Tukulti-Ninurta I el hallazgo de los archivos cuneiformes de Tall Šeikh Hamad, la antigua Dur
Katlimmu. Actualmente contamos con la lista completa y ordenada de los treinta epónimos que
constituyen el reinado de Salmanasar I y los primeros veintidós de los veintiséis que componen el
reinado de su hijo y sucesor176.
El epónimo de las tablillas TQA.10.X23.127.2 y TQA.10.X23.127.3
Las dos tablillas cuneiformes halladas juntas en la sala 3 (fig. 28) del edificio de adobe sacado a la
luz en la colina principal de Tell Qabr Abu al-‘Atiq están escritas en dialecto medioasirio con sendos
textos administrativos. Siguiendo la costumbre burocrática oficial medioasiria, ambos documentos
concluyen con la fecha, especificando, en este orden, el mes, el día y el año en que se redactaron.
En la tablilla TQA.10.X23.127.2, la fecha está inscrita en el margen inferior del reverso y puede
leerse: itu˹kal˺-mar-˹tu˺ u₄.10[+x.kam₂] / ˹li-mu˺ I˹a˺-[bat?-tu? “Mes de kalmartu, día 10 [+x], año
epónimo de A[battu(?)”.
La tablilla TQA 10.X23.127.3, de formato más reducido, tiene la fecha inscrita en el canto
175 Postgate, Oates y Oates 1997, p. 26.
176 Véase Bloch 2008 y 2010.
54
izquierdo, cuya escasa superficie ocupa enteramente. La fecha se conserva aquí completa y se lee:
a-bu-lugal.meš / u₄.10.kam₂ ˹li-mu˺ / I˹a-bat˺-tu dumu 10-mu-le-˹šir₃˺ “Mes de abu-šarrāni, día 10,
año epónimo de Abattu hijo de Adad-šumu-lēšir”.
Es esta segunda tablilla, TQA.10.X23.127.3, la que proporciona el anclaje cronológico más
preciso, concretamente al año epónimo de Abattu, hijo de Adad-šumu-lēšir. Es posible, dadas
las circunstancias del hallazgo y los restos conservados de los signos cuneiformes, que haya que
reconstruir el mismo epónimo en la tablilla TQA.10.X23.127.2.
Los nombres de los meses corresponden al calendario asirio estrictamente lunar, previo a la
babilonización del calendario, por tanto ya lunisolar, instaurado por Tiglat Pileser I. El mes de
kalmurtu, en que se redactó TQA.10.X23.127.2, correspondería al mes babilónico de araḫsamna
(octubre-noviembre), y abu-šarrāni en TQA.10.X23.127.3 a duʾūzu (junio-julio).
Abattu, hijo de Adad-šumu-lēšir, dio su nombre al undécimo año del reinado de Tukulti-Ninurta
I, lo cual nos situaría, en función de la cronología utilizada, en el año 1232, 1229 o 1222 a.C.
itu
5.5.4. Comparación de datos
Si se introducen en el modelo Bayesiano las dataciones propuestas a partir del epónimo de la tablilla
cuneiforme hallada en la sala 3 del edificio de Tell Qabr Abu al-‘Atiq, esto es, 1232, 1229 o 1222
a.C., podemos llegar a interesantes conclusiones. Dado que la resolución que proporcionan las
dataciones por radiocarbono es mucho menor que la que menciona la tablilla, podemos considerar la
fecha promedio de 1227±5 a.C., lo que implica tener en cuenta las tres posibilidades. Considerando
esto, el modelo proporciona índices de concordancia bajos (A<60%) para las muestras TQA.08.A2,
TQA10.M9 y TQA10.M10. La exclusión de la primera edad, se corresponde probablemente con la
causa ya expuesta más arriba. La exclusión de las otras dos nuevas edades puede relacionarse con el
hecho de que probablemente estas muestras corresponden a madera de edad anterior al yacimiento o
incluso reutilizada en la construcción, un hecho común en Mesopotamia177. Esta madera habría sido
(re)utilizada en la techumbre de la zona de la sala 3. Esto indica que el nuevo rango de edad para el
yacimiento sería 1311 y 1059 a.C. (menos de 300 años).
Si consideramos una ocupación que se circunscribe al período al que pertenece la tablilla, el
modelo cronológico nos indica que la ocupación del yacimiento se correspondería con el período
comprendido entre 1286 y 1226 a.C. Según este período, obtenido al contrastar la hipotética fecha
absoluta de la tablilla (año 11º del reinado de Tukulti-Ninurta I) con las dataciones de radiocarbono,
la hipótesis de la cronología baja (año 11º = 1222 a.C.) cae fuera de este rango. Por tanto, a partir de
los datos disponibles, se puede afirmar que la fecha más probable para la tablilla es 1232 o 1229 a.C.,
de acuerdo con la cronología alta que se atribuye al reinado de Tukulti-Ninurta I.
Muestra
Edad calibrada sin modelizar (BC) Edad modelizada (BC)
A
AATQA.08.A2 (2860,40)
1112-946
1301-1249
1.1
TQA.08.A4 (2945,40)
TQA.08.A3 (2950,40)
TQA.09.C4 (2953,30)
TQA.09.C9 (2953,30)
TQA.09.C5 (2991,30)
TQA.09.C8 (3001,30)
TQA10.M10 (3039,32)
TQA10.M9 (3040,33)
Tukulti-Ninurta I (-1227,5)
1259-1059
1260-1115
1257-1125
1257-1125
1297-1133
1311-1135
1378-1265
1379-1265
1236-1222
1286-1245
1266-1242
1257-1241
1252-1236
1246-1231
1241-1226
1236-1223
1231-1221
1228-1217
64.8
91
97.2
101.7
135.2
132.3
49.5
54.2
71
Tabla 3. Dataciones obtenidas para Tell Qabr Abu al-‘Atiq II por el modelo Bayesiano.
177 Moorey 1999.
55
El rango de edad obtenido para el yacimiento (1311-1059 a.C.) es totalmente coherente con
el rango atribuido por convención al período medioasirio en el norte de Mesopotamia (1340-1180
a.C.)178, e incluso indica que probablemente el yacimiento fue ocupado en un período que comprende
un rango mayor de años (de hasta 121 años más). Esta cronología abarcaría aproximadamente el
período situado entre los reinados de Adad-nirari I y Tiglat Pileser I (según la cronología alta).
Esta cronología absoluta puede ser delimitada aún más si tenemos en cuenta la datación relativa
propuesta para la cerámica de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II entre los períodos Yazira Medio IIA et IIB
(de Salmanasar I a Ninurta-tukulti-Aššur). No obstante, el estudio tipológico de la cerámica sugiere
que la mayor parte de las formas encontradas en este sitio del Medio Éufrates meridional están
representadas en niveles datados en el reinado de Tukulti-Ninurta I (i.e. Yazira Medio IIA e inicios
de IIB). De hecho, la tablilla cuneiforme hallada en la sala 3 avala esta posibilidad, al estar fechada
en el año 11º del reinado de Tukulti-Ninurta I (fecha post quem).
Dos dataciones radiocarbónicas realizadas a muestras de Tell Sabi Abyad, en la región del
Balikh, indican edades muy similares (1320-1050 a.C.) a las encontradas para la fase II de Tell
Qabr Abu al-‘Atiq179. Los niveles 6 y 5 de este yacimiento están datados por los epónimos de varias
tablillas cuneiformes entre la primera década del reinado de Tukulti-Ninurta I y parte del reinado de
Ninurta-apil-Ekur.
5.5.5. Conclusión: propuesta de datación
La experiencia de comparar los datos radiocarbónicos (C14), arqueológicos (cerámica) y epigráficos
(tablillas cuneiformes) de la fase II de Tell Qabr Abu al-‘Atiq ha revelado el interés científico de
los estudios de tipo interdisciplinar a la hora de avanzar en nuestro conocimiento sobre el complejo
campo de la cronología mesopotámica. Este estudio comparativo ha proporcionado un resultado que
avala la tesis de la cronología alta atribuida al reinado del monarca Tukulti-Ninurta I (1243-1207 /
1240-1205 a.C.), y en principio sitúa la ocupación medioasiria de Tell Qabr Abu al-‘Atiq entre 1286
y 1226 a.C.
Gráfico 2. Modelo considerando edades de radiocarbono y de la tablilla cuneiforme de Tell Qabr Abu
al-‘Atiq II.
178 Anastasio et al. 2004, p. 18.
179 Duistermaat 2008, p. 95. Se trata de dos muestras de grano carbonizado analizadas en la Universidad de
Groningen: 2985±25 BP = 1320-1120 BC cal. y 2940±20 = 1260-1050 BC cal.
56
No obstante, dado que existe todavía una incertidumbre razonable sobre el conocimiento de
la cronología del II milenio a.C. en el norte de Mesopotamia, sería necesario realizar modelos
cronológicos similares en otros yacimientos del mismo período en la región estudiada para confirmar
si la diferencia entre rangos de edades corresponde a una cronología incorrecta o a factores
relacionados con los problemas, ya citados, que presentan la datación por radiocarbono.
6. Conclusiones
El conjunto cerámico de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II analizado en esta publicación preliminar pertenece
al tipo denominado “administrativo, estándar u oficial” (fig. 85-88). Es la expresión material del
imperialismo asirio y de su forma de imponer una cultura nueva. Estamos ante una “cultura de
imperio”, que fue exportada a los territorios periféricos de Aššur como medio de “asirianización”
de las tierras conquistadas. Esta producción cerámica estaba controlada por la administración asiria,
por lo que se trata de un testimonio excelente para definir las fronteras del imperio. De acuerdo con
esta premisa, los nuevos hallazgos hacen necesario corregir la extensión asignada por P. Pälzner a la
llamada “mittelassyrische Keramikregion” durante el siglo XIII a.C., ya que además de las regiones
regadas por los ríos Tigris, Khabur y Balikh, comprendía el Medio Éufrates.
El estudio tipológico realizado ha permitido establecer provisionalmente ocho grandes grupos
formales, que en líneas generales se ajusta a las tipologías organizadas a partir de la cerámica
medioasiria de Tell Šeikh Hamad y Tell Sabi Abyad: cuencos carenados, fuentes, vasos cónicos,
vasos acampanados, jarras sin asas, jarras con asas, soportes y coladores (fig. 72). Se trata de cerámica
de uso común (jarras de almacenamiento y de transporte, cuencos para distribución de alimentos,
vasos para beber, etc.), de factura poco cuidada, con abundante desgrasante vegetal y de producción
estandarizada. Las piezas de mayor calidad son los vasos acampanados y cónicos, de paredes muy
finas (4-5 mm) y desgrasante mineral. También hay algunas piezas importadas de otros territorios
sirios, caso de la “jarra de peregrino” hallada en la sala 1.
Con los hallazgos arqueológicos de Tell Qabr Abu al-‘Atiq quedan disipadas todas las
especulaciones sobre la presencia asiria en el Medio Éufrates. El problema surge a la hora de
establecer tanto el cuadro cronológico preciso como la verdadera entidad de este proceso histórico. La
experiencia de comparar los datos radiocarbónicos (1410-910 a.C. cal.), arqueológicos (cerámica del
período Yazira Medio IIA et IIB) y epigráficos (tablilla cuneiforme fechada en el año 11º del reinado
de Tukulti-Ninurta I; fecha post quem) de la fase II de Tell Qabr Abu al-‘Atiq (Bronce Reciente II) ha
proporcionado un resultado que avala las tesis de la cronología alta asignada al reinado del monarca
Tukulti-Ninurta I (1243-1207 / 1240-1205 a.C.), y en principio sitúa la ocupación medioasiria de Tell
Qabr Abu al-‘Atiq entre 1286 y 1226 a.C.
De acuerdo con la distribución geográfica de los yacimientos (y ante la falta de cronologías
absolutas precisas que sirvan de referencia), el proceso de la expansión medioasiria por el norte y
oeste de Siria pudo seguir el siguiente esquema hipótético:
1.- En primer lugar, asirios procedentes de Aššur, tras remontar el valle del Tigris, se instalaron
en la región más septentrional del río Khabur (Tell Mohamed Diyab, Tell el-Hamidiye, Tell Barri, Tell
Taban, etc.) y, desde aquí, descendieron hasta fundar Dur Katlimmu-Tell Šeikh Hamad e instalarse en
Mari-Tell Hariri, ya en el Éufrates.
2.- En una segunda etapa, partiendo desde la cabecera del Khabur, continuarían su expansión
hacia el oeste hasta llegar al río Balikh y su área de influencia (Tell Khuera, Tell Sabi Abyad, Khirbet
eš-Šenef, etc.).
3.- Finalmente, los asirios intentaron instalarse en la región del Medio Éufrates. Tell Šiyuh
Fauqani parece que fue un intento fallido, mientras que Tell Qabr Abu al-‘Atiq sería su principal
baluarte en esta región de frontera político-territorial.
En cuanto a la naturaleza del edificio medioasirio de Tell Qabr Abu al-‘Atiq no es posible, por
57
estado inicial de la excavación, ser concluyentes. El contexto del que procede la cerámica de las
salas 1 y 3 (las dos únicas excavadas en su totalidad), es claramente doméstico. Todo el mobiliario
cerámico estaba asociado a varios hogares y a utensilios de piedra (en particular molinos de basalto
para triturar grano). Hay otros argumentos que permiten apuntar la hipótesis de que se trate de un
dunnu o “mansión fortificada”. Sus reducidas dimensiones (58 por 45 m aprox.) recuerdan a las
del dunnu de Sabi Abyad (60 por 60 m). Así mismo, su privilegiada posición de control sobre la
estratégica garganta de Khanuqa; su situación con respecto al territorio hitita en Siria, y su carácter de
puesto avanzado en el valle del Éufrates nos hacen pensar que estamos ante un dunnu, cuya principal
función era la explotación agrícola de la región y sobre todo su control militar y comercial.
La fortaleza de Tell Qabr Abu al-‘Atiq hay que interpretarla en el contexto de complejidad
político-territorial que vivió la región en el último cuarto del II milenio a.C. Era un enclave avanzado
del imperio asirio frente a los hititas de la región Karkemiš y Emar, el “país de Aštata”, y frente a
los kasitas llegados desde Babilonia hasta la región Terqa y Mari. Es posible que el incendio que
destruyó este puesto haya sido el resultado de un conflicto, que buscaba definir la territorialidad entre
el “país de Aššur” y las principales fuerzas y poblaciones con intereses en la región (hititas, kasitas
y nómadas).
En el estado actual de la investigación, trabajamos sobre cuatro hipótesis para explicar el
incendio que destruyó Tell Qabr Abu al-‘Atiq, a saber:
-Una incursión de las tropas hititas con motivo de una disputa fronteriza, que buscaba delimitar
el alcance del dominio territorial de Hatti y Aššur. Dentro de este conflicto regional podría entenderse
también la destrucción de Tell Fray hacia 1270-1250 a.C., un enclave controlado probablemente por
los hititas, a juzgar por el hallazgo de una impronta de arcilla con un sello del rey Hattušili III y de su
esposa. Tell Fray está localizado cien kilómetros aguas arriba de Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
-Un conflicto con las poblaciones nómadas de la región de Yebel Bišri. Una de las tablillas
cuneiformes halladas en la sala 3 hace referencia a actividades comerciales entre los suteos y los
habitantes de la fortaleza de Qabr Abu al-’Atiq. Este dato puntual es una buena prueba del control
que estas tribus ejercían sobre la garganta de Khanuqa. De hecho, los suteos son bien conocidos en
los archivos de Mari como gente hostil y habituada a la práctica del pillaje. Otra posibilidad a evaluar
son los arameos (ahlamu), que constituían una amenaza para la estabilidad del imperio asirio en la
zona.
-Un enfrentamiento con los vecinos del sur, esto es, con los kasitas que se habían asentado y
hecho fuertes en la región de Terqa desde tiempos de Kadašman Enlil II.
-Por último, aunque como tesis más improbable, no podemos descartar la acción de un incendio
accidental que habría provocado el abandono de la totalidad o de una parte del edificio, que solo ha
sido excavado parcialmente hasta la fecha.
Tell Qabr Abu al-‘Atiq se presenta como un sitio relativamente aislado en una zona escasamente
ocupada y poco explorada por los asirios. Este enclave es, por el contrario, una pieza esencial para
el control de la parte meridional del imperio asirio, ya que marcaba una nueva etapa en la ruta
que prolongaba hacia el oeste el itinerario que probablemente existía entre las ciudades de Dur
Katlimmu, en el Khabur, y Aššur, la capital imperial. Está claro que Qabr Abu al-‘Atiq no era un
puesto incomunicado, sino que formaba parte de la política territorial asiria en la región, por lo que
resulta necesario situarlo dentro de la red de comunicaciones de la época. A modo de hipótesis, se
puede reconstruir un trayecto directo vía terrestre entre Tell Šeikh Hamad-Dur Katlimmu y Qabr
Abu al-‘Atiq, ya que entre ambos sitios había pozos de agua. Desde este establecimiento del Éufrates
se alcanzarían, finalmente, las ciudades de Tuttul y Emar. Esta ruta terrestre entre Emar y Aššur vía
Tell Qabr Abu al-‘Atiq, de 480 km aproximadamente de recorrido, unía la capital de Asiria con el
Medio Éufrates meridional y central. Debió existir, sin embargo, una alternativa fluvial al itinerario
terrestre entre Tell Qabr Abu al-‘Atiq y Dur Katlimmu a través del canal Semíramis, que conectaba
la salida de la garganta de Khanuqa (unos 6 km aguas abajo de Tell Qabr Abu al-‘Atiq) con los
58
canales existentes en el Bajo Khabur. Era una vía más larga, pero más práctica para el transporte de
mercancías pesadas.
Finalmente, es interesante reseñar el hallazgo en la sala 1 de una “jarra de peregrino”, ya que
este modelo de tradición más occidental nos acerca a los circuitos comerciales con los que estaba
comunicado el establecimiento medioasirio de Qabr Abu al-‘Atiq. Se trata de un tipo de recipiente
cerrado o botella con asa y cuerpo lenticular difundido en Siria a través del comercio entre la costa
mediterránea, el Medio Éufrates (Emar, Tell Hadidi, Tell Banat y el-Qitar) y el Balikh (Tell Sabi
Abyad) durante el Bronce Reciente.
En definitiva, la cerámica “administrativa” de Tell Qabr Abu al-‘Atiq II es la expresión
material del imperialismo asirio y de la forma de imponer su propia cultura en los territorios bajo
su administración. La conquista del Éufrates era un reto político y militar para los reyes asirios.
La ocupación de Qabr Abu al-‘Atiq tuvo que representar un hito dentro del proceso de expansión
territorial hacia el oeste diseñado por los grandes monarcas asirios del siglo XIII a.C., en particular
por Tukulti-Ninurta I.
***
La importancia de los descubrimientos de la misión arqueológica sirio-española en Khanuqa
es evidente, pues Tell Qabr Abu al-’Atiq es el único yacimiento del valle del Medio Éufrates
cuya excavación ha servido para progresar con documentación nueva en el estudio del programa
expansionista de los reyes medioasirios. Nuevas campañas arqueológicas garantizarían un mayor
avance en nuestros conocimientos, pero debido a la actual crisis política, humanitaria y patrimonial
que padece Siria esta misión resulta inviable. Por el momento, los miembros de la misión sirioespañola mantienen su firme compromiso de seguir trabajando en el estudio de este patrimonio
cultural, único e irrepetible, amenazado por la barbarie de la guerra y por las mafias dedicadas al
tráfico ilegal de antigüedades, través de las nuevas publicaciones previstas sobre Tell Qabr Abu al‘Atiq y otros yacimientos arqueológicos de la región del Medio Éufrates meridional. .
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siécles)”, en P. Rouillard ed. Mobilités, immobilismes. L’emprunt et son refus. Paris, pp. 223-233.
Tenu, A. (2009): L’expansion médio-assyrienne. Approche archéologique, Oxford.
Venturi, F. (2007): La Siria nell’età delle trasformazioni (XIII-X sec. a.C.), Bologna.
Wiggermann, F.A.M. (2000): “Agriculture in the Northern Balikh Valley. The Case of Middle
Assyrian Tell Sabi Abyad”, en R.M. Jas ed. Rainfall and Agriculture in Northern Mesopotamia.
Istanbul, pp. 171-231.
Wilkinson, T. J et al. (2007): “Archaeology in the Land of Carchemish: Lanscape Survey in the Area
of Jerablus Tahtani, 2006”, Levant 39, pp. 213-247.
.
66
8. Documentación gráfica: planos, dibujos y fotografías
67
Autoría de la documentación gráfica:
Dibujos de cerámicas y planimetrías: Ana García (fig. 13, 14, 17, 22, 34-47, 63-72) y Eva Celdrán
(fig. 23-25, 29, 48-62, 72).
Fotografías: Eloy Taboada (fig. 9, 10, 15, 16, 32, 33, 73, 75, 78-80, 82, 83, 85, 87, 88), Patricia Mora
(fig. 18, 19, 77), Ana García (fig. 20, 21) y Víctor Rivera (fig. 26-28, 30, 31, 74, 76, 81, 84, 86).
Topografía: Ana Bermejo y Jon Uranga (fig. 7).
Mapas: Francisco Bescós (fig. 1, 2).
Fig. 1. Localización del área investigada por el Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio (PAMES) en la
garganta de Khanuqa (Deir ez-Zor, Siria).
Fig. 2. Situación de Tell Qabr Abu al-‘Atiq y de otros yacimientos preclásicos en la garganta de Khanuqa.
69
Fig. 3. Fotografía satélite de la garganta basáltica de Khanuqa.
Fig. 4. Fotografía satélite del inicio del canal Semíramis en la ribera izquierda del Éufrates, a su salida de
Khanuqa.
70
Fig. 5. Proyecto de la presa y lago artificial de Halabiya (DGAM). Jezrat Milage es Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
71
Fig. 6. Yacimientos medioasirios, según Tenu 2009, p. 348.
72
Fig. 7. Plano topográfico de Tell Qabr Abu al-‘Atiq (campaña 2008).
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Fig. 8. Fotografía satélite de Tell Qabr Abu al-‘Atiq. En el círculo se halla la colina principal, donde se sitúa la
ocupación del período medioasirio.
Fig. 9. La colina principal de Tell Qabr Abu al-‘Atiq vista desde el paleomeandro.
74
Fig. 10. Vista sobre el paleomeandro del Éufrates desde la colina principal de Tell Qabr Abu al-‘Atiq.
Fig. 11. Fotografía aérea de Halabiya-Zenobia y de la garganta de Khanuqa realizada por Poidebard en 1935
(archivo IFPO).
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Fig. 12. Yacimientos arqueológicos de la garganta de Khanuqa, según Lauffray 1984, fig. 4.
76
Fig. 13. Sondeos B y C. Sector excavado de edificio del Bronce Antiguo (campaña 2008, fase TQA I).
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Fig. 14. Sondeo A. Salas 1 y 2 del edificio del período medioasirio (campaña 2008, fase TQA II).
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Fig. 15. Sondeo A. Cerámica medioasiria sobre el suelo de la sala 1 (campaña 2008, fase TQA II).
Fig. 16. Sondeo A. Tres vasos medioasirios sobre el suelo de la sala 1 (campaña 2008, fase TQA II).
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Fig. 17. Cuadrícula X23. Salas 1, 2, 3 y 4 de edificio medioasirio (campaña 2009, fase TQA II).
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Fig. 18. Cerámica sobre el suelo de la sala 1 del edificio medioasirio (campaña 2009, fase TQA II).
Fig. 19. Hogar en la sala 1 del edificio medioasirio (campaña 2009, fase TQA II).
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Fig. 20. Jarras in situ en la sala 4 del edificio medioasirio (campaña 2009, fase TQA II).
Fig. 21. Jarras in situ en la sala 4 del edificio medioasirio (campaña 2009, fase TQA II).
82
Fig. 22. Cuadrícula X24 (campaña 2009, fase TQA II).
83
Fig. 23. Cuadrículas BF-BH 28 (campaña 2010, fases TQA I y TQA III).
84
Fig. 24. Salas excavadas del edificio medioasirio y perfil estratigráfico de la pared norte de la cuadrícula X23
(campaña 2010, fase TQA II).
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Fig. 25. Sala 3 del edificio medioasirio con la localización de las cerámicas halladas (campaña 2010, fase TQA II).
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Fig. 26. Cerámica de la sala 3 in situ (campaña 2010, fase TQA II).
Fig. 27. Mobiliario cerámico restaurado y otros objetos hallados sobre el suelo de la sala 3 (campaña 2010,
fase TQA II).
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Fig. 28. Tablillas cuneiformes medioasirias in situ en la sala 3 (campaña 2010, fase TQA II).
88
Fig. 29. Plano general del sector excavado del edificio medioasirio (salas 1-5); campaña 2010 (fase TQA II).
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Fig. 30. Vista general del área excavada del edificio medioasirio. Al fondo el paleomeandro del Éufrates (fase
TQA II, campaña 2010).
Fig. 31. Vista de la sala 3 (en el centro) y de las salas 1 (izquierda) y sala 4 (derecha) del edificio medioasirio
(fase TQA II, campaña 2010).
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Fig. 32. Grandes jarras y soportes hallados en las sala 1 y 4 del edificio medioasirio (fase TQA II, campaña
2010).
Fig. 33. Vasos carenados procedentes de la sala 1 del edificio medioasirio (fase TQA II, campaña 2010).
91
Fig. 34. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
92
Fig. 35. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
93
Fig. 36. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
94
Fig. 37. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
95
Fig. 38. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
96
Fig. 39. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
97
Fig. 40. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
98
Fig. 41. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
99
Fig. 42. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
100
Fig. 43. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
101
Fig. 44. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
102
Fig. 45. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
103
Fig. 46. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
104
Fig. 47. Cerámica de la sala 1 (UE.110, fase TQA II).
105
Fig. 48. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
106
Fig. 49. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
107
Fig. 50. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
108
Fig. 51. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
109
Fig. 52. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
110
Fig. 53. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
111
Fig. 54. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
112
Fig. 55. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
113
Fig. 56. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
114
Fig. 57. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
115
Fig. 58. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
116
Fig. 59. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
117
Fig. 60. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
118
Fig. 61. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
119
Fig. 62. Cerámica de la sala 3 (UE.127, fase TQA II).
120
Fig. 63. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
121
Fig. 64. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
122
Fig. 65. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
123
Fig. 66. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
124
Fig. 67. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
125
Fig. 68. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
126
Fig. 69. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
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Fig. 70. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
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Fig. 71. Cerámica de la sala 4 (UE.127, fase TQA II).
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Fig. 72. Principales tipos cerámicos de Tell Qabr Abu al-’Atiq II.
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Fig. 73. Cuenco carenado de formato pequeño (fase TQA II, campaña 2008).
Fig. 74. Cuenco carenado de formato grande (fase TQA II, campaña 2010).
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Fig. 75. Fuente de pared recta (fase TQA II, campaña 2008).
Fig. 76. Fuente de pared carenada (fase TQA II, campaña 2010).
132
Fig. 77. Fuente de pared convexa (fase TQA II, campaña 2009).
Fig. 78. Vasos de forma cónica (fase TQA II, campaña 2009).
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Fig. 79. Vaso acampanado (fase TQA II, campaña 2009).
Fig. 80. Soporte para jarra (fase TQA II, campaña 2009).
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Fig. 81. Jarra de pequeño formato (fase TQA II, campaña 2010).
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Fig. 82. Gran jarra de almacenamiento (fase TQA II, campaña 2009).
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Fig. 83. Fragmento de “jarra de peregrino” (fase TQA II, campaña 2009).
Fig. 84. Colador de cerámica (fase TQA II, campaña 2010).
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Fig. 85. Material cerámico de la sala 1 (fase TQA II, campaña 2008).
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Fig. 86. Parte del material cerámico hallado en la sala 3 (fase TQA II, campaña 2010).
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Fig. 87. Jarras y soporte hallados en la sala 4 (fase TQA II, campaña 2009).
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Fig. 88. Jarras con soporte de las salas 1 y 4 (fase TQA II, campaña 2009).
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