Bony Bullrich logró desprenderse del mundo de los negocios para
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Bony Bullrich logró desprenderse del mundo de los negocios para
Bony Bullrich logró desprenderse del mundo de los negocios para el que había sido criado y honró su llamado esencial, el del arte. Sus instalaciones o “zonas liberadas” ya habitan en numerosas residencias. Aquí, el despliegue abrumador de su obra tal como la concibió en lo que fue el TEATRO DE LA PIEDAD. ´ VOCACION LIBERADA T E X T O : M A R Í A L U I S A M A C K AY PRODUCCIÓN: LAURA MIRO FOTOS: ARQ. DANIELA MAC ADDEN Ahora basta recorrer los rincones de lo que fue el teatro de La Piedad, ahora poblado de curvas en la abstracción, de recovecos sorprendentes y equilibrios entre estilos contrastantes para hacer un verdadero viaje al interior de este artista que trabaja con soltura en las tres dimensiones. ay jugadas del destino que pueden poner a prueba una vocación. El premio final es que tras todos los obstáculos iniciales y las barreras que impuso, si se supera la prueba, aquella vocación se impone reforzada. Y ya no hay dudas de cuál era el camino. Algo así parece haberle ocurrido a Bony Bullrich, quien nació en el seno de una familia que lo imaginó como abogado u hombre de negocios, pero no como artista. Por eso, todas las oportunidades se orientaron hacia una carrera tradicional y el esperable MBA en Estados Unidos. Con todos cumplió él. Los noventa lo vieron batallar con aquel mandato familiar. Pese a su inclinación ya marcada por el arte, Bony Bullrich trabajó en el mundo de los negocios. Supo ser asesor de Alitalia, consultor del Banco Mundial, y director de empresas en EE.UU. y Europa. Pero la semilla imparable de su talento no podía dejar de germinar ante todo ese ir y venir por el mundo; y en el 2000, año de profecías, de anunciados fines y de esperanzados comienzos, decidió tomarse un año sabático. Montó su taller en Pilar y comenzó a producir obras que pronto empezaron a circular entre amigos y allegados. Llegaron los primeros clientes. Así realizó sus “negros zulú” para un haras de caballos árabes y otras obras alegóricas. Y lo demás es historia conocida. El experimento se convirtió en su medio de vida. No parece casual, entonces, que en el 2002, justo después de la debacle argentina, haya comenzado con los proyectos que le dieron mayor renombre local: las zonas liberadas. Estas instalaciones, verdaderos collages tridimensionales que retratan a quien comisionó el trabajo, comenzaron a dar que hablar en la escena local. Pronto comenzaron a aparecer pedidos de los clientes más disímiles. No se trataba ya solo de coleccionistas o habitués de las vanguardias, ni de allegadas en busca de algo para agregar a su casa, sino de personajes tan inesperados como un rugbier —por caso el capitán de Los Pumas— que comisionó un mural a Bony Bullrich. Por primera vez una obra de arte llegó a la portada del suplemento deportivo de un diario. H La Venus descabezada que custodia la escalera fue bautizada “Acefalía” y surgió de los eventos vividos en 2001. Bony Bullrich no solo estudió historia del arte y moldeó su estética, dominada por una fuerte inclinación a las volutas del XVIII, sino que investigó sobre técnicas y materiales, desde el mosaico hasta la resina poliéster, para que sirvieran de soporte a su trabajo. El baño tiene un espejo escultórico en zinc y piedras semipreciosas, con el desborde creativo de un Gaudí, contrastado con las líneas más estrictas del mueble donde se apoya el lavabo. Además de sus pinturas y esculturas, o de trabajar con las superficies de un determinado ambiente o espacio, Bullrich suele tomar elementos del propio dueño de casa que se incorporan a la obra para subrayar la identidad de quien allí habita. Su arte es lograr plasmar en un determinado estilo o combinación de éstos, el perfil, los miedos y las creencias del sujeto que inspira el trabajo. Estas obras requieren, claro, un intenso trabajo para conocer a la persona. No se trata aquí de reflejar sus rasgos aparentes y visibles, sino su personalidad, sus gustos.Y para ello hay largas charlas hasta que queda planteado el lugar y la propuesta del artista. “Si bien las obras son descriptibles individualmente “dicen” mucho más en conjunto, ya que no revelan su misterio inmediatamente sino después de establecer las conexiones recíprocas”, escribió recientemente la crítica Cristina Dompé en una reseña sobre Bullrich. El Proyecto La Piedad cobija una amalgama deliberada de vanguardias como el modernismo, el arte pop o el surrealismo. ”Cada obra representa una parte. Las reacciones o situaciones en la historia de mi vida. Esa es mí zona liberada”, dice.Y no hay dudas de que lo refleja. “El paradigma es el todo”, dice Bony. Y es cierto que su trabajo no se detiene en un estilo, en una técnica, o determinados colores. El los toma todos, los emplea con la mayor libertad imaginable. A la derecha, escultura en resina, un retrato de sí mismo, al comando de su máquina voladora.